52 LATERCERA Viernes 23 de septiembre de 2016 Elden nació en febrero de 1991 y hoy tiene 25 años. Es diseñador y participó en una campaña gráfica de Obama. Sociedad Espectáculos SU FAMA TEMPRANA “Siempre crecí sabiendo que había participado de algo especial. Pero ha sido algo difícil”. NIRVANA “Nunca he podido conocer a ninguno de sus integrantes. Hoy se han hecho ricos con este disco”. RR La legendaria tapa del disco de Nirvana. Spencer Elden El bebé de la portada de Nevermind “Ha sido irreal vivir 25 años como un ícono” R El joven repasa su historia, cuando mañana Nevermind cumple un cuarto de siglo. Claudio Vergara Spencer Elden (25) posee la más singular de las famas: aquella que se obtiene cuando es imposible acordarse de ella. Muchísimo antes de hablar o caminar. “Siempre crecí sabiendo que había participado de algo especial. Pero durante años ha sido muy difícil tratar una situación de la que no tengo ningún recuerdo y que ni siquiera fue idea mía. Recién a los nueve años me di cuenta de qué se trataba”, cuenta el hoy diseñador gráfico a La Tercera, 25 años después que la imagen de su pequeña humanidad desnuda bajo una piscina se multiplicara por todo el planeta con el estreno de Nevermind, el 24 de septiembre de 1991. Tenía apenas cuatro me- ses, su familia sólo cobró US$ 200 –para un título que luego facturó 26 millones de copias- y bajo una idea de su propio padre, el mejor amigo del fotógrafo al que el sello Geffen Records le encargó el trabajo. ¿Cómo ha sido vivir 25 años como ícono? Irreal. Todavía me cuesta comprender esta locura en torno a un disco. Pero no he sacado un solo provecho. ¿Quién hoy puede saber que soy yo ese niño? He tenido amigos por años que usan las camisetas de Nevermind o tienen imágenes de ese álbum y mucho tiempo después les cuento que yo soy el que aparece ahí. ¿Qué hace cuando ve en la calle gente con la polera de Nevermind? Nada. Qué puedo hacer. Sólo una vez alguien me reconoció: en una Bienal de Venecia un italiano me dijo `tú eres el Nirvana baby, ¿no?’. Fue muy loco, no sé cómo lo supo. ¿Más historias? “Tengo algunas buenísimas, pero las prefiero mantener en reserva. Por ejemplo, nunca he usado esto para conquistar mujeres, porque además he tenido suerte. Más de alguna vez me dijeron una broma tipo ‘¡yo ya te he visto desnudo!’, pero es sólo eso. Otros me piden casi que me desnude y compruebe si realmente he crecido. Y claro que me enorgullece ser el cuerpo y el órgano sexual más famoso de la música”. Como buen veinteañero, Elden pasa de la ironía al desgano (“nunca pude conocer a ningún Nirvana, que son los que hoy se hacen ricos con todo esto”); de renegar de su celebridad a abrazarla con feliz resignación (“al menos no fue un disco de Backstreet Boys”). Eso sí, hay una sola pregunta que define su vínculo casi umbilical con Nevermind. Si pudiera elegir aparecer en la portada de cualquier otro disco, ¿cuál sería? No lo sé hombre, quizás ninguna, porque ensuciaría y borraría toda esta historia.b Charles R. Cross Biógrafo de Kurt Cobain “El disco sintetiza a la perfección rebeldía, angustia y emoción” Andrés del Real Cuando Kurt Cobain se suicidó, en abril de 1994, la primera reacción de Charles R. Cross fue correr a detener las prensas que en ese instante imprimían los últimos ejemplares de su revista, The Rocket, y cambiar la portada para llevar al fallecido artista. Como editor de la emblemática publicación musical de Seattle entre 1986 y 2000, Cross fue testigo privilegiado del nacimiento, auge y caída de Nirvana, experiencias que plasmó en Heavier than heaven (2001), la más famosa biografía de Cobain que se ha escrito a la fecha. Allí, obviamente, son varios los pasajes que el autor dedica a Nevermind, en los que se revelan sabrosas anécdotas -como que el título que quería el vocalista para el LP era Sheep- y se explican las motivaciones detrás de cada una de sus canciones, en su mayoría dedicadas a Tobi Vail, ex integrante del grupo Bikini Kill y novia de Cobain por ese entonces, además de dueña del desodorante Teen spirit que inspiró el mayor himno rockero de la década. “Nevermind es un hito ge- “Nevermind es también una de las piedras angulares de la cultura de los 90”. neracional en la música, pero también una de las piedras angulares de la cultura de los años 90. Es, simplemente, uno de los discos más importantes de los tiempos modernos”, dice Cross, quien hace dos años publicó Here we are now, sobre el legado de Cobain. ¿Qué hizo de Nevermind el disco más emblemático de Nirvana y de los 90? Nevermind fue más que Smells like teen spirit. El disco tuvo la respuesta que tuvo porque en su sonido y en sus canciones el grupo logró sintetizar a la perfección rebeldía, angustia y emoción. Creo que también hubo factores demográficos, de marketing y de buen timing, pero en cualquier época en que hubiese salido seguiría siendo un gran álbum.b COLUMNA Estúpido y contagioso L os enciclopedistas ni siquiera entrarían en el debate. Porque podrían argumentar que eso que fortuitamente se dio en llamar “grunge” (la descripción del crujir guitarrero de las muchas bandas del punk subterráneo de Seattle en los 80) murió justo en 1991, el año en que lo conoció el mundo entero a través de Nevermind. Para esos rigurosos de la materia, esto que fue más un sonido que un género propiamente tal se escuchó sólo entre 1985 y 1989 en la mencionada Seattle -y en todo el Nordeste gringo- y hasta las formaciones más embrionarias de los mismos Nirvana están justo al filo de ser incluidos en lo que para el resto de los mortales califica como uno de los estilos más identificables con la década Mauricio Jürgensen Periodista de música Al grunge lo mató su ética y su gravedad, ese discurso de profundo desprecio a la industria. de los 90. Lo concreto, lo que está al margen del debate histórico, es que con un nombre mal acuñado o no, esta música, este tipo de rock, sí trajo algo de dignidad a una escena que naufragaba en el exceso y la mediocridad. Tal como había pasado en 1987 con la aparición de Guns N’ Roses y su imbatible Welcome to the jungle, a los que lideraba Kurt Cobain les tocó ser ungidos como los últimos salvadores del rock. Porque cuesta explicarlo hoy, pero prácticamente no hubo nadie que quedara indiferente a la aparición de un trío que fue punta de lanza para que otros colegas de la ciudad (como Soundgarden, Alice In Chains y Pearl Jam) y asomados de distintas latitudes (como Stone Temple Pilots) dieran cuerpo a lo que los medios de la época decidieron identificar como un movimiento, como ese género llamado grunge, que además tenía una estética y cierta moral que terminaba por completar el cuadro. Y justo ahí la razón de su caída o de su temprano desvanecimiento. Al grunge no lo mató el éxito de sus cultores ni la aparición del aggro o el nü metal, para seguir con las discutibles calificaciones de los estilos rockeros de los 90. Al grunge lo mató su ética y su gravedad. Ese discurso de profundo desprecio a la industria siendo parte de ella, su proclamada lucha contra las mismas corporaciones que visibilizaron sus contenidos y la construcción sociológica que hicieron muchos a partir del carácter de Kurt Cobain, primero, y de Eddie Vedder, de Pearl Jam, después, agotaron tempranamente el impacto de una corriente que, en todo caso, nunca aspiró a más. Los enciclopedistas tienen razón: si esto no fue un género propiamente tal, si el grunge fue apenas un sonido amplificado por las necesidades estéticas de la época (la “realidad” como nuevo motor del entretenimiento, aunque fuera maquillada), difícilmente vale la pena debatir hoy si fue trascendente o no. Quizás duró apenas lo que dura el genial riff introductorio de Smells like teen spirit, esa canción que hoy cumple 25 años. Y bien lo saben los que lo escucharon cuando se estrenó en radios: que la breve fuerza de ese acorde, estúpido y contagioso, vale más que mil debates sobre su mentada trascendencia.