EL APORTE A LA SOCIEDAD, DESDE UNA PERSPECTIVA FEMENINA Verónica Naranjo Quintero. Teóloga veronica.naranjoqu@amigo.edu.co Octubre 17 de 2010 Hay un acercamiento interesante de la perspectiva femenina ante las dificultades sociales, es decir las mujeres tienen algo que decir en el contexto político sociocultural y religioso, para esto se debe reconocer la voz del género femenino y su recorrido. Desde el discurso teológico la historia de la mujer ha tenido momentos desafiantes y comprometidos, por tanto es necesario notar a grosso modo algunas características de lo femenino. La perseverancia de la mujer para que se le valore como al hombre, se ha percibido desde algunas características, que han hecho que hoy logremos escribir, la recuperación de la memoria ha sido una de estas, memoria para recordar la historia que ha enmarcado a la mujer y también para partir de ésta y hacer una nueva historia que ya no será contada por la pluma de un hombre sino por la misma mujer, donde se logra aludir a las mujeres que se han arriesgado a proponer, a hablar y a ser. La resistencia puede verse como un asunto de sumisión desde los mismos acontecimientos histórico, pero el ser resistente es el persistir sin desfallecer, el no retener por retener, ya que después se puede hablar; para tejer nuestra historia de heroínas se tuvo que ser resistente ante las ambigüedades y desigualdades de las diferentes épocas. El eterno femenino, Teilhard de Chardin ya había aludido esta característica de la mujer en su poema, valorando el trabajo de este gran teólogo, vamos a percibir está característica desde nuestra época, el eterno femenino es lo que fue, lo que 1 será y lo que nunca ha dejado de ser. La eternidad es una de las palabras predilectas de nuestra teología cristiana, ahora bien, utilizarla en una teología femenina es vincular a la mujer en el Reino, como lo hizo Jesús. Lo femenino nos da una esencia que nunca se puede dejar perder, hablar de comunidades de iguales no significa que se esté omitiendo la diversidad que hay en los sexos, la feminidad es un asunto de inteligencia, memoria, belleza, capacidad de observar, calcular, contemplar y sobre todo de creer, un creer que nace desde las entrañas, que se anhela y se dona como lo hizo María la madre de Dios. Y por último la mujer ha logrado dejar marcas en la historia por su capacidad de emancipar, de ser recilientes ante una sociedad que no creía en su capacidad de serlo. Las mujeres de otras épocas y nuestras contemporáneas, fueron y son recilientes porque han visto desde su historia, no una desdicha, sino una oportunidad de crear, de amar, de dialogar, de creer, de estudiar y esto ha hecho que no se alejen de las dificultades, al contrario han aprendido a verlas y asumirlas con amor materno que es un rasgo femenino. Partiendo de lo anterior, la mujer y el hombre cumplen la función de ser cocreadores con Dios, sin embargo la mujer tiene un regalo divino que es poder dar vida. ¨En la mujer, bajo sus rasgos individualizados, es siempre la misma gran fuerza la que atrae al hombre, es la misteriosa latencia, sobrevenida bajo aquella forma para arrastrarlo. Es el atractivo del mundo sobre un rostro humano. La mujer es el símbolo de todas las complementariedades esperadas por el universo¨ 1 Ahora bien, para que la mujer logre aportar a la sociedad que es el objetivo de este escrito, debe contribuir con una conciencia justa y humana, siendo portadora de paz, de justicia y no siendo una esclava de su pasado, con esto queda claro que el verdadero aporte de la mujer debe ser desde su misma esencia. Es así, como debe atreverse a ser gestora de cambios, a tener memoria de su pasado, pero con esperanza del mismo. Para esto debe salir del círculo ideológico que le ha enmarcado la sociedad, es decir un consumismo exagerado lleva a la 1 De Lubac, Henri. El Eterno Femenino. EDICIONES SIGUEME, 1969. Pág. 137. 2 ruina de la belleza, porque se convierte en una belleza explotada y estereotipada. Lo femenino debe ser un acceso a la verdad, a la sabiduría y a Dios, siendo coherente con su contexto y logrando mantener su identidad. Para ofrecer un reto a esta identidad, hemos de revisitar el edén. Uno de los puntos enigmáticos, pero también más significativos, de la historia del jardín del edén es el hecho de que encontramos un diálogo entre Eva y la serpiente, entre Adán y Dios, y entre Eva Y Dios, pero no hay ninguna mención de un diálogo entre Adán y Eva. El mito empotrado en las dos ideas masculina y femenina en la naturaleza sobre la naturaleza y el destino de las mujeres y las actitudes que ha generado sólo morirá cuando Eva surja como una compañera en diálogo con Adán. En el jardín del edén. 2 Basándonos en lo dicho anteriormente, es necesario también para que se dé el aporte de la mujer en todas las vertientes de la cotidianidad, que los mismos hombres logren establecer un diálogo cercano con la postura femenina. Y desde la misma lógica las mujeres estén dispuestas a repensar su postura y salir al encuentro con un diálogo entre pares. En cuanto a nuestro interés, la teología debe seguir avanzando en su aporte, y proporcionando respuesta a las diferentes problemáticas que vive el ser humano contemporáneo. Y así mismo para tener coherencia en la aportación que la mujer puede y hace a la sociedad, es necesario no percibir la teología femenina como un discurso de unas pocas o pocos, sino una experiencia que proclama una teología encarnada y donde lo femenino se convierte en una clave de interpretación para acercar a todo tipo de persona al Dios encarnado. 2 Goodman, Eveline. Las mujeres marcan la diferencia. Atreverse con la diversidad. Segundo Sínodo Europeo de Mujeres. Recopilaciones de ponencias. Editorial Verbo Divino, 2004. Pág. 93. 3 Bibliografía De Lubac, Henri. El Eterno Femenino. EDICIONES SIGUEME, 1969. Goodman, Eveline. Las mujeres marcan la diferencia. Atreverse con la diversidad. Segundo Sínodo Europeo de Mujeres. Recopilaciones de ponencias. Editorial Verbo Divino, 2004. 4