La responsabilidad política no aparece

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Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía
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La responsabilidad política no aparece
Pedro Santana Rodríguez
Presidente
Corporación Viva la Ciudadanía
La Corte Suprema de Justicia ordenó medida de aseguramiento contra los
parlamentarios Álvaro García Romero y Erick Morris, miembros del Partido
fundado por el presidente Álvaro Uribe, denominado Colombia Democrática y que
dirige su primo Mario Uribe, así mismo cobijó con esta misma medida al senador
uribista, Jairo Merlano del Partido de la U. Con estas medidas de aseguramiento
por diverso tipo de delitos relacionados con el paramilitarismo, masacres,
corrupción, etcétera, la Corte inició el proceso de juzgamiento de estos
parlamentarios.
Así mismo, el día martes 21 de noviembre, la Corte Suprema de Justicia llamó a
rendir indagatoria a los parlamentarios Álvaro Araujo Renteria del partido
uribista, Alas Equipo Colombia, actual presidente de la Comisión quinta del
Senado de la República y al senador del Partido de la U, Mauricio Pimiento,
ambos senadores son oriundos del departamento del Cesar. También llamó a
indagatoria a los representantes a la Cámara por el departamento del Magdalena,
Alfonso Campo del Partido Conservador y Jorge Caballero del Partido Alternativa
Liberal. El llamado a indagatoria también cobijó a los senadores Dieb Maloof del
Partido Colombia Viva y Luís Eduardo Vives de Convergencia Ciudadana. Estos dos
últimos son oriundos del departamento del Magdalena. Así pues la investigación
de la Corte ha avanzado ya sobre los departamentos de Sucre y Magdalena, y
deberá, en este último caso, resolver también la suerte del gobernador Trino
Luna, candidato único a la Gobernación del Magdalena en las elecciones de 2003.
A todos los anteriores parlamentarios los cubren varios denominadores comunes:
en primer término su estrecho nexo con los grupos paramilitares en sus
respectivas regiones; en segundo lugar el haber formado parte de las huestes que
aprobaron la reelección del presidente Álvaro Uribe en el Congreso de la
República; y, finalmente, el formar hoy día parte de la coalición de gobierno.
Pero hay algo más, hasta ahora, cubre el conjunto del espectro de partidos de la
coalición: Partido Conservador, Convergencia Ciudadana, Colombia Viva,
Colombia Democrática y el Partido de la U. Hasta ahora sólo queda por fuera el
Partido Cambio Radical. Así pues la responsabilidad política es innegable para la
coalición y para el propio presidente Uribe, así todos se nieguen a reconocer su
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responsabilidad política. Esta responsabilidad cobija hechos muy graves como
masacres y asesinatos, pero, también fraude electoral y coacción a los electores.
Entre tanto, el Senador uribista de Córdoba, Miguel de la Espriella, quien el cinco
de enero pasado protagonizó un rifirrafe con el también senador de Córdoba Juan
Manuel López Cabrales, delante del presidente Uribe, en el cual se acusaron
mutuamente de ser beneficiarios de las relaciones con los grupos paramilitares,
reveló en entrevista al diario El Tiempo que un grupo de 40 Congresistas habría
suscrito un documento de respaldo al proyecto político de los grupos
paramilitares, en reunión efectuada en al año 2001 en Santafé de Ralito. Miguel
de la Espriella, según el Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán, sería
beneficiario de relaciones con el narcotraficante Luís Enrique Ramírez, alias
“Micky”. Dijo Iguarán que envió, a la Corte Suprema de Justicia, copias de
cheques girados a nombre del Senador por este conocido narcotraficante aliado
en el pasado de Pablo Escobar.
La crisis como ya sabemos también abarca a otras instituciones del Estado. La
principal tiene que ver con la infiltración en la Fiscalía y en el DAS. El secretario
de la Fiscalía ha sido llamado a indagatoria por borrar información de
reconocidos narcotraficantes. Por otra parte, sigue prófugo el ex director del
Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, Jorge Noguera, quien desde
Estados Unidos dijo que la justicia debería esperar a que consiguiera recursos
para regresar. Noguera enfrenta una investigación disciplinaria iniciada por la
Procuraduría General de la Nación por nexos con los grupos paramilitares así
mismo una investigación y un llamado a indagatoria por hechos de corrupción y
de entrega de información a los grupos paramilitares, por éstos últimos hechos
ha sido llamado por la Fiscalía General de la Nación.
Pero, también, el hasta esta semana Jefe del Instituto de Concesiones del
Ministerio de Transporte, Luís Carlos Ordosgoitia, fue uno de los primeros
firmantes del documento revelado por el Senador Miguel de la Espriella. Uribe
solicitó la renuncia de Ordostgoitia, quien seguramente deberá responder ante la
Fiscalía General de la Nación. Aún no se conoce oficialmente el documento ni la
totalidad de quienes firmaron el mismo, pero como se dice en medios judiciales
los parlamentarios firmantes habrían incurrido cuanto menos en el delito de
omisión de denuncia y concierto para delinquir, aparte que si pretenden acogerse
a la Ley de Justicia y Paz, ley 975 de 2005, y participaron en su aprobación se
configuraría en un conflicto de intereses por lo cual el Consejo de Estado podría
decretar la pérdida de su investidura.
Las consecuencias de las investigaciones no pueden detenerse solo en las
responsabilidades penales individuales como pretende el presidente Álvaro Uribe
Vélez. Estas responsabilidades existen y los parlamentarios deben responder ante
la Corte Suprema de Justicia que es su juez natural, pero, hay una evidente
responsabilidad política de Uribe quien se vio beneficiado por la actuación de
estos parlamentarios, por lo menos en torno a la aprobación de su reelección y
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luego en su propia campaña política. Hay entonces una clara responsabilidad
política como también le cabe responsabilidad política al ministro de la Defensa,
Juan Manuel Santos en el caso de los llamados falsos positivos o sea en los
atentados fraguados y ordenados desde las propias Fuerzas Armadas. En este
último caso, ¿por qué no se califican éstas acciones como terroristas?
En la grave crisis que se abre hay varios caminos posibles para su desarrollo. Un
primer elemento es que va a pasar con las curules manchadas por la violencia,
coacción y muerte de comprobarse por la Corte Suprema de Justicia la
responsabilidad penal de los congresistas en éstos hechos. Legalmente subirían
los candidatos siguientes en las listas de éstos congresistas, pero, legítimamente
estos parlamentarios estarían usufructuando unas curules manchadas por la
ilegitimidad. Fueron los mismos votos conseguidos mediante la coacción, el
asesinato y las masacres los que los llevaron al Congreso. Una segunda salida es
la de la revocatoria del Congreso lo cual sería gravísimo para el funcionamiento
del Estado Democrático de Derecho. Esta última se ha barajado en la Casa de
Nariño según denuncias del Senador Gustavo Petro, pero, Uribe públicamente la
ha rechazado. Una tercera salida sería la convocatoria a elecciones parciales
para subsanar el vacío y la falta de legitimidad. Solo que el Consejo de Estado
debería anular éstas elecciones y no se tiene certeza jurídica del cuál sería el
camino jurídico. Lo que esta claro es que la crisis apenas comienza pues faltan
investigaciones sobre los departamentos restantes de la Costa Atlántica:
Atlántico, Guajira, Bolívar y sobre todo Córdoba que fue uno de los principales
territorios de dominio paramilitar y en donde la Corte Suprema deberá tomar
determinaciones en las semanas futuras. Pero como hemos dicho en otras
ocasiones falta la investigación en otros departamentos, también profundamente
penetrados por el domino paramilitar como Norte de Santander, Santander,
Antioquia, Meta, Casanare, Putumayo y sectores del Valle del Cauca y el Eje
cafetero. Por ello hay que respaldar sin ambigüedades a la Corte y demandar del
gobierno y de la Fiscalía apoyo logístico e investigativo a su labor constitucional y
legal.
Finalmente no es hora de leyes de punto final. En primer lugar porque como se
ha señalado frente a crímenes de lesa humanidad no hay amnistías ni indultos
posibles. Lo máximo como lo ha señalado la Corte Interamericana y la Corte
Constitucional Colombiana serán penas blandas, pero, a cambio de toda la
verdad y la reparación de las víctimas. Entretanto ¿cuál es la responsabilidad
política de la coalición y del propio Presidente frente a la penetración profunda
de sus estructuras políticas? Deberán partidos como Colombia Democrática que
ya tienen a dos de sus integrantes en las cárceles o Colombia Viva devolver los
recursos públicos que han recibido por la reposición de los votos y qué hacer con
las curules si la Corte Suprema encuentra que los congresistas vinculados
incurrieron en delitos y eventualmente en coacción y fraude electoral.
Definitivamente aquí cabe una responsabilidad política tanto de la coalición
como del Presidente Uribe. ¿El Congreso y los partidos tienen la palabra? ¿Juicio
de indignidad Política en el Congreso?
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Bogotá diciembre de 2006
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