Ateismo y la Desesperacion Por Esperanza

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 Ateismo y la Desesperacion Por Esperanza Atheism and the Despair of Hope Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Salmos 61:4 Scott Bailey fue gravemente lastimado en un accidente de fútbol de la escuela secundaria. La recuperación de su cerebro fue lenta pues éste había recibido el impacto del golpe. Sin embargo, Scott pudo recordar algunas cosas con mucha claridad. Sabía lo que él creía, y compartía abiertamente su fe y confianza en Dios. Cuando alguien le acusaba de usar su fe en Dios como un amuleto, Scott respondía, “No necesito amuletos, Dios es mi hospital!” En tiempos de crisis, el ateísmo no provee un apoyo o refugio en el cual el hombre pueda encontrar ayuda y esperanza. Uno de los más famosos predicadores del ateísmo fue Roberto Ingersoll (1833-­‐1899). Frente a la tumba de su hermano, él exclamó, “La muerte es un estrecho valle entre lo frío y las desnudas cumbres de dos eternidades. Lloramos a gritos y la única respuesta es el eco lastimero de nuestro propio llanto.” Comparo esto con los cientos de personas que he conocido y que han dado su último respiro con una sonrisa en sus labios y con la confianza de saber que “estar ausentes en el cuerpo significa estar presentes con el Señor” como lo dijo el Apóstol Pablo. W. Somerset Maugham, quien murió en 1965 fue uno de los autores británicos más populares. Fue conocido ampliamente por ser ateo, no obstante, al final de su vida, se preguntaba si estaba en lo cierto. “Cuando miro hacia atrás,” escribe, “me parece que falta realidad…Puede ser que mi corazón al no encontrar descanso, tuvo una anhelo ancestral de Dios y de inmortalidad, anhelo que mi razonamiento no pudo encontrar.” Y él murió en la oscuridad. (Norman Ross, The Chicago Daily News, Enero 26, 1964). George Bernard Shaw, premio Nobel de Literatura, se enfrentó al fin de sus días preguntándose lo mismo. “La ciencia a la que sujeté mi fe está en bancarrota,” Yo creí en ella una vez…En su nombre ayudé a destruir la fe de millones de creyentes. Y ahora ellos me ven y son testigos de la gran tragedia de un ateo que ha perdido su fe.” (Koopman, p. 125). Fredrick Nietzche, por su parte dijo, “Dios está muerto; lo hemos destruido,” Nietzche murió en una institución mental, deprimido y desamparado. El ateísmo se encuentra en bancarrota y falto de esperanza. Lejos de la esperanza, no hay razón de existir. Y es por eso que no soy ateo. Salmos 61:1-­‐4 The preceding material w as written and produced by Dr. Harold Sala. All rights reserved ©. Reproduction for sale or financial profit is prohibited. Permission to reprint may be obtained by contacting Guidelines International Ministries, Box G, Laguna Hills, CA 92654 USA. Email at guidelines@guidelines.org. 
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