CRISIS RESTAURACION

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HISTORIA DE ESPAÑA
COLEGIO CLARET-SEVILLA
2º de BACHILLERATO
José Miguel Garrido
CRISIS Y DESCOMPOSICIÓN DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN.
1. ESPAÑA EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX.
1.1. Evolución política.
La muerte de Cánovas en 1897 y de Sagasta en 1902 obligó a buscar nuevos líderes para los
partidos dinásticos, sin que surgieran en esta época personajes capaces de mantener la unidad de
los mismos. En el Partido Conservador se alternaron Antonio Maura y Eduardo Dato y en el Liberal
destacó hasta su muerte José Canalejas. Por su parte, Alfonso XIII alcanzaba la mayoría de edad en
1902, iniciando entonces su reinado efectivo. Maura intentó, durante su “gobierno largo” (19071909) llevar a cabo una especie de reformismo conservador a través de lo que denominó la
“revolución desde arriba”, apoyándose en lo que para él eran las “masas neutras” o clase media.
Pretendía fortalecer las instituciones del Estado para evitar la corruptela caciquil y el peligro de
revolución popular. Para ello abordó la reforma electoral, diversas reformas sociales y la integración
de los partidos nacionalistas en el régimen.
Por su parte Canalejas intentó llevar a cabo una modernización del país durante su gobierno
(1910-13). Para ello buscó el apoyo de los sectores populares con medidas como la creación del
nuevo Impuesto de la Renta o la Ley de Reclutamiento. También atacó a la Iglesia mediante la Ley
del Candado, por la que se prohibía la creación de congregaciones religiosas y se imponían límites a
las existentes. En cuanto a los nacionalismos, fue más allá que Maura, con la aprobación de la Ley
de Mancomunidades.
En cuanto a la oposición que quedaba fuera del turno, el republicanismo era la principal
fuerza. Se había ido recuperando del desastre que supuso la experiencia de la I República y el
descontento hacia el corrupto sistema del turno nutrió sus filas. En 1903 Salmerón fundó la Unión
Republicana, con un programa reformador, democrático y republicano. Más a la izquierda se situó el
Partido Radical, fundado en 1908 por Alejandro Lerroux. Este partido usó en estos años iniciales un
lenguaje pseudorrevolucionario y anticlerical, aunque con el tiempo fue moderándolo.
El PSOE optó por la estrategia del acercamiento a otras fuerzas de izquierda, presentándose a
las elecciones de 1910 en coalición con los republicanos. Esta alianza permitió a Pablo Iglesias
convertirse en el primer diputado socialista de la historia de España.
En 1917 se produjo una grave crisis política y militar, que obligó a crear un gobierno de
concentración entre los dos partidos dinásticos, con los líderes de ambos, García Prieto (Canalejas
había sido asesinado por un anarquista en 1912) y Maura. Sin embargo, en 1919 se intenta volver al
turno dinástico, lo que provocó numerosos cambios de gobierno. Fueron años de extraordinaria
conflictividad social, lo que obligó a frecuentes suspensiones de las garantías constitucionales y
clausuras del Parlamento, dándole los políticos un mayor protagonismo a los militares, que
comenzaban a mostrar su descontento ante el caos reinante en el país.
En estos años finales de la Restauración, el Partido Radical sufrió una pérdida de apoyo
popular, que se volcó en las opciones obreras, por lo que es ahora cuando modera su discurso, para
atraerse a la burguesía. Surge una nueva formación republicana, el Partido Reformista, que intenta
un acercamiento ideológico a la izquierda dinástica, esto es, al Partido Liberal. El resto del
republicanismo permaneció muy fragmentado.
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En el PSOE se iban imponiendo nuevos dirigentes, de talante no revolucionario sino reformista,
moderados y que aceptaban el sistema parlamentario. Ello provocó que un grupo de sus militantes,
más radicales, siguiesen las indicaciones de Lenin manifestadas en los 21 puntos de la III
Internacional o Internacional Comunista y abandonaran el Partido, creando en 1921 el Partido
Comunista de España.
La descomposición política, el desastre y desgaste militar que suponía la intervención en
Marruecos y la elevada conflictividad social y obrera provocaron que en 1923 el general Miguel Primo
de Rivera diera un golpe de Estado, suspendiendo la Constitución e instaurando una Dictadura, con
la aquiescencia del Rey Alfonso XIII.
1.2. Evolución social.
A principios del siglo XX se había superado ya el sindicalismo de oficios y se expandía el
sindicalismo de masas o de clase, sin que ello implicase un aumento de la representatividad política
de los partidos obreros. La UGT, sindicato socialista, tuvo un crecimiento estable, dejando los
aspectos ideológicos en un segundo plano para atraerse a los trabajadores no anarquistas,
centrándose en la lucha por las mejoras laborales. Tuvo mayor incidencia en Madrid y en el norte de
España. Promovió, en esto sí junto a los anarquistas, numerosas agitaciones obreras en pos de
reivindicaciones tales como la mejora de las condiciones de trabajo y la capacidad adquisitiva o la
jornada de 8 horas.
En el universo anarquista, la vertiente anarco-comunista mantuvo su lucha violenta, con el
asesinato de destacados políticos como Canalejas en 1912 o Eduardo Dato en 1921. El anarcosindicalismo se plasmó en la aparición de sindicatos asamblearios como Solidaridad Obrera (1907) o
la Confederación Nacional de Trabajadores, CNT (1910). Estas organizaciones se declaraban
revolucionarias y apolíticas, empleando la huelga general como instrumento de lucha. Entre sus
reivindicaciones destacan la emancipación proletaria de las instituciones obreras, la unidad sindical
de todos los trabajadores y el derribo del capitalismo.
Con toda esta movilización aparece la necesidad de aumentar el nivel cultural y la educación
de los obreros por ellos mismos. Aparecen así los llamados Ateneos Obreros, la Escuela Moderna
(creada en Barcelona por Ferrer y Guardia, de ideología anarquista) o la Escuela Nueva y las Casas
del Pueblo (ambas de tendencia socialista).
Por su parte, los gobiernos liberales no tuvieron más remedio que acceder a las peticiones más
urgentes, ante el riesgo de estallido de una revolución social. Se reguló por ley la jornada y
condiciones laborales (en 1904, por ejemplo, se aprobó la ley del descanso dominical), pero la
ausencia de mecanismos de inspección y control hicieron que estas medidas quedaran inaplicadas
en muchos casos.
A raíz de la crisis de 1917 se produjo un fuerte aumento de la conflictividad obrera. La CNT
celebró el Congreso de Sants en 1918, exigiendo la negociación directa con los patronos y
reafirmando su apoliticismo. Esta asociación experimentó un fuerte crecimiento en todo el país, pero
especialmente en Cataluña y Barcelona. En Andalucía, el periodo 1918-1921 es conocido como el
trienio bolchevique, por las numerosas revueltas campesinas que tuvieron lugar en él. En las
regiones más industrializadas y especialmente en Barcelona se produjeron constantes huelgas, lo
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que obligó al gobierno a efectuar una dura represión a los sindicatos. 1921 y 1922 fueron en aquella
ciudad los años del “pistolerismo”, por la radicalización violenta del enfrentamiento entre patronos y
obreros y la consiguiente represión gubernamental a través de la policía e incluso el ejército. El
activismo anarquista contra las autoridades, patrones de la burguesía o las fuerzas del orden se
llevó a cabo a través de organizaciones como Los Solidarios, donde empezaron a despuntar líderes
libertarios como Durruti o Ascaso. Como respuesta se creó la Federación Patronal, llevando a cabo
medidas empresariales (despidos) o exigiendo medidas de fuerza al gobierno o por sus propios
medios (pistoleros). El gobierno, a través del general Martínez Anido, ejerció una dura represión
contra los sindicatos, con la temible y temida Ley de Fugas. Todo este ambiente de violencia callejera
fue, como hemos dicho, una de las causas del golpe de Primo de Rivera.
1.3. Evolución económica.
La economía española siguió siendo eminentemente agraria, dedicándose a esta actividad el
66% de la población activa en 1910. A pesar de su baja rentabilidad, los intereses agrarios
predominaban sobre los industriales. Los propietarios cerealistas pedían al gobierno medidas
proteccionistas, uniéndose en esto a industriales vascos y catalanes. En 1891, 1906 y 1922 se
aprobaron estas medidas, cerrando el ciclo librecambista iniciado en 1869.
La producción de cereal aumentó por la roturación de tierras de pasto, monte y terrenos
marginales, lo que supuso un millón de nuevas hectáreas de cultivo entre 1905 y 1935, llegándose
entonces a los 4'5 millones de hectáreas cultivadas. Sin embargo, las técnicas eran anticuadas,
usándose mulos y arados romanos, así como el barbecho. Poco a poco se introdujo el arado de
vertedera, los abonos y nuevos cultivos. Otro problema de la agricultura española es la irregular
climatología, especialmente en la zona mediterránea y en lo que a precipitaciones se refiere. El
regeneracionismo vio en la “política hidráulica” la salvación de la economía española y propuso la
construcción de pantanos con el fin de disponer de aguas para el regadío.
La agricultura española del primer tercio del siglo XX no cubría las necesidades de la
población. Gran parte de los campesinos no poseían tierras, lo que les obligaba a contratarse como
jornaleros a cambio de sueldos miserables, lo que hacía su futuro bastante desagradable ante la
dificultad para emigrar o encontrar trabajo en la escasa industria existente. Además, esta mano de
obra barata desincentivaba la inversión en maquinaria. El bajo nivel de vida limitaba el consumo, lo
que frenaba la expansión industrial.
Esta situación provocó por un lado las agitaciones campesinas y el crecimiento de ideologías
anti-sistema, especialmente en el sur. En estas zonas, la mentalidad seguía anclada en el antiguo
régimen entre los “señoritos” latifundistas, lo que radicalizó la postura de los braceros que se
refugiaron en las ideologías igualitaristas de socialistas y anarquistas y, posteriormente, comunistas.
Por otro, el rechazo generalizado al capitalismo, que sometía a los pequeños propietarios a
préstamos que hipotecaban su futuro, hizo que buscasen una estabilidad social y económica. La
Iglesia se veía en amplios sectores como garante de esa estabilidad. Por su parte, muchos obispos
preocupados por la precaria situación del campesinado promovieron la fundación de sindicatos
católicos.
Hasta 1890 la industria se reducía a la textil catalana y siderúrgica asturiana y vasca, estando
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las principales compañías y los recursos mineros en manos extranjeras. Estos recursos se
destinaban sobre todo a la exportación a Inglaterra, Francia y Alemania. Hasta 1902 no se fundó
Altos Hornos de Vizcaya. A principios de siglo se inició una pequeña diversificación industrial en el
sector ligero, naviero, eléctrico y de productos químicos.
Este desarrollo se vio frenado por el retraso tecnológico, el limitado consumo interno, el
aumento de precios de materias primas (especialmente para la industria textil catalana) y la
competencia extranjera.
La banca sin embargo se vio beneficiada por la repatriación de capitales españoles en América
y la expansión de los negocios. En 1901 se fundó el Banco Hispano Americano y en 1902 el Banco
Español de Crédito.
Gran parte de las dificultades económicas se vieron coyunturalmente superadas en el contexto
de la I guerra mundial (1914-1918), cuando los países contendientes acudieron a la neutral España
para abastecerse de ciertos productos industriales y alimentos. Estos productos, fabricados antes
para el consumo interno, se dedican ahora a la exportación, con el consiguiente aumento de precios,
lo que ocasionó dificultades a las clases bajas, pero incentivó la creación de nuevos negocios. Entre
1916 y 1918 se produjo una gran expansión de la producción. Al terminar la guerra, sin embargo, la
economía española sufrió una gran crisis, que forzó al refuerzo del proteccionismo para evitar el
cierre de todas esas nuevas empresas.
Las desigualdades que todo crecimiento económico provoca, en España fueron extremas. En lo
más bajo encontramos a campesinos sin tierras, que vivían en chozas sin luz ni agua y morían de
hambre o enfermedades como la gripe o la malaria, analfabetos y anclados en costumbres
ancestrales. Por otro lado, en las ciudades (Madrid y Barcelona principalmente), la incipiente
industrialización favoreció la aparición de una escasa burguesía ilustrada, con un elevado nivel de
vida, con todos los lujos y comodidades de la vida moderna, como el tranvía o el teléfono.
2. LA GUERRA DE MARRUECOS.
En 1906 se celebró la Conferencia de Algeciras como consecuencia del intento alemán de crear
un protectorado en Marruecos. Como consecuencia de esta Conferencia se asignaron unos territorios
a España, dentro de un protectorado compartido con Francia, en aquel reino. Aunque hasta 1912 no
se firmó el Tratado Hispano-Francés, se inició pronto la ocupación del territorio por los posibles
beneficios económicos que se esperaban obtener y para recuperar parte del prestigio político y
militar que España había perdido en 1898.
No obstante, los marroquíes protagonizaron numerosas revueltas contra la ocupación militar
española, que tuvieron su momento álgido en la llamada “derrota del Barranco del Lobo”, en 1909.
Durante el verano de ese año, el gobierno de Maura decidió aumentar el número de soldados, con los
de reemplazo y los reservistas. Esta decisión provocó el rechazo popular, que se plasmó en la
revuelta del 18 de julio, mientras se embarcaban en Barcelona las tropas que iban a ser enviadas a
Marruecos. El 24 de julio, un comité de huelga formado por republicanos, socialistas y anarquistas
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convocó una huelga para el día 26. Los acontecimientos se precipitaron y estallaron incidentes
callejeros con la aparición de barricadas en las calles, en la conocida como Semana Trágica de
Barcelona. El pueblo aprovechó la ocasión para mostrar su descontento hacia la situación
económica, política y hacia la influencia de la Iglesia en la sociedad, llegando a quemarse algunas
iglesias y conventos de la ciudad.
El gobierno declaró el estado de guerra y llevó a cabo una dura represión contra quienes
habían convocado la huelga. Centenares de anarquistas y radicales fueron detenidos aprovechando
la ocasión y se ejecutaron 5 de las 17 condenas a muerte que se habían dictado. Entre los
ejecutados se encontraba Ferrer y Guardia.
Como consecuencia de la Semana Trágica y su represión se produjo una oleada de protestas
internacionales y, sobre todo, en la oposición, agrupada en torno a la consigna “Maura no”. El
gobierno se vio obligado a disolver las Cortes y convocar elecciones, de las que surgió un nuevo
gobierno.
Las fuerzas proletarias acusaron al catalanismo burgués de apoyar la represión y ello dio lugar
a la aparición del nacionalismo republicano y progresista. Se produjo un acercamiento de fuerzas de
izquierda que se plasmaron en la formación de la Conjunción Republicano-Socialista (que concurrió
unido a las elecciones de 1910 como sabemos), la fundación del Partido Reformista de Melquíades
Álvarez y el crecimiento del anarco-sindicalismo.
Tras estos acontecimientos, el problema de Marruecos quedó sin resolver, provocando
esporádicos enfrentamientos con las cabilas rifeñas. El valor económico era muy escaso, salvo para
los pocos empresarios que habían conseguido contratos mineros o de abastecimiento a las tropas
españolas. La política colonial fue bastante tibia hasta que con el final de la I guerra mundial
Francia reforzó su presencia en la zona. Por este motivo y como válvula de escape a los problemas
internos españoles, a principios de la década de los 20 el gobierno aumentó la presencia militar en
Marruecos.
En el verano de 1921 el general Silvestre es encargado de afianzar esa presencia, para lo que se
adentra en el Rif sin asegurar convenientemente la retaguardia. Los marroquíes, dirigidos por Abd
el-Krim, atacan el puesto de Annual ocasionando 13.000 bajas españolas. Aunque el territorio
perdido se recuperó rápidamente, la batalla puso de manifiesto las deficiencias del ejército y provocó
una fuerte conmoción política en España. La opinión pública se volcó contra esta nueva guerra
colonial y el gobierno tuvo que dimitir, haciéndose nuevamente con el poder Antonio Maura. Se
formó una comisión parlamentaria para depurar responsabilidades con el llamado Expediente
Picasso. Los diputados intentaron demostrar que el desastre se había debido a fallos militares y no
políticos, lo que indignó a los generales alentando las posturas golpistas entre ellos. De hecho, el
golpe de Primo de Rivera se produjo días antes del debate en las Cortes de las conclusiones de la
Comisión. Por su parte, socialistas y republicanos quisieron elevar las responsabilidades hasta el
mismo rey.
Durante la dictadura de Primo de Rivera se incrementó la presencia militar en la colonia,
entrando en una fase distinta de la guerra.
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3. LA CRISIS DE 1917.
Al estallar la I guerra mundial gobernaban en España los conservadores, con Dato en la
presidencia del Gobierno. Al haber estado España fuera del sistema de alianzas europeas por su
escasa importancia política y militar, pudo adoptar una posición de neutralidad oficial. Sin embargo,
las clases altas eran mayoritariamente germanófilas, los progresistas aliadófilos, apoyando los
obreros la neutralidad como sostenía la II Internacional.
Lo cierto es que la coyuntura bélica propició una expansión económica en España, que pudo
por su neutralidad abastecer a ambos bandos, principalmente de productos industriales y
alimentos. Sin embargo las exportaciones y la fuerte especulación provocaron un aumento de la
inflación y con ello un empeoramiento del nivel de vida popular.
Por otra parte, en 1917 se produjo la revolución rusa, vista como un ejemplo por los obreros y
una amenaza por la burguesía, alentando así la conflictividad de los años siguientes. Lo cierto es
que ya en 1917 las tremendas diferencias sociales habían provocado un clima de tensión que se
plasmó ese año en una protesta en contra del gobierno por parte de los partidos de la oposición, los
obreros y los militares que si fracasó fue solo por la división interna del movimiento ante la
indecisión de los militares y en cariz radical de las propuestas obreras.
El descontento militar se basaba en el exceso de oficiales y el problema africanista. Este
consistía en que los oficiales destinados en Marruecos ascendían más rápidamente por méritos de
guerra que los que quedaban en España, generando el descontento de estos. Se formaron unas
Juntas de Defensa, con oficiales de baja y media graduación que reclamaban un aumento de salario
y un sistema de ascensos basados preferentemente en la antigüedad. En junio hicieron público un
Manifiesto en el que, junto a estas peticiones, exigían una renovación política del país.
En el ámbito político el gobierno, para controlar los numerosos conflictos generados en los
años precedentes, recurrió frecuentemente a la suspensión de la Constitución, la clausura de las
Cortes y la censura de prensa. Ante esta actitud y tras uno de los cierres de las cámaras, se reunió
una Asamblea de Parlamentarios catalanes que convocó una reunión de diputados y senadores
contra el gobierno, que finalmente no llegó a celebrarse por las diferencias ideológicas y la falta de
unidad.
Por su parte, el movimiento obrero y sindical a favor de la contención de precios produjo la
unión entre UGT y CNT y la convocatoria conjunta de una huelga general para el mes de agosto.
Dicha huelga fue duramente reprimida, mediante la promulgación de la ley marcial, con más de 70
muertos y 200 heridos y la condena a cadena perpetua del comité de huelga.
La crisis de 1917 supone el inicio de la fase final de la Restauración. Aunque se intentó
superar mediante la creación de varios gobiernos de concentración entre conservadores y liberales,
la ausencia de un programa político coherente provocó su fracaso y el aumento de la inestabilidad
política al intentar volver al sistema de turnos. Con esta inestabilidad intentaron acabar los militares
mediante el golpe de 1923.
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