LOS GERMINADOS No hemos de confundir germinado con germen. Son dos alimentos muy distintos que a veces se tiende a confundir, posiblemente por la semejanza que tienen estas dos palabras. El germen es una parte del grano del cereal, tal y como ya hemos comentado en el apartado correspondiente. Pero ahora hablaremos de semillas germinadas. Cuando una semilla tiene las condiciones adecuadas, empieza a germinar un nuevo Ser Vivo, una nueva planta, que a su vez producirá nuevas semillas. Este poder concentrado y en expansión primigenia, es la que confiere a los germinados la vitalidad que tienen en relación a las plantas maduras o a cualquier otro alimento en general. Los germinados multiplican varias veces la cantidad de vitaminas, minerales y enzimas que hay en la planta adulta. Incluso, ciertas vitaminas no presentes en los granos sin germinar o en la planta adulta, pueden aparecer en la semilla germinada, como es el caso de la vitamina C en el germinado de trigo. Los aminoácidos esenciales se desarrollan notablemente y los almidones del grano de los cereales se transforman en azúcares simples asimilables, con lo cual obtenemos un alimento más fácil de digerir. Respecto a sus propiedades en general podemos decir que estimulan los procesos digestivos, regeneran la flora intestinal, son potentes antioxidantes, además de tener efectos depurativos como los germinados de trigo, fenogreco, cebolla... y son, evidentemente, remineralizantes. Los germinados más utilizados son los de: Alfalfa, fenogreco, cebolla, rabanito, girasol... y los de legumbres, que como ya hemos comentado en el capítulo correspondiente, son mucho más sanos y recomendables. Son un complemento muy adecuado para la ensalada del medio día (en la medida de una o dos cucharadas soperas por persona) y se han de tomar siempre crudos, excepto en el caso de las legumbres (que es recomendable hervirlas o al menos, saltearlas un poco para neutralizar sustancias algo tóxicas que contienen las legumbres crudas). Aunque los germinados se venden cada vez en más sitios, podemos perfectamente hacerlos en casa. Solamente hay que conseguir las semillas, que encontraremos también en tiendas especializadas en alimentación natural. Cómo germinar semillas Aunque hay otras, vamos a describir una manera muy fácil y rápida de germinar semillas en nuestro propio hogar1. 1 Para quienes quieran profundizar más sobre el tema, la revista Integral publicó en su momento un libro muy interesante sobre los germinados, y la Editorial Obelisco ha editado otro escrito por Marc Ams. En primer lugar ponemos en remojo, durante unas ocho a doce horas, el tipo de semillas que hayamos escogido. Esto lo hacemos en un recipiente de vidrio, con bastante cantidad de agua en relación a la cantidad de semillas. Pasado ese tiempo las lavamos bien en una escurridera y las colocamos en un plato, una bandeja (nunca de metal) o una ensaladera donde estén dispuestas más o menos en una capa, evitando en lo posible que queden apelotonadas. Luego las tapamos con algo de similar tamaño. Lo esencial, a partir de ahí, es que estén siempre húmedas. Y eso se consigue manteniendo un poquito, solo un poquito, de agua, sin que las cubra. Y un par de veces al día es recomendable lavarlas para volver luego a ponerlas en el mismo sitio y en las mismas condiciones. Esto hay que hacerlo hasta que aparecen los brotes. Las semillas, mientras germinan, deben estar en un lugar sin luz, por eso es mejor cubrirlas y también evitar lugares muy húmedos para que no fermenten o se forme moho. Al cabo de unos días, dependiendo del tipo de semillas que estemos utilizando, el tiempo que haga, la estación del año... observaremos como empiezan a germinar. Cuando los brotes tienen unos dos milímetros ya se pueden tomar.