EL ORIGEN DE LOS MATAPALOS Por: Jorge Enrique Gaviria Galeano Cánticos y alabanzas, ofrendas e inciensos, ofrecía el pueblo Tayrona por generaciones a la “madre tierra”, estos habían sido proclamados desde los principios, defensores de ella. Esta se encontraba en un estado terminal y aun así, el hombre continuaba empecinado en destruirla, exterminarla, sin importarle que ésta, era su hogar. Nadie conocía a nadie, pues todos los seres humanos usaban mascaras que les permitían rescatar el poco oxigeno que aún quedaba en medio del espeso smog; las personas se comunicaban por medio de sofisticados sistemas tecnológicos y otros habían tenido que retomar el lenguaje por medio de signos digitalizados. Las noches eran silenciosas y oscuras, poco se diferenciaban de los días, pues estos permanecían en la penumbra, la cual no permitía el paso de los vivificantes rayos del sol. Muchas ciudades y pueblos que otrora tiempos eran florecientes a orillas de los mares, ríos y otros, habían desaparecido a causa del cambio climático global, lo que ocasionó enormes deshielos, de hielos y nieves eternas. Los pocos seres vivos que aún habían, habitaban en cuevas enormes y profundas, pues era la única forma de librarse de esa lluvia pertinaz que corroía y destruía todo lo que tocaba; era “la lluvia ácida”; de ésa forma la madre tierra demostraba su nobleza y amor hacia los seres que la destruían. Sobre la tierra solamente existía un lugar paradisíaco, en donde la vida continuaba su brillo en todo su esplendor; este lugar idílico estaba situado en la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia y era allí, en donde habitaban los Tayrona, pueblo predilecto y elegido para los cambios que estaban por ocurrir. En éste lugar estaba la ciudad perdida, sitio designado por la madre tierra para hacer la gran cumbre final; por ello pidió a Eolo, que por medio de sus vientos frescos invitara a: Neptuno, Zeus, las vetustas y malogradas madremontes, los mohanes, gnomos y duendes, buenos cuidanderos de las riquezas animales, vegetales y minerales de nuestro planeta ; Así se hizo y allí la tierra en tono pausado pero firme dijo: “ya no hay nada que hacer, el hombre destructor me ha vencido; por ello, los gnomos y duendes poseedores de la sabiduría ancestral y apoyados por todos ustedes, amados míos, empezaran a recolectar genes y semillas de todos los seres vivos y no vivos que aún persisten, y que introducirán en burbujas de amor puro; yo defenderé a esas con mi manto de perfección que me dio el padre creador y luego presenciarán lo que está por venir” ; dichas estas palabras, el sonido de la voz se fue perdiendo en las profundidades de lo eterno… Pero el hombre, aprovechando el desarrollo de su tecnología y redes sociales, se enteró de ello y aprovechando la idea primigea, creó su propia burbuja, pero en ella únicamente introdujo una sola semilla, la cual daría fe de su instinto dañino y exterminador. La tierra empezó a girar de una manera desenfrenada creando un vórtice que la comprimió hasta quedar convertida en algo del tamaño y parecido a una uva pasa, y así permaneció durante un tiempo mientras se recuperaba de siglos de maltrato. Luego, inició el proceso contrario, el cual iba expandiendo la tierra de una forma rítmica pues era acompañada de la musicalidad de los arpegios del universo. Cuando regresó a su estado normal, las burbujas empezaron a derramar sobre la faz de la tierra todos los genes y semillas, las cuales de inmediato empezaron a germinar y a repoblar la tierra, pronto la armonía y la vida regresaron a la madre tierra, enormes árboles la poblaron pero aún estaba por germinar la burbuja que el hombre de forma maliciosa y malintencionada había logrado colar dentro del manto de perfección; germinó y empezó a crecer, pero estas semillas sólo buscaban ubicarse al pie de árboles y palmeras vigorosas para aferrarse a ellas y por medio de un abrazos asfixiante ahogarlos y acabarlos siendo por ello llamados: “matapalos”; ideados por el hombre para reiniciar su obra destructora en la naturaleza viva.