Estimado Estudiante: Hoy quiero dirigirme a usted y agradecerle de corazón el que usted me haya ayudado a darle sentido a mi vida de maestro. Usted y yo hemos recibido de los demás todo lo que sabemos, creemos y hemos realizado. Ni usted ni yo nacimos aprendidos. En nuestros primeros años fueron nuestros padres quienes nos enseñaron a hablar, a caminar, a comer, a vestirnos, a divertirnos, a inter relacionarnos con los hombres y con la naturaleza sazonando todo ello con el único verdadero amor humano que es de los padres hacia sus hijos. Luego, esta labor la complementaron el colegio, la universidad y la vida. Hoy quiero compartir con usted las enseñanzas recibidas de muchos maestros de la vida, empezando con mis padres y concluyendo con usted; de lecturas que he hecho, de reflexiones de otras personas cuyos nombres no recuerdo pero que guardo con respeto sagrado en mi corazón porque son mi tesoro más valioso, y que por el aprecio y la deuda que tengo con usted quiero ofrecérselas. En alguna parte del archivo de mis recuerdos encontré esta carta escrita por un padre a su hijo y que hoy quiero compartirla con usted: “Puedo enseñarte muchas cosas, pero no puedo obligarte a aprender. Puedo dirigirte, pero no puedo responsabilizarme por lo que haces. Puedo llevarte a la Iglesia, pero no puedo obligarte a creer. Puedo instruirte en lo malo y lo bueno, pero no puedo decidir por ti. Puedo darte amor, pero no puedo obligarte a aceptarlo. Puedo enseñarte a compartir, pero no puedo forzarte a hacerlo. Puedo hablarte del respeto, pero no puedo evitar que seas irrespetuoso. Puedo aconsejarte sobre las buenas amistades, pero no puedo escogértelas. Puedo decirte que el licor es peligroso, pero no puedo decir "No" por ti. Puedo advertirte acerca de las drogas, pero no puedo evitar que las uses. Puedo exhortarte a la necesidad de tener metas altas, pero no puedo alcanzarlas por ti. Puedo enseñarte acerca de la bondad, pero no puedo obligarte a ser bondadoso. Puedo explicarte cómo vivir, pero no puedo vivir por ti”. En ese mismo archivo de mis recuerdos hay una oración que siempre recito al comienzo de mis cursos semestrales y que es el complemento de lo que acabo de escribirle: “Ayúdame Señor a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles. Si me das fortuna, no me quites la razón. Si me das éxito, no me quites la humildad. Si me das humildad, no me quites la dignidad. Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo. Enséñame a querer a la gente como tu y a no juzgarme como a los demás. No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso. Mas bien, recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo”. Dentro de las enseñanzas que he ido aprendiendo en el camino de la vida hay una que se ha convertido en el norte de mi existencia y es tener claro el sentido de la vida; aprendí que: “la gloria de los hombres se ha de medir siempre por los medios de que se han valido para obtenerla”, que tener una fe firme y sólida en Dios Creador es el fundamento para poder tener fe también en los hombres y en mi mismo, que el evangelio de Jesucristo es un libro que solo se lee bien con el corazón, que para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada, que la grandeza no consiste en recibir honras, sino en merecerlas, que vale mas una derrota honrosa que una victoria vergonzoza, que si la verdad, no es entera, se convierte en aliada de lo falso, que todos los hombres estamos hechos del mismo barro pero no del mismo molde, que si un día usted tiene que elegir entre el mundo y el amor...acuérdese: si elige el mundo se quedará sin el amor, pero si elige el amor, con él conquistará el mundo, que si se siente solo es porque construyó muros en vez de puentes, que el corazón tiene razones que la razón no entiende” (Pascal), que el amor aunque sea dulce, siempre tiende a agriarse pero si lo mezcla con sabiduría y madurez va a ser un amor para toda la vida, que si “¿Quiere ser feliz por un instante? ¡Vénguese!... y que si…¿Quiere ser feliz para siempre? ¡PERDONE!” (Tertuliano), que “la amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad” ( Sir Francis Bacon), que “no llega antes el que va más rápido sino el que sabe a dónde va” (Séneca), también ap0rendí que “la vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene”, que es mejor olvidarse de las ofensas que le hirieron, sin esclavizarse en la prisión del rencor y la amargura; Socrates un día hizo esta afirmación: “la verdadera sabiduría está en reconocer su propia ignorancia”, y Einstein hizo esta otra: “locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes”. En este mundo moderno la ciencia parece haberse convertido en el dios que todo lo explica, todo lo sabe, todo lo resuelve; pero lo cierto es que la ciencia no tiene respuestas satisfactorias para los problemas fundamentales del hombre: ¿qué puede decir la ciencia frente al dolor?... ¿qué ante la muerte? …¿qué ante la guerra?... ¿qué ante la corrupción?...¿qué ante la eternidad?...esta realidad es la que ha llevado a algunos de los grandes científicos a exclamar: “Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo, no ha podido sino salir del plan de un Ser omnisciente y omnipotente”; Darwin a este propósito afirmó: “jamás he negado la existencia de Dios. Pienso que la teoría de la evolución es totalmente compatible con la fe en Dios. El argumento máximo de la existencia de Dios me parece que es la imposibilidad de demostrar y comprender que el universo inmenso, sublime sobre toda medida, y el hombre hayan sido frutos del azar”. Otro gran científico, cuyo nombre no recuerdo, sobre este tema opinó así: “Todo aquel que está seriamente comprometido con el cultivo de la ciencia, llega a convencerse de que en todas las leyes del universo está manifiesto un espíritu infinitamente superior al hombre, y ante el cual, nosotros con nuestros poderes debemos sentirnos humildes”. Einstein considerado un genio en física dijo: “ La física moderna me enseña que la naturaleza no es capaz de ordenarse a si misma. El universo supone una enorme masa de orden. Por eso requiere una “Causa Primera” grande, que no está sometida a la segunda ley de la transformación de la energía y que por lo mismo, es Sobrenatural”. Otro de los dioses del mundo moderno es el dinero. Muchos piensan que todo se puede comprar con dinero, incluso la felicidad; pero se equivocan: “el dinero, puede comprar una casa pero no un hogar; el dinero, puede comprar un libro pero no el conocimiento; el dinero, puede comprar el sexo, pero no el amor”. Estos muchos no han entendido que: “no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”. Esta idea ya la había expresado bellamente Shakespeare cuando escribió: “Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos”. No olvide querido estudiante que la prosperidad hace amistades, y la adversidad las prueba, que el verdadero amigo es alguien que se queda cuando todos los demás se alejan, que la lealtad solo se da cuando una persona prefiere morir a traicionar a quien ama, que el falso amigo es como la sombra que nos sigue mientras dura el sol. Un poco mas arriba he afirmado que la ciencia no ha resuelto el problema de la muerte, entre otras cosas, porque el hombre no muere cuando deja de vivir, pero sí cuando deja de amar, pero el amor no es objeto de la ciencia, no es su campo, está fuera de su alcance. Por eso la ciencia no entiende que “educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía” (John Ruskin). Hacer de ese niño alguien que se despida, de los que, muriéndose, partieron, para que deje de esperar su regreso, y camine su camino en la esperanza, de encontrarse con ellos. Que camine con todos los que caminaron pero que sea de esos pocos que dejaron huellas. Que sea uno de aquellos que cuando diga adiós deje la mitad de su corazón con el que se queda. Que sea uno de aquellos que cuando su voz calle con la muerte, su corazón le siga hablando a sus amigos. Que sea uno de aquellos que no tenga mensaje, que su mensaje sea su vida. Que sea uno de aquellos que el día en que nació todos reían y el lloraba; y que vivió de tal manera que cuando muera, todos lloren y el ría. Que sea uno de aquellos que cuando sea padre sepa que el “hijo es un ser que Dios le prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a él mismo, de cómo cambiar sus peores defectos para darle los mejores ejemplos y, de él, aprender a tener coraje. Sí. ¡Eso es! Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo? ¿No es suyo? Fue apenas un préstamo... EL MAS PRECIADO Y MARAVILLOSO PRÉSTAMO ya que es suyo sólo mientras no puede valerse por sí mismo, luego le pertenece a la vida, al destino y a su propia familia. Dios bendiga siempre a sus hijos pues a él ya lo bendijo con ellos" (Jose Saramago), que sea uno de aquellos cuya muerte sea una separación con aroma de eternidad feliz. Que sea uno de aquellos que sepa “que una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja”. En síntesis lo que he deseado decirle querido estudiante es que la dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer en beneficio de los demás, alguien a quien amar, alguna cosa qué esperar y finalmente recibir el abrazo eterno de Dios. Reciba mi abrazo cordial, Miguel Rozo Durán S.I.