2014 07 18 El petróleo y gas un pais fracturado y contaminado

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El petróleo y gas "shale": un país fracturado y contaminado
Además de que el proceso de extracción de este tipo de hidrocarburos hace que la producción
disminuya muy rápido, se afecta el agua de los ríos y, por ende, la salud de las personas y los
animales.
MILENIO
ERASMO SÁENZ CARRETE
18/07/14 12:44 AM
Erasmo Sáenz Carrete
Académico de la UAM.
Mail: scea@xanum.uam.mx
La reforma constitucional y las leyes secundarias hacen que el país regrese al porfiriato con la
Ley de Deslinde de Tierras. El país está prácticamente cuadriculado al mejor postor; pero los
efectos perversos de estos cambios ya se empiezan a sentir: un país fracturado y más
contaminado. Las perforaciones en Nuevo León, Chihuahua y Tamaulipas presagian los efectos
secundarios que se han vistos en otros países como Estados Unidos, Rumania, Reino Unido y
Canadá: sismos, cuarteaduras de las casas y una contaminación ambiental sin precedentes. Sin
hablar de la contaminación del agua y casos de cánceres, principalmente en Estados Unidos.
Tanto en la reforma constitucional como en las reformas de las leyes secundarias, la apuesta
por la explotación del petróleo y el gas shale aparece como uno de los objetivos fundamentales
de estos cambios trascendentales. En esto se emula lo que desarrollan en esta dirección tanto
Canadá como Estados Unidos. Lo grave del asunto es que el gobierno “considera las
actividades de exploración y explotación de los hidrocarburos gozan de un interés superlativo
para la nación”. Esta apuesta puede resultar muy arriesgada, por un lado, por lo cambiante de
las estimaciones que se dan sobre los futuros yacimientos y, por el otro, no olvidar que la
apuesta por el petróleo en los años ochenta nos llevó a la gran crisis económica de 1982.
Se privilegia al petróleo en detrimento de las energías eólicas, solar, de los biocombustibles, y
esto es grave, pues aún con el añadido del petróleo y el gas shale, tienen una duración limitada.
Aunque es muy atractiva la apuesta por gas y petróleo shale, ningún país europeo ha iniciado la
explotación bajo esta modalidad. Reino Unido, el más liberal, ha tenido que dar marcha atrás
ante la movilización pública. En Rumania se ha detenido este tipo de explotación. La Unión
Europea prepara una directiva común ante este tipo de tecnología.
Con la fractura de varios pozos que contienen gas shale (gas lulita) en Coahuila, Nuevo León y
Tamaulipas, México participa ya de este método de extracción. Estados Unidos vive la euforia
del gas shale a gran escala (7 mil pozos perforados solamente para el año 2012). Sin embargo,
estos combustibles no convencionales son de poca duración como caros: se corre el riego de
provocar una burbuja financiera (42 mil millones de dólares para mantener la producción
actual).
La explotación del gas de esquisto y el petróleo asociado a las arenas bituminosas han creado
una sobrestimación de su explotación y no se ha considerado que el proceso de extracción hace
que la producción disminuya muy rápido. Por ello se ha dado la alarma e, incluso, se habla de
una eventual burbuja que puede tener efectos graves sobre la economía mundial.
En efecto, la explotación de este tipo de gas tiene una rentabilidad muy corta. En cada pozo
fracturado y reactivado se obtiene gas o petróleo en cantidades importantes, pero al cabo de dos
años la producción comienza a decaer, hay así una rentabilidad inmediata, y de corta duración,
y las inversiones que se requieren y el agua que se necesita para reactivar la roca madre son
muy altas. Entonces es necesario perforar al mismo tiempo varios pozos. Lo que aumenta el
territorio que se explota y, por consiguiente, el medio ambiente afectado.
Los efectos ambientales en la extracción de petróleo y gas de arenas bituminosas afectan el
agua de los ríos; la contaminación del ambiente afecta la salud de las personas y de los
animales. En el caso de Canadá, el boom de estos productos se está dando en la región boreal
de este país, por lo que los daños inmediatos son difíciles de reparar, pues se trata de un entorno
muy frágil. Las perturbaciones más negativas son las siguientes:
a) Contaminación de los mantos freáticos:
Uno de los casos difundidos ha ocurrido en Dakota del Norte, lugar donde se ha dado con
mayor intensidad la explotación del gas lulita. En efecto, en la región de Williston, la señora
Schilke contrató a un experto independiente para que evaluara su pozo de agua y los daños
ocurridos a su entorno agrícola. Así en el pozo había estroncio, cromo y cantidades importantes
de sulfatos, benceno, propano, metano, cloroformo, butano, tolueno, xileno y sustancias
asociadas a la técnica del fracking. No es casual, por ello, que en este estado hayan registrado
por lo menos 3 mil 464 derrames que afectan tanto al suelo como al subsuelo. En Pensilvania se
han reportados también contaminaciones en el agua.
b) Alto consumo de agua:
Para romper las arenas bituminosas, aparte de un coctel de productor químicos controvertidos,
el consumo de agua es particularmente alarmante: 20 millones de litros de agua para cada pozo
explotado en Dakota del Norte.
c) Contaminación de la atmósfera:
Con la introducción y la puesta a gran escala de la explotación de gas/petróleo shale, las
emisiones de tipo invernadero están aumentando, como ocurre actualmente en Canadá.
d) Aguas contaminadas y radiactivas:
Debido a las reacciones químicas del subsuelo, que al contacto con otros productos
desencadena efectos radiactivos, como es el caso del radio. Así a cada pozo se le añaden 235
toneladas de arena y 1.2 millones de sustancias químicas para que el agua se vuelva más
viscosa. Recientemente un estudio realizado en Estados Unidos reveló que el coctel de
productos inyectados al subsuelo tiene efectos cancerígenos.
e) El problema de la gestión de las aguas usadas:
Por lo general se reciclan mal o simplemente se dejan en lagunas de oxidación no
impermeabilizadas.
f) Desestabilización geológica en las zonas de extracción:
En efecto, este tipo de actividad desestabiliza las capas geológicas y provoca pequeños sismos
que repetidos crean problemas serios en las estructuras geológicas en varias regiones del
mundo. Esto se está viendo en Nuevo León y Coahuila. Esto también ha ocurrido en Reino
Unido.
g) Los problemas de salud:
En Canadá es donde se tienen documentados impactos sobre la salud. Las regiones en donde se
explota el gas y petróleo de lulita afectan la salud de los habitantes del entorno: varios casos de
cáncer, sobre todo en comunidades nativas, pues en regiones boreales es donde se está haciendo
la explotación a gran escala.
En efecto, el proceso de inyección al pozo explotado requiere de un concentrado de productos
químicos. Así, “Blue Planet Project señaló que más de 25 por ciento de estas sustancias causa
cáncer y mutaciones; 37 por ciento afecta al sistema endócrino; 50 por ciento daña el sistema
nervioso y 40 por ciento provoca alergias.” Otros casos han sido reportados en Pensilvania.
Recientemente Lisa Parr padecía migrañas y vómitos desde noviembre de 2008. Estaban
directamente relacionados con veinte pozos para la extracción de gas que rodean su casa, en
Decatur, Texas. Un tribunal popular dictaminó el 22 de abril de 2014 que la compañía Aruba
Petroleum debía indemnizar a la familia Parr con 2.9 millones de dólares.
En el Congreso de Estados Unidos ha salido a la luz pública que por lo menos 29 substancias
que se usan en el fracking son cancerígenas, como metanol y plomo.
En varios países hay movimientos de contestación por el eventual impacto ambiental. Una
página de internet mantiene en estado de alerta las discusiones técnicas, pero sobre todo los
efectos negativos. El hecho más relevante sobre este tema ha sido la movilización mundial
contra la explotación del gas de schite, el 19 de octubre de 2013. Se ha consagrado una Jornada
Mundial en la que hubo expresiones en contra en Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia
(París, Toulouse y Lille), Reino Unido y, recientemente, en Rumania. En España tampoco ha
escapado a esta tendencia, es más, cuatro comunidades autonómicas (Cantabria, Navarra, La
Rioja y Cataluña) han prohibido esta técnica en sus territorios. Esta tendencia se observa
incluso en varias ciudades de Estados Unidos. En México se ha conformado una coordinación
de varias organizaciones sociales contra las supuestas “bondades” del gas shale. Uno de los
costos ambientales sería el impacto directo sobre el consumo de agua para 15.9 millones de
personas.
LA HISTORIA, CUANDO SE REPITE, ES TODA UNA TRAGEDIA
México va perder la soberanía sobre su petróleo en un momento en que las reservas probadas
durarán poco tiempo. Lo razonable hubiera sido mantener por el tiempo que queda el control
total de las arenas bituminosas, la explotación en plataforma continental y las grandes cuencas
que explota. Vamos en sentido inverso. Cuando más lo necesitamos, lo vamos a concesionar a
las grandes empresas trasnacionales asociadas con capital nacional que lo acabarían en menos
de diez años.
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