FIÓDOR MIJÁILOVICH DOSTOIEVSKI (ФËДОР МИХАЙЛОВИЧ ДОСТOЕВСКИЙ– FËDOR MIHAJLOVIČ DOSTOEVSKIJ) 30.10 (11.11).1821 – 28.01 (09.02).1881 por Roberto Monforte Dupret Biografía Fiódor Mijaílovich Dostoievski nació en Moscú el 30 de octubre de 1821, en el seno de una familia económicamente modesta. Su padre, un cirujano militar jubilado, trabajaba como médico en el hospital para pobres Mariinski, en Moscú; donde ejercía por caridad, pero, al mismo tiempo, también dirigía una clínica privada. El padre de Dostoievski era un hombre severo, desconfiado y muy rígido en sus costumbres. Por el contrario, su madre, una mujer culta, procedente de una familia de comerciantes, era amable, indulgente y profundamente religiosa. Así pues, los problemas existenciales de Dostoievski con respecto a la religión empezaron ya con la devoción que practicaba su familia, tan diferente del elegante escepticismo que distinguía a la pequeña aristocracia. En 1828 el padre de Dostoievski se las arregló para obtener el rango de noble. Compró una propiedad en 1831, donde el joven Fiódor pasaba los meses de verano. Hasta los 14 años, Dostoievski estudió en casa, después ingresó, junto con su hermano Mijaíl, en el internado Chermak, uno de los mejores colegios moscovitas. Su madre murió en 1837, víctima de la tisis. Su padre murió repentinamente en 1839. Aproximadamente 40 años después de la muerte de Dostoievski, se supo que su padre, podría haber sido asesinado por sus propios siervos, amotinados contra el excesivo rigor de su señor; sin embargo, esta hipótesis está considerada por muchos eruditos actuales como un mito. Por entonces, Dostoievski estaba estudiando en la Academia de Ingeniería Militar de San Petersburgo, donde permaneció desde 1838 hasta 1843, muy probablemente impelido por su padre. Evidentemente, Dostoievski no tenía aptitudes para tal ocupación y tanto él como su hermano mayor Mijaíl, que siempre fue su íntimo amigo y colaboró con él en la publicación de revistas, estaban fascinados por la literatura desde una edad muy temprana. De niño y luego como estudiante, a Dostoievski le gustaba leer novelas románticas y góticas, especialmente las obras de Sir Walter Scott, Ann Radcliffe, Nikolái Karamzín, Friedrich Schiller, y Aleksandr Pushkin. Un año después de su graduación como alférez (1844), Dostoievski renunció a su profesión como militar para comenzar una peligrosa carrera como escritor, viviendo, a partir de ese momento, nada más que de su pluma. Aquel mismo año, 1844, en la revista Repertorio y panteón se publicó el primer trabajo de nuestro autor, una traducción bastante libre y emocionalmente intensa de la novela de Honoré de Balzac Eugenia Grandet. Esta obra del escritor francés ejerció tal influencia sobre Dostoievski que no tardó mucho tiempo en escribir su primera novela, Pobres gentes (1846), por la cual Vissarión Belinski, el crítico más influyente de la época, lo calificó como el nuevo gran talento de literatura rusa. Tres décadas más tarde, en Diario de un escritor, Dostoievski rememora la historia de su “descubrimiento”. Cuando terminó de escribir Pobres gentes le enseñó una copia a su amigo Dmitri Grigórovich, quien se la mostró al poeta Nikolái Nekrásov. Al leer el manuscrito de Dostoievski en voz alta, estos dos autores se sorprendieron por la perspicacia psicológica del trabajo y por su habilidad para llegar a la sensibilidad humana. A pesar de ser las cuatro de la madrugada, se fueron directamente a casa de Dostoievski para decirle que su novela era una obra maestra. Más tarde, ese mismo día, Nekrásov le decía a Belinski. "¡Un nuevo Gógol ha nacido!" a lo que Belinski contestaba, "¡Para usted, parece como si los Gógols crecieran con la misma facilidad que las setas!" No obstante, Belinski tardó poco tiempo en mostrar su entusiasmo a Dostoievski, que en el Diario de un escritor, recuerda éste como uno de los mejores momentos de su vida. Durante los años siguientes publicó numerosos relatos, entre los que se incluyen: El doble (1846), El señor Projarchin (1846), La patrona (1847), Corazón débil (1848), Noches blancas (1848), Nétochka Nezvánova (1849), y la serie de narraciones breves Crónica de San Petersburgo (1847). Aunque Dostoievski fue venerado al principio, pues a lo largo de dos años mantuvo estrechos contactos con Belinski y su círculo, pronto su tremenda timidez y su vanidad extrema le granjearon la hostilidad entre los miembros del círculo. Así, por ejemplo, Nekrásov y Turguénev hicieron circular un poema satírico en el que el joven escritor era llamado, a semejanza de Don Quijote, “El caballero de la triste figura”; años más tarde, Dostoievski le devolvió la moneda a Turguénev con una devastadora parodia en su novela Los demonios. El propio Belinski quedó muy desilusionado al comprobar que Dostoievski iba abandonando gradualmente su interés por las cuestiones sociales y mostrando, abiertamente, sus preferencias por la psicología; una inclinación quizás natural, siendo, como era, una persona propensa a las enfermedades nerviosas y a los continuos cuadros de depresión. En 1847 Dostoievski comenzó a tomar parte en un grupo socialista clandestino encabezado por Petrashevski y a mantener contactos con otros grupos secretos dedicados a la revolución y a la propaganda ilegal. Al final, sin embargo, parece ser que Dostoievski no simpatizó con el comunismo igualitario y el terrorismo, sino que su única motivación era la abolición de la servidumbre. El 23 de abril de 1849, él y otros miembros del círculo de Petrashevski fueron arrestados y confinados en el penal de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo. Allí pasó ocho meses en prisión hasta que el 22 de diciembre los presos fueron llevados a la plaza de Semiónovski para ser ejecutados. Formado el pelotón de fusilamiento, se pronunció una oración por los condenados, se les ofreció la extremaunción y cuando se iba a proceder a la ejecución, en el último instante, llegó un mensajero anunciando que el zar les había concedido el perdón. Esta falsa ceremonia de ejecución, en realidad, también formaba parte del castigo. Uno de aquellos presos se volvió loco para siempre; otro escribió Crimen y castigo. Dostoievski pasó varios minutos absolutamente convencido de que estaba a punto de morir, y esta experiencia siempre está presente en sus novelas, cuando los personajes imaginan repetidamente el estado de ánimo de un hombre que está a punto de ser ejecutado. En El idiota, su protagonista, el príncipe Myshkin, nos ofrece algunas detalladas descripciones sobre este tema, que confieren un realismo especial a la narración, ya que los lectores saben que el propio escritor ha sufrido esta terrible experiencia. La falsa ejecución hizo que Dostoievski apreciara la vida como el mayor de los regalos, valorando la libertad, la integridad, y la responsabilidad individual por encima de todo, en contraste con las ideas deterministas y materialistas que defendían los intelectuales más radicales de su época. En lugar de ser ejecutado, Dostoievski fue sentenciado a cuatro años en un campo de trabajos forzados en una fábrica de ladrillos en Siberia, donde vivió rodeado de criminales violentos. El único libro que pudo leer en aquel tiempo fue el Nuevo Testamento. Tras cumplir condena, sirvió como soldado raso en el 7º batallón siberiano estacionado en Semipalátinsk. Tras la muerte del zar Nicolás I, Dostoievski fue ascendido a oficial. El 6 de febrero de 1857 se casó con María Dmítrievna Isáieva, una viuda con un hijo, que murió de tisis siete años después. Ya durante la luna de miel l mujer de Dostoievski tuvo que presenciar uno de los fuertes ataques epilépticos de su marido. En 1859 se retiró del servicio activo, trasladándose a Tver y, desde allí, a San Petersburgo. Ese mismo año aparecieron las primeras obras escritas por Dostoievski después de su condena, La aldea Stepánchikovo y sus habitantes y El sueño del tío. Diez años después de su regreso de Siberia, quiso inmortalizar sus inolvidables vivencias en los campos de trabajo con su novela Memorias de la casa de los muertos, 1861-62. El romanticismo y el espíritu de ensoñación presentes en su ficción temprana ya han desaparecido por completo en este trabajo. Esta obra, que supone el inicio de la tradición rusa en la literatura carcelaria, describe los horrores que Dostoievski tuvo que presenciar, como la brutalidad de los guardias que disfrutaban y se divertían con la crueldad, la maldad de los criminales que buscaban el placer asesinando niños, y la existencia de las almas inocentes que tenían que vivir entre aquella mugre y degradación. Todos estos cuadros, extraídos de la propia experiencia del escritor, hicieron que la novela cobrara una gran fuerza entre los lectores e incluso Tolstói la consideró la obra maestra de Dostoievski. Memorias de la casa de los muertos ilustra, por encima de todo, la necesidad de libertad individual, que es lo que nos hace verdaderamente humanos. Esta convicción hizo que Dostoievski entrara en conflicto directo con las ideas radicales de los intelectuales de su época. En Siberia, Dostoievski había cambiado totalmente su forma de pensar. Experimentó lo que él llamó la "regeneración" de sus convicciones. Esta “regeneración” le llevó a rechazar las ideas progresistas de los intelectuales que querían imponer sus ideas políticas en la sociedad, y a defender la dignidad y la bondad intrínseca de la gente corriente. Este cambio de actitud se describe en su relato El campesino Marey, que aparece en Diario de un escritor. Dostoievski, a pesar de que su fe siempre estaba en continuo conflicto con su escepticismo, también se sentía profundamente identificado con la ortodoxia rusa, con la religión del pueblo llano, y llegó a la conclusión de que era necesario renunciar a todo progreso de estilo occidental y regresar a la vida patriarcal mediante la confesión, la expiación de los pecados y el amor cristiano. En una famosa carta describe que está sediento de fe "como la hierba seca" y concluye que "si alguien me demostrara que Cristo está fuera de la verdad y que, en realidad, la verdad está fuera de Cristo, entonces preferiría quedarse con Cristo antes que con la verdad." Dostoievski sufrió sus primeros ataques de epilepsia mientras estaba en prisión. Al igual que las narraciones sobre su falsa ejecución, las descripciones de los ataques epilépticos (especialmente en El idiota) también revelan las alturas y las profundidades del alma humana. Cuando Dostoievski y su protagonista Myshkin los experimentan, en el momento justo antes de un ataque siempre los embarga una poderosa sensación de perfecta armonía capaz de vencer al tiempo. Freud interpretó la epilepsia de Dostoievski como un fenómeno de origen psicológico, pero sus conclusiones han sido rebatidas por las investigaciones recientes que demuestran que éstas estaban basadas en datos erróneos. En estos años, Dostoievski se dedicó exclusivamente a la actividad literaria. Junto a su hermano Mijaíl, editó dos influyentes revistas. En primer lugar Tiempo, donde continuó publicando sus Recuerdos, así como Notas invernales sobre impresiones estivales y ensayos críticos, irónicos y sarcásticos sobre la vida en Occidente. Lamentablemente, en 1863 la revista fue clausurada por el gobierno a causa de un artículo de Nikolai Strájov acerca de la rebelión polaca. A pesar de todo, los hermanos continuaron su labor con una nueva revista, Época (1864-65), pero esta vez tampoco tuvieron mucho éxito y desapareció tras la muerte de Mijaíl. Las dos revistas se convirtieron en portavoz de una corriente ideológica denominada “telúrica”, que defendía el ideal de “volver a la tierra”, al pueblo, como principio y fin de todas las cosas. Aunque intentaba mantener una postura moderada, Dostoievski pronto empezó a atacar a los radicales, que prácticamente formaban toda la élite intelectual rusa, a los que rechazaba por su materialismo, su moral utilitarista, su reducción del arte a la propaganda y, sobre todo, por su negación de la libertad individual y la responsabilidad. En consecuencia, fue considerado, para el resto de sus días, un serio peligro para las ideas radicales. Con el paso del tiempo, las obras escritas por Dostoievski tras su reclusión en Siberia se convirtieron en una ofensa para los Bolcheviques y siempre estuvieron bajo sospecha durante el régimen soviético. Otras obras de este período son, aparte de la citada anteriormente, Memorias de la casa de los muertos (1861-62), Humillados y ofendidos (1861), Crimen y castigo, 1866. Por diversas razones, Dostoievski pasó gran parte de la década de 1860 en Europa Occidental. Quería ver la sociedad que tanto admiraba por su cultura y tanto condenaba por su materialismo. En 1862 viajó por primera vez al extranjero, visitando Francia, Alemania, Suiza e Italia. Al año siguiente falleció su esposa y ese mismo año, en compañía de una joven escritora, Apolinaria Súslova, conocida como una mujer infernal y altiva, realizó su segunda gira europea, recorriendo numerosas ciudadesbalnearios y sus casinos, donde experimentó al destructora pasión de la ludopatía. Sus impresiones de ese primer contacto con occidente se reflejaron en unas memorias tituladas Apuntes invernales sobre unas vacaciones estivales, (1863). En 1864, falleció su hermano Mijaíl y, además del duro golpe moral que supuso su muerte, también lo dejó una situación económica nefasta, ya que tuvo que hacerse cargo de la numerosa familia y de todas las deudas que su hermano había contraído con la edición de la revista Época. En aquellos momentos, un editor sin escrúpulos, Stelovski, le ofreció un anticipo, a sabiendas de su desesperada situación, con la condición de que le entregara una novela antes de cierta fecha, el 1 de noviembre de 1866; el editor contaba con que éste no cumpliría el plazo y esto le reportaría los derechos para publicar libremente todas las obras de Dostoievski durante nueve años. Sin embargo, a menos de un mes para cumplirse el plazo, Dostoievski contrató a una taquígrafa y le dictó su novela El jugador (1866), basada en sus relaciones con Súslova y en la psicología del ludópata. Terminó la novela justo a tiempo. Algunos meses después, el 15 de febrero de 1867, se casó con esa misma taquígrafa, Anna Grigorievna Snítkina, quien, a pesar de ser veinticinco años más joven que él, consiguió que pusiera su vida y sus finanzas en orden, lo que le reportó al escritor estabilidad laboral y familiar. Tuvieron cuatro hijos, de los cuales sólo dos alcanzaron la edad adulta. Después de la boda, el matrimonio marchó a Europa, donde residió cuatro años, viviendo en Dresde, Baden-Baden, Basilea, Ginebra y Florencia. Durante esta estancia en el extranjero escribió El idiota (1868) y Los demonios (1871). Ese mismo año, 1871, Dostoievski volvió a San Petersburgo, aunque todavía volvió a pasar algunas temporadas más en el balneario alemán de Ems. En 1873 Dostoievski asumió el cargo de editor en la revista conservadora El Ciudadano, donde publicaba regularmente una columna titulada “Diario de un escritor”. Después abandonó esta revista para escribir su obra El adolescente (1875), una novela relativamente fallida y difusa que describe las relaciones de un joven con su padre. En los años 1876-77 Dostoievski vuelca todo su esfuerzo en Diario de un escritor, sintiéndose ahora capaz de darle la forma que originalmente había planeado: una revista organizada por un solo hombre, donde Dostoievski desempeñaba las tareas de director, editor, y colaborador único. El diario pretendía ser el inicio de un nuevo género literario. Se publicó por entregas y no se trataba de un diario íntimo y personal, sino más bien de un diálogo sobre la actualidad social, política y literaria; aparecía mensualmente y ofrecía una gran diversidad temática y de estilos: cuentos, apuntes de historias reales, ensayos autobiográficos, bosquejos que rozaban el límite entre la ficción y el periodismo, análisis psicológicos de los crímenes sensacionalistas, crítica literaria y comentarios políticos. El diario alcanzó una enorme popularidad y le reportó importantes beneficios económicos, pero como experimento estético fue menos satisfactorio, probablemente porque Dostoievski, después de algunos asuntos intrincados, parecía incapaz de mantener su complejo proyecto. En su lugar, se dedicó a expresar sus opiniones políticas, que, durante estos dos años, se hicieron cada vez más extremas. Por ejemplo, Dostoievski llegó a creer que Europa Occidental estaba al borde del fracaso, después de cual Rusia y la iglesia ortodoxa rusa crearían el reino de Dios en la tierra y se cumpliría la promesa del Libro de la Revelación. En una serie de artículos anti-católicos, se atrevió a comparar la iglesia católica romana con el socialismo, porque para ambos su mayor preocupación era la obtención y la conservación del poder terrenal. Su moral tocó fondo cuando publicó varios artículos antisemitas. Como Dostoievski no pudo mantener mucho tiempo este diseño estético, las secciones más famosas nos han llegado, principalmente, a través de antologías y aparecen separadas del contexto en el que fueron diseñados. Estas secciones incluyen, entre otros, algunos de sus mejores cuentos: La mansa; El sueño de un hombre ridículo; Bobok; El campesino Marey; La centenaria. En agosto de 1880 escribió el Discurso de Pushkin, con motivo de la inauguración en Moscú del monumento a este insigne poeta de la literatura rusa, que publicó posteriormente en un ejemplar separado del Diario de un escritor. Ese mismo año, cuando terminó de escribir Los hermanos Karamázov, retomó las tareas de publicación mensual del Diario, pero sólo pudo sacar a la luz un número, pues el 28 de enero de 1881, Dostoievski moría en San Petersburgo, a causa de un enfisema pulmonar, a la edad de 60 años. Sus restos yacen en el cementerio de la catedral de San Alejandro Nevski, en San Petersburgo. Obra Dostoievski está considerado como uno de los mejores novelistas de la literatura universal. Sus ideas han tenido una enorme influencia en corrientes literarias tales como el Modernismo, el Existencialismo, así como en diversas escuelas de psicología, de teología e, incluso, de crítica literaria. Sus obras, a menudo, son calificadas de proféticas por su exactitud a la hora de predecir lo que ocurriría en Rusia si los revolucionarios conseguían alcanzar el poder. Entre sus obras más importantes, las cuales ya en vida le proporcionaron una enorme popularidad, debemos citar: Apuntes desde el subsuelo y, principalmente, sus novelas Crimen y castigo, El idiota, Los demonios, y Los hermanos Karamázov. Cada una de estas obras destaca por su profundidad psicológica, de hecho Dostoievski es considerado como uno de los más grandes psicólogos de la historia de la literatura, especializado tanto en el análisis de los estados de ánimo patológicos que resultan de la locura, el homicidio y el suicidio, como en la exploración de emociones humanas tales como la humillación, la autodestrucción, la dominación tiránica, y la rabia asesina. Sus célebres obras también se conocen como "novelas de ideas" porque tratan temas atemporales de la filosofía, psicología y la política, estrechamente vinculados a los retratos de sus personajes intelectuales que "sienten las ideas" desde los más profundo de sus almas. Por todo ello, estas novelas abrieron, definitivamente, nuevos y novedosos caminos para la forma literaria. A diferencia de muchos otros autores rusos de la primera mitad del siglo XIX, Dostoievski no nació en el seno de una familia aristocrática. Por ello, siempre hizo hincapié en la diferencias de linaje que lo separaban de otros escritores de su tiempo como León Tolstói o Iván Turguénev, diferencias que necesariamente se materializaban en su trabajo literario. En primer lugar, Dostoievski tuvo problemas económicos durante gran parte de su vida y para solventarlos tenía que recurrir a publicaciones rápidas y por encargo. Aunque él mismo se quejaba de que escribir con un límite de tiempo le impedía crear una literatura brillante, es muy posible que sea ese estilo frenético el que colma de atractivo a sus novelas. Por otra parte, Dostoievski pronto se dio cuenta de que, a diferencia de los autores de la nobleza que describían la vida de las familias de su propia clase, mediante ambientes hermosos y tradiciones inmutables, él prefería analizar las vidas de los ofendidos, de los humillados y de las familias más desafortunadas. Pobres gentes Esta primera novela, publicada en 1845 en la revista dirigida por Nekrásov Antología petersburguesa, alcanzó un éxito inmediato por su naturalismo claramente sentimental. Pobres gentes está compuesta de forma epistolar y contiene numerosas descripciones que detallan minuciosamente las humildes condiciones de vida que soportaba la clase funcionarial. Makar Devushkin, un oficinista pobre y tímido que lo único que puede permitirse es vivir en la esquina de una sucia cocina, intercambia cartas con una niña pobre, Varvára Dobrosiolova. Sus cartas revelan que, a punto de caer en el mundo de la prostitución, está siendo cortejada por un hombre mayor, adinerado y miserable, con quien, al final de la novela, acepta casarse. La novela es extraordinaria por sus análisis psicológicos de los efectos de la pobreza. Dostoievski transformó, mediante el género epistolar, la técnica que Nikolái Gógol usó en El abrigo, otra célebre historia de un pobre oficinista. No obstante, la intención del autor de Pobres gentes era, sobre todo, demostrar que en los sótanos y buhardillas de las grandes ciudades vivía gente sensible que todavía conservaba un mínimo de dignidad. Es famosa la escena en que Devushkin se ofende enormemente al leer la historia de Gógol. Así pues, mientras que el héroe cómico de El abrigo es completamente inconsciente de sus acciones, el héroe de Dostoievski es perfectamente consciente de que está padeciendo la agonía de las humillaciones. Sin embargo, el encanto de Pobres gentes fue eclipsado rápidamente por las obras posteriores de Dostoievski y porque era una novela epistolar, un género que en esta época ya estaba pasado de moda. El doble La novela El doble, publicada en 1846, desarrolla un estudio sobre la esquizofrenia. El protagonista de esta novela, Goliadkin, otra vez un pequeño funcionario, crea un doble de sí mismo que se burla de él y usurpa su lugar. Este oficinista se siente engañado cuando su compañero, más joven que él, tiene la suerte de convertirse en el yerno del jefe. En el cumpleaños de la hija del patrón fracasan todas las intrigas contra su rival y al día siguiente su doble, del mismo nombre, comienza a trabaja en su despacho. A partir de aquí comienza una confusa lucha interior que culmina con el ingreso de Goliadkin en el manicomio. Dostoievski narra la historia audazmente a través de una de las voces que suenan dentro de la psique de Goliadkin con el propósito de que la historia se lea como si fuera una burla dirigida directamente a su desafortunado héroe. En esta ocasión el argumento nos conduce a La nariz de Gógol, aunque con relevantes diferencias; mientras que éste recrea una atmósfera puramente grotesca, Dostoievski nos presenta la cruda realidad de la burocracia rusa, que sólo puede alcanzar sus ideales a través del desdoblamiento patológico/ esquizofrénico. Humillados y ofendidos Se puede considerar como la obra que cierra definitivamente el primer periodo creativo en la obra de Dostoievski, después vendrá el destierro. En esta novela, publicada en 1861, un escritor desilusionado, Iván Petróvich, escribe en el hospital sus memorias sobre un mundo en el que toda relación humana está condenada a fracasar por culpa del afán del dinero y la fama. Se trata de una novela sensacionalista y sentimental que, una vez más, nos enseña la miseria de la gran ciudad, temática que en aquel tiempo estaba de moda. Apuntes desde el subsuelo Apuntes desde el subsuelo constituye la primera obra madura del Dostoievski, la primera con la que el escritor logra distinguirse de sus contemporáneos. En esta novela el autor, desde un sótano, mantiene un monólogo lleno de odio contra lo subterráneo, que simboliza, no el sótano donde se encuentra, sino todo lo clandestino y lo políticamente prohibido. Se trata de un ataque frontal contra Nikolái Chernyshevski y su libro ¿Qué hacer? (1863), aunque su nombre nunca aparece mencionado explícitamente. Dostoievski ridiculiza los postulados del crítico según los cuales el hombre sólo aspiraría al bienestar físico, trabajo y bienes materiales; entonces, ¿dónde se sitúa el hombre que mata por puro placer? El hombre del subsuelo se rebela contra todo sistema social o político y rechaza la posibilidad de organizar la sociedad mediante esquemas preestablecidos. En la primera parte de Apuntes desde el subsuelo (1864), un narrador anónimo expone, en primera persona, un ataque brillante contra las creencias, compartidas por liberales y radicales, de que es posible descubrir las leyes de la psicología individual y de que los seres humanos no tienen elección libre, sino que se mueven en función de las circunstancias, de lo que se deduce que la historia está gobernada por leyes y es posible diseñar una sociedad utópica sobre la base de las leyes de la sociedad y la naturaleza humana. Incluso si tal sociedad pudiera ser construida, el hombre del subsuelo argumenta que las propias personas lo odiarían sólo por haberles negado el libre albedrío y haberlos hecho completamente predecibles. En la segunda parte de la novela, el hombre del subsuelo recuerda los incidentes de su pasado que lo empujaron a comportarse de un modo determinista y lleno de rabia. Dostoievski aclara que las soluciones irracionales del hombre del subsuelo no son mejores que las de los sistemas los racionalistas. La crítica soviética dijo de Apuntes desde el subsuelo que era “una fuente enfermiza e individualista contra la sociedad, y la negación de cualquier norma o ley reguladora de la vida política y social”. El jugador Esta novela fue escrita en menos de cuatro semanas para solventar sus serios apuros económicos. No es una de las grandes novelas filosóficas de Dostoievski, pero sí es importante desde el punto de vista biográfico y como retrato psicológico del hombre que se entrega al juego en cuerpo y alma, recordemos que el propio escritor sabemos sufrió el mal de la ludopatía durante largo tiempo. Se cree que el personaje de la caprichosa y demoníaca Paulina está inspirado en la figura de su amante Apolinaria Súslova, y “Ruletenburgo”, el balneario alemán donde se desarrolla la obra, con Wiesbaden, el lugar donde Dostoievski se jugaba todo su dinero. Crimen y castigo Esta obra, escrita al mismo tiempo que El jugador (1866) describe a un joven intelectual, Raskólnikov, dispuesto a arriesgarlo todo por sus ideales. Así pues, decide solucionar sus problemas de una vez por todas asesinando a una vieja prestamista. Sus problemas pecuniarios y su teoría del superhombre lo empujan a cometer el crimen. La moral utilitarista le dice que matarla será algo positivo porque así el dinero de la vieja podrá ser utilizado para ayudar a otros; les dará el dinero robado a su madre y a su hermana y él podrá terminar su carrera y marcharse al extranjero, de ese modo servirse de un medio malo para lograr un propósito bueno. Por otro lado, Raskólnikov piensa que creer en el bien y el mal es perjudicial en sí mismo, una simple reliquia de la religión, y, moralmente hablando, considera que en lo que ha hecho no hay nada que pueda calificarse como crimen. Para justificar el homicidio, Raskólnikov recurre a su más famosa teoría del superhombre que divide el mundo en personas extraordinarias, como Salomón, César o Napoléon, y personas corrientes, que sirven únicamente para perpetuar la especie. Las personas extraordinarias deben tener “el derecho a pecar y transgredir”, porque de lo contrario el progreso sería imposible. Nada podía estar más lejos de la verdadera moral de Dostoievski, basada en la valía infinita de cada alma humana. Después de cometer el crimen, Raskólnikov queda inexplicablemente atrapado en una espiral de remordimientos y aislado por completo. El detective Porfiri Petróvich sabe que Raskólnikov es culpable, pero no puede demostrarlo, por ello le tiende diversas trampas psicológicas hasta que el asesino, finalmente, confiesa. Mientras tanto, Raskólnikov intenta descubrir por sí mismo el verdadero motivo que lo condujo a cometer el crimen, pero nunca consigue obtener una única respuesta. En un famoso comentario, Tolstói argumentó que no había un sólo motivo, sino una serie de "alteraciones diminutas y diminutas" del estado de ánimo y de los hábitos mentales. La brillantez de Dostoievski quizás radique, en parte, en las complicadas reconsideraciones que plantea acerca de conceptos tales como la motivación y la intencionalidad. Crimen y castigo también brinda otros retratos psicológicos extraordinarios como el del borracho Marmeládov, o el del inmoral y vicioso de Svidrigailov. El amigo de Raskólnikov, Razumijin, representa la disconformidad del escritor para conducirse en la vida en base a esquemas ideológicos; la propia vida de Razumijin ejemplifica que los problemas no se resuelven ni con grandes ideas ni asumiendo riesgos dramáticos, sino a través del trabajo duro, lento y continuado. La heroína de la historia es Sonia Marmeládova, un símbolo irreal de la bondad del buen cristiano. Es Sonia, una joven que se prostituye para mantener a su familia, la que convence a Raskólnikov para que confiese y luego se marcha con él a Siberia. En el epílogo de la novela, sin embargo, se explica que el preso Raskólnikov no ha confesado por remordimientos, sino a causa de la tensión emocional que sobre él ejerce Porfiri Petróvich. Así pues, al principio, intenta seguir manteniendo sus teorías amorales, pero, al final, la bondad de Sonia y la palabra de Dios, revelada a Raskólnikov a través de un sueño y de la actitud cristiana de la meretriz, inculcarán en el protagonista de la obra un verdadero arrepentimiento por las atrocidades cometidas. El idiota La siguiente gran novela de Dostoievski, El idiota (1868-69), representa un intento por describir, de manera convincente, a un hombre absolutamente bueno y puro. Dostoievski pensaba que si la novela tenía éxito podría demostrar que la bondad cristiana es realmente posible; y su trabajo como escritor podría considerarse como una prueba del Cristianismo en forma de novela. El protagonista, el príncipe Myshkin, es efectivamente muy generoso e inocente. La gente lo mira como a un idiota porque, además de sufrir problemas mentales y epilepsia, es una persona sumisa, tímida y solitaria. Sin embargo, también está dotado de una profunda intuición psicológica. Desafortunadamente, su propia bondad parece traer la desdicha a todos los que lo rodean, incluso a la heroína de la novela, Nastasia Filíppovna, a quien desea salvar. Esta mujer está a punto de “casarse” con el rico comerciante Rogozhin, quien, al no poder poseerla, decide comprarla. El príncipe Myshkin pretende salvarla, aunque él mismo está enamorado de otra mujer, Aglaya. Myshkin se debate entre el amor carnal (Aglaya) y el amor compasivo (Nastasia), pero su carácter irresoluto y su incapacidad para desenvolverse en el mundo cruel en que vive provocará que todo acabe en tragedia. Nastasia acepta finalmente y la proposición de Rogozhin a sabiendas de que éste desea matarla. Los Demonios Esta novela, publicada en 1872, le valió a Dostoievski el odio permanente de los radicales. Considerada, a menudo, como la más brillante novela política jamás escrita. Dostoievski, a su vez, se basa en la oposición que Turguénev planteaba en sus obras Padres e hijos para presentar dos tramas entrelazadas. Por una parte, conocemos al hijo, Nikolái Stavrogin, un hombre que odia la hipocresía de la gente y desea desafiar al mundo. En sus años más jóvenes Stavrogin, en una búsqueda fútil por el significado de las cosas, se interesa por diversas escuelas ideológicas, cada una de las cuales está representada en sus diferentes amigos, intelectuales de la época, fascinados por la personalidad de Stavrogin. Por un lado tenemos a Shátov un eslavófilo que, como el propio Dostoievski, cree en el origen divino del pueblo ruso y por otro a Kirilov, que adopta una serie de argumentos filosóficos contradictorios para justificar el suicidio. Es muy conocido el discurso en el que Kirilov argumenta que solamente un acto completamente desinteresado de autodestrucción puede probar que una persona es libre, porque tal acto no puede ser explicado por ningún tipo de egoísmo y, por lo tanto, viola todas las leyes de la psicología. Kirilov, suicidándose sin razón alguna, espera hacerse un "hombre - dios" que sirva de ejemplo de libertad humana, en un mundo que ha negado a Cristo. Nikolái Stavrogin es un hombre con un interior vacío. Todas las personas que tropiezan con él acaban condenadas a la ruina. Ha violado a la joven Matriosha, que después se ahorca; se casa con María Lebiádkina, una inválida enferma que acaba asesinada; Liza, quien le muestra el verdadero amor, también, muere; Ippolit se suicida; Shátov es asesinado por el padre de Nikolái. Con la otra trama, Dostoievski se gana la reputación de profeta político. En ella, describe una célula de revolucionarios conspiradores dirigidos por el padre de Stavrogin, Piotr Stepánovich Verjovénski, que reúne al grupo involucrándolo en el asesinato de Shátov, supuestamente por traición, pero en realidad lo hace para dar sentido a su comportamiento conspiratorio. Este incidente estaba basado en el plan de un revolucionario de la época, Serguéi Necháiev, cuyo proceso levantó mucha polémica en 1871. El teórico del grupo revolucionario está representado en el personaje de Shigaliov, que expone sus ideas sobre el surgimiento de una sociedad perfecta. Una igualdad obligatoria y una utopía segura requieren la supresión de toda individualidad y de toda idea independiente. Con estos argumentos, que anticipan la política cultural soviética y maoísta, Piotr Stepánovich predice que, cuando la revolución llegue, "Cicerón tendrá la lengua cortada, Copérnico no tendrá ojos y Shakespeare estará drogado, y todo en nombre de la Igualdad." Dostoievski sugiere que la demencia de los radicales procede del escepticismo liberal de sus padres, de la burla hacia la moralidad tradicional y, sobre todo, de la negligencia de la familia. Los demonios es una obra extremadamente conservadora y cristiana. En contraste con los retratos despiadados de los intelectuales, la novela expresa una gran compasión hacia los trabajadores y otras personas corrientes maltratadas por los radicales. Los hermanos Karamázov En Los hermanos Karamázov (1880), su última y probablemente su mejor novela, Dostoievski desarrolla sus temas filosóficos y teológicos favoritos: el origen del mal, la libertad y sus ansias de fe. Un padre derrochador y cruel, Fiódor Pávlovich Karamázov, se burla de todo lo noble y participa en bufonadas y borracheras siempre que puede. Éste abandona a sus hijos que tienen que ser educados por otros parientes. Al llegar a la edad adulta, los hermanos se enfrentan al viejo irresponsable, al que menosprecian y odian. Los tres desean la muerte de su padre. El mayor, Dimitri, un hombre apasionado capaz de amar al mismo tiempo a Sodoma y a la Virgen María, discute con su padre sobre dinero y compite con él por los favores de una "demoníaca” mujer, Grushenka. Cuando el anciano es asesinado, las pruebas circunstanciales conducen al arresto de Dimitri, que es condenado a trabajos forzados en Siberia. Sin embargo, el verdadero autor del crimen resulta ser Smerdiákov, un cuarto hijo del viejo Karamázov , ilegítimo, epiléptico y malvado. Este personaje aborrece la vida y no siente ningún remordimiento después del crimen. Al final, se suicida y los otros tres hermanos se presentan dispuestos a cargar con la culpa. El hijo legítimo más joven, Aliosha, constituye otro de los intentos de Dostoievski por crear la figura de Cristo. Siguiendo los consejos del sabio monje Zosima, Aliosha trata de poner en práctica el verdadero amor de cristiano. Para el narrador éste es el héroe principal de la obra. A pesar de ello, los lectores parecen estar más interesados en el hermano mediano, Iván, el intelectual. Al igual que Raskólnikov, en Crimen y castigo, Iván argumenta que si no hay Dios no puede haber inmoralidad, luego "todo está permitido" y uno solamente es responsable de sus acciones y no de sus deseos. Esta será, precisamente, la norma inmoral que utilice Smerdiákov para cometer el asesinato. Sin embargo, el Sermón de la montaña dice que somos también responsables de nuestros deseos y cuando el viejo Karamázov es asesinado, Iván, a pesar de todas sus teorías, llega a sentirse culpable para haber deseado la muerte de su padre. Al profundizar en la culpabilidad de Iván, Dostoievski nos proporciona una justificación psicológica para las enseñanzas cristianas. El mal no lo provocan unos pocos criminales, sino que surge de un ambiente moral en el que todas las personas que participan albergan deseos malvados. Aparte de la oposición entre el viejo Karamázov (padre biológico) y el ermitaño Zosima (padre espiritual), también aparece la encarnación de la Trinidad, simbolizada en los tres hermanos: Dimitri, que representa las pasiones salvajes y sensuales; Iván, el pensador y racionalista, que se niega a creer en la eterna felicidad mientras haya un solo niño sufriendo; y Aliosha, el puro y santo. Los tres son producto del mismo padre y los tres desean su muerte, y ni siquiera Aliosha, con sus ideales evangélicos, puede controlar su odio. La novela alcanza su punto culminante en tres capítulos que pueden ser incluidos entre las páginas más sobresalientes de la literatura mundial. En "Rebelión", Iván acusa a Dios-Padre de crear un mundo en el que los niños sufren. Iván también escribe un poema, “El gran inquisidor”, en el que se cuenta la historia del breve regreso de Cristo a la tierra durante la época de la Inquisición española. Al reconocerlo, el inquisidor lo arresta como si del "peor de herejes" se tratara, porque, según explica el inquisidor, la iglesia ha rechazado a Cristo, pues Cristo ha venido para hacer a los hombres libres, pero el inquisidor insiste en que la gente no quiere ser libre, quieren la seguridad y la certidumbre en lugar de la libre elección, porque ésta los conduce al error y a la culpabilidad. Y así, para asegurar la felicidad, la iglesia ha creado una sociedad basada en el "milagro, el misterio, y la autoridad." El inquisidor está evidentemente empeñado en fortalecer no sólo el catolicismo medieval sino también el socialismo contemporáneo. "Rebelión" y "El gran inquisidor " contienen lo que muchos han considerado las acusaciones más fuertes contra Dios jamás formuladas, acusaciones que, por otra parte, Dostoievski incluye con el propósito de refutarlas y así defender el Cristianismo. La obra se revela, ciertamente paradójica, pues parece entregada al Mal, sin embargo, encierra una profunda defensa del Cristianismo. En otro de los famosos capítulos de esta obra, el diablo visita a Iván, que ya se ha vuelto loco, para hablar de filosofía. Sorprendentemente, este diablo no es imponente ni perverso, sino insignificante y vulgar, como si simbolizara el carácter ordinario y banal del mal. Las creencias de los intelectuales radicales están encarnadas en este demonio y se observan en pasajes excepcionalmente graciosos, como cuando el diablo defiende el materialismo y el agnosticismo. Además de todo lo mencionado, Los hermanos Karamázov contiene muchas referencias a la actualidad rusa, como la mención de Karakózov, quien disparó contra Nicolás II, así como un estudio profundo de la criminalidad de la juventud rusa y de la vida en los reformatorios que Dostoievski investigó personalmente. Asimismo, introduce un importante dato autobiográfico, ya que Dostoievski, sintiéndose culpable de la muerte de su propio hijo Aliosha, “bautizó” a uno de los personajes más queridos de la novela con el nombre de su hijo, Alekséi Fiódorovich,. El nombre de Dostoievski se ha convertido en sinónimo de profundidad psicológica. La amplitud y las contradicciones de sus personajes han dado lugar a numerosas teorías psicológicas que, en comparación, han resultado superficiales. Muchos teóricos, el más notable Freud, han tratado de ver a Dostoievski su predecesor. Su sentido del mal y su amor a la libertad han hecho al escritor especialmente relevante en un siglo XX marcado por las guerras mundiales, los asesinatos en serie y el totalitarismo. Al menos dos de los géneros literarios más modernos, la novela carcelaria y la novela de antiutópica, representados en obras como Nosotros de Yevgueni Zamiatin, Un mundo feliz de Aldous Huxley, y 1984 de George Orwell, se puede considerar deudores de la obra de Dostoievski. Sus ideas e innovaciones formales ejercieron, también, una profunda influencia sobre autores tales como Friedrich Nietzsche, André Gide, Albert Camus, Jean-Paul Sartre, André Malraux, y Mijaíl Bulgakov, entre otros. No obstante, sus obras continúan cautivando a los lectores por su especial originalidad a la hora de combinar tramas de suspense con otras cuestiones como la fe, el sufrimiento y el significado de la vida.