( 7 9 ) lista pava dirijir la poda de los árboles frutales. L a de los silvestres ¿ de monte se encamina, como se dijo al principio, á formar un buen tronco, a l t o , robusto y derecho; para lo cual es indispensable empezar á conducirle desde el mismo plantel. El método que aconsejan muchos autores, y siguen el m a y o r número de nuestros jardineros, es el ir cortando todas las ramillas laterales que producen los arbolillos nuevos al rededor del tronco por la parte mas baja , con el fin de que la guia principal se alargue ó crezca m u c h o , y en poco tiempo adquiera la planta la mayor fuerza posible. Sistema enteramente opuesto al orden de la vejetacion, v contrario también al objeto mismo que se proponen, pues solo conduce á criar unos árboles delgados y torcidos, cuyos troncos ahilados, y tan gruesos de arriba como de abajo , presentan á los ojos del arbolista inteligente unas plantas despreciables, en las que siempre se deja conocer el daño que les acarreó la mala dirección y cultivo de la primera edad. Pruebas suficientes tenemos para asegurar que el árbol guarda una exacta proporción entre las raizes y las ramas; y sabemos también que esta proporción mantiene un equilibrio saludable en la vejetacion. Se infiere de este principio que las ramas no solo sirven para formar la cima ó copa del árbol y producir abundantes frutos, sino que por sí y por medio de las hojas contribuyen también á la nutrición del vejetal, y a separando las partes acuosas ó groseras del alimento que chupan las raizes , y a absorviendo del aire y de la atmósfera los muchos jugos que transmiten luego á las partes interiores, y y a en fin recogiendo el rocío que se eleva desde la tierra y se estiende en rededor de su superficie. Con todo lo c u a l , y por el admirable o r den de su mecanismo y organización, sirven para la multiplicación y dilatación de la raizes; siendo á un mismo tiempo el adorno de la planta y el órgano principal para que el tronco sobre que nacen, se nutra, engruese y crezca con mucha regularidad y proporción, repartiendo la sabia por todas partes según conviene. Las mismas ramillas que el cultivador poco advertido mira como inútiles, y aun perjudiciales en el árbol nuevo, son las q u e , repartidas al rededor del tronco le mantienen derecho, sirviéndose mutuamente de c o n trapeso las unas á las otras. L o contrario se advierte en aquellos á r boles q u e , al paso que van naciendo ó brotando las ramillas bajas se las van c o r t a n d o , pues se cargan de ramas en la cabeza, y su propio peso les vence sin que el tronco débil pueda mantenerse d e recho sin el apoyo de un tutor ó rodiigon. Asi pues en los árboles que vienen de semilla se principia la poda al segundo año de haberlos trasplantado desde el semillero al plantel, que vendrá á ser al principiar el tercero de su edad ; y en los sembrados de asiento, ó que no se han de trasplantar, se empieza