lista pava dirijir la poda de los árboles frutales. La de los silvestres

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lista pava dirijir la poda de los árboles frutales. L a de los silvestres
¿ de monte se encamina, como se dijo al principio, á formar un
buen tronco, a l t o , robusto y derecho; para lo cual es indispensable empezar á conducirle desde el mismo plantel.
El método que aconsejan muchos autores, y siguen el m a y o r
número de nuestros jardineros, es el ir cortando todas las ramillas
laterales que producen los arbolillos nuevos al rededor del tronco
por la parte mas baja , con el fin de que la guia principal se alargue ó crezca m u c h o , y en poco tiempo adquiera la planta la mayor
fuerza posible. Sistema enteramente opuesto al orden de la vejetacion, v contrario también al objeto mismo que se proponen, pues
solo conduce á criar unos árboles delgados y torcidos, cuyos troncos ahilados, y tan gruesos de arriba como de abajo , presentan á los
ojos del arbolista inteligente unas plantas despreciables, en las que
siempre se deja conocer el daño que les acarreó la mala dirección y
cultivo de la primera edad.
Pruebas suficientes tenemos para asegurar que el árbol guarda una
exacta proporción entre las raizes y las ramas; y sabemos también
que esta proporción mantiene un equilibrio saludable en la vejetacion.
Se infiere de este principio que las ramas no solo sirven para formar
la cima ó copa del árbol y producir abundantes frutos, sino que por
sí y por medio de las hojas contribuyen también á la nutrición del
vejetal, y a separando las partes acuosas ó groseras del alimento que
chupan las raizes , y a absorviendo del aire y de la atmósfera los
muchos jugos que transmiten luego á las partes interiores, y y a en
fin recogiendo el rocío que se eleva desde la tierra y se estiende en
rededor de su superficie. Con todo lo c u a l , y por el admirable o r den de su mecanismo y organización, sirven para la multiplicación
y dilatación de la raizes; siendo á un mismo tiempo el adorno de la
planta y el órgano principal para que el tronco sobre que nacen,
se nutra, engruese y crezca con mucha regularidad y proporción,
repartiendo la sabia por todas partes según conviene. Las mismas ramillas que el cultivador poco advertido mira como inútiles, y aun
perjudiciales en el árbol nuevo, son las q u e , repartidas al rededor
del tronco le mantienen derecho, sirviéndose mutuamente de c o n trapeso las unas á las otras. L o contrario se advierte en aquellos á r boles q u e , al paso que van naciendo ó brotando las ramillas bajas
se las van c o r t a n d o , pues se cargan de ramas en la cabeza, y su
propio peso les vence sin que el tronco débil pueda mantenerse d e recho sin el apoyo de un tutor ó rodiigon.
Asi pues en los árboles que vienen de semilla se principia la poda
al segundo año de haberlos trasplantado desde el semillero al plantel, que vendrá á ser al principiar el tercero de su edad ; y en los
sembrados de asiento, ó que no se han de trasplantar, se empieza
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