Balance sobre la BENEDICIENCIA

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¡Venga tu Reino!
¿Qué pasaría se vivieras la benediciencia?
FUNDAMENTO: «El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno; y el malo, del
malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca» (Lc 6, 45). «No juzguéis para
que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con
que midáis, se os medirá» (Mt 7,1-2).
PUNTOS DE REFELXIÓN
Con Dios:
 «Para no ser juzgado es necesario no juzgar a los demás y juzgarse a sí mismo… Pero, ¡oh
Dios!, todo lo hacemos al revés; continuamente estamos juzgando al prójimo, que es lo que nos
prohíbe, y jamás queremos juzgarnos a nosotros mismos, como se nos manda» (San Francisco
de Sales). Permite Señor que este balance me lleva a revertir esta situación y que sepa poner los
medios para vivir la benedicencia, medio excelso para vivir el amor.

El reino de Cristo no es de este mundo, pero lleva a cumplimiento todo el bien que, gracias a
Dios, existe en el hombre. ¿Pongo en práctica el amor al mi prójimo, según el mensaje
evangélico, para dar espacio al señorío de Dios y su reino en mi vida?

Gracias, Señor, porque en la benedicencia me has señalado un camino seguro para crecer en el
amor a mi prójimo. ¿Estoy convencido del bien de esta virtud? ¿La practico?
Con mi familia:
 La atención a la propia vida espiritual, la práctica de las virtudes humanas y una sólida cultura
son dimensiones que permiten mantener un profundo equilibrio interior que facilita la capacidad
de apertura al otro, la ecuanimidad en el juicio, la comprensión que forma el hábito de buscar
ver lo bueno que hay en los demás. ¿Qué medios estoy poniendo para que las relaciones en mi
familia se orienten en este sentido?

Un discípulo y misionero de Cristo jamás trata mal a persona alguna, más si es de su familia,
pero al pecado lo llama pecado y donde ve el error lo trata de corregir con afecto, con y por
amor. Si no lo hace así, en vez de ayudar a su santificación, lo aleja de la experiencia del amor
de Cristo. ¿Cómo es mi trato, mi relación con los miembros de mi familia, especialmente con
aquellos que actúan en contra de lo que yo considero la verdad y su bien? ¿Qué puedo y debo
hacer para revertir las experiencias que pueden haber llevado al alejamiento?
Con los demás:
 Aprender a aceptar a Dios y a Jesucristo como Él es, y no como me gustaría que fuese, lo he
logrado gracias a tu gracia, Señor. Pero el no sólo aceptar, sino buscar lo bueno que hay en los
demás, muy frecuentemente me parece algo casi imposible de lograr. ¿Qué puedo hacer para
crecer en el amor a los demás?

Jesucristo, encarnación de Dios, sin quitar nada a la gravedad del pecado, buscó siempre salvar
al pecador, ofrecerle la posibilidad de rescatarse, de volver a comenzar, de convertirse. ¿Es ésta
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mi actitud ante los demás? La forma en que me expreso, que nace del concepto que tengo de
ellos, ¿es el lenguaje positivo y motivador que Cristo me enseñó?

Ver la paja ajena y no la viga en el propio ojo (Lc 6, 41-42) es la tendencia que erróneamente
puedo llegar a pensar que es parte de mi naturaleza, por ello la crítica, la murmuración y el
chisme tienden a estar presentes en mis relaciones sociales. ¿Qué puedo y debo hacer para
eliminar estas debilidades que me alejan de vivir un auténtico amor a los que me rodean?
¿Cómo llegar a ser bueno y comprensivo con todos? ¿Cómo aprender a disculpar y comprender
que la ignorancia y la flaqueza son la causa de muchos de los males que veo en los demás?
Enséñame, Padre mío, siguiendo la espiritualidad de san Bernardo, a saber excusar la intención
si no puedo disculpar la acción.
Conmigo mismo:
 En un mundo en el que la mentira es poderosa, decir la verdad se paga con el sufrimiento,
porque se encuentra con el rechazo de los demás, es ir contra corriente. ¿Estoy dispuesto a
sacrificar, lo que tenga que sacrificar, en aras a buscar el bien de los demás a través de todo lo
bueno que yo puedo decir a los demás?

El mundo en que vivo necesita que la verdad resplandezca y que no sea ofuscada por la mentira
o por la banalidad. ¿Soy capaz de admirar y alegrarme por las cualidades de los demás? ¿Qué
hago para que mi caridad crezca, para que no sea superada por el orgullo y por el egoísmo?

Necesito que la belleza de la verdad y de la caridad alcancen lo íntimo de mi corazón y lo hagan
más humano. ¿Qué medios conviene que incluya en mi plan de vida para lograr esta meta?
Con la Iglesia y el Movimiento:
 El cuidado de la lengua es un compromiso espiritual muy serio en la agenda diaria de los
miembros del Movimiento. ¿Reflexiono sobre cómo estoy viviendo este compromiso
frecuentemente? ¿Por qué?
«La religión es en realidad garantía de auténtica libertad y respeto, que nos mueve a ver a cada
persona como un hermano o hermana. Por este motivo, os invito particularmente a vosotros,
fieles laicos, en virtud de vuestra vocación y misión bautismal, a ser no sólo ejemplo de fe en
público, sino también a plantear en el foro público los argumentos promovidos por la sabiduría
y la visión de la fe. La sociedad actual necesita voces claras que propongan nuestro derecho a
vivir, no en una selva de libertades autodestructivas y arbitrarias, sino en una sociedad que
trabaje por el verdadero bienestar de sus ciudadanos y les ofrezca guía y protección en su
debilidad y fragilidad. No tengáis miedo de ofrecer este servicio a vuestros hermanos y
hermanas,» (Benedicto XVI, 16 de septiembre de 2010).
NOTAS PERSONALES:
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