Modernismo y Generación del 98 INTRODUCCIÓN Los términos Modernismo y Generación del 98 Los términos Modernismo y Generación del 98 han sido utilizados tanto como para designar al mismo grupo de escritores como a grupos distintos y casi contrarios. El término modernista alude a una actitud estética e ideológica que se da en ciertos autores de principios del siglo XX; es, por tanto un concepto general. El término Generación del 98 fue inventado por el escritor Azorín como etiqueta para un grupo de escritores españoles que, en su opinión, compartían una serie de preferencias temáticas y rasgos de estilo. Se trata de dos corrientes literarias que parten de un mismo contexto de crisis ideológica y estética, aunque dan respuestas algo distintas. Contexto histórico: la crisis de fin de siglo Debido a diversos factores derivados de las trasformaciones sociales, políticas, filosóficas e incluso científicas, la sociedad occidental desde finales del siglo XIX hasta los primeros años del siglo XX sufre un período de crisis durante el que se cuestionan principios y valores que hasta ese momento habían permanecido intactos. De esta crisis nace un sentimiento de malestar, heredero del movimiento romántico. En la Europa occidental entran en crisis los valores de la sociedad burguesa decimonónica. Por una parte se quiebra la fe en el progreso al comprobar los desequilibrios sociales, por ejemplo en el hacinamiento del proletariado industrial en zonas urbanas o el urbanismo descontrolado. Surgen conflictos entre el poder establecido y movimientos marxistas o anarquistas. Por otra, se cuestionan los principios filosóficos, morales y religiosos por la sensación de que el mundo es un caos regido por una voluntad ciega que deja indefenso al ser humano. Se desarrollan corrientes de pensamiento como el existencialismo o el irracionalismo de Nietzsche. En España, además, esta crisis se ve agudizada por diversos motivos. Uno es el agotamiento de la Monarquía parlamentaria fruto de la Restauración con su sistema de alternancia en el poder entre conservadores y liberales. A eso se suma la denuncia por parte de los Regeneracionistas de Joaquín Costa de la oligarquía y el caciquismo como formas corruptas de gobierno. Por último, y a raíz del Desastre del 98 (pérdida de colonias tras una absurda guerra con los Estados Unidos), los intelectuales plantean el problema del atraso económico, cultural y social de España, aunque con escaso eco popular. Contexto artístico Ante esta conciencia de crisis, los artistas en general adoptan algunos rasgos comunes, entre los que sobresalen la misma actitud de insatisfacción ante la realidad y una misma actitud ante el arte literario: rechazo del prosaísmo y renovación del lenguaje de tendencia simbolista. Los jóvenes artistas de toda Europa se rebelan contra los valores que han sustentado esta situación –como el positivismo o el utilitarismo, los valores más representativos de la burguesía– así como contra el arte que lo había reflejado –el Realismo y el Naturalismo. Frente a estos valores tan materialistas y a esta estética tan ramplona, se buscan otros caminos en una actitud de rebeldía de clara raíz romántica, que se caracteriza por su exaltación del irracionalismo o del esoterismo; la preferencia por formas de vida antisocial: la vida bohemia, las drogas, el alcohol, etc.; y la defensa de la creación artística como una actividad despreocupada y sin sentido utilitario, que persigue la belleza en sí misma. En este contexto surgen o se desarrollan una serie de movimientos artísticos que conectan con esta actitud de rechazo y que influirán de una u otra manera en la literatura española de principios de siglo: a) Parnasianismo: Los parnasianos buscarán por encima de todas las cosas la perfección formal de la obra literaria. Representa un intento de alejarse de la realidad de su época por medio de la creación de otra realidad 1 artificial en la que sólo importa la belleza. El esteticismo y el deseo de evasión o escapismo serán las notas distintivas del Parnasianismo. Los parnasianos seleccionan y describe obras de arte, objetos, personajes o escenas históricas... por su belleza externa sin entrar en la intimidad. Se trata del «arte por el arte». b) El Decadentismo, que exalta lo que hay en la sociedad de perverso e irracional de manera que el artista adopta una aristocrática actitud de desdén al mismo tiempo que bucea en los placeres socialmente prohibidos como la sexualidad depravada o las drogas. c) El Simbolismo, la corriente literaria más importante. Para los simbolistas las palabras encierran una serie de connotaciones y sugerencias que van más allá de su significado lógico. Estas resonancias permiten establecer asociaciones irracionales (esto es, correspondencias) entre los distintos campos de la realidad. El poema no vale por lo que dice sino por lo que sugiere. Los simbolistas también reaccionan contra un arte que se limita a representar la realidad. Ellos se proponen ir más allá de lo que se puede percibir por los sentidos. La misión del artista será la de descubrir esas “otras realidades” que existen tras la realidad aparente y luchar con el lenguaje para intentar sugerirlas al lector. d) El Impresionismo: en este caso se trata de una técnica pictórica que consiste en la eliminación de las líneas, en sustentar la pintura en manchas de colores y en la influencia de la luz. Estas manchas, al tomar distancia, van conformando una imagen (es decir, producen una determinada impresión) en el ojo del que mira la pintura. Del impresionismo la literatura toma la tendencia a no ofrecer un retrato completo y detallado de la realidad sino a presentar elementos inconexos con los que la mente del lector conforma una imagen o una escena. El panorama literario español En España todos estos nuevos caminos artísticos penetran por una doble vía: por la influencia de escritores hispanoamericanos, especialmente Rubén Darío; y por los contactos con artistas parisinos. En el mundo hispánico este nuevo impulso recibe el nombre general de Modernismo. En él confluyen corrientes de pensamiento como el Regeneracionismo junto a movimientos artísticos como el simbolismo o el parnasianismo. Algunos críticos presentan al Modernismo como una corriente exclusivamente artística que incorpora innovaciones métricas y temáticas; en todo caso aparte de la llamada Generación del 98, que se presenta como un movimiento genuinamente español, caracterizado por su preocupación por cuestiones filosóficas y sociales. Pero otros críticos, quizá con más acierto, ven en el Modernismo un concepto de época que designa a la cultura que se crea en los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX. Su renovación no es solo formal, también es ideológica, por lo que tanto el Regeneracionismo como la llamada Generación del 98 serían las variantes españolas de ese amplio movimiento que se produce en toda Europa hacia la libertad y la belleza. No obstante, se sigue manteniendo la distinción entre la Generación del 98 y el Modernismo basada en peculiaridades estilísticas que no son más que formas de expresar una misma insatisfacción ante la realidad. EL MODERNISMO Orígenes En sus orígenes el término modernista fue usado para llamar despectivamente a los jóvenes artistas que con su actitud rebelde y su tipo de vida bohemio se mostraban inconformistas con el tipo de vida burgués (al que, por cierto, pertenecían). Con el tiempo el término Modernismo se empleará para designar un movimiento de renovación estética y del lenguaje poético que busca la belleza absoluta y la perfección de las formas. El modernismo literario surge en Latinoamérica hacia 1880, encabezado por el cubano José Martí y el nicaragüense Rubén Darío, como réplica de América Latina a la tradición literaria española: es una afirmación de sus raíces americanas. Será Darío, con sus viajes, el que introduzca el modernismo en España. Sin embargo, en España el 2 modernismo fue menos brillante, exótico y atrevido que en América. Su gusto por lo sensual y por lo sensitivo dio lugar a una corriente más intimista e introspectiva. Como principales autores modernistas españoles podemos citar a Salvador Rueda, uno de los precursores, Francisco Villaespesa, los hermanos Machado, Emilio Carrere, Rafael Cansinos Assens, Ramón del Valle-Inclán y el joven Juan Ramón Jiménez. Características El movimiento modernista supone el rechazo de la realidad cotidiana e inmediata. Ante esta situación, el escritor tiene dos alternativas: crear un mundo imaginario o buscar una respuesta en su interior. La primera opción da lugar al modernismo más externo, visual, ornamental y exótico; la segunda, al modernismo más intimista. El modernismo exótico sitúa la acción en espacios irreales y puebla los poemas de hadas, ninfas, centauros, caballeros y princesas. Los modernistas se sienten atraídos por lo raro, lo extravagante y lo novedoso; y en general por todo aquello que pueda aportar preciosismo y sensualidad: la India de las mil y una noches, los imperios asiáticos, la cultura y mitología griega, la historia antigua, el mundo caballeresco… El modernismo intimista es la respuesta del poeta a su melancolía, sus preocupaciones internas y su angustia, que, en ocasiones, es casi existencial. El pesimismo, el desencanto y la fala de una creencia religiosa firme afloran en numerosos poemas. Es la expresión de un descontento ante la vida, un interés por la muerte, la soledad, la melancolía, la nocturnidad y el crepúsculo, etc. Ambas vertientes del movimiento modernista comparten, en mayor o menor medida, algunos rasgos importantes. En primer lugar, la influencia del parnasianismo y del simbolismo de los poetas franceses: Leconte de Lisle, Gautier (parnasianistas), Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Rimbaud (simbolistas). Ambas tendencias se complementaron uniendo la plasticidad y esteticismo de los parnasianos a la musicalidad sugerida y la vaguedad etérea de la poesía simbolista. De inspiración parnasiana es la idea de que el poema ha de ser solo belleza, no debe responder a ninguna idea moral, práctica o religiosa. El poeta se concibe como un “médium” capaz de trascender la realidad, de captar y expresar un mundo diferente a través de los símbolos, que condensan en una figura o palabra lo inefable. Entre los símbolos más usados por los modernistas destacan el color azul y el cisne. El azul representa lo celeste y el ensueño. El cisne es el poeta, la elegancia y el encanto mágico, la gracia y el misterio. Otra característica importante su amor por la elegancia, el buen gusto y el refinamiento, lo cual se refleja en la riqueza léxica: hay innumerables cultismos y helenismos, se recuperan voces poéticas tradicionales, arcaísmos, y se introducen neologismos; hay constantes menciones de obras de arte, de personajes ilustres, de lugares famosos, de términos musicales y pictóricos, así como de los metales y piedras preciosas…etc. Las palabras se seleccionan por su brillantez, su rareza y su capacidad de sugerencia. También se debe destacar la búsqueda de un lenguaje y un estilo propios. La lengua se caracteriza por la abundancia de metáforas, epítetos, imágenes cromáticas, efectos sonoros y ritmos marcados. Aparecen nuevas estrofas y metros, algunas fruto de la influencia francesa y otras fruto de la búsqueda de formas en desuso (verso alejandrino, hexámetros…). Por último, hay que mencionar la influencia en la estética modernista de diversas corrientes de pensamiento y de actitudes o “estilos” de vida: la bohemia, el anarquismo y el aristocratismo o dandismo. La actitud de los autores modernistas es bohemia y anarquista, pues no se ajusta al orden social establecido, en sus obras se exaltan los vicios como el alcohol o las drogas, las prostitutas, etc. y se critica y se hace gala de una actitud rebelde frente al orden social; y es aristocrática o dandista por su búsqueda de la belleza estética que lleva a los poetas a diferenciarse y elevarse, como los nobles, del común de los mortales. 3 El esteticismo de Rubén Darío Félix Rubén García Sarmiento, Rubén Darío, nació en Metapa, Nicaragua en 1867. Trabajó en la biblioteca nacional y pronto se trasladó a Chile. Se casó dos veces, tuvo una amante y varios hijos. Trabajó como periodista y como diplomático para su gobierno y eso le permitió viajar por España y Europa, lo que favoreció su contacto con los literatos europeos. Murió en León, Nicaragua, en 1916. Rubén Darío es la figura más sobresaliente del modernismo y el que difundió el nuevo estilo americano por Europa. Su primera obra, Azul (1888) es la primera afirmación del modernismo literario. Consta de composiciones escritas en verso y en prosa, donde se ponen de manifiesto las directrices de la nueva estética: el exotismo, la elegancia, el sentimentalismo, el erotismo y la preocupación por el ritmo y la musicalidad. Aparece también la exaltación de los mitos autóctonos y un claro rechazo hacia lo español. Esa línea elegante y refinada se consolida en Prosas profanas (1896), obra poblada de abates galantes, marquesas crueles princesas y cisnes. En 1905 publica Cantos de vida y esperanza. Aquí la universalidad que había buscado se diluye y se centra en la esencia de lo español. De esta obra, impregnada de sinceridad, surgen las más profundas reflexiones acerca de las desilusiones de la vida y el retorno a la esperanza. Los tres ejes temáticos sobre los que se sustenta la obra son la evasión aristocrática de la realidad, la preocupación social y política y la inquietud personal; Darío reflexiona sobre la propia existencia, el tiempo, la muerte, la religión, el arte…, dando lugar al modernismo intimista. Del Modernismo a la Poesía Pura: Juan Ramón Jiménez Juan Ramón Jiménez nació en Moguer, Huelva, en 1881. Pronto se traslada a Madrid, donde entró en contacto con la nueva sensibilidad modernista, al tiempo que se acentuaba su carácter enfermizo y neurótico. La muerte de su padre le obligó a recluirse en un sanatorio mental, al que regresará largas temporadas. Durante un tiempo vivirá recluido en su casa, entregado obsesivamente a la creación poética, en una labor muy prolífica. En 1917 se casa en Nueva York con Zenobia Camprubí, compañera fiel el resto de su vida. Regresan a Madrid, donde viven hasta 1936. Al comienzo de la guerra civil se exilió a América, primero a Cuba y luego a EE. UU., donde continuó su labor creadora y didáctica. En 1956 recibe el Premio Nobel, pero ese mismo año muere su mujer, lo que lo llena de angustia y desvalimiento hasta su muerte, en 1958. La inmensa obra de Juan Ramón Jiménez, continuamente reelaborada en una búsqueda obsesiva de la perfección poética como “expresión de lo inefable”, sigue un largo proceso de condensación que la lleva del romanticismo de inspiración becqueriana a la poesía pura. Él mismo insinuó la existencia de tres fases en su trayectoria. En la época sensitiva, hasta 1916, domina la sensualidad, la búsqueda de la belleza a través de su reflejo en el mundo sensible, en un intento de fundirse con la naturaleza. En esta fase, se mezclan las influencias modernistas de Rubén Darío y de los simbolistas franceses con un tono intimista, de raíces becquerianas, en que domina la melancolía y la visión afectiva y sentimental de la naturaleza vestida de los ropajes del otoño o del crepúsculo, de un colorido nada estridente, que indica ya una clara preocupación por la pureza lírica, despojada de excesos ornamentales y rítmicos. De esta época son, entre otros libros, Rimas (1902), Arias tristes (1903), Baladas de primavera (1910), La soledad sonora (1911), y Melancolía (1912). La época intelectual o de la poesía pura, hasta 1936, en que la poesía se desnuda en busca de la forma rigurosa y exacta y de la realidad esencial, abstracta, sin anécdotas, en que los colores se difuminan y brilla intensamente la luz. Se trata de un afán obsesivo por crear una realidad a partir de la palabra: la expresión se adelgaza, los recursos expresivos se estilizan, el lenguaje se reduce a la sencillez de la palabra justa que expresa la esencia de las cosas, con una sensación de plenitud en que se funden la naturaleza, la poesía y el afán de eternidad. Esta etapa arranca con Diario de un poeta recién casado (1917), libro en el que canta de una manera alborozada su amor por Zenobia, su viaje de ida y vuelta a Nueva York y su descubrimiento de América, con una estética novedosa en que domina el verso blanco, la mezcla de verso y prosa, los tonos irracionales, etc. La poesía pura alcanza su plenitud en 4 Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Belleza (1923) y La estación total (1936). Aquí el poeta se siente completo en naturaleza, en una armonía sin fin gozando de la intensa plenitud desnuda. La época suficiente, a partir de 1936, la ocupa una poesía metafísica, en la que se produce la identificación entre la belleza como principio creador del mundo y el espíritu poético de Juan Ramón, que también, como un dios, recrea una realidad que es reflejo de la creación divina. Así se funden la poesía y la belleza en una conciencia única, que está al mismo tiempo dentro y fuera del poeta, en una continua confrontación creadora. De esta época son Animal de fondo y Dios deseado y deseante. LA GENERACIÓN DEL 98 Del Modernismo a la Generación del 98 La revolución estética y literaria que supuso el Modernismo procedente de América, caracterizada por su espíritu innovador e iconoclasta y su búsqueda de la belleza y el refinamiento formal en mundos alejados de la vulgaridad contemporánea, pronto adquirió en España una conciencia crítica frente a las circunstancias políticas, sociales y culturales del momento. La influencia de las corrientes irracionalistas del pensamiento europeo (Freud, Nietzsche, Schopenhauer…), del regeneracionismo (que criticaba el parlamentarismo burgués como base del caciquismo, la corrupción y el inmovilismo antimodernizador) y sobre todo el desastre del 98, sacude las conciencias de los autores que serán conocidos como Generación del 98, que antepondrán las ideas sociales a las puramente estéticas. Ellos se sienten enraizados en las tierras y la historia de España y comprometidos con la renovación social, en el afán de derribar los falsos valores tradicionales y de encontrar otros que sirvan para modernizar el país. Concepto, componentes y circunstancias generacionales El concepto de Generación del 98 es muy controvertido. Fue propuesto por Azorín en unos artículos de 1913 para referirse a un grupo de escritores españoles (José Martínez Ruíz Azorín, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, Ramón Valle-Inclán, Miguel de Unamuno y Antonio Machado) con un común espíritu de protesta y un profundo amor al arte. Sin embargo, es discutible que estos escritores cumplan todos los requisitos para ser considerados generación. Es verdad que sí cumplen algunos requisitos como el nacimiento en fechas cercanas, la participación en actos colectivos (protesta contra el premio Nobel para Echegaray, homenaje a Larra), un acontecimiento generacional que los una como fue la pérdida de las colonias; pero no tanto otros como una formación intelectual semejante (son autodidactas, aunque todos conocen y aprecian los clásicos españoles y las teorías filosóficas alemanas contemporáneas) o un lenguaje generacional común (cada uno sigue un estilo personal).En cualquier caso, esta Generación del 98 o Grupo del 98 sí comparte algunas características importantes: tienen una ideología progresista, al menos, en la juventud; se preocupan por los problemas de España; se proponen renovar el lenguaje literario frente al prosaísmo de la literatura realista; y, por último, tienen una visión subjetiva de la realidad. Ideología y temas del 98 El tema de España ocupa buena parte de la obra noventayochista. En una actitud aparentemente contradictoria, se mezcla la visión crítica del atraso, la decadencia y la falta de ideales con el amor a las gentes humildes enraizadas en los pueblos. La visión crítica predomina en los primeros tiempos, cuando se ataca el carácter grosero y ramplón de las costumbres desde una perspectiva regeneracionista y europeísta. Pero pronto derivarán hacia la visión de una España eterna, en cuyo paisaje empobrecido y gentes humildes se puede reconocer lo castizo, una España imaginada que revive los ideales permanentes de nobleza, dignidad y austeridad que provienen de la Edad Media y que impregnan las obras del Siglo de Oro o la pintura del Greco. Esta actitud se resume bien en la expresión de Antonio Machado Castilla miserable, ayer dominadora, con cuyas tierras yermas y gentes austeras se identifican los autores del 98. 5 El afán de conocer y exaltar lo castellano y español llevará a los autores del 98 a recorrer los pueblos y aldeas de Castilla y de España. Fruto de esas experiencias es el gusto por la descripción paisajística de carácter subjetivo, en la que la crítica del atraso y la pobreza deja paso a una visión sentimental de las tierras y las gentes, en la que interesa más la emoción del observador que el dato objetivo. Se alternan la descripción impresionista de los elementos del paisaje con la reflexión ensayística sobre el alma y la esencia de lo español, la observación directa de la realidad y la recreación de ambientes y personajes tomados de la literatura clásica. Igualmente contradictoria es la actitud ante la modernidad y el progreso. En un principio se critica el atraso y la pobreza de España. La modernización será el resultado de la europeización, con la asimilación de nuevas formas de civilización y progreso. Pero estos afanes muy pronto se moderan y se combinan con la exaltación de la tradición española. Se instaurará una visión espiritualista que valora más el mundo de las creencias que el progreso material, porque éste deshumaniza a la España castiza de siempre que arraiga en los pueblos. Unamuno ironiza ante esta actitud con su famosa frase: Que inventen ellos… nosotros a lo nuestro. La mirada de los autores del 98 se dirige, más que hacia fuera, hacia dentro: en los paisajes del alma se reflejan un desasosiego y una angustia vital, que encuentran su mejor escenario en las viejas ciudades y en los paisajes yermos de Castilla. Su literatura es un examen de conciencia, del que brotan la inquietud, la melancolía, el hastío o el pesimismo. Esta actitud de raíz romántica lleva a la reflexión intelectual sobre los grandes problemas del ser humano: el paso del tiempo, el sentido de la vida, el misterio de la muerte; o bien a plantearse el valor de las creencias religiosas desde el agnosticismo o el sentimiento trágico de la fe. El lenguaje literario Los autores del 98 poseen una acusada personalidad que se traduce en un estilo literario personal. Y esa variedad se enriquece si tenemos en cuenta que muchos de ellos experimentaron una transformación estilística progresiva. En sus inicios todos coinciden en dos aspectos: oposición al estilo anterior, representado por el prosaísmo realista y por el teatro grandilocuente al estilo de Echegaray; y expresión muy cuidad, que no es adorno formal, sino selección y cuidado de los elementos lingüísticos. Es un estilo en el que domina la visión sentimental de paisajes y gentes en un tono lírico, con recursos como la adjetivación subjetiva, las enumeraciones impresionistas, etc. siempre con predominio de la descripción como reflejo del estado de ánimo del autor. Se trata de un estilo antirretórico, caracterizado por la sobriedad y la huida de los excesos, aunque con numerosos matices. No obstante, es un lenguaje muy cuidado, fruto de la selección y la contención en el uso de recursos retóricos; y rico, pues incorpora vocablos arcaicos de los clásicos españoles y de los pueblos, así como dialectalismos y localismos. La búsqueda de la verdad de Unamuno Miguel de Unamuno y Jugo nació en Bilbao en 1864. Estudió Letras en Madrid, y tras un viaje por Europa consiguió la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca, de la que sería nombrado rector en 1901. A partir de entonces se convirtió en una figura pública de creciente importancia, y en el líder intelectual de la oposición. Durante la dictadura de Primo de Ribera se exilió a Francia, y a su regreso se unió a quienes pedían la abdicación del rey. Ocupó algunos cargos en la República, pero pronto volvió a su trabajo en Salamanca, donde murió en 1936 poco después de empezar la guerra. Toda su obra gira en torno a la búsqueda de la verdad interior del ser humano. Para ello, utilizó diversos caminos literarios, entre los que también está la poesía (El Cristo de Velázquez, Cancionero) y el teatro (Fedra, El otro). En sus ensayos en donde mejor se aprecian sus preocupaciones filosóficas. En torno al casticismo (1895) es una reflexión sobre el carácter nacional. Según Unamuno, un pueblo debe conocer su historia para conocer su personalidad. Pero no la historia de los libros, sino lo que él denominó la “intrahistoria”, la historia de la vida 6 cotidiana de las gentes anónimas, algo que está siempre cambiando para no cambiar nunca en el fondo, y que tiene mucha relación con la tierra y el paisaje que rodea a ese pueblo. Tras una crisis religiosa, que le sacó de su agnosticismo y le hizo un creyente atormentado por la imposibilidad de reconciliar la razón y la religión; escribirá Vida de don Quijote y Sancho (1905), ensayo en el que presenta a don Quijote como símbolo del espíritu castellano y exalta su figura por desafiar a la razón; y Del sentimiento trágico de la vida (1912), donde reflexiona sobre la muerte y la inmortalidad. Pero quizá lo mejor de su obra sean las novelas, en las que intentó relatar los dramas íntimos de sus personajes, a los que atormentaba el ansia de inmortalidad y el deseo de conocerse a sí mismos. En Amor y pedagogía (1902) comienza a ensayar su técnica novelesca: la “nivola”, que se caracteriza por la eliminación del argumento y de las descripciones y la importancia de los diálogos. En Niebla (1914), plantea un juego literario que establece una analogía entre la relación del autor y sus personajes con la de Dios y sus criaturas. En La tía Tula (1920) el ansia de maternidad de la protagonista simboliza igualmente el de inmortalidad, a través de los descendientes. San Manuel Bueno, mártir (1930) es la historia de un cura rural que ha perdido la fe, pero continúa ejerciendo su ministerio. La sensibilidad de Antonio Machado Nació en Sevilla en 1975, pero a los 8 años se trasladó a Madrid. Estudió en la Institución Libre de Enseñanza. Viajó como diplomático a París en 1900, donde conoció a Rubén Darío. A su regreso ejercerá como profesor de francés en Soria, donde conocerá a Leonor, una joven con la que se casó en 1909 y que murió tres años después. Firme defensor de la República, se vio obligado a exiliarse a Francia al término de la guerra, donde muere en febrero de 1939. Su trayectoria poética se inicia en la estética modernista con Soledades (1903), obra que reelaborará (añade más poemas y suprime los elementos más externos del modernismo) en 1907 bajo el título de Soledades, Galerías y otros poemas. Machado proclama una poesía llena de emociones y sentimientos, donde predomina la experiencia sobre la imaginación. Aunque es un libro primerizo, se presenta como un hombre ya maduro que evoca el sentimiento de la juventud perdida sin amor. También trata los temas del tiempo, la soledad, la muerte y Dios. El carácter modernista de esta obra estriba en el ritmo, la rima y la herencia simbolista: el sueño, la tarde, la fuente… Machado intenta sugerir a través de la simbología del paisaje las más profundas e intensas sensaciones. Con Campos de Castilla (1912 y 1917) abandona la línea intimista y se adentra en la geografía castellana y andaluza. Es una recopilación de diversas poesías, de ahí su heterogeneidad de materiales y temas. Uno de los más importantes es el paisaje soriano, que le despierta sensaciones diversas. Machado considera el paisaje, como Unamuno y Azorín, como un vehículo para descubrir el alma de España. Sus afirmaciones sobre el paisaje soriano, se hacen extensibles a toda España. Distingue entre la “España del pasado”, épica y gloriosa, y la “España del presente”, miserable y desencantada. Otro núcleo temático del libro es el paisaje de Baeza. Desde allí, Machado recuerda con nostalgia el paisaje de Soria y su relación con Leonor, todo ello sublimado en la distancia. Por otro lado, en Andalucía entra en contacto con la España de los latifundios, los señoritos y los jornaleros; lo que le lleva a la crítica social dirigida contra el inmovilismo y la ignorancia. En cuanto a los “Proverbios y Cantares”, son breves meditacione4s a cerca de los enigmas del hombre y el mundo que combinan lo filosófico con la sabiduría popular. Por último, los “Elogios” son 14 poemas dedicados a distintos literatos y pensadores. Giner de los Ríos, Unamuno, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, José María Palacio … Machado expuso sus preocupaciones filosóficas y estéticas en otras obras posteriores, como Nuevas canciones (1924) o Juan de Mairena (1936). Habla de temas como el ser y la realidad, la crítica poética y las relaciones entre poesía y filosofía, etc. a través de dos personajes creados por él: Abel Martín y Juan de Mairena. También cabe mencionar su teatro popular (Desdichas de la fortuna, La Lola se va a los puertos, El hombre que murió en la guerra…), escrito en colaboración con su hermano Manuel, y que gozó de gran éxito. 7 El inconformismo de Valle-Inclán Ramón José Simón Valle Peña nació en Vilanova de Arousa (Pontevedra) en 1866, en el seno de una familia distinguida venida a menos. Estudió derecho y tras residir sin fortuna en Madrid, se marchó a México, donde adquirió el aspecto que a su vuelta, y junto con su rebeldía, le hizo famoso en el ambiente bohemio de Madrid. Fue un progresista convencido y apoyó el carlismo hasta la I Guerra Mundial. Más tarde se opondría al régimen de Primo de Rivera y por último fue partidario de la República. Murió en su Galicia natal en 1936. Novelista, dramaturgo, ensayista y poeta, fue una de las figuras más destacadas y controvertidas de su época. Formado en la escuela de Darío y del simbolismo francés, es uno de los mejores representantes del modernismo y también uno de los precursores del teatro contemporáneo europeo. Se preocupó tanto de la musicalidad de la lengua poética como de la regeneración nacional, pues fue un espíritu crítico con la sociedad de su tiempo, rasgo que comparte con sus contemporáneos del 98. El principal elemento de cohesión de la obra de Valle-Inclán es su empleo del lenguaje. Utiliza multitud de recursos lingüísticos y los mezcla en una lengua literaria muy personal que combina metáforas, jergas, neologismos, dialectalismos… entre otros recursos. En cuanto a su producción novelística, llega al éxito con las Sonatas, publicadas entre 1902 y 1905. Son cuatro novelas, cada una de ellas referida a una estación, un paisaje y una edad de la vida. El protagonista, el marqués de Bradomín (“feo, católico y sentimental”) narra desde la vejez su vida amorosa y una tardía aventura política, con una visión artística y poética de la existencia, y en una prosa musical y refinada. Cinco años más tarde publica la trilogía La guerra carlista, cuyo protagonista sigue siendo el marqués de Bradomín. La historia, ambientada en la Galicia rural y supersticiosa, se basa en la guerra carlista. En la obra se defiende la antigua concepción tradicionalista de la historia y se ensalza a la pequeña nobleza campesina, que una vez había contribuido al pasado esplendor de España. En Tirano Banderas (1926) hallamos el primer retrato moderno de un dictador hispanoamericano. La obra trata sobre la degradación del ser humano por la tiranía. Pero la principal innovación es su lenguaje, una fusión de las principales variedades del español de ultramar con el castellano peninsular. Su última obra en prosa, El ruedo ibérico, era otro ciclo de novelas históricas que narrarían desde 1868 hasta 1898, pero no pudo llegar a terminarlas. Pero quizá se le recuerda más por su teatro. Su primera obra dramática de gran envergadura fue la trilogía Comedias bárbaras (1907-1922) en la recrea la decadencia de un mundo viejo y caduco. La preocupación creciente por la situación política y social se ve ya aquí, y con el tiempo le llevará a postular su teoría del “esperpento”. En Luces de bohemia (1920), Max Estrella, el protagonista, hace las famosas afirmaciones de que “España es una deformación grotesca de la civilización europea”, y de que, por tanto, “el sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”, deformación que compara con la imagen de los héroes clásicos reflejada en los espejos cóncavos del madrileño callejón del Gato. Esta distorsión constante y sistemática produce el “esperpento”, cuya deformación de la realidad le sirve al autor para realizar un profundo análisis de la sociedad. El esperpento expresa la tremenda indignación de Valle-Inclán ante la situación política española. Hay tres obras más, a las que Valle llamó explícitamente “esperpentos”, reunidas en la trilogía Martes de Carnaval. Por último, Divinas palabras y las obras reunidas bajo el título Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte se sitúan en una Galicia bestial y macabra. 8 TRABAJO SOBRE LA POESÍA DE ANTONIO MACHADO SOLEDADES / SOLEDADES, GALERÍAS, OTROS POEMAS 1. El poema VI tiene estructura narrativa. Resume el argumento de la historia que se cuenta. 2. Busca tres poemas que traten sobre el tema de la soledad y comenta el tratamiento que de él hacen. 3. Explica qué simbolizan los “caminos” y la “espina dorada” en el poema XI. ¿Qué es lo que quiere expresar el autor en este poema? 4. En estos poemas también hay menciones a la niñez. Busca dos poemas en los que se haga alusión a la niñez, y explica el significado de esas alusiones. 5. La tarde es también uno de los símbolos más utilizados. Busca y comenta este símbolo en tres poemas diferentes. CAMPOS DE CASTILLA 6. Tras la lectura del célebre autorretrato de Machado, poema XCVII (que, además, sirve de inicio a Campos de Castilla), indica los principales rasgos de su carácter, sus principios morales, su ideología y creencias, además de su ideal estético. 7. El poema XCVIII es quizá uno de los primeros en los que la atención se pone en el paisaje castellano. ¿Cuáles son los elementos característicos de ese paisaje, que van a repetirse? 8. En el poema XCIX, Machado ofrece un retrato del prototipo del castellano de campo. Identifica sus rasgos físicos y psíquicos. ¿Crees que para Machado hay alguna relación entre la forma de ser y el entorno? 9. Analiza qué elemento (emoción y subjetividad, apelación a través de la segunda persona, la primera persona, narratividad, el pasado, etc.) se suma a la descripción del paisaje en cada una de las nueve partes del poema CXIII “Campos de Soria” 10. Uno de los poemas más bellos de Machado es el CXV. Comenta las imágenes que aparecen en este poema, y explica cómo el poeta relaciona el árbol y su situación con la suya propia en los últimos versos. 11. El tema de la soledad, recurrente en la primera etapa, reaparece ahora en la segunda versión de Campos de Castilla a raíz de la muerte de Leonor. Identifica en los poemas CXVIII, CXIX, CXXI, CXXII, CXXIII las distintas formas de abordar poéticamente la pérdida de la esposa. Para ello, puedes ayudarte de las siguientes propuestas: la soledad llena el alma del poeta, pero no aparecen apenas referencias a Leonor; el poeta mitiga momentáneamente su soledad reviviendo momentos compartidos con su amada; el poeta se rebela ante la injusticia de haber perdido a quien más quería. 12. El poema CXXI tiene dos partes, que se corresponden con dos momentos en la vida de Machado. Explica el contenido del poema haciendo referencia a esas partes y a la relación que tienen con su vida. 13. Otro poema muy emotivo es el CXXVI. Comenta las imágenes que aparecen y explica el abrupto final del poema. 14. Machado aborda en el poema CXXXV (págs. 225-226) el tema de España como asunto principal. La rabia del poeta ante el estado de cosas se pone de manifiesto en un léxico violento y en la alegoría con intención satírica. Busca ejemplos de los recursos anteriores. Pese a ello, ¿concibe el autor algún tipo de esperanza? 15. En la segunda versión de Campos de Castilla introduce Machado un bloque titulado “Proverbios y cantares”, donde se agrupan una serie de sencillos poemas que anuncian un nuevo rumbo poético. Las composiciones de este apartado se caracterizan por la brevedad, el arte menor, cierto aire sentencioso, próximo a la sabiduría popular (por abordar ciertas inquietudes que han acompañado a los hombres de cualquier condición social). Clasifica las composiciones siguientes en el apartado que les corresponda según su tema: a) La vida y la muerte; el paso del tiempo. b) Los defectos y miserias del hombre. c) Sugerencias éticas de conducta. 16. Como en Soledades, la métrica de Campos de Castilla es muy rica (versos desde tres a diecisiete sílabas, rima variada, versolibrismo y estrofas diversas). Busca un ejemplo de cada una de las siguientes medidas, que son las más frecuentes en este poemario: silvas o combinaciones de 11 y 7; poemas en alejandrinos (14 sílabas); romance en octosílabos. 9