EL TALENTO NO SE DEBE DESPERDICIAR

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EL TALENTO NO SE DEBE DESPERDICIAR:
Por Martín (Thupten Chophel)
Todos hemos nacido y sido educados, con mejores o peores condiciones.
Hemos tenido familia o amigos que nos han enseñado cosas, o buenos
profesores que nos han transmitido muchos conocimientos. También puede
que desarrollemos una habilidad de forma natural y sin formación previa a
cargo de otras personas.
Cuando somos conscientes de nuestro bagaje de conocimientos y
habilidades, independientemente del trabajo que desempeñemos, tenemos
la obligación moral de que el talento que tenemos para determinadas
actividades, no dejarlo en el baúl de los recuerdos, sino estimularlo y
plasmarlo con actos, creando objetos, espacios para los demás, escribiendo
libros, etc, etc, etc. Esto requiere esfuerzo y voluntad, y no dejarnos llevar
por la comodidad, pues estamos cansados del trabajo diario.
No sé si recordáis la parábola cristiana de los talentos, pero venía a decir
que Dios nos entrega unos talentos y debemos trabajar con ellos en la vida
e incrementarlos. El que tiene menos talentos no está tan obligado a dar
muchos resultados, pero el que sí tiene muchos talentos, está obligado a dar
más y no ir para atrás. Dios exige más al que más le da. Según el Budismo,
nuestros actos del pasado, incluso de vidas pasadas, determinan nuestra
vida ahora y las condiciones que tenemos. Si realmente somos algo
privilegiados en algunos aspectos, conocimientos y habilidades, debemos
aportar con ellos a la sociedad y mejorarla y transmitir este talento o
perfección. El adquirir estas habilidades y conocimientos, nos ha costado
mucho esfuerzo y energía positiva en esta vida y en las pasadas, y si no los
mantenemos y estimulamos, los perderemos y la sociedad se perderá esa
luz positiva, esa capacidad de evolución que podemos darle.
Por tanto, debemos ser conscientes de lo afortunados que somos con
nuestras pequeñas o grandes capacidades, y hoy en día en esta sociedad tan
difícil que nos ha tocado vivir, debemos ponerlas al servicio de la sociedad,
bien sea en nuestro trabajo, pero también es muy importante fuera del
trabajo y sin buscar dinero a cambio, para que así podamos llegar a gente
que está económicamente mal, y no puede permitirse el lujo de ir a escuelas
privadas de arte, a clubs selectos donde la cuota de inscripción es muy cara,
que no puede pagarse conciertos de música clásica o de buenos cantantes.
Por supuesto que el talento al servicio del trabajo también es fundamental y
muchos directivos con grandes capacidades organizativas, con visión de
futuro, con respeto por el ser humano, pueden traer enormes beneficios a la
sociedad, y nosotros con nuestro trabajo bien hecho también, sea donde
sea.
Insisto en que hay un sector de personas que con su trabajo remunerado,
está aportando muchísimo equilibrio a la sociedad, como pueden ser
artistas, personal de ONGs, políticos honrados al servicio de la sociedad.
Pero mi pequeña reflexión es que no sólo se deben limitar a actividades
remuneradas, sino también aportar con cierta frecuencia, su tiempo y
esfuerzo a favor de causas justas, sin pedir nada a cambio y fuera de su
horario de trabajo. Así lo hacen muchos artistas, y es fuente de regocijo
para mi. No voy a entrar en nombres, pero todos sabéis que hay artistas que
hacen conciertos solidarios, que dirigen o colaboran con una Fundación u
ONG. El efecto de sus actos es inmensamente positivo e inspirador para
muchísimas personas en especial jóvenes, que son nuestro futuro como
sociedad.
Como conclusión dejémonos de pedir y exigir a los demás que se pongan a
nuestro servicio y pongamos nuestras cualidades o talentos al servicio de
los demás. Esto es la madurez como persona, no hay otra manera de llegar
a ella, pero no significa que los que no han llegado a la madurez sean malas
personas, sino que están aún en un momento previo a esa madurez en una
niñez o pubertad espiritual, por ello debemos seguir respetándolas y
animándolas. Quizás en el futuro su madurez llegue gracias a nuestro
ejemplo, eso sí, si no son, al menos respetuosas con nuestro trabajo, con
nuestra forma de ver la vida, de aportar nuestros talentos y desarrollarlos,
es mejor alejarse de esas personas, pues los tesoros no son para enseñar a
quien los ensucia y destroza, o a quien es avaro y sólo busca tener una
colección cada vez más completa, basada en el ansia desmedida, y no en el
enriquecer la sociedad y a uno mismo.
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