54 LATERCERA Miércoles 23 de diciembre de 2015 En movimiento Una vida Sociedad Cultura Oliver Sacks. Anagrama, 440 pp. Desde enero en librerías. [MEMORIAS] El científico británico, fallecido en agosto a los 82 años, exploró los misterios de la mente y difundió sus experiencias en libros como Despertares y Alucinaciones. En el cine fue interpretado por el actor Robin Williams. Antes de partir publicó su autobiografía, donde habla de sus años de formación, su homosexualidad, su afición por la halterofilia y las motos. Por Javier García Oliver Sacks: una vida rebelde “ SACKS llegará lejos, si no va demasiado lejos”, escribió en un informe escolar el profesor de Oliver Sacks cuando este tenía 12 años. En su casa, la actitud del joven no era distinta. Realizaba experimentos de química y a veces algún vecino denunciaba la presencia de nubes tóxicas en el barrio. “Por suerte, nunca llegué a quemarla”, anota en sus memorias sobre su hogar de Londres el neurólogo y escritor Oliver Sacks, cuyos libros, construidos con testimonios clínicos, se convirtieron en bestsellers traducidos a 25 idiomas. En movimiento se llama su autobiografía, publicada en mayo en inglés. El libro relata múltiples experiencias y se convirtió en un éxito, luego de que en febrero de este año Sacks revelara que padecía cáncer. “A mis 81 años, seguía nadando un kilómetro y medio cada día. Pero mi suerte tenía un límite: poco después me enteré de que tengo metástasis múltiples en el hígado”, anotó en una columna en The New York Times. Seis meses después, el 30 de agosto, Sacks murió en Nueva York, a los 82 años. Ahora editorial Anagrama traduce el volumen que llegará la primera quincena de enero a Chile. La historia del médico inglés que en la década del 60 se instaló en el Hospital Estatal del Bronx, NY, EEUU, para “remover” a sus pacientes de enfermedades paralizantes. Casos que fueron reunidos en libros como Despertares. El título inspiró la película homónima (1990), dirigida por Penny Marshall, donde el actor Robin Williams, bajo el nombre de Malcolm Sayer, interpretaba a Sacks. Uno de los pacientes protagonistas era Robert De Niro. “La pasión de Robert De Niro a la hora de comprender lo que va a representar, por investigar hasta el detalle más microscópico, es algo legendario. Nunca había visto cómo un actor investiga a su personaje...”, anota Sacks en En movimiento, donde con crudeza y humor relata su pasado. “Una autobiografía maravillosa, inusual y singular como su autor”, comentó el diario The Wall Street Journal sobre el libro. Viajes y pruebas En movimiento parte hablando de motos. “La primera moto que RR El primer libro de Oliver Sacks se llamó Migrañas, de 1970. FOTO: ARCHIVO tuve, a los dieciocho años, fue una BSA Bantam de segunda mano con un pequeño motor de dos tiempos”, anota Sacks, nacido en 1933 en Londres. Luego señala que pretende escribir una novela sobre carreras de motos. “De día era el simpático doctor Sacks, enfundado en una bata blanca, y por la noche cambiaba la bata por un traje de cuero de motorista y anónimo, como un lobo, salía del hospital para merodear por las calles”, escribe so- bre sus días de treintañero en EEUU. Años donde conoció el mundo de la halterofilia. “Un récord de halterofilia es equivalente a publicar un artículo científico o un libro en el mundo académico”, apunta el autor de Musicofilia. Sin embargo, antes hubo miedo. Sus padres eran médicos. Su hermano mayor, David, también. Además de un tío y tres primos. Su hermano menor, Michael, padecía esquizofrenia. Sacks sabía que estaba destinado a la medicina. Estudió fisiología y biología en la U. de Oxford. Luego neurología. Pero el mayor temor no estaba en sus inquietudes literarias paralelas, sino en su intimidad . A los 18 años, el padre le preguntó si le gustaban los hombres. La madre fue la más severa. “Eres una abominación. Ojalá no hubieras nacido”, le dijo. “Sus palabras me persiguieron durante gran parte de mi vida”, cuenta. En el verano de 1955, con 22 años, ingresó a un kibutz en Israel. “Me había fascinado lo que había leído del judaísmo cabalístico, así que llevé a cabo mi primer viaje, en cierto modo una peregrinación”, relata Sacks, quien después de un par de meses viajó a Holanda. Llegó a Amsterdam, donde se emborrachó con ginebra. Al día siguiente despertó en la cama de un desconocido. La experiencia la llamó “mi bautismo sexual”. Tras finalizar sus estudios y pasar un tiempo en Canadá, se instaló en Nueva York con 32 años. “En aquella época, mis intereses se centraban en las enfermedades degenerativas del sistema nervioso, ya se dieran en la juventud – como la enfermedad de Hallervorden-Spatz– o en la vejez, como en el caso del Alzheimer”, escribe Sacks, quien siempre llevó un diario. Allí cuenta su adicción a las metanfetamina y el LSD, de donde nace su libro Alucinaciones. “Las dosis que tomaba eran cada vez más altas, y el corazón se aceleraba y la presión sanguínea llegaba a un extremo letal”. Trabajó de neurólogo en el Hospital Estatal del Bronx y el Hospital Beth Abraham de NY. “Pasé un año y medio observando y tomando notas, a veces filmando a los pacientes y grabándolos”, dice sobre un puñado de internos que padecían encefalitis letárgica (o enfermedad del sueño), que se había extendido por el mundo a principios de la década de 1920. El doctor comenzó a aplicar Ldopa, un precursor de la dopamina. “Hubo un asombroso y festivo ‘despertar’ a medida que estallaban en una explosión de vida tras haber permanecido inanimados durante décadas”. De ahí nació el libro Despertares. Luego de tratar enfermedades como el síndrome de Korsakoff, (“cuya falta de memoria obliga a fabular continuamente”), el de Tourette, el trastorno de prosopagnosia (la incapacidad de reconocer los rostros), Sacks publicó en los 80 una serie de artículos que derivaron en el libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, que permaneció en la lista de libros más vendidos de The NewYork Times durante 26 semanas. En su carta de despedida, agradeció por la vida y el amor que recibió: “Y, sobre todo, he sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y una aventura”. b