EDITORIAL Por los caminos del venerable siervo de Dios, Alberto Hurtado C omo un regalo de navidad para Chile llegó la noticia de que Alberto Hurlado había sido declarado venerable por el Papa después de reconocerse la heroicidad de sus virtudes. Se ha abierto así el camino para su beatificación una vez que se compruebe, mediante un debido proceso, la existencia de un favor extraordinario concedido por la intercesión suya a alguna persona. Pero más importante que encaminarnos como país a tener el primer varón beatificado después de la beatificación de Teresita de los Andes y Laura Vicuña, es preguntamos si estamos viviendo los ideales por los cuales trabajó, luchó y murió este sacerdote jesuíta. A Alberto Hurtado lo habitó un enorme amor a Jesucristo que logró traspasar a muchos jóvenes que posteriormente han sido connotados laicos, sacerdotes o religiosos. Alberto Hurtado recibió de Dios el don que todos los cristianos quisiéramos tener de reconocer a Cristo en cada persona pobre y de servirla heroicamente. Testimonio de esta actitud suya es la creación del Hogar de Cristo como un servicio de asistencia directa a los más necesitados, y la fundación de Mensaje y de la Asich como modos de colaborar a la construcción de un mundo más justo. Monseñor Carlos González Cruchaga, obispo de Talca, presidente de la Conferencia Episcopal, pariente y discípulo del padre Hurtado, ha dirigido a sus diocesanos la carta pastoral Un camino para crecer en fraternidad cristiana, en la cual resuena esta gran pasión de Alberto Hurtado. Monseñor González se pregunta: "¿Cómo es posible llamarnos Iglesia de Cristo sin romper las grandes barreras económicas que nos separan ? ¿ Cómo es posible que algunos tengan tanto y otros tan poco siendo todos cristianos bautizados?". Nos invita, como el Papa en su discurso en la Cepal, a no dormirnos complacientes en las cifras de crecimiento económico, y a asumir todos la opción por los pobres desde su más profunda raíz espiritual que es el hecho de que Jesús quiso nacer entre los pobres, los sirvió a ellos y a los pecadores con amor preferencial y murió como tal. Nos recuerda que 'Jesús pudo vivir y enseñar esta pobreza porque era totalmente libre. Pertenece a lo más profundo de su personalidad el vivir en libertad y no tiene amarras de ninguna especie". Nos exhorta a oír como Iglesia a los pobres que se caracterizan porque nadie los oye y a "recorrer un largo camino espiritual para establecer entre nosotros relaciones de comunión profunda". Es un llamado a colocar al hombre y a la mujer de esta tierra, a todos ellos, en el centro de nuestras preocupaciones. Alberto Hurtado se preguntó hace muchos años si Chile era un país católico. Esta interrogante palpita en la carta del obispo de Talca y desde la convicción de que la gran mayoría es creyente surge esta invitación a asumir efectivamente el camino de Jesús. Mensaje 2 de enero de 1992 MENSAJE ^ 4 0 6 . ENERO-FEBRERO 1992