Fort – Da: Peleando A La Contra - Escuela Freudiana de Buenos Aires

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"Fort – Da: Peleando A La Contra"
(*)presentado En Iv Jornadas De Fenomenología Y Psicoanálisis “presencia, Ausencia. Figuras De Los Confines: Psykhé,
Imago, Doble” Coordinadora General: Prof. Gloria Autino 17 De Agosto 2012 Uba.
María Eugenia Vila
“…el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las
ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del
recuerdo. Marcel Proust (1)
En “Más allá del Principio del Placer” 1920 Freud plantea transformaciones importantes
en la teoría de las pulsiones. Este escrito puede leerse en serie con: El Proyecto de una
Psicología para neurólogos de 1895 e “Introducción del narcisismo” de 1914. En ellos leemos
hitos y giros conceptuales en el desarrollo freudiano. En el Proyecto plantea, entre otras
consideraciones, la vivencia de satisfacción y el objeto perdido, cuestiones que articula en
“Más allá del principio del placer”.
En este texto propone un nuevo dualismo pulsional modificando de esta forma al primero que
establecía: pulsiones del yo o de autoconservación y pulsiones sexuales. En “Introducción
del Narcisismo” de alguna manera se ve conmovido el primer dualismo por las
consecuencias teóricas que el concepto de narcisismo arroja. El yo – sitio de las pulsiones de
autoconcervación en el primer dualismo- ahora es sede de un primer investimento libidinal: el
narcisismo. Vuelve a establecer una nueva oposición que es: libido del yo y libido objetal.
Hasta 1920, y por esta razón en el texto leemos una Más allá, del principio del placer, Freud
sostenía que el aparato estaba regulado por este principio. Ante el aumento de tensión, vivido
como displacentero, el aparato tendería a la disminución de la misma, como búsqueda de
placer. Pero Freud analiza algunos hechos, los sueños repetitivos traumáticos, las neurosis
de destino, el juego infantil de su nieto y observa que hay algunas situaciones
displacenteras que no dejan de ser repetidas por el sujeto. Considera entonces una cuestión
que va más allá del principio de placer interrogando si solo se tratará de la búsqueda del
mismo. Por este camino despeja otra cuestión, un más allá, que él nombra -lo digo con la
letra freudiana: “La compulsión de repetición nos parece como más originaria, más elemental,
más pulsional, que el principio de placer que ella destrona” (2). Articula a esto la pulsión de
muerte y establece un nuevo dualismo pulsional: pulsiones de vida y pulsiones de muerte. Me
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parece interesante destacar “que ella destrona”. O sea que el principio de placer
–considerado como el principio regulador de los procesos anímicos- cambia su estatuto, por
así decir. No es que no va a existir más. Deja de ser el principio regulador. Cobra un lugar
preponderante la compulsión a la repetición, que es una de las formas de manifestarse la
pulsión de muerte. Hay una relación que queda establecida entre pulsión de muerte y
compulsión a la repetición, siendo esta última – la repetición- inherente a la estructura del
sujeto.
En Más allá del Principio del Placer” en relación a la pulsión, Freud escribe: “la pulsión
reprimida nunca cesa de aspirar a su satisfacción plena que consistiría en la repetición de una
vivencia primaria de satisfacción”. En este punto la lectura de este texto de 1920 nos
re-envía a leer el Proyecto, de 1895 en el que Freud despeja el concepto de la vivencia de
satisfacción. Esta hipótesis freudiana reviste un valor mítico en tanto intenta dar cuenta del
origen. Nombra un momento mítico al que tiende el movimiento pulsional en el que se
trataría de una satisfacción plena. Frente a una alteración inespecífica que siente el viviente
producida por alteraciones internas, por el apremio de la vida, el bebé realiza una acción
inespecífica: llanto o pataleo. En respuesta a esto el Otro auxiliante, por caso la madre, ofrece
el alimento, nombra esa reacción como un llamado a ella: quiere el pecho, la llama, le pasa
tal o cual cosa, interpreta esa reacción inespecífica como un llamado dirigido a ella. Dice
Freud que la próxima vez que esto ocurra si el pecho falta, el bebé lo alucinará. Por lo tanto,
estaría planteando un momento en el que nada falta. Menciono dos consecuencias de esta
Vivencia de satisfacción: la huella de la experiencia de placer y el objeto perdido. Frente a las
próximas alteraciones ya no tendrá lugar una reacción inespecífica sino que se tratará de un
llamado.
Destaco que “la pulsión reprimida nunca cesa de aspirar a su satisfacción plena, que
consistiría en la repetición de una vivencia primaria de satisfacción”(3). Tiende a reencontrar
-por la vía de la repetición- una satisfacción. La huella de placer, que puede considerarse
presencia de la ausencia, es matriz de esa repetición. Podemos pensar que lo que queda
irremediablemente perdido es la posibilidad de una satisfacción plena. El objeto perdido
-das-ding como lo nombra Freud en el Proyecto- es un antecedente de lo que Lacan va a
trabajar objeto a en su doble vertiente: como causa de deseo y como plus de goce. Un puro
organismo de la necesidad devine asiento de una fuerza constante que llamamos: Pulsión
que tiende a una satisfacción plena, con volver a encontrar el objeto perdido. Podría decir que
lo que queda irremediablemente perdido es esa adecuación respecto de un objeto.
Adecuación que reservamos para el instinto. Distinguimos instinto de pulsión. Podría decir
que lo que queda radicalmente cuestionado en la obra de Freud es la posibilidad de un objeto
adecuado para un sujeto autónomo que, supuestamente dueño de sus actos encontraría un
objeto placiente.
En Tres ensayos para una teoría sexual (1905) en Metamorfosis de la pubertad Freud
plantea el “hallazgo de objeto” en términos de reencuentro. Dice en relación al objeto que
no se trata de un sujeto que busca y encuentra. El utiliza los términos “Findung” (es lo que
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se encuentra sin ir a buscarlo) y “Wiederfindung” (re hallazgo)” Hallazgo de objeto en
consonancia con su teorización del objeto perdido. De lo perdido, de esa ausencia originaria,
fundante, nos anoticiamos por la vía del reencuentro en singulares presencias. En ellas se
reeditan algunas trazas propias de la historia, advirtiendo cada vez que el placer encontrado
nunca es igual al que buscamos. Para nuestra sorpresa, asistimos en el hallazgo de objeto,
al reencuentro con algunos elementos que, tomando forma y consistencia, retornan. Estos
elementos comportan una fijación de goce para el sujeto. Así mismo debemos tener presente
que si algo de esto tiene lugar es a condición de un desencuentro.
Estas cuestiones están presentes en la obra freudiana y dan cuenta del esfuerzo
sostenido por esclarecerlas. Voy a detenerme en el juego del carretel o también llamado del
Fort da que leemos en Más allá del principio del placer que Freud analiza a propósito de la
repetición y de ese más allá del placer al que tiende el aparato. Se trata de la oposición
significante Fort (fuera) da (acá) sostenida, fundada en la ausencia del objeto.
Podemos señalar tres tiempos (4) en este juego. Un primer tiempo podríamos pensarlo del
siguiente modo. Dice Freud:
Ahora bien, este buen niño exhibía el hábito molesto en ocasiones de arrojar lejos de si, a un
rincón o debajo de una cama todos los pequeños objetos que hallaba a su alcance, de modo
que no solía ser tarea fácil juntar sus juguetes.” … “y al hacerlo profería con expresión de
interés y satisfacción un fácil y prolongado ohhhh que según el juicio consciente de la madre y
de este observador no era una intersección sino que significaba Fort (5) Afuera, desaparecer,
se fue, afuera.
“Al fin caí en la cuenta de que se trataba de un juego y que el niño no hacia otro uso de sus
juguetes que el de jugar a que se iban (6) Podemos decir: “Fuera del campo esperado del
Otro” (7).
En un segundo tiempo:
“Un día hice la observación que corroboró mi punto de vista. El niño tenía un carretel de
madera atado a un piolín. No se le ocurrió, por ejemplo, arrastrarlo tras sí por el piso para
jugar al carrito, sino que con gran destreza arrojaba el carretel, al que sostenía por el piolín,
tras la baranda de una cunita con mosquitero… (8)”
Es interesante: “tras la baranda”. O sea que él ya no estaba en la cuna, en ese lugar
donde había sido puesto por el Otro, él -estando afuera- jugaba a meter adentro un objeto,
presencia de su ausencia, en ese lugar donde él ya no estaba efecto de la intervención del
significante del Nombre del Padre.
“… el carretel desaparecía ahí dentro… El sujeto precipita en el campo del Otro como objeto
y adquiere un sentido. Ser la cosita de mamá, como decía la madre de Juanito. Tiempo de la
alienación. Debe acentuarse que –habiendo operado la falta- jugaba a desaparecer como
forma de reinscribir su falta en ser por la vía de la repetición. Repetición como elaboración,
repetición de la pérdida.
Dice Freud:
“… el carretel desaparecía ahí dentro, el niño pronunciaba su significativo “o-o-o- y después,
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tirando del piolín, volvía a sacar el carretel de la cuna, saludando ahora su aparición con un
amistoso “Da” (acá está)”.
“Ese era pues, el juego completo, el de desaparecer y volver (9).
Puede considerarse como un tercer tiempo lo siguiente explicitado en una nota a pié de
página:
Bebé o-o-o!”...; primero esto resultó incomprensible, pero pronto se pudo comprobar
que durante esa larga soledad el niño había encontrado un medio para hacerse desaparecer a
sí mismo. Descubrió su imagen Un día que la madre había estado ausente muchas horas, fue
saludada a su regreso con esta comunicación: “¡en el espejo del vestuario, que llegaba casi
hasta el suelo, y luego le hurtó el cuerpo de manera tal que la imagen del espejo “se fue” (10)
El juego tiene lugar cuando ha operado la falta. Jugando descubrió que podía salirse y no
estar ahí. Si bien Freud considera que de la partida de la madre el niño Se resarcía…
escenificando por sí mismo, con los objetos a su alcance, ese desaparecer y regresar. …. Más
adelante agrega: el primer acto, el de la partida, era escenificado por sí solo, y en verdad, con
frecuencia incomparablemente mayor que el juego íntegro llevado hasta su final placentero. …
En la vivencia era pasivo, era afectado por ella; ahora se ponía en un papel activo repitiéndola
como juego (11).
La interpretación que realiza Freud en un sentido alude a una especie de dominio que el bebé
adquiere de la presencia ausencia de la madre transformando en activo lo pasivo. Se
corresponde con la gramática de la pulsión. Esto último es de gran riqueza clínica. Hay
muchas situaciones en las que se presenta como un intento de salir de cierta situación de
objeto. De todos modos podría decir que es secundario a lo que Freud destaca dado que
repite mayor cantidad de veces el desaparecer. Se trata entonces de la repetición de la
pérdida.
La repetición podríamos pensarla por un lado en su faz propiciatoria, instituyente, que
tiene valor creacionista que se juega en la insistencia significante Fort da y por otro la que se
manifiesta en lo que Freud nombra en este texto como compulsión de repetición, ligada al
concepto de pulsión de muerte. Repetición de un goce “parasitario” que se interpone entre el
sujeto y su deseo.
El sujeto juega en la vida con el carretel –peleando a la contra— (12) cuando dispone de
este recurso simbólico habiendo operado la castración que inscribe una falta en ser. Juega a
reencontrar algo de lo perdido y se lo procura con la mediación simbólica que las diferentes
presencias del objeto le proveen.
----------------------------------------------------------NOTAS:
(1) Marcel Proust En busca del tiempo perdido. Por los caminos de Swann. Editorial Alianza.
(2) Sigmund Freud Más allá del principio de placer. Obras completas.
(3) Sigmund Freud Más allá del principio de placer. Obras completas.
(4) Alba Flesler El niño en el análisis y el lugar de los padres. Paidós Psicología Profunda
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(5) Sigmund Freud. Más allá del principio de placer. Obras completas.
(6) Sigmund Freud. Obra citada.
(7) Alba Flesler. Obra citada.
(8) Sigmund Freud. Obra citada.
(9) Sigmund Freud. Obra citada.
(10) Sigmund Freud. Obra citada.
(11) Sigmund Freud Obra citada.
(12) Charles Bukowski Peleando a la contra. Compactos Anagrama S.A. 1997
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