Página 1 de 6 EXISTENCIA, SINERGIA Y PUREZA Jorge Isauro Rionda Ramírez A Aristóteles le preocupa la realidad material y la existencia del ser en una sustancia, ajena a la idealidad que el Hombre pueda hacer de ella, lo absoluto expresado en lo inmanente. Las causas inmediatas de las cosas son el interés central de este pensador. Este autor deja atrás el pensamiento intuitivo para centrarse en la inferencia científica en aquello cuya existencia parte de la demostración. Es por tanto a quien se le considera padre de la ciencia. Muy posiblemente deba por ello también no considerársele filósofo sino el primer científico en el mundo occidental. Aristóteles rechaza la existencia prenatal del mundo de las Ideas, nada es el saber del Hombre es innato, toda Idea es producto de una experiencia sensible. La abstracción, ese concreto pensado, es la forma en que la mente humana forja la Idea, con base a los sentidos que nos permiten crear una noción de la existencia de los objetos materiales, objetos de nuestros sentidos. Por ello, lo que existe debe ser demostrable en cuando, no solo nuestros sentidos, sino en cuanto a la razón inteligente de los Hombres para crearse una Idea de ello. La fuente de la información proviene de la materia, en cuanto a la forma es la mente humana la que la define (que equivale a la Idea en Platón). Gracias a las formas la mente humana conceptualiza la existencia real. Queda atrás el mundo de las Ideas como parte independiente del mundo real. En Aristóteles ambos mundos existen, uno real material, independiente de las personas, y el mundo de las Ideas (formas) como parte de la concepción inteligente que el Hombre hace de su experiencia sensible con la realidad. Dicha abstracción cognitiva de la experiencia sensible es la fuente del sentido común que es el conocimiento convencional que existe al respecto del mundo real, material en que vivimos. El interés central ahora es la sustancia que forma todas las cosas o entes ¿qué compone los entes? Las categorías de la existencia se normalizan en una sustancia que les hace ser como Página 2 de 6 elemento común, las especificidades físicas como tamaño, volumen, peso, material, color, tiempo, lugar, forma son meramente accidentes de la existencia. La materia es el elemento individualizador. La forma es el elemento especificador. Indica Gutiérrez (2009; 57) que: “… Según Aristóteles, hay cuatro causas principales que han contribuido a la existencia de un ente. Tales son: la causa formal y la causa material (o causas extrínsecas) y la causa eficiente y la causa final (causas extrínsecas). Las intrínsecas coinciden con la materia y la forma, ya descritas en el inciso anterior. Las extrínsecas son las que interesan, ordinariamente. La causa eficiente es la que produce a un nuevo ente. La causa final es la meta inscrita en la naturaleza de la evolución de ente. El principio de causalidad se refiere preferentemente a la causa eficiente; en Ética interesa sobremanera el análisis de la causalidad final…” En lo específico todo es un accidente de la materia, el interés debe centrarse en la sustancia que compone la materia. De esta dimensión o comprensión de la existencia de los entes derivan consideraciones al respecto de la reproducción (causa extrínseca eficiente), movimiento y la evolución de los entes (causa extrínseca final), esta última que toca a la trascendencia, la anterior toca a la existencia. En Aristóteles no se toca el origen de la existencia (ni en Sócrates ni en Platón), cuestión que es parte del pensamiento helenístico. El origen de las cosas es una inspiración al parecer oriental: la causa original o la causa de las causas. El ser es en cuanto existe un acto, pero este encierra secretos al respecto de su evolución, por lo que todo ente tiene un potencial desconocido (secreto) para el Hombre, el cual no es velado por la experiencia sensible. Lo potencial no necesariamente es, sino que es probable pueda ser. No hay certeza en cuanto a la evolución de los entes, menos de las virtudes que de ello devenga. La materia por ello es imperfecta, puede potencialmente ser en cuando que puede ser un mejor acto. El acto pleno, o puro, concibe Aristóteles es aquel que ya no tiene otra posibilidad de evolucionar, de mejorar, es propiamente Dios. Entonces, todo ente tiende en cuanto su potencial evolución al acto puro, a Dios. Por ello todo tiende a mejorar, es un proceso de sinergia, cada vez de mejor manera, cada vez con mayor intensidad, cada vez más puro, más sublime… más divino. Hay una evolución regenerativa del universo. Por ello, cada día se vive mejor. Esta sinergia aristotélica nos hace sentir que se vive en una experiencia del universo donde toda categoría no solo es perfectible, sino que inercialmente tiende a ella. La cuestión de interés por tanto ahora debe referirse, el acto puro, la pureza, la perfección ¿es alcanzable? Y de serlo ¿cómo llegar a ella? Página 3 de 6 Por otra parte, el pensamiento aristotélico bien resuelve el origen de la vida puesto que esta viene a ser parte de la potencialidad de todo ser en su sublimación evolutiva, o como parte de su sinergia propia e inercial. Aristóteles infiere que Dios es Acto puro de donde proviene el movimiento, la causa originaria o la causa de las causas. Es entonces que el origen es la Inteligencia que se piensa a sí misma, inmaterial, ignora todo aquello que no sea así mismo, ajeno a la existencia del Hombre, del mundo en sí, Dios reina y por tanto se sabe porqué no gobierna. No hay providencia alguna. Interesante resulta que en el mundo politeísta griego tanto Sócrates, Platón como Aristóteles se conciben como monoteístas, sin profesar culto alguna a una deidad que es más tema de divinidad abstracta, impersonal, inmaterial, trascendental. Esta energía universal que mueve todas las cosas y las lleva a la pureza y perfección es emanación en sí de la líbido, la vida y el amor “Mueve como causa final, no como causa eficiente; mueve sin moverse a sí mismo, …” es lo absoluto. En Aristóteles el tema del alma es la energía que este ser absoluta contagia a la entidad relativa para darle movimiento, en este caso vida, que organiza lo corpóreo para que despierte sus potencialidades y que en determinado momento es la energía que logra la vida sobre la materia muerta. Para Aristóteles esta energía o alma es de tres tipos: Vegetativa, que se alimenta y reproduce. Sensitiva, que se mueve y experimenta la sensibilidad de otras entidades existentes, como se nutre de ellas y, El alma humana, que es racional, posee entendimiento, es una entidad moral porque discierne entre los actos malos y buenos y delibera al respecto de la razón de las cosas. Es quien puede concebir a Dios pues el Hombre es una inteligencia que concibe a otras, aún superiores. En este sentido Aristóteles no acepta de Platón la preexistencia del alma, previa al cuerpo. Cuerpo y alma son una síntesis. El cuerpo es la materia y el alma es la forma. La esencia de la vida es producto de la síntesis entre cuerpo y forma. Ahora bien, esta sinergia universal tiende a llevar a todos los entes a cuerpos y formas más sublimes, de ahí el origen del Hombre quien ya es una entidad muy cercana a la perfección y a la pureza. El alma humana tiene como potencialidad inherente de su evolución el estado de plenitud, también llamado felicidad (eudemonismo). Página 4 de 6 Rescatando el pensamiento de Platón, del pensamiento intuitivo del filósofo parten las Ideas que hacen virtuoso al Hombre. La virtud se adquiere mediante el saber de las causas últimas, mismas que se pueden conocer mediante la intuición. El Hombre virtuoso es un hombre honesto, que es una de tantas facultades humanas que posibilitan las virtudes. De la intuición se obtiene el saber sobre la existencia o virtudes intelectuales, como el saber de la trascendencia o virtudes morales. El Hombre en cuanto actos responsables es un animal político que puede proceder mediante su facultad intelectual o su facultad moral, el apego a sus virtudes en cuanto intelectualidad o moral es lo que se concibe como ética, la política es su proceder con base a sus cualidades intelectuales y morales. La civilidad es su conducta de respeto a la existencia de los demás entes de su especie. En Aristóteles se entiende que el Estado es el orden que los hombres organizados inventan intelectual y moralmente como garante de la ética, más en ello Aristóteles concibe a los Hombres como desiguales por su condición, por ello debe haber gobernantes como gobernados. Concibe que el gobernante debe ser originario de una extracción socio económica media. Los pobres están demasiado preocupados por su sobrevivencia como para poder tener intuición alguna sobre las cuestiones trascendentales, y los ricos están embriagados por su confort que les expresa pereza para pensar. Solo una situación modesta permite la intuición del Hombre como para que despierte sus virtudes. El sentido común reza por el bien común. Es el sentido que debe tener un buen gobierno. El pensamiento occidental de principio tiene 4 cortes distintivos de su pensamiento: el estoicismo, donde la racionalidad lo es todo; el hedonismo, donde los sentidos y el placer son la principal fuerza del movimiento; el escepticismo, que pone en duda lo evidente y eclecticismo que trata de armar en un solo cuerpo elementos de cuerpos distintos, donde el constructivismo justifica el sincretismo, muchas veces no sustancioso. DESPRENDIMIENTO, PROVIDENCIA Y CARIDAD El pensamiento helénico abundará durante el periodo medieval en la formación de la doctrina cristiana. Platón con gran influencia en Agustín de Hipona (santo) en el siglo IV, y en el siglo XIII Aristóteles en el pensamiento de Tomás de Aquino (santo). El pensamiento cristiano toma como principal elemento de su filosofía el amor como acto de desprendimiento (sacrificio) por el propio bien o por el bien ajeno. Se concibe que el mal en el Hombre parte del amor mal canalizado, el amor a las cosas, sobre las personas, que es lo que explica el origen del egoísmo humano. De ahí todos los problemas de la humanidad. En la doctrina cristiana la solución reside en recanalizar el amor, de las cosas a las personas, de tal manera que por amor a las personas, éstas se desprenden de sus apegos a los bienes materiales (hedonismo), a cambio de la obtención de felicidad (Aristóteles). Página 5 de 6 En el pensamiento religioso cristiano de corte romano las almas llegan al mundo con la carga de un pecado original (heredado de Adán y Eva), y penan durante la vida por expiar dicho pecado mediante el sacrificio (martirio), de lo cual deviene la gracia y la providencia del Padre quien al expulsar a Adan y Eva del paraíso los desprovee para su subsistencia y les obliga a penar (trabajar) para subsistir. De su sacrificio viene la gracia del Padre, de quien en complacencia da a los hombres su providencia (pan). En el mundo cristiano occidental, durante 10 siglos se fermentan tesis al respecto de las almas, la creación, la existencia y la trascendencia. El sentido común al que se refiere Aristóteles está presente en las sentencias de Jesús quien es un maestro de la vida y con sensatez explica las razones de los Hombres y de la vida misma. El cristianismo es norma de vida, es una religión. Su filosofía es más elemental pues se preocupa por la conducta de las personas más que de temas relativos a lo inmanente y lo trascendente. No obstante existen algunos aspectos de interés respecto a su filosofía. El concepto de Dios en lo trascendental resulta de algo que es totalmente distinto a lo mundano, es celestial y sublime ante la existencia del Hombre. En lo inmanente Dios esta en todas partes, en todo lo existente, es parte de la existencia en sí. El capricho de Dios no es crear el universo por sí solo, sino crear al Hombre en su imagen y semejanza, recrearse a sí mismo, reinventarse en lo mundano. Pero ni Dios puede copiarse a sí mismo, por tanto, su creación es su semejante mas no su idéntico, menos su igual. Debe por ello cuidar de él, proveerle de lo necesario. Creación y providencia vienen inherentes uno del otro. Se deja atrás el Dios justiciero, frío y cruel, tal como aparece en el viejo testamento. En el nuevo testamento correspondiente a la naturaleza del hijo y no del padre, destaca la bondad, la caridad. El pensamiento oriental es latente en el pensamiento cristiano, especialmente en la relación de Dios y la sensibilidad humana: Dios es amor. Dios es bondad. Dios es el bien. Los hombres son virtuosos no tanto por su conocimiento o involucramiento con el mundo de las Ideas, sino por los sentimientos de generosidad, donación o desprendimiento, sacrificio. Ir contra estas inclinaciones es estar en pecado. El camino bueno, o el buen camino del hombre es el de la virtud que parte de la generosidad, la providencia, la caridad. Ahora bien, si el amor a los hombres es la doctrina del cristianismo, esto lleva necesariamente la comunión, que es la unión entre los hombres mediante la caridad, cuyo lazo une no solo a las personas, sino a los Hombres con Dios. Adquieren por ello primacía conceptos llevados a valores morales tales como la fraternidad, el sentido social, la benevolencia, el desinterés, la ayuda generosa al prójimo… Página 6 de 6 En el siglo IV aparece el pensamiento de Agustín de Hipona, a quien le preocupa en lo especial la relación de alma y Dios. Parte del pensamiento de Platón, donde la verdad no está en lo exterior al Hombre sino dentro de uno mismo. No son los sentidos quienes la proporcionan (como lo piensa Aristóteles), sino la verdad está implícita dentro de uno mismo. La verdad está en el mundo de las Ideas, inmutable, eterna. Es Dios y sus Ideas. Pero el descubrimiento de las Ideas no se logra por la inteligencia intuitiva, sino por la Iluminación que Dios da al hombre. Las ideas no son innatas, las inspira Dios. La razón profundiza en el conocimiento de las cosas. De su intuición surgen las Ideas y por su convicción tiene fe en ellas. La fe parte de razones cuya fundamentación les da crédito. La fe por ello parte de un sistema de creencias, el problema es que es dogma cuando este sistema se vuelve incuestionables, irreprochable, irreprobable, permanente y absoluto. En Agustín de Hipona el entendimiento de la existencia del Hombre es la posibilidad que nos brinda este Dios bondadosa de resarcir el pecado original, ancestral mediante el camino a la salvación, que es el camino de la virtud que parte de la providencia, la bondad y la caridad, lo que lleva inequívocamente a la felicidad, que es el regreso del Hombre al lado (¿providencia?) de su padre Dios. Dios existe antes de la existencia misma del universo. El universo es creado por emanación de Dios, pero Dios existe siempre, no es creado, es creador. En esto el cuerpo es el instrumento del alma, no su capullo ni su cárcel. El alma usa el cuerpo en libertad para hacer su voluntad, la cual debe estar iluminada por la luz divina puede andar el camino de la virtud y la felicidad. En el pensamiento Helénico Dios no se ocupa más que de sí mismo, en el cristianismo Dios lleva mediante los hechos de la historia la triunfo de su reinado. FUENTES: Gutiérrez Sáenz, Raúl (2009) Historia de las doctrinas filosóficas. 1ª. Ed. 1999. 38ª. Ed. 2006. 3ª. Reimpresión (2009). México. Grupo editorial Esfinge. P. 230.