* La habitación muerta de Van Gogh ** Didier Anzieu El pintor se levanta al amanecer. Desde que se ha instalado en el mediodía de Francia siempre ha pintado temprano. Es una mañana de octubre 1888 en Arlés. Hacia la misma época, en Combray, Marcel Proust inicia su En busca del tiempo perdido con la misma frase pero invertida: "Durante mucho tiempo me he acostado temprano". "Buena hora" ¿en dos palabras o en una?*** El escritor, el pintor sólo conocen una dicha: la dicha de escribir, la dicha de pintar. Las alegrías familiares, sociales, les son negadas. El pintor se ha levantado: abre la ventana de su habitación que da sobre jardines multicolores y, más lejos, sobre campos de rastrojo de un amarillo esplendoroso. Trátase del encandilamiento de la luz. La fija en su ojo para trasladarla enseguida sobre la tela tal cual le enseñaron los impresionistas en su afán de efectos decorativos. Pero el pintor está impulsado por una exigencia mayor: por el "color expresivo", por la luz, hacer luz sobre la naturaleza profunda de las cosas y de los seres. Retoma la técnica impresionista del puntillismo pero cambiándole el sentido, el alcance; la transforma con ese pincelazo que constituye una de las singularidades de su arte de pintar. Su dormitorio se convierte a la vez en una paleta imaginaria y en una superficie simbólica que acogen la vivacidad y el contraste de los colores. El sujeto del cuadro es el propio cuadro a la vez receptor de la excitación y capturador de significaciones. Antes de pintar, escribir. Vincent escribe a Théo, su hermano menor (posible abreviatura de Théophile). Vincent, hijo de pastor, evangelista durante un tiempo, ama a Dios -es ésta la etimología de Théophilepero cada vez está menos seguro de ser amado por él. Vincent no es Víctor; no es un vencedor. Es aquel que busca todavía vencer pero que está lejos de haber ganado la partida. * Título original: "La chambre morte de Van Gogh". Este trabajo fue presentado en el Panel de Discusión sobre Val! Gogh. ** Dirección: 7 bis, rue Laromiguiere, 75005, París, France. *** En francés, de bonne heure [de buena hora) significa "temprano" bonheur significa "dicha". El autor lleva a cabo un juego de palabras. [N. de T.J 752 Didier Anzieu Freud, siete años más tarde, en la mañanita del 23 de julio de 1895, escribirá a Fliess que ha hecho en sueños un descubrimiento sobre el sueño, el del sentido de los sueños. Vincent escribe a Théo que, en esta región de Francia la naturaleza es "extraordinariamente bella" y que esta naturaleza de sueño clama una pintura de sueño que llegará más lejos que la de los impresionistas. El pintor toma su atril, desciende, sale de la casa: dos ateliers en la planta baja, dos cuartos en el primer piso; uno para él, el otro para Théo o para Gauguin. Pero ¿vendrán acaso? El pintor saluda al cartero Roulin, republicano declarado, rutilante en su uniforme, quien se ocupa con veneración de despachar una a una en la estación las telas que el pintor va enrollando. Van a beber un vaso de cerveza o un ajenjo en lo de Marie Ginoux, espléndida en su traje de arlesiana. Administra con su esposo el café de la estación y ha preparado para el pintor un tentempié para el almuerzo. Éste se retira solo. Mira, pinta a veces sin pausa hasta las seis de la tarde. Pinta los campos, los puentes, las flores; o bien se da vuelta; pinta la casa de muros amarillos, de postigos verdes que ha alquilado y amueblado. Hoy, el sol del incipiente otoño es intenso. El pintor vuelve a la frescura de su habitación detrás de los postigos cerrados. Deja sus pertrechos en el muro opuesto a la ventana. Dibuja su interior y a este interior lo representa vacío. No es la primera vez. Recientemente, hizo el "retrato" de una silla ausente de todo usuario pero en el cual los colores daban al objeto el brillo de la vida. Primero dibuja la habitación con líneas precisas, geométricas. Luego comienza a cubrir el dibujo con colores pálidos, sosos, lavados, que contrastan con la explosión cromática del exterior. Dos veces más, durante el próximo año, volverá a hacer esa misma tela cambiando únicamente las tachaduras, las raspaduras, las fisuras del suelo y de la pared, agregando toques de verde crudo. La habitación no está ocupada, el locatario está ausente. Es una "naturaleza muerta" como le escribe a Théo adjuntándole un croquis. El cuadro original fue pintado por Van Gogh en octubre 1888 en Arlés. Van Gogh lo vuelve a copiar dos veces en 1889: una vez en el trascurso de su hospitalización en el Hotel-Dieu en Arlés en enero 1889, la otra en ocasión de su internación en el asilo 'Saint Paul de Mausole cerca de Saint-Remy-de-Provence. Una de las dos copias se encuentra en el museo de Orsay en Paris y presento en esta página su reproducción. En relación al original (reproducido en la página 89 de la obra de P. Bonafoux Van Gogh, el sol de frente"), los colores están acentuados: se le ha * París. Gallimard, 1987. La habitación muerta de Van Gogh 753 agregado verde; el suelo (¿baldosas rojas o asfalto?) está oscurecido. Hay más frasquitos sobre la mesa de luz. Una carta a Théo de octubre 1888 anuncia el comienzo del trabajo de Vincent van Gogh con el envío de un croquis. En la carta procede a hacer el inventario de objetos y de colores. Precisa el espíritu del cuadro: significar la calma, el reposo; nada de sombra; tonos chatos y simples que armonicen. Esta descripción idílica termina con lo opuesto: fuera de los objetos, no hay "nada". La puerta se abre súbitamente a la angustia de la soledad y del vacío. Es una habitación muerta. El espacio es un mero soporte de objetos inanimados: a la derecha, una cama de madera cubierta por un acolchado, una percha, los cuadros de sus pintores favoritos colgando de las paredes. A la izquierda, una mesa de luz o lavatorio entre dos sillas y encima un espejo necesario para llevar a cabo los autorretratos que tiene en mente; un lavamanos. A cada lado se puede entrever una puerta. Es una de las últimas veces en que primero dibuja y colorea en un segundo tiempo. A partir de este cuadro, su pintura se volverá cada vez más espontánea, independiente de todo croquis previo. He visto varias veces este cuadro en el museo de Orsay en Paris, en exposiciones en el extranjero. Cien veces he contemplado reproducciones al hojear catálogos, obras, álbumes. Siempre lo consideré como un inventario de objetos, apoyado en esta idea por las directivas del Ministerio francés de Educación Nacional que propone que los alumnos realicen el comentario de esta tela para aprender así a precisar y ejercitar la percepción y el vocabulario. El equilibrio de las oposiciones de colores buscado por el pintor, la intensa perspectiva, buscada igualmente por él, junto al empleo verosímil del encuadre de la perspectiva, contribuían a que yo compartiese la impresión de calma, de armonía, de belleza. He aquí que el comité del programa del Congreso de la API de Amsterdam me pide que participe en una mesa redonda sobre Van Gogh. Acepto y el primer cuadro que se me aparece es el de esta habitación. Decido concentrar mi exposición en el análisis de esta tela sin buscar en demasía reconstruir la historia de la vida y de la producción del pintor. Vuelvo por lo tanto a observar el cuadro. Se produce un shock. Tal como Freud en Roma frente el Moisés de Miguel Ángel, permanezco fascinado delante del dormitorio de Van Gogh en Arlés. Me siento fascinado por la impotencia que súbitamente expresa a mi entender esta tela en la cual la abundancia de los objetos, el refuerzo de la perspectiva, la paleta de colores, tienen una única razón de ser: contener, sostener un vacío central. Y es este vacío el que me atrapa, no la cabeza o el corazón, sino el vientre. Van Gogh pinta su interior, el de su casa, el de su psiquismo y esta doble interioridad está vacía. ¡Qué desequilibrio entre su pintura del mundo exterior, su riqueza, su calidez y esta pintura de interior en la cual los colores empalidecen, en la cual la perspectiva se agota, en la 754 Didier Anzieu cual los objetos hacen de relleno para ocultar esta doble angustia de la soledad y de la impotencia! Las metáforas religiosas que se me ocurren no son aberrantes cuando se considera que Van Gogh era hijo de un pastor y que él mismo pasó algunos de sus años de juventud evangelizando a los paisanos y obreros de la mina y cuando uno igualmente sabe que las semanas anteriores a la composición de este cuadro intentó en vano en dos oportunidades pintar a Cristo abandonado en el Jardín de los Olivos. Pienso en la estupefacción de los discípulos, el tercer día después de la muerte de Dios hecho hombre al encontrar la tumba vacía. Esta tela de Van Gogh hace de eco a mi entender al tema moderno de la muerte de Dios arrastrando consigo la muerte del hombre. El pintor representa sobre una tela aquello que Nietzsche al mismo tiempo proclama en sus escritos. Encuentro en la correspondencia con Théo una confirmación de lo que acabo de experimentar. En una carta de octubre 1888, Vincent describe su tela como acabo de hacerlo yo: objetos, sistemas de colores contrastantes. El inventario termina bruscamente con: "y luego ... nada". Es esta nada lo que de ahora en más considero como el verdadero sujeto del cuadro, sujeto oculto, clivado, proyectado, contenido y que a continuación en la vida de Van Gogh va a desplegarse y a conmocionar su obra. Después de este cuadro del dormitorio, Van Gogh no será más el pintor de la pura luz. Va a pasar de la tridimensionalidad subrayada por la insistente perspectiva a la representación de la bidimensionalidad superponiendo sobre una superficie plana campos de tierra cultivada y cúmulos de nubes en el cielo. Su interior se achata, su cuerpo se convertirá en una piel que el artista todavía intentará depositar sobre la tela en forma de una obra pero en un año y medio se verán las consecuencias. El realizará esa nada, entrevista aquí por vez primera, dándose muerte en Auvers-sur Oise. Este cuadro del dormitorio ilustra cabalmente el pensamiento 515 de Blaise Pascal, titulado "Tedio": "Nada le resulta más insoportable al hombre que estar en reposo total, sin pasiones, sin ocupaciones, sin diversión, sin dedicación. Siente entonces su nada, su abandono, su insuficiencia, su dependencia, su impotencia, su vacío. Incontinente, extraerá del fondo de su alma el tedio, la negrura, la tristeza, el pesar, el despecho, la desesperación." y el pensamiento 74 repercute ampliamente en toda la obra anterior del pintor: vanidad en la pintura que provoca admiración por la semejanza de cosas cuyos originales no se admiran!" "[Cuánta La habitación muerta de Van Gogh 755 Extraigo varias observaciones de orden psicoanalítico de la historia de mis reacciones frente a la contemplación de esta tela: 1. La crisis creadora: Van Gogh muere a los treinta y siete años. Ha pintado durante ocho años produciendo alrededor de 900 cuadros y otros tantos dibujos,o sea, doscientas obras durante las semanas de sus dos hospitalizaciones que tuvieron lugar poco después durante el invierno 1888/1889. Rencontramos aquí las características destacadas por Elliot Jaques: la creatividad juvenil es rápida, abundante, intensa. Van Gogh ha sido incapaz de enfrentar la crisis depresiva de la mitad de la vida y de pasar a generar un arte más maduro en su obra. Fracasa en lo que respecta a encontrar a una mujer, en ganar su vida con su arte, en conservar un amigo (Gauguin) que lo acompañe en su trabajo, como lo hizo Fliess al mismo tiempo con Freud. Su deseo de eternidad se desploma. 2. Considero a este cuadro del dormitorio como una proyección de la imagen del cuerpo del pintor, más precisamente de su yo-piel. Los muros y el piso, azul pálido, violeta tenue, gris, representarían su envoltura psíquica narcisista idealizada. Esta envoltura muestra los rasgos específicos de la pintura de Van Gogh: tachaduras, roturas, heridas cuyas técnicas son tomadas en préstamo al puntillismo, al pincelazo tan valorado por los impresionistas. Pero mientras que éstos los empleaban para representar la sensación de origen exterior, Van Gogh lo utiliza, a mi entender, para introducir mediante la representación de los objetos exteriores las fallas narcisistas precoces de su yo. Son éstas las que inconscientemente quiere mostrar. O más bien, proyectar. La impresión de descanso que se desprende de una visión superficial de este cuadrodisimula y al mismo tiempo hace aparecer la calma de un cuarto mortuorio, el descanso de la paz eterna. La tela de Van Gogh denota la actividad defensiva de un yo que intenta ocultar en la exageración de la estructuración tridimensional, el vacío interior de la desidealización, de la desilusión, de la negrura del peligro melancólico. 3. La importancia del color: el color traduce la catectización libidinal y narcisista del mundo externo. Al volver la mirada sobre sí mismo, el pintor constata una decatectización cada vez más intensa, cada vez más perceptible a su vida interna. ¿Qué salvación habrá buscado Van Gogh huyendo del desastre interior a través de la familiaridad, de la exhuberancia de los colores y de sus contrastes? Inventó con sus telas todo un sistema de doble clasificación de la excitación y de las significaciones y esto constituye a mi entender la originalidad de su pintura. Los azules, violetas y grises representan el continente psíquico; la oposición violenta de los verdes y de los rojos traduce -Van Gogh ya lo ha escrito a Théo respecto de un cuadro algo anterior: "El interior del café de la estación a la una de la mañana" -lo que hay de diabólico, de pecado, de daño del 756 Didier Anzieu alma humana: el alcohol, el tabaco, la prostitución. El amarillo no es más el oro esplendoroso de los girasoles sino la paja amarillenta de las sillas; la madera ligeramente amarilla de la mesa, del lecho; el blanco está ausente, por lo cual Van Gogh recomienda a Théo enmarcar la tela con un marco solamente blanco. "Expresar el amor de dos enamorados a través de un matrimonio de dos complementarios, su mezcla y sus oposiciones, las vibraciones misteriosas de tonos cercanos. Expresar el pensamiento de una frente a través de la radiación de un tono claro sobre un fondo oscuro. Expresar la esperanza en alguna tela. El ardor de un ser a través de la irradiación del sol poniente" (carta a Théo, 1°de setiembre de 1888). 4. El efecto de la perspectiva puede considerarse en ambos sentidos. Si se observa el cuadro tal cual se presenta ante quien lo contempla, las líneas de huída -el piso, la cama, la disposición de las sillas- convergen en la ventana, en la baldosa del medio de la parte derecha de la ventana. La zona constituída por dos pequeños triángulos donde convergen todas las líneas constituye el centro, no geométrico sino psíquico de la tela. El cuadro es una invitación a mirar por la ventana el amanecer, los objetos y la vegetación iluminada por la luz. Es el movimiento por medio del cual la psiquis emerge del interior para dirigirse hacia el exterior, para investir los objetos antes de percibirlos y con el fin de percibirlos. El pintor fija su visión sobre la tela en un movimiento que va de la cateetización a la percepción. Pero si ahora damos vuelta el cuadro poniendo la parte de arriba hacia abajo para mirar no ya los objetos sino el movimiento de las líneas provenientes de ellos, la impresión difiere: desde la extensión luminosa de la ventana surge una especie de corsé, luego una pollera que se afina cada vez más. Suscintamente, la imago de una madre oculta, cabeza abajo, ausente-presente en tanto que provee la estructura misma de la tela pero la disimula a través del mecanismo, propio del trabajo creador, de la inversión del interior en exterior. Trátase del mismo efecto de darse vuelta que se puede constatar en el cuadro precedente -el del interior de la sala del café de la estación-e un billar sobre el cual nadie juega y al cual el patrón, el Señor Ginoux, observa con un aire desengañado. La sala está atravesada por la fuerza del vacío que rechaza hacia los costados. a las parejas que están bebiendo, hablando, achanchándose, mientras que, desde la puerta de entrada nace un vestido que se va agrandando análogamente al cuervo cuyo contorno descubre Freud en una tela de Leonardo de Vinci. Es la pulsión lo que ilumina el mundo externo pero lo que podría iluminar el mundo interno y es buscado, y falta, cuya ausencia se va a demostrar irrefutable en las próximas semanas y meses es la imago de una madre luminosa que Van Gogh cree encontrar durante un tiempo en la pequeña prostituta con quien sale, con quien se siente impotente y a quien irá a La habitación muerta de Van Gogh 757 llevar, unas semanas más tarde, el lóbulo cortado de su oreja, símbolo del glande impotente. El lóbulo de la oreja es una de las partes del cuerpo que más sangra. A través de esta hemorragia el pintor se va a vaciar de la libido narcisista que aún le queda: agujero de la soledad, del rechazo, del abandono, de la nada, anunciado en el cuadro de la habitación. 5. El cuadro del dormitorio es un autorretrato, no del retrato del propio pintor sino del retrato del pintor ausente, que se ausenta de su obra y dentro de poco de la vida. Van Gogh pinta su propio vacío interior. Francis Bacon pintará otra variante negativa del autorretrato: el pintor que da la espalda a su imagen en el espejo. El cuadro de Bacon es el autorretrato de un homosexual. El de Van Gogh es la representación de una alucinación negativa: la pintura absorbe al pintor y 10 hace desaparecer en la nada. (Traducción de Alcira Mariam Alizade)