Título: “Análisis Crítico de la Crítica de la Razón Práctica” Autores: Claudia Cervantes Pérez Asesor: José Walter Wiechers Rivero Escuela: Centro Universitario México Área: Disciplinas Humanísticas y Artes Antecedentes: La filosofía de la Ilustración sólo admite y tolera concepciones acerca del mundo y de la vida que puedan justificarse a la luz de la razón. Emanuel Kant se educa dentro de esta filosofía y gracias a su genio, se convierte en el fundador de una nueva época de la filosofía, el criticismo. Objetivo: Comprobar que una ética integral implica la consideración de los sentimientos como condiciones de posibilidad del acto moral, lo cual no encontramos en la ética kantiana. Así como también la necesidad de la inclusión de cierto grado de heteronomía como regulador del acto moral. Marco Teórico: Partimos de un concepto integral del hombre, tal y como lo han definido Aristóteles, San Agustín, Tomás de Aquino, Descartes, Bacon, Pascal, Rousseau… Un ser humano dotado de razón, voluntad, sentimientos, corazón; cuerpo, alma y espíritu. Es decir, un concepto de ser humano tal y como lo plantean la mayoría de los filósofos de la Antigüedad, de la Edad Media y Moderna: un hombre integral que tiene sentimientos. En la Crítica de la razón práctica —como hemos ya mencionado— los sentimientos están ausentes. El concepto de hombre que presenta Kant, por tanto, es incompleto y lo será, también, su ética. Metodología: Analizar la Crítica de la razón práctica para detectar sus fallas y contradicciones y proponer una visión ética más integral. Desarrollo: Libertad Kant establece a la libertad como condición de posibilidad de la ley moral y viceversa. El limitar la injerencia del amor, supone un grado atenuado de heteronomía, la cual, según Kant, mancha y nulifica la ley moral, pues ésta encuentra su base en la autonomía moral. Gracias a este razonamiento es que es posible establecer que la presencia de los sentimientos, del amor, dentro de la ética kantiana es necesaria, porque el no permitir la entrada del mundo de los sentimientos, estaría nulificando sus propios preceptos fundamentales de libertad, sin los cuales la ética no podría desarrollarse como una ética de un ser racional libre. La ética Kantiana no es posible en la práctica y elimina la libertad, base de la ética y de la ley moral. Amor * La ausencia del amor no permite el desarrollo de una ley moral y por lo tanto de la ética kantiana en general. * Primer imperativo categórico establece: “Actúa de tal manera que la máxima de tu acción se pueda convertir en ley universal”. La heteronomía implícita de este imperativo determina que el actuar de forma que nuestras acciones puedan convertirse en ley universal supone la búsqueda de un bien común. El buscar un bien común, presupone un cierto grado de amor hacia la comunidad, y por cada uno de los individuos que la componen. * El segundo imperativo categórico recita: “Trata a los demás como fines y no como medios.” Para que un hombre pueda considerar a otro como fin en sí mismo debe comenzar por considerarse a él mismo como tal lo que implica que dicho hombre posee cierto grado de amor a sí mismo. * Al excluir Kant al amor en su ética nulifica ambos imperativos categóricos. Heteronomía * Primer Imperativo Categórico: Este imperativo dictamina que el acto moral se encuentra encaminado a buscar el bien común, basado en los valores morales fundamentales. Dichos valores constituyen una normatividad con la cual debe compararse el acto moral para considerarse capaz de convertirse en ley universal, en consecuencia, una heteronomía * Segundo Imperativo Categórico: Volvemos a considerar que este contiene implícito valores éticos prestablecidos y con ellos una heteronomía. * En relación con el concepto del deber, constatamos un deber sin un contenido heterónomo, puede dar cabida a que dicho deber se malinterprete para justificar actos inmorales. El deber kantiano es notablemente ambiguo. Felicidad Kant propone a la felicidad como una inclinación empírica, base y fundamento del amor propio, pues supone que busca únicamente la satisfacción personal. Sin embargo, la felicidad no es únicamente un sentimiento terrenal de satisfacción, dado que dicho sentimiento encuentra su mayor expresión en el Bien Supremo, conjunción de virtud y felicidad. Si Kant basa toda su ética en un concepto de Bien Supremo, es decir, Dios, y, si Él es la máxima expresión de la felicidad, la cual es únicamente alcanzable después de la purificación del alma en la vida terrenal y en la eternidad, nos es posible afirmar, que la felicidad es en sí fin último de la ética kantiana. Dios La esencia de este Ser Supremo, que es Dios, es el amor. Siendo este ente esencia pura de amor, nos es permitido afirmar que también su ética encuentra dicha base en el amor. El amor no es realmente una simple inclinación empírica, es en realidad un sentimiento racional, fin último de la ética kantiana. Con relación a la heteronomía, Kant propone el perfeccionamiento de la persona por medio del cumplimiento del deber. Sin embargo, si Dios, es el fin último de los esfuerzos morales, es coherente deducir que dicho deber se derive de las Leyes Eternas establecidas por el Ser Supremo, las cuales proporcionan al individuo, formas de actuar y preceptos a seguir para alcanzar a Dios. Tanto el concepto del amor como el de la heteronomía son parte integrante del Bien Supremo, es decir, Dios. Evidencia de la imperativa necesidad de incluir ambos conceptos en cada uno de los aspectos de su ética para lograr que se vuelva práctica y realizable. Resultados: Al no incluir al amor Kant nulifica la ley moral, pues está limitando la ley moral, y con ella a su propia ética. Ambos imperativos categóricos contienen distintas formas implícitas de amor, las cuales son condiciones de posibilidad para el completo cumplimiento de éstos. Ambos imperativos categóricos contienen también, una heteronomía implícita en la forma de los valores morales universales. La inclusión de cierta heteronomía en el concepto del deber es necesaria para evitar malinterpretaciones. La felicidad no es únicamente un sentimiento de satisfacción terrenal, es un sentimiento virtuoso que encuentra su justificación en el Bien Supremo. El Bien Supremo, es decir Dios, significa la justificación más grande de la necesidad de la inclusión del amor y la felicidad en la ética kantiana al convertir a éstos, en sentimientos racionales ya que encuentran su máxima expresión en este Ser. Y de la heteronomía al ser la más grande e importante representación heterónoma. Conclusiones: La inclusión de los sentimientos, dentro de la ética kantiana, específicamente del amor y de la felicidad es necesaria, no únicamente por el hecho de que esto estaría convirtiendo a la ética en una ética mas completa y realizable para el ser humano, pero también porque se ha demostrado que ambos sentimientos son parte integrante y condición de posibilidad de muchos preceptos de dicha ética, así como también se ha demostrado, que éstos no son en realidad inclinaciones empíricas, sino sentimientos racionales, pues encuentran su máxima expresión en el Ser Supremo, fin último de los esfuerzos morales terrenales al cuál se ha llegado no por otro camino sino el de la racionalidad. Lo mismo sucede al observar el concepto de la heteronomía. Podemos darnos cuenta, que el encaminar nuestros actos a alcanzar el Bien Supremo, supone que estos deben estar incluidos en leyes heterónomas dictadas por este Ser como lo son el Decálogo y las Leyes Eternas. Un deber sin contenidos, al tener el peligro se ser malinterpretado, puede desviarse de éstas leyes y cometer actos inmorales, nulificando el propósito entero de la ética de ser capaces de alcanzar el Bien Supremo, por medio del perfeccionamiento moral. Es por medio de este análisis que encontramos la justificación a la necesidad de incluir tanto al amor, la felicidad y la heteronomía dentro de la ética kantiana, con el fin de convertirla en una ética práctica y realizable. Bibliografía: * Kant, E. (1913).CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA. Porrúa. México. P 153. * Kant, E. (1921).FUNDAMENTACIÓN DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES. Porrúa. México. P 61. * Kant, E. (1912). PROLEGÓMENOS A TODA METAFÍSICA DEL PORVENIR. Porrúa. México. P 152. * Kant, E. (1917) CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA. Librería General de Victoriano Suárez. Madrid. 66-104 pp. * Kanz, H. (2001). IMMANUEL KANT. UNESCO. (25 Enero 12, 08:39 hs). www.ibe.unesco.org/fileadmin/user_upload/archive/publications/ThinkersPdf/Kants.pdf * Wiechers, R. J. (1999). HISTORIA DE LAS DOCTRINAS FILOSÓFICAS: ANTLOGÍA, TEXTO Y CUADERNO DE TRABAJO. Humanismo y Sentido. México. 26- 228 pp. * Wood, W. A. (1999). PENSAMIENTO ÉTICO DE KANT. Universidad de Yale. (1 Febrero 12, 19:45). www.catdir.loc.gov/catdir/samples/cam032/98032168.pdf