Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente

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Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente
Personería Jurídica No. 892 Minjusticia NIT. 860.350.514-5 ISSN 0122-6029
Boletín No. 49 - Septiembre 2010
Editorial
Conviene saber…
El derecho a morir con dignidad, como uno de los derechos
fundamentales de todo Ser Humano, es el eje de los esfuerzos que desde
treinta años atrás viene realizando nuestra Fundación DMD.
Sostenemos, como todos nuestros afiliados, que tal derecho se puede expresar
no solamente de viva voz sino por medio de un documento, que lleva el título
“Esta es mi voluntad”; que esa expresión debe ser respetada por nuestros
parientes y amigos, por los médicos que nos atienden, por las instituciones
donde se nos den los cuidados, en pocas palabras, por todo aquel que pueda
intervenir en la etapa final de nuestra vida.
Y conviene saber que, desde 1997, gracias a la sentencia de la Honorable
Corte Constitucional, entre las decisiones que puede tomar válidamente la
persona que se acerca al término de la vida, si padece intensos sufrimientos
que no tienen otra posibilidad de alivio, está la de pedir a su médico que le
ayude a morir para que tales sufrimientos no se prolonguen como intolerable
agonía.
Colombia es pionera en tan humanitaria decisión, dentro de América Latina. El
médico que atienda esa solicitud, si cumple las exigencias planteadas por la
sentencia mencionada –es decir, que se trate de enfermo en la etapa final, bajo
intensos sufrimientos ya intratables y que pida en forma razonada y reiterada la
muerte- no será castigado porque su conducta está justificada.
Conviene saber también que esta autorización no significa que la eutanasia se
pueda aplicar sin consentimiento del enfermo y, para el caso de los afiliados a
DMD, que el documento “Esta es mi voluntad” no constituye actualmente
petición de eutanasia, sino instrucción para aplicar o dejar de aplicar
determinados tratamientos cuando ya no sean útiles.
Como siempre, las preguntas y observaciones sobre estos asuntos serán
bienvenidas y trataremos de responderlas en forma oportuna, tan
satisfactoriamente como sea posible.
Dr. Juan Mendoza-Vega MD
Presidente Fundación DMD
Presidente Federación Mundial de Sociedades por el Derecho a Morir WFRtDS
IV ENCUENTRO DE REFLEXION “BEATRIZ KOPP DE GOMEZ”
DECIDIR ANTE EL MORIR
Programación
3:00 – 3:30 PM
Bienvenida
3:30 – 4:15 PM
Alrededor de la muerte- Conceptos básicos
D. Juan Mendoza-Vega MD Presidente DMD y WFRtD
4:15 – 4:30 PM
Café
4:30 – 5:15 PM Las personas y las decisiones al final de la vida
Dra. Ana Isabel Gómez MD
5:15 – 6:00 PM
Panel de preguntas
Conferencistas y público
Cierre
Lugar: Club del Comercio de Bogotá. Calle 62 No. 5-88
Día: Miércoles 22 de septiembre de 2010
Hora: 3:00 PM a 6:00 PM
Costo: Afiliados $40.000 Público en general: $50.000
Cupo limitado
Informes e inscripciones: Tels. 345 40 65 – 347 33 65
e-mail: info@dmd.org.co
FUNDACION PRO DERECHO A MORIR DIGNAMENTE
MISION
Defender y promulgar el derecho que tiene todo individuo a morir dignamente
de acuerdo con sus creencias particulares y emprender acciones con entidades
y organismos públicos y privados del ámbito nacional e internacional que
contribuyan a promocionar y asegurar ese derecho de las personas.
VISION
Para el 2020 DMD busca consolidar una cultura jurídicamente sostenida en
torno al respeto a la vida y la muerte digna como derechos humanos
fundamentales, liderando proyectos de promoción y exigibilidad de tales
derechos de las personas.
Objetivos
•
Difundir los derechos de los pacientes, específicamente el derecho a
recibir suficiente información de su diagnóstico médico, con el fin de
poder participar en las decisiones que deban tomarse durante el
tratamiento de la enfermedad y evitar la prolongación inútil de la vida y
el sufrimiento innecesario.
•
Generalizar el conocimiento del documento “Esta es mi voluntad” como
medio para expresar la voluntad de la persona y su determinación de no
someterse a medidas extremas en caso de enfermedad y así exonerar
de toda responsabilidad decisoria sobre su vida a familiares, médicos o
instituciones.
•
Asesorar a los familiares y pacientes con enfermedad terminal para
hacer efectivo el cumplimiento de las disposiciones hechas por el
paciente.
•
Promover procesos de comunicación a través de conferencias, talleres y
grupos de estudio enfocados al cuerpo médico, profesionales de la salud
y estudiantes, sobre la atención que deben recibir los enfermos
terminales y la importancia del diálogo franco entre paciente, médico y
familia.
UNA OPCIÓN PARA ENFERMOS TERMINALES
Se llama enfermo terminal la persona con diagnóstico cierto establecido, sin
posibilidad de tratamiento curativo y cuya muerte probablemente ocurrirá en
corto tiempo, entre pocas horas y algunas semanas.
Una persona en estas circunstancias, en el proceso hacia la muerte, enfrenta
con frecuencia situaciones difíciles: dolor, fallas en el funcionamiento de
diferentes órganos y sistemas de su cuerpo, lo cual implica molestias,
incapacidades y urgencias de diferente grado, así como sufrimiento, entendido
como afectación integral de las diferentes dimensiones de lo humano. Los
cuidados paliativos están orientados al control de tales situaciones, con grados
variables de eficacia.
En las circunstancias mencionadas, es frecuente que los médicos ofrezcan al
paciente terminal o sus familiares -con fines paliativos o para superar estados
de urgencia- opciones como aparatos de ventilación, diálisis, sondas
percutáneas para alimentación, procedimientos de derivación (urinaria,
intestinal o de líquido cefalorraquídeo), trasfusiones y medicamentos de
diferente tipo (antibióticos, vasoactivos). Estas medidas brindan alivio o logran
sobrepasar algunos estados críticos pero de manera temporal, pues la
enfermedad de base sigue su curso, presentando nuevos problemas. Además,
las medidas citadas implican cargas adicionales para los pacientes. Ante el
temor o sufrimiento propio de sus condiciones existenciales, se presentan los
casos en que los pacientes recurren al suicidio.
En nuestro país, antes de 1997, los enfermos terminales, además de los
cuidados paliativos, tenían solamente dos opciones: rechazar las medidas de
soporte vital, enfrentado el curso natural y no interferido del proceso de la
muerte dentro de las circunstancias propias de cada enfermedad; o aceptar
dichas medidas de soporte vital, que pueden llevar a configurar la condición
calificada como distanasia (mantenimiento inútil de medidas de soporte vital, lo
que algunos llaman “encarnizamiento terapéutico”) aplazando la muerte y
prolongando el sufrimiento.
Han pasado trece años desde cuando la Corte Constitucional de Colombia en
su Sentencia No, C-239/97 sentó las premisas y condiciones para que los
enfermos terminales que así lo quisieran, tuvieran una opción distinta a las
anteriores: la muerte por piedad. La Corte dictaminó que la penalización del
homicidio por piedad tendría una excepción: “en el caso de los enfermos
terminales en que concurra la voluntad libre del sujeto pasivo del acto, no podrá
derivarse responsabilidad para el médico autor, pues la conducta está
justificada”. El paciente es sujeto activo en lo referente a la conformación de
su juicio, toma de decisión y solicitud de ayuda para morir con dignidad bajo
esta modalidad. El término “pasivo” se refiere a que el enfermo es el receptor
de los medicamentos en dosis letales para aceptar y acceder a la muerte,
aliviando el sufrimiento y evitando las cargas de las opciones de curso natural
no interferido o de medidas de soporte vital.
La sentencia mencionada abrió un espacio legal en Colombia para que
aquellos enfermos en estado terminal, en caso de hallarse con sufrimiento
insoportable, pudieran -de manera consciente, voluntaria, libre y autónomaconsiderar, entre otras alternativas, el morir de manera apacible mediante la
aplicación por parte de un médico sensible, de medicamentos en dosis letales.
Al término Eutanasia se le ha tratado de imponer una calificación negativa, en
particular por influencias religiosas y culturales. Pero las culturas cambian;
surgen nuevos modelos y perspectivas valorativas; la ética se diferenció de la
moral y la bioética proporcionó nuevos principios y perspectivas; se ha
establecido la separación de la iglesia y el estado; a su vez, las concepciones
teológicas han empezado a reconocer un papel importante a la conciencia del
enfermo frente a las directrices generales del magisterio eclesial; y, algo más
importante, la normatividad legal consignó los derechos fundamentales, entre
ellos el de la autonomía y el libre desarrollo de la personalidad.
La práctica del homicidio por piedad, en el tipo descrito anteriormente, ha
enfrentado dos obstáculos principales: muchas personas, y los enfermos en
particular, desconocen el cambio citado de paradigma y la despenalización
establecida en la sentencia de la Corte Constitucional; los médicos manifiestan
objeciones de conciencia o temores ante la investigación posterior, pues la
citada Corte estableció que “mientras se regula el tema, en principio, todo
homicidio por piedad de enfermos terminales debe dar lugar a la
correspondiente investigación penal, a fin de que en ella, los funcionarios
judiciales, tomando en consideración todos los aspectos relevantes para la
determinación de la autenticidad y fiabilidad del consentimiento, establezcan si
la conducta del médico ha sido o no antijurídica, en los términos señalados en
esta sentencia.”
Si los procesos de decisión y la actuación se ajustan a la normatividad legal y a
principios éticos, no debería existir temor a una investigación. Por tanto, se
hace imprescindible, para ajustarse a lineamientos éticos y legales, que antes
del acto de morir con dignidad -bajo esta modalidad citada- se asegure el
debido cumplimiento de diferentes requisitos. En términos de la propia Corte:
“verificación rigurosa de la situación real del paciente, de la enfermedad que
padece, de la madurez de su juicio y de la voluntad inequívoca de morir.”
Debe asegurarse entonces, además de una excelente historia clínica, la
existencia de pruebas inequívocas de la voluntad libre y expresa del paciente
en forma de registros documentados, con testigos, y debida refrendación en el
tiempo.
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Esperamos sus comentarios
Testimonios
Buen día: Deseo agradecer toda la asesoría brindada en la situación de mi
padre, GUILLERMO ZOTA LOMBO quien padeció un cáncer pulmonar terminal
y durante su enfermedad sufrió además la carga de estar privado de la libertad;
su asesoría y acompañamiento permitieron encontrar luces para que finalmente
su último mes de vida pudiera disfrutar del calor familiar y de la vivencia de la
espiritualidad junto a su gran amigo el sacerdote de nuestra parroquia. Mi
padre falleció el pasado 29 de marzo y por esta razón deseamos manifestar a
ustedes y hacer público lo valioso que puede ser pertenecer a Derecho a Morir
Dignamente. Dios les bendiga hoy y siempre. ANA BOLENA ZOTA MORALES
Señores DMD,
Esta semana compre El duelo-libro: “Por la Muerte del papá o la mamá”,
realmente fue más útil que ir al psicólogo u otros libros. Lastima lo corto, pero
esto también lo hace ameno. Yo difundo el trabajo de la ustedes todo lo que
puedo, es muy útil, en Colombia no pensamos mucho en la muerte, por esto
divulgar su mensaje es muy complicado, los animo a que lo sigan haciendo,
pues es muy importante. Rodrigo Silva
Estimado afiliado: DMD agradece su participación en este boletín con ideas,
sugerencias, comunicados de prensa, historias y testimonios que apoyen
nuestros objetivos. Escribanos a: info@dmd.org.co
Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente
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Bogotá – Colombia
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