Page 1 of 9 Régimen jurídico de la inactividad de la Administración Pública (y III) Por Víctor Manteca Valdelande Doctor en Derecho Actualidad Administrativa, N.º 17, Quincena del 1 al 15 Oct. 2010, Tomo 2, Editorial LA LEY LA LEY 4051/2010 En esta última práctica profesional dedicada a la inactividad de la Administración Pública debemos recordar la definición de inactividad que examinamos al comienzo como la omisión por la Administración Pública de cualquier actividad jurídica o material legalmente debida y materialmente posible teniendo en cuenta que estos dos elementos son los que legitiman la impugnación de la propia inactividad. En esta ocasión examinamos las figuras de la caducidad en la instancia y otros efectos de la inactividad administrativa ilegal como la responsabilidad de empleados y autoridades y la responsabilidad patrimonial de la Administración pública; también se examina la operativa de la prescripción en estos casos y el control judicial de la inactividad de la Administración examinando los diversos supuestos que se plantean en los diferentes procedimientos que regula la Ley de la Jurisdicción Contencioso-administrativa. En esta última práctica profesional dedicada a la inactividad de la Administración Pública debemos recordar la definición de inactividad que examinamos al comienzo como la omisión por la Administración Pública de cualquier actividad jurídica o material legalmente debida y materialmente posible teniendo en cuenta que estos dos elementos son los que legitiman la impugnación de la propia inactividad. En esta ocasión examinamos las figuras de la caducidad en la instancia y otros efectos de la inactividad administrativa ilegal como la responsabilidad de empleados y autoridades y la responsabilidad patrimonial de la Administración pública; también se examina la operativa de la prescripción en estos casos y el control judicial de la inactividad de la Administración examinando los diversos supuestos que se plantean en los diferentes procedimientos que regula la Ley de la Jurisdicción Contenciosoadministrativa (1). □ CADUCIDAD DE LA INSTANCIA La caducidad de la instancia o perención (2) es una forma de terminación anticipada o anormal de los procedimientos que se hallan paralizados por falta de impulso, trámite o resolución. Es una institución que pone fin a la situación de pendencia e incertidumbre jurídica que la prolongada duración de un procedimiento entraña y que contradice la naturaleza esencialmente temporal o finita del procedimiento y el principio de seguridad jurídica. En estos presupuestos objetivos encuentra la perención, pues, su fundamento no en un presumible abandono del procedimiento por las partes que la perención vendría a sancionar. A esta última fundamentación, subjetiva, se oponen, de un lado, el principio de irrenunciabilidad de la competencia (3) y el deber de resolver (4) que impiden a la Administración abandonar el procedimiento; y de otro, la existencia de cauces procedimentales específicos ya sea mediante la figura del desistimiento o de la renuncia, para que el particular interesado exprese su voluntad de abandono. Por eso parece posible prescindir de este fundamento de carácter subjetivo (5). La caducidad de la instancia únicamente tiene efectos formales o adjetivos toda vez que, recaen sobre el propio procedimiento, y se agotan, dejando intangibles http://print.wke.es/wkeonline2/Controller.do 07/10/2010 Page 2 of 9 los derechos o situaciones jurídicas sustantivas que son objeto de aquel. El Tribunal Supremo tiene declarado que la perención tiene por objeto, únicamente, poner fin al procedimiento inconcluso y paralizado y tiene como consecuencia natural el archivo del expediente con las actuaciones que contenga en sus documentos (6), que quedan desprovistas de su eficacia anterior. De este modo se vuelve ineficaz, por ejemplo, la propia incoación del expediente y por ello, debe tenerse por inexistente la interrupción del cómputo del plazo de prescripción del derecho que subyace al procedimiento de que se trata; sin embargo no es la caducidad de la instancia propiamente dicha, la que determina la extinción del derecho, sino la prescripción. Además hay que tener en cuenta que las normas reguladoras de la perención pueden tener carácter retroactivo debido a este carácter adjetivo que hemos mencionado (7). La paralización del expediente puede ser imputable tanto a la Administración como al interesado, siempre que su intervención resulte indispensable para la instrucción y resolución del mismo. La LRJ regula con carácter general ambos supuestos de caducidad de la instancia, cuyo ámbito y régimen difiere (8) teniendo en cuenta tanto el motivo de la paralización como el carácter favorable o desfavorable del procedimiento. Cuando el procedimiento se inicia por el interesado y queda paralizado por causa imputable a dicho interesado, la Administración debe requerirle con el fin de que en el plazo de tres meses lleve a efecto las actuaciones necesarias para que pueda reanudarse la tramitación, advirtiéndole sobre la perención o caducidad como la denomina la propia LRJ (9) . Pero aquí lo que interesa es el supuesto de la perención no imputable al interesado, supuesto con el que se corresponde la paralización por inactividad de la Administración, que está reservada para los procedimientos de carácter desfavorable que hayan sido iniciados de oficio (es decir, aquellos en los que la Administración ejercite potestades sancionadoras) o, en general, de intervención, susceptibles de producir actos desfavorables o de gravamen (10). Los procedimientos iniciados a instancia de parte que, por causas ajenas al interesado, simplemente se hallen paralizados; pero puede ponerse fin a su situación de pendencia o incertidumbre haciendo valer los efectos del silencio administrativo, como se ha visto. Lo mismo puede decirse de los procedimientos iniciados de oficio de carácter favorable; es decir, de los que pudiera derivarse el reconocimiento o, en su caso, la constitución de derechos u otras situaciones jurídicas individualizadas (11). Por otra parte, también caducan, si no se hubiera dictado resolución en el plazo de tres meses, los procedimientos de revisión de disposiciones o actos viciados de nulidad que se hubieran iniciado de oficio (arts. 102.5 y 103.3 LRJAP-PAC). Sin embargo, no caducan los procedimientos de ejecución forzosa (12), referidos como están no al deber de resolver sino al de ejecutar la resolución como consecuencia de la ejecutividad y ejecutoriedad de los actos administrativos (13). En este caso la falta de ejecución puede ser atajada por medio del recurso contra la inactividad que contempla el artículo (14). La perención determina la finalización del procedimiento (15), liberando a la Administración de su obligación de dictar una resolución sobre el fondo y permitiéndole archivar las actuaciones (escritos y documentos aportados, informes, pruebas y demás diligencias efectuadas) sin ulterior trámite (16), privándoles, por ello mismo, de eficacia. Estos efectos se producen automáticamente por disposición legal sin que sea precisa su declaración previa por la Administración ni tampoco un requerimiento expreso del interesado. Nada impide a la Administración iniciar un expediente con la misma finalidad que el perimido, siempre que subsistan los presupuestos jurídicos sustantivos en que la incoación deba sustentarse. Por otra parte, los efectos formales de la perención son idénticos a los que http://print.wke.es/wkeonline2/Controller.do 07/10/2010 Page 3 of 9 entraña la caducidad de los paralizados por causa del interesado (17). □ RESPONSABILIDAD DE AUTORIDADES POR LA INACTIVIDAD Es otro de los efectos de la inactividad de la Administración Pública. La responsabilidad personal de las autoridades y empleados públicos causantes de la demora también puede servir para combatir la inactividad delatada por la falta de resolución en plazo. La LRJ alude reiteradamente a esta responsabilidad, lo cual es correlato simétrico del correspondiente derecho de todo interesado a la identificación de las autoridades y funcionarios bajo cuya responsabilidad se tramitan los procedimientos (18): a) De hecho constituye un derecho que corresponde a todos los ciudadanos el exigir las responsabilidades de las Administraciones Públicas y del personal a su servicio cuando así corresponda legalmente; un principio de responsabilidad dirige la tramitación y ordenación del procedimiento (19). b) El cumplimiento del deber de resolver en plazo (20). c) La emisión de informes o certificaciones de actos presuntos (21). d) La obligación de dar traslado (22). e) La responsabilidad se contempla en todas sus formas: disciplinaria, patrimonial y penal (23) si bien la amenaza de la responsabilidad no suele ser muy efectiva, por lo general, en la práctica de la Administración. Ya hemos señalado que la responsabilidad a que se refiere el artículo 41 LRJ es responsabilidad patrimonial ya que a quien se exige es a la Administración siendo responsables aquellos funcionarios o agentes a que se refiere el mismo precepto, respecto a la cuestión de que se derive responsabilidad de otro tipo, en la práctica es bastante dudoso y en numerosos casos se ha reconocido que aquí la ley se abstiene de calificar, expresamente, el tipo de responsabilidad en que se incurriría por la infracción si bien parece que se limita a la responsabilidad patrimonial toda vez que dispone expresamente que los interesados podrán solicitar la exigencia de esa responsabilidad a la Administración Pública que corresponda, siempre que dichos daños se hubieran producido efectivamente, lo cual no excluye la posibilidad de que pueda darse una exigencia interna de responsabilidades el ámbito disciplinario en los casos en que los prejuicios ocasionados se hubieran producido por causa de un cumplimiento defectuoso de los deberes del empleado público responsable. En efecto, tanto los defectos como los retrasos en la tramitación pueden dar lugar a responsabilidad en el ámbito disciplinario; pero además también deben originar responsabilidad civil de las autoridades o empleados responsables por los daños y perjuicios que dicho retraso pueda ocasionar a los ciudadanos, sobre todo teniendo en cuenta que las autoridades de carácter político no se encuentran sometidas a responsabilidad disciplinaria. En otro orden hay que tener en cuenta que una actitud verificada de obstáculo a la actividad administrativa tanto genéricamente considerada como específica en lo relativo a un procedimiento concreto que se encuentre en marcha podría ser subsumible en alguno de los supuestos de coacción o prevaricación siempre que la conducta respondiera, efectivamente, a una actitud dolosa encaminada a perjudicar a un interesado en beneficio del propio empleado público o de un tercero (24). □ RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL POR LA INACTIVIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN Si bien en el Ordenamiento español esta responsabilidad patrimonial se regula http://print.wke.es/wkeonline2/Controller.do 07/10/2010 Page 4 of 9 como responsabilidad objetiva, pues desvinculada de la idea de culpa cubre los daños causados por el funcionamiento de los servicios públicos, tanto da que sea normal o anormal (25), cuando el daño tiene origen en una omisión administrativa sólo cabe pensar en un funcionamiento anormal. Si la causa del daño o perjuicio proviene de una omisión, la circunstancia de la omisión sólo cabe determinarla respecto a un deber de obrar de cierta manera ante una situación que se produzca previamente regulada. Deber de cuyo incumplimiento resulta la antijuridicidad del perjuicio producido por esa ausencia de actuación y, por tanto, causa eficiente de la responsabilidad. La responsabilidad administrativa por omisión siempre es, pues, una responsabilidad subjetiva que tiene como presupuesto no una mera pasividad innominada sino una inactividad de la Administración, es decir una pasividad antijurídica porque existe previamente el deber de actuar. Por ello hay que tener en cuenta que para comprometer la responsabilidad de la Administración no basta, por tanto, el simple retraso; ni el mero incumplimiento del plazo legal de resolución sino que es preciso, además, que se produzca una infracción o un incumplimiento por parte de la Administración pública concernida lo cual constituye un supuesto de inactividad de la Administración, ya que sólo entonces puede tenerse por daño o perjuicio, o mejor dicho, por lesión antijurídica, el perjuicio ocasionado por el retraso. El artículo 41.2 LRJ permite que los ciudadanos puedan solicitar a través de la Administración correspondiente que ésta exija la responsabilidad a que hace referencia el propio artículo, lo cual obliga a ésta a tramitar el correspondiente expediente de responsabilidad. Finalmente, como ha apuntado la jurisprudencia, este precepto no incluye el órgano competente encargado de llevar a cabo las notificaciones, ya que el artículo se ha limitado a establecer que la responsabilidad de la tramitación corresponde a los titulares de las unidades administrativas y al personal al servicio de las Administraciones públicas que tuviesen a su cargo la resolución o el despacho de los asuntos (26). □ PRESCRIPCIÓN POR CAUSA DE LA INACTIVIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Sólo de modo indirecto cabe considerar el incumplimiento del plazo de resolución como causa de prescripción de ciertas situaciones jurídicas administrativas como derechos, infracciones o sanciones. Como es sabido, la incoación del procedimiento interrumpe el plazo de la prescripción de la infracción, de modo que mientras siga abierto aquél deja de transcurrir el plazo. Ahora bien, la falta de resolución en el plazo establecido conduce a la perención del expediente y, con ésta, a la desaparición del efecto interruptor del cómputo de la prescripción que tuvo la incoación, de modo que se cuenta como si nunca se hubiera interrumpido. De este modo, la falta de resolución puede provocar la caducidad de la instancia y como consecuencia de ésta la prescripción del derecho o la situación jurídica de que se trate, y de este modo es como se explica que la falta de resolución pueda ser causa remota o indirecta (27) de prescripción de derechos administrativos. También merece una mención específica la disposición contenida en la LRJ relativa a la prescripción de las infracciones (28). El precepto reprueba la lentitud o inactividad de la Administración y levanta el efecto interruptor de la prescripción que tiene la incoación del expediente sancionador cuando éste queda paralizado durante más de un mes por causa no imputable al presunto responsable. No obstante hay que recordar que la manera en que la prescripción vuelve a operar suscita algunas dudas y controversias en la práctica, pues según el tenor literal del precepto el cómputo debe reanudarse, es decir, continuar por donde se dejó, mientras que en nuestro sistema jurídico-administrativo el cómputo de http://print.wke.es/wkeonline2/Controller.do 07/10/2010 Page 5 of 9 la prescripción interrumpida se ha venido siempre reiniciando, es decir, comenzando a contar de nuevo el plazo. A pesar de lo cual, la literalidad del precepto y la necesidad de interpretar siempre las normas sancionadoras del modo más favorable al responsable, aunque se resienta el interés público tutelado por el ilícito, permiten concluir que el cómputo de la prescripción debe proseguir por donde quedó al interrumpirse. En relación con la prescripción de las sanciones la LRJ (29) contiene una previsión similar, interrumpiendo la prescripción la iniciación, con conocimiento del interesado, del procedimiento de ejecución, volviendo a transcurrir el plazo si aquél está paralizado durante más de un mes por causa no imputable al infractor. También en este caso suele plantearse dudas en relación con el modo en que debe contarse el plazo de prescripción de la sanción cuando se trata de una multa y para su ejecución se ha iniciado —y luego se paraliza durante más de un mes— el procedimiento de apremio, notificando la correspondiente providencia. En estos casos el objeto es si el cómputo de la prescripción se retoma bien en la fecha en que se notificó la providencia de apremio del procedimiento ejecutivo después paralizado durante más de un mes o, bien en la fecha en que, transcurrido el mes, puede considerarse paralizado, cuestión que depende de la naturaleza y eficacia que se asigne a la providencia de apremio ya que este acto otorga al sancionado un plazo cuya duración varía en función de la fecha de notificación (30), para realizar el pago, resultando cuestionable que el transcurso de este plazo pueda contarse como de paralización del procedimiento ejecutivo y jugar en contra de la Administración. No obstante hay que reconocer que llegado el plazo para dictar resolución en el procedimiento sancionador sin que se hubiera dictado y notificado aquélla, el procedimiento caduca (31), lo que determina el archivo de las actuaciones con los efectos previstos en el artículo 92 LRJAP-PAC, advirtiendo este precepto que «los procedimientos caducados no interrumpirán el plazo de prescripción». La Administración, por consiguiente, no puede servirse del efecto interruptor de la incoación y demás actuaciones del procedimiento sancionador para retrasar la prescripción, propiciando la sucesiva interrupción y reanudación del cómputo, porque el procedimiento sancionador debe resolverse en el plazo máximo legalmente previsto. □ CONTROL JUDICIAL DE LA INACTIVIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA La Constitución española declara y garantiza que los Tribunales controlan la legalidad de la actuación administrativa (32) y como quiera que la inactividad debida de la Administración sea una conducta antijurídica como la actividad ilegal, al igual que ésta, puede ser sometida al control jurisdiccional. Así, está previsto que los Juzgados y Tribunales del orden contencioso-administrativo conozcan de las pretensiones que se deduzcan en relación con la actuación, término referido tanto a los actos como a la inactividad de las Administraciones públicas (33). En consecuencia, tanto la inactividad de la Administración pública como sus efectos también pueden ser objeto de recursos ante la jurisdicción contenciosoadministrativa, ya sea impugnando los actos presuntos derivados del silencio administrativo (34), o ya sea volviendo a plantear en sede judicial la solicitud que puede entenderse desestimada en caso de que haya que entender el silencio como desestimatorio, o bien reclamando por dicha vía judicial la actuación debida que se pretende de la Administración (35), ya se trate de una prestación concreta, ya de la ejecución de un acto administrativo firme (art. 29.2 LJCA) (36). En los supuestos de inactividad de la Administración rige el plazo de dos meses para la interposición del recurso judicial (37) este plazo se computa a partir del http://print.wke.es/wkeonline2/Controller.do 07/10/2010 Page 6 of 9 día siguiente al del vencimiento de los plazos establecidos para considerar que se ha producido dicha inactividad, lo cual supone que, una vez requerida la Administración, si en el plazo de tres meses (38) o de un mes (39) no hubiera dado cumplimiento a lo solicitado, comienza a correr el plazo de dos meses para interponer el recurso. En los casos en que el recurso contra la inactividad de la Administración se plantee por incumplimiento de la obligación de ejecutar un acto administrativo firme, el recurso debe plantearse mediante el procedimiento abreviado con independencia de la cuantía del asunto o del órgano judicial que conozca del asunto. Cuando se trate de una cuestión en la que estén en juego derechos fundamentales y se utilice el procedimiento contencioso-administrativo especial que regula la ley (40), el plazo para interponerlo es de diez días contados una vez transcurridos veinte días desde la presentación de la reclamación que debe efectuar el interesado obligatoriamente (41). Como puede comprenderse, las pretensiones planteadas en vía judicial deberán ser diferentes en cada supuesto. El interesado que recurre un acto presunto derivado del silencio administrativo positivo puede plantear que sea anulado por ser contrario al Ordenamiento Jurídico; pero quien recurra al amparo del acto presunto desestimatorio (42) no podrá fundamentar la anulación del acto aunque se declare ilegal el silencio negativo, si esta declaración de ilegalidad del silencio de la Administración no se acompaña, además, del reconocimiento expreso del derecho a lo que el interesado pedía o pretendía en vía administrativa, incluida la adopción de medidas necesarias (43) para el restablecimiento de la situación jurídica individualizada afectada por la falta de resolución (44). Por otra parte, teniendo en cuenta el supuesto concreto de las obligaciones de llevar a cabo prestaciones específicas o de ejecutar actos administrativos determinados, el demandante puede pedir que se condene a la Administración al cumplimiento de sus obligaciones en los términos específicos en que estuviera establecido en la normativa de fundamento que se invoque (45) . Estas son, pues, las pretensiones que pueden ser planteadas ante la jurisdicción contencioso-administrativa y acogidas en una eventual sentencia estimatoria en la que podría establecerse un plazo para el cumplimiento del fallo si éste declarara la exigencia de emisión de un acto administrativo o la práctica de una actuación material jurídicamente obligatoria (46). La tutela judicial frente a la inactividad administrativa se complementa con una serie de amplios poderes de que disponen los órganos judiciales para llevar a cumplido efecto sus sentencias (47), que pueden ser ejecutadas por sus propios medios, o bien requiriendo la colaboración de las autoridades y agentes tanto de la Administración condenada como de otras Administraciones públicas, así como adoptar las medidas necesarias para que el fallo adquiera la eficacia que, en su caso, sería inherente al acto omitido, entre las que se ha previsto incluso la ejecución subsidiaria con cargo a la Administración pública condenada por la sentencia judicial. Finalmente en los casos en que la Administración dicte algún acto que sólo suponga cumplimiento incompleto de lo solicitado, dicho acto debe ser recurrido de acuerdo con el régimen general de impugnación de los actos expresos. (1) Ley 29/1998 reguladora de la Jurisdicción Contencioso-administrativa.Ver texto (2) Perención: del latín peremptio, -onis, de perimere, destruir. Era un tipo de http://print.wke.es/wkeonline2/Controller.do 07/10/2010 Page 7 of 9 prescripción que anulaba el procedimiento cuando pasaba cierto número de años sin que las partes hubieran hecho gestiones. Actualmente se denomina caducidad de la instancia. De la misma raíz proviene perentorio, en la práctica administrativa se dice del último plazo que se concede o de la resolución final que se toma en cualquier asunto en la administración, en definitiva, concluyente, definitivo o determinanteVer texto (3) Artículo 12 LRJ.Ver texto (4) Artículo 42 LRJ.Ver texto (5) Ver SSTS 12.4.1978, 21.10.1981,24.3.1986, 2.7.1987 y 22.3.1993.Ver texto (6) STS 16.1.1996.Ver texto (7) Ver SSTS 21.5.1991 y 26.2.1991.Ver texto (8) Sin embargo, tanto su naturaleza como su fundamento son diferentes.Ver texto (9) Artículo 92.1.Ver texto (10) Artículo 42.2 LRJ.Ver texto (11) Artículo 44.1 LRJ.Ver texto (12) Artículo 96 LRJ.Ver texto (13) Artículos 57 y 94 LRJ.Ver texto (14) Artículo 29.2 LRJ.Ver texto (15) Artículo 87.1 LRJ.Ver texto (16) Artículos 41, 44 y 91 LRJ.Ver texto (17) El artículo 44 remite al 92 de la misma LRJ.Ver texto (18) Artículo 35 LRJ.Ver texto http://print.wke.es/wkeonline2/Controller.do 07/10/2010 Page 8 of 9 (19) Artículos 41 y 74 LRJ.Ver texto (20) Artículo 42 LRJ.Ver texto (21) Artículos 83 y 44.2 LRJ.Ver texto (22) Artículo 116.3 LRJ.Ver texto (23) Artículos 127, 145 y 146.Ver texto (24) Artículo 358 del Código Penal. Este caso podría definirse como un tipo de prevaricación de procedimiento, lo cual es sustancialmente equiparable a la prevaricación mediante una resolución denegatoria.Ver texto (25) Artículos 106 y 139 LRJ.Ver texto (26) STS 44/1997.Ver texto (27) En tanto en cuanto es causa ancilar de la perención.Ver texto (28) Artículo 132.2.Ver texto (29) Artículo 132.3.Ver texto (30) Artículo 65.5 Ley General Tributaria.Ver texto (31) Artículo 44.2 LRJ.Ver texto (32) Artículo 106.1 CE.Ver texto (33) Artículos 9.4 Ley Orgánica del Poder Judicial y 29.2 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa.Ver texto (34) Cuando se trata de silencio administrativo positivo, artículo 25.1 LJCA.Ver texto (35) Artículo 25.2 LJCA.Ver texto (36) Artículo 29 LJCA.Ver texto http://print.wke.es/wkeonline2/Controller.do 07/10/2010 Page 9 of 9 (37) Artículo 46.2 LJCA.Ver texto (38) Supuesto general.Ver texto (39) Casos de ejecución de actos firmes.Ver texto (40) En los artículos 114 a 122 LJCA.Ver texto (41) En el procedimiento ordinario han de transcurrir tres meses.Ver texto (42) Silencio administrativo negativo.Ver texto (43) Incluyendo las de naturaleza indemnizatoria, si fueran necesarias.Ver texto (44) Artículo 31 LJCA.Ver texto (45) Artículo 32 LJCA.Ver texto (46) Artículo 71 LJCA.Ver texto (47) Artículo 108 LJCA.Ver texto Revistas especializadas http://print.wke.es/wkeonline2/Controller.do 07/10/2010