TERCERA PARTE Agua y clima L:L htOVIMIEh1'O ll1•:1, J:Ahl)Íh' La vida, el movimiento del jardín está representado por el agua. Es la alegría del mismo y también es su canción. Por esto es tm elemento indispensable para el jardinero paisajista. Con agua, con sólo una pequeña corriente, el jar^iinero que sea artista puede crearlo todo : riachuelos, arroyos, estanques, islas, puentecillos rústicos, grutas, etc., etc. k:n los grandes parques públicos hay que dejar correr las aguas por entre las verdes praderas de césped, esmaltadas con adecuadas plantaciones. Un buen ejemplo de conducir las aguas nos lo da el Parque del Oeste de Madrid, uno de ]os mejores parques de España, y desde luego más atractivo que el Retiro y mejor conservado. El agua necesita espacio, y las dimensiones dc riachuelos y estanques deben de estar, desde ]uego, en perfecta arrnonía can ]as del parque c> jardín. Además de considerar e] agua como elemento decorativo, hay que tener presente que es un elemento esencial para la vida de las plantas y que -1g- debe de busrarse con preferencia el a^ua corriente y pura. Claro es que al l^rwectar un jar^lín cn l^,sl^añ.^ Un buen ejemplo del modo cle conducir las a^;uas no^ lo da el Parque del Oestc, de ATadrid. se debe tener preseute lus clías cíe Iluvia de la 1,^^blación rn que trate de crearse, pues varíau murho : 1^n los pequeñc^s jardines, cuando escasean las lluvias, se riega por encima para lavar la planta _v facilitar las funciones cíe sus poros. I'ara esto dchc de tcnerse una pulvrrizadc^ra mecánica, quc imita pc^rfectamcnte a la Iluvia. 1'ru cedimient<^ rc^mpletamente ineficaz en lc^s ^^rande5 prados. En ]os parques ha^^ que rccurrir forzosamentc^ al riego, cuyo fin es poner a disposición de la tir:rrra una limitada cantidad cíe. al,rua, de tal forma ^que circule sobre una supcrficie^uniformemente ^^ sin distinción alguna. i,a última partc es importantísima para que el riego tenga éxito. El agua es imprescindible para vida de las plantas. Por mucho tiempo, el agua fué considerada como un cuerpo simple. I_avoisier dem^stró quc es un cuerpo compuesto que resulta de la comhinación de dos gases : el oxígeno y el hidról;eno, en la proporción de dos volúmenes de hidrógeno pc,r un volumen de oxígeno. Dumas, haciendo el análisis del agua en pesos, ha encontrado el peso en la proporción de un gramo de hidrógeno por orhr^ gramos de oxígeno. El efecto del riego es que el agua obra de una manera química y mecánica sobre la tierra. Por esto hay que saber la cantidad que se debe emplear, pues más o menos agua nos da un efectc^ pernicioso o favorable para los cultivos de las plantas. Para determinar la cantidad de agua precisa para el riego de una determinada extensión, es necesario conocer las condici^nes del clima, la natu- raleza del suelo y subsuelo y la clase y númrro de plantas yue se drsean cultivar. F.1 clima de un lugar es un conjunto ^lc• nutrnrns que, por su rornbinación y sus tliversas l^r^^lrorciones, le dan un carác'ter nieteur^rló};ico prrciso. I'rxirmus ace};urar que no ha}' cn c! mundu ^ios sitios yue bajo la inAuenria dc la hurnedad, ^le Jardines tipo de la re^;iiín central ,on los de la "1'ac^^nrra de Pampinna. la luz, cíel calor, etc., sean exactos en clima. í'ur esto fracasan muchos en jardineríá, aplicando a una región española todo lo que leen en revistas y diarios extranjeros. Muchos indígenas son igualmente responsables de dar a la imprenta artículos basados en estudios no españoles, sin tener para nada en c'uenta nuestra ciimat^^ingía. Algli- nos, más entendidos, no propagan otros que los propios de regiones meteorológicas, o sean los que tienen analogía en sus relaciones principales. I_a influencia del clima es grandísima para el cultivo de las plantas y principalmente para la jardinería, ya que cada sitio es más o menos apto para su oroducción. ^ A1 escribir estos apuntes me hc fijado siemprc en el clima del mediodía de España. Por lo tanto, los aficionados del Norte deben de anticipar o rtitrasar las fechas de las distintas operaciones, scgún el clima del año. Muchas de las opéraciones^ verbi gracia, que señalo en febrero, deben retrasarse a abril, y muchas plantacíones de ^oviembre y diciembre adelantarse a septiembre y octubre. En jardinería, el estudio de la climatología tiene extraordinaria importancia; sin ella, todas las plantaciones que hagamos carecen de base sobre que cimentarse, porque no conociendo más que imperfectamente la distribución del calor y de la humedad no podemos precisar las prácti ^as culturales que nos convienen. La clasificación de los distintos climas se ha efectuado de dos maneras : una, considerando la amplitud anual de la variación de los distintos elementos meteorológicos, y otra, atendiendo a los valores medios de los citados élementos. En España se diferencian cuatro regiones : la central, la mediterránea, la africana y la oceánica. La región central es de clima extremado, frío y F;l Tardín del Cura ^Ic hache, tipo de la ret;ión me^lit^.rránea, posee un tnnnumentc^ nacional en su Imperial Palmera. calur. Hay difercnrias cnuruies de humedad y de calor; abun<iando las seyuías; presentando las lluvias un má^im^^ en nuviemhre, octuhre y mayo. í?sta rcgi^>n urul^a casi t^>da la 1'enínsttla, forma una alta planicic limitada al ^Iurte prrr los 1'irineos ^• los montes cántabros ^^ al tittr por Sierra :1Turcna. La banda cstrccha }' larl,ra yuc fcrrma la re^;iún Granatia, pertenece su clima a la regieín africana y hacc ^u^pirar al agua en los surtidores y cantar en los chu- rrus del estanyue clel Ciprés dc la Sultana. mediterránea, comprendida entre las tnontañas, la alta planicie central, descíe el cabo de Ceber a Sierra Morena, y el mar, es privilegiada pur la serenidad de su cielo, caracterizándose por las sec^uías estivales. La llamada africana, yue goza de un clima dul- ce, muy templado, sub-tropical, en que la nieve no se presenta casi ntmca, se extiende desde el Sur de Sierra iYlorena hasta el mar. Y, por último, la oceánica es de clima dulce }^ uniforme, muchas lluvias, comprendienda 1'ortu gal, Asturias, C,alicia y las Vascongadas. Estas distribuciones del clima hay que tenerlas presente para ]a distribución del riego. El rocío es la condensación de la humedad atmosférica bajo formas de pequeñas gotas, que se depositan sobre la tierra o superficie de ]os : cuerpos. Su hermosura ha excitado las imaginaciones de los poetas, que lo han cantado como "crístalina pedrería, que al despertar el alba tiene el firme color de las perlas, esmeraldas y diamantes, tan pronto las besa el sol altérase de improvisa su colorido, tomando algunas de ellas los cambiantes matices de la amatista, del ópalo o de la turquesa y convirtiéndose otras en vistosos zafiros, relucientes y multiformes". La farmación de1 rocía es favorecida por la transparencia de la atmósfera. En noches de rielo cubierto, la formación del rocío es nula. I:,n la Andalucía occidental, en la inmensa playa sin mar, , que es la marisma del Guadalquivir-cielo y arena-, es en donde mejor podemos ver el meteoro acuoso. La tierra del sol y del clavel nos enseña los cinco puntos que favorecen a su formación, y que son : i.°, el poder emisivo, por lo que los vegetales se cubren con abundancia; 2.°, la cnnducti- bílidacl calorítica ;;" la c^p^rsiri^»t ; q" su altur,i rnn relaci^'m ,^l surlu, ^^" la at,ritaci^'>n ^lel aire. ^tuchas norhes hr ^^l^^servatlu rn ia sulr^lad ^Sesértica de la llanw-a arenusa, csmaltacla ^ie peligrosísimos lucios, c^ímo se cumplían estas ron^liciones. LTna pianta que ni^ p^rdía cambiar ^alor se cubría de rocío, y si miraba al suelo se enfriaba Ei clima ^ie la región ^ceánica se detnuestra en 1^^ jardínes ^Ic hiazor, dr La Coru ^ a. más yuc mirando al cielo y era mayor su depósito, I_as r:ífa};as de vicnto, que rizaban ^^ undulaban la arena amarill^nta, hacían quc n^^ sc prod^tjesen rosadas. La luz temprana de la aw^^^ra nos í^enuitía c^mtemplar el encant^^ csplcndor^^sn ^lc las l;^^t^as d^ r^xío, ytte a tnecli^la yuc el r^ntl,icnlr sc r.rlcnt;tl,,^. se derretían, clcsaltarecicuJu... l;l roeío nu es utalu para las pl'ant^ts; < ^ 1 c^,nirtrio, es beneticicts^ para la vc};etaciún ; s^^lu si se ltreciltita s^thr•e terrenus httmeriísintns ^ en at,ttn 1'.sta hierba, por el mágicu conjuro de las gotas de rocí,^^, se ha transformado en magnífica alhaja de esplendnroso^ brillantes. dancia puedc impedir la transpiraciiiu, ucasi^inai^ ^lo un desequilibrio entre la absorción y ésta. Al caer el rocío sobre las hojas y depositarse en cllas, las refresca y humedece, las devuelve su pertueabilidad y tonicidad, tan precisas para el ejercicio de sus funciones; igualmente suministra a]os vegetales y a las tierras parte del agua que continuamente pierden ; por absorber gran parte del ralor de las radiaciones incidentes, suspendiendo la evaporación de la savia que se deposita en los vasos, se opone a la exhalación, por lo que son muchísimas las plantas que, marchitas por la tarde, aparecen muy a menudo vigorosas y fuertes a la mañana siguiente. Mas el rocío no hace solamente esto ; también enriquece los terrenos en elementos fertilizantes y aporta directamente a]as hojas el nitrógeno aéreo. Solamente tiene en su contra el provocar eniermecíades criptogámieas por favorecer la germinación de las esporas, siendo esto la causa de que se diga de él que posee algunas propiedades tóxicas. Todo esto es el secreto de esos pastos f ainosos que existen en la marisma, cuya vegetación parece consumida por la fuerza del Astro Rey, el cuai seca los arroyos que en invierno se forman. Pastos únicos por sus plantas para la cría de toros bravos.