Alimentación saludable, ¿ qué, cuánto y cómo hay que regular ? Sergio Britos Director, CEPEA En los últimos 30 años se ha producido en Argentina, de la misma manera que en muchos países en desarrollo un cambio significativo en su perfil epidemiológico nutricional. El proceso de transición alimentaria y nutricional, la globalización económica, los cambios en los estilos de vida, de comunicación, de movilidad urbana y las propias políticas alimentarias han generado progresivamente entornos alimentarios que favorecen el desarrollo de obesidad y enfermedades crónicas. Un tercio de los niños pequeños, un 40% de los escolares y un 54% de los adultos argentinos tiene exceso de peso. Tan solo esos números, aún sin considerar los de diabetes, hipertensión, mortalidad por eventos cardiovasculares, son elocuentes y plantean la necesidad de adoptar políticas efectivas y de largo plazo en materia de alimentación saludable. En trabajos anteriores que pueden consultarse en nuestro libro “Hacia una alimentación saludable en la mesa de los argentinos” (disponible en esta misma página web en su versión pdf) hemos documentado la existencia de importantes brechas alimentarias (diferencia entre los consumos observados y los deseables, en cada grupo o categoría de alimentos) y brechas nutricionales (diferencia entre el perfil nutricional del consumo observado y un perfil nutricional deseable). En síntesis, los argentinos comemos poca cantidad de alimentos muy saludables y viceversa y además mucho de lo que comemos tiene un perfil nutricional con alta cantidad de calorías, grasas saturadas, azúcares o sodio. Por si fuera poco comemos una dieta muy monótona, sinónimo de baja calidad. Estos problemas ¿ son de un sector de la población en particular ? No lo parece; más bien es un problema que ha atravesado las fronteras geográficas y socieoconómicas. En todas las regiones y en todos los sectores sociales el perfil de la dieta y de sus defectos es similar. En términos de políticas alimentarias esto conduce a pensar en la necesidad de intervenciones universales y no focalizadas. Intervenciones basadas en diversificar la dieta, promover un mayor y mejor consumo de alimentos saludables y educar desde temprana edad en materia de alimentación saludable. Esto más allá de otras intervenciones igualmente necesarias en materia de promoción del movimiento, la actividad física o una movilidad urbana más amigable con un estilo de vida saludable. Un concepto que creemos que debe quedar claro es que los problemas derivados de una alimentación poco saludable, el sobrepeso o las enfermedades crónicas requieren Políticas Nutricionales colectivas y no intervenciones individuales. No se tratan en el consultorio, se resuelven desde las políticas. Y requieren múltiples acciones, todas ellas convergentes y con plazos mediatos o largos. Es necesaria mucha paciencia … equipos de trabajo estables … y continuidad de políticas. En tiempos en que estos temas están en el centro de la discusión, se empieza a abrir un debate entre nutricionistas o profesionales de la salud, la industria, los medios de comunicación y por supuesto el Estado. Y el debate se refiere a si es necesario regular aspectos de la alimentación y en tal caso cómo hacerlo y hasta dónde hacerlo ? ¿ hay que regular la publicidad de alimentos ? ¿ la comida o el kiosco de las escuelas ? hay que fijar impuestos a alimentos no saludables ? ¿ quién define qué es saludable y qué no ? ¿ a partir de qué límites ? ¿ la regulación debe ser competitiva o restrictiva ? ¿ a largo plazo la regulación conducirá a que comamos mejor y disminuya la obesidad ? ¿ es esta la mejor coyuntura económica y política para regular el mercado de alimentos ? Muchas preguntas; no todas ellas con buenas y precisas respuestas pero sí conducen a innumerables posibilidades para que nutricionistas, economistas, planificadores y otros campos disciplinares imaginemos investigaciones que empiecen a dar algunas (respuestas). Por supuesto que en la literatura nutricional ya hay varios y buenos artículos y papers sobre estos temas. Desde CEPEA en estos años nos hemos hecho varias preguntas más, que son las que conducen algunas de nuestras investigaciones o estudios, a través de los cuáles queremos aportar evidencias para la toma de decisiones. Algunas son por ejemplo: Antes de tomar posición por cualquier intervención regulatoria en alimentación es bueno tener un diagnóstico lo más preciso y actualizado posible acerca de cómo se estructura nuestro consumo alimentario. ¿ qué comemos ? ¿ cuáles son nuestras brechas alimentarias y nutricionales ? ¿ cuáles son los nutrientes más críticos por su exceso y cuáles son sus fuentes alimentarias ? En un país que come 75 kg de pan por año (por persona) y 54 kg de carne vacuna ¿ la responsabilidad por algunos excesos lo tienen los snacks, la comida rápida o los alfajores por ejemplo ? El consumo calórico (y de grasas o azúcares) de los kioscos escolares, ¿ es más responsable que la dieta que ofrece el comedor escolar ? ¿ porqué pareciera que hay más esfuerzos por regular el kiosco antes que reformular los menúes escolares ? Treinta años de asistencia alimentaria basada en productos altamente refinados, mucho azúcar y bastante sodio ¿ no tendrán algo que ver en el problema ? ¿ los excesos de la dieta típica argentina provienen en mayor medida de alimentos procesados ? ¿ cuánto aportan los alimentos no procesados ? ¿ cuánto incide cada categoría de productos en la ingesta excesiva de sodio, azúcares agregados o grasas saturadas ? ¿ si se aplicaran impuestos a alimentos saludables, en realidad la dieta mejoraría ? ¿ cuánto ? ¿ será mejor un impuesto a lo “malo” o un subsidio a lo “bueno” ? ¿ los impuestos deberían aplicarse a alimentos o a perfiles nutricionales ? ¿ cuánta y cuál publicidad engorda ? y ¿ cuánta menos y cuál publicidad adelgaza ? Y en estos tiempos en que estamos asistiendo a un acalorado debate acerca de los medios de comunicación y las libertades individuales, desde CEPEA y en materia de nutrición nos preguntamos: si estamos de acuerdo en que la gente no hace elecciones alimentarias muy saludables, cómo ayudamos (más allá de la educación alimentaria) a que las tome, sin coartar su libertad de elección y sin restringir tampoco sino por el contrario más bien promoviendo una cultura de inversión en nuevos y mejores productos, más saludables, por parte de la industria. Esto último es un concepto económico, que queremos promover entre nutricionistas y profesionales de la salud y alimentación: el NUDGE o paternalismo libertario: generar intervenciones que promuevan entornos alimentarios propicios para elecciones más saludables sin necesidad de restringir la libertad de cada persona a elegir lo que quiere comprar y comer. Desde CEPEA estamos convencidos de que los próximos diez años de Argentina son años en que deben formularse nuevas y efectivas políticas alimentarias y su discusión debe nutrirse no solo de conocimientos de salud sino de las ciencias económicas y sociales. Progresivamente iremos aportando comentarios, papers, artículos que promuevan entre nuestros seguidores la discusión de estos temas.