REVISTA HISTORIA NAVAL AñoX Núm. 36 INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL ARMADA ESPAÑOLA INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL ARMADA ESPAÑOLA REVISTA DE HISTORIA NAVAL AñoX 1992 Núm. 36 REVISTA DE HISTORIA NAVAL CONSEJO RECTOR: Director del Instituto de Historia y Cultura Naval, JoséIgnacio Gon zález-Aller Hierro, contralmirante. Presidente: Vicepresidente y Director: Cervera José Pery, coronel auditor de la Armada. Vocales: Secretario general del Instituto de Historia y Cultura Naval, Juan Antonio ViscasillasRodríguez.Toubes. Redacción: María Vigón Tabar, Lola Higueras Rodríguez, Luisa Martín-Merás, Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, Isabel Hernández Sant. Administración: Ovidio García Ramos, comandante de Intendencia de la Armada, Cristina Sánchez de Neyra Espuch. DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: Instituto de Historia y Cultura Naval Juan de Mena, 1, 2. plta. 28071 Madrid (España). IMPRIME: Servicio de Publicaciones de la Armada. Publicación trimestral: primer trimestre 1992. Precio del ejemplar suelto: 650 pta5. Suscripción anual: España y Portugal: 2.600 ptas. Resto del mundo: 30 $ USA. Depósito legal: M. 16.854-1983. ISSN-0212-467X. NIPO: 098-92-007-7. Printed in Spain. CUBIERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval. SUMARIO Págs. NOTA EDITORIAL• La dimensión humana colombina en la obra del profesor Taviani, por José Cervera Pery . 7 Lascampañas navales de las guerras médicas (1), por Julio Albert Ferrero11 Sob,e las fuerzas navales sutiles españolas en los siglos xviii y xix, por Carlos Martínez-Valverde31 Reflexiones en torno a la situación de la Armada Española hacia 1898, por Antonio Téllez Molina 55 Naos españolas en el Pacífico, por Amancio Landín Carrasco 69 Revivir la Hispanidad, por José Luis Tato81 Documento87 La EstrategiaNaval en la Historia: Principiosestratégicosestablecidos hace dos milenios, por F. Fernando de Bordejé y Morencos .. Noticias Generales, por Dolores Higueras Rodríguez101 La Historia Marítima en el Mundo, por Luisa Martín Merás 105 Recensiones107 ‘,‘ 93 COLABORAN EN ESTE NÚMERO José CerveraPery es coronel auditor y periodista. Diplomado en Tecnología de la Información y en Derecho Internacional. Miembro de la Real Academia de la Historia y autor de una serie de libros de Historia Naval. Conferenciante y articulista, en la actualidad es jefe del Departa mento de Cultura del Instituto de Historia y Cultura Naval, y jefe del Servicio Histórico del Cuartel General de la Armada. Actual director de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Julio Albert Ferrero es vicealmirante de la Armada en situación de reserva. Especialista en temas estratégicos, ha publicado numerosos trabajos en la Revista General de Marina, siendo igualmente colaborador de la REvIsTA DE HISTORIA NAVAL. Es presidente de la Asociación de Estudios del Mar. Carlos Martínez-Valverdees contralmirante de la Armada. Prolífico autor, sus aportaciones a la Historia Marítima española, tanto en la Revista General de Marina, como en la REVISTA DE HISTORIA NAVAL, son sobradamente conocidas. Ha presentado, asimismo, trabajos, tanto de tamas históricos como de actualidad, en diversas publicaciones de índole especializada, colabo rando también en la elaboración de la Enciclopedia General del Mar. No es posible dejar de mencionar también su faceta como ameno conferenciante. Antonio TéllezMolina es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid y profesor agregado de Bachillerato. Su trabajo se centra en el estudio de la política en España a principios de siglo, concretamente en el desastre de Cuba. Ha realizado varias publi caciones en revistas especializadas. Amancio Landín Carrasco, doctor en Derecho, coronel auditor de la Armada (r), miembro correspondiente de la Real Academia Gallega y de la Real Academia de la Historia, vocal de la Junta del Patronato del Museo Naval y miembro de honor de la Asociación Española de Estu dios del Pacífico,es autor, entre otras obras, de las tituladas Vida y viajes de Pedro Sarmiento de Gamboa (1945), Mourelle de la Rúa, explorador del Pacífico (1971 y 1978), Islario español del Pacífico (1984), Miscelánea marinera (1984), Galiciayios descubrimientos oceánicos (1991), Descubrimientos españoles en el Mar del Sur, en colaboración (1991), y España en el mar. Padrón de descubridores (1992). José Luis Tato Tejedor, capitán de navío, ha sido director de la Revista General de Marina durante los cuatro últimos años y anteriormente fue subdirector de la misma. Actualmente, en situación de retiro, forma parte de los Seminarios de Relaciones Internacionales del Instituto Español de Estudios Estratégicos (CESEDEN). Estos temas, relativos a política internacional, estrategia general y naval e historia, constituyen una constante en sus aportaciones a diversas publicaciones especializadas en dichas materias. Asimismo, es miembro de la Asociación Atlántica Española y de la Fundación Humanismo y Democracia. NOTA EDITORIAL No por anunciado fue menos esperado. 1992, con toda la carga emocional que conlleva, está ya entre nosotros, y la REvisTADEHISTORIANAVAL,que en modo alguno podía ser ajena al acontecimiento, quiere unirse a la serie de conmemoraciones que lo enmarcan como uno de los fastos más trascendentes de la última década del siglo. Entre las aportaciones históricas que han de dotar a la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento, figura en lugar destacado la obra del sena dor, vicepresidente del Senado de la República italiana, honorable profésor Pablo Emilio Taviani, uno de los más profundos tratadistas del tema colombi no, a lo largo de una dilatada y admirable producción editorial. La REvIsTA DE HISTORIA NAVAL se complace en dar testimonio de ello, rindiéndoleun merecido homenaje con el estudio introductorio que abre las páginas de esté número. Tributo merecido al ilustre hispanista de la nación latina, que tanto ha contribuido a estrechar los vínculos culturalesy. afectivos con nuestro país. Aunque el tema del Descubrimiento y sus connotaciones hábrán de estar muy presente en toda la planificación del año, y que en este número tienen también su presencia en los trabajos de Amancio Landín y José,Luis Tato, con tanta experiencia histórica acumulada, otras facetas del comportamiento naval tan diverso como enjundioso, en su talante historiográfico, dej&ntam bién su impronta. Así, los estudios de los almirantes Albert F rero y Martí nez-Valverde, sobre las campañas navales de las guerras médicas; y las fuer: zas sutiles españolas en los siglos XVIII y XIX, temas, si alejados en el tiempo, unidos por el nexo común del protagonismo naval. Junto a ellos, Antonio Téllez Molina nos traslada al escenario del 98, cuya revisión histórica es tam bién un reto pendiente. Una nuevt sección se incorpora también con el año: «La estrategia naval en la Historia», en la que la experta pluma del contralmirante Bordejé nos sitúa, con indiscutible autoridad, ante una serie de reflexiones que irán mati zando aspectos esenciales de esta importante ciencia en relación con la actitud naval ante la Historia, y de la que el hasta hace poco tiempo director del Ins tituto de Historia y Cultura Naval es un conocedor a fondo. Completan el número las secciones habituales de Documento, Noticias Generales y la Historia Marítima en el mundo, que junto a las Recensiones ofrecen desde el escaparate del 92 la rotunda convicción de que aún hay mucho que decir. Año 1992 LA DIMENSIÓN HUMANA COLOMBINA EN LAOBRADELPROFESOR TAVIANI (Una reflexión en su homenaje) José CERVERA PERY Director de la REvIsTA DE HISTORIA NAVAL Escribir todavía hoy sobre Colón y el descubrimiento entraña grave ries gos si no se tiene la necesaria sensibilidad y firme convicción para hacerlo, porque pocas figuras existen en la historia de la humanidad tan fascinante, profunda y enigmática, y que más controversias o apasionadas polémicas hayan suscitado que la del almirante de la Mar Océana. Su personalidad, tan rica en matices, no se verá sin embargo ensombrecida por el aporte de su dimensión humana, de la que no se saben demasiadas cosas. La falta de prue bas documentales de gran parte de sus actuaciones sigue constituyendo un reto histórico al que se enfrentan historiadores e investigadores. Es impor tante y plausible que persona de tan innegable solvencia y autoridad como la del profesor Paolo Emilio Taviani trate de profundizar con dos excelentes aportaciones, en el desvelo de los grandes y pequeños misterios que la vida de tan eminente como controvertido navegante sigue ofreciendo. Quizá todo elproblema de la concepción ypreparación del viaje colombino merecería ser nuevamente sometido a examen. Con esta frase, tomada del geó grafo italiano Roberto Almagia, abre su espléndido libro el honorable doctor Paolo Emilio Taviani, vicepresidente del Senado de la República italiana y profesor de Historia Económica de la Universidad de Génova. Y no creo que nadie pueda mostrarse en desacuerdo con esta reflexión que el citado profe sor establece en sus páginas introductorias. Se trata de un hecho evidente que merece la pena destacar con la profundidad y buen tino con que lo hace, y que le permite una objetiva valoración de su alcance, ya que el mérito inicial con siste esencialmente en haber tenido el coraje suficiente para situar a Colón en su exacta dimensión humana, naturalmente complicada y pluriforme de por sí, pero donde la claridad expositiva constituye el factor primordial de un sugestivo tratamiento, enriquecido con un amplio repertorio de apéndices documentales que acreditan la identidad del trabajo desplegado en los archi vos. Para el profesor Taviani no existe la menor duda de que efectivamente Cristóbal Colón nació en Génova —y con ello confirma los testimonios de ilustres historiadores, entre los que de modo destacado sitúa a don Antonio Ballesteros Beretta—. En este sentido se muestra profundamente dogmático, y considera que todas las especulaciones que han surgido en torno al lugar de su nacimiento son consecuencia directa del exagerado nacionalismo de los siglos xix y xx. No es menos cierto que Colón y los suyos trataron siempre de ocultar el lugar de su origen, procurando con ello quizá evitar el conocimiento Año 1992 7 JOSÉ CERVERA PERY de su modesta estirpe. El propio almirante y su hijo Hernando pusieron todos los medios para que el enigma quedara sin descifrar, pero dando al mismo tiempo las pistas para que otros las siguieran. Hoy el hecho de su nacimiento parece cuestión fuera de toda duda. La personalidad colombina ha sido permanentemente estudiada desde sus orígenes, pero el tema no se muestra agotado ni mucho menos. Quizá sea Andrés Bernáldez, el cura de Los Palacios, el que mayores datos nos suminis tre sobre la misma. Así como Pedro Mártír de Anglería nunca menciona sus conversaciones con el descubridor, Bernaldez, por haberlo tenido de hués ped, se ocupa detenidamente de trazar el personaje, ya que nada menos que catorce capítulos de su historia de los Reyes Católicos, Don Fernando y Doña Isabel, están dedicados a Cristóbal Colón y a su empresa. Su comienzo ya evi dencia el respeto que le impone su figura. En el nombre de Dios Todopodero so. Hubo un hombre de tierra de Génova, mercader de libros de estampas que trataba en esta tierra de Andalucía, que llamaron Cristóbal Colón, hombre de muy alto ingenio sin saber muchas letras, muy discreto en el arte de la cosmo grafía y en .el repartir del mundo. Estas observaciones son muy valiosas por venir de persona que convivió con el biografiado, y que denotan que Colón no era el hombre de cultura notable como a veces ha querido presentarse por sus apologistas. De aquí posiblemente surja la idea colombina del descubrimiento, fra guada en una curiosa mezcla de verdad y error. De Marco Polo y de la Imago Mundi, de Pedro de Aylli, obtiene la certeza de que la distancia de España— desde donde por fin va a proyectar su gran aventura— a la India no es muy grande. El mapamundi de Toscanelli y su derrotero sugería inequívocamente que la ruta occidental hacia la China y el camino de las especies no era muy largo y bastante seguro. Algunos pasajes bíblicos, y además los versos de Séneca de que el mar descubrirá mundos nuevos y no será Thule la última tierra le influirán de modo decisivo. Ciertamente no por sus estudios (pues no es un investigador ni demostrado científico), sino por lecturas improvisadas, con la fe del autodidacta, absorbió Colón la impronta de su tenacidad, rasgo esen cial de su carácter, de una firme personalidad presente a lo largo de sus viajes y aún después de ellos. El retrato que Colón hace de sí mismo revela que lejos de ser un temerario irresponsable era un navegante muy experto. Todo lo que fasta hoy se navega —afirma— lo he andado. Trato y conversación he tenido con gente sabia... En la marinería me hizo nuestro Señor abundoso; de astrología lo que abastaba, y así de Geometría y Aritmética y engenio en el ánima y manos para dibujar las esferas...; me abrió Dios nuestro Señor el entendimiento con.mano palpable a que era hacedero navegar de aquí a las Indias y me abrió la voluntad para la eje cución dello. Ya sabemos que el cura de Los Palacios lo describe como un hombre de alto ingenio y muy diestro en Cosmografía. Por tanto los conoci mientos de Colón eran bastante superiores a los cosmógrafos de su época, pero aún así no pudo deshacer el error —el más fecundo error, como ha sido calificado por Hanke— acerca de la proximidad relativa entre las costas occi dentales de Europa y las orientales de la India. 8 36 LA DIMENSIÓN HUMANA COLOMBINA EN LA OBRA DEL PROFESOR TAVIANI Colón se extravía a veces por su inconformismo, fogoso e incapaz de fre no, en cuyo ánimo aparecen y chocan multitud de ideas y proyectos, no siem pre acertados o armónicos; una amalgama ciertamente confusa de grandes verdades y grandes errores, que lo definen y afirman desde su dimensión humana. El hombre por el que tanto se interesa el profesor Taviani sin despo jarlo de su ropaje romántico, porque Colón es ante todo un soñador, un espí ritu genial que vio más allá de donde pudieron ver sus contemporáneos. Así, la vida del genio está contada siempre desde el ángulo humano, sin que pierda nunca su condición de hombre; sin olvidar que en el hombre existe también lo equivocado y arbitrario. Hay un Colón metafísico, que es el que exige acaso más esfuerzo de com prensión.y que es el Colón de los contrastes; el que vive profundamente ilusio nado por culminar la ruta de las Indias y del amargor de verse incomprendido o tachado de iluso. Ese Colón atormentado que parece quedar cubierto por el enigma que va desde la historia a la leyenda, y que tan mal ha sido tratado por Madariaga cuando lo califica de hombre misterioso, despótico, ambicioso y de una avaricia sórdida. Sin embargo, si de una vez para siempre se desea comprender el genio colombino, con todas sus contradicciones, es preciso no descolocarlo de la Europa de su tiempo ni, pór supuesto, desplazarlo de su vigorosa condición humana, sensibilizada y dinamizada precisamente através del enigma de su vida. Colón habría de ser, por tanto, un gran europeo, en una Europa que entonces se llamaba la Cristiandad. Un europeo moderno por sus contactos, sus proyectos y sus relaciones con el entorno continental, y algo quizá por su formación y su integración mental en el destino de una idea europea concebida en su totalidad. Porque la Europa que intuye Colón no es ya la Europa única a la manera carolingia o medieval, sino que ha de perfi larse a través de su Estados nacionales. Fue un europeo por la’gran aventura de su vida y por las ciudades de su formación profesional o experiencia náuti ca. Vive en la convicción de que ha de proyectar Europa —todavía no’sabe si a través de Inglaterra, Francia, Portugal o España— más allá de sí misma, pero este europeo, de espíritu universal, vivirá sin embargo a lo largo de su existencia una situación cargada de paradojas. Su vida estará marcada por las nuevas experiencias, y por un cúmulo de insatisfacciones que habrán de dejar honda huella en los rasgos de su personalidad. Consultando sus relaciones, testamento y otros documentos de su pertenencia se advierten las constantés contradicciones. Nada traspasa el misterio, ni ofrece las menores luces para su aclaración, porque todo Colón es una hipótesis colosal que desconcierta y aturde; unahipótesis abierta a todas las suposiciones y a todas las convenien cias, con una realidad firme en su vida: España y el descubrimiento. Cabría preguntarse si es más importante, por tanto, estudiar la fisonomía humana que la dimensión estrictamente histórica de Cristóbal Colón. Para el profesor Taviani ambos conceptos gozan de la misma importancia. Quien detenidamente penetre en elfondo de sus planteamientos llegará a la conclu sión de que es difícil separar la personalidad humana, en sus ricas facetas a veces antagónicas, de la proyección histórica del descubridor. Con Colón la Año 1992 JOSÉ CERVERA PERY geografía emprende un camino con perspectivas completamente inéditas, pero su drama humano es la pasión del poder. Es, por tanto, una gran figura histórica, con una conjunción de hechos y circunstancias que la sitúan en un plano muy por encima de sus propias señas de identidad. Puede pensarse que Colón haya sido desmitificado por el propio correr del tiempo, en que son escasas las figuras que se mantienen enhiestas y que no sucumben al juicio crí tico de las generaciones que se suceden. Colón, sin embargo, supera cual quier circunstancia coyuntural y su figura sigue popularizada hasta extremos notoriamente increíbles. Se trataba de hacer algo nuevo, diferente, en la his toria de la navegación; algo que de alguna manera transformase el espíritu científico y geográfico de la época, y lo logró con creces. La pervivencia del personaje, a veces, va más allá de su obra, pero la trascendencia de la misma diluye en otras la proyección de su autor. Es una compleja situación, de la que no siempre puede salirse airoso. Hago estas reflexiones después de la lectura de los dos magníficos estudios de Paolo Emilio Taviani, Cristóbal Colón, genio del mar y Cristóbal Colón: génesis del gran descubrimiento, una doble y substancial aportación que debiera cerrar para siempre los oscuros horizontes de la incomprensión. El mito de Colombo, la leyenda y la patria, su origen genovés en los análisis documentales, la familia, la casa, el origen genovés de su cultura, el hombre Colombo, protagonista del gran acontecimiento...; facetas todas al encuentro del personaje, que en Taviani adquieren un talante altamente revelador. La impresión que se obtiene tras la lectura es la de contar con una nueva perspec tiva de la dimensión humana colombina a través de un estudio enjundioso que acumula un esfuerzo de años, concretado en el incesante acopio de documen tos y en el dominio de una técnica narrativa, ágil, directa e irreprochable en su claridad expositiva. Con afirmaciones bien sostenidas y conclusiones con vincentes. El concepto europeo de la figura colombina, a salvo de sus distintas confrontaciones con los reyes de su tiempo, hasta que encuentra el firme apoyo de los Reyes Católicos, son aspectos enaltecedores de un esfuerzo que ratifica en su calidad y demuestra en su planteamiento, y en el valioso aporte documental que lo enriquece, el talante meritorio de su ilustre autor. Como ha escrito López Ibor, el hombre se pasa la vida tratando de enten derse a sí mismo, y la historia de la humanidad surge desde el gran intento del hombre de realizarse, es decir, de entenderse cabalmente. Colón posible mente terminó entendiéndose, aunque no lo supiera, y consiguió a la postre ese halo de gloria a la que sólo llegan loshombres fuertes que saben de dolo res, fracasos y frustraciones. Y en la vida de Colón, y su dimensión humana, tan magníficamente trazada por el profesor Taviani, hay más luces que som bras, pese a quien pese. Es indudable que Cristóbal Colón, genio del mar, lúcido y visionario, des cubrió América, pero no supo o no quiso descubrirse a sí mismo. En dos libros impecables, el honorable profesor Paolo Emilio Taviani sí descubre al hombre junto a su circunstancia... 10 36 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LAS GUERRAS MÉDICAS (1) Julio ALBERT FERRERÓ Vicealmirante (r) Introducción Desde el comienzo del siglo VII a. C. el mar Egeo, una vez eliminada la competencia fenicia, se había convertido en un lago griego. Hasta fines del siglo VI a. C. impera la aristocracia. La posesión de una cultura y de una len gua hacía a los griegos dintinguirse de los bárbaros. El desarrollo del comer cio borró las diferencias entre los habitantes de las distintas regiones, creando una comunidad étnica y lingüística. La lucha con los persas fue en defensa de una unidad cultural que se asegu raba a través de la lengua. Las ciudades griegas en la costa occidental de Asia Menor (Mileto, Efeso, Focea) constituían una cabeza de puente en territorio bárbaro, limitando con el territorio de Siria. El espíritu aventurero griego, unido a las desigualdades políticas y sociales, produjo una fuerte emigración que se difundió por toda la cuenca mediterránea. Grecia, que desde el siglo VIII a. C. constituía una unidad geopolítica, desarrolló, gracias a sus colonias, un intenso comercio marítimo favorecido por la existencia de sus costas-recortadas, por sus innu merables islas y dificultado por las difíciles rutas terrestres. Los griegos crearon un sistema monetario completo, que ejerció gran influencia en la sociedad helénica. El choque entre helenos y bárbaros, conocido ordinariamente como las guerras médicas, proporcionó a Grecia la conciencia de su unidad. Antecedentes históricos Existen en la historia de Persia dos períodos perfectamente delimitados: el primero de crecimiento hasta la confrontación con Grecia y el segundo, de constante decadencia. El forjador de la grandeza persa fue Ciro el Grande, nacido en el año 580 a. C., dotado de una gran inteligencia política y de un sin gular talento militar. Realizó una brillante campaña militar durante seis años, ampliando las fronteras del imperio hasta el Mar de Aral y la India. Tomó Babilonia, consiguió el acceso a las fronteras de Egipto, que conquistó su hijo Cambises. El verdadero constructor de la unidad del Imperio fue Darío, que llegó a ocupar las tierras comprendidas entre la India y el Mediterráneo y con siguió transformar las masas armadas en un ejército organizado. Persia consi deró la posesión de las ciudades griegas de Jonia como etapas parauna poste rior conquista de tierras europeas con el propósito de llegar hasta el Danubio. Año 1992 JULIO ALBERT FERRERO Conquistó Asia Menor, incluyendo las colonias griegas que bordeaban el Mar Egeo. Darío, después de extender los límites del Imperio hasta el río Indo, cruzó el Bósforo e invadió Tracia. Al parecer se desplegó hacia el norte lle gando a las bocas del Danubio, pero esta expedición no tuvo el éxito esperado aunque consiguió el dominio de la parte meridional de Tracia. En general, esta campaña no contribuyó a incrementar el prestigio persa. No está claro todavía qué fue lo que indujo a Darío a extender sus domi nios por Europa. Parece, no obstante, probable que tanto los habitantes libres de Tracia como los griegos simpatizaban con los griegos de la parte Oriental del Egeo y del noroeste del Asia Menor bajo dominio persa, por lo que Darío consideraba la necesidad de conquistar la península balcánica para preservar la paz en la parte occidental de Asia Menor. Debido al poco éxito alcanzado en la expedición al Danubio, algunas ciu dades griegas del Bósforo, como Bizancio, Calcedonia y Antandro se suble varon, consiguiendo Darío la pacificación de la zona y la conquista de Tracia. Como consecuencia, los marinos jónicos se vieron aislados del Mar Negro, con lo que disminuyó su comercio. En estas circunstancias estalló la revuelta de Jonia en el año 499 a. C., que contó con el apoyo de Atenas y Eretria que enviaron buques de refuerzo y que terminó en el año 494 a. C. en la que la flota jónica fue destruida en la bahía de Lade. La ciudad de Mileto fue tomada al asalto, sometiéndose rápidamente las demás ciudades jónicas. La flota persa procedió a explotar el éxito de esta victoria conquistando las islasestado del Mar Egeo. Esta revuelta fue la causa de la invasión persa, que sor prendió a las ciudades griegas con sus acostumbradas discordias. En estas circunstancias, Darío envió a su yerno Mardonio, como coman dante en Jefe de las fuerzas terrestres y navales, a restablecer el dominio sobre Tracia y a castigar a los griegos en la primavera del año 492 en un nuevo intento de presionar sobre Europa. Se enviaron grandes refuerzos desde la capital persa Susa hacia el Oeste. Las operaciones tuvieron éxito tanto en Macedonia como en la Tracia meridional restableciéndose la autoridad persa, pero después de la conquista su flota fue destruida por un temporal en el Monte Athos, extremo oriental de la triple península Calcídica, por lo que la expedición posteriormente no prosperó. A pesar de esto, Darío no desistió de castigar a Atenas y Eretria por su ayuda a la revuelta jónica y procedió a modi ficar el plan de operaciones, ante la experiencia adquirida en la lucha contra la revuelta jónica y ante las dificultades encontradas por Mardonio en el movi miento combinado del Ejército y de la Marina a través de Macedonia. Planes de campaña persa contra los griegos en el año 490 a. C. Las dificultades aludidas, que Mardonio encontró a lo largo de la exten dida derrota entre el Helesponto (Dardanelos) y Grecia aconsejaba estable cer una derrota más corta a través del Mar Egeo desde la isla de Samos a Eubea, apoyándose en las numerosas islas del Egeo. Sin embargo esta ruta 12 36 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LAS.GUERRAS 1M4 MÉDICAS (1) ‘L i 1 z o y 4- . y -o y 1- o Año 1992 13 JULIO ALBERT FERRERO marítima, a pesar de su poca extensión, hacía prohibitiva una expedición de gran envergadura dado la limitada capacidad de carga y de transporte de los buques de aquella época. Se necesitaba reponer abastecimientos con frecuen cia y un gran consumo de agua. En consecuencia, Darío decidió limitar sus objetivos: Atenas y Eretria, por su ayuda inicial a las revueltas jónicas, aun cuando sus miras eran las de conseguir una base avanzada en el Atica para su posterior conquista de toda Grecia. El Ejército y la flota persa se concentraron en Cilicia, en la costa sur de Asia Menor, bajo el mando de Datis que reemplazó a Mardonio. Aunque Herodoto no señaló el número de hombres, sino sólo el de buques, 600 trie ras, puede estimarse en un total de.72.000 hombres, dados los datos de que se dispone sobre la capacidad de estos buques, del orden de 120 hombres en cada uno. Este número era de capitán a paje e incluía las tropas de desembar co. Algunos historiadores fijan en 4.000 hombres los que participaron en la batalla terrestre. En cualquier caso no se trataba de una operación de gran envergadura. Aun cuando las batallas decisivas, tanto en tierra como por mar, transcu rrieron durante la segunda expedición bajo el mando de Jerjes. Estas prime ras, bajo el mando de Datis, sirvieron para obtener un mayor conocimiento del armamento, del potencial y de las tácticas enemigas. Batalla de Maratón La flota, con el Ejército a bordo, salió de Cilicia a finales de julio de 1490 a. C. en demanda de la isla de Samos, perteneciente al archipiélago de las Esporadas, en Jonia. Desde Samos se dirigió a la isla de Naxos, donde quema ron la ciudad (sus habitantes huyeron a las montañas) ,tomaron rehenes y tro pas de las islas en su ruta hacia la ciudad Eretria, primer objetivo de la expe dición, en la isla de Eubea. Esta ciudad, conocedora de la invasión, había soli citado ayuda a Atenas, que hizo lo que pudo aunque su ayuda fue modesta. Los persas encontraron resistencia y después de seis días tomaron la ciudad mediante un acto de traición, cometiendo pillajes y convirtiendo en esclavos a sus habitantes. Después de una corta estancia, los persas cruzaron al estrecho de Euripo hacia la bahía de Maratón, en un punto de la costa de Atica a 25 millas de Ere tria y a una distancia de 26 millas por tierra y a 60 millas por mar de Atenas. El punto de desembarco era una playa de unas 5 millas de longitud, orientada del nordeste al suroeste, protegida del nordeste por el monte Cynosura que se adentraba en la mar más de una milla. Desde la playa se extiende una lla nura tierra adentro entre 1,5 y 2 millas, dividida por un torrente y limitada a ambos lados por tierras pantanosas. Dos caminos conducían a Atenas, el más directo atravesaba unos montes que le hacían impracticable a la caballería, el otro, por el contrario, bordeaba la costa y resutaba muy apto para la caballe ría. Las planicies próximas a Atenas eran muy aptas para la acción de la caba 14 36 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LAS GUERRAS MÉDICAS (1) hería, pero presentaban el inconveniente de que su proximidad a la ciudad hacía peligrosa la reacción ateniense ante el desembarco persa. La situación política en Atenas proporcionaba una adecuada explicación de las cáusas del desembarco en la bahía de Maratón, puesto que existía una fuerte división en los partidos políticos. El partido Autocrático, liderado por Milcíades, era antipersa; el partido Democrático deseaba que Hipias recobrase el control de la ciudad con la ayuda de los persas. El objeto probable de los persas al desembarcar en Maratón no fue el dar la batalla allí precisamente, sino el de hacer salir de Atenas a su guarnición, mientras ellos podían esperar en Mara tón el tiempo necesario para que una acción traicionera resolviera la situación y en el caso de que la guarnición griega de Atenas llegase a Maratón. Así dis pondrían de una mayor oportunidad para conspirar en la ciudad. En ambos supuestos, tanto si se producía la batalla como si no, parte desu ejército con la flota podría dirigirsea Atenas, que distaba sólo 60 millas, mientras que el resto podía contener al ejército griego allí en Maratón. Previamente, los atenienses habían acordado una ayuda de Esparta. Con forme a ello, al tener noticias de la caída de Eretria, enviaron un mensajero para conseguir la prestación acordada. Este volvió inmediatamente anun ciando que por razones religiosas los espartanos tenían que esperar hasta la luna llena. Llegaron a Atenas el 1.° de septiembre. Los ateniensesse entera ron del desembarco el día 10. La fuerza ateniense estaba mandada por el polemarca Calímaco. El más destacado de los generales atenienses era Mil ciades y es probable que su prestigio afectase a las decisiones del Consejo de Guerra. Aunque no se conoce con certeza la cantidad de las fuerzas atenien ses, diversas consideraciones llevan a pensar que se trataba de 7.000 u 8.000 hombres, frente a la estimación de unos 10.000 persas que desembarcaron en Maratón. Cuando las fuerzas atenienses se desplazaban por la carretera interior directa pensaron en que se iban a. encontrar con los persas, que contraria mente permanecían estáticos en el llano junto a la playá en la que habíañ desembarcado de sus buques, fondeados en las proximidades de la playa. Los atenienses ocuparon las alturas, suposición era predominante. Los persas no podían atacar, no quedándoles más alternativa que desplazarse por lacarre tera de la costa, muy apta para la caballería o reembarco. Debió existir una comunicación con Atenas, de modo que quedaron enterados que los esparta nos iniciaron un movimiento sobre el día 8 deseptiembre después de la luna llena. El tiempo transcurría sin que en Atenas ocurriese nada, lo que obligaba a los persas a iniciar una acción decisiva antes de la llegada de los refuerzos espartanos, en consecuencia, es probable, aunque Herodoto no lo especifica, que los persas embarcasen parte del ejército con toda la caballería para din girse directamente a Atenas, mientras el resto permanecía en posición para mantener al ejército ateniense fuera de la ciudad. Es probable que el ejército persa permaneciese al nordeste del lecho del torrente, entre éste y la zona pantanosa, con los buques próximos al promon torio de Cynosura para protegerse de los vientos de componente norte y nor Año 1992 JULIO 16 ALBERT FERRERO Núm. 36 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LAS GUERRAS MÉDICAS (1) deste. Esta situación les proporcionaba suficiente espacio de maniobra, tanto para la infantería como para la caballería, y su proximidad a los buques con las popas hacia tierra les proporcionaba una posibilidad de reembarque ante un caso de emergencia. La parte de las fuerzas que debía contener a los grie gos se desplazó hacia una posición en la orilla derecha del torrente Charadra para poder tomar la carretera de la costa, al propio tiempo que se aproximaba al enemigo. Esta decisión se llevó a cabo el 9 de septiembre. A la llegada a Maratón, los generales atenienses celebraron un Consejo de Guerra que dió como resultado la decisión de Calímaco urgido por Milcíades de presentar batalla, si bien ésta debía esperar a la llegada de los refuerzos de Esparta. Se decidió que la batalla fuese conducida por Milcíades, que era líder de su partido, un distinguido político y soldado, aunqué Calímaco no renunció a ocupar su puesto de honor como comandante en Jefe, en el que perdió la vida cuando perseguía al enemigo. Al salir para Atenas la flota persa con la caballería y con las fuerzas del ala derecha a bordo, el resto avanzó paralelamente a la playa, con los buques sobre la playa a retaguardia dispuestos para el reembarque de las tropas. La táctica persa consistía en atacar con armas por el centro y envolver. En esta ocasión no contaban con la caballería, por lo que probablemente les obligó a alargar la línea de batalla. Por parte griega, su táctica consistía en la carga frontal con el combate cercano con lanzas y su punto débil radiçabaen los flancos. Sin embargo, Milcíades reforzó los flancos evitando el envolvi miento persa, a expensas de debilitar el centro, y extendió la longitud de su línea de combate. La vista del embarque de la mitad del ejército persa, mientras que la otra ala formaba cerca de la carretera de la playa, era claramente la ocasión que Milcíades esperaba, descendiendo el ejército ateniense de las colinas, for mando a una milla de distancia frente a las fuerzas persas y avanzando lenta mente hasta una distancia algo mayor del alcance de las flechas, parando y ajustando la línea y al estar preparados se movieron con rápidez probable mente a través de la zona de fuego, con las lanzas en formación cerrada. La batalla fue larga y encarnizada. El débil centro griego no fue lo suficiente mente fuerte para arrollar a los arqueros persas, la élite del ejército, que tam bién llevaban espadas crtas para el combate cuerpo a cuerpo. Por el contra rio, el centro persa fue lo sufiencientemente fuerte para romper la débil línea griega y siguieron hacia las colinas. Pero las dos pesadas alas atenienses envol vieron, arrollando las alas persas y cargando sobre el centro. En esta nueva intentona los griegos debieron estar más cercanos a la playa que el enemigo, pero no se interpusieron. En esta segunda fase, la acción resultó completamente favorable a los griegos, que destruyeron el centro persa, persiguiendo a los enemigos hasta la playa y apoderándose de los barcos, en los que los fugitivos trataban de escapar. Los buques que se escaparon con las fuerzas derrotadas se dirigieron a la isla Aegilia a 8 millas de Maratón, donde habían confinado a los cautivos de Año 1992 JULIO ALBERT FERRERO Eretria, embarcándolos con el botín, siguieron a las otras fuerzas embarca das, doblaron el cabo Sunion hacia la bahía de Phalenus, frente a Atenas. Las fuerzas victoriosas griegas volvieron a Atenas con rapidez y acampa ron en las colinas del puerto. Los espartanos salieron en luna llena y efectua ron la marcha sobre Atenas, a 140millas en 83 días. Llegaron antes de lo espe rado, horas después del retorno del ejército ateniense. Sin duda alguna su presencia contribuyó a disuadir a los persas, que después de una breve estan cia en la bahía de Phalenus en espera de la incorporación de la segunda divi Sión de la flota que traía a los cautivos de Eretria y a las fuerzas persas derro tadas, salieron para Asia. Las pérdidas totales fueron 192 griegos y 6.400 persas; la lucha más dura fue en el intento de apoderarse de los buques. Los cautivos de Eretria fueron bien tratados y se establecieron en tierras cedidas cerca de Susa. La toma de Eretria supuso un pequeño triunfo para Darío, cuya derrota minó el prestigio persa necesario para el mantenimiento del Imperio, por eso era indispensable un nuevo intento de conquista sobre Grecia. El resultado de esta batalla no fue importante, aunque ha sido magnifi cado en la Historia, sin embargo, se ha descrito porque en los primeros tiem pos la guerra naval consistía principalmente en unos desembarcos anfibios y seguidos de incursiones para conseguir botines y saqueo en los territorios ene migos. También conviene resaltar que las tácticas de la guerra terrestre tenían su aplicación en la guerra naval. La batalla de Maratón enseñó a los griegos el éxito de las lanzas sobre las flechas y la evitación del envolvimiento. Preparación para la nueva campaña • El nuevo intento de conquista de Grecia requería mucho tiempo, la orga nización del Imperio exigía la movilización de tribus que suplementasen al ejército regular. En el año 486 a. C. estalló la sublevación de Egipto, en el 485 murió Darío, sustituyéndole su hijo Jerjes que concluyó la revuelta en el 484 y previa consulta con su Consejo decidió iniciar los preparativos de una nueva campaña contra Grecia, de acuerdo con los deseos de su padre, que duraron unos tres años. Se acumularon provisiones y municiones a lo largo de la línea de marcha en Tracia y Macedonia, se construyó un canal a través de la penín sula de Athos para evitar su rodeo en caso de mal tiempo. Este canal, de 30 metros de ancho y de 1,20 de fondo, con una longitud de 1,5 millas era, según Herodoto, la demostración de una ostentación más que una necesidad. Dada la gran entidad de la fuerza expedicionaria, imposible de transportarla por mar, se decidió cruzar los Dardanelos y marchar cruzando Tracia y Macedo nia, bajo dominio persa, y llegar a Grecia desde el norte. Durante esta marcha a lo largo de la costa, el enorme ejército persa se suministraría de los depósi tos previamente establecidos en Tracia y Macedonia y también de los buques mercantes que transportaban suministros desde las bases en las costas de Asia Menor, Siria y Egipto. Estos buques mercantes contaban con la protección y cobertura de la flota de combate. 18 36 LAS CAMPAÑAS NAVALES Año 1992 DE LAS GUERRAS MÉDICAS (1) 19 JULIO ALBERT FERRERO Este plan requería una gran cooperación entre la flota y las fuerzas de tie rra, ya que el ejército era demasiado numeroso para obtener un apoyo logís tico adecuado con los suministros locales y una derrota naval supondría un corte en las líneas de comunicación con las bases persas. Las fuerzas persas pueden estimarse en 180.000 soldados y 130.000hombres a flote, además de las dotaciones de los buques mercantes, en total unos 350.000 hombres. Marcha del ejército persa En el otoño del año 481 a. C., el ejército persa, que había sido movilizado en Capadocia, empezó a desplazarse hacia Sardes, la capital de Lidia, en el Asia Menor occidental y en la primavera del año 480 a. C. estaba preparado para iniciar la campaña contra Grecia. Los contingentes navales procedentes de las satrapías marítimas se fueron concentrando en la entrada de los Darda nelos. Sobre el 15 de abril, el ejército partió de Sardes y después de un mes llegó al Llano de Troya, sobre los Dardanelos, a pocas millas de distancia de los dos puentes de pontones, cada uno se componía de 300 embarcaciones para soportarlos enormes cables sobre los que se había construído la calzada. Aquí Jerjes empleó un mes en revistar al Ejército y a la Armada, comenzando su avance sobre Tracia el 15 de junio. Al estar a unas 80 millas de los puentes, el Rey Jerjes detuvo la marcha en la boca del río Maritza para contar el ejér cito, terminando por lo tanto su organización. Herodoto fija en 1.700.000 hombres, cifra que parece exagerada como ya se ha indicado anteriormente. Esta parada sirvió para varar los buques de la flota, limpiar fondos y carenarlos, en Maritza la flota fue revistada de nuevo y quedó organizada en cuatro grandes escuadrones. Según Herodoto, se componía de 1.027 buques de gue rra procedentes de Asia y 120 se incorporaron desde Tracia, después de la invasión 3.000 transportes y embarcaciones pequeña. Este último número podría ser una cifra aproximada. Cada uno de los escuadrones se componía de unos 300 buques e iban bajo mandos persas, que eran hermanos del rey y príncipes del Imperio. Cada buque contaba con un destacamento persa, además de su dotación de origen provincial. Se trataba de una fuerza persa y, por tanto, sus mandos se verían inclinados a luchar empleando la táctica persa, es decir, utilizando armas arrojadizas, de las que disponía la mitad de la flota, y envolviendo los flancos enemigos. Desde el río Maritza el ejército se dirigió a Salónica, parte de sus efectivos cruzaron las montañas y la mayor parte se desplazaron por la costa. La flota pasó por el canal construido en la península Athos, incorporando buques locales y tropas en el camino, llegando a Salónica antes que el Ejército, distri buyéndose a lo largo de la costa hasta el río Varda. Jerjes, a su llegada a Saló nica, embarcó en un buque de Sidón escoltado por la flota y se dirigió hacia el Sur hasta unas 40 millas de la desembocadura del río Peneo, en el valle de Tempe, de importancia militar. Durante este viaje del rey, una división del Ejército se dedicó a abrir un camino a través de las montañas hacia Tesalia. 20 36 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LAS GUERRAS MÉDICAS (1) Las cosechas recientes estaban al alcance en este rico país. A mediados de agosto el cuerpo principal del Ejército se había desplazado al menos por dos rutas hacia una nueva etapa de su avance, que le llevaba a entrar en contacto con la línea de defensa griega. Preparativos griegos Durante los años anteriores a la expedición de Jerjes, la política de Atenas estaba bajo el dominio del demócrata Temístocles, que se había instalado en el poder a la caída de Milcíades, y que estaba convencido de que la derrota persa de Maratón no terminó con las intenciones persas de conquista. Temís tocles transformó a Atenas en una potencia marítima al emplear los ingresos procedentes de los filones auríferos de Lausión en la creación de una gran flo ta. En toda Grecia se había creado un mito como consecuencia de la victoria de Maratón, por lo que se subestimaba el poderío militar persa. Cuando la invasión parecía inminente él convocó una conferencia de estados griegos en el istmo de Corinto para establecer el plan de resistencia. Se hicieron los pla nes generales. Resultaba deseable el dejar al enemigo el menor territorio posible. Por esa razón, el establecimiento de una línea de defensa en el norte resultaba preferible con el fin de hacer participar al mayor número de defén sores. Por otra parte, se consideraba que dada la gran entidad de las fuerzas persas el istmo de Corinto era el único lugar donde se podía contener al ene migo. Por esta razón los pueblos del Peloponeso, entre los que se encontraba el ejército profesional de Esparta, querían atrincherarse en el istmo y presen tar batalla allí. Por el contrario, los estados del centro y del norte de Grecia preferían, para salvar sus tierras y ciudades, el mantenimiento de una posi ción defensiva en el norte. Independientemente de la línea de acción que se decidiese, era necesaria apoyarla con la flota, pues de otro modo la flota ene miga podría conducir a su Ejército a la retaguardia griega y hacer insostenible su posición seleccionada. No parece que los espartanos, que eran los mejores soldados de Grecia, pero de miras estrechas, comprendieran completamente la importancia de la defensa del territorio griego en el caso de que la flota griega fracasase en un coñtacto éon la persa. Temístocles convenció a los aliados para utilizar flota combinada griega, e insistir en establecer la línea de defensa en el norte. La flota persa cubría los movimientos de los buques logísticos, por tanto una derrota de aquella flota causaría la retirada del Ejército al faltarle su apoyo logístico. Cuando los persas llegaron a los Dardanelos, Tesalia convocó al Consejo en el istmo para pedir ayuda. Los griegos decidieron tratar de retener a Tesa lia mediante la defensa del paso de Tempe, a 60 millas al sur de Salónica, y enviaron 10.000 hombres, equipados con armamento pesado, por mar hasta el canal Euripo (entre la isla de Eubea y el territorio continental). Desembar caron en el glofo de Volo, desde allí marcharon á Tempe, donde acamparon Año 1992 JULIO ALBERT FERRERO y se les incorporó la caballería de Tesalia. Es probable que después de su lle gada supieran la existencia de otras rutas, además del paso de Tempe a través de las montañas y por esto sus posiciones podían ser sobrepasadas. La expedi ción volvió al istmo de donde había partido y Tesalia, viendo que por sí sola nada podía hacer contra los invasores, envió tierra y agua a Jerjes, en Salóni ca, en señal de sumisión. La posición Termópilas-Artemisio Después de regresar la expedición de Tempe, el Consejo de los Aliados escogió el paso de las Termópilas como el sitio adecuado para contener la invasión. Se trataba del único camino practicable a un ejército invasor para penetrar en Grecia central, en varias ocasiones y en siglos posteriores se ha comprobado que ese era un punto clave. Además su situación geográfica per mitía la cooperación eficaz de la flota con el Ejército durante el paso. Las Termópilas era una posición excelente para una acción conjunta defensiva por tierra y por mar. Está a la entrada de la Grecia central sobre la costa en el golfo de Malian. Una cadena de montañas impide el paso, dejando sólo un paso estrecho de menos de 15 metros entre el mar y la montaña. El golfo se abre en el canal de Euripo entre la isla de Eubea y la costa griega. La parte norte de esta isla ofrecía a los griegos la base necesaria para la flota y una ensenada segura ante un ataque terrestre. Mientras la flota pudiese permanecer en la zona de Artemisio, en la parte norte de Euripo, la numerosa caballería persa no podía actuar ventajosa mente contra el ejército griego en las Termópilas, ya que sólo podía llevar a cabo un ataque sobre un frente de 15 metros. La retirada de la flota supondría el abandono del paso, ya que el numeroso ejército persa podría lanzarse por mar directamente contra el flanco y las líneas de aprovisionamiento. La deci sión de mantener la línea Termópilas-Artemisio se tomó después de una gran disputa. Los estados del Peloponeso fueron persuadidos con dificultad de que la defensa del istmo requería la presencia de las fuerzas atenienses con el resto de la flota para prohibir el libre uso del mar por el enemigo. Finalmente se convencieron de que para contar con la ayuda de la flota ateniense en la defensa de la línea final en el istmo debían establecer una línea de defensa en el norte, para salvar a Grecia central. Por esta concesión Esparta exigió el mando combinado en el mar y en tierra. El comandante en jefe de la flota aliada fue el espartano Eurybiades, el de las fuerzas de tierra fue el Rey de Esparta, Leónidas, y se decidió mantener la línea de defensa en el Norte. Iniciación de la campaña Como se ha indiciado anteriormente, una división persa salió de Tesaló nica poco después del 1 de agosto para abrir camino a través de las montañas 22 36 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LAS GUERRAS MÉDICAS (1) hacia las llanuras de Tesalia. Estas noticias llegaron a los cinco días al istmo, por lo que las fuerzas combinadas aliadas se dirigieron hacia el Norte el día 11 llegando a sus posiciones sobre el 18. Leónidas partió del istmo con 3.000 hombres de la Liga del Peloponeso, con armamento pesado, que incluía a 300 espartanos y algunas tropas con armamento ligero. Se les incorporaron unos 2.000 hombres con armamento pesado procedentes de la Grecia central. Tomaron posiciones en el paso estrecho de las Termópilas sobre la costa y establecieron en el pueblo de Albenoi, a retaguardia la base logística, donde los buques de transporte podían llegar mientras la flota aliada estuviese en Artemisio. La flota aliada, compuesta por 271 trieras y7 penteras de 13 estados grie gos en coordinación con el Ejército, llegó a Artemisio a unas 40 millas al Este del paso. Los montes, en el campo del ejército griego, permitían avistar el canal de Año 1992 23 JULIO ALBERT FERRERO Euripo hasta Artemisio y las señales de humo durante el buen tiempo permi tían el enlace entre ambas fuerzas. Artemisio estaba frente a la entrada del golfo de Volo, cuyo uso sería muy deseado por el enemigo. A la llegada de la flota griega a Artemisio, Euribía des envió a tres buques en misión de búsqueda hacia el enemigo; se basaron en la isla de Skiathus. Al propio tiempo se tomaron medidas a la entrada de los estrechos con vigías y señales desde la isla de Skiathus, que resultaba visible desde la zona de la flota, avistándose la costa del promontorio de Magnesia y de todos los buques que se aproximaban. Está claro que los del Peloponeso no tenían ganas de establecer la primera línea de defensa fuera del istmo. Por el contra rio, los atenienses eran partidarios de la ventaja estratégica que ofrecía la línea de defensa del Norte. En este conflicto diplomático es probable que los espartanos no estuvieran dispuestos a defender los estados centrales con el ejército del Peloponeso. Ellos prometieron el envío de refuerzos al Norte des pués de los grandes festivales que estaban celebrando, pero a pesar de las peticiones de Leónidas nunca los enviaron. Probablemente Esparta jugaba un doble juego. Envió a su Rey con los 300 hombres de élite como precio por haberse asegurado el mando de la flota y del ejército. Sin duda esperaba que las selectas tropas que había mandado induci rían a los estados centrales a enviar levas completas y completarían los cua dros con mercenarios. No cabe pensarque el Consejo de Esparta quisiera deliberadamente sacrificar a su propio Rey en las Termópilas. Aun en el caso de que la flota fuese derrotada, las señales de humos y los buques desplegados podían proporcionar a Leónidas suficiente preaviso y en el peor de los casos podrían huir por las montañas sin dar la oportunidad a una persecución organizada. Sobre el 13 de agosto, el ejército persa salió de Tesalónica camino de las Termópilas. El ala derecha se dirigió hacia el Oeste, a 40 millas de la costa, y luego avanzó directamente hacia el golfo de Malian y las Termópilas, donde llegó el 26 de agosto, pero el ala izquierda, en la que iba el Rey Jerjes, prote gida por mar, cruzó el paso de Tempe, girando paralelamente a la costa hacia la ciudad de Lorissa y luego a Halus, en el golfo de Volo, donde estableció contacto con la flota y probablemente se aprovisionó. La flota persa destacó un escuadrón de reconocimiento, compuesto por 10 buques, para explorar el canal Euripo. Este escuadrón encontró a los tres buques exploradores griegos, eliminándolos, forzando a varar a uno de ellos en la desembocadura del Peneo, capturándolo, aunque la dotación escapó por tierra. Los otros restantes fueron cazados al Sur y capturados a la vista de los vigías griegos en la isla de Skiathos, que informaron del incidente por señales de humo a la flota. Los buques de reconocimiento persas prosiguieron su avance, penetrando en el canal Artemisio, en donde tres de ellos se perdieron en la entrada de las Rocas de Myrmex. Once días después de la salida del ejército, la flota llegó al cabo Sepias, fondeando al día siguiente,el 25 de agosto, en 8 líneas a lo 24 36 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LAS GUERRAS MÉDICAS (1) largo del promontorio de Magnesia por falta de espacio en las playas. Además de las 1.324 trieras irían probablemente algunos cientos de transportes, for mando convoy para el apoyo logístico del ejército en las Termópilas. Durante la noche se levantó un fuerte temporal de levante que produjo grandes daños. Muchos buques no pudieron salir a la mar y se perdieron en tierra. La mayor parte de los buques se salvaron alvararlos sobre las playas a los primeros sín tomas de temporal, según la costumbre de la época. Según Herodoto se per dieron 400 trieras y un número indeterminado de transportes. Estas cifras parecen algo exageradas. La flota griega no sufrió daño alguno por la tormenta. Herodoto dice que al ser capturados los tres buques en las costas de Magnesia, los griegos se alar maron tanto que abandonaron su posición en Artemisio, pero esto también parece poco probable ya que tenían una posición clave que habían ocupado deliberadamente y parece extraño que la abandonasen sólo por la pérdida de 3 buques. Pero no cabe duda que el temporal barrió el canal de Euripo y los buques que no estuviesen varados buscasen refugio, que para los vientos de levante ofrecían abrigo la ensenada de Oreus, a dos o tres millas del canal Artemisio, pero pudo ocurrir que algunos buques pasasen de largo por las Termópilas, dando lugar a que se informase como abandono de Artemisio. No obstante, como ya se ha indicado, la flota griega no sufrió daño alguno. La tormentea duró tres días, durante los cuales las dotaciones persas en las playas se dedicaron a salvar sus efectos o hicieron defensas alrededor de sus buques, varados en las playas para protegerse de los habitantes. Los grie gos conocieron el desastre de los persas por sus vigías de las montañas. El tiempo, en la mañana del día 29 de agosto, amainó y laflota persa prosiguió su movimiento. Cuando los persas se apercibieron de la presencia de la flota griega en Artemisio, los almirantes resolvieron enviar un escuadrón que diese la vuelta por Eubea, subiese por el canal de Euripo y así evitase la retirada del enemi go. Parece que tanto en estrategia como en táctica los persas eran partidarios del envolvimiento. De acuerdo con esto, el grueso principal rodeó el cabo Sepias y después de un viaje de 25 a 30 millas fondeó en Aphete, en el golfo de Volo, mientras se destacaron 200 trieras que navegaron lejos de la isla Eubea, circunnavegándola. La flota griega volvió a ocupar su posición en Artemisio este mismo día y aparentemente no avistaron los movimientos del enemigo. A finales del día, una división retrasada, compuesta por 15 buques, rodeó el cabo Sepias y por error no siguió a la flota en su fondeadero, avistaron a la flota griega y arrum baron hacia ella, siendo capturados antes de que pudieran retirarse. Batalla naval de Artemisio El día siguiente, el 30 dé agosto, fue descanso para los persas én Aphete, los almirantes inspeccionaron los buques y mientras, esperaban que el escua drón destacado ocupase su posición. Un buceador griego, Scillos, que traba • Año 1992 JULIO ALBERT FERRERO jaba en los naufragios en Sepias, se escapó e informó a los mandos griegos del desastre y especialmente del viaje del escuadrón de circunnavegación. Como consecuencia de estas noticias se convocó un Consejo, que decidió dirigirse hacia el sur esa noche y atacar al escuadrón destacado persa alrededor de Eubea. Este plan fue pronto abandonado, dejando al ejército griego en las Termópilas preparado para atacar por tierra y por mar. Se trataba de sacar ventaja a la dispersión de fuerzas del enemigo, que estaba desplegado en varias bahías en el golfo de Volo. Era posible que los buques de combate estu viesen en la parte oeste y que los transportes estuviesen adentrados en el golfo para suministrar a la parte oriental del Ejército que pasó con Jerjes por la ciu dad de Halus. El plan griego consistía en emplear toda su flota contra un enemigo dividi do. Los griegos cruzaron los estrechos, a unas 8 millas de distancia, buscando una acción por la tarde con la esperanza de que el combate terminase en la noche y antes que el enemigo pudiese concentrar sus 900 buques contra los 271 griegos. La táctica griega consistía en buscar el combate cercano mediante el abor daje y la lucha de las armaduras metálicas con las lanzas de 2,5 metros y los sables cortos de los griegos, que aventajarían a los escudos de lino acolchado de los arqueros persas. Los persas salieron con plena confianza y contendie ron con los griegos sucesivamente. Al principio, los griegos tuvieron ventaja capturando 30 barcos, pero al aumentar el número de buques hostiles forma ron los griegos en círculo con las proas hacia fuera, los persas los rodearon esperando una victoria fácil pero la formación circular griega evitaba el envol vimiento, es decir, que no presentaba flancos a los persas, ya que los costados y las popas de cada buque griego estaba protegido por un buque vecino y de este modo la superioridad numérica de los persas no suponía ventaja alguna excepto para relevo de las dotaciones exhaustas. Después de los primeros éxitos de los griegos, el creciente número de los enemigos consiguió igualar el resultado del combate, que se interrumpió con la llegada de la noche. Ambas flotas volvieron a sus zonas, dejando sorprendidos a los persas, que no habían conseguido nada. A su vez, los griegos tampoco tenían motivos para estar satisfechos. Habían comprobado que buque contra buque, y lan cero griego contra arquero persa, los griegos resultaban superiores, pero la bravura del enemigo y su elevado número hacía, a pesar de la superioridad de las armas griegas, la lucha desigual. La noche les había salvado y el escuadrón persa que rodeaba Eubea evitaría el próximo día una huida hacia el Sur. El día 31 de agosto llegó a Artemisio, procedente de Atica, un escuadrón griego compuesto por 53 buques y al mismo tiempo llegaron noticias de la pér dida del escuadrón que rodeaba Eubea frente a Hollows a causa de una fuerte tormenta. Esta noticia cambió la situación y animó a los aliados, decidiendo repetir la acción del día anterior, saliendo de día tarde, lanzando un ataque y retirada bajo el amparo de la noche. El escuadrón persa de Cilicia, compuesto por 100 buques, ocupaba una posición avanzada, los griegos cayeron sobre 26 36 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LAS GUERRAS MÉDICAS (1) ellos hundiendo varios buques; este combate no llegó a ser una acción genera lizada y la flota regresó a Artemisio cuando llegó la noche. El tercer día, eli de septiembre, los persas no esperaron a ser atacados como anteriormente, salieron a mediodía y cruzaron la posición griega en la playa del sur, donde los griegos estaban esperándoles. De nuevo, como el pri mer día, los persas desplegaron en una formación en forma de media luna en un intento de envolver al enemigo. Es dudoso que obtuviesen éxito en este intento. Los griegos probablemente apoyarían sus flancos sobre la costa de modo que el enemigo no tuviese suficiente espacio para pasar por dentro y atacar desde la retaguardia. Según Herodoto, los persas, en un desesperado intento, presionaron demasiado en la lucha, de tal modo que los buques actuaron desordenada mente, interfiriéndo entre ellos y a pesar de que no cedieron en la lucha con sideraron una desgracia no haber vencido a un enemigo tan inferior. Los griegos sufrieron muchas bajas, tanto en buques como en hombres, pero las pérdidas persas fueron todavía mayores. La acción no fue decisiva y ambos bandos, terminado el combate, regresaron a sus fondeaderos. La mitad de los buques atenienses quedaron averiados. Como lección táctica de estos tres días de combate, puede obtenerse el que la superioridad individual de los griegos no fue suficiente para superar la ventaja numérica persa. Los griegos no pudieron vencer, en mar abierto, porque estuvieron abru mados por la posibilidad de quedar envueltos. Además, la gran superioridad numérica de los persas indudablemente permitió los relevos en la lucha. El esfuerzo de la batalla fue exhaustivo, tanto para los combatientes como para los remeros. Batalla de las Termópilas El ejército persa llegó el 26 de agosto, como se ha indicado anteriormente, a su posición frentea los griegos en el paso, ocupando la llanura de Malian. Su aproximación a las Termópilas provocó la alarma entre los griegos y Leó nidas envió mensajeros al istmo solicitando refuerzos al ejército principal que permanecía allí, que nunca se le enviaron. Jerjes esperó durante cuatro días, creyendo que los griegos abandonarían su posición sin lucha. Mientras tanto se le incorporó la retaguardia del ejército y probablemente aprovechó este retraso para establecer contacto con su flo ta, que llegó el día 29 al golfo de Volo a sólo 3 días de marcha para los carros del ejército. El día 30 de agosto los persas atacaron la posición enemiga en el viejo muro construido por los focenses en el paso de las Termópilas. Aunque su principal arma era el arco, atacaron con lanzas cortas y puñales. A pesar de los refuerzos, el ataque fue duro, no hicieron mella en los griegos a pesar de las pérdidas sufridas. FinalmenteJerjes envió a los denominados inmortales Año 1992 JULIO ALBERT FERRERO de su guardia personal, que fracasaron sin conseguir avance alguno y así fina lizó el día. La disciplina de combate griega fue francamente buena, no se limitó a la defensa, sino al contraataque para retirarse y hacer que los persas alcanzaran las partes estrechas del paso y atacarles de nuevo cuando estuviesen apiñados allí. Al día siguiente, el 31 de agosto, los persas atacaron de nuevo, creyendo que el corto número de los enemigos estarían incapacitados por los heridos y el cansancio, pero el día no les trajo mejor suerte y de nuevo se retiraron sin éxito. Leónidas envió a 1.000 soldados focenses a los altos de un desfiladero que estaba a unas 17 millas sobre una garganta, con paredes verticales y en la que sólo se podía pasar en una sola fila, estaba a unos 1.000 metros de altura, blo queando la fuerza que intentase pasar por la garganta y, por tanto, impidién dole luchar en el paso. La situación era grave para los persas. Los griegos habían infringido el día anterior pérdidas a la flota y habían destrozado a los buques de Cilicia ese día. El ejército persa necesitaba suministros y el retraso de la flota en su ruta hacia el sur exigía que hiciese rápidamente su difícil intento. En caso de éxito, destacaría fuerzas a Calcis para amenazar las líneas logísticas de la flota grie ga, lo que provocaría su retirada inmediata. Por eso Jerjes decidió enviar con este objeto los 10.000 inmortales, auténticas tropas de élite según Herodoto. Comenzaron en la obscurecida y alcanzaron el difícil paso durante la noche, llegando a las proximidades del campo de los defensores focenses en las luces del día 1 de septiembre. Estas no habían establecido puestos avanza dos y la salida del enemigo estaba oculta por un robledal, pero el ruido de las pisadas alarmaron a los focenses, que corrieron a tomar las armas mientras aparecía el enemigo, que abrió un duro fuego de flechas contra los defenso res, que se retiraron rápidamente hacia el lado montañoso, permaneciendo allá pero dejando el camino abierto que conducía al mar y a la retaguardia de la posición principal griega. Mientras tanto los fugitivos informaron a Leónidas que el enemigo había consiguido alcanzar la parte alta del paso. Este escogió 1.400 hombres, entre ellos los 300 espartanos de élite, manteniéndose en posición frente al enemi go, enviando el resto de sus fuerzas a retaguardia y aunque se informó que éstas se enviaron para salvarlo de un sacrificio, parece más probable que fue sen enviados rápidamente para que desde las montañas contendiesen con los persas en el paso del bosque, en donde 2.500 hombres decididos podían dete ner el avance de un enemigo más numeroso. Sea cual fuere la intención de Leónidas, este destacamento no se encontró con el enemigo. Sobre las 11 de la manaña, Jerjes inició el avance. Hasta ese momento los griegos habían mantenido su posición en el muro, pero a partir de entonces salieron hacia la parte más estrecha del paso. En esta ocasión la batalla tuvo lugar fuera de la parte estrecha; numerosos persas cayeron. Los comandantes permanecían detrás de las compañías, con látigos en sus manos, urgiendo 28 36 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LAS GUERRAS MÉDICAS (1) continuamente a avanzar a sus hombres. Muchos de ellos cayeron al agua y se ahogaron, y todavía un número mayor murió pisoteado por sus propios cama radas. Los griegos, descuidando su seguridad y desesperados, ya que sabían que una vez que el enemigo cruzase las montañas su destrucción estaba próxi ma, luchaban con gran furia y valor. Las lanzas de la mayor parte hechas pedazos y con sus sables cortaban las filas persas y aquí, durante la lucha, cayó Leónidas luchando bravamente junto con otros famosos espartanos, cayeron también persas famosos entre ellos los hijos de Darío, hermanos del rey Jer jes. Los griegos se retrasáron hasta la parte más estrecha del paso, retirándose detrás del muro, apostándose en una colina donde formaron un solo cuerpo, con excepción de las fuerzas de Tebas. Aquí se defendieron hasta el final, resistiendo con manos y dientes, hasta que los persas, que en parte habían presionado en el muro, les atacaron frontalmente rodeándolos también desde cada lado, abrumando y enterrando a los restantes bajo una lluvia de flechas. Este fue el desarrollo de una de las batallas más cálebres de la antigüedad. Es interesante la analogía de sus características tácticas a las del combate naval del mismo día en Artemisio. El coraje fue idéntico en los dos bandos, las armas griegas fueron superiores pero la desproporción numérica fue mayor que la que pudo hacer la superioridad en armas. En la lucha en el mar, con una ventaja de tres a uno, la contienda finalizó por agotamiento y mutuo consentimiento, pero en el paso no hubo relevos en el frente de los griegos como lo tuvieron los persas. Para éstos hubo al principio mayor matanza, pero finalizó cuando los griegos se agotaron. La lucha en tierra se prolongó porque los griegos obligaron al enemigo a actuar de un modo desfavorable a sus armas. El esfuerzo habitual persa era rodear al enemigo y abrir fuego con ballestería. Pero aquí el camino era estrecho; por una parte la empinada mon taña y por la otra, la del sendero, la profundidad del agua. Al parecer la ballestería fue relativamente ineficaz en un ataque estrictamente frontal. Los griegos efectuaban los relevos en el frente de lucha con hombres agotados; por el contrario, los persas, a pesar de las bajas, contaban con refuerzos ina gotables. La apertura del paso no pudo ser seguida por un avance inmediato del ejército persa, que no pudo moverse hasta que los buques logísticos llegasen con los víveres. No se comprende que los persas no enviasen los mercantes.a las Termópilas, a la retaguardia de los buques de guerra, mientras sostenían la lucha contra los griegos el tercer día. Conclusión La expedición persa del rey Darío en el año 490 a. C, primera campaña de las Guerras Médicas, constituyó un fracaso al no lograr la misión: la de conquistar una base avanzada eñ el Atica para una posterior conquista de Grecia. Año 1992 29 JULIO ALBERT FERRERO La batalla de Maratón no fue decisiva, minó el prestigio del Imperio persa y su resultado fue magnificado por los griegos. En ella se impuso el genio mili tar de Milcíades al conseguir envolver a las fuerzas persas con un éxito espec tacular (6.400 bajas persas frente a 194 bajas griegas). La batalla de Maratón fue una operación anfibia en la que no se consolidó la cabeza de playa, lo que dió lugar a la fase de reembarco en retirada. La marcha persa del rey Jerjes en el año 481 a. C., correspondiente a la segunda campaña de las Guerras Médicas, constituyó una operación conjunta en la que la flota persa realizó un apoyo logístico de gran complejidad, ade más de proporcionar al Ejército una adecuada cobertura estratégica y táctica. La batalla naval de Artemisio, a pesar de la superioridad numérica de buques persas (en proporción de 3 a 1), correspondió a una situación de domi nio del mar en disputa. Los griegos llevaron la iniciativa, aplicando el princi pio de concentración sobre una fuerza naval enemiga dividida. La táctica naval griega consistió en buscar el combate mediante el abordaje y el estable cimiento de formaciones compactas circulares, que evitaban el envolvimiento persa, fundamento de la táctica naval de los persas. Aun cuando las pérdidas persas fueron mayores, la superioridad táctica griega no fue suficiente para superar la ventaja numérica persa. La batalla ter minó por agotamiento de ambos bandos sin resultado decisivo. No obstante, sirvió a los griegos para adaptar su doctrina táctica en las futuras confronta ciones, como fue la batalla naval de Salamina, objeto de nuestro próximo ar tículo. 30 36 SOBRE LAS FUERZAS NAVALES SUTILES ESPAÑOLAS EN LOS SIGLOS XVIII Y XIX Carlos MARTÍNEZ-VALVERDE Contralmirante Generalidades Siempre fueron utilizadas eficazmente en la guerra marítima las embarcaciones pequeñas, menores, convenientemente armadas según la misión que habían de desempeñar, operando con mayor o menor protección, a veces sin ninguna, de los buques mayores propios. Siempre lo pequeño ha pasado más desapercibido del enemigo hasta el momento del contacto, permitiendo un mayor acercamiento al objetivo para herirlo con mayor contun dencia. Esas embarcaciones, manejadas con audacia, podían también meterse por sitios de paso imposible para las mayores y también navegar por aguas más someras. Eran, pues, más sutiles y de ahí que fuesen así llamadas. Las embarcaciones menores de los buques con gente armada sirvieron siempre, incluso antes del empleo de la artillería en la mar, para atacar al con trario al abordaje de diferentes maneras, simultaneando su acción algunas veces con la sostenida por los buques peleando borda con borda. Cuando se generalizó el empleo de la artillería en la mar, entonces, esas embarcaciones —fuerza sutil, vamos a ir llamándola así— fueron aumentando las ocasiones de su empleo. Así, en los tiempos que consideramos tomaron gran auge. Unas veces se aprovecharon, artillándolas, embarcaciones de los puertos ya existentes para otros usos; otras se construyeron especialmente para esa fuerza sutil, que iba revelándose tan eficaz especialmente en ataques noctur nos; así surgieron las lanchas cañoneras ideadas por Barceló para el ataque a Gibraltar; otras veces se artillaron las lanchas de los mismos buques (emplea das para el barqueo con tierra y para remolcarlos a remo en momentos de cal ma). En esto último fueron vanguardistas los españoles, dando lugar a lo que los franceses llamaron flotilles a l’espagnole. Y éstas —veremos— entusias maron a sus mandos con ocasión de ser nuestros aliados, en Brest y Boulogne. De ser cañoneras las lanchas, armadas de cañones de tiro rasante, pasaron a armarse también con obuses, armas de tiro curvo, permitiendo así batir al• enemigo tras obstáculos: sus propias obras defensivas en tierra o los maleco nes de las dársenas de los puertos, gran defensa para sus cascos. Las cañone ras y las obuseras fueron grandes elementos tanto en la defensiva como en la Año 1992 31 C. MARTÍNEZ-VALVERDE o - •0 1- : ‘o.— i —o o -o — -o co II 00 E N o 0 o o o_.— o -o 00 1) — _o C.) o o . O L? - o_ 1) -o o 0 ‘0 CI) 32 Núm. 36 O o o SOBRELASFUERZASNAVALESSUTILES ESPAÑOLAS, ENLOSSIGLOSXVJ11YX!X ofensiva, en la defensiva permitiendo las acciones ofensivas de que siempre aquélla debe surtirse, esto es contra buques enemigos, mas también permitie ron el apoyo cercano a las fuerzas de un ejército propio operando junto a la costa u ofendiendo al del enemigo operando en dichas condiciones. Bien patente es que las fuerzas sutiles, especialmente las móviles, tuvieron una limitación de utilización debido a su tamaño y al estado de la mar. Con ésta agitada, la puntería no se hacía bien debido a su poca estabilidad de pla taforma. El mal estado de la mar podía hacer imposible, incluso, la utilización de las embarcaciones pequeñas. En el historial de estas fuerzas se registran numerosos naufragios. Se habló antes de fuerzas sutiles móviles; constituían éstas el mayor volumen pero pueden incluirse en estas fuerzas pequeños pon tones y barcazas, artillados, que fondeados se emplearon en las defensas de puertos formando conjunto operativo con las unidades móviles. Podemos considerar que entre las fuerzas sutiles hubo gran variedad de embarcaciones; salvo las que vimos fijas (las menos), todas tenían que tener una buena facultad de maniobra y poder ser empleados los remos para su pro pulsión. No obstante, también se empleaban las velas cuando el viento y las circunstancias tácticas lo permitían. Una vez que en el siglo xix se empleó el vapor, hubo muchas embarcaciones, pequeños cañoneros, movidas por él. Aunque n se pueda poner un límite rígido en el tamaño de las embárca ciones de fuerza sutil podemos considerar como las mayores, por lo general los faluchos, armados con uno o dos cañones; éstos de 12 a 24 libras. Los obu ses eran de un calibre de hasta de 20 cm., disparando proyectiles explosivos las más de las veces. Las embarcaciones más adecuadas para el empleosutil eran las lanchas, y no muy grandes, de ahí el éxito que tuvieron las de los buques cuando las armó Mazarredo con cañones de a 24, cuandó fueron empleadas en Cádiz (1797) y en Brest y en Cherburgo (1799). A veces las fuerzas sutiles tuvieron adjuntos buques para su inmediato apoyo, bergantines o goletas; a veces formaron conjunto con fragatas, ello ocurriría con frecuencia durante nuestra guerra de la Independencia, en su acción contra las fuerzas francesas ocupando las costas de la Península. Fue norma muy frecuente que en las fuerzas sutiles se batiesen codo a codo tropas del Ejército y de la Armada. Esta ponía, naturalmente, la marinería, también soldados, y el mando de las flotillas y de la mayor parte de las unida des. En el historial que sigue quedarán ampliados los conceptos expuestos anteriormente (1). (1) Por el momento recogemos un resumen: la definición de fuerzas sutiles expuesta en el Diccionario Marítimo Español (Lorenzo-Murga-Ferreiro), de 1864 (aún había fuerzas sutiles clasificadas como tales): escuadra sutil es el conjunto de barcos chicos, de vapor o de remos, arma dos para la defensa de algún puerto y de sus costas inmediatas o para favorecer las operaciones militares que se practican; (armados para o reunidos para...). Año 1992 C. MARTÍNEZ-VALVERDE - o .j -. o o cov 0 c — - o o oO Q) ) .0 6< 0 E000 o.- E o 0 o u o uou o 0 -o o .1IV E o — cO u o u — o • ;- r < 0.0 ° E .E u o 1— ) ,— u .9 - a uo O u u -o_uOv — _ — OON .0 0 o 0 .. OuO .0 —OO u — = 0 .. o . 34 Núm. 36 o SOBRE LASFUERZASNA VALESSUTILES ESPAÑOLAS, ENLOSSIGLOSXVIIIyXIX PROCESO DE EMPLEO Túnez, Gibraltar, Argel... En uno de los grabados de la obra Civitatis Orbis Terrarum, en el qúe se representa Túnez, escoge un momento de su historia: el ataque de los turcos (1574). Estos combaten la fortificada Goleta y avanzan sobre Túnez; en la laguna se aprecian lanchas cañoneras españolas que baten el flanco de los enemigos que marchan sobre Túnez y al parecer les hacen dar un gran rodeo al hacer que se aparten de la orilla por su fuego batido. Este empleo (si fué así) puede tenerse por vanguardista. Cuando toma auge el empleo de las lanchas caño neras es en tiempos de Barceló. Este era ya brigadier de la Real Armada, tenía el mando de las fuerzas navales que por mar atacaban Gibraltar, mien tras que por tierra lo hacía Martín Alvarez de Sotomayor, Conde de Colome ra. Barceló concibió el ataque por mar y elbloqueo marítimo llevando la parte principal en ambas lanchas cañoneras. Corría el año 1779. Ideó unas lanchas con propulsión a vela y remo (14 por banda), con ca.ñóndea 24 sobre cureña de marina. Sus dimensiones eran 56 pies de quilla, 18 de manga máxima y 6 de puntal. Iban protegidas por un parapeto que se alzaba dos pies sobre la borda, forrado de corcho, susceptible de ser alzado o abatido. Des pués ideó otras más perfeccionadas y protegidas con forro de hierro, el casco, que llegaba más abajo de la línea de flotación; por encima de ella era parapeto que se inclinaba ligeramente hacia adentro para que resbalasen los proyecti les en los posibles impactos. Dice el capitán Sayer, comentarista inglés del sitio, que estas lanchas, una vez puestas en servicio (las de una y otrá clase) noche tras noche enviaban sus proyectiles por todos lados de la plaza..., prime ramente las baterías de la defensa trataron de deshacerse de las cañoñ eras dis parando al resplandor de su fuego; después se advirtió que se gastaban inútil mente las municiones (2). Barceló armó algunas lanchas con obuses y llegó a reunir 40 cañoneras y 20 obuseras. Una vez relevado Sotomayor por el Duqüe de Crillóñ, el Gobierno, no éste, decidió el ataque por baterías flotantes con resultado nefasto debido a su incendio. Durante aquél las cañoneras cubrieron los inter valos entre baterías formadas a sus flancos, complementaron su fuego, y pres taron auxilios importantes cuando aquéllas fueron incendiadas por efecto de las balas rojas disparadas por la plaza. Las obuseras formaron una segunda línea. (2) Dice el capitán Sayer que las cañoneras de Barceló al principio causaron risa, mas no transcurrió mucho tiempo en que se reconociera que constituían el enemigo más temible (de los que por mar atacaban). Hay constancia de la eficacia de 13 ataques intensos con lanchas entre los meses de abril a noviembre de 1781. El ataque de las flotantes fue en septiembre del año siguiente. Lástima fue que no se siguiese con los procedimientos de Barceló en vez de seguir los de Monsieur d’Arçon, que fueron desastrosos. Año 1992 C. MARTÍNEZ-VALVERDE Las lanchas de Barceló perduraron, tomando parte en otras acciones de guerra posteriores; se les denominaron de fuerza (3). Y continuó el empleo de fuerzas sutiles, previamente organizadas en toda ocasión de combate contra objetivos enemigos situados en una costa. Hubo dos ocasiones de importancia regidas precisamente por Barceló. Fueron los bombardeos de castigo sobre Argel, por su actuación pirática contra nuestra navegación y contra nuestras costas (1783 y 1784). Barceló, en estas ocasiones, manda una escuadra con pocos buques mayo res: 4 navíos, 4 fragatas y 12 jabeques; como buques de tamaño menor (me dios), 3 bergantines, 3 balandras y 4 brulotes. Como fuerzas sutiles un falu cho, 19 lanchas cañoneras, 22 obuseras y 10 embarcaciones de abordaje. Las cañoneras y las obuseras eran las embarcaciones dedicadas a desarrollar el esfuerzo principal en el bombardeo, acercándose cuanto más posible a los objetivos. Se arrojaron sobre la ciudad 7.000 proyectiles en el primer bom bardeo. En la segunda expedición las cosas estuvieron más difíciles, pues los arge linos dispusieron una fuerza sutil que impidiese el acercamiento de la nuestra. Barceló dirigía sus fuerzas a la brava, recorriendo las líneas en una falúa. Esta fue alcanzada por un proyectil enemigo y el general estuvo a punto de pere cer, salvado ya cuando estaba en el agua. A pesar de todo fueron arrojados sobre la ciudad y sus defensas más de 20.000 proyectiles. Y llegamos al clímax del empleo de las lanchas. Puede considerarse aquél el que se alcanza en la bahía de Cádiz, en contra de los ingleses (4). Cádiz (1797) Manda la escuadra española el general Mazarredo, la mantiene en situa ción de bloqueo, el que desarrolla la escuadra británica del almirante Jervis. Mazarredo apresta una abundante fuerza sutil. A la reunida en el puerto (en tre la que hay lanchas de fuerza de las de Barceló), une las lanchas, artilladas, de los navíos y de las fragatas. El capitán de fragata D. Francisco de Moyna era el autor del proyecto. Mazarredo lo mejoró aumentando el calibre de los cañones. De Moyna los proponía de a 12 y él los aumentó a que fuesen de a 24. Los comandantes acogieron el proyecto con entusiasmo y una vez prepa radas las lanchas tomaron el mando directo de las flotillas (integradas por las (3) El fervor que el pueblo sentía por Barceló se plasmaba en canciones, una es la tan cono cida: Si el Rey de España —tuviese cuatro como Barceló— Gibraltarfuera de España, que de los ingleses no. (4) Pasamos algo por alto la situación de Rosas (1785), en la que Gravina apoya a las fuerzas de nuestro Ejército acosadas por los convencionistas franceses. Las lanchas de la escuadra espa ñola son más bien empleadas (muy bien y con gran riesgo) en el barqueo de aprovisionamiento y en la evacuación final. En el manejo de estas embarcaciones se distingue el teniente de navío D. Antonio Miralles, que veremos actuando después en Brest y en Boulogne, siendo admiración de los franceses, entonces nuestros aliados. 36 36 SOBRE LAS FUERZAS NAVALES SUTILES ESPAÑOLAS, EN LOS SIGLOS XVIII y XIX Combate entre embarcacionesde fuerzasutil españolay británica, enCádiz(1797).Nelson, en persona, mandaa los ingleses,embarcadoen un bote de su escuadra.La lanchaespañolaque presentá el dibujante esde mayorporte. Año 1992 37 C. MARTÍNEZ-VALVERDE de los buques y las del puerto), los generales subordiñados: Gravina, Villavi cencio, el brigadier Escaño (mayor general) y el capitán de navío Valdés (5). Se reunieron 167 unidades de fuerza sutil repartidas del siguiente modo: 34 lanchas de navío con cañón de a 24; 10 lanchas de fuerza (como las de Bar celó); 12 barcos de puerto con cañón; 4 lanchas bombarderas, de puerto; 64 lanchas y botes, de abordaje; 31 botes, de servicio; y 8 tartanas, con cañón y hornillo para bala roja. El espíritu de las dotaciones era muy elevado. Esta fuerza era la que iba a ejercer la ofensiva, dentro de la situación defensiva a que estaba sometida la escuadra y también la ciudad de Cádiz y su puerto. El fervor popular recogía el entusiasmo. Se cantaba: ¿De qué sirve a los ingleses tener fragatas ligeras si saben que Mazarredo tiene lanchas cañoneras? Abundaron los combates. Los ingleses hicieron dos tentativas de bombar deo de la ciudad .-En realidad sí hubo bombardeo, aunque rechazados los ata cantes. El primero de estos ataques tuvo lugar en la noche del 3 de julio. La torre de Tavira señaló el movimiento de un dogger y de una lancha bombardera (traídos de Gibraltar). Se hizo desde el norte. El general Gravina y el briga dier Escaño (mayor general de la Escuadra) salieron con las lanchas al encuentro de los baréos. La flotilla de la Caleta, mandada por el teniente de navío Irigoyen, se había adelantado, y antes de que le llegasen las órdenes había salido a batir uñ navío enemigo (había de mantenerse un frente rectilí neo en la reacción). Al adelantarse cayó en una celada: gran número de lan chas y botes armados le esperaban, tapados por la punta de San Sebastián. Iri goyen se batió bravamente; tuvo muertos y heridos en abundancia antes de que las dos lanchas que llevaba fuesen tomadas al abordaje. Nelson en per sona conducía a los enemigos y se batía a brazo partido (6). Mientras, más al este, las cosas iban bien; los elementos bombarderos enemigos fueron pues tos en franca huida perseguidos por Gravina y por Escaño, tan sólo había podido disparar 16 bombas sin causar grandes efectos en Cádiz. El segundo ataque de bombardeo tuvo lugar en la noche del día 5, tam bién de julio. Fue lanzando esta vez desde el sur, más o menos, las bombardas (dos) frente a Torre Gorda. Le hizo frente el general Villavicencio con lan(5) Dón Cayetano.—Los apostaderos se establecieron: En Rota, en la Caleta, en el Puerto de Santa María y en Sancti Petri. Se practicó un canal para dar salida a las de la Caleta al Mar del Sur (mas no en los primeros momentos). (6) Caballerescamente Nelson devolvió a los oficiales prisioneros (que estaban heridos) con una misiva dirigida a Mazarredo. recomendándoles por el valor demostrado en el combate. De él mismo dijo: perhaps my personal courage was more conspicuous than any otherpart of my life. Ello dice mucho de la calidad de los oponentes, los nuestros. Una lucha hand in hand with swords. 38 36 SOBRE LAS FUERZAS NAVALES SUTILES ESPAÑOLAS. EN LOS SIGLOS XVIII y XIX chas que desde la Caleta hubieron de dar la vuelta a San Sebastián y a su extensión de bajos. Cuando puso en retirada a las bombardas enemigas éstas ya habían disparado 19 bombas, de las cuales 8 cayeron en Cádiz. En realidad nuestras lanchas ya estaban un poco afuera, apoyadas por unos bergantines, Mazarredo. Comandante General de la Escuadra del Océano (1797). Fue gran impulsor de sus fuerzas sutiles. Ordenó la substitución de los cañones de las lanchas de navíos y fragatas, de a 12 libras por otros de a 24. Año 1992 39 C. MARTÍNEZ-VALVERDE pero hubieron de dar un gran rodeo. Para evitarlo, en caso de repetición, se hizo el canal de paso en el istmo que a San Sebastián conduce. De estos combates y todos los demás, que fueron muy numerosos y costa ron a los enemigos dos navíos, una fragata y numerosas embarcaciones meno res, da puntual cuenta Escaño en los diarios de Mayoría de la Escuadra. Insis tir nosotros sobre ellos alargaría mucho esta exposición, aunque los nuestros mucho lo merecen, pero tomemos de Escaño: En todo el tiempo que duró el bloqueo no se presentó ocasión de hacer daño al enemigo, en que no tomase parte la fuerza sutil; y es muy recomendable el celo y actividad con que sirvie ron todos los empleados en ella. Esta fuerza hizo que el bloqueo fuese muy abierto y que no impidiese la navegación de cabotaje. Defendieron también las fuerzas sutiles a los buques de la escuadra en situación en que no era acon sejable que éstos saliesen a enfrentarse con la escuadra enemiga, superior en eficacia, por múltiples razones de peso, cuya exposición alargaría también mucho los límites de este trabajo (7). El bloqueo de Cádiz y de la escuadra de Mazarredo se levantó cuando se acercó la francesa del almirante Bruix y pasó al Mediterráneo. La inglesa, bloqueadora, la siguió y a continuación pasó a dicho mar la de Mazarredo. Bruix no iba con la firme determinación de conseguir la batalla naval, más bien iba, en una amplia maniobra estratégica, a amenazar a Nápoles, a Menorca; a levantar el bloqueo de Egipto posterior a la batalla de Abouquir. La escuadra de Mazarredo encontró muy malos tiempos, que le hicieron entrar en Cartagena a reparar averías. Al fin también entró en dicho puerto la,de Bruix y se constituyó una de esas grandes escuadras combinadas; como la que con Córdoba había limpiado de ingleses el canal de la Mancha, como la que posteriormente había de batirse en Trafalgar. El Gobierno fráncés consiguió del Rey de España que la escuadra del Océano, la de Mazarredo, siguiese a la de Bruix a Brest para estar dispuestas para apoyar una posible expedición a Irlanda. Esta después se cambiaría por la amenaza de un supuesto desembarco en Inglaterra. Ya había en Rochefort una escuadra española, que había partido desde el Ferrol, con tropas previs tas para el proyecto de la invasión de Irlanda (8). Al desistirse del proyecto había quedado bloqueada. La escuadra combinada había de levantar ese blo queo. La idea era que la de Mazarredo regresase a España con ella, pero no había de ser así. Habrían de transcurrir más de dos añós antes de que ello sucediese (algunos buques pasarían secuestrados —así se dijo— más de tres). Sométidos los nuestros a los intereses de Napoleón Bonaparte, que imponía su voluntad sobre el Directorio y sobre el Rey de España. (7) Escasez de dotaciones, estado de los buques y de sus-repuestos... podemos avanzar... Hubo que desarmar algunas unidades por su pésimo estado. (8) Una escuadra pequeña, compuesta por 5 navíos y una fragata; con un grupo de buques de transporte que llevaba una división de tropas mandada por el teniente general D. Gonzalo O’Farrel, de origen irlandés, así como cierta parte de sus soldados. Esta escuadra fue bombar deada; hizo al fin una salida, dirigiéndose a Brest para unirse con el resto de las fuerzas, la escua dra combinada; pero al ver bloqueado aquel puerto se dirigió al Ferrol, a donde llegó (octubre, 40 36 SOBRE LAS FUERZASNAVALES SUTILES ESPAÑOLAS, EN LOSSIGLOS X VIII y Xix •Brest; Boulogne La escuadra combinada franco-española, después de una corta estancia en Cádiz, compuesta de 32 navíos, fondeó al fin eñ Brest (agosto de 1799). Mazarredo se trasladó a París para limar diferencias con Napoleón (no habria de volver a Brest). Quedó al mando de la escuadra española el general Fede rico Gravina. Pronto los ingleses establecieron el bloqueo de aquel puerto. Era muy importante su aprovisionamiento por mar por el mal estado de los caminos y por el bloqueo terrestre mantenido por los realistas vendeanos. dravina pronto pensó en la constitución de fuerzas sutiles que hiciesen posible el comercio de cabotaje, como se había conseguido en Cádiz. Contaba con un jefe de gran valía para esas fuerzas, ya acreditado en Rosas yen Cádiz, el capi tán de fragata Antonio Miralles. Las lanchas de los buques seguían aún pre paradas con las correderas para montar los cañones. Se va a organizar lo que los franceses llamaron floti//es a i’espagnole. Ya se tenía la experiencia de Cádiz. Existía un código de señales muy completo, que permitía comunicarse a las unidades de la fuerza sutil entre sí, y también con los buques mayores y lasbaterías de costa. Nose había perdido la destreza en la maniobra para que el esfuerzo pudiese ser conjunto. Cuando venían a Brest generales del Ejército se les hacía una exhibición. Listas para la acción, se apostaron dos escuadrillas una a cada lado del Goulet de entrada, en las ensenadasde Le Conquet al norte y dé Camaret, al sur... Al fin tuvie roñ las lanchas de Miralles su bautismo de fuego, actuando ya con ellas algu nas unidades francesas. Dio motivo a aquél la llegada de un barco danés, que los ingleses se apresuraron a interceptar con un cutter bien armado (con 8 cañones). Miralles le hizo frente con sus lanchas. Acudió un bergantín inglés, que sirvió muy poco al cutter; ambos fueron puestos en retirada por el fuego de las lanchas españolas y francesas. Estas regresar9n triúnfantes, con el danés, asu apostadero de Camaret. Cuarenta y ocho horas después fue infor mado Miralles de estar atacando los ingleses a un convoy, que seesperaba en Brest con ansiedad. Acudió presuroso, y había sido tan grande el castigo del combate’ anterior que los enemigos se retiraron dejando pasar el convoy. Los ingleses, que también habían aprendido la lección de Cádiz, ármaron tam bién fuerzas ligeras, como antes quedó mostrado, para evitar la navegación de cabotaje de los de Brest. Hemos visto que su medida no tuvo éxito para que el bloqueo fuese verdaderamente eficaz. El contralmirante francés De La Touche Treville se entusiasmó con los primeros éxitos de Miralles y empezó á pedir al Directorio que se montasen y armasen lanchas precisamente «a l’espagnole»; aunque el ministro Forfait apoyó su demanda no se construyeron; dícese que el Primer Cónsul se mos traba excéptico. Los ingleses, sin embargo, tuvieron algún éxito con su fuerza sutil atacando a Belle Isle y apresando a una barca francesa, pero ello no fue dentro de la acción posible de Miralles (9). (9) Los ingleses se apoderaron de una gran lancha francesa, armada con dos’cañones dea 24, frente a Lorient, tras heroica resistencia. Frente a Brest, en la ensenada de Çamaret, toma ron al abordaje con botes una corbeta francesa que esperaba viento favorable para salir mar afuera. Año 1992 C. MARTÍNEZ-VALVERDE 42 Núm. 36 SOBRELASFUERZASNA VALESSUT!LES ESPAÑOLAS, EN LOS SIGLOSXVIIIyXIX. Latouche Treville siguió con su entusiasmo por los españoles y se llevó a Miralles muy al norte, hasta meterse en el peligroso canal Du Four, entre la isla de Ouessant y la costa, con un raz de marea muy fuerte. Las lanchas de Miralles quedaron a gran al tura en lo que a lo marinero se refiere. Nombrado La Touche jefe de las fuerzas navales que se preparaban para el desem barco —supuesto— sobre In-. glaterra, consiguió llevarse a Miralles a Boulogne, posible base de partida para el refe rido ataque anfibio. Un éxito resonante de nuéstro capitán de fragata fuelevantar el blo queo de Calais, en dónde esta ban detenidas unidades fran cesas destinadas a Boulogne: seis bergantines, una caño nera y otras tres grandes lan chas. Pese al despliegue de cuarenta unidades enemigas, combinando sabiamente el viento, la marea y el fuego, - - . . — . E . . 1 - - Año 1992 consiguió llevarbloa Boulogne Miralles a los barcos queados en Calais sin sufrir los suyos la menor avería y sus dotaciones la menor herida. No pódía quedar sin res puesta la acción de Miralles, y Nelson, mandando una fuerza de 30 unidades diversas, mu chas de ellas de carácter sutil, atacó a la flotilla de Boulogne, compuesta de buques planos, de transporte, y bergantines cañoneros, hundiendo dos de los primeros y uno de los ber 43 C. MARTÍNEZ-VALVERDE gantines. Los atacados se replegaron sobre las defensas del puerto y Nelson fondeó a corta distancia de la boca, continuando el fuego de sus buques sin grandes resultados. Doce días más tarde (16 de agosto) Nelson volvió al ata que. Miralles en esta ocasión mandaba siete bergantines obuseros y algunas lanchas cañoneras. Los atacantes consiguieron apoderarse de una de esas lan chas, pero a costa de grandes pérdidas, muy superiores a las que sufrieron los defensores. Se consideró fracasado el ataque desarrollado por Nelson con el •ardor que le era característico. Era octubre (1801) cuando se firmaba en Londres un armisticio y después vino la paz de Amiens (marzo de 1802). Las hazañas de las fuerzas sutiles españolas fueron muy celebradas en Francia y en España. Miralles fue ascendido a capitán de navío en recompensa de sus servicios extraordinarios en Brest y en Boulogne. En estos años se emplearon las lanchas cañoneras en diferentes ocasiones. Podemos citar en la victoriosa defensa de Puerto Rico (1797) contra el ataque de los ingleses. Se distinguieron 12 lanchas cañoneras en conjunción con otros elementos más estáticos, que también fueron fuerza sutil como fueron ponto nes artillados. Los enemigos fueron duramente rechazados. En la defensa del Ferrol contra los británicos (1800), las cañoneras guar dan la entrada de la ría y sus recovecos. Aquélla no es forzada, pero su fuego es muy eficaz en la defensa del castillo de San Felipe, de las lomas que lo rodean, cuando la fortaleza es atacada por la gola, después de los combates de Balón y de Brión. Guerra de la Independencia En esta contienda actúan, en gran volumen, las fuerzas sutiles. La acción de la Marina es grande, no en vano es una guerra de Península (10) como la llaman los ingleses, con un gran sentido, de lo importante que es el mar para derrotar a los franceses en España. Los napoleónicos ocupan durante largo tiempo grandes extensiones de la costa de la Península. Sus posiciones son atacadas constantemente por fuer zas sutiles. Un módulo de ataque suele ser una flotilla defiwrza sutil española apoyada por una fragata, que generalmente es británica (hay escasez de espa ñolas) (11). Los franceses, en esta lucha, también arman pequeñas embarca ciones corsarias; contra ellas también desarolla su acción la fuerza sutil. Esto ocurre en la costa malagueña y también en la cantábrica, en donde los france ses desean establecer en Santoña una especie de Gibraltar francés. En toda esta clase de guerra la fuerza sutil no solamente lucha con los enemigos, sino (10) Los portugueses la denominan (utilizando el plural) «Guerras Peninsulares». (11) A veces hay fragatas españolas en estos grupos: la Diana, la Magdalena. Los ingleses también arman unidades de fuerza sutil, con el honroso deseo de la Royal Navy de concurrir del modo más arriesgado y batir de cerca al enemigo. Ello es consecuencia del espíritu combativo nelsoniano. 44 36 SOBRE LAS FUERZAS NAVALES SUTILES ESPA ÑOLAS, EN LOS SIGLOS XVIII y XIX contra los peligros de la mar. Padecen sus hombres grandes riesgos y se pro ducen a lo largo de la guerra numerosos naufragios. Las fuerzas sutiles espa ñolas se aferran a su misión en todo tiempo por malo que sea; tal ocurre en Tarifa donde las cañoneras apoyan la defensa que de esta plaza hacen nues tras tropas. Naufragan un falucho, una obusera y un escampavía. El teniente de navío Parra recibe un oficio muy laudatorio del general Copons (12). En la defensa de la fortaleza marítima gaditana (marítima por estar tan apoyada en todos sentidos desde el mar), se pone de manifiesto de un modo extraordinario la acción de las fuerzas sutiles. Actúan en la bahía y en los caños de la gran extensión salinera. Actúan también en los flancos marítimos de la fortaleza, en golpes de mano y en expediciones mayores, como es la que en marzo de 1811se hace para desde Algeciras y Tarifa venir a atacar de revés a las líneas que los franceses tienen establecidas ante Cádiz y la Isla de León (batalla de Chiclana). En la bahía actúa una flotilla de 46 embarcaciones, mandada por el teniente general de la Armada Cayetano Valdés, y otra de 54, para operar en los caños, mandada por el jefe de Escuadra Juan de Dios Topete (13). Las lanchas cañoneras y obuseras actúan como una artillería autopropulsada, llegando por los caños muy cerca de las posiciones enemigas, las cañoneras las baten con tiros rasantes y las obuseras con tiro curvo... Los franceses construyen también sus embarcaciones en Sanlúcar y logran meter las en la bahía. Se produce un gran combate, en que son derrotadas, fraca sando con ello su proyecto de hacer un desembarco en el istmo. En las fuerzas sutiles se baten codo a codo fuerzas de Marina y del Ejérci to; el mando de las flotillas y de la mayor parte de las unidades es de oficiales de la Armada... Es tan grande el número de acciones que merecerían mencionarse que debemos hacer casi punto final, pero antes hay que hacer constar que precisa mente se iniciaron las hostilidades en esta guerra con la rendición en Cádiz de la escuadra francesa del almirante Rosily (14 de junio de 1808); y en esta vic toria tan importante es decisiva la acción de las fuerzas sutiles, especialmente la flotilla mandada por Francisco Mourelle, la escuadra francésa se había situado de modo que los buques españoles y las baterías de tierra no la batían eficazmente. Y támbién es difícil, aun con esto, hacer el punto final de toda la guerra en lo que a fuerzas sutiles se refiere. Tenemos que remitir al lector a (12) Ha contribuido usted eficazmente con las fuerzas sutiles de su cargo a la defensa de esta plaza, y por ella se excedió a la posibilidad de permanecer en este apostadero (y por ello sufrelos naufragios). (13) Hay variaciones de mandos y de efectivos a lo largo del bloqueo, pero para dar una idea de la clase de embarcaciones podemos mencionar las que en cierto momento constituían (mayo de 1810) la flotilla de los caños: 29 cañoneras, 13 obuseras, 2 falúas, 1 lancha, 1 bombo, 10 botes y 2 faluchos. Dos cañoneras y 2 obuseras estaban tripuladas por ingleses. La mayor can tidad de tripulantes eran de Marina, pero había también 269 soldados del Ejército. Había 1.076 marineros y 101 artilleros de brigadas de Marina. Año 1992 C. MARTíNEZ-VALVERDE Zonas de combate: (1) Donde Gravina batió a los atacantes (Cádiz. 1797) con las ftierzas sutiles de la escuadra. (2) Zona en que cayó en una emboscada de los enemigos, ocultos tras San Sebas tián, la flotilla de lanchas del apostadero de la Caleta. (3) Zona en que los enemigos fueron bati dos en su tentativa de ataque desde el Sur (altura de Torre Gorda). un libro especializado en la acción de la Marina en la guerra de la Indepen dencia (14). Cuando los cien mil hijos de San Luis (1823) Al establecerse los del Duque de Angulema frente a Cádiz, pronto se rea nudó la actividad de lasfuerzas sutiles de 1810, de cuando Soult; esta vez, es verdad, con un menor número de unidades por parte de la defensa (liberales con Fernando VII retenido). Los atacantes, realistas también, volvieron a construir lanchas en Sanlúcar, aunque no los peniches de transporte sino (14) No puedo hurtarme al impulso y dejar de citar, a modo de dos estampas honrosas, la acción de lasfuerzas sutiles: Una, las cañoneras combatiendo como cuerpo a cuerpo con la caba llería francesa en los combates del Puente Sampayo.(junio 1809), al tratar aquélla de vadear el río Verdugo, en su desembocadura, aprovechando la marea baja. Otra, la odisea de la dotación del cañonero Estrago, cuando naufragado éste durante la Expedición Cántabra (octubre, 1810), cerca de Santoña, consigue llegar al Ferrol, atravesando todo aquel abrupto país ocupado por los enemigos, pasando grandes penalidades y peligros. 46 Núm. 36 SOBRE LAS FUERZASNAVALES SUTiLES ESPAÑOLAS, EN LOSSIGLOS XVIII y XIX cañoneras. Angulema dio el mando de ellas a dos españoles: al brigadier de la Real Armada Diego Butrón y al capitán de navío Angel Michelena, que ya se había distinguido en el Plata en el mando de las fuerzas sutiles. El dominio del mar era esta vez de los atacantes; sus buques bombardearon el castillo de Sancti Petri y lo tomaron. Se produjo también el de Cádiz, desde dentro de la bahía, con buques y con fuerzas sutiles, éstas en primer término. Salieron al contraataque las de la defensa y se desarrolló un combate a corta distancia, que no pudo evitar el bombardeo (septiembre 1823) debido al apoyo que te nían los atacantes de sus buques mayores mandados por el almirante Duperré. Sabido es el triunfo al fin de los realistas. Era gobernador militar y político en Cádiz Cayetano Valdés (con gran experiencia sobre las fuerzas sutiles), uno de los más notables héroes de su época. En las guerras de independencia americanas En ellas hay una amplia gama de utilización de fuerzas sutiles, tanto por parte de los realistascomo de los insurgentes, patriotas. Los realistas son en este caso los defensores del dominio de la Metrópoli, de España. La lucha en el mar se produce con pequeñas escuadras de buques mayo res, de muy váriadas clases y procedencias. Hay acciones en lugares de poco fondo, contra objetivos terrestres; en ellas son de gran aplicación las fuerzas sutiles. De los barcos mayores rara vez se ven navíos, la mayor parte de las veces son fragatas; como dijimos, fuerzas heterogéneas, complementados los buques por unidades más pequeñas, de fuerza sutil, aquéllos con muchós mandos extranjeros. En el Plata, con poco fondo, especialmente en su orilla sur, Liniers, cuando en 1806 atacaron los ingleses Buenos Aires, mandaba una escuadrilla de fuerza sutil apostada en la ensenada de Barragán, ya era capitán de návío y mandaba también el pequeño fuerte que allí había, ello le valió para no estar incluido en la capitulación de la capital. Antes había mandado otra flo tilla con base en Montevideo. Cuando pasó a esta capital para pedir el mando de las fuerzas que habían de reconquistar Buénos Aires, mandaba la flotilla allí establecida el capitán de fragata Juan Gutiérrez de la Concha. En sus bar cos pasaron los nuestros a la orilla opuesta, desembarcando en las Conchas (Tigre). Considerando que los hombres eran más útiles en tierra se disolvió la flotilla, pasando a mandar Gutiérrez de la Concha el batallón de Marina que se formó. Más tarde se constituyó de nuevo aquélla. Pese al nuevo ataque del año siguiente, los ingleses fueron expulsados al fin de aquellos territorios de Buenos Aires y de Montevideo. Sublevados los porteños y fusilados por los insurgentes Liniers y Concha (1810), se reaccionó contra aquéllos desde Montevideo yel capitán de navío Michelea bombardeó Buenos Aires con una pequeña escuadrilla, en la que había fuerzas sutiles que al poderse acercar más a los objetivos fueron las que causaron un mayor efecto. El teniente de navío Primo de Rivera, desembar cando, destruyó baterías. Año 1992 C. MARTÍNEZ-VALVERDE 1 48 Núm. 36 SOBRE LAS FUERZAS NAVALES SUTILES ESPAÑOLAS, EN LOS SIGLOS XVIII y XIX También las había en la escuadrilla de Jacinto Romarate cuando se batió en el río Uruguay, poniendo en franca retirada a los barcos insurgentes. Unos días después derrotó a los que encóntró en el Arroyo de la China (1814). Se mantuvo la flotilla en diferentes fondeaderos; al capitular, Montevideo fue incluida en lá capitulación. De Romarate decía Brown, jefe de las fuerzas in surgentes argentinas, que era el enemigo más bravo que había conocido (15). Se sucedieron las operaciones a lo largo de las costas de América del Sur y aún más al norte, atacando los insurgentes todos los puertos que se mantie nen por el Rey. Actúan en ellos y en sus cercanías lasfuerzas sutiles organiza das para su defensa. Los atacantes las organizan no pocas veces. En el Pací fico son atacados Chiloé, Talcahuano, Guayaquil, Callao. En este último puerto hay una buena fuerza sutil organizada según las órdenes del Virrey Pezuela (1817). Con ella tiene que entenderse Lord Cochrane en sus ataques. Es jefe de la escuadra de Chile; es audaz hasta la saciedad y tiene imaginación. Muestra mucho la bandera española, y sus hombres gritan «Viva el Rey!», para despistar a los defensores. En su segundo ataque (1820) engaña a la arti llería de éstos haciendo las señales de reconocimiento convenidas con los neu trales. Con una fuerza sutil, organizada con las embarcaciones menores de sus buques, fuerza la defensa de las cañoneras realistas; atraviesan un barraje y se apoderan de la fragata Esmeralda, que está dentro del puerto. En aguas del Atlántico, ante las costas de Tierra Firme (Colombia y Vene zuela).y en sus senos, también toman parte importante en las operaciones las fuerzas sutiles. Una de las ocasiones es cuando el general Morillo toma Carta gena de Indias (1815), que estaba en poder de los insurgentes patriotas. En la gran .bahía actúan las cañoneras. En aquellas aguas se bate el capitán de navío Laborde, que manda la exi gua escuadrilla que se pudo reunir. Primero actuará desde Puerto Cabello y Santa Marta; más adelante tendrá que hacerlo desde La Habana. Pese a sus éxitos que en la mar abierta tiene, en la laguna de Maracaibo sufre un gran revés; precisamente lo sufren sus fuerzas sutiles, lanchas artilladas que son las fiecheras del país, de muy poco calado y con propulsión por canaletes. Los barcos mayores tuvieron que quedarse fuera; no tenían, pues, las sutiles su apoyo; tampoco se lo dieron las fuerzas del ejército del general Morales. Den tro había una gran cantidad de otras flecheras enemigas. Corría el año 1823. Guerras carlistas. África, 1860 Cuando empiezan las primeras (1833) actúan en el Cantábrico fuerzas sutiles. En un principio los buques mayores eran muy escasos. Hubo que ir constituyendo una pequeña escuadra. Actúan de uno y otro lado; como había (15) Romarate era un oficial de Marina de los más entusiastasdel cónibáte a lamás corta distancia que fuese posible; se había distinguido en ello enmuchas qcaiones, una formando parte del Batallon Real de Marina que tomo parte en la victoriosa defensa de Buenos Aires mandadó por Gutiérrez de la Concha. ‘T Año 1992 C. MARTÍNEZ-VALVERDE ocurrido en la guerra de la Independencia, las trincaduras, grandes lanchas artilladas, complementada su acción con las de menor tamaño, los escampa vías, que les sirven de exploradoras y registran todas las calas de la costa. Una coordinación eficaz. Corre el año 1837 cuando el capitán de fragata Armero manda el aposta dero de fuerzas sutiles del Nervión. Por sus relevantes méritos, además de ser condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando, le confiere la Reina el título de Marqués del Nervión. En las costas del Mediterráneo este jefe man da, después, las fuerzas navales ligeras. Hay actividad de fuerzas sutiles, con cierta intensidad, en las cercanías de la desembocadura del Ebro. En la última de las guerras carli stas vuelve la actividad a las costas del Can tábrico. En 1875opera allí una escuadrilla de buques mayores yfuerzas sutiles cañoneras, faluchos y trincaduras. El jefe de toda esta fuerza, Victoriano Sán chez Barcáiztegui, muere a bordo del buque de su insignia, el vapor Colón, navegando frente a Motrico, por el impacto que recibe aquél de los disparos de la artillería carlista de la costa. En la guerra de Africa de 1860 se produce uno de los ejemplos de mayor apoyo que un ejército ha tenido de una escuadra. Esta tiene una fuerza sutil formada por 16cañoneras y4 faluchos. En la batalla de Tetuán, penetran esas embarcaciones río Martín arriba apoyando con sus fuegos el avance de las tropas. El apoyo es muy eficaz y el entusiasmo de los comandantes es tal que una vez que los disparos ya son imprecisos por la distancia, ante el avance de las guerrillas, piden esos comandantes al general en jefe ir con sus dotaciones a combatir junto a aquéllas. Agradecido aquél rechaza el ofrecimiento, ya que en el transcurso de la batalla pueden ser de nuevo útiles las cañoneras con sus fuegos. Las embarcaciones menores de la escuadra trabajan intensamente en el abastecimiento de las tropas desde el mar (16). También en el desem barco de las columnas que toman parte en la batalla de los Castillejos, manda das por el capitán de fragata Lobo. Filipinas Por las características del archipiélago, con más de 7.000 islas, con multi tud de canales y varios mares interiores, las fuerzas sutiles tenían que ser de la mayor eficacia. La acción de los piratas moros, de Mindanao y de Joló prin cipalmente, hizo necesario que se constituyese una Marina llamada corsaria, defensiva, que tomó a su cargo el Gobernador General de las islas (17). Se creó un cuerpo especial para tripular esa fuerza, con grados militares, sirviendo la parte profesional marinera con marinos mercantes. Los barcos (16) En el primer bote que abordó la playa, después del temporal que tuvo a las tropas sin víveres, Campamento de/hambre, desembarcó, con riesgo, el general Bustillo, jefe de la Fuerza Naval. (17) Estaba tan compenetrado el pueblo con su escuadra protectora que, habiendo una clase de buque de aquélla llamado barangay, también se decía Cabeza de Barangay al pequeño gobernador del poblado de que se tratase. 50 36 SOBRE LAS FUERZASNA VALES SUTILES ESPAÑOLAS, ENLOSSIGLOSXVIIIy XIX son pequeños y maniobreros, como son los de los piratas. Toda esta organiza ción se fue perfeccionando a lo largo del siglo XVIII. A principios delxix se establece en Filipinas un apostadero de la Marina Real, para funcionar con cierta autonomía bajo el mando del Gobernador General. Hay una vuelta atrás. Al fin pasa toda la Marina a pertenecer al gran apostadero de la Real. En realidad hay varios apostaderos, pero todos bajo el mando del General comandante de ella. La Marina corsaria pasa a ser sutil (parte sutil de la Marina Real). Esta pasa a tener otras unidades que también se titulan sutiles, y es que lo son; los apostaderos extendidos por las islas, mandados por jefes de la Marina Real, se titulan defuerzas sutiles. Empieza a haber bajo el mando de aquellos barcos pequeños, que no son propiamente dicho del país, las falúas, de remo y vela, artilladas con una sola pieza de pequeño calibre. A mediados del siglo van siendo sustituidas por pequeños cañoneros, clasifica dos como fuerza sutil en los Estados de fuerza de los Estados Generales de la Armada (18). Estos barcos, con algunas goletas, llevan el peso de la acción contra los piratas. Puede decirse que éstos son dominados por las fuerzas suti les. Hay también buques mayores, hasta pequeños cruceros (denominación exagerada); va a verse cuando tengan que contender contra la escuadra nor teamericana del comodoro Dewey. La fuerza sutil repartida en los apostade ros propios de su clase quedó indemne después de aquel desigual combate de la bahía de Manila, el de Cavite (1898). Los americanos hubieron de batir a los piratas también con algún género de fuerza sutil suya. En Cuba las fuerzas sutiles hubieron de luchar contra las embarcaciones filibusteras, llamadas así las que traían armas y refuerzos para los insurrectos. A modo de colofón. En la actualidad La denominaciónfuerzas sutilesfue difuminándose: Pasó ala Historia. Sin embargo, su función subsiste. En el proceso de desaparición del vocablo se incluyó a veces a barcos pequeños que no lo eran, tales como remolcadores y embarcaciones de apoyo a la fuerza, o de tren naval de los arsenales. No lo eran: las fuerzas sutiles fueron eminentemente de combate. La función subsiste, como dije. Hay elementos navales y aeronavales que son de pequeño tamaño, rápidos, maniobreros, propicia su táctica en que pasen lo más desapercibido posible. Y son muy variados, y de todoslos tama ños; rozando a veces por él el salirse (por grande) de lo que parece ser carac terística de lo sutil. Y en las unidades modernas (relativamente modernas) las hay no rápidas, como fueron los beneméritos bous del Cantábrico utilizados por ambos antagonistas en 1936-39. ¡Siempre la variedad! Lo flexible. Hay lanchas torpederas y cañoneras rápidas ¿cabe algo que merezca más que ellas el calificativo de sutil? Hay lanchas antisubmarinas de defensa de puertos. (18) En 1860había 18 cañoneros (unos con un cañón, otros con dos). Con ellos se reempla zaban las falúas, con casco de gran lancha y una treintena de hombres de tripulación. Año 1992 C. MARTÍNEZ-VALVERDE Un moderno prulero rápido. Una unidad naval de las que podíamos comprender en la deno minación «FuerzaSutiI» si ésta aún se emplease. Hay elementos daglto (los italianos los incorporaron a la fuerza «X-MAS», ésto es, de lanchas). Hay patrulleros rápidos (36 nudos), con armas tan con tundentes como son los riisiles (19). Hay otros más lentos y mayores. Los submarinos pequeños y maniobreros están dentro de lo sutil ¿No es de esa táctica peculiar el ataque a Scapaflow por De Prien? Más sutil que los ele mentos aeronavales no los hay. Naturalmente, según la clase y ocasión nece sitan elementos de apoyo no sutilesi.¿Pues qué podemos decir de un ataque a buques con lanchas rápidas neumáticas armadas de bazookas? También son fuerza sutil a la moderna los elementos minadores ofensivos y también los dragaminas, especialmente operando en una fuerza avanzada, preparando, p. e., una operación anfibia. El modo de operar al estilo de las anti guasfuerzas sutiles subsiste, ¡sí!, aunque la denominación haya desapare cido(20). (19) Por ejemplo, los nuestros del tipo Barceló , de 134toneladas y 36 nudos de velocidad. (20) Para una correcta consideración de lo que son las fuerzas sutiles en la actualidad, se recomienda ver los anuarios FightingShips. En ellos, los patrulleros con flotación en colchón de aire. 52 Núm. 36 SOBRE LAS FUERZAS NAVALES SUTILES ESPAÑOLAS, ÉN LOS SIGLOS XVIIIy XIX No nos queda más que rendir homenaje de admiración a los nuestros, que poniendo de manifiesto las mejores cualidades mariñeras y militares llevaron a lasfuerzas sutiles a combatir de cerca a los enemigos; y con grandes peligros de mar. Con su conducta son ejemplo de los que les han de seguir en ese estilo de guerra naval, aunque el cómo hacerlo varíe de acuerdo con la moderniza ción de los elementos de que se dispone —ellos y los enemigós. Los hombres cuya acción he presentado en este trabajo merecen el reco nocimiento y la admiración de sus conciudadanos, de los de ahora y de los que hayan de seguir en la trayectoria naval española en el Mundo. BIBLIOGRAFÍA Fernández Duro, Cesaréo: Armada Española desde la unión de los Reinos de Castillay de León. Escaño, Antonio de: Memoria de la Mayoría General de laEscuadra del Océano, en Cádiz, 1797. Elogio de Palma Cuadrado. Carrero Blanco, Luis: Arte Nával Militar. García-Parreño, Jorge: Las Armas Navales Españolas. Castex, Almirante: Théories Stratégiques.Tomo V. Les guerres de la Revolution et de l’Empire. Obanos Alcalá del Olmo, Federico: La Marina en el bloqueo de la Isla de León (1810-1812). 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Año 1992 REFLEXIONES EN TORNO A LA SITUACIÓN DE LA ARMADA ESPAÑOLA HACIA 1898 Antonio TÉLLEZ MOLINA Uno de los principales problemas en la interpretación del enfrentamiento hispano-norteamericano de 1898, que tan indeleble huella dejó en la realidad española, es, sin duda alguna, la clara tendencia a la simplificación del mismo. Una interpretación simplista que suele reducir el conflicto a un enfrenta miento naval, jalonado por dos incontestables derrotas —Cavite (1 de mayo• de 1898) y Santiago de Cuba (3 de julio de 1898)— totalmente predecibles, por otra parte, a la vista de la superioridad naval de Estados Unidos frente a España. Tradicionalmente se ha venido reduciendo casi a un enfrentamiento entre flamantes acorazados de acero y viejos y carcomidos buques de madera. Ha sido este reduccionismo simplista el que ha provocado que en la lec tura del Desastre del 98» se hayan querido buscar causas específicamente españolas, normalmente tendentes a buscar al responsable o responsables de haber avocado a una total indefensión naval a la España de finales del si glo xix. Es desde esta desordenada y virulenta búsqueda de responsabilismo, que estalló ya en los días inmediatos a la total destrucción de las escuadras de los almirantes Montojo y Cervera, desde donde arrancan los enfrentamientos, acusaciones malintencionadas, e incluso desafecciones inmutables, entre el poder político —e incluso, por extensión el sistema liberal—, los estamentos militares y la opinión pública. Las acusaciones cruzadas serán de todas las naturalezas y abrirán un profiindo foso de incomprensión difícilmente fran queable y que estará presente en toda la reciente historia española. Y es que el desconocimiento, o el planteamiento maximalista y maniqueo de la historia española es muchas veces el origen de profundas incomprensiones, y de tozu das convicciones irreconciliables; a las que, por otro lado, parecemos tan pro clives los españoles. Para entender el alcance y significado del conflicto y en última instancia, la situación de la Marina de Guerra española a la altura de 1898, hay que abor dar el problema en su doble vertiente: en la de la especificidad del caso espa ñol y en el de la contextualización de nuestro Desastre del 98 en el ámbito internacional en el que se produjo. Evidentemente ambos niveles de interpre tación son inseparables y es precisamente cuando se atiende sólo a uno de ellos, cuando se facilita una visión distorsionada de la realidad. Conviene, pues, partir de la contextualización del Desastre del 98español, en lo que genéricamente se ha llamado la época del imperialismo (1870-1914), Año 1992 A. TÉLLEZ MOLINA siendo ésta, asu vez, el resultado de un proceso, si no iniciado, sí acelerado históricamente a partir de mediados del XIX; y que pronto va a suponer una aplicación de las teorías del darwinismo social a las relaciones entre razas y naciones, convirtiendo el poderío militar en instrumento decisivo de la polí tica exterior. Y hay que recordar que esta idea estaba en las mentes de los directores políticos del mómento, como queda patente en el discurso ante el Congreso deD. Antonio Cánovas del Castillo, pronunciado el 7 de julio de 1891 —siete años antes de la precipitación del conflicto—, en el que venía a afirmar quela mejor política exterior sólo se puede desarrollar con un país fuertemente armado (1). Si a esto le añadimos la orientación preferentemente ultramarina de este imperialismo colonial, no cabe duda que, dentro de la valoración del poderío militar de una nación, jugaba un papel esencial la Marina de Guerra. Esto explica que uno, de los capítulos preferentes de todas las potencias, en su preocupación armamentista, se orientara al ámbito naval, de tal manera que no sería exagerado decir que los buques de guerra se van a convertir en los estandartes del poderío militar e industrial de los Estados. Pues bien, aun partiendo del hecho de que todas las naciones perseguían un único objetivo, cual era la consecución de una Armada poderosa, los plan teamientos seguidos en sus reflexiones distaron mucho de alcanzar criterios de unidad, llegándose a entablar grandes discusiones que acabaron enfren tando a los seguidores de una u otra política naval. Estas disensiones no son explicables sólo por confrontaciones exclusivamente en el plano estratégico,, hay que tener en cuenta que nos encontramos en un período de profundas y rápidas innovaciones de carácter técnico, que acabaron, creando un caos difí cilmente asimilable incluso para los expertos estrategas navales de la época. La propia dinámica de la carrera armamentista creaba un ritmo trepidante en las continuas innovaciones técnicas, que provocaba diseños que aparecían como innovádores y casi definitivos, y que, sin embargo, en pocos años que daban obsoletos. Se puede decir que desde el siglo xvii hasta mediados del XIX, el progreso en los diseños de los barcos de guerra había sido ínfimo y lento; lo que hacía que los planteamientos estratégicos de los combates navales apeñas hubieran variado. Será ahora, a mediados del xix, cuando se rompa aceleradamente con la tradición y se cree una enorme confusión tanto técnica como’logística y estratégica. El uso del vapor como fuerza motriz —que planteará el problema de la necesidad de puntos de escala.y avituallamiento para carbonear y hacer agua das—, la aparición de cascos metálicos, primero de hierro y luego de acero —:-queplantearán lá necesidad de conjugar valores de velocidad y autonomía con valores de defensa y tonelaje—, los avances en armas de artillería —cada vez más potentes,, de mayor alcance, precisión y poder destructivo—, la preo cupación porlos elementos defensivos —que abrirán un vivo debate sobre la (1) Recogido en la obra de Fernández Almagro, Melchor: Política naval de la España moderna y contemporánea. Madrid. Instituto de Estudios Políticos, 1946, pág. 184. 56 36 REFLEXIONES Año 1992 EN TORNO A LA SITUACIÓN DE LA ARMADA ESPAÑOLA... 57 A. TÉLLEZ MOLINA localización de las corazas, entre las líneas de flotación yio las torres artilleras—, la utilización de nuevas armas —minas y torpedos—...; creaban la necesidad de planteamiento de nuevas tácticas y estrategias de combate. Todo esto provocó un fuerte desconcierto y disparidad de criterios en técnicos y marinos sobre qué buques habrían de ser los más adecuados y eficaces ante las nuevas situaciones creadas. Será, pues, a la sombra de estos importantes avances técnicos e industria les, el momento en el que se van a desarrollar toda una amplia gama de posi bilidades que van a complicar enormemente la clasificación de los buques, surgiendo problemas en la fijación de los límites de unos y otros tipos de buques, que muchas veces van a provocar complejos solapamientos técnicos y operativos. Van a aparecer nuevos barcos con capacidades operativas sor prendentes para la época, que provocarán el surgimiento de nuevos plantea mientos estratégicos de combate, pero que a su vez provocarán el surgimiento de nuevos operativos que anulen las supuestas veleidades de los anteriores y que muchas veces obliguen al replanteamiento estratégico e incluso al reci claje o reconversión de planes navales que aparecían como definitivos. Como podemos imaginar, el seguimiento de este ritmo enloquecido en la carrera armamentista estaba reservado exclusivamente a aquellos Estados que por sus capacidades financieras e industriales no tuvieran grandes problemas para acometer en pocos años el abandono o el replanteamiento de toda una polí tica naval preestablecida. Llegados a este punto, convendría hacer un breve repaso del panorama de posibilidadestipológicas de buques existentes en la época inmediata al con flicto, que nos dará una clara idea del alcance de la problemática que venimos planteando. Tratando de simplificar el panorama hay que apuntar la existen cia de las siguientes posibilidades: acorazados, cruceros acorazados, cruceros protegidos, cruceros no protegidos, cañoneros, torpederos, cañoneros-torpe deros, destructores o cazatorpederos. Como gráficamente planteaba el almirante Carrero Blanco al abordar el problema de la determinación de un buque de guerra, éste es el resultado de la combinación de cinco factores determinantes: el armamento, la protec ción, la velocidad, las condiciones evolutivas y la autonomía (2). Fue la conjugación y combinación de estos elementos en sus distintas posi bilidades, la que dio lugar a la coexistencia de los diversos efectivos, antes citados, y no siempre claramente delimitados y definidos. Esto creaba autén ticos problemas a la hora de clasificar los diferentes efectivos navales a unas u otras categorías; algo fácilmente contrastable si comparamos los Estados Generales de la Armada en España de 1898 y 1900, como más adelante vere mos. Además, en el caso español, la clasificación vigente a la altura de 1898, que provenía del Decreto Real de 15 de agosto de 1895, inspirado por el entonces ministro de Marina, D. José María Beránger y Ruiz de Apodaca, venía a dificultar todavía más el problema de la clasificación de los buques, (2) Carrero Blanco, Luis: España y el mar. Tomo 1: El mar en la guerra yen la paz. Hasta la segunda guerra mundial. 3. Ed. rey. Madrid. Instituto de Estudios Políticos, 1962,pág. 75. 58 36 REFLEXIONES EN TORNO A LA SITUACIÓN DE LA ARMADA ESPAÑOLA... propiciando la desfiguración de la realidad de la Armada, al conjugar no muy acertadamente criterios de desplazamiento y protección. Esta misma idea ha llevado a algunos autores a replantearse la causa del profundo desconoci miento de la realidad de la Armada en los años inmediatos al conflicto; así, entre otros, podemos recoger las palabras de Juan B. Robert, que en ese sen tido apuntaban: no toda la culpa la tuvo la prensa. En ciertos estados oficia les de nuestro material naval flotante se elevaban los cañoneros, casi inofensi vos, a la categoría de cruceros de segunda clase y a los cruceros protegidos del tipo “Oquendo” a acorazados de segunda (3). Tampoco en los años inmediatos al conflicto parecía estar muy claramente determináda la efectividad operativa en combate de los distintos buques, lo que hacía que se sacaran consecuencias inmediatas de los diferentes enfrenta mientos navales acaecidos en esos años y que a través de esas lecturas se mon tasen nuevas estrategias y, por tanto, nuevos planteamientos en los progra mas navales. En este sentido puede ser relevante recordar el impacto que pró dujo en la opinión de los expertos navales de la época, el enfrentamiento entre la escuadra china del almirante Chio Ting —formada por dos flamantes acorazados— y la escuadra japonesa del almirante Ito —formada por tres buques protegidos—, desarrollada en 1894frente a la desembocadura del río Yalú; y que como reconoce el almirante Carrero Blanco, produjo uña super valoración del cruceroprotegido frente al acorazado, llegándose incluso a pen sar que la masa de fuego y la velocidad eran preferibles a la coraza, conlo que los cruceros protegidos se pusieron de moda (4). Para venir a complicar más el panorama naval del momento hay que tener en cuenta que es en estos años cuando de entre las diferentes tendencias estra tégicas y constructivas, que pretendían vertebrar las nuevas políticas navales, acabaron imponiéndose dos orientaciones totalmente contrarias a las que se irán adhiriendo unós y otros Estados. De una parte, y frente al planteamiento tradicional, basado en la existencia de grandes navíos oceánicos, va a surgir un planteamiento totalmente revolucionario o cuando menos novedoso representado por la denominada Jeune Ecole francesa, apadrinada por el almirante Aube. Su teoría se basaba en la necesidad de controlar las costas francesas ante un posible ataque de acorazados británicós, siendo encargada ésta misión a unos nuevos y pequeños buques —los torpederos—, que basa ban su eficacia en la velocidad, la sorpresa y el podér destructivo de estos pequeños microbios que podrían acabar con el mastodonte acorazado. Se aportaba en su favor que la construcción de los torpederos era mucho más rápida y bárata que la de los grandes buques acorazados; incluso sé quiso ver en ellos una orientación más popular y democrática frente a la aristocrática presencia del acorazado. Se llegó a apuntar incluso que los torpederos permi tirían llevar la táctica de la guerra de guerrillas al mar. Junto a los torpederos, .. . (3) MARINA, (4) Robert, Juan B.: «La prensa periódica y la Marina en 1898». REvIsTA mayo 1948, pág. 579. Carrero Blanco, Luis: Op. cit., pág. 184. Año 1992 GENERAL DE A. TÉLLEZ MOLINA encargados del acoso costero de los acorazados, la Jeune École opaba por una política de cruceros. Como se puede ver, sobre todo, se trataba de ofrécer una posibilidad de enfrentamiento naval a las potencias menos ricas y con armadas inferiores; al fin y al cabo el espíritu que animaba la idea se resume en el lema de más bar cos por menos dinero, y’ realmente, así planteado, tenía su atractivo. Esto hizo que muchas potencias optaran por este tipo de planteamiento. Sin embargo, pronto —inicio de la década de los 90—se empezó a producir, si no un abandono, sí una clara reorientación de las teorías de la joven escuela fran cesa. Y es que los torpederos mostraron en seguida sus debilidades: escasa resistencia de sus cascos, poco aptos para operar en una mar movida, condi ciones para su tripulación poco menos que infernales... y pocas posibilidades de hacer freñte a las innovaciones que los acorazados presentaron precisa mente para hacerles frente. Así que la mayor parte de las flotas que habían seguido estas teorías, reconsideraron su postura a fines de los 80 y principios de los 90 y se orienta ron a la construcción decidida de acorazados; adhiriéndose, por tanto, a las ideas, mucho más tradicionales, de una de las figuras más populares dentro de los estudios de fuerzas navales de la época: el capitán de la US Navy, Alfred T. Mahan, decidido defensor de los grandes poderosos buques acorazados. De todas formas, el debate y la transición o elección de una u otra corriente naval, no fue en modo alguno inmediato y definitivo; así, por ejem plo, los británicos se movieron con cierta flexibilidad centrándose especial mente en una política de cruceros y acorazados, pero no olvidando los nuevos buques (torpederos, cazatorpederos, cañoneros-torpederos...); los franceses optaron claramente por su Jeune Ecole, pero sin descuidar definitivamente la construcción de grandes buques, que a partir de los años 90 fueron decisivos; los EE. UU. siguieron un camino similar al de Francia, pero con una mayor capacidad de afrontar la construcción, siempre muy costosa, de acorazados. España siguió un camino similar al de EE. UU. y Francia, aunque, y debido en gran medida a sus limitaciones financieras, la reorientación de la política naval y estratégica fue mucho más lenta, coincidiendo ésta con los críticos acontecimientos de 1898, que sorprendieron a la Armada española grave mente desprotegida. Esta evolución queda puesta de manifiesto si analizamos los datos aportados por Agustín Ramón Rodríguez González, sobre el incre mento de las flotas mundiales entre 1870 y 1900 (5). De sus datos se puede extraer la incontestable conclusión de que España llega a Ja altura de 1900con un número muy inferior de buques a los presentados por las Armadas de Gran Bretaña (271), Francia (255) o Estados Unidos (84); frente a los que sólo podíamos oponer 20. Además, sectorialmente las deficiencias son más notables: — (5) Acorazados: frente a los 30 de Gran Bretaña, los 12 de Francia, los 18 de EE. UU., España no cuenta con ninguno. Véase su obra Política naval de la Restauración (1875-1898). Madrid. Ed. San Martín. 1988, pág. 87. 60 36 REFLEXIONES — — — EN TORNO A LA SITUACIÓN DE LA ARMA DA ESPAÑOLA... Cruceros acorazados: frente a los 20 de Gran Bretaña, los 15 de Fran cia y los dos de EE. UU., sólo contábamos con uno. Cruceros protegidos: frente a los 63 de Gran Bretaña, los 19 de Francia y los 17 de EE. UU., España cuenta con tres. Destructores: frente a los 112 de Gran Bretaña, los 12de Francia y los 20 de EE. UU., España contaba con seis. Con estos datos queda claro que las dos primeras potencias navales, Gran Bretaña y Francia, están a una considerable distancia de EE. UU. y España; pero también es palpable que se está asistiendo a una enorme capacidad cons tructiva, en el ámbito naval, de los EE. UU. que coincide con su clara deter minación expansionista a nivel mundial. Sin embargo, y sin despreciar en absoluto estos datos cuantitativos, es importante hacer un esfuerzo por huir de lecturas fáciles al enjuiciar el estado de la Armada española en los últimos años del siglo XIX. En primer lugar, creo que para abordar el problema adecuadamente, habría que huir de una visión obsesionada por recuentos numéricos de efectivos navales y sustituirla por otra que se centrara más en reflexiones de índole cualitativa, o lo que es lo mismo, afrontar un análisis pormenorizado de la situación real de operativi dad y eficacia de los distintos buques, que por otro lado facilitaría la correcta clasificación de cada uno de ellos a las distintas categorías existentes en aque llos años. La urgente necesidad de aclarar la situación real de la Armada, no tanto desde un punto de vista cuantitativo como desde uno cualitativo —que es una de las claves para entender el desconocimiento que dé la misma se tenía a la altura de 1898—, se pone claramente de manifiesto en cuanto abordamos el. problema del análisis comparativo de las escuadras española y estadouniden se; Son múltiples los recuentos de ambas Armadas con los que contamós, desde los realizados en los años inmediatos al conflicto, hasta los que poste riormente han ido elaborando los distintos estudiosos del mismo. Y ló que primero llama la atención de los mismos, es que en la mayoría de los casos no son coincidentes en sus recuentos; fenómeno que tiene su explicación en la diferente clasificación que de los buques hacen unos y otros. Si hacemos un breve repaso por algunos de estos análisis, podemos comenzar por los plan teados por el almirante D. Pascual Cervera y Topete, y por el entonces minis tro de Marina, D. Segismundo Bermejo y Melero (6). Para el almirante Cer vera, como se desprende de su estudio comparativo enviado al ministro Ber mejo, en un reservado del 25 de febrero de 1898, el enfrentamiento quedaba planteado en los siguientes términos: — — — Acorazados: cuatro españoles frente a cinco estadounidenses. Cruceros acorazados: un español frente a dos estadounidenses. Crucéros protegidos: tres españoles frente a 12 estadounidenses. (6) Ambos recogidos en la obra de D. Pascual Cervera y Topete: Guerra hispano-america na. Colección de documentos referentes a la Escuadra de Operaciones Antillanas. El Ferrol. Imprenta de «El Correo Gallego», 1899. Año 1992 A. TÉLLEZ MOLINA 1 z o 1) ‘fi o .0 II) -o o o o o o o 1) o 1o o1-. o 3- u 62 Núm. 36 REFLEXIONES EN TORNO A LA SITUACIÓN DE LA ARMADA ESPAÑOLA... Por su parte, el ministro Bermejo realizaba su propio recuento, que envió al almirante Cervera en un reservado el 4 de marzo de 1898, en el que disentía de los datos del almirante al reducir a cuatro los acorazados estadounidenses y a ninguno los cruceros protegidos estadounidenses. Los datos aportados por el mayor Kunz (7), del Ejército alemán, queda ban planteados en los siguientes términos: — — — — — — Acorazados de primera clase: un español frente a cuatro estadouni denses. Acorazados de segunda clase: siete españoles frente a un estadouni dense. Cruceros acorazados: ninguno español frente a dos estadounidenses. Cruceros protegidos: cinco españoles frente a 13 estadounidenses. Torpederos: 14 españoles frente a cinco estadounidenses. Cazatorpederos: 14 españoles frente a cuatro estadounidenses. Lo importante de estas disensiones es apuntar el hecho de que no sólo se produjeron en aquellos años próximos al conflicto, sino que han perdurado en los análisis realizados muy posteriormente, como se desprende de las cifras aportadas por investigadores más recientes. Basta aproximarse a las obras, entre otras, de autores como Ricardo Cerezo Martínez (8), como el ya citado Agustín Ramón Rodríguez González, o los datos aportados, en el curso del ciclo de conferencias desarrolladas en las todavía recientes V Jornadas de Historia Marítima, a cargo del Instituto de Historia y Cultura Naval, por Antonio de la Vega, en su trabajo Programas y efectivos ñavales españoles y norteamericanos (1865-1898)(9). En todos ellos, y son sólo un ejemplo, pode mos observar un considerable baile de cifras en el recuento de efectivos, que vuelven a ser resultado de las diferentes clasificaciones realizadas por unos y otros, así como de la diferente inclusión en una u otra categoría de los distin tos buques. Si esto sucede en las interpretaciones realizadas a toro pasado por investi gadores recientes, es fácil imaginar el total desconcierto imperante en los ana listas de la época. Y es que ni siquiera en los recuentos oficiales parece estar claramente definida la clasificación de los buques. Veamos, por ejemplo, el asombroso proceso de reclasificación de buques que se deduce del análisis de los Estados Generales de la Armada de los años 1898 y 1900—consecutivos ambos, ya que no se llegó a realizar el Estado General de la Armada corres pondiente al año 1899—. Lo primero que llama la atención al comparar (7) De su obra Guerra España-Estados Unidos 1898. Barcelona. Imprenta Vd. D. Casano vas, 1909. (8) Entre otras, su Armada española siglo xx. Madrid. Ediciones Poniente, 1983. 0 su artículo «Tercer decenio de la Revista General de Marina (1887-1906). 1-laciael Desastre». REVISTA GENERAL DE MARINA. Tomo 192, marzo 1977. (9) Su conferencia se puede consultar en Cuadernos Monográficos del Instituto de Historia y Cultura Naval, núm. 8. Madrid, 1990. Año 1992 A. TÉLLEZ MOLINA ambos Estados Generales es la enorme diferencia cuantitativa de buques de uno a otro. Si en el de 1898se pueden contabilizar 165 unidades, en el de 1900 sólo se alcanza la cifra de 57. Pero mayores son los cambios, si cabe, si entra mos en apreciaciones cualitativas de los buques; es claro que se asiste a una total recalificación de buques, apuntándose una clara tendencia al descenso de categoría de los mismos: — — — — — — — —. — — — — — 64 Los dos acorazados de primera clase de 1898, en 1900pasan a un aco razado de segunda clase (Pelayo) y a un crucero protegido de primera clase (Carlos y). Los nueve acorazados de segunda clase de 1898, en 1900 tres pasan a ser considerados cruceros protegidos de primera clase (Princesa de Asturias, Cardenal Cisneros, Cataluña), dos pasan a la categoría de guardacostas acorazados (Numancia y Vitoria), y cuatro se pierden en el combate de Santiago de Cuba (Infanta María Teresa, Almirante Oquendo, Cristóbal Colón y Vizcaya). Los tres cruceros protegidos de primera clase de 1898, pasan en 1900 a ser considerados cruceros protegidos de segunda clase (Alfonso XIH Lepanto y Reina Regente). Los cuatro cruceros protegidos de segunda clase de 1898, en 1900 pasan a dos cruceros protegidos de tercera clase (Marqués de la Ense nada, Río de la Plata), y dos se pierden en el combate de Cavite (Isla de Cuba, Isla Luzón). Los cuatro cruceros no protegidos de primera clase de 1898, no vuel ven aaparecér en 1900. Los nueve cruceros no protegidos de segunda clase de 1898, en 1900 tres pasan a cruceros no protegidos de tercera (Infanta Isabel, Isabel 11 y Conde Venadito), y seis desaparecen (Velasco, Antonio Ulloa, Juan de Austria, Marqués de la Victoria, Alvaro de Bazán y María de Mo lina). Los cinco cruceros no protegidos de tercera de 1898, en 1900dos pasan a ser considerados cañoneros de primera clase (Magallanes y General Concha); dos desaparecen en Cavite (General Lezo y Marqués de Due ro), y uno estaba en el apostadero de Filipinas en el momento del com bate (Elcano). De siete cazatorpedos o destructores con que se contaba en 1898, tras el hundimiento de Santiago de Cuba de dos de ellos (Plutón y Furor), se pasa a cinco en 1900. Cinco cañoneros de primera clase en 1898, pasan a cuatro en 1900. Veinticinco cañoneros de segunda clase en 1898,pasan a dos en 1900. Cuarenta cañoneros de tercera clase en 1898, pasan a dos en 1900. Catorce cañoneros-torpederos en 1898, pasan a ocho en 1900. Por último, apuntar que los torpederos de primera y segunda clase mantienen el número de efectivos (cuatro de primera y nueve de segunda) en ambos Estados Generales. 36 REFLEXIONES EN TORNO A LA SITUACIÓN DE LA ARMADA ESPAÑOLA... Dicho esto, y retomando el hilo conductor del planteamiento que venimos realizando, creo que se puede apuntar la idea de que una de las causas funda mentales para explicar la compleja percepción de la situación de la Armada española a finales del xix viene dada, por un lado, por el propio confusio nismo existente a nivel internacional del ámbito naval, y, por otro, por el excesivo valor dado a los recuentos de carácter cuantitativo de los efectivos navales existentes. Olvidar premisas de esta naturaleza, son las que se han llevado normal mente a realizar un análisis si no distorsionado, sí distorsionante de la reali dad naval del Desastre del 98; y, por tanto, han creado la necesidad quasi patológica de la búsqueda de un responsable identificable y normalmente autoexculpatorio de los sucesos. Las víctimas más al uso han sido tradicional mente, o la propia Marina de Guerra española, o los rectores pólíticos del momento, o la prensa de la época, o la supuesta indiferencia del pueblo espa ñol en su globalidad. Esto, como apuntábamos al principio, ha creado a su vez recelos, enfrentamientos, incomprensiones..., y me atrevería a decir que fun damentalmente ha creado un profundó desconocimiento y a veces incomuni cación entre los presuntos implicados. Hora es ya, cuando se va a cumplir pronto el primer centenario de los acontecimientos, de abordar el problema desde una reflexión abierta, sosegada y dialogante. Ante todo es esencial asumir, como punto de partida, que si se quiere bus car a un responsable realmente ajustado a la realidad, sin duda alguna habría que plantear la existencia de una responsabilidad colectiva, y sobre todo deberíamos hablar más de una falta de adecuación estructural y coyuntural de la realidad española, a finales del siglo pasado, al contexto de tin imperialismo agresivo imperante. En este sentido, la piedra de toque gira, una vez más en la historia española, en torno a la importante crisis crónica de las capacidades económicas, financieras e industriales, que abocaron a España a lo largo del siglo xix, como resultado de la trayectoria histórica iniciada a finales del XVI, a situarse en la encrucijada de una decadente potencia media europea, igno rada cuando no manejada al antojo de los intereses de las grandes potencias mundiales del momento. No quiero decir con esto que se deban obviar los múltiples errores come tidos por los diseñadores de la política naval española, tanto políticós como militares; desde una falta de adecuación de la realidad naval a los intereses y necesidades de una política de Estado, no siempre coherente en sus priorida des (10), pasando por los sucesivos fracasos de los distintos planes de renova ción de la Armada española, entre los que cabe destacar el del contralmirante (10) Ya entonces Joaquín Sánchez de Toca había planteado la necesidad de conjugar ambas, en sus propias palabras: Parala guerra marítima moderna no cabe resolver por aprioris mos abstractos cuál ha de ser el armamento naval. La Armada, todavía más que el Ejército, nece sita ajustarsea una razón de Estado. Una escuadra no adecuada a la acción política que la nación pretende ejercitar o desproporcionada con ella es inútil, y, tal vez, en lugar de ser una fuerza, represente una impotencia. Véase de su De/poder naval en España y su política económica para la nacionalidad ibero-americana. (2.aEdición.) Madrid. Editorial Naval, 1986. página VI. Año 1992 A. TÉLLEZ MOLINA Durán de 1880; el del vicealmirante Pavía de 1883; el del contralmirante Antequera de 1884; el proyecto Moret de 1885; el del contralmirante Berán ger de 1886; el del contralmirante Rodríguez Arias, que dio lugar a la Ley de Escuadra de 1887;o el del entonces ya vicealmirante Beránger —ahora minis tro de Marina con los conservadores, ya que en 1885 lo fue con los liberales— de 1896; hasta los propios errores tácticos cometidos durante el conflicto béli co, que contaron con la aprobación de las más altas jerarquías de la Marina militar del momento, como se puso de relieve en la Junta de Generales de la Armada, celebrada en Madrid el 23 de abril de 1898, bajo la presidencia del entonces ministro de Marina, contralmirante D. Segismundo Bermejo y Merelo. Por otro lado, tampoco parece que los estrategas navales estadounidenses estuvieran muy seguros de su superioridad naval, ya que en el planteamiento mismo del conflicto mostraron algo más que cautela sobre su posible desenla ce; seguramente también obsesionados por recuentos cuantitativos de los efectivos navales españoles. Y es que planteado el conflicto en términos cuan titativos no parecía estar muy claro de qué lado se inclinaría la victoria, como apunta Agustín Ramón Rodríguez González: Para muchos observadores en 1898, incluso neutrales, las perspectivas potencias de ambas escuadras y, por tanto, la predicción del posible vencedor, distaban de estar claras. Incluso revistas especializadas del prestigio de The Engineer o Engineering británicas, dudaban en aventurar un pronóstico sobre el enfrentamiento (11). Todo parecía quedar reducido a un enfrentamiento entre las dos tenden cias navales predominantes en la época, de un lado los seguidores de Mahan, de otro los de las teorías de la Jeune Ecole. Sin embargo, y debido sobre todo a la falta de operatividad real de los efectivos españoles —insistiendo, por tanto, en una inferioridad cualitativa y no cuantitatiya—, los combates se plantearon como si de dos potencias seguidoras de las teorías de Mahan se tratara. Y evidentemente el resultado no pudo ser más «desastroso». Para terminar, podríamos decir que al fin y al cabo el problema de fondo en el debate naval finisecular español radicaba en la difícil conjugación de una política naval adecuada, con una deprimente situación económica, financiera e industrial; con la que era poco menos que imposible resistir la presión de la dinámica y agresiva situación naval internacional; y no ya sólo para mantener la continua renovación de las estrategias navales, sino ni tan siquiera para mantener operativa la adscripción a una política naval determinada. Creo que ni aún en el caso hipotético de que se hubiese desarrollado una política, acertada coyunturalmente, de construcción de acorazados se hubiese solven tado el problema colonial español; si acaso solamente se hubiese aplazado. Porque después de semejante esfuerzo económico, dudo mucho que las capa cidades productivas españolas hubiesen podido hacer frente a la revolución que en el plano naval supuso la aparición de los dreadnought en 1905; futuri ble contrastable si tenemos en cuenta que a la altura de 1918, Estados Unidos (11) 66 Rodríguez González, A. R.: Op. cit., pág. 475. 36 REFLEXIONES EN TORNO A LA SITUACIÓN DE LA ARMADA ESPAÑOLA... contaba con 17 acorazados tipo dreadnought, mientras España cuenta con tres, que en palabras del almirante Carrero Blanco: .fueron en realidad unos “dreadnoughts” de bolsillo, de una aplicación muy problemática, ya que eran más lentos, menos armados y con menor protección que cualquier otro similar de su tiempo (12). Como he tratado de plantear a lo largo del artículo, creo que el problema del análisis del estado de la Armada española hacia 1898 es profundo y com plejo, ya que en él debemos incluir reflexiones técnicas y estratégicas de índole naval, tanto desde una óptica puntual, como desde la trayectoria évo lutiva de las distintas políticas navales, abarcando tanto aspectos cuantitati vos como, y especialmente, cualitativos, pero aunando éstas con reflexiones tendentes a situar la realidad económica, política y social española, en el con texto de la realidad política internacional, que la circunscribe y mediatiza de forma determinante. (12) Carrero Blanco, L.: Op. cit., págs. 327 y 328. Año 1992 NAOS ESPAÑOLAS EN EL PACÍFICO Amancio LANDÍN CARRASCO En reciente reunión, celebrada en el Museo Naval, se ha pre sentado la flamante obra en tres volúmenes de gran formato «Descubrimientos españoles en el Mar del Sur’, de la que son autores varios oficiales de la Artnada española. La importan cia y hondura de este trabajo, editado gracias al mecenazgo de la Fundación Banesto, explican que hayamos pedido a su director las siguientes líneas, en las que se sintetiza su contenido. Dos razones principales aconsejaron la elaboración de esta obra. El hecho de que muchos navegantes extranjeros, al pasar por aguas ya conocidas de los españoles, se creyesen descubridores de islas ya registradas y las bautizasen con nuevos topónimos, unido en alguna ocasión a la malicia ajena o a la desi dia propia, sembró una confusión histórica no excesivamente fácil de aclarar. Por otra parte, hemos querido con esta tarea contribuir a la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América; porque Colón tropezó con un continente que él no buscaba (murió convencido de haber hallado tierras asiáticas), y sólo los viajes transpacíficos del siglo xvi consuman los designios colombinos y descubren lo que hasta entonces era la cara oculta del planeta. Para conocer con la posible exactitud los hallazgos españoles en el Mar del, Sur era necesaria una reconstrucción de las derrotas náuticas de nuestros expedicionarios, y ello exigía un equipo de expertos en navegación. De ahí que, salvo el director de la obra (con el escueto bagaje de tres libros sobre nuestros descubrimientos en aquel océano), el resto de los autores fuesen miembros del Cuerpo General de la Armada. He aquí sus nombres por orden alfabético: capitán de corbeta Roberto Barreiro-Meiro Fernández, capitán de fragata Alfredo Cominges Bárcena, capitán de navío Juan Génova Sotil, capitán de navío Fernando Guillén Salvetti (t) capitán de navío Gonzalo Molíns Sáenz-Díez, capitán de corbeta José M. Rodríguez Urzáiz (l) capi tán de navío Mario Romero de Pazos, capitán de navío Luis Sánchez Masiá, almirante Carlos Vila Miranda y capitán de navío Juan A. Viscasillas Rodrí guez-Toubes. En modo alguno podemos silenciar los meritorios trabajos de historiado res que trataron de poner luz en la historia del Mar del Sur, si bien en la gene ralidad de los casos centraban su labor en un personaje o en determinados grupos insulares, aunque haya habido autores que abarcaron panoramas de mayor amplitud (Burney, Sharp, Prieto, Spate). De sus precisiones y estima ciones nos hemos servido, y a ellos, como a otros que ahondaron muy seria Año 1992 A. LANDÍN CARRASCO mente en el tema, debemos nuestro reconocimiento (Navarrete, Brand, Cor ney, Dairymple, Kelly, Medina, Zaragoza, Beltrán y Rózpide, Coello, Ferreiro, etc.). Las diferencias interpretativas de los grandes viajes, entre profesionales de la Historia, nacían muchas veces de un defectuoso enfoque por falta de cri terios náuticos, El conocimiento del aparejo, la maniobra, la declinación magnética, los regímenes de vientos y corrientes, la velocidad del buque, los verdaderos rumbos y distancias navegadas, la interpretación cartográfica y de otros detalles que conciernen a la derrota real, resultaban indispensables para llevar a cabo una identificación fiable. Además, el trabajo no pretendía un enfoque limitado a un sector o un navegante, sino una proyección total, pro pósito justificativo de un trabajo en equipo, que en este caso exigió siete años y medio de investigación, discusión y redacción. El organismo promotor que acogió nuestra propuesta fue el Instituto de Historia y Cultura Naval, y la sede diaria y vespertina de la tarea, amén de ubre bibliográfica y documental, sería el madrileño y entrañable Museo Naval. Tras una breve presentación de S.M. el Rey, que honra a la obra y a sus autores, en la que Don Juan Carlos no oculta su satisfacción al encabezar un trabajo de esta naturaleza, la Introducción trata de dibujar una panorámica sobre la importancia de la empresa descubridora de España, los porqués de la formidable irrupción marítima y la vida en las naos descubridoras. Entre quienes han discurrido sobre las razones de la vehemencia expansiva de los pueblos ibéricos, meréce recordarse el pensamiento de Claudio Sánchez Albornoz, para quien los siglos de Reconquista fueron la clave de nuestra his toria. Sólo España consiguió expulsar al Islam, arraigado en multitud de tie rras, desde el Atlántico hasta la India; y esa victoria final nos libró de hallar nos hoy en el nivel social y político de los pueblos islámicos. Si los musulma nes no hubiesen conquistado España en el siglo viii, los españoles no habrían conquistado América en el xvi. Para el citado historiador, la aventura descu bridora es consecuencia de la forja de un talante a lo largo de muchos siglos de lucha contra el invasor; la afirmación de nuestras características ancestra les es la que, faltos en 1492 de un adversario a quien combatir, nos empuja a la conquista de otros mundós. Entre quienes extreman sus posiciones, al optar por los motivos espiritua les o el afán de riquezas o dominación, están hombres eclécticos como Fran cisco López de Gómara o el cronista cortesiano Bernal Díaz del Castillo, que conjugan el servicio de Dios y del rey con la honra y provecho que todos los hombres comunmente buscamos. Pero tampoco han de olvidarse la curiosi dad humana, el deseo de saber y conocer, la sed de aventuras y hasta la posi bilidad de que, en el substrato psicológico del hombre peninsular, quedasen huellas muy profundas de los pueblos invasores y dominadores, cuya sangre se mezcló con la nuestra. Característica esencial de celtas, iberos, visigodos, árabes y judíos era el nomadismo, el erratismo, el gusto por los grandes des plazamientos, un modo de existencia que probablemente no fue ajeno al fenómeno expansivo iniciado cuando apenas alboreaba el siglo xvi. 70 36 NAOS ESPAÑOLAS EN EL PACÍFICO Un capítulo inicial, antes de afrontar los primeros viajes, se dedica a dilu cidar lo que podríamos llamar las claves náuticas de la obra; en él se discurre, en términos divulgadores, sobre los tipos de barcos, tonelaje,.dimensiones y materiales de los buques, funciones de cada hombre a bordo, navegación cos tera y de estima, universo geocéntrico y heliocéntrico, tablas náuticas, latitud y longitud, carta de marear, medida de las distancias, instrumentos para hallar la altura de los astros, aguja magnética, declinación, medida del tiem po, sondas, oceanografía, meteorología, credibilidad de los datos náuticos y errores en la situación astronómica. Cada uno de los veinte capítulos siguientes estudia otros tantos grandes viajes al Mar del Sur, y la generalidad de ellos contienen epígrafes sobre los antecedentes de la expedición y sus motivos, los documentos preparatorios (capitulaciones, instrucciones, etc.), los buques y hombres participantes, un apunte biográfico del protagonista, las fuentes documentales en que se funda menta el análisis, las particularidades de la campaña marítima y, finalmente, una valoración de los resultados obtenidos. Primeros viajes La primera y más importante expedición transpacífica es la de Hernando de Magallanes, que con cinco naves parte de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519. Después de una dramática estancia en el puerto de San Julián, en la actual Patagonia argentina, hallará la ansiadísima.vía entre los dos grandes océanos y llegará a las Filipinas, donde, en lucha contratos isle ños de Mactán, perderá la vida el promotor de la gran jornada. Desde las Molucas, y a las órdenes de Elcano, la nao Victoria podrá coronar la primera circunnavegación del globo. El mero hallazgo del estrecho de Magallanes hubiera bastado para inmor talizar el nombre del náuta portugués; pero, además, se constribuyó entonces decisivamente al conocimiento del planeta. Amén de cruzar el mayor océano del mundo, las naos descubren las islas Desventuradas (para nosotros, las actuales Fakahina y Flint), las Ladrones o Marianas y el archipiélago de San Lázaro o Filipinas. La epopeya de Elcano, en su comprometida navegación hacia España, también dio como resultado el descubrimiento de la isla de Amsterdam, en el Indico; y; en cuanto al balance político, baste recordar que a partir de entonces entra la civilización europea en el ámbito del Pacífico, los españoles abren caminos para su asentamiento secular en las Carolinas, Marianas y Filipinas, la isla de Luzón será medio siglo después el centro comercial y cultural de una encrucijada de pueblos y razas y, por último, el arte de navegar experimenta tras aquella ardua prueba un adelantamiento innegable. El viaje magallánico es el origen de otro intento digno de reseña. Cuando sólo quedaban a flote dos de las cinco naves iniciales, una de ellas, la Trinidad sufre una grave avería que te impide hacer el regreso con la Victoria. Repara Año 1992 A. LANDIN CARRASCO dos los daños de aquella nao en la moluqueña isla de Tidore, Espinosa intenta el regreso a través del Pacífico. Se hace a la mar el 6 de abril de 1522 y, des pués de avistar las islas más septentrionales de las Marianas, navega al norte en busca de vientos propicios para alcanzar Nueva España. Cuando sobrepa santos 40° de latitud Norte, sin ver tierra alguna, padecen los expedicionarios un temporal tan desatado que se ven forzados a abandonar su empeño y a regresar por la misma vía de las Marianas. Obligado por las circunstancias, en lugar de buscar el surgidero amigo de Tidore, tuvo Espinosa que fondear en la cercana Ternate, plaza fuerte de los portugueses afincados en las Molucas. De los 50 hombres que habían partido hacía medio año, sólo 18 volvían con vida; más de la mitad habían dejado sus huesos en la mar, aparte de tres tripu lantes desertados en las Marianas. La dura campaña de la Trinidad dio los siguientes frutos: descubrimientos de varias islas al norte y nordeste de Halmahera, como Doi, Rau y Morotai; hallazgo de la isla de Sonsorol, en las Carolinas occidentales o Palaos; el pro bable avistamiento de nuevas islas en la zona de las actuales Ngulu, Yap, Ulit hi, Fais y Sorol; el descubrimiento de la isla de Agrihan, o quizá de la Asun ción, en el trayecto de ida, y de la isla de Maug, en el de vuelta, todas en las Marianas; finalmente, fue el burgalés Espisa, en su intento de afrontar el tor naviaje (sólo resuelto más de cuarenta años después), el primer europeo que navegó en el Pacífico por los 40° septentrionales. Después del regreso de Elcano se organiza un nuevo viaje a las islas de la Especiería, último que en el siglo xvi partirá desde la metrópoli al Pacífico. El capitán general será García Jofre de Loaísa y entre sus subordinados figu rarán dos hombres que pasaron a la historia de las empresas náuticas: Juan Sebastián de Elcano, que va a perder la vida a lo largo de la expedición, y un muchacho llamado Andrés de Urdaneta. Desde el puerto de La Coruña, el 24 de julio de 1525zarpa una flota de siete naves y 450 hombres, a las órdenes del caballero Loaísa. Sólo una de ellas, la capitana Santa María de la Victoria, lle garía al destino propuesto. Una nueva isla, nada más, hallaron los náutas, la de Taongi, en el archi piélago de las Marshall, pero los conocimientos prácticos de los pilotos pare cen hoy punto menos que imposibles. La nao San Lesmes, antes de perderse en el Pacífico, descubrió posiblemente el extremo meridional de América del Sur; la Sancti Spiritus naufragó en el Magallanes, y el patache Santiago, extra viado a la salida del último estrecho, hizo por vez primera la navegación desde la boca occidental del Magallanes a la contracosta de Nueva España. De Saavedra a Ortiz de Retes La travesía del Atlántico, con su obligado aprovisionamiento en Cana rias, la invernada en fondeaderos hoy brasileños o argentinos, la dura navega ción hasta embocar el paso magallánico, las jornadas por el inhóspito estrecho y la larga marcha por el Mar del Sur hasta encontrar vientos favorables del 72 3b NAOS ESPAÑOLAS EN EL PACÍFICO hemisferio norte para hacer el camino a poniente, eran quebrantos fácilmente evitables si las naos zarpaban de Nueva España. Ello explica que se organi zasela empresa de Saavedra, con salida en un puerto novohispano. Alvaro de Saavedra Cerón, primo de Hernán Cortés y por orden de éste, al mando de dos naos y un bergantín, se hace a la mar desde el mejicano Zihuatanejo el 31 de octubre de 1527. La pequeña flotilla baja inicialmente en latitud hasta que, sobre los 12° septentrionales, arrumba decididamente al oeste, hasta tocar en la filipina Mindanao, para seguir luego a las Molucas. Aquí, con alegría incontenible, se abrazan los españoles de Saavedra y los supervivientes de la expedición de Loaísa, ahora, tras la muerte de jefes suce sivos, al mando de Hernando de la Torre. Tras la involuntaria separación de sus otras naves, Saavedra, con su capi tana Florida, inicia el regreso por el Pacífico. Parte desde la moluqueña Tidore el 12de junio de 1528, pero torna al punto de salida sin lograr su empe ño, para insistir nuevamente el 3 de mayo del año siguiente. En esta campaña perderá la vida Saavedra y quedará frustrada su pretensión inicial; pero su empresa no fue del todo estéril: las observaciones geográficas, etnográficas y meteorológicas de sus cronistas fueron muy útiles para exploraciones poste rióres; las naves de Saavedra, a lo largo de susvarios proyectos, descubrieron los grupos insulares de Namonuito y Faraulep, ambos en las Carolinas, al sur de la cadena de las Marianas; una isla entre Halmahera y Nueva Guinea, la de Supiori-Biak, en el grupo Schouten y, probablemente, las de Satawal, Pulusuk, Puluwat y el conjunto madrepórico de Hall, en la zona central de las Carolinas. El viaje de Hernando de Grijalva fue absolutámentenoVeleScó grandes calmas, temporales despiadados, hambre, sed, motín contra el capitán y muerte de éste, pérdida del único buque, luchas con salvajes isleños y un largo cautiverio de los contados supervivientes. Con la sola nao Santiago, Grijalva atravesó todo el Pacífico, desde el puerto peruano de Paita (1537) hasta el occidente neoguineano, sin hallar tierra alguna. Pese a la penuria de testimo nios originales, puede afirmarse que nuestro hombre erró por las zonas más desiertas del océano, mientras sus hombres morían de inanición o de escorbu to, y él mismo terminó su vida a manos del contramaestre Miguel Noble. La Santiago rompió quizá todas las marcas de permanencia en la mar sin escalas ni avistamientos, entre ocho y diez meses, y navegó una distancia equivalente a la mitad del diámetro de la tierra. Sus descubrimientos se limi taron quizá a la isla de Mapia y al más incierto de Japen, ambas cércanas a la costa norteña de Nueva Guinea. Con todo, y aunque se conociese vagamente la existencia de esta última gran isla, fueron ellos los primeros europeos que pusieron en ella sus pies. El capitán general de una nueva expedición al Mar del Sur será el mala gueño Ruy López de Villalobos. Llevaba consigo seis naves, en las que embarcaron cerca de 400 hombres, hechas a la vela desde el puerto mejicano de la Navidad, el 1 de noviembre de 1542, para tocar sobre Mindanao. La estancia aquí de nuestros navegantes fue penosísima, combatidos por el ham Año 1992 A. LANDÍN CARRASCO bre y los indígenas, por lo que Villalobos buscaría el refugio de las Molucas, aún a riesgo de turbar la soberanía portuguesa que allí se ejercía. Las calami dades, e incluso las disensiones internas sucedidas en la Especiería, remata das con la muerte del propio Villalobos en la isla de Amboina (donde tuvo el consuelo de ser atendido en los últimos momentos por San Francisco Javier, que misionaba por aquellas latitudes), darían lugar a dos intentos de repasar el Pacífico con la nao San Juan, de los que enseguida nos ocuparemos. Resultado del viaje de Villalobos fueron los descubrimientos de la isla Clarión, en el archipiélago de Revillagigedo; la de Wotje, en las Marshall orientales; el grupo insular de Kwajalein, en la zona central del mismo archi piélago, y las islas de Fais y de Yap en las Carolinas occidentales. El escaso rendimiento de esta empresa y la hostilidad de los filipinos meridionales hará que la próxima campaña hacia las islas de poniente no se acometa, con Legaz pi, hasta pasados veinte años. El viaje de Bernardo de la Torre, nueva tentativa de regreso al continente americano, es directa derivación de la empresa de Villalobos. Se inició la tra vesía desde la isla de Sarangani (al sur de Mindanao), con la pequeña nao San Juan, de 60 toneladas, el 4 de agosto de 1543. Sus versiones originales no con cuerdan del todo, y aún se contradicen abiertamente. Al parecer, las tierras descubiertas por los hombres de la San Juan fueron: un arrecife anotado desde 1945 en las cartas actuales, que los españoles llamaron Abreojos; quizá el arrecife Arakane; quizá la isla de Parece Vela, también llamada Okino Tori; quizá las islas de Sarigán, Anatahan o Saipán, en las Marianas; el grupo insular de Volcano o Kazan Rettó, y concretamente sus islas de Kita Iwo Jima, Iwo Jima y Minami Iwo Jima; la isla Chichi Jima Retó, más el grupo insular de Bonin, también llamado por los japoneses Ogasawara Gunto; quizá el avistamiento de las islas de Farallón de Pájaros, Medinilla y Tinián, igualmente en las Marianas, y, finalmente, fue La Torre, a nuestro entender, el primer navegante europeo que inauguró la travesía del estrecho de San Bernardino, entre las islas filipinas de Samar y Luzón. El nuevo intento de volver con la nao San Juan hasta la costa americana será protagonizado por Iñigo Ortiz de Retes. Visto el fracaso de la tentativa anterior por aguas septentrionales, ahora habría que arrumbar a latitudes del hemisferio austral. La nao largó el trapo en la isla de Tidore el 16 de mayo de 1545. Avistó Ortiz la isla de Talao y de allí puso proa al sudeste, hasta recono cer las alturas de la isla grande, es decir, Nueva Guinea. Siguen los españoles a longo de esta tierra, que les impide ganar latitudes más meridionales, y cuando habían barajado más de la mitad norteña de la gran isla, los vientos se oponen a su avance hacia levante y, en el último tercio de agosto de 1545, se ven forzados a regresar a las Molucas. Durante la campaña de Retes se descubrieron las islas de Noemfoor y de Mios Noem, en el archipiélago occidental de Schouten; la isla de Koeroedoe, entre Japen y Nueva Guinea; la desembocadura del río Mamberamo, en la misma isla grande; las islas de Liki y Armo, en el grupillo de Kumanba; las de Insumoar, Jamna y Masi-Masi, en el grupo de Wakdé; el grupo insular de 74 36 NAOS ESPAÑOLAS EN EL PACÍFICO Podena, Jarsun y Anus; las islas de Tenanye, Valif, Kairuru y Unei, a levante de las anteriores; punta Lapar, en tierra firme neoguineana; islas de Vokeo, Koil, Blupblup, Kadovar y Bam, del grupo Schouten oriental; islas de Wululu y Aua, al oeste del grupo Ninigo; punta Murugue, islilla de Besar y rada de Ataipe, en la costa de Nueva Guinea, y las islas de Awin y Sumasuma, en el citado grupo Ninigo. La nebulosa de las Hawaii El primer avistamiento del archipiélago hawaiano ha venido anotándose en el haber del navegante inglés James Cook, en el curso del último de sus grandes viajes. Pero hay razones objetivas para revisar esa atribución. Desde mediados del siglo XVI, en gran número de mapas o cartas náuticas, entre las costas de California y el conjunto de las Marianas, sobre los-20° de latitud Norte, se representa un grupo de islas, más o menos desplazadas al este o al oeste, que parece corresponder a las Hawaii, único archipiélago situado hacia esa altura sobre la línea ecuatorial. Los topónimos que rotulan tales islas en las viejas cartas, si bien con alguna variante, son tan rotundamente españoles como los Monjes, la Vecina o la Desgraciada. ¿A qué obedeció tan reiterada representación? A esa pregunta y otras relacionadas con ella trata de dar respuesta el libro objeto de esta sinopsis. No existen pruebas rotundas para radicalizar cualquier posición en favor o en contra de un temprano avistamiento español de las Hawaii, pero la abundan cia de iñdicios que inclinan a pensar en un predescubrimiento hispánico reco miendan una seria reflexión. Prescindiendo de argumentos de no fácil verifi cación (hábitos culturales, tradición de antiguos visitantes, etc.), la aparición del grupo de los Monjes en la cartografía clásica se remonta, según averigua ción inédita de los autores, a una carta de Sancho Gutiérrez de 1551 (hoy en la Biblioteca Imperial de Viena), y se repite muchas docenas de veces en car tas posteriores; sean o no españolas. Cuando Cook era un niño de seis años, González Cabrera situaba los Monjes en la latitud de las Hawaii. Podría opinarse que las naos ibéricas nunca estuvieron en ese archipiéla go, pero a su paso por otras islas supieron de su existencia y lo llevaron a sus cartas; un argumento sólo válidosi se precisase la posición de las islas en que habitaban los infórmantes. Aparte de las graves dificultades de intercomuni cación en el Mar del Sur, hemos de insistir en la coincidencia entre la latitud de las Hawaii y las recogidas en aquellas cartas, así como el notable aisla miento del archipiélago en cuestión, separado de cualquier tierra próxima por muchos centenares de millas. En todo caso habría que desechar la isla de Wake y el grupo de las Marquesas, cuyos descubrimientos (1568 y 1595) fue ron posteriores a la irrupción cartográfica de los Monjes. Sin lugar para extendernos demasiado, recordemos una de las tesis más sostenidas: Juan Gaitán descúbrió las Hawaii en 1542. Pero la campaña ini ciada ese año en Méjicó nola mandaba Gaitán, sino Ruy López de Villalobos; Año 1992 A. LANDÍN CARRASCO y, pese a cuanto se diga, Gaitán no era piloto, sino un marinero experto. Por otra parte, la derrota de Villalobos pasó muy al sur de las Hawaii más meri dionales. Otros autores, aún defendiendo el protagonismo de Gaitán, se incli nan por 1555 como el año de su descubrimiento. La opinión, que quizá deba su origen a un desatinado informe oficial español del siglo XIX, puede recha zarse sin el menor dolor de conciencia. En primer lugar, porque la carta en que aparecen tales islas con nombres españoles es de 1551, y en segundo tér mino, porque Gaitán, con otros compañeros de infortunio, había regresado de las Molucas por la ví a africana y estaba de vuelta en Lisboa en 1548. Si, pese a la escasez de pruebas contundentes, hubiese que elaborar una hipótesis capaz de armonizar los datos cartográficos con la realidad histórica conocida, podría pensarse en el ya reseñado viaje de Bernardo de la Torre (1543), con la fallida pretensión de regresar a Nueva España. Las contradic ciones, imprecisiones y lagunas de las fuentes directas hacen imposible una reconstrucción minuciosa de esa derrota. Y aunque los cuatro distintos rela tos, parcos y hasta confusos, no apuntan el hallazgo de los Monjes, tampoco están cerrados a una posibilidad semejante. Cook adoptó una interesada cautela en torno a un posible predescubri miento, y no hay duda de que llevaba consigo una completísima información sobre anteriores campañas en el Mar del Sur. Es evidente, por otra parte, que si desde Tahití quiso, como afirmó, dirigirse a la Alta California, en vez de arrumbar al nornordeste, puso proa al norte a lo largo de más de mil millas, hasta dar con las islas de los Monjes, que las viejas cartas pintaban en aquella zona. El camino de vuelta La campaña siguiente, encomendada al guipuzcoano Miguel López de Legazpi, lleva, entre otras miras, el reconocimiento de nuevas tierras, la amistad con los naturales, la compra de especias, el establecimiento de pobla ciones españolas, el rescate de náufragos de anteriores viajes y, por supuesto, la averiguación del retorno al Nuevo Mundo. El 17 de noviembre de 1564 salió Legazpi del puerto de la Navidad, con dos naos, dos pataches y una fra gatilla a su cargo. Concluyó la travesía en la filipina Samar, para llegar luego a Cebú, después de pasar por las proximidades de Homonhon, Manicani, Dinagat, Leyte, Limasawa, el norte de Mindanao, Bohol, Pamalicán, Siqui jor y Negros. En Cebú fundó el jefe de la expedición la Villa de San Miguel, primera capital española en el archipiélago, desde donde proseguiría la con quista del resto de las islas. Resultado de su campaña fueron los descubri mientos de la isla de Mejit, el atolón de Ailuk y la pequeña Jemo, en la cadena Ratak del archipiélago de las Marshall; el atolón de Wotho, en la cadena Ralik del mismo conjunto, y el atolón de Ujelang, el más occidental de las Marshall. Magallanes fue el fecundador de la presencia española en Filipinas, pero Legazpi tuvo a su cargo la gestación de tal realidad, contribuyendo decisiva 76 36 NAOS ESPAÑOLAS EN EL PA CI FICO mente al afianzamiento de la cultura europea en el sudeste asiático. Cuando llegaron a Filipinas las naos del talludo guipuzcoano, el archipiélago era un paradigma de desconexión política. Entre muchos de sus régulos existía un antagonismo activo; por el contrario, el país que España dejó a fines del siglo XIX era un conjunto de islas vertebradas por una conciencia nacional, de la que fueron expresión los distintos movimientos independentistas. Uno de los pataches de Legazpi, el San Lucas, capitaneado por Alonso de Arellano, diez días después de la salida del puerto de la Navidad, se separó definitivamente del resto de la flota. Secundado por su piloto Lope Martín, hizo Arellano un(viaje redondo que merece especial referencia. Sin entrar en la intencionalidad de la separación, la derrota del San Lucas hacia Filipinas fue impecable. Tocó en las Marshall, las Carolinas y las Palaos, avistó islas desconocidas, barajó el sur de Mindanao, subió hasta Samar y desde aquí ini ció un retorno que, por vez primera, terminó en las costas de Nueva España. Hizo, pues, el tornaviaje un par de meses antes de que lo consumase Ur daneta. La campaña más o menos ortodoxa de Arellano dio estos resultados: des cubrimientos de las islas de Likiep y Lib, en las Marshall; de las islas de Minto, Truk, Pulap, Sorol y Ngulu, en las Carolinas; probable hallazgo de la japo nesa Sumisu Jima, y la primera travesía conocida del Pacífico, de ponienté a levante. En resumen, una durísima navegación en un patache de 40 tonela das, aunque el hallazgo del tornaviaje pudo debersea la información que capitán y piloto habían recibido de fray Andrés de Urdaneta; Con el fin de desvelar la derrota de vuelta, Legazpi despachó desde Cebú a la nao San Pedro, de la que nombró capitán a su nieto Felipe de Salcedo, de apenas dieciocho años, que habría de aceptar las instrucciones náuticas del fraile agustino. La San Pedro largó el trapo el 1 de junio de 1565 para buscar, por el estrecho de San Bernardino, la salida franca al Pacífico. Suben sus hombres hasta los 39° 30’.Norte y, después de tresmeses largos de mar y tras recalar en la Alta California, fondean en Acapulco. Si hay muchos historiadores que dan a Urdaneta la primacía del tornavia je, ello se debe a que la relación de Arellano no aportó datos náuticos que pudieran allanar los viajes de vuelta posteriores; por el contrario, los hombres de la San Pedro registraron constantes y minuciosas observaciones, decisivas para ulteriores empresas. Sólo a partir de la travesía de Urdaneta, a quien sç atribuye el descubrimiento de la circulación de los vientos en el anticiclón del Pacífico, se conoce con seguridad la vía que iba a posibilitar la permanencia española en Filipinas. Colofón de los viajes ahora reseñados es la dramática aventura del galeón San Jerónimo, prólogo de la derrota oceánica que unirá durante cientos de años a Manila con Acapulco. Llevaba a bordo 130 almas y ostentab.a su mando Pedro Sánchez Pericón, si bien es su piloto, el mulato Lope Martín, quien por su aviesa actitud atraerá la atención del lector. Partió el San Jeró nimo de Acapulco en mayo de 1566 y llegó a tierra filipina cinco meses más tarde, tras descubrir la isla de Erikub y el grupillo madrepórico de Ujae, en Año 1992 A. LANDÍN CARRASCO las Marshall. En el transcurso de este viaje fueron eliminados, entre otros, el capitán, el piloto y el sargento mayor; su relato es una sucesión de truculen cias y desdichas. Mendaña, Quirós y Torres Las posibilidades de nuevos hallazgos se habían reducido mucho en el hemisferio norte; por eso ahora se va a tentar la fortuna bajo lalínea equinoc cial. Si los puertos de Nueva España seguirán sosteniendo la comunicación y el comercio con las provincias filipinas, la base de nuevas exploraciones se traslada al virreinato peruano. Pero los intentos de regreso por esta vía sure ña, desde los de Saavedra y Retes hastalos de Thompson yMourelle, demos trarán que la vuelta, a tenor de los vientos reinantes, sólo podía hacerse por latitudes mucho más australes. El primero de estos viajes lleva por capitán general a Alvaro de Mendaña, un joven de 25 años amparado en la experiencia del cosmógrafo Pedro Sar miento de Gamboa. Las dos naos se hicieron a la mar en El Callao, el 19 de noviembre de 1567, con 160 personas a bordo, y no tornarían a tierra ameri cana hasta mediados de 1568. Su fruto más espectacular fue el hallazgo del archipiélago melanesio de Salomón, al que debe sumarse el de los bajos de Roncador y las islas de Nui, Maloelap-Aur y Wake. Fue el primer viaje redondo al Pacífico meridional, y sus sabrosísimas crónicas (Sarmiento era un narrador excelente) aportaron datos de gran valor para antropólogos, etnólo gos y naturalistas. Aunque lo intentaron varias veces, los navegantes euro peos tardaron dos siglos en dar de nuevo con las Salomón (Bougainville en 1768 y Surville en 1769). Mendaña ansiaba llevar a cabo un asentamiento en las Salomón; pero hasta casi 30 años después no pudo iniciar una nueva campaña, que iba a cos tarle la vida. Con dos naos, una galeota y una fragatilla salió de El Callao en abril de 1595; le acompañaban unas 370 personas, algunas en calidad de pobladores de nuevas fundaciones, lo que explica que embarcase la esposa del capitán general, Isabel Barreto; como piloto mayor iba el portugués Pedro Fernández de Quirós, que alcanzaría celebridad al cabo de un decenio. Dos años y medio después llegáría doña Isabel con la capitana al puerto de Acapulco. Mendaña no encontró las Salomón, pero después de descubrir los archi piélagos de las Marquesas y de Santa Cruz, don Alvaro pasó a mejor vida con otros muchos de sus hombres, incluidos 183 que se fueron al fondo del océano en el naufragio de la almirante. La Barreto sucedió a su marido como gober nadora, y optó por pedir a Quirós que la condujese a Filipinas, donde consoló su viudez casándose con don Fernando de Castro. Pedro Fernández de Quirós capitaneó dos naos y un patache que, con 130 hombres de mar y guerra, partieron de El Callao en diciembre de 1605.Tam bién él pretendía fundar en las Salomón y tampoco daría con ellas, pero des 78 36 NAOS ESPAÑOLAS EN EL PACÍFICO cubrió en cambio el archipiélago de Nuevas Hébridas o Vanuatu. En la isla principal de este grupo, Espíritu Santo, ocurrirían cosas pintorescas y desdi chadas, como la poco esclarecida desaparición del mismo Quirós y su capita na, que emprendió el regreso a Nueva España por encima del ecuador. Luis Váez de Torres, almirante de la expedición; se había quedado solo en Espíritu Santo, con la nao almiranta y el patache. Entre otras personas le acompañaba el capitán entretenido Diego de Prado y Tovar, autor de una interesantísima crónica del viaje que desde allí iban a iniciar. Torres, arrum bado a poniente en procura de las Molucas y Filipinas, anotaría en su haber logros tan importantes como el hallazgo del estrecho que hoy lleva su nom bre, el primer’ avistamiento documentado del continente australiano, la determinación de la insularidad de Nueva Guinea con el descubrimiento de su costa meiidionaly la llegada a los archipiélagos malayos, que constituían su meta. No sin razón, el historiador Ernest Y. Hamy calificó esta interesante campaña como la más atrevida y mejor manejada que han llevado a cabo los españoles en las ignoradas aguas del gran océano Pacífico. Otros hallazgos Hemos agotado el espacio de que disponíamos para informar sobreel con tenido de la obra Descubrimientos españoles en el Mar del Sur, Discúlpesenos que citemos, al menos, los nombres de otros navegantes que al servicio de España hallaron nuevas islas en el Pacífico. El soriano fray Tomás de Berlanga, obispo de Panamá, descubrió acci dentalmente las islas de los Galápagos (1535). El piloto cartagenero Juan Fer nández halló el grupo que lleva su nombre, como también las islas de San Félix y San Ambrosio (1574), y aún se afirma que dio don Nueva Zelanda. El capitán de fragata Domingo de Boenechea y su segundo, el teniente de navío Tomás de Gayangos, hallaron las islas de Haraiki, Tatakoto, Tekokoto, Hikueru, Faaite-Tahanea, Motutunga,.Amanu y Makatea, en el archipiélago de Tuamotu, y la isla de Raivavae, en el grupo de las Tubuai o Australes (1772-1775). Felipe Thompson, al mando de una fragata española, avistó por vez primera las islas de Arriaga, Anda, Armadores, Helen, Ngatik y el bajo de Oroluk (1773). El alférez de navío Francisco Mourelle de la Rúa, en una larga y penosa travesía del Mar del Sur, fue el primero que vio las islas de Fonualei, Late, Vavao (en el archipiélago de Tonga), Niutao, Nanumea y Lakenu, en el conjunto de las Ellice (1781). La isla mal llamada de Sala y Gómez fue descubierta por el piloto José Salas Valdés (1793) y situada con toda precisión por el también piloto José Manuel Gómez (1805). El capitán de navío Miguel Zapiaín avistó por vez primera la isla de Midway (1799). El capitán mercante Juan Bautista Monteverde hizo el último descubrimiento español en aquel océano, el grupillo carolino de Nukuoro (1806). Los índices finales de la referida obra son tan necesarios para el investiga dor como útiles para el simple lector. El primero registra, por orden cronoló’ Año 1992 A. LANDÍN CARRASCO gico, el contenido y procedencia de varios centenares de documentos meneja dos por los autores; el bibliográfico reseña unas 650obras impresas consulta das para la elaboración del trabajo, y en el índice analítico se ofrecen alrede dor de 4.600 voces, con cerca de 17.000 referencias a las páginas correspon dientes. El propósito esencial de esta labor se centró en la puntualización de las derrotas náuticas y de los verdaderos hallazgos españoles en el Pacífico. De esta forma, se quiso contribuir a la conmemoración del V Centenario tra yendo a la luz todo el valor de nuestra expansión oceánica, que fue más allá del Nuevo Mundo. En algún modo, los autores fueron instrumento para la exaltación de la justicia y de la verdad históricas. 80 36 REVIVIR LA HISPANIDAD José Luis TATO El MensajeReal A lo largo de la profusa preparación de la conmemoración del V Céntena rio del Descubrimiento de América se han hecho muchas cosas y, por ejem plo, uno de los aspectos más positivos en esta preparación ha sido el acometer arduas empresas de recapitulación histórica de lo que significó el Descubri miento en los momentos de producirse y en las consecuencias que de tal hecho capital se derivaron. Pero como es constante histórica en nuestros quehaceres de cualquier orden —y el ánálisis de la Historia no iba a ser una excepción— se ha llegado a maximalismos en los extremos opuestos, desde un pretender encerrar al Descubrimiento con las siete llaves del sepulcro del Cid hasta ponerlo excesi vamente por encima de los hechos realizados por la mano del hombre o de Dios. Es, indudablemente, algo congénito con nuestra idiosincrasia, mezcla, de humildad y orgullo en proporciones variables, y según sea esta relación de la una con el otro, así serán los resultados, como ocurre en el caso presente, que va desde un falso complejo doloso a una desorbitadagrandilocuencia, muy por encima de la realidad. Por este motivo, y en temas trascendentes como es el del Descubrimiento, se crea un confusionismo para el cuidadano medio y no especialista en ello, que no sabe a qué carta quedarse, pues su cul tura de bachiller, silo tiene, o de asignatura universitaria que aprobó de pasada por no ser su contenido de valor para sus aspiraciones y tendencias profesionales, no dejaron en él conceptos lo suficientemente claros, enmarca dos en sus auténticas coordenadas. En estos últimos años se ha repetido con mucha frecuencia este confusio nismo —o lo que es lo mismo, la carencia de ideas claras— en diversos enfo ques de nuestra vida nacional en todos sus órdenes, y hemos de dar gracias a Dios por el Rey que tenemos, pues siempre ha sido Su Majestad quien en momentos o situaciones críticas, tanto de hecho como de concepto, ha puesto el dedo en la llaga ordenando nuestras ideas en su justa medida con sus pala bras adecuadas, certeras y sin ambigüedades. En esta ocasión, un párrafo-de su mensaje navideño de 1991 ha definido exactamente el concepto de Descubrimiento. Una vez más el Rey, siempre el Rey, nos ha mostrado la verdad irrebatible de los hechos. Nos permitimos reproducir íntegramente las palabras regias que con su habitual precisión y magisterio ha situado en su lugar exacto lo que es el Descubrimiento y toda su filosofía histórica y política. Dijo así Su Majestad el Rey Don Juan Carlos 1 al referirse a este hecho, gestado y realizado por España: «En 1992_cónmemoramos el V Centenario del Descubrimiento del Nuevo Mundo. Será la celebración de un acontecimiento que se debe juzgar situán Año 1992 JOSÉ LUÍS TATO dolo a todos los efectos en la época en que se produjo, con si.iscostumbres y su grado de civilización, sin complejos de culpabilidad ni tintes sombríos. Para recoger su grandeza y sus enseñanzas, hagamos nosotros el descubri miento auténtico y sincero de nuestra España de hoy. Sólo así seremos dignos herederos de los aciertos de/pasado y sabremos evitar sus errores. Como españoles nos sentimos estrechamente unidos a los países hermanos de América. Su Navidad es nuestra Navidad. Y deseamos que no haya entre ellos un solo pueblo sin paz y justicia, una sola persona sin dignidad, ni un solo niño sin mañana. Con el año 1992 os invito a la colaboración en los actos de la Exposición Universal de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Capi talidad Cultural de Europa, en Madrid. » La Hispanidad En este último párrafo transcrito, las frases Nos sentimos estrechamente unidos a los países hermanos de América. Su Navidad es nuestra Navidad, nos traen a la mente un lazo espiritual de unión que tiene, a nuestro juicio perso nal, su manifestación en el amplio contenido del término Hispanidad, ese vocablo tan denostado las más de las veces, y tan exageradamente ensalzado en otras ocasiones. Porque la Hispanidad es como un aroma característico y específico, como un entramado inmaterial, pero existente, identificable e indestructible como lo es el espíritu, y las cosas del espíritu se plasman en forma de sentimientos que caracterizan a nuestras acciones y a nuestra volun tad que, muchas veces sin adivinar cómo, se ve impelida a actuar de acuerdo con las peculiaridades de ese aroma y de ese entramado. ¿Y cómo es ese espíritu que denominamos Hispanidad? Algunos pensa dores, independientemente de sus ideologías de todo tipo, llevan la defini ción general de lo que es espíritu y de sus límites por los senderos del racioci nio, y distinguen, en cuanto a límites, tres clases: los espíritus que no tienen principio ni fin, los que tienen principio pero no tienen fin, y, por último, aquellos que tienen tanto principio como fin. La Hispanidad es el fruto de la civilización genuinamente española, con un principio —el Descubrimiento— pero sin fin, y con una entidad incorpó rea que no admite parangón, ni remotamente, con ninguna otra concepción civilizadora de ninguna otra nación, porque la obra de España no es ni ruina ni polvo, y como muy bien decía Ramiro de Maeztu en su Defensa de la His panidad, es como una flecha caída a mitad del camino que espera el brazo que la recoja y la lance al blanco. La Hispanidad nació al mismo tiempo que la doctrina de la gracia, propugnada por el padre Vitoria ya en Trento, que fue infundida en el Consejo de Indias, con lo que engendró en cierto modo ese espíritu hispánico. Algo conviene aclarar aquí, y es que la Hispanidad carece de toda conno tación étnica, ya que nosotros nunca hemos dado importancia alguna ni a la sangre ni al color de la piel, y por ello, pensamos, la Hispanidad encierra unas 82 36 REVIVIR LA HISPANIDAD características muy especiales y concretas dado su carácter peculiar de no ser privativa de una tierra, sino de muchas y diversas con unas raíces de esencia y naturaleza hispánicas, por lo que al pervivir esta multiplicidad de tierras o naciones, hace escudo definitorio y de unión de una comunidad permanente. Dinámica de la Hispanidad Por ello, y dada su esencia exclusivamente espiritual, como heÑos señala do, la idea de Hispanidad responde a un acto de voluntad de los individuos, creando al mismo tiempo una responsabilidad colectiva de las nacionalidades constitutivas o integrantes del conjunto, que precisamente por esta contex tura espiritual sólo puede tener carácter metafórico, por lo que la idea de His panidad supone el imaginar una especie de alma colectiva dotada de concien cia propia, y el significado de alma en esta acepción entra de lleno en la idea de Herder, contenida en su obra Ideas de la Filosofía de la Historia de la Humanidad, y según la cual, la salud y la duración de un ente, espiritual o material, no depende del punto de su más elevada cultura, sino de un equili brio prudente o feliz de sus fuerzas vivas operantes. Cuanto más profundo se halle su centro de gravedad en estos esfuerzos vitales, tanto más firme y dura dero será. Y estas fuerzas vivas operantes —generadoras de una dinámica— son las que debemos intentar poner de nuevo en actividad en un régimen ope rativo que se mantenga siempre en su medida cabal para evitar distorsiones del significado de las enseñanzas del camino de la Historia, ya que el pasado nos aguarda para crear el porvenir; el fundamento del futuro está en el pre sente, que existe y es real precisamente por el pasado, que sí ha tenido lugar. Utilicemos, pues, su trayectoria a título de magisterio para garantizar que el futuro también existirá de acuerdo con la configuración honesta cuyos parámetros están tomados del análisis también honesto. Que no nos ocurra que el porvenir o futuro perdido lo volvamos a encontrar en el pasado. La herramienta más útil para todo este proceso lo constituye el camino de la His toria. Seamos consecuentes con ella. El camino de la Historia La mar —océanos y mares— ha constituido el camino de la Historia de España, y para hablar con propiedad de nuestro pasado hay que pensar con mentalidad naval. El almirante Álvarez-Arenas, en su libro Del mar en la Historia de Espa ña, señala muy acertadamente, en nuestra opinión, que hay que hablar con interés, objetividad y entusiasmo de nuestra Historia. Hay que leerse y no simplemente leer, pues el reflexivo, como su propio nombre indica —inde Año 1992 JOSÉ LUIS TATO pendientemente de las definiciones gramaticales—, es un elemento sustancial e inherente a cualquier acto de reflexión. Así pues, la reflexión o meditación de nuestra Historia ha de referjrse necesariamente a lo naval, a la mar, a la mar propia de España y a la oceánica que hizo suya con sus gestas, y esta meditación consiste en un estudio de los varios vectores que la integran, y en los momentos actuales conmemorativos del V Centenario del Descubri miento de América —y como consecuencia, de la génesis a través del tiempo de la Hispanidad— habrá que ver si podremos orientar sus trayectorias y sen tidos sobre un objetivo de notoria relevancia que permita en todo instante hacer fértil el camino histórico. También es curioso señalar, de acuerdo con el almirante Álvarez-Arenas en su obra citada, el tremendo condicionamiento de nuestro factor geográfi co, rodeado de mar, que podría habernos aislado pero que fue superado por el poder del espíritu abierto, emprendedor y generoso de nuestros Reyes Católicos, que rompieron el cerco de continentalidad, generando así, sin saberlo en aquellos momentos, pero movidos por la inspiración, la Hispani dad por razón de la proyección de nuestras gentes sobre el elemento o factor mar, al establecer una embrionaria política naval por el simple hecho de enviar a tres carabelas a través de las aguas del océano tenebroso para desen trañar su misterio. También hay que reconocer que algo de azar jugó su papel en el orto de la Hispanidad, ocurrido todo ello, además, en una conjugación dé circunstan cias favorables, en una conjugación clave de la Historia, en la coincidencia de la unidad española, o como afirma Julián Marías, en unos momentos en que Castilla se hizo España. Con todo ello, nuestra geografía se cumplió en sí mis ma, creándose a modo de una lanzadera cuyos rayos dinámicos salieron dis parados hacia Occidente, hacia la barreras irreales en donde se escondía un mundo desconocido. A partir de entonces la mar entró definitivamente en nuestro quehacer, naciendo la Hispanidad, que tuvo su auge y mayor esplen dor durante la empresa éolonizadora, y también su declive al sernos negada la utilización de nuestras líneas marítimas de comunicaciones. La Hispanidad entonces se quedó como sangre estancada al no tener venas ni arterias por donde discurrir. Y no queremos en esta actualidad brillante de una conmemoración penta centenaria que ese declive continúe su camino hacia la desaparición, hacia la nada, hacia su fin, porque estamos convencidos, como hemos dicho anterior mente, que la Hispanidad tuvo principio pero no tiene fin, siempre y cuando así nos lo propongamos, mediante una actualización del dinamismo que la debe animar a partir de ahora. La Hispanidad, hoy día, ha de asentarse en unas nuevas coordenadas de actuación, pero sin perder tampoco ni un ápice de su carga espiritual que es, como siempre ha sido, eminentemente agluti nante entre España y sus legados Iberoamericanos e Iberoasiáticos. La geo grafía actual sigue viva, en el sentido hispánico, con los nombres epañoles que jalonan continentes, territorios e islas a çscala planetaria. 84 36 REVIVIR LA HISPANIDAD Revivir la Hispanidad Entonces, si queremos y nos proponemos honradamente q.ue ese espíritu denominado Hispanidad no tenga fin, hemos de tratar de revivirlo, es decir, traer de nuevo a la vida lo que parecía muerto. Ello no resulta tan difícil como pudiera parecer a primera vista, pues, aunque latente, la Hispanidad sigue viviendo a pesar del tiempo y’ sobre todo, de las dificultades y zancadillas ori ginadas no ya sólo por terceros de toda índole, sino también, y es triste reco nocerlo, con la ayuda, consciente o no, de nosotros mismos. ¡Cuánto se ha dicho y cuánto se ha mentido a través de todos los canales de comunicación y de entendimiento! ¿Qué ocurre, pues? ¿Es que llevamos cinco siglos, que ya está bien, modelando una historia pletórica de vacíos, ordenadá por la retó rica y en connivencia con la farsa que decimos combatir? ¿Por qué queremos ser tan soberbios? ¿Pretendemos acaso enmendar la plana a los honestos his toriadores que se han volcado durante siglos en el dato exacto? Hagamos un acto de humildad partiendo de los humildes, porque cuántas buenas gentes, en ambas orillas de los mares y océanos, sienten en sus almas ese aleteo ingrá vido de la Hispanidad, y no olvidemos que, en definitivas cuentas, la mayoría absoluta de nuestro mundo está formada por esas buenas genfes, de seres sen cillos que probablemente y sin darse cuenta de ello son portadores de la ver dad limpia y pura. Para ellos es sencillo comprender la fenomenología del Descubrimiento aunque no sepan explicarlo en ese lenguaje que no sé por qué llamamos culto, pero lo entienden y, sobre todo, lo practican. En cambio, para los que estamos convencidós de nuestra erudición y nuestra posesión de la verdad, tanto el Descubrimiento como la conquista, la colonización, la cris tianización, el criollismo, el mestizaje, el todo, en fin, como acertadamente expresa J. J. Armas Marcelo en un lúcido artículo publicado en el «ABC», de Madrid, constituye un a modo de zigzagueo histórico de difícil coniprensión o interpretación lo mismo en su totálidad como en su filosofía. Pero esto, pre cisamente, debe de ser el desafío de suprimir los malentendidos del ayer y de los que todavía están en nosotros, envueltos o protegidos en un fanal de ese orgullo improcedente, o de esa también impropia y excesiva humildad, ele mentos ambos, orgullo y humildad, componentes de nuestra idiosincrasia, como hemos dicho al principio. Mezclemos ambos ingredientes en la propor ción adecuada para abrir o reabrir los caminos del futuro de ahora mismo que conducen a la concordia y a la objetividad, porque la Historia no se puede manipular y menos aún ignorar. Es preciso, pues, revivir la Hispanidad, sacar a la luz de nuevo ese espíritu de entendimiento y cooperación mutua, lo cual no quiere decir que lo utilice mos como salvoconducto para todo tipo de relación entre los pueblos que lle van indeleble el sello ibérico, sino como lecho o cauce por el que transite la armonía y la comprensión, la buena voluntad, que es el motor de la amistad y de la unión. Tenemos para ello a nuestró favor al pueblo llano, que sí lo entiende y lo hace suyo. Con ello, creemos sinceramente que no será tarea Año 1992 JOSÉ LUIS TATO demasiado ardua el revivir el espíritu de la Hispanidad, el más sólido lazo, a pesar de ser espíritu, que une a tantos pueblos con España, respetuosamente denominada como Madre Patria allende los mares. Y ése será nuestro mejor «modus operandi», el de la madre que tiene a sus hijas emancipadas y fuera de casa, pero unidas por un espíritu y un amor mutuo imperdurable, por encima siempre del rugir de la Historia. 86 36 DOCUMENTO UN RELATO INÉDITO SOBRE EL COMBATE DE TRAFALGAR El documento que publicamos es la copia de época de una carta inédita de un personaje anónimo que escribe desde Cádiz a un amigo suyo, también des conocido. La carta original debió escribirse hacia el 26 de octubre de 1805 y la información procede, evidentemente, tanto de los relatos recogidos entre los supervivientes del combate como de la observación personal. Curiosa mente, cinco días después de la acción, en Cádiz, se desconocía la noticia de la muerte de Nelson. (Colección GONZÁLEZ-ALLER.) Sin haber acabado de salir de este puerto, la escuadra combinada se encon tró con la enemiga, compuesta de 28 navíos, sobre el cabo de Trafalgar, que es a boca del Estrecho; a las diez de Ja mañana se hallaban las dos, combinada e inglesa, a tiro de cañón. La nuestra y francesa, en una línea con muy poco intervalo de buque a buque, lo que llaman línea cerrada. Los ingleses, que tenían el barlovento, formaron tres divisiones y en pelotones cayeron hasta cerca de los nuestros, donde cada división se formó para cortar nuestra línea en trozos. El almirante Collinwood, haciendo cabeza de su escuadrón, se diri gió a la popa del Santa Ana y recibió el fuego de nuestros navíos sin tirar un tiro, hasta que estuvo entre popa del Santa Ana y proa del Fogoso,en cuya posi ción tiró una descarga cerrada al Santa Ana, al que desguarnió mucho. Dicho almirante siguió a ponerse a estribor del Santa Ana y la popa ocupó el navío inglés que le seguía, otro se le puso por babor y entre los tres, en pocos momen tos, desarbolaron y derrotaron completamente al Santa Ana. El general Alava, con varias heridas, se mantuvo hasta que un astillazo en la frente le derribó sin sentido y lo retiraron abajo para darle la extremaunción; al comandante de dicho navío (Gardoqui) le pasó el muslo una bala de metralla y también lo reti raron; después de tener sobre 400 hombres entre heridos y muertos se rindió el dicho navío. Al general Villeneuve le atacaron en la misma forma con otra división, dicen al mando de Nelson, y le rindieron desarbolado, etc., igualmen te; dicho general francés, sano, pasó prisionero al navío inglés Marte, que lo amarinó. Después atacaron al navío Trinidad y lo rindieron mocho como los otros. El general francés Magon murió en la acción, y el navío Algeciras, que mandaba, se rindió desarbolado y destruido enteramente habiendo perdido sobre 400 hombres. Del general francés Dumanoir nada sabemos positivo; dicen que escapó hacia el Mediterráneo con tres o cuatro navíos. El combate Año 1992 87 DOCUMENTO acabó a las tres de la tarde, a cuyo tiempo los ingleses tenían apresados (según dicen) 14 navíos, casi todos desarbolados de todos palos. El general Gravina, al fin de la acción, estaba rodeado de tres o cuatro navíos ingleses y sin fuerza para resistir, herido él en un brazo, Escaño, en un pie, etc., y fuera del combate la mitad de la tripulación. Un navío francés y el San Justo lo sacaron de aquel apuro y una fragata francesa lo remolcó. Después del día del combate (lunes) han continuado los vientos por el SES (sic) y SSO y aún sigue el temporal. Los ingleses, con nuestras presas desmochadas y muchos de sus navíos desmantela dos, cruzan y están fondeados a la vista de Cádiz por no poder salir del Saco y hemos visto y observado por días. Martes al amanecer, seis navíos españoles: Príncipe, Rayo, Asís, Leandro, Justo, Montañés; nueve franceses: Plutón, Héroe, y cinco fragatas y dos ber gantines franceses fondeados enfrente de Rota; tres navíos sin palos hacia Torregorda pidiendo auxilio. Los ingleses, cerca, en número de 24 buques, muchos desmantelados. Miércoles al amanecer, fondeados enfrente de Rota y canal los 18 buques de ayer entre San Sebastián y las Puercas; el Bucentauro, perdido y pidiendo socorro; se recogió la gente con trabajo, entre ellos 80 ingleses que lo habían marinado. El Aquiles se voló. El Santa Ana y Neptuno, cerca de San Sebastián (castillo de esta plaza), sin palos y en bandolas, de vuelta de fuera hacia los ingleses que estaban a dos leguas remolcando los navíos San Juan y Bahama. A las diez de la mañana se hicieron a la vela las fragatas francesas y varios navíos españoles y franceses, entre ellos el Rayo, y recogieron los navíos Santa Ana y Neptuno, que fondearon a la boca de bahía; se retiraron todos menos el Rayo, que anocheció a dos leguas al Oeste. Jueves al amanecer, se vieron en la costa entre Rota y el Puerto de Santa María varados y perdidos los navíos Asís y Neptuno, yel Rayo, desarbolado, en poder de los ingleses a distancia de cinco leguas al Oeste. Entraron en bahía, excepto el Santa Ana, otro navío español y un francés que están en la canal hacia las Puercas. Un navío francés se mantiene fondeado hacia Torregorda pidiendo auxilio, que no se le puede dar por el temporal. Los ingleses, con sus presas, se divisaron en la tarde hasta número de 37. Viernes: amaneció el tiempo de temporal y agua. Al Rayo dicen lo han que mado los ingleses, y éstos se descubren entre la cerrazón. Sigue el temporal fuerte, de modo que los ingleses no pueden llevar sus presas, ye! navío que ayer pedía auxilio (el Águila) acaba de entrar en bahía remolcado. Por mucho que hayan padecido los ingleses en este combate, que sin duda ha sido el más tenaz y sangriento que han visto los mares, lo cierto es que Nelson ha conseguido destruir las nacientes escuadras combinadas de Fran cia y España. Otro general francés, que venía a tomar el mando de la escuadra, llegóayer y se ha encontrado con estas noticias tan trágicas, que sólo puede escribirlas o quien sea tan cruel como los combatientes, o quien desee complacer de todos modos a sus ausentes amigos... Yoyyo. 88 36 ., ‘e erec t k’fl C’ kS. 1 -rkt . 74 - 4Zo ofatZ&r1ac ¿ 5de4wv) sQ’ cféc3y tjo? &%jAs ¿c¼&LZ 4n cat3 ec4 4a0 qzyJa ‘ —S r’aq,a tjn4 a_ n- OS? ta.-y’bjoa.. ttejot.aço-r aAr a ?t 74. - e.cVrt çt-çl . y £s4 ‘a c..a-ca_-y o_ j - dntw4 r * ---- 1992 .r-4t ¿e:& ¿ kevsh Año N a. t4-r° ban - ?e,4 ccan.LtÇ cv 4Coar94nt,raenZé a-’. - * -an .6’ - ka ¿ $)1 42a0 c» -12Mr czei taQWa$e SL 4 — s.s €.o ‘. __ j’J - DO - 1. —‘‘ M OV% . 90 1 Núm. 36 ., IfJ -- - . ... . .... b i-r t4 ?‘, € 4 . £ ?(Z cy-. IE -, 7f/7e . e )Ç4’ e41qc L4A27 ‘L’’ ‘. .:. . eo& 4c-4 2!7 • cipeio L:f7f . (C4 .. • •• ... e _.. ‘.. e4L. • o . .4!4;Ol’) € e2/ ¿? • 0’ ‘ e142 dA Ç7ZPZO ¿ ,)‘6.L1.4s. €»-u e 1 e-Z, — çO? _ Año 1992 ,-.-- 4JC7 1i4 91 y. / ñjt• al • e:&Lrt rC7 ,a 4aX %ewna: r ananeco’ kt• %:ç,3 r < e-íu’ itocr.v • • ) •.%29ç e..Cr-c4- •:;‘)•.a-’• ¿/°r :. ¡ !• dna-’- : esa-e . (a 41 1L ten 3 e. a. i.ao n-t ° ra/yCrt 4. c aa-e. .pns 1 .pr.c-ç<L 1, 4, e--u Z7j- s/’ r. t’ ç’ Ío cario a’z ..ra-n ‘ó’’ ace .r •Cj. ‘?•‘JM.•’ &áis2-- oo.) nc..’ jSns#e £€9’ rjye a Ss-1Ça’ . CO 4>VqCe4 2’ çc&Jeccc/ ar ;e Ls_teto) wct?ro&j €.. eLa.Lo,. erf?an- ¿-Qo- ccvnicrta2a., dc’ ‘:oç. t r:.4., t .. r--- 4 ro ?e • >t ¿e .$.r/&i. ..... cAo,5’tfl t ce,-ra’to-r..., e. accJoL • (a. .q-i )çrcc4 ‘1 % .t-e’).e-vccr’- tt& t2*snctr - S 4$>’oa i& ztt ea t •1 t0t4’J0&- .jeoS Tc>n ‘. - -•. :-- ‘... Nuii. 3ñ 1 PRINCIPIOS ESTRATÉGICOS ESTABLECIDOS HACE DOS MILENIOS F. Fernandode BORDEJÉMORENCOS Contralmirante Cuando se dice que en la vida humana no hay nada nuevo ni definitivo, no se hace más que afirmar una realidad. Es ¡oque sucede con unos Tratados del Arte de la Guerra, concebidos en su mayor parte por unos estrategas chinos, entre los siglos iv y iii antes de J. C. De los escritos a que nos referimos, la Europa de ¡a Alta Edad Media ape nas pudo tener conocimiento sino a través de las irrupciones mongólicas. Mas desde entonces y pese al apasionamiento con que el Mundo Occidental acogió las revelaciones de Marco Polo, a fines del siglo xiii, no se sabe que nadie diera a conocer la existencia de esos y otros notables escritos. Hubo que esperar a que un jesuita, el padre Joseph Marie Amyot, fuera enviado en 1740a China, donde consiguió captarse la estimación y confianza del emperador Kien-Long. El activo jesuita, que moriría en Pekín en 1793, publicó una larga serie de obras y trabajos, editados tanto en la citada cápital china como en París, entre los que precisamente se destaca la obra aparecida en 1772, impresa en la editorial parisiense Didot, aún subsistente, con el título Arte militar de los chinos o recopilación de los antiguoi tratados sobre la guerra, publicación de la que posteriormente se hicieron otras ediciones, entre ellas la de 1782, que parece interesó a Napoleón. En la obra del padre Amyot, según se advertía en su misma portada, se hacía constar que esos tratados, que fueron siete, habían sido compuestos antes de la Era cristiana por varios generales, cuyos nombres qúedaron mar cados en la historia militar del Imperio, quienes debieron servir a las dinástías de los siglos iv y III antes de J. C. Algún autor moderno, de los pocos que se han ocupado del tema, los cali fica, más qúe de patriotas o nacionalistas, de estrategas profesionales a sueldo de quienes mejor pudieran recompensarles. Dichos estrategas dieron su pro pio nombre a sus respectivas doctrinas, de las cuales el padre Amyot no tra dujo sino una reducida parte, por haberse perdido las demás, pérdida muy lastimosa si se atiende al considerable valor de los escritos conservados. Durante el siglo XIX, la divulgación de esos tratados debió ser muy escasa, ya que solamente se tiene noticia de la publicación en Italia, a nombre de Sun Zu, de un pequeño libro titulado L’Arte della Guerra, pero, según el capitán de navío nórteamericano Richard O. Patterson, las milenarias doctrinas chi nas fueron conocidas por oficiales americanos y europeos que frecuentaron aquellas tierras, entre ellos el famóso general inglés Gordon. No obstante,. Año 1992 FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS hasta 1908los viejos postulados no fueron vertidos al inglés, siendo el capitán E. F. Calthrop quien los tradujo y reveló en un pequeño volumen de 119 pá ginas. Pero la publicación más completa y divulgada, dentro del escaso interés que hasta nuestra época merecieron las referidas doctrinas, se debe al teniente coronel francés Chollet, que en 1922editó en París un volumen titu lado L’Art militaire dans l’antiquité chinoise, en el que revisaba las traduccio nes del padre Amyot y agrupaba, por conceptos, las sentencias de los diversos autores, en lugar de exponerlas separadamente como aquél lo había hecho. Sin embargo, hasta 1927 los referidos estudios atraían a los profesionales más bien por curiosidad que por una real vigencia de su contenido, siendo el prestigioso escritor y militar inglés Lidell Hart quien advirtió la importancia de las prescripciones contenidas en tan arcaicos textos. No obstante, habría de esperarse largos años para que las teorías de los maestros chinos adquirie ran plena vigencia, lo que se logrará gracias a Mao cuando fundamente sobre ellas sus ideas de acción revolucionaria. El primer autor en importancia y quizá, si atendemos a las veces que ha sido citado, el más conocido en Occidente es Sun-Tse, cuyo tratado parece ha de interpretarse como Reglas sobre el arte militar, de las que solamente se conocen 13 capítulos de los 82 que en principio componían la obra original. Este estratega se cree que vivió en el siglo iii anterior a nuestra Era. A Sun-Tse sigue en importancia Wu-Tzu, conocido igualmente como Ou Tse, contemporáneo de aquél. El padre Amyot afirma que los chinos coloca ban a estos dos autores a la misma altura que Confucio, aunque en diferentes esferas. De la obra de Wu-Tzu únicamente se poseen seis capítulos. Continúa luego un tercer escritor, llamado Se-Ma-Jang Kin, quien vivió bajo la dinastía de los Tchéou, anterior a J. C. Su nombre es comúnmente abreviado y conocido como Se-Ma, de quien nos han llegado seis capítulos de su trabajo Reglas del arte militar, que, con los 60 artículos que quedaron del otro libro Lou Tao, atribuido a Liu-Vang, aun de época anterior, componen los textos traducidos que hoy están a nuestro alcance. De los restantes autores y tratados, el padre Amyot no dio sino referen cias, por las que se sabe que la obra de uno de ellos titulada Ven Toui estaba expuesta en forma de preguntas y respuestas, figurando entre los interroga dores el emperador Tai-Tsong, de la dinastía Tang. El mismo comentarista afirma que el libro llamado Goei Leao Tsé era, asimismo, dialogado y com prendía 24 artículos poco extensos, mientras que el denominado San Lio se dividía en tres partes y fue compuesto por Hoang-Che Kong, bajo la dinastía de los Tsin, siempre unos y otros viviendo antes de la Era cristiana. -— - - Breves comentariosde las doctrinas. Entre los axiomas de los viejos tratadistas aparecen conceptos bastante diversos, aunque en su conjunto componen una doctrinamilitardotada de un carácter racional, serio y hasta moral, con cierto fondo de prudencia. 94 36 PRINCIPIOS ESTRATÉGICOS ESTABLECIDOS HACE DOS MILENIOS Es de destacar en tales principios un profundo conocimiento del hombre, ya aislado o en un grupo y, consecuentemente, la apreciación de los lazos que ligan al individuo con la colectividad. De ahí que preconicen la necesidad de desarrollar y utilizar las aptitudes individuales y generales, no para promover los intereses particulares de unos y otros, sino los del grupo, lo que les con duce a establecer ese gran principio de todos los tiempos de que la fuerza de un pueblo reside en la unidad de sentimientos y de acción. Podría decirse, en suma, que los suspicaces tratadistas chinos considera ron el arte de la guerra desde un punto de vista exclusivamente psicológico, analizando como decisivos los factores de ese orden, por encima de otras con sideraciones. De ahí que no se detengan a explicar ningún detalle específico de la organización ni del armamento, es decir, de lo que en nuestro tiempo aumenta la complejidad de las ideas, aunque no por ello deja de observarse en todo el conjunto una constante preocupación por aplicar al esfuerzo bélico todo cuanto pueda conducir a positivos resultados. En cuanto a sus ideas sobre movilización, efectivos y logística, tampoco se aproximan a las nuestras, pero hay que tener presente que esos factores dependen y varían según la época y los medios, siendo precisamente la ausen cia casi completa de tales consideraciones lo que da a esas doctrinas un aire de actualidad. A cambio, si atendemos a lo que en ellas se expresá sobre las cicunstancias y caracteres con que las fuerzas y elementos han de ser utilizados, se llega a la convicción de que algunas condiciones, como las de la libertad de acción, economía de fuerzas, iniciativa, control y sorpresa, no han cesado de impo nerse en todo tiempo y lugar, desde la antigüedad a los días presentes. En principio, las concisas máximas y sentencias con las que se exponen tan admirables teorías pueden parecer oscurecidas e inaplicables a las últimas guerras. Mas si se les confronta detenidamente y se aplican a los recientes conflictos, como los de Corea, Argelia o el Vietnan, se apreciara su oportuni dad y la afinidad de sus procedimientos, que coinciden, enlo posible, con los conceptos sostenidos sobre la conducción de las guerras de liberación y revo lucionarias en el campo operativo, a ejemplo de Mao y Giap, que en esas doc trinas milenarias encontraron la guía de su estrategia y sus más patentes ense ñanzas. En rigor, no puede decirse que los antiguos estrategas chinos dieran prefe rencia a unos conceptos sobre otros, pues supieron conjugarlos y adaptarlos a su especial indiosincrasia, aunque no por ello dejaron de tener siempre pre sente que desde la maniobra a la seguridad, todos los principios son meros coadyuvantes delfin buscado, esto es, del objetivo que, entonces como ahora, fue siempre el principo fundamental. Muy acertadamente, no confundieron ese fin con los actualmente consi derados como objetivos físicos que, sin embargo, para la estrategia española y francesa del siglo xviii constituían los fines esenciales de sus campañas, como eran las conquistas territoriales o espacios geográficos. Tampoco consi Año 1992 95 FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS deraron como tales la destrucción de las fuerzas armadas enemigas, que para la estrategia del siglo xix y parte del xx constituía el designio capital. Su gran mérito reside en el hecho de que se adelantaron muchos siglos en el desarrollo del mencionado principio, al advertir que el único fin u objetivo a que debía tender la guerra era no solamente anular la voluntad de lucha del enemigo, idea a la que tímidamente y sin grandes resultados se aplicó el esfuerzo aéreo aliado durante la segunda guerra mundial, sino el de obligar a asimilar a la suya la voluntad del adversario, eminente postulado adivinado por Carlos Marx, aplicado por Lenin y elevado por Mao y Giap a su más alto valor, con sus doctrinas y métodos de guerra revolucionaria. De ahí proviene que en ese tipo de guerra no se reconozca, fuera de aquél, otra clase de objetivos físicos, ni tampoco los ofensivos y defensivos, pues si en algún momento así lo puede parecer, se trata únicamente de movimientos claramente diferenciados, que actuarán como uno u otro signo según operen de acuerdo con las directivas de una común estrategia ofensiva, como fue el caso de los partisanos rusos en la última fase de la segunda guerra mundial, o en acciones subversivas sobre las retaguardias enemigas, en apoyo también de una común estrategia, en este caso defensiva, tal como lo desmostraron los resistentes yugoslavos y franceses en el citado período, lo que, en suma, refuerza la particularidad de esa clase de guerra. Encaminados a ese fin, los estrategas de la antigüedad china formularon una serie de reglas y normas, que hoy llamaríamos de acción psicológica, con el único objeto de debilitar la moral del adversario antes de emprender cual quier acción decisiva. Muy de acuerdo con las características de su raza, pre conizaron ya las ideas de minar, desgastar, reducir por la astucia y envolver por el engaño los obstáculos, antes de emplear la violencia para quebrantar la resistencia del contrario, acudiendo únicamente a ella si las circunstancias y la relación de fuerzaslo perniitieran y si la ocasióñ les era en todo caso pro picia. Como meros coadyuvantes para lograr ese objetivo revolucionario y en el terreno puramente operativo, la selección de los que hoy llamaríamos objeti vos físicos, puntos sobre los que la maniobra se enfoca, depende del momen to, aunque, como los citados autores destacan en sus escritos, una vez escogi dos, todos los esfuerzos deben aplicarse, directa o indirectamente, a conse guirlos, a menos que un cambio de la situación requiera una nueva estimación y, con ella, el señalamiento de nuevos fines u objetivos. Para alcanzar éstos, dichos estrategas aplicaron el concepto de maniobra, concebida muy ortodoxamente para esa clase de guerra, ligándola íntima mente con la movilidad y la dispersión, sin olvidar que la primera es más bien un concepto táctico, en tanto que las otras son principios estratégicos. Esta aseveración está hoy fuera de toda duda, según demostró la Marina nortea mericana durante la segunda guerra mundial en el Pacífico, en donde gracias a su poder aéreo embarcado logró una gran movilidad para proyectarse sobre considerables espacios estratégicos. De ahí que, para la mentalidad de los viejos autores, la guerra estática y 96 36 PRINCIPIOS ESTRATÉGICOS ESTABLECIDOS HACE DOS MILENIOS el concepto de frente continuo aparecido en la primera guerra mundial fueran inimaginables, surgiendo, por el contrario, en sus máximas, las ventajas ofre cidas por la rápidez de movimientos, en la que, según dicen, descansan las grandes posibilidades de la infiltración en profundidad en los dispositivos enemigos. Esto es, ni más ni menos, que los modernos postulados de la guerra revolucionaria, seguidos por el Vietcong en su año lunar de 1968, cuando, a través de los espacios vacíos producidos por las características de la lucha en zonas muy abruptas y de espesa vegatación, les fue fácil la infiltración masiva, que en las primeras semanas sembró la confusión e impidió a las fuerzas amé ricanas ejercer el dominio de las ciudades sudvietnamitas. En dicho punto, sus ideas son idénticas a las formuladas por Mao, pues cuando aquéllos preconizan que las operaciones deben tender a ganar las retaguardias para atacar los puntos donde se encuentre menor resistencia, no hacen más que establecer el mismo postulado que el citado líder chino calificó como guerra sin frente. Concebida así por ellos la maniobra, dichos estrategas preconizan igual mente la necesidad de conseguir la iniciativa, al objeto de crearse unas situa ciones favorables que les permitan explotar su acción y aplicar momentánea mente la superioridad de sus esfuerzos. A ese fin, recomiendan dividir y dis persar al enemigo aplicando, si es preciso, en toda su pureza el arte de la sub versión. Sin embargo, en la guerra que ellos auspician, la superioridad no debe confundirse ni asociarse a los actuales principios de la concentración. ‘Si en términos clásicos la concentración prevé la utilización de una masa humana y de medios en el momentoy lugar adecuados, en aquel tipo de guerra sola mente será aconsejable cuando el adversario se encuentre dividido y debilita do, pues, en resumen, lo que debe pretenderse en todo momento es mantener bajo cualquier circunstancia el reconocido principio de la economía de fuerzas. A ese respecto, los estrategas chinos se muestran muy circunspectos, pues temiendo por su seguridad aconsejan rehuir todo ataque frontal que les pueda resultar desfavorable, desde el punto de vista de su conveniencia y prestigio. Pero esa obsesión suya por economizar fuerzas, que no parece hallarse muy de acuerdo con la mentalidad oriental, demostrada sucesivamente en los conflictos de Corea o del Vietnan, se traduce por un constante esfuerzo por lograr unos efectos de dispersión y diversión, aunque quizá no adivinen en ellos el peligro que puede entrañar la primera y el aspecto negativo de la segunda. No obstante, estiman que con tales efectos, aparte de asegurar su propia maniobra, obtienen una amplia libertad de acción en sus móvimientos, lo que justamente coincide con lo afirmado por Marx en su artículo España revou cionaria, aparecido en 1854 en el «New York Daily Tribune», que aconseja ba: estar en todas laspartes y no estaren ninguna, llevando siempre consigo las propias bases. Todo esto condujo a dichos estrategas a prescribir la descentra Año 1992 FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS lización en la conducción de las operaciones, idea que, por otra parte, es actualmente aplicada por todas las guerrillas del mundo. Llegados a este punto, creemos es interesante observar la profunda dife rencia en este aspecto existente en la puesta en práctica de un mismo princi pio, según se trate de guerra regular o revolucionaria. En la primera, tanto si la maniobra tiene lugar en guerra de movimientos o de desgaste, la victoria exige la superioridad material y moral, esto es, la concentración en el tiempo yen el espacio. Por el contrario, en la guerra revolucionaria, al no existir real mente campos de batalla, no hay choque en el amplio sentido de la palabra, reduciéndose las acciones a un pequeño, pero incesante, número de comba tes, que significa la dispersión en el espacio y en el tiempo. Así, concentra ción, por un lado, y dispersión, por otro, son los rasgos diferentes entre ambas estrategias, lo que conduce a dos conceptos distintos que son: centralización y descentralización, que en ambos casos alcanzarán a las fuerzas, comunica ciones y logística. Continuando con nuestras consideraciones sobre los tan mentados estra tegas chinos, se aprecia que, aunque prudentes, conservadores y calculado res, prevén, sin embargo, que el ataque concede siempre la iniciativa y con ella se logra la libertad de acción. Estas ideas fueron igualmente entrevistas por Marx, cuando en otro artículo, publicado en el «New York Times» en 1852, titulado Revolución y contrarevolución, escribía: La defensa es la muerte en lucha revolucionaria; el ataque es la mejor defensa; atacary retirarse para no estar nunca inactivos; si en e/aspecto global de una guerra revoluciona ria los movimientos pueden ser estratégicamentedefensivos, la táctica debe ser siempre ofensiva. Pero también advierten que el mantenimiento de un espíritu ofensivo a ultranza puede apartar del fin real, idea muy precisa, pues no hay que olvidar que un espíritu tal puede inducir al enemigo a concehtrarse, favoreciéndole involuntariamente al permitirle de esta forma simplificar sus problemas de abastecimientos, comunicaciones y de seguridad. Esas consideraciones con respecto al espíritu ofensivo a ultranza fueron, asimismo,entrevistas por Lawrence de Arabia, quien se percató del peligro que entrañaba, como lo demuestra cuando en su libro Los siete pilares de la sabiduría afirmaba que los ataques a ultranza y la prosecución de una acción más de lo debido permitirá al enemigo cambiar sus dispositivos y hacerles entonces frente llevaría a romper con una reglafundamental, como es la de no ofrecer nunca un objetivo al adversario. Como palpable y reciente confirmación de esas palabras puede señalarse la resistencia ofrecida por el Vietcong en la ciudadela de 1-fue,en 1968, cuya defensa durante numerosas semanas permitió a las fuerzas norteamericanas no solamente recuperarla, sino causarle numerosas bajas. Como era de esperar, los sagaces maestros del Celeste Imperio aborda ron, naturalmente, lo referente a las características del mando, es decir, de ese otro gran principio del control o cooperación que, como vemos, estaba también presente en sus mentes. 98 36 PRINCIPIOS ESTRATÉGICOS ESTABLECIDOS HACE DOS MILENIOS Es curioso observar su estimación de la necesidad de que, por su compe tencia profesional y sus dotes personales, el jefe logre el respeto y la obedien cia de sus subordinados. Asimismo, para conseguir la victoria es preciso que el mando establezca adecuadamente una ponderada-asignación de responsa bilidades y de autoridad en los diversos escalones de la jerarquía, así como la necesidad de educar al combatiente y adiestrarlo,no solamente para obtener un cierto nivel de eficacia individual o de grupo, sino para llegar a una espon tánea unidad de esfuerzos, confianza y moral. En verdad, estos capítulos son todo un tratado de pscología humana, arte primordial de toda acción revolucionaria. Pero lo verdaderamente curioso es que los estrategas profesionales, surgidos durante el siglo XIX y principios del xx, no conceptuaron las ideas de guerra revolucionaria y subversiva más que como unos principios sin valor, a los que no había de concederse importancia. De ahí que las contiendas armadas siguieran inspirándose en los moldes clási cos, sin dar cabida a otros preceptos que progresivamente se irían imponien do, para que en el porvenir todas las guerras fueran adquiriendo un cierto carácter revolucionario, si bien habría de esperarse a Lenin y después a Mao para incluirlos con carácter real en el arte o teoría de la guerra. Actualización de los antiguos textos. Sin detenernos a considerar el siglo xix, en el que la filosofía de Clause witz dominó por completo, sí es conveniente efectuar ciertas consideraciones sobre su impacto en el xx. Pese a las publicaciones antes mencionadas de Calthrop en l9O8.yde Cho ilet en 1922, el olvido de los estrategas chinos de la antigüedad acaso prosegui ría si, como ya hemos referido, en 1927el conocido estratega británico Lidell Hart no hubiera formulado unas singulares teorías que hicieron volver, por fin, los ojos hacia los remotos tratadistas. En verdad, no se sabe con certeza si Lidell Hart conoció ono dichas obras, ni tampoco si llegó a captar en el momento sus posibilidades. Pero de loque no puede dudarse es de que las teorías de este estratega inglés sobre el envol vimiento o la estrategia de aproximación indirecta, aunque más bien aplicadas a maniobras clásicas, como algunas de las desarrolladas en la segunda guerra mundial, coinciden con el principio de Sun-Tse de que el arte supremo de la guerra consiste en vencer al enemigo sin combatir. También es digno de recordar cómo las teorías del almirante inglés Fisher y, principalmente, del mariscal francés Foch sobre el total aniquilamiento del adversario mediante la batalla decisiva fueron contempladas por los citados tratadistas chinos. El mariscal Foch hubiera quedado harto sorprendido si hubiera conocido aquellos axiomas de Sun-Tse sobre la brevedad de la guerra. y los de Se-Ma sobre la batalla decisiva, formulados veinticuatro siglos antes, según los cua les quienes ganen cinco victorias quedarán exhaustos; los que alcancen cuatro Año 1992 FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS se empobrecerán; los que, a su vez, vencieren tres veces obtendrán ya cierto dominio, en tanto que los que logren dos victoriasfundarán un reino y los ven cedores de una sola ganarán un Imperio. Teorías apoyadas y complementadas por Se-Ma, al proclamar que un ejércitofuertey bien disciplinado no debe per der su tiempo en escaramuzas ni combates menores, que no conducen a nada decisivo, sino que deben provocar cuanto antes una batalla que asegure una victoria comp/eta. Durante la segunda guerra mundial, un agitador hasta entonces casi des conocido, Mao Tse Tung, estableció el postulado de que el objetivo final de una guerra era anular por todos los medios la voluntad de combatir del enemi go, demostrándose como, en sus detalles, las teorías predicadas por Mao coincidían perfectamente con los dictámenes de Sun-Tse, Wu-Tzu y Se-Ma. En otro aspecto, dichos tratadistas, al exponer sus ideas sobre la situación, explicaban que en la guerra la política mejor ha de ser la de conquistar intacto el Estado enemigo, para lo cual habrá de derrotarse a los contrarios por medio de maniobras y sin entrar en combate, es decir, ganando sucesivas ventajas sin hacer uso de las armas y debilitándolos por todos los medios lícitos o ilícitos, justos o injustos y, si fuera necesario, con la tiranía y la venganza. Pues bien, principios idénticos a los contenidos en la trilogía doctrinal de Mao, que no exponemos por ser muy difundida y alargar, sin duda, este trabajo, pero que prueba en las fuentes en que pudo inspirarse. Otra muestra de que una de las fuentes más importantes del pensamiento de Mao Tse Tung radica en las doctrinas de sus lejanos antecesores, la consti tuyen evidentemente sus obras militares, como la Guerra de guerrillas, en donde aparecen unas máximas idénticas para ser aplicadas a las colectivida des, con la misma validez que debieron serlo hace 2.400 años. Gracias, sin duda, a Mao, los escritos de los milenarios estrategas vienen siendo más atendidos en artículos y trabajos profesionales, mereciendo desta carse la recopilación y comentarios del general norteamericano Samuel B. Griffith de algunas de las partes de las referidas obras. No podemos extendernos más, cual quisiéramos, en exponer y criticar la diversidad de prescripciones que los generales de aquellas milenarias dinas tías expusieron en los reducidos textos que nos son conocidos. Mas lo hasta aquí examinado hará comprender, según creemos, tanto la inménsa curiosidadque provocan como la admiración que sus postulados y máximas merecen. La vida guarda infinitas sorpresas, y no es la menor la coincidencia de tales bimilenarios principios con los que en esta misma hora se sustentan y se prac tican. 100 36 NOTICIAS GENERALES CONGRESOS Y SIMPOSIOS 1991-noviembre, 1992-mayo. Madrid (España). 1 Ciclo de Conferencias: España y América en el V Centenario: La Real Asociación de Amigos de los Museos Militares ha programado, durante los meses de noviembre de 1991a mayo de 1992,una serie de con ferencias que bajo el amplio epígrafe de España y el V Centenario están teniendo lugar en el Servicio Histórico Militar a razón de una cada mes. Para más información, dirigirse a la sede de dicha Asociación en Mártires de Alcalá, 9. 1992-enero, 24-26. Oxford (Gran Bretaña). Conferencia «El mundo en expansión: Un contexto para Colón». Tratará los aspectos arqueológicos, históricos y sociales del mundo desde la Prehistoria hasta los viajes de descubrimiento en el siglo xv. Para más información, dirigirse a la Secretaría de Arqueología e Historia Local, OUDCE, RewleyHouse, 1, Wellington Square, Oxford OX1 2JA. 1992-febrero, 17-21. Barcelona (España). Conferencia sobre «La Cartografía italiana». Organizada por la Sección de la Cartoteca de Cataluña, del Instituto Car tográfico de Cataluña, y el Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona, tendrá lugar el tercer curso del ciclo de conferen cias sobre la Historia de la Cartografía. El ciclo consta de seis seminarios de periodicidad anual. En 1990se celebró el titulado «Introducción Gene ral a la Historia de la Cartografía». En 1991 tuvo lugar él segundo sobre «La Cartografía de la Península Ibérica y su extensión al continente ame ricano». En años sucesivos se tratará de la Cartografía de los Países Bájos, La Cartografía francesa y La Cartografía británica. Los textos de las con ferencias ya dictadas están a la venta en: Negociat de Vendes i Distribució Cartográfica, Balmes, 211. 08006 Barcelona. 1992-marzo, 26-28. Madrid (España). VIII Jornadas de Historia Marítima. Seminario sobre: «El almirante Lobo: dimensión humana y proyección histórica». El Instituto de Historia y Cultura Naval de Madrid y la Funda ción Municipal de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando (Cádiz) han organizado este seminario, en torno a la interesante figura del marino Año 1992 NOTICIAS GEÑERA LES gaditano don Miguel Lobo y Malagamba. Las conferencias tendrán lugar en la Biblioteca Lobo, en el Ayuntamiento de San Fernando. Para más información, dirigirse a: Instituto de Historia y Cultura Naval. Juan de Mena, 1. 28071 Madrid o Fundación Municipal de Cultura y delegación del Instituto de Historia y Cultura Naval de la Zona Marítima del Estre cho. Gravina, 20. San Fernando (Cádiz). 1992-abril, 6-8. Birmingham (Gran Bretaña). Arqueología en Britania 92. La VI Conferencia sobre Arqueología, organizada por el Instituto de Arqueología, está abierta a todos los interesados en estos temas, aunque no sean miembros del citado instituto. Para más información, dirigirse a: IFA, Metallurgy and Minerals Building. Universidad de Birmingham. Birmingham BiS 2TT. 1992-junio, 12-14. Sadefjord (Noruega). Simposio sobre «Historia de la caza de ballenas». Para más información, dirigirse a: Whaling History Symposium, Sandef jormuseene; Museumgaten, 39. 3200 Sandefjord. 1992-julio, 8-15. Gijón (España). Curso de Extensión Universitaria. «El mar de Gijón: Arqueología Sumer gida», que se desarrollará en la Cátedra Jovellanos de Extensión Univer sitaria. Bajo la dirección de José Adolfo Rodríguez Asensio, del Departamento de Historia y Artes de la Universidad de Oviedo, se ha organizado este curso diseñado en dos bloques en los que se pretende aunar la teoría y la práctica de la Arqueología subacuática. Para participar en él es imprescin dible la acreditación de la titulación de buceo, así como la tarjeta federa tiva del año en curso. Plazas limitadas. Inscripción: Vicerrectorado de Extensión Universitaria. Universidad de Oviedo. 1992-agosto, 4-6. Kotka (Finlandia). Conferencia de la Asociación para la Historia del Mar del Norte. Para más información sobre esta conferencia, que se celebra cada tres años, dirigirse a: Dr. Yrjó Kaukiainen. Departamento de Historia Econó mica y Social. Universidad de Helsinki. Alesksanterinkatu, 7. 00100 Hel sinki (Finlandia). 102 36 NOTICIAS GENERALES 1992-septiembre, 21-24. York (Gran Bretaña). Conferencia sobre la Europa Medieval. Esta conferencia general tendrá una parte dedicada a la historia marítima medieval del continente europeo. Para más información, dirigirse a: Mar tin Carver. Departamento de Arqueología. Universidad de York. York, Y01 1JZ. 1992-septiembre, 28-octubre, 2. Barcelona (España). VIII Conferencia del Grupo de Cartotecarios Europeos. Temas: «Promo ción y Difusión de Materiales Cartográficos» y «Retroconversión de cátá logos». El Grupo de Cartotecarios Europeos es una sección de LIBER (Ligue des Bibliotheques Europeennes de Recherche), que celebra sus reuniones cada dos años sobre temas específicos del personal que trabaja en bibliote cas especializadas. Este año se celebrará en Barcelona, en la Facultad de Geología de la Universidad de Barcelona. Aunque la conferencia está res tringida para cartotecarios, los interesados pueden dirigirse al Secretario General, Jan Smits, Koninklijke Bibliotheek, Sectie Kartografie, Room 0269. P. O. Box 90.407, 2509 LK’s-Gravenhage, The Netherlands. EXPOSICIONES 1992-febrero, 24. Córdoba (España). Exposición: «Córdoba, Cartografía y sus aplicaciones; Historia y actua lidad». Organizada por la Diputación de Córdoba, la Consejería de Obras Públi cas y Transportes de la Junta de Andalucía y el Instituto Geográfico Nacional, se ha inaugurado la mencionada exposición en el Palacio de la Merced, de Córdoba, sobre técnicas cartográficas actuales e historia de los planos de la ciudad. 1992-febrero, 26 a mayo, 8. New York (USA). «Mapas, Cartas, Globos: Cinco Siglos de Exploración.» The Hispanic Society of New York, en colaboración con el Ministerio de Cultura de España, ha organizado esta interesante exposición de sus fondos geográfi cos para conmemorar el V Centenario de la llegada de Colón aAmérica. Simultáneamente se ofrecerá un ciclo de conferencias sobre la temática de la exposición. Año 1992 NOTICIAS GENERA LES Para más información, dirigirse a: Sandra Sider. The Hispanic Society of America. Broadway between 155 and 156 Streets. New York, New York 10.032. 1992-marzo, 13 a mayo, 31. Toledo (España). 1992-julio, 2 a septiembre, 30. Innsbruck (Austria). «Reyes y Mecenas. Los Reyes Católicos, Maximiliano 1 y los inicios de la Casa de Austria en España.» Organizada por el Centro Nacional de Exposiciones, del Ministerio de Cultura, se inaugura el 12 de marzo en el Museo de Santa Cruz, de Tole do, y en julio pasará al castillo de Ambras, en Innsbruck. Las 340 piezas que componen la exposición ilustran el paso de la Edad Media al Renaci miento e informan de que tanto los Reyes Católicos como Maximiliano de Austria figuran entre los primeros coleccionistas modernos. 104 36 LA HISTORIA MARÍTIMA EN EL MUNDO Luisa MARTÍN-MERAS The HispanicSociety of America Esta sociedad fue fundada en 1904 con el fin de recoger y presentar al público, en un museo y en una biblioteca especializada, la cultura de los pue blos hispánicos. El fundador fue el magnate Archer Milton Huntington (1870-1955) quien en 1908 adquirió el actual edificio, abriéndose al público en enero del año siguiente. Elmuseo contiene magníficos ejemplos de las artes decorativas realizadas en la Península Ibérica desde la Prehistoria hasta el presente. Entre otros valiosos ejemplos podemos citar una estatua de la diosa Diana, del siglo u antes de Cristo, encontrada en España; una arqueta hispano-árabe, tallada en marfil del siglo xi; la reproducción de un claustro renacentista español, bar gueños y toda clase de muebles que ilustran las diversas tendencias del arte suntuario español. Pero es en el capítulo de la pintura donde se ha recogido mayor número de obras de arte; están representados allí Morales, El Greco, Goya, Sorolla, Bastida, etc. La biblioteca, regida por un patronato, contiene miles de manuscritos y cerca de 200.000 volúmenes y es un importante centro de investigación para los estudiosos del arte, historia y literatura de España y Portugal. La sección de Cartografía es una parte muy importante de la biblioteca; estos fondos fue ron adquiridos en Europa en la primera parte del siglo por el fundador de la Hispanic Society. Entre tantos tesoros, podemos citar un portulano del mallorquín Petrus Roselli de 1468, dos atlas de Joan Martínez, de aproxima damente 1562, un maravilloso atlas portugués, anónimo, de circa 1584 con clara influencia de Luis Texeira, cartógrafo famoso por la ornamentación de sus mapas. De los seguidores de la escuela mallorquina que emigraron a italia en el siglo xvii se conserva un portulano del Mediterráneo de Plácido Caloiro e Oliva y otro del Mediterráneo occidental de Gian Battista Cavallini de 1637. Pero quizá el más famoso mapa que alberga la rica colección de la Hispa nic Society of America sea un gran padrón real o carta universal de Juan Ves pucci, sobrino de Américo Vespucci, que trabajó en la Casa de Contratación de Sevilla. El mapa está firmado en Sevilla en 1526 y muestra, de una forma muy perfecta, el mundo conocido hasta entonces. En la sección se pueden encontrar también magníficos globos terrestres y celestes. Allí se exhibe uno de los dos únicos globos que existen del cartógrafo holandés Willem Blaeu de c. 1617; un globo de 1619de Isaac Habrech y otro de Vicenzo Coronelli de 1696, mostrando las expediciones de Cortés, Ulloa, Año 1992 LUISA MARTÍN-MERÁS Alarcón, Cabrillo, Guzmán y Drake, son buenos ejemplos del valor científico de la colección cartográfica de la sociedad. El museo está abierto de martes a sábados, de 10 a 4.30; domingos, de 1 a 4. La biblioteca está abierta de martes a viernes, de 1 a 4.15, sábados, de 10 a 4.15 y cierra en agosto. La dirección es Audubon Terrace, Broadway between 155 and 156 Streets. New York, New York 10032. 106 36 RECENSIONES SCHEINA, ROBERT.L.: Iberoamérica. Una historia naval 1810-1987. Editorial San Martín, S. L. Madrid, 1991. 454 páginas. La Editorial San Martín continúa con este libro la dirección emprendida, hace largos años, de divulgarla historia naval, labor por Jaque debemos quedar agradecidos a sus directores. El libro trata con minuciosidad y calidad expositiva la formación de las marinas iberoamericanas desde su independencia a principios del siglo xix y su evolución casi hasta los momentos actuales, incluyendo la guerra de las Malvinas. Se analizan no sólo las doctrinas de utilización y el material, carrera de armamentos, etc., sino también las distintas actuaciones en política inter nacional y las no menos importantes en política interior. A lo largo de las páginas se evidencia la tantas veces olvidada premisa que cada Armada es un agente de la política exterior del país o, como dice el autor en la primera línea de la introducción, una marina no es más que un instrumento del poder de una nación. Scheina nos ofrece el producto de un trabajo densísimo de investigación, con multitud de datos, situaciones y personajes, no en vano son muchos los países tratados, aunque algunos de ellos tengan o hayan tenido escasa impor tancia militar naval. Iberoamérica. Una historia naval, consta de una introducción, 15 capítu los, 19 apéndices y una extensa bibliografía. Los títulos de los capítulos son los siguientes: 1) Las guerras de la independencia 1810-24. 2) Definiciones de las nuevas naciones. 3) La evolución de dos importantes marinas iberoameri canas (Argentina y Chile). 4) La intervención política durante la época del cañón y la ¡ancha. 5) La carrera del «Dreadnought». 6) Primera guerra mun dial. 7) Motines. 8) Guerras fluviales en e/siglo xx. 9) La época de las misio nes navales extranjeras. 10) Segunda guerra mundial. 11) Auge y declive de la influencia norteamericana. 12) Infantería de Marina y Aviación Naval. 13) Intervención política durante la época de la Infantería de Marina y la Aviación Naval. 14) La crisis de las Malvinas. Marzo-abril 1982. 15) La guerra de las Malvinas. Mayo-junio 1982. El prólogo se debe a la pluma del jefe del Servi cio Histórico delInstituto de Historia y Cultura Naval, D. José Cervera Pery. Robert L. Scheina es un profundo conocedor de las marinas iberoameri canas, sobre las que ya ha publicado numerosos libros y artículos en revistas de tanto prestigio como Proceedings y Mariner’s Mirror. Por todo lo anterior, el libro, al tratar un tema poco conocido y sobre el que se ha escrito escasamente, es de indispensable lectura para los interesa dos en las marinas militares; como único punto oscuro se puede decir que en futuras ediciones se debería mejorar la traducción. Antonio DE LA VEGA Año 1992 RECENSIONES Carla. Seis galeones para el Rey de España. La Defensa Imperial a principios del siglo xvii. Alianza Editorial. Madrid, 1991. 392 páginas. RAHN PHILLIPs, Según narra la autora de este libro en el prólogo del mismo, el origen del trabajo se encuentra en la revisión de una carpeta existente en la biblioteca James Ford Bell, de la Universidad de Minnesota; en ella se describíán seis galeones construidos para el Rey de España durante los años 1625-28, por el armador bilbaíno Martín de Arana. Interesada por el tema, Carla R. Phillips se trasladó a España y, en los conocidos Archivos de Simancas, Museo Naval y de Indias reconstruyó las vicisitudes completas de dichos barcos por América, Mediterráneo y Mar del Norte; bástenos decir que uno de ellos, el San Felipe, se perdió en la célebre batalla de Las Dunas, en la costa inglesa de Kent, el 21 de octubre de 1639, cuando el almirante Oquendo se batió con el holandés Tromp. Los nombres de los restantes galeones fueron: Nuestra Señora de Begoña, Nuestra Señora de los Tres Reyes, San Sebastián, San Juan Bautista y Santiago. El libro se puede calificar de excelente y perfecto. Se relatan los pormeno res de su construcción, las características de los galeones, dimensiones, velas, capacidades, sus inventarios completos, costo y, por si ello no fuera bastante, se relata cómo eran las dotaciones, su vida a bordo, alimentación, etc. Las citas a nuestros siempre presentes Guillén, Fernández Duro, Navarrete y Alcalá-Zamora son constantes. Una vez más, un historiador anglosajón ha quedado fascinado por la historia de España, recordemos a Brenan, Thomp son y, sobre todo, a Elliot, aunque quizá quedaron fascinados por nuestra riqueza documental. La obra consta de nueve capítulos, tres apéndices, secciones de archivos y abreviaturas, bibliografía (de 16 págs.) e índice analítico. Se publican ade más 32 mapas e ilustraciones y 16 tablas. Los capítulos se titulan: 1) Desafío y ruptura. 2) La construcción naval española y el contrato de Martín de Ara na. 3) La construcción de los seis galeones de Arana. 4) Cálculo de costes. 5) Preparativos para la flota de las Indias de 1629. 6) Mandos y dotaciones. 7) La vida bordo. 8. La lucha por las Indias (1629-1635). 9. La lucha por la supervivencia (1635-1640). Los apéndices son: A) Inventarios de los seis galeones. B) Algunos pesos, medidas y monedas en uso en la España del si glo xvii, y C) Tablas. Por todo lo anterior, se trata de un texto que debe existir en la biblioteca de todos aquellos a los que les apasione la historia marítima. Antonio DE LA VEGA 108 36 RECENSIONES JACOBS, Els M.: In Pursuit of Pepper and Tea. The story of the Dutch East India Company. Netherlands Maritime Museum, Amsterdam/Walburg Pers. Zutphen, 1991. A la búsqueda de la pimienta y el té. La historia de la Compañía holandesa de las Indias Orientales. En los siglos xvi y xvii la Compañía holandesa de las Indias Orientales era la mayor compañía comercial y de navegación del mun do, con una flota de un centenar dé buques, miles de empleados, unos 30 esta blecimientos en Asia y seis divisiones en la República holandesa, cada una de las cuales tenía sus propias oficinas, almacenes y astilleros. Esta obra nos relata la historia de esta empresa multinacional, desde su fundación en 1602 hasta su disolución en 1799. El viaje de un buque mercante de las rutas dejas Indias sirve de lazo conductor de esta historia, que está organizada en torno a ocho temas, organización de la compañía, construcción de los barcos, el patrón y su tripulación, dinero y comodidades europeas, la ruta hacia Asia, asentamientos en Asia, productos asiáticos; la flota de retorno. Prácticamente todos los modelos de barcos, pinturas, dibujos y otros obje tos que ilustran esta obra forman parte de la colección del Museo Marítimo holandés en Amsterdam y se exhiben en la sala de la Compañía. La obra, aunque de carácter divulgativo, dadas las fuentes documentales y el rigor, científico empleados en su realización, presenta un esclarecedor panorama de la historia de esta compañía comercial y constituye un útil ins trumento de referencia sobre estos temas. Es de destacar la cuidadosa selec ción de las ilustraciones y la esmerada edición, que le confieren una fácil’y agradable lectura. María VIGÓN Alfonso, J.: La Psicología Militar en, España,. según sus documéntos (datos para una historia). Tomo II. Armada. Ministerio de Defensa. Secretaría General Técnica. D. L. 1990. 672 páginas. CAPDEPÓN TORRES, Esta obra forma parte de un tratado en cuatro tomos que abarcan el estu dio de la psicología militar en los Ejércitos de Tierra, Aire, Ministerio de Defensa y el que actualmente nos ocupa dedicado a la Armada. Tal y como nos indica el autor en su introducción general, la obra consiste en una exposición ordenada de datos sobre la psicología militar en España, para que el lector estudie, analice, interprete y extraiga las conclusiones que estime pertinentes, ya que conviene precisar que se asienta sobre una estruc tura documental en la que los fragmentos de mayor interés se transcriben lite ralmente, limitándose el autor a presentar una introducción o síntesis de los documentos. La organización de la Armada y el material disponible, una vez seleccio nado, clasificado y ordenado, es la consecuencia lógica de las tres partes en Año 1992 RECENSIONES que la obra está dividida. En la primera parte se expone el proceso general de la psicología militar en la Armada, en cuanto sus antecedentes, primeras experiencias, proyectos, primeras organizaciones, estructuras, creaciones, etc. En la segunda parte se describen las aplicaciones concretas en temas monográficos a sectores delimitados, como los cursos impartidos, la Escuela de Guerra Naval o la IMECAR. La tercera recoge el despliegue orgánico, actividades y proceso de desarrollo de la psicología militar dentro de las Zonas Marítimas en sus primeros y segundos escalones. Obra fundamental para el estudio de la psicología militar, ya que es la pri mera vez que se realiza un estudio documental de este tipo. María VIGÓN 110 36 Con objeto de facilitar la labor de la redacción, se ruega a nuestros posibles colaboradores se ajusten a las siguientes líneas de orientacion en la presentación de sus artículos: El material que se ofrezca para su publicación será enviado al director. Los autores pondrán en la página del título su nombre y apellidos completos y su dirección postal para posible correspondencia. Los’artículos deben estar mecanografiados a dos espaciosen hojas DIN-A4, por una cara, dejando un amplio margen a la derecha, que se utilizará para las correcciones. A principio de párrafo se dejarán cinco pulsaciones en blanco. Se evitará la utilización de abreviaturas. Se subrayarán los nombres de barcos, títulos de libros y revistas, así como las citas literales, para indicar el empleo de la cursiva en imprenta. Las notas a pie de página se reservarán exclusivamente para datos y referencias directamente relacionados.con el texto. Se redactarán en la forma más sintética posible y se presentarán en una hoja aparte con numeración correlativa. Los títulos de las publicaciones periódicas se citarán íntegros la primera vez que se mencionen. y despuésse emplearán las abreviaturas existentes. Los autores proporcionarán las ilustraciones para sus trabajos, in dicando su localización en el texto; los originales de éstas tendrán la calidad necesariapara su reproducción. En todo casodeberán citar la procedencia del original y realizar los trámites precisos para que se autorice su publicación; la RFisT no se responsabilizará del incum plimiento de estos trámites. Todas las ilustrauones enviadas pasarán automáticamente a for mar parte del archi’o de la RIvIsT.. La lista bibliográfica deberá presentarse en orden alfabético; en caso de citar varias obras del mismo autor, se seguirá el orden crono lógico de aparición de las mismas. Cuando la obra sea anónima, se alfabetizará por la primera palabra del título que no sea artículo. Como es habitual, se darán en listas independientes las obras impresas y las manuscritas.