Fundación Madres de Plaza de Mayo Reflexiones sobre el pensamiento de Raúl Scalabrini Ortíz acerca del papel del capital extranjero en el desarrollo. Cecilia Inés Garriga1 “Los llamados ‘capitales invertidos’ no son más que el producto de la riqueza y el trabajo argentinos contabilizados a favor de Gran Bretaña” Si uno quisiera comenzar un artículo sobre el Pensamiento de Scalabrini Ortiz tratando de describir el marco teórico desde el cual parte el autor, tendría que conformarse con describir el marco teórico que en realidad Scalabrini Ortiz ignora o desprecia. Él expresa que se necesita “una virginidad mental a toda costa”, ya que “todo lo que nos rodea es falso e irreal, falsa la historia que nos enseñaron, falsas las creencias económicas que nos impusieron, falsas las perspectivas mundiales que nos presentan, falsas las disyuntivas políticas que nos ofrecen, irreales las libertades que los textos aseguran…” [Política Británica en el Río de la Plata]. Él no era economista, no era un intelectual de las Ciencias Sociales, él era agrimensor y poeta; el impulso que lo lleva a realizar sus minuciosas investigaciones económicas, no proviene de un cuestionamiento intelectual y teórico, sino de una mirada profundamente crítica de la realidad en la que vive y de la convicción de que para cambiarla es necesario aprehenderla a través de la verdad. fiero a su personal encuentro con ese panorama, sino el “des-cubrimiento” que realiza dando cuenta de un sistema de dominación que realmente no se había revelado hasta el momento. En ese sentido Jauretche se refiere a él de la siguiente forma: Eran tiempos del primer centenario, y se hablaba de Argentina como el Granero del Mundo, un gran país, rico y joven que prometía enorme prosperidad. Scalabrini Ortiz, era un gran observador del ciudadano porteño (a quien le dedicó su famoso libro “El hombre que está sólo y espera” -1931), y a su vez, gracias a su trabajo como agrimensor, tuvo la posibilidad de conocer las profundidades del interior del país, algo que no era común en la clase intelectual argentina, y así descubrir la miseria y el atraso en el que vivían sus compatriotas, en el supuesto país de la opulencia. “Nosotros llevamos al terreno económico y social lo que la revisión histórica iba descubriendo y percibimos el hilo conductor de los acontecimientos y la política que los dirigía. Esta fue sustancialmente la obra de Raúl Scalabrini Ortiz, cuyo talento de investigador y de escritor y su voluntad sacrificada de servir al país, le costó la pérdida de todos los triunfos materiales que tenía a su disposición. Pero lo premió con el titulo que ya nadie podrá discutirle, el de ‘Descubridor de la realidad argentina’” La crisis del ’30 pone en jaque todo ese sistema que, aunque desequilibrado e injusto, se mantenía estable hasta ese momento, y Scalabrini Ortiz comienza a descubrir el entramado de dependencia que lo sostenía; y cuando digo “descubrir”, no sólo me re- Ya existía una discusión latinoamericana, entre estudiantes e intelectuales, acerca del Imperialis- 1- Cátedra de Pensamiento Económico Argentino. Facultad de Ciencias Económicas. Universidad de Buenos Aires. Argentina. 1 Fundación Madres de Plaza de Mayo mo (norteamericano, fundamentalmente), pero para la Argentina, en esa época era un imperialismo relativamente abstracto, vinculado a las noticias sobre las invasiones de Estados Unidos en Centroamérica, por ejemplo. En cambio, Scalabrini Ortiz nos habla de un imperialismo concreto y local, basado en cuestiones tan concretas como el trazado de las vías del ferrocarril, la lógica con que se aplican los fletes, el funcionamiento de los bancos y los empréstitos externos, el control de la comercialización de las materias primas, el control de las importaciones y las casas de comercio; todo ello en manos del capital inglés y la diplomacia a su servicio. De esta manera, como dice Norberto Galasso, Scalabrini Ortiz “desnuda el esqueleto de la dominación británica”. dominio del capital inglés en la Argentina, en el marco de la estrategia imperialista de Gran Bretaña. En lo que a nosotros nos concierne, en la ciencia económica, es interesante contraponerlo con la supuesta liberalización de la economía que embandera la escuela clásica, de origen inglés, paradoja que se repetirá en la era neoliberal que recorre las últimas décadas del siglo XX: bajo la bandera del libre mercado, en los países periféricos se estructuran estados diezmados en cuanto a su intervención equilibradora, pero efectivos, corruptos y obedientes a la hora de cumplir con los requerimientos de ciertos poderes hegemónicos (como el capital inglés en la época que retrata Scalabrini Ortiz, o el capital financiero en las últimas décadas del siglo XX). “La historia oficial argentina es una obra de imaginación en que los hechos han sido consciente y deliberadamente deformados, falseados y encadenados de acuerdo a un plan preconcebido que tiende a disimular la obra de intriga cumplida por la diplomacia inglesa promotora subterránea de los acontecimientos ocurridos en este continente. La reconstrucción de la historia de los argentinos es, por eso, una urgencia ineludible e impostergable. Esta nueva historia nos mostrará que los capitales invertidos no son más que el producto de la riqueza y el trabajo argentinos contabilizados a favor de Gran Bretaña” [Política Británica en el Río de la Plata]. “Fuerzas terriblemente pujantes, astutas y codiciosas nos rodeaban. Ellas sabían amenazar y tentar, intimidar y sobornar, simultáneamente. El imperialismo económico encontró aquí campo franco.” [Política Británica en el Río de la Plata] Desenmascarar la trama diplomática y la dominación inglesa es, probablemente, la llama que enciende a Scalabrini Ortiz y lo lleva a realizar sus investigaciones, que nos brindan a la teoría económica algunas perlas, como veremos a continuación. La Gran Estafa: empréstitos e inversiones extranjeras Esta frase, con la que titulé este artículo, es parte de la denuncia que realiza Scalabrini Ortiz y desarrolla en su investigación sobre la política británica en nuestro país. Pero esta frase encierra una discusión teórica muy profunda, que él nos pone sobre la mesa, casi sin quererlo, mucho tiempo antes de que alguien la discutiera en el ámbito académico, y esto tiene que ver con las inversiones extranjeras, el ahorro de las naciones y la importación o exportación real de capitales entre países desarrollados y subdesarrollados. Raúl Scalabrini Ortiz, tanto en Historia de los Ferrocarriles Argentinos como en Política Británica en el Río de la Plata, realiza un trabajo fundamentalmente descriptivo de los procesos políticos y económicos que relacionaron a nuestro país con el capital inglés. Aquí encontramos tres planos diferentes: en primer lugar el del análisis geopolítico; luego el de las investigaciones minuciosas y particulares (al que le dedicaré el apartado titulado “La gran estafa”); y por último el que yo denomino “macroeconómico”. Este último no es desarrollado de manera teórica por el autor, pero se desprende del anterior, e intentaré echarle luz en el cierre de este trabajo. Respecto al capital inglés y las “inversiones” extranjeras, Scalabrini Ortiz realiza, de alguna manera, denuncias particulares acerca de cada una de las diferentes estafas que llevaron a cabo diplomacia, banqueros y capitalistas ingleses con la connivencia de políticos locales apátridas, corruptos o sencillamente cobardes: tanto con los empréstitos y el endeudamiento externo de la Nación, como con la extranjerización del capital local. Luego de describirlos, en el cierre de este apartado compararé brevemente estos procesos con la etapa de la “valorización financiera” que analizan los autores de la corriente de FLACSO Argentina, en particular Eduardo Basualdo. Luego de leer las investigaciones realizadas por Scalabrini Ortiz en las que describe con gran detalle cómo se llevaron a cabo empréstitos, extranjerizaciones y demás endeudamientos del país, podemos ver el siguiente proceso que se da reiteradamente: todo el dinero que ingresa generando un pasivo para la Nación ya sea a través de un empréstito o a través de la extranjerización del capital, no sólo vuelve rápidamente a las manos extranjeras que lo adelantaron (luego de haberlo ampliado de forma usurera por intereses y dividendos); sino que además puede observarse que en muchas oportunidades ni siquiera haya existido tal “adelanto”. En el plano geopolítico, Scalabrini Ortiz nos muestra la conducta de la diplomacia inglesa, la política visible y la política invisible tendiente a imponer el 2 Fundación Madres de Plaza de Mayo El autor demuestra con su investigación que el primer empréstito realizado por Gran Bretaña a la Argentina, en el año 1824, fue lo que él denomina un empréstito de “desbloqueo”, un modo de transportar en forma permanente las ganancias logradas por los comerciantes ingleses en el Río de la Plata. Hablando, como acostumbra Scalabrini Ortiz, en términos reales, el primer empréstito representó una riqueza que se llevó de la Argentina a Gran Bretaña, y no una riqueza que se trajo a la Argentina. Scalabrini Ortiz realiza un análisis sobre el significado estratégico y geopolítico que tienen los empréstitos por parte de las naciones imperialistas a los países en desarrollo, pero en este trabajo pondremos el acento en la implicancia económica: “Después de hipotecar todos los bienes, el gobierno de Buenos Aires tenía en sus manos órdenes de pago contra comerciantes ingleses locales, es decir papeles de comercio, y (…) ha recibido una cantidad máxima probable de oro metálico equivalente a lo que debe pagar anualmente por servicio y amortización durante 40 años. (…) El metálico que, como producto de esa obligación debió llegar a Buenos Aires, fue sustituido por las ganancias y el crédito local de los comerciantes ingleses. En el mejor de los casos, pues, el gobierno de Buenos Aires recibió papel moneda emitido por el Banco de Descuentos y comprometió sus finanzas presentes y futuras, en una deuda en oro extranjero.” [Política Británica en el Río de la Plata] El uso de la palabra pasivo no es casual. Es así como define Scalabrini Ortiz no sólo a la deuda externa de la Nación sino también al Capital Extranjero instalado en el país, al considerarlo una riqueza perdida, por lo cual hay que descontarlo de nuestro patrimonio, algo que en su época era deliberadamente ignorado. “A nadie se le ocurría investigar quiénes eran los dueños de esas usinas, de esos ferrocarriles. (…) Ninguna ley argentina establece diferencias entre el capital argentino y el capital extranjero, como si la propiedad de las cosas no tuviera consecuencia alguna. (…) ¿Cuánto suman los capitales extranjeros invertidos en la Argentina? ¿Cuál es su servicio total? ¿Qué parte del patrimonio nacional está en su poder? En una palabra, ¿cuánta es la verdadera fortuna del pueblo argentino?” [Política Británica en el Río de la Plata]. Entonces surge la pregunta (o más bien, la respuesta) que está oculta, pero presente a través de todo el trabajo de Scalabrini Ortiz: si sistemáticamente la Nación incurre en procesos que conllevan un desplazamiento de su riqueza al extranjero, siempre como resultado de una supuesta importación de capital… ¿quién es entonces el que está produciendo más ahorro y exportándolo fuera de su tierra? ¿Aquél que lo adelanta (y ni siquiera totalmente) o aquél que lo devuelve acrecentado sideralmente? Cabe preguntarse por qué utilizo la palabra estafa para titular este apartado. Y es porque me interesa resaltar que, más allá de la lógica económica que puede establecerse detrás del pago de intereses por un préstamo o del pago de dividendos por el adelanto de capital, es recurrente en la historia de nuestro país que, detrás de los más importantes endeudamientos de la Nación, extranjerizaciones y privatizaciones, existieron groseras estafas que Scalabrini Ortiz denuncia a través de sus investigaciones; dichas estafas no implicaron un simple soborno en un determinado momento, sino un accionar sistemático de las clases dominantes locales y de los bancos y capitales extranjeros en contra de los intereses de la nación. Es esencial aclarar que esos capitales que ingresaban al país (tanto en la época que retrata Scalabrini Ortiz, como en la que analiza Eduardo Basualdo –como veremos a continuación-) no implicaban en su enorme mayoría una inversión genuina que aumentara la capacidad productiva de la Nación. Endeudar un país a favor de otro, hasta las cercanías de su capacidad productiva, es encadenarlo a la rueda sin fin del interés compuesto. La multiplicación de riqueza que el esfuerzo humano puede realizar es inferior al incremento del capital sometido a la reproducción de un interés compuesto que sobrepase aritméticamente un índice muy bajo. (…) Tarde o temprano el acreedor absorbe al deudor. Primero al débil y pequeño. Luego al más poderoso y resistente. Ferozmente y muchas veces contra su propia voluntad, Los empréstitos externos “El primer empréstito de Inglaterra a la Argentina (…) colinda con la brutal denominación de coacción y aún de estafa internacional”. [Política Británica en el Río de la Plata]. 3 Fundación Madres de Plaza de Mayo el capital centraliza y concentra. [Política Británica en el Río de la Plata] y no como es, un factor que se labora poco a poco y se crea con la aglutinación de muchos pequeños esfuerzos, por eso nuestra mente se resiste a conceder total credulidad a este crecimiento paulatino y progresivo de los llamados capitales extranjeros”. [Política Británica en el Río de la Plata]. Las “inversiones” extranjeras “… los ferrocarriles ingleses (…) han actuado en Argentina como en tierra conquistada, aguaron sus capitales para disimular sus beneficios, transformaron en debentures de pago obligatorio sus capitales iniciales para asegurar sus rentas, han desparramado ganancias en empresas similares, incrementaron su activo con los mismo beneficios logrados en la Argentina obteniendo así verdaderos intereses compuestos, y exportan una proporción fuerte de ganancias en forma de productos del país.” [Historia de los Ferrocarriles Argentinos] La Gran Estafa II (1976-2003): La reestructuración de la economía argentina a la valorización financiera En su investigación acerca de los sectores dominantes en la época de la valorización financiera (período que comienza con la última dictadura militar) Basualdo nos muestra cómo las fracciones del capital dominante contrajeron deuda externa para luego utilizar esos mismos recursos que ingresaban al país en la especulación financiera, aprovechando la valorización que se generaba en el mercado financiero interno gracias al diferencial entre la tasa de interés interna e internacional y posteriormente remitirlos nuevamente a los países de origen. Luego de calcular el monto total de los capitales extranjeros (en su mayoría ingleses), Scalabrini Ortiz nos dice: “no se crea que estos capitales nominales provienen de auténticas remisiones de dinero. Los capitales iniciales invertidos de cualquier manera fueron cubiertos tres o cuatro veces y por lo tanto restituidos con una largueza sin precedentes. Prevalidos de la impunidad con que actuaban, fueron yuxtaponiéndose las ganancias, agregando a la suma del capital propio resultados excedentes logrados en la explotación de la riqueza y del trabajo argentinos.” [Política Británica en el Río de la Plata] La fuga de capitales al exterior estuvo intrínsecamente vinculada al endeudamiento externo dado que, tal como ocurría a principio de siglo (no así en la etapa de Industrialización por Sustitución de Importaciones) no se utilizaba como una forma de financiamiento de la inversión o del capital de trabajo (que podría traer aparejada un incremento de la capacidad productiva que compense el costo de los servicios financieros), sino un instrumento para obtener renta financiera dado que la tasa de interés a la cual se colocaba el dinero era sistemáticamente superior al costo del endeudamiento externo en el mercado internacional. Al igual que en el caso de los empréstitos, los capitales extranjeros que suelen denominarse “inversión extranjera” en la mayoría de los casos no generan un aporte genuino de riqueza por parte de otros países. Scalabrini Ortiz nos muestra claramente (especialmente en el caso de los Ferrocarriles) cómo los capitales iniciales no implican el ingreso real de divisas, al menos no en el monto que luego se contabiliza como “capital inicial”. También el gobierno les da garantías de ganancias, en muchos casos con porcentajes sobre capitales “inflados”. También, en el caso de los ferrocarriles (sin exclusividad), el gobierno proveyó fondos en forma de subscripción de acciones. Más allá de las dádivas, las exenciones en impuestos, la libertad para imponer tarifas, y demás permisos y abusos que se dieron en la explotación, por ejemplo del ferrocarril, queremos destacar, como parte de esta “gran estafa” los procesos de falsa “inversión productiva extranjera”. Es imprescindible el rol que jugó el Estado en ese proceso: por un lado sostuvo una tasa de interés interna elevada, por el otro posibilitó la fuga de capitales proveyendo las divisas necesarias en el mercado interno a través del endeudamiento externo progresivo. Y por último estatizando en varias oportunidades la deuda externa privada. Entonces encontramos una similitud al proceso que describe Scalabrini Ortiz, especialmente en la ligazón que existe entre el endeudamiento y la utilización del mismo para la remisión por parte de lo capitales dominantes, al exterior. En el período que analiza Basualdo puede verse claramente cómo el pago de intereses sumado a la fuga de capitales supera ampliamente el ahorro externo incorporado a través de la deuda (aún si incluyéramos en este último la Inversión Extranjera Directa que mayoritariamente estuvo destinada a la compra de empresas existentes y no a inversiones reales). “La mole inmensa de capital actual no es más que el resultado del esfuerzo y de la riqueza natural argentina capitalizada a favor de Inglaterra. Nos han habituado a considerar al capital como a un factor económico sin origen y sin historia, un factor económico que se presenta súbitamente con sus plenos poderes 4 Fundación Madres de Plaza de Mayo gentina es siempre mayor que la que entra. ¿Y cómo se realiza ello? Una parte se concreta con las divisas que ingresan vía endeudamiento, otra parte con las divisas que las mismos inversores extranjeros “trajeron”, y el resto de las divisas que completan el desguace proviene del resultado positivo de la Balanza Comercial, que no es nada menos que producto (riqueza) proveniente de nuestra tierra y nuestro trabajo, que no consumimos en nuestro país, a cambio de lo cual recibimos divisas que de todas formas volverán a ser giradas al exterior. “Es necesario comprender que (la deuda externa) no genera renta por sí misma. Por lo tanto, de ella no surgió el excedente que se transfirió a los acreedores externos en concepto del pago de los intereses, ni la amortización del capital, ni tampoco los recursos que los deudores externos privados transfirieron al exterior.” Ahorro Nacional y Capitales Extranjeros… ¿quién es el grillo haragán y quién la hormiga trabajadora? “Por eso en un pueblo exportador de materias alimenticias puede haber hambre. Es que ya al nacer, el trigo y el ternero no son de quien los sembró o los crío, son del acreedor hipotecario, del prestamista que adelantó los fondos, del banquero que dio un empréstito al Estado, del ferrocarril, del frigorífico, de las empresas navieras… de todos menos de él.” En el plano de los agregados macroeconómicos, veremos qué nos muestra el resultado de estas investigaciones, y ello es nada menos que el hecho de que la llamada “exportación de capitales” por parte de los países extranjeros no implica un aporte genuino de recursos a nuestra economía, es decir que nuestro país realiza, en términos reales, exportación de Ahorro Nacional hacia los países desarrollados. Esta idea se contrapone a las diferentes teorías del desarrollo, desde las neoclásicas hasta las marxistas en las cuales hay una concepción de que el capital se expande y se termina exportando desde los países desarrollados a aquéllos en donde es escaso, “huyendo” de la ley de los rendimientos decrecientes, para instalarse en países subdesarrollados, en donde encuentra “suelo fértil” para el desarrollo capitalista. Entre los ortodoxos y los marxistas habrá diferencias respecto a las consecuencias de esta expansión capitalista en las sociedades, pero coinciden en el hecho de que en los países desarrollados existe un excedente de capital que se exporta a los países con escaso capital. Scalabrini Ortiz realiza un análisis histórico concreto (a diferencia de los mencionados que ponen su atención en el desarrollo teórico de la economía) y éste le muestra un resultado diferente: los llamados capitales extranjeros invertidos por parte de las potencias económicas son riqueza que proviene del propio país subdesarrollado, a raíz de lo cual concluirá que el “capital extranjero” no realiza ningún aporte real al desarrollo local. Bibliografía •Scalabrini Ortiz, Raúl. 1936 “Política Británica en el Río de La Plata” •Scalabrini Ortiz, Raúl. 1939 “Historia del Primer Empréstito” (Cuaderno de FORJA) La pata que cierra este círculo de explotación es el resultado de la Balanza Comercial. Scalabrini Ortiz pone atención en el hecho de que la Balanza Comercial es superavitaria. Ese superávit comercial tiene dos caras: una son las mercancías y otra es el dinero; las mercancías son producto que dejamos de consumir y que se exporta para ser consumido en el exterior (fundamentalmente materias primas, alimentos) y el dinero, son divisas que ingresan al país desde el extranjero. Como pudimos apreciar en los apartados anteriores, el resultado de los procesos que englobé en el término de “la gran estafa” (empréstitos y extranjerización) es que la riqueza que sale de la Ar- •Scalabrini Ortiz, Raúl. 1940 “Historia de los Ferrocarriles Argentinos” •Scalabrini Ortiz, Raúl. 1965† “Bases para la Reconstrucción Nacional” (recopilación de artículos) •Basualdo, Eduardo. 2006: “La reestructuración de la economía argentina durante las últimas décadas de la sustitución de importaciones a la valorización financiera” (en publicación “Neoliberalismo y sectores dominantes. Tendencias globales y experiencias nacionales”. Basualdo, E. Arceo, E. CLACSO) 5