3. Farmacoterapia cardiovascular J. A. SCHOENENBERGER J. E. POQUET 1 BASES FISIOLÓGICAS El sistema circulatorio tiene como función principal el aporte y remoción de gases, nutrientes, hormonas, etc. de los diferentes órganos y tejidos del cuerpo, lo que se cumple mediante el funcionamiento integrado del corazón, los vasos sanguíneos y la sangre. Su “producto final” es el gasto o débito cardiaco, que corresponde a la suma de los diferentes flujos sanguíneos regionales. En condiciones normales estos flujos se regulan por diferentes mecanismos de carácter local o general: pH, pO2, tono simpático, hormonas, etc. que mantienen un flujo sanguíneo acorde a las características de funcionamiento de cada órgano o tejidos en particular En 1918, Starling reconoce la propiedad del corazón de contraerse en forma proporcional a su llenado (a mayor llenado, mayor volumen de eyección), hasta un nivel en que mayores incrementos de volumen no se acompañan de aumentos del gasto. Esta propiedad se origina fundamentalmente en las características de la estructura contráctil del miocardio. 1.1. Mecánica de la contracción cardiaca(1) Las diferentes fases de un ciclo cardiaco son: llenado diastólico, contracción isovolúmica, eyección y relajación. En este esquema es importante destacar: – El volumen diastólico final, que es el volumen al momento de iniciarse la contracción. Está determinado por el volumen ventricular al término de la eyección, más el retorno venoso. A este volumen diastólico corresponde una presión diastólica, que es función de la distensibilidad ventricular. – Durante la contracción se genera una presión intraventricular, que en un momento supera la presión diastólica aórtica, iniciándose la eyección, la que termina con la relajación del ventrículo izquierdo (VI). – La diferencia entre el volumen diastólico final y el volumen sistólico final es el volumen sistólico de eyección. La fracción de eyección es la relación entre el volumen de eyección y el diastólico, es decir, es el porcentaje del volumen diastólico que es eyectado en cada sístole. Este índice es relativamente constante en condiciones fisiológicas y se altera en forma significativa en condiciones de fallo miocárdico. 806 FARMACIA HOSPITALARIA En condiciones normales, se producen importantes cambios circulatorios a los cuales el corazón se adapta de acuerdo a sus propias características. A continuación analizaremos las consecuencias de las variaciones de la precarga y de la postcarga. Se llama “precarga” a la tensión pasiva en la pared ventricular al momento de iniciarse la contracción y está fundamentalmente determinado por el volumen diastólico final. Equivale a la “longitud inicial” en los estudios en fibra aislada. En situaciones fisiológicas se relaciona principalmente con el retorno venoso, observándose que a mayor precarga o retorno venoso se observa un aumento del volumen de eyección. Por el contrario, si el llenado ventricular es menor, el volumen eyectivo también será menor. Se llama “poscarga” la tensión contra la cual se contrae el ventrículo. El componente fisiológico principal es la presión arterial, pero también depende, entre otras variables, del diámetro y del espesor de la pared ventricular. Al producirse aumentos de la presión arterial, se determina una mayor dificultad al vaciamiento, con disminución transitoria del volumen eyectivo y aumento del volumen residual. Si el retorno venoso se mantiene sin cambios, se produce un progresivo aumento del volumen diastólico ventricular, lo que permite un mayor vaciamiento y recuperación de los volúmenes de eyección. Por el contrario, si hay disminución de la resistencia vascular periférica y disminución de la post-carga, el ventrículo podrá contraerse en forma más completa, observándose un aumento del volumen de eyección. De esta manera se puede apreciar como cambios en el llenado ventricular (pre-carga) o en la resistencia periférica (post-carga) se acompañan de cambios adaptativos prácticamente instantáneos del corazón. Adicionalmente, el corazón se adapta a las demandas circulatorias por cambios en la contractilidad: el concepto de contractilidad se refiere a la capacidad contráctil del músculo cardiaco, independiente de variables tales como la elongación inicial, la post-carga, la frecuencia cardiaca, etc. Esta característica es imposible de medir y sólo se pueden hacer aproximaciones a ella. Por lo tanto, en la práctica usamos el concepto de contractilidad como la propiedad del músculo cardiaco de generar más o menos fuerza, con iguales volúmenes. Esta propiedad permite al corazón adaptarse a variaciones del retorno venoso o de la resistencia periférica sin que necesariamente se produzcan cambios de su volumen diastólico. En condiciones normales la contractilidad está principalmente determinada por la actividad adrenérgica. Otro mecanismo fundamental para la adaptación del corazón, son las variaciones de la frecuencia cardiaca, que están reguladas por un equilibrio entre la actividad simpática y parasimpática. En resumen, las características de la fibra miocárdica y su forma de responder a las variaciones de llenado ventricular (precarga), a los cambios en la resistencia periférica (postcarga) y a los estímulos neurohumorales, particularmente el tono simpático, junto con las variaciones fisiológicas de la frecuencia cardiaca, explican la extraordinaria capacidad del corazón para responder a las diferentes demandas periféricas. 1.2. Fisiología del sistema circulatorio(2) La capacidad de adaptación del sistema cardiocirculatorio no puede explicarse sólo por las características de la fisiología cardiaca. Es indispensable comprender la fisiología del sistema circulatorio y la forma en que se integra funcionalmente con el corazón. El sistema circulatorio está formado por: – Las arterias mayores, que llevan la sangre hacia los diversos territorios. Su elasticidad es un factor determinante de las características del flujo periférico y de las curvas de la presión arterial. – Las arteriolas de resistencia, factor principal en la distribución del gasto cardiaco hacia los diversos territorios y en el nivel de la presión arterial. – Los capilares, a través de los cuales se produce el intercambio de gases, agua y otros elementos, a nivel tisular. – Las venas, que contienen la mayor parte del volumen sanguíneo y que determinan la capacitancia del sistema. – La sangre, elemento de transporte de O2 y demás componentes requeridos para el correcto funcionamiento del organismo. Desde el punto de vista mecánico aporta el volumen necesario para la operación del sistema. FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR 807 Existen dos variables fundamentales en el funcionamiento del sistema circulatorio: la resistencia al flujo y la relación continente-contenido. La resistencia al flujo está dada principalmente por las arteriolas de resistencia, por la viscosidad de la sangre y en proporción menor por el resto del sistema circulatorio. La variable “resistencia circulatoria”depende principalmente de la resistencia arteriolar y en menor proporción de los otros componentes vasculares, en particular de la viscosidad de la sangre. La resistencia vascular total es la suma de las resistencias circulatorias de los diferentes órganos y tejidos del organismo, las que a su vez se modifican en función de variables locales o sistémicas, que regulan el flujo sanguíneo por el órgano o tejido en cuestión, de tal manera que cuando hay disminución de la resistencia se produce un aumento del flujo. Un ejemplo de esta situación es el comportamiento de los vasos de los músculos esqueléticos en relación con el ejercicio. Cuando realizamos un ejercicio en el cual participan numerosos músculos en forma sucesiva se produce una vasodilatación de las arteriolas musculares con la consiguiente disminución de la resistencia y un aumento del flujo y del aporte de O2 a los músculos. Simultáneamente hay aumento del retorno venoso, del tono simpático e incluso –en esfuerzos mayores– de las catecolaminas circulantes, con lo que se produce taquicardia, venoconstriccón y cambios en la contractilidad que en su conjunto explican los notables aumentos del gasto en este tipo de ejercicios. La relación continente-contenido depende fundamentalmente de la capacitancia del sistema y del volumen intravascular. La capacitancia está determinada mayoritariamente por la capacitancia venosa y en menor grado por la capacitancia del resto del sistema. En relación a los cambios de la relación “continente-contenido”, los ejemplos más característicos se refieren a situaciones más bien patológicas, como son las hemorragias o deshidrataciones, etc. en donde existe cambios muy obvios de la volemia. En situaciones fisiológicas también pueden producirse cambios de la capacitancia venosa por venocontricción o venodilatación, particularmente en relación a las variaciones del tono simpático. ling. Así, el trabajo cardiaco se afecta, independientemente, por la poscarga (por ej. resistencia periférica) y la precarga (por ej., presión venosa central). Por otro lado las células auriculares tienen una función endocrina especializada con respecto al sistema cardiovascular. Sintetizan, almacenan y liberan los denominados péptidos natriuréticos auriculares como respuesta a la distensión auricular secundaria al aumento de la presión venosa central (que a su vez sería reflejo de una sobrecarga del volumen de circulación). Los principales efectos de los péptidos natriuréticos son aumentar la excreción de sodio y agua por el riñón, relajan el músculo liso vascular e inhiben la liberación de renina, también en el riñón. Los péptidos natriuréticos producen vasodilatación de los vasos de capacitáncia y disminuyen la presión arterial. 1.3. Interacciones entre el corazón y el sistema circulatorio Una vez convertido el angiotensinógeno en angiotensina I por la renina interviene la Enzima Conversora de Angiotensina (ECA) que convierte esta última en angiotensina II. La angiotensina II produce sus efectos en los tejidos diana a través de la interacción con receptores específicos. El control extrínseco de la contracción cardiaca se debe a la dependencia del trabajo sistólico sobre el volumen telediastólico, expresado en la ley de Frank-Star- 1.4. Papel del sistema renina-angiotensina en la homeostasis cardiovascular(3) El sistema hormonal renina-angiotensina desempeña un papel muy importante en la regulación de la presión y volumen sanguíneos asi como del equilibrio de líquido y electrolitos. La angiotensina II es la hormona efectora del sistema y sus efectos sobre la fisiología cardiovascular se muestran en la Figura 1. El factor limitante en la producción de angiotensina II es la cantidad de renina presente en el plasma y cuyo sustrato es el angiotensinógeno. La fuente principal de renina es el riñón y su secreción es controlada por tres mecanismos: – El nivel de perfusión renal, de forma que una disminución de la tensión arterial sistémica por cualquier causa conlleva un aumento de la secreción de renina. – La concentración de sodio al principio de túbulo distal, de forma que una reducción de la misma conlleva un aumento de la secreción de renina. – El nivel de activación de los receptores beta-1 adrenérgicos presentes en las células yuxtaglomerulares del riñón, de forma que una descarga del sistema simpático estimula la secreción de renina. 808 FARMACIA HOSPITALARIA Dado el amplio espectro de los efectos de angiotensina II sobre el sistema cardiovascular y el papel protagonista del sistema renina-angiotensina en la génesis de la hipertensión de diversas etiologías, se entiende la utilidad de los fármacos que interfieren los efectos del péptido en el tratamiento de diferentes enfermedades cardiovasculares. 1.5. Consumo de oxígeno miocárdico y flujo sanguíneo coronario El flujo coronario esta estrechamente relacionado con el consumo de oxígeno miocárdico y ambos varían ampliamente entre las condiciones de reposo y las de ejercicio máximo. Los principales factores fisiológicos que regulan el flujo coronario son los factores físicos, la regulación vascular por metabolitos y la regulación nerviosa y humoral. El flujo de sangre coronario sólo se produce durante la diástole, siendo la presión de perfusión eficaz igual a la diferencia entre las presiones aórtica y ventricular. Si la primera disminuye o la segunda aumenta la presión de perfusión desciende y también lo hace el flujo de sangre coronario. El control vascular por metabolitos es el mecanismo más importante de la regulación del flujo coronario: el candidato mas conocido como metabolito vasodilatador es la adenosina. La inervación simpática coronaria ejerce pequeños efectos directos sobre el flujo sanguíneo. 1.6. Fisiología de la conducción cardiaca(4) El flujo de iones cargados a través de las membranas celulares da como resultado corrientes iónicas que conforman los potenciales de acción cardiacos. Sin embargo, el potencial de acción es una entidad sumamente integrada: los cambios en una corriente, producen cambio en otra corriente eléctrica. Por ello, los antiarrítmicos originan múltiples efectos pudiendo ser beneficiosos o perjudiciales en pacientes individuales. Los iones se mueven a través e las membranas celulares en respuesta a gradientes eléctricos y de concentración, a través de canales o transportadores de iones específicos. La célula cardiaca normal en reposo conserva un potencial transmembrana de 80-90 mV y que se mantiene, principalmente, por bombas Na+K+ ATP-asas dependientes. El Na+ no puede entrar en la célula, ya que los canales permanecen cerrados frente a potenciales de membrana negativos, sin embargo el K+ puede moverse a través de la membrana. Si una célula cardiaca queda despolarizada por encima de un potencial umbral, se abren los canales de Na+ facilitando su masiva entrada (hasta 107 iones por segundo). Después de este breve momento (dura sólo un milisegundo), este canal de Na+ queda "inactivado" no permitiendo la entrada de más iones. Inmediatamente después, se abren los canales de K+ permitiendo su salida hacia el exterior de la célula e iniciando la repolarización de la membrana. Por cada potencial de acción que recibe la célula, su interior gana iones de sodio y los pierde de potasio. Por ello es necesario, que se active la bomba Na+-K+, que necesita consumo de energía (ATP dependiente), para conservar la homeostasis celular. Se extraen tres iones de Na+ por cada dos iones de K+ que se introducen en la célula, siendo este bombeo el que generará en si mismo una corriente neta hacia afuera (salen más cargas positivas de las que entran, por lo que la célula cada vez tiene menos carga positiva en su interior, lo que implica que se va repolarizando). En situaciones normales, el Ca++ intracelular se conserva en cifras muy bajas. En las células cardiacas, la entrada de Ca++ durante cada potencial de acción constituye una señal para que el retículo endoplasmático libere sus reservas de calcio lo que genera la aparición de contracciones musculares. Los impulsos cardiacos normales se originan en el nodo sinusal (NS), desplazándose principalmente “a lo largo” del corazón a una velocidad dos o tres veces mayor que cuando se desplazan de modo transversal, se propagan con rapidez por toda la aurícula (onda P del ECG) y llegan al nodo auroventricular (NAV). Al llegar al NAV, la velocidad de la corriente disminuye, lo que permite que la aurícula impulse sangre hacia el ventrículo. Una vez la corriente sale del NAV, se alcanza el sistema de conducción (corrientes de Na+ más rápidas que en otro tejido) y que permiten la contracción simultanea de todo el ventrículo (complejo QRS del ECG). Posteriormente se produce la repolarización ventricular, que genera la onda T del ECG. 1.7. Coagulación sanguínea y fenómenos relacionados(5) La cascada de la coagulación está formada por dos vías paralelas. La vía intrínseca incluye unos componentes que se encuentran normalmente en la sangre, FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR mientras que la vía extrínseca es activada por lipoproteínas de los tejidos. Ambas vías convergen y dan lugar a la formación del factor Xa, que activa la protrombina para formar la trombina. La formación de trombina es el paso esencial en la formación del trombo. En el origen del trombo intervienen las alteraciones que se producen en la pared vascular y en el flujo sanguíneo, en los mecanismos que regulan el funcionamiento de las plaquetas al producirse una lesión del endotelio y al alterarse el equilibrio fisiológico entre el sistema procoagulante y el sistema anticoagulante, mediados por los inhibidores naturales y de la fibrinólisis. La fibrinolisis, que se inicia simultáneamente con la coagulación, actúa manteniendo la permeabilidad del vaso sanguíneo mediante la eliminación de los depósitos de fibrina. La plasmina, producida al activarse la fibrinolisis, inactiva otros factores participantes en la coagulación (factor V, factor VIII y fibrinógeno). En este proceso trombolítico también intervienen los anticoagulantes naturales (heparina-antitrombina-III, proteína C-trombo-modulina-proteína S y el inhibidor del factor tisular). 2 FISIOPATOLOGÍA 2.1. Cardiopatía isquémica: de la angina estable a los síndromes coronarios agudos (SCA)(1,6,7) La cardiopatía isquémica es una de las causas de muerte mas común en los países desarrollados y esta fisiopatológicamente relacionada con un déficit de irrigación sanguínea del músculo cardiaco. La isquemia produce una sobrecarga de calcio celular que puede ser causa de muerte celular y aparición de arritmias. El corazón es especialmente sensible a la isquémia ya que en condiciones normales ya tiene un menor suministro sanguíneo en relación a su consumo de oxígeno que la mayoría de órganos. En función del grado y tipo de estenosis de la arteria coronaria el cuadro resultante será más o menos agudo. El síntoma predominante de la angina es el dolor precordial transitorio de intensidad variable que puede acompañarse de disnea, nauseas, sudoración y dolor irradiado al brazo izquierdo. En la angina estable (angina de esfuerzo), la forma mas benigna de cardiopatía isquémica, el episodio anginoso se desencadena con el ejercicio y se calma con reposo y estaría relacionado 809 con una estenosis fija de la arteria coronaria, casi siempre ateromas. Los pacientes que presentan signos y síntomas agudos de cardiopatía isquémica no relacionados con el esfuerzo son etiquetados como pacientes que padecen un síndrome coronario agudo (SCA). En estos casos la isquemia del músculo cardiaco es provocada por una estenosis severa y aguda de la arteria coronaria, normalmente un trombo que ocluye la luz del vaso. El proceso se inicia con la ruptura de una placa de ateroma en la coronaria, lo que origina una lesión local que induce una activación y agregación de las plaquetas con la consiguiente formación del trombo. La isquemia consiguiente puede ser agravada por la vasoconstricción de la arteria o la embolización de las plaquetas distalmente y hace que el paciente pueda presentar arritmias o incluso una parada cardiaca. En todos los casos el primer paso de la evaluación de un paciente con signos y síntomas de cardiopatía isquémica es la realización de un electrocardiograma (ECG). En las formas mas benignas de cardiopatía isquémica (angina estable) el ECG solo se altera durante el esfuerzo. En los pacientes con SCA los resultados electrocardiográficos permiten distinguir dos tipos de patologías en función de la presencia o ausencia de elevación del segmento ST: – Si hay oclusión aguda el paciente presenta dolor torácico y elevación del segmento ST en el área isquémica. Si dicha isquemia persiste el músculo se infarta y empieza a necrosarse lo que es revelado por la aparición de ondas Q en el ECG y un aumento en suero de enzimas cardiacas (creatin kinasa) y marcadores como las troponinas. Los SCA con elevación del segmento ST se consideran infartos de miocardio (IM) elegibles para tratamientos de reperfusión mediante trombolíticos o angioplastia. – Los SCA sin elevación del segmento ST incluyen un amplio rango de patologías, desde la angina de reposo y la angina postinfarto al infarto sin onda Q y la angina inestable. En estos casos hay un oclusión parcial o transitoria de la arteria coronaria que si es grave se acompaña de necrosis aunque no de ondas Q (de aquí la etiqueta de infarto sin onda Q); si no hay necrosis se habla de angina inestable. La angina de esfuerzo implica un riesgo aumentado de infarto de miocardio y mortalidad cardiovascular. La mayoría de los pacientes con SCA se estabilizan pero 810 FARMACIA HOSPITALARIA hasta un 10% de ellos sufren un IM intrahospitalario. Los pacientes con hipertrofia cardiaca y los que no responden al tratamiento médico inicial presentan más riesgo de padecer accidentes cardiacos posteriores. Otros factores de riesgo son: ser varón, la edad avanzada, la hipertensión, la hipertrofia cardiaca izquierda, una mala respuesta a las pruebas de esfuerzo y una afectación miocárdica amplia. La fisiopatología de la lesión primaria es la misma en los SCA sin elevación del segmento ST que en los SCA con elevación del segmento ST, exceptuando el hecho de que en el primer caso el trombo es más rico en plaquetas. Este hecho pone de relieve la importancia del uso de agentes antiagregantes plaquetarios en la prevención y tratamiento de la cardiopatía isquémica. 2.2. Insuficiencia cardiaca (IC)(8,9) Se trata del estadio común final de una serie de condiciones que sobrecargan o dañan el corazón. Los signos y síntomas se deben a una reducción del gasto cardiaco y un incremento de las presiones venosas: disnea, edema, vasoconstricción, fatiga. Las manifestaciones hemodinámicas se acompañan de anormalidades moleculares que conducen a una muerte prematura de la célula cardiaca y un progresivo deterioro del corazón. El curso clínico conduce a la muerte de la mayoría de los pacientes en un plazo de cinco años desde el inicio de los síntomas. En la IC es importante distinguir entre prognosis y hemodinámia: hoy sabemos que agentes que mejoran la hemodinámia a corto plazo pueden empeorar el pronóstico a largo plazo y, al contrario, agentes que no parecen afectar claramente a la hemodinamia, como los IECA o fármacos que empeoran inicialmente la hemodinamia como algunos betabloqueantes, son capaces de ralentizar la progresión de la enfermedad y prolongar la supervivencia. La bomba cardiaca puede presentar dos tipos de insuficiencia: insuficiencia cardiaca derecha o retrógrada e insuficiencia cardiaca izquierda o anterógrada. Cuando coinciden las dos se habla de insuficiéncia cardiaca congestiva. En cualquier caso se produce una reducción del volumen de sangre bombeado (disminución del gasto cardiaco) lo que provoca una respuesta adaptativa del sistema neurohumoral que controla la circulación con el fin de mantener la presión sanguínea y el gasto cardiaco. En la Tabla 1 se detallan las res- Tabla 1. Respuestas compensatorias a una disminución del gasto cardiaco. Efectos a largo plazo que aparecen en el corazón insuficiente. Respuestas Funcionales Retención de agua y sal Vasoconstricción co. Estimulación adrenérgica cardiaca y Efectos a corto plazo Efectos a largo plazo Aumento de la precarga Mantenimiento del gasto cardiaco. Edema, anasarca, congestión pulmonar. Aumento de la postcarga Reducción del gasto cardia- Mantenimiento de la presión sanguínea Aumento de la demanda y del gasto cardiaco. de energía cardiaca. Necrosis cardiaca. Aumento de la contractilidad, relajación Incremento de la concentración y frecuencia cardiaca. citosólica de calcio y de la Mantenimiento del gasto cardiaco. demanda de energía del músculo cardiaco. Necrosis cardiaca, arritmias muerte súbita. Proliferativas Hipertrofia adaptativa con aumento del número de sarcómeros Mantenimiento del gasto cardiaco. Hipertrofia maladaptativa con elongación celular, remodelación, alteración del fenotipo, apoptosis. Aumento de las demandas energéticas, necrosis. FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR 811 Figura 1. Efectos principales de la angiotensina II y mecanismos responsables. + Aumento de la perfusión renal Disminución de la perfusión renal RENINA – + ANGIOTENSINA II Corteza suprarrenal – Estímulo de la secreción de aldosterona. Riñón – Constricción arteriolar. – Disminución de la permeabilidad del aparato de filtración. – Disminución de la excreción de sodio. – Disminución del volumen de orina. Sistema cardiovascular – Estimulación directa del músculo cardiaco. – Constricción arteriolar con aumento de la resistencia periférica. – Crecimiento vascular con hipertrofia e hiperplasia. Sistema nervioso – Estimulación simpática. – Facilitación de la transmisión simpática Retención de sodio, aumento del volumen sanguíneo, aumento de la presión arterial. puestas a una insuficiencia cardiaca: los efectos a corto plazo son positivos en situaciones agudas (hemorragia o shoc cardiogénico) pero los efectos a largo plazo que se ven en los pacientes con IC crónica son deletéreos. De forma más lenta sigue una respuesta proliferativa que altera el tamaño y la forma del músculo cardiaco para compensar las anormalidades hemodinámicas. La respuesta hipertrófica, aunque mejora el bombeo cardiaco a corto plazo acelera el deterioro de la célula muscular y compromete la supervivencia a largo plazo. La caquexia cardiaca que se observa en los estadios finales de la IC se debe a una liberación local y sistémica de citoquinas como el factor de necrosis tumoral (TNF). Estos mediadores inflamatorios contribuyen a la miopatía del músculo esquelético que acompaña con frecuencia a la IC y podrían contribuir al propio deterioro del músculo cardiaco. La hipertrofia cardiaca adaptativa se convierte a largo plazo en una respuesta adaptativa incorrecta (ver Tabla 1) y la biología molecular sugiere que los mismos mecanismos que causan la hipertrofia podrían iniciar respuestas deletéreas para el corazón a largo plazo. Los mediadores neurohumorales que activan las respuestas funcionales (angiotensina II, norepinefrina, aldosterona, endotelina) también activan las repuestas proliferativas incorrectas. Estos nexos de unión entre estimulación neurohumoral y respuestas proliferativas explican porque los agentes farmacológicos que bloquean esta respuesta neurohumoral prolongan la supervivencia en la IC. 2.3. Hipertensión (10) Salvo en casos muy específicos (feocromocitoma, estenosis de la arteria renal, etc) el aumento de la presión sanguínea no parece tener un factor causal obvio y en general se habla de hipertensión esencial. La fisiopatología está íntimamente relacionada con los riñones que presentarían algun defecto en el manejo renal del sodio que conduciría a una retención hidrosalina. Este hecho conllevaría una hipersecreción de péptidos natriuréticos que compensarían la retención de líquido a costa de un 812 FARMACIA HOSPITALARIA aumento de las resistencias periféricas. Una de las maneras por las que el proceso primario conduce al empeoramiento progresivo de la hipertensión es la remodelación e hipertrófia de las células musculares lisas de la capa media de las arterias de resistencia; esta modificación reduce la relación entre el diámetro de la luz y el grosor de la pared, aumentando la resistencia vascular periférica. Se presenta además una hiperreactividad de los vasos periféricos a las aminas presoras. Dado el desconocimiento del factor causal de la hipertensión el control farmacológico debe basarse en el conocimento de los diversos factores que regulan la presión arterial. En cualquier caso la disminución de la presión arterial mejora enormemente el pronóstico de los pacientes con hipertensión y el tratamiento farmacológico es una necesidad cuando otras medidas fracasan. Entre los principales mecanismos de acción antihipertensiva cabe destacar: de conducción) se presentan entre el 0,1-0,3% de la población general. Si estos síndromes de pre-excitación derivan en la aparición de una fibrilación ventricular, se eleva el riesgo de sufrir una muerte súbita. La fibrilación auricular (FA) es la arritmia más frecuente y es la principal causa de episodios tromboembólicos (el 75% de los cuales son accidentes cerebrovasculares). La incidencia de FA es del 2% en la población general y se incrementa proporcionalmente al aumentar la edad de los pacientes. En la mayoría de los pacientes (70-80%), la FA se asocia a enfermedad cardiaca orgánica. Las repercusiones clínicas de las arritmias pueden ser desde nula hasta producir muerte súbita, por lo que es esencial la realización de un diagnóstico adecuado. Bajo la denominación general de arritmias cardiacas, se incluyen todas aquellas alteraciones del ritmo normal de activación eléctrica del músculo cardiaco. Se pueden clasificar en tres grandes grupos: – La reducción del volumen sanguíneo mediante la utilización de diuréticos. – El bloqueo beta-adrenérgico que produce una reducción del gasto cardiaco, una reducción de la liberación de renina en el riñon y una reducción de la actividad simpática central. – La inhibición de la actividad de la angiotensina II (Figura 1). – La vasodilatación arteriolar. – El bloqueo de los receptores alfa-adrenérgicos. – Taquicardias: incremento de la frecuencia cardiaca superiores a 100 latidos/min. – Bradicardias: disminución de la frecuencia cardiaca por debajo de 60 latidos/min. – Alteraciones aisladas del ritmo cardiaco 2.4. Arritmias cardiacas(4) Las arritmias supraventriculares generalmente no son mortales. Su importancia radica en su morbilidad y en sus repercusiones sociolaborales: a) los episodios suelen ser mal tolerados clínicamente y con frecuencia precisan asistencia médica; b) las taquicardias incesantes pueden producir miocardiopatías; c) los tratamientos crónicos con antiarrítmicos pueden desencadenar arritmias; d) si los episodios de taquicardias son frecuentes, el paciente puede verse incapacitado para el desarrollo de su actividad laboral normal. La prevalencia de los síndromes de pre-excitación (existe activación ventricular antes de que llegue el estímulo desde la aurícula siguiendo el sistema específico Taquicardia sinusal (100-180 latidos/min.). Los estímulos capaces de provocarlo son fisiológicos (ejercicio, estrés) o patológicos (infección, fiebre, anemia, hipertiroidismo, isquemia miocárdica, teofilinas, etc.). En la mayoría de las situaciones no precisa tratamiento y, solo a veces, puede resultar beneficioso enlentecerla con propanolol (10-40 mg/6-8 h). Taquicardia auricular automática (120-250 latidos/min.): también se le denomina por foco ectópico. Es poco frecuente y suele asociarse a cardiopatías graves y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). En los adultos jóvenes y en los niños suele ser muy persistente y en general es muy resistente al tratamiento. Taquicardia nodal automática (< 130 latidos/min.): casi siempre se asocia a: intoxicación digitálica, infarto agudo de miocardio, postoperatorio de cirugía cardiaca o hipopotasemia. Suelen cursar asintomáticas, ya que son benignas y autolimitadas. Taquicardia por reentrada auriculoventricular: puede ser por entrada intranodal (170-250 latidos/min.), por vía accesoria o de las denominadas “incesantes”. Fluter auricular (240-430 latidos/min.): es muy frecuente y puede presentarse: FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR a) Asociada a cardiopatía orgánica (valvulopatías, cardiopatía isquémica o hipertensivas, miocardiopatías, cor pulmonale, miopericarditis congénitas, etc.). b) En situaciones clínicas, de forma transitoria y aislada, (cirugía torácica y abdominal, tromboembolismo pulmonar, sepsis, fiebre, shock, hipoxia, hiper e hipotiroidismo, etc.). c) En personas sanas, con un desencadenante (alcohol, tabaco, estrés físico o psíquico, etc.) Taquicardia ventricular sostenida monomorfa (130-200 latidos/min.): puede presentarse asociada a cardiopatía (aunque no es obligatorio), en la fase aguda del infarto o en individuos sanos con liberación puntual de catecolaminas (estrés o ejercicio). Taquicardia ventricular no sostenida: ningún fármaco antiarrítmico ha conseguido disminuir su incidencia (algunos incluso la aumentan). Taquicardia ventricular lenta (60-110 latidos/min.): se presenta en la fase aguda del infarto inferior o en la reperfusión postfibrinólisis. Taquicardia ventricular en Torcida de Puntas (“torsades de pointes”): se producen en las siguientes situaciones: a) Tratamiento antiarrítmico con fármacos de la clase Ia y de la clase III. b) Utilización de ciertos medicamentos: terfenadina y astemizol, eritromicina, pentamidina, tioridazina y algunos antidepresivos triciclicos (Roden 1996). c) Alteraciones electrolíticas: hipokaliemia, hipomagnesemia. d) Bradicardia grave. e) Alimentación parenteral. f) Cardiopatías: miocarditis, isquemia... g) Enfermedades del SNC: tumores, traumatismoscraneoencefálicos, accidentes cerebro vascular agudo... h) Síndromes congénitos con QT alargado. La administración de Mg++ por vía IV es eficaz para prevenir episodios recurrentes de “torsades de pointes”, incluso si el Mg++ plasmático es normal, aunque no han realizado estudios controlados que avalen este efecto. Bradicardia sinusal: se presenta en sujetos jóvenes sanos y atletas. Pausa sinusal: puede ser debida a un estímulo vagal intenso, al empleo de fármacos o a una patología 813 subyacente. Bloqueos senoauriculares: pueden ser secundarios a fármacos, hipokaliemia o disfunción sinusal. Bloqueos auriculo-ventriculares: pueden ser de primer, segundo o tercer grado. 2.5. Arteriosclerosis y claudicación intermitente(10) Cuando las placas de ateroma afectan a las arterias periféricas el síntoma más común es el dolor en la piernas al caminar (“claudicación”), seguido de dolor en reposo y, en casos graves, gangrena de los pies o piernas. La enfermedad microvascular puede ser el resultado de la lesión estructural del endotelio capilar (como ocurre en los diabéticos) o de la vasoconstricción inapropiada de arterias y arteriolas. En la circulación periférica esto da lugar al fenómeno de Raynaud (palidez de los dedos durante la vasoconstricción, seguida de cianosis debida a la desoxigenación de la sangre estancada y enrojecimiento secundario a la hiperemia reactiva tras el retorno del flujo sanguíneo). Los pacientes con estos síntomas de arterioesclerosis obliterante tienen mas riesgo de cardiopatía isquémica. 2.6. Enfermedad tromboembólica (ETE): trombosis venosa profunda (TVP) y embolia pulmonar (EP) La trombosis se define como la formación y propagación de un coagulo sanguíneo en el sistema cardiovascular (arterias, venas, corazón y microcirculación). Las complicaciones de las trombosis se deben tanto a la obstrucción de un vaso en el ámbito local como por la embolización a distancia (puede causar isquemia o infartos de diversos órganos). Factores que influyen en la aparición de la enfermedad tromboembólica (ETE): Pared vascular: varios factores favorecen el flujo sanguíneo e impiden la formación de trombos: – La integridad de la superficie endotelial y su carga negativa. – Los inhibidores de la agregación plaquetaria (prostaciclina) o la adhesión de las plaquetas (lipoxigenasa). 814 FARMACIA HOSPITALARIA – Los mucopolisacáridos que impiden el depósito de fibrina (heparán y dermatán-sulfato). – La activación de la proteína C (anticoagulante) por mediación de la trombomodulina. – El equilibrio entre sustancias vasocontrictoras y vasodilatadoras. – La liberación del activador tisular del plasminógeno. – La fabricación y liberación de sustancias reparadoras de la pared vascular. Plaquetas: participan en la trombogénesis por cuatro mecanismos: adhesividad, activación y liberación de sustancias, agregación plaquetaria y actividad coagulante. Flujo sanguíneo: la arteriosclerosis en la formación de trombos arteriales y la estasis del flujo venoso son los principales factores asociados a la trombogénesis. Otros factores que favorecen la formación de trombos son: la disminución de la velocidad de flujo, el aumento del índice de cizallamiento y el incremento del número o tamaño de los hematíes Fase plasmática de la coagulación: la homeostasis de la coagulación implica distintos sistemas: – El sistema procoagulante: ciertas enzimas de grupo de las serin-proteasas y sus cofactores interaccionan con los fosfolípidos de la membrana plaquetaria o del endotelio lesionado formando un coagulo de fibrina. Se divide en la Vía extrínseca (factor tisular y factor VII, son los responsables en el inicio de formación del coágulo) y la Vía intrínseca (factores de contacto y responsables de la formación de fibrina). – El sistema inhibidor: los anticoagulantes naturales limitan la formación del tapón hemostático o del trombo en el lugar de la lesión. Incluyen la antitrombina-III y el sistema de la proteína C-proteína S (los pacientes con déficit de estos últimos desarrollan trombosis principalmente en el territorio venoso). La acción de la antitrombina III se potencia por la acción de la heparina. – El sistema fibrinolítico: esta constituído por plasminógeno que es activado (por el activador tisular del plasminógeno) para convertirse en plasmina. El resultado final de la fibrinólisis es la formación de los productos de degradación del fibrinógeno-fibrina (monómeros de fibrina). Otros elementos: intervienen los anticuerpos antifosfolípido (destacan el anticoagulante lúpico y los anti- cuerpos anticardiolipina) y la hiperhomocisteinemia (la homocisteína se ha relacionado con la aterosclerosis y de la enfermedad oclusiva arterial). Factores de riesgo de aparición de la ETE: Factores primarios: la trombofilia hereditaria suele tener carácter familiar, se manifiesta antes de los 40 años con episodios recurrentes de trombosis. Su prevalencia en la población general es de 1/3.000-5.000 habitantes. – Déficit de antitrombina-III: se localiza en el 0,47% de los pacientes con trombosis(11). Presenta manifestaciones clínicas más graves que los déficits de proteínas C o S. Pueden presentarse patologías asociadas que cursen con déficit adquirido de AT-III (cirrosis hepática, síndrome nefrótico, coagulopatía intravascular diseminada (CID), hemodiálisis, tratamientos con heparina, anovulatorios y L-asparaginasa). – Déficit de proteína C: el 3,2% de los pacientes con trombosis(11). Los miembros con déficit heterocigótico tienen un riesgo 10 veces superior de padecer una trombosis venosa profunda (TVP) que los individuos normales. Los nacidos homocigotos no son viables. Puede presentarse secundariamente en los pacientes con hepatopatías, (coagulación intravascular diseminada o sometidos a tratamiento anticoagulante). – Déficit de proteína S: presente en el 7,3% de los pacientes con trombosis(11). En los pacientes heterocigóticos, suele presentarse trombosis arterial y embolia pulmonar antes de los 40 años y tienen elevado el riesgo de necrosis cutánea al ser tratados con anticoagulantes orales. Los pacientes homocigóticos también fallecen durante los primeros días de vida. – La mutación del Factor V (Leiden): se presenta en el 15% de la población española con trombosis. Los portadores de esta alteración genética tiene un riesgo 2,4 veces superior de sufrir una ETE(12). – Mutación del gen de la protrombina: es una anomalía que afecta al nucleótido 20210A del gen de la protrombina y que incrementa significativamente el riesgo de tromboembolismo. Los anticonceptivos orales, multiplican el riesgo de sufrir una trombosis en las pacientes que presentan esta mutación. – Déficit del factor XII: los homocigóticos tienen asociado un incremento del riesgo trombótico que no aparece en los pacientes heterocigóticos. – Hiperhomocisteinemia: la incidencia de hiperhomocisteinemia entre los pacientes que sufren un episodio FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR trombótico antes de los 40 años es del 19%. Los pacientes con hiperhomocisteinemia presentan un mayor riesgo de recurrencia de la ETE al finalizar el tratamiento anticoagulante. Sus valores plasmáticos dependen fundamentalmente de dos factores, uno externo o nutricional (ácido fólico, vitaminas B6 y B12) y otro genético (el polimorfirmos de la metilén- tetrahidrofólico-reductasa). Sobre el primer factor, se ha observado que la administración de suplementos de estas vitaminas en ancianos, podía reducir las complicaciones tromboembólicas en este grupo de pacientes. – Disfibrinogenemias: este término agrupa varias patologías diferentes y su prevalencia es baja (0,8%) entre los pacientes con trombosis. El 10-15% de las disfibrinogenemias se asocian con episodios de tromboembolia recurrente. Factores secundarios: pueden ser las desencadenantes del episodio de trombosis en los pacientes con trombofilia congénita. – Edad: la edad avanzada (mayores de 40 años) se asocia con una alta incidencia de ETE. Por cada década que se envejece, el riesgo tromboembólico, se duplica, aunque tampoco debe olvidarse de la coexistencia durante la vejez de otros factores que predispone a padecer una trombofilia (insuficiencia cardiaca, neoplasias, traumatismos, inmovilización y cirugía ortopédica). – Trombosis previa: los pacientes con antecedentes de enfermedad tromboembólica pueden sufrir nuevos procesos de TVP en el 60%, mientras que si estos no existen el porcentaje se reduce al 20%. – Inmovilización prolongada: se favorece la estasis venosa por la ausencia de contracciones musculares y por lo tanto la formación de trombos. – Cirugía: la incidencia de TVP en diferentes cirugías sin profilaxis son las siguientes(13): prótesis de cadera 39-57%, prótesis de rodilla 40-84%, fracturas de miembros inferiores 67-83%, traumatismos 50-62%, cirugía general: torácica 45%, ginecológica 12-45%, cardiaca 30%, abdominal 30%, neurocirugía 25%, urología 20% teniendo en cuenta que en la prostatectomía, el riesgo es cuatro veces superior si se emplea un abordaje vesical que uno transuretral(14). – Cáncer: la ETE como expresión de un estado de hipercoagubilidad asociado a un proceso neoplásico se conoce como síndrome de Trousseau. Se han registrado numerosos casos de TVP o TEP en pacientes 815 con linfomas, tumores de células germinales, cáncer de pulmón o de ovario. Además, la administración de algunos fármacos antineoplásicos se acompaña de un incremento del riesgo de sufrir una trombosis. La presencia de ETE se asocia con una incidencia de neoplasia 3,2 veces superior a la que presenta la población general – Anticonceptivos orales (ACO): las mujeres que reciben anticonceptivos orales presentan un riesgo de ETE de 4,1 por 100.000 mujeres/año(15). Se ha descrito una mayor incidencia en la aparición de trombosis en las mujeres que toman anticonceptivos orales de tercera generación (ACO) que contiene los progestágenos (desogestrel y gestodeno) tanto en formulaciones mono, bi o trifásicas. Este riesgo de aparición de ETE es mayor durante el primer año de utilización de todos los ACO, independientemente de la generación a la que pertenezcan(16). El riesgo de ETE asociado al uso de cualquier ACO es inferior al que corresponde al del propio embarazo (60 casos por 100.000 embarazos). – Embarazo: la mujer gestante corre cinco veces más riesgo trombótico que la no embarazada(17). Un peso superior a 80 kg, antecedentes familiares o personales de trombosis y la presencia de trombofilia son factores de riesgo para desencadenar una TVP. La identificación de estos factores en mujeres embarazadas y con antecedentes de complicaciones obstétricas, permite ofrecer la oportunidad de reducir el riesgo de TVP mediante la utilización de heparina. – Síndrome antifosfolípido: presente en el 4,08% de los pacientes con trombosis(11). La presencia del anticoagulante lúpico se asocia con una mayor tendencia a sufrir una ETE. Las pérdidas fetales recurrentes (> 3 episodios) afectan al 1-2% de las mujeres y de estas un 7-25% son portadoras de anticuerpos antifosfolípido. La trombosis de vasos placentarios, y el consiguiente infarto de la placenta, parece ser el principal mecanismo de las pérdidas fetales recurrentes que aparecen en estas pacientes. Los pacientes con anticuerpos antifosfolípido pueden presentar anticuerpos contra otros factores de la coagulación (protrombina, proteína C o proteína S). – Síndromes mieloproliferativos: la incidencia de TVP es mayor en pacientes con policitemia vera, trombocitopenia esencial y mielofibrosis idiopática y generalmente se presentan con trombosis en venas hepáticas y mesentéricas. – Trombocitopenia causada por la heparina: estos pa- 816 FARMACIA HOSPITALARIA cientes corren menos riesgo de sangrado que de trombosis (especialmente arterial). La generalización de la HBPM ha disminuido su incidencia. – Síndrome nefrótico: la incidencia de tromboembolismo oscila entre el 25-30%, aunque prácticamente la mitad son asintomáticas. – Diabetes mellitus: es un factor de riesgo de la enfermedad cardiovascular, por las alteraciones metabólicas y la aceleración en los procesos ateroscleróticos, y por ello responsable de la aparición de trombosis arteriales. – Otros factores: en un estudio realizado en 112.822 mujeres con un seguimiento durante 16 años, se ha observado que la hipertensión, el tabaquismo y la obesidad (factores de riesgo coronario del estudio Framinghan) también se consideran factores de riesgo que favorecen la aparición de una embolia pulmonar. Se ha descrito que los viajes prolongados de más de cinco horas de duración, tanto en avión, tren o coche (y no solo los viajes transoceánicos en clase turista), se han asociado a un incremento del riesgo de aparición de un fenómeno tromboembólico(18). Epidemiología y diagnóstico de la enfermedad tromboembólica venosa La TVP es la tercera causa de enfermedad cardiovascular, por detrás de la cardiopatía isquémica y del accidente vascular cerebral. Cuando hablamos de incidencia de la ETE, ante todo debemos ser conscientes de que es un error identificar la sintomatología clínica con el diagnóstico, tanto por los numerosos falsos negativos como por los falsos positivos. Se ha demostrado ampliamente la disociación que existe entre la trombosis venosa profunda (TVP) diagnosticada radiológicamente y la sintomatología clínica. Por ello para valorar la incidencia real de esta patología deberíamos ceñirnos a aquellos estudios que utilizan los métodos diagnósticos actualmente aceptados: flebografía ascendente bilateral para el diagnóstico de TVP y la angiografía de ventilación-perfusión para la embolia pulmonar (EP). En los pacientes fallecidos, la necropsia es el único método para afirmar que la ETE ha sido la responsable del fallecimiento. Se ha reconocido que la ETE es la principal causa de muerte hospitalaria en los países desarrollados y la causa de muerte más común entre los pacientes politraumáticos que han sobrevivido al séptimo día. La EP es el motivo más frecuente de fallecimiento intrahospitalario evitable(19). La inci- dencia del EP en la población es aproximadamente 1/1.000 por año, lo que representa unos 250.000 ingresos hospitalarios por año(20). En un estudio realizado en el Hospital Vall d´Hebrón entre los años 1990 y 1994, 761 pacientes presentaron EP (0,7% de los ingresos) y un 12% de los mismos fallecieron a causa del mismo generando un coste adicional de cien millones de pesetas(21). Los trombos arteriales están relacionados con alteraciones previas de la pared vascular (siendo la más común, la aterosclerosis). Son trombos formados en condiciones de flujos sanguíneos acelerados y ricos en plaquetas que se mantienen entrelazados con unas pocas hebras de fibrina(5). Sin embargo, en la trombosis venosa, el principal factor de riesgo es la estasis venosa, lo que favorece la formación de trombos ricos en hematíes y fibrina y pobres en plaquetas(5,22). Los trombos venosos son depósitos intravasculares de fibrina y glóbulos rojos, a los que se suma una cantidad variable de plaquetas y leucocitos. Se forman en áreas de velocidad disminuida y se localizan en los senos venosos y en las válvulas de las venas de la pantorrilla y del muslo o en las zonas expuestas a traumatismos venosos directos. El mayor riesgo de los trombos venosos es que pueden desprenderse y embolizar a distancia. Los factores que desencadenan la trombosis venosa han sido descritos por Virchow desde hace más de un siglo en su famosa tríada: activación de la coagulación sanguínea (estados de hipercoagulabilidad), disminución de la velocidad de flujo de la sangre (estasis venosa) y lesión de la pared vascular (lesión endotelial)(5). También influye en la aparición de la TVP postquirúrgico el tipo de anestesia. La anestesia regional (epidural o intrarraquídea) se considera un factor profiláctico contra la aparición de TVP y además, desde hace tiempo, se conoce que la anestesia epidural reduce el riesgo de formación de TVP(5) y produce un menor número de casos de embolia pulmonar que la anestesia general. Grupos de riesgo de acuerdo con la incidencia de trombosis en los pacientes hospitalizados(22). Riesgo bajo: – Cirugía mayor (< 30 minutos) y edad como único factor de riesgo. – Cirugía mayor (> 30 minutos), edad inferior a 40 FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR años y sin factores de riesgo trombótico – Traumatismo menor o enfermedad médica Riesgo moderado: – Cirugía mayor general, urológica, ginecológica, cardiotorácica, vascular, neuroquirúrgica, edad superior a 40 años y/o factores de riesgo trombótico Riesgo elevado: – Facturas o cirugía mayor ortopédica de cadera, pelvis o extremidades inferiores. – Cirugía pélvica o abdominal en cáncer. – Cirugía mayor, traumatismo, enfermos con antecedentes de TVP, TEP o trombofilia. – Parálisis de miembros inferiores. – Amputación mayor de miembros inferiores. Tanto la TVP como la EP (es la complicación más peligrosa por el riesgo de fallecimiento del paciente) se consideran diversas manifestaciones de una misma enfermedad, la ETE. Este concepto es fundamental para manejar la enfermedad, tanto en su vertiente diagnóstica como terapéutica. Las principales complicaciones de la ETE son la recurrencia del EP o de la TVP, la presencia de síndrome postflebítico y el EP mortal. Se considera que un 5-10% de los pacientes con ETE presentan una recurrencia de su enfermedad durante el primer año, y que un 20-30% desarrollan un síndrome postflebítico en los 5 años siguientes al diagnóstico. Los síntomas habituales de la TVP son: dolor y/o tumefacción, aumento del perímetro de la extremidad afectada (al medir la extremidad con una cinta métrica, se acepta como diferencia fisiológica aquella que es inferior a un centímetro) e impotencia funcional. Aproximadamente, en el 90% de los casos, la TVP afecta a los miembros inferiores, aunque cada vez es mayor la frecuencia de TVP en las extremidades superiores provocados por catéteres venosos centrales. Los síntomas anteriores no son característicos de la TVP y la mitad de las TVP confirmadas por métodos iconográficos no presentan ninguno de los síntomas anteriores. Para el diagnóstico definitivo se utilizan unas pruebas complementarias: – Ecografía: técnica no invasiva que permite la visualización de los conductos venosos y la presentación gráfica del flujo sanguíneo; la adición de la tecnología 817 Doppler permite determinar el flujo de manera direccional. Son de primera elección en los pacientes con sospecha de TVP, aunque la sensibilidad en pacientes asintomáticos es muy variable. En las TVP proximales sintomáticas de extremidades superiores e inferiores, las técnicas de ultrasonografía son el método de primera elección para el diagnóstico. En pacientes asintomáticos, la ultrasonografía no es lo suficientemente discriminativa para excluir o confirmar el diagnóstico. En los pacientes con TVP distal, sintomática o asintomática, la sensibilidad actual de los métodos de ultrasonidos es insuficiente para poder utilizarlos de una manera sistemática. – Flebografía de contraste ascendente: es la técnica de referencia para el diagnóstico de los trombos venosos asintomáticos y no oclusivos de extremidades inferiores y superiores. Es eficaz tanto en la determinación de los trombos proximales como de los distales. Esta indicada cuando la ultrasonografía es negativa o dudosa o para diagnosticar la TVP en pacientes asintomáticos. La EP es una patología de difícil manejo ya que no existen síntomas que sean característicos de la EP y, además muchas EP pueden cursar sin desarrollar ningún tipo de síntoma (solo el 30% de los pacientes que fallecen por EP y a los que se les realiza la autopsia, son correctamente identificados en vida). Clínicamente, es muy difícil diferenciar los síntomas de la EP de los correspondientes a la insuficiencia cardiaca, la pericarditis, la neumonía, la pleuritis o de la insuficiencia respiratoria, siendo todavía más difícil si el diagnóstico se tiene que superponer con el curso de estas enfermedades. Las pruebas habituales de laboratorio no aportan ninguna información. Los estudios de hipercoagubilidad serán obligatorios en pacientes de menos de 40 años, sin factores de riesgo con antecedentes familiares de TVP/EP o con episodios recidivantes. La determinación de D-dímero en plasma es interesante por su elevado valor predictivo negativo, ya que permite reducir el número de exploraciones ecográficas seriadas en el diagnóstico de la EP(23). Al igual que el diagnóstico de la TVP, también se pueden emplear diversas pruebas complementarias que ayuden a su diagnóstico: – gammagrafía de ventilación-perfusión (V/Q): administración intravenosa de microesferas o macroagregados de albúmina marcados con tecnecio-99 para valorar la permeabilidad de los vasos pulmonares. 818 FARMACIA HOSPITALARIA Una gammagrafía de perfusión normal, sin evidencia de TVP permite no iniciar o retirar el tratamiento anticoagulante – arteriografía pulmonar: proporciona el diagnóstico de la máxima garantía sobre la presencia de EP, aunque no debe ser la primera prueba a realizar para diagnosticar una EP ya que requiere la realización de un cateterísmo intracardiaco. Su principal utilidad es cuando la gammagrafía pulmonar de ventilación-perfusión no aclara de un modo certero la presencia o ausencia de EP y en el diagnóstico de EP crónicas. – tomografía computarizada helicoidal (TC): permite una visualización directa de todos los émbolos pulmonares periféricos. Su utilidad en el diagnóstico de la EP lo podemos situar entre la gammagrafía V/Q y la arteriografía pulmonar. Cuando los hallazgos gammagráficos no son concluyentes o no se dispone de posibilidad de realizar una gammagrafía, el TC helicoidal representa una prueba diagnóstica alternativa. Si los hallazgos del TC son equívocos o negativos, si existe sospecha clínica, está indicado realizar una arteriografía pulmonar. La utilización de algoritmos en el diagnóstico de la ETE (tanto TVP como EP) ha permitido reducir el número de exploraciones agresivas (flebografía convencional y arteriografía pulmonar) no exentas de riesgos para el paciente(24). 3 TERAPÉUTICA FARMACOLÓGICA A partir del estudio de la fisiopatología del sistema cardiovascular pueden identificarse diversos grupos de fármacos útiles en la prevención y/o tratamiento de la hipertensión, la insuficiencia cardiaca, los SCA, la ETE y las arritmias cardiacas(6,7,8,9,10,25,26,27,28,29): 3.1. Diuréticos Son fármacos de primera línea en el tratamiento de la hipertensión y la IC. Aumentan la velocidad de formación de orina a través de acciones específicas sobre el epitelio de los túbulos renales (con la excepción de los de tipo osmótico). En función de su mecanismo de acción a este nivel se distinguen varios grupos: – Tiazidas y fármacos afines: incrementan la excreción de sodio y agua al inhibir la reabsorción de electrolitos en el túbulo distal. Su capacidad diurética es modesta en comparación con otros diuréticos. Provocan aumento en la excreción de potasio. Los agentes mas interesantes son la hidroclorotiazida y la clortalidona. – Diuréticos de asa (de techo alto): actúan sobre el asa de Henle inhibiendo la reabsorción de electrolitos en la rama ascendente. La diuresis máxima es mucho mayor que la observada con otros agentes. Como con las tiazidas se produce un aumento en la excreción de potasio. El agente mas utilizado es la furosemida. – Antagonistas de la aldosterona: bloquean el efecto antidiurético de esta hormona que tiende a incrementar la reabsorción de sodio y la excreción de potasio. La espironolactona es el fármaco de referencia de este grupo y dado que produce una aumento moderado de la diuresis sin que se acompañe de una mayor excreción de potasio se le considera un diurético ahorrador de potasio. – Amilorida y triamtereno: se trata de fármacos que producen un efecto natriurético moderado sin aumento en la excreción de potasio. Aunque tienen un efecto farmacológico similar al de aldosterona y también se les conoce como diuréticos ahorradores de potasio, no son antagonistas de aldosterona sino que actúan directamente en los segmentos distales del nefrón. 3.2. Fármacos con actividad antiagregante plaquetar El ácido acetilsalicílico (AAS) a dosis bajas juega un papel estelar en la reducción de la morbilidad y la mortalidad asociadas a la cardiopatía isquémica u otros fenómenos relacionados con los procesos arterioescleróticos como los accidentes vasculares derebrales (AVC). Existen otros fármacos con actividad antiagregante plaquetar a través de un mecanismo diferente: la ticlopidina y el clopidogrel inhiben la agregación inducida por ADP e interfieren con la unión del fibrinógeno. La ticlopidina no da mejores resultados que el AAS y presenta un riesgo significativo de granulocitopénia; su uso ha quedado reservado, en combinación con AAS, para la prevención de la trombosis de las prótesis intracoronarias (“stent”). El clopidrogrel parece estar libre de efectos citopénicos aunque algunas comunicaciones recientes alertan sobre su capacidad para inducir cuadros de púrpura trombocitopénica; en la prevención de acontecimientos cardiovasculares mayores aparece como igual de efectivo que la aspirina y es por lo tanto una FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR alternativa a esta en pacientes intolerantes o que no responden. Están en curso estudios que investigan la posibilidad de combinar clopidrogrel y AAS. La unión de la glucoproteína GP IIb/IIIa al fibrinógeno constituye vía final común en la que confluyen todos los mecanismos de agregación plaquetar. El bloqueo de este proceso constituye la diana molecular de los tratamientos que pretenden mejorar los resultados clínicos en pacientes con SCA sin elevación del segmento ST y en aquellos que se someten a técnicas de revascularización percutánea. Los ensayos clínicos realizados apuntan hacia un efecto beneficioso de los inhibidores de la GPIIb/IIIa (abciximab, eptafibatido, tirofiban) sobre la mortalidad, la incidencia de IM y la necesidad de revascularización en estos pacientes. 3.3. Trombolíticos Todos los fármacos de este grupo actúan activando el paso de plasminógeno a plasmina que a su vez degrada la fibrina, con la consiguiente ruptura de los trombos que se hayan formado. Existen cuatro agentes importantes: la estreptokinasa (SK), el alteplase (rtPA), el reteplase y el tenecteplase. En la Tabla 2 se indican las dosis y las propiedades de los trombolíticos disponibles. El tratamiento con SK produce una disminución del fibrinógeno circulante y de otros factores de coagulación lo que hace innecesario el uso concomitante de heparina y aumenta el grado de reperfusión coronaria a costa de un modesto incremento de las complicaciones hemorrágicas y con un coste económico limitado. Debido a su origen natural hay un rápido aumento de los anticuerpos circulantes que hace impracticables tratamientos posteriores. El activador de plasminógeno de origen recombinante (rtPA) tiene mayor selectividad por la fibrina es una enzima proteolítica producida naturalmente por endotelio vascular. La administración de rtPA necesita de un tratamiento concomitante con heparina para reducir la frecuencia de reoclusiones. Reteplase y tenecteplase son derivados del rtPA que pueden considerarse equivalentes al rtPA aunque su administración es más sencilla. 3.4. Heparinas no fraccionadas (HNF) y heparinas de bajo peso molecular (HBPM) Las heparinas no fraccionadas (HNF) son una 819 mezcla heterogénea de cadenas de polisacários sulfatados con un peso molecular medio entre 15.000 y 18.000 daltons. Se presenta en forma de sal sódica (uso intravenoso) o sal cálcica (uso subcutáneo). Su período de acción es relativamente corto (8-12 horas). Presentan diversas acciones: efecto antitrombótico por inhibición del factor Xa, efecto anticoagulante por inhibición del factor IIa (trombina) y efecto antiplaquetario. Las heparinas actúan inhibiendo la trombina a través de una interacción con su cofactor antitrombina III y con el factor Xa. Las HBPM se obtienen con la despolimerización química o enzimática de la HNF y presentan un tamaño que oscila entre 4.000 y 6.000 daltons. Presentan una actividad anti-Xa superior a la actividad anti-IIa. La actividad biológica de las HBPM se basa en la disociación entre el efecto anticoagulante y el efecto antitrombótico. La relación anti-Xa/anti-IIa es entre 2 y 8 veces superior a las de HNF, lo que origina un menor efecto anticoagulante y plaquetario y mayor efecto antitrombótico. El peso molecular de una HBPM es inversamente proporcional a su relación ant-Xa/anti-Iia (Granero 1999). La anticoagulación con heparina no fraccionada o con HBPM juega un papel destacado en el manejo inicial de un paciente con SCA. Aunque no conocemos como las diferencias que existen entre las diferentes HBPM se trasladan a sus efectos en la práctica clínica, enoxaparina es la única HBPM que ha demostrado mejores resultados que HNF en esta indicación. En cualquier caso también la dalteparina también está aprobada para el tratamiento del infarto sin onda Q. Las HNF y las HBPM también tienen un papel destacado en la prevención y tratamiento de la ETE. No existe evidencia científica de que la HNF actúe de forma distinta en la TVP y en la EP, por lo que, a efectos prácticos, ambas situaciones deben tratarse de forma similar. Los estudios con HBPM muestran una eficacia, al menos similar, que cuando se emplea HNF. 3.5. Antagonistas beta-adrenérgicos (bloqueantes beta-adrenérgicos) Estos fármacos disminuyen la frecuencia cardiaca y reducen la contractilidad miocárdica, siendo sus efectos más evidentes durante el ejercicio dinámico. Por otro lado disminuyen la presión arterial en los pacientes hipertensos. Entre sus efectos negativos destacan su capacidad para inducir broncoespasmo en pacientes asmáticos (a través del bloqueo de los receptores beta-2 del 820 FARMACIA HOSPITALARIA Tabla 2. Características de los trombolíticos disponibles. Estreptokinasa Dosis Vida media plasmática en minutos 1,5 millones de U en 30-60 minutos Alteplasa Bolus de 15 mg seguido de una infusión de 0,75 mg/kg en 30 minutos y 0,5 mg/kg en 60 minutos (dosis máxima 100 mg) Reteplasa Dos bolus de 10 mg separados por 30 minutos Tenecteplasa Bolus único de 0,5 mg/kg 23-29 4-8 15 20 Especificidad por la fibrina - ++ + +++ Reducción de la mortalidad + ++ ++ ++ AVC hemorrágico + ++ ++ ++ +++ ++ ++ + No Sí Sí Sí Hemorrágia sistémica Necesidad de anticoagulación con heparina músculo liso bronquial) y la alteraciones que producen sobre el metabolismo de hidratos de carbono y lípidos. El papel farmacológico y toxicológico de estos fármacos viene determinado por tres características: – La cardioselectividad: se define como la capacidad de actuar específicamente sobre los receptores beta-1 cardiacos. Aunque no mejora la eficacia terapéutica se reduce la incidencia de efectos adversos respiratorios y metabólicos ligados a la acción sobre los receptores beta-2. Atenolol y esmolol pertenecen a este grupo. El esmolol es el único agente que tiene una cinética de eliminación independiente de la función renal y hepática ya que es eliminado por esterasas plasmáticas. – La actividad simpaticomimética intrínseca: supone que existe una estimulación adrenérgica previa al bloqueo. Podrían tener una menor tendencia a producir alteraciones en los niveles de lípidos sanguíneos. Carteolol, oxprenolol y pindolol pertenecen a este grupo. – Actividad vasodilatadora periférica: el labetalol y el carvedilol presentan este efecto al bloquear los receptores alfa-1 adrenérgicos periféricos. Carvedilol tiene menos efecto cronotrópico negativo que los beta-bloqueantes cardioselectivos y produciría menos episodios de bradicardia que estos. Además el bloqueo alfa parece explicar que no se altere la tolerancia a la glucosa. Estos fármacos juegan un papel destacado como antihipertensivos y reducen la mortalidad en pacientes con SCA por su efecto cronotrópico e inotrópico negativo (este efecto redunda en una disminución de las necesidades de oxigenación del miocardio). Aunque están contraindicados de forma absoluta en el bloqueo atrioventricular de segundo grado o superior y de forma relativa en la IC (precisamente porque inducen bradicardia y disminución del gato cardiaco), paradójicamente los betabloqueantes parecen tener un efecto beneficioso sobre la mortalidad en pacientes con IC provocada por cardiopatía isquémica. El efecto bene- FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR ficioso se basaría en el bloqueo de la hiperestimulación adrenérgica que acompaña a la IC. 3.6. Nitratos orgánicos Estos fármacos relajan el músculo liso de los vasos sanguíneos. Como consecuencia se promueve la dilatación de los vasos venosos de capacitancia, los vasos arteriales de resistencia y las arterias coronarias epicárdicas. A estos efectos sigue una disminución de la precarga y la postcarga que se acompaña de una reducción de la demanda de óxigeno del miocardio. Mediante este mecanismo los nitratos reducen la isquemia miocárdica; además estos agentes inducen una redistribución del flujo sanguíneo del corazón cuando la circulación coronaria esta parcialmente ocluida, favoreciendo el restablecimiento del flujo en las regiones subendocárdicas que están sometidas a mayor compresión extravascular durante la sístole. Los nitratos no alteran directamente el estado inotrópico o cronotrópico del corazón. La aplicación fundamental de estos fármacos se encuentra en el tratamiento de los SCA pero también en la IC ya que su efecto vasodilatador permite aliviar la congestión pulmonar y aumentar el gasto cardiaco. 821 mentado sobre el bloqueo de los mediadores neurohumorales que activan las respuestas funcionales en la IC y que también bloquearía las repuestas proliferativas incorrectas, hace que estos fármacos (especialmente los IECA) sean agentes de primera línea en el tratamiento de la IC; también son importantes en pacientes con disfunción ventricular izquierda post IM, gracias a su efecto preventivo de la dilatación ventricular izquierda. En cuanto a los IECA entre los efectos indeseables principales hay que señalar la hipotensión después de la primera dosis, la hiperpotasémia y la tos. El resultado mas relevante entre la diferencia de mecanismo de acción entre IECA y ARA II es que con estos últimos no se producen interferencias con otros sistemas hormonales y vías metabólicas iniciales, de forma que no se incrementan los niveles de bradiquinina; no hay que olvidar que el ECA también actúa sobre este autacoide inactivándolo. El aumento de la actividad de bradiquinina sería responsable de la tos y la aparición de angioedema en algunos pacientes. Todos los fármacos que bloquean los efectos de angiotensina pueden precipitar una insuficiencia renal en pacientes con estenosis renal bilateral. 3.8. Glucósidos cardiacos o digitálicos 3.7. Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) y antagonistas de los receptores de angiotensina (ARA II) Los efectos farmacológicos de estos fármacos vienen determinados por el bloqueo de la acción de la angiotensina II. Este bloqueo puede ejercerse a nivel de la enzima conversora de angiotensina utilizando inhibidores específicos (IECA) como el captopril o el enalapril, o bloqueando el efecto del péptido a nivel de receptores tipo AT1 mediante antagonistas específicos como losartan. El bloqueo de los efectos de angiotensina II conduce a una reducción de la tensión arterial en pacientes hipertensos por caída de la resistencia periférica, con participación variable de los diferentes lechos vasculares: en el riñón se produce una vasodilatación prominente con aumento del flujo sanguíneo mientras que en el lecho coronario y en el cerebral los flujos se mantienen. El bloqueo de los efectos de angiotensina II también conduce a un mejor rendimiento hemodinámico en los pacientes con IC. Este hecho, junto con el ya co- La digoxina es el fármaco más importante desde el punto de vista terapéutico. Los principales efectos de los digitálicos influyen en el corazón pero algunas de sus acciones extracardiacas causan efectos indeseados como náuseas, vómitos y diarrea. Los efectos cardiacos son: – Efecto cronotrópico negativo y disminución de la velocidad de conducción a través del nodo aurículo ventricular (AV). El efecto es mediado por un aumento de la actividad vagal desde el SNC. – Efecto inotrópico positivo a través de la inhibición de la bomba de sodio-potasio de las células del músculo cardiaco. – Trastornos del ritmo, especialmente bloqueo de la conducción AV y aumento de la actividad ectópica de marcapasos. Los efectos de los digitálicos sobre el corazón explican su utilización en el tratamiento de la IC como fármaco asociado a diuréticos e IECA, así como para disminuir la frecuencia ventricular en la fibrilación auricular rápida. 822 FARMACIA HOSPITALARIA 3.9. Bloqueantes de los canales de calcio Estos fármacos inhiben la entrada de calcio en las células a través de los llamados canales lentos. El movimiento de calcio es importante en el proceso de contracción muscular y en la transmisión del impulso nervioso. Presentan una especificidad notable por ciertos tejidos: actúan sobre la musculatura lisa arterial (coronaria, cerebral o periférica), el miocardio y las fibras conductoras del impulso cardiaco. Los fármacos de este grupo pueden dividirse en dos grandes grupos en función de su efecto sobre la conducción cardiaca: – Verapamilo y diltiazem: presentan acción in vitro e in vivo sobre la conducción cardiaca, prolongando la conducción AV y el periodo refractario. – Dihidropiridinas (amlodipina, nifedipina, nicardipina, nisoldipina, nitrendipina): no presentan acción in vivo sobre la conducción cardiaca. La presencia o ausencia de efecto sobre la conducción cardiaca condiciona si el medicamento puede usarse o no en arritmias así como el perfil de efectos secundarios y la posibilidad de terapia combinada con betabloqueantes. El verapamilo tiene acción depresora marcada de la conducción nodal, la contractilidad y el ritmo cardiaco; tiene una acción vasodilatadora periférica relativamente menor. En el otro extremo las dihidropiridinas ejercen una vasodilatación periférica intensa con escasa acción cardiaca; la taquicardia es un efecto prominente pero aparece como reflejo a la vasodilatación. El diltiazem tiene propiedades intermedias entre verapamilo y dihidropiridinas. Otros criterios de diferenciación importantes, en este caso entre las dihidropiridinas, son la distinta afinidad por los tejidos y la duración de acción: asi por ejemplo, el nimodipino presenta una selectividad importante por los vasos cerebrales lo que hace que se use exclusivamente en cuadros vasculares que afectan a este territorio; amlodipino y en menor grado lacidipino pueden administrarse en dosis única diaria, igual que el nifedipino en la presentación OROS. Actualmente se considera que las dihidropiridinas de acción larga son las mas recomendables. 3.10. Antiarrítmicos Los fármacos antiarrítmicos, se clasifican en cuatro grupos en función de su mecanismo de acción, siguiendo la clasificación de Vaughan Williams(4,25,30): – Grupo I: estabilizantes de la membrana por bloqueo de canales de sodio. Se dividen en tres subgrupos según el efecto sobre el potencial de acción: – Ia: retrasan la repolarización y alargan la duración del potencial de acción (quinidina, procainamida, disopiramida). – Ib: aceleran la repolarización y acortan la duración del potencial de acción (lidocaína, mexiletina, aprindina, fenitoína). – Ic: sin efectos sobre la repolarización y no modifican el potencial de acción (propafenona, flecainida). – Grupo II: antagonizan los receptores cardiacos de las catecolaminas (propanolol, sotalol, esmolol). – Grupo III: prolongan la duración del potencial de acción y del período refractario (amiodarona, bretilio). – Grupo IV: bloquean los canales lentos del calcio (verapamilo, diltiazem) Existen otros importantes fármacos utilizados en terapéutica antiarrítmica, y que no se engloban en ninguno de los grupos anteriores, como son: adenosinaATP, digital, isoproterenol y atropina. 4 UTILIZACIÓN CLÍNICA DE LOS FÁRMACOS EFECTIVOS EN LA PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO DE LAS ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES Los principales mecanismos para la reducción de la morbilidad y la mortalidad ligadas a las enfermedades cardiovasculares son por una lado la prevención de los episodios agudos y, por otro, la propia mejora del manejo del paciente agudo. La prevención primaria se enfoca hacia la reducción en la exposición a los factores de riesgo como son el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión arterial (HTA), la diabetes y la hipercolesterolémia. La prevención secundaria consiste en la detección y tratamiento de la enfermedad establecida pero que no da síntomas en aquellos pacientes de riesgo; el objetivo es reducir la aparición de nuevos acontecimentos cardiovasculares y la mortalidad. La prevención terciaria es de hecho un tratamiento que altera la evolución natural de la enfermedad, como por ejemplo la angioplastia coronaria FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR transluminal percutanea. La alimentación con dietas ricas en verduras, frutas, aceite de oliva y acidos grasos poliinsaturados reduce la incidencia de acontecimientos cardiovasculares. Los tratamientos hipolipemiantes con inhibidores de la HMG-CoA reductasa (estatinas) son muy prometedores en la prevención primaria y secundaria; sin embargo, aún no se ha establecido claramente que grupos de población pueden beneficiarse de esta estrategia y se ha cuestionado que la reducción en la incidencia de acontecimientos cardiovasculares demostrada por estos tratamientos en poblaciones escandinavas sea extensible a poblaciones como la española que consumen básicamente la llamada dieta mediterránea. Los últimos datos revelados sobre la seguridad de las estatinas (caso de la cerivastatina) también deben tenerse en cuenta a la hora de proponer pautas de tratamiento hipolipemiante. Como norma se considera que en prevención secundaria la simvastatina y la pravastatina reducen la mortalidad y la incidencia de cardiopatía isquémica en hombres y mujeres de menos de 70 años con colesterol elevado. El gemfibrozilo también reduce la incidencia de reinfarto en pacientes con concentraciones bajas de colesterol HDL. En la prevención secundária de la patología cardiovascular se utilizan los antiagregantes plaquetares, los bloqueantes beta-adrenérgicos y los IECA. Todos los pacientes con antecedentes de cardiopatía isquémica, AVC o claudicación intermitente deberían iniciar tratamiento con AAS lo antes posible a dosis de 75 a 150 mg al día. Aunque el riesgo de hemorrágia digestiva se relaciona con la dosis, no se han observado diferencias entre las dosis bajas y las más altas. 4.1. Control de la hipertensión arterial(10) El incremento del riesgo cardiovascular es proporcional a la presión arterial. Se considera que hay hipertensión cuando la presión arterial sistólica es igual o superior a 140 mm Hg y/o la diastólica es igual o superior a 90 mm Hg, medidas en condiciones basales y en tres ocasiones diferentes. El tratamiento farmacológico disminuye la morbimortalidad por accidente vascular cerebral (AVC) y en menor proporción por cardiopatía isquémica. El inicio del tratamiento farmacológico sin mas consideraciones en pacientes hipertensos esta justificado en los siguientes casos: – Pacientes con presión arterial sistólica superior o igual a 160 mmHg y/o diastólica de más de 100 mmHg. – Pacientes diabéticos, con IC o insuficiencia renal (IR). 823 – Pacientes con hipertrófia ventricular izquierda, antecedentes de cardiopatía isquémica o enfermedad vascular periférica. – Pacientes sin afectación orgánica ni enfermedad cardiovascular que a los 12 meses de la instauración de medidas no farmacológicas permanecen hipertensos. Por norma general el tratamiento se inicia con un solo fármaco a las dosis mínimas recomendadas, aumentado la dosis y añadiendo nuevos fármacos en función de la respuesta. Es importante asegurar una reducción gradual de la presión arterial. Solo los diuréticos (hidroclorotiazida 12,5-25 mg diarios) y los betabloqueantes (atenolol 25 mg diarios, aumentando hasta 50-100 mg según respuesta) han demostrado reducir la morbimortalidad en diversos ensayos clínicos. El captopril tendría un efecto similar. Estos son pues los fármacos considerados de primera línea que pueden combinarse entre sí (Hidoclorotiazida + atenolol o IECA). En pacientes que necesitan prevención secundaria cardiovascular (por antecedente de infarto por ejemplo) y en aquellos que presentan IC, los IECA son los fármacos de elección (captopril 25 mg al día subiendo a 50-100 mg, enalapril 5 mg al día subiendo a 10-20 mg). Los IECA también lo son si hay diabetes ya que previenen el desarrollo de nefropatía. El atenolol es una alternativa de eficacia similar a los IECA en estos casos. A pesar de su efecto hipotensor los antagonistas de la angiotensina como el losartan (25-100 mg al día) se consideran de segunda elección porque no hay evidencia suficiente de que disminuyan la morbimortalidad asociada. En el caso de los bloqueantes de los canales de calcio el efecto hipotensor no solo no ha resultado en beneficio clínico sino que se ha puesto de manifiesto que producen un incremento de la mortalidad global y de la incidencia de infarto (sobre todo el nifedipino); estos efectos no se producirían con dihidropiridinas de acción prolongada como amlodipino ni con presentaciones tipo OROS de nifedipino. Aunque algunas guías de tratamiento de la hipertensión incluyen los bloqueantes de los canales de calcio entre los fármacos del primer escalón de tratamiento, otros autores discrepan y consideran que estos fármacos no deberían usarse. Mención aparte merecen el diltiazem y el verapamilo que tienen un papel en el tratamiento de la angina y que por lo tanto pueden ser útiles en pacientes que además son hipertensos. 824 FARMACIA HOSPITALARIA La elección del tratamiento antihipertensivo viene muy condicionado por la presencia de patología asociada o por situaciones vitales como la vejez o la gestación. En la Tabla 3 se resumen la mayoría de las situaciones posibles, orientando hacia el tratamiento de elección. Ha habido una tendencia a deslegitimar el papel de los diuréticos en el control de la hipertensión por la incidencia de hipopotasemia, hiperuricemia, hiperglucémia e hipercolesterolémia; la realidad es que estos efectos tienen una incidencia limitada cuando los diuréticos se utilizan a dosis bajas que son las que se recomiendan actualmente ya que son igual de efectivas. En el paciente diabético los diuréticos no solo no están contraindicados sino que su efecto beneficioso es mayor. Si se presenta la hipopotasemia puede prevenirse adecuadamente usando suplementos de potasio o una combinación con amilorida. La gota y la hipersensibilidad alérgica son las únicas contraindicaciones para el uso de tiazidas. Ya se ha comentado la contraindicación de los betabloqueantes en los pacientes asmáticos y la relación beneficio/riesgo en la IC; además, en pacientes con arteriopatía periférica, deben evitarse los que tienen actividad agonista parcial (carteolol, oxprenolol, pindolol) Y los que además son antagonistas alfa (carvedilol y labetalol). En relación con los fármacos antihipertensivos un concepto emergente es el del índice TP(31) (trough/peak) o Emin/Emax, que corresponde a la relación entre el efecto máximo obenido después de la administración (Emax) y el efecto mínimo obtenido justo antes de la administración de la siguiente dosis (Emin). Teóricamente un índice TP alto (>0,5) estaría asociado a oscilaciones menos amplias de las cifras de presión arterial, lo que conllevaría una mayor efectividad con una incidencia menor de efectos secundarios. Este concepto, ciertamente interesante, puede ser útil en investigación clínica para ayudar a establecer un intervalo de dosificación pero sus implicaciones en la práctica clínica no han sido estudiadas adecuadamente. Por tanto, no es un parámetro significativo en el momento de la elección del tratamiento antihipertensivo mas efectivo. En el tratamiento de la hipertensión, sobre todo a nivel hospitalario, es importante enfocar correctamente el tratamiento de las urgencias hipertensivas, de las emergencias hipertensivas y de la hipertensión perioperatoria. Se considera que hay emergencia hipertensiva cuando el aumento brusco de la presión arterial se acompaña de alteraciones de complicaciones cardiovasculares graves. Su tratamiento pasa por la utilización de fármacos vasodilatadores administrados por vía intravenosa: la nitroglicerina (especialmente interesante si hay cardiopatía isquémica), el nitroprusiato sódico (que es el más potente) y el labetalol (indicado en cuadros caracterizados por niveles elevados de catecolaminas); la Tabla 3. Uso de antihipertensivos en función de las situaciones vitales y/o presencia de patologías asociadas. Patología o situación asociada Recomendación Edad avanzada Diabetes Insuficiencia cardiaca Infarto de miocardio Angina Los diuréticos son de elección. Los IECA son de elección. Evitar el uso de bloqueantes de canales de calcio. IECA y diuréticos son de elección. Betabloqueantes y IECA son de elección. Betabloqueantes son de elección. Si están contraindicados usar verapamil o diltiazem. Evitar el uso de diuréticos tiazídicos. No hay fármacos contraindicados. Contraindicados los betabloqueantes. Si la creatinina es superior a 2,5 mg/dl hay que tener precaución con los IECA. Betabloqueantes son de elección. Todos los antihipertensivos reducen la masa ventricular. La metildopa y la hidralazina son de elección. Están contraindicados los IECA y los ARAII. Gota Dislipemia Asma y EPOC Insuficiencia renal Hipertiroidismo Hipertrofia ventricular izquierda Embarazo FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR hidralazina se usa preferentemente en la eclampsia. El nicardipino en infusión continua es un tratamiento altamente recomendado en las emergencias hipertensivas y en el control de los cuadros hipertensivos durante la cirugía. En las urgencias hipertensivas la elevación brusca de la presión arterial no se acompaña de alteraciones orgánicas y normalmente se tratan con fármacos por vía oral. Eventualmente puede usarse el captopril por vía sublingual a dosis de 25 mg: la reducción de la presión es intensa, comienza a los tres o cinco minutos y dura varias horas, siendo los efectos adversos relativamente escasos. En cambio la administración de nifedipino sublingual está actualmente en entredicho porque produce demasiados accidentes por el brusco descenso tensional. 4.2. Tratamiento de la angina y los SCA(7,26,28,29) El tratamiento de la angina estable incluye el propio de la crisis evitando el dolor, la prevención de nuevas crisis, el de los factores contributivos como por ejemplo la anemia, y el de otros factores de riesgo cardiovasculares. El objetivo final es disminuir el riesgo de infarto de miocardio y la muerte cardiovascular. En el manejo de las crisis anginosas el fármaco de elección es el trinitrato de glicerol administrado por vía sublingual (en grageas o aerosol). Si las crisis de angina son frecuentes debe considerarse el tratamiento preventivo a largo plazo con uno o varios de los siguientes grupos de medicamentos: – Nitratos: trinitrato de glicerol en parches o mononitrato de isosorbide (20-40 mg cada 8-12 h). Provocan tolerancia que puede evitarse si no se mantienen niveles estables durante las 24 h. La cefalea, la taquicardia y la hipotensión ortostática son los efectos secundarios más frecuentes. – Bloqueantes beta-adrenérgicos: tienen la misma eficacia que los nitratos y todos son igualmente efectivos. – Bloqueantes de los canales de calcio: estan indicados en los pacientes que no toleran los bloqueantes beta-adrenérgicos. Se pueden usar el verapamilo (240-480 mg al día) o el diltiazem (180-360 mg diarios). La nifedipina no debe usarse porque aumenta el riesgo de infarto. Los pacientes con angina crónica también necesitan tratamiento para prevenir la trombosis por lo que está es- 825 pecialmente indicado el ácido acetilsalicílico (AAS). Para el manejo del paciente con un SCA se dispone actualmente de un amplio arsenal terapéutico que incluye los fármacos útiles en el tratamiento de la angina estable y otros mas específicamente dirigidos a combatir la trombosis. Este hecho, unido a la proliferación de ensayos clínicos que apuntan beneficios clínicos significativos, crea confusión sobre cual es la mejor combinación de intervenciones terapéuticas que puede utilizarse. En la Tabla 4 se muestran los diferentes grupos de fármacos aplicables en el tratamiento, diferenciando entre infarto de miocardio con elevación del segmento ST (STMI) y el infarto sin onda Q (NSTMI). El uso de AAS en combinación con HNF a dosis anticoagulantes ha demostrado reducir la mortalidad por STMI. No se ha documentado que la anticoagulación con HNF en pacientes tratados con fibrinolíticos (alteplasa) aporte un beneficio adicional, aunque ésta es la práctica recomendada al menos durante las primeras 48 h post-trombolisis. La anticoagulación con HBPM es igual (dalteparina) o más (enoxaparina) efectiva que la anticoagulación con HNF en pacientes con NSTMI. El resultado de recientes ensayos(32) indica que probablemente esta característica sea extensible al STMI. El bloqueo beta-adrenérgico está indicado tan pronto como sea posible en todos los pacientes con SCA, incluyendo aquellos que presentan diabetes y disfunción ventricular izquierda y, para algunos autores incluso si hay EPOC (aunque para otros están contraindicados). Las contraindicaciones bien establecidas incluyen la IC descompensada, el asma y el bloqueo AV. La nitroglicerina por vía intravenosa está justificada en pacientes con SCA que presenten síntomas persistentes de angina e hipertensión severa. Respecto al papel los IECA en pacientes con SCA cabe señalar que reducen la mortalidad después de un infarto de miocardio(33,34), especialmente en aquellos pacientes que presentan IC o disfunción ventricular. Por lo tanto actualmente se recomienda iniciar tratamiento con un IECA el primer día despues del infarto si el paciente esta en situación estable y continuar el tratamiento durante 6-8 semanas, manteniéndolo si hay disfunción ventricular o IC. En los pacientes con SCA en general debe evitarse el uso de bloqueantes de los canales de calcio, especialmente de dihidropiridinas. Solo el diltiazem ha demostrado reducir la mortalidad y el reinfarto en un grupo seleccionado de pacientes: aquellos que se presentan con la función sistólica mantenida y sin 826 FARMACIA HOSPITALARIA Tabla 4. Tratamiento farmacológico diferenciado de los SCA. AGENTE TERAPÉUTICO STMI NSTMI AAS HNF HBPM Sí Sí Indicación no autorizada pero pueden ser útiles como alternativa Si Evitar Sí Sí Sí Indicación no autorizada aunque podrían ser útiles en algunos casos. Sí Sí Sí Betabloqueantes Bloqueantes canales de calcio Inhibidores GP IIb/IIIa Fibrinolíticos35 Hipolipemiantes síntomas de IC. 4.3. Tratamiento de la IC(8,9,10) La insuficiencia cardiaca tiene una prevalencia elevada (10% en ancianos) y es causa importante de morbimortalidad y de deterioro de la calidad de vida. En general se clasifica en cuatro categorías de gravedad: clase I sin síntomas, clase II con síntomas leves durante el ejercico físico habitual, clase III con síntomas claros con poco ejercicio y clase IV con síntomas en reposo. El objetivo del tratamiento farmacológico es aliviar los síntomas y frenar la progresión de la enfermedad. Los diuréticos, aumentando la excreción de agua y sal, permiten aliviar la congestión y la retención de líquidos. Los más utilizados son los diuréticos de asa (furosemida 40-120 mg diarios) y sus efectos secundarios mas frecuentes son la hiponatrémia, la hipopotasémia, la disminución de la tolerancia a la glucosa y la elevación de la urea y la creatinina séricas. El riesgo de hipotensión durante los primeros días aumenta con el uso concomitante de IECA. Como se ha comentado el mantenimiento de una respuesta neurohumoral a la insuficiéncia del corazón para mantener un gasto cardiaco adecuado es uno de los motivos del deterioro paulatino del músculo y de la progresión de la enfermedad. Por lo tanto el bloqueo del sistema renina-angiotensina con IECA y de la actividad nerviosa simpática con betabloqueantes constituyen estratégias útiles. Dado que el hiperaldosteronismo es común en fases avanzadas de la enfermedad la Probablemente útiles Diltiazem (en algunos casos) No Sí utilización de antagonistas de la aldosterona como la espironolactona también es interesante. Los IECA mejoran los síntomas y disminuyen la mortalidad en 13-33% en pacientes con disfunción ventricular y en todos los grados evolutivos de la IC. El mejor estudiado en esta indicación es el enalapril (2,5 a 20 mg al día). Los antagonistas de la angiotensina (losartan 50 mg al día) pueden ser una alternativa en caso de intoleráncia a los IECA. La introducción de un tratamiento vasodilatador como la combinación de hidralazina con dinitrato de isosorbida está indicada en caso de intolerancia a los IECA aunque reduce la mortalidad en menor medida. El uso de agentes cardiotónicos que aumentan la fuerza de la contracción cardiaca, un tratamiento clásico de la IC, queda reservado para pacientes con fibrilación auricular crónica o aquellos que permanecen sintomáticos a pesar del uso de diuréticos e IECA. La digoxina no reduce la mortalidad en estos pacientes pero mejora los síntomas y reduce la necesidad de ingreso hospitalario. La dosis habitual es de 0,25 mg al día por vía oral pero en ancianos conviene reducirla porque la capacidad excretora renal esta disminuida (los descansos de fin de semana no son adecuados). Se trata de un fármaco de estrecho margen terapéutico con el que puede ser interesante la monitorización de los niveles plasmáticos en casos seleccionados. La digitalización rápida se puede hacer administrando dosis de carga. La administración concomitante de diuréticos favorece la hipopotasemia y aumenta el riesgo de intoxicación digitálica. La dobutamina por vía intravenosa se utiliza cuando es ne- FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR cesaria una respuesta rápida o, de forma pautada, en pacientes en situación muy deteriorada; en este caso el probable empeoramiento del pronóstico se vería compensado por una mejora de la calidad de vida. Los bloqueantes beta-adrenérgicos carvedilol, metoprolol y bisoprolol reducen la mortalidad en un 25-45% y también mejoran los síntomas, en pacientes con grados funcionales II o III que ya reciben diuréticos, digoxina e IECA. El uso de betabloqueantes en la IC requiere una especial precaución, especialmente en la fase inicial, y sería conveniente el control del tratamiento por parte de un especialista(33). Datos recientes indican que la espironolactona (25 mg al día) reduce la mortalidad (hasta en 27%) en pacientes en fases III y IV que ya toman IECA, diuréticos y digoxina. Es bien tolerada pero debe vigilarse la hiponatremia y la hipopotasemia (hay que evitar usarla junto con suplementos de potasio). El manejo del tratamiento farmacológico de pacientes con IC puede complicarse de forma notable ya que además debe contemplarse la medicación antiagregante plaquetar y/o hipolipemiante y la necesaria para atender otras patologías (antidepresivos, AINE, omeprazol, etc.). Por tanto, el riesgo de interacciones y problemas de cumplimento es elevado. 4.4. Prevención de la ETE Los diferentes métodos para prevenir la ETE tienen como objetivo prevenir tanto la aparición de la TVP como de sus complicaciones, tanto la EP (responsable de una mortalidad global del 1,2%) como del síndrome postflebítico. Comentaremos el uso de métodos físicos y de métodos farmacológicos: antiagregantes plaquetarios, de anticoagulantes orales (ACO) y heparinas. 4.4.1. Prevención mediante métodos farmacológicos La eficacia de los antiagregantes plaquetarios es menor que otros métodos de tromboprofilaxis. El Antiplatelets Trialist Collaboration(37) revisó 50 trabajos con más de 8.000 pacientes y demostró que se reduce el riesgo de trombosis venosa en un 37%, pero esta disminución no es lo suficientemente intensa como para ser clínicamente relevante, ya que el beneficio obtenido con la utilización de aspirina, y derivados, como profilaxis de la ETE es dos veces inferior al obtenido con HNF o 827 HBPM. No se dispone en la actualidad de resultados que nos aporten una evidencia científica para la utilización de antiplaquetarios como pauta profiláctica de la trombosis venosa después del alta hospitalaria(5). Las complicaciones hemorrágicas, especialmente hemorragias digestivas altas, han sido determinantes en la disminución de la utilización de aspirina, triflusal y dipiridamol. Los anticoagulantes orales (ACO) se han utilizado en la profilaxis de la ETE. Mientras que en EE.UU. se ha utilizado principalmente la warfarina, los países europeos han realizado esta profilaxis con acenocumarol. Ambos fármacos bloquean la síntesis de los factores II, VII, IX y X al inhibir la transformación hepática de la vitamina K. Tradicionalmente, la profilaxis con warfarina se iniciaba con una dosis de 5-10 mg la anoche anterior a la intervención quirúrgica. Las dosis posteriores se regulaban en función del tiempo de protrombina (TP) (mantener entre 1,3 y 1,5 veces el valor control del paciente de antes de iniciar el tratamiento anticoagulante). Como el TP difiere entre los diversos centros, se ha aceptado un índice normalizado internacional (INR). EL INR se define como la ratio de protrombina que se obtendría si se utilizara la tromboplastina de referencia en vez del reactivo local de un laboratorio. Cuando son utilizados con un valor de INR entre 1,5 y 2,5 son eficaces para prevenir la trombosis venosa y el riesgo de sangrado es bajo. El riesgo hemorrágico es superior al de la HNF cuando la INR es mayor de 2,7. El riesgo de presentar una hemorragia severa durante la anticoagulación oral oscila entre 1,3 y 4,2 por 100 pacientes/año de exposición. Los factores asociados a un mayor riesgo de sangrado en pacientes con ACO son: intensidad de la coagulación (INR > 4), las características del paciente (se incrementa con la edad), el uso de fármacos que modifiquen la coagulación (aspirina) y la duración del tratamiento(38). Las ventajas de utilizar los ACO son su bajo coste y la utilización de la vía oral y entre sus inconvenientes destacan la necesidad de monitorizar el tratamiento con pruebas de laboratorio, su elevado número de interacciones, inicio de acción retardado, dificultad para anular su efecto en caso de necesidad de cirugía urgente, el riesgo inherente de sangrado y el estar contraindicados en ciertas situaciones clínicas (cirugía reciente, dispepsia ulcerosa, tumor cerebral con riesgo de sangrado, ACV reciente…). Las heparinas constituyen el método de referencia en la profilaxis de la ETE. Se han empleado HNF a do- 828 FARMACIA HOSPITALARIA sis fijas (5.000 UI por vía subcutánea cada 8-12 horas), aunque estas se han mostrado ineficaces en la prevención de la TVP en cirugía de cadera(39). La profilaxis se mantiene durante 5-15 días y se obtiene una frecuencia promedio de TVP del 25%. Si se emplean dosis ajustadas de HNF, para obtener un tiempo de tromboplastina parcial activada (TTPa) de 1 a 5 segundos por encima del límite superior de la normalidad, se reduce la frecuencia anterior hasta el 13%. La dosis de HNF para mantener el TPPa en el intervalo descrito tiene que ser cada vez mayor a lo largo de la primera semana del postoperatorio, lo que podría incrementar el riesgo de hemorragias(39). Entre los inconvenientes de su utilización hay que destacar: absorción irregular, vida media corta y el riesgo de aparición de efectos adversos (trombocitopenia, hemorragias y menos frecuentemente, osteoporosis, hipertransaminasemia, reacciones de hipersensibilidad…). La HBPM se han mostrado más eficaces en la prevención de la TVP que la administración de HNF, con un menor riesgo de sangrado e incluso una reducción de la mortalidad asociada a ETE(40,41,42,43). Algunos autores han establecido que no existen diferencias clínicamente destacables en la utilización de las diferentes HBPM en las indicaciones aprobadas para cada una de ellas(44,45). Sus principales ventajas son las siguientes: tienen una biodisponiblidad del 90% (no precisa controles de laboratorio para su monitorización), una semivida prolongada (única administración diaria), menor incidencia de complicaciones, mejor coste-beneficio, menor riesgo hemorrágico y escasa variación interindividual (utilización de dosis estándar, aunque en los muy obesos es recomendable ajustar la dosis a administrar al peso del paciente)(42). Entre sus posibles limitaciones hay que destacar su precio más elevado respecto a los ACO o la HNF y su administración parenteral que podría dificultar su administración tras el alta hospitalaria. Con la utilización de las HBPM, la incidencia de TVP ha disminuido en cirugía general (del 27% al 9%), en cirugía de cadera o rodilla (desde el 50-60% al 1020%). La administración de HBPM reduce el riesgo de TVP en un 70%, así como el número de EP sintomáticas (del 4,1% al 1,7%). Las diferentes HBPM comercializadas en nuestro país, hasta la fecha actual, así como sus principales características y dosificaciones se presentan en la Tabla 5. A la hora de evaluar cuál de estas HBPM tiene mayor efecto antitrombótico cuando se comparan con HNF, con encontramos con diversos problemas: la diversas HBPM muestran una elevada heterogeneidad química y biológica para compararlas entre sí;en los diferentes estudios se han utilizado múltiples dosis de HBPM y de HNF; la comparación de una HBPM frente a la HNF es complicada ya que en la génesis del trombo intervienen múltiples factores adicionales. En EE.UU. se considera más adecuada la administración de 30 mg de enoxaparina cada 12 horas que la pauta habitual empleada en Europa de 40 mg cada 24 horas, pues asumen que una dosis única podría asociarse con un pico elevado de niveles de anti-Xa que implicaría un mayor riesgo hemorrágico(39). Puesto que inhibir el crecimiento de un trombo ya formado requiere mayor cantidad de fármaco antitrombótico que para impedir su formación, las pautas de inicio postoperatorio utilizan mayor cantidad de HBPM y se suelen administrar cada 12 horas. Queda por resolver cuándo es el momento ideal para iniciar el tratamiento profiláctico: 12 horas antes de la cirugía, en el perioperatorio o en el postoperatorio inmediato. En EE.UU. se recomienda la administración de HBPM unas horas después de la intervención quirúrgica (IQ), mientras que en Europa se realiza unas horas antes de la IQ. En un metaanálisis(46), se observa que cuando la HMPM se administra preoperatoriamente se obtiene menores tasas de TVP (10% vs 15,3%) y menores tasas de hemorragias (0,9% vs 3,5%). Para disminuir el riesgo de aparición de hematomas espinales asociados con la anestesia epidural en pacientes que han recibido profilaxis con HBPM, se recomienda: administrar la HBPM preoperatoria al menos doce horas antes de la anestesia, y retrasar la siguiente dosis de HBPM o retiradas de catéteres (epidurales o espinales) al menos otras 12 horas después de finalizar la intervención quirúrgica(46). Al analizar los costes asociados a la profilaxis tromboembólica, se observa que, a pesar de los mayores costes de las HBPM, su aplicación genera mayores beneficios tanto en cuanto a reducción del número de estancias hospitalarias como al incremento en los años de vida ganados. La administración de HBPM, como profilaxis, es más coste-efectiva que la administración de HNF, siempre que el coste de la HBPM no sea superior en 3,7 veces al coste de la HNF(47). También es más coste-efectiva, la administración ambulatoria de HBPM como tratamiento de la TVP(48). Al analizar los costes de diversas HBPM en la profilaxis de la ETE en pa- FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR 829 Tabla 5. Características y posología en profilaxis de las HBPM25 P. activo Masa molecular (daltons) Cociente anti-Xa/ anti-IIa Posología Riesgo normal Alto riesgo Bemiparina 3.600 8,0:1 2.500/24 h 3.500/24 h Dalteparina 5.000 2,0:1 2.500/24 h 5.000/24 h Enoxaparina 4.500 3,9:1 2.000/24 h 4.000/24 h Tinzaparina 4.500 2,0:1 3.500/24 h 4.500/24 h Nadroparina 4.300 3,6:1 2.000/24 h <70 kg: 2850/24 h (3 días) y seguir 3.800/24 h >70 kg: 3800/24 h (3 días) y seguir 5700/24 h cientes intervenidos de artroplastia de cadera, se ha observado que el principal factor responsable de las diferencias observadas (entre 13.000 y 33.000 pesetas por paciente) se debe principalmente al coste de adquisición de las diversas HBPM(50). 4.4.2. Prevención con medios físicos La acción antitrombótica de los métodos físicos o mecánicos se realiza eliminando las estasis venosas. Las causas más habituales de la estasis venosa en el postoperatorio son el reposo (fallo de la bomba periférica venosa), la insuficiencia valvular (altera el flujo de retorno) y la compresión intrínseca (producida por edemas, hematomas, vendajes…). Los principales métodos físicos para la prevención de la ETE son los siguientes(51): Drenaje postural ortostático: la simple elevación de las extremidades inferiores (muy sencillo de realizar, con eficacia clínicamente evidente, aunque no se hay demostrado nunca en ensayos cínicos controlados) se olvida en numerosas ocasiones. También se recomienda la deambulación precoz, teniendo especial cuidado en evitar que el paciente permanezca sentado durante un tiempo prolongado (existe cierta tendencia en los hospitales a hacer levantar tempranamente al paciente de la cama y luego dejarlo durante largos periodos de tiempo sentado en una silla). Actualmente, con el desarrollo que esta tomando la cirugía mayor ambulatoria, hemos de tener en cuenta que el paciente puede llegar a pasar gran parte del día sentado en una silla (especialmente peligroso en ancianos) Vendas elásticas de compresión decreciente: incrementan la velocidad del flujo del retorno venoso. Solo las medias de compresión decreciente tienen una eficacia real (son ineficaces si la compresión es uniforme). El gradiente de presión que permite disminuir la estasis venosa tiene que estar entre 18 y 20 mm en el tobillo y 8-10 mm en el muslo. Mayores diferencias de presión son difícilmente tolerables y están contraindicadas en extremidades isquémicas y en las insuficiencias de origen central. Se utilizaron en primer lugar en cirugía general al reducir en un 68% el riesgo de TVP, pero no fue capaz de demostrar mejoría en trombosis proximal o EP(52) y posteriormente se ha generalizado su uso a la cirugía ortopédica. Hay que tener en cuenta que aisladamente no son suficientes para ofrecer una adecuada profilaxis, pero son un magnífico complemento a otros métodos, tanto mecánicos como farmacológicos. Electroterapia de estimulación muscular: la contracción muscular provocada por estimulación eléctrica no ha demostrado gran utilidad ya que antiguamente su aplicación se limitaba a la duración de la anestesia. Los nuevos electroestimuladores con corrientes moduladas abren nuevas esperanzas, pero no hay estudios realizados con esta tecnología. Kinesiterapia: la movilización pasiva (asistida por electromotores tipo kinetec) no ha demostrado ser lo suficientemente eficaz para ser utilizada como único método, pero sí combinada con otros métodos. Compresión neumática intermitente: se pueden 830 FARMACIA HOSPITALARIA emplear bombas de vacío o polainas hinchables de acción intermitente y secuencial. Es uno de los métodos más estudiados, de los más seguros, de los mejor tolerados por el enfermo y por el personal de enfermería (pequeños, fáciles de utilizar, coste aceptable y pueden ser utilizados estériles en el quirófano). Esta especialmente indicado en aquellos pacientes con riesgo de sangrado. Sin embargo, esta contraindicado cuando la trombosis ya está instaurada o existe una sospecha clínica. Debe utilizarse con precaución en pacientes con edema por fallo cardiaco derecho, en celulitis séptica o sospecha de infección quirúrgica. Si bien es clara su eficacia en la reducción de la TVP distal, en el caso de la TVP proximal los estudios no presentan unos resultados homogéneos. Bomba venosa plantar: es en una almohadilla neumática situada en unas polainas que se inflan cada 20 segundos durante 2 segundos y que comprime el plexo venoso plantar, por lo que favorece el retorno venoso. Muy recomendable su utilización cuando la anticoagulación presenta riesgos elevados de sangrado (cirugía de columna). Tampoco puede utilizarse en pacientes con insuficiencia venosa congestiva y está contraindicada en la TVP confirmada (por el riesgo de desarrollar una EP) y en pacientes con infección activa. 4.4.3. Prevención de la ETE asociada a diversas situaciones clínicas Prótesis de cadera: a pesar de la introducción de métodos efectivos de prevención en la artroplastia de cadera no se han conseguido tasas de TVP inferiores al 15%, posiblemente porque los principales agentes empleados en profilaxis se han centrado más en disminuir la hipercoagulablidad de la sangre que en controlar las estasis venosa. La mayoría de estos pacientes son de edad avanzada con patologías asociadas y al reducir la estancia postoperatoria a una semana de media, ya no se realiza con el mismo énfasis la rehabilitación y la movilización precoz como cuando las estancias hospitalarias eran más prolongadas. La prevención intrahospitalaria ha desplazado el momento de aparición de las complicaciones tromboembólicas desde la primera semana hasta mediados de la tercera semana después de la intervención. Por ello, al encontrar algunos autores una incidencia elevada de TVP (generalmente asintomática) después de intervenciones de prótesis de cadera, se ha recomendado prolongar la profilaxis con HBPM en períodos de tiempo que oscilan entre 21 y 35 días des- pués del alta, observándose importantes reducciones de las tasas de TVP (tanto en las proximales como en las totales)(53,54). Esta prolongación de la duración de la profilaxis ha sido cuestionada(55). Otros han confirmado que, se puede prescindir de la profilaxis en estos pacientes a partir del décimo día, siempre que no presenten otros factores de riesgo asociados(56). Prótesis de rodilla: un panel de consenso de la American Academy of Orthopaedic Surgeons(57) realizó las siguientes recomendaciones: todos los pacientes recibirán profilaxis, la duración de ésta no será inferior a 6 semanas, factores como movilización precoz, vendas elásticas o sistemas de movilidad pasiva no son eficaces. La compresión neumática intermitente y la bomba venosa plantar pueden ser muy útiles si se combinan con una HBPM (que son el método profiláctico de elección). Se aconseja una duración de la profilaxis entre 9-14 días (siempre que no estén presentes otros factores de riesgo). Fractura de cadera: suelen presentarse en población anciana con factores de riesgo asociados, la profilaxis no puede hacerse preoperatoriamente (la cascada de la coagulación ya se ha desencadenado y la posible lesión vascular ya se ha producido), hay que evaluar los posibles riesgos hemorrágicos y los pacientes suelen ingresar en el hospital con algún episodio previo de TVP. No es eficaz la utilización de dosis ajustadas de HNF y las diferencias obtenidas entre la utilización de HNF y HBPM no son de gran relevancia clínica(39). Pacientes politraumatizados: las fracturas que presentan mayor riesgo de generar trombos y embolias son las de pelvis y las de fémur. Se desconoce el impacto en la incidencia de TVP de factores como la caterización femoral en unidades de cuidados intensivos o las amputaciones de miembros. En los pacientes que presentan traumatismos craneoencefálicos graves, no esta indicada la administración de fármacos antitrombóticos por el elevado riesgo de hemorragias. Los vendajes elásticos o la compresión neumática intermitente no pueden utilizarse en pacientes con fracturas de huesos largos, inmovilizados con yesos o vendajes o sometidos a tracciones de sus extremidades. Algunos estudios recomiendan que en los traumatismos no quirúrgicos de extremidades inferiores se administre profilaxis con HBPM durante 15 días, mientras que los casos de fracturas que obligan a descarga (tibia, maleólos y calcáneo) se recomienda prolongarla hasta los 30 días(39). Lesión medular aguda: el riesgo de ETE es elevado FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR (40%), especialmente en los casos de parálisis completa(19), aunque parece disminuir a partir del tercer mes. Con la utilización de las HBPM, el riesgo de ETE ha descendido hasta cerca del 8%. Esta alta incidencia es debida a la estasis venosa secundaria a la propia lesión, por la inmovilización y un cierto estado de hipercoagulabilidad. La utilización de la bomba venosa plantar ha demostrado ser muy útil en estos pacientes, mientras que los resultados han sido prácticamente nulos con la compresión neumática intermitente. Cirugía de columna: estos pacientes presentan una serie de factores de riesgo que incrementan la probabilidad de sufrir una TVP: son intervenciones largas, hay una inmovilización prolongada en el postoperatorio, se manipulan los grandes vasos y la posición del paciente durante la intervención puede favorecer la aparición de TVP. Las complicaciones hemorrágicas condicionan la profilaxis con anticoagulantes especialmente por el peligro del hematoma epidural. Recomendado utilizar compresión mecánica intermitente y bomba venosa plantar. Artroscopia de rodilla: es una intervención menor cada vez más frecuente en la práctica clínica, que en principio, no se relaciona con una elevada incidencia de TVP. La artroscopia terapéutica, cada vez más frecuente, es posible que se acompañe de mayor incidencia de TVP que la diagnóstica, en parte debido al mayor tiempo de torniquete a que son sometidos los pacientes. La incidencia de TVP en pacientes sometidos a artroscopia de rodilla ha presentado valores dispares entre 2,9% y 16,8%(58,59). Algunos de los estudios anteriores han detectado TVP y EP asintomáticos en una intervención que siempre ha sido clasificada como cirugía menor. Este dato no debe ser olvidado en unos hospitales en los que cada vez es mayor el porcentaje de cirugía mayor ambulatoria que realizan. La disparidad de resultados observados puede estar ocasionados con las diferentes técnicas utilizadas para detectar la presencia de TVP (las manifestaciones clínicas y la ecografía por compresión en ausencia de síndrome clínico evidente son poco sensibles. Tan solo un estudio de los anteriormente citados(60) ha evaluado en un estudio randomizado y con grupo control, la eficacia de la administración de HBPM durante 7-10 días obteniendo una reducción del riesgo relativo del 80%. Pacientes neuroquirúrgicos: el riesgo de ETE oscila en torno al 25%, pero la profilaxis con anticoagulantes siempre ha sido un tema polémico por el posible incremento del riesgo de sangrado intracraneal. Sin 831 embargo, la utilización de HBPM administradas postoperatoriamente y asociada con medias de compresión gradual ha disminuido la incidencia de TVP, sin incrementar el riesgo de sangrado(61). Accidente vascular cerebral isquémico: la frecuencia de ETE es elevada, especialmente en los casos de parálisis total, donde el riesgo supera el 60%, siendo, al menos, un cuarto de ellas proximales. Actualmente, hay evidencia científica para recomendar el empleo de HNF o HBPM, al menos durante los primeros 14 días(19). Pacientes oncológicos: los únicos datos disponibles se refieren a pacientes con neoplasia de mama y tratamiento quimioterápico que presentan un pequeño riesgo de desarrollar un fenómeno tromboembólico (< 5%). En los pacientes con catéteres de larga duración, la administración de warfarina (1 mg/día) sin controles de coagulación, disminuye la frecuencia de trombosis con la consiguiente reducción de sepsis y embolia(62). Pacientes médicos: en los pacientes con patologías médicas hay menos estudios siendo la tasa de ETE del 20% en pacientes médicos y del 29% en pacientes de UCI. En pacientes ingresados en UCI, se ha observado que la administración de nadroparina disminuyó la incidencia de TVP frente a placebo(63). En un estudio sobre 1.102 pacientes con patologías médicas(64), la administración de enoxaparina 40 mg redujo la incidencia de TVP comparada con placebo o enoxaparina 20 mg. Los resultados del estudio anterior han sido cuestionados porque: a) se excluyó un elevado porcentaje de pacientes del análisis final (más del 20%) y b) no se observaron diferencias significativas en variables clínicas (mortalidad) entre los pacientes tratados con enoxaparina y los tratados con placebo(65). Posteriormente, en un metanálisis sobre la utilización de HBPM en pacientes médicos(66), se ha observado que, la administración de HBPM frente placebo (15.095 pacientes), se ha asociado con un descenso del riesgo de TVP del 56% y del 58% en el caso de la EP (no se presentaron diferencias en mortalidad o hemorragias). En el mismo estudio(66), al comparar las HBPM frente a la HNF (4.669 pacientes), no se han observado diferencias respecto a la TVP, al EP o la mortalidad y tan sólo una reducción levemente significativa (p = 0,049) en la reducción del riesgo de hemorragia grave. Ginecología y obstetricia: las tasas de ETE oscilan entre un 2 y un 10%. Se recomienda la profilaxis con medias de compresión gradual, añadiendo HNF o 832 FARMACIA HOSPITALARIA HBPM si existen otros factores de riesgo asociados. En el puerperio se suele administrar una HBPM desde las vísperas del parto hasta la deambulación total. Urología: las cifras de ETE oscilan entre un 66% para cirugía mayor y un 10% para las resecciones uretrales. La reconocida tendencia al sangrado en cirugía prostática no es una contraindicación para utilizar HNF o HBPM cuando el riesgo individual de paciente lo aconseje. 4.5. Tratamiento de la ETE El principal objetivo del tratamiento de la ETE es prevenir la aparición de una embolia pulmonar (EP) mortal y entre sus objetivos secundarios, destacan la reducción de la morbilidad de la TVP (aguda o recidivante) y disminuir el riesgo de un síndrome postflebítico tardío (SPF)(5). La EP es el motivo más frecuente de fallecimiento intrahospitalario evitable(19) y cada caso de EP no mortal supone un coste superior a los 7.000 $ (valores de 1995)(67). Hay que tener en cuenta, que mayoritariamente las muertes por EP se producen en la primera hora desde la aparición de los síntomas y la mayoría de las EP clínicamente significativas provienen de las TVP profundas de las extremidades inferiores (muchas veces asintomáticas). En los pacientes médicos y en los de cirugía general, la TVP empieza casi siempre en las venas de la pantorrilla, mientras que en los pacientes de traumatología, el inicio suele ser mayoritariamente distal y asintomático. Más del 80% de las TVP distales desaparecen de forma espontánea, mientras que hay un 20% que progresan a la localización proximal y estos son que pueden desencadenar una EP. La prevalencia del síndrome postflebítico en la población general oscila entre 0,5-10% y supone un importante problema socioeconómico, con un coste aproximado por enfermo de 1,5 millones de pesetas(68). Entre las medidas higiénicas que se recomiendan para su tratamiento hay que destacar: evitar la obesidad, intentar no permanecer parado en bipedestación, elevar las piernas al sentarse o dormir, no utilizar prendas ajustadas y realizar ejercicios de fisioterapia activa y pasiva. Es recomendable emplear una contención elástica de los miembros inferiores (vendajes de compresión o con la utilización de medias de compresión gradual) que deberán utilizarse al menos durante cinco años después de la trombosis. En el tratamiento farmacológico se suelen emplear fármacos venoactivos (generalmente clasificados como de valor terapéutico dudoso). Los ACO se inician de forma concomitante durante los últimos 2-3 días del tratamiento con HBPM, ya que se requieren un par de días para que se eliminen totalmente los factores de la coagulación (dependientes de la vitamina K) circulantes. En el caso de profilaxis secundaria, cuanto mayor sea la duración del tratamiento anticoagulante, menor será su recurrencia sin incrementar, las complicaciones hemorrágicas de forma significativa (recomendable 6 meses con un INR de 2-3)(69). Necesitarán un tratamiento con ACO más prolongado los pacientes con factores de riesgo persistente (déficit de antitrombina III) o aquellos que han sufrido un segundo episodio de tromboembolismo donde se recomienda la profilaxis a largo plazo(70). Se puede obtener un índice predictivo de sagrado por ACO, según el riesgo potencial de hemorragia, en función de la presencia de diversos factores de riesgo(71). El tratamiento de la TVP proximal se inicia, tradicionalmente, con la administración de HNF a dosis plenas hasta prolongar el TPPa dos veces el valor control (se previene la extensión de los coágulos y la recidíva de la EP), aunque se corre el riesgo de que se presenten hemorragias masivas. En los pacientes con elevado riesgo hemorrágico, es recomendable la administración de la HNF en infusión continua, ya que en caso de hemorragia permite suspender inmediatamente la medicación, normalizándose la situación rápidamente. Si se emplea la HNF como tratamiento de la TVP, la administración subcutánea es más coste-efectiva que su administración en perfusión IV(72). Actualmente las HBPM han demostrado ser eficaces en el tratamiento de la TVP proximal y de la EP(40,73) y su aplicación ha permitido una reducción de los días de estancia hospitalaria y de los costes asociados(74). La dosis empleadas de las diferentes HBPM comercializadas en España en el tratamiento de la ETE son las siguientes(25): dalteparina: 100 UI/kg/12 h o 200 UI/kg/24 h, nadroparina: 85 UI/kg/12 h, enoxaparina: 1 mg/kg/12 h o 1,5 mg/kg/24 h, tinzaparina: 175 UI/kg/24 h. La bemiparina no está aprobada como tratamiento de la TVP. Las HBPM son preferibles al tratamiento con ACO en las siguientes situaciones: enfermos de edad avanzada, pacientes con alteraciones de las facultades mentales, enfermos neoplásicos con citostáticos que interfieren con el número de plaquetas, alteraciones de las pruebas de coagulación, interacciones del acenocumarol con otros fármacos, dificultad para realizar con- FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR troles hematológicos y cuando los ACO están contraindicados (mujeres embarazadas o riesgo incrementado de sangrado). Las HBPM permiten el tratamiento ambulatorio de la EP, obteniendo unas tasas de eficacia similar a los pacientes que reciben HNF(75). El empleo de filtros de vena cava inferior está indicado cuando fracasa el tratamiento anticoagulante (la recidiva de la EP a pesar del tratamiento anticoagulante correcto se produce en un 1-5% de los pacientes) y cuando existe una contraindicación al tratamiento anticoagulante (paciente con hemorragia cerebral y EP). El síndrome postflebítico (SPF) tardío puede aparecer hasta 8 años después de un evento de TVP (aunque la mayoría se presentan durante el primer año), por lo que se recomienda una vigilancia sistemática y el tratamiento selectivo de las trombosis venosas que vayan apareciendo. Los calcetines y medias de compresión gradual son ineficaces en la prevención del SPF(76). 4.6. Tratamiento de las arritmias cardiacas(30,77,78,79) Aunque muchas de las taquicardias son benignas, pueden presentarse sobre corazones enfermos (estenosis valvulares, enfermedad coronaria, miocardiopatías, etc), causando grave deterioro hemodinámico, por lo que se considerarán como malignas y tratarlas con la máxima urgencia. En el caso de la fibrilación auricular, el tratamiento de elección es la cardioversión eléctrica sincronizada (CES). Las bradicardias pueden ser sintomáticas (síncope, disnea de esfuerzo, astenia o insuficiencia cardiaca) y asintomáticas. Las primeras deben tratarse siempre, y las segundas, en función de la probabilidad de progresar y producir síntomas graves en el futuro. Todo trastorno del ritmo que aparece dentro de un cuadro patológico requiere el tratamiento de la enfermedad causal. Cuando la recurrencia de arritmia resultara letal y los fármacos no sean por completo eficaces, como en pacientes reanimados tras un episodio de fibrilación ventricular, los desfibriladores implantados constituyen la opción más adecuada. En caso de presentarse una alteración importante del ritmo cardiaco, los pasos a seguir son los siguientes: a) Oxigenoterapia con mascarilla. b) Colocación de una vía venosa periférica y administración de suero glucosado 5%. 833 c) Toma repetida del pulso y de la tensión arterial. d) Monitorización, realización ECG y valoración de la saturación parcial de oxígeno. Como norma general, si la arritmia está bien tolerada, la abstención terapéutica es la regla. Si la alteración del ritmo se tolera mal clínica y hemodinámicamente, el tratamiento debe ser sintomático pero sobre todo etiológico. Al utilizar los diferentes antiarrítmicos, con el objetivo de disminuir la aparición de efectos adversos hay que seguir las siguientes recomendaciones: a) Ser conscientes que los antiarrítmicos pueden producir arritmias. b) Vigilancia de las concentraciones plasmáticas para aquellos que tengan un método estandarizado. c) Conocer las contraindicaciones de cada paciente a recibir un tratamiento particular (la amiodarona es inadecuada en pacientes con enfermedad pulmonar avanzada, ya que en caso de presentarse una neumopatía intersticial, efecto adverso letal que puede producirse con el tratamiento con amiodarona, sería difícil de detectar su aparición). 4.6.1. Fármacos a utilizar en taquicardias s supraventriculares Adenosina: se presenta en viales con 6 mg. Tras una dosis inicial (3 mg) en bolo, si persiste la arritmia, se puede administrar una dosis adicional de 6 mg a los dos minutos y repetir con una dosis mayor (12 mg) a los dos minutos si el cuador no cede. En taquicardias supraventriculares paroxísticas es de elección. Administrar con precaución en pacientes asmáticos y se requieren mayores dosis de adenosina en grandes consumidores de café o té, ya que las metil-xantinas bloquean los receptores adenosínicos. Es recomendable administrarlo rápidamente con un catéter intravenoso central grande ya que, si se administra lentamente, se elimina antes de llegar al corazón. Amiodarona: inicialmente hay que administrar una dosis de 300 mg en bolo (5-10 min.), seguida de 300 mg diluidos en 100 ml de G 5% durante 45 min. A continuación se instaura una perfusión continua a razón de 500 mg/24 h, en 500 ml de G 5%. La presentación oral es útil en taquicardias o fibrilaciones ventriculares recurrentes (resistentes a otros 834 FARMACIA HOSPITALARIA tratamientos) y en la conservación del ritmo sinusal en sujetos con fibrilación auricular. La presentación intravenosa se utiliza para atajar rápidamente las arritmias ventriculares y supraventriculares. Hay que evitar la utilización de amiodarona en casos de bradicardia sinusal, bloqueo sinoauricular y combinada con otros antiarrítmicos. Amiodarona es un análogo estructural de la hormona tiroidea que se elimina con lentitud extrema por lo que tarda varias semanas en alcanzar niveles en estado estacionario. Los efectos adversos a largo plazo se han relacionado tanto con la cantidad de dosis diaria administrada así como con la dosis acumulada. El efecto adverso más grave es la aparición de fibrosis pulmonar, aunque a las dosis empleadas en fibrilación auricular (< 200 mg/día) es muy infrecuente. Otros efectos durante el tratamiento a largo plazo son: microdepósitos corneales, alteraciones hepáticas, hipo o hipertiroidismo, alteraciones neuromusculares y fotosensibillidad. La biodisponibilidad de la amiodarona por vía oral es de solo un 30% (importante en el cálculo de regímenes equivalentes cuando se pasa de tratamiento por vía intravenosa a la vía oral). Es un potente inhibidor del metabolismo hepático o de la eliminación renal de muchos compuestos. Digoxina: la dosis de choque es de 0,25-0,5 mg por vía IV lenta, seguida de 0,125 mg/6 h hasta completar la dosis máxima de 1 mg en las primeras 24 horas. La dosis de mantenimiento es de 0,125 mg/12 h (o 0,25 mg/24 h). Su uso esta indicado en fibrilación auricular y fluter. Hay que evitar la utilización de digitálicos en caso de sospecha de hipokaliemia, hipercalcemia, tratamiento digitálico en curso o síndrome de pre-excitación. Los factores predisponentes a una intoxicación digitálica (ID) son: edad avanzada, insuficiencia renal, hipoxia, alteraciones electrolíticas (hipokaliemia, hipomagnesemia y alcalosis), amiloidosis cardiaca y, sobre todo, interacciones farmacológicas (quinidina, amiodarona, verapamilo, eritromicina y tetraciclinas). Los síntomas extracardiacos (1/3 de los pacientes) son principalmente gastrointestinales (anorexia, vómitos, náuseas, diarrea) o neurológicos (laxitud, alteraciones visuales, delirio, psicosis). La ID es muy rara si la digoxinemia es < 1,4 ng/ml y está presente en el 50% de los pacientes con niveles superiores a 3 ng/ml, si bien niveles dentro del intervalo terapéutico no excluyen automáticamente la ID. Manejo de la ID: – Corrección de las alteraciones electrolíticas y administración de carbón activado. – Si se presenta bloqueo AV avanzado o bradicardia, administrar atropina IV. – Si se presentan arritmias ventriculares, administrar fenitoína IV en perfusión continua. – Los anticuerpos antidigoxina están indicados si existen arritmias malignas o niveles séricos superiores a 10 ng/ml (si se conoce la cantidad de digoxina ingerida, la dosis se puede calcular sabiendo que 80 mg de antídoto fijan 1 mg de digoxina (Tello 1995). Procainamida: se presenta en cápsulas de 250 mg y viales de 1 g. La dosis de carga es de 10 mg/kg en bomba de perfusión IV a razón de 25-50 mg/min (hasta una dosis total de 1 gramo). Como dosis de mantenimiento se emplearán 2-6 mg/min. Indicada en el tratamiento de muchas arritmias supraventriculares y ventriculares. Sus propiedades son similares a las de quinidina, pero si se emplea la vía oral, es de acción más rápida y la administración parenteral no produce hipotensión tan severa. Los tratamientos a largo plazo suelen suspenderse debido a los efectos adversos. Las nauseas relacionadas con la dosis son frecuentes durante el tratamiento por vía oral. La aplasia medular se puede presentar en el 0,2% de los pacientes. Durante la terapéutica a largo plazo, la mayoría de los individuos presentan anticuerpos antinucleares circulantes (datos bioquímicos asociados al síndrome del lupus inducido por fármacos) y hasta el 25-30% de los anteriores presentará síntomas clínicos de lupus. En individuos que son acetiladores lentos, el síndrome del lupus inducido por procainamida aparece más a menudo. Quinidina: se presenta en forma de sulfato (cápsulas de 275 mg) o de poligalacturonato (cápsulas de 165 mg). La dosis usual del sulfato es de 10-20 mg/kg/día en 4-6 tomas. Para el poligalacturonato es de 275 mg 2-3 veces al día. No debe administrarse aisladamente cuando la frecuencia cardiaca está por encima de 100 latidos/min, debiendo asociarse a amiodarona o digital. Esta Indicada para conservar el ritmo sinusal en sujetos con aleteo o fibrilación auricular y en la prevención de recurrencias de taquicardia o fibrilación ventricular. La diarrea es el efecto adverso más habitual durante el tratamiento con quinidina (30-50%). Pueden presentarse reacciones inmunitarias durante el tratamiento, siendo FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR más frecuente la trombopenia, así como cinconismo (síntoma complejo que incluye cefalalgia y tinitus). La aparición de "torsades de pointes" asociada con quinidina, se presenta con concentraciones plamáticas terapéuticas o incluso subterapéuticas. Puede agravar la insuficiencia cardiaca. La quinidina es un potente inhibidor del citocromo P450 2D6, por lo que disminuye la eliminación de digoxina y digitoxina y su propio metabolismo es inducible en presencia de fenobarbital o fenitoína . Verapamilo: se presenta en ampollas con 5 mg, en grageas con 80 mg y en comprimidos retardados con 120-240 mg. Las dosis en arritmias son de 0,075 a 0,15 mg/kg IV en 1 min. La dosis se repite si no revierte arritmia hasta un máximo de 15 mg en 30 minutos. Indicada en taquicardias supraventriculares paroxísticas no ocasionada por Wolf-Parkinson-White y fibrilación auricular y fluter. 4.6.2. Fármacos a utilizar en taquicardias ventriculares Lidocaína: Dosis: – Tiempo cero: dosis de choque: 1 mg/kg IV seguido de perfusión continua IV a velocidad de 2-4 mg/min. – Tiempo 10 min.: 0,5 mg/kg IV. Si existe insuficiencia cardiaca, hepática o en ancianos, la dosis de choque será la mitad de la dosis normal seguido de una perfusión sin exceder los 2 mg/min. – Si se presentan recidívas, administrar una dosis de choque de 0,4 mg/kg coincidiendo con su aparición Su eliminación es muy rápida, por lo que se emplea exclusivamente por vía IV. Su administración está indicada en el tratamiento intensivo por vía IV de arritmias ventriculares. Debe evitarse la utilización de dosis elevadas de lidocaína (dosis tóxica: 2,5 g/24 h, dosis de carga < 200 mg), así como su administración muy rápida pues puede desencadenar convulsiones. El nistagmo constituye un signo temprano de toxicidad por lidocaína. Por su elevado y variable metabolismo hepático de primer paso, no se puede administrar por vía oral, por lo que se han desarrollado otros fármacos análogos (mexiletina y tocainida) que si permiten su administración oral para permitir los tratamientos a largo plazo. 835 Bretilio: en España se obtiene a través del negociado de medicamentos extranjeros. La dosis es de 5-10 mg/kg IV en 10 min. Si persiste, debe administrarse una segunda dosis de 5-10 mg/kg en 1-2 horas. Si fuera necesario, puede repetirse la dosis a las 6-8 horas. Está indicado en taquicardias ventriculares mal toleradas sin respuesta a fibrilaciones o lidocaína. También se utilizará en taquicardias ventriculares toleradas en las que no se ha presentado respuesta a lidocaína. La hipotensión causada por inhibición de la recaptación de noradrenalina es un problema frecuente durante el tratamiento, que deberá tratarse con reemplazo juicioso de líquidos. 4.6.3. Fármacos a utilizar en bradicardias Atropina: dosis de 0,5 a 1 mg IV. Repetir si es necesario a los 5 min. En lactantes la dosis máxima es de 1 mg y en adolescentes es de 2 mg. Isoprenalina (Isoproterenol): dosis de 2 a 20 µg/ min. Perfusión IV continua: diluir 1 mg (5 ampollas) en 250 ml de glucosado 5%. Comenzar con 2 mcg/min (0,5 ml/min o 10 gotas/min). Aumentar de 0,5 ml en 0,5 ml hasta máximo de 5 ml/min (20 mcg/min). Utilizar en bradicardias resistentes a atropina. BIBLIOGRAFÍA 1. Rang HP, Dale MM, Ritter JM. Fármacos que afectan a los principales sistemas orgánicos: corazón. En: Farmacología, 4ª ed. Ediciones Harcourt. Madrid, 2000. 2. Rang HP, Dale MM, Ritter JM. Fármacos que afectan a los principales sistemas orgánicos: sistema vascular. En: Farmacología, 4ª ed. Ediciones Harcourt. Madrid, 2000. 3. Jackson EK, Garrison JC. Renina y angiotensina. En: Goodman & Gilman, eds. Las bases farmacológicas de la terapéutica. 9ª ed. México. McGraw-Hill Interamericana. 1996; 899-936. 4. Roden DM. Antiarrítmicos. En: Goodman & Gilman, eds. Las bases farmacológicas de la terapéutica. 9ª ed. México: McGraw-Hill Interamericana. 1996; 899-936. 5. Lieberman JR, Pellegrini VD. Coagulación y tromboembolismo en cirugía ortopédica y traumatológica. 836 FARMACIA HOSPITALARIA En: Beaty JH, eds. Orthopaedic Knowledge Update 6. American Academy of Orthopaedic Surgerons. Barcelona, 2000; p 73-85. 6. Kong DF, Blazing MA, O’Connor CM. Advances in the approach to acute coronary syndromes. Hosp Pract, versión “on line”, 15 abril de 2000. 7. Miller WL, Reeder GS. Adjunctive therapies in the treatment of acute coronary syndromes. Mayo Clin Proc 2001; Vol 76: 391-405. 8. Anónimo. Heart failure drugs: whats new? Drug Ther Bull 2000; Vol 38: 25-27. 9. Katz AM, Silverman DI. Treatment of heart failure. Hosp Pract, versión “on line”, 15 diciembre de 2000. 10. Fundació Institut Català de Farmacologia i Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitaria. Aparell cardiovascular. En: Index farmacológic, 5.ª ed. Barcelona: Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya i Balears, 2000. 11. Mateo J, Oliver A, Borrell M, et al. Laboratory evaluation and clinical characteristics of 2132 consecutive unselected patiens with venous thromboembolism results of the Spanish Multicentric Study on Trombophilia (EMET). Tromb Haesmost 1997; 77:444-451. 12. Simioni P, Prandori P, Lensing AWA, et al. The risk of recurrent venous tromboembolism en patients with and Arg506>Gln Mutation in the gene for factor V (Factor V Leiden). N Eng J Med 1997; 336:3999-4003. 13. Clagett GP, Anderson FA jr, Heit J, et al. Prenvention of venous thromboembolism. Chest 1995; 108 (suppl):312s-34s. 14. Bergqvist D. Posoperative thromboembolism: frecuency, etiology and prophylaxis. De: Springer-Verlag. Berlin. 1983. 15. Farner RDT, Lawrenson RA, Thompson CR et al. Population-based study of risk of venous thromboembolism associated with various oral contraceptives. Lancet 1997; 349:83-8. 16. Agencia Española del Medicamento. Riesgo de tromboembolismo asociado a la utilización de anticonceptivos orales de tercera generación. Ref: 200110 (28 septiembre de 2001). 17. Gehardt A, Scharf RE, Beckmann MW. Prothrombin and factor V mutations in women with a history of thrombosis during pregnancy and the puerperium. N Eng J Med 2000; 342:374-80. 18. Ferrari E, Chevalier T, Chapelier A. Travel as a risk factor for venous thromboembolic disease. A casecontrol study. Chest 1999; 115:440-4. 19. Clagett GP, Anderson FA, Geersts W, et al. Prevention of venous thromboembolism. Chest 1998; 114:531 s-60s. 20. Golhaber SZ. Medical progress: pulmonary embolism. N Eng J Med 1998; 339:93-104. 21. Castellet E, Navarro A. Epidemiología e importancia de la enfermedad tromboembólica en cirugía ortopédica. En: Granero Xiberta J, eds. Enfermedad tromboembólica en cirugía ortopédica y traumatológica. Barcelona: Masson, 1999; p. 1-4. 22. Roncales FJ, Jiménez C, Hernández JA. Etiopatogenia y factores generales de riesgo trombótico. En: Granero Xiberta J, eds. Enfermedad tromboembólica en cirugía ortopédica y traumatológica. Masson.Barcelona, 1999; p. 5-14. 23. Bernardi E, Prandoni P, Lensing AWA, et al. D-dimer testing as an adjunt to ultrasonography in patients with clinically suspected deep vein thrombosis: prospective cohort study. Br Med J 1998; 317:103740. 24. Perrier A, Desmarais S, Mirón MJ, et al. Non-invasive diagnostic of venous thromboembolism in outpatiens. Lancet 1999; 353:190-5. 25. Catálogo de Especialidades Farmacéuticas. Madrid: Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. 2001. 26. Amstrong PW. New advances in the management of acute coronary syndromes: fibrinolytic therapy for acute ST-segment elevation myocardial infarction. Can Med Assoc J 2001; Vol 165: 791-797. 27. Anónimo. Tackling myocardial infarction. Drug Ther Bull 2000; Vol 38: 17-20. 28. Anónimo. Managing chronic stable angina needs understanding of the benefits of various treatment options. Drug Ther Perspect 2001; Vol 17: 10-15. 29. Topol A, Bijarboneh A, Bakhai A, et al. Myocardial infarction and angina, current drug therapy. Hosp Pharm 2001, Vol 8: 125-132. 30. Tello de Meneses R, Torres N, Antón M. Arritmias cardiacas. En: Carnavale D, Medina P y cols., eds. Manual de Diagnóstico y Terapéutica Médica. 3ª ed. MSD-Abelló. Madrid, 1995; 147-66. 31. Anónimo. Carvedilol. Índice efecto mínimo/efecto máxino de los antihipertensivos. Butll Inf Ter SCS 1998; Vol 10: 13-17. 32. Assent-3 investigators. Efficacy and safety of tenecteplase in combination with enoxaparin, abciximab or unfractionated heparin: the ASSENT-3 FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR randomised trial in acute myocardial infarction. Lancet 2001; 358: 605-13. 33. ISIS-4. A randomised factorial trial assessing oral captopril, oral mononitrate and intravenous magnesium sulphate in 58050 patients with suspected acute MI. Lancet 1995, 345:669-85. 34. AIRE Study investigators. Effect of ramipril on mortality anb morbidity of survivors of acute myocardial infarction with clinical evidence of heart failure. Lancet 1993; 342:821-8. 35. Wrigt RS, Kopecky SL, Reeder GS. Update on intravenous fibrinolytic therapy for acute myocardial infarction. Mayo Clin Proc 2000; Vol 75:1185-1192. 36. Smith AJ, Whener JS, Manley HJ, et al. Current role of beta-adrenergic blockers in the treatment of chronic congestive heart failure. Am J Health Syst Pharm 2001; Vol 58: 140-145. 37. Antiplatelet Trialist Collaboration. Collaborative overview of randomized trials of antiplatelet therapy. III. Reduction in venous thrombosis and pulmonary embolism by antiplatets prophylaxis aming surgical and medical patients. BMJ 1994; 308:23443. 38. Levine MN, Raskob G, Landdefeld S et al. Hemorrhagic compications of anticoagulant treatment. Chest 1998; 114:511s-23s. 39. Granero J, Ramírez C, Pizá G. Profilaxis específicas en cirugía ortopédica y traumatológica. En: Granero Xiberta J, eds. Enfermedad tromboembólica en cirugía ortopédica y traumatológica. Masson. Barcelona, 1999; p. 101-32. 40. Geerts WH, Jay RM, Code K, et al. A comparision of low dose heparin with low molecular-weight heparin as prophylaxis againts venous thromboembolism after major trauma. N Eng J Med 1996; 335:701-7. 41. Kakkar VV, Howes J, Sharma V, et al. A comparative double-blind, randomized trial of a new second generation LMWH (bemiparin) and UFH in the prevention of post-operative venous thromboembolism. The bemiparin Assessment Group. Thromb Haemost 2000; 83(4):523-9. 42. Hirsh J, Warkentin TE, Rashcke R, et al. Heparin and low-molecular-weight heparin. Mechanism of action, pharmacokinetics, dosing considerations, monitoring, efficacy and safety. Chest 1998; 114:989s-510s. 43. Gould MK, Dembitzer AD, Doyle RL, et al. Lowmolecular-weight heparins compared with unfrac- 837 tioned heparin for treatment of acute deep venous thrombosis. A meta-analysis of randomized, controlled trials. Ann Inter Med 1999; 130:800-9. 44. Planes A. An equivalent study of two low-molecular heparins in the prevention and treatment of deep-vein thrombosis after total hip replacement. Semin Thromb Hemost 2000; 26 suppl 1:57-60. 45. Delgado O, Puigventós F. Programa de Equivalentes Terapéuticos. Comisión de Farmacia y Terapéutica. Hospital Son Dureta. Palma de Mallorca. 3ª ed. 2001. 46. Hull RD, Brant RF, Pineo GF, et al. Preoperative vs postoperative initiation of low molecular-weightheparin prophylaxis againts venous thromboembolism in patients undergoing elective hip replacement. Arch Intern Med 1999; 159:137-41. 47. Martínez C, López A. Relación riesgo-beneficio de las heparinas de bajo peso molecular en la profilaxis de la enfermedad tromboembólica venosa en cirugía general. Cir Esp 2000; 68:235-42. 48. Bergqvist D, Lindgren B, Mätzsch T. Comparision of the cost of preventing postoperative deep vein thrombosis with either unfractioned or low molecular weigt heparin. Br J Surg 1996 (b); 83:1548-52. 49. Gould MK, Dembitzer AD, Sanders GD, et al. Low-molecular-weight heparins compared with unfractioned heparin for treatment of acute deep vein thrombosis. A cost-effectiveness analysis. Ann Inter Med 1999; 130:789-99. 50. Bonal J, Gisbert R. Análisis farmacoeconómico de la profilaxis de la enfermedad tromboembólica en pacientes sometidos a artroplastia de cadera. Farmacoeconomía 2000; marzo: 17-26. 51. Soler JM,Gifreu M, Aliaga F. Profilaxis tromboembólica con medios físicos. En: Granero Xiberta J, eds. Enfermedad tromboembólica en cirugía ortopédica y traumatológica. Masson. Barcelona, 1999; p. 65-72. 52. Wells PS, Lensing AWA, Hirsh J. Graduated compression stocking in the prevention of postoperative venous thromboembolism: a meta analysis. Arch Intern Med 1994; 154:67-72. 53. Bergqvist D, Benoni G, Bjorgell, et al. Low molecular weight heparin (enoxaparin) as prophylaxis againts venous thromboembolism after total hip replacement. N Eng J Med 1996; 335:696-700. 54. Dahl OE. Thromboprophylaxis in hip artroplasty. New frontiers and future strategy. Acta Orthop Scand 1998; 69(4):339-42. 838 FARMACIA HOSPITALARIA 55. Anómino. Enoxaparin and prevention of venous thromboembolism in medical units: new indication. No tangible benefit. Precrire Int 2000 (b); 9(50):174-6. 56. Leclerq J, Gent M, Hirsh J, et al. The incidence of syntomatic venous thromboembolism during and after prophylaxis with enoxaparin. A multi-institutional cohort study of patients who underwenthip or knee arthroplasty. Arch Inter Med 1998; 158:873-8. 57. Consensus Panel. Comittee on clinical policies. American Academy of Orthopaedics Surgeron. Prophylaxis for DVT in total knee replacement. AAOS, 1993. 58. Jaureguito JW, Greenwald AE, Wilcox JF, et al. The incidence of deep venous thrombosis after arthroscopic knee surgery. Am J Sports 1999; 27(6): 707-10. 59. Schippinger G, Wirnsberger GH, Obernosterer A, et al. Thromboembolic complications after arthroscopic knee surgery. Incidence and risk factors in 101 patients. Acta Orthop Scan 1998; 69(6):144-6. 60. Wirth T, Schneider B, Misselwith F, et al. Prevention of venous thromboembolism after knee arthroscopy with low-molecular weight heparin (reviparin): results of a randomized controlled trial. Arthroscopy 2001; 17(4):393-9. 61. Agnelli G. Enoxaparin plus compression stoking compared with compresion stocking alone in tjhe prevention of venous thromboembolism after elective neurosurgery. N Eng J Med 1998; 339:80-5. 62. Bern M, Lokich JJ, Wallach SR, et al. Very low dose of warfarin can prevent thrombosis in central venous catheters. A randomized prospective trial. Ann Intern Med 1990; 112:423-8. 63. Fraisse F, Holzapfel L, Couland JM, et al. Nadroparin in the prevention of deep vein trombosis in acute descompensated COPD. The association of Non-University Affiliated Intensive Care Specialist Physician of France. Am J Respir Crit Care Med 2000; 161 (4 pt 1):1109-14. 64. Samama MM, Cohen AT, Darmon YY, et al. A comparision of enoxaparin with placebo for the prevention of venous thromboembolism in acute ill medical patient. N Eng J Med 1999; 341:793-800. 65. Anónimo. Dalteparin new treatment duration: new dosage. Is prolonged prophylaxis needed? Prescrire Int 2000; 9(45):197-8. 66. Mismetti P, Laporte-Simitsidis S, Tardy B, et al. Prevention of venous thromboembolism in internal medicine with unfractioned or low-molecularweight heparins: a meta analysis or randomized clinical trials. Thromb Haemost 2000; 83:14-9. 67. Menzin J, Colditz GA, Regan MM, et al. Cost-effectiveness of enoxaparin vs low-dose warfarin in the prevention of deep-vein thrombosis after total hip replacement surgery. Arch Intern Med 1995; 155: 757-64. 68. Jiménez-Cossío JA. Importancia sociolaboral de las flebopatías crónicas. En: Insuficiencia venosa crónica de los MMII. Servicio de documentación Uriach. Barcelona, 1986; 237. 69. Kearon C. A comparision of three months of anticoagulation for a first episode of idiopatic venous thromboembolism. N Eng J Med 1999; 901-7. 70. Shulman S, Granqvist S, Holmstöm M, et al. The duration of oral anticoagulant therapy after a second episode of venous thromboembolism. N Eng J Med 1997; 336:393-8. 71. Kuijer PMM, Hutten BA, Prins MH, et al. Prediction of the risk of blleeding during anticoagulant treatment for venous thromboembolism. Arch Inter Med 1999; 159:457-60. 72. Heaton D, Pearce M. Low molecular unfractionated heparin. Pharmacoeconomics 1995; 8(2):91-9. 73. Hull RD, Pineo GF, Francis C, et al. Low-molecularweight heparin prophylaxis using dalteparin extended out-of hospital vs in-hospital warfarin/out-of hospital placebo in hip arthroplasty patients: a doubleblind, randomized comparision. North American Fragmin Trial Investigators. Arch Intern Med 2000; 160(14):2208-15. 74. Tillman DJ, Charland SL, Witt DM. Effectiveness and economic impact associated with a program for outpatients management of acute deep vein thrombosis in a group model health maintenance organization. Arch Inter Med 2000; 160(19):2926 32. 75. O’Brien B, Levine M, Willam, A et al. Economic evaluation of outpatient treatment with low-molecular-weight heparin for proximal vein thrombosis Arch Intern Med 1999; 159:2298-304. 76. Ginsberg JS, Hirsh J, Julian J, et al. Prevention and treatment of posphebitic syndrome: results of a 3part study. Arch Intern Med 2001; 161(17):2105-9. 77. Almela A. Arritmias. En: Sempere G, Carbonell M y otros, eds. Manual de diagnóstico y tratamiento en urgencias. Sanofi-Wintrop. 78. Almendral J, Martín E, Medina O, et al. Guías de FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR práctica clínica de la Sociedad española de cardiología en arritmias cardiacas. Rev Esp Cardiol 2001; 54:307-.67 79. Guía práctica de medicina de urgencias prehospitalarias. Barcelona: FTN asociados; 1999; p103-20. 839