escocia ya no será la misma

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Pese a la victoria del ‘no’, los independentistas valoran
el avance en el autogobierno
ESCOCIA YA NO SERÁ LA
MISMA
Los nervios en Londres y en muchas cancillerías europeas –y también al otro lado
del Atlántico– se calmaban conforme iba dándose a conocer los resultados del
referéndum sobre la independencia en Escocia. El 55 por ciento de los votos en
contra de la secesión garantizaba la permanencia de esta nación en el seno de
Reino Unido. Pero, lo que queda ahora es una sociedad dividida, un impulso al
resto del independentismo continental y la gestión del cumplimiento de las
promesas de mayores cuotas de autogobierno, que también afectarán al resto de
los integrantes de Gran Bretaña: Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte.
E
Por Antonio Sarrión
scocia ha decidido no convertirse en un país independiente.
Acepto este veredicto”, afirmaba
nada más conocerse los resultados de la consulta popular Alexander Salmond, el líder independentista y ministro
principal de Escocia desde 2007, quien pidió al resto de los escoceses hacer lo mismo. A pesar de la derrota, se mostraba optimista: “El 45 por ciento de nuestros ciudadanos, es decir 1,6 millones de personas, ha
votado por la independencia. Pienso que
ninguno de nosotros cuando entramos en
política, se hubiera podido imaginar que algo así fuera posible o tan siquiera creíble”.
“Este referéndum ha estado muy reñido y
ha encendido pasiones muy fuertes”, admitía, casi simultáneamente el primer ministro
británico, David Cameron. En su rueda de
prensa, aseguraba su intención de cumplir
todas las promesas realizadas por su Gobierno en vísperas del referéndum. El jefe
del Ejecutivo británico garantizaba que Escocia obtendrá más derechos y revelaba que
ya había puesto en marcha el protocolo, dando instrucciones al exministro de Asuntos
Exteriores William Hague para que elaborara un plan para la descentralización. Está
previsto que para enero del 2015 estén a
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punto los anunciados proyectos de reformas
para Escocia. Pese a la victoria del no, los
independentistas creen que han avanzado.
Si se cumplen los compromisos adquiridos,
las autoridades locales recibirán más poderes, los escoceses tendrán más autonomía en
la recaudación de impuestos, gastos presupuestarios y servicios sociales. Al mismo tiempo, al mantener la permanencia en el seno
del Reino Unido, Edimburgo seguirá gozando de los subsidios de la Unión Europea.
Una vez pasado el peligro, las instituciones financieras que hicieron piña con Londres y presionaron de lo lindo para evitar el
triunfo de la independencia daban marcha
atrás a sus amenazas. Así, el Royal Bank of
Scotland, al igual que otros bancos que hicieron públicos sus planes de trasladar sus
sedes registradas a Inglaterra en caso de victoria independentista, aseguraba en un comunicado que no realizará ningún cambio
en su estructura. Además, la cotización de
la libra subía en el mercado de divisas. Por su parte, al conservar la unión, Londres
mantiene sus beneficios en cuanto al petróleo y gas natural de las reservas del mar
del Norte y el resto de los recursos ubicados en el territorio escocés. Igualmente, el
Gobierno británico seguirá contando con
los impuestos provenientes de la producción de whisky, lana y seda y de la pesca
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en las ricas aguas escocesas. Además, las
bases militares británicas permanecerán en
Escocia.
La campaña de la consulta llegó a tomar
tintes dramáticos. Junto a las amenazas de
las instituciones financieras, la advertencia
de Bruselas de que la independencia implicaría la salida de la Unión Europea, la advertencia por parte de Londres de que el proceso sería irreversible para siempre, o la implicación de innumerables personajes públicos y famosos por uno u otra opción, también hubo espacio para apelar al sentimentalismo, hasta el extremo de que el primer
ministro británico, en el final de la campaña, aseguraba que se le rompería “el corazón” en caso de consumarse la división.
Pero ante la evolución de las encuestas y
lo que parecía un vertiginoso e imparable
David Cameron (izqda.) ha garantizado que Escocia obtendrá más
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ascenso de la opción independentista, las
fuerzas políticas partidarias del mantenimiento de la unión decidían plantear un órdago. En una decisión sin precedentes, los
líderes de los tres principales partidos de Reino Unido, David Cameron (conservador), Ed
Miliband (laborista) y Nick Clegg (liberal-demócrata), suscribían un documento conjunto en el que se comprometían a otorgar a Escocia mayores cuotas de autogobierno, centradas en aspectos concretos, con independencia del color político del Gobierno británico, ahora y en el futuro.
También Cameron había prometido para
Escocia mantener la llamada fórmula de distribución Barnett, un polémico sistema de
distribución de gasto público diseñado por
el exministro de Economía Joel Barnett, en
los años 70.
Básicamente, la fórmula asegura que Escocia –con su menor población– reciba suficientes recursos para el funcionamiento de
sus servicios públicos y concede fondos per
cápita un 19 por ciento superiores a los que
percibe Inglaterra.
Uno de los elementos cruciales, y que había sido caballo de batalla de los independentistas lo constituía la gestión de la sanidad pública. En la carta firmada por Cameron, Miliband y Clegg durante la campaña
se incluía una promesa categórica de que la
última palabra sobre el dinero que se gaste
en el Servicio de Salud en Escocia será del
Parlamento escocés.
Este compromiso era una respuesta directa a las críticas de Alex Salmond, ministro
principal de Escocia, quien aseguró durante toda la campaña –y en los meses anterio-
derechos, mientras que Alex Salmond (dcha.) ha anunciado su dimisión pese a que su derrota tiene apariencia de victoria.
res– que la independencia era la única forma de proteger los servicios de Salud de los
recortes impuestos desde Londres.
La unión política que ya dura 307 años entre Inglaterra y Escocia se lograba mantener,
pero el precio que desde Londres se va a pagar por conseguirlo va a resultar muy elevado. Cameron, anunciaba una serie de propuestas para dar más poderes a Escocia y
confirmaba que se empezará negociar con
la devolución de más competencias. Sólo
una hora después de que se oficializara el
resultado del referéndum, nombraba al encargado de supervisar el traspaso.
En teoría, el proyecto de ley en el que se
desarrollará este proceso debería estar listo
para enero, pero con las elecciones previstas para mayo, no será aprobado antes del
cambio de legislatura.
A nadie se le escapa que el contenido concreto y definitivo de las transferencias deberá pasar por un duro proceso de negociación,
pero el primer ministro –y también los líderes de los otros grandes partidos– ha empeñado su palabra. Además de los traspasos de
competencias en Sanidad, están comprometidos los referentes a políticas sociales y empleo, aunque no parece probable que desde
Escocia se vayan a conformar con esto exclusivamente. El control sobre los impuestos
y los gastos aparece en el horizonte como otro
punto clave que los escoceses podrán gestionar de modo completamente autónomo.
La cuestión escocesa va a influir de modo
notable en el resto del Reino Unido, ya que
las otras naciones integrantes (Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte) también se miran en
el espejo de los compatriotas del norte. Las
promesas a Escocia ya levantaron reacciones críticas en otras regiones británicas durante la campaña. Por eso, David Cameron
ya se ha referido a la necesidad de que los
parlamentos de Inglaterra, Gales e Irlanda
del Norte puedan votar por sus propios asuntos, independientemente, en ámbitos como
la política fiscal.
Durante la campaña de la consulta, Christopher Chope, parlamentario conservador que
representa al distrito de Christchurch, en el sur
de Inglaterra, alzaba la voz para plantear que
“si Escocia obtiene más poderes y recursos entonces es justo exigir que los parlamentarios
escoceses no puedan votar en asuntos que
afecten sólo a Inglaterra”. Se refería a que ac-
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El Royal Bank of Scotland ha asegurado, tras el ‘no’ en la consulta, que no realizará ningún cambio en su estructura.
tualmente más de 50 parlamentarios escoceses en el Parlamento en Londres votan sobre
asuntos de la Unión y muchos apoyaron, por
ejemplo, el polémico aumento del costo de
las matrículas en las universidades, una medida que solo se aplica en Inglaterra y no en
Escocia. “Los votantes que represento me dicen, si los escoceses tendrán su devolución de
competencias con recursos que pagamos todos, entonces es justo que solo los ingleses voten sobre asuntos ingleses”, comentaba Chope ante la prensa.
John Redwood, parlamentario de Wokingham, Inglaterra, sostenía algo similar:
“Si algo es justo para Escocia, entonces también debe ofrecerse a las regiones en Inglaterra. No podemos aceptar que un parlamentario escocés vote sobre los impuestos
en Inglaterra”.
Más consecuencias. Pese a que, según todos
los analistas, la derrota de Alex Salmond y
el Partido Nacional de Escocia, en realidad
más tiene la apariencia de una victoria, en
la que han conseguido una parte importante de sus reivindicaciones políticas y económicas –aunque no la independencia–, el
ministro principal anunciaba su renuncia,
tanto a su cargo institucional, como a la dirección de su partido, en una decisión que
cogía a todos por sorpresa.
En las quinielas por su sucesión, casi to48
Europa, expectante
La campaña por el referéndum de la independencia escocesa tomaba un cariz internacional casi desde el principio. Las fuerzas independentistas del Viejo Continente han visto en la vía escocesa un camino a seguir y una
hoja de ruta para plantear políticamente sus
aspiraciones.
En Cataluña –que ya ha impulsado su propio proceso de consulta (aunque, con toda seguridad será bloqueado por el Tribunal Constitucional)– y el País Vasco, sus gobiernos autonómicos citan la consulta escocesa como
un ejemplo y un modelo democrático.
Otros movimientos independentistas también han puesto sus esperanzas en la posibilidad de celebrar un referéndum acordado,
mientras que Bruselas entraba en liza con declaraciones institucionales en las que dejaba
claro que la independencia significaría la salida automática de la UE, y con difíciles vías
de reingreso.
Al otro lado del Atlántico, en Washington,
también se ha respirado con alivio al conocerse los resultados. El propio presidente de
EE UU, Barack Obama, había expresado su
deseo de que su máximo aliado en Europa
continuara unido.
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das las fuentes, estiman que la viceprimer
ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, será
elegida como nueva cabeza del partido, aunque el independentismo, especialmente en
los últimos meses, se ha ido nutriendo de
una base social de izquierda, antiguamente
cercana a los laboristas, pero desencantada
con sus políticas desde hace tiempo, por lo
que la supremacía del Partido Nacional de
Escocia podría verse amenazada. En distritos obreros como Glasgow, Dundee, West
Dunbartonshire y North Lanarkshire ganaba
con claridad el voto independentista. Los
partidos independentistas han experimentado un enorme incremento en las solicitudes
de afiliación. Por ejemplo, el Partido Verde
de Escocia recibió 3.000 peticiones durante la campaña, el doble de su cantidad actual, mientras que el Partido Nacional de Escocia sumó cerca de 20.000 miembros nuevos en sus filas, un incremento del 70 por
David Cameron ya ha
puesto en marcha el
protocolo para
elaborar un plan para
la descentralización
ciento, lo que le coloca en las puertas de
convertirse en el tercer partido del Reino
Unido en número de afiliados.
Los laboristas también se llevaban más disgustos en las ocho circunscripciones en las
que, hasta ahora, conseguía fáciles victorias
electorales. En Glasgow, el distrito de mayor concentración obrera, ganó el sí de forma amplia.
Después del referéndum también queda
un país mucho más politizado. La asistencia
a las urnas fue de un 84,42 por ciento, un
nivel muy por encima de las últimas citas
electorales en Reino Unido, mientras que en
las últimas elecciones generales, celebradas
en 2010, la participación rondó el 65 por
ciento de los electores.
Los analistas británicos hablan de una nueva generación de jóvenes que se han concienciado de modo rápido, y que junto a la independencia han planteado otras reivindicaciones que cuestionan las políticas de austeridad, los recortes y el rescate de la banca. l
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