Complicaciones perioperatorias en el anciano Complicaciones neurológicas perioperatorias en el geronte Key words / palabras clave Postoperatorio, delirium, convulsiones, neuropatía óptica isquémica, isquemia medular, accidente cerebro vascular. Introducción Las complicaciones postoperatorias neurológicas son entidades frecuentes cuya incidencia varía según la cirugía, la edad, el tipo de anestesia usada y factores de riesgo asociados. Sus consecuencias son potencialmente graves y su morbilidad y mortalidad continúan siendo altas. El geronte es un paciente de riesgo para desarrollarlas, ya que la edad aumenta las chances de desarrollar todas las complicaciones neurológicas1. Aproximadamente la mitad de las personas de 65 años o más, serán intervenidas quirúrgicamente1, 2. Las cirugías más frecuentes son: cataratas, reemplazos protésicos articulares, colecistectomía y procedimientos de revascularización, estos últimos asociados con mayor morbimortalidad neurológica2. Las complicaciones neurológicas son la segunda causa más frecuente de mortalidad y morbilidad posteriores a la cirugía cardíaca (superadas solo por la insuficiencia cardíaca), y sus secuelas aumentan considerablemente la necesidad de cuidados a largo plazo3. El espectro de procedimientos cardiovasculares capaces de provocar efectos adversos neurológicos es amplio, pues el cerebro es particularmente vulnerable a la hipotensión, hipoxia, embolismo y diátesis hemorrágicas, complicaciones comunes de los procedimientos cardiovasculares, en especial en la cirugía a corazón abierto. En este capítulo describiremos las complicaciones neurológicas del sistema nervioso central más relevantes por su frecuencia o gravedad, y su asociación con las diferentes cirugías. Dr. Emanuel Silva Dra. Julieta Mazziotti Dr. Ricardo Reisin Servicio de Neurología. Hospital Británico de Buenos Aires Cambios en el estado de conciencia El estado confusional implica una alteración en el estado de alerta y atención, con un paciente incapaz de mantener una estructura coherente de pensamiento. Esto incluye un espectro clínico muy amplio que varía entre fallas en la atención, agitación psicomotriz, letargia y coma. El término delirium es más frecuentemente usado para definir un estado confusional con hiperactividad simpática, con la consecuente adición de temblor, taquicardia, diaforesis y midriasis 4. El síndrome confusional o delirium puede presentarse inmediatamente después de la recuperación anestésica o con un intervalo lúcido de varios días. El delirium en pacientes hospitalizados aumenta el tiempo de estadía, la mortalidad, el riesgo de complicaciones y la necesidad de institucionalización al alta hospitalaria1,2. El delirium es más frecuente en los postoperatorios de cirugías a corazón abierto y en las cirugías de reemplazo de cadera. Varios factores preoperatorios son predictores de delirium en el geronte: deterioro cognitivo previo, edad mayor a 70 años, enfermedad orgánica cerebral preexistente, deprivación de benzodiacepinas, antecedente de epilepsia o depresión y adicción a drogas o alcohol son las más relevantes5. Con respecto a los factores operatorios más importantes como causas reversibles debe mencionarse la hipoxia, acidosis, hipoperfusión, anemia y la hiperventilación, esta última especialmente cuando provoca PCO2 menores a 25 mm Hg por la vasoconstricción cerebral consecuente. El antecedente de insuficiencia hepática o renal aumenta el riesgo postoperatorio de encefalopatía hepática o urémica. La encefalopatía urémica es más frecuente en pacientes sometidos a diálisis aunque ocurre a menudo también en pacientes con falla renal no oligúrica. Clínicamente los pacientes presentan RAA 587 Complicaciones perioperatorias en el anciano letargia, irritabilidad, desorientación y alucinaciones; los signos incluyen asterixis, temblor, mioclonías y tetania, esta última especialmente asociada a hipocalcemia. La encefalopatía hepática posee una fisiopatología multifactorial que incluye elevación en la concentración de amonio, daño por radicales libres, metabolismo anormal de ácidos grasos y edema cerebral6. La alteración en el estado de conciencia suele ser la primera manifestación clínica pudiendo agregarse asterixis, temblor, signos de liberación frontal, con respuesta pupilar a la luz habitualmente preservada y coma. En su evaluación la realización de tomografía de cerebro es mandatoria para descartar sangrado cerebral asociado a la diátesis hemorrágica característica de la falla hepática, y electroencefalograma (EEG) que evidencia lentificación difusa con ondas trifásicas que sin embargo no son patognomónicas. Dos situaciones concurrentes hacen especialmente más susceptible al paciente anciano, capaz de sufrir delirium: los trastornos en el medio interno y la sepsis5. La hiponatremia: más comúnmente asociada al síndrome de antidiuresis inapropiada7, responde bien a la corrección de factores desencadenantes y a la restricción hídrica. Su corrección no debe superar los 10 mEq en las primeras 24 horas, ya que la mielinólisis central pontina puede tener consecuencias devastadoras. Otras anormalidades electrolíticas desencadenantes de delirium menos frecuentes son la hipernatremia, hipocalcemia, hipomagnesemia, hipercalcemia y la hipofosfatemia, más frecuente esta última en pacientes con alimentación parenteral. La hipoglucemia puede provocar una gran variedad de síntomas y su incidencia en el postoperatorio es más frecuente en el contexto de uso de insulina o hipoglucemiantes orales, pacientes alcohólicos y enfermedad hepática8. Delirium, convulsiones, déficits focales y coma son presentaciones frecuentes del 588 Volumen 66 · Nº 6 · Simposio 2008 paciente con hipoglucemia severa. La corrección debe ser inmediata con un bolo IV de 25 a 50 gr de dextrosa con la posterior infusión IV continua de dextrosa al 5%, debiéndose chequear la glucemia en forma horaria. A la luz de la evidencia actual, el estricto control glucémico en el paciente hospitalizado debería reevaluarse y ajustarse a cada caso en particular, ya que el uso generalizado y protocolizado de insulina en pacientes internados en salas de cuidados intensivos y en pacientes cursando postoperatorios podría ser deletéreo9. *La encefalopatía de Wernicke ocurre debido a la disfunción de estructuras diencefálicas y mesencefálicas que rodean al tercer y cuarto ventrículo, secundario a la deficiencia de tiamina (vitamina B1). Es un error frecuente asociar esta condición sólo a pacientes con historia de alcoholismo; su presencia debe sospecharse también en pacientes con ayuno prolongado, nutrición parenteral, malnutrición, diarrea crónica y vómitos recurrentes, hipomagnesemia, cirugías con resección gastrointestinal, hemodiálisis, cáncer gástrico y otros cánceres avanzados10. La mayoría de los procedimientos quirúrgicos que llevan a la exclusión de porciones del tracto gastrointestinal son factores de riesgo para el desarrollo de encefalopatía de Wernicke: gastrectomías, gastroyeyunostomías, colectomías, bypass gástricos, gastroplastias y balones intragástricos. Los mecanismos responsables en el postoperatorio incluyen vómitos, malabsorción y volumen de ingesta insuficiente. La aparición temprana del síndrome es poco frecuente, presentándose habitualmente entre la cuarta y duodécima semana postoperatoria, dependiendo del estado nutricional previo del paciente. La tríada de confusión, ataxia y oftalmoplejía raramente se presenta completa, aunque sí la combinación de algunas de ellas. Se ha reconocido que trastornos en el sensorio e hipotermia pueden ser las únicas manifestaciones10. Característicamente, en la RMI de encéfalo se observan lesiones hiperintensas en FLAIR en cuerpos mamilares y la sustancia gris periacueductal, que realzan con contraste. Es importante recordar que la rápida administración de 100 g de tiamina debe preceder Complicaciones neurológicas perioperatorias en el geronte a la administración de dextrosa para evitar el desencadenamiento de una encefalopatía subyacente. El pronóstico es bueno de acuerdo a la velocidad de la corrección aunque pueden persistir secuelas. El status epiléptico no convulsivo (SENC) es una causa cada vez más reconocida de alteración del estado de conciencia en pacientes hospitalizados11. De acuerdo a nuestra experiencia el SENC debería ser rápidamente descartado mediante la realización de electroencefalograma (EEG) en todo paciente geronte cursando postoperatorio, una vez descartadas las causas estructurales y metabólicas más frecuentes. En pacientes ancianos el uso de tramadol para analgesia se asocia a riesgo aumentado de SENC12. La sepsis es una causa común de delirium en el postoperatorio del paciente anciano; los niveles elevados de catecolaminas, el estado hiperdinámico e hipercatabólico favorecen la injuria encefálica del síndrome confusional. El delirium puede estar asociado a las drogas usadas durante la operación o en el postoperatorio inmediato. Los anestésicos inhalatorios (isofluorano y halotano) se acumulan en tejido adiposo y pueden persistir por varios días como causa de delirium; los agentes de vida media más corta se asocian menos con delirium pero deben ser tenidos en cuenta (tiopental, propofol). La ketamina puede provocar alucinaciones, pesadillas y gran agitación. Los opioides, en especial la meperidina y las benzodiacepinas de vida media larga (como el diazepam) son causas relevantes de síndrome confusional. Otras drogas asociadas incluyen: corticoides a dosis altas, antihistamínicos, neurolépticos, cimetidina y agentes antiparkinsonianos. El manejo del delirium en el postoperatorio del paciente anciano debe incluir la identificación y corrección de causas secundarias: hipoperfusión, hipoxemia, hiponatremia, anemia, acidosis, hipotermia y arritmias cardíacas principalmente. Se debe realizar un análisis de laboratorio completo que incluya gases arteriales, hemograma, ionograma, función renal y hepática, calcio, fósforo y magnesio. Se deben realizar estudios de neuroimágenes (TAC o RM) para descartar lesiones estructurales; EEG y punción lumbar pueden estar indicados. Se debe proceder a la suspensión de drogas desencadenantes y a la aplicación juiciosa de medidas de sujeción si fuera necesario. En la agitación psicomotriz severa, puede usarse haloperidol en dosis bajas (0,5 mg dos veces por día); los pacientes ancianos son especialmente susceptibles a los efectos adversos de los neurolépticos, que deben evitarse en pacientes con síndrome de QT prolongado, en los que se sospeche abstinencia alcohólica o deprivación de benzodiacepinas. Finalmente, debería usarse tiamina en pacientes con historia de alcoholismo, cáncer, malnutrición o falla renal en hemodiálisis. Es importante destacar el síndrome cistocerebral, caracterizado por retención aguda de orina y delirium. Es una causa frecuente de síndrome confusional en pacientes ancianos sin sonda vesical. Su fisiopatología se explicaría por una descarga adrenérgica una vez superado el umbral de residuo post miccional. Debería ser descartado por palpación o ecografía, luego de evaluadas otras causas13. Enfermedad cerebrovascular Los eventos cerebrovasculares (isquemia cerebral aguda y hemorragia cerebral) perioperatorios ocurren con una frecuencia de entre el 0,3 y el 6%1. En general, el porcentaje es más alto en los procedimientos cardiovasculares, donde de acuerdo al procedimiento llegan al 14-15% y constituyen por lo tanto una complicación frecuente. El paciente anciano es particularmente susceptible a esta complicación, por la edad y la frecuente adición de factores de riesgo cardiovascular resumidos RAA 589 Complicaciones perioperatorias en el anciano en la tabla I . Además, el tipo de cirugía influye en la incidencia de accidente cerebro vascular (ACV) perioperatorio (tabla II). Trabajos retrospectivos demuestran que los eventos son mayormente isquémicos y que la fuente es en casi la mitad de los casos embólica, más que por hipoperfusión cerebral, hipovolemia o hipotensión arterial. Las fuentes embólicas más frecuentes son cardioembólica, ateroembólica y embolia gaseosa14. Las embolias ateromatosas ocurren principalmente durante el clampeo y desclampeo de la arteria aorta, cirugía de válvulas cardíacas severamente calcificadas y durante las maniobras de canalización de vasos. Las embolias gaseosas se producen más comúnmente en procedimientos donde se realice apertura de cámaras cardíacas, canulación vascular o anastomosis arteriales, y quizás sean el material embólico más común aunque su impacto neurológico no está bien aclarado15, dependiendo la probabilidad de injuria encefálica más probablemente del tamaño de la embolia. La posición sentada en algunas cirugías espinales, en especial la laminectomía cervical, aumenta el riesgo de embolia gaseosa, que puede provocar embolia paradojal de existir un shunt intracardíaco de izquierda a derecha, más comúnmente un foramen oval permeable; teniendo en cuenta que este defecto está presente en casi un cuarto de la población, y que la incidencia de embolia gaseosa es alta16, 17, se debería realizar una cuidadosa selección perioperatoria de los pacientes usando ecocardiografía. La hipercapnia, el tiempo prolongado de circulación extracorpórea (CEC), la hiperglucemia y la hiperflexión o hiperextensión cefálica se asocian a una mayor tasa de ACV postoperatorio. Las cirugías de hombro realizadas con técnicas de hipotensión controlada en posición de silla de playa obligan a una cuidadosa valoración de la tensión arterial media (TAM) para evitar hipotensión iatrogénica y complicaciones por hipoperfusión cerebral18. Las complicaciones más frecuentes de la endarterectomía carotídea son los eventos cardíacos (infarto y falla cardíaca) y el ACV. El ACV asociado a endarterectomía carotídea varía 590 Volumen 66 · Nº 6 · Simposio 2008 tabla I Factores de riesgo determinantes de Accidente Cerebro Vascular perioperatorio Edad avanzada Enfermedad arteriosclerótica aórtica o carotídea Falla renal Hipertensión Sexo femenino Disfunción moderada a severa de VI Enfermedad cerebrovascular previa Diabetes Arteriopatía periférica Fibrilación auricular Angina inestable o IAM reciente Placas aórticas móviles o mayores de 5 mm IAM: Infarto agudo de miocardio, VI: Ventrículo izquierdo tabla II Procedimientos quirúrgicos e instrumentales más comúnmente relacionados a complicaciones neurovasculares Cirugía de revascularización miocárdica Cirugías de reemplazo valvular Balón de contrapulsación aórtica Cirugías de hombro en posición sentado con técnicas de hipotensión deliberada Endarterectomía carotídea Cirugías de reparación aórtica Reparación de aneurismas aorto-ilíacos entre un 0,25 y un 3% siendo la experiencia del grupo quirúrgico un factor esencial19,20, ocurre generalmente por trombosis o disección carotídea. Frente al diagnóstico de isquemia cerebral durante el postoperatorio se recomienda la arteriografía para el diagnóstico y eventual uso de stent21 o reexploración quirúrgica. El síndrome de hiperperfusión es la primera causa de hemorragia cerebral y convulsiones asociadas a endarterectomía carotídea22. El grado Complicaciones neurológicas perioperatorias en el geronte de estenosis carotídea parece ser el predictor más importante de la incidencia del síndrome23 asociado a hipertensión arterial. Las características clínicas incluyen cefalea ipsilateral al lecho quirúrgico, convulsiones motoras focales, a veces con parálisis de Todd posterior que pueden simular un ACV y hemorragia intracerebral; habitualmente las complicaciones del síndrome se manifiestan en las primeras 2 semanas luego de la cirugía. El control estricto de la hipertensión arterial en el postoperatorio inmediato y semanas subsiguientes es el factor de mayor importancia para prevenir el síndrome de hiperperfusión. Complicaciones medulares La isquemia de médula espinal es una complicación infrecuente, asociada especialmente a cirugías de aorta, discectomías lumbares y cirugías de escoliosis24. Los niveles torácicos bajos y lumbares son los más afectados ya que representan el territorio de circulación limítrofe y son perfundidos por una sola arteria: la arteria radicular magna o arteria de Adamkiewicz. Se manifiesta en forma aguda con dolor, paraparesia, trastornos sensitivos con signo de nivel y alteraciones esfinterianas25. Hipotensión y embolismo son las causas más comunes de isquemia medular, especialmente asociados con procedimientos endovasculares, manipulación aórtica y el uso de balón de contrapulsación aórtica26. El clampeo aórtico prolongado por arriba de las arterias renales y la reparación de aneurismas aórticos toracoabdominales a cielo abierto presentan un 5-20% de riesgo de isquemia medular. Intervenciones quirúrgicas que incrementan la presión venosa torácica, como la ligadura de varices esofágicas, pueden causar infartos venosos medulares. La isquemia medular puede ocurrir también como complicación de embolizaciones terapéuticas y arteriografía espinal selectiva, asociada a anestesia peridural27 y a la posición en la mesa quirúrgica28, 29. La resonancia magnética es la mejor herramienta diagnóstica mostrando cambios en T2, FLAIR y difusión compatibles con lesión isquémica; durante las primeras 24 hs pueden no observarse cambios25, 30. La perfusión aórtica, distal y el drenaje de LCR podrían disminuir las complicaciones de la cirugía aórtica y el monitoreo intraoperatorio de potenciales evocados somatosensitivos reducir el riesgo de injuria permanente 31. Los hematomas peridurales espinales son una complicación infrecuente de la anestesia raquídea; los factores de riesgo son el uso de heparina, trombocitopenia, insuficiencia renal crónica, abuso de alcohol e insuficiencia hepática. En pacientes que reciben heparinas de bajo peso molecular (HBPM) se recomienda aguardar 12 hs luego de la última dosis para realizar la punción. La cefalea post punción dural se caracteriza por la aparición de cefalea frontal u occipital asociada a la sedestación o bipedestación que calma con la posición supina. Aparentemente se relacionaría con la cantidad de líquido extraído, o su pérdida por una fístula. La formación de fístulas de LCR es directamente proporcional al tamaño de la aguja e inversamente proporcional a la edad del paciente32. Se ha descripto el síndrome de Horner (miosis, ptosis palpebral y anhidrosis ipsilateral), asociado a la anestesia epidural, en forma transitoria; su hallazgo supone bloqueo de la cadena simpática ubicada a nivel cervical y se sugiere el monitoreo estricto ante la posibilidad de complicaciones autonómicas33. Las complicaciones mecánicas de la cirugía raquídea son extensas y diversas en cada nivel (cervical, torácico y lumbar); la compresión mecánica iatrogénica, por injertos óseos y por listesis secundaria a la relajación anestésica son temidas y aumentan el riesgo de plejía34. Complicaciones neuroftalmológicas Suelen estar supeditadas a compresión (malposición en la tabla quirúrgica) o isquemia. A pesar de que su incidencia global continúa siendo baja conviene recordarlas por la gravedad que revisten. Los factores de riesgo RAA 591 Complicaciones perioperatorias en el anciano cardiovasculares parecen aumentar el riesgo (hipertensión arterial, tabaquismo, diabetes, obesidad) al igual que el tiempo prolongado de cirugía e hipovolemia. La compresión ocular parece ser un factor determinante en muchos casos35. Los fenómenos isquémicos (infartos retinianos y la neuritis isquémica óptica) se asocian mayormente a cirugías cardiovasculares, en especial cirugías de reemplazo aórtico y valvular. Las complicaciones por compresión han sido ampliamente descriptas en cirugías de columna. Los síndromes oftalmológicos más relevantes como complicaciones postoperatorias, de acuerdo con nuestra experiencia incluyen36, 37: Neuropatía óptica isquémica (NOI), que puede ser anterior (si afecta el disco óptico) o posterior (si afecta la zona retrobulbar); en esta última38, 39, 40 la pérdida de visión se presenta inmediatamente después de la cirugía con pérdida severa de la agudeza visual, defectos campimétricos altitudinales y edema de papila en el fondo de ojo. El pronóstico es generalmente malo para la NOI posterior, y no existe un tratamiento efectivo. El síndrome de oclusión de la arteria central de la retina y oftalmoplejía unilateral36 cursa con edema orbitario, ceguera del ojo, pupila ipsilateral fija y arreactiva, con oftalmoplejía total. El fondo de ojo generalmente revela una retina congestiva con borramiento de vasos, edema de papila y exudados maculares. La RMI de órbita revela habitualmente exoftalmos y signos de edema en la musculatura extrínseca del ojo, que se aprecia como imágenes hiperintensas en T2 que respetan los tendones. De acuerdo con nuestra experiencia, la motilidad ocular se recupera sustancialmente, no así la visión. La parálisis supranuclear de la mirada 41,42,43 asociada a disartria, labilidad emocional y trastornos en la marcha se ha descripto como complicación posquirúrgica. El mecanismo de injuria probable es una lesión isquémica mesencefálica o bulboprotuberancial Existen reportes de pérdida de la visión luego de cirugías de blefaroplastia, o luego de la inyección de anestésicos locales para rinoplastias; se cree que ocurren por trombosis o vasoespasmo de la arteria central de la retina 44, 45, 46. 592 Volumen 66 · Nº 6 · Simposio 2008 Convulsiones Las convulsiones en el postoperatorio del paciente anciano son generalmente secundarias a un grupo de factores implicados. Muchos anestésicos son capaces de bajar el umbral convulsivo. El enfluorano puede causar convulsiones hasta varios días después de su uso. La actividad epileptiforme electroencefalográfica inducida por enfluorano es máxima a concentraciones de 2-3% y la hiperventilación debe evitarse ya que aumenta el riesgo de convulsiones. El etomidato, un inductor anestésico, baja el umbral convulsivo e induce movimientos mioclónicos, y es una causa común de convulsiones en gerontes con antecedentes de epilepsia. La ketamina puede producir convulsiones, en especial si se asocia a aminofilina. Los opioides aumentan el riesgo de convulsiones, siendo la meperidina la más frecuentemente asociada con esta complicación. La hiponatremia y la hipercalcemia son las anormalidades hidroelectrolíticas que más frecuentemente se asocian a convulsiones. La sepsis y la hipertermia maligna son otras causas de actividad epileptiforme durante el postoperatorio. La abstinencia alcohólica puede provocar convulsiones tónico-clónicas. Para su manejo inicial se recomienda el uso de benzodiacepinas (lorazepam) no requiriéndose drogas antiepilépticas posteriormente. La abstinencia de benzodiacepinas es otra causa reconocida que debe ser tenida en cuenta, especialmente en la población anciana, en quienes el uso de ansiolíticos e hipnóticos está ampliamente extendido. La incidencia de convulsiones en neurocirugía es variable, dependiendo principalmente de la localización de la lesión, la patología subyacente y el grado de retracción cerebral necesario para realizar el procedimiento. Las crisis son más frecuentes cuando el área quirúrgica incluye la corteza motora47. El abandono perioperatorio de la medicación anticomicial es otra causa frecuente de convulsiones en el anciano. 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