Valladolid, capital de la creatividad artística La exposición “Creadores Inquietos” cuenta con 16 artistas locales comprometidos con el arte contemporáneo La exposición “Creadores Inquietos” es una muestra de arte contemporáneo desarrollada en el marco de CreArt, un proyecto de cooperación cultural que cuenta con la participación de 13 ciudades europeas, entre ellas Valladolid. Este proyecto es promovido por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento y ha sido comisariada por Javier Silva. El objetivo de esta exposición es promover, desde su realidad local, el sector de las industrias culturales europeas e internacionales mejorando la formación, el intercambio y la exhibición. “Creadores Inquietos” cuenta con la participación de 16 artistas locales entre los que destacan algunos como David Campesino, Esther Gatón, Jorge Consuegra, Laura López Balza, Pablo de Castro y Patricia Sandonis. Estos creadores comparten una apuesta por la investigación técnica, estética y conceptual. La variada muestra de arte contemporáneo pretende mostrar la gran diversidad y la riqueza del trabajo que sus autores están desarrollando. El proyecto CreArt (Red de Ciudades para la Creación Artística) es un proyecto cofinanciado por la Unión Europea cuya principal meta es acercar a la gente común el arte más contemporáneo y de mayor actualidad. La exposición se encuentra en la Sala Municipal de Exposiciones de Las Francesas y es posible visitarla hasta el 5 de abril. Dentro de este marco cultural, encontramos numerosas exposiciones, concursos y actividades relacionadas como la que promueve la Unión Artística Vallisoletana “Artistas en la Plaza España”. Además, encontramos otras como “Periodistas por la creación”, “Letras con Arte” y horarios especiales en museos como el de la Ciencia o el de arte africano. Museos, asociaciones, galerías y artistas se vuelcan para celebrar el Día Europeo de la Creatividad Artística. ANALIZAMOS LA EXPOSICIÓN Dentro de la exposición, se podían comprobar dos vertientes muy diferenciadas. Por un lado, un arte más enfocado a la pintura y la fotografía, y por otro lado una galería más interactiva con televisiones y proyectores que intentaban despertar la imaginación del visitante. En el arte mencionado en primer lugar, nos encontramos con obras muy llamativas como “El ojo inocente” de Andrés Carretero, “Rastro” de Cristina R. Vecino, o “Los gitanos nómadas de Casasola Arión” de Ricardo Sánchez, que bajo su nombre dejaba varias explicaciones sobre sus creaciones para intentar darle sentido a lo plasmado, ya que a simple vista era muy complejo. Además de estos cuadros, era posible observar algunas obras curiosas como las que representaban a varias salas de espera completamente vacías, asemejadas en cuanto a título se refiere e ironizando en este último. Se trata de “Ciento setenta y ocho hora y treinta y cuatro minutos”, “Diecisiete horas y veintiún minutos” y “Diecisiete mil cuatrocientos noventa y tres horas y treinta y seis minutos”. Hubo tiempo también para sorprenderse con unos restos de escombro impresos de Ignacio Gil, que más allá de asaltar la mirada, extrañaban a todo aquel que se acercara a interesarse por lo expuesto. En el lado opuesto se encontraba la zona interactiva, previsiblemente colocada a propósito para despertar una mayor atención de cara a los jóvenes visitantes. En un lateral se encontraban expuestas imágenes de Pablo de Castro. Una de las televisiones emitía secuencias de gente pasando por delante de los bajos de un edificio, llegando solo dos “atrevidos” a cruzarlo para husmear. El título de las secuencias mencionadas era “Dos exterior”. La otra pantalla que se encontraba junto a la ya nombrada, únicamente mostraba imágenes de vallas publicitarias desiertas, sin anuncio alguno, cuyo nombre era obvio: “Sin palabras”. Y sin ellas quedaba todo aquel que dirigía su mirada a las televisiones del otro lateral, esta vez de diferente autor: Gonzalo de Miguel. En una de ellas únicamente se visionaba el interior de un vehículo antiguo que se encontraba en un túnel de lavado y cuyo título era “Tic Tac”. Aquellos que se acercaban a visionar las escenas, alegaban que Gonzalo únicamente jugaba con la noción del tiempo. La otra representación pudo ser más chocante. Bajo el nombre “Pájaro”, De Miguel mostraba imágenes de un ave recién nacida. La posterior aparición del hombre en las secuencias lleva automáticamente a transmitirnos la interacción que este último realiza en ese ciclo de la vida animal en algunas especies. En definitiva, una exposición chocante, sorprendente, atractiva y plasmada de arte descubierto y sin descubrir, que abre las puertas de la imaginación para que todo visitante pueda soñar con los ojos abiertos. Marcos Carballo Blanco Jorge Alvarado Lobo Diego Arias Martínez