La gestión en las instituciones de educación básica. La normatividad de las escuelas que intentaba alcanzar el futuro con las acciones del presente y en el ámbito educativo delimitaba el accionar de los sujetos a través de las planeaciones, no consideraba los aspectos, de diversos índoles, que podían modificar el presente y en consecuencia el futuro. Desde la visión prospectiva de Casassus (2000), esta establece que el futuro no se explica necesariamente solo por el pasado. Es decir existen variables en los escenarios en los que se intervienen, y en los que están influenciados, que deben de considerarse en momento de cualquier planeación. Con esto se toma en cuenta el vínculo que permite considerar lo que pasa en la escuela y la sociedad. Se comienza a considerar a la escuela como una institución que a través de los valores, creencias entre otros aspectos, buscan orientar ciertos aspectos de la sociedad. “las instituciones debían de garantizar la formación de recursos para la elaboración de nuevos saberes”. Es por ello que la escuela quedo obligada a formar ciudadanos, que puedan producir beneficios a la sociedad en la que están inmersos, como prepararlos para el mundo del trabajo, por citar un ejemplo, entre los muchos que hay, donde de cierto modo se refleja el compromiso que la escuela tomo en determinado momento contribuyendo así a el aspecto económico de la sociedad, y en el caso de las obligaciones entonces, vale la pena preguntarse ¿Qué ha hecho la sociedad a favor de la escuela?, o es a caso que actualmente estos dos términos se vislumbran desde perspectivas completamente opuestas entre sí. “Pareciera que los “acuerdos” entre la escuela y sociedad han perdido vigencia ya que ninguna de las partes puede dar satisfacción a los compromisos asumidos”. Pero como podrá mejorar la sociedad si no es a través de la educación, que se da en las escuelas, y que por ello es necesario “redefinir roles y tareas, derechos y obligaciones, adquirir un estilo de gestión que haga posible la actividad pedagógica, ordenar las múltiples funciones en pos de lo especifico, atender algunas demandas y desoir otras. Entorno a esto es necesario definir a la gestión, Álvarez (2006) la define como “Un proceso dinámico que logra vincular los ámbitos de la administración convencional con los de la estructura de la organización, bajo la conducción y animación de un liderazgo eficaz de gestión por parte de cada director(a), que se ejerce en un contexto de liderazgos múltiples y se orienta hacia el cumplimiento de la misión institucional” De esta primera conceptualización cabe resaltar el concepto liderazgo eficaz, ya que causa duda el saber cómo logra determinado líder realizar eficazmente su labor, es decir, como saber que las demandas que plantea son realmente las necesarias al no contar con otros puntos de opinión respecto al trabajo que realiza. Es necesario para esto citar a Murrillo (2006) que menciona algunos tipos de liderazgo, transformacional, facilitador, persuasivo, sostenible, pero el que nos interesa en este caso, es el liderazgo distribuido, que “aprovecha las habilidades de los otros en una causa común, de tal forma que el liderazgo se manifiesta a todos los niveles” (Harris y Chapman, 2002). En otras palabras, el liderazgo es compartido por la comunidad escolar en su conjunto y no de manera individualizada. El trabajo de manera conjunta y continúa va encaminado hacia la calidad, en este caso de manera particular de nuestra práctica docente y en general de las escuelas. Considerando calidad total como “la acción de revisión sistemática y continua de los procesos de trabajo, para identificar y eliminar los desperdicios.”(Casassus, 2000). Sin embargo este ultimo autor citado por Navarro plantea “la implicación de esto es que en la estrategia de descentralización hacia la escuela para mejorar la calidad de la educación, los elementos centrales del diseño del currículo, su contenido y su método, están centralizados” (Cassasus, 199). Por ello actualmente el Acuerdo 717 plantea como punto de partida fortalecer la autonomía de gestión de las escuelas ante los órdenes de gobierno que corresponda con el objetivo de mejorar su infraestructura, comprar materiales educativos, resolver problemas de operación básicos y propiciar condiciones de participación. De este apartado podrían surgir controversias, al delimitar hasta que punto comienza o termina la autonomía de las instituciones, y más precisamente sobre qué tipos de gestión se deben de tomar en cuenta para dicho proceso. En este caso se habla de gestión educativa que engloba a la gestión escolar y de ella a su vez, la gestión pedagógica, que permite de manera más particular considerar las características del grupo y de cada uno de los alumnos con los que se trabaja, a diferencia de las anteriores que engloban de manera general a estos últimos, “la gestión pedagógica, cuya esencia es la generación de aprendizajes” (Namo de Mello, 1998) tanto en alumnos como en docentes, que resulta de “la interacción con los alumnos, ahí donde se construyen las condiciones objetivas y subjetivas del trabajo docente”(Ezpeleta y Furlán, 1992). A modo de conclusión se plantea que el hablar de la calidad educativa nos corresponde e impacta tanto a la sociedad como a las escuelas, por ello es necesario que las dos partes estén y actúen de manera consciente ante esta postura. Que prioriza el contexto en el que se está inmerso para poder planear e intervenir de manera idónea ante las necesidades que se deben de atender, configurándose día a día por las circunstancias reales que ocurren. Destacar que la gestión funciona como un proceso encaminado a la calidad y autonomía en este caso de los centros escolares. Y que derivada de la gestión escolar, la gestión pedagógica nos permite reconocer y reflexionar acerca de los aprendizajes de nuestros alumnos que los preparan para vivir, en el mundo que nos acontece, y que en ese sentido los vuelve personas competentes. Bibliografía: Álvarez, I. (et. al) El concepto emergente de gestión educativa estratégica y desafíos para la formación en gestión. XI Congreso Nacional de Investigación Educativa. Política y Gestión. CASASSUS, J. (2000). Problemas de la gestión educativa en América Latina. La tensión entre los paradigmas de tipo A y el tipo B. Santiago de Chile: UNESCO. Bibliografía: Murillo, F. (2006). “Una dirección escolar para el cambio: del liderazgo transformacional al liderazgo distribuido”, Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación (REICE). Vol. 4, núm. 4e, Pp. 11-24. Navarro, M. La gestión escolar: conceptualización y revisión crítica del estado de la literatura. SEP (2014) Acuerdo 717 por el que se emiten los lineamientos para formular los Programas de Gestión Escolar. México DF: SEP.