Relaciones de semejanza y diferencia de Descartes y de Hume. He elegido a …………………………… para relacionarlo con ……………………………… Aunque son más notables las diferencias que las semejanzas entre estos dos autores, existen temas y actitudes filosóficas comunes. Por una parte, tanto Descartes (siglo XVII) como Hume (siglo XVIII) están influidos por lo que se ha llamado Modernidad, es decir, la ruptura con las épocas antigua y medieval (a nivel científico y religioso especialmente). El triunfo de la ciencia moderna (Copérnico, Galileo y Kepler) en el siglo XVI-XVII – aplicación de las matemáticas a la física- desbancó a la física aristotélica y a la astronomía ptolemaica e hizo tomar conciencia de la importancia (Descartes) pero también de la deficiencia (Hume) del conocimiento científico a la hora de comprender la realidad. Descartes se sintió profundamente impactado por el potencial de las matemáticas, su certeza y evidencia, para llegar a verdades absolutas. Hume, en cambio, abordó una crítica profunda a las ciencias empíricas, constatando la irracionalidad o deficiencia del principio de causalidad que rige su funcionamiento. A nivel religioso, la Reforma Protestante y las consiguientes “guerras de religión” tuvieron bastante importancia en la actitud de ambos en relación con la religión: la demostración –Descartes- o anulación –Hume- de Dios a través de cauces estrictamente antropológicos, al margen de las religiones históricas o revelaciones sobrenaturales. El racionalismo cartesiano defendía la posibilidad de llegar con el propio pensamiento a demostrar la idea de Dios (“idea innata” en Descartes); Hume, en cambio, al defender que la validez de las ideas es aceptada sólo cuando provengan de la experiencia sensible, no podía admitir la existencia de Dios (“no tenemos impresión de Dios” en Hume). Otro de los rasgos comunes es que en sus dos sistemas filosóficos tiene una papel importante la actitud filosófica (procedente del sabio griego Pirrón de Elis) denominada escepticismo. El escepticismo de Descartes forma parte de su duda metódica en su momento inicial, pero es previo a la investigación y se toma únicamente como punto de partida para rebatirlo. En cambio, en Hume es la consecuencia de la investigación, su resultado final. En cuanto a las diferencias más claras entre ambos autores, cabe señalar algunas de considerable importancia. El problema de la existencia o no de las ideas innatas. El racionalismo defendía que entre todas nuestras ideas existían un tipo de ideas que no podían provenir de nosotros mismos: las ideas innatas. En el sistema cartesiano, la idea innata de Dios garantizaba la existencia del mundo (especialmente en sus aspectos cuantificables). Para el empirismo no existen las ideas innatas. Si se mantiene que todas las ideas proceden de la experiencia, el edificio del cosmos se desmorona y la existencia de Dios queda en el vacío. Prácticamente solo permanecerá el yo, que tampoco es nada sólido. La búsqueda de un criterio fiable para decidir acerca del valor de verdad de nuestras ideas. Para el empirismo, el origen del conocimiento es la experiencia, no la razón. La experiencia es la que determina lo que es un conocimiento verdadero; ella es, por tanto, la ley de verdad. La respuesta del racionalismo es que el pensamiento decide sobre la verdad o la certeza; la experiencia misma se somete a la ley de la razón. El problema en torno a la idea de sustancia. El concepto de sustancia ha sido fundamental en la metafisica tradicional; es lo que permanece en un objeto a pesar de los cambios de sus accidentes o cualidades. Sin embargo, Hume se opone al concepto de sustancia. Se pregunta de qué impresión podría derivarse la idea de sustancia, y explica que nadie puede tener impresiones de sustancias, sino tan solo de las cualidades de los objetos porque, si suprimimos las cualidades que conforman un objeto, no queda nada. En cambio, Descartes admite la existencia de tres sustancias: hombre, mundo, Dios. Para Hume, no tiene sentido preguntar si existen las “cosas” exteriores a mí pues el sujeto sólo accede a sus percepciones; lo que nos lleva a creer que existen cuerpos es un impulso natural. Al tratar del yo, Hume se refiere a la identidad personal pero tampoco disponemos de impresión de la que se derive esta idea; el yo es aquello que se supone soporte de nuestras impresiones e ideas. Igualmente afirma que no se puede saltar de nuestras impresiones sensibles a la idea de Dios. De Dios no podemos tener ninguna impresión.