Editorial Angelina Harari Papers 10 publica tres nuevas contribuciones al tema “El orden simbólico en el siglo XXI (…)”. PAPERS 10 Los autores son Sérgio Laia (EBP), Françoise Haccoun (ECF) y Juan Pundik (ELP). Comité de Acción de la Escuela Una- Scilicet Sus textos abordan y cuestionan la idea del orden simbólico, comenzando por Sérgio Laia quien señala que las vacilaciones de lo simbólico siempre han estado presentes en la enseñanza de Lacan. Por lo tanto, el desorden simbólico del siglo XXI puede estar vinculado a la inercia, que fue la del sujeto del inconsciente, y que ahora pasa a ser la inercia del objeto a. François Ansermet Susana Amado Domenico Cosenza Angelina Harari (coordinadora) Juan Fernando Pérez Antoni Vicens Rose-Paule Vinciguerra Responsable de la edición: Marta Davidovich 1 La degradación de lo simbólico, a su vez, es enfocada por Françoise Haccoun en un fragmento de un caso de psicosis, a partir del cual propone ilustrar el porvenir de la psicosis en la civilización. Finalmente, tenemos la problematización de la legalidad del psicoanálisis, tema propuesto por Juan Pundik. Más exactamente propone una pregunta: ¿qué legalidad interesaría al psicoanálisis? La respuesta, para él, está en la creencia: creer en el síntoma, en el inconsciente y en el sujeto supuesto saber. Diez números constituyen una serie que no pretende ser exhaustiva sobre el tema, ya que la anima el objetivo de no fatigarnos antes de la apertura del Congreso. En estos diez números, algunos puntos de vista fueron expresados con conocimiento de causa y con la intención de provocar y mantener el interés en el acontecimiento mayor de la AMP, que tiene lugar cada dos años. Traducción: Marina Recalde VACILACIONES DE LO SIMBÓLICO, INESTABILIDADES DE LO IMAGINARIO, CAUSALIDADES DE LO REAL Y LA PRESENCIA DEL PSICOANALISTA* Sérgio Laia Cuando Sérgio de Castro me invitó a coordinar la XVI Jornada de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis –Sección Minas Gerais (EBP-MG)- comencé a pensar en cuál podría ser el título. Ya teníamos como punto de partida el del VIII Congreso de la Asociacion Mundial de Psicoanálisis (AMP): El orden simbólico en el siglo XXI. No es más lo que era. Qué consecuencias para la cura? También teníamos la conferencia “Una fantasía”, pronunciada por MILLER (2004) en Comandatuba, en otro Congreso de nuestra asociación, y que fue uno de los puntos cardinales para el del 2012 en Buenos Aires, porque destaca los cambios producidos debido al ascenso del objeto plus de goce -objeto a- al “cénit social”. Como el psicoanálisis no deja de estar en relación con el realce contemporáneo que se le da a la satisfacción, se nos requiere, hoy especialmente, para dar respuestas muchas veces diferentes de las del tipo “levantamiento de la represión”. Refiriéndome también a las consideraciones de LAURENT (2011) a propósito del título del próximo Congreso de la AMP, me pareció –finalmente- que lo que estaba en juego ahora era no limitarnos a presentar los cambios en el orden simbólico ni, aún, destacar los síntomas que ya no son más tan permeables al desciframiento de lo que mantendrían como “inconsciente”1. Así, consideré que era necesario retornar a la pregunta del subtítulo (“qué consecuencias para la cura”) y, más aún, privilegiarla por sobre el cambio del orden simbólico aludido en el título. En este contexto, más que descripciones y elaboraciones sobre la declinación de las referencias simbólicas, el próximo Congreso de la AMP nos convoca a decir cómo la experiencia psicoanalítica está afectada por esta declinación, y cómo le responde. Por lo tanto, para llegar al título de la XVI Jornada de la EBP-MG consideré que, si el orden simbólico de nuestro siglo ha cambiado, LACAN (1974-1975) ya cuestionaba –casi tres décadas antes- la preponderancia del registro de lo Simbólico por sobre los registros de lo Real y de lo Imaginario. De hecho, se puede ver este cuestionamiento como una * Texto presentado en Belo Horizonte, el día 28 de octubre de 2011, en la Apertura de la XVI Jornada de la Sección Minas Gerais de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis (EBP-MG). También es producto de una investigación, realizada con el apoyo del Programa de Investigación e Iniciación Científica de la Universidad FUMEC (ProPIC), del Consejo Nacional de Desarrollo Tecnológico y Científico (CNPq) y de la Fundación de Amparo a la Investigación del Estado de Minas Gerais (FAPEMIG), sobre la versión 5 del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM). 2 1 Después de todo, en otras Jornadas de la EBPMG y en varias actividades del Instituto de Psicoanálisis y Salud Mental de Minas Gerais (IPSM-MG), así como en otros lugares que comparten la orientación lacaniana y trabajan para la reconquista del Campo Freudiano en Brasil y en el mundo, ya se abordaron temas como: las nuevas formas de manifestación de las psicosis, la declinación de la virilidad y de la función paterna, el funcionamiento compulsivo de síntomas y actuaciones que invaden nuestra cotidianeidad, la desaparición de la infancia, la segregación, etc. especie de autocrítica, porque Lacan – especialmente para contraponerse al dominio de lo Imaginario y a la concepción del tratamiento como rectificación de las relaciones del paciente con la realidadtomó como norte la primacía de lo Simbólico con su “retorno a Freud” ante los posfreudianos, a lo largo de la primera década de su enseñanza. Parece posible sostener que, respecto de lo Simbólico, donde antes teníamos una referencia, una orientación, tenemos ahora vacilaciones. Pero ese argumento sólo me parece viable si consideramos que la aparición de las “vacilaciones de lo Simbólico” no lo destituye como un orden. A fin de cuentas, desde los tiempos lacanianos de la primacía de lo Simbólico sobre lo Imaginario y lo Real, este primer registro está marcado por vacilaciones: así como “cualquier máquina es susceptible de ser reducida a una serie de relés que son simplemente más y menos”, “todo, en el orden simbólico, puede ser representado con ayuda de una sucesión de este género”.(LACAN, 1954-1955, p.277). Casi una década después, apoyándose en las elaboraciones de LÉVI-STRAUSS (1962), LACAN (1964, p.28) dice: “Aún antes de establecer relaciones que sean propiamente humanas, ya se determinan ciertas relaciones”, tal como encontramos en “...todo lo que la naturaleza ofrece como soportes, y estos soportes se disponen en temas de oposición” proporcionados por la naturaleza y que “...organizan de manera inaugural las relaciones humanas, dan las estructuras de estas relaciones y las modelan”. Para mantenernos todavía en el contexto lévistraussiano citaría, por ejemplo, las oposiciones día-noche, frío-caliente, crudococido, macho-hembra, extraídas de la naturaleza y que, en sus vacilaciones, en sus ritmos, dan cuerpo a mitos desde los tiempos más inmemoriales de la presencia 3 de los hombres en el mundo. Pero es también una vacilación –inclusive bajo la forma de alternancia- la que FREUD (1900) encontró en la escenografía de los sueños, formada por deslizamientos y condensaciones y que, más tarde, LACAN (1957) retomará con JAKOBSON (1954) en el ritmo metafórico-metonímico de la elaboración onírica y de otras formaciones del inconsciente. Finalmente un último ejemplo: es también una vacilación entre un fort y un da la que le permitió al nieto de FREUD(1920, p.14a17) hacer célebre un carretel como una especie de “maquinita”, un gadget de producción casera, para simbolizar no la repetición “...de una necesidad que clama porque la madre vuelva, lo cual se manifestaría simplemente mediante el grito” sino “…la repetición de la partida de la madre como causa de una Spaltung en el sujeto – superada por el juego alternativo, fort-da, que es un aquí o allá, y que sólo busca en su alternancia, ser fort de un da, y da de un fort”(LACAN, 1964, p.70). Vale decir, pura vacilación de dos significantes colocados cada uno en contraposición con el otro. Pero si las vacilaciones caracterizan a lo Simbólico, ¿por qué hoy el orden simbólico –traspasado por vacilaciones hasta el punto de ser considerado “en declinación”, “liquidado”, “ineficaz”- no es más lo que era? Se podría responder rápidamente a esta pregunta diciendo que hoy ya no es tan fácil escamotear estas vacilaciones y, por eso, lo Simbólico no parece convencernos tan fácilmente de que es un Orden: si todo vacila, todo parece literalmente desorganizado; es decir, sin orden. Sin embargo, formular una respuesta más precisa y menos tomada por lo inmediatamente visible me lleva a retomar una elaboración hecha por LACAN (19541955) a propósito de la célebre “eficacia simbólica” que LÉVI-STRAUSS (1949) supo escuchar en las curas chamánicas y que IANNINI (2011) trabajó recientemente con nosotros: las rimas presentadas en los cantos entonados durante las curas chamánicas nos aseguran de la “…presencia de la eficacia simbólica”y resaltan, en su propio ritmo, “…cierta inercia simbólica, característica del sujeto, del sujeto inconsciente” (LACAN, 195455, p.284). Ahora bien: según la física clásica, la inercia es una propiedad de la materia, y, según la física einsteiniana, también de la energía, por la cual un cuerpo –si no fue sometido a la acción de fuerzas o si fue sometido a un conjunto de fuerzas de resultante nula- no sufre ninguna variación de velocidad. Entonces: si el cuerpo está parado, por propiedad de la inercia seguirá parado y, si estuviera en movimiento y en línea recta, su velocidad permanecerá constante. Por lo tanto la inercia implica una constancia, y es justamente eso lo que, para mí, ya no es tan fácilmente detectable en las vacilaciones de lo Simbólico hoy, y hace que ellas, para muchos, no den cuerpo a un “Orden”. Si en las rimas del canto chamánico hay “…cierta inercia simbólica, característica del sujeto, del sujeto inconsciente”, propongo la hipótesis siguiente: que con la aceleración promovida por el avance de la ciencia, particularmente desde la segunda mitad del siglo XX, vamos a tener que confrontarnos con otro tipo de inercia, debido incluso al hecho de que la ciencia no hace lugar a la particularidad propia del sujeto. Una inercia ya no relacionada directamente al sujeto del inconsciente sino a esa otra parte del matema del fantasma, al “objeto pequeño a” . Para formular esta hipótesis me valgo de un pasaje de la conferencia de MILLER (2004) en Comandatuba. Luego de aludir a la falta de norte, al desamparo en el que queda la civilización cuando no puede ya contar con la “brújula” que FREUD (1908) llamó “moral sexual ‘cultural”, la ausencia de brújula queda en cuestión: “Tal vez 4 tengamos otra” (MILLER, 2004, p. 10), que es el propio objeto a. En el mundo freudiano, de las vacilaciones de lo Simbólico se deducía un sujeto que, en su eclipse, en la vacilación propia entre uno y otro significante, era permeable al desciframiento. De manera diferente, en nuestro mundo encontramos, en las vacilaciones de lo Simbólico, menos proliferación de las “formaciones del inconsciente” y más la inercia del fantasma que, como podíamos ya leer en “Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma” (MILLER, 1983) no da mucho lugar a la palabra, se presenta más bien como un silencio. Estas dos facetas de la inercia, si las puedo llamar así, me resultaron muy patentes en un comentario que LAURENT (2009) le dedica a un caso clínico presentado por MAZOTTI (2009). Se trataba de un paciente que, habiendo pasado buena parte de su infancia siendo vestido por la madre como si fuese un “dandy”, en la adolescencia va a experimentar una gran satisfacción en sumergirse vestido en la bañera (algunas veces con ropas femeninas). En la vida adulta pasa compulsivamente a buscar sites que le permiten, pagando on line y con una webcam, no sólo mirar mujeres que se exhibían sensualmente usando ropas mojadas, sino también a pedirles que se arrojasen líquidos en las espaldas. En el comentario de este caso leemos que, cuando el paciente era adolescente y se satisfacía sumergiéndose vestido en la bañera, “la mirada, central en la operación…queda escamoteada”; puede pasar inadvertido, y lo que se destaca es la escenografía inercial del sujeto; pero, en otro momento de su vida libidinal “gracias a lo virtual y al dispositivo de webcam, es él el que pasa a la posición de mirada y quien, en ese momento, apunta a poner un velo, efectivamente, sobre la nada” (LAURENT, 2009, p.45). En otros términos, es por la presencia del objeto (a) y ya no por la escenografía subjetiva (S/) que vamos a captar la inercia de este orden simbólico que ya no es más lo que era. Este cambio en lo que concierne a la inercia no es sin consecuencias sobre los otros dos registros que Lacan denominó Imaginario y Real. Muchos psicoanalistas (inclusive lacanianos que no comparten lo que se juega en la AMP y en el Campo Freudiano) tienden hoy a leer el mundo marcado por la precariedad simbólica como propenso a la invasión de lo Imaginario. A mi parecer, esa lectura –aún cuando no sea propiamente incorrecta- se restringe al Lacan de los años ’50: confrontado a la falencia del Nombre-delPadre en lo Simbólico, un psicótico queda a expensas de la invasión de lo Imaginario. Ya en el título y en el argumento que propuse para la XVI Jornada de la EBPMG preferí seguir por otra vía: por más que vivamos en un mundo tomado por las imágenes, el poder y la permanencia de ellas es inversamente proporcional a la fuerza de esta invasión. Es decir que cuanto más variadas e innumerables son estas imágenes, cuanto más fascinan e involucran los cuerpos, menor es su pregnancia. O bien, para retomar una expresión del escrito sobre el estadio del espejo, menor es su “función formadora del yo (Je)” (LACAN, 1936). Desde este sesgo, las vacilaciones de lo Simbólico se corresponden, a mi parecer, no exactamente con una invasión de lo Imaginario sino sobre todo con las inestabilidades de lo Imaginario. Para ceñirse a lo que pasa en cuanto a lo Real desde que el objeto a es erigido al cénit social es importante que tomemos el rumbo del síntoma. Así, al inicio, lo que hacía a un síntoma mantenerse como un conjunto –o sea, hacer valer literalmente su prefijo sym- era decir: “el síntoma tenía algo que decir” y “La intencionalidad inconsciente, sostenía, en difinitiva, al síntoma” (MILLER, 2004, p.16 ). En un mundo en el que esta “intencionalidad 5 inconsciente” es desacreditada, en el que la dimensión del sujeto ya no es detectable, verificamos que “…de la palabra síntoma, se fue el sin y sólo queda el toma!” (MILLER,2004, p.16) o sea, lo que cae. En el ámbito más amplio de la clasificación contemporánea de los síntomas à la DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) el privilegio de lo que queda (ptoma) por sobre el sustento de lo “que se quiere decir” implica la reducción del síntoma “al trastorno”, al disorder, es decir, al desorden (MILLER, 2004, p.16). Pero en el psicoanálisis de orientación lacaniana el énfasis de lo que queda por sobre la intencionalidad del decir hace que el síntoma se presente mucho más en el “orden de lo real” (MILLER, 2004, p. 16 ). Estamos entonces, los analistas de esta orientación, muy cerca de la aseveración del poeta cuyo verso libre y modernista inquietó a los defensores de la métrica y la rima como criterios estético-literarios: “Mundo, mundo, vasto mundo, si yo me llamara Raimundo, sería una rima, pero no una solución” (DRUMMOND DE ANDRADE, 1930). En otros términos: la experiencia analítica permite a los analistas de orientación lacaniana saber que el encuentro de una rima, el funcionamiento inercial de lo Simbólico, no es una solución. A fin de cuentas, si la inercia propia de lo Simbólico nos permite descifrar una especie de ley que ordena el escenario subjetivo y se manifiesta también como esa inercia –más sutil y pregnante al mismo tiempo- propia de la eternización del objeto del fantasma, descubriremos (con uno de los últimos seminarios de Lacan) que “lo real es sin Ley” (LACAN, 1975-1976, p.127 a 137). También, para extenderme un poco más en la mención a Drummond de Andrade: en contraste con el empobrecimiento de la rima nos quedan los “versos libres” que, en la experiencia analítica, me parecen análogos al montaje que caracteriza a la pulsión y también ese collage de “piezas sueltas” (MILLER, 2006-2007) que LACAN (1975-1976) graficó como “sinthome”. Finalmente, en este contexto del sinthome, me permito avanzar hacia una hipótesis más, cotejando con MILLER (2004). En “Una fantasía” nos encontramos con la siguiente sorpresa: “El discurso de la civilización hipermoderna ¡tiene la estructura del discurso del analista!” (MILLER, 20004, p. 11). A renglón siguiente, en esta misma conferencia, se resalta que, en dicho discurso de nuestra civilización, los “diferentes elementos” del discurso del analista “están dispersos” y “…sólo en el psicoanálisis, en el psicoanálisis puro, estos elementos se ordenan en un discurso”. (MILLER, 2004, p. 11). Ahora bien: si es en el psicoanálisis puro que se obtiene al analista como producto de un análisis, mi hipótesis consiste en proponer que el analista, en tanto partenaire-síntoma, es el que mantiene entrelazadas las vacilaciones de lo simbólico, las inestabilidades de lo imaginario y las causalidades de lo real. Me valgo, para sostener la pertinencia de mi hipótesis, de dos pasajes de Lacan: 1) En Problemas cruciales del psicoanálisis, Lacan (1965) sostiene que, sin el analista, “no habría síntoma acabado, realizado (achevé) 2) En L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à moure, ya en los tiempos del “último Lacan”, encontramos la afirmación de que “el inconsciente es que…alguien habla solo…porque no dice más que una sola y única cosa”, pero, si alguien “se dispone a dialogar con un psicoanalista…” (LACAN, 1977) deja de estar tan solo con el goce 6 inconsciente y termina por decir algo diferente, sorprendente. En esta diferencia, en esta sorpresa, la libido podrá hacerse disponible para el ego que, en la última lección del Seminario 23, LACAN (1975-1976, p.141 a 153) nos enseña a concebir no sólo como un otro imaginario con el que el sujeto se identifica, sino también como un cuerpo vivo, extrañamente próximo y tomado por la sustancia gozante. En esta perspectiva, si, al final del análisis, tendríamos la identificación del analizante con su síntoma, es porque según nos esclarece el texto de un colega que fue Analista de la Escuela (AE)- el síntoma “es lo que mejor se conoce” (ESQUÉ, 2004). Es decir, es el partenaire del sujeto en su lidiar con lo real imposible de soportar; aquello que es más próximo incluso cuando le parezca muy lejano y desconocido. A lo largo de un análisis, aún cuando un analizante insista en pasar de largo su síntoma, es en el cuerpo de un analista que podrá encarnarlo y tomarlo como partenaire…Hasta tener el coraje, singular y públicamente expuesto por los Analistas de la Escuela (AEs), de transferirlo para su propio cuerpo que, a su vez, podrá ofrecerse a otro analizante, manteniendo vivo lo que se pasa de un análisis a otro, produciendo lo que enlaza registros que – particularmente desde que el orden simbólico dejó de ser lo que era- se presentan cada vez más aislados, especialmente cuando no ganan espacio en el transcurso de una experiencia analítica.Traducción: CeciliaGasbarro REFERENCIAS: DRUMOND DE ANDRADE, Carlos. Poema de sete faces (1930). En: Alguma poesia. Rio de Janeiro: Record, 2001. ESQUÉ, Xavier. Más lejos que el inconsciente (2004). En: Ornicar? digital, n. 277. LACAN, Jacques. El Seminario Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. 1964. Ed.Paidós. 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El pequeño a será entonces brújula de la civilización de hoy. ¿Qué consecuencias? MILLER, Jacques-Alain. Duas dimensões clínicas: sintoma e fantasia. In: Percurso de Lacan: uma introdução. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, Editor, 1988, 2a ed., p. 91151. 1. La causa del deseo no es más lo que era. Aquello que prima, es el derecho a un goce inmediato, garantizando un rédito máximo sin confrontarse a la falta de la castración. El objeto no está velado sino a disposición. El rápido, rápido, (tout tout de suite)3 prima, como lo dijo F. Ansermet (Papers 2). MILLER, Jacques-Alain. “Una fantasía”. En Lacaniana, Revista de Psicoanálisis No.3. Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Bs.As. 2005. MILLER, Jacques-Alain. Perspectivas do seminário 23 de Lacan. O sinthoma (20062007). Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 2009. 2. ¿Qué consecuencia también para el analista? E. Laurent hizo el elogio del desorden simbólico con los recursos al psicoanálisis y a su discurso: « Si el psicoanálisis supo inventar, en la discordia del orden simbólico contemporáneo, como continuar siendo el partenaire que tiene la chance de responder en la cura, entonces habrá cumplido su programa4 ». Una vez denunciado el poder de los semblantes, por la experiencia de una cura llevada a su término, el psicoanalista sabe que « el orden simbólico » no está dado porque « eso de lo cual testimonia el desorden simbólico, es de lo real de lalangue5». El desorden simbólico Françoise Haccoun El sujeto desbrujulado del siglo XXI caracteriza la época llamada hipermoderna como Jacques-Alain Miller lo presenta en su conferencia en Comandatuba2: « Los sujetos contemporáneos, posmodernos, incluso hipermodernos son deshinibidos, neo- deshinibidos, « desamparados », sin brújula, desorientados ». La época del ascenso al zenit social del objeto a viene marcando el paso sobre las referencias simbólicas y los ideales. El matema que indica este cambio de época del Otro que no existe se escribe a > I. Esto necesita reordenar nuestras referencias clínicas y 2 J.-A. Miller, « Une fantaisie », Mental n°15, février 2005, pp. 9-27. 8 El rebajamiento de lo simbólico es lo que caracteriza la posición de Marianne, sujeto que se presenta como anoréxica y « bulímica de palabras ». Su lalangue está impregnada de un desorden simbólico contra el que se debate con el fin de intentar anudar 3 F. Ansermet, « Tout, tout de suite », papers 2, site de l’AMP, HTTP://WWW.CONGRESOAMP.COM/FR/TEM PLATE.PHP?FILE=COMITE-DE-ACCIONPAPERS.HTML 4 J.-A. Miller, « Une fantaisie », op. cit., p. 146 5 Ibid., p 150 palabras y cuerpo. Marianne es un sujeto contemporáneo en su relación a lo simbólico: encuentra un analista pero « aspira a callarse » para retomar su palabra. Sus sesiones constituyen para ella « espacios de aireaciones ». Esto obliga a una maniobra ingeniosa del analista, siempre sobre el filo del ojo: mantener el estricto encuadre analítico, cuidarse de la interpretación significante (« Ella no « tiene ganas de interpretar los sueños, recordar lo suficiente para no reventar el bolsillo del sueño »), alojar sus creaciones lenguajeras y servirse del escrito como pedazos dispersos de cuerpo. El goce del cuerpo aguijonea los dichos de Marianne: cuerpos como sustancia gozante, palabras sonoras, palabras fotografiadas, no para decir sino para gozar, en un exceso de sentido que excluye toda mortificación significante. significación, sino la fórmula de la « verdadera escritura ». Este breve fragmento clínico ilustra acerca del porvenir de la psicosis en la civilización6. Un cambio de orientación a adoptar en nuestra clínica cuando lo real predomina y disuelve las balizas tradicionales del orden simbólico con esto que « hablar quiere decir ». Traducción: Marita Salgado Consecuencias - - - 9 Marianne es artista y la escena está sostenida en el lugar del Otro: escena Freudiana, la de un inconciente a cielo abierto. Las invenciones fuera de sentido que produce el trabajo de este sujeto le permiten localizar el desorden de su goce porque, para ella, « cada día es una batalla para sostener el cuerpo ». Ella hace un uso de las palabras con el fin de colmar el vacío de un cuerpo envuelto: aprende el lenguaje de señas, aprende las palabras de memoria, componer cadáveres exquisitos… La significación fálica que permite ordenar lo simbólico no sostiene la ruta »/ »un aglomerado de palabras sin la puerta de entrada ». Aquello que prima para Marianne, no es la ¿QUE LEGALIDAD PARA EL PSICOANÁLISIS EN EL SIGLO XXI? Juan Pundik La democracia es el menos malo de los sistemas posibles, pero ahí se acaba su virtud. La igualdad constituye una mera ilusión, en tanto que los amos detentan el poder, la riqueza y las armas, y en consecuencia el derecho que se atribuyen a ejercer la fuerza y la violencia. Los filósofos del derecho, como por ejemplo Hans Kelsen, han sido claros al respecto, al 6 Mental n°12, l’avenir de la psychose dans la civilisation, mai 2003 establecer que la legalidad y el derecho surgen inicialmente de un acto de violencia. Es la ley de los vencedores sobre los vencidos. Una legalidad mediante la cual los amos se considera omnipotentemente con derecho a reconocerme o no reconocerme. Si le reconozco ese usurpado derecho me transformo en cómplice de su tiranía y en consecuencia de mi servidumbre voluntaria. Mi complicidad le va a permitir una presentación más dulcificada del estatuto que va a regir la relación entre nosotros que, en lo profundo, no va a ser muy diferente que el de la dialéctica del amo y del esclavo hegeliana. En el Epílogo de 1927 a Análisis Profano Freud afirma que “después de 41 años mi autoconocimiento me dice que no he sido un médico cabal. Me hice médico porque me vi obligado a desviarme de mi propósito originario, y mi triunfo en la vida consiste en haber reencontrado la orientación inicial mediante un largo rodeo”. En la primera serie de lecciones del 1915 (Introducción al psicoanálisis, 1915-17) ya había escrito que los estudios en medicina eran los menos indicados, por su currículo, para formar psicoanalistas. ¿Qué puede ocurrir si yo no le reconozco al amo, a su legislación y a su administración el derecho a reconocerme o no reconocerme como psicoanalista? ¿Qué podría suceder si yo impugno la capacidad que puedan tener un hato de burócratas, neuróticos, corruptos, perversos o psicóticos de decidir quién puede o no ejercer el psicoanálisis? ¿Qué consecuencias puede llegar a tener el hecho de que yo no le reconozca ningún derecho a decidir si yo soy o no psicoanalista? En carta del 25 de noviembre de 1928, dirigida a su discípulo y pastor protestante Oskar Pfister, Sigmund Freud escribió:” No se si ha adivinado usted la relación oculta entre Análisis laico y El porvenir de una ilusión. En el primero quiero proteger al análisis frente a los médicos y en el otro frente a los sacerdotes. Quisiera entregarlo a un grupo profesional que no existe aún, al de pastores de almas `profanos´ que no necesitan ser médicos y no deben ser sacerdotes.” El grupo, que para Freud no existía aún, hoy si existe y tiene una presencia consolidada en el campo de la cultura. Somos los psicoanalistas. En la continuidad de la ley Orsini en Italia, del informe Accoyer en Francia y de la Ley del 21 de noviembre del 2004 y sus reglamentaciones posteriores, sobre el ejercicio de las profesiones sanitarias en España, detrás del sonriente rostro democrático del Estado Protector y Garante de la salud de los ciudadanos, lo que aparece es el feroz rostro del amo decidido a darnos nuestro merecido en caso de no aceptar ni reconocer su derecho a someternos a sus exigencias. Las probables consecuencias de esa rebeldía pueden llegar a ser la marginación, las sanciones, las multas, las clausuras, las expropiaciones y la cárcel. Todo ello por practicar una supuesta profesión, que no lo es, y que el amo ha decidido además que es una profesión sanitaria. La lectura de los textos de Freud se presta a interpretaciones equívocas y a manipulaciones malintencionadas que son ruidosamente utilizadas por los esbirros del amo.. Antes de Freud las psicoterapias no existían. Tanto psicoanálisis como psicoterapia son términos acuñados por el propio Freud y utilizados por este a veces indistinta y ambigüamente. A partir de Lacan los psicoanalistas establecemos una clara distinción entre el significado de ambos términos. Pero a partir de la consagración de Freud florecieron una enorme cantidad de actividades supuestamente psicoterapéuticas que aprovechando el auge y la difusión de Freud y del psicoanálisis han desvirtuado y bastardeado la terminología. A mucho de ello contribuyeron muchos de los 10 desviacionistas discípulos de Freud como Jung, Adler y Steckel y sobre todo gran parte de los psicoanalistas de la I.P.A. (Asociación Internacional de Psicoanálisis) fundada por Freud en 1910. Para quienes formamos parte del movimiento de reconquista del psicoanálisis iniciado por Jacques Lacan y que continua la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis) fundada por JacquesAlain Miller, el psicoanálisis constituye una experiencia de posibles efectos terapéuticos inventada por Freud. No es ni sanitaria, ni profesión. Es una creencia. En R.S.I. Lacan afirmó que “lo que constituye el síntoma es que uno cree en él”. Patrick Monribot agrega que se trata de “una creencia en el síntoma, en el inconsciente y en el sujeto supuesto saber, llave de la transferencia”. El amor, unas buenas vacaciones, las relaciones sexuales, las aguas termales, el mar, la playa, el deporte, la música, el teatro, la danza, la montaña, encontrar pareja, la amistad, una sauna, la buena alimentación, las caricias, los besos, recibir un regalo, cumplir una ilusión, recibir un premio o una buena noticia también pueden ser experiencias de muy posibles efectos terapéuticos. ¿Piensa el amo regular estas experiencias mediante leyes, decretos, reglamentaciones, autorizaciones y cámaras de vigilancia? En su trasfondo específico e íntimo el psicoanálisis poco tiene que ver con la medicina, ni con la psicología ni con las demás psicoterapias. En un reportaje publicado con el título El triunfo de la religión, a una pregunta que el entrevistador le hace al respecto, Jacques Lacan da una de sus habitualmente circunloquiales respuestas que yo resumo utilizando sus propios términos: “Los psicoanalistas se ocupan de lo que no anda bien, es decir de lo real. Se ocupan de las cosas que hacen que el mundo sea inmundo. Para ello es necesario que estén extremadamente acorazados contra la angustia”. ¿Dónde nos formamos los 11 psicoanalistas para poder ejercer esta práctica y adquirir esas condiciones? En nuestros análisis personales, en nuestras Escuelas, en nuestros grupos y seminarios de estudio, en nuestras lecturas, en la supervisión de nuestra práctica, en nuestros Encuentros, Conversaciones, Jornadas y Congresos, de todo lo cual damos continuo testimonio a través de nuestras múltiples publicaciones. Se trata de una formación más estricta que cualquier otra de carácter universitario. Freud hizo referencia a un pequeño poblado de Tenessee, Estados Unidos, donde en 1925, John Scopes, un maestro de escuela fue sometido a juicio y condenado por enseñar las teorías evolucionistas de Darwin, prohibidas por las leyes de ese estado. La historia fue llevada al cine con el título de Heredarás al viento, en la cual Spencer Tracy representó al abogado defensor del maestro. A lo largo del siglo XX, fueron varios los momentos en los que se pretendió quitar de los sistemas de enseñanza el conocimiento de los avances de ese evolucionismo que refleja una esfera de la lucha de clases, de la lucha entre lo atrasado y lo nuevo, entre la esclavitud mental y la liberación del pensamiento humano. Este ataque beneficia a formas del idealismo filosófico que alejan a las personas de la acertada comprensión del mundo y que promueven el conformismo ante un mundo injusto e insatisfactorio. Todavía en 2002, en los Estados Unidos, se presentaron casos en los cuales se expulsó a docentes que pretendían enseñar los avances científicos de Darwin, en contra de los dogmas religiosos creacionistas, principalmente en Kansas, donde la junta escolar del Estado pretendió prohibir la enseñanza de la Teoría de la Evolución, debate que se planteo en 17 estados más de Estados Unidos. Martín Lutero, el teólogo alemán iniciador de la Reforma protestante afirmó que: "La razón es la mayor enemiga de la fe. Quienquiera que desee ser cristiano debe arrancarle los ojos a su razón." "La fe debe sofocar toda razón, sentido común y entendimiento". El problema no es nuevo, Lo tuvo que enfrentar Theodor Reik ante los tribunales en 1925 lo cual impulsó a Freud a intentar fórmulas y a escribir las bases fundamentales de lo que debe ser nuestra posición ante el poder del estado y su legalidad. Nos las transmitió a través de su texto La cuestión del análisis profano publicado en 1926, subrayando el carácter lego de la práctica psicoanalítica y nos señalo que “Lo verdaderamente importante es que las posibilidades de desarrollo que en sí entraña el psicoanálisis no pueden ser coartadas por leyes ni reglamentos.” No le reconozco a ningún amo el derecho a regular nuestra más preciosa intimidad. No le reconozco el derecho a invadir la intimidad de nuestro psicoanálisis. Ni el derecho a decidir quien va a ser mi psicoanalista. Ni tampoco mi derecho y mi capacidad para ser psicoanalista de quién me elija para acompañarlo en ese viaje a la intimidad de uno mismo en el que se constituye un psicoanálisis. El futuro del psicoanálisis en el siglo XXI depende de nosotros, de nuestra convicción, de nuestra decisión, de nuestra firmeza, de nuestra fuerza y de nuestra intransigencia ante los amos sometedores que se han apoderado de casi todo y a quienes no deberíamos permitirles que se apoderen también del psicoanálisis. Madrid 08 de noviembre de 2011 12