El Monasterio de Pedralbes fue fundado por la reina Elisenda de Montcada en el año 1327, con el apoyo de su esposo, el rey Jaime II, que quiso que la iglesia se dedicara a Santa María. Siguiendo las corrientes espirituales de la época, el nuevo monasterio pasó a ser habitado desde el principio por monjas clarisas, la rama femenina de la orden de San Francisco, que han seguido residiendo en él hasta el día de hoy. El lugar de Pedralbes, nombre que procede del latín Petras Albas (piedras blancas), fue elegido por la reina para la nueva fundación. La heredad se encontraba dentro del antiguo término de Sarrià. La primera piedra fue colocada por los monarcas, en el ábside de la iglesia, en marzo de 1326, y sólo un año después, el 3 de mayo de 1327, el monasterio estaba lo bastante terminado como para que se pudiera alojar en él la primera comunidad de monjas, que procedía del convento de San Antonio de Barcelona. El edificio constituye uno de los mejores ejemplos del gótico catalán, tanto por la iglesia como por el claustro, el cual, con sus tres plantas, es uno de los más espaciosos y armónicos de este estilo. De la iglesia, cabe destacar el sepulcro de la reina Elisenda, que ofrece dos partes: la que da a la iglesia, donde aparece su imagen vestida como soberana, y la que da al claustro, donde se muestra como viuda y penitente. Igualmente resaltan las vidrieras, del siglo XIV, varias sepulturas de familias nobles y los tres coros: el alto, el bajo y el de los frailes. Dentro del monasterio, y alrededor del claustro, se pueden ver varias «celdas de día», donde se retiraban las religiosas para su recogimiento personal. Destaca la capilla de San Miguel, encargada por la abadesa sor Francesca ça Portella en el año 1343 al pintor Ferrer Bassa, con una clara influencia de artistas importantes, como Giotto, el taller de los Lorenzetti o Simone Martini. La sala capitular y la de la abadía, el refectorio, la cocina, las procuras, el dormidor y la enfermería –uno de los ejemplos mejor conservados de edificio hospitalario del Renacimiento– completan la visita. El Monasterio de Pedralbes, además de su valor como conjunto arquitectónico, permite, gracias a los objetos y obras de arte que presenta, mostrar la vida monástica dentro del recinto a lo largo del tiempo, y ayuda a comprender la vida de clausura de la comunidad. Entre las piezas principales, destacan, además de las pinturas murales de la capilla de San Miguel, las de la sala de la abadía, de un autor anónimo del siglo XIV; las vidrieras de la sala capitular, de 1420; las esculturas del sepulcro de la reina Elisenda, y otras sepulturas de gran importancia heráldica. LOS TESOROS DEL MONASTERIO En la sala del dormidor – el antiguo dormitorio de las religiosas, que ha sufrido diversas transformaciones con el paso del tiempo – se puede visitar hoy en día la exposición «Los tesoros del monasterio». La muestra presenta, por primera vez, una selección de las mejores obras de arte, mobiliario y objetos litúrgicos recogidos por la comunidad durante siete siglos. Esto nos permite contemplar en su lugar de origen y de forma cronológica unas obras que, al margen de su valor artístico, también han sido para las monjas clarisas objetos de uso cotidiano.