Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades Unidad temática Gestión del desarrollo productivo y competitividad Semana 3 Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades Gerente Sector de Conocimiento y Aprendizaje: Federico Basañes Jefe del Instituto Inter-Americano para el Desarrollo Económico y Social - INDES: Juan Cristóbal Bonnefoy Coordinador General del Programa: José E. Yitani Equipo del programa: Alison Elías Ana Haro Andrea Dusso Autor del Documento: Alejandro de la Reza Corrección de estilo y maquetación: Manthra Comunicación integral Este documento es propiedad intelectual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Instituto Interamericano para el Desarrollo Económico y Social (INDES). Cualquier reproducción parcial o total de este documento debe ser informada al INDES- BID en la dirección josey@iadb.org. La revisión de este documento ha contado con la participación de José Yitani, Andrea Dusso, Gabriel Casaburi y Ana Haro La preparación del presente documento fue financiada por el Fondo de Fortalecimiento de la Capacidad Institucional (ICSF), gracias al aporte del Gobierno de la República Popular de China. Las opiniones expresadas en esta publicación son exclusivamente de los autores y no necesariamente reflejan el punto de vista del Banco Interamericano de Desarrollo, de su Directorio Ejecutivo ni de los países que representa. Se prohíbe el uso comercial o personal no autorizado de los documentos del Banco, y tal podría castigarse de conformidad con las políticas del Banco y/o las legislaciones aplicables. Copyright © [2014] Banco Interamericano de Desarrollo. Contenido 1. La relación entre desarrollo sostenible, competitividad y productividad������������������������ 3 2. La complejidad del análisis del desarrollo productivo y la competitividad��������������������� 7 3. El trascendental rol de las regiones en el desarrollo competitivo������������������������������������������������ 9 4. La integración del desarrollo sostenible a la productividad y la competitividad������������������������������� 15 Gestión del desarrollo productivo y competitividad Unidad temática: Gestión del desarrollo productivo y competitividad. 1.La relación entre desarrollo sostenible, competitividad y productividad La región de América Latina y el Caribe (ALC) presenta una elevada desigualdad económica, así como bajos índices de desarrollo humano y niveles de competitividad, por lo que las políticas de desarrollo productivo han experimentado cambios notables durante los últimos años. En la actualidad, estas proponen una mayor intervención del sector público ya que las fallas del mercado son preponderantes, particularmente en los países en desarrollo (Harrison y Rodríguez-Clare, 2009). La recomendación es que las intervenciones sean de tipo estratégico, enfocadas a mediano y largo plazo, y tiendan a resolver o aminorar las fallas de mercado que limiten la innovación dinámica y el incremento de la productividad. De acuerdo con la CEPAL (2010), un crecimiento equitativo y sostenible a largo plazo requiere la diversificación productiva con un patrón energético sostenible, el aumento de los mercados a los que se destinan las exportaciones, una mayor inversión en capital físico y humano y un aumento de la productividad total de los factores. No obstante, es evidente que la transformación productiva de los países de ALC ha sido insuficiente puesto que aún imperan la explotación de recursos naturales y las exportaciones tradicionales, lo que necesariamente implica un impacto considerable en las condiciones ambientales locales, especialmente debido a la minería y el aprovechamiento de hidrocarburos. De hecho, aunque los sectores de explotación de recursos naturales incorporen tecnología, su alta especificidad evita que esta sea utilizada para innovar en el resto del tejido productivo local. De esta manera, para esta organización, los desafíos más importantes en la agenda regional para el desarrollo sostenible de ALC son: 3 Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades 1. Lograr una convergencia entre crecimiento económico, equidad y sostenibilidad ambiental. 2. Redefinir las ventajas comparativas de la región en función de la agenda global ambiental. 3. Modernizar las políticas públicas: consolidar instituciones e instrumentos. 4. Conseguir la participación efectiva de otros actores. 5. Fortalecer la cooperación entre los programas, fondos y orga- nismos especializados de las Naciones Unidas en América Latina y el Caribe en cuanto a desarrollo sostenible. El rol que los territorios locales juegan para establecer una estrategia de desarrollo sostenible es importante ya que son los actores locales quienes coordinan los esfuerzos por modificar el tejido productivo de manera que se ajuste al enfoque de la sostenibilidad. Para Albuquerque (2010), el desarrollo local es aquel “capaz de extender en la mayor medida posible el progreso técnico y las innovaciones gerenciales en la totalidad del tejido productivo y empresarial de los diferentes territorios, a fin de contribuir con ello a una mayor generación de empleo productivo e ingreso, y a un tipo de crecimiento económico más equitativo en términos sociales y territoriales, y más sostenible ambientalmente”. El sector público local es responsable de asegurar que estas iniciativas sean exitosas y beneficien a la población que habita en su jurisdicción, definiendo objetivos e involucrando a la sociedad en su conjunto en la implementación de los mecanismos necesarios para alcanzarlos. En este contexto, el BID (2012) considera que “una ciudad sostenible es aquella que ofrece alta calidad de vida a sus habitantes, minimiza sus impactos al medio natural y cuenta con un gobierno local con capacidad fiscal y administrativa para mantener su crecimiento económico y para llevar a cabo sus funciones urbanas con la participación ciudadana. El reto es lograr promover una cultura de eficiencia, ahorro y respeto por el medio natural y, al mismo tiempo, mejorar la calidad de vida en las ciudades de hoy”. De esta manera, los gobiernos locales se convierten en líderes de la planificación y gestión del desarrollo sostenible en su territorio: guían a los actores económicos hacia un desarrollo de procesos productivos que no comprometa las posibilidades de las futuras generaciones. 4 Gestión del desarrollo productivo y competitividad Parte del problema de los países de la región radica en que la velocidad con la que son capaces de replicar las tecnologías y buenas prácticas disponibles en el contexto internacional en sus propios tejidos productivos es mucho más lenta que la de los países desarrollados. Esto no permite que la brecha de la productividad entre los países de ALC y aquellos desarrollados se cierre. Este cuadro empeora si se toma en cuenta el vertiginoso ritmo con que los países desarrollados incorporan las tecnologías en información y comunicación (TICs) en sus procesos productivos, fenómeno que, una vez más, ha sido mucho más lento y de menor alcance en el continente; en otras palabras, las TICs han desplazado la curva de la frontera productiva, por lo que ser productivo requiere ahora un esfuerzo aún mayor y más acelerado. La relación entre una estrategia de desarrollo sostenible y la competitividad y productividad local es bidireccional. El mejoramiento de la competitividad local enmarcado en el desarrollo sostenible implica, entre otros aspectos, mantener una posición responsable ante la conservación de los recursos naturales y diseñar ámbitos de crecimiento más incluyentes. El Foro Mundial Económico (World Economic Forum – WEF, 2013) define competitividad como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país. El nivel de productividad, en contrapartida, determina el nivel de prosperidad que puede ser alcanzado por una economía”. El análisis de la competitividad del país es imprescindible para entender el marco en el que las empresas se desenvuelven, ya que parte significativa de los aspectos que promueven o impiden la competencia se definen en los distintos niveles de gobierno, ya sea central, estatal o local. Las políticas macroeconómicas, las prioridades de inversión pública, las normativas y regulaciones que impactan el desempeño de las empresas, las leyes laborales y los sistemas tributarios son algunos de estos factores. El Índice de Competitividad Global (WEF, 2013) es un indicador que agrega, de forma ponderada, los aspectos que el Foro Mundial Económico considera más relevantes para la competitividad. Para 2013, respecto a la medición efectuada de la competitividad de 144 países, este índice muestra que, en la región de ALC, únicamente Chile (puesto 33), Panamá (puesto 44) y Brasil (puesto 48) se encuentran entre los 50 países más competitivos del mundo, mientras que 11 países se ubican debajo del puesto 100, lo que demuestra que, en general, la región adolece de un ámbito poco competitivo. 5 Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades Por lo general los países no cuentan con entornos competitivos homogéneos en su territorio. Cada región, estado o ciudad presenta aspectos específicos que afectan, positiva o negativamente, las empresas que operan en ellos. Por ejemplo, si bien el gobierno central determina las políticas macroeconómicas esenciales para promover la productividad, son los gobiernos locales los que normalmente definen aspectos como el impuesto a la propiedad o los que controlan los procesos y requisitos para abrir un nuevo negocio. Consecuentemente, aunque un análisis competitivo del país sea imprescindible, este debe replicarse en los distintos niveles territoriales. La productividad puede ser entendida desde un punto de vista macroeconómico, a nivel de país. Según Mankiw (2004), las grandes diferencias en el estándar de vida de los países a lo largo del tiempo es atribuible a la productividad de las naciones, entendiéndola como la cantidad de bienes y servicios producidos en una hora laboral. A mayor cantidad de bienes y servicios producidos en una unidad de tiempo, mayor el estándar de vida del país. La función productiva no solamente integra mano de obra, tierra y capital, sino también los efectos que los avances tecnológicos tienen sobre ella. Por otro lado, según un enfoque microeconómico, a nivel de agentes productivos, el concepto de productividad alude al valor creado por cada unidad de mano de obra, tierra y capital. El valor generado por la actividad productiva tiene dos orígenes principales: por un lado, la eficiencia con que los insumos son empleados y, por otro, el beneficio percibido por el cliente o consumidor. En consecuencia, ser más productivo implica utilizar menos recursos que otros en la generación de un bien o servicio, entregar una mayor calidad y mejores características de manera que la percepción del valor por parte del cliente y, por tanto, su precio crezcan. Tanto el grado de eficiencia como la percepción del valor entregado al mercado son aspectos altamente dinámicos. La evolución de la tecnología y la competencia, entre otros, determina que el crecimiento continuo de la productividad requiera la mejora de insumos, calidad, productos y procesos; es decir, innovación. Cuanto más productivas sean las instituciones y empresas que operan en un territorio, mayores serán las posibilidades de que la región y el país sean más competitivos. Sin embargo, si bien productividad y competitividad se relacionan de manera directa, ser productivo no es condición suficiente para ser competitivo. La implementación de un enfoque de desarrollo sostenible en las políticas de desarrollo productivo es compleja y requiere cambios 6 Gestión del desarrollo productivo y competitividad en las cadenas productivas así como en los hábitos de consumo de las sociedades. Los actores locales deben impulsar la inclusión de los objetivos de equidad y medio ambiente en cuanto al uso y acceso a los recursos naturales, y complementar de forma integral las metas de crecimiento económico e inclusión social. 2.La complejidad del análisis del desarrollo productivo y la competitividad El análisis del desarrollo productivo y la competitividad es una tarea compleja que involucra la evaluación de un sinnúmero de aspectos que inciden en el comportamiento de los tejidos productivos. Los modelos permiten determinar una estructura y marco analítico útiles y aplicables al momento de diseñar políticas de desarrollo sostenible que impulsen la productividad y competitividad local. El modelo de análisis de espacio de productos propuesto por Hausmann y Klinger (2007) mide el grado de proximidad entre los productos comercializados a nivel mundial; representa una red que conecta aquellos pares de productos con una alta probabilidad de ser exportados simultáneamente por muchos países, la cual implica una gran similitud entre las capacidades necesarias para producirlos. El espacio de productos es heterogéneo ya que presenta partes densas en las que se agrupan productos fuertemente conectados, así como secciones dispersas. Por otra parte, los países prefieren desarrollar ventajas comparativas en bienes cercanos, por lo que la proximidad de un producto a áreas con una existente determina en gran medida si se desarrollará una ventaja relacionada con el producto nuevo. En consecuencia, la posición actual de un país o una región en el espacio de productos afecta considerablemente su capacidad para lograr futuras transformaciones productivas. Por ejemplo, debido a la distancia entre la fabricación de prendas de vestir y la producción de agroquímicos, en el espacio de productos, es muy difícil que un país produzca ambos tipos de bien con el mismo nivel de competitividad internacional; sin embargo, para aquel que fabrique prendas de vestir, es más sencillo incursionar en el cultivo de algodón o en la fabricación de telas. Las capacidades y el conocimiento tácito necesarios para producir un producto determinado no son idénticos a los requeridos para producir otro, por lo que la relación o proximidad entre ambos dependerá del grado en que dichas capacidades sean aplicables a la producción del nuevo bien. Aquellos bienes vinculados con la explotación de recursos naturales, como la minería y el apro- 7 Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades vechamiento de hidrocarburos, se ubican en áreas dispersas. Por ejemplo, en el espacio de productos, el petróleo no cuenta con productos próximos, por lo que las capacidades necesarias para esta industria son poco transferibles a otras. Por lo tanto, las capacidades desarrolladas por los territorios durante su participación en este tipo de industrias no podrán ser utilizadas para potenciar la diversificación productiva hacia áreas más densas y conectadas. El conocimiento explícito puede ser fácilmente codificado y transferido; de hecho, si el desarrollo económico se conformara únicamente por este tipo de conocimiento, los países serían capaces de alcanzar las fronteras tecnológicas y productivas y, así, mejorar su desempeño. No obstante, el conocimiento tácito de las organizaciones y las personas es difícil de transferir lo que, en definitiva, limita el proceso de desarrollo. Hausmann e Hidalgo (2011) plantean que las diferencias en cuanto a prosperidad se relacionan con el volumen de conocimiento tácito de las sociedades, y que el tiempo y recursos necesarios para transferirlo son causa de que los países tiendan a especializarse en un determinado tipo de productos. De esta manera, se refieren a estos módulos de conocimiento como “capacidades”. Estas se crean a nivel individual, de organizaciones y de redes de organizaciones. La formación académica y la experiencia individual de los miembros de cada empresa, por ejemplo, se ven complementadas por aquellas de los funcionarios de otras entidades, mediante cámaras de comercio o centros de investigación y desarrollo. La complejidad de una economía se relaciona con la variedad de conocimientos que la conforman y se evidencia en la matriz productiva del país y de las estructuras que facilitan que el nuevo conocimiento surja y se combine a nivel individual, organizacional y de redes organizacionales. Los países producen no solamente los bienes y servicios que necesitan, sino también aquellos que son capaces de producir, para lo cual se requieren individuos y organizaciones que cuenten con el conocimiento tácito necesario. Las economías complejas son capaces de tejer conocimiento tácito de individuos, organizaciones y redes para crear productos intensivos en conocimiento y tener una mayor diversidad en su matriz productiva, mientras que las menos complejas producen bienes más simples ya que no disponen de muchos conocimientos. Aquellos productos que requieren una compleja combinación de capacidades son producidos en pocos lugares, mientras que aquellos más simples, en muchos territorios. 8 Gestión del desarrollo productivo y competitividad El desempeño económico y productivo es resultado de una compleja interacción entre actores económicos en diferentes niveles de agregación administrativa y geográfica. Tanto Hausmann como Porter (2008) muestran que los niveles macro y microeconómico deben interactuar de manera eficiente para reducir o eliminar los impedimentos más importantes para el desarrollo económico y productivo (Hausmann los denomina “restricciones vinculantes”). Para esto existen organizaciones de apoyo y coordinación que contribuyen a la fluidez de dicha interacción y al incremento de la competitividad nacional y subnacional (Porter se refiere a ellas como “Industrias Relacionadas y de Soporte”). Meyer-Stamer (2005; 2008) plantea la necesidad de establecer un marco estructurado que permita analizar el tejido que vincula a los actores económicos con las políticas existentes en una sociedad, ya que condiciones macroeconómicas sólidas y mercados que funcionen son aspectos necesarios pero no suficientes para un desarrollo económico y un incremento de la competitividad exitosos. Si bien el desarrollo dinámico se basa en el emprendimiento del sector privado y no en el control estatal, la sociedad debe ser capaz de brindar un ambiente adecuado de factores macro y microeconómicos. 3.El trascendental rol de las regiones en el desarrollo competitivo El desarrollo efectivo y sostenible de la productividad y su impacto en la competitividad requieren un trabajo consensuado entre los sectores público y privado de una región. Ambos tienen fortalezas que, en conjunto, generan estrategias competitivas y de crecimiento económico con mayores probabilidades de éxito e identifican las debilidades que se interponen en las actividades de unos y otros, lo que permite la implementación de acciones correctivas que reduzcan o eliminen estas ineficiencias. Clark, Huxley y Mountford (2012) proponen que el objetivo del desarrollo local es “construir las capacidades institucionales y productivas de un territorio definido, con frecuencia una región o municipalidad, para mejorar su futuro económico y la calidad de vida de sus habitantes”. Según este contexto, una estrategia de desarrollo local efectiva es capaz de incrementar la base productiva en cuanto a la cantidad de empresas y empleos, mejorar los flujos de información entre los actores económicos y facilitar la identificación de los activos económicos locales y sus ventajas comparativas. 9 Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades De esta manera, si las empresas de un territorio determinado son competitivas y rentables, y respetan de forma responsable y efectiva al medio ambiente, los habitantes alcanzarán un nivel de vida más alto. La innovación, sea en la identificación de nuevas formas para organizar y desarrollar los procesos productivos o en la introducción de nuevas tecnologías, es un factor determinante para el incremento de la productividad y la competitividad. Maillat (1998) afirma que la existencia de ámbitos innovadores de desarrollo económico regional sugiere no solo que los territorios brindan soporte a la actividad económica, sino también que en ellos radican grupos de actores económicos y recursos que viabilizan los procesos de desarrollo, aspecto que diferencia las regiones más competitivas de las que se quedaron rezagadas. Al integrar el modelo de competitividad sistémica de Meyer-Stamer (2005) al desarrollo productivo territorial, Casaburi et al. (2010) señala que los factores que afectan la productividad de las localidades en sus distintos niveles son: •• Nivel meta. Valores y cultura emprendedora local, valoración social favorable al empresario y búsqueda de cohesión social. •• Nivel macro. Políticas públicas, marco jurídico y regulatorio, ci- clo económico y competencia internacional. •• Nivel meso. Construcción de capital social entre los diferentes actores territoriales, cooperación institucional, concertación público-privada y gestión pública local eficiente. •• Nivel micro. Mejoras en la empresa o la cadena productiva. Las nuevas políticas de desarrollo productivo y promoción competitiva con enfoque en las regiones deben integrar la innovación y las tecnologías de información y comunicación (TICs) al sector público central, regional y local; al sector privado, en las grandes, medianas, pequeñas y micro empresas; y al sector del conocimiento, es decir a las instituciones académicas, centros de entrenamiento y capacitación, de investigación y desarrollo, y de innovación. Las principales características de las nuevas políticas de desarrollo productivo fueron resumidas por Casaburi et al. (2010): 10 Gestión del desarrollo productivo y competitividad Diagrama 1 Cambios en la política de desarrollo productivo y empresarial Políticas microeconómicas que complementen a las de caracter macroeconómico Políticas de desarrollo productivo y empresarial Rol proactivo del sector público en políticas de desarrollo productivo y empresarial Creciente interdependencia entre producción de bienes y servicios Relevancia de políticas transversales dirigidas a crear entornos territoriales que coadyuven a la competitividad Formación de recursos humanos especializados dirigidos a explotar las oportunidades de cada localidad Contenidos Políticas transversales Prioridad a la promoción de micro, pequeñas y medianas empresas (Mi-Pymes), principalmente por su elevado número e impacto en la economía. Sistemas territoriales de innovación que vinculen permanentemente al sector de conocimiento y a las Mi-Pymes. Diseños de políticas sostenibles, utilizando la producción ecoeficiente y ecológica como apuestas competitivas del territorio Mejora de acceso a información sobre innovación, tecnologías, productos, procesos productivos, mercados y competidores. Asistencia técnica para la evaluación de proyectos regionales viables a Mi-Pymes Asistencia técnica a Mi-Pymes para facilitar procesos de asociación productiva Otras medidas transversales Aumento de la oferta laboral en ramas tecnológicas y dignificación del papel empresarial Mejora de infraestructura y equipamiento básico Marco legal y jurídico apropiado para el desarrollo de Mi-Pymes Sistema impositivo que favorezca la inversión en investigación, desarrollo e innovación y la adquisición de equipos. Política monetaria y financiera que facilite el crédito a las MiPymes a inversiones de capital semilla y capital de riesgo Desentralización teritorial en el diseño de las políticas de desarrollo productivo y empresarial y en políticas de empleo. Nuevos mecanismos Coordinación institucional entre los diferentes niveles teritoriales De implemende la administración pública (centrales, regional/provincial, munictación ipal) Trascendencia de la cooperación público-privada de los actores locales. Mejor conocimiento de la realidad empresarial, socio-cultural e institucional de cada territorio Mayor capacidad de identificación y movilización de recursos Ventajas de la locales descentralizaIdentificación de objetivos de política conjuntamente a los actores ción locales Capacidad para impulsar una cultura emprendedora territorial y un sistema más abierto a la incorporación de innovaciones Fuente: Casaburi, G. et. al. (2010). “Manual de Buenas Prácticas de Agencias de Desarrollo en América Latina y Europa”. 11 Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades La visión particular sobre la economía, por parte de los sectores público y privado, implica la necesidad de un esfuerzo coordinado y del uso de recursos para mejorar las condiciones competitivas de un país o una región. Las Alianzas Público-Privadas (APP) son mecanismos mediante los cuales ambos sectores buscan alinear sus actividades para alcanzar objetivos comunes. De acuerdo a Harris (2008), los motivos del Estado para involucrar al sector privado en la provisión de servicios públicos son: •• Reducir las restricciones fiscales mediante nuevas fuentes de financiamiento. •• Mejorar la disciplina de precios mediante compromisos con- tractuales y duras restricciones presupuestarias desarrolladas por el sector privado. •• Mejorar la supervisión y regulación al establecer una separa- ción clara entre el proveedor de un servicio determinado y el regulador. •• Lograr eficiencias en costo y provisión de servicios al asignar los riesgos de demanda y operativos al sector privado. •• Asegurar un mantenimiento adecuado mediante contratos a largo plazo y, así, dejar atrás la cultura de construir-desatender-reparar en el sector público. •• Acceder a nuevas tecnologías y recursos humanos mejores o más especializados. El ámbito de las APP es muy amplio; abarca pequeños emprendimientos de baja inversión y un impacto limitado a pocas decenas de productores, así como mega-alianzas que requieren proyectos de largo aliento y fondos cuantiosos. El concepto detrás del modelo de las APP es que cualquier actividad en la que los sectores público y privado se relacionen para la prestación de un servicio o la producción de un bien, representa una oportunidad de alianza que facilitaría y mejoraría la productividad y competitividad locales y regionales. Otro medio de coordinación entre los sectores público y privado son las Agencias de Desarrollo. Según Casaburi et al. (2010) las agencias de desarrollo son “entidades sin fines de lucro, creadas con ayuda decisiva de recursos públicos, con el objetivo de promover el desarrollo de una determinada área o región, para lo cual se 12 Gestión del desarrollo productivo y competitividad dotan de personal técnico capacitado con la misión de intermediar para acercar la oferta de servicios de desarrollo empresarial al tejido local de empresas, en especial, las microempresas y pequeñas y medianas empresas (Mi-Pymes), a fin de fomentar la diversificación y transformación productiva territorial y la generación de empleo en el territorio”. Cada región, de acuerdo con su propia estrategia de desarrollo local, requerirá un accionar diferente por parte de las agencias que operen en su territorio, por lo que la combinación de sus objetivos se adecuará a dichos requerimientos. Los más comunes, en cuanto al mejoramiento de la productividad y competitividad de las regiones, son los siguientes: •• Identificar junto con el sector privado la demanda de servicios de desarrollo empresarial de las Mi-Pymes. •• Cumplir una función de intermediación para que las Mi-Pymes locales obtengan los servicios de desarrollo que precisan. •• Apoyar las infraestructuras tecnológicas y organizativas que im- pulsen la innovación. •• Difundir información empresarial y del mercado laboral local. •• Viabilizar que las Mi-Pymes accedan al financiamiento que re- quieren mediante soporte e intermediación. •• Obtener financiamiento y capital de riesgo para las Mi-Pymes innovadoras. •• Capacitar en gestión empresarial y tecnológica. •• Fomentar una cultura emprendedora y la consecuente creación de nuevas empresas locales y empleo. •• Relacionarse con mercados externos para atraer inversión ex- tranjera y promover la exportación de los productos de la región. El enfoque de clústeres es otra alternativa para impulsar el desarrollo productivo desde las regiones. Porter (1990; 2008) define un clúster como un “grupo geográficamente próximo de compañías interconectadas e instituciones asociadas a un rubro particular, vinculadas por aspectos comunes y complementariedades”. Estas relaciones vinculan proveedores especializados, industrias e insti- 13 Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades tuciones como universidades, asociaciones de comercio y agencias de estándares. Según Enright (1993), un clúster puede localizarse en varios ámbitos: ciudades, estados, países o grupos de países. Para Rodríguez-Clare (2005), los clústeres permiten implementar intervenciones microeconómicas que promuevan la coordinación y mejoren la productividad gracias a un trabajo colectivo. Los problemas de coordinación en un clúster surgen cuando los actores públicos y privados que lo conforman no logran alinear sus esfuerzos para alcanzar un resultado óptimo que maximice los beneficios para la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, si un actor privado sabe que no podrá apropiarse de los beneficios económicos de su innovación o que otras empresas podrán adoptar los avances desarrollados sin costo, preferirá no invertir en investigación y desarrollo, lo que generaría un resultado negativo para el bienestar de la sociedad. La acumulación de conocimiento generado mediante la investigación y desarrollo provoca “efectos de derrame” los cuales favorecen a varias empresas. Los beneficios generados a partir de la inversión en conocimiento no son excluyentes ya que es difícil que la empresa que impulsa un avance determinado evite que otras lo utilicen. Consecuentemente, las iniciativas para mejorar la coordinación, productividad e innovación en un clúster benefician a todos los actores públicos y privados que lo conforman, así como a la sociedad en su conjunto. Ser competitivo implica aprender a competir. Las ventajas competitivas de un país, región, clúster o industria son irrelevantes si no son sostenibles. La velocidad de innovación de una nación o empresa competitiva implica un reemplazo permanente de las ventajas competitivas actuales por otras más sofisticadas, antes de que sean imitadas por los competidores. Por lo tanto, uno de los peores enemigos de la competitividad sostenible, y de la innovación permanente que requiere, es una tendencia al status quo. De acuerdo con Heifetz (1994) y Porter (2008), los países, al igual que las instituciones, generalmente buscan la estabilidad, la zona de confort, de modo que operan como un sistema inmunológico que aísla o expulsa a los individuos hostiles que desafían las creencias y valores establecidos. De alguna manera, aprender a competir e innovar requiere decidir cuándo reemplazar las competencias actuales por otras nuevas y mejores que contrarresten los esfuerzos de la competencia. 14 Gestión del desarrollo productivo y competitividad 4.La integración del desarrollo sostenible a la productividad y la competitividad El desarrollo sostenible, la productividad y la competitividad no son conceptos excluyentes. Al contrario, administradas e impulsadas de manera eficiente, son plenamente complementarios y capaces de promover el crecimiento del territorio. La coordinación del accionar de los sectores público y privado; el fortalecimiento de los nexos formales e informales en los tejidos productivos; la creación y desarrollo de instituciones capaces de potenciar los efectos positivos de derrame entre los distintos actores; y el impulso de iniciativas creadas, administradas y gestionadas desde las regiones son actividades centrales para una estrategia de desarrollo productivo y competitivo efectiva. Asimismo, el enfoque en la innovación y la utilización de TICs se ha convertido en una pieza fundamental para las nuevas estrategias para el desarrollo productivo y la competitividad. Más allá de los constantes avances tecnológicos y la variedad de nuevas opciones disponibles para los actores productivos, su adecuada adopción en los tejidos productivos del territorio impulsa el crecimiento del conocimiento tácito al que se refiere Hausmann. La definición de un plan estratégico local enmarcado en el desarrollo sostenible, que impulse el desarrollo productivo y competitivo de la región, requiere una coordinación integral entre todos los actores económicos locales, sean del sector público, privado o del conocimiento. 15 Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades Bibliografía Albuquerque, F. (2010). Curso sobre desarrollo local. Instituto de Economía y Geografía, Consejo Superior de Investigaciones Científicas: Madrid. Banco Interamericano de Desarrollo (BID). (2012). Propuesta para la creación del Programa Especial y del Fondo Multidonantes para la Iniciativa Ciudades Emergentes y Sostenibles, GN-2652: Washington, DC. Casaburi et al. (2010). Manual de Buenas Prácticas de Agencias de Desarrollo en América Latina y Europa. BID, División de Competitividad e Innovación, e Instituto Interamericano para el Desarrollo Económico y Social: Washington, DC. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). (2010). 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