20 NEGOCIOS LATERCERA Domingo 25 de mayo de 2014 ECONOMIA Ricardo Hausmann: la culpa es del laissez-faire El académico aplaude la Agenda de Productividad del gobierno y dice que la estrategia de dejar que el mercado asigne recursos tuvo el costo de tener una economía demasiado poco diversificada. Texto: MAURICIO RODRIGUEZ KOGAN Fotografía: ARCHIVO QUIEN ES... * Ricardo Hausmann es uno de los economistas latinoamericanos más influyentes. Obtuvo su doctorado en Cornell y antes de llegar a Harvard fue economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). * Es director del Centro para el Desarrollo Internacional de Harvard, cargo que antes ocupó Jeffrey Sachs, hoy en la Universidad de Columbia. * El Atlas de la Complejidad Económica, en el que Hausmann trabaja con el físico chileno César Hidalgo del MIT, puede verse en el sitio del Centro para el Desarrollo Internacional (hks.harvard.edu/centers/cid). RR Aplicación de vacuna a salmones en una planta en Puerto Montt. H ACE 50 años, Israel vendía naranjas y hoy tiene un flujo de apertura en Bolsa de Start-Ups de unos US$ 5.000 millones anualmente. Turquía exportaba aceite de oliva hace pocas décadas; ahora es dueña de Godiva y la marca alemana de electrónica Grundig. Una transformación de este estilo es el que pretende la nueva Agenda de Productividad, Innovación y Crecimiento. “Ese es el patrón del cambio”, dice al teléfono Ricardo Hausmann, académico en la Universidad de Harvard, con quien el gobierno ha discutido en los últimos meses el diseño de la agenda, presentada la semana pasada. Además de haber tenido varias conversaciones con el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, también “tengo alumnos míos trabajando en el equipo” que preparó esta batería de iniciativas, confiesa Hausmann. Pero la colaboración de Hausmann no es nueva. En 2007, el entonces ministro de Hacienda, Andrés Velasco, le encargó analizar el tejido industrial del país a la luz del desarrollo que la anterior gestión de la Presidenta Michelle Bachelet buscaba impulsar en innovación y tecnología. Identificó sectores con potencial de exportación y desarrollo productivo y detalló las políticas públicas necesarias para lograrlo. Hausmann lleva años trabajando en torno a cómo diversificar y hacer eficiente una economía. Ha analizado la complejidad económica de un país, es decir, el grado de knowhow que tiene o el nivel agregado de conocimiento en la producción, la que es compleja si la generan pocos países muy diversificados. “Desde esa perspectiva, Chile sale mal, y no sólo porque exporte cobre”, explica. “También se expresa en el resto de las cosas que exporta: productos forestales, pesqueros, frutas y muy pocas actividades más complejas en las que haya sido capaz de desarrollar una capacidad productiva avanzada”. Las industrias complejas de Chile, dice Hausmann, son papel periódico, sulfuros no metálicos, óxido de boro y otros químicos, “y para de contar”. De hecho, “Chile ni siquiera es bueno en minería”, sentencia. “Hay muchísima más actividad minera extranjera en Chile que al revés, cosa que no es así para Australia, Sudáfrica, Brasil. Ellos tienen su Rio Tinto, su Angloamerican, su Vale y Canadá tiene Barrick. Ustedes tienen apenas Antofagasta Minerals; ni siquiera en minería han sabido ha- cer un set de capacidades que sean globalmente demandadas de manera significativa”. Para Hausmann, esto presenta vulnerabilidad: “No debemos olvidar que Chile está viviendo como está viviendo debido a la subida brutal del precio del cobre; habría que pensar cómo hubiese sido la primera década del año 2000 si no hubiese aumentado el cobre”. Destaca que, aún con el precio alto, Chile tiene déficit en cuenta corriente. “Entonces, ¿cuál hubiese sido el nivel de importaciones, de gasto interno, de crecimiento en un mundo donde no hubiese subido el cobre? En cierto sentido, Chile ha sido salvado por este súper ciclo de commodities”, añade. Qué hacer En un contexto semejante, dice, “uno no ve cómo pasar de ahí a un ingreso per cápita de US$ 25.000 o US$ 30.000”. ¿Qué hacer para disminuir esa vulnerabilidad? El consejo de Hausmann es diversificar la economía, añadiendo sectores a su set de industrias y, por esa vía, aumentando su complejidad. “Los países adquieren un knowhow y lo expresan en la aparición de estas industrias y en la complejidad de las mismas. Entonces, ya que tengo salmones me tengo que preocupar por su salud; si se me enferma el salmón, tengo que curarlo y entonces desarrollo una vacuna para el salmón. Y, ya que puedo hacer una para el salmón, de pronto puedo hacer una para la fiebre aftosa...”, enumera. “Los chilenos siempre dicen que son como Australia y Canadá, pero estos son países que, de las cosas que saben hacer, ganan, no sólo exportando, sino que también organizando esas actividades productivas, cosa que Chile sólo ha sabido hacer en supermercados y AFP y más o menos”, sigue el economista. Por eso aplaude la nueva agenda del gobierno: “Chile debe tener una agenda de política económica más aspiracional”. En esto, el rol del Estado es fundamental, sentencia, con una “política de desarrollo productivo que esté definida en torno al objetivo, para alcanzarlo de una manera eficiente”. Esto, asevera, no es política industrial, la cual tiene el problema de que se asocia con subsidios y créditos especializados. “No creo que ese necesariamente sea el instrumento idóneo. Este debe ser la capacidad de coordinar a un grupo de empresas que de otra forma no se podrían coordinar”, observa Hausmann. Esto involucra, incluso, comprar empresas en el exterior, agrega, para atraer al país lo que se quiera atraer, sin esperar que venga. “Cuando Google quiere tener un servicio de video streaming”, comenta, “no espera que alguien le diga cómo hacerlo, sino que va y se compra YouTube”. ¿Por qué no dejar al mercado decidir dónde va el país? Hausmann cree que “el mercado se caracteriza por muchas cosas que faltan; sin intervención del Estado, Chile no tendría una industria forestal, de AFP, de salmón, ni hubiese podido controlar las plagas y las certificaciones fitosanitarias para poder mandar fruta fresca al exterior”. “Las industrias en las que Chile es globalmente exitoso son donde hubo políticas más activas. Chile ha pagado un costo no despreciable por su estrategia muy laissez-faire en esta materia”, opina. La expresión francesa (“dejar hacer”) se refiere a dejar que sean las fuerzas del mercado las que asignen los recursos. El costo, a su juicio, ha sido la escasa diversificación de la economía. Hausmann explica que en el mundo domina “una profunda cooperación público-privada”. Bloquearla, sentencia, significa que “si el Estado se niega a ofrecer algún rol en las actividades que lo necesiten no van a existir o no van a ser competitivas”.N