1. Las vanguardias Simbolismo y Parnasianismo abrieron el camino a la innovación, a la ruptura, a un arte disconforme y contestarán. Los herederos de tal concepto creativo serán los vanguardistas, que no desearán ningún tipo de reconocimiento social y buscarán una posición de deseada marginalidad. Frente a los retos y avances de la sociedad de su tiempo, proponen nuevas formas de entender la cultura y la creación estética: Los adelantos científicos ponen de manifiesto las limitaciones del hombre y la inestabilidad del mundo. Surgen filosofías que rechazan la existencia de Dios y afirman la dimensión soberana del hombre (Nietzsche). Como consecuencia de lo anterior, se produce una grave crisis espiritual que se manifiesta en todas las artes. Así, nacen numerosos movimientos rupturistas que se oponen a las consideraciones estéticas anteriores. Solo una estética nueva y distinta podrá expresar ideas o realidades novedosas: lo absurdo, lo sensual, lo prohibido, lo maldito… Desde 1905 se sucede una serie de movimientos artísticos, las denominadas vanguardias, que proponen concepciones creativas renovadas, tanto en pintura como en arquitectura o literatura: Futurismo, Expresionismo, Dadaísmo, Cubismo, Surrealismo… El motor de la vanguardia es, pues, el afán de originalidad, la voluntad de hacer un arte nuevo que sea capaz de reflejar el nuevo espíritu de la época. Lo nuevo es, en palabras del escritor Paul Valéry, como un imán, como un veneno. La originalidad representa, por lo tanto, un intenso deseo de mostrar al lector algo sorprendente, algo que no espera. Todos los movimientos de vanguardia presentan características comunes: La intención de romper con todo lo anterior (generalmente con violencia) y el afán de originalidad. La promulgación de manifiestos, escritos programáticos donde se recogen los preceptos del nuevo arte. La incitación al escándalo. El sentido lúdico del arte. Considerando todos estos aspectos, realizaremos a continuación un recorrido por los principales movimientos vanguardistas, los denominados ismos. 1.1 Futurismo El primer manifiesto futurista ve la luz en 1909. Su autor es el italiano Filippo Tommaso Marinetti y en él se plantean algunas claves de la nueva estética, como la pasión por la velocidad y el progreso. La poesía futurista potencia, además, el valor, la audacia y la revolución. El poeta es un artista al que nada ni nadie debería frenar; al contrario, para lograr la palabra en libertad ha de dejarse llevar por ‘el aliento vital’. En España, algunos poemas de Salinas o Alberti presentarán rasgos futuristas. Formalmente, el Futurismo se caracteriza por la supresión de los signos de puntuación y la alteración del orden lineal. Se modifica también la sintaxis y se eliminan los adjetivos. Se usan letras de distinto tipo, tamaño, color… 1.2 Expresionismo El Expresionismo tiene su origen en Alemania y se manifestará fundamentalmente en los ámbitos de la pintura, la literatura y el cine. Destaca por su fuerte carácter crítico y la constante denuncia social. Los artistas expresionistas dan gran valor a la imaginación y al sueño y, por ello, intentan expresar lo físico por lo psíquico en imágenes y colores, sacando a la luz las pulsiones internas del hombre. En pintura, el Expresionismo es la antesala del Abstraccionismo (Kandinsky). En poesía, los temas fundamentales están inspirados por la visión crítica de la sociedad y los sentimientos de horror, sufrimiento y solidaridad, nacidos como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. En teatro sobresale Bertold Brecth, autor de obras de denuncia, comprometidas y antiburguesas. Brecht es uno de los padres del teatro actual, creador de una escuela propia de interpretación. El teatro expresionista favoreció la aparición de una nueva concepción de la «puesta en escena», los decorados y la dirección. En España, el autor más influido por el Expresionismo fue Valle-Inclán. Destacan los esperpentos. 1.3 Cubismo El Cubismo tiene su arranque en las artes plásticas, de la mano del genial malagueño Pablo Picasso. Desde este ámbito, se extiende a otras artes como la literatura. En líneas generales, se intentan representar, simultáneamente, diversos aspectos de una misma realidad; no solo su imagen, sino también los conceptos o datos intelectuales que pueda aportar. En poesía, el Cubismo intenta eliminar lo anecdótico, se abandona la puntuación y la métrica es irregular. El poema, carente de elaboración, se convierte en una sucesión de anotaciones y estados de ánimo sin enlace visible, sin continuidad cronológica: se confunde lo presente, lo pasado y lo futuro. Se pretende crear una obra de arte con autonomía absoluta, válida por sí misma y no por las confrontaciones que pueda generar con la realidad. Son conocidos los caligramas de Apollinaire, en los que se aúnan pintura y poesía. Con el Cubismo las fronteras entre las artes se desvanecen. Casi al mismo tiempo que Apollinaire, el mexicano José Juan Tablada ya escribe los primeros caligramas en nuestra lengua. En España destacó Guillermo de Torre. 1.4 Dadaísmo El Dadaísmo surge hacia 1914 gracias a la obra del rumano Tristan Tzara. Los dadaístas consideraban que había que destruir todo lo anterior y empezar de cero. Dadá comparte con otros ismos el mismo deseo de ruptura, el gusto por la provocación y el escándalo, hasta el punto de que la propia palabra dadá y muchos poemas dadaístas imitan el balbuceo propio del lenguaje infantil. Nota predominante del Dadaísmo es su sentido del humor. Sus seguidores no se toman nada en serio, ni siquiera el arte. 1.5 Surrealismo El Surrealismo pretende crear un arte nuevo que avance, que no quede en un simple manifiesto provocativo y sin continuidad. Para ello, los surrealistas proponen adentrarse en el mundo del subconsciente y de los sueños, únicos ámbitos donde se encuentra el funcionamiento real del pensamiento. Como corriente estética, se halla muy influida por Sigmund Freud: el hombre, para expresarse en libertad, debe alejarse del control ejercido por la razón, evitar cualquier preocupación ética o moral. Así se expresaba André Breton en su manifiesto de 1924. André Breton y Louis Aragon, sus máximos exponentes, inician —desde el Dadaísmo— un nuevo movimiento mucho más creativo. Dadá, tan radical en sus planteamientos sobre la destrucción artística, conducía a la nada. En cambio, el Surrealismo va a explotar un mundo nuevo, el de los sueños, proponiendo una técnica igualmente novedosa: la escritura automática. El Surrealismo es el movimiento literario más revolucionario y productivo. Supone la asimilación delas corrientes del psicoanálisis y representa la lucha por liberar el poder creador del artista, por renovar el lenguaje poético, las imágenes. Partiendo del mundo onírico, el autor intentará dar su interpretación particular de la realidad, su crítica al alienante mundo contemporáneo. En cuanto a la estructura formal de los poemas, la sintaxis y la métrica, se tiende a emplear el versículo (verso extenso, sin rima, que se sustenta en las repeticiones paralelísticas). Otro de los rasgos estilísticos más llamativos es el empleo de las enumeraciones caóticas. En España fueron destacados surrealistas Luis Buñuel y Salvador Dalí. En literatura sobresalen algunas obras de Alberti, García Lorca, Cernuda y Aleixandre. En la posguerra se continuará cultivando a través del movimiento postista, y en los años sesenta recobrará, de nuevo, vigor. 1.6 Las vanguardias en España Las vanguardias en España parten del mismo presupuesto que el resto de los movimientos vanguardistas europeos: el rechazo de la poesía mimética realista. Dos son los ismos propios de nuestras letras: Creacionismo y Ultraísmo. En ambos se advierten rasgos comunes: preocupación por la disposición gráfica del poema, obsesión por el cultivo de la imagen aislada, seducción a través de imágenes y léxico del mundo del cine, del deporte, de lo dinámico… Creacionismo El Creacionismo nace con el chileno Vicente Huidobro y, en España, será Gerardo Diego su principal cultivador. Sus planteamientos estéticos se basan en la creación de un lenguaje nuevo, constituido por metáforas sorprendentes, juegos fónicos y eliminación de lo accesorio. Gerardo Diego lo definía así: «Vacío ideológico, supresión de toda anécdota y depuración de sentimientos; creación de una imagen sin referente real alguno, sustentada en la pura forma y originada con apoyo en la pura forma fonética o en ilaciones semánticas inéditas; nueva concepción de la construcción del poema, por yuxtaposición de imágenes… Nueva disposición tipográfica, creadora del ritmo del poema». En oposición al lenguaje «gramatical», que pretende nombrar las cosas del mundo sin sacarlas fuera de su calidad del inventario, el lenguaje de la poesía creacionista rompe con la normal, ya que las palabras abandonan su función representativa primaria para alcanzar una significación más profunda y como rodeada de una aurora luminosa que debe elevar al lector del plano habitual y envolverlo en una atmósfera encantada. Ultraísmo El Ultraísmo es la versión española de las vanguardias. Sus principales figuras son Ramón Gómez de la Serna, Guillermo de Torre y Rafael Cansinos-Asens. También lo cultivaron los hispanoamericanos Jorge Luis Borges y César Vallejo. Es un movimiento que engloba todo lo nuevo. Conceden especial importancia a la metáfora y abogan por la supresión de la anécdota, de lo narrativo y del exceso retórico. Se evita lo sentimental y se produce una percepción fragmentaria de la realidad (un mundo incoherente no puede tener otra expresión que la de la fragmentación y la incoherencia). Con todos estos ingredientes, el Ultraísmo (al igual que otros movimientos de vanguardia) defiende un arte fuertemente deshumanizado.