¿Crisis de la Ciencia Económica además de la Crisis Económica? Primera de Dos Partes Versión Preliminar. No Citar Guillermo Cavazos Universidad Autónoma Metropolitana México ABSTRACT La crisis financiera del 2008 puso de manifiesto la incapacidad de la teoría económica dominante para predecirla, explicarla y para proponer medidas de política adecuadas que permitieran una salida rápida y apropiada, que permitieran reinsertar a la economía mundial en una senda de crecimiento y desarrollo sostenido con una mayor equidad. En este documento se muestra que esta incapacidad proviene del método de estudio de los problemas y fenómenos económicos asumido por la teoría económica neoclásica, al que además considera como el único método válido para construir una teoría económica “científica”. Este método reduce todos los problemas y fenómenos económicos a únicamente dos explicaciones, o bien son producto de una falla de mercado, o bien son resultado de una falla de gobierno. Por ello, las únicas alternativas propuestas para la cualquier problema económico, incluyendo, por supuesto, a las crisis financieras, son o bien una mayor desregulación gubernamental y mayor liberación de los mercados o bien eliminar las fricciones o fallas que impiden que los mercados, incluyendo los financieros, funcionen adecuadamente, a fin de permitir que la economía capitalista de libre mercado logre una asignación económicamente eficiente de recursos escasos. En este documento se muestra también que el método de la economía marxista, es decir, el materialismo dialéctico es una herramienta analítica mucho más adecuada para el análisis de los problemas y fenómenos económicos, ya que busca estudiarlos en su evolución contradictoria y transformación constante, considerando que el sistema económico y las relaciones económicas entre los individuos que lo conforman tienen una determinación histórica y que los fenómenos y problemas económicos en general, y las crisis financieras en particular, son resultado de la lucha de clases y de las contradicciones inherentes al modo de producción capitalista. En este documento se muestra también que todos estos aspectos son ignorados en el análisis económico neoclásico, por lo que sus explicaciones y propuestas normativas no podrán abandonar el reduccionismo referido a la dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno. Finalmente, en este documento se contraponen estas dos posiciones, mostrando que muchos de lo que se asumen como resultados del modelo ortodoxo son en realidad supuestos normativos por lo que su construcción es tautológica que favorece las recomendaciones normativas de libre mercado. Como resultado de esta contraposición se tiene la pertinencia del análisis económico marxista, es decir, del materialismo dialéctico, para estudiar los problemas y fenómenos económicos que caracterizan a las economías capitalistas, incluyendo las crisis financieras. JEL: B41, B51, G01 Palabras Clave: crisis económica, individualismo metodológico, materialismo dialéctico, sistema económico, teoría económica neoclásica. 1 I.- Introducción. El estudio de los problemas económicos, y de manera muy especial el de la crisis financiera del 2008, ha profundizado un debate al interior de las ciencias económicas, el de su capacidad para predecir y explicar esta clase de fenómenos. Por un lado, se tiene la posición ortodoxa que reduce todos los problemas y fenómenos económicos a únicamente dos explicaciones, o bien son producto de una falla de mercado, o bien son resultado de una falla de gobierno. Desde esta perspectiva, se considera: 1) que el mercado es un mecanismo de asignación eficiente de recursos escasos, 2) que debido a que los intercambios se realizan siguiendo la regla del quid pro quo, los procesos económicos que ocurren al interior de los mercados, es decir, los procesos de producción, intercambio y consumo preservan el valor de las dotaciones iniciales, por lo que los mercados no alteran la distribución, 3) que cualquier intervención gubernamental en el sistema económico, es decir, en los procesos de mercado atenta, en principio, contra el logro de asignaciones eficientes, lo que se conoce como falla de gobierno, 4) que las intervenciones gubernamentales en el sistema económico únicamente están justificadas a fin de propiciar y preservar “el correcto” y libre funcionamiento de los mercados cuando éste no se dé, es decir, cuando subsistan fallas de mercado, 5) que las estructuras económica y social son resultado de la mera agregación de los cálculos económicos individuales, por lo que no tienen ninguna determinación histórica, y por lo que todo lo que ocurre en ellas y en los mercados puede estudiarse únicamente a partir del comportamiento individual de los agentes económicos, productores y consumidores, lo que se conoce como individualismo metodológico. Este razonamiento se circunscribe dentro de la caracterización popperiana de la ciencia, lo que Milton Friedman llamó como “la metodología de la economía positiva”, según el cual la construcción de la ciencia económica implica partir de supuestos y abstracciones muy generales y distantes de la realidad para que mediante el método hipotético deductivo, y en el caso de la teoría económica neoclásica, mediante la modelación matemática deductiva, se arribe a resultados teóricos de carácter general que presumiblemente permiten predecir, más no explicar, la ocurrencia de una gran cantidad de fenómenos económicos particulares. El criterio de demarcación científica es la falseación empírica, es decir la confrontación de las predicciones teóricas con los fenómenos económicos reales. Para la teoría económica neoclásica, el sistema económico es un sistema aislado, sin ninguna determinación histórica y social, en el que las decisiones económicas de los agentes, y 2 en consecuencia los precios resultantes de ellas, son únicamente resultado de: 1) los gustos y preferencias de los consumidores, 2) de la tecnología de los productores, y 3) de las dotaciones iniciales, esto es lo que se conoce como los fundamentales de la economía. En este marco se deja totalmente de lado la existencia del conflicto social y de la lucha de clases, por lo que incluso la construcción teórica ya no requiere incorporar clases sociales sino agentes económicos, productores y consumidores, que en el marco de la competencia perfecta, se asumen socialmente como iguales, diferenciados únicamente por su función de utilidad, es decir, por sus gustos y preferencias, en el caso de los consumidores; y por su función de producción, es decir, por la tecnología elegida, en el caso de los productores. El considerar al sistema económico aislado y que las estructuras social y económica son resultado de la mera agregación de las decisiones individuales tiene una fuerte implicación metodológica. No sólo se trata de la justificación del individualismo metodológico, sino de su imposición como el único método válido para estudiar cualquier fenómeno y problema económico. Así, problemas económicos tan distintos como la escasez de agua, el nivel de inventario de una empresa o la crisis económica se estudian siguiendo el mismo método, partiendo de la conducta individual, lo que significa optimizar una función objetivo para agentes representativos y la pertinencia en todo momento de la modelación matemática-deductiva, lo que lleva permanentemente a omitir las dos preguntas previas fundamentales que subyacen a toda investigación científica: 1) ¿qué es y cómo es lo que se pretende estudiar?, cuya respuesta es de carácter eminentemente ontológico y 2) ¿cómo puede estudiarse?, cuya respuesta es de carácter eminentemente metodológico. Por otro lado, se tienen las posiciones heterodoxas, entre las que destaca la marxista, en las que se considera que las estructuras social y económica son resultado de una determinación histórica y que las ciencias económicas buscan principalmente explicar el comportamiento y evolución del sistema económico capitalista, entendido como un sistema complejo, dinámico, con múltiples interrelaciones, históricamente determinado en el que la estructura es un condicionante del comportamiento individual y no al revés. Contrario al análisis económico neoclásico, en el análisis económico marxista se tienen dos pilares: 1) el materialismo, que postula la existencia objetiva de los fenómenos económicos e interpreta su desarrollo cómo un resultado de las relaciones sociales capitalistas, y 2) la dialéctica, que aporta los criterios para estudiar estos procesos en su evolución contradictoria y transformación constante. Ambos fundamentos permiten 3 indagar la dinámica de la economía capitalista como el modo de producción predominante, en función de sus contradicciones objetivas (fuerzas productivas versus relaciones de producción) y confrontaciones subjetivas (lucha de clases). La distorsión naturalista del materialismo y la reducción vulgarizada de la dialéctica a un sistema codificado de leyes, no justifican su abandono cómo principios analíticos. Así, el método de la economía marxista es el método del materialismo dialéctico que estudia las leyes del movimiento social y económico, las contradicciones y los desequilibrios complejos que subyacen y determinan el comportamiento económico individual, pero que permanecen ocultos en su manifestación, por lo que el reduccionismo metodológico y la mera modelación matemática-deductiva no pueden revelarlos. En este documento se contraponen estas dos posiciones, mostrando que muchos de lo que se asumen como resultados del modelo ortodoxo son en realidad supuestos normativos previos a la construcción y modelación teórica. Se muestra además la incapacidad de la teoría económica neoclásica para entender, explicar y siquiera predecir la crisis económica y financiera actual, ya que al ser ésta resultado de la dinámica y de las contradicciones inherentes al capitalismo, queda totalmente fuera del marco teórico ortodoxo en el que todos los problemas económicos son resultado únicamente de fallas de mercado o bien de fallas de gobierno. Finalmente se muestra la pertinencia del análisis económico marxista, es decir, del materialismo dialéctico, para estudiar la crisis económica actual como una crisis inevitable producto de las contradicciones inherentes al modo de producción capitalista. II.- Sobre el Método de la Teoría Económica Neoclásica. 2.1. Aspectos Generales. Una forma de distinguir entre economía ortodoxa y economía heterodoxa es a través del método. Para los economistas ortodoxos hay una única forma de estudiar los problemas de la ciencia económica (a lo que se le ha llamado monoeconomía) y es a través del único método de investigación que asumen como científico, el método hipotético-deductivo que corresponde a la caracterización popperiana de la ciencia positiva. Ello lleva a que cualquier problema estudiado se aborde siempre de la misma manera, recurriendo a la racionalidad instrumental y al individualismo metodológico, lo que permite la representación formal a través de modelos 4 matemáticos del problema planteado. Ello significa suponer en todo momento que el sistema económico y social es resultado de la mera agregación de los cálculos económicos individuales. Esta forma de proceder implica, además, dejar de lado cualquier esfuerzo ontológico y metodológico previo a la etapa de la modelación, lo que lleva a que la mayoría de los investigadores que proceden de esta forma no se cuestionen dos preguntas centrales en todo proceso de investigación: ¿cómo es lo que pretende estudiarse?, ¿cómo puede estudiarse?. La respuesta a la primera pregunta es de carácter eminentemente ontológico. La segunda es de carácter metodológico. El ignorar estas preguntas lleva a asumir a priori que los diversos fenómenos que la disciplina pretende estudiar tienen características relevantes homogéneas y a considerar, también a priori, un mismo método de estudio para estudiar problemas cuya naturaleza es tan diferente, como la pobreza, la escasez de agua, o la decisión de desarrollo de una nueva tecnología en una empresa. Estos apriorismos ontológicos y metodológicos implican una serie de consecuencias centrales que caracterizan a toda la construcción teórica neoclásica y a toda su agenda de investigación: 1) Cuando se construye un modelo matemático, no se hacen explícitos los supuestos que subyacen a la construcción teórica y que permiten la modelación matemática-deductiva. La mayoría de estos trabajos asumen que el lector conoce que detrás de un agente que optimiza una función objetivo, se encuentran la racionalidad perfecta, la información perfecta y completa, y la benevolencia mínima de los agentes; que se tienen mercados competitivos y completos; que los conjuntos de producción y consumo son convexos; que el bienestar se asimila únicamente con la satisfacción de preferencias individuales; etc. Y aun, cuando el modelo se construye relajando algunos de los supuestos fundamentales del modelo de base, tampoco se indica qué acontece con el resto de los supuestos. Todo esto lleva a ocultar aspectos relevantes de la construcción teórica, como: a) Dejar sin exponer limitaciones relevantes del modelo. Por ejemplo, un resultado fundamental de la teoría pura del comercio internacional es el teorema de igualación del precio de los factores de Samuelson, según el cual cuando dos países comercian el precio de los factores, capital (la tasa de interés) y trabajo (el salario) tiende a igualarse en ambos países. Este resultado ha sido frecuentemente esgrimido como un sólido argumento teórico a favor del libre comercio. Sin 5 embargo, este resultado depende de varios supuestos frecuentemente implícitos u obviados en la presentación tradicional del modelo, en particular del supuesto de que la tecnología es libre y homogénea en ambos países, lo que evidentemente no se cumple en la realidad. b) El llegar a tener supuestos mutuamente excluyentes, como ocurre con los supuestos de descentralización de las decisiones de los agentes individuales y el de una agencia centralizada de compensaciones, presentes en el modelo de equilibrio general competitivo1; o como ocurre con los supuestos de un conjunto completo de mercados y el de mercados competitivos2. c) El tener resultados tautológicos, es decir, cuya deducción lógica se obtiene 1 La teoría del equilibrio general competitivo se construye sin dinero. Ello es por la imposibilidad lógica de incorporar el dinero a la teoría del valor, es decir, de encontrar una solución no trivial (en la solución trivial el precio es cero) al valor relativo del dinero con respecto al resto de los bienes en la economía. Esto equivale a responder a la pregunta ¿el dinero vale porque compra (satisface una necesidad específica de los agentes y entonces su valor se determina simultáneamente junto con el valor de las demás mercancías del sistema) o compra porque vale (previamente a los intercambios los agentes le han otorgado un valor relativo) ?. Benetti (1990) resume los principales intentos por incorporar el dinero a la teoría neoclásica del valor, destacando los de Patinkin (1965), el modelo de generaciones traslapadas de Samuelson (1958), y los de la teoría de la búsqueda (Kiyotaki & Wright, 1989, 1991, 1993; Wright, 1995; Trejos & Wright, 1999); pero, tal como lo señala el propio Benetti, ninguno de ellos ha logrado incorporar el dinero a la teoría del valor de una manera plenamente compatible con la propia teoría del equilibrio general competitivo, resolviendo de una manera totalmente satisfactoria la determinación no trivial del valor de la moneda. La imposibilidad de incorporar el dinero a la teoría del equilibrio general va unido al problema de que los intercambios de trueque se bloquean (Cfr. Benetti, 1990), ya que necesariamente cada agente tiene que encontrar a la contraparte precisa que simultáneamente posea el bien que este agente quiere y desee el bien que este agente tiene y quiere intercambiar. Para evitar que los intercambios de trueque se bloqueen, la teoría del equilibrio general incorpora la hipótesis de la agencia centralizada de compensaciones, según la cual cada agente entrega el bien que quiere intercambiar y recibe el bien deseado a través de este organismo centralizado. Sin embargo, esta hipótesis es incompatible con la que considera la descentralización total de de todas las decisiones económicas. A pesar de su importancia para la construcción teórica, esta hipótesis es normalmente obviada en los modelos neoclásicos, siendo Debreu (1959) el único que la hace explícita. 2 En la teoría del equilibrio general no se requiere dinero, ni como medio de cambio, ya que los intercambios se realizan a través de la agencia centralizada de compensaciones, ni como reserva de valor, ya que se asume que todos los mercados presentes y futuros, están abiertos en el momento en el que los agentes toman sus decisiones económicas, es decir, en el momento t0. Esta última hipótesis se conoce como la hipótesis de un conjunto completo de mercados. Stiglitz (1994) mostró que esta hipótesis es mutuamente excluyente con la hipótesis de mercados competitivos, según la cual en todos los mercados hay un número tan grande de compradores y vendedores que ninguno tiene poder de mercado, por lo que demandantes y oferentes siempre son price-takers. Stiglitz muestra esta incompatibilidad lógica con el ejemplo de un profesor universitario. Como en la teoría del equilibrio general, las mercancías están diferenciadas por sus características físicas, y por fecha y lugar de entrega, el trabajo del profesor X hoy es una mercancía distinta al trabajo del profesor X mañana y en cada momento del tiempo. Como se trata de mercancías distintas, el precio se determinará en sus respectivos mercados, de manera simultánea al precio de las demás mercancías del sistema. Sin embargo, como se trata de mercancías distintas, y el trabajo de cada profesor es distinto, entonces al final se tiene que si se incorpora la hipótesis de un conjunto completo de mercados, se tendrá un único oferente en este tipo de mercados, el profesor X en cada momento del tiempo. 6 directamente de los supuestos del modelo, sin necesidad de construcciones matemáticas adicionales. 2) El considerar que los mercados y los fenómenos que ocurren en ellos pueden estudiarse de manera aislada, es decir, a partir del análisis económico neoclásico sin considerar sus componentes sociales, históricos, culturales y psicológicos. Steiner & Vatin (2009) consideran, a partir de una perspectiva weberiana, que todo mercado está caracterizado por: a) un componente social, es decir, que es una construcción social en la que se presenta el intercambio económico de bienes entre dos o más individuos. b) por un componente cultural, ya que cada mercado es un conjunto de comportamientos y reglas de comportamiento (instituciones) que son compartidas y aceptadas por todos sus participantes. Para estos autores, tales reglas provienen de la cultura, ya que ésta se define como el conjunto de rasgos del comportamiento adquiridos, compartidos y aceptados por los miembros de una sociedad. Por lo tanto, los mercados no sólo están socialmente determinados, sino que también lo están culturalmente, es decir, que el comportamiento de los individuos en el mercado varía de una cultura a otra, de acuerdo a las reglas que en cada cultura se establezcan, pudiendo incluir comportamientos éticos y ecológicos. c) un componente histórico, ya que los mercados son instituciones que evolucionan con el tiempo, por lo que están también históricamente determinados. d) un componente de demanda, ya que todo mercado está caracterizado por un conjunto de compradores o consumidores (que tal como lo establece la disciplina de la mercadotecnia –o marketingfrecuentemente no son los mismos) cuyo comportamiento se ve afectado por una cantidad de factores, incluyendo los sociales, culturales y psicológicos. Y e) un componente de oferta, ya que en todo mercado concurren o compiten oferentes (empresas) de distintos productos y servicios estableciendo relaciones no sólo económicas, sino también sociales con sus clientes. Así, solamente los últimos dos componentes o dimensiones de los mercados son estudiadas por la teoría económica neoclásica, por lo que, de acuerdo a estos autores, su estudio de los problemas y fenómenos que ocurren en los mercados siempre es incompleto. 7 3) Otra consecuencia del apriorismo ontológico y metodológico que caracteriza a la teoría económica neoclásica es que a pesar de considerar que la economía es una ciencia social, su método de estudio excluye la existencia de clases sociales y del conflicto social. No es que considere que la sociedad no está conformada por clases sociales, sino que es una categoría que no se requiere en la construcción teórica neoclásica. Al asumir que el sistema social y económico es resultado de la mera agregación de los cálculos y comportamientos económicos individuales, entonces el único método válido y pertinente de estudio de los problemas económicos es el individualismo metodológico, para que a partir del estudio de la conducta de los agentes individuales se reconstruya toda la estructura económica y social. Ello lleva, por ejemplo, a tener al “agente representativo” cuyo estudio microfundamenta la macroeconomía. Las corrientes heterodoxas, en cambio, se caracterizan por asumir una pluralidad de métodos, lo que lleva a coincidir con lo establecido por Tony Lawson “… en toda investigación científica el método de estudio está subordinado en todo momento a la naturaleza del objeto de estudio” (Lawson, 2006). 2.2. La Economía Neoclásica como Ciencia Positiva. En esta diferencia entre monismo metodológico y pluralismo metodológico subyacen, en realidad, caracterizaciones distintas de lo que se considera o no como conocimiento científico. Friedman (1953) al establecer de manera explícita los fundamentos metodológicos de la teoría económica neoclásica, consideró que la ciencia económica al ser una ciencia positiva (es decir, una ciencia cuyos resultados se evalúan como “verdaderos o falsos” y no como “buenos o malos”) tiene un carácter eminentemente predictivo, por lo que sus hipótesis y resultados son sujetos de contrastación empírica permanente. Para Friedman, la importancia de una teoría científica radica en que simplifica al máximo la realidad, eliminando todo lo que resulta irrelevante para la predicción de los fenómenos estudiados, ya sea que se trate de fenómenos naturales o de fenómenos económicos. Esa simplificación da origen a hipótesis descriptivas que permiten la construcción de una teoría general que permite la predicción de fenómenos 8 particulares. Tales supuestos o hipótesis descriptivas sustentan un conjunto de hipótesis explicativas que constituyen el cuerpo de la teoría. Para Friedman, el poder de las ciencias positivas radica precisamente en que mientras más simples y generales sean sus supuestos, lo que implica mayor distancia con la realidad, su capacidad de predicción aumenta. En su célebre artículo “La Metodología de la Economía Positiva”, Milton Friedman (1953) considera que la economía es una ciencia positiva cuya metodología es muy similar a la de las ciencias naturales. Friedman argumenta que la economía, como una ciencia positiva, es un cuerpo sistematizado de conocimientos relativos a “lo que es” y no a “lo que debe ser”. Esta es la razón por la que la economía tiene una naturaleza predictiva y no explicativa. Friedman, intentando seguir a Popper, considera que debido al carácter predictivo de la economía, sus hipótesis se validan empíricamente. Por ejemplo, es posible tener dos o más teorías económicas positivas acerca de los efectos del salario mínimo en la economía. Una de estas teorías puede predecir que el salario mínimo disminuirá la pobreza debido al mayor nivel de ingreso de los trabajadores menos capacitados. Al otro extremo puede tenerse otra teoría positiva que prediga que el salario mínimo incrementará la pobreza debido al mayor nivel de desempleo causado por esta política. Como la economía es una ciencia positiva, sus teorías se someten a la validación empírica, por lo que la mejor teoría será aquélla cuyas predicciones hayan sido validadas a través de hechos. En este sentido, Friedman considera que sólo prevalecerá la teoría capaz de hacer mejores predicciones, empíricamente validadas. Al ser la economía una ciencia positiva, la teoría económica no puede asumirse nunca como completa y absolutamente verdadera, sino sólo como general, provisional, incompleta y no refutable hasta el momento. Como todas las ciencias positivas, la economía avanza en la medida en que los hechos falsean una hipótesis que hasta ese momento se consideraba como no refutable, por lo que nuevas teorías con mayor y mejor poder de predicción la sustituirán. De esta manera, Friedman considera que la economía, al ser una ciencia positiva, sus hipótesis y resultados se juzgan únicamente como verdaderos o falsos y no como buenos o malos. Esto significa, en otras palabras, la posibilidad de construir una ciencia económica libre de valores o lo que Weber llamó wertfreiheit. Así, para Friedman la economía es una ciencia positiva cuya metodología es muy similar a la de las ciencias naturales. De acuerdo a esta metodología, la “mejor” teoría económica será aquélla que a través de hipótesis más simples pueda predecir una mayor cantidad de hechos y fenómenos económicos. Ésta es la razón por la 9 que en el enfoque ortodoxo todas las hipótesis deben ser muy generales y simples, pero también muy alejadas de la realidad. En todas las ciencias, pero en especial en las ciencias sociales, los modelos son una abstracción de la realidad. Por ello, la construcción de un modelo incorpora supuestos irreales. Algo de simplificación siempre se requiere para enfatizar lo que es importante y eliminar del modelo aquello que se considere superfluo o irrelevante para explicar el objeto o fenómeno estudiado. Sin embargo, la metodología seguida por la teoría neoclásica, tal como fue descrita por Milton Friedman (1953), va demasiado lejos en este camino, ya que en el afán de construir modelos demasiado generales, capaces de predecir la mayor cantidad de fenómenos económicos, se pierde de vista la necesidad de contar con modelos que sean una representación razonable de la realidad. Es decir, se olvida que los supuestos que constituyen la base para la elaboración de un modelo científico no deben contradecir lo que es verdad o lo que ocurre en el mundo real. Tal como lo estableció Keynes (1920 [1948]) “… una teoría científica intenta explicar los hechos que ocurren en la realidad… por ello no puede pretender pedirle a la realidad que se adecue a sus hipótesis y resultados”. El considerar que la economía es una ciencia positiva, precisamente en el mismo sentido que cualesquiera de las ciencias físicas, implica que el método de la economía es el mismo método de las ciencias positivas o el método científico (llamado también método hipotético deductivo3) que se utiliza para producir conocimiento en las ciencias físicas. Por ello, Friedman (1953: 13-16) considera que la mayoría de las críticas realizadas a la teoría económica neoclásica no son válidas porque se trata de críticas hechas a la irrealidad de sus supuestos y no a la validez de sus resultados ni a la consistencia lógica de su construcción. Más adelante estableció: 3 El método hipotético deductivo es la caracterización Popperiana del método científico. Tradicionalmente en la filosofía positivista se consideraba que la ciencia partía de la observación de hechos y que de esa observación repetida de fenómenos comparables, se inferían las leyes generales que gobiernan esos fenómenos. Popper rechazó la posibilidad de elaborar leyes generales a partir de la inducción y sostuvo que en realidad esas leyes generales son hipótesis que formula el científico, y que se utiliza el razonamiento deductivo para que a partir de esas hipótesis de carácter general se elaboren predicciones de fenómenos individuales. En esta concepción del método científico es muy importante la verificación o falsación de las hipótesis formuladas, ya que ello permite la falsabilidad de las teorías científicas. Esto significa que las hipótesis, o las teorías como conjunto de hipótesis, pueden ser refutadas a través de la experimentación. En el método hipotético deductivo, las teorías científicas no pueden nunca reputarse verdaderas, sino a lo sumo no refutadas. 10 Las cuestiones metodológicas abstractas que hemos discutido están relacionadas directamente con la crítica perenne que se le hace a la teoría económica “ortodoxa” a la que se le considera “irrealista” porque… asume que los mercados son perfectos; la competencia es pura; las mercancías, el trabajo, y el capital son homogéneos… Críticas de este tipo dejan de lado el aspecto soportado por la evidencia de que una hipótesis difiere en uno u otros aspectos de la realidad ya que la teoría que está siendo criticada busca predicciones para una gran cantidad de fenómenos [y no para un único aspecto de la realidad] (Friedman, 1953: 30-31). Para Friedman, lejos de ser una desventaja o limitación, los supuestos irreales son una ventaja para la construcción teórica, ya que toda teoría positiva requiere de supuestos muy simples y generales que permitan abstraer de la realidad los aspectos más relevantes. Así, el poder de una teoría positiva reside en que al simplificar la realidad al máximo, logra con supuestos muy simples y generales predecir una mayor cantidad de fenómenos. Friedman establece que como la economía es una ciencia positiva, entonces requiere contar con este tipo de supuestos. Si se permitiera tener supuestos muy realistas, entonces se tendría una teoría económica muy limitada que únicamente sería capaz de predecir fenómenos económicos muy particulares y no los de carácter general. Además, como ciencia positiva, las hipótesis y resultados de la ciencia económica se validan a través de su verificación empírica, por lo que si la experiencia no falsea lo que predice la teoría, entonces sus resultados e hipótesis se validan, como si éstas fueran reales. A fin de explicar el rol de los supuestos irreales en la construcción de una teoría económica significativa, Friedman & Savage (1948) utilizaron el ejemplo del juego de billar. Un experto jugador de billar no conoce nada acerca de física o de geometría, nunca hace cálculos geométricos de distancias o ángulos para golpear con precisión la bola de billar. Sin embargo, su comportamiento en la mesa de billar es como si él hiciera tales cálculos geométricos. Así, a fin de predecir la dirección de la bola después de que la ha golpeado y la distancia que recorrerá, es útil asumir que el jugador experto la ha golpeado como si él fuera un matemático que hubiera realizado tales cálculos. Así, para Friedman, la gran virtud de la economía como ciencia positiva radica en que a partir de supuestos muy generales puede construir teorías no sólo consistentes, sino poderosas y significativas, es decir, teorías muy generales capaces de predecir una gran cantidad de fenómenos particulares. Entre más simples y generales sean sus supuestos, lo que implica mayor distanciamiento con la realidad, mayor capacidad de predicción se tiene: 11 Esta opinión [la de que los supuestos tienen que ser reales], tan generalmente mantenida, es esencialmente errónea y produce mucho daño. Lejos de suministrar medios más sencillos para separar las hipótesis válidas de las no válidas, solamente confunde la cuestión, promueve concepciones erróneas acerca del significado de la evidencia empírica para la teoría económica, conduce por una dirección equivocada a un numeroso esfuerzo intelectual dedicado al desarrollo de la economía positiva e impide el logro de un consenso sobre hipótesis experimentales en economía positiva. … el realismo de los “supuestos” de una teoría puede juzgarse independientemente de la validez de sus predicciones… la relación entre la significancia de una teoría y el “realismo” de sus “supuestos” es casi opuesta a lo que sugiere la crítica. Hipótesis verdaderamente importantes y significativas tienen “supuestos” que son representaciones de la realidad claramente inadecuadas y, en general, cuanto más significativa sea la teoría menos realistas serán los supuestos (naturalmente lo contrario no es válido: los supuestos que no son realistas no garantizan una teoría significativa). La razón es sencilla. Una hipótesis es importante si “explica” [o predice] mucho a través de poco, esto es, si abstrae los elementos comunes y cruciales de la masa de circunstancias complejas y detalladas que rodean el fenómeno que ha de explicarse y permite hacer predicciones válidas sobre ellas. Para ser importante, por consiguiente, una hipótesis debe ser descriptivamente falsa en sus supuestos; no toma en cuenta ninguna de las muchas otras circunstancias concomitantes, ya que su verdadero éxito demuestra que son irrelevantes para los fenómenos que han de explicarse [o predecirse]. (Friedman, 1953: 14-15). Para Friedman, la importancia de una teoría científica radica en que simplifica al máximo la realidad, eliminando todo lo que resulta irrelevante para la predicción de los fenómenos naturales o económicos. Esa simplificación da origen a hipótesis descriptivas que permiten la construcción de una teoría general que permite la predicción de fenómenos particulares. Las hipótesis descriptivas sustentan un conjunto de hipótesis explicativas o sustantivas que constituyen el cuerpo de la teoría. Un ejemplo de una hipótesis descriptiva es la de la competencia perfecta4. Para ilustrar la importancia de esta hipótesis en la ciencia económica, Friedman recurrió a un ejemplo de la física. En esa ciencia la predicción de muchos fenómenos particulares requiere suponer la existencia de un vacío. Un cuerpo que se deja caer al vacío se 4 La teoría económica neoclásica distingue entre competencia perfecta y competencia pura. En la competencia perfecta en cada mercado hay un número muy grande de agentes oferentes y demandantes sin que alguno de ellos pueda influir por sí solo en el precio, por lo que se trata de agentes tomadores de precio (price-takers). Además cada uno de ellos tiene su propia función, de utilidad en el caso de los consumidores y de producción en el caso de los productores. En la competencia pura también se tienen agentes price-takers, pero todos ellos comparten la misma función de utilidad (lo que significa que los consumidores tienen gustos y preferencias homogéneos) o de producción (lo que significa que los productores tienen una tecnología homogénea). 12 acelera a razón de 9.8 m/s2. Evidentemente no vivimos en un vacío, y cuando se deja caer un cuerpo a la tierra, desde cualquier altura, enfrenta la presión atmosférica, pero para predecir en cuanto tiempo llegará al suelo es útil suponer que vivimos en un vacío e ignorar la resistencia del aire, que para este caso resulta irrelevante. Lo mismo sucede con la predicción de muchos fenómenos económicos, para los que es conveniente suponer la existencia de competencia perfecta. Evidentemente no vivimos en un mundo de competencia perfecta, como tampoco vivimos en un vacío, pero para la construcción teórica y para la predicción de los fenómenos económicos particulares resulta muy útil suponer que se presentan como si viviéramos en el mundo ideal de la competencia perfecta. Así, Friedman establece que el contenido medular de la teoría económica positiva viene dado por un cuerpo de hipótesis sustantivas. Debido a la naturaleza positiva de la ciencia económica estas hipótesis tienen fundamentalmente un carácter predictivo y no explicativo y se contrastan y validan empíricamente: Considerada como un cuerpo de hipótesis sustantivas, la teoría ha de juzgarse por su poder de predicción respecto a la clase de fenómenos que intenta “explicar”. Únicamente la evidencia empírica puede mostrar si es “aceptada” como válida o “rechazada”… La única prueba importante de la validez de una hipótesis es la comparación de sus predicciones con la experiencia. La hipótesis se rechaza si sus predicciones se ven contradichas (“frecuentemente” o más a menudo que las predicciones de una hipótesis alternativa); se acepta si no lo son; y se le concede una gran confianza si sus predicciones han sobrevivido numerosas oportunidades de contradicción. La evidencia empírica no puede “probar” nunca una hipótesis; únicamente puede dejar de desaprobarla; que es lo que generalmente queremos decir, de forma un tanto inexacta, cuando afirmamos que la hipótesis ha sido “confirmada” por la experiencia. Debería advertirse de forma explícita que la “predicción” por medio de la cual se comprueba la validez de una hipótesis no es preciso que se refiera a fenómenos que todavía no se han producido; es decir, no es preciso que sean predicciones de acontecimientos futuros; puede referirse a fenómenos que han sucedido, pero tratarse de observaciones que no se han realizado todavía o que son desconocidas para la persona que efectúa la predicción. (Friedman, 1953: 14-15). Como ciencia positiva, la economía tiene un carácter fundamentalmente experimental. Esto no significa que las predicciones particulares requieran validarse a través de experimentos controlados, diseñados y construidos para eliminar lo que pudieran considerarse como molestias o distorsiones, sino que las hipótesis y resultados de la teoría positiva se validan y verifican a 13 través de la experiencia, es decir, a través de su capacidad de predicción. Para Friedman, en economía, las manifestaciones de los fenómenos económicos son “experimentos” que llegan a producirse y donde se validan o no las predicciones de distintas hipótesis alternativas. Así, la imposibilidad de efectuar experimentos controlados tampoco distancia a la economía de las ciencias positivas: La incapacidad para llevar a cabo determinados ‘experimentos controlados’ no refleja… una diferencia básica entre las ciencias físicas y las ciencias sociales, tanto porque [la imposibilidad de realizar experimentos controlados] no es algo peculiar de las ciencias sociales –piénsese, por ejemplo, en la astronomía- como porque la distinción entre un experimento controlado y uno no controlado es solamente cuestión de grado. Ningún experimento puede controlarse completamente, y cada experiencia está parcialmente controlada, en el sentido de que algunas influencias perturbadoras son relativamente constantes durante su curso (Friedman, 1953: 16). Por todo esto, la teoría económica neoclásica se considera como una teoría positiva, por lo que sus supuestos nunca son “realistamente” descriptivos, ya que se consideran abstracciones y aproximaciones adecuadas de la realidad que permiten realizar predicciones de fenómenos económicos que resultan verificables a través de la evidencia empírica. “Precisamente, el poder explicativo [predictivo] de la ciencia positiva, reside en que simplificando al máximo la realidad proporciona predicciones para una gran cantidad de fenómenos” (Friedman, 1953: 36). 2.3. El Individualismo Metodológico de la Economía Neoclásica. Otro aspecto metodológico a considerar es que la Teoría Económica Neoclásica se construye a través del individualismo metodológico, es decir, que considera que el sistema económico es consecuencia de la agregación de los distintos comportamientos individuales. Así, el producto social es resultado de la agregación de las distintas producciones de los agentes individuales, al igual que el bienestar social que también resulta de la agregación de los distintos bienestares individuales. Por esta razón, la teoría neoclásica considera que para entender al sistema económico en su conjunto y predecir, por lo tanto, la ocurrencia de cualquier fenómeno económico, aun cuando se trate de fenómenos agregados, como la inflación o el desempleo, no se requiere una comprensión holista del sistema económico ni de la sociedad, sino que únicamente se requiere estudiar el comportamiento económico de los agentes individuales. 14 El individualismo metodológico es un presupuesto metodológico según el cual todos los fenómenos o problemas estudiados pueden reducirse al estudio de la unidad más pequeña. Ésta es la estrategia metodológica seguida por la teoría económica neoclásica en la que los agentes económicos racionales, individuos o empresas, son considerados como la unidad central del análisis económico. De acuerdo a esta estrategia metodológica, todas las características y propiedades de los individuos racionales, es decir, del homo oeconomicus, se encuentran dadas, es decir que no pasaron por ningún proceso de socialización ni de determinación histórica, sino que simplemente aparecieron. Es así, como las dotaciones iniciales, es decir, lo que los agentes tienen; las preferencias, que corresponden a lo que los agentes quieren; y la tecnología, que atañe a lo que los agentes saben, se consideran como propiedades dadas y generalmente invariantes del sistema económico, por lo que constituyen los aspectos o variables fundamentales del análisis económico y de las que dependen, en última instancia, todas las demás, incluyendo los precios. De esta manera, la teoría económica neoclásica explica (o predice) todo el sistema económico y todos los fenómenos y problemas que en él ocurren, únicamente a partir de la conducta individual. Esto no significa que la teoría neoclásica niegue la existencia de clases sociales o del conflicto social, sólo que considera que no son elementos necesarios para su construcción teórica, es decir, para la predicción de los fenómenos económicos que considera relevantes. Así, siguiendo lo establecido por Friedman, el individualismo metodológico es el único método válido y pertinente para estudiar científicamente los fenómenos económicos, ya que al eliminar las relaciones sociales se eliminan aquellos aspectos irrelevantes del análisis, por lo que la teoría económica construida a partir del estudio de los agentes individuales llega a ser una teoría más simple y general, es decir, capaz de revelar las regularidades que caracterizan al sistema económico y que cuenta, por lo tanto, con un mayor poder de predicción. Por ello, la teoría neoclásica considera que aún los fenómenos económicos agregados, como la inflación, el desempleo, la pobreza, la producción nacional, etc., tienen su origen en la conducta individual de los agentes y que estos fenómenos no son más que resultado de la mera agregación matemática5 de las distintas conductas económicas de los agentes individuales que conforman el sistema. 5 A fin de evitar el problema de que la agregación de los comportamientos destruya las propiedades individuales, la teoría económica neoclásica trata a nivel macro a todos los individuos como si fueran iguales, es decir, recurre al agente representativo que caracteriza a la teoría macroeconómica microfundamentada. 15 2.4. El Fundamento Normativo de la Teoría Económica Neoclásica. Con lo expuesto en el apartado anterior resulta evidente que el individualismo metodológico busca fortalecer la capacidad de predicción de la teoría, descartando cualquier posibilidad de descubrir determinaciones sociales e históricas, así como relaciones estructurales causales. Además, la metodología seguida por la teoría neoclásica no sólo no permite explicar la naturaleza y características de los fenómenos económicos, sino que crea una zona favorable para la construcción de una teoría cuyas hipótesis y resultados privilegian el libre mercado. Así, si en la construcción de la teoría se incorporan supuestos como que los agentes son totalmente egoístas y racionales, que cuentan con información perfecta y completa, que tienen benevolencia mínima y que los mercados trabajan perfectamente, y si además se agrega una metodología que se centra en el estudio del comportamiento individual y que excluye la existencia de clases sociales y del conflicto social, entonces los resultados normativos de esta teoría serán que la economía competitiva (o de libre mercado) produce el mejor de los mundos posible. Esto, evidentemente, es consecuencia de una relación tautológica entre los supuestos y el conjunto de recomendaciones normativas y no se trata, por lo tanto, de una deducción lógica a partir de los resultados de los modelos de economía positiva. Todo esto lleva a considerar a la teoría económica neoclásica como un programa de investigación científica en el sentido de Lakatos, en el que la teoría del equilibrio general es el núcleo duro invariable, y en el que las demás teorías construidas alrededor de ella, asumiendo estos supuestos básicos y siguiendo su misma metodología, conforman lo que Lakatos llamó “el cinturón protector del núcleo” que es variable. Si se considera también que la metodología seguida es la única metodología válida para la construcción de una teoría científica, entonces la teoría económica neoclásica queda protegida contra cualquier crítica. Bastará con argumentar que tal crítica no es contra la consistencia lógica de la teoría, sino contra la realidad de sus supuestos, para que tal crítica se repute como irrelevante, y que será siempre la realidad y no la pretendida crítica científica la encargada da validar o de refutar el modelo teórico a través de su capacidad de predicción. Sin embargo, este razonamiento significa tratar cada modelo como un “todo unificado”, sin considerar la relación que se tiene entre cada supuesto y los resultados obtenidos. Al analizar cada supuesto por separado se obtiene la implicación de cada uno de ellos en los resultados de la teoría. Por ejemplo, Simon (1955, 1956, 1969 [1996]) demostró que la racionalidad perfecta es 16 un requisito indispensable para obtener un equilibrio general competitivo (EGC) que sea óptimo de Pareto. El modelo de EGC tiene algo de verdad en él, pero no mucho, ya que sus resultados dependen de supuestos que claramente contradicen la realidad. La teoría del equilibrio general muestra que se puede crear un modelo que prediga adecuadamente a pesar de ser poco realista, sólo basta añadirle otro supuesto poco realista. El modelo de EGC en su conjunto predice el logro de asignaciones eficientes (usando el óptimo de Pareto como criterio único de eficiencia) cuando se tienen agentes perfectamente racionales actuando en una economía competitiva, pero para ello requiere incorporar otros supuestos como el tener información completa y perfecta, un conjunto completo de mercados y una agencia centralizada de compensaciones. Siguiendo este razonamiento, tal como lo sugirió Stiglitz en su discurso de aceptación del Premio Nobel 2001, el modelo de Ptolomeo de que la Tierra era el centro del Universo y de que los planetas y el sol giraban alrededor de ella, podría ser salvado sobre el de Copérnico, sólo bastaría con añadirle nuevos epiciclos, que son supuestos que, al igual que lo ocurrido con los de la teoría del equilibrio general, contradicen totalmente la realidad. Friedman estableció que los supuestos irreales son necesarios para la construcción de una teoría con mayor generalidad y capacidad de predicción. Sin embargo, dejó de lado las preguntas relevantes en relación a los supuestos incorporados en una teoría positiva: ¿son tales supuestos una abstracción adecuada de la realidad?, ¿cuál es la dependencia entre los resultados de la teoría y los supuestos incorporados?, ¿qué tanto cambiarían los resultados de la teoría al eliminar o cambiar un supuesto en particular?, ¿se trata, entonces, de un supuesto o una hipótesis ad-hoc para obtener resultados también ad-hoc?, ¿cuál es el costo, en términos de la construcción de la teoría, de eliminar ese supuesto?, ¿cuál es el criterio de decisión para incorporar o no cada supuesto en particular en la construcción de un modelo teórico?. Blaug (1980 [1992]), mostró que en la construcción de cualquier modelo teórico se tienen previamente juicios de valor personales que sustentan la decisión de cuáles hipótesis incluir y qué hacer con ellas. Ello lleva a la imposibilidad de la wertfreiheit de Weber o libertad de valores en la construcción de la ciencia. De esta manera, la teoría del equilibrio general, como el núcleo o el fundamento de base de la teoría económica neoclásica, está sustentada en hipótesis normativas que claramente incorporan la ideología del laissez-faire. Así, el razonamiento de esta teoría es tautológico, la predicción de que los mercados competitivos permiten lograr asignaciones Pareto-eficientes es 17 posible no sólo porque se incorpora el supuesto de agentes con racionalidad perfecta actuando en una economía competitiva, sino porque el concepto mismo de eficiencia, que se presenta como positivo, en realidad es normativo. En esta teoría, el óptimo de Pareto deja de ser un criterio particular de eficiencia para constituirse como el valor supremo al que aspira la sociedad y como el criterio universal de evaluación de lo que resulta bueno o malo para los agentes económicos. Así, partiendo de estos supuestos y de un precepto normativo previo: la eficiencia paretiana, la propia teoría neoclásica otorga un imprimátur para calificar como “científicos” a los trabajos, desarrollo teóricos y recomendaciones de política económica que están sustentados en sus hipótesis, que siguen su metodología y cuyos resultados llevan invariablemente a recomendar políticas de libre mercado. Esto significa que la economía neoclásica se sustenta y parte de una visión previa puramente normativa, y que la transforma en “ciencia económica” o “economía positiva”, en el mismo sentido defendido por Friedman, y que le otorga cierta “inmunidad científica” a este programa de investigación. Esto lleva a revestir de conceptos y postulados positivos, es decir, de “rigor científico”, una teoría económica cuyo fundamento es esencialmente normativo. 2.5. Las Implicaciones Normativas de la Teoría Económica Positiva. Lo expuesto hasta ahora lleva a establecer que esta metodología de construcción del conocimiento científico es sumamente cuestionable, no sólo porque permite construir modelos totalmente incompatibles con la realidad, sino porque la única prueba de validación de las hipótesis y resultados del modelo es su capacidad de predicción. Así, el criterio de elección entre dos modelos teóricos alternativos, es decir, que pretenden predecir, más no explicar, la misma clase de fenómenos, es precisamente su capacidad de predicción. En este sentido, Friedman utiliza otro ejemplo, el de dos teorías que pretenden predecir la caída de las hojas de los árboles. Cuando se tienen dos teorías sobre este fenómeno, la mejor será aquella que prediga con mayor exactitud el momento y la manera en que este fenómeno ocurrirá. Lo mismo sucede con el ejemplo presentado de las teorías económicas que relacionan el establecimiento de un salario mínimo en la economía con el nivel de pobreza de la población. La mejor entre ellas, será aquella teoría cuya capacidad de predicción sea más exacta. Si una teoría predice que el establecimiento de un nivel de salario mínimo disminuirá la pobreza disminuirá, mientras que 18 otra predice que la incrementará, entonces la validación empírica permitirá rechazar una teoría y no rechazar la otra. Sin embargo, al considerar que la esencia de la economía positiva es predictiva y no explicativa, es decir al asimilar la explicación a la capacidad de predicción, entonces la teoría económica positiva es incapaz de descubrir las relaciones estructurales causales de los fenómenos económicos, ya que sus hipótesis buscan únicamente predecir la ocurrencia de tales fenómenos. La frase “la clase de fenómenos que la hipótesis intenta explicar” en realidad se refiere a “la clase de fenómenos que la hipótesis intenta predecir”. Así, dentro de la propia teoría económica positiva se asume que poder predictivo y capacidad explicativa de una hipótesis son equivalentes. Al circunscribirse dentro del campo de la ciencia positiva, es decir, al tener una naturaleza predictiva y no explicativa, la teoría económica neoclásica considera al sistema económico como una gran caja negra cuya composición estructural resulta totalmente desconocida e ignorada en la construcción teórica. Por ello, el razonamiento mainstream únicamente puede pretender predecir la ocurrencia de diferentes fenómenos económicos, pero jamás explicar cómo llegaron a presentarse. Por ejemplo, se conoce el sistema de ecuaciones que determina los precios relativos, pero se ignora cómo se forman los precios en los mercados competitivos. Por ello, la teoría neoclásica tampoco tiene respuesta a la pregunta de si ¿continua siendo válido conocer cómo se forman los precios en los mercados competitivos cuando la mayor parte de la actividad económica en el mundo actual no tiene lugar en los mercados sino al interior de las empresas?. Otro ejemplo se tiene en el ámbito de la teoría monetaria ortodoxa que predice el momento y magnitud de la inflación después de un incremento de la oferta monetaria, pero no explica cómo y por qué este momento y magnitud ocurrieron específicamente. Los resultados de esta teoría positiva llevan a ciertas recomendaciones normativas que establecen que: el único objetivo de la política monetaria debe ser el control de la inflación, que la política monetaria debe implementarse con independencia de la política fiscal y que la política monetaria no debe conducirse discrecionalmente sino que debe conducirse a través de una serie de reglas, que establecen con claridad el nivel de incremento de la oferta monetaria que permitirá alcanzar ciertos objetivos de inflación, como ocurre en el caso de las reglas de Friedman, o de reglas que otorgan cierta rango de flexibilidad, como ocurre con el caso de las reglas flexibles de Taylor. La 19 conducción de la política monetaria a partir de estos criterios normativos permitirá predecir cuál será el efecto de ese input sobre el nivel de precios. Como la implementación de una recomendación normativa a manera de política económica equivale a introducir un input en el sistema económico para obtener un output deseado, pero sin conocer la manera en que ese output se obtuvo, la teoría económica neoclásica no puede responder a la pregunta ¿qué pasa cuando la predicción falla, es decir cuando el fenómeno predicho no ocurre?. Además, este razonamiento no solo ignora las determinaciones sociales e históricas del sistema económico, sino que también ignora muchos de los elementos que conforman el sistema económico y las relaciones estructurales causales entre ellos, y aun ignora la posible retroalimentación simple y compleja entre inputs, sistema y outputs. Esta complejidad podría llevar a que la predicción no ocurra de la manera esperada. Al circunscribirse en el ámbito de las ciencias positivas, la predicción constituye el principal de objetivo de la economía neoclásica, ya que se trata de una ciencia positiva, cuyos resultados teóricos se juzgan como verdaderos o falsos y no como buenos o malos, lo que la lleva a asumirse como una ciencia libre de valores. Sin embargo, para Friedman, y en general para la economía mainstream, una ciencia “libre de valores” no significa una ciencia no-normativa. Friedman escribió: La confusión entre economía positiva y economía normativa es inevitable ya que las conclusiones de la economía positiva parecen ser, y lo son, inmediatamente relevantes para problemas normativos importantes, para los problemas de qué es lo que debería hacerse y cómo puede alcanzarse determinado objetivo (Friedman, 1953: 3-4). Para Friedman, si una teoría de economía positiva suministra predicciones correctas, implícitamente está indicando lo que debe o no debe hacerse: La economía positiva es, en principio, independiente de cualquier posición ética o cualesquiera juicios normativos. Como dice *John Neville+ Keynes, la economía se refiere a “lo que es” y no a lo “que debiera ser”. Su tarea reside en suministrar un sistema de generalizaciones que puede utilizarse para hacer predicciones correctas acerca de las consecuencias de cualquier cambio en las circunstancias. Su funcionamiento ha de ser juzgado por la precisión, alcance y conformidad de las predicciones que suministra con la experiencia. En resumen, la economía positiva es, o puede ser, una ciencia objetiva precisamente en el mismo sentido que cualesquiera de las ciencias físicas… Por otro lado, la economía normativa no puede ser independiente de la economía positiva. Cualquier conclusión política se basa necesariamente sobre una predicción 20 acerca de las consecuencias de hacer una cosa en lugar de otra, predicción que debe estar basada –implícita o explícitamente- en la economía positiva (Friedman, 1953: 10-11). Friedman (1953: 13-16) considera que el estatus de la economía como disciplina científica está en su razonamiento y en su metodología y no en sus resultados teóricos o en sus recomendaciones normativas. Y es, precisamente, el método científico de las ciencias positivas, es decir, el también llamado método hipotético deductivo seguido por la economía como disciplina científica, el que permite la deducción de prescripciones normativas a partir de los resultados de los modelos de teoría económica positiva. En el ejemplo de los salarios mínimos, la “mejor” teoría es una teoría positiva que ha sido validada (o no refutada) a través de hechos empíricos. Para Friedman, siguiendo la tradición popperiana de la ciencia, cuando los hechos validan una teoría positiva, ésta se asume como no refutable. Una teoría positiva no refutable tiene importantes implicaciones normativas. En el caso de la teoría económica acerca de los salarios mínimos, éstas serían la derogación de las leyes que establecen salarios mínimos en todos los países. Así, Friedman considera que el aceptar o rechazar una recomendación normativa proviene de la validez, veracidad y capacidad de predicción de una teoría positiva, lo que se prueba a partir de la evidencia empírica: “… las diferencias más importantes acerca de la economía política en el mundo occidental son de esta clase [al nivel de la teoría positiva], en sí corresponden a un enunciado „positivo‟ que ha de aceptarse o rechazarse sobre la base de la evidencia empírica” (Friedman, 1953: 12). De esta manera, en la teoría económica ortodoxa se considera que existe una relación lineal entre los resultados de la economía positiva y las recomendaciones normativas propuestas. Sin embargo, afirmar que en cada resultado positivo hay recomendaciones normativas implícitas es ambiguo, ya que este razonamiento considera: 1) que todas las implicaciones normativas son inequívocas porque ellas provienen de un resultado de teoría positiva que es verdadero. 2) que todos los problemas económicos provienen de la dicotomía fallas de mercadofallas de gobierno, y que, por lo tanto, todo lo que se necesita para resolver cualquier 21 problema económico (considerando que el gran problema económico es la asignación Pareto-eficiente de recursos escasos) es eliminar la falla que lo originó6. 3) que es posible construir una ciencia económica libre de valores. Sin embargo, en la relación lineal que la teoría neoclásica asume entre economía positiva y economía normativa hay varias dificultades teóricas y metodológicas relevantes. La primera corresponde a la construcción misma del modelo teórico de base, la teoría del equilibrio general que resulta insuficiente para lograr una representación adecuada del sistema de precios. Entre las dificultades metodológicas se destacan dos. La primera tiene que ver con la imposibilidad de deducir conclusiones normativas o recomendaciones de política económica a partir de premisas positivas o de resultados de teoría económica positiva, es lo que se conoce como la Guillotina de Hume. Desde el siglo XVIII, en su Tratado sobre la Naturaleza Humana, David Hume (1734 [1977]) demostró que está cerrado lógico para deducir de un conjunto de premisas positivas, es decir, que incluyen un “es” y que se juzgan, por lo tanto, como verdaderas o falsas, una conclusión normativa, que incluye un “debe ser” y que se juzga, por lo tanto, como buena o mala. Hume demostró también que la única forma de lograrlo es cuando se tiene una construcción tautológica, es decir, cuando la conclusión está auto autocontenida en las premisas. Considérese, por ejemplo, la siguiente construcción: Premisas: o Juan y Pedro son hermanos o Pedro tiene un problema Conclusión: o Juan debe ayudar a Pedro 6 Por ejemplo, el enfoque ortodoxo considera que los problemas de la contaminación o de la escasez de agua se deben a fallas de mercado. En el primer caso, debido a las externalidades negativas que produce la contaminación, lo que lleva a que los agentes que contaminan no compensen a los demás por los efectos negativos que les causan. En el caso de la escasez de agua se considera que el problema se resuelve definiendo plenamente los derechos de propiedad del agua y creando un mercado competitivo para este producto. El precio fijado por este mercado permitirá una asignación eficiente de este recurso escaso. 22 Del conjunto de premisas no puede deducirse lógicamente tal conclusión, a menos que se incluya una premisa adicional que convierta la construcción en una tautología. En este caso, esa premisa adicional sería: o Los hermanos se ayudan. Así, la conclusión es en realidad una repetición de esta nueva premisa, y no una deducción del conjunto de ellas. Algo similar ocurre dentro de la teoría económica neoclásica cuyas recomendaciones normativas que privilegian las políticas de libre mercado del tipo laissezfaire provienen en realidad de supuestos normativos del mismo tipo y no son deducciones de los resultados de sus modelos de economía positiva. La otra dificultad metodológica en esta relación lineal entre economía positiva y economía normativa, está relacionada con la naturaleza del concepto de eficiencia como concepto normativo previo. El óptimo de Pareto no sólo resulta un criterio débil de eficiencia, insuficiente para evaluar políticas económicas alternativas, sino que también resulta un criterio de eficiencia ad-hoc, que permite calificar de eficientes a las asignaciones logradas por el libre mercado, a pesar de que este mecanismo marginalice a la mayoría de la población, destruya recursos naturales o haga a la economía dependiente y muy vulnerable a los acontecimientos externos. El análisis del óptimo de Pareto como criterio único de eficiencia hace evidente que la concepción neoclásica de sustentar la economía normativa en la economía positiva es incorrecta. Así, partiendo de un precepto normativo previo, el óptimo de Pareto como criterio de eficiencia, todas las recomendaciones de política económica propuestas por la teoría económica neoclásica privilegian la economía competitiva, es decir, el libre mercado. Cuando se habla de políticas neoliberales, es decir, de la nueva generación del laissez-faire, los economistas ortodoxos, afirman, siguiendo la línea trazada por Friedman, que tales recomendaciones de política económica como la desregulación de las actividades económicas, la privatización, la apertura comercial y financiera, etc., se basan en los resultados de la teoría económica positiva y no en juicios normativos, es decir, que estas políticas están sustentadas en el rigor científico de la teoría económica neoclásica que no ha sido refutada por los hechos, y no en la ideología o en el evidente sesgo ideológico del libre mercado. 23 2.6. La Dicotomía Fallas de Mercado-Fallas de Gobierno en la Teoría Económica Neoclásica. 2.6.1. Las Fallas de Mercado. Desde que Pigou (1912, 1920) construyó lo que hoy se conoce como “la vieja economía del bienestar”, propuso que en el sistema económico existen situaciones que imposibilitan la igualación de de los productos netos marginales social e individual y que por lo tanto provocan que el máximo bienestar social no se alcance a través de los mercados competitivos. A estas situaciones, Pigou las llamó fallas de mercado. Desarrollos posteriores dentro de la propia economía del bienestar llevaron a determinar que esas situaciones en realidad impiden que los mercados competitivos, es decir, que el libre mercado logre una asignación Pareto-eficiente de recursos, con lo que nuevamente el bienestar social alcanzado no es máximo u óptimo. En general, la “nueva economía del bienestar” clasifica estas situaciones o fallas de mercado en seis tipos: 1) Competencia imperfecta. Cuando existen monopolios o algunas otras estructuras microeconómicas no competitivas, los productores privados tienen incentivos para disminuir la producción, aumentando con ello el precio y las ganancias extraordinarias de que se apropian, lo que provoca pérdidas de bienestar social. Ello justifica la intervención gubernamental, a fin de regular a los monopolios y cárteles, de manera que el precio y la cantidad producida sean cercanos a la solución del mercado competitivo y se subsane la pérdida de bienestar social. 2) Bienes públicos, que por sus características no son suministrados por el mercado o son proveídos de manera insuficiente. Los bienes públicos puros tienen dos características distintivas: *) No rivales, es decir, que pueden usarse simultáneamente por varios usuarios, por lo que el costo de beneficiar a un usuario adicional o costo marginal de uso es cero, *) No excluyentes, es decir, que resulta imposible impedir su uso o disfrute. Ejemplos de bienes públicos son el alumbrado público, un faro de navegación, una boya en el mar, o cierto tipo de información, en los que no es posible excluir su uso, y en los que el costo de beneficiar a un usuario adicional es nulo. 24 Debido a que los productores privados no se apropian de la totalidad de los beneficios obtenidos con el uso de un bien de este tipo, carecen de incentivos para su producción en la cantidad que se demanda socialmente, por lo que el gobierno debe intervenir para proveerlos en la cantidad requerida a fin de que no quede demanda insatisfecha. 3) Externalidades, que corresponden al hallazgo original del Profesor Pigou, y que como se señaló son consecuencias de las acciones de los agentes económicos que imponen un costo a otros, sin que los compensen, como ocurre con la contaminación (externalidades negativas), o generan un beneficio sin que reciban alguna retribución a cambio, como la fumigación aérea que realiza un agricultor (externalidades positivas). Los gobiernos intervienen buscando que los agentes económicos eviten las conductas dañinas o que compensen a los demás por los daños que sus acciones económicas les causen, y buscando que el beneficio de sus acciones económicas les sea retribuido. 4) Mercados incompletos. Muchas veces aun cuando el costo de suministrar un bien sea inferior al precio que los consumidores están dispuestos apagar por él, la oferta es insuficiente, a esto se le conoce como mercados incompletos, ya que hay escasez de oferta o demanda insatisfecha. Los seguros y, en especial, cierto tipo de préstamos son ejemplos de mercados incompletos, que justifican la intervención del gobierno en ellos. 5) Mercados complementarios. Muchas veces se requiere la intervención del gobierno para planificar y coordinar el funcionamiento de distintos mercados que sólo funcionan de manera conjunta. Un ejemplo muy sencillo es el café y el azúcar, donde no tendría sentido producir café si no se produce azúcar o un edulcorante. 6) Información Asimétrica e Incompleta. En muchos mercados los oferentes proporcionan a los consumidores poca información sobre las características del producto, por lo que las decisiones que toman los consumidores están sesgadas y serían distintas si dispusieran de toda la información. Ello justifica la intervención del gobierno, tanto para obligar a las empresas a proporcionar la información completa, 25 como para proveer la información que el mercado suministra de manera insuficiente, lo que lleva a considerar que la misma información es un bien público. Las fallas de mercado no son excluyentes, y a menudo se presentan conjuntamente, o como consecuencia de otra. Por ejemplo, muchas externalidades surgen como consecuencia de la existencia de mercados incompletos (por ejemplo si no existe un mercado de derechos de pesca, se tiende a pescar excesivamente7) y éstos se originan a partir de problemas de información. La teoría del equilibrio general demuestra que bajo un conjunto de condiciones o supuestos, el sistema de precios de mercados competitivos permite el logro de asignaciones Pareto-eficientes de recursos escasos. Sin embargo, la teoría económica neoclásica considera que cuando se presenta alguna de estas situaciones o fallas de mercado, el sistema económico fracasa en el logro de asignaciones económicamente eficientes, por lo que recomienda, siguiendo la metodología expuesta con anterioridad, la intervención gubernamental a fin de eliminar la falla y de que el sistema retorne o empiece a funcionar en las condiciones ideales de la competencia perfecta. Por ello, la mayor parte de las recomendaciones normativas de la teoría económica neoclásica buscan situar a las economías reales en niveles de funcionamiento cercanos al ideal de la competencia perfecta. 2.6.2. Las Fallas de Gobierno. El argumento de fallas de mercado fue fortalecido con la experiencia de la Gran Depresión. Esta época puso en evidencia, aun en las economías más ricas del mundo que, debido a la presencia de fallas de mercado, el libre mercado no es capaz de propiciar la coordinación plena entre individuos de manera que satisfagan aun sus necesidades básicas. Para responder a estos problemas y con sustento en la teoría keynesiana, los gobiernos asumieron un papel más activo para estabilizar la economía, para regular las actividades de agentes que pudieran perjudicar a otros, e implementaron programas como el subsidio al desempleo, el seguro social, los fondos de 7 Éste es un ejemplo de lo que se conoce como Tragedia de los Comunes. Garret Hardin (1968) señaló que los bienes comunitarios o los recursos comunes terminan arruinando a las sociedades ya que se sobreexplotan de manera irracional y nadie se hace responsable de su mantenimiento. Esto es similar al problema que identificó Friedman (1962: 88) de lo que acontece en las escuelas públicas, que al ser propiedad de toda la sociedad terminan siendo propiedad de nadie, por lo que nadie se hace responsable de su mantenimiento y sus usuarios acaban utilizando y dañando irresponsablemente las instalaciones. 26 garantía a los depósitos, subsidios al campo, mejora de las condiciones laborales, regulación de los bancos y la bolsa de valores, etc. Este conjunto de programas, que en Europa fue conocido como el Estado Benefactor, fue impulsado en Estados Unidos por el Presidente Roosevelt con el nombre de New Deal. Estas políticas permitían además, redistribuir la riqueza en una economía capitalista. El sustento teórico era que a partir del segundo teorema fundamental de la economía del bienestar, en una economía capitalista no eran necesariamente excluyentes eficiencia y equidad, y que a través de una redistribución de las dotaciones iniciales y dejando que el mecanismo de mercado actuara se podían lograr asignaciones eficientes que al mismo tiempo fueran más equitativas. Esto es porque la teoría del equilibrio general demuestra que los mercados no redistribuyen, sino que al incorporar la regla de intercambio de quid pro quo (cada compra requiere ser financiada por una venta o de intercambio de bienes equivalentes en valor), el mecanismo de mercado preserva el valor de las dotaciones iniciales a los precios de equilibrio (que son los únicos precios a los cuales se efectúa el intercambio). Así, la nueva economía del bienestar fue el sustento teórico del Estado Benefactor que dominó la escena política en los países Occidentales durante gran parte del siglo XX. Superada la Gran Depresión y tras la Segunda Guerra Mundial, muchas economías occidentales se recuperaron y empezaron a disfrutar tasas de crecimiento económico sin precedentes, fue la época de los 30s Gloriosos (1945-1975). A fin de propiciar que la mayor parte de la población disfrutara de esa prosperidad, los gobiernos implementaron programas de lucha contra la pobreza, especialmente en los 1960‟s. Estos programas se englobaron dentro del Estado Benefactor. Stiglitz (1988) encontró evidencia suficiente de que la mayoría de estos programas habían fracasado a finales de los 1980‟s en su objetivo de erradicación de la pobreza. Programas como los de asistencia médica, los de mejoramiento de vivienda, apoyo a grupos marginados, etc., han creado más problemas que los que han solucionado. En Estados Unidos, por ejemplo, el Programa de Mejoramiento de Viviendas de gente de escasos recursos, se ha encaminado a sustituir las viviendas de baja calidad por otras mejores que los pobres no pueden pagar, lo que los obliga a vivir en condiciones aun peores que las iniciales. Los fondos de pensiones y de seguridad social para los ancianos han terminado en sistemas quebrados que se han convertido en una gran carga fiscal para toda la sociedad, lo que ha originado disposiciones por las que los jóvenes actuales no disfrutarán de esas mismas prestaciones. Todo esto es lo que se conoce como la crisis del Estado Benefactor. 27 Esto dio origen a lo que en la Teoría de la Elección Pública y en la teoría ortodoxa de las finanzas públicas se conoce como fallas de gobierno o fallos en la intervención del Estado. Stiglitz (1988) identifica cuatro causas, por las que los programas gubernamentales fracasan sistemáticamente en el logro de sus objetivos de mayor bienestar social que incluya la equidad: 1) Información limitada. El gobierno desconoce las consecuencias más importantes de las decisiones que toma. 2) Control limitado de las empresas y agentes privados. El éxito de muchos de los programas gubernamentales depende del desempeño de empresas privadas sobre las que el gobierno no tiene pleno control. Por ejemplo, una ley para controlar el precio de los alquileres, puede implicar una severa disminución en la oferta de vivienda de alquiler, así como un deterioro en las condiciones de las viviendas existentes por falta de mantenimiento. 3) Control limitado de la burocracia. Aquí se presenta un problema de agencia, en el que el burócrata encargado de implementar un programa público busca maximizar su propio beneficio, lo que representa un conflicto de intereses y un objetivo contrario a los objetivos del programa. 4) Limitaciones impuestas por los procesos políticos. Muchas decisiones gubernamentales se orientan a satisfacer intereses de grupos sociales particulares, aquellos que resultan votantes decisivos o quienes financian campañas electorales, por lo que muchos programas no buscan maximizar la utilidad social o el logro de la equidad, sino que están subordinados a los procesos políticos. Uno de los autores que ha estudiado más exhaustivamente las fallas de gobierno ha sido James Buchanan (1981), quien desarrolló la Teoría de la Elección Pública, también conocida como Escuela de Virginia, en la que se aplicó el análisis neoclásico para realizar un estudio microeconómico de los procesos gubernamentales. El principal resultado de esta teoría es que el gobierno fracasa al optar por una función de bienestar social sobre la que busque realizar asignaciones óptimas, debido a su gigantismo, excesivo burocratismo y a que está subordinado al proceso político, por lo que son las asignaciones realizadas por el mercado, aun con la presencia de fallas de mercado, y no por el gobierno las que alcanzan el máximo bienestar posible para la 28 sociedad. Así, esta propuesta se convirtió en una respuesta teórica a la nueva economía del bienestar. Para esta teoría cada intervención gubernamental en el mercado crea más pérdidas de bienestar y problemas que los que pretende resolver. Otros autores destacables dentro de esta Escuela son Stigler, Tullock, Niskanen, Mueller, etc. La Teoría de la Elección Pública de Buchanan sostiene que el fracaso del gobierno no debe juzgarse solamente comparando la situación empírica o real con la ideal, ya que ello llevaría a constatar tanto el fracaso del gobierno, a través de asignaciones ineficientes, como el del mercado, a través de la presencia de externalidades y otras fallas de mercado. Para Buchanan la comparación pertinente es entre la asignación lograda por el gobierno y la asignación lograda por los mercados competitivos. Por su parte, Jeannot (1999), sustentado tanto en la teoría del fracaso del gobierno de Buchanan como en la teoría de las fallas de mercado, considera que la comparación pertinente no es entre una situación real y una utópica, sino entre el mercado y el gobierno como dos instituciones imperfectas, susceptibles de mejorar. La crítica realizada por la Escuela de Virginia parte, al igual que la economía del bienestar, del supuesto de que las políticas gubernamentales se implementaban para conseguir el máximo bienestar de los gobernados. En especial critica al keynesianismo que dotaba a los gobiernos de una sólida base teórica para señalar lo que debían hacer para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y así gozaran de mayor bienestar. Los teóricos keynesianos consideraban que la teoría económica keynesiana proveía recomendaciones políticas adecuadas que permitían alcanzar un mayor bienestar. Además de que estas recomendaciones solamente podían ser, por un lado, formuladas solamente por un grupo reducido de expertos en teoría económica, y por otro, implementadas solamente por un reducido grupo de políticos cultos, juicios y altruistas, ya que se preocupan por el bienestar social (que puede interpretarse como un interés común). A estos supuestos Roy Harrod los llamó Harvey Road (Keynes nació en la casa de sus padres ubicada en Harvey Road No. 6 en Cambridge). Esta idea asume que la teoría económica no sólo explica o predice lo que acontece en el sistema económico, sino que debido a que lo que acontece en el sistema económico influye en las decisiones de los políticos, las políticas a seguir deben provenir de la teoría económica. Frente a este argumento, la teoría de la elección pública ha buscado mostrar que la influencia no sólo es recíproca, sino que la formulación de las políticas y el mismo sistema político tiene un impacto mucho mayor en el sistema económico que el que éste tiene sobre el sistema político. 29 La teoría de la elección pública cuestiona esta “desinteresada” preocupación de los políticos en el máximo bienestar social, ya que considera que los políticos también son agentes que forman parte del sistema económico y que como el resto de los agentes defienden egoístamente sus propios intereses. Estos intereses son electorales, de partido e incluso de riqueza personal, pero que cualquiera que sea su motivación, siempre tendrán en cuenta las características propias del proceso político para lograrlos. Es decir, que su actuación política (decisiones de políticas implementadas) no busca alcanzar el máximo bienestar social, sino el logro de intereses particulares y que esta actuación siempre se ve limitada por las características del proceso político. Por ello, en el análisis siempre hay que considerar la presencia de políticos que ocupan puestos de elección popular y de burócratas de primer nivel que son nombrados directamente por los políticos y burócratas de menor nivel que a su vez son designados por otros burócratas. Cada uno de ellos tiene intereses diferentes, y en el ámbito de su responsabilidad, las decisiones políticas que tomen irán encaminadas a lograrlos. 2.6.3. El Reduccionismo a la Dicotomía Fallas de Mercado-Fallas de Gobierno Debido a su método de construcción teórica y a su carácter eminentemente predictivo y no explicativo, la economía neoclásica únicamente propone como soluciones a cualquier problema económico las que se encuentran dentro de la dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno. Salvo muy raras excepciones, como ocurrió por ejemplo, en el caso de Debreu, los economistas neoclásicos pocas veces reconocen las limitaciones de la modelación matemática-deductiva. En vez de ello, defienden sus modelos a partir de su capacidad de predicción de eventos y fenómenos económicos. Ello lleva a que el único problema económico que se considere sea la asignación Pareto-eficiente de recursos escasos que tienen usos alternativos. Además, aun considerando éste como el único problema económico, la teoría económica neoclásica considera que cuando la predicción no se cumple es decir, cuando la economía competitiva fracasa en el logro de asignaciones Pareto-eficientes o cuando los mercados no funcionan adecuadamente, las únicas explicaciones para ello provienen de esta dicotomía, dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno, por lo que no se tienen explicaciones alternativas para los problemas y fenómenos económicos. Por ejemplo, en el enfoque dominante no se han considerado situaciones en las cuales el funcionamiento de los mercados, aun siendo apropiado, sin fallas de mercado o de gobierno, no 30 conduzca a asignaciones eficientes, o incluso que bajo este funcionamiento los mercados lleguen a colapsarse. Éste es el caso de las crisis de los mercados financieros, que se presentan aun cuando desde la teoría su funcionamiento se explica a partir de la hipótesis de “mercado eficiente”. Precisamente, debido a que la economía financiera ortodoxa considera agentes racionales, con expectativas racionales y actuando en un “mercado eficiente”, no puede decir nada relevante acerca de las crisis financieras, ni sobre sus orígenes, ni sobre la política para prevenirlas y enfrentarlas. En este marco teórico no hay espacio para una política de intervención pública y de regulación de los mercados financieros, ya que se ignora que el verdadero problema es que los mercados capitalistas, y en especial los mercados financieros, son intrínsecamente inestables y que la crisis es inherente a este sistema económico. Una analogía del colapso de un sistema cuando está funcionando adecuadamente, ocurre con el corazón humano, el cual puede llegar a colapsarse en el momento preciso de su funcionamiento óptimo, cuando trabaja lo mejor posible, a su máxima eficiencia y cuando guarda un equilibrio con el resto de los órganos corporales. En consecuencia, la teoría de las fallas de mercado y la teoría de las fallas de gobierno no pueden explicar ni el colapso ni la crisis de un sistema de libre mercado. Por lo tanto, se requieren explicaciones alternativas, ya que además de las fallas de mercado y de gobierno, también se tienen fallas en la teoría. Todo esto conduce a un problema teórico que muestra los límites de la visión ortodoxa de política económica sobre temas tan importantes como la crisis financiera, el cambio estructural, la política de estabilización, la reducción de la pobreza, la distribución del ingreso, la relación entre economía y naturaleza, etc. En otras palabras, el ámbito de lo que es no implica lo que debe ser, sino que simplemente acota lo que se presume debe ser y establece el conjunto de posibilidades de lo que puede ser y las condiciones bajo las que esto sería posible. III.- Sobre el Método de Análisis Económico de Marx. (Este Capítulo se encuentra basado en los trabajos de Claudio Katz sobre el tema) 3.1. Aspectos Generales. En El Capital, Marx presenta un análisis del sistema económico capitalista siguiendo un orden de exposición que va de lo más abstracto a lo más concreto, es decir, un método abstracto31 deductivo, que en la ciencia económica tiene su origen en el método empleado por David Ricardo, en el que las situaciones reales empíricas son casos concretos. En el modelo expuesto por Marx, los fenómenos económicos reales son manifestaciones de aspectos esenciales de la realidad que no son observables directamente, sino que se presentan enmascarados bajos distintas apariencias, por lo que se encuentran ocultos, y solamente el análisis científico y crítico de la realidad permite conocerlos y entenderlos. Ello lo llevó a expresar la realidad social a través de distintas categorías abstractas cuyo análisis permite concluir que en el sistema económico capitalista inevitablemente se presentarán la caída de la tasa de ganancia y como consecuencia crisis económicas recurrentes, así como la polarización económica de las clases y la agudización del conflicto social. En el método de análisis empleado por Marx resulta importante distinguir entre el método de análisis, propiamente dicho y a partir del cual Marx obtiene sus conclusiones, y el método de exposición bajo con el cual organiza El Capital. En el primero, parte de la observación directa de la realidad, lo que en dialéctica se conoce como el concreto real para de ahí pasar al mundo de las abstracciones, es decir, a la construcción de las categorías analíticas relevantes que permitirán emprender el viaje de retorno a la esfera real, pero ahora a través del concreto pensado, que se distancia del concreto real, y constituye una rica totalidad, con múltiples determinaciones y relaciones. Así, lo concreto pensado proviene de un proceso de abstracción científica crítica, al que Marx (1863 [2000]) llamó como “el método científico correcto”, que permite identificar lo concreto como una síntesis de múltiples determinaciones, es decir, como “la unidad de lo diverso”. Así, la esfera de lo real es, en Marx, al mismo tiempo, el punto de partida, como una realidad caótica y desordenada, y el punto de llegada, como una realidad mentalmente construida. Pero, a diferencia del método dialéctico de Hegel, el método de Marx considera la necesidad de apropiarse de lo concreto y de reproducirlo como un “concreto pensado” que de ningún modo constituye el proceso de formación del concreto o de la realidad misma, que se encuentra material e históricamente determinada. En cambio, el método de exposición de El Capital parte de la presentación y análisis de las categorías abstractas, para a partir de ellas explicar el funcionamiento de la economía capitalista. El método de Marx es también holista ya que considera que los fenómenos económicos y sociales están determinados por aspectos de la realidad que no son observables o perceptibles empíricamente, aunque sean totalmente decisivos, y en el que el todo, en este caso el sistema 32 económico y social determina a las partes individuales. Tampoco el sistema es observable por los individuos, aunque estos se encuentren determinados por él. Por ejemplo, el capital y el valor no son, de acuerdo a Marx, empíricamente perceptibles, aunque son determinantes de muchos aspectos observables de la realidad económica. Evidentemente, aquí se tiene una gran diferencia entre los métodos de análisis económico marxista y neoclásico. Mientras que en el primer caso, se privilegia la explicación de la realidad a través del sistema de interrelaciones de categorías abstractas no observables empíricamente y que, por lo tanto, no son sujetas de contrastación empírica; en el análisis económico neoclásico se privilegia la predicción, y no la explicación, de los fenómenos económicos reales, en el que el criterio de demarcación científica se encuentra establecido por la contrastación o falseación empírica de las predicciones de la teoría económica. El método de análisis económico de Marx tiene dos pilares: 1) el materialismo, que postula la existencia objetiva de los fenómenos económicos y considera que su desarrollo es un resultado de las relaciones sociales y económicas capitalistas, y 2) la dialéctica, que aporta los criterios para estudiar los fenómenos y procesos económicos en su evolución contradictoria y transformación constante. Estos fundamentos del método de Marx permiten indagar la dinámica del modo de producción capitalista en función de sus contradicciones objetivas (fuerzas productivas frente a relaciones de producción) y de sus confrontaciones subjetivas (conflictos de clases). Así, el método del materialismo dialéctico permite estudiar las leyes del movimiento, las contradicciones y los desequilibrios complejos de la economía y sociedad capitalista, mismos que no pueden estudiarse a través de la lógica formal. tradicional no puede abordar. Este método permite superar tanto las limitaciones del individualismo metodológico y de la racionalidad instrumental de la teoría económica neoclásica, como también las limitaciones de la macrofundamentación holista de la mayoría de las teorías económicas heterodoxas. Un aspecto clave de este método es la clara diferenciación entre aspectos económicos determinantes y determinados que están ausentes en los enfoques económicos indeterministas como el neoclásico. Asimismo, el método marxista se opone tanto al empirismo (o caracterización popperiana de la ciencia), que sólo acepta la validez de los resultados teóricos empíricamente corroborables, como al antiemprismo, que rechaza el uso de instrumentos cuantificadores para evaluar la consistencia de los resultados teóricos. 33 El método de análisis propuesto por Marx modificó sustancialmente la dialéctica idealista hegeliana que consideraba que los objetos no existen sin la mente ya que son combinación de sensaciones, pero también modificó sustancialmente el materialismo mecánico de Ludwing A. Feuerbach, que excluía la posibilidad de que las sociedades, en cuanto cosas u objetos reales, tuvieran una determinación histórica. Sin embargo, el materialismo dialéctico de Marx no constituyó ni la antítesis ni la prolongación de ambos, sino de se trató de un nuevo método de análisis científico, capaz de ofrecer explicaciones más adecuadas de la historia humana, en general, y de la sociedad y economía capitalistas, en particular. 3.2. Singularidades Metodológicas. Oskar Lange (1974) y Roman Rosdolsky (1979) respondieron en forma opuesta a la interrogante de cuáles son las singularidades del método de Marx. Lange sostuvo que el marxismo comparte con toda la ciencia económica procedimientos comunes de investigación, en particular el método abstracto-deductivo que en el marxismo es identificado con otra terminología, y que su principal diferencia metodológica es la elección de ciertas premisas, como por ejemplo la transitoriedad histórica del capitalismo. Lange estimó que la economía marxista denomina abstracción a la inducción, es decir, a la generalización de premisas provenientes de la observación directa de los fenómenos económicos, y que llama “concreto pensado” a las conclusiones obtenidas deductivamente a partir de esas premisas, y que además recurre a las formas de corroboración de tales conclusiones que son usuales en toda la ciencia económica. Rosdolsky, por su parte, cuestionó la existencia de un procedimiento común a todo el pensamiento económico y estableció que la dialéctica es el método particular del marxismo. Atribuyó a la dialéctica los principales descubrimientos y aportaciones de Marx a la ciencia económica, como la dimensión social del valor, las diferencias entre plusvalía y ganancia, la primacía de la explotación sobre la competencia en la explicación del capitalismo, etc. Asimismo consideró que la dialéctica permitió superar la pobreza de las abstracciones y la confusión de niveles analíticos que predominaba entre los economistas clásicos. La posición de Lange ha sido asumida por el pensamiento ortodoxo que considera la semejanza del método de Marx con el método abstracto-deductivo de David Ricardo y su oposición al método inductivo de Malthus. Ello lleva a identificar a Marx, tal como incluso lo hizo Keynes, 34 dentro de los economistas clásicos que continuaron el pensamiento y el trabajo de Adam Smith y de David Ricardo. Esto es porque en el trabajo de Marx están presentes muchos de los postulados teóricos de la economía clásica como: la preeminencia de la producción sobre el consumo y el intercambio; la jerarquización de las categorías reproducción, distribución y excedente; la consideración del productor como el agente central del sistema económico; la concepción de un sistema económico conformado por tres clases sociales: productores capitalistas, terratenientes y trabajadores asalariados; la aceptación del principio de la población de Malthus; la incorporación de la teoría del valor-trabajo de Ricardo y la consecuente aceptación del trabajo como el fundamento del valor; la tendencia a caer de la tasa de ganancia; etc. Morishima (1977), por su parte, destaca otra similitud entre el método de análisis de Marx y el método de la economía ortodoxa, que es la de recurrir, como Walras, a un modelo de equilibrio general en el que establece ciertas relaciones microeconómicas básicas que luego son agregadas a escala macroeconómica. Sin embargo, aquí hay una gran diferencia, ya que para la economía ortodoxa, el todo es el resultado de la mera agregación de las partes individuales, por lo que para estudiar al sistema económico basta con estudiar a los agentes económicos individuales y posteriormente proceder a agregar los resultados. Mientras que para Marx el comportamiento individual se encuentra condicionado por el sistema como un todo. En cambio, los autores que comparten la postura de Rosdolsky, es decir, que destacaron las especificidades del método marxista, ubicaron al uso de la dialéctica como el aspecto central del método de análisis de Marx. Althusser (1969) destacó el carácter materialista de la dialéctica de Marx, proponiendo una original conceptualización del significado de la conjunción de ambas nociones. Otros autores, como Godelier (1970), plantearon que el método de Marx consta de dos etapas que combinan procedimientos hipotético-deductivos con el método dialéctico para la comprensión de las relaciones lógicas básicas (primera etapa) y para estudiar las estructuras en su génesis, desequilibrio y ocaso (segunda etapa). Dentro de esta corriente, Zeleny (1974) le asignó tanto a la lógica formal como a la dialéctica roles centrales en el análisis marxista. Para este autor, la lógica formal permite rol preeminente establecer los rasgos estables y axiomatizables de los fenómenos económicos, mientras que la dialéctica permite estudiar la totalidad de los procesos económicos en su transformación continúa. Los autores que buscan asimilar el método marxista al método inaugurado por Ricardo en la ciencia económica, dejan de lado algunos de los rasgos particulares de la teoría económica marxista. 35 Rosdolsky sostiene que el método de Marx es totalmente distinto al de resto de las escuelas del pensamiento económico, tanto ortodoxas como heterodoxas, porque su objeto de estudio es distinto. Y tal como sostiene Tony Lawson (2006) en la actividad científica, el método está en todo momento subordinado a la naturaleza del objeto de estudio. La economía marxista estudia las leyes del funcionamiento y las contradicciones del capitalismo, considerando la transitoriedad histórica de este modo de producción. En cambio, la economía neoclásica estudia las condiciones bajo las cuales el mercado llega a ser un mecanismo de asignación Pareto-eficiente de recursos escasos, suponiendo: 1) la conducta racional de los agentes económicos, 2) un concepto único y universal de eficiencia económica, 3) ausencia de conflicto social y de determinación histórica de los individuos y las sociedades, y 4) que el mercado es proceso económico neutro, de carácter ahistórico. Esta diferencia en el objeto de estudio implica grandes diferencias metodológicas: 1) La economía marxista estudia la dinámica de un régimen económico-social históricamente determinado, mientras que la economía neoclásica al considerar al consumidor individual como el agente económica principal, estudia las reacciones individuales frente a los estímulos de la oferta y la demanda, lo que la lleva a privilegiar el análisis estático frente al dinámico; 2) la economía marxista privilegia el estudio de la producción y de la distribución de las mercancías y no los mecanismos individuales de elección económica, tal como lo hace la economía neoclásica; y 3) la economía marxista estudia el sistema de relaciones que caracteriza a la economía capitalista mientras que la economía neoclásica estudia el comportamiento de los agentes económicos individuales. Marx tuvo claro en todo momento, y lo hace explícito repetidas veces a lo largo de su obra, que su objeto de estudio era descubrir las leyes que determinan el movimiento de la economía capitalista. Por ello desarrolló un método específico, en función de las exigencias de esta investigación. Así, Marx investigó el carácter socialmente condicionado de toda elección y decisión económica, por lo que sus modelos no podían estar fundados en criterios de consumo y de elección individual racional. Por el contrario, privilegian el estudio de las condiciones de la producción y del sistema económico como una totalidad que se encuentra histórica y socialmente determinado. Debido a la naturaleza del objeto de estudio de la economía marxista, su método también difiere con el muchas corrientes heterodoxas del pensamiento económico. Aunque de acuerdo a Sheyla Dow (1985) las corrientes heterodoxas tienen en común su rechazo por el método de la 36 economía neoclásica, en particular por el individualismo metodológico y la racionalidad instrumental, ello no significa que compartan un método común. Por ejemplo la Nueva Economía Institucional considera que las instituciones, en cuanto reglas de los procesos económicos, constituyen la estructura de tales procesos y que una gran variedad de agentes son sus protagonistas, por lo que las instituciones constituyen el aspecto central del análisis económico. Mientras que la economía marxista considera que el eje del análisis económico son las leyes del capital en función del comportamiento de las clases sociales. Por lo tanto, aquí también se tienen objeto y método de investigación muy diferentes. El institucionalismo así como otras corrientes heterodoxas buscan comparar las distintas modalidades o variedades de capitalismos, mientras que la teoría económica marxista conceptualiza prioritariamente el funcionamiento general de este sistema, considerando que independientemente de sus variedades o matices, en los sistemas económicos capitalistas, es decir, en donde existen capital y trabajo asalariado, como relaciones sociales de producción, se tienen leyes económicas cuyo cumplimiento es ajeno a la voluntad de los individuos que los conforman. Otras corrientes heterodoxas indagan alguna peculiaridad del capitalismo, pero ninguna de ellas se concentra en el análisis global del proceso de valorización. Por ejemplo, los sraffianos o neoricardianos se interesan por la reproducción técnica, los neoschumpeterianos por la innovación, los regulacionistas por aspectos laborales, los economistas ecológicos por la manera en que el capitalismo destruye el medio ambiente y la manera en que pudiera preservarse, etc. En cambio, la economía marxista estudia todas estas características del capitalismo remarcando su determinación histórica y su carácter de clase, puntualizado su conexión con la competencia por la apropiación del trabajo excedente. Por ejemplo, en comparación con los enfoques neoricardiano y neoschumpetriano, la economía marxista analiza las condiciones técnicas y las rentas tecnológicas pero destacando sus vínculos con la plusvalía. Así, el marxismo no estudia a los agentes económicos individuales, sino que analiza el rol que cumplen las clases explotadoras y explotadas en el cambio social, relacionando los procesos objetivos de acumulación y crisis con los procesos subjetivos de resistencia, organización y conciencia de clase. Tampoco estudia a las instituciones, a las condiciones técnicas de producción, al cambio técnico o el daño al medio ambiente como procesos económicos de manera aislada, sino como resultado de las relaciones económicas y sociales de producción. Con esto es evidente que la discrepancia entre objetos de estudio entre el marxismo y la ortodoxia y entre el marxismo y la 37 heterodoxia implica también el uso de métodos de análisis distintos, tal como remarcó acertadamente Rosdolsky. 3.3. La Ruptura Materialista de Marx con la Dialéctica Hegeliana La teoría materialista de Marx reconoce muchas influencias intelectuales como el método dialéctico de Hegel, los conceptos de clase social y lucha de clases provenientes de los historiadores franceses de la Restauración, la teoría del valor-trabajo de Ricardo, la filosofía materialista de Feuerbach, etc. Sin embargo, buscó ir más allá de todas ellas. En el caso del método dialéctico de Hegel, Marx transformó el esquema de deducciones lógicas a priori por un método de estudio concreto del capitalismo. Además incorporó a la dialéctica la historia real, lo que convirtió una lógica del ser y una secuencia pura de conceptos en una forma de análisis teórico basado en fundamentos empíricos. Por ello, sus categorías centrales como trabajo, dinero y valor, no provinieron de la dialéctica de Hegel sino de la economía política inglesa. Esta reorientación que introdujo Marx a la dialéctica hegeliana, buscando una apropiación conceptual de la realidad, ha sido en los últimos años un tema de intensa controversia. Algunos autores, como John Rosenthal (1999), sostienen que Marx se “escapó” de Hegel, abandonando la dialéctica o manteniendo sólo una aplicación restrictiva de esta lógica para elaboraciones parciales, como por ejemplo ocurre en el análisis de la relación entre el dinero y la mercancía. Esta interpretación plantea que, en su madurez, Marx sustituyó las derivaciones lógico-dialécticas por el estudio empírico del funcionamiento del capital. En lugar de razonar abstractamente en torno al valor investigó los datos verificables de los precios, jerarquizó la investigación concreta de la mercancía y dedujo la plusvalía de las evidencias del beneficio. Del lado opuesto se tiene a autores como Tony Smith (1993a, 1993b, 1999) que defienden a Hegel de las objeciones que tradicionalmente recibió de los marxistas, estableciendo que su método dialéctico no está conformado únicamente por conceptos puros totalmente distanciados de la realidad empírica, sino que considera la existencia primordial de los procesos reales. Este argumento considera errado oponer el materialismo de Marx al idealismo de Hegel y destaca que tanto Marx como Hegel explicaron a través del pensamiento una realidad exterior, cuya existencia aceptan en común. La diferencia entre ambos métodos está circunscrita a la relevancia asignada por Hegel a las ideas y creencias (leyes, religión, patriotismo) en la explicación e interpretación de los acontecimientos históricos, frente a la primacía dada por Marx a los procesos socio-económicos 38 objetivos (o materiales). Otra diferencia es que la verificación hegeliana de cada postulado se realiza en el propio terreno de las ideas, mientras que Marx recurrió a una comprobación basada en la praxis material. El enfoque de Tony Smith, sin embargo, no toma en cuenta que Marx fue antagonista y no sólo discípulo de Hegel, porque, tal como señala Callinicos (1998), en su revisión de la dialéctica hegeliana, Marx eliminó la auto-generación de conceptos, el espíritu absoluto y el círculo teleológico que se cancela en una finalidad pre-determinada. Por ello, el método de Marx significó una ruptura con el método de Hegel, lo que implico una “inversión” del idealismo hegeliano en materialismo, y la sustitución de la preeminencia del estado y la vida espiritual por la gravitación de la economía con la consecuente creación de conceptos claves para la explicación del capitalismo (fuerzas productivas, modo de producción, clases sociales, etc.). Tal como establece Likitkijsomboon (1992), Marx cambió el sujeto de la dialéctica, al sustituir la búsqueda de la verdad del mundo centrada en el desarrollo del espíritu por un análisis de las relaciones sociales en que se apoya el capital. De esta manera, Marx ni abandonó la dialéctica hegeliana, ni la mantuvo invariable. Rosdolsky (1972) enfatiza que Marx remodeló este método de razonamiento, lo que le permitió superar los obstáculos metodológicos y teóricos de la concepción ricardiana del capital. 3.4. El Materialismo Dialéctico. Cómo todas las teorías que adoptan la postura filosófica materialista, la teoría económica marxista defiende la existencia objetiva de los fenómenos y procesos económicos, es decir establece que los procesos económicos existen, se presentan y se desenvuelven con independencia de la percepción que tienen los sujetos de esta acción. Tales fenómenos y procesos se pueden conocer y actuar sobre ellos o se puede ignorarlos y ser agentes pasivos de su desarrollo, pero en ningún caso la presencia de ellos deriva del hecho de ser pensados, enunciados, explicados o propuestos por alguna teoría económica. La incorporación de la filosofía materialista permite trabajar con racionalidad, objetividad y sistematicidad en el descubrimiento de las características del capitalismo y en el enunciado de sus leyes. Tal como Althusser sostiene: “al defender la factibilidad del conocimiento objetivo, el marxismo lucha contra las interferencias religiosas, místicas o espiritualistas, que obstaculizan la comprensión de los procesos sociales” (Althusser, 1986: 14). 39 Pero el marxismo no se limita a reconocer que los hechos económicos ocurren sin el requisito previo de su conceptualización. Destaca también que estos acontecimientos son el producto de las relaciones sociales (como el trabajo asalariado) que establecen objetivamente los individuos (es decir, independientemente de su voluntad) en el proceso de producción y que dan lugar a la estratificación de la sociedad en clases propietarias y proletarias. Estas relaciones sociales son el fundamento de la generación, apropiación y distribución de la plusvalía, cuya acumulación bajo la forma de capital configura las características del modo de producción prevaleciente. El situar en el centro del análisis a las relaciones sociales de producción lleva a rechazar el carácter natural y ahistórico de los procesos económicos capitalistas8, una concepción que particularmente caracteriza a la teoría económica ortodoxa de la actualidad en razón de la universalización del principio de escasez. Así, al señalar la objetividad de los fenómenos y procesos económicos, Marx establece: 1) su origen capitalista y su consecuente temporalidad, 2) que los fenómenos económicos se presentan y desarrollan “a espaldas de los individuos”, es decir que les imponen una sucesión de hechos tan involuntarios cómo las quiebras, los derrumbes de precios, las inversiones frustradas o las crisis generalizadas, y 3) que estos fenómenos económicos tienen su origen en el funcionamiento intrínsecamente desequilibrante del sistema económico capitalista. Asimismo, al centrar el análisis en las relaciones sociales, el materialismo marxista busca explicar con mayor claridad el sistema de dominación que subyace al proceso de producción y acumulación de mercancías. Este análisis permite establecer el carácter fetichista de las explicaciones convencionales de la mercancía, el dinero o el capital, que presentan a estas categorías cómo instrumentos físicos de vigencia universal (nuevamente de carácter natural y ahistórico) y no como productos particulares de las relaciones capitalistas predominantes. El materialismo marxista es dialéctico porque su objeto o “materia” de estudio, es decir, las relaciones sociales de producción, es investigada en su evolución constante y transformación permanente. Esto no significa darle un rol secundario al pensamiento ni “ignorar el impacto causal 8 Marx demostró repetidamente que cuando las propiedades o las consecuencias de un sistema social son atribuidas a la “naturaleza” es porque se olvida su génesis y sus funciones históricas, es decir todo aquello que lo constituye como un sistema de relaciones. Con mayor precisión, Marx señala que el hecho de que este error metodológico sea tan frecuente se debe a las funciones ideológicas que cumple al lograr, por lo menos imaginariamente, “eliminar a la historia”. Así, por ejemplo, al afirmar el carácter “natural” de las instituciones burguesas y de las relaciones burguesas de producción, los economistas clásicos justificaban el orden burgués al mismo tiempo que inmunizaban a la clase dominante contra la idea del carácter histórico, y por lo tanto transitorio, de su dominación. 40 de las ideas” cómo suponen algunos autores como Jon Elster (1991). El marxismo no reduce el pensamiento a un proceso fisiológico-cerebral, ni lo identifica con la simple percepción sensorial de los acontecimientos exteriores. Al plantear que la existencia social de los hombres es determinante de su conciencia, no asigna al pensamiento un simple rol de “reflejo” de la realidad objetiva. En palabras del propio Marx (1857 [2006]), la dialéctica es un método que permite explicar e interpretar la realidad social inmediata, utilizando las categorías abstractas y concretas requeridas para cada nivel del análisis. El método dialéctico permite establecer un conjunto de categorías explicativas del capitalismo (como valor, mercancía, dinero, trabajo asalariado) cuyas relaciones permiten explicar cómo funciona este sistema (leyes de acumulación, reproducción, igualación de la tasa de ganancia, tendencia decreciente de la misma, etc.) y cómo opera en la realidad inmediata (inversión, crisis, competencia). El método dialéctico permite también establecer una relación bidireccional entre el punto de partida y de llegada de este estudio (en este caso el sistema económico capitalista), puesto que las caracterizaciones surgidas de la observación empírica y de su conceptualización se alimentan mutuamente. Por ejemplo, partiendo de la observación de los precios de mercado se descubre su fundamento en el valor, se conceptualiza su comportamiento mediante la teoría del valor-trabajo y se corrobora esta interpretación analizando la evolución de dichos precios. La unidad de este procedimiento radica en que las categorías abstractas (valor, mercancía) anteceden lógicamente y determinan a sus equivalentes en el plano concreto (precio, capital industrial), pero a su vez estas últimas nociones constituyen el precedente empírico de la misma investigación. En este proceso bidireccional cada fenómeno se conceptualiza, por una parte, a partir de sus manifestaciones directas (es decir partiendo de la observación directa), y por otra, cada fenómeno o manifestación económica en la realidad se interpreta y explica recurriendo al proceso de abstracción. Así, con este método, cada categoría contiene potencialmente a otra y es deducida lógicamente de ella, por lo que se trata de un procedimiento que permite resolver las preguntas relevantes que surgen de la observación directa de los fenómenos y procesos económicos. De esta manera, el método dialéctico integra en un solo proceso de análisis, el “mundo real” de los puntos de partida y de llegada, con el “mundo conceptual” de las abstracciones construido durante las etapas intermedias de la reflexión. Por ello, este método contiene un “camino de investigación”, que va de lo más concreto (o “concreto real” a lo más abstracto, y un “camino de exposición” inverso, en el cual las consideraciones más abstractas ya presuponen a las más 41 concretas. Tal como estableció Rosen (1998), la unidad del método radica en la interconexión de estas dos etapas. Cuadro I.- El Método Bidireccional del Marxismo. Mundo de las Abstracciones Valor como Categoría Teoría del Valor-Trabajo Método de Investigación Método de Exposición Mundo Real de los Fenómenos y Procesos Económicos Concreto Real Concreto Pensado (Precios de Mercado) (Precios determinados por el Valor) Fuente: Elaboración del Autor El uso de la dialéctica implica una exposición dual de las contradicciones del capitalismo, en sus formas potencialmente iniciales y en sus modalidades desarrolladas posteriores. Por ejemplo, las crisis de realización9 son analizadas de manera abstracta a nivel de la mercancía, como una oposición entre el valor de uso y el valor de cambio y luego concretamente, como un resultado del conflicto entre los requerimientos de valorización del capital y las necesidades sociales de los 9 De acuerdo a Paul Sweezy (1942 [1974], una crisis de realización se presenta cuando por las contradicciones propias del sistema económico capitalista, los productores capitalistas se ven imposibilitados para realizar el valor íntegro de las mercancías que producen. 42 consumidores. La crisis de sobreproducción son investigadas abstractamente como un producto de la ruptura en el intercambio de las mercancías con sus equivalentes en dinero y concretamente, como un efecto de la acumulación. Esta posibilidad de exponer el mismo fenómeno en instancias diferentes del análisis es un atributo del método dialéctico que rechaza las categorías inmutables y analiza los procesos en su cambio y movimiento constante. Para aplicar este procedimiento hay que sustituir los razonamientos lineales de causa-efecto por un “ir y venir” de “avances en espiral”. La dialéctica conecta las distintas fases del análisis a través de las mediaciones. Por ejemplo, para esclarecer la relación existente entre los valores y los precios se recurre a sucesivas categorías intermedias (valor individual, valor social, precio de producción, precio de mercado). La necesidad de estas mediaciones es una consecuencia del divorcio existente entre la apariencia y la esencia de los fenómenos económicos, dada la opacidad que presentan todos los procesos económicos bajo el capitalismo. En este sistema económico, la lógica del valor está borrada en el movimiento de las transacciones cotidianas, tampoco es perceptible en la producción real en las empresas que el origen de la ganancia radica en la plusvalía, así como que cualquier rastro de la expropiación de la acumulación originaria o primitiva10 desaparece en la reproducción del capital. Sin recurrir a las mediaciones abstractas, no hay forma de eliminar estos velos que encubren el funcionamiento real del capitalismo. De esta manera, el método dialéctico implica analizar cada fenómeno económico cómo una consecuencia o desenlace específico de situaciones potenciales previas. Pero estas consecuencias dependen también de las condiciones que rodean la concreción del hecho. Por ejemplo, las crisis financieras que derivan de los desequilibrios industriales sólo se consuman cuándo estos desajustes desestabilizan también el ámbito de la circulación monetaria. Este tipo de circunstancias no son la causa sino el detonante de la crisis, pero definen cómo se materializa o concretiza cada acontecimiento. Así una crisis financiera potencial debida a estas contradicciones del capitalismo se llega a materializar. Otro ejemplo es la determinación de los precios de mercado, cuyo nivel 10 Para Marx (1863 [2000]), acumulación primitiva significa la expropiación de los productores directos, y más específicamente, “el aniquilamiento de la propiedad privada que se funda en el trabajo propio, esto es, la expropiación del trabajador”, permitiendo un elemento clave del capitalismo: “la explotación del trabajo formalmente libre de otros, es decir, el trabajo asalariado”. El sentido de la acumulación primitiva es privatizar y expropiar los medios de producción producidos mediante el trabajo de otros, de tal modo que sus nuevos propietarios puedan aprovecharse de la existencia de población sin medios que tiene que trabajar para ellos. Esta privatización destruyó decenas de formas tradicionales de definir los derechos de acceso de la población a los medios de producción y los recursos naturales: vinculación de los siervos a la tierra, derechos comunales, derechos de compascuo (el derecho y obligación reciproca de introducir el ganado en tierras ajenas), derechos de campo abierto y otras. 43 depende en general del valor de las mercancías, pero se establece concretamente en función de: 1) la composición orgánica prevaleciente en los sectores o ramas en que se elaboró el producto, y 2) de la oferta y demanda del mismo. Estas circunstancias definen que un precio de mercado se sitúe por encima o por debajo de su valor. El razonamiento dialéctico avanza en el análisis mediante el uso de categorías sucesivas. Sin embargo, el orden de estas nociones no es arbitrario ni contingente, sino que corresponde a la lógica del fenómeno estudiado. Por ejemplo, la ganancia es analizada a partir de la plusvalía y no al revés, porque se parte de la caracterización del funcionamiento del capitalismo fundado en la explotación del trabajo asalariado. Los marxistas, como Bertell (1998), comparan el uso de la dialéctica con el de un microscopio, porque es un instrumento que permite satisfacer múltiples objetivos de comprensión en función del campo de focalización de los temas investigados. Sirve para aislar los problemas investigados y para asociarlos con la interpretación de la realidad como totalidad concreta. Tal como establece Kossik (1963 [1965]), ello permite abstraer e integrar simultáneamente el análisis, facilitando su esclarecimiento y contextualizando su desarrollo. Así, la metodología dialéctica permite lograr una investigación global y uniforme compuesta por niveles de abstracción diferenciados. Por ejemplo, Marx analizó cómo funciona el capitalismo como sistema económico antes de indagar su dinámica competitiva. Ello lo llevó a establecer una distinción analítica entre el “capital en general” y “muchos capitales particulares”(lo que implica también una distinción entre “la tasa general de ganancia del sistema” y “tasas de ganancia particulares”) para demostrar primero que el fundamento de todo el sistema es la explotación del trabajo asalariado (tomo 1 de El Capital), para analizar posteriormente la lógica de la reproducción capitalista (tomo 2) y para demostrar y explicar finalmente por qué el desarrollo de este modo de producción conduce a las crisis periódicas (tomo 3). Con esta diferenciación, cada tipo de problema puede estudiarse en el nivel de abstracción que le corresponde sin confundir la investigación genérica del funcionamiento del capitalismo con el análisis concreto de las crisis que lo afectan. El materialismo y la dialéctica son los pilares del método marxista, pero la conjunción de ambos términos tiene una historia muy conflictiva. Marx no utilizó la denominación materialismo dialéctico, pero sí Engels, Plejanov (1895 [1958]), (1896 [1977]) y Lenin (1914 [2000]) para referirse a los fundamentos metodológicos del marxismo. A partir de la división que hizo Stalin 44 (1938 [1977]) entre materialismo dialéctico y materialismo histórico11 su concepción particular del materialismo dialéctico se convirtió en la doctrina filosófica oficial de la Unión Soviética aplicada como la filosofía general para el desarrollo de las ciencias sociales y naturales en ese país. Fue el sistema referencial de todas las disciplinas y el cimiento ideológico del Estado soviético, denominado oficialmente como “diamat” que introdujo una aguda distorsión del sentido del materialismo y de la dialéctica. En el diamat el materialismo fue identificado con la primacía de la naturaleza sobre el espíritu y en lugar de referirse a la “materia” como la realidad social circundante se le vinculó a la estructura físico-química del universo. Se ignoró así, lo que para Marx constituyó su sustento metodológico, que las leyes científicas obtenidas a partir de este método se limitan exclusivamente al funcionamiento del capitalismo, como un régimen económico-social, para obtener a partir de él principios relacionados con la gravedad o la termodinámica. Cuando se afirma, por ejemplo, que en el capitalismo “ciertos procesos económicos se imponen a los individuos”, se establece que esta imposición proviene de la explotación del trabajo asalariado y no de alguna fuerza de la naturaleza. Para Marx, las leyes económicas no constituyen principios que actúen con la contundencia, regularidad e inevitablidad de las leyes de la naturaleza, sino que dado su carácter histórico, adquieren fundamentalmente un rasgo de temporalidad. Por el contrario, tal como establece Adolfo Sánchez Vázquez (1977), el diamat, al presentar al desarrollo humano cómo un subproducto directo de la naturaleza, asimiló el materialismo a una especie de naturalismo, que ignora su carácter praxeológico, es decir su articulación en torno a la práctica humana. Kedrov y Spirkin (1969), así como Graham (1976), establecen que el diamat también simplificó el materialismo reduciendo el proceso de conocimiento a la detección y traducción interna del universo exterior, suponiendo, además, la existencia de una correspondencia unívoca directa entre el mundo real y el mundo conceptual, y convirtiendo a los protagonistas del proceso cognitivo en simples receptores pasivos de sensaciones. Acertadamente, en su crítica al diamat, Nestor Kohan (1998) señaló que esta gnoseología ingenua ignoró que para Marx el conocimiento es un proceso de transformación de la realidad y simultánea autotransformación del sujeto. 11 En ese documento Stalin define el materialismo dialéctico como la aplicación de las leyes dialécticas a la naturaleza y redefine el materialismo histórico (término acuñado por Plejánov) como la extensión de las mismas a la historia y la sociedad. Sin embargo muchos marxistas critican esta división, pues consideran que el método de Marx es precisamente a la inversa, ya que Marx desarrolló en sus trabajos la concepción materialista de la historia como un método de análisis, sin llegar a representarla nunca como un sistema. Fue Engels quien posteriormente intentó construir una ontología marxista, partiendo de los métodos utilizados por Marx en sus análisis históricos. Dicha ontología que posteriormente sería conocida como materialismo dialéctico. 45 Para Petruccelli (1998-99) y Achaval (1999), el diamat no sólo malinterpretó la filosofía materialista, sino que también vulgarizó a la dialéctica mediante su reducción a un conjunto de leyes (salto de cantidad en calidad, unidad de los contrarios, negación de la negación) de aplicación mecánica y acción automática. Además, fue ritualmente citada como recurso polémico en numerosos debates para justificar alguna estrategia política eludiendo definiciones precisas sobre cuestiones concretas. De esta manera, el diamat extremó un proyecto inicial de Engels de aplicar la dialéctica al análisis de la naturaleza. Esta pretensión fue objetada desde su origen por varios teóricos, destacando Lukacs (1969), puesto que supone que un método de interpretación de la realidad social, es decir, un método del conocimiento de la esfera social, constituye al mismo tiempo no sólo un método de los fenómenos naturales, sino, y esto es más grave, un mecanismo rector de los cambios en la naturaleza. Dentro de los marxistas contemporáneos existe un mayoritario rechazo a esta prolongación (Cfr. Carchedi (1991), Arnaud (1998)], quedando muy pocos teóricos marxistas a favor de esta vinculación [Woods y Grant (1995)] El diamat sustentó una “ciencia socialista” que criticaba la producción de conocimiento científico relacionado con los intereses de grupos sociales dominantes, llegando a considerar, incluso, que las matemáticas, la física o la zoología pueden caracterizarse en términos de clase. Esta problemática fue ampliamente discutida por Aronowitz (1988). Esta interferencia ideológica en el pensamiento científico constituyó el punto culminante de la deformación del materialismo dialéctico por parte del diamat, sin que esto cuestione la especificidad del método marxista que remarcó Rosdolsky. 3.5. El Materialismo Dialéctico frente al Individualismo Metodológico y al Holismo Metodológico. Marx consideraba que solamente a través del método científico correcto, es decir, a través de lo que posteriormente sería conocido como el materialismo dialéctico, podían descubrirse las leyes rectoras del capitalismo, estableciendo las categorías analíticas pertinentes como plusvalía, ganancia y valor. Y que sólo a través de estas leyes podían explicarse las contradicciones de este sistema, como crisis recurrentes e inevitables, tendencia decreciente de la tasa de ganancia, desequilibrios de la acumulación, etc., y caracterizarse sus complejos desequilibrios como la volatilidad de capitales, la inestabilidad de la producción, la insuficiencia del consumo, etc. 46 Mario Bunge (1982, 1985, 1987) estable que quiénes interpretan que la dialéctica es una forma “esotérica y metafísica” de presentar el simple fenómeno del cambio, no toman en cuenta el aporte clave de este tipo razonamiento para comprender la dinámica cambiante del capitalismo. La dialéctica no es un enredo que identifica lo “opuesto con lo diferente”, ni un juego de “choques” permanentes que niegan la estabilidad de los procesos. Por el contrario, para Bunge, la dialéctica es una modalidad de pensamiento que contribuye a interpretar y a explicar los procesos contradictorios y sujetos a transformación constante, que caracterizan al capitalismo. No es una cámara fotográfica que retrata o describe cómo es el sistema capitalista en un momento dado, sino que busca presentar “la película completa” de este sistema. Muchos problemas económicos cotidianos pueden ser resueltos sin la necesidad del método del materialismo dialéctico. En este caso, las características de tales problemas permiten su resolución ya sea mediante la aplicación de los principios filosóficos de identidad, no contradicción o tercero excluido, o mediante las reglas de la lógica formal. Ejemplos de estos problemas son el cálculo de niveles óptimos de producción o consumo, la definición de cursos de acción alternativos, como la elección entre alternativas de inversión, o la toma de decisiones en determinados contextos. Pero de acuerdo a Claudio Katz (2000), este tipo de problemas, que conforman el núcleo de la teoría económica neoclásica, no conforman la totalidad de la ciencia económica y ni siquiera constituyen su objeto principal. La teoría económica ortodoxa, sustentada en el marginalismo, sólo busca definir y jerarquizar preferencias, valorar utilidades o niveles de satisfacción, elegir entre bienes escasos, cuantificar costos de oportunidad, calcular niveles óptimos de producción y consumo, establecer niveles de eficiencia, etc. Para este tipo de problemas basta con recurrir a la lógica formal, es decir, a plantear o a representar el problema de manera formal, lo que permite aplicar los supuestos que subyacen a la teoría ortodoxa (como la conducta racional de los agentes, en su caso la competencia perfecta, la existencia de propiedad privada, la definición universal de eficiencia económica, etc.) para deducir de manera axiomática la solución óptima al problema planteado. Sin embargo, cuando la ciencia económica busca ir más allá del proceso de decisión individual para comprender las leyes que rigen el movimiento, transformación y evolución del sistema económico, y la manera en que éste afecta y condiciona la conducta individual, la dialéctica es imprescindible. Así, el materialismo dialéctico representa una alternativa no sólo frente a la microfundamentación ortodoxa, sino también frente a la macrofundamentación heterodoxa, porque 47 no se sustenta ni el individualismo metodológico ni el holismo sistémico. Esto es porque el materialismo dialéctico permite estudiar las relaciones sociales que establecen los individuos en cada época, en función del desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas y por ello asigna a las clases sociales y a la lucha de clases un lugar predominante en la investigación. El hecho de que la teoría económica marxista no centre su objeto de estudio en la decisión individual no significa que la economía marxista y su método, el materialismo dialéctico, ignoren al individuo, tal como han supuesto algunos críticos e incluso algunos marxistas analíticos como Ludolfo Paramio (1992) y Jon Elster (1992). Esto es porque el materialismo dialéctico, como método de investigación, no excluye el estudio de la acción y la conducta individual, sólo contextualiza y explica el condicionamiento social de las elecciones individuales. Por otra parte, tal como establece Ricardo Gómez (1995) aunque el materialismo dialéctico parte efectivamente de un análisis totalizador, la sociedad en su conjunto y los grupos y los conjuntos sociales no son investigados en contraposición a los individuos, sino a través de ellos. Y a diferencia del holismo metodológico, Photis Lysandrou (1996) destaca que el materialismo dialéctico no supone la existencia de sistemas dados, ni agregaciones constituidas previamente, sino que analiza la manera en cómo las relaciones sociales entre individuos y los conflictos y las contradicciones que se presentan y desarrollan entre ellos, agrupados en clases sociales, se encuentran históricamente determinados para conformar el entramado social y la sociedad misma en una época histórica determinada. 3.6. La Crítica al Determinismo del Materialismo Dialéctico. El análisis de las leyes del capital permite reconocer la complejidad de las contradicciones económico-sociales, discriminando los niveles de análisis y definiendo categorías e instancias determinantes, determinadas y autónomas, en función de las condiciones de cada problema o fenómeno económico estudiado. Este tipo de estudio del sistema económico capitalista requiere distinguir entre contradicciones principales y secundarias y aceptar que ambas son necesarias y se condicionan mutuamente. También requiere distinguir entre cambios reales y analíticos, y entre fenómenos económicos potenciales y realizados, lo que lleva a establecer la interdependencia e interrelación de los diferentes procesos económicos. Así, el método de Marx refiere las oposiciones dialécticas de la práctica social, eliminando el carácter formal de las contradicciones, así como su interpretación superficial o aparente (acontecimientos ilusorios). 48 Con ello, el materialismo dialéctico estudia las leyes y tendencias del proceso de valorización, buscando descubrir sus determinaciones causales. Este propósito estuvo presente tanto en la gestación del método marxista como en algunos destacados autores marxistas posteriores, principalmente en Althusser (1969) y sus sucesores como Callinicos (1993) y Ballibar (2000). Sin embargo, este propósito fue también criticado y revertido por cierta corriente marxista que critica el determinismo y el esencialismo del método marxista. Autores como Sprinker y Kaplan (1993) y Resnick y Wolff (2006) cuestionan la existencia de determinaciones y consideran inconveniente definir instancias jerárquicas de explicación, afirmando que en las totalidades sociales interactuantes, cada acontecimiento o fenómeno económico debe ser visto cómo causa y efecto de un proceso desigual y contingente. Por ello, estos autores y otros como Amariglio (1996) remarcan el carácter impredecible de los procesos económicos, subrayando la inutilidad de cuestionar la exactitud o veracidad de la teoría del valor, siendo más conveniente cuestionar sobre su pertinencia para la ciencia económica. Otros autores como Stepehen Cullenberg (1994) cuestionan la inconveniencia de indagar la existencia de una tendencia decreciente de la tasa de ganancia o incluso cuestionan, tal como lo hace Richard Wolff (1998), la clasificación de las clases sociales en función de un criterio jerarquizado de propiedad. No obstante, esta visión indeterminista diluye la lógica de las relaciones causales que permite explicar los fenómenos económicos. Si todos ellos fueran contingentes, multifacéticos e interactuantes, no hay forma de tener una explicación consistente de los fenómenos económicos, ya que desaparecen los principios ordenadores y se recae en una especie de “teoría ecléctica de los factores” donde distintos elementos explican las mismas y distintas situaciones. Al negar la jerarquía de las determinaciones se oscurecen los vínculos causales del proceso histórico y los fenómenos económicos se vuelven enigmas de sucesos inconexos, incapaces de ser entendidos y explicados ya que corresponden a casualidades y accidentes azarosos. Este enfoque indeterminista impide definir si la acumulación tiende al equilibrio, al desequilibrio o a la crisis. Tampoco permite establecer si los precios de mercado provienen del valor, de las fuerzas del mercado, de las instituciones, o de las colusiones entre empresas. Pero este enfoque, además, cuestiona el reconocimiento materialista de la existencia de una realidad objetiva, independiente del proceso cognitivo, ya que supone que las diversas explicaciones corresponden a una diversidad equivalente de hechos o situaciones y no a variadas interpretaciones de un mismo 49 hecho objetivo. De esta forma se debilita la posibilidad de optar por alguna de ellas y comprender lo que efectivamente ocurre. Con esto es evidente que en el enfoque indeterminista desaparecen también los criterios para discriminar entre una creencia y una conclusión científica o entre un mito y una teoría científica. El enfoque indeterminista cuestiona la existencia de un estándar de verdad, es decir, que sostiene que cada forma de pensamiento debe ser vista como una expresión del pluralismo de la verdad, lo que da origen a verdades plurales que impiden distinguir entre lo cierto y lo falso, por lo que imposibilitan el conocimiento racional y la construcción de verdades científicas. Así, bajo este enfoque no puede si la teoría del valor o la tendencia decreciente de la tasa de ganancia son correctas o incorrectas, comprobables o inverificables, tampoco permite cuestionar la teoría ortodoxa del equilibrio general, ya que sus argumentos no están dirigidos a dilucidar si una teoría es verdadera o falsa y si resuelve correctamente el problema planteado. Tal como Anderson (1983), Meiskins (1985) y Sofianou (1995) establecen, este retroceso analítico está estrechamente vinculado con la ciencia posmoderna y proviene de una revisión antidialéctica y antimaterialista del método marxista. 3.7. La Corroboración Empírica en el Materialismo Dialéctico. Claudio Katz (2000) considera que para el estudio de las leyes del capital en una ciencia factual como lo es la economía, la corroboración empírica de los resultados teóricos es vital, pero por una razón muy diferente a la falseación empírica de las ciencias positivas. Para el materialismo dialéctico se requiere la corroboración empírica ya que establece la posibilidad de intervenir activamente sobre los hechos y fenómenos económicos. El método del materialismo dialéctico además de contribuir a esta comprobación facilitando el reconocimiento de los problemas relevantes y la elaboración de las teorías que permiten entenderlos y explicarlos, establece las modalidades de esta corroboración. Estas modalidades que promueve el método marxista difieren sustancialmente de los procedimientos de contrastación empírica utilizados en la economía ortodoxa, ya que exigen “traducir” los agregados macroeconómicos corrientes a conceptos compatibles con la teoría del valor. A diferencia del positivismo popperiano neoclásico, que supone la inmediata contrastación empírica de los resultados teóricos, el materialismo dialéctico acepta la validez de resultados no corroborables inmediatamente. Ello lleva a investigar las conjunciones de tendencias y contratendencias que 50 presentan distintos grados de comprobabilidad. Tal como Carchedi (1991) señala, algunas de estas tendencias tienen manifestaciones empíricas definidas como sucede con la acumulación; otras se verifican cíclicamente como ocurre con la crisis; y otras se comprueban observando también las contratendencias como se tiene con comportamiento de la tasa de ganancia. Para Katz (2000), el método marxista permite superar las deformaciones e insuficiencia empiristas y antiempiristas que existen en la investigación económica. En el primer caso se tienen las corroboraciones y validaciones empíricas que son características de la economía neoclásica y que están claramente influenciadas por el empirismo neopositivista del Círculo de Viena, por lo que ignoran el carácter no inmediato, ni directamente confirmado por la experiencia, del conocimiento. Este tipo de corroboraciones empíricas tienden a olvidar que la economía es una disciplina perteneciente al campo de las ciencias sociales, y no una ciencia de la naturaleza, por lo que resulta esencial considerar que el sujeto forma parte del objeto de estudio, de manera que no es posible el aislamiento y reproducción experimental de los fenómenos estudiados, por lo que la comprobación exige un conjunto de mediaciones. Dentro de las distintas corrientes y enfoques marxistas, también se tienen ciertas dosis de este tipo de empirismo, especialmente en las corrientes pragmáticas que minimizan o incluso desconocen la dimensión teórica de la investigación en ciencias sociales y sus criterios de validación científicos. Estas vertientes tradicionalmente proclaman la “supremacía de la práctica” cómo el único criterio de cientificidad, tal como lo reivindica Pierre Fourgeyrollas (1981). En cambio, en las corrientes antiempiristas el problema es inverso, ya que se desconoce la importancia de corroborar los resultados teóricos para evaluar la pertinencia de una teoría científica. En la mayoría de las corrientes heterodoxas, el antiempirismo se expresa, tal como lo hacen Patrick Baert (1996) y Tony Lawson (1994), en un creciente escepticismo en la utilidad de los pronósticos y predicciones cómo criterio de validez de las teorías científicas. Sin embargo, Marx (1863 [2000]) mismo estableció que el descubrimiento de las leyes del capital necesariamente implica la posibilidad de formular predicciones y contrastarlas con el curso de los acontecimientos (como por ejemplo ocurre con la tendencia decreciente de la tasa de ganancia). Esto es porque, de acuerdo con Collin Cottrell (1998), se olvida que la formulación de pronósticos o predicciones es una consecuencia lógica de la objetividad y factibilidad del conocimiento científico. Entre los autores marxistas de diversas corrientes que abogan por este tipo de antiempirismo, principalmente porque consideran que las categorías del marxismo, tal como 51 aparecen en El Capital, son aproximaciones conceptuales no susceptibles de ninguna medición. Autores como Nicos Poulantzas (1972) estimaron que la plusvalía es una noción inconmensurable. Otros, como los que participan en el debate que presenta Fred Moseley en su Introducción a El Método de Marx en el Capital (1973), rechazan el aspecto cuantitativo de la teoría del valor, destacando que esta concepción sólo ofrece una explicación de la explotación. Otros más, como Geert Reuten (1993), sostienen que el tiempo de trabajo incorporado en las mercancías no es observable ni cuantificable. Sin embargo, tal como establece Likitkijsomboon (1995), si se abandonan estas mediciones, la teoría del valor aparecería como una construcción arbitraria basada en conceptos totalmente ajenos y divorciados de la realidad. Así, el poder corroborar la ley del valor es uno de los principales desafíos para la teoría marxista que el materialismo dialéctico contribuye a resolver, aportando todas las mediaciones necesarias para probar la existencia de una determinación objetiva de los precios en función del tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de las mercancías. Si se abandona este objetivo, una parte central de la teoría económica marxista perdería sentido. Aunque tal corroboración no es sencilla, avanzar en su investigación resulta indispensable para el análisis concreto del capitalismo. 3.8. El Materialismo Dialéctico en el Estructuralismo Marxista y en el Realismo Crítico. El materialismo dialéctico como método de estudio de las contradicciones objetivas y subjetivas del sistema económico capitalista se apoya en el materialismo histórico, es decir, en la teoría de la concepción materialista de la historia construida por Marx para analizar científica a la historia humana. Este marco teórico explica la dinámica del proceso histórico en función de dos criterios:1) el conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, y 2) el desenlace de la lucha de clases. Esta teoría proveyó de explicaciones más fecundas y poderosas de la historia humana y de la evolución de la sociedad que las interpretaciones institucionales, éticas o religiosas de la época. Así, tal como Callinicos (1997) establece, la historia humana se explica a partir del surgimiento y ocaso de cada modo de producción y su estudio se sustenta en el análisis de los mecanismos de transformación de estos regímenes que condicionan cierta dirección histórico-social del proceso de cambio. 52 Por ello, el materialismo histórico aporta elementos decisivos para el análisis económico que permiten establecer las conexiones y relaciones entre los componentes objetivos y subjetivos de los procesos estudiados. Pero, tal como Katz (2000) establece, esta interrelación fue ignorada por la vertiente estructuralista del marxismo, ya que centró su investigación en el funcionamiento de los procesos económicos, ignorando su génesis y temporalidad. Por ello, como es evidente en Althusser (1990), esta vertiente promovió el estudio de la causalidad estructural, privilegiando el análisis sincrónico, es decir, de la organización de los conceptos y categorías en cierto sistema, sobre el análisis diacrónico, es decir, el movimiento de sucesión de los conceptos y categorías. Esto tiene dos serias implicaciones metodológicas en el estructuralismo marxista: 1) la función del sujeto quedó diluida, y 2) el rol de la dialéctica (que es analizar los fenómenos en su proceso de transformación) quedó seriamente debilitado. Así, al estudiar la conformación estructural de los problemas y fenómenos económicos, el análisis del capitalismo perdió historicidad y tendió a desvirtuarse. Ello es porque la dinámica de este sistema no puede investigarse partiendo de criterios que eliminen el movimiento. Las categorías que se utilizan para estudiar al capitalismo (valor, acumulación, capital, etc.) requieren necesariamente vincular el pasado con el presente de este modo de producción. Tal como Brossat y Avenas (1975) y Nair (1975) establecen, mediante la causalidad estructural solamente se pueden conocer las relaciones internas de los fenómenos económicos de manera estática, lo que se asemeja a una observación fotográfica que oscurece y dificulta el estudio de las contradicciones investigadas. No obstante, aun con estas distorsiones, el estructuralismo marxista ha sido mucho más fecundo para el estudio del capitalismo que el estructuralismo heterodoxo contemporáneo. Entre sus aportaciones destacan los mecanismos y las relaciones estructurales causales de muchos procesos económicos, aunque sin especificar la lógica y la evolución distintiva del capital. Esta clase de causalidad estructural, así como el antiempirismo y el materialismo del tipo althusseriano están muy presentes en el Realismo Crítico, que constituye una vertiente contemporánea de la filosofía de la ciencia, en la que el término “materialismo” es sustituido por el de “realismo”. En el campo de la ciencia económica el principal defensor de esta vertiente es el profesor de Cambridge Tony Lawson, quien cuestiona principalmente las concepciones idealistas y empiristas de la teoría ortodoxa, objetando, además, su omisión de las estructuras, mecanismos y regularidades que caracterizan a la reproducción social. El Realismo Crítico reivindica la objetividad de los fenómenos y procesos económicos, enfatizando la distinción 53 entre su dimensión ontológica (la existencia de tales fenómenos) y su dimensión epistemológica (el conocimiento que se tiene sobre ellos). John Roberts (1999) critica el estructuralismo marxista estableciendo que elimina a la historia como determinante de la acción humana y omite la gravitación de la explotación en el trabajo y el rol de las clases sociales, por lo que en esta vertiente la causalidad estructural deviene en neo-funcionalismo del tipo que considera el Realismo Crítico. En la ciencia económica el Realismo Crítico tiene raíces althusserianas ya que incorpora la argumentación anti-idealista (diferenciación entre “objeto real” y “objeto pensado”) y antiempirista (contraposición de las causalidades estructurales al conocimiento inmediatamente observable). Además se opone al empirismo neoclásico, proponiendo diferenciar las manifestaciones observables de los hechos (lo empírico), de las conjunciones de eventos (de lo actual) y de las leyes causales (y de lo real), a fin de probar que el acceso al conocimiento no es inmediato ni experimental. Sin embargo, el realismo crítico no interviene directamente en la problemática marxista, ni se propone como el método que permita resolver las dificultades metodológicas de esta teoría. Por el contrario, de acuerdo a Tony Lawson (2006), aspira a desarrollar un modelo de reflexión útil para la economía heterodoxa, investigando aspectos como el condicionamiento institucional de la economía, la imprevisibilidad, la incertidumbre, la irreversibilidad de los procesos económicos, etc. Por ello, el método del Realismo Crítico ha encontrado gran aceptación en distintas corrientes heterodoxas como el poskeynesianismo, el evolucionismo, el neoinstitucionalismo y el regulacionismo francés. En todas estas corrientes heterodoxas pueden encontrarse autores que reivindican la utilidad del realismo crítico para superar el reduccionismo neoclásico, e incluso hay quienes sostienen que permite superar el “fundamentalismo” marxista. En los últimos años ha habido un fuerte debate sobre la pertinencia del método del Realismo Crítico en la ciencia económica. Algunos autores, como Jonathan (1998) opinan que es necesario porque aporta conceptos útiles para estudiar leyes, mecanismos y procesos económicos. Otros como Richard Marsden (1998) destacan líneas de cruce con la dialéctica. Sin embargo, se tienen también otros autores como Kevin Magill (1994) y Callinicos (1994) que señalan la inconveniencia de encontrar puntos de convergencia entre el método de Marx y el 54 método del Realismo Crítico, entendido como una nueva ontología universal dominadora de las ciencias sociales. IV.- Conclusiones. La economía neoclásica, al circunscribirse dentro de la caracterización popperiana de la ciencia positiva, asume que sus resultados teóricos son libres de juicios de valor, por lo que únicamente pueden juzgarse como falsos o verdaderos (refutables o no refutables en la terminología de Porter) a través de su contrastación empírica. Esta consideración lleva a que la teoría económica ortodoxa privilegie la formalización y la consistencia lógica de sus modelos, sobre la pertinencia práctica de sus resultados, y también a establecer la capacidad de predicción, y no la capacidad de explicación, como el criterio principal de demarcación científica. Todo esto tiene importantes consecuencias en el estudio de los problemas y fenómenos económicos. Si todos ellos, sin importar sus características, se estudian de la misma manera, es decir, partiendo del estudio de la conducta individual de los agentes (esto es la aplicación del individualismo metodológico), lo que permite la construcción de un modelo matemático que representará la conducta optimizadora de los agentes económicos, entonces el conjunto de soluciones para cualquier problema económico siempre es el mismo, es decir, se sitúa dentro de la dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno. Pero esto no es todo, además de que las soluciones siempre se reducen a esta dicotomía, siempre favorecen las políticas de libre mercado o el laissez-faire. Ello es porque la mayor parte de las veces no se hacen explícitos los supuestos normativos que subyacen a la construcción teórica como: la racionalidad de los agentes, la benevolencia mínima, una concepción particular y restrictiva de la eficiencia económica, la competencia perfecta (que en realidad es un conjunto de varios supuestos), etc. Así, casi la totalidad de los modelos de la economía neoclásica se encuentran elegantemente formalizados y muestran una gran consistencia lógica que, sin embargo, tiene muy poca aplicabilidad para la solución de la mayoría de los problemas económicos relevantes y nula pertinencia para el entendimiento del sistema económico capitalista. Así, el pretender sustentar las recomendaciones de política económica en los resultados de economía positiva de los modelos matemáticos de la teoría económica neoclásica, en realidad lo que hace es sustentar tales recomendaciones en los supuestos normativos previos que subyacen a esos modelos. Un ejemplo se tiene con las políticas económicas del Consenso de Washington que buscaron implementar un programa de reforma económica neoliberal en los países del Tercer 55 Mundo (ahora llamados países emergentes) de América Latina. El Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional, El Banco Interamericano de Desarrollo, El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, y otras organizaciones económicas con sede en Washington, consideraron económicamente eficientes y adecuadas las políticas de este programa de reforma económica porque aparentemente se sustentan en los resultados de lo que ellos consideran que es teoría económica. Por ello, se considera que las políticas de privatización, apertura comercial, apertura de financiera, eliminación de subsidios, desregulación de actividades económicas, etc., se sustentan en el resultado positivo de que la asignación lograda por los mercados competitivos es Pareto-eficiente, es decir, en el Primer Teorema fundamental de la economía del bienestar. De igual manera, las políticas de reducción del déficit fiscal, de desmantelamiento de las instituciones públicas de apoyo a los grupos vulnerables, la privatización de los servicios educativos y de salud, etc., se sustentan en el resultado positivo de que las asignaciones centralizadas son ineficientes y de que para lograr una mayor equidad no se requiere sustituir a los mercados competitivos con un mecanismo de planificación centralizada, es decir, en el Segundo Teorema fundamental de la economía del bienestar. Nuevamente las soluciones se reducen a la dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno. Si las recomendaciones y los programas de política económica provienen no de los resultados de un modelo teórico, sino de los supuestos normativos iniciales, entonces detrás de las recomendaciones de política económica sustentadas en el óptimo de Pareto no se encuentra un modelo teórico que irremediablemente concluya su implementación, si no detrás de ellas se encuentra toda una agenda normativa que representa los intereses de los grupos dominantes de la sociedad. Por ejemplo, en Latinoamérica ¿cuáles grupos sociales se han beneficiado con las políticas del Consenso de Washington y sus programas de ajuste estructural?, ¿quiénes han sido los principales beneficiados del libre comercio?, ¿quién se ha beneficiado con las privatizaciones?, ¿a quién beneficia la flexibilización del mercado o sector laboral?, etc. La Teoría económica ortodoxa no puede responder a estos cuestionamientos porque ni siquiera considera las clases sociales y menos aun el conflicto social y la lucha de clases. Para responder a este tipo de cuestionamientos se requiere otra teoría, cuyo objeto de estudio no sean problemas triviales para la ciencia económica como la manera en qué deciden los agentes (que en realidad es un problema mucho más cercano a la psicología y a las ciencias de la conducta), la medición de niveles de utilidad o satisfacción o incluso si una función es 56 diferenciable en el espacio de Rn. En otras palabras se requiere de una teoría cuyo objeto de estudio sea el sistema económico capitalista, su evolución y sus contradicciones. Pero además, se requiere también de un método adecuado para abordar esta problemática. En este documento se buscó mostrar que la economía marxista satisface ambos requisitos, es decir, la relevancia de su objeto de estudio, así como la pertinencia de su método. El método de la economía marxista es el materialismo dialéctico que permite estudiar las leyes del movimiento social y económico, las contradicciones y desequilibrios de la economía capitalista, así como su evolución contradictoria y transformación constante. La economía marxista considera la existencia objetiva, es decir, independiente de los procesos del pensamiento, de los fenómenos económicos, y el materialismo dialéctico, contrario a lo que acontece con el individualismo metodológico, proporciona su explicación y permite su comprensión, además de mostrar la manera en que se puede incidir en ellos. Así, por ejemplo, las crisis financieras son estudiadas muy diferentes en ambas teorías. Para la teoría neoclásica son resultado únicamente de una falla de mercado, es decir, de la existencia de fricciones que impiden que los mercados financieros se comporten adecuadamente, o bien son el resultado de la excesiva intervención gubernamental en ellos. Por lo que la solución a la crisis nuevamente recae en la dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno. No contempla la posibilidad de que una crisis se presente aun cuando los mercados funcionen libremente sin fricciones o fallas y sin intervención gubernamental alguna. Cuando esto sucede en la realidad, es algo que queda fuera del alcance de la comprensión de este marco teórico. Por el contrario, para la teoría marxista, la crisis es resultado de las contradicciones inherentes a la economía capitalista, por lo que son inevitables. Esta teoría muestra además, cómo los esfuerzos por salir de ella, son, en realidad un reflejo de la lucha de clases, por lo que muchas veces la crisis es planteada como una oportunidad para las clases oprimidas, pero también plantea que muchas medidas para salir de ella son esfuerzos reaccionarios de las clases dominantes que permiten acrecentar su predominio. 57 Referencias.Achával Zoilo (1998).”Trotsky y la Dialéctica”. Herramientas 7. 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