SUEÑO, RAZÓN Y FE: la Catedral Neogótica L ENCIMBRADO Y RECONSTRUCCIÓN DE BÓVEDAS DE LA CATEDRAL DE LEÓN suponía la culminación del razonamiento constructivo, de la "ciencia de E la construcción" aplicada a la restauración de un edificio. Juan de Madrazo lle- vó hasta extremos radicales esta concepción lógica y racional de la arquitectura, hasta el punto de afirmar tajantemente cuáles eran sus fuentes de inspiración para proyectar la restauración del edificio: "en la esfera de lo real y de lo positivo, cual es la esfera de las construcciones, la observación y el experimento sobre casos iguales o análogos es más legítima y mejor fuente que las disquisiciones metafísicas". Esta lógica humana, empírica y analítica al mismo tiempo dotó de pretendida exactitud a sus cálculos y deducciones arquitectónicas y era especialmente plausible, según el arquitecto, para un edificio como la Catedral de León, perteneciente al período más puro y perfecto del desarrollo gótico: "La arquitectura gótica (...) —decía Madrazo en 1879— debido a la determinación de sus principios, a la claridad de la ley de su evolución y a la regularidad de sus transformaciones ha llegado a encarnar cierto racionalismo que permite obtener deducciones exactas y por lo tanto soluciones congruentes en el campo de la arquitectura". Este método estaba asentado en la valoración de la arquitectura como hecho físico y material, dotado de una lógica racional interna a su propio carácter arquitectónico. Pero las bóvedas geométricas conviven con los monstruos oníricos, la razón colabora con la i maginación y la total inteligencia de la catedral no es posible sin traspasar sus piedras del mensaje cristiano consustancial al templo: sueño, razón y fe encuentran su equilibrio bajo la bóveda arquitectónica trasunto simbólico de la bóveda celestial. Esta más amplia concepción de la catedral fue, desde luego, plenamente captada por Demetrio de los Ríos, que siguió el inexorable camino del implacable razonamiento matemático y la deducción arqueológica pero entendió siempre la subordinación de estos medios a una más alta Idea. Algunos aspectos de los proyectos de Juan de Madrazo, como veremos, se apoyaron en datos ofrecidos por propio edificio, como la reconstrucción del triforio, bóvedas, ventanajes, etcétera; pero en otros, como especialmente en el trazado del gablete del hastial, el edificio no ofrecía antecedentes en que fundamentar el proyecto, por lo que Juan de Madrazo hubo de recurrir a su deducción por el "estilo", para recuperar, como decíamos al glosar la teoría de la restauración imperante en el siglo XIX, no sólo el estado del edificio tal como real y efectivamente fue en el siglo XIII, sino incluso, más allá, tal y como debería haber sido, en un intento romántico por volver al pasado para " corregir" a la historia. 191 Izquierda: Laurent Roig. Hastial sur de la Catedral de León poco después de su reconstrucción (1885 Ca). [Cedida por el Instituto Leonés de Cultural. Página siguiente: Juan de Madrazo y Küntz. Alzados del hastial sur tal como debe reconstruirse (arriba) y en su estado actual (abajo) en la zona ocupada por el triforio. Proyecto de reconstrucción del hastial sur del crucero a la altura del triforio. León, 17 de abril de 1876. Archivo General de la Administración. C-8062, Lg. 8847. [Foto: Archivo General de la Administración]. Abajo: Reconstrucción infográfica del hastial meridional. Estado actual. Reconstrucción infografica del proyecto de hastial meridional de Matías Laviña. [Imagen: Inventa Multimedia]. Entre el Maestro Medieval y el Científico Positivista: la Reconstrucción del Brazo Meridional del Crucero La consolidación de los desequilibrados empujes y la neutralización de las "fuerzas vivas" quedaban aseguradas con los proyectos de encimbrado que abrazaron la totalidad estructural de la catedral; simultáneamente a la construcción del encimbrado, Juan de Madrazo comenzó la obra de reconstrucción del brazo sur del crucero que permanecía en el estado en que Matías Laviña lo había dejado en 1867. Los proyectos que elaboraron Juan de Madrazo y Demetrio de los Ríos para esta zona del edificio comprendieron tres áreas progresivamente enlazadas entre sí: el primer proyecto, firmado en el año 1876, contemplaba la demolición de la galería del triforio construida por Matías Laviña y su posterior reconstrucción en mejores condiciones de estabilidad. Por medio del segundo proyecto, suscrito en 1879, Madrazo elevaba el hastial meridional por encima del triforio con la reconstrucción del rosetón de la fachada hasta su gablete de coronación. El proyecto de reconstrucción del brazo sur del crucero en la zona alta de la nave concluía la reedificación de esta parte meridional de la catedral; este último proyecto fue terminado por Demetrio de los Ríos en 1882, dos años después del fallecimiento de Juan de Madrazo pero, como el mismo Ríos afirmaba, los planos del proyecto los había dejado prácticamente ultimados Madrazo. La reconstrucción de todo un brazo de crucero de una catedral gótica era un complejo problema al que se enfrentó con éxito Juan de Madrazo y suponía combinar los semblantes del maestro medieval, perfectamente compenetrado con su edificio, con el científico positivista, deudor del análisis y el método taxonómico de la comparación para deducir por razonamiento las disposiciones arquitectónicas convenientes. El primero de los proyectos elaborados por Juan de Madrazo para la reconstrucción del brazo sur del crucero de la catedral está dedicado a la zona ocupada por el triforio: Proyecto de reconstrucción del hastial del sur a la altura del triforio (17 de abril de 1876). Sin embargo, en el proyecto también se incluye, además de la galería del triforio, la reconstrucción de otro importante elemento constructivo, como son las pilas del hastial o contrafuertes que flanquean el triforio de fachada; estos contrafuertes, como estructuras en directa relación con el triforio, forman parte fundamental del proyecto de Madrazo: las pilas del hastial, continuación de los contrafuertes del pórtico inferior, son llevadas en este proyecto hasta la altura del arranque de las bóvedas, de manera que en el proyecto posterior formado por Madrazo estos contrafuertes se continuarán de modo lógico hasta su enlace con el paramento del rosetón de la fachada y sus remates superiores en forma de pináculos. El primer paso fue la demolición de la galería que había levantado Matías Laviña, tras demostrar Madrazo la inestabilidad de esta estructura. Matías Laviña, tras los desmontes efectuados en la catedral, comenzó la reconstrucción de la fachada meridional del edificio donde construyó el triforio y elevó las primeras hiladas superiores hasta el arranque del rosetón, al mismo tiempo que llevaba los contrafuertes del hastial hasta la línea superior de imposta. Juan de Madrazo demostró que las condiciones generales de resistencia que debía cumplir la galería del triforio para garantizar la estabilidad del hastial no se cumplían en la galería construida por Laviña. Las carencias estructurales y resistentes del triforio de Laviña se concentraban en los siguientes aspectos: las dos arcaturas que enlazan los pilares centrales y que forman los costados de la galería del triforio quedaban completamente aisladas por la falta de mutua correspondencia; su cubierta, con solamente seis metros cúbicos de volumen y de estructura muy frágil, era visiblemen- 192 te incapaz de resistir el peso de una sobrecarga de más de cien metros cúbicos de sillería, que además gravitarían "fuera del centro" de la estructura. A estas deficiencias se sumaban la debilidad de las pilas de hastial, como estructuras estáticas en directa relación con el lienzo de fachada; estos contrafuertes que flanquean la galería del triforio de fachada, y que albergan en su interior sendas escaleras de caracol, habían sido llevados por Laviña hasta la primera línea de imposta, pero Madrazo demostró claramente la falta de adecuación de estas pilas a la función de contrarresto de los arcos que debían desempeñar. Juan de Madrazo y Küntz. Alzados del hastial del norte en la zona ocupada por el triforio. Proyecto de reconstrucción del hastial sur del crucero a la altura del triforio. León, 17 de abril de 1876. Archivo General de la Administración. C-8062, Lg. 8847. [Foto: Archivo General de la Administración}. A la vista del análisis estático de las disposiciones levantadas por Laviña en el brazo sur de la catedral, Madrazo expone con claridad tajante la única solución posible para proseguir las obras con suficiente garantía de solidez: "no queda más recurso, en concepto del que suscribe, que cortar por lo sano, demoliendo toda esa parte del hastial del Sur que hoy se eleva sobre el plano de terrazas". El derribo del triforio de Laviña imponía la formación de un nuevo proyecto donde las disposiciones defectuosas fueran reemplazadas por estructuras adecuadas a la función estática que habían de desarrollar; pero, previamente a la formación de su proyecto de reconstrucción, Juan de Madrazo estudió con detalle la estructura del triforio y contrafuertes del hastial del norte para obtener datos suficientes para la elaboración de su proyecto de reconstrucción. El análisis que Juan de Madrazo efectuó del hastial del norte le permitió, por medio de la distinción y separación de las funciones ejercidas por las partes de su estructura, llegar a conocer los principios y elementos del hastial como unidad estructural del sistema gótico; a la identidad de funciones que debía desempeñar el hastial meridional debía corresponder la correspondencia exacta de estructuras con las del hastial del norte. Sin embargo, esta relación de identidad que debía presidir la reconstrucción del hastial del sur se convierte en una relación de analogía debido a la necesidad de adaptar el proyecto a las disposiciones existentes que debían ser conservadas; el triforio y los contrafuertes del hastial norte, como términos constituyentes de la unidad estructural del hastial, habían de corresponderse en su función y posición relativa en el equivalente hastial meridional. Pero, si bien la función de estos elementos persiste idéntica, su posición relativa en el hastial sur será diferente debido a la adaptación de las pilas del hastial a la disposición de los contrafuertes del pórtico meridional, diferentes a los del pórtico norte, y que habían de conservarse. El proyecto de reconstrucción comprende la zona ocupada por el triforio y la continuación de las pilas del hastial hasta la segunda línea de imposta, es decir, hasta el arranque de las bóvedas altas. El alzado del proyecto es el resultado visual en el frente exterior e interior de la solución de las funciones estáticas y resistentes que debían cumplir el triforio y los pilares que lo flanquean por sus costados. En la sexta hilada contando desde la línea de imposta de los contrafuertes inferiores comienza la modificación de su espesor que se señala por su remate en forma de gabletes; de acuerdo con el principio funcional consistente en que la decoración gótica ha de servir para realzar la estructura, Madrazo atribuye también a estos gabletes, pese a ser una forma decorativa, su justificación por su subordinación a un requerimiento funcional: "estos gabletes —dice— sirven para pasar del espesor de 1,60 metros a 1,15 metros de espesor que han de tener en todas sus zonas superiores, y para rematar esta parte del espesor que muere antes de llegar a la cornisa de coronación del cuerpo de terrazas". En la diagonal de los ángulos entrantes que forman las caras laterales de los contrafuertes con los entrepaños de fachada, sobre unas piezas decoradas con cabezas, dispone Madrazo las gárgolas de desagüe; sin embargo, y seguramente debido a estas necesidades de desagüe, las cuatro gárgolas en la diagonal de 194 los contrafuertes que contemplaba el proyecto, fueron sustituidas posteriormente, durante la construcción, por sólo dos gárgolas que se situaron en la línea de terraza sobre las enjuntas del arco principal del pórtico, tal como pueden verse en la actualidad. En la cornisa introduce cuatro importantes modificaciones: en primer lugar varía su línea de arranque, que estaba situada de 25 a 20 centímetros más alta de lo conveniente; en el lecho de su corona abre el canal para la recogida de aguas y también se ocupa de su aspecto estético, pues según afirma su perfil y talla "no obedecen a lo que lo que los bellos restos que quedan del edificio del siglo XIII nos enseñan", y, por último, subsana la interrupción que presentaba la corona de la cornisa por el saliente de los contrafuertes, "cosa que en ninguna otra parte del edificio se observa". El triforio muestra la exacta correspondencia de los pilares exteriores con los que forman el orden interior. Las bóvedas que cubren el triforio se acusan en los dos paramentos al interior y exterior del hastial, donde quedan expresadas por las archivoltas que representan arcos apuntados de triángulo equilátero. Una segunda rosca sirve de refuerzo o arco de descarga a la parte anterior de los cañones de bóveda, que no hay necesidad de acusar en el paramento interior al que no afecta, mientras que se expresa en la arcatura exterior por medio de la "sobre-archivolta" decorada con crochets; las líneas de imposta, la de coronación del cuerpo de triforios y la segunda de las pilas del hastial marcan la separación de las partes que quedarán englobadas en proyectos posteriores: el cuerpo de la rosa en el hastial y la zona de las ventanas altas por encima de los triforios laterales; tras esta reconstrucción, el lienzo meridional de fachada estaba en condiciones de recibir las estructuras superiores. En el proyecto de reconstrucción del triforio, Juan de Madrazo definió el hastial del crucero como "un muro de cerramiento en el que intestan las naves de este crucero". Este concepto lo desarrolló ampliamente en el segundo proyecto de reedificación aplicado al hastial meridional por encima de la galería del triforio, es decir, en la zona comprendida por el rosetón y el gablete de coronamiento del hastial: el Proyecto de terminación del hastial del Sur fue terminado y remitido al Ministerio el 20 de junio de 1879, poco antes de que estallara el conflicto entre el arquitecto y las autoridades religiosas de León que desembocó en la destitución de Juan de Madrazo. En el proyecto de terminación del hastial meridional se trataba de levantar "el testero o cierre de una nave principal gótica"; esta nave está constituida por "bóvedas de crucería que descansan sobre pilas aisladas y cubierta por una armadura longitudinal a dos aguas"; a estas disposiciones interiores debían corresponderse las exteriores de la fachada en perfecta reciprocidad: "un arco de hastial" volteado de una a otra pila, a modo de formero de la primera crucería de la nave, y un "pedimento o tímpano de frontón o de gablete", como cierre lógico de los triángulos de la armadura de cubierta; como afirmaba Juan de Madrazo, "no puede darse un programa más concreto ni una fórmula más cerrada". La aparente sencillez del planteamiento convertía la cuestión de reconstruir un hastial de fachada de una catedral gótica en un "problema perfectamente determinado", al menos en su conjunto o en cuanto a los términos que entraban en mutua correspondencia; sin embargo, la hipótesis de partida era la aplicación rigurosa del principio de la estricta correspondencia de las disposiciones interiores en la distribución exterior o lienzos de fachadas del edificio. Juan de Madrazo tomaba la definición "del verdadero concepto del Hastial de una Iglesia" directamente de Viollet-le-Duc: "En los buenos monumentos de la Antigüedad y de la Edad Media, la cara exterior no es otra cosa que la expresión de las disposiciones interiores: en las Iglesias, por ejemplo, las fachadas principales no son sino la sección transversal de las naves (...) estos paramentos son la necesaria apariencia de las disposiciones del plano y de las 195 Juan de Madrazo y Küntz. Alzados del hastial del norte en la zona ocupada por el triforio. Proyecto de reconstrucción del hastial sur del crucero a la altura del triforio. León, 17 de abril de 1876. Archivo General de la Administración. C-8062, Lg. 8847. [Foto: Archivo General de la Administración]. Juan de Madrazo y Küntz. Sección vertical del hastial del sur (arriba) y alzado exterior e interior del hastial del sur (derecha), Proyecto de terminación del hastial del sur. León, 20 de junio de 1879. Archivo General de la Administración. C-8061, Lg. 8846. [Foto: Archivo General de la Administración]. 196 dependencias interiores. En la arquitectura de la Edad Media, la fachada no puede separase del orden general del edificio: es la consecuencia de ese mismo orden". La deducción del proyecto a partir de las disposiciones interiores proporcionaba a Juan de Madrazo los términos básicos del programa: un arco de bóveda —que inscribe al rosetón y se enmarca por las pilas del hastial— y un tímpano de armadura —gablete— son los elementos del hastial; el programa resultaba perfectamente determinado en su conjunto, pero con cierta latitud en los detalles. Las estructuras inferiores contenidas en el proyecto de reconstrucción del triforio tenían su continuación en las pilas de hastial o pilas principales de fachada que son llevadas en este proyecto hasta su coronamiento; estas pilas arrancan del nivel de la terraza del triforio y en su interior tienen practicadas unas escaleras de caracol que permiten ascender hasta el nivel del paso superior por la lima general de recogida de aguas y hasta las armaduras de cubierta. Las pilas se elevan hasta la imposta superior en que comienzan las torrecillas que, mediante los escamados, modifican la planta de las pilas hasta obtener el exágono regular, base de las torrecillas superiores, al igual que en el hastial septentrional; rematan estas torrecillas en agujas decoradas con crochets que están coronadas por cruces monumentales; en el entrepaño entre estas pilas se extiende el arco de hastial que sirve a la vez de arco formero de la primera crucería; este arco de hastial es la parte activa que dota de sentido a una construcción secundaria, "limitada a servir de cerramiento a un hueco y proporcionar luces a un interior", como es el rosetón de esta fachada meridional; para el trazado de esta parte del proyecto, que comprende las relaciones entre este arco y su rosetón, Juan de Madrazo recurrió al examen de los hastiales occidental y septentrional para obtener datos en que apoyarse: en ambos hastiales examinados, el arco de fachada es la reproducción del primer arco fajón de las bóvedas altas. Este arco, sin embargo, se expresa en el exterior del hastial de forma diferente: en el occidental este arco se manifiesta como tal arco, mientras que en hastial del norte la presencia de este arco se deja sentir en sus enjutas por las rosetas en bajo relieve que exornan el hastial. Estas variaciones son consideradas por Madrazo como "dos manifestaciones que lejos de repelerse se complementan mutuamente, razón por la cual han sido adoptadas en este proyecto"; es decir, se toma la disposición del rosetón inscrito den- Juan de Madraza y Kiintz. Plantas o secciones horizontales a distintas alturas del hastial del sur. Proyecto de terminación del hastial del sur. León, 20 de junio de 1879. Archivo General de la Administración. C-8061, Lg. 8846. [Foto: Archivo General de la Administración]. 197 tro de un arco apuntado, considerada como una composición "peculiar enteramente de los edificios de la escuela de la Champagne", si bien Madrazo introduce una ligera modificación en su trazado, pues la línea horizontal que li mita por su parte inferior al rosetón en el hastial del oeste es sustituida en el proyecto del hastial meridional por "un arco inverso que con las dos ramas del arco apuntado forma un triángulo curvilíneo equilátero combinado con la archivolta de la Rosa". Las enjutas, como estructuras neutras, aparecen decoradas en sus centros por sendas rosetas trilobuladas y, en el extremo inferior de la archivolta del rosetón, en su punto de tangencia con el arco, coloca Madrazo una cabeza simbólica de tres caras en representación de la Trinidad. El dibujo de la tracería del rosetón es copiado por Madrazo del existente en el análogo rosetón septentrional; por encima del rosetón descansa el entrepaño del hastial que forma por su cara exterior las enjutas del arco de la bóveda, decoradas con rosetas tabicadas y con seis lóbulos con florones en sus redientes; la cornisa establece el paso a lo largo de la fachada en el nivel de los tirantes de la armadura de cubierta. En su decoración Madrazo utilizó motivos figurativos muy característicos del repertorio gótico, como crochets, follaje y hojas de yedra, todo ello coronado por una balaustrada en forma de cuadrilóbulos con sus centros exornados con las enseñas heráldicas de Castilla, León y la flor de lis. La reconstrucción de estos elementos del hastial no ofreció excesivas complicaciones para Juan de Madrazo, experto conocedor de la arquitectura gótica francesa y detenido observador de la Catedral de León. La reconstrucción del gablete superior, sin embargo, era algo más problemática debido a la ausencia de la armadura de cubierta que debía ser puesta en relación funcional con el perfil del gablete. Madrazo, ante este inconveniente, recurre a nuevos argumentos para justificar su proyecto en esta zona del hastial; esta parte superior o de remate del hastial fue, como ya hemos visto, una de las zonas del edificio que sufrió más radicales transformaciones: el supuesto primitivo gablete gótico fue sustituido por las formas barrocas del ático trazado por Manuel Conde Martínez en los años finales del siglo XVII; este vistoso coronamiento barroco del hastial fue demolido por Matías Laviña, con el resto de la fachada, en el año 1862; posteriormente, el proyecto trazado por el propio Matías Laviña para la reconstrucción total de la fachada meridional fue rechazado por la Academia de San Fernando debido, precisamente, a la extraña galería con la que daba cima al hastial; el informe emitido por la Academia exigía "un frontón muy agudo que acuse la armadura" y les llevaba a rehusar una propuesta como la de Laviña por considerarla en desacuerdo con el estilo y los principios constructivos de la arquitectura gótica. Juan de Madrazo se encargo de trazar este "frontón o remate triangular" reclamado por la Academia de San Fernando; además, Madrazo no solamente diseñará los planos del remate de la fachada meridional de la catedral, sino que justificaría teóricamente su dibujo en forma de frontón triangular haciendo uso de tres argumentos fundamentales: la naturaleza estrictamente funcional del gablete de fachada como estructura de cierre de la armadura de cubierta a dos aguas, el uso del triángulo equilátero como gablete por ser ésta la figura geométrica generadora del sistema de proporciones de la arquitectura gótica y, como consecuencia de las dos premisas anteriores, la reafirmación de esta forma por el estudio arqueológico de las catedrales francesas, según la genealogía arquitectónica a la que Madrazo adscribió la Catedral de León. El argumento funcional fue prioritario en el razonamiento. La función que debía desempeñar este remate de hastial era claramente expresada por Juan de Madrazo: "El pedimento o tímpano de frontón o de gablete... recibe los extremos de todos los elementos longitudinales que ligan a los sucesivos triángulos de armadura"; el gablete o piñón superior del hastial resulta, pues, de la necesidad funcional de cerrar lateralmente la cubierta de la nave transversal del edificio; la forma resultante del gablete debía respon- 198 der a este requerimiento funcional a través de las relaciones interdependientes y perfectamente determinadas que tenía que mantener el gablete con los triángulos de la armadura de cubierta. Además, este requerimiento funcional era una consecuencia del punto de partida que guiaba el proyecto, presidido por el principio de transparencia arquitectónica, por el cual la fachada debía ser la expresión de las disposiciones interiores. De un modo similar a lo que se deducía para los cuerpos inferiores del hastial, éste, en su parte superior, tenía que ser la evidente manifestación exterior del cierre de la armadura de cubierta como disposición interior correspondiente. Sin embargo, la falta de correspondencia lógica y funcional entre los remates superiores de los hastiales septentrional y occidental y las armaduras de cubierta del edificio no permitía proyectar el nuevo remate del hastial meridional por analogía con las estructuras existentes, como Madrazo había hecho en los cuerpos inferiores. El piñón de coronación del hastial septentrional, realizado a mediados del siglo XV, muestra una disposición de triángulo equilátero que, pese a ser considerada como la más apropiada por Madrazo, estaba en desacuerdo con la armadura existente. Esta discordancia la atribuye Madrazo en este caso a que la armadura de la cubierta de la catedral no era la que realmente debía corresponder al edificio, con las consecuencias que de ello se derivaban: "Desgraciadamente, faltan en el edificio las armaduras que en otro tiempo le cubrieron o que se proyectaron para cubrirle, y tanto por esta circunstancia como por las restauraciones llevadas a cabo a fines del siglo XV y del XVI, no existe en los Hastiales mencionados la mayor correspondencia entre sus estructuras superiores y la disposición de la cubierta que hoy existe". En el caso de la reconstrucción del gablete del hastial meridional no era posible apoyar el trazado triangular que presentaba Madrazo más que por analogía con el frontón del hastial septentrional; la existencia de una armadura de cubierta con este perfil hubiera justificado por sí sola esta forma del gablete en su necesidad de adaptación funcional al triángulo de la armadura. Ante esta carencia de datos sólidos procedentes del análisis material, estrictamente constructivo, del edificio, Madrazo encontró en el estudio genérico del sistema de proporciones de la catedral un argumento más en el que apoyar la forma de triángulo equilátero como la genuina para el gablete del hastial. Juan de Madrazo afirmó que "el triángulo equilátero fue la idea que tuvo en su mente el constructor del siglo XIII para dar las proporciones que vemos en este edificio"; aplicada la proporción geométrica a la reconstrucción del gablete del hastial, Madrazo adoptó el perfil de triángulo equilátero como la figura adecuada al sistema de proporciones del edificio; este perfil debería haberse correspondido con una inclinación de 60" de la armadura de cubierta de la catedral, "inclinación propia y usual en los tejados del norte", muy adecuada para los tejados de pizarra como el que Juan de Madrazo y Demetrio de los Ríos propusieron para cubrir la Catedral de León, pues "se trataba de construir un edificio en una localidad muy próxima a formaciones en gran abundancia de este esquisto"; adoptado el perfil de triángulo equilátero, esta línea se adornó con crochets y en su vértice se coronó con la estatua de San Froilán. La preparación del acceso al tejado que tendría que haber cubierto las naves del edificio venía resuelto con unos peldaños para subir a los caballetes del tejado; este piñón está perforado por dos pequeñas puertas de servicio en el nivel de la cornisa y una roseta "para ventilación de la armadura" decorada con racimos de follaje y seis columnillas a modo de radios; este diseño, que podemos ver frecuentemente repetido en el Album de Villard de Honnecourt, fue posteriormente sustituido por Luis Menéndez Pidal por la actual tracería, semejante a la del frontón del norte y de un dibujo más propio de la última fase del estilo gótico; por encima se encontraba un bajo relieve con enseñas heráldicas de Castilla, León y flor de lis. El proyecto de reconstrucción del hastial meridional fue calurosamente acogido por la 199 Academia de San Fernando que emitió un breve pero elogioso informe del trabajo realizado por Juan de Madrazo; este informe fue redactado en octubre de 1880, algunos meses después del fallecimiento del arquitecto. Debido a la sustitución y muerte de Juan de Madrazo, la construcción de esta fachada correspondió a Demetrio de los Ríos: la fachada meridional trazada por Juan de Madrazo permanece como una de las más notas más destacadas de la actual Catedral de León. Además, el razonamiento y los planos de Juan de Madrazo sirvieron de modelo para la posterior reconstrucción del hastial de la fachada occidental o principal de la catedral. Juan de Madrazo dejó prácticamente ultimados los planos del proyecto para la reconstrucción de la parte superior del brazo sur del crucero antes de ser apartado de las obras de restauración de la Catedral de León en octubre de 1879. Los planos trazados por Madrazo fueron concluidos y dotados de la correspondiente memoria explicativa y cálculos de estabilidad y resistencia por Demetrio de los Ríos, sucesor de Juan de Madrazo: dos años fueron empleados por Ríos para dar remate al Proyecto de reconstrucción del brazo sur del crucero en la zona alta de la nave, que fue finalmente firmado el día 4 de febrero de 1882. Después de concluida la galería del triforio y una vez proyectada y erigida hasta su coronamiento la fachada, quedaba aún una considerable obra de reconstrucción en este brazo meridional y crucero de la catedral: todavía se encontraba abierto el descomunal boquete que comprendía todo el hueco correspondiente a la antigua cúpula central del crucero con las cuatro bóvedas que la rodeaban y la parte completamente desmontada de la zona superior del brazo sur más dos ventanas altas, una hacia el lado sudoeste perteneciente a la nave central y otra correspondiente al presbiterio, es decir, en el costado sudeste del edificio; la reconstrucción de todos estos importantísimos elementos derribados fue incluida en este proyecto de reconstrucción del brazo sur del crucero en la zona alta de la nave. La trascendencia del proyecto viene señalada no sólo por su considerable extensión y magnitud, sino también porque los planos trazados por Juan de Madrazo para la reconstrucción de todo el cuerpo de ventanas altas asumieron el carácter de modelo que Demetrio de los Ríos aplicó en todo el perímetro de los muros de la Catedral de León: la propuesta de reconstrucción formulada para esta zona se convirtió en el paradigma neogótico para los proyectos posteriores de restauraciones parciales, determinantes para la fisonomía exterior de la actual Catedral de León. Esta dimensión "estético-arqueológica" era uno de los dos aspectos destacados del proyecto; como tal, se aplicó a los paños de cerramiento verticales o zona de las ventanas altas que habían de reconstruirse. La otra faceta importante del proyecto se refería genéricamente a las bóvedas de crucería que se debían voltear sobre el crucero y naves altas para cerrar el edificio por su parte superior. La diferente naturaleza de la construcción de una y otra clase de fábrica llevan a dividir el proyecto en estas dos partes de distinto carácter y consecuencias. El primero de los planos comprende la parte denominada de ventanas altas o paños de cerramiento verticales en la parte superior del brazo sur del crucero; este diseño recoge el frente exterior de dos de estas ventanas altas correspondientes al lienzo oriental del transepto meridional, los arranques de los arcos torales interiores y parte del primer arco del presbiterio, el corte vertical del arbotante doble y el sencillo del hastial, así como toda la parte superior de la nave y los inicios de la armadura de cubierta. Pese a incluirse todos estos elementos en esta primera hoja del proyecto, realmente el plano se detiene en detallar la composición de las ventanas altas del brazo sur que debían levantarse sobre la galería inferior del triforio; las ventanas propiamente dichas, con sus gabletes y enjutas, el cornisamiento, antepechos y pináculos son los componentes "góticos" que se acoplan y complementan para crear un diseño que reúne todos los términos claves de la a rquitectura gótica; como "cerramientos verticales o costados de arcatura 201 Izquierda: Juan de Madrazo y Kiintz y Demetrio de los Ríos y Serrano. Alzado superior del brazo sur del crucero y corte longitudinal del mismo. Proyecto de reconstrucción del brazo sur del crucero en la zona alta de la nave. León, 4 de febrero de 1882. Archivo de la Catedral de León, [Foto: Archivo Edilesa/Norberto]. Juan de Madrazo y Küntz y Demetrio de los Ríos y Serrano. Curvas de presiones. Proyecto de reconstrucción del brazo sur del crucero en la zona alta de la nave. León, 4 de febrero de 1882. Archivo General de la Administración. [Foto: Archivo General de la Administración]. que limitan el templo", el "ritmo" repetitivo propio de la arquitectura gótica posibilitaba su aplicación, no sólo a la reconstrucción inmediata de las cuatro ventanas del crucero y las dos de la nave y presbiterio que se encontraban desmontadas, sino que, como apuntó Demetrio de los Ríos, se podía extender este trazado neogótico "lo mismo por entrambos brazos de su crucero que por su nave, presbiterio y ábside, pues en todo este perímetro reina y se sostiene con perfecta unidad la misma composición": "lo adoptado para el crucero sur ha de repetirse fielmente, como el plano lo expresa, para las otras dos ventanas restantes de la nave, y que una vez aprobado este proyecto por la Superioridad ha de servir de modelo para todo cuanto en el orden de las ventanas, enjutas, coronación y remates se practique en el resto de la nave y presbiterio, en el otro brazo norte del crucero y en el ábside, por el sistema de restauraciones parciales". La trascendencia del proyecto quedaba claramente expresada por estas palabras con las que Ríos introducía la memoria del mismo, pues "de su aprobación depende la exterior fisonomía estéticoarqueológica del Templo", como afirmaba el propio arquitecto; efectivamente, el proyecto, como ya ha sido señalado, se terminó en 1882; por estas fechas Demetrio de los Ríos ya comenzó a elevar al Ministerio los primeros presupuestos de restauraciones parciales donde iniciaba esta radical transformación de la totalidad del perímetro exterior del edificio, añadiendo estos característicos elementos góticos a los muros. Ríos se escudaría en la aprobación de este proyecto de reconstrucción del brazo sur para aplicar el diseño a toda la catedral, anulando la diferencia existente entre la reedificación de una parte del edificio cuyas disposiciones anteriores habían sido totalmente derribadas y la restauración de otras zonas —como los muros altos— donde persistían las anteriores, con lo que la aplicación del diseño propuesto por Madrazo suponía eliminar elementos preexistentes. La tracería de las ventanas recogía como "elemento constante" el arco apuntado central subdividido en otros dos parciales cobijando rosas exalobulares, mientras que en estas ventanas existía también un elemento que Demetrio de los Ríos denominaba, "accesorio o variable", formado por los arcos apuntados laterales a modo de "lancetas", que variaban según la longitud del paño de muro que hubiera de cerrarse: es decir, una prueba más de la flexibilidad de la arquitectura gótica que posibilitaba la adaptación del diseño a la función desempeñada en la totalidad del edificio; los capiteles de la ventanas se repusieron adoptando diseños de los persistentes en el interior. Los gabletes que corren por encima de todas las ventanas de la Catedral de León son también producto de la restauración: este elemento "esencialmente característico en esta clase de arquitectura", al decir de Demetrio de los Ríos, reaparecía en la hoja de planos; según refería Ríos, estos gabletes que diseñó Madrazo y que él se encargaría de extender a todas las ventanas, aún persistían en un ángulo del edificio, en el arranque de una de las ventanas, "con su dirección, forma y ornato"; Madrazo sacó vaciado de estos restos y los aplicó a la reconstrucción de este brazo sur del crucero. Las enjutas de los ventanales presentan un decoración de rosas ciegas, para lograr un "conjunto armónico" y por la aplicación de "un principio universal", como puntualizaba Demetrio de los Ríos, pues "toda parte pasiva de un muro se adelgaza o perfora siempre"; para añadir estas rosas, la catedral no ofrecía vestigio alguno de las mismas, por lo que Juan de Madrazo las incorporó de los modelos tomados en las catedrales francesas que estudió. La cornisa, con tres hiladas de cantería, también era un elemento añadido puesto que la primitiva gótica de la Catedral de León fue sustituida, según opinión de Demetrio de los Ríos, por la cornisa barroca de Baltasar Gutiérrez; la nueva cornisa "neogótica", a modo de una ancha media caña, se decoró con motivos de hojas intercaladas; por encima recorre la cornisa un escamado que sirve de corona. El antepecho se compone de tres partes, una solera para arrojar las aguas, un 202 cuerpo principal con rosas caladas de cuatro lóbulos y una cimera de sencillo molduraje. El conjunto está rematado por los pináculos que coronan las pilas interpuestas entre las ventanas. Los motivos decorativos fantásticos de águilas y aves de rapiña cubiertos con paños que proponía Juan de Madrazo fueron modificados por Demetrio de los Ríos por otros de leones que le parecieron más adecuados por ser la Diputación Provincial quien costeó estas labores escultóricas de coronamiento de la nave con los fondos que donó como resultado de la suscripción organizada por el Prelado leonés. La segunda parte del proyecto de reconstrucción del brazo sur del crucero está dedicada a las bóvedas que debían voltearse sobre el crucero y naves altas del brazo sur, así como las dos desmontadas sobre el presbiterio y el coro; del mismo modo que ocurría con la zona de las ventanas, esta reconstrucción total de las bóvedas referidas fue tomada como modelo para la reparación del resto de bóvedas altas de la catedral que eran estructuras sumamente deterioradas, "donde más se han dejado sentir los efectos de las restauraciones desacertadas de los siglos XVII y XVIII", hasta el punto que "puede decirse que en toda la extensión de las naves altas de esta Iglesia, no existe un solo tramo que no exija en su día reparaciones de mayor o menor importancia, ya sea en sus crucerías, ya en sus entrepaños de bóveda". Con anterioridad a la formación de los planos contenidos en el proyecto de reconstrucción del brazo sur del crucero, Juan de Madrazo había elaborado otro proyecto que iniciaba la reconstrucción de las bóvedas altas y dejaba preparados los pilares para voltear sobre ellos las crucerías: es decir, comprendía la conclusión de la pila toral sudeste, aún incompleta, y la construcción de los enjarjes de todas las bóvedas que fueron incluidas en el posterior proyecto de reconstrucción del brazo sur. Este proyecto preparatorio para la erección de las bóvedas propiamente dichas abarcaba esa delicada zona de transición entre los capiteles de los pilares y los nervios, es decir, "las hiladas horizontales de los arcos hasta la altura en que sus diferentes secciones transversales de dovela dejan de compenetrarse y por consiguiente sus respectivas vueltas siguen independientes unas de otras". Los enjarjes son una parte fundamental en el sistema de bóvedas de crucería góticas y por ello merecieron un proyecto especial por parte de Juan de Madrazo; su importancia viene señalada en cuanto representan los "amagos de todos los arcos que nacen donde arrancan las bóvedas" y el punto de apoyo de la plementería de las bóvedas, así como "la base de unos macizos de mampostería que han de formar los riñones de las bóvedas y que neutralizan la acción de las presiones en los puntos de rotura"; es decir, se trataba de la reconstrucción de estructuras fundamentales para el equilibrio de las bóvedas y por ello primordiales para asegurar la estabilidad del sistema constructivo gótico, sumamente dependiente de las crucerías, parte "activa" por excelencia, como vimos en el capítulo anterior. Su construcción debía ser lo suficientemente resistente para asegurar las presiones resultantes del empuje de los distintos arcos que entraban en combinación en cada tramo de bóveda, así como también tenían que ser capaces de soportar la totalidad del peso de las bóvedas que cargaban sobre estos enjarjes; el complejo aparejo de todas las reuniones de arcos en los enjarjes fue hábilmente solucionada por Juan de Madrazo, especialmente en lo que se refiere a los enjarjes correspondientes al crucero de la catedral, puesto que, al voltearse la cúpula en el siglo XVII, se modificaron los arcos torales para montar la pechina con lo que se habían perdido estas disposiciones características del sistema gótico de bóvedas de crucería. La reconstrucción de las bóvedas en la zona alta del crucero es la lógica continuación del proyecto de enjarjes: el abovedamiento del crucero y brazo sur es disecado en todas las partes de su estructura con la demostración de la función concurrente de cada uno de sus miembros para producir un resultado previsto en cada uno de sus detalles, a modo de órganos coadyuvantes para la consecución del prodigio- 203 Juan de Madrazo y Kiintz. Geometría de la cubicación y construcción de las bóvedas. Proyecto de reconstrucción del crucero en la zona alta de la nave. León, 4 de febrero de 1882. Archivo General de la Administración. [Foro: Archivo General de la Administración]. Alguacil. Costado meridional de la Catedral de León durante las obras de restauración (1887 ca). [Cortesía dé Ignacio González-Varas}. Derecha: Juan de Madrazo y Küntz y Demetrio de los Ríos y Serrano. Arcos de ojiva, perpiaños y torales de las bóvedas del brazo sur del crucero. Proyecto de reconstrucción del brazo sur del crucero en la zona alta de la nave. León, 4 de febrero de 1882. Archivo de la Catedral de León. [Foto: Archivo Edilesa/Norberto). so equilibrio de la máquina gótica; la ascesis de la estructura, el sistema rigurosamente deducido para cada uno de sus elementos a partir de los nervios, son producto del desarrollo de un sistema arquitectónico que tiene en las bóvedas el punto máximo de su "verdad", en la medida en que cada uno de los más mínimos perfiles y molduraciones manifiesta un orden perfectamente determinado que garantiza el equilibrio estructural del conjunto del edificio; los arcos formeros, perpiaños o fajones y los nervios u ojivas forman el armazón activo que desarrolla las presiones y las encauza hacia los pilares y contrarrestos exteriores, es decir, arbotantes y botareles. Este esqueleto activo es destacado en los planos en su reunión combinada: los distintos arcos sostinentes son la expresión material de una misma función abstracta que presenta las peculiaridades propias de su función relativa en la totalidad constructiva del edificio; cada una de estas peculiaridades se manifiesta en la exacta correspondencia en el trazado de los arcos con la función desempeñada. Así, en la parte superior de este plano se representa el arco toral con los tres robustos anillos en reciprocidad con la amplia bóveda que debían sostener; complemento de esta osamenta son los arbotantes que contrarrestan el empuje de las bóvedas altas y a la vez transmiten las presiones a los botareles exteriores; la plementería constituye la parte neutra que carga sobre los nervios y cierra las bóvedas; cada tramo de bóveda se compone de cuatro plementos de planta triangular; el principal problema planteado con relación a la plementería era su adecuada trabazón de la piedra toba en condiciones adecuadas de adherencia, no sólo en todo el plemento, sino sobre todo en la unión de los plementos entre sí por encima de los nervios y arcos perpiaños: la hoja de geometría y cubicación de las bóvedas resuelve estos enlaces. La reconstrucción del brazo sur del crucero, con su hastial y tramos de bóvedas, suponía un capítulo destacado de esta excepcional empresa arquitectónica, pues las fábricas nuevas se cohesionaron y acoplaron perfectamente a las antiguas. Los proyectos de reconstrucción del hastial meridional sirvieron además de pauta para que Demetrio de los Ríos procediera a desmontar y reconstruir el homólogo hastial occidental o principal de la catedral. 2 04 Una Nueva Fachada Neogótica para la Catedral: Desmonte y Reconstrucción del Hastial Occidental Las aportaciones más vistosas y significativas incorporadas a la Catedral de León a lo largo del proceso de restauración fueron, sin duda, los dos hastiales correspondientes a las fachadas meridional y occidental del edificio. Es difícil en la actualidad disociar la imagen la Catedral de León de estos dos hastiales, derribados en su totalidad y reconstruidos de nuevo hasta su coronación durante esta segunda mitad del siglo XIX. El hastial occidental proyectado y construido por Demetrio de los Ríos es prácticamente una aplicación y adaptación del diseño proporcionado por Juan de Madrazo en el año 1879 para cerrar la fachada meridional de la catedral; sin embargo, la argumentación de Demetrio de los Ríos para defender su proyecto de reconstrucción neogótica siguió unos caminos argumentales más complicados y que tropezaron con mayores inconvenientes en comparación con los que hubo de superar Juan de Madrazo apenas diez años antes. El debate se centró en el núcleo polémico de la doctrina de la restauración arquitectónica: es decir, si la imposición del criterio de unidad de estilo debía llevar a derribar el hastial plateresco para ser sustituido por otro neogótico, en unidad y armonía con el resto del edificio tal como emergía de la restauración, o si, por el contrario, debía conservarse el remate atribuido por Ríos a los Badajoz, previa consolidación del mismo, como testimonio irremplazable de una época de la historia de la catedral. La destreza argumental de Demetrio de los Ríos recorrió y superó varias etapas, como veremos en las páginas siguientes: primero expresó la imperiosa necesidad de desmontar el hastial tras demostrar su total inestabilidad, a continuación expuso con convicción las defectuosas condiciones de conservación y los negativos efectos estéticos y de estabilidad del remate bramantesco, para deducir finalmente las ventajas que se derivaban de la adopción de su composición neogótica, tanto estáticas y estéticas, como arqueológicas; con ello, en suma, afirmaba el criterio de la "restauración integral, razonadora y en profundidad" como fundamento de sus años de actividad al frente de la restauración de la Catedral de León. La inestabilidad del hastial occidental ya fue anunciada en varias ocasiones por Juan de Madrazo, especialmente en elJuicio pericial que emitió el 3 de diciembre del año 1875, en el que incluía la demolición del hastial como parte imprescindible de las obras necesarias para "asegurar la estabilidad del edificio-catedral"; a este informe de Juan de Madrazo se remitía Demetrio de los Ríos para fundamentar la primera parte de su Proyecto de la imalr onte o hastial oeste fechado el 10 de marzo de 1887. El proyecto de Demetrio de los Ríos comienza con la enunciación de las causas que concurrían para que el hastial manifestara una descomposición tan agudizada que desembocaba irremisiblemente en su desmonte total y posterior reconstrucción en mejores condiciones de estabilidad y resistencia; la exposición del descompuesto estado del hastial restaurado en el siglo XVI abre la argumentación del proyecto: el hastial, cuyo proceso constructivo ya ha sido analizado en este estudio, había llegado al último tercio del siglo XIX en un estado que Demetrio de los Ríos calificó de "decrépito", con "ostensibles signos de una descomposición que a todo trance es preciso remediar". Del minucioso examen de este hastial principal de la Catedral de León tal como se encontraba antes de proceder a su desmonte, Demetrio de los Ríos detectó varios defectos constructivos que sintetizó en siete aspectos enunciados como las siete "causas fundamentales y originarias" del lamentable estado del hastial; entre éstas se encontraban defectos constructivos que se remontaban a la fundación primera del hastial junto con otras deficiencias que provenían de la desacertada restauración del siglo XVI. Estos "siete vicios de construcción" que manifestaba de modo alarmante el hastial eran los siguientes: 207 Demetrio de los Ríos y Serrano. Detalle del chapitel plateresco de Juan de Badajoz (1890 ca). Archivo de la Catedral de León. [Foto: Archivo Edilesa/Norberto}. Izquierda: Laurent Roig. Fachada occidental de la Catedral de León antes del desmonte del hastial plateresco (1885 ca). [Cortesía de Nicolás Mifiambres]. a) "La fundación de la pilas laterales de caracol fuera de correspondencia con el macizo en la parte más expuesta" era uno de los defectos de origen que más se dejó sentir en la ruina del hastial. Las pilas de caracol que flanquean el rosetón y paramento del hastial eran, como ya había demostrado ampliamente Juan de Madrazo, estructuras sumamente i mportantes para el equilibrio del hastial; estas pilas se habían levantado en su origen de modo muy defectuoso con una disposición que nos refiere Demetrio de los Ríos y que califica como "el vicio fundamental de estar fabricadas entrambas pilas de caracol sobre los di nteles perpiaños del pórtico, esto es, con más de 0,68 m. de su base fuera del macizo sustentante". Esta audacia ya dejó sentir sus efectos en el siglo XV, pues entonces fue preciso reforzar los dinteles del pórtico con apoyos; Badajoz el Mozo, en su reparación del hastial, "no bajó hasta el suelo de la terraza", como apuntaba Ríos: el defecto persistía, por tanto, sin haberse corregido. Aspecto de la Catedral durante el período de la restauración, apreciándose almacenes, talleres y el andamiaje de la fachada occidental (1889 ca). [Cortesía de Ignacio González-Varasl. b) "Faltas de equilibrio en la trabazón del muro del hastial con las torrecillas", consecuencia mecánica del defecto anterior, el desequilibrio de una de las estructuras se dejaba sentir forzosamente en la otra, de tal modo que el desajuste de las pilas con el muro del hastial era un elemento más que contribuía a la debilitada resistencia de ambos cuerpos. c) "Pésima elección de la clase de piedra"; "el material se hace polvo en muros, arcos y demás cuerpos de fábrica", afirmaba Demetrio de los Ríos; esta debilidad de la piedra, común al resto del edificio, se dejaba sentir con especial fuerza en las partes más expuestas del hastial que padecían los defectos de estabilidad señalados, contribuyendo a su desmembramiento. d) "Carga de lo restaurado en el siglo XVI sobre el haz exterior del nuevo sostinente"; aquí comenzaba ya la crítica estática contra los cuerpos añadidos en el siglo XVI: los defectos originarios que presentaba el hastial fueron agravados en los cuerpos superiores erigidos por Badajoz: "no estuvo lógico consigo (Juan de Badajoz)..., al tender el muro del hastial de una a otra pila; pues ya levantado el cuerpo majestuosamente decorado con el gran relieve de la Anunciación y cuando iba a establecerse el paso entre aquellas (las pilas), en vez de cargar la fábrica hacia el paramento interior de la baja, retallando hacia afuera lo bastante para el paso, gravitó sobre el haz exterior, fiando dicho tránsito a un balcón voladísimo sobre el avance de la cornisa, demasiado saliente (...) y como si esto no fuera bastante para desplomar el muro hacia donde más daño causase, ambos Badajoz prosiguieron sacando cuerpos fuera de base sin cesar, mientras más y más subían"; es decir, la terminación del hastial en el siglo XVI desde la cornisa hacia su remate se construyó sobre los "haces exteriores del hastial, con el consiguiente agravamiento de los empujes provenientes de las bóvedas que convertían al hastial en una 'palanca' a la acción de los empujes". e) "Cuerpos volados fuera del paramento exterior del hastial"; esta causa ya aparecía expuesta en las palabras anteriores de Demetrio de los Ríos y se dejaba sentir en esa excesiva gravitación hacia el exterior de todos los balcones y cuerpos añadidos en el siglo XVI. J) "Falta de trabazón entre el muro del hastial y los normales y laterales del templo"; esta deficiente unión del hastial con los muros de la nave central de la catedral era atribuida por Demetrio de los Ríos a la restauración ejecutada en los muros de la catedral por Baltasar Gutiérrez a comienzos del siglo XVII; esta indispensable trabazón se veía imposibilitada por la interposición de la torrecillas que, además, presentaban condiciones defectuosas e irregulares en sus espesores. 208 g) "Excesiva elevación del hastial sin amparo de ninguna especie"; este pun- to se sumaba a la censura constructiva de la intervención de Badajoz, cuando en realidad estaba ocultando más bien un criterio estético que retomará posteriormente Demetrio de los Ríos al hablar más detenidamente de este coronamiento plateresco; desde el punto de vista constructivo contribuía esta sobrecarga a la ruina del hastial con su excesiva elevación y el enorme peso de estos cuerpos cooperaba a incrementar el desequilibrio general de la fábrica. Los efectos de todas estas causas obrando a la par se dejaba sentir en los síntomas evidentes de una ruina que se agudizaba por momentos. Los desplomes de la pilas de caracol, junto con el muro del hastial, los desvíos y desuniones de la fábrica y su desquiciamiento, las grietas y fracturas verticales y oblicuas, manifestaban una descomposición progresiva y un desequilibrio alarmante que fue expresivamente descrito por Demetrio de los Ríos (La Catedral de León, 1895, t. II, p. 17): "toda esta máquina (el remate de los Badajoz), azotada por los ciclones, obligada a fatal cabeceo y echada sobre antigua construcción que se muele por momentos, abriéndose en rajas oblicuas y verticales, éstas últimas de hasta veinte hiladas, y calando todas las delgadas paredes de las pilas, rompiéndose el formero por uno de sus hombros y cayendo incesantemente en menudos detritus la deshecha piedra del triforio, rosa, enjutas y torrecillas, hasta entapizar cien y cien veces la terraza, donde tal arena cruje de continuo bajo nuestros pies, y dando, en fin, otras muchas señales de ruina, sorprende no se haya venido la susodicha máquina al suelo desde que la denunció Don Juan de Madrazo y la volvimos a denunciar nosotros hasta tres veces, deteniéndonos mucho en estudiar sus siete vicios originarios de construcción y los siete nulos efectos resultantes de ella". Con estas vehementes y efusivas palabras defendía Demetrio de los Ríos la demolición del hastial, al tiempo que pretendía silenciar las tempestuosas críticas que se alzaron contra el desmonte completo del lienzo de hastial, como denunciaba el propio Demetrio de los Ríos cuando violentamente arremetía contra "aquellos tan torpemente obcecados que aún pretenden que tal muro se podía sostener por más tiempo". Sometido el proyecto a la obligada supervisión de la Academia de San Fernando, el informe de la Sección de Arquitectura, en el que actuó como ponente Si meón Avalos, dio vía libre al derribo del hastial. Demetrio de los Ríos dejó a la Academia el peso de la decisión sobre cómo debía reconstruirse el hastial una vez desmontado; en su proyecto de 1887, contemplaba las dos alternativas posibles, es decir, la reposición del remate plateresco una vez afirmada la solidez del hastial o bien la construcción de un gablete gótico según las pautas que había marcado Juan de Madrazo en el homólogo hastial meridional. La crítica estática de este remate de Badajoz había comenzado ya cuando Demetrio de los Ríos enunció las causas del desequilibrio y deterioro del hastial. Entre los "siete vicios constructivos" enumerados por Ríos, tres hacían especial referencia a estos cuerpos añadidos en el siglo XVI: en primer lugar, su defectuosa integración con la estructura inferior al cargar el remate sobre el haz exterior del hastial, y después por las propias cualidades constructivas del coronamiento, a modo de "cuerpos volados fuera del paramento exterior del hastial" y, por último, por su excesiva elevación que hacia peligrar la estabilidad de todo el lienzo de fachada. Pero todos estos efectos negativos que este coronamiento había ocasionado en la estabilidad del hastial se derivaban en última instancia de un principio más general: con la inserción de un cuerpo ajeno al organismo constructivo gótico se había violado la unidad del sistema en equilibrio de la Catedral de León, desbaratando la lógica relación que mantenían todos sus miembros constitutivos: "la vulneración de los fueros de la verdad estética" era el principal cargo imputado por Demetrio de los Ríos al remate del siglo XVI (ibídem, 1895, t. II, pp. 115-16): "sin 209 Catedral de León con el andamiaje para el desmonte y reconstrucción del hastial occidental (1889 ca). [Cortesía de Ignacio González-Varas). Demetrio de los Ríos y Serrano. Alzado y corte del remate plateresco. Memoria sobre los remates que deben coronar el hastial oeste. León, 8 de julio de 1890. Archivo General de la Administración. C-8064, Lg. 8848. [Foto: Archivo General de la Administración]. tener en cuenta para nada que reproducían un frontón, cerramiento genuino de una armadura equilátera, se remontaron excesivamente con un ático ocioso, sin más significación que la de hacer bulto a la vista, con fealdad notoria del total aspecto de la fachada principal, pues en reducido espacio apiñaron tres torres, que si el ático no lo era en realidad, como torre y no de las menos altivas, con las de las campanas y del reloj se las apostaba en soberbio descollamiento y gentileza, rebajándolas relativamente en la comparación estética y robándolas diafanidad libre para descollar sin rivalidades enojosas". Demetrio de los Ríos no rechazaba el remate del siglo XVI por el estilo al que pertenecía, pues se encontraba muy próximo al ideal renacentista que había formulado el historicismo decimonónico; incluso, en su proyecto de reconstrucción del hastial, Demetrio de los Ríos se declaraba a sí mismo "arquitecto apasionado del Renacimiento bramantesco" y reconocía "el genio artístico de los Badajoz". Ahora bien, el punto de partida de sus críticas de este cuerpo residía en que "era ajeno de todo punto su carácter bramantesco al estilo y estructura del Templo": "superafectación", "pretensiones manifiestas de admirar", "fealdad notoria del total aspecto de la fachada principal", "falsedad violenta y perjudicial", "ático capricho de sus autores vestido con galas del Renacimiento", eran los calificativos empleados por 210 Demetrio de los Ríos y Serrano. Alzado y corte del remate neogótico propuesto para la reconstrucción del hastial occidental. Memoria sobre los remates que deben coronar el hastial oeste. León, 8 de julio de 1890. Archivo General de la Administración. C-8064, Lg. 8848. [Foto: Archivo General de la Administración]. Demetrio de los Ríos para censurar la vulneración de la verdad estética y constructiva de la catedral gótica por parte de Juan de Badajoz; a todo ello, por último, debía añadirse la constancia arqueológica del remate en forma de piñón de la fachada de la catedral en el siglo XV, corroborada por la existencia de una pintura de esta época conservada en una de las capillas de la girola que fue ampliamente difundida a partir de una copia realizada años después por el arquitecto Torbado. En definitiva, las razones apuntadas por Demetrio de los Ríos para proponer retirar definitivamente el remate del siglo XVI de la fachada principal de la Catedral de León, se desarrollaron en torno a los tres criterios que él mismo centraba en "la Estética, la Arqueología y la Estabilidad". Estas razones fueron atendidas por la Academia de San Fernando. En la segunda de las transcendentales decisiones adoptadas por la institución académica en su informe se decantaba por la reconstrucción neogótica según las trazas aportadas por Demetrio de los Ríos: "debe ser demolido y reconstruido con arreglo a la traza o planos de proyecto formados por Don Demetrio de los Ríos que constituyen la primera solución que propone"; el informe de la Academia de San Fernando era preciso y rotundo en su decisión de no volver a armar el remate del siglo XVI. Sin embargo, el Gobierno se mostró mucho más reticente a adoptar tan radical decisión; las 211 dudas y vacilaciones se dejan sentir en las lentas resoluciones de la Administración central, que fue adoptando únicamente decisiones parciales, sin aprobar el proyecto de reconstrucción de Demetrio de los Ríos en su totalidad, como lo había hecho la Academia de San Fernando. Claustro de la Catedral de León con los dos chapiteles platerescos y la excavación de su pavimento (1910 ca). (Cedida pot el Instituto Leonés de Cultura]. 212 La primeras Reales Órdenes de 7 y 11 de agosto de 1888 que el Gobierno comunicó al arquitecto autorizaban a acometer de inmediato el andamiaje y derribo del hastial occidental. Los problemas de estabilidad y síntomas de ruina, minuciosamente estudiados por Demetrio de los Ríos, hacían inevitable el desmonte del hastial para recomponerlo en mejores condiciones de resistencia y solidez. La construcción del colosal andamio y desmonte del hastial se realizó con gran rapidez por Demetrio de los Ríos, que consumó todas estas operaciones en apenas seis meses, de agosto de 1888 a enero de 1889. Las gigantes carpinterías levantadas por Demetrio de los Ríos para desmontar el hastial cubrieron de maderas a la fachada principal de la catedral en su totalidad, que ofrecía por estas fechas un impresionante aspecto, como queda reflejado en las fotografías obtenidas poco después de concluirse el andamiaje. Este sistema de carpintería era, como señalaba Demetrio de los Ríos, "el más elevado de cuantos se han erigido en este templo y uno de los mayores de cuantos en nuestros días se han acometido o acometen". La función del andamiaje no sólo era la de posibilitar el desmonte del hastial desde su coronamiento hasta la galería del triforio, sino también debía sostener el hastial, toda vez que la ruina, según refería Ríos, se extendía progresivamente. Para esta función se adoptaron dos triples y enormes puntales con una longitud de casi treinta metros que contuvieron las torres laterales de caracol mientras se verificaba el desmonte, pues, como relataba Demetrio de los Ríos, estos puntales sirvieron "para evitar que una vez descargadas las pilas y el muro intermedio del peso superior, y dada su absoluta descom- Fachada principal de la Catedral de León inmediatamente después de la reconstrucción del hastial occidental (1895 ca). [Cedida por el Instituto Leonés de Cultural. 213 Demetrio de los Ríos y Serrano. Alzado del triforio, rosetón y arbotantes del hastial occidental. Proyecto del hastial oeste. Parte común a los proyectos números 1 y 2 de 1887. León, 10 de febrero de 1889. Archivo General de la Administración. C-8064, Lg. 8848. {Foto: Archivo General de la Administración]. posición e incoherencia, se desplomaran con la conmoción de los repetidos golpes del derribo, cosa muy de esperar después de visto y palpado tan de cerca el estado del hastial". Asegurada la estabilidad del hastial por medio de estos poderosos puntales y de las cimbras que sujetaron los arcos del pórtico, se levantó el andamiaje desde el nivel del pavimento del edificio hasta el coronamiento del hastial, alcanzando una altura de casi cincuenta y cuatro metros, es decir, hasta el punto medio de las agujas de las torres laterales; todo este maderamen se apoyaba en los costados de las torres y en el encimbrado interior antiguo, reforzándose por el exterior con un castillejo central que gravitaba sobre el pavimento y sobre el muro de terraza, por lo que eran imprescindibles las quince cimbras que se montaron para los arcos del pórtico, arcos del interior del templo y el gran arco del hastial. El desmonte del hastial fue una impresionante operación que apeó desde esa sobrecogedora altura de más de cincuenta metros pesados y voluminosos cuerpos como son los chapiteles que podemos ver desmontados en el claustro de la catedral; para ello se armó una plataforma en la parte superior donde se instaló una máquina que elevaba de sus asientos las estatuas, chapiteles y remates del ático; el descenso y ascenso de materiales se efectuaba a partir de un cuerpo añadido delante del pórtico y el transporte se hacía en los pisos por medio de vagonetas: "el derribo avanza a su terminación, merced a estas precauciones, con éxito excelente", escribía Demetrio de los Ríos en 1889. Una vez consumado el andamiaje y desmonte del hastial occidental se planteaba la necesidad de comenzar los trabajos de reconstrucción, como indicaba claramente el obispo Francisco de León al Director General de Obras Públicas, en carta fechada el 5 de enero de 1889: "urge imperiosamente la aprobación del proyecto que ha de realizarse sin pérdida de momento en evitación de riesgos 214 que en manera alguna se deben provocar". El Gobierno nuevamente fue adoptando decisiones parciales: por Real Orden de 12 de enero de 1889 dispuso que el proyecto que había formado Demetrio de los Ríos en marzo de 1887 se desglosara en las dos partes en que podía dividirse el proyecto, es decir, la parte común y los dos remates; la intención del Gobierno era obtener un plazo más amplio para poder adoptar la resolución definitiva sobre el aspecto más problemático del proyecto, es decir, la decisión sobre qué remate debía coronar el hastial; cualquiera de las dos posibles soluciones que había planteado Demetrio de los Ríos —reposición del remate del siglo XVI o contrucción del gablete gótico— tenían una parte común correspondiente a la zona del triforio y rosetón del hastial que fue la primera zona que desglosó el arquitecto en proyecto de 10 de febrero de 1889. La decisión del Gobierno de aprobar parcialmente la reconstrucción del hastial ocasionó la necesaria elaboración de esta nueva documentación que hacía prever una irremediable paralización de las obras mientras se tramitaban los desgloses; fue entonces cuando Demetrio de los Ríos presentó el proyecto de restauraciones en el interior de la Catedral de León para evitar esta detención de los trabajos. La parte común a la alternativa presentada por Demetrio de los Ríos en su proyecto de 1887 comprendía la zona inferior del hastial; en la memoria del desglose, Ríos insistía en la necesidad de su rápida tramitación, debido al estado en que había quedado el edificio tras tan considerable desmonte: "en el momento de terminar el encimbrado, apuntalamiento y andamio del Hastial Oeste, derribado éste, quedan sin tan poderoso contrarresto las bóvedas, abierta a los pies del Templo inmensa brecha que le expondría a la acción de las aguas y demás injurias del tiempo, y la torre de las campanas, ruinosa ha generaciones, por el ángulo contra el cual se apoyan los arbotantes del hastial en cuestión, desamparada y expuesta con su derribo". La aprobación de este primer desglose se realizó por Real Orden de 23 de febrero de 1889. La parte común de la reconstrucción del hastial principal comprendía la fábrica correspondiente a la galería del triforio y todo el rosetón hasta el comienzo del remate superior; afirmada la solidez de la parte inferior del pórtico, se comenzó a rehacer el hastial en la zona común desglosada por Demetrio de los Ríos; en dos hojas de planos, una de alzados y otra de plantas, mostraba Demetrio de los Ríos un trazado de esta parte común muy semejante al del hastial meridional: el triforio es idéntico al del resto de la catedral mientras que en el rosetón introducía novedades respecto a su estado antes del derriDemetrio de los Ríos y Serrano. Alzado de la fachada del Palacio Episcopal de León con la reutilización de los elementos desmontados del hastial plateresco (1890 ca). Archivo de la Catedral de León. [Foto: Archivo Edilesa/Fernando Fernández]. 215 Juan Bautista Lázaro de Diego. Triforio y parte inferior del rosetón occidental. Cubicaciones del hastial occidental. Liquidaciones del hastial occidental. León, 10 de diciembre de 1893. Archivo General de la Administración. C-8064, Lg. 8848. {Foto: Archivo General de la Administración]. bo; en el siglo XVI, con motivo de la restauración señalada, se redujo el diámetro de la gran rosa ochenta centímetros, disminución que corregía Demetrio de los Ríos en sus planos. La parte decorativa de este rosetón de fachada principal fue también "retocada" por Demetrio de los Ríos: el arco formero que con sus dos ramas cobija el rosetón fue adoptado por Juan de Madrazo para su trazado del rosetón meridional; este arco formero era recuperado por Demetrio de los Ríos, pero si en este plano de 1889 el arco aparece liso, posteriormente, durante el proceso de construcción, Demetrio de los Ríos lo decoró con crochets góticos, subrayando su perfil por el intradós; el arquitecto se decidió a aplicar este motivo decorativo, que no existía antes del derribo y que incluso renunció a incluirlo en su alzado de 1889, en la memoria redactada al año siguiente a propósito del remate del hastial. Ríos deducía la presencia primitiva de estos crochets en el arco del rosetón por analogía con el resto de la decoración del templo, de la que "había encontrado vestigios" y que había "recuperado" a lo largo de los varios proyectos de restauraciones parciales de cantería. Con esta misma intención de incorporar elementos decorativos característicos de la arquitectura gótica del siglo XIII, Demetrio de los Ríos retomaba dos motivos presentes en el proyecto de hastial meridional de Juan de Madrazo; uno de ellos el triángulo curvilíneo en cuyo interior encerraba el anillo de la gran rosa y que variaba en su lado inferior con respecto del trazado por Madrazo; el otro motivo era el de las rosas ciegas en las enjutas que, con un dibujo en forma de estrella de David cobijada en hexágono, también era ligeramente diferente de las rosas de Madrazo. Estos elementos definitorios de los edificios del siglo XIII que ya había aplicado en los lienzos murales y de ventanas no podían faltar, a juicio de Ríos, cuando se trataba de reconstruir la fachada más importante del templo catedralicio; completaban esta parte del hastial las torrecillas laterales de caracol y los arbotantes laterales que también fueron reconstruidos de nuevo. La construcción de todo este amplio lienzo de fachada llevó todo el resto del año 1889 y la mayor parte del siguiente. En 1890, Demetrio de los Ríos remitió al Gobierno el desglose de la parte superior del hastial que debía coronar la fachada principal de la Catedral de León: quedaba aún por adoptarse la definitiva resolución respecto a esta compleja alternativa. Demetrio de los Ríos transcribió y repitió literalmente las mismas argumentaciones que ya había expresado con anterioridad en favor del cerramiento superior gótico del hastial al presentar e18 de julio de 1890 su Memoria sobre los remates que deben coronar el Hastial Oeste; de la crítica al coronamiento del siglo XVI que vimos más arriba, se deducen claramente las razones que llevaban a Demetrio de los Ríos a defender con tanta efusión su trazado neogótico; la más radical afirmación de la unidad de estilo sostenía teóricamente el diseño con que acompañaba Ríos la memoria: "El primer modo de resolver este no muy fácil problema consiste en la reedificación del hastial conforme a su primitiva estructura forma y estilo, observando unidad perfecta con todo el templo, preciosa manifestación del siglo XIII. (...) El espíritu verdaderamente reparador del que restaura impone racionalmente la exigencia de retrotraer las cosas a su origen, de restablecer en el más bello de los monumentos españoles todo su ser, en la plenitud de su más radical y originaria pureza, apartando injerencias enclavadas en él con individual intolerancia que destruyen la unidad e integridad estéticas, afeando tal vez demasiado el conjunto donde tales divergencias aparecen". La justificación de este criterio tan tajantemente expresado con vistas a su aplicación concreta para el caso de la reconstrucción del hastial occidental nuevamente fue hábilmente hilvanada por Demetrio de los Ríos: si el hastial hubiera podido ser 216 reparado, en ningún caso hubiera propuesto la sustitución del siglo XVI "aceptando las alteraciones históricas de las épocas por las cuales ha pasado el edificio"; pero, demostrada la necesidad de derribar el hastial por su ruinosa condición —como había reconocido el Gobierno con su autorización— "es necesario un esfuerzo de voluntad —exponía Ríos— para erigir lo mismo"; a todas estas razones sumaba en 1890 otra nueva, resultado del desmonte de toda esta obra del siglo XVI. El nuevo argumento se centraba en la pésima conservación de el cuerpo de remate del siglo XVI que llevaría a continuas reparaciones en caso de rehacerse de nuevo sobre el hastial; toda la escultura de este remate fue cuidadosamente desmontada y vuelta a armar en el claustro de la catedral y fue entonces cuando se comprobó su mal estado de conservación: "Todo esto perfectamente dispuesto y ordenado, presenta sus respectivas piedras, si bien con su pátina en la parte exterior, llenas de rajas, efecto de las heladas, en la interior, cosa que impide a nuestro modo de ver, volver a colocarlas en su respectivo sitio"; con ello volvía a insistir en no rehacer el remate del siglo XVI e, incluso, en la última parte de la memoria, incluía un apartado titulado "conservación de toda la parte plateresca del hastial", donde proponía montar este remate en la fachada del palacio episcopal, "abriendo en sus paredes huecos bien proporcionados, decorándolos al estilo, colocando en el eje central la puerta y llevando a los extremos derecha e izquierda los pináculos de los templetes", como además se observa en un dibujo preparatorio conservado en el Archivo de la Catedral de León. Lo cierto es que, con el respaldo del informe de la Academia de San Fernando —donde Ríos tenía una consolidada posición— el Gobierno aprobó finalmente el gablete neogótico trazado para cerrar el hastial por su parte superior por Real Orden de 13 de marzo de 1891. El gablete de Ríos poseía todos los mismos elementos con que Madrazo había trazado el cierre meridional de la catedral, a los que añadió algunas ligeras variantes en los detalles: la cornisa sigue el mismo diseño que la del resto del cornisamiento que recorre la parte superior del templo; el antepecho calado imita el diseño de Madrazo aunque es menos rico y de más escasas dimensiones, para "ganar en diafanidad"; en la armadura del hastial repite la rosa calada que trazó Madrazo para el hastial meridional en 1879 y que en la actualidad, como dije en su momento, no se conserva; a esta rosa la dotó Ríos de "un punto más de carácter gótico, sobre el más románico de su antecesor"; en los pináculos que rematan las escaleras de caracol la variante introducida por Demetrio de los Ríos, en lugar de repetir las dobles archivoltas sostenidas por delgadas columnas en los ángulos, adoptó grupos de baquetones, de lo que resultaba "alguna variedad", como decía el arquitecto. El repertorio decorativo de estas torrecillas o pináculos era el mismo, es decir, dentro del más puro repertorio gótico de gabletes, bichas, pirámides y crochets; el piñón aparece decorado con una hornacina donde se representa el Misterio de la Anunciación en que las estatuas de la Virgen y el Angel imitaban el estilo de la escultura del siglo XIII; corona el vértice superior del gablete la figura del Salvador, como estatua también existente. Estas trazas de Demetrio de los Ríos fueron aceptadas por el Gobierno para rematar el hastial occidental de la fachada principal de la Catedral de León después de más de siete meses de haber presentado Demetrio de los Ríos la memoria ante el Ministerio. La construcción del hastial se prolongó durante dos años más, dándose cima al hastial el mes del mayo del año 1893, ya bajo la dirección de Juan Bautista Lázaro. Con la aceptación de su proyecto neogótico, Demetrio de los Ríos cumplía su aspiración de ver uniformadas las fachadas de la Catedral de León, todas ellas provistas de los característicos gabletes góticos. 217 Juan Bautista Lázaro de Diego. Parte superior del rosetón. Cubicaciones del hastial occidental. Liquidaciones del hastial occidental. León, 10 de diciembre de 1893. Archivo General de la Administración. C-8064, Lg. 8848. [Foto: Archivo General de la Administración]. ¿Una Catedral Reinventada o un Edificio Restaurado?: la Extensión de la Restauración por todo el Perímetro y Estructuras de la Catedral Decía Demetrio de los Ríos, haciendo balance de las décadas de restauraciones ejecutadas sobre la iglesia leonesa que "si no se ha erigido una catedral nueva, no hay parte de la nuestra que no se haya retocado poco o mucho, y algunas partes de ella muy principales resultan completamente repuestas" (La Catedral de León, 1875, t. II, p. 145): en efecto, la reedificación completa de un brazo de crucero de la catedral, el desmonte y reconstrucción del hastial principal y la reconstrucción y repaso de la totalidad de las bóvedas altas, operaciones que, aunque no las únicas, hasta el momento llevamos registradas, Hauser y Menet. Costado meridional de la Catedral de León con los hastiales reconstruidos,... 2I8 son suficientes para justificar estas palabras. La actividad de Demetrio de los Ríos en la Catedral de León, como estamos comprobando en estas páginas, se mantuvo fluctuante entre varios tipos de operaciones arquitectónicas incluidas todas bajo el genérico término de restauración, a saber: reparaciones de elementos deteriorados —como los pilares y bóvedas— cuya consistencia se reforzaba mediante su parcial reedificación o a través de la inserción de nuevos sillares, la reposición de elementos neogóticos que se había perdido pero de los que se encontraban vestigios del edificio —como los gabletes, pináculos y esculturas—, las deducciones de nuevas estructuras arquitectónicas y constructivas que hipotéticamente existieron en el pasado y que el arquitecto deducía del análisis del edificio —como los hastiales meridional y occidental— y la propuesta de otros elementos que nunca existieron pero que correspondían con las características estilísticas de la Catedral de León —como su propuesta de torre-flecha en el crucero—. Las operaciones de reconstrucción y res... las ventanas altas restauradas y las vidrieras desmontadas (1895 ca). [Cedida por el Instituto Leonés de Cultural. 219 Demetrio de los Ríos y Serrano. Planta del presbiterio y ábside a la altura del triforio y al nivel de las ventanas altas. Proyecto de obras parciales de restauración para el presbiterio en la zona alta de la nave. León, 29 de octubre de 1881. Archivo General de la Administración. C-8062, Lg. 8846. {Foto: Archivo General de la Administración]. tauración tuvieron como resultado una sustancial transformación del edificio a través de varios proyectos que repasaron la totalidad estructural y decorativa de la catedral en busca de la pureza de estilo de la arquitectura gótica del siglo XIII, concepción apoyada en los conceptos culturales y arquitectónicos propios del romanticismo y el positivismo decimonónico. Hemos visto en epígrafes anteriores cómo se consolidó estructuralmente el sistema de aboyedamiento del templo, dentro de un concepto constructivo, como es el gótico, en el que la bóveda rige el sistema arquitectónico, y cómo Madrazo y Ríos procedieron a la reconstrucción de las fachadas meridional y occidental de la catedral. Pero la "restauración integral y sistemática" que se proponía para la Catedral de León incluyó, además de estas espectaculares operaciones, otro tipo de intervenciones que ambos arquitectos englobaron bajo el concepto de "restauraciones parciales"; la realización de este tipo de proyectos venía anunciada por Juan de Madrazo, que, en los informes que remitió al Ministerio de Gracia y Justicia durante sus primeros años de dirección facultativa, denominaba a estos trabajos como "obras de complemento... necesarias en caso de que se trate de devolver a este magnífico templo aquella pureza con que fue ideado por sus constructores del siglo XIII" (Presupuesto, 9 de noviembre de 1972). Estos proyectos de restauraciones parciales reunieron las estructuras arquitectónicas de nueva creación, incorporadas al edificio a través de los proyectos de reconstrucciones que hemos visto —fachada meridional y brazo sur del crucero, hastial occidental y bóvedas de crucería— con la parte antigua de 220 la Iglesia, que se somete a través de los proyectos de restauraciones parciales a un total rejuvenecimiento de sus elementos constitutivos. La imagen actual de la Catedral de León, como arquitectura de estilo perfectamente coherente y unitario, es el resultado de la integración de los dos tipos de proyectos —reconstrucciones y restauraciones parciales— bajo una misma finalidad: conseguir la catedral ideal, de estilo unitario y carácter cerrado, en donde las huellas de deterioro se eliminaran y el edificio ofreciera la apariencia externa de la obra recién creada, en permanente estado de génesis y no afectada por la triple influencia destructora del hombre, la naturaleza y el tiempo. Este objetivo de los proyectos de restauraciones parciales venía claramente señalado por Juan de Madrazo cuando afirmaba que el propósito de los mismos era "dotar de la suficiente resistencia a las fábricas antiguas que con las de nueva edificación han de formar en su día un todo completo y uniforme" (ibídem, 15 de abril de 1879). Muchos de estos trabajos consistieron, como señalábamos más arriba, en el reforzamiento de elementos estructurales, según apuntaba Madrazo: "hay en toda la inmensa estructura de este edificio elementos aislados faltos de estabilidad o defectivos de resistencia cuya sustitución por otros nuevos no implica ninguna reforma en la composición de la misma estructura, y sólo supone una reproducción exacta de sus elementos actuales" (ibídem, 15 de abril de 1879)) (...) "se reducen (las obras) a sustituciones o relevos de partes viejas por otras nuevas... no implican reformas, ni cambios, ni modificaciones en las estructuras que hoy existen y sólo suponen reproducciones 221 Demetrio de los Ríos y Serrano. Cortes y proyecciones del presbiterio y ábside. Proyecto de obras parciales de restauración para el presbiterio en la zona alta de la nave. León, 29 de octubre de 1881. Archivo General de la Administración. C-8062, Lg, 8846. [Foto: Archivo General de la Administración]. Derecha: Vista del costado septentrional de la Catedral de León poco después de la restauración (1901 ca). [Cedida por el Instituto Leonés de Cultura] Abajo: Hauser y Menet. Vista de la muralla y la Catedral de León en su costado norte (1895 ca). [Cedida por el Instituto Leonés de Cultura]. 222 exactas de los elementos que componen estas estructuras" (ibídem, 19 de agosto de 1879). Sin embargo, Demetrio de los Ríos era más explícito al afirmar que bajo este concepto de restauraciones parciales se incluían también operaciones de sustitución de aquellos elementos ajenos al estilo del edificio —especialmente barrocos— que se postulaba podían ser suprimidos y sustituidos por otros neogóticos —no existentes materialmente—, en una clara afirmación del criterio de unidad de estilo como rector de las obras de restauración: "aún en el caso de tener que renovar todo un miembro arquitectónico por medio de restauraciones parciales, éste no se adultera en lo más mínimo en punto a su Derecha: Ábside la Catedral de León durante las obras de restauración (1887 ca). [Cortesía de Nicolás Miñambres}. oficio, dimensiones, forma y carácter distintivo, ni se le varía de como existe, a menos que no haya que depurarlo, quitándole agregados a todas luces posteriores, o piedras mal ingeridas por canteros indoctos, sin más sujección que la de su libre capricho" (la cursiva es mía). La devolución de la Catedral de León a "aquel estado de pureza con que fue ideado por sus constructores del siglo XIII", el restablecimiento del edificio hasta conseguir "formar un todo completo y uniforme", eran los criterios rectores de la restauración expresados también —como dijimos más arriba— por Juan de Madrazo, claramente coincidentes con la definición violletiana del término. Demetrio de los Ríos se encargará de aplicar Abajo: Laurent Roig. Vista general de la Catedral de León desde el oriente durante las obras de restauración (1887 ca), [Cortesía de Nicolás Miñambres}. 223 con todo el rigor los contenidos expresados verbalmente en estas definiciones hasta sus últimas consecuencias en la transformación concreta y material del edificio a través de sus proyectos de restauraciones parciales que nos hacen cuestionar si nos encontramos ante una catedral reinventada o un edificio restaurado. Pasamos a enunciar a continuación las intervenciones que, bajo estos criterios rectores, se ejecutaron en la estructura constructiva y la decoración arquitectónica y escultórica de la Catedral de León bajo el mandato de Demetrio de los Ríos, comenzando con las intervenciones de refuerzo estructural y constructivo, orientadas a dotar de estabilidad y solidez a la fábrica, para terminar con la restauraciones de carácter estilístico y artístico, dirigidas a conseguir una imagen unitaria y gótica de la catedral. Reparaciones de elementos estructurales en el exterior: arbotantes, estribos, botareles y torres de contrarresto Dotar de resistencia y estabilidad a las zonas sustentantes antiguas —estribos, arbotantes, pilares, etcétera— fue la primera finalidad de estos presupuestos formados por Juan de Madrazo; algunos de estos trabajos dieron comienzo durante los últimos meses de 1879: la destitución de Madrazo en octubre de ese mismo año paralizó las obras hasta el nombramiento de Demetrio de los Ríos en febrero de 1880. En la memoria que redactó Ríos apenas llegado a la dirección de las obras de restauración trazó una planificación global de la práctica totalidad de los trabajos de restauración y reconstrucción que aún eran necesarios para abrir de nuevo el templo al culto. En esta reseña se mencionaban las restauraciones que estaban en curso al mismo tiempo que se avanzaban algunas de las obras de restauraciones parciales que habrían de acometerse a lo largo de todo el decenio de 1880: "se están recorriendo todos los arco-botantes, botareles y contrafuertes, se repondrá la cornisa alta, antepechos y pináculos y se repondrán los gabletes de las ventanas altas, ...tan luego como se aprueben los correspondientes planos". Los primeros presupuestos estaban asentados en la consideración que había expresado Madrazo y repetido Ríos de que las obras contenidas en los mismos no habían de "alterar en lo más mínimo ni las funciones mecánicas, ni el carácter arqueológico" de los elementos sometidos a restauración; pero, debido a que estas intervenciones no eran tan inocuas, la superioridad administrativa obligó a detallar estas restauraciones; de este modo se formaron por Demetrio de los Ríos tres proyectos de cantería que repasaron en su práctica totalidad la estructura esencial del edificio; estos proyectos fueron tres, dotados de abundantes y valiosos planos: el Proyecto de obras parciales de restauración para el presbiterio en la zona de la nave alta (1881), Proyecto de restauraciones parciales en la nave central y laterales, en el interior y exterior de las capillas absidiales y en otras partes del templo (1883) y el Proyecto de restauraciones parciales necesarias para abrir el templo al culto (1885). El plan de restauraciones parciales de los primeros años puede decirse que siguió un orden de ejecución que oscilaba desde el exterior hacia el interior del edificio; es decir, los presupuestos comprendieron en primer lugar los botareles del exterior, donde morían los empujes de las bóvedas, y continuaron por los contrafuertes exteriores y los arbotantes, transmisores de empujes y contrarrestos, hasta enlazar con las bóvedas interiores. El sentido que tenían las reparaciones en estos elementos era dotar de la suficiente firmeza y solidez a los apoyos que debían sostener las bóvedas; la necesidad de reconstruir varios tramos de bóvedas desmontados y de reparar la práctica totalidad del abovedamiento que cubría las naves de la catedral, exigía que los elementos que debían "sostener" todo el sistema de bóvedas reunieran las indispensables condiciones de estabilidad y resistencia para soportar las presiones y los empujes. Los primeros trabajos de restauraciones parciales afectaban, como decía Demetrio de los Ríos, a "partes muy esenciales en la 224 estabilidad y duración del monumento"; el estado de estos elementos de apoyo y contrarresto de la catedral, o "elementos esenciales de su estructura", era bastante irregular: había estructuras constructivas que debían reconstruirse en su práctica totalidad, mientras que otras, en mejor estado, sólo requerían la sustitución de algunos sillares deteriorados. Las causas de la ruina de estas estructuras sustentantes eran semejantes a la que afectaban a la totalidad de la catedral: la debilidad de la piedra empleada en la construcción, la acción natural de los siglos, y, como añadía Demetrio de los Ríos, también contribuyeron a su deterioro "las descuidadas e inhábiles restauraciones". La magnitud de las restauraciones y su importancia era claramente señalada por Demetrio de los Ríos (Reseña, 1880): "ponen a pique de ruina multitud de miembros arquitectónicos, cuyo oficio es por más de un concepto necesario a la estabilidad del monumento que sin la restauración de tales partes y pormenores recibiría en vano las nuevas construcciones, destinadas a sustituir las que se han derribado". Esta multitud de miembros arruinados o deteriorados por todo el exterior e interior de la fábrica hacía considerablemente difícil detallar con precisión cuáles eran las estructuras concretas del edificio que requerían reconstruirse o restaurarse; en rasgos generales, los presupuestos formados durante estos primeros años, comenzaron por "sustituciones o relevos de partes viejas por otras nuevas", localizados en las estructuras que enumeraba Juan de Madrazo en su primer presupuesto, todas ellas en relación con el sistema de apoyos y contrarrestos: (1879), "estribos exteriores del Norte y Mediodía de la nave principal, en las pilas de la fachada norte, en las pilas principales del Nordeste y Noroeste, en las pilas secundarias del costado Norte y en algunos enjarges de bóvedas". Estas obras se referían a reparaciones en elementos aislados que requerían una gran precisión en la labra, asiento y ajuste de los sillares nuevos con la fábrica antigua donde se injertaban. Demetrio de los Ríos propuso continuar las restauraciones parciales a partir del año 1881 por los costados meridional y septentrional de la catedral; el primer proyecto de restauraciones parciales presentado por Demetrio de los Ríos se dedicó a la esta zona del presbiterio: en lo que se refiere a este apartado de elementos activos de contrarresto —estribos, arbotantes y torres exteriores—, Ríos incluyó la reparación de varios sillares de los estribos o contrafuertes exteriores del presbiterio y ábside de la catedral, así como la reparación de los paramentos de las dos torres que recibían los empujes de los arbotantes angulares, las ya mencionadas y conocidas de la Limona y la Silla de la Reina. La torre nordeste, que es la que aparece en el alzado, requería "la reconstrucción de varias hiladas completamente rotas por efecto de la presión, con la sustitución de las antiguas, flojas y mal trabadas piedras por otras mucho más poderosas y resistentes"; la torre sudeste o Silla de la Reina se reparó en uno de sus ángulos "para evitar que continúe el movimiento y hendiduras que se han advertido en él". Los mismos defectos de deterioro y desajuste en la trabazón de la piedra observaba Demetrio de los Ríos en los botareles exteriores, producto de reparaciones efectuadas a su juicio, "con irregularidad, ligereza e imprevisión"; en cuanto a los arbotantes, el proyecto de restauración del presbiterio supuso la continuación de la restauración de estos elementos que se había iniciado por ambos costados de la nave con los presupuestos de restauraciones parciales anteriores. En 1881 solamente quedaban por reparar los del ábside: al igual que los de la nave y presbiterio ya recompuestos, los inferiores eran los que mejor se había conservado y únicamente requerían renovar algunas de sus dovelas, pero muchos de los superiores estaban semiarruinados, de modo que era preciso repararlos radicalmente, "desmontándolos y volviéndolos a reedificar con piedra nueva, rectificada la curva de sus arcos, considerablemente deformada". 225 Demetrio de los Ríos y Serrano. Corte longitudinal de la nave central. Proyecto de restauraciones en la nave central y laterales, en el interior y exterior de las capillas absidiales y en otras partes del templo. León, 10 de mayo de 1883. Archivo General de la Administración. C-8063, Lg. 8847. {Foto: Archivo Edilesa/Fernando Fernández}. Demetrio de los Ríos y Serrano. Corte longitudinal de la nave central. Proyecto de restauraciones en la nave central y laterales, en el interior y exterior de las capillas absidiales y en otras partes del templo. León, 10 de mayo de 1883. Archivo General de la Administración. C-8063, Lg. 8847. [Foto: Archivo Edilesa/Fernando Fernández]. El sistema de apoyos interiores de la catedral: restauración de pilares y muros Nave mayor y rosetón occidental (1901 ca). [Cortesía de Ignacio González-Varas]. Pilares de la nave mayor poco después de la restauración (1901 ca). [Cortesía de Ignacio González-Varas]. La práctica totalidad de los apoyos verticales del interior de la catedral se había resentido considerablemente como consecuencia de las presiones ejercidas por las cargas superiores, lo que unido a la debilidad y descomposición de buena parte de sus sillares, provocó su fuerte incurvación, especialmente notoria en los pilares principales torales y en los secundarios de la nave mayor, presbiterio y ambos brazos del crucero. La pérdida de la verticalidad en estos soportes debió de ser tan llamativa que no dejó de provocar la admiración de aquellos que consideraban esta pronunciada curvatura como un alarde constructivo de los primeros maestros góticos. Matías Laviña se ocupó en sus primeros reconocimientos del edificio en explicar las causas de tan alarmante deformación: las presiones recibidas en sentidos contrarios, por las bóvedas altas hacia fuera, y por la estribación de los arcos de las naves laterales hacia el interior, se encontraban en el origen de esta curvatura, unidos estos inconvenientes a la propia endeblez de los sillares y núcleo de mampostería como fundamento de su debilidad. Demetrio de los Ríos se dedicó ampliamente a restaurar todas las pilas del edificio como parte destacada de su íntegro repaso de todas las estructuras de cantería de la catedral. Las intervenciones realizadas en los pilares variaron en intensidad, alcanzando en ocasiones la total reedificación de algunas pilas desmontadas, aunque la operación más frecuente fue la sustitución de aquellos sillares que se encontraban prácticamente reducidos a polvo por otros de nueva labra o bien la consolidación del núcleo de mampostería del pilar. Demetrio de los Ríos comenzó a restaurar de modo aislado los pilares de la catedral desde el primer momento en que se ocupó de las obras de la restauración, si bien la cuantía de los deterioros en algunas pilas le llevó a individualizar los trabajos en ciertos pilares para detallarlos en los proyectos de restauraciones parciales; de este modo, la restauración sistemática de los pilares del brazo sur del crucero en su zona inferior se verificó a partir del proyecto del año 1883. En el brazo sur del crucero y en las pilas torales se realizaron las reconstrucciones de más amplia magnitud debido a los derribos y desmontes ejecutados en esta parte del edificio y que, lógicamente, afectaron considerablemente a estos pilares; en estas demoliciones quedaron en pie solamente la parte inferior de los pilares del brazo meridional del crucero, mientras que las hiladas superiores, lo mismo que ocurrió con los muros y bóvedas fueron reconstruidas de nuevo en su totalidad. Sin embargo, esta parte inferior de los pilares del brazo sur del crucero no estuvo exenta de restauración: las dos pilas de esta zona estaban seriamente dañadas, la del lado oeste "tiene toda la sillería de su zócalo del todo desecha, pues más que de piedra parecen de tierra sus elementos constitutivos que cualquiera destruiría con el más ligero contacto", y su compañera hacia el lado este se encontraba en una situación aún peor, puesto que estaba desplomada hacia el sur y cerchada hacia el oeste. Estos desequilibrios provenían del desquiciamiento de la bóveda sostenida por esta pila en conjunción con la toral y la primera del presbiterio, arruinamiento que había tenido lugar como consecuencia del catastrófico derrumbe del año 1743; a partir de esta ruina se reconstruyó la destrozada pila del presbiterio, mientras que la del brazo sur que ahora nos ocupa fue precariamente sujetada a la del presbiterio por medio de un barrote de hierro. Esta solución de compromiso no satisfizo a Demetrio de los Ríos que procedió a la radical restauración del descompuesto y ruinoso pilar; la reposición de los sillares y su consolidación era una empresa no exenta de dificultades, como señalaba Ríos (1883): "las dificultades y el compromiso se acrecientan por su extremada delgadez y desmesurada altura y por el aparejo especial de sus piedras, que no se ofrece fácilmente a la sustitución parcial de las mismas sin apeos bien combinados y costosos y las más esmeradas precauciones". Estas dificultades eran comunes, aunque no tan marcadas, en las pilas secundarias de la nave central, 228 presbiterio y ábside que se encontraban más o menos cerchadas a causa de los empujes mencionados ejercidos por las bóvedas; en el proyecto de restauración del año 1885 se extendía la restauración a buen número de pilares, con especial atención a los torales, detallando en una hoja de planos las características de cada tipo de pilares, tanto en sección como en alzado. Los cuatro pilares torales del crucero habían sufrido los desequilibrios mayores debidos a la enorme y desigual presión ejercida por la cúpula de Juan de Naveda y el sobrepeso de los pilastrones de Churriguera que además cargaban gran parte de su peso en falso. La lenta restauración de estas enormes pilas comenzó en 1880 y, después de un lustro, en 1885 aún quedaba una considerable y arriesgada labor por realizar en estos pilares fundamentales. De las cuatro pilas del crucero la más deteriorada era la nordeste que en 1885 aún permanecía "sin ver lograda la total restauración, que hace falta precisamente en lo peor de la pila"; esta delicada zona correspondía a la altura de los capiteles, que era donde se habían dejado sentir con más ímpetu los movimientos y fracturas ocasionados por los empujes laterales de la torre de contención del nordeste; como consecuencia de estas presiones, este pilar toral se encontraba prácticamente desquiciado y con su ruina arrastró, como ya vimos más arriba, a la correspondiente arcatura interior del triforio. La pila toral del sudoeste necesitaba la renovación de todo su basamento que, al igual que la pila del brazo sur mencionada anteriormente, "sus piedras están completamente descompuestas y con el aspecto y condiciones del cuerpo terroso más deleznable", lo mismo que buena parte de los sillares de las columnas y tambor de esta misma pila toral sudoeste, donde "hay que intestar no pocas piedras nuevas en sustitución de las muy detrimentadas a causa de su mala naturaleza. Esta reposición de sillares deteriorados se aplicó también a la pila toral noroeste, especialmente en la zona donde se producía la unión con la galería del triforio. La restauración de la pila toral sudeste fue tremendamente compleja y polémica debido a la necesidad de restaurarla en conjunción con las desquiciadas pilas contiguas a la toral que sufrieron el violento arruinamiento del año 1743; se hizo preciso construir un meditado sistema de apeos y carpinterías para poder emprender los trabajos que se iniciaron ya en 1883; fue entonces cuando, al analizar la resistencia de los asientos, comprobó Demetrio de los Ríos la falta de solidez de los cimientos de los pilares en toda esta zona de la catedral; después de estos preparativos indispensables, se comenzó alrededor de 1886 a restaurar íntegramente el pilar toral sudeste. Cuando Demetrio de los Ríos procedió a reparar esta pila toral, se desató, como el mismo refiere, "una tempestad de contratiempos, desgracias y atronadores escándalos" (La Catedral de León, 1895, t. II, p. 127). Los temores de ruina de este pilar fundamental y con él de toda la fábrica se extendieron por León al grito de " j La catedral se hunde!" y sus ecos llegaron rápidamente a oídos del Ministro de Fomento. Demetrio de los Ríos aplicó poderosos cinchos a la pila para impedir cualquier movimiento y al mismo tiempo repuso las piedras de su tambor "para colocar en sus hondas cajas otras de mayor tizón y resistencia" y la comisión que inspeccionó las obras de restauración juzgó éstas como acertadas. Los apoyos restaurados no fueron únicamente los torales, sino que en el proyecto de 1885 se incluyó también la restauración de otros importantes pilares; entre las pilas secundarias, además de las ya mencionadas del brazo sur del crucero, las más debilitadas estaban localizadas en puntos concretos del resto del edificio, es decir, en el brazo norte del crucero, presbiterio, ábside y nave central, como la pila nordeste del brazo norte del crucero, también desplomada, la ya mencionada primera pila del presbiterio en su lado sur, arruinada en 1743, y la última del presbiterio por su costado septentrional o primera del ábside; ambas pilas requirieron restauraciones parciales de consideración; varios de los pilares de la nave central y laterales fueron también repasados en su totalidad pétrea; 229 Hauser y Menet. Nave mayor de la Catedral de León después de su restauración y antes de la reparación de las vidrieras (1887 ca). [Cortesía de Ignacio González-Varas}. Hauser y Menet. Crucero de la Catedral de León en el momento de la restauración (1887 ca). [Cortesía de Ignacio González-Varas]. la pila que flanqueaba por el lado norte el hastial occidental se encontraba prácticamente descompuesta: "no parece sino fabricada con barro sin cocer, pues sus rojos sillares higrométricos en extremo y que se deshacen con facilidad, carecen de la necesaria resistencia". Los sillares de uno de los pilares de la nave lateral meridional requerían "la restauración desde el pavimento de la iglesia hasta por encima del paso abierto en esta clase de piedras" y los pilares de la girola habían sido mutilados en sus basas al colocar las verjas que cierran las capillas absidiales de la catedral. Demetrio de los Ríos reconstruyó hasta quince de estas basas según el diseño tipo que elaboró para las mismas. Los profundos deterioros de los pilares del ábside fueron detenidamente reproducidos por Demetrio de los Ríos al detallar el estado de cada una de estas seis pilas del ábside; el triste espectáculo que ofrecía la tremenda mutilación de estos pilares fue descubierto por Demetrio de los Ríos al apartar el retablo mayor que había sido clavado en estas pilas en el siglo XVIII por Tomé Gavilán, retablista y arquitecto que recibió toda la repulsa y dureza del verbo crítico de Ríos, como el prototipo del estigmatizado "maestro barroco", receptáculo de todo el rigor de la censura crítica del siglo XIX (ibídem, 1895, t. II, pp. 64-65): "el célebre Tomé Gavilán, consecuente con su apellido, clavó las uñas en las cuatro pilas del ábside, destrozando mostruosamente sus columnas y tambores, con la misma cruel saña con que el ave aludida las hubiese hincado en la más inocente presa. Cuando reparamos su armatoste, aquello era espantoso teatro de carnicería, más atroz que la de un campo de batalla; y como si tanta sarracina no bastase, subiose el gavilán por las pilas, clavándoles barrotes con que asegurar su aborto, hasta llegar a los Demetrio de los Ríos y Serrano. Despiece de pilares... 230 delgadísimos tabiques que separan las bóvedas, para suspender desde ellos panzudos angelotes en un cielo tan tristemente improvisado"; la restauración de las pilas del ábside completaba la restauración de los elementos de apoyo verticales del interior del edificio. Similares operaciones de restitución de sillares también se realizaron en la totalidad de los muros interiores de la catedral: se restauraron en su totalidad los paramentos de las capillas absidiales, despejando sus muros y recuperando sus disposiciones primitivas. En el proyecto de 1885 se incluyó esta misma operación a lo largo de toda la organización ornamental de las naves laterales, repasándolos en su totalidad por ambos flancos interiores al norte y al sur: se restauraron los banquillos, se repusieron las basas, fustes, capiteles y arcos de toda la línea de arquerías ciegas que flanquean los costados de la catedral por su parte inferior del interior. Con la restauración de los elementos de apoyo interiores se consumaba la reparación y consolidación de todos los elementos "resistentes-activos" del edificio; la amplísima restitución de millares de sillares descompuestos o deteriorados por otros nuevos, recién extraídos de las canteras, fue extendida por Demetrio de los Ríos a toda la inmensa estructura esencial de la catedral; la magnitud del proceso ilustra claramente el ardor con el que defendió el arquitecto la legitimidad de injertar nuevos materiales en el desbaratado organismo constructivo de la catedral. Lo cierto es que tras enderezar y consolidar los pilares y cimentar sólidamente sus fundamentos, la catedral estaba en disposición de soportar la totalidad del peso del sistema de bóvedas de crucería que recorren las naves altas y bajas del edificio. ... de la Catedral de León (1885 ca). Archivo de la Catedral de León. (Foto: Archivo Edilesa/Fernando Fernández]. 231 El subsuelo de la catedral: los cimientos La inquietud de "arqueólogo" de Demetrio de los Ríos y la necesidad de asegurar la estabilidad de los pilares de la catedral fueron circunstancias convergentes para que se llevaran a cabo importantes obras de cimentación en la Catedral de León a partir de 1885. Contenidos en el proyecto de restauración de 1883, fueron aprobados los trabajos de reconstrucción de la pila situada en el sudeste del brazo sur del crucero, inseparables de la restitución de la pila toral del mismo ángulo sudeste del crucero. Esta arriesgada operación requería una sólida fundación de los cimientos en esta parte del edificio para poder asentar con la suficiente garantía de solidez los pesados durmientes, puntales y apoyos de madera, indispensables para proceder a la reedificación de las pilas mencionadas. La calicata verificada por Demetrio de los Ríos ofreció resultados bastante preocupantes: la falta de fundamentos firmes alrededor del pilar toral sudeste le llevó a Ríos a extender las exploraciones de los cimientos por todo el crucero y ambos brazos del mismo. Las conclusiones de estos exámenes de la cimentación fueron expuestas en el proyecto de 1885 junto con los medios necesarios para remediar esta peligrosa debilidad de los cimientos en una zona tan importante para la estabilidad del edificio. La irregularidad de la cimentación vimos cómo fue presentada por Demetrio de los Ríos como una de las causas importantes de la ruina de la Catedral de León; la debilidad de la fundación en algunos puntos estaba contrapuesta a la firmeza de los cimientos en otras zonas; la diferencia de resistencia en unas y otras partes a la presión ejercida por las fábricas superiores fue una causa que, a juicio de Demetrio de los Ríos, produjo graves desequilibrios en la Catedral de León; por ejemplo, los muros laterales del templo estaban sólidamente asentados sobre una consistente fábrica escalonada que ofrecía un apoyo seguro a estos lienzos. Demetrio de los Ríos demostró que, por el contrario, las pilas orientales del crucero y brazo sur estaban precariamente asentadas sobre cepas de muy débil construcción para tan esbeltos pilares. Efectivamente, en el proyecto de restauración de 1885, Demetrio de los Ríos incluyó en la primera hoja de planos una planta de la Catedral de León al nivel del pavimento donde recogía las zanjas que había excavado para verificar el estado de los cimientos en las zonas donde históricamente más se habían dejado sentir las debilidades y desequilibrios de las fábricas. En primer lugar trazó una zanja entre los pilares torales sudeste y sudoeste por la que pudo comprobar alarmado "que no corrían ni existían tales cimientos", lo mismo que entre esa pila sudeste del crucero y la pila toral nordeste, así como entre la primera y la oriental contigua hacia el brazo sur. La falta de cimientos en estas tres direcciones coincidía con la superposición de estas pilas con las antiguas fundaciones que arrancaban de las termas romanas y tenían en la antigua catedral románica su última construcción, antes de levantarse sobre sus restos la actual catedral gótica. Las dos pilas orientales del crucero se asentaron sobre débiles cepas de ladrillo que coincidían en el punto de confluencia del antiguo ábside central de la iglesia románica con los dos laterales, "sin más profundidad ni preparación que las que tenían para la primera iglesia"; en cuanto a la cimentación de las dos pilas orientales del brazo sur del crucero estaban asentadas sobre "ligera fábrica de morrillo" y el más meridional de estos dos pilares encontraba su fundamento sobre un mosaico romano preteneciente a las primitivas termas, localizado a tres metros de profundidad y fuertemente construido sobre una gruesa capa de hormigón, aunque esta solidez dotó de un exceso de confianza a los primitivos constructores del siglo XIII, pues omitieron para esta pila la necesaria zapata escalonada, confiándose el asiento de este pilar a un cimiento aislado. Los otros pilares torales, es decir los dos occidentales del crucero, tenían "cepas de muy buena sillería, en forma de tambor y muy salientes" y lo mismo ocurría con los pilares secundarios al oeste de ambos brazos del crucero. 233 Izquierda: Demetrio de los Ríos y Serrano. Planta del pavimento, zócalos y gradas de la catedral de león. Proyecto de reparación del pavimento, coro, verjas, sepulcros y demás necesario al inmediato uso del templo. León, 10 de enero de 1889. Archivo de la Catedral de León. [Foto: Archivo Edilesa/Norberto}. Demetrio de los Ríos y Serrano. Planta y secciones con los hallazgos de vestigios de las termas romanas localizadas en el pórtico occidental de la Catedral de León (1889 ca). Archivo de la Catedral de León. [Foto: Archivo Edilesa/Norberto}. Pero si algunos cimientos tenían la suficiente consistencia para resistir las enormes presiones a que estaban sometidas las pilas, no ocurría lo mismo con respecto al terreno que formaba el subsuelo de la catedral alrededor de estos cimientos. Los resultados que refería Demetrio de los Ríos como consecuencia de las excavaciones efectuadas desde 1883 a 1885 no dejan de sobrecoger en cuanto al secular uso del templo como producto de la antihigiénica costumbre de enterrar a los difuntos en el interior de las iglesia, función aún más desarrollada en una zona privilegiada en su significado cultual como es el crucero de un templo catedralicio (1885): "el terreno era lo más flojo y falso que se pudiera imaginar, como compuesto de tierras de acarreo y cuerpos humanos en descomposición e interrumpido con construcciones romanas y multitud de sepulturas que unas sobre otras determinaban tres épocas distintas de antiquísimos enterramientos". Esta abigarrada superposición y acumulación de restos humanos e incluso de ofrendas funerarias que se encontraron en el subsuelo de la catedral fue posteriormente ampliada como resultado de nuevas excavaciones ejecutadas desde 1885 a 1889 en que Demetrio de los Ríos presentó el proyecto de pavimentación de la catedral. En ese año volvió a describir el espeluznante amasijo de cadáveres entrelazados y descompuestos bajo pavimento del templo (1889): "el subsuelo de la Iglesia no podía estar peor y más perjudicialmente preparado, pues consistía en su origen, como consiste ahora en una profunda capa de tierra, verdadero humus, procedente de la descomposición de infinitos cadáveres, más propio para abonar prados y huertos que para construir el asiento de una solería". Esta inconsistencia del terreno y la desigualdad de los cimientos entre las distintas pilas motivaron a Demetrio de los Ríos a realizar importantes trabajos de consolidación en toda esta parte del edificio. Los trabajos comprendieron varias operaciones: en primer lugar se orientaron de modo inmedia- 234 to a consolidar y dotar de la cimentación necesaria al pilar toral sudeste que fue el que motivó el examen; acto seguido se procedió a correr estos nuevos cimientos hasta enlazar con los de las pilas más inmediatas a partir de la sudeste en las tres direcciones mencionadas más arriba y fundar la zapata escalonada con amplia base para la pila que carecía de la misma; con estas labores se consolidaban los pilares que carecían de conveniente cimentación. Pero Demetrio de los Ríos, deseoso de asegurar la estabilidad de todas las pilas, amplió la cimentación al resto de los pilares torales, cuyos cimientos fueron corridos y enlazados entre sí como puede verse en el plano, y también se restauraron las zapatas de todas estas pilas, además de solidificarse el terreno suelto existente entre las mismas. Esta compleja actividad de cimentación se centró sobre todo en las pilas torales "por la mayor presión que necesariamente han de resitir y por la mucha restauración que han tenido y aún han de tener" (1885). Con esta poderosa consolidación de los pilares torales en sus fundamentos parecía querer asegurar la resistencia de los mismos para sostener con sobrada solidez no sólo ya la amplia bóveda de crucería que se volteó sobre estas pilas del crucero, sino también lo que, como vimos, fue una de las aspiraciones imaginadas por Ríos para esta zona central de la catedral: la construcción de una torre o flecha que se elevara hacia el cielo. Estas labores de excavaciones y cimentación fueron aprovechadas por Demetrio de los Ríos para satisfacer su inquieta curiosidad de arqueólogo y conocer los sustratos inferiores del templo catedralicio: el rico espectro de construcciones superpuestas y restos acumulados fue recogido por el arquitecto mientras verificaba el estado de los cimientos. Varios de estos planos que muestran la actual catedral sobrepuesta a la antigua iglesia románica y termas romanas son una de las fuentes más importantes para el conocimiento arqueológico de la historia del solar sobre el que se levanta el templo actual. 235 Demetrio de los Ríos y Serrano. Pavimentación del coro. Proyecto de reparación del pavimento, coro, verjas, sepulcros y demás necesario al inmediato uso del templo. León, 10 de enero de 1889. Archivo General de la Administración. C-8064, Lg. 8848. [Foto: Archivo General de la Administración El sistema de desagües, una necesidad funcional en el edificio gótico Demetrio de los Ríos y Serrano. Estudio del sistema de salida de aguas... 236 "La salida de las aguas, necesidad muy bien estudiada por los constructores de la catedral, no se cuidó en todos los tiempos sistemáticamente, abandonándose por algunos momentos o reparándose las limas o caños sin toda la escrupulosidad indispensable" (1881). Con estas palabras daba paso Demetrio de los Ríos a la restauración de todo el sistema de desagües de la Catedral de León a partir del año 1881; la conveniente circulación y expulsión correcta de las aguas pluviales es una necesidad importante para la conservación de los edificios góticos debido a la práctica total canalización de los elementos constructivos en sus diversos niveles o alturas. Esta necesidad se acentúa en el caso concreto de la Catedral de León, puesto que la acumulación de aguas por su falta de salida o el escurrimiento de las mismas a lo largo de los muros contribuye poderosamente al deterioro y descomposición de la ya de por sí blanda y deleznable piedra de la catedral leonesa; en la planta del proyecto de restauración del presbiterio del año 1881, Demetrio de los Ríos incluyó la reposición "casi en su totalidad" de las limas o canales de aguas alrededor del presbiterio, ábside y brazo septentrional del crucero a la altura del triforio. Consecuente con este pensamiento, Demetrio de los Ríos extendía estas li mas de aguas a los contrafuertes exteriores y torres de contención. Para unas y otras se empleó piedra marmórea de la Pola de Gordón, piedra poco porosa y bastante dura, muy adecuada para estas funciones. En la altura del cuerpo superior se realizó la misma operación de canalización y, para transmitir las aguas hacia el exterior, Demetrio de los Ríos relabró en todos los arbotantes el canal de conducción del agua por su línea superior. En las capillas absidiales fue reformado el sistema primitivo de desagües una vez demos- trada por Ríos su "viciosa disposición": para verter las aguas tenían las cubiertas de estas capillas canecillos de muy escaso avance en su coronamiento, situadas en el eje mismo de las ventanas. El resultado del constante derrame de las aguas por este punto provocó la rápida destrucción de los maineles y tracería de las ventanas y el deterioro de las vidrieras de estos ventanales; para evitar estos inconvenientes, Ríos colocó los canecillos en el ángulo entre las ventanas y los contrafuertes mayores; por último, para facilitar el desagüe en estas capillas, se instalaron asimismo las limas o canales a esta altura de sus cubiertas, incluidos estos trabajos en el proyecto de 1885. La restauración del sistema de desagües estimuló además la realización de toda una serie de trabajos escultóricos para dotar a la catedral de figuras de gárgolas con imágenes de monstruos y seres fantásticos, elementos igualmente característicos del mundo gótico. Numerosos vaciados de estas esculturas se presentan en esta exposición y su contemplación nos lleva claramente al mundo figurativo desarrollado por Eugéne Viollet-le-Duc en su Diccionario y plasmado en las esculturas de Notre-Dame de donde proceden la mayoría de estas esculturas. La revisión total del sistema de desagües de la catedral fueron una serie de trabajos enmarcados en la línea de la restauración conservativa del edificio, rehabilitando una función primaria e indispensable para la conservación de la catedral. Este carácter preventivo y preservativo asociado a este tipo de trabajos fue de hecho continuado por Juan Bautista Lázaro, uno de los arquitectos que más pugnó por asentar el criterio de conservación como prioritario de las intervenciones: Lázaro completó la rectificación del sistema de desagües con un proyecto especial de canalización de las aguas pluviales. ...en la Catedral de León (1887 ca). Archivo de la Catedral de León. [Foto: Archivo Edilesa/Fernando Fernández]. 237 Restauración de la galería del triforio La galería del triforio fue otra de las estructuras que recibió una total restauración. Juan de Madrazo había definido con gran claridad y precisión la naturaleza funcional del triforio de la catedral, "galería de servicio practicada en el muro"; la reconstrucción del triforio en el brazo meridional había terminado en junio de 1878. Demetrio de los Ríos emprendió la restauración de esta galería que recorre la Catedral de León por todo su perímetro a partir de 1881, con el comienzo de la restauración del triforio correspondiente al presbiterio y ábside de la catedral. El triforio era considerado por Ríos como "una de las partes más importantes y que más individualizan la fisonomía de este templo" (Reseña, 1880) pues, efectivamente, una de las notas más singulares de la Catedral de León es este triforio, horadado por sus dos paños y exornado con vidrieras, que aumenta espectacularmente la diafanidad interior y los sorprendentes efectos de luz coloreada, filtrada a través de sus vidrios. Sin embargo, los problemas seculares de estabilidad de la catedral habían conducido a tapiar y macizar en algunos puntos esta galería que, sumado al tejado a una vertiente que cubría las naves laterales y tapaba el paño exterior del triforio, producía el triste resultado de permanecer "perpetuamente a oscuras y sin sus bellas vidrieras" (ibídem, 1880). La restauración del triforio comenzó recorriendo esta galería a lo largo del presbiterio y parte oriental del brazo norte del crucero; los arcos de descarga situados bajo el lienzo interior del triforio fueron desmontados y vueltos a colocar, debido a las deformaciones de los mismos como consecuencia del movimiento de los pilares. En el triforio propiamente dicho, la renovación de sus elementos fue prácticaDemetrio de los Ríos y Serrano. Alzado y planta de la pila toral nordeste y parte del triforio. Proyecto de restauraciones parciales para abrir el templo al culto. León, 2 de mayo de 1885. Archivo General de la Administración, C-8063, Lg. 8847. [Foto: Archivo General de la Administración]. 238 mente total: se repuso el zócalo del lienzo exterior y sillares de la arcatura, y, en la parte superior, se realizó la misma operación con las tapas del triforio, que al mismo tiempo forman el escamado de las ventanas superiores, partes éstas que, por su exposición a la intemperie y la mala calidad de la piedra, se encontraban muy deterioradas. La reparación más problemática en relación con el triforio tuvo lugar con la eliminación del antepecho barroco que recorría la galería por la parte interior de su perímetro. Aquí no se trataba ya sólo de reponer sillares, sino de eliminar un elemento original de la catedral: en la censura de este antepecho Ríos desarrolla todo el rigor de su crítica (1881): "ingerido inopinadamente un antepecho en toda esta parte de la Iglesia... este inoportuno agregado de pésima imitación gótica, verificado en época de mal gusto, e hijo de un miedo pueril e injustificado, no sólo interrumpió las líneas de dicho triforio, arrancándole su belleza, sino que en su acometimiento con las basas las mutiló rudamente, razón por la cual se hace ahora indispensable la reposición de todas ellas". La concepción purista del espacio interior gótico impuso la eliminación de este antepecho; las basas de los maineles y columnas del triforio se repusieron en su totalidad. Realizada la restauración del triforio en el presbiterio y ábside de la catedral, a partir del año 1883 se extendió a lo largo de la nave central: se eliminó el "antepecho extraño que tanto afeaba este bello cuerpo del monumento" y se restituyeron las basas rotas por otras nuevas, se repuso la hilada de limas y la de su escamado en el zócalo del lienzo exterior del triforio, se reemplazaron las piezas descompuestas de la arcatura exterior, tanto en sus dovelas, como en sus fustes y capiteles, y, en la parte superior, se colocaron de nuevo todas las tapas del triforio y sobre ellas se asentó la hilada de escamados para apoyo de las ventanas altas. Todas estas operaciones se verificaron a lo largo de los costados norte y sur de la nave central y por la parte occidental del brazo norte del crucero, para enlazar así con las zonas restauradas a partir del proyecto de 1881; la reconstrucción del triforio en el brazo sur del crucero y la restauración interior dejaba igualada esta galería en todo el perímetro del edificio con una disposición uniforme y armónica para toda la catedral. Sin embargo, aún persistía en 1885 un tramo arruinado del triforio: en el ángulo del crucero marcado por la pila toral nordeste, el triforio, lo mismo que el pilar fundamental, estaban totalmente descompuestos. Estos desperfectos fueron producidos como consecuencia del "desplome, cercha y total desquiciamiento" del pilar toral nordeste, a su vez ocasionados por los empujes laterales de la la Limona, que, como vimos más arriba, se había comenzado a restaurar cuatro años atrás; todas estas concausas afectaron gravemente a la arcatura interior del triforio que, como decía Demetrio de los Ríos, "es preciso construir de nuevo, por no haber quedado una piedra sana en tal desquiciamiento, no producto de un instante, sino obra de todos los siglos" (1885). En el proyecto del año 1885 se terminaba definitivamente la restauración del triforio con la labra de antepechos calados neogóticos para las galerías situadas en la zona inferior de los grandes rosetones de los hastiales septentrional y meridional. Demetrio de los Ríos englobaba en este proyecto estos antepechos debido a que Juan de Madrazo no había incluido esta disposición en el proyecto de reconstrucción del hastial del sur pese a que, como decía Ríos, "el Sr. Don Juan de Madrazo nos legara modelo que seguir fielmente en el bello antepecho que comenzara a construir para la coronación del brazo Sur del Crucero"; este fue el tipo seguido por Demetrio de los Ríos para la construcción del antepecho en la parte interior de los dos hastiales, coronando el triforio, en sustitución del barroco; con estos antepechos terminaba Demetrio de los Ríos la restauración integral del triforio de la catedral donde quedó patente la ansiada búsqueda de la unidad de estilo para el interior del edificio; la reposición de vidrieras por Juan Bautista Lázaro en esta zona del triforio completó y cerró la restauración en este nivel. 239 Demetrio de los Ríos y Serrano. Alzado de un tramo del presbiterio. Proyecto de obras parciales de restauración para el presbiterio en la zona de la nave alta. León, 29 de octubre de 1881. Archivo General de la Administración. C-8062, Lg. 8846. {Foto: Archivo General de la Administración}. Incorporación de elementos neogóticos en la parte inferior del edificio: restauración de las naves laterales y capillas absidiales Hauser y Menet. Ábside de la Catedral de León sin vidrieras y con la refección de la cantería (1887 ca). {Cedida por el Instituto Leonés de Cultura]. El plan general de restauración, como hemos referido anteriormente, seguía una lógica que estaba presidida por la primacía de la consolidación de elementos importantes para la estabilidad del edificio desde el exterior hacia el interior, en la supeditación del equilibrio de las fábricas al sistema constructivo gobernado por las bóvedas de crucería. En un orden similar, la restauración de los paramentos y ventanales exteriores de la catedral se realizó desde las zonas inferiores hacia las superiores. En el presupuesto de restauraciones parciales del año 1880 se comenzó la restauración integral de la parte baja del edificio en ambos costados, trabajos que se extendieron en los siguientes años a las zonas comprendidas por las naves laterales y las capillas absidiales que se abren en torno a la girola de la catedral. Contenido en el presupuesto formado por Demetrio de los Ríos en 1880, se aprobó el modelo de cornisa baja para todo el perímetro del edificio; en el proyecto de 1883 se reanudó la restauración de esta zona del edificio: en las naves laterales se restauraron dos ventanas en el costado septentrional, las que forman ángulo en el brazo del crucero, y tres correspondientes al costado meridional. Para ofrecer un modelo completo de la forma que habrían de adoptar por su lienzo exterior estos tramos de ventanas de las naves de la Catedral de León después de la restauración, Demetrio de los Ríos trazó un alzado tipo de un paño de ventanas entre dos contrafuertes; la continuidad de estos ventanales de las naves bajas a lo largo del perímetro de la catedral recorría disposiciones análogas, adaptadas a su peculiar situación, en la zona de las capillas absidiales abiertas en la parte oriental de la catedral: las cinco capillas hexagonales y las dos cuadrangulares se restauraron en su totalidad, tanto por sus lienzos interiores como exteriores. La restauración interior fue considerable; las arquerías ciegas del interior se renovaron totalmente con toda su decoración, pues, según refiere Ríos, toda esta parte fue destruida para colocar tres altares adosados en cada capilla en sus tres muros principales: "han de reponerse el zócalo, los fustes, los capiteles, la arcatura, las enjutas, la imposta y cuanto fue mutilado por el expresado concepto" (1883); la tracería de las ventanas debía reconstruirse de nuevo por completo, "a causa de hallarse en inminente ruina, reponiéndose algunas dovelas de sus arcos formeros, pues no pocas se desprenderían a no sacarlas preventivamente"; la reedificación de la tracería de las ventanas afectó a todos sus elementos, es decir, maineles, arcos apuntados y rosetas superiores. La restauración del exterior de las capillas absidiales era una aplicación y conciliación de los motivos de las ventanas de las naves laterales a esta zona del ábside; la renovación del lienzo exterior también fue total; algunos elementos se restauraron con la reposición de sus sillares deteriorados, como era el caso de los escamados, maineles y tracería, formeros, contrafuertes principales y secundarios, apilastrados de los ángulos, enjutas y archivoltas, "por hallarse todo esto en muy mal estado o absolutamente ruinoso". Pero más discutible fue la eliminación de algunos elementos para ser sustituidos por otros neogóticos en armonía con el carácter del edificio, como se había realizado en las naves laterales: "obra en su origen de las postrimerías del arte ogival, están tan desfigurados por la restauración de antiartísticos canteros que aunque se pretendiera reponer los elementos nuevos por la traza de los antiguos, lo que en manera alguna conviene a causa de su decadencia y mal gusto, no es posible por impedirlo las reparaciones indicadas". Para proponer la sustitución de todos estos importantes elementos para la fisonomía exterior de la catedral, Demetrio de los Ríos se escudó en la aprobación de los mismos, aplicados a otras zonas del edificio, en presupuestos y proyectos anteriores; de hecho, este proyecto del año 1883 fue aprobado en su totalidad de tal manera que tanto las naves laterales como las capillas absidiales se vieron enriquecidas con estos elementos tan característi- 240 cos de la arquitectura gótica que incorporó Demetrio de los Ríos a la Catedral de León: se sustituyó la cornisa, se dotaron de gabletes a los arcos, se derribó y se volvió a levantar el antepecho y se coronó todo este diseño con pináculos, de planta cuadrada o de sección pentagonal, según su colocación. El entendimiento de la Catedral de León como un edificio esencialmente gótico no pudo prescindir de estos elementos tan definitorios y característicos de la arquitectura del siglo XIII. Estos rasgos clave tuvieron su continuidad en la zona de las ventanas altas del edificio para de este modo conseguir la total "uniformidad" estilística de la Catedral de León. La continuación del modelo arqueológico en la zona de las ventanas altas: el "repertorio neogótico", gabletes, cornisa, antepechos y pináculos Del mismo modo a como se procedió para la restauración de las ventanas bajas de la catedral, todas las ventanas superiores fueron sometidas a una total renovación exterior, con la incorporación de esos estilemas definitorios de la arquitectura gótica. Pero previamente a pasar a los muros exteriores, fue íntegramente restaurada, renovada o restituida la sutil tracería de todos estos amplios ventanales que cobijan la inmensa superficie de vidrieras de la Catedral de León por su interior. Esta considerable labor fue realizada paralelamente a la presentación de los proyectos que se aplicaron a las distintas zonas del edificio hasta abarcar la totalidad de su estructura pétrea. Con la presentación del proyecto de restauración del presbiterio en 1881, aplicado a la zona de la nave alta, las ventanas superiores constituyeron una parte importante de los trabajos: las ventanas altas debían restaurarse "radical y sistemáticamente" en toda su extensión ya que los maineles y la tracería de los arcos habían sido ejecutados en "piedra franca, sumamente desigual y harto deleznable", lo que, unido a las "malas restauraciones con piedra de Boñar", precisaban en su delicada labra la total recuperación con piedra de Ontoria, mediante la unión de las piezas con plomo, previa adherencia de sus juntas con "tochos o pitones arponados de bronces de cañón" (1881). Al igual que en la galería del triforio, la restauración de las ventanas altas se extendió por la superficie de la nave central después de la aprobación del proyecto de restauración del año 1883: cuatro ventanas en el costado norte y tres en el meridional de esta nave mayor eran las que se encontraban en peor estado; la renovación de sus maineles y tracería se realizó en las mismas condiciones que se establecieron en el proyecto anterior. En el proyecto de 1883 no se incluyeron las cuatro ventanas altas correspondientes a los dos primeros tramos de la nave; estas ventanas no se renovaron, al igual que se había hecho ya con las veintisiete restantes, puesto que dependían de la reedificación del hastial occidental, por lo que debieron esperar hasta la terminación de esta fachada principal, consumada bajo la dirección de Juan Bautista Lázaro. Una vez restaurada la tracería desde el interior, se exornó exteriormente todo el perímetro superior del edificio. Demetrio de los Ríos, preocupado por dotar de uniformidad y armonía a todo el cercamiento mural y de ventanajes, proyectó en 1885 la total renovación del contorno de la Catedral de León en el cuerpo superior de las grandes ventanas. Cuando Ríos presentó en 1882 los planos trazados por Madrazo para el proyecto de reconstrucción del brazo sur del crucero ya hablaba de cómo "en todo este perímetro reina y se sostiene con perfecta unidad la misma composición"; el alzado de las dos ventanas superiores de la parte oriental de este brazo sur del crucero diseñado por Juan de Madrazo se convirtió, como ya vimos, en el modelo para la total rectificación de la "exterior fisonomía estético-arqueológica del Templo". Los mismos elementos que integraban el trazado de Madrazo fueron extendidos por Ríos a la nave central y ábside de la catedral: gabletes, rosetas en las enjutas, cornisa, antepecho y pináculos forman parte destacada del repertorio neogótico incorporado a la Catedral de León por Demetrio de los Ríos. En todo 241 Demetrio de los Ríos y Serrano. Alzado de un paño exterior de ventana alta. Proyecto de restauraciones parciales para abrir el templo al culto. León, 2 de mayo de 1885. Archivo General de la Administración. C-8063, Lg. 8847. [Foto: Archivo General de la Administración]. Demetrio de los Ríos y Serrano. Restauración de la parte superior del templo... este cuerpo superior del edificio Ríos entró en irreconciliable conflicto con la restauración atribuida por el arquitecto a Baltasar Gutiérrez y fechada a comienzos del siglo XVII; estos trabajos, a juicio de Ríos "muy mal entendidos", transformaron la parte superior de la catedral para adaptarla a la moda barroca. Demetrio de los Ríos se encargó de devolver la catedral a su supuesta "primigenia y característica fisonomía" con la demolición crítica de los elementos barrocos, hasta la supresión total de sus vestigios, para reconstruirlos en estilo gótico del siglo XIII: cada uno de los elementos neogóticos incorporados por Demetrio de los Ríos fue definido y justificado por oposición a las formas barrocas en una pugna dialéctica de carácter histórico-constructivo. Uno de los elementos que con más empeño se esforzó Demetrio de los Ríos en extender sobre todos los arcos de la catedral fueron los gabletes; esta aspiración fue parcialmente cumplida con la exornación de todas las ventanas de las naves altas y bajas de la catedral con gabletes de nueva factura; sin embargo, existe constancia de la intención de Demetrio de los Ríos de levantar gabletes de gran envergadura sobre los arcos de las portadas de la catedral, como puede verse en los dibujos trazados por el arquitecto de esta zona y conservados en el Archivo de la Catedral de León; la construcción de estos vistosos elementos en zonas tan destacadas del edificio hubiera alterado aún más notablemente la fisonomía de la Catedral de León. En la planificación global de los trabajos de restauración que realizó Demetrio de los Ríos pocas semanas después de acceder a la dirección de los trabajos, criticaba duramente la restauración ejecutada por Matías Laviña en el brazo sur del crucero: uno de los puntos que más censuraba a Laviña era no haber repuesto los gabletes al reconstruir las portadas de la fachada meridional. Demetrio de los Ríos afirmaba la existencia primitiva de estos gabletes sobre los se había construido la terraza, "inoportunamente echada". Según Demetrio de los Ríos, Matías Laviña desaprovechó la inmejorable ocasión que le brindaba la necesidad de reconstruir totalmente esta fachada para restituir estos gable- 242 tes sobre los arcos de las portadas (Reseña, 1880): "a grandes voces le decían que en vez de la terraza originariamente habían existido verdaderas cubiertas o gabletes que agrupaban muy bellamente y decoraban con no menos expresión estética favoreciendo muchísimo las cargas de las bóvedas, evitando enjutas ociosas y pesadas al haz exterior, proporcionando más desahogada vista al triforio y contribuyendo, en fin, al carácter general y predominante de este género de Arquitectura". Demetrio de los Ríos proponía incluso la realización de un proyecto especial con el levantamiento de planos en donde se comparasen las disposiciones antiguas con las reconstruidas por Laviña y se propusiera en consecuencia la restituición de estos gabletes sobre las portadas; según Ríos, estos trabajos no fueron emprendidos por Juan de Madrazo debido a la perentoria necesidad de destruir "el desquiciado e impotente triforio del Sr. Laviña", por lo que "se atuvo a lo meramente tectónico". En este misma Reseña de las obras que debían ejecutarse, Demetrio de los Ríos, al ocuparse de la fachada principal de la catedral, advertía de nuevo la intención de reponer los gabletes sobre las portadas occidentales tras haber detectado indicios vehementes de estos gabletes en dos reconocimientos (1880): "Al llegar a ella (a la portada), se reestablecerían sus gabletes no sólo vistos por el que suscribe al exterior, sino descubiertos totalmente por medio de dos reconocimientos. El primero demostró la decoración del muro, donde finalizarían dichas cubiertas, y el segundo puso a la vista estos últimos, una y otra cosa tapadas por la inoportuna terraza que tanto gravita materialmente sobre la aérea estructura de esta especie de pórtico, como pesadísima es, estéticamente considerada, produciendo enjutas ociosas y enormísimas y arrebatando al conjunto todo su pronunciada y bella ligereza, toda su armónica y rica ornamentación, y, en fin, todo su carácter esencial y constitutivo". Estos gabletes de las portadas no se realizaron finalmente, como ocurriría también con otras propuestas de "completamiento neogótico" imaginadas por Demetrio de los Ríos; no obstante, desde el primer momento quedó 243 ... Proyecto de restauraciones parciales para abrir el templo al culto. León, 2 de mayo de 1885. Archivo General de la Administración. C-8063, Lg. 8847 [Foto: Archivo Edilesa/Fernando Fernández]. Demetrio de los Ríos y Serrano. Alzado de un paño exterior entre dos contrafuertes de la nave lateral, del exterior e interior de una capilla absidial y pináculos inferiores. Proyecto de restauraciones parciales en la nave central y laterales, en el interior y exterior de las capillas absidiales y en otras partes del templo. León, 10 de mayo de 1883. Archivo General de la Administración. C-8063, Lg. 8847. [Foto: Archivo Edilesa/Fernando Fernández]. afirmado por Ríos el convencimiento de que "la cuestión de los gabletes es capital en orden al carácter exterior del Templo". El deseo de Demetrio de los Ríos se vio parcialmente cumplido en las ventanas de las naves bajas y, como veremos a continuación, aún más vistosamente en las ventanas superiores correspondientes a la nave central, presbiterio y ábside. La reintegración de la Catedral de León a su primitivo esplendor tuvo en los gabletes un elemento sumamente característico. La efusión con que Demetrio de los Ríos defendía su presencia en la ventanas altas del brazo sur que debían reconstruirse a partir de 1882, anticipaba su extensión a todo este tipo de ventanales que circundan la catedral. Los argumentos esgrimidos por Ríos explicaban la razón de ser de este elemento en el sistema constructivo-decorativo gótico. Pese a ser un elemento fundamentalmente ornamental, Demetrio de los Ríos no dejó también de presentar los gabletes como el resultado de una necesidad funcional, al menos en su origen: objeto de una necesidad real, eran la manifestación de la existencia de una cubierta, "expresión de oficio análogo en la estructura de la construcción"; también tenían un cierto cometido tectónico, pues al decir de Ríos, "descargan algún tanto los arcos formeros del peso superior, cuya presión dirigen hacia las pilas de sostenimiento". Sin embargo, su razón de ser era fundamentalmente decorativa, si bien dejando claro que no era un miembro ocioso, puesto que había sido la "tradición artística" la que "había convertido en mera apariencia lo que tuvo su origen efectivo"; era la expresión de la "idea predominante" latente en la Catedral de León, como un elemento que "caracteriza el estilo individual de la escuela francesa a que pertenece", en una palabra, el estar presente en el "pensamiento de los primeros constructores", lo que imponía a juicio de Demetrio de los Ríos su restitución en todas las ventanas de la catedral (1882): "Nace el gablete con los arcos apuntados y ogivos, se desenvuelve con los frontones sumamente peraltados, los pináculos y los gallardos chapiteles y contribuye con sus líneas a la idea predominante que preside cuantas curvas y rectas concurren en un punto vertical". A este razonamiento deducido del estilo, Demetrio de los Ríos sumaba las consideraciones estrictamente arqueológicas derivadas del examen concreto de la Catedral de León. Según refería Ríos, Juan de Madrazo descubrió indicios claros de esta disposición original y propia de la catedral en una ventana del extremo oriental del brazo sur del crucero. Ríos atribuía a la mencionada restauración de Baltasar Gutiérrez la desaparición de estos gabletes por los arcos lisos de descarga que pueden verse en los grabados anteriores a la transformación por Demetrio de los Ríos de todo este cuerpo superior de ventanas altas: "sobre los formeros de éstas y de todas las ventanas mayores, no incluyendo las del ábside, existió en lo primitivo de la catedral, hasta la hora de una de sus más perniciosas restauraciones, una serie de bellísimos gabletes que ornaban éstas y hasta los huecos de las puertas"; por último, la aprobación de la reconstrucción del cuerpo superior del brazo sur del crucero conforme al diseño de Juan de Madrazo, i mponía continuar con el mismo trazado el resto de ventanas altas de la nave, "para evitación de repugnantes saltos e inexplicables contradicciones artístico-arqueológicas". En definitiva, estos gabletes, esencialmente decorativos, contribuían al cometido artístico del "enriquecimiento de la total composición de las ventanas". Los mismos criterios fueron adoptados para reponer el resto de elementos neogóticos en este cuerpo superior de ventanales; las mismas ásperas críticas y duros juicios recibió la cornisa que extendió el mismo Baltasar Gutiérrez recorriendo la parte superior de la catedral, cornisa "con formas algún tanto barrocas, totalmente ajenas a aquel lugar" (1885); la alteración de esta cornisa a comienzos del siglo XVII trastocó toda la parte superior de la catedral y afectó muy considerablemente, en opinión de Ríos, a una de las partes más problemáticas del edificio, la 246 armadura de cubierta (1885): "la cornisa se injirió allí en mala hora para trocar enteramente la forma y el oficio de la cubierta... porque en este trueque se le dio el vuelo consecuente con tal extraviado propósito y el peralte propio de un edificio grecorromano". Esta alteración de la cornisa, y con ella de todo el sistema de cubiertas de la catedral, era la causa de la pérdida del perfil de triángulo equilátero que debía corresponder a la armadura de cubierta, en correspondencia tanto con los gabletes de los hastiales como con el sistema de proporciones geométricas de la arquitectura gótica, tal como vimos argumentaba Juan de Madrazo al proyectar la reconstrucción del gablete meridional. La renovación total de la cornisa era imprescindible para la posterior reforma de la cubierta según las premisas mencionadas: la cornisa se debía rebajar una hilada, como de hecho se realizó, con la finalidad de que los tirantes de la armadura asentaran por encima de las sobre-claves de las bóvedas altas; la cornisa, con todo el cuerpo superior del edificio se reconstruyó totalmente, pero la reforma de la cubierta —corolario de los proyectos de restauraciones parciales— no llegó a materializarse; la cornisa reproducía el mismo perfil y decoración empleados para reconstruir la correspondiente al brazo sur, es decir, una media caña rematada inferiormente en junquillo volado con decoraciones de hojas. Desenvolviendo y aplicando el trazado de Juan de Madrazo, Demetrio de los Ríos reprodujo el resto de los elementos que completaban este diseño: la decoración de la enjutas con rosas ciegas para aligerar visualmente el muro, en aplicación del principio universal de que "toda parte pasiva de un muro se perfora o adelgaza siempre" y también se incluyeron en el proyecto de 1885 el antepecho y los pináculos, para la contemplación estética, a pesar de que no aparecían en el presupuesto debido a que Demetrio de los Ríos estimaba que no procedía colocar estos delicados elementos sobre la cornisa hasta que no se terminaran las cubiertas por peligro de mutilarlos en el momento de mover y colocar las maderas de la armadura de cubierta, aunque, ante el aplazamiento de la cubierta, lo cierto es que estos pináculos fueron rápidamente montados. La restauración-reedificación de todo el cuerpo superior de la Catedral de León eliminaba las huellas de la vilipendiada restauración barroca atribuida por Ríos a Baltasar Gutiérrez para afirmar el carácter esencialmente gótico del edificio, como afirmaba el propio Demetrio de los Ríos (1885): "Restaurada toda la parte superior del Templo que tanto lo necesita, porque toda ella se redujo cuando la colocación de la cornisa grecorromana a un mal revestimiento de muy escaso tizón, barriendo todas las esculturas, y trocando en arcos ordinarios de descarga los que antes tenían el relieve de los gabletes; devuelto el Templo a su característica hermosura con restauración más arqueológica y de mayor solidez fundamental". Estas palabras resumen el fondo del pensamiento restaurador de Demetrio de los Ríos: la posibilidad de devolver la catedral a su "característica hermosura" era la afirmación de la búsqueda de la unidad de estilo gótico para el conjunto del edificio; elementos tan peculiares y propios de la arquitectura gótica como los pináculos o gabletes formaban parte esencial del repertorio figurativo gótico; pese a los intentos de explicar con argumentaciones de carácter más o menos funcional la presencia de estos estilemas, lo cierto es que su reposición se debía fundamentalmente a que estos elementos eran parte primordial de la idea que del templo gótico tenía la cultura artística del siglo XIX: las rosetas, la exornación de los arcos con gabletes, la coronación de toda la catedral con apuntados pináculos, la austera pero característica decoración gótica, eran indispensables para recrear la imagen del templo gótico; la restauración de estos rasgos clave de la arquitectura gótica por Demetrio de los Ríos eran las pautas que permitían apoyar la lectura "cerrada" del edificio, con la rápida identificación del estilo a partir de sus elementos más característicos. 247