Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva De la probeta a los genes, la historia de una epopeya científica argentina En un nuevo libro Nora Bär relata la historia de la decodificación, desarrollo y producción industrial de la hormona de crecimiento humana que abarcó más de tres décadas del último siglo y tuvo como protagonistas a dos generaciones de científicos argentinos. Buenos Aires, 06 de agosto de 2014.- Se estima que 1 de cada 5.000 bebés que nacen a diario en el mundo padecen déficit de hormona de crecimiento y sin atención médica a tiempo pueden padecer enanismo hipofisario. Hoy, esta dolencia puede evitarse reemplazando la hormona faltante por una versión idéntica fabricada en el laboratorio. El tratamiento debe administrarse durante la adolescencia de los pacientes y consiste en inyecciones subcutáneas de la hormona biosintética tres veces por semana durante ocho a diez años. Producida en nuestro país la hormona cuesta $2.000 por mes, mientras que la importada tiene un costo de U$S3.000 La periodista científica Nora Bär reúne en “De la Probeta a los genes. Hormona de crecimiento, una epopeya científica argentina” la historia de la decodificación, desarrollo y producción industrial de la hormona de crecimiento humana que hizo posible la existencia de un tratamiento para remediar el déficit de hormona de crecimiento. Además, el libro incluye por primera vez una descripción científica-técnica completa realizada por los doctores en farmacia y bioquímica Juan Dellacha y José Santomé con todos los procesos y estudios químicos realizados por los científicos y colaboradores argentinos que sentaron las bases para que se diera lugar a la posterior investigación en genes. La presentación del libro, realizada en el Polo Científico Tecnológico, estuvo encabezada por el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañaom junto a Bär, Dellacha y Santomé. Durante el encuentro, Barañao indicó: “Este libro conjuga aspectos científicos con componentes puramente emocionales, tenemos la obligación de conservar la historia científica de nuestro país y de homenajear a los héroes de esta epopeya”. “En esos tiempos era común utilizar insulina de origen animal para tratar la diabetes en personas. Inspirados en esto, surgió la idea de estudiar la hormona de crecimiento bovina para tratar la deficiencia de la misma en chicos. Dellacha ideó un método para obtener dicha hormona a partir de hipófisis bovina pero no eran activas en humanos” explica Santomé sobre los inicios en la investigación. Para aclarar por qué esa proteína no actuaba en seres humanos y estudiar la posibilidad de modificar su estructura de manera que sí lo hiciera, Dellacha, Santomé y el farmacéutico Alejandro Paladini conformaron un equipo de trabajo. El desafío consistía en descifrar la estructura primaria de la hormona de crecimiento bovina. Luego de siete años de arduo trabajo, los investigadores argentinos fueron los primeros en publicar los resultados completos, un hito de relevancia mundial si se considera que hasta ese momento sólo se había podido secuenciar pocas proteínas. Tiempo después se daría lugar a la idea de obtener la hormona de crecimiento a partir de hipófisis humanas, y así Dellacha fue quien organizó la recolección de las mismas. Los investigadores seleccionaron un método para extraer la hormona de la glándula que les permitió producir una proteína apta para tratamientos clínicos. De esta manera, 70 chicos marginados recibieron tratamiento, que a diferencia de los casos tratados en EE.UU y Gran Bretaña, no registraron inconvenientes. Más tarde, la iniciativa la tomaron muchos de los que fueron alumnos de Paladini, Dellacha y Santotomé quienes comenzaron a insertar genes humanos en bacterias, clonaron y desarrollaron animales transgénicos capaces de producir en sus células la hormona humana, dominando una tecnología que manejan solo un puñado de países. “Todo nuestro trabajo inicial sirvió para llegar a concretar la purificación del producto por ingeniería genética. Nos llena de orgullo poder dejar por escrito el ciclo completo de la hormona de crecimiento y dejar testimonio de un acontecimiento científico único en el mundo que se desarrolló en nuestro país” asegura Dellacha. “A la distancia, resulta fascinante comprobar cómo el azar y la necesidad fueron encadenando las diferentes etapas que llevaron desde el interés por desentrañar la estructura íntima de una proteína, con los medios precarios con que contaba la bioquímica de la época de las probetas, hasta su producción mediante la manipulación del genoma de animales superiores”, señala la autora en el libro. La historia de este desarrollo científico abarcó más de tres décadas del último siglo y en ella fueron protagonistas dos generaciones de científicos argentinos. Entre ellos se destacan: además de Santomé, Dellacha y Paladini, el doctor en química y actual ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao; las doctoras en farmacia y bioquímica, Carlota Wolfenstein y Mirtha Biscoglio; el doctor veterinario, Daniel Salomone y el director ejecutivo de Biosidus S.A., Marcelo Criscuolo. En muchas ocasiones los científicos argentinos debieron trabajar con menor cantidad de recursos o equipamiento casero que sus colegas del hemisferio norte. Sin embargo, esta circunstancia no les impidió el desarrollo de grandes hitos científicos que pasaron a formar parte la historia de la ciencia mundial. El nuevo libro de Nora Bär fue presentado en el café del Polo Científico Tecnológico junto al ministro Barañao y los investigadores Dellacha y Santomé. Su trabajo deja constancia sobre cómo el desarrollo de tecnologías de la salud no solo permiten mejorar la calidad de vida de las personas sino también crear puestos de trabajo y ubicar a nuestro país en un lugar importante dentro del mercado internacional. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva fue creado en diciembre de 2007 y es uno de los pocos en Latinoamérica que contempla la innovación productiva asociada a la ciencia y la tecnología. Su misión es orientar estos tres elementos hacia un nuevo modelo productivo que genere mayor inclusión social y una mejor calidad de vida para los argentinos. Sus acciones se materializan en: Inversión: Para el 2014 el presupuesto destinado al sector científico- tecnológico asciende a más de 4,9 mil millones de pesos. Estímulo: Ya regresaron 1.095 científicos argentinos que se suman a los que hoy hacen ciencia en nuestro país. Capacitación: La formación de recursos humanos responde a las demandas de conocimiento que requiere una nueva matriz tecnoproductiva. Gestión: Organismos e instituciones de ciencia y tecnología forman un conjunto articulado, logrando un sistema más eficaz. Producción: Se impulsa la innovación de base tecnológica y la incorporación de la ciencia en la cultura productiva de las empresas argentinas. Integración: La transferencia de conocimiento ayuda a establecer un desarrollo equilibrado en todo el territorio nacional. Divulgación: Se promueve el quehacer científico tecnológico para acercar a la población el valor del conocimiento. Para más información de prensa comuníquese con: Verónica Morón - Vocera Eleonora Lanfranco - Jefa de prensa Andrés Grippo Hernán Bongioanni María Pilar González Sofía Casterán Laura Villegas Clarisa Del Río