Centro de Estudios Internacionales y de Educación para la Globalización (CEIEG) Universidad del CEMA Documento de Trabajo Nº 1 Julio de 2004 http://www.cema.edu.ar/ceieg LA POLÍTICA EXTERIOR ARGENTINA HACIA LOS VECINOS DURANTE LOS ´90 Por Miryam Colacrai Magíster y Licenciada en Relaciones Internacionales, Investigadora y Profesora del CERIR (Universidad Nacional de Rosario), Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) ABSTRACT This paper examines the political dimension of the bilateral and multilateral relations between Argentina and its more important contiguous neighbors during the 1990s. It explores the qualitative change experienced in these relations, and attempts to explain the process through which old animosities and misunderstandings were overcome. RESUMEN Este trabajo aborda la dimensión política de las relaciones bilaterales y multilaterales de Argentina con sus principales vecinos contiguos durante los años noventa. Explora el cambio cualitativo que éstas experimentaron e intenta explicar la superación de antiguas fracturas y desentendimientos. Advertencia - Disclaimer La serie de Documentos de Trabajo del CEIEG se publica a los efectos de adelantar estudios e investigaciones de la incumbencia de nuestro Centro. Todos los trabajos están firmados y expresan los puntos de vista individuales de sus autores, sin reflejar necesariamente las opiniones de la Universidad del CEMA, del mismo CEIEG ni de otras instituciones a las que dichos autores estén vinculados. La UCEMA no asume responsabilidad alguna por el contenido de los Documentos, que son de la exclusiva responsabilidad de quienes los firman. 1 La Política Exterior Argentina hacia los vecinos durante los ´90 Por Miryam Colacrai Consideraciones de partida Con el inicio de la década de los noventa, durante la cual se consolidaron los procesos de democratización, las relaciones intrarregionales de América Latina experimentaron también un cambio significativo que venía a superar antiguas fracturas, desentendimientos e inestabilidad. También debe reconocerse que esta nueva etapa es heredera, en alguna medida, de experiencias de acercamiento y concertación política diseñadas desde una activa diplomacia presidencial encarada por los gobiernos democráticos de Argentina, Brasil y Uruguay a partir de la segunda mitad de los ochenta. Los aspectos claves de esa relación estuvieron dados por la coordinación de las respectivas políticas exteriores en el tratamiento de algunos aspectos sensibles de la agenda internacional y regional, como también en el despegue hacia la construcción de una integración regional más dinámica.1 Como signo distintivo, los noventa inauguraron para la subregión una etapa que puede ser connotada en términos de cooperación y paz interdemocrática 2. Ese contexto favoreció el acercamiento y se ubicó como un factor esencial a la hora de conducir negociaciones bilaterales sobre conflictos territoriales pendientes, cuya superación fue complementada por el establecimiento de medidas de confianza mutua. También facilitó el desarrollo de iniciativas de integración económica y formas diversas y novedosas de cooperación internacional que incluyen la cooperación transgubernamental (por ejemplo, entre agencias gubernamentales, ministerios, entre otros), la vinculación entre actores subnacionales gubernamentales (provincias, regiones, estados) incorporando también sectores específicos de la sociedad civil los que , de esta manera, construyeron canales y redes de comunicación facilitadoras de dichas relaciones. A partir de estas consideraciones generales introductorias, es necesario explicitar algunos criterios ordenadores empleados con el propósito de sistematizar este recorrido sobre las relaciones de Argentina con sus vecinos en la década de los noventa, que apuntará más a la descripción que a la explicación. En primer lugar tendré en cuenta que, dada la complejidad intrínseca que posee la Política Exterior de un estado, para poder abordarla conviene dividirla en tres dimensiones analíticamente separables, a saber a) político-diplomática, b) económico-comercial, c) estratégico-militar 3. En este trabajo, el área de concentración será la dimensión político-diplomática y, tomaré las otras dos en la medida que hayan tenido intervención y resolución desde lo políticodiplomático o correspondan a una temática prácticamente inescindible de alguna de las otras dos. En este sentido convendría aclarar que me refiero fundamentalmente a las cuestiones económicas, en tanto algunas diferencias o disputas generadas en lo comercial -en el ámbito del propio MERCOSURameritaron una negociación y resolución política donde estuvieron comprometidos, en la mayoría de los casos, los respectivos presidentes. Las cuestiones estratégico-militares, quedarán comprendidas en el primer grupo ya 2 que, dadas las características particulares que ellas tuvieron en la región como “componentes de peso” en otras cuestiones, han sido abordadas como parte de la agenda político-diplomática y han logrado resolución dentro de ese marco. El segundo criterio es que tomaré en consideración sobre todo las macrorelaciones4, contemplando algunas micro-relaciones muy relevantes, fundamentalmente en lo que respecta a actores subnacionales y otros agentes transgubernamentales.(por ejemplo, Ministerios , Secretarías, etc.) El tercer criterio sobre el que se sustenta el recorte realizado es que focalizaré la atención en la Política Exterior de la Argentina hacia su área más cercana, siendo el primer círculo de la misma Brasil y Chile con los cuales, además, se da la mayor densidad de relaciones. La selección realizada tiene en cuenta, metodológicamente, algunas de las consideraciones formuladas por Rosenau 5 relativas a los ámbitos en que define el entorno. Así toma en primer lugar a los países “contiguos” y en un segundo círculo los del “espacio regional” (en este caso Latinoamérica). Ello se combinará con los aportes conceptuales de Tulchin 6 , referidos a “densidad de las relaciones”. Estas aclaraciones preliminares, permiten señalar que el acento de este trabajo estará puesto en las relaciones políticas de Argentina con Brasil y Chile , centrando la atención en lo bilateral y complementándolo con las acciones que se hayan dado en el contexto del MERCOSUR y, en menor medida, en otros foros regionales, particularmente Organización de Estados Americanos y Grupo de Río. El nuevo rumbo de la Política Exterior Argentina durante los noventa Producido el cambio de administración en julio de 1989, el presidente Menem fijó como estrategia fundamental de su gobierno mejorar la inserción de la Argentina dentro de un contexto internacional en cambio, estableciendo una fuerte vinculación de los objetivos políticos y económicos internos con las “oportunidades” y constreñimientos provenientes del marco externo. Desde su gobierno se asumió el escenario de un mundo unipolar como eje estructurante de la dimensión estratégico-militar y los presupuestos del consenso de Washington en el diseño de la nueva economía política argentina. La Política Exterior tomó en cuenta estos supuestos y vino a formar parte del proceso de reformas encarado por el nuevo gobierno. Conviene aquí hacer algunas reflexiones que permiten hallar ciertas similitudes y diferencias con referencia a lo acontecido en la región y, particularmente, la situación visualizada en el entorno más próximo o contiguo, tal como lo definiera anteriormente. Puede decirse que la Argentina y, en gran medida también Brasil, diseñaron su agenda política ajustándola, mediante una pragmática adaptación, a la agenda económica. En tanto Chile, debió poner énfasis en su reinserción internacional en la dimensión política ya que, heredaba del gobierno anterior el rediseño de su posicionamiento en la economía globalizada. Las definiciones acerca de la orientación que habría de tener la Política Exterior de la Argentina fueron puestas de manifiesto por el canciller Di Tella al sostener, en noviembre de 1991, que su gobierno había privilegiado cuatro grandes relaciones: con Estados Unidos, con América Latina (haciendo énfasis en los países limítrofes), Europa 3 y Japón7. El rol asignado a la relación con Estados Unidos, significó que ella se constituía en especial y privilegiadísmima en el cuadro de las prioridades argentinas. Con referencia a las relaciones con América Latina, éstas se alejarían de cierta visión “bolivariana” y pasarían a ser construidas en clave más pragmática. A ese respecto, las manifestaciones del Canciller Di Tella habían sido muy claras, en ocasión de un Discurso pronunciado en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) cuando sostuvo “No nos interesa toda la región por igual. Nos interesan enormemente nuestros países vecinos (...) Cuanto más lejos están de nuestra frontera nos interesan menos porque tenemos menos relaciones”8 . Concretamente entre los vínculos más destacados sobresalen, en tanto relaciones preferenciales, las desarrolladas con Brasil y Chile, con quienes se viene a reforzar y profundizar el camino ya trazado por gobiernos antecesores. LAS RELACIONES CON BRASIL Algunas consideraciones generales sobre las particularidades de esta relación Como acertadamente ha señalado el embajador Marcos Castrioto de Azambuja “argentinos y brasileños pasaron de enemigos a rivales, de rivales a aliados, en nuestros días, de aliados a socios, completándose un extraordinario trayecto marcado por la continua relevancia recíproca del relacionamiento bilateral”9. Esta secuencia deja claramente expuesto, que la relación argentino-brasileña ha estado signada por la “densidad” en los vínculos. El lugar que ha ocupado la relación con Brasil en la Política Exterior Argentina ha sido trabajada por Russell y Tokatlián10 quienes parten de cuatro hipótesis, a saber: “a) que la visón argentina del Brasil nunca tuvo elementos propios de una cultura de enemistad (hobbesiana); b) que esa visión fue constituida desde el origen de la nacionalidad argentina y hasta principios de la década de los ochenta en el siglo XX por una cultura de rivalidad (lockeana); c) que a partir de esa década, esta cultura de rivalidad ha incorporado en forma creciente elementos característicos de una cultura de amistad (kantiana); y d) que este cambio cultural es producto de un proceso en el que se destacan tres factores: altas tasas diferenciales de crecimiento entre la Argentina y el Brasil en beneficio de este último país (inviabilidad de las estrategias de restricción del otro mediante el mecanismo de equilibrio de poder), la democratización de ambos países (mayor convergencia transnacional de valores definidos en clave democrática) y la mayor interdependencia económica (mayores intereses comunes). Estos tres factores han favorecido el desarrollo de conductas e intereses que trascienden la cultura de rivalidad así como la emergencia de una incipiente estructura social de amistad en la que se aprecian signos de identificación positiva con el otro y en la que se cumple la regla de la no violencia (las disputas entre los dos países serán resueltas sin guerra o amenaza de guerra). Sin embargo, esta nueva cultura es frágil por dos motivos principales: 1- el grado de internalización de sus normas es bajo, dado que la amistad es más una estrategia interesada para obtener beneficios individuales que una identificación legítima con los intereses y necesidades del otro y 2- que los dos países todavía no conservan la regla de la mutua ayuda (actuar como un equipo si la seguridad de uno de ellos es amenazada por un tercero).” 4 Por su parte, Escudé 11 ha explicado que la Argentina incorporó a Brasil en el esquema da política exterior para equilibrar la relación con la gran potencia. “La política exterior que la administración Menem ha estructurado en forma cuidadosa se fundamenta sobre dos alianzas complementarias que se contraponen mutuamente, imponiéndole límites la una a la otra, a la vez que consolida para la Argentina una situación de relativa seguridad en el ámbito interestatal (ahorrándose los costos económicos y políticos del armamentismo) y una optimización de su inserción comercial y financiera. Estas dos alianzas estratégicas son las que Argentina ha establecido con los Estados Unidos y Brasil A su vez la alianza con Brasil tiene también tres funciones principales: promover una intensa integración económica subregional, esencial para el desarrollo económico argentino; ponerle límites a la alianza con los Estados Unidos, dando una clara señal de que no hemos de tolerar intentos norteamericanos de intervenir en los asuntos brasileños (por ejemplo, con la excusa de defender el sistema ecológico del Amazonas); y contribuir también para disuadir el potencial aventurerismo de algunos sectores militares chilenos”. Los principales signos de acercamiento en áreas diversas. La cuestión nuclear al tope de la agenda positiva Para poder entender la nueva dinámica que cobraron las relaciones argentino-brasileñas en los noventa, es necesario recordar el camino ya emprendido por los presidentes Alfonsín y Sarney a partir de la Declaración de Iguazú, el 30 de noviembre de 1985, donde expresaban la intención de acelerar el proceso de integración bilateral y la cooperación nuclear12. Al percibir un contexto externo que imponía similares restricciones se mostraban decididos a cooperar en la defensa conjunta de sus intereses nacionales en diversos foros internacionales, a la vez que consideraban necesario promover la coordinación y cooperación en sectores claves. Aquel proyecto tenía un fuerte contenido político y estratégico, el cual estaba destinado, como sostiene Vizentini13, a “estimular la creación de una red recíproca de intereses concretos que eliminase las hipótesis de conflicto bilateral”. Así, en 1986 -por iniciativa argentina- se puso en marcha el Programa de Integración y Cooperación Económica (PICE) que traería aparejado un aumento del volumen de intercambio entre ambos en alrededor del 50% en sus etapas iniciales. Este acuerdo bilateral fue reconocido entre los más exitosos de la época en el espacio latinoamericano y, aunque entre 1988 y 1989 evidenció ciertos altibajos, había logrado generar un espacio de convergencias importante. A partir de ese primer impulso, se confluiría más adelante en la firma del Tratado de Asunción (1991) que incorporaba otros estados de la subregión, como Uruguay y Paraguay. También durante la segunda mitad de 1989 se produjeron avances significativos en la relación bilateral, que acercaban a un gobierno ya saliente (el de Sarney , en Brasil ) con la nueva administración argentina, encabezada por el Presidente Menem., quien visitaría Brasil entre el 22 y 24 de agosto. En dicha reunión se llevó a cabo el intercambio de ratificaciones del Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo, que había sido firmado el 29 de noviembre de 1988 (éste fue aprobado luego por Ley Nº 23.695 del 15 de agosto de 1989, y entró en vigencia el 23 de agosto del mismo año) y quedaron constituidas la Comisión de Ejecución del Tratado y la Comisión Parlamentaria Binacional. También se selló en esta fecha la firma de la Declaración Conjunta sobre Cooperación Bilateral en los Usos Pacíficos del Espacio Ultraterrestre, que preveía la 5 creación de un grupo de trabajo conjunto -bajo la responsabilidad de las dos Cancillerías- el cual estaría integrado por representantes de las instituciones técnicas encargadas de dichas actividades en cada país14 . Por su parte, la firma del Anexo al protocolo Nº 17 sobre Cooperación Nuclear posibilitaría el intercambio recíproco de bienes brasileños y argentinos para las centrales de los dos países. Estas medidas adoptadas en áreas de “gran sensibilidad” para los estados, junto a otras relativas a la facilitación del tránsito fronterizo y a la inauguración de Comités de Fronteras, marcaban – como bien señaló Raúl Requena, en una editorial de La Nación – la mutua decisión de dejar atrás las rivalidades geopolíticas del pasado y de cambiar la tradicional concepción de la frontera (vinculada a las hipótesis de conflicto) por una concepción moderna, que define a ésta como "factor de unión entre los pueblos y como pasión cotidiana de constituir sin demoras un destino común"15. Por su parte, la visita de Sarney a la Argentina, en noviembre de 1989, constituyó un gesto complementario de la voluntad integracionista que se venía manifestando. De esa manera, al reunirse el 11 de noviembre de 1989 en Buenos Aires, los presidentes de Brasil, José Sarney, y de Uruguay, Julio María Sanguinetti, con el Presidente Menem, se comprometieron en una declaración conjunta a intensificar "los contactos trilaterales conducentes a la elaboración de proyectos, dando así pasos efectivos en el proceso de integración". Además reiteraron sus recomendaciones para que se "agilice" ese proceso. A ello debe sumarse que Menem y Sarney ratificaron en el documento la invitación para que el Uruguay siga incorporándose progresivamente a los acuerdos argentino-brasileños, conforme a las modalidades y en las condiciones específicas de su asociación Al producirse el cambio de gobierno en Brasil con la llegada de Collor de Mello a la presidencia el 15 de marzo de 1990 16 y acorde con las señales ya dadas por el gobierno de Menem en Argentina, ambas administraciones impondrían una mayor aceleración al proceso integracionista y comenzaría a estructurarse una relación bilateral de tal densidad que, puede ser caracterizada como interdependiente o, si se quiere de “vinculación fusionada” 17 El nuevo impulso impreso a las relaciones argentino-brasileñas y, la decisión de profundizar la tendencia integracionista, concentró la agenda de la visita del Canciller brasileño Francisco Rezek los días 14 y 15 de junio de 1990, quien preparaba la de su presidente para los primeros días de julio18. Esta visita de alto nivel fue seguida unas semanas después por la del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del Brasil, general Jonas de Moraes Correia Neto, quien se entrevistó con el ministro de Defensa Humberto Romero, con los jefes del Estado Mayor de la Armada, Almirante Jorge Ferrer, y de la Fuerza Aérea, Brigadier José Juliá, y con el subjefe del Ejército, General Martín Balza.19 Al producirse los días 5 y 6 de julio la visita presidencial a la Argentina, ambos mandatarios, a través del Acta de Buenos Aires, acordaron el establecimiento de un ambicioso mercado común entre la Argentina y el Brasil, el cual, según se expresaba: "deberá estar definitivamente conformado el 1º de enero de 1995" 20. En ese marco, concertaron un importante número de acciones referidas a cuestiones comerciales, financieras y tecnológicas, todo lo cual permite inferir el creciente perfil comercialista 6 que empieza a cobrar la relación bilateral y cómo ésta es enunciada en clave predominantemente económica. A la par de ello, los respectivos cancilleres Cavallo y Rezek acordaban la realización de una reunión binacional con el fin de coordinar las posiciones de sus países respecto de la Iniciativa para las Américas que había sido lanzada desde Estados Unidos por el presidente George Bush y convinieron también en proponer a Washington un encuentro tripartito para conversar sobre dicha Iniciativa21 Pero, donde la relación entre la Argentina y Brasil mostraría un verdadero giro copernicano es en la cuestión nuclear. Así como 1985 había significado dar el primer paso para la colaboración en un área estratégica y muy sensible –que había sido un símbolo de competencia entre ambos-, en virtud de la Declaración sobre Política Nuclear Común Argentino-Brasileña de Foz de Iguazú, firmada por los Presidentes Carlos Menem y Fernando Collor de Mello el 28 de noviembre de 1990, se decidía constituir un Sistema Común de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares22. En esta nueva etapa, se apuntó a la consolidación de la política de transparencia nuclear con Brasil, con lo cual puede entenderse que se ha arribado a una “política nuclear común”. Esta Declaración deja sentados en sus considerandos dos principios fundamentales alrededor de los cuales se estructura esta nueva política. Por un lado, la decisión de profundizar el proceso de integración en marcha (es decir que a esta coordinación en materia nuclear se la percibe como un elemento esencial y conexo con el proceso integrador), por otro destaca la importancia de la utilización de la energía nuclear con fines exclusivamente pacíficos para el desarrollo científico, económico y social de ambos países. En su parte resolutiva establece: 1) la aprobación del Sistema Común de Contabilidad y Control (SCCC) aplicado a todas las actividades nucleares de ambos países; 2) la puesta en marcha de las siguientes actividades en un plazo de 45 días -a) intercambio de las respectivas listas descriptivas de todas las instalaciones nucleares argentinas y brasileñas; b) intercambio de las declaraciones de los inventarios nucleares existentes en cada país; c) primeras inspecciones recíprocas a los sistemas centralizados de registros; y d) presentación al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) del informe de registros e informes que forma parte del SCCC con el objeto de armonizarlo con los registros e informes que ambos países someterían al organismo de continuidad con los acuerdos de salvaguardias vigentes; 3) el emprendimiento de negociaciones con el OIEA para la celebración de un acuerdo conjunto de salvaguardias que tuviese como base el SCCC; y 4) adoptar, una vez concluido el acuerdo de salvaguardias con el OIEA, las iniciativas conducentes para posibilitar la entrada en vigor pleno del Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina (Tratado de Tlatelolco) respecto de los dos países, incluyendo las gestiones tendientes a la actualización y perfeccionamiento de su texto.23 Este giro en la Política nuclear argentina también fue manejado coordinadamente con otros países latinoamericanos. Como se ha sostenido anteriormente, primero se avanzó con Brasil (el país con mayor desarrollo en esta “issue area” en la región) a fin de adoptar una posición común. Paralelamente, se trabajó con Chile para acordar las modificaciones al Tratado de Tlatelolco. 7 El siguiente paso lo constituyó la firma entre la Argentina y Brasil del Acuerdo para el Uso Exclusivamente Pacífico de la Energía Nuclear , el 18 de julio de 1991. En virtud de éste, también llamado Acuerdo de Guadalajara, se decidió la apertura de las instalaciones nucleares de los firmantes a inspecciones de la otra parte y se creó la Agencia Brasileño- Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC). Esta agencia binacional significaba un acuerdo de salvaguardas entre Brasil y Argentina y la posibilidad de controles recíprocos. Por otro lado, en una segunda instancia se concluyó el Acuerdo de Salvaguardias Omnicomprensivas entre la Argentina, el Brasil, la Agencia Argentino-Brasileña de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares y el Organismo Internacional de Energía Atómica, firmado en Viena por Menem, Collor y el titular de la OIEA Hans Blix el 13 de diciembre de 1991. Este acuerdo, que significó someter a control internacional las instalaciones nucleares existentes en Brasil y Argentina, ha sido ratificado por el congreso argentino el 5 de agosto de 1992. En lo que respecta a armas químicas, el 5 de setiembre de 1991 en Mendoza, los cancilleres de Argentina, Brasil y Chile firmaron la Declaración sobre la Prohibición Completa (uso, producción, adquisición y transferencia) de Armas Químicas y biológicas. A dicha declaración, conocida como “Compromiso de Mendoza”, adhirieron con posterioridad los otros miembros del MERCOSUR: Paraguay y Uruguay, sumándose también Bolivia y Ecuador. En este marco de concertaciones, Argentina, Brasil y Chile, a los cuales se agregó México, promovieron una serie de enmiendas al Tratado del Tlatelolco con el objetivo de actualizarlo y hacerlo efectivo para toda la región. En agosto de 1992 las enmiendas fueron aprobadas y firmadas por los estados partes en México, durante la VIII Sesión Extraordinaria de la Conferencia General del Organismo para la Proscripción de Armas nucleares en América Latina (OPANAL). Una de las enmiendas prevé que la información que den los miembros del Tratado para demostrar el uso pacífico de la energía nuclear “no podrá ser divulgada o comunicada a terceros, total o parcialmente”. La otra se refiere a la necesidad de evitar eventuales filtraciones a través de inspecciones. A partir de ese momento quedaba establecido que sólo el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) tendría la facultad de efectuar inspecciones especiales a pedido consensuado de los signatarios24. Cabe señalar que las enmiendas propuestas fueron aprobadas por aclamación por los Estados-Parte del Tratado el día 26 de agosto de 1992, en México, durante la IV Reunión de Signatarios del Tratado de Tlatelolco. Por su parte, el Congreso argentino ratificó el tratado mediante ley Nº.24.272, promulgada el 7 de diciembre de 1993. Finalmente, en diciembre de 1994, la Argentina, Brasil y Chile ratificaron el Tratado de Tlatelolco, alcanzando plena efectividad en el conjunto de la región un año después. Otras señales positivas en esta área se relacionan con el cambio de posición y la adhesión de Argentina y Brasil, en 1994, al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), aprobado en junio de 1968, en el cual ninguno de los dos países había depositado su firma, alegando que el mismo profundizaba las diferencias y reafirmaba el statu quo de las potencias nucleares. Argentina también fue invitada formalmente, en agosto de 1993, a ser parte del MTCR (Régimen de Control sobre Tecnologías de Misiles), siendo considerado como un claro reconocimiento de los pasos concretos de la contribución argentina en el campo de la no proliferación de armas de destrucción masiva. 8 Realizado un balance de las acciones desarrolladas por esos “socios especiales” en el área de la cooperación nuclear, no cabe duda que es donde se ha evidenciado una compatibilización mayor, la cual ha sido generadora de importantes cambios significativos a nivel regional. El MERCOSUR: ¿una alianza estratégica discursiva o real? Vaivenes, marchas y contramarchas de este proceso. Los sucesos en su “agenda política” Un análisis de las relaciones bilaterales Argentina-Brasil debe incluir necesariamenteaún cuando no sea el “área de concentración” de este trabajo- menciones sobre la evolución del proceso generador del MERCOSUR, su sostenimiento en el tiempo y los diversos problemas y/o crisis por las que éste atravesó. Con ese propósito se desarrollan a continuación algunos de los aspectos señalados, para desembocar finalmente en un análisis más pormenorizado de la dimensión política del proceso de integración regional la cual ha exhibido gran dinamismo y cuyo balance general, puede decirse, que arroja saldos positivos. Breve referencia al surgimiento del MERCOSUR El 6 de julio de 1990 Carlos Menem y Fernando Collor de Mello, los nuevos presidentes electos en Argentina y Brasil, le dieron una nueva dimensión al proceso de cooperación mediante la firma del Acta de Buenos Aires, previendo la creación de un mercado común para el 1º de enero de 1995. En esta instancia, ambos presidentes instruyeron a sus Ministros de Relaciones Exteriores para llevar a cabo una reunión binacional a nivel ministerial y dar así una respuesta conjunta a la estrategia presentada por la administración Bush conocida como Iniciativa para la Américas. A esta reunión, que fue realizada en Brasilia entre el 1º y 2 de agosto de 1990, se sumaron los Ministros de Chile y Uruguay. El resultado más importante de ella es que, además de discutir sobre los avances producidos en los esquemas existentes de integración económica regional, se concluyó que Argentina, Brasil y Uruguay constituirían su propio proceso de integración y a partir de éste, se desarrollarían futuras negociaciones comerciales con Estados Unidos. Con el crecimiento del intercambio comercial y la identificación de las políticas de liberalización, el 26 de marzo de 1991 se firmó el Tratado de Asunción constituyendo el MERCOSUR (Mercado Común del Sur), integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Su objetivo último proyectado era la conformación de un mercado común a través de un programa de liberalización comercial y libre circulación de bienes, servicios y factores productivos. Unos meses después de aquella reunión fundacional, se firmaría el 19 de junio de 1991, el “Acuerdo relativo a un Consejo sobre Comercio e Inversión”, más conocido a partir de la denominación “ Cuatro más Uno” entre los cancilleres de la Argentina, Guido Di Tella; de Brasil, Francisco Rezek; del Paraguay, Alexis Frutos; y del Uruguay, Héctor Gros Espiell, y la representante comercial del Departamento de Estado norteamericano, Carla Hills. Dicho acuerdo debe verse en el marco de la Iniciativa para las Américas que, incluía la posibilidad de negociar acuerdos de libre comercio con países o “grupos de países”, como sería éste el caso que proponen los estados integrantes del MERCOSUR. 9 Como parte de los acercamientos que se venían dando, tuvo lugar en Canela (RS, Brasil) entre el 20 y 21 de febrero de 1992, la reunión de los presidentes de los países del Cono Sur, con el propósito de examinar los temas de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED o, más conocida como “Cumbre de la Tierra”o ECO´92) que tendría lugar en Río de Janeiro en el mes de junio de dicho año. La Declaración firmada, contenía algunos acuerdos básicos a los que habían arribado los gobiernos participantes sobre una serie de definiciones y estrategias ambientales. También coincidieron en señalar la “esterilidad de recriminaciones por los daños ambientales causa- dos en el pasado”, aunque realizaban un especial llamamiento a los países desarrollados para que las normas ambientales no se emplearan con criterios discriminatorios o conformaran barreras encubiertas al comercio”25. Como puede inferirse, se estaban dando los primeros pasos en dirección a la conformación del bloque regional. Esta tarea requería acordar sobre ciertos “principios y normas básicas” alrededor de las cuales se proyectaba hacer converger los objetivos de los estados participantes. Téngase en cuenta, además, que en su desarrollo posterior ha transitado momentos de expansión y contracción, experimentando también la emergencia de importantes diferencias que debían ser armonizadas. La “diplomacia presidencial” de los socios mayores operó muchas veces para que esas divergencias, producidas sobre todo en la arena comercial, pudieran ser zanjadas. No obstante, hubo ocasiones en que las “desarticulaciones” surgieron desde las propias figuras gubernamentales. Por ello vale la pena incorporar dichas situaciones a la dimensión política de la relación bilateral que se está analizando. Expansión, contracción, dificultades del MERCOSUR ¿Cuánto aportó a ello cada uno de los “socios mayores”? Desde el inicio del proceso de integración, Argentina protagonizó algunas situaciones que generaron ciertas dudas sobre la marcha que habría de tener el proceso de integración. Entre los hechos más relevantes -los cuales ponían a prueba la voluntad integracionista- deben destacarse la compra por parte de Brasil de trigo subsidiado a Estados Unidos, la amenaza del retiro de Paraguay ante la medida unilateral de Argentina de elevar la tasa de estadística para frenar las importaciones, ciertas suspicacias sobre el inicio de una “guerra comercial” entre los dos principales socios y la insistencia argentina de negociar el ingreso al NAFTA. Al respecto, no habría que olvidar que la perspectiva de la Argentina con relación a los Estados Unidos era intentar generar –dentro de un marco general de alineamiento- una sólida relación económica que involucrase comercio, finanzas e inversiones. Con relación a Brasil, Argentina percibía que enfrentaba en el ámbito comercial un escenario complicado, cuyos signos más evidentes guardaban estrecha relación con el ingreso de importantes cantidades de productos brasileños al mercado nacional. Frente a ello establecieron medidas antidumping y de salvaguardia para limitar el ingreso de diversos productos. Esto, a su vez, ocasionó una rápida y dura reacción de empresarios e industriales brasileños, quienes amenazaron con aplicar sanciones comerciales contra el país. Dentro de este complicado contexto, los Ministros de ambos países se reunieron con el propósito de “descomprimir” estas divergencias y evitar así una secuencia de acciones y reacciones que pudiesen fracturar el MERCOSUR. Desde la Cancillería 10 argentina se señaló en esos momentos: “Se trata de discusiones comerciales entre dos países que detentan un nivel de intercambio sin precedentes. Es lógico, entonces, la existencia de algunas divergencias en cuanto a la interpretación de ciertas normas, especialmente, entre dos socios con una relación compleja e intensa. Hay que tener en cuenta que hoy Brasil es el principal comprador de productos argentinos”26. Algunas otras cuestiones que pusieron en evidencia la inexistencia de una “mirada única y homogénea” por parte de la Argentina y Brasil, tiene que ver con las prioridades asignadas al vínculo con los Estados Unidos. Dentro de la perspectiva ya señalada, la Argentina logró establecer en la agenda de discusiones de la III Reunión de Presidentes del MERCOSUR, celebrada a fines de 1992 en Montevideo, la cuestión relativa al ingreso del bloque al proceso del norte, integrado por Estados Unidos, Canadá y México. Unos meses más tarde, este escenario parecía pronunciarse todavía más cuando el presidente Menem manifestaba su intención de convertirse en el socio privilegiado de Estados Unidos en la región, tomando en cuenta la posibilidad de que la Argentina y Chile se incorporasen en forma conjunta al NAFTA27 . El clima generado por estas declaraciones, tanto en círculos políticos como económicos del lado brasileño, no era muy alentador para el establecimiento de una relación estable, sobre todo porque parecían afectar un factor clave como es el de la “previsibilidad”. Esto, como ha sostenido Félix Peña28: “se logra introduciendo una dimensión estratégica y de largo plazo en el relacionamiento bilateral, que debería prevalecer en la administración de situaciones conflictivas concretas”. Más adelante, la llegada de Itamar Franco29 a la presidencia de Brasil y la visita realizada a la Argentina, los días 25 y 26 de mayo de 1993, posibilitó la firma con el presidente Menem de una declaración conjunta en la cual, ambas partes reafirmaban la voluntad de participar en el MERCOSUR, aunque sin dejar de lado el objetivo de la integración bilateral. A partir de 1994, Argentina asignó una posición más importante en sus prioridades al MERCOSUR, (teniendo en cuenta siempre el lugar reservado a EEUU) sobre todo tomando en cuenta el fortalecimiento político del MERCOSUR y al incremento del intercambio comercial que pasó en ese momento a ser favorable a la Argentina (situación que se alteraría profundamente al producir Brasil la devaluación de su moneda, en enero de 199930). Un importante avance en el proceso de integración regional –que generó nuevas expectativas para sus integrantes -se produciría con la firma del Protocolo de Ouro Preto, de diciembre de 1994. Este instrumento modificó parcialmente el Tratado de Asunción, incorporó un mayor nivel de institucionalización, aunque siempre con predominio intergubernamental, y otorgó personalidad jurídica internacional al MERCOSUR A partir del 1º de enero de 1995 –coincidiendo con la asunción de Fernando Henrique Cardoso a la presidencia de Brasil- entró en vigor la Unión Aduanera, aunque mantuvieron su validez listas nacionales de exclusión para productos sensibles, proyectándose su eliminación entre el 2001 y el 2006. 11 La llegada a la presidencia de Brasil de Fernando Henrique Cardoso (que se había desempeñado como Ministro de Relaciones Exteriores y luego de Hacienda) y la reelección de Carlos Menem en Argentina, dieron el marco gubernamental necesario para que se ratificaran los compromisos adquiridos entre ambos países y en el seno del MERCOSUR parecía afianzarse tanto la credibilidad interna del proceso como la externa. Esa dimensión externa puede evidenciarse, al menos, en dos significativos momentos: la firma entre los Jefes de Estado y de Gobierno del MERCOSUR y la Unión Europea del Acuerdo Marco interregional, el 15 de diciembre de 1995. También, el estrechamiento de vínculos a escala regional-contigua, se alcanzaría al firmarse en junio de 1996 un Acuerdo de Libre Comercio entre el MERCOSUR y Chile, país que pasó a ser miembro asociado. Hacia 1999, las relaciones argentino-brasileñas, como así también las del resto del bloque, sufrirían un shock muy grande como resultado de la crisis monetaria de Brasil, y la devaluación anunciada el 13 de enero de ese año31. Este hecho constituye uno de los capítulos que profundizó las divergencias en temas comerciales y es un signo insoslayable de una relación compleja e intensa que se produce entre economías que atraviesan importantes condicionamientos “externos” y debilidades en sus monedas. Por otra parte, no era la primera vez que se producía una situación desestabilizante de este tipo. Todo hacía rememorar aquel otro momento en que Brasil había modificado la paridad cambiaria como consecuencia del llamado “Efecto Tequila”. Recuérdese que a sólo unos meses de haberse constituido la Unión Aduanera, el 6 de marzo de 1995, Brasil devaluó un 4,5 % el real. Su propósito había sido en aquellas circunstancias: recuperar las exportaciones, atraer recursos externos por el camino de las privatizaciones y frenar la pérdida de reservas provocada por la crisis financiera de México. El impacto de esas medidas y sus consecuencias habían tenido interpretaciones diversas por parte de sectores empresariales argentinos, en tanto, el gobierno había salido a calmar un tanto lo ánimos32 que sostenían que mientras la economía de Brasil creciera, se incrementarían las compras de productos argentinos, por lo que no habría de temerse a la devaluación del real. Por otro lado, la devaluación permitía acercar los valores del peso y el real, generando una mayor identificación al interior del Mercosur33. Otro hecho similar se produjo el 20 de enero de 1998, cuando en medio de la crisis asiática, el Banco Central brasileño decidió ampliar la banda de flotación del real en relación al dólar. La medida apuntaba a darle al real un horizonte de devaluación del 8,9 % para todo el año 1998. Ese retoque cambiario fue nuevamente recibido en la Argentina con preocupación, temiéndose por su negativa repercusión, sobre todo, en las exportaciones del sector avícola, lácteo y automotriz34. Retomando, entonces, la decisión brasileña de devaluar en 1999 generó molestias en la dirigencia argentina; ésta consideró que hubiese sido necesario que su principal socio le anunciase con anterioridad las medidas a tomar para poder paliar los efectos que esto generaría en su economía. La respuesta de Brasil fue que el país devaluó no porque quiso, sino por una necesidad, por una imposición del mercado y por la imposibilidad de seguir manteniendo la moneda. Como las demás crisis suscitadas en el seno del MERCOSUR –principalmente entre Argentina y Brasil- la instancia de reunión presidencial, en este caso, entre Menem y Cardoso pudo poner “paños fríos” sobre esta situación e intentar que se recuperara la confianza para seguir apostando al MERCOSUR. Al respecto de tan difícil situación, se 12 podría acordar con Paulo de Almeida cuando indica que “hasta mediados de 2000, por lo menos, la crisis del MERCOSUR eran más crisis de políticas económicas de los países miembros individualmente, que propiamente una crisis del sistema integracionista del MERCOSUR”35. Finalmente convendría no dejar de tener en cuenta que en la trayectoria del proceso integrador aparecieron algunas otras diferencias de postura entre Brasil y la Argentina, que muestran, por lo menos, una desarticulación con impactos retardatarios en la consecución de metas más ambiciosas. En este sentido podrían recordarse, percepciones diferentes con relación a la necesidad de “profundizar” la institucionalización del MERCOSUR, como así también los anuncios formulados por el presidente Menem de dolarizar la economía argentina. Desde diferentes ángulos, aunque predominantemente desde la óptica económicocomercial, desde el lado argentino ha habido una insistencia mayor respecto de la necesidad de un ajuste institucional, ya por la creación de nuevas estructuras o por el reforzamiento de las existentes, con el propósito de eliminar “vacíos legales” que constituyen, muchas veces un terreno fértil para que aparezcan controversias36. En cuanto a la segunda de las “desarticulaciones” señaladas: la relativa a una posible dolarización, anunciada por el Ejecutivo argentino hacia mediados de 1999, buscaba contrarrestar los efectos de la crisis por la devaluación brasileña y reforzar la estabilidad argentina, sobre todo con el propósito de mostrar firmeza con la continuidad del plan de convertibilidad y la estabilidad de la economía del país37. Una valoración hecha sobre la falta de coincidencia en estas cuestiones, aún cuando ésta parezca una reflexión obvia, muestra claramente la necesidad de armonizar perspectivas porque de ello depende la marcha futura del proceso de integración y, en estos casos, puede advertirse la gran responsabilidad que les cabe a los “socios mayores”. La exitosa agenda política del MERCOSUR Desde la puesta en marcha del Tratado de Asunción en 1991, las llamadas “Cumbres presidenciales” significaron una instancia de concertación al más alto nivel de decisión y una modalidad intergubernamental de planificación y monitoreo de las metas del proceso de integración. Con sus diferentes grados de impacto y relevancia, se han llevado a cabo diecisiete Cumbres hasta finales de la década del noventa: I Brasilia (noviembre de1991); II Las Leñas (Argentina, junio de 1992); III Montevideo (diciembre de 1992); IV Asunción (julio de 1993); V Colonia (enero de 1994); VI Buenos Aires (agosto de 1994); VII Ouro Preto (diciembre de 1994); VIII Asunción (agosto de 1995); IX Punta del Este (diciembre de 1995); X Potrero de los Funes, San Luis (junio de 1996); XI Fortaleza (diciembre de 1996); XII Asunción (junio de 1997); XIII Montevideo (diciembre de 1997); XIV Ushuaia (julio de 1998); XV Río de Janeiro (diciembre de 1998); XVI Asunción (junio de 1999); XVII Montevideo (diciembre de 1999) La participación decidida de los Presidentes ha sido un elemento de fundamental importancia. Como sostiene Félix Peña “un factor decisivo para el éxito relativo alcanzado fue el interés personal que los respectivos Jefes de Estado demostraron en impulsar el MERCOSUR. Su activa presencia en las Cumbres semestrales, permitió 13 inyectar contenido político a un proceso de decisión que quizás hubiera tenido un resultado diferente, si hubiera quedado librado exclusivamente a criterios técnicos y económicos. Además ha contribuido el contacto y la comunicación entre los respectivos cancilleres y ministros de Economía”38. Con el Protocolo de Ouro Preto que define la estructura institucional completa, se crea la Comisión Parlamentaria Conjunta, (aunque no asimilable al Parlamento europeo, parece ser un primer impulso en una dirección similar). Esta, que ha definido su reglamento de funcionamiento el 28 de junio de 2000, prevé entre sus funciones más importantes, las de: informar a los Congresos Nacionales sobre la marcha del MERCOSUR, acelerar procedimientos para la rápida puesta en vigencia de las normas emanadas de los órganos del MERCOSUR, promover la armonización de las legislaciones nacionales vigentes y desarrollar acciones necesarias para facilitar la puesta en marcha de un futuro “Parlamento”. El esquema organizacional que exhibe el MERCOSUR, posee en su base una fuerte estructura intergubernamental y refleja, en alguna medida el “presidencialismo” prevaleciente en los estados que lo componen. La dinámica presidencial le ha impreso características particulares al proceso de integración, sellando compromisos importantes. Así, en la Cumbre de Asunción ( 4 y 5 de agosto de 1995) los Jefes de Estado firmaron un documento clave, conocido bajo en nombre de “Mandato de Asunción” en el cual se solicita al Grupo Mercado Común la elaboración del Programa de Acción hasta el año 2000. Pero, sería en la Xº Reunión del Consejo del Mercado Común, llevada a cabo entre el 24 y 25 de junio de 1996, cuya primera parte se desarrolló en Buenos Aires y la segunda en la localidad de Potrero de los Funes (prov. de San Luis, Argentina), la ocasión en que se firma la “Declaración Presidencial sobre Compromiso Democrático en el MERCOSUR” el 25 de junio de 1996. En ella se reitera que, como ya había sido expresado en la Declaración Presidencial de Las Leñas (26 y 27 de junio de 1992) la plena vigencia de las instituciones democráticas es condición indispensable para la existencia y desarrollo del MERCOSUR. Se pronuncian decididamente a favor de realizar todos los esfuerzos necesarios para contribuir a su consolidación puesto que consideran que toda alteración del orden democrático será un obstáculo inaceptable para la continuación del proceso. Este compromiso democrático se constituye, entonces en una cláusula y condición para los miembros del propio “régimen” como para cualquier acuerdo con otros países o grupo de países39. (Todo lo allí establecido resulta significativo, además, si se lo vincula con el Protocolo de Adhesión de Bolivia y Chile, firmado en ese mismo momento) También en esta reunión se crea, mediante la declaración presidencial respectiva un Mecanismo de Consulta y Concertación Política, a través del cual se proponen ampliar y sistematizar la cooperación política entre los Estados-Parte, examinar las cuestiones internacionales de especial interés para ellos con el objetivo de concertar posiciones y también considerar asuntos de interés político común relacionados con terceros países, grupos de países o con organismos internacionales. Estas consultas serán realizadas al margen de las reuniones del MERCOSUR, a nivel de Ministros de Relaciones Exteriores o de altos funcionarios, y podrán darse en la instancia presidencial cuando las situaciones o la naturaleza y alcance de los temas así lo requieran. Esto representaba todo un logro en materia de conformación de un espacio regional que deseaba construirse en torno de los principios de “Paz democrática” y desalentaba la aparición de intentos de desestabilización institucional como el que había ocurrido en 14 diciembre de 1994 en Paraguay cuando se desataron fuertes rumores acerca de golpe de estado contra el gobierno del presidente Juan Carlos Wasmosy. Otra crisis volvió a irrumpir el 28 de marzo de 1999, cuando Raúl Cubas Grau renuncia a la presidencia – luego de denuncias sobre su involucramiento en el asesinato del vice-presidente Luis María Graña- y se hace cargo del gobierno Luis Gonzalez Machi. En esa ocasión la acción conjunta de Brasil y Argentina volvió a impedir un golpe de estado en Paraguay40. La dimensión política del MERCOSUR y la progresiva incorporación de compromisos y definiciones en este ámbito, quedan también expuestas en otras circunstancias relevantes. Una de ellas corresponde a la firma por parte de los Presidentes del MERCOSUR y los presidentes de Chile y Bolivia de la “Declaración sobre Malvinas” (ésta fue dada en la reunión ya mencionada de Potrero de los Funes, el 25 de junio de 1996) Allí se reafirmó el “respaldo a los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de soberanía referida a la cuestión de las Islas Malvinas”. Asimismo recordaron el interés hemisférico en que la prolongada disputa de soberanía entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sobre dichos territorios, alcance una pronta solución conforme a las resoluciones de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos41. El segundo de los ejemplos que merece señalarse es el relativo a la suscripción por parte de los países miembros del MERCOSUR y Bolivia, el 11 de diciembre de 1998, de un documento en que se manifiestan de acuerdo con la aplicación del principio de la “territorialidad” de la justicia (al anunciarse la decisión británica de extradición a España de Augusto Pinochet). A la vez, apoyaron la creación de un Tribunal Penal Internacional que pueda juzgar crímenes de lesa humanidad. La solicitud hecha por el Presidente Frei mientras asistía a la XV Cumbre del MERCOSUR, también incluía en sus fundamentos el respeto a la soberanía y a la “transición” chilena42. En ambos casos hay definiciones importantes en materia de Política Exterior, desde una perspectiva “regionalizada”, las cuales debe ser analizadas en forma inescindible con el “ Protocolo sobre Compromiso Democrático” y la “Declaración Política del MERCOSUR, Bolivia y Chile como Zona de Paz”, firmados en la reunión de Ushuaia , el 24 de julio de 1998. El establecimiento de esta zona de Paz ha comprometido a los países firmantes a fortalecer los mecanismos de consulta y cooperación sobre temas de seguridad y defensa ya existentes entre ellos, promover sus progresiva articulación y realizar esfuerzos conjuntos en los foros pertinentes, apuntando al logro de acuerdos internacionales que promuevan el desarme nuclear y la no proliferación en todos sus aspectos. Las medidas de cooperación bilateral entre Argentina y Brasil en el ámbito militar y de seguridad. Desde la segunda mitad de los ochenta, a la par del avance en ciertos aspectos de la integración económica, la relación bilateral entre la Argentina y Brasil también experimentó una modificación sustantiva en los modos en que ambos actores se percibían, recíprocamente, como potenciales amenazas. Estos cambios comenzaron a darse en sintonía con la necesidad que tanto uno como el otro requerían para dar credibilidad y consolidar los procesos de democratización, evitando tensiones externas que pudiesen afectar su estabilidad43. Uno de los acontecimientos más importantes 15 producidos en esa dirección fue la aprobación, el 27 de octubre de 1986 en el marco de la ONU, del proyecto presentado por Brasil (y apoyado por la Argentina) relativo a la creación de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZOPACAS). De esta manera se consensuaba una medida de confianza intra y extraregional que cubría las expectativas de ambos países, con un importante litoral marítimo sobre el Atlántico y con motivaciones muy precisas acerca de la necesidad de mantener esa región alejada de tensiones y conflictos44. Nuevos acercamientos en el ámbito de la seguridad regional fueron posibles, en la medida que comenzaron a ser modificados aquellos esquemas cognitivos que descansaban en la percepción de “amenazas recíprocas” y donde, la formación del pensamiento militar basado en la ejercitación de escenarios e hipótesis de conflicto, los exacerbaba. Estas percepciones fueron progresivamente sustituidas por actividades conjuntas, mecanismos de concertación y de consulta sobre defensa y seguridad. Podrían señalarse, entre otros, la visita del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del Brasil, general Jonas de Moraes Correia Neto, el 25 al 29 de junio de 1990, quien se entrevistó, del lado argentino, con el ministro de Defensa, Humberto Romero, y con los jefes del Estado Mayor General de la Armada, almirante Jorge Ferrer, y de la Fuerza Aérea, brigadier José Juliá, y con el subjefe del Ejército, general Martín Balza.45. En lo que respecta a acciones concretas, las operaciones conjuntas a nivel de las respectivas armadas son representativas de este acercamiento. Dentro de este marco, el 16 de noviembre de 1992, llevaron a cabo el operativo conjunto “Fraterno XII” de entrenamiento en aguas del Atlántico Sur46. A ello se suman ejercicios combinados de adiestramiento como el Operativo Araex II, durante la segunda quincena de diciembre de 1994 en el área de la Aviación Naval 47 y , a nivel de los ejércitos, se desarrolló entre el 12 y el 18 de octubre de 1996 la denominada: "Operación Cruz del Sur" integrándose mil militares argentinos y quinientos brasileños. Este operativo binacional contó, además, con la participación de observadores de Paraguay y Uruguay48. Este hecho reviste una particular importancia puesto que es la primera vez en la historia de los ejércitos de los dos países realizan un ejercicio conjunto49. En lo que respecta a la formulación de un pensamiento más homogéneo relativo a la defensa y la seguridad, se han producido algunos encuentros auspiciosos. En oportunidad de la reunión entre los Cancilleres Guido Di Tella y Luiz Felipe Lampreia, en la Posada de los Pájaros (Tandil, Argentina), el 13 de setiembre de 1996, se abordaron cuestiones vinculadas con la seguridad regional, la cooperación bilateral en materia satelital y algunos aspectos de la agenda que tratarían los respectivos Ministros de Defensa, haciendo especial hincapié en el compromiso por desalentar cualquier esbozo de rearme en la región ( podría considerarse que esto se decía en elíptica alusión a Chile)50. Además conviene tener en cuenta que a menos de un mes de esta reunión, entre el 7 y 9 de octubre de 1996, tuvo lugar la Cumbre de Ministros de Defensa del Continente en San Carlos de Bariloche (Argentina), donde Estados Unidos instaló la propuesta de crear un organismo continental de defensa para combatir el narcotráfico. Aquí también pueden observarse posiciones diferenciadas entre los países de la región, ya que un grupo de ellos liderado por Chile, Brasil y México, se opuso a dicha propuesta. Por su parte, la Argentina, representada por el Ministro Jorge Domínguez, se mostró partidario de buscar mecanismos de cooperación en el área, pero a la vez advirtió que había que preservar el respeto a la soberanía, a la integridad y a la 16 capacidad de autodeterminación. El documento final, llamado Declaración de Bariloche, enfatizó como puntos esenciales la democracia como base fundamental de la seguridad hemisférica, la cooperación interamericana para el mantenimiento de la paz y la preservación de la soberanía de cada Estado51. La otra circunstancia importante fue la Reunión de los jefes de las FFAA, los Ministros de Defensa y los cancilleres de Argentina y Brasil, llevada a cabo en Río de Janeiro entre el 31 de julio y 1º de agosto de 1997, con el objeto de definir nuevos mecanismos de cooperación entre los militares de ambos países. De los dos lados hubo una total negativa a la posibilidad que las FFAA intervengan en la lucha contra el narcotráfico ni el terrorismo, como tampoco en la represión de conflictos sociales internos52. En este mismo ámbito de cuestiones, es relevante recordar el documento conteniendo la Política de Defensa brasileña, que fuera entregado al gobierno argentino por el embajador Marcos de Azambuja a principios de noviembre de 1996, por expreso pedido del presidente Fernando Henrique Cardoso. En él quedaban definitivamente desplazadas las hipótesis de conflicto con la Argentina y se definía a la lucha contra el narcotráfico como "un objetivo central de defensa y de seguridad". Otras hipótesis de conflicto priorizadas por Brasil eran el narcoterrorismo y la presencia de grupos armados en la frontera de Amazonia con otros países de la región53. Abonando estas afirmaciones, podría sostenerse, entonces con Hirst54 que la cooperación con la Argentina ha permitido a Brasil consolidar un clima pacífico en sus fronteras del sur de modo de poder afrontar las amenazas a la seguridad que se presentan a lo largo de las fronteras del norte del país. La problemática situación en la Amazonia, junto con las inquietudes originadas por los nuevos enfoques globales sobre medio ambiente, han “desplazado los intereses de los militares brasileños desde la frontera del Sur a la del Norte”. En el marco de las convergencias en materia de seguridad, merecen mencionarse también la firma del Acuerdo Marco de Cooperación en Aplicaciones Pacíficas de Ciencia y Tecnología Espaciales, el 9 de abril de 1996, durante la visita del presidente Cardoso a la Argentina. Con éste se promovía, no sólo la aproximación estratégica entre los dos países, sino que se daban los primeros pasos en dirección a una asociación para el desarrollo futuro de satélites. Al año siguiente, en el marco de la visita presidencial de Menem a Brasil, el 27 abril de 1997, ambos presidentes acordaron el establecimiento de un Mecanismo de Consulta Bilateral sobre Defensa y Seguridad, tendiente a institucionalizar la cooperación militar y promover un mayor intercambio de información y consultas. En el espíritu de lo aquí firmado prevalecía la intención de establecer una sólida coordinación en las materias abordadas, la cual no siempre fue posible implementar en la práctica, como podrá observarse más adelante. Divergencias en materia de seguridad Como expresara al principio del trabajo, la densidad de relaciones entre países denotan una profundización de los vínculos, por lo tanto así como se incrementan las acciones positivas y las convergencias, también conforman un campo fértil para el desarrollo de divergencias o la aparición de temas en los que existen fricciones y falta de articulación. Estas situaciones se han venido dando en la esfera comercial (sobre todo bilateral, aún 17 en el contexto del MERCOSUR) y han movilizado importantes acciones para corregir las disfunciones presentadas. En la dimensión estratégico-militar y en la político-diplomática –campos que, en este caso, aparecen como particularmente interconectados- también se han dado durante los noventa algunos ejemplos que exteriorizan diferencias bastante importantes entre Argentina y Brasil. Subyace en ellas percepciones diferentes de la realidad internacional de la posguerra fría y del propio lugar que cada uno de estos actores considera que puede ocupar. Un primer foco de divergencias fue el generado por la decisión del gobierno argentino de enviar naves al Golfo Pérsico, con el propósito de acompañar a otros países de la alianza occidental en el bloqueo contra Irak. El 17 de setiembre de 1990 el Poder Ejecutivo Nacional anunciaba el envío de una fuerza naval y tropas a aquella región, decisión con la que se abandonaba la tradición neutralista de la Argentina frente a conflictos que no corresponden a su área próxima. Esa acción, como signo de alineamiento político y militar con los Estados Unidos por parte del gobierno de Menem, generó no pocas sensibilidades tanto en el plano interno como en la relación de la Argentina con Brasil. Se suele afirmar en ese caso55, que el apresuramiento, las afirmaciones sobre la existencia de un supuesto diálogo con Brasilia y la falta de consulta al Congreso, trajeron aparejado dos problemas: la crítica de la oposición política doméstica y el enfado de Brasil que ese mismo día estaba negociando el retiro de 400 técnicos brasileños de territorio iraquí. Los diferentes rumbos adoptados fueron evidentes a comienzos de 1991 ante las divergentes posiciones adoptadas por el Palacio San Martín e Itamaraty durante la Guerra del Golfo. De esa manera comenzó a perfilarse una estrategia de inserción política diferenciada de ambos con respecto al sistema internacional, tornando más pragmática la relación argentino-brasileña: ambos procuraron darse apoyo en los temas internacionales siempre que no fuese en desmedro de intereses propios. Dentro de ese esquema de pragmatismo, las relaciones comerciales vendrían a ocupar el lugar prioritario. La segunda de las divergencias más importantes guarda estrecha relación con la designación de la Argentina como Aliado extra-OTAN por parte del gobierno de los Estados Unidos, el 13 de agosto de 1997 y que fuera anunciada por la Secretaria de Estado Madeleine Albright. De alguna manera la colaboración argentina en Fuerzas de Paz y, muy probablemente, los acercamientos iniciados por el Canciller Di Tella en 1992, cuando por primera vez un canciller latinoamericano hablaba en el seno de la OTAN56, pueden ser considerados parte de ese camino trazado. Más adelante y a raíz de aquella designación comenzó a desarrollarse la idea de que sería posible asociarse con la propia Alianza del Atlántico Norte. Así, el 8 de julio de 1999, el presidente Carlos Menem, en sendos mensajes dirigidos al presidente norteamericano, Bill Clinton, y al Consejo Atlántico -máximo órgano de decisión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)- formalizó el pedido para que la Argentina fuese “miembro asociado” de la organización, en tanto se compartía la necesidad de apuntar a un nuevo sistema de seguridad internacional y manifestaba el deseo de la Argentina de profundizar e intensificar su compromiso con “la preservación de la paz y de la seguridad internacional”. En este contexto se entendía que era posible 18 que desde el gobierno norteamericano se promoviera la incorporación argentina a la OTAN en calidad de miembro asociado, “o una categoría similar por establecerse”. Como fórmula de transición para acelerar ese ingreso, Menem también pidió al presidente estadounidense que “considere la ampliación de la propuesta Asociación para la Paz”. Días después, el gobierno brasileño criticó la petición de la Argentina. Lo hizo por medio de un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores, al expresar que no fue consultado al respecto y que, en caso de que ésta fuese aceptada, “introduciría elementos extraños en el contexto de la seguridad regional sudamericana”57. La molestia que esto provocó en Brasil también quedó ampliamente de manifiesto en la prensa argentina, donde aparecieron artículos publicados por el ex-presidente brasileño José Sarney que se refería a esto como un “incidente” y consideraba incomprensible este tipo de actitudes ya que entre Argentina y Brasil se había creado – citando a Kant- una mentalidad de “paz perpetua”58. En Brasil, la iniciativa, habría tomado por sorpresa tanto a Itamaraty como al presidente Fernando Henrique Cardoso y a los militares brasileños. Considerada casi como una amenaza,59 habría generado una sobreactuación por parte de Itamaraty explicable a partir de la extrema sensibilidad que tiene Brasil en el tema seguridad. Si, como señala Oscar Camilión (ex-Ministro de Defensa argentino) 60 "de manera instintiva, la idea brasileña de la seguridad se asocia con la Argentina, es comprensible entonces que esperen por parte de sus socios comportamientos previsibles”. También la cuestión 61 fue percibida por algunos analistas argentinos, una de las peores equivocaciones en la relación con Brasil62. Finalmente, el 6 de octubre de 1999, condicionado por la campaña electoral y obligado a no alimentar una nueva crisis diplomática con el Brasil, el presidente argentino, Carlos Menem decidió bajar de cartel la pretensión de incorporar a la Argentina en la OTAN como miembro asociado o en “una nueva categoría por crearse”63. Divergencias en temas político-diplomáticos: La disputa entre Argentina y Brasil por un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU Otra situación donde se pondría de manifiesto una desarticulación importante entre Argentina y Brasil, está referida a la falta de respaldo a la candidatura brasileña a ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ante la posible reforma a la Carta y la consecuente ampliación del Consejo. Si bien estas divergencias aparecen muy pronunciadas en 1997 y, de alguna manera se potencian a modo de “reciprocidad negativa” con la designación de la Argentina como aliado extra-OTANes necesario desarrollar la trayectoria de estos hechos. Conviene recordar que en la apertura del XLIXº Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (1994) el entonces canciller del gobierno de Itamar Franco, Celso Amorin formalizó la presentación de la candidatura brasileña para ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, vinculando dos cuestiones fundamentales: la necesidad de aumentar la eficacia del Consejo y llegar a una composición verdaderamente representativa del conjunto de las naciones. En ese convencimiento, se mostraba dispuesto a asumir todas las responsabilidades inherentes a quien ocupa asientos permanentes64. 19 Por su parte, del lado argentino la candidatura brasileña a un escaño permanente no era percibida en términos similares, ya que se entendía que la presencia de Brasil en el Consejo de Seguridad traería graves desequilibrios regionales. En esos términos se pronunció el presidente Menen, en una entrevista publicada por el diario O Estado de Sao Paulo, el 17 de agosto de 1997, lo cual generó no sólo algunos cruces de declaraciones oficiales65 sino que tuvo un importante impacto doméstico en la Argentina, concitando diversas manifestaciones por parte de políticos opositores al gobierno. Al respecto pueden recordarse las críticas formuladas el 20 de agosto de 1997 por parte del ex- canciller del gobierno de Alfonsín, Dante Caputo (UCR-FREPASO), Carlos "Chacho" Alvarez (FREPASO) y Rodolfo Terragno (UCR) en el sentido que la actitud del gobierno no daba prioridad a Brasil y Chile, considerados "aliados estratégicos naturales de la Argentina” e “instaban a salvar el Mercosur". De manera específica, Caputo calificó como "inviable" la propuesta argentina de rotación, dado que se trataba de asientos permanentes del Consejo de Seguridad. A su vez, y de manera consistente por lo sostenido por Alvarez y Terragno, los diputados Federico Storani (UCR) y Guillermo Estévez Boero (FREPASO) emitieron un comunicado conjunto en el que expresaron que "el posible ingreso de Brasil como miembro permanente del Consejo de Seguridad debe ser analizado desde la óptica de la alianza e integración estratégica con el Mercosur y no desde una visión de confrontación por una supuesta hegemonía regional"66. Mientras tanto, el ex embajador ante la ONU Carlos Ortiz de Rozas expresó una opinión diferente a las anteriormente citadas, cercana a la del Gobierno ya que consideraba "que la actitud de la Argentina no está dirigida contra nuestro socio y aliado del Mercosur, sino que por el contrario responde a una posición mantenida con notable coherencia y continuidad a través de todos sus gobiernos desde su ingreso mismo a las UN. (…) Lo que debe quedar claro es que nuestro país no objeta específicamente la candidatura de Brasil, pero, siendo coherente con su tradicional posición, seguirá oponiéndose a la concesión del veto a los nueve miembros permanentes, quienesquiera que ellos sean y favoreciendo un procedimiento que suscite el apoyo de hermanos de la América Latina."67 Las posiciones de Argentina y Brasil aparecían –al menos a nivel oficial– muy claramente definidas: rotatividad del asiento en el Consejo de Seguridad, por un lado y “candidato único” para ocupar ese rol, por el otro. El presidente Menem en un intento por cambiar el eje de la discusión, y sosteniendo que la decisión “dependía” de todos los países del área, promovió el tratamiento del tema en el marco de la Reunión del Grupo de Río 68, aunque claramente Cardoso explicitó que “con rotatividad, la ampliación del Consejo de Seguridad no sería una verdadera ampliación"69. Una fórmula elegante fue la que apareció en la declaración emitida por el Grupo, el 27 de agosto de 1997, donde se decía "La región deberá llenar los puestos que le asignen mediante un proceso que otorgue una real y efectiva igualdad de posibilidad democrática de acceso a dichos puestos". En la interpretación de la misma Brasil siguió considerándose un "candidato natural" y la Argentina entendía que el sistema de rotación quedaba contemplado70. Al año siguiente, el 28 de mayo de 1998, el Departamento de Comunicación de la Cancillería brasileña ratificó y amplió la declaración del presidente Cardoso donde expresaba que si se presentara una nueva disputa por el sillón en el Consejo de Seguridad, Brasil preferiría quedar afuera o, incluso turnar el puesto, para no estropear las relaciones con la Argentina”. Estas palabras fueron consignadas como la primera vez 20 que Brasil consideraba la posibilidad del sistema de rotación sostenido por Argentina71 En el año 1999 durante la reunión anual de la ONU, el presidente Menem ratificó la posición relativa la rotación, tema que continuó también siendo de gran sensibilidad para Brasil72. Estas divergencias no han sido saldadas aún, y están pendientes en la medida que tampoco han sido definidas éstas y otras cuestiones que tienen que ver con las reformas de la Organización de las Naciones Unidas. A modo de conclusión Haciendo una rápida revisión de la relación Argentina-Brasil, cuyo impulso fundamental se da desde mediados de los años ochenta y se profundiza –con todos sus vaivenes- en la década de los noventa no hay dudas que además de favorecer el proceso de intercambio comercial, los gobiernos de ambos países produjeron un salto cualitativo en la relación recíproca aunque también decidieron que ella no se agotara en lo bilateral. Como ejemplos más representativos de acciones que los tuvieron como protagonistas relevantes deben recordarse, los acuerdos en materia nuclear; de coparticipación en el proyecto de la hidrovía Paraguay-Paraná; el copatrocinio de la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas declarando al Atlántico Sur Zona de Paz y Cooperación Internacional, y dentro del Grupo de Río como así también en la órbita del MERCOSUR, su contribución para que el nuevo modelo latinoamericano se sustentara en “ideas claves” como democracia, el desarrollo, la integración y la solución pacífica de los conflictos . Dentro de un contexto de priorización de sus relaciones bilaterales, apuntaron al objetivo integracionista que, mediante la incorporación de Uruguay y Paraguay, dio origen a la creación del MERCOSUR (1991). Este constituye un novedoso “régimen internacional” en el cual, la combinación de complejas relaciones entre actores gubernamentales, transgubernamentales y no gubernamentales, ha vuelto a estos países “organizacionalmente interdependientes”. Este proceso de integración regional ha incorporado, con la modalidad de asociaciones especiales a Chile y Bolivia,y se proyecta como un polo de atracción respecto de otros actores regionales, lo cual posibilitaría la expansión de su influencia en toda América del Sur. En el desarrollo de las relaciones comerciales de Argentina-Brasil es necesario reconocer que el incremento de los volúmenes de los intercambios, la aparición de algunos mecanismos defensivos y variedad de trabas al ingreso libre de productos, la existencia de divergencias en cuanto a la interpretación de ciertas normas generaron no pocas veces la sensación que se estaba sufriendo una “enfermedad terminal” en el MERCOSUR. No obstante, ese tipo de discusiones hacen parte de cierta lógica subyacente en una relación tan compleja e intensa. El área de la seguridad regional también exhibió puntos de aproximación importantes, sobre todo porque se cambiaron cuadros cognitivos que emplazaban siempre en “el otro” la potencial amenaza. Estas percepciones de “oposición” fueron progresivamente sustituidas, situación que favoreció la realización de actividades conjuntas y el establecimiento de mecanismos de consulta y concertación sobre temas de defensa y seguridad. 21 Fue posible, además, componer una Agenda Trilateral (Argentina, Brasil, Paraguay) respecto de la región denominada “Triple Frontera” que comenzó a gestarse en 1996, con el propósito de profundizar controles fronterizos y coordinar acciones tendientes a mejorar la “seguridad” en un sentido integral 73. También se vieron incrementadas las relaciones en áreas cooperación en Ciencia y Tecnología y los contactos subnacionales (entre regiones y provincias-estados) experimentaron un crecimiento y profundización significativos74. Si en este ejercicio de balances, se evalúan todas las dimensiones de la relación bilateral argentino-brasileña –aún con los diversos problemas suscitados en ciertas áreas- se infiere que la que ha exhibido una mayor atención y aproximación ha sido el área económico-comercial. Por su parte, la “política exterior” ha tenido premisas diferentes considerada integralmente, por lo cual no puede sostenerse que exista una completa adecuación en los diseños y en las acciones emprendidas por la Argentina y Brasil durante los noventa. De allí que tienda a afirmarse que en esta relación no se pueda identificar o asimilar en todos los casos la figura del socio con la de aliado75, aunque sería muy beneficioso que pudiera trabajarse más profundamente en la búsqueda de ese tipo de convergencias. LAS RELACIONES CON CHILE Algunas consideraciones generales De acuerdo con lo sostenido al principio de este trabajo, donde he explicitado la importancia que tienen las relaciones con el espacio contiguo y regional, puede afirmarse que el Gobierno argentino otorgó, durante la década del noventa, una atención significativa a la relación con los países limítrofes, por su contigüidad y proximidad geográfica, y basándose en la existencia de problemáticas comunes y compartidas. En este contexto, la integración política y económica latinoamericana ha constituido un objetivo central, en el cual las relaciones con Chile ocupan un lugar muy destacado. Las relaciones con Chile se tornaron más cooperativas en esos años, una vez que coincidió en ambos países la presencia de gobiernos democráticos, con Patricio Aylwin, en Chile76 y Carlos Menem, en Argentina. Como ha argumentado claramente el Director del INTAL, Juan José Taccone, “las relaciones argentino-chilenas se convirtieron en un caso emblemático de acercamiento estratégico de dos países sudamericanos que exhibe acercamientos pragmáticos en áreas específicas en las que se registran logros concretos, tales como la integración física, el incremento de intercambios comerciales y la eliminación de la lógica del conflicto en una de las fronteras más extensas del continente”77 Por su parte, la opinión del embajador de Chile en la Argentina, Jorge Arrate, reforzó esa afirmación calificando como “espectacular” el proceso de integración llevado adelante por ambos países en el último decenio78. En un sentido similar, se ha pronunciado Francisco Rojas Aravena, al señalar que Argentina y Chile muestran un camino de éxito en la cooperación y asociación bilateral y concretamente, con respecto a la década de los noventa, considera que “esos años marcaron hitos sustantivos en la relación bilateral: solución de todos los litigios fronterizos, el establecimiento de un plan de integración física, aumento de las inversiones recíprocas, el desarrollo de medidas de confianza mutua, ejercicios 22 militares, participación conjunta en operaciones de mantenimiento de la paz, metodología para la homologación y transparencia del gasto militar, ampliación del intercambio cultural y académico y una institucionalidad para la cooperación”. 79 La voluntad política puesta de manifiesto por ambos gobiernos -sobre todo propiciada por la coincidencia temporal de gobiernos democráticos- con el propósito no sólo de superar desentendimientos anteriores, sino con la idea de construir un marco adecuado para la concertación y la cooperación en diversos niveles y áreas temáticas80, vendría a producir un salto cualitativo en la relación bilateral. La firma de la declaración que establecía los mecanismos de solución de las cuestiones limítrofes y que sentó las bases para la superación de los litigios pendientes, en agosto de 1991, fue el puntapié inicial para la consecución de los propósitos enunciados anteriormente. Afirmación de la voluntad política para la solución de cuestiones territoriales pendientes y los primeros signos de colaboración en áreas diversas Con la llegada de Raúl Alfonsín, inaugurando un “novel” período de gobierno constitucional en la Argentina, se estableció como uno de los objetivos prioritarios modificar aquellas cuestiones y percepciones que habían contribuido a la mala imagen internacional que tenía el país como consecuencia de los años de gobierno militar. Una de estas cuestiones era el problema del Canal de Beagle que requería de un tratamiento especial. Este conflicto había llevado en 1978 al límite de un enfrentamiento armado a los gobiernos de facto de Argentina y Chile y se resolvió pacíficamente con la firma del Tratado de Paz y Amistad de 1984, alcanzado por los buenos oficios de Su Santidad Juan Pablo II. Ese tratado ya en su Preámbulo esbozaba, en alguna medida, la proyección que tendría la nueva relación, en términos de intensificación de la cooperación económica y la integración física entre ambos países. Además, se creaba con carácter permanente, una “Comisión Binacional Argentino-Chilena de Cooperación Económica e Integración Física”. Así, la resolución de este conflicto fue el primer paso para una nueva relación entre Chile y Argentina que comenzaría a afirmarse con la posterior resolución de los temas limítrofes pendientes. Este capítulo de la Política Exterior Argentina es, quizá, uno de los que pueda exhibirse como de mayor “continuidad” en la administración Menem puesto que durante dicho gobierno se solucionaron los veinticuatro temas limítrofes que requerían definición81. La secuencia en que se desarrolló la marcha hacia la solución definitiva de las cuestiones limítrofes pendientes tuvo como paso fundamental la visita realizada a Chile por el Presidente Menem entre los días 27 y 29 de agosto de 1990, respondiendo a una invitación formulada por el Presidente Patricio Aylwin de Chile. Acompañado por los Ministros de Relaciones Exteriores y Culto, de Economía y de Educación y Justicia, la ocasión fue propicia para reafirmar la voluntad política de intensificar la cooperación y apuntar al mayor entendimiento entre los dos países. Como resultado de dicho encuentro, el 29 de agosto de 1990, en la ciudad de Santiago, fue firmada por ambos mandatarios una “Declaración Conjunta”, por la cual se instruía a los Presidentes de la Comisión Mixta de Límites (COMIX) para que prepararan un detallado informe conjunto sobre las cuestiones aún pendientes con relación a la 23 demarcación del límite internacional. El Informe, presentado en cumplimiento de ese mandato, fue aprobado en la sesión extraordinaria de la Comisión Mixta de Límites celebrada el 10 de setiembre de 199082. Se labró entonces el Acta Nº 132, Anexo 2, donde se identificaron los 24 sectores pendientes. Dentro del marco de esta incipiente colaboración argentino-chilena también merece destacarse la firma de la “Declaración Conjunta sobre la Antártida”, del 29 de agosto de 1990 en la cual, además de reafirmar anteriores acercamientos y declaraciones sobre esta cuestión, resolvían implementar una amplia gama de actividades científicas y de coordinación entre ambos países. Proponían intensificar las consultas bilaterales para la búsqueda de posiciones coordinadas en todos los ámbitos del Sistema Antártico, particularmente en la conformación de un régimen para la Protección del Medio Ambiente antártico- y reforzar la cooperación con los demás países latinoamericanos miembros de dicho Sistema83. Otras áreas, a través de las cuales se anunciaba el trabajo conjunto entre ambos países, fueron las relativas a la “Prevención del uso indebido y represión del tráfico ilícito de estupefacientes y de sustancias psicotrópicas” y la “Cooperación para el desarrollo en materia de telecomunicaciones”. En sendos acuerdos, firmados el 29 de agosto de 1990, se precisaron objetivos y acciones a desarrollar en forma cooperativa. En el primero de ellos, se acordó la creación de una Comisión Mixta Argentino-Chilena como mecanismo de cooperación, de estudio y de formulación de recomendaciones84. Estos primeros pasos dados daban cuenta de una clara voluntad política dirigida al establecimiento de una relación madura, con proyecciones hacia otras cuestiones que necesariamente debían ser negociadas para integrar un marco de confianza mutua. El año 1991 y la consagración de la tendencia a la cooperación bilateral en ascenso. Los días 1, 2 y 3 de agosto de 1991, por invitación del presidente Menem se produjo la visita del presidente chileno, Patricio Aylwin, a la Argentina, quien viajó acompañado por una gran comitiva ministerial representada por los Ministros de Relaciones Exteriores, Defensa, Economía, Educación, Obras Públicas, Planificación y Cooperación y de la Comisión Nacional de Energía. El mandatario trasandino habló en el Congreso ante la Asamblea Legislativa, donde se le manifestó un especial reconocimiento. Fue recibido, además, por el presidente de la Corte suprema de Justicia de la Nación y se reunió también con los gobernadores de las provincias limítrofes con Chile a los que se sumaron los gobernadores de Córdoba y Buenos Aires. El Acta Fundacional del Grupo Binacional Parlamentario, que había sido suscripta en Valparaíso, en noviembre de 1990, daba lugar el 1º de agosto de 1991 a que se constituyese, en virtud del Acta respectiva, la Comisión Parlamentaria Conjunta Argentino-Chilena. La labor parlamentaria, entendida como uno de los pilares del sistema democrático, pasaba ahora a tener una dimensión cooperativa y se esperaba de ella una eficaz contribución al fortalecimiento de los vínculos bilaterales. Por su parte, los presidentes firmaron el 2 de agosto de 1991, la “Declaración Conjunta Presidencial Argentino-Chilena” en la que explicitaron el propósito de consolidar una “frontera de paz”, el compromiso de recorrer en común un camino democrático, pacífico y de justicia social, además de la profundización de la cooperación y el comercio. 24 Concordaron también en la importancia de “proceder al estudio de las posibles formas y la oportunidad de la vinculación de Chile con el MERCOSUR”. El 2 de agosto, Menem y Aylwin firmaron nueve acuerdos que abarcaron una multiplicidad de temas. Cada uno de ellos, aunque con diferente grado de relevancia y “sensibilidad”, eran claves para encarar una relación bilateral como la que se perfilaba acorde con la Declaración Presidencial, a saber: 1) Declaración Conjunta sobre Límites que establecía el acuerdo sobre 23 de esos puntos en litigio. Veintidós de ellos se definieron siguiendo los trabajos ya realizados por la COMIX y para el restante –correspondiente a la zona comprendida entre el Monte Fitz Roy y el Cerro Daudet (conocida como Hielos Continentales para los argentinos y Campos de Hielo, para los chilenos), estableció una línea poligonal85cuyo trazado fue sometido a aprobación de los respectivos parlamentos. Respecto del litigio restante, el de Lago del Desierto, ambas partes acordaron someterlo a arbitraje internacional; 2) Acuerdo de Complementación Económica (que incluía cuatro Protocolos sobre: Normas que regulan la interconexión gasífera y suministro de gas natural entre la cuenca neuquina y la República de Chile; Reglamento sobre tránsito y sanidad vegetal; Cooperación minera para la exploración y explotación conjunta en zonas fronterizas; y Desregulación del transporte terrestre, marítimo y aéreo) 3) Tratado sobre Medio Ambiente 4) Protocolo específico adicional sobre Protección del medio ambiente antártico 5) Protocolo específico adicional sobre Recursos Hídricos Compartidos 6) Acuerdo para la Cooperación entre la Gendarmería Nacional Argentina y Carabineros de Chile 7) Notas reversales sobre la ampliación del Convenio de Pasajeros de 1947; 8) Convenio sobre garantía de inversiones recíprocas y eliminación del doble tributo; y 9) Memorándum de entendimiento sobre integración física y facilitación del tránsito fronterizo. La relevancia que tuvo esta visita presidencial de 1991 y el nivel de los acuerdos a los que se arribó generaron grandes expectativas, lo cual fue registrado por los medios de comunicación que le asignaron una atención especial86. Como aparece señalado en la Declaración Presidencial mencionada, entre los mecanismos para resolver las cuestiones litigiosas territoriales, se establecía recurrir a arbitraje en la cuestión de Laguna del Desierto y a la conclusión de un Tratado, que sería sometido a aprobación por los respectivos Parlamentos, en el caso de los Hielos Continentales. Dada la relevancia de ambos, amerita que sean analizados en profundidad. La compleja resolución de las cuestiones pendientes de demarcación territorial Avance, retrocesos y “percepciones diferentes” registradas en ámbitos políticos y de la sociedad civil Tras la visita del presidente Patricio Aylwin a Buenos Aires, la Cámara de Diputados chilena avaló por amplia mayoría los acuerdos alcanzados por los gobiernos argentino y chileno. El acuerdo fue adoptado luego de que los diputados escucharon las exposiciones de los ministros de Relaciones Exteriores, Enrique Silva Cimma; de Economía, Carlos Ominami; y de Agricultura, Juan Agustín Figueroa. 25 Simultáneamente, los legisladores rechazaron una moción opositora que pedía la participación de diversos sectores en los protocolos a suscribir por Argentina y Chile87. *La Cuestión de Laguna del Desierto El 31 de octubre de 1991 los Cancilleres Guido Di Tella y Enrique Silva Cimma firmaron en Santiago de Chile el compromiso arbitral sobre los límites en la zona de Laguna del Desierto88. Para su cumplimiento, acordaron el establecimiento de un tribunal compuesto por cinco miembros, todos reconocidos juristas latinoamericanos: Rafael Nieto (Colombia), Reynaldo Gallindo (El Salvador), Pedro Nikken (Venezuela), Julio Barberis (Argentina) y Santiago Bendava (Chile). Este tribunal tuvo su primera reunión el 16 de diciembre de 1991, en Brasilia, siendo su sede el Comité Jurídico Interamericano. De acuerdo con lo establecido, el Tribunal debería procurar dictar sentencia antes del 1º de marzo de 199489. El seguimiento de este caso desde la Cancillería argentina estuvo a cargo de la Embajadora Susana Ruiz Cerutti y los Embajadores Federico Mirré y Horacio Basabe. Se ponderaron antecedentes jurídicos y datos geográficos, a lo que se sumó una visita realizada por el Tribunal a la zona, en febrero de 1993. Debe recordarse, además, que frente a cierta intranquilidad manifestada por los habitantes de Santa Cruz, el Canciller Di Tella realizó una visita a esa provincia y les aseguró a los pobladores que “nuestros derechos soberanos van a ser reconocidos”. 90 Luego de haber transcurrido casi tres años de deliberaciones, la decisión sobre el Fallo Arbitral fue anunciada el 21 de octubre de 1994, según la cual la traza entre el hito 62 y el Monte Fitz Roy se ajustaba a la presentación argentina. Producido aquél, Chile solicitó una revisión de interpretación91 , frente a la cual el Tribunal volvió a efectuar una sentencia inapelable el día 13 de octubre de 1995 donde se reafirmaba el trazado expresado. Seguidamente, la Cancillería argentina anunciaba que el Tribunal había dispuesto que "la colocación material de los tres hitos en los lugares que ya fueron señalizados en el terreno sería realizada por el perito geógrafo del Tribunal con apoyo de la Comisión Mixta de Límites o de la Comisión Nacional de cualquiera de las partes, en el próximo verano y antes del 31 de marzo de 1996."92 El 12 de marzo de 1996 quedaba concluida la colocación de los tres hitos previstos en la resolución del Tribunal Arbitral. Se superaba de esta manera, un diferendo más con Chile que había entorpecido durante mucho tiempo las relaciones bilaterales93. Además, como podrá verse en otros temas de este trabajo, continuaban avanzando las relaciones bilaterales de tipo político, económico, cultural sin ser atravesadas por las cuestiones territoriales, como había sido característico en otros momentos históricos. ** El proceso que derivó en la firma del Acuerdo sobre los Hielos Continentales. De acuerdo con lo que había establecido la Declaración Presidencial Conjunta sobre Límites (1991), para arribar a una solución respecto de la zona comprendida entre el Monte Fitz Roy y el Cerro Daudet (conocida como Hielos Continentales para los argentinos y Campos de Hielo, para los chilenos), había sido diseñada una “línea poligonal”94, sustento o resultado del tratado bilateral que debería ser aprobado por los respectivos parlamentos. Las opiniones políticas opuestas a esta modalidad de solución 26 del diferendo en ambos países se sumaron a la diversidad de interpretaciones jurídicas que se expresaban en medios académicos y de información pública. Tampoco eran congruentes entre sí, las respuestas dadas a conocer por los especialistas y peritos. Según expresa el entonces Vice-Canciller Cisneros95 “eran curiosamente coincidentes con su respectiva nacionalidad”. También señalaba que “muchos sectores sostenían que el Acuerdo antes mencionado debía ser dejado de lado, renegociado y, eventualmente, el diferendo debía ser sometido a arbitraje” . Desde la oposición, Federico Storani96 (en esos momentos, presidente del bloque de Diputados radicales) remarcaba, por un lado, la “ voluntad inequívoca por parte de todos los sectores políticos y sociales de la Argentina para solucionar por la vía diplomática las cuestiones con Chile” y, por otro, que “no estaba en discusión la profundización de la relación bilateral y regional con Chile, sino el trazado de la línea poligonal en la zona de los Hielos Continentales”, que podría generar a futuro una enorme confusión y ser una fuente de problemas. Las divergencias sobre los criterios “políticos y/o jurídicos” que debían primar en la superación de este diferendo, promovieron profundas discusiones por casi cuatro años. En agosto de 1992, el gobierno argentino parecía tener asegurados los votos en la Comisión de Defensa, en tanto existía una gran resistencia entre los justicialistas que integraban la Comisión de Relaciones Exteriores. A la vez, el presidente Menem aseguraba a sus senadores que “si se ratificaba el acuerdo, los chilenos reconocerían formalmente la soberanía argentina en Malvinas”97. La situación se complicó aún más, cuando por esos días salió a la luz una consulta que el Ministerio de Relaciones Exteriores había realizado al reconocido internacionalista uruguayo Jiménez de Aréchaga, solicitándole una opinión consultiva sobre la conveniencia para Argentina de ratificar el Tratado suscripto por Argentina y Chile el 2 de agosto de 1991-por el que se fijaba el límite entre los dos países en la zona comprendida entre el Monte Fitz Roy y el Cerro Daudet- o si sería más conveniente rehusar el Tratado y someter el litigio a arbitraje. Este jurisconsulto concluyó que, en caso de someter el litigio a un arbitraje se deberían tener en cuenta los criterios del Acuerdo Moreno-Barros Arana (1902), si bien las Partes por mutuo acuerdo podrían modificarlo, como se hace por el Acuerdo de 1991 lo que no podría ser realizado por un Tribunal Arbitral. 98 Muchos consideraron el parecer emitido como “ un as en la manga del gobierno” o “el argumento secreto del gobierno sobre los hielos”. 99 Del lado chileno, el Vicecanciller Vargas Carreño, afirmaba la conveniencia de arribar al acuerdo en los términos planteados por los presidentes Aylwin y Menem y se mostraba muy escéptico sobre la posibilidad de un arbitraje, sosteniendo al respecto que “ningún árbitro diría algo distinto”100 El impacto de la resolución de Laguna del Desierto sobre la Negociación política de los Hielos Continentales Durante la visita del presidente chileno Eduardo Frei a Buenos Aires, ambos mandatarios emitieron un comunicado conjunto, el 26 de abril de 1996, en el que instaban a los respectivos Parlamentos a que ratificasen en breve el acuerdo para delimitar la frontera en la zona de Hielos Continentales 101. Por su parte, en nuestro país y desde el oficialismo comenzaba a trabajarse una propuesta de Protocolo Adicional (al 27 tratado Menem-Aylwin de 1991) con la cual el Gobierno esperaba obtener la ratificación parlamentaria102. En la primera semana julio de 1996 se produjo una importante visita de cuatro parlamentarios chilenos: los diputados demócrata cristianos Ignacio Walker -presidente de la Comisión de Defensa en el Congreso chileno- y Renán Fuentealba; el diputado socialista José Viera Gallo y el senador socialista -y ex ministro de Economía en el gobierno de Aylwin- Carlos Ominami., quienes se reunieron en el Congreso argentino con los integra-ntes de la comisión biparlamentaria , presidida por el senador del PJ Antonio Cafiero. En esa ocasión se trató un eventual Protocolo Adicional que posibilitara vencer la resistencia a ratificar el Acuerdo de 1991, por parte de los parlamentarios argentinos y encarar la posibilidad de “construir un consenso”, aunque se optó por dejar de lado a los legisladores patagónicos, claramente opuestos al acuerdo y que rápidamente hicieron conocer a los visitantes su disconformidad con el mismo.103 El 27 de noviembre de 1996 se concretó una reunión entre legisladores argentinos y chilenos en Buenos Aires para avanzar en la aprobación del tratado de 1991, pero ésta terminó sin acuerdo y sin que se produjera documento alguno.104 Pocos días después, el 6 de diciembre, los Vice-Cancilleres de la Argentina, Andrés Cisneros, y de Chile, Mariano Fernández, llegaban a un acuerdo para la redacción del protocolo adicional105 . De esta manera se preparaba lo que finalmente ocurrió el 10 de diciembre de 1996, en Santiago de Chile, cuando Carlos Menem y Eduardo Frei firmaron el denominado Protocolo Adicional al Acuerdo Menem-Aylwin de 1991 sobre los hielos continentales, como un nuevo paso para tratar de obtener la ratificación parlamentaria en ambos países. Los aspectos que este instrumento incorporaba, trataban de despejar argumentos como el de resquebrajamiento del encuadre jurídico que ordenaba toda la frontera argentino-chilena, efectos de esta cuestión sobre “delimitación” del sector antártico, condominio de la cuenca del Río Santa Cruz, abrir nuevas cuestiones territoriales, entre los más importantes 106. No obstante vale aclarar que la poligonal no sentaba precedente para ningún otro tema bilateral y que el Protocolo Adicional no contó con el respaldo de los Parlamentos de ambos países. En el caso argentino, los argumentos del diputado bordonista Juan Carlos Olima, impulsor de la poligonal, no convencieron a los legisladores de la UCR, FREPASO y partidos provinciales107. También hubo protestas por parte del gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner y manifestaciones de repudio en la provincia. Unos días después, los bloques de la UCR y el FREPASO impulsaron en la Cámara Baja la convocatoria de una consulta popular vinculante para que fuese la ciudadanía quien definiera la posición argentina en esta cuestión.108 En la sesión de diputados del 17 de diciembre de 1996, el oficialismo alcanzó los votos necesarios para el dictamen favorable al acuerdo sobre Hielos Continentales (25 votos a favor; tres de ellos en disidencia parcial y 22 en contra). Pero el Partido Justicialista decidió no llevar la cuestión al recinto el 27 de diciembre -como deseaba el Gobiernosino que dejó el tratamiento para más adelante. Se preveía una difícil votación ya que, además de la oposición, eran numerosos los legisladores del PJ que no estaban dispuestos a convalidar el acuerdo. Por otro lado, debido a las críticas que se expresaban a nivel de la opinión pública, el oficialismo prefirió que fuese la Cancillería quien tomase a su cargo la explicación detallada del acuerdo para no asumir por sí sólo el costo político de aprobar un proyecto tan controvertido.109 28 Las dificultades que entrañó arribar a algunos acuerdos mínimos para poder avanzar hacia la ratificación del Tratado sobre Hielos Continentales, no se agotan en lo expresado hasta aquí. Sí, al menos, permiten dar cuenta de las diversas posiciones jurídicas y políticas que estaban en juego110. Queda claro que el gobierno argentino como lo habían expresado repetidamente tanto el Presidente Menem, como el Canciller Di Tella y el Vice-canciller Cisneros- vinculaba la integración con Chile a la superación de las cuestiones territoriales. A ello, considero que habría que sumar una cuestión adicional, y que es precisamente la que ha motivado el título de este apartado. Luego de la definición adoptada respecto de Laguna del Desierto, emergía claramente la “necesidad” del gobierno chileno de poder lograr la ratificación del “Tratado de la poligonal”. Como lo ha expresado Pérez Llana -en una obra editada antes de la solución de la cuestión-111 “luego de la sentencia arbitral del Lago, para el gobierno del presidente Frei significaba una derrota cualquier otro camino que no pasase por la aprobación del Tratado”. Eran conocidas, también, las manifestaciones del presidente chileno en el sentido que un resultado adverso produciría en Chile el fortalecimiento de una corriente de opinión liderada por el ex presidente de facto Augusto Pinochet. A su vez, el gobierno argentino no deseaba que el tema de los Hielos se transformara en una bandera que pudiese agitar la oposición en un año electoral. Tras el encuentro que mantuvieron, el día 8 de enero de 1997, el Presidente Menem, el canciller Di Tella y varios legisladores, quedó claro que la posición oficial era la de confiar que el Congreso ratificara el proyecto. Pero, como el Gobierno presumía que el debate no se realizaría, puso una fecha tope: la última sesión de febrero o la primera de marzo. Si las definiciones no prosperaban, se pensaba en las alternativas previstas por el Tratado de Paz y Amistad de 1984: primero la conciliación y luego el arbitraje.112 Esto, de ninguna manera, era bien visto por la dirigencia chilena, según lo había hecho conocer su vice-canciller Mariano Fernández a la prensa, quien ante la pregunta sobre si ir a una conciliación significaba patear el tablero, Fernández respondió: "(…) Creemos que sí y no nos gustaría llegar a esa situación. Confiamos plenamente en que Menem y Di Tella no patearán el tablero113. Distintas velocidades en los trámites parlamentarios en Chile y Argentina y los intentos por acompasarlos El 12 de marzo de 1997 se anunciaba en Chile que la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado chileno había aprobado la ratificación del acuerdo sobre Hielos Continentales114. Mientras tanto, el Canciller Guido Di Tella se reunía, el 17 de marzo, con la conducción del bloque de diputados justicialistas para intentar que éstos le garantizaran la ratificación del mismo.115 Por su parte, y casi simultáneamente, la Convención Nacional de la UCR reiteraba su rechazo al acuerdo Menem-Aylwin de 1991, fundamentando su determinación en que el Gobierno no había tenido en cuenta los antecedentes históricos y jurídicos existentes, como, entre otros, el Tratado de 1881 y el Protocolo de 1893 y que se “entregaban 1057 kilómetros cuadrados del territorio argentino a la República de Chile, sobre la base de la curiosa poligonal, sin sustento legal conocido. Tomaba en cuenta un estudio realizado por la Academia Nacional de la Historia, que concluía que la poligonal "está trazada en una ubicación geográfica que no se corresponde con la letra de los convenios firmados y vigentes con Chile" y agregaba que vincular los límites a eventuales acuerdos de cooperación "es un grave error".116 29 Hacia mediados de abril, los Cancilleres Guido Di Tella, y José Miguel Insulza, anunciaron una postergación de la ratificación del acuerdo por Hielos Continentales hasta 1998, habida cuenta que el Canciller argentino había viajado a Santiago para informar a su par chileno que, del lado argentino, el trámite parlamentario estaría estancado hasta las elecciones legislativas del 26 de octubre.117 A pesar de los distintos intentos, y el disgusto manifestado por el Canciller al parlamento argentino, sabía que contaba con un despacho favorable de la Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados y gran dilación por parte del Senado. A diferencia de la Argentina, Chile confiaba en lograr la ratificación parlamentaria del acuerdo, pero el problema radicaba precisamente en el mecanismo de simultaneidad acordado entre los cancilleres Guido Di Tella y José Miguel Insulza, por el cual el Congreso chileno sólo podía avanzar en la medida en que lo hiciera el argentino. Estas gestiones fueron apuntaladas por la reunión mantenida por el presidente provisional del Senado argentino, Eduardo Menem y su par chileno, Sergio Romero, en Santiago de Chile, con el objetivo de destrabar el acuerdo por Hielos Continentales en ambos Parlamentos.118 Nuevamente ambos cancilleres, decidieron abrir "un compás de espera" hasta marzo de 1998, para realizar otro intento en Diputados, con la conformación surgida de las elecciones de octubre de 1997.119 Se sucedieron luego, una serie de febriles contactos del Canciller Di Tella con líderes de la oposición, mientras un grupo de legisladores de la Alianza trabajaba junto con funcionarios de la Cancillería, con la intención de redactar un nuevo Protocolo Adicional al tratado, que subsanara los problemas que la oposición le encontraba al Acuerdo.120 El clima bilateral argentino-chileno, a su vez, se enrarecía debido a la designación de aliado extra-OTAN de la Argentina, como se verá en el apartado respectivo. Durante el encuentro de los Cancilleres Guido Di Tella, y José Miguel Insulza, en Montevideo, el 14 de diciembre de 1997, en ocasión de la cumbre del MERCOSUR, el primero anunció a su par chileno sobre el fracaso del tratado en el Congreso argentino. Del lado chileno no había interés en trabajar sobre otras alternativas, y quedaba claro que el presidente Frei descartaba el arbitraje porque el fallo de Laguna del Desierto, favorable a la Argentina, había dejado a la opinión pública chilena muy sensibilizada. Chile prefería dejar pasar el tiempo, hasta que el tratado pudiese ser aprobado en el Parlamento argentino. Los aportes “constructivos” del año 1998 en dirección a la solución definitiva El año 1998 marca un punto de inflexión en la búsqueda de consensos sobre la “Cuestión de los Hielos Continentales” ya que de ambos lados se trabajó acercando posiciones y al interior de cada uno de los países, se intentó “construir” una Política de Estado alrededor de este tema, a partir de un diálogo maduro entre los diversos sectores. A principios de enero, los cancilleres Guido Di Tella y José Miguel Insulza, se reunieron en Montevideo y emitieron un comunicado donde manifestaban su 30 predisposición a recibir propuestas alternativas, invitando –de alguna manera- a quienes se oponían a la línea poligonal. El 24 de junio de 1998, el diputado del PJ Fernando Maurette presentó ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja un proyecto de declaración en el que se instaba al Ejecutivo a que retirase del Congreso el proyecto de la controvertida línea poligonal establecida por el acuerdo Menem-Aylwin de 1991. La Comisión lo aprobó por unanimidad, incluyendo a Marcelo Stubrin (UCR), Fernando Maurette (PJ), Cristina Fernández de Kirchner (PJ), Dante Caputo (Alianza) y Guillermo Estévez Boero (FREPASO). A su vez, el diputado Marcelo Stubrin planteó (con la venia del ex presidente Raúl Alfonsín) una nueva propuesta, producto del análisis conjunto que habían realizado dicho legislador radical y sus pares Fernando Maurette (PJ) y Guillermo Estévez Boero (FREPASO) con legisladores chilenos. Dicha propuesta consistía en destrabar la cuestión mediante un nuevo análisis técnico que sólo tomara en cuenta la divisoria de aguas121. El 25 de junio de 1998, en el contexto de la decisión mencionada, el canciller chileno, José Miguel Insulza, aceptó la posibilidad de renegociar el acuerdo Menem-Aylwin de 1991, declarando: “Queremos resolver el problema. Estamos dispuestos a analizar nuevas alternativas si las consideramos convenientes”122. La Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, el 15 de julio, aprobó una propuesta acordada por consenso, por el diputado justicialista Fernando Maurette (presidente de la Comisión), el radical Marcelo Stubrin y el frepasista Guillermo Estévez Boero, que respondía fundamentalmente a los criterios históricos de manera que, Chile no podía pretender punto alguno hacia el Atlántico, ni la Argentina hacia el Pacífico. Asimismo, se señalaba que para establecer la frontera entre el cerro Fitz Roy y el paralelo 49° 12’, debería garantizarse el principio de que todas las aguas que fluyen hacia el río Santa Cruz y desaguan en él, fuesen consideradas como recurso hídrico propio de la República Argentina. Por su parte, se utilizaría un “principio similar” para reafirmar “la no pretensión” argentina de acceder al Pacífico. Se agregó, además, a instancias del diputado Dante Caputo (FREPASO-Capital), otro ítem al proyecto por el cual se requería el asesoramiento y seguimiento de las tareas de demarcación por parte de la Academia Nacional de Geografía.123 Finalmente, 15 de agosto de 1998 y de acuerdo con la solicitud efectuada por el presidente Carlos Menem a su colega chileno Eduardo Frei en la cumbre del MERCOSUR en Ushuaia, tuvieron un encuentro en Asunción del Paraguay, en ocasión de la ceremonia de asunción del nuevo presidente paraguayo, Raúl Cubas Grau. A partir de allí, ambos instruyeron a sus respectivos cancilleres para que buscaran una alternativa a la línea poligonal. El canciller chileno, José Miguel Insulza, explicó que “los dos presidentes deseaban dejar este asunto resuelto antes de la conclusión de sus respectivos mandatos.”124 A los pocos días, dieron comienzo reuniones entre funcionarios de ambas cancillerías. Así el 19 de agosto de 1998, con el encuentro entre la directora de Límites de la Cancillería chilena, María Teresa Infante, y el encargado del tema Hielos en la Argentina, Carlos Foradori, en Buenos Aires, se producía el primer contacto 31 diplomático bilateral para encontrar una alternativa a la poligonal que sirviera para solucionar el diferendo. Las discusiones sobre sus respectivas posiciones siguieron las pautas que habían sido establecidas por la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de la Argentina, como ya se detalló anteriormente. La sumatoria de todos los aportes hacía que se concretara, entonces, un trabajo jurídico, político y técnico. El 3 de noviembre de 1998, el Canciller Di Tella acompañado por el vicecanciller, Andrés Cisneros, y por los integrantes del grupo de trabajo de la Cancillería (el general Luis María Miró, integrante de la Academia Nacional de Geografía; y Carlos Foradori, encargado del tema Hielos en la Cancillería argentina), se presentó ante la cúpula del bloque del PJ de la Cámara de Diputados y reconoció que “fue un error” el trazado de la poligonal contenido en el acuerdo Menem-Aylwin de 1991. El canciller intentó limar las diferencias que aún subsistían en esa bancada, especialmente por el lado de los legisladores patagónicos, renuentes a aceptar lo que denominaron “una nueva poligonal” en el área de Hielos Continentales.125 En la búsqueda de un nuevo avance, los cancilleres Di Tella e Insulza se reunieron el 24 de noviembre de 1998 en Santiago, aunque no lograron definir la fecha en que podría firmarse el nuevo acuerdo, ya que se requería la decisión del Congreso chileno.126 Sí, en cambio ésta pudo fijarse en la siguiente reunión, con lo cual se agendó la fecha y el lugar para el nuevo acuerdo: entre el 15 y 17 de diciembre, en Buenos Aires, en ocasión de la visita del presidente chileno Eduardo Frei a la Argentina.127 De esa manera, el 16 de diciembre de 1998, ambos cancilleres rubricaron en Buenos Aires el nuevo acuerdo sobre Hielos Continentales. Por su parte, los presidentes Carlos Menem y Eduardo Frei, sellaron una Declaración Conjunta y anunciaron el comienzo de una nueva etapa bilateral. La ceremonia contó con la presencia y el aval del ex presidente Raúl Alfonsín y del jefe del Gobierno porteño y candidato presidencial de la ALIANZA, el radical Fernando de la Rúa.128 Seguía ahora la etapa de ratificación por parte de los respectivos Parlamentos, lo cual se desarrolló con la siguiente secuencia: el 29 de diciembre de 1998, la Cámara de Diputados argentina ratificó, por amplia mayoría (163 a favor, 8 en contra129 y 7 abstenciones130), el acuerdo sobre Hielos Continentales suscripto por Argentina y Chile el día 16131. El senado chileno hizo lo propio, el 10 de marzo de 1999, por 34 votos a favor y 12 en contra. A favor del acuerdo votaron los senadores de la gobernante Concertación Democrática. En cambio, rechazaron el acuerdo representantes de la derecha (UDI y Renovación Nacional) y los senadores designados por las Fuerzas Armadas. El resultado de la votación, según el senador socialista –que había trabajado arduamente en el consenso- demostraba que el tratado favorecía la posición del país, a la vez que reconocía que se había logrado una solución “de estado” y se habían resguardado los intereses de Chile. 132 Finalmente, el 2 de junio de 1999, los Parlamentos argentino y chileno cerraron el último conflicto limítrofe pendiente, al ratificar en forma simultánea el Tratado por los Hielos Continentales. En Argentina el Tratado fue convalidado por el Senado por 42 votos a favor y 5 en contra133 (dado que la Cámara de Diputados lo había aprobado en diciembre de 1998). Por su parte en Chile, la Cámara de Diputados aprobó el convenio por 58 votos a favor y 32 en contra134 (el senado ya lo había hecho en marzo de 32 1999).135 Aunque sobrevino una presentación ante el Tribunal Constitucional de Chile por parte de Jueces y legisladores opositores al acuerdo, el recurso no prosperó. Así, con la ratificación casi unánime por parte del Tribunal Constitucional, quedaba listo para ser promulgado y convertirse en ley el tratado de límites por la zona de los Hielos, ya aprobado por el Congreso.136 La “construcción” de este acuerdo final para la Cuestión de los Hielos Continentales, dejó sentado un importante precedente respecto de los beneficios de trabajar en el diseño de “Políticas de Estado”, lo cual quedó evidenciado tanto del lado argentino como del lado chileno. El salto cualitativo en las relaciones políticas de la Argentina y Chile en los noventa. Los importantes avances producidos durante los dos primeros años de la relación “interdemocrática” entre la Argentina y Chile, de los cuales conviene recordar la Reunión entre los presidentes Carlos Menem y Patricio Aylwin, en Santiago , entre los días 27 y 29 de agosto de 1990 y la Declaración Conjunta Presidencial del 2 de agosto de 1991, constituyeron el marco fundacional de la nueva relación que expresaba la voluntad política de intensificar la cooperación y apuntar al mayor entendimiento entre los dos países. Así es como, la creación de la “Comisión Parlamentaria Conjunta Argentino-Chilena” el 1º de agosto de 1991- contribuyó a calificar el perfil político de la relación, reconociendo la labor parlamentaria como eje del sistema democrático y como un factor del fortalecimiento de los vínculos bilaterales. También el establecimiento del Mecanismo Permanente de Consulta y Coordinación Política de Alto Nivel entre ambas Cancillerías, creó un espacio para coordinar cuestiones tanto de la agenda bilateral como del ámbito regional e internacional. De igual modo, la facilitación fronteriza e integración física ocupó una buena parte de la relación bilateral, promoviéndose la conformación de nuevos “Comités de Frontera”. A los ya existentes del Cristo Redentor y de la Región Austral, venían a sumarse a partir del 23 de agosto de 1991, los Comités NOA-Norte Grande (en Antofagasta) y Región de los Lagos (en San Carlos de Bariloche), en el convencimiento que éstos constituyen un instrumento eficiente para la integración subregional y fronteriza entre ambos países137. En esta misma dirección, se produjeron otros avances, entre los que pueden citarse la inauguración del tránsito operativo por el paso de Jama, que se concretó el 6 de diciembre de 1991, a partir del cual, los productos argentinos podrían acceder al puerto chileno de Antofagasta y su consiguiente salida al Pacífico138. A medida que la relación se fue profundizando, fueron concretadas nuevas acciones en esta dirección, aún mientras se resolvían las cuestiones limítrofes pendientes con excepción del Tratado sobre Integración y Complementación Minera (que sería suscripto en diciembre de 1997 y cuyo canje de instrumentos de ratificación recién fue posible en diciembre de 2000). El cuadro de esta agenda positiva que empezaba a crearse se completa con los importantes pasos dados en temas relativos a la Política Nuclear –que, como ya se vió en este trabajo al tratar la relación con Brasil- fue manejado coordinadamente con otros países latinoamericanos. Con Chile se trabajó para acordar las modificaciones al 33 Tratado de Tlatelolco, cuando, simultáneamente, se hacían avances en este área tan sensible para la relación argentino-brasileña. La tarea concertada entre Argentina, Brasil y Chile, a los cuales se agregó México, acercó propuestas de enmiendas, para hacer de aquél un instrumento más actualizado y efectivizarlo en toda la región .Finalmente, en diciembre de 1994, la Argentina, Brasil y Chile ratificaron el Tratado de Tlatelolco, alcanzando plena vigencia en el conjunto de la región un año después. También debe recordarse que, el 5 de setiembre de 1991 en Mendoza, los cancilleres de Argentina, Brasil y Chile firmaron la Declaración sobre la Prohibición Completa (uso, producción, adquisición y transferencia) de Armas Químicas y Biológicas, conocida como “Compromiso de Mendoza”, la cual contó posteriormente con la adhesión de Paraguay y Uruguay, sumándose también Bolivia y Ecuador. La práctica de las visitas presidenciales y la firma de las “Declaraciones Presidenciales Conjuntas” permitieron, por un lado, analizar y evaluar la marcha de las relaciones bilaterales como así también instalar temas de tratamiento conjunto, plantear objetivos hacia los cuales encaminar las acciones e impartir instrucciones para producir avances sustantivos en cuestiones pendientes de resolución y/o concreción. Una nueva instancia favorecedora del diálogo entre los Gobiernos -que venía a complementarse con otras ya creadas como la Comisión Binacional Permanente, el Consejo de Complementación Económica y la Comisión Parlamentaria Conjunta– fue establecida por notas reversales entre los cancilleres Guido Di Tella y Carlos Figueroa Serrano, el 26 de agosto de 1994. En virtud de ella se institucionalizaba este mecanismo que se había desarrollado en diferentes niveles durante esos años y que, a partir de ese momento, se constituía como Sistema de Información y Consulta Permanente entre las Cancillerías139. A su vez, el fortalecimiento y la cooperación interinstitucional quedó consagrado en el Acuerdo de Cooperación entre las Academias Diplomáticas de ambos países, firmado en Buenos Aires, el 26 de abril de 1996. La promoción de valores comunes, a través de la educación y la cultura, la compatibilización de los contenidos en los textos educativos –que muchas veces han exhibido diferencias muy significativas al abordar la historia y la geografía regional, siendo fuentes potenciales de conflicto- también fueron reconocidos como un componente necesario y efectivo, en dirección a incrementar la amistad e integración argentino-chilena. En ese sentido, merecen destacarse la firma del Acta de Cultura para la Integración, el 26 de abril de 1996 que se complementó con un acuerdo suscripto entre los Rectores de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Chile140. Un entorno democrático para construir medidas de confianza mutua Actores y agendas encaminados en esa dirección El fortalecimiento de la democracia, la priorización por parte de los gobiernos de la Argentina y Chile de superar sus diferendos territoriales pendientes por la vía de la concertación y el aporte realizado desde los Parlamentos sumados a la existencia de intereses económicos y la voluntad de concretar inversiones, fueron factores contribuyentes en la gestación de un clima de confianza mutua. A lo anteriormente expuesto hay que sumar, que en el marco de la asociación de Chile al MERCOSUR – como fuera desarrollado en este trabajo) se reafirmaron los compromisos asumidos en el fortalecimiento de la democracia, quedando claramente expuestos en la Declaración de 34 Potrero de los Funes, la Declaración de Ushuaia y se reforzaron con la participación de Chile en los Mecanismos de Consulta y Concertación Política del MERCOSUR. Todos los esfuerzos señalados, conformaron un ámbito propicio para el desarrollo de relaciones maduras entre la Argentina y Chile. A ello también debe agregarse que, en la agenda de seguridad internacional se hicieron avances muy importantes, entre los que hemos destacado el perfeccionamiento y suscripción de Tlatelolco, la ratificación del Tratado de No Proliferación Nuclear, el empuje puesto de manifiesto en favor de la prohibición completa de ensayos nucleares, la Declaración de Mendoza y la participación en el Tratado Internacional de Armas Químicas. Analizadas en conjunto, son todas medidas que perfeccionan el marco de cooperación regional y consolidan la confianza y la seguridad. Ahora bien, las referencias coincidentes de distintos analistas, con relación al proceso de transición chilena141, tienden a enfatizar la persistencia de un comportamiento que continúa privilegiando –al menos en una importante franja de la década de los noventa- el lenguaje de las hipótesis de conflicto, la confusión entre cooperación militar y diplomacia militar y donde aparece la interferencia de los sectores más reacios a pensar en nuevos términos la seguridad regional. Estas percepciones, sin duda han condicionado, en buena medida, avanzar en la profundización de las relaciones argentino-chilenas en materia de seguridad y defensa, sobre todo si se las compara con las que han podido establecerse con Brasil142. Con vistas a producir un cambio importante en esa dimensión es que se ha buscado promover contactos y medidas de cooperación en el ámbito militar y de seguridad, como se verá a continuación. Las medidas de cooperación bilateral en materia de defensa y seguridad entre Argentina y Chile La Declaración Presidencial, firmada el 26 de abril de 1996, por los presidentes Carlos Menem y Eduardo Frei, en ocasión de la visita de éste a la Argentina, subrayaba la importancia tanto de la Conferencia Regional sobre Medidas para el Fomento de la Confianza- celebrada en Santiago, Chile, en noviembre de 1995, como la Conferencia de Ministros de Ministros de defensa de todo el continente, que se anunciaba para octubre de ese año, en la ciudad de Bariloche. Estas constituyeron el prólogo más indicado para que pudiera desarrollarse el 26 de noviembre de 1996 una reunión en Santiago entre el ministro argentino de Defensa, Jorge Domínguez y su par chileno, Edmundo Pérez Yoma. En esta ocasión se trataron temas de interés común de la agenda de seguridad hemisférica, la experiencia de Argentina y de Chile en las operaciones para el mantenimiento de la paz realizadas bajo mandato de la ONU y una evaluación conjunta de los resultados de la Conferencia de ministros de Defensa realizada en Bariloche.143 El propósito de acercar a las Fuerzas Armadas para fomentar el mutuo conocimiento y analizar las posibilidades de aunar criterios en torno del terrorismo, el narcoterrorismo, la subversión, la defensa del sistema ecológico y otras amenaza a nivel regional , confluyeron en la reunión de los Altos Mandos de las Fuerzas respectivas. Ésta tuvo lugar en Buenos Aires entre el 11 y 13 de junio de 1997 y, de acuerdo, con la palabras inaugurales del Ministro de Defensa argentino, Jorge Domínguez, se buscaba proyectar una acción militar combinada entre los dos países similar a la existente en Europa, pero, 35 sin dudas lo que más interesaba a la Argentina, era evitar toda carrera armamentista en la región.144. (Sólo a título de ejemplo recordemos que mientras la Argentina había iniciado el desarme unilateral con la desactivación del proyecto Cóndor II, Chile anunciaba su Misil Rayo en mayo de 1991). Por su parte, en la esfera civil, se produjeron reuniones entre los Ministros de Relaciones Exteriores Guido Di Tella y José Miguel Insulza, el 16 de julio de 1997, en la localidad de el Zapallar (Chile) incorporándose posteriormente los titulares de Defensa de la Argentina y de Chile, Edmundo Pérez Yoma. Este encuentro, a pesar de la informalidad en que se desarrolló, formuló una serie de principios y metas que pretendían producir un cambio singular en cuestiones de defensa y seguridad bilateral. Las partes acordaron allí adoptar una metodología estandarizada propuesta por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) que posibilitaría medir los gastos en defensa. Entre otros temas, también se reiteraba la voluntad de avanzar en tareas de desminado aún pendientes (en áreas cordilleranas) y trabajar en un proyecto de instalación científica conjunta en la Antártida.145 Los Ministros de Defensa anunciaron, al día siguiente, que militares argentinos y chilenos realizarían maniobras conjuntas en el primer semestre de 1998.146 Sin embargo, este clima de confianza vendría a enturbiarse cuando hacia fines de julio el Ejército argentino anunció que no creía conveniente aún realizar ejercicios conjuntos con su par de Chile, debido a la necesidad previa de llegar a un acuerdo político a nivel gubernamental y de ampliar contactos militares graduales, algo que todavía en ese momento no se había producido, como ocurría desde hacía tiempo con Brasil. Detrás de estos argumentos, existían otros móviles como las declaraciones efectuadas por el Ministro de Defensa chileno, que había manifestado que no se habían agotado las hipótesis de conflicto con la Argentina (en clara referencia, como vimos, a las dificultades del arreglo por los Hielos continentales) y las compras de armamentos encaradas desde la conducción del ejército chileno.147 De todas maneras, hubo una ratificación desde los respectivos Ministerios de Defensa, sobre la decisión política de llevar a cabo los ejercicios militares conjuntos, tal como había sido previsto en la reunión del Zapallar.148 Esta decisión fue reiterada una vez más, al más alto nivel político por parte de los presidentes Menem y Frei, el 8 de agosto de 1997, quienes señalaron que se trataba de una "una decisión política" cuya intención era la de demostrar que no existían más recelos entre las FFAA de ambos países. A la salida del Palacio de la Moneda, Menem aclaró que "Las únicas (hipótesis de conflicto) que tenemos (con Chile) son el narcotráfico y el narcoterrorismo".149 De todas maneras, debe recordarse que por esos días, la designación de Aliado extraOTAN de la Argentina causó no pocas desconfianzas al punto que, el 27 de agosto, el canciller chileno, José Miguel Insulza, concurrió especialmente al Senado –que además discutía la Cuestión de los Hielos Continentales- para explicar que la condición de socio estratégico que adquiría la Argentina "no constituía ninguna obligación de defensa mutua, ni le otorgaba acceso automático para la adquisición de armamento." Manifestó además Insulza que dicha condición, le otorgaría a la Argentina la prioridad para acceder a armamento excedente, pero no a armas modernas. Asimismo, remarcó que ni Chile ni Argentina estaban empeñados en llevar adelante una carrera armamentista, por 36 cuanto los dos países habían reducido su presupuesto de defensa con relación al producto geográfico bruto.150 De acuerdo con los propósitos a los que se habían comprometido los presidentes y los ministros de las carteras respectivas, se continuó con el acercamiento entre las Fuerzas Armadas. Dentro de ese contexto, el 3 de septiembre de 1997, se celebró una reunión de militares argentinos y chilenos en Santiago para analizar la posibilidad de realizar ejercicios conjuntos, y cuyos análisis serían entregados al general Augusto Pinochet y al general Martín Balza, quienes resolverían los alcances y profundidad de los ejercicios.151. En agosto de 1998, se efectivizaron operativos combinados de las Armadas en áreas del Mar Austral. 152 Los esfuerzos realizados en dirección al establecimiento de confianzas mutuas y el logro de este propósito, quedaban sellados de manera simbólica cuando los presidentes Menem y Frei se abrazaron en el Estrecho de Magallanes, el 15 de febrero de 1999, anunciando también el final de los diferendos limítrofes entre ambos países.153 Más allá de lo simbólico del “Abrazo del Estrecho”, debe registrarse como fruto de este encuentro, la Declaración Conjunta sobre Fomento de la Confianza y la Seguridad, que ambos presidentes suscribieron en Ushuaia, el 16 de febrero de 1999. Ésta constituye una pieza fundamental por cuanto tiende a fomentar “la confianza y seguridad” entre las dos naciones, que históricamente mantuvieron una relación tensa, con no pocos momentos de crisis y preparativos pre-bélicos. Asimismo, por este acuerdo de equilibrio militar suscripto por los presidentes Menem y Frei, Chile y la Argentina se comprometían a delegar en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) el estudio de la situación militar de cada país y el respectivo seguimiento comparativo de las inversiones en materia de defensa.154 Otros signos importantes de la continuidad en la tendencia inaugurada por las Armadas en años anteriores, se ha manifestado en las restantes Fuerzas en el transcurso de 1999, desarrollándose actividades que abarcaron tanto los contactos de Alto Nivel en los Ejércitos con el objeto de delinear los primeros ejercicios conjuntos155, como las reuniones periódicas de interconsulta entre las Fuerzas Armadas de los dos países156 y también negociaciones encaminadas a realizar, a futuro, construcciones navales compartidas.157 La Cooperación en la Antártida y la “relación bilateral especial” El tema antártico cobró relevancia como “factor aglutinante” de coordinación política entre los latinoamericanos durante los noventa, de manera muy particular entre Argentina y Chile. Éste es otro de los temas “sensibles” de la relación, del cual existen signos muy discontinuos de búsqueda de acuerdos bilaterales en épocas previas a los gobiernos militares, que recién fueron retomados con el advenimiento de la democracia en ambos. La cooperación así inaugurada produjo, no sólo en los foros específicos que llevan adelante la cuestión antártica sino que se ha reforzado constantemente con la adopción de diversos compromisos en el marco de la relación bilateral.158 Dentro de ese contexto de entendimiento por el que atravesaron las relaciones argentino-chilenas durante los noventa, pueden destacarse: la continuidad en el apoyo chileno a la Argentina respecto de la Sede de la Secretaría del Tratado Antártico, el trabajo concertado en el ámbito de la Convención para la 37 Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos y los avances en la elaboración de un Programa Coordinado de trabajos científicos en la Antártida, incluida la posibilidad de establecer una instalación científica conjunta. Las ocasiones donde esta “nueva visión” se ha manifestado en toda su magnitud han sido la Conmemoración del Abrazo del Estrecho (Ushuaia-Punta Arenas, 15 de febrero de 1999) y la Declaración Presidencial Antártica como así también la última Declaración Conjunta Argentino-Chilena entre los Presidentes Carlos Menem y Eduardo Frei, firmada en Santiago de Chile, el 20 de agosto de 1999. Es de remarcar que en el primer caso, los presidentes se trasladaron a la Antártida donde “reafirmaron el compromiso de Argentina y Chile por la defensa de sus intereses comunes en ese Continente, además de compartir una visión de futuro y fortalecer los lineamientos de la cooperación bilateral en el ámbito del Sistema Antártico”. A ello siguió la firma de la “Declaración Presidencial Antártica”159, donde formularon un reconocimiento a la eficacia del Tratado Antártico y la participación activa de ambos Estados en el mismo, como así también a la colaboración existente en el marco de las Reuniones de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos (RAPAL). Además se sostuvo la conveniencia de implementar tares científicas comunes así como el establecimiento de “Áreas Protegidas de designación conjunta” y de proyectar en materia científica y logística, la manera de optimizar sus respectivos recursos destinados a la actividad antártica. En cuestiones relativas a los recursos vivos marinos antárticos, ratificaron su total compromiso con la Convención respectiva y su firme decisión de enfrentar cualquier “imposición de regulaciones y gravámenes incompatibles con aquélla” (esto en alusión a cuestiones de pesca con el Reino Unido, como señalo más adelante en este trabajo). Renovaron asimismo su confianza en el pronto establecimiento de una Secretaría Permanente y en la designación de Buenos Aires como su sede. Por su parte, y en un contexto más amplio de cuestiones, en la Declaración Conjunta correspondiente al 20 de agosto de ese mismo año se retomaron los aspectos considerados anteriormente -sobre todo los que vinvulados con el apoyo mutuo y la coordinación- y se fijaron algunas metas operativas, siendo relevante la elaboración de un programa científico que contuviera, también, una instalación conjunta.160 Los temas políticos - convergencia bilateral. La relación bilateral argentino-chilena exhibió durante esta década su capacidad para enfrentar una serie de problemas delicados y de gran sensibilidad que afectaban a la otra parte en su relación con terceros estados. El hilo conductor de estos temas, puede hallarse en el hecho que tanto para la Argentina como para Chile, los casos en que se otorgaron apoyo mutuo, eran considerados de importancia para el propio interés nacional. Me refiero aquí, particularmente a cuestiones como el apoyo de Chile a la candidatura argentina para la Secretaría del Tratado Antártico, cuya discusión en la ámbito propio del Sistema Antártico se inició en la Reunión Consultiva de Venecia (1992) y el trabajo conjunto dentro del marco de la Convención para la Conservación de los Recursos Marinos Antárticos donde la cooperación bilateral puedo hacer frente a disputas pesqueras con el Reino Unido, particularmente complejas durante 1996. 161 La otra cuestión de extrema relevancia para la Argentina, fue el apoyo de Chile a los legítimos derechos de soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas, situación 38 reconocida desde las primeras Declaraciones Presidenciales Conjuntas y afirmada luego en el marco de la Agenda Política del MERCOSUR y Chile, al firmarse la “Declaración sobre Malvinas” en Potrero de los Funes, el 25 de junio de 1996. Desde el otro lado de la relación bilateral, Chile recibió el respaldo argentino en el “Caso Pinochet” y el reconocimiento de la no injerencia en asuntos internos de los estados haciendo valer el principio de la territorialidad, que sostenía el gobierno de Frei. Recordemos brevemente que el ex -dictador Augusto Pinochet estaba detenido en Londres a pedido de la justicia española bajo acusaciones de haber cometido crímenes de lesa humanidad durante los 17 años de su gobierno. Con relación al pedido de extradición que formulara España, al cual Chile se negaba, el presidente Menem anunció, el 22 de octubre de 1998, que la Argentina compartía la posición chilena y daba su respaldo inequívoco al presidente Frei. Asimismo, definió su apoyo al gobierno chileno como “una cuestión de Estado”162 y sentó la posición argentina considerando que debía hacerse valer el principio de la “territorialidad”163. Unos días después, 9 de diciembre de 1998, en la XV Cumbre presidencial del MERCOSUR en Río de Janeiro, el presidente Menem, impulsó el apoyo del bloque a la petición del presidente Frei con relación al este caso. La declaración conjunta de apoyo del MERCOSUR resolvió “rechazar la aplicación unilateral y extraterritorial de leyes nacionales por constituir acciones que violan la igualdad jurídica de los Estados, los principios de respeto y dignidad de la soberanía de los Estados y la no intervención de los asuntos internos que amenazan la convivencia de los mismos”.164 Los avances en cuestiones económico-comerciales: su vinculación con las relaciones políticas. Signos de integración bilateral. En el caso de las relaciones comerciales entre Argentina y Chile, no hay dudas que el mejoramiento de la relación política tuvo un impacto altamente positivo en aquéllas. Sólo para dar un ejemplo ilustrativo de ello, puede recordarse que, según reconocieron los Presidentes en la Declaración Presidencial de 1992, el intercambio comercial entre 1991-92 se había incrementado en 130% 165 (recuérdese que 1991 fue el año del “despegue” del mejoramiento de la relación y fue firmado el “Acuerdo de Complementación Económica”, ACE 16 166 ). Las Inversiones Externas Directas (IED), enmarcadas en el Acuerdo sobre Promoción y Protección Recíprocas de Inversiones (1991), son otro indicador de la intensificación del proceso de integración y complementación económica. Por su parte, el Plan Maestro General de Pasos Fronterizos, establecido el 15 de diciembre de 1992 –reafirmado en 1994167- y la definición estratégica de diversos pasos fronterizos como integrantes de “corredores bioceánicos” fueron beneficios que no sólo redundarían en la propia relación bilateral sino que constituyeron un aporte al proceso de integración regional, al producirse el acuerdo de adhesión de Chile al MERCOSUR en 1996. Estos avances en la integración económica, dentro de un contexto de paulatina convergencia política, también se vieron incrementados, en la medida que ambos gobiernos ubicaron los temas económicos entre los primeros lugares de sus agendas de política exterior. Pero, a la vez, la creación de un clima de confianza mutua también posibilitó que las inversiones de uno y otro lado, pudieran hacerlo eligiendo sectores 39 que antes eran considerados estratégicos, para los cuales nunca hubiesen considerado al “estado vecino” como un oferente potable. Dan cuenta de ello, entre otros, la concreción en 1995 del Puente Encuentro (sobre el río homónimo, que une Palena (Chile) con Carrenleufú (Argentina) y la inauguración en 1997 del gasoducto binacional GasAndes, en una ceremonia en el Cerro de la Gloria, en Mendoza, y otra en San Bernardo, Santiago de Chile. Menem y Frei abrieron simbólicamente la válvula de la central La Mora, habilitando el paso del gas desde la cuenca neuquina hasta Santiago de Chile.168 El 29 de diciembre de 1997, en sendos actos, que se realizaron en San Juan (Argentina) y Antofagasta (Chile), los presidentes argentino y chileno, Carlos Menem y Eduardo Frei, firmaron los acuerdos minero y de interconexión eléctrica. El acuerdo minero tenía por objetivos el de facilitar la exploración de yacimientos a lo largo de 5000 kilómetros de frontera común, atraer las inversiones extranjeras y facilitar a las empresas que trabajen a ambos lados de la cordillera la salida en forma indistinta por cualquiera de los dos países. Como dicho convenio minero quedaba supeditado a la ratificación parlamentaria en Argentina y Chile, tuvo que transitar un camino lento de cuatro años antes de que Menem y Frei lo firmaran. Por su parte, el convenio eléctrico buscaba facilitar el acceso a los sistemas de transmisión de ambos países y garantizar la participación del sector privado. En este caso, el acuerdo entraría en vigor recién en el 2001, dado que todavía se debían compatibilizar los sistemas eléctricos de ambos países.169 Por la relevancia que tiene, como facilitador de la circulación y movilidad recíproca, debe señalarse también el “Acuerdo sobre eliminación de trámites para el tránsito fronterizo” firmado el 20 de agosto de 1999170 que permitiría a argentinos y chilenos cruzar la frontera eximidos de realizar trámites aduaneros y migratorios. Las micro-relaciones argentino-chilenas: entre la amistad y la discordia Habida cuenta de la “densidad” de las relaciones que se produjeron a todo nivel durante la década de los noventa entre Argentina y Chile, puede ser ilustrativo dar cuenta de algunas de ellas, sobre todo porque los planos en los que se desarrollaron comprenden tanto acciones positivas como negativas (cuestión que está implícita en la misma definición de “densidad”) y dado que implicaron la participación, acción o gestión desde la propia sociedad civil o sectores de la misma. También en este caso, el acercamiento argentino-chileno entre las respectivas sociedades civiles fue heredero del mejoramiento de la relación entre los dos países, una vez que se hubo solucionado el diferendo por el Beagle (1984). Por otro lado, a medida que Chile se acercaba a poner en marcha la transición democrática, emergía un contexto más propicio para acercamientos privados y públicos y animaba a las “integracionistas” de ambos lados de la cordillera. Un hecho destacado en ese sentido, se dio el 22 de noviembre de 1989, en el marco del Segundo Encuentro Binacional argentino-chileno, al quedar sellada la constitución de la Fundación Argentino-Chilena Andes Australes, entidad que tiene por objeto promover, estimular, participar e intervenir en las iniciativas para lograr la integración.171 Las diversas actividades académicas, reuniones empresariales, entre agencias de promoción económica organizada desde el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), algunas de las cuales también fueron realizadas por su homólogo chileno, contribuyeron a generar nuevas redes de contacto bilateral y ayudaron a profundizar las ya existentes. 172 En el ámbito de las cuestiones de defensa y 40 seguridad también fueron fructíferas diferentes iniciativas para generar visiones compartidas, llegándose a establecer, como refiere Rojas Aravena173, un Mecanismo de Interlocución Académico chileno-argentino, organizado por FLACSO-Chile. También en el ámbito de la Ciencia y la Tecnología, se suscribió, el 20 de agosto de 1999, un Convenio de cooperación interinstitucional entre la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Argentina y la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile. Desde algunos sectores de la Iglesia Católica, en este caso, encabezados por el arzobispo de Paraná, monseñor Estanislao Karlic, y su colega de Santiago, Cardenal Carlos Oviedo Cavada, se suscribieron mensajes dirigidos a ambos pueblos, el 12 de diciembre de 1997, donde además de expresar su reconocimiento y gratitud por los esfuerzos del Papa para solucionar el conflicto por el Beagle, expresaban la necesidad de insistir en las soluciones negociadas, a pocos días de que el tratado Menem-Aylwin de 1991 perdiese estado parlamentario en la Argentina.174 Las acciones por parte de la sociedad civil argentina donde se manifestaron divergencias, generalmente estuvieron vinculadas a actos simbólicos referidos a las cuestiones territoriales y tuvieron un carácter más bien excepcional. A veces el escenario elegido fue el propio lugar del diferendo en negociación.175 Otras, fueron manifestaciones callejeras en calles céntricas de la capital de grupos que reivindicaban soberanía. 176 A modo de conclusión La “nueva relación” planteada entre la Argentina y Chile en la década de los noventa, a partir de la transición chilena y de un nuevo gobierno constitucional en la Argentina, guarda estrecha relación con la existencia de temas compartidos como el compromiso con la democracia, el respeto por los derechos humanos, el estado de derecho, el pluralismo político y la solución pacífica de controversias. Dentro de ese marco se realizaron importantes esfuerzos con el propósito de crear una agenda política positiva que se proyectara en el tiempo Entre los dos países fueron dándose pasos muy importantes para contribuir al acercamiento bilateral , introduciéndose también un paulatino “cambio de percepciones” respecto de la seguridad , particularmente aquella que es necesario armonizar sobre todo entre vecinos , y completar así un clima de confianza mutua. En este sentido, el perfeccionamiento y suscripción de Tlatelolco, la ratificación del Tratado de No Proliferación Nuclear, los esfuerzos en dirección a la prohibición completa de ensayos nucleares, la declaración de Mendoza y la participación en el tratado Internacional de Armas Químicas , fueron pasos muy importantes para consolidar la confianza y la seguridad regional, sirviendo , además, como marco facilitador del acercamiento bilateral. La resolución de los conflictos territoriales pendientes, aún con su compleja tramitación, fue una pieza fundamental en la construcción de la nueva relación , sobre todo si se tiene en cuenta que pesaba sobre ambos países una larga tradición de sensibilidades, confrontaciones y hasta aprestos prebélicos. De manera significativa, el arribo a un acuerdo final sobre la Cuestión de los Hielos Continentales, marcó un precedente para 41 nada despreciable respecto de los beneficios de trabajar en el diseño de “Políticas de Estado”, lo cual quedó evidenciado tanto del lado argentino como del lado chileno. La conclusión de esas cuestiones territoriales pendientes , además de simbolizar la capacidad de las “relaciones interdemocráticas “ en la construcción de consensos, impactó positivamente en el proceso de integración física de estos dos países que comparten una frontera de 4500 km , favoreciendo también la integración económica. Los avances en la integración económica, dentro de un contexto de paulatina convergencia política, también se vieron incrementados, en la medida que ambos gobiernos ubicaron los temas económicos entre los primeros lugares de sus agendas de política exterior. A la vez, la creación de un clima de confianza mutua posibilitó que las inversiones de uno y otro lado, pudieran hacerlo eligiendo sectores que antes eran considerados estratégicos y que, muchas veces habían hecho parte de la “hipótesis de conflicto” que se propiciaban en un clima de desconfianza mutua. El volumen de las inversiones ha crecido notablemente a partir de la década de los noventa, principalmente las provenientes de Chile. Por su parte, la integración física, significó para la Argentina la posibilidad de trasladar su producción hacia los puertos chilenos y de ahí hacia el Pacífico , para cuyo propósito se le ha asignado prioridad a la concreción de los corredores bioceánicos sobre todo por el potencial que representan para el desarrollo de la región mercosuriana en su conjunto. Cuando se recorre este decenio de la relación argentino-chilena , se comprueba el salto cualitativo que se ha producido en ella. Cuestiones como el establecimiento de un plan de integración física, el aumento de las inversiones recíprocas, el desarrollo de medidas de confianza mutua, el inicio de ejercicios militares, así como la aceptación de la metodología para la homologación y transparencia del gasto militar así como también la ampliación del intercambio cultural, académico y científico tecnológico, sin dignos indicadores de esa “nueva relación” DIMENSIÓN MULTILATERAL LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS Y EL GRUPO DE RÍO Espacios regionales de coordinación política. La centralidad de la “cuestión democrática” en la década de los noventa. Coincidencias en las posiciones de Argentina, Brasil y Chile. Consideraciones generales El espacio interamericano y latinoamericano cuenta con algunos mecanismos de consulta, concertación y coordinación política cuyos foros más destacados son la Organización de Estados Americanos (OEA), como institución de carácter interamericano y el Grupo de Río, en tanto foro exclusivamente latinoamericano. La OEA, es una instancia en la que no podemos soslayar la presencia de EEUU, potencia hegemónica regional, que ejerce un rol muy relevante en cuanto a su capacidad para manejar y fijar los temas de agenda al mismo tiempo que procura que la implementación de las decisiones políticas se alineen con sus propios intereses. Esto es lo que Carlos Pérez Llana ha denominado la “agenda prestada”. Por su parte, el Grupo de Río como foro político conforma un espacio intergubernamental dentro de cuyo 42 marco se trabaja en el establecimiento de una agenda latinoamericana, planteándose los problemas y las demandas de la región. También vale la pena aclarar que, si bien durante la década de los ’80 el Grupo de Río desempeñó un rol muy importante en relación a la crisis centroamericana y su resolución pacífica, durante la década de los ’90, fue paulatinamente transformándose en un foro de debate, más que una instancia articuladora de decisiones orientadas efectivamente hacia la acción. Asimismo, cabe destacar que la década del noventa se caracterizó por un giro democrático en la región, aunque hubo algunos intentos por alterar dicha institucionalidad. A modo de ejemplos podemos mencionar el golpe de estado en Haití (1991), en Venezuela (febrero y noviembre de 1992), en Perú (1992), y en Guatemala (1993). El caso peruano reviste gran peculiaridad por la modalidad adquirida que consistió en la supresión, por parte del presidente Fujimori, de la oposición parlamentaria en el Congreso Nacional, lo que dio lugar al denominado “autogolpe”. En función de la relevancia que el “tema democrático” adquirió durante la década de los noventa, pretendo realizar en este apartado un recorrido general sobre su tratamiento tanto en el marco de la OEA como del Grupo de Río, teniendo en cuenta que el mecanismo institucional, a través del cual se expresan los países que participan en estos foros, es el de las Cumbres Presidenciales y el sistema de reuniones periódicas, instancias en las que se impulsa tanto la concertación de posiciones como la adopción de decisiones. Además, dicho recorrido procurará detectar la adopción de decisiones o “miradas” convergentes y divergentes entre Argentina, Brasil y Chile, dado que la atención del trabajo ha estado puesta en ellos. El tema de la democracia y las reformas a la Carta de la OEA. Tomando como eje articulador el tema de la democracia en el marco de la OEA, los acontecimientos más relevantes, a partir de los cuales es posible visualizar el esfuerzo realizado a favor de su consolidación y fortalecimiento, son sin lugar a dudas la Declaración de Asunción, la Declaración de Santiago y la posición asumida frente a los casos de Haití y Perú. A la vez, estos también permiten observar posiciones diferenciadas o matices importantes en el caso de los tres países sobre los que nuestra atención está concentrada. La firma de la “Declaración de Asunción”, el 4 de junio de 1990, por parte de los presidentes de la Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Surinam –coincidiendo con la celebración del primer centenario del Sistema Interamericano- llamaba a consolidar la paz y la integración regional. 177 Dicha declaración, abierta a la firma del resto de los países de la región, contemplaba la prioridad del proceso de integración regional con el objeto de generar mejores condiciones económicas; el respeto de la soberanía y de la integridad territorial de los estados, la observancia del principio de no intervención, la no utilización del uso o amenaza del uso de la fuerza en las relaciones entre los estados, la solución pacífica de controversias; la necesidad de adoptar las medidas adecuadas para solucionar la crisis políticas y la cuestión de la deuda externa; la necesidad de concertar posiciones para combatir el narcotráfico, el terrorismo y el tráfico de armas; así como la protección del medio ambiente y la necesidad de fortalecer a la OEA para alcanzar los objetivos propuestos. 43 Es importante señalar que en el proceso de elaboración de la “Declaración de Asunción”, se observaron algunas posiciones divergentes en relación a los Estados Unidos, particularmente en el caso de los presidentes Menem (Argentina) y Lacalle (Uruguay). El primero tuvo una posición más contemporizadora respecto de Estados Unidos que la de su colega uruguayo. El mandatario argentino, se pronunció partidario de la creación de una liga de presidentes americanos y no solamente latinoamericanos, entendiendo que si se adoptaba una posición realista -ya que “sumar pobreza a la pobreza no es viable para el crecimiento”- y se abogaba por conducirse por la senda del crecimiento-, era fundamental integrar a los Estados Unidos. Pero, el mandatario uruguayo, criticó a los Estados Unidos, y afirmó la necesidad de replantear la situación económica latinoamericana y su vinculación con la potencia regional. Al año siguiente, la reunión de los 34 Cancilleres de los países que forman parte de la OEA, llevada a cabo entre el 2 y el 8 de junio de 1991, en Santiago de Chile, proponía alcanzar un compromiso de carácter regional orientado a preservar y afianzar la democracia a nivel continental. El resultado de ella fue el denominado “Compromiso de Santiago con la democracia y la renovación del sistema interamericano”. Las negociaciones giraron en torno a qué procedimiento sería más conveniente adoptar frente a un eventual golpe de Estado y, allí precisamente, quedaron evidenciadas tres posiciones. La primera, era la que promovían los países que forman parte del Pacto Andino y postulaba la ruptura conjunta de relaciones diplomáticas con los países que sufrieran alteraciones en sus procesos democráticos y la marginación de dichas naciones de la OEA. La segunda, representada por países como México, se oponía a la primera, ya que consideraba que la misma vulneraba algunos principios del derecho internacional -tales como la libre determinación de los pueblos y la no intervención en asuntos internos- y sostenía que, a través de la integración económica, era viable alcanzar la estabilidad de la institucionalidad democrática. La tercera postura, encabezada por Estados Unidos, alentaba la aplicación de sanciones de carácter económico en perjuicio de los países en los que se interrumpiera el orden democrático. Finalmente, en la Asamblea de la OEA, se resolvió otorgar la facultad al secretario general para que en un plazo de diez días de registrada una alteración del sistema democrático, se convocara a una reunión de los cancilleres de la región o a una reunión extraordinaria de la Asamblea General. 178 La Declaración de Santiago establecía, también, el compromiso de los países miembros de la OEA respecto de la promoción y protección de los derechos humanos y la democracia representativa (Res.1080), como condiciones sine qua non para alcanzar la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región. Es importante destacar que en esta ocasión, al igual que en la Declaración de Asunción, se manifestó la voluntad de impulsar el proceso de renovación de la OEA (lo cual fue una constante en esta década) con el propósito de aggiornarla y dotarla de un mayor nivel de eficacia. Otro de los temas destacados en ocasión de la reunión de los cancilleres en Santiago, fue la elaboración de un “plan de acción continental”, con el objetivo de articular los consensos y de dar un nuevo impulso a la iniciativa lanzada en 1990 por el presidente norteamericano George Bush (Iniciativa de las Américas, que proponía conformar una zona hemisférica de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego). 44 Interesa aquí que remarquemos que los representantes de Argentina, Brasil y Chile, por su parte, se unieron como copatrocinadores al proyecto de Canadá, con el objetivo de limitar el armamentismo y promover un mayor grado de cooperación americana en el área de la seguridad continental. Esta iniciativa se sumó al acuerdo alcanzado en el seno de la reunión de la OEA en Santiago con el mismo fin. En cuanto a las definiciones y acciones respecto de la ruptura del orden democrático en algunos países de la región y la actuación que le cupo a la Organización de Estados Americanos, tomaremos en cuenta, en primer lugar el golpe militar en Haití (1991). En esa ocasión, el mandatario derrocado, Jean Bertrand Aristide, solicitó a la organización el envío de una comisión internacional a la isla y manifestó su desacuerdo respecto al uso de la fuerza. Por su parte la OEA convocó, para el 3 de octubre de 1991, y con carácter de “urgente”, una reunión de cancilleres en la ciudad de Washington para ocuparse del tema. De ella surgió la decisión de enviar una misión a cargo del secretario general de dicha organización, Joao Baena Soares e integrada por los cancilleres Guido Di Tella (Argentina) Carlos Iturralde (Bolivia); Barbara Mc Dougall (Canadá); Bernd Niehaus (Costa Rica); David Coore, (Jamaica); Sahadeo Basdeo (Trinidad-Tobago) y Armando Durán (Venezuela), y el secretario adjunto para Asuntos Interamericanos del gobierno de los Estados Unidos, Bernard Aronson. Sin embargo, los resultados de la misión fueron bastante magros y ésta regresó a Washington sin haber logrado satisfactoriamente su cometido. Frente a esta situación, el canciller argentino reiteró la necesidad de una reforma de la carta de la OEA, con el fin de que en los casos en que la democracia se encontrara en peligro, existiera la posibilidad de constituir “fuerzas de paz”. En esta misma dirección Di Tella contempló la posibilidad de que la OEA solicitara al Consejo de Seguridad de la ONU y, en caso de ser necesario, el envío a Haití de una fuerza integrada por países de la región.179 El otro caso para ser analizado, es el referido al “autogolpe” realizado por el presidente Alberto Fujimori en Perú, situación bastante atípica que implicó la ruptura del orden institucional democrático. Esa desestabilización del orden constitucional, trajo aparejada, como en el caso anterior, una nueva intervención de la OEA. Debe recordarse que, según la propuesta formulada por el Canciller Di Tella se intentaría abordar la cuestión de Fujimori de manera conjunta y coordinada por la OEA y el Grupo de Río. Esto se puso de manifiesto cuando la OEA de cara a la resolución final tuvo en cuenta dos proyectos: uno, impulsado por los países que integran el Grupo de Río y, el otro, promovido por los países centroamericanos y de la Cuenca del Caribe. Finalmente, prevalecieron los lineamientos del proyecto presentado por el Grupo de Río.180 Como en otras ocasiones, la OEA, convocó una urgente reunión de cancilleres quienes aprobaron una declaración a través de la cual se repudió enérgicamente el golpe de Estado en el Perú. Ahora bien, si comparamos el accionar de la OEA en el caso de Haití y de Perú, podemos observar que en el segundo, a diferencia del primero la organización no acordó la aplicación de sanciones de tipo económico. La OEA, se limitó a instar a Fujimori a restablecer el orden institucional democrático y el respeto de los derechos humanos. La similitud con el caso de Haití, se observa en el pedido de envío de una misión, encabezada por el secretario general de la OEA, Joao Baena Soares, -al igual que la situación anterior- que realizara las gestiones pertinentes ante las 45 autoridades peruanas con el propósito de que la democracia representativa en dicho país fuera restaurada. Los cancilleres interamericanos en la OEA manifestaron que la disolución del órgano legislativo peruano, la detención de dirigentes políticos y el control de los medios de comunicación “afectan gravemente la vigencia de los mecanismos constitucionales en el Perú (así como en toda) la región.”181. Luego de diversos intentos –aunque no del todo exitosos, por la dureza de la posición de Fujimori– se arribó a la denominada “Declaración de Nassau”, que contempló como ejes principales el enérgico y categórico rechazo ante cualquier actividad que atente contra el orden democrático y constitucional. También se desprende del espíritu de la declaración, que los países de la región no tolerarán los regímenes de fuerza que subviertan el orden institucional vigente182. La OEA aprobó por consenso una propuesta argentina para reformar la Carta del organismo y excluir de su seno a los regímenes golpistas. La propuesta fue aprobada por unanimidad, a pesar de la abstención del representante peruano. Dentro de los puntos contenidos en la propuesta de reforma se destacaba que la OEA contase con “potestades intrusivas” que le permitirían alcanzar una mejor performance en la defensa de la democracia en la región. Desde el punto de vista del canciller Di Tella, dicha reforma contribuiría en las negociaciones de la OEA con el presidente peruano que finalmente conducirían a la restitución plena del régimen democrático en el país andino.183 En lo que respecta a otros temas que han sido abordados en el seno de la OEA, puede señalarse lo acordado en la XXVI Asamblea General del organismo, realizada entre el 3 y 7 de junio de 1996, un renovado llamado a la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y el terrorismo en el hemisferio. En esa misma ocasión, la mayoría de los representantes -Argentina incluida- coincidió también en criticar la efectividad de la ley Helms-Burton contra Cuba.184 La evolución del compromiso democrático y la consolidación de éste como una cláusula requerida por los diversos mecanismos regionales y subregionales, ha sido reconocido entre los antecedentes fundamentales, como también lo han sido el Compromiso de Santiago y la declaración de Nassau – entre otros- al momento de establecerse la “Carta Democrática Interamericana”, el 11 de setiembre de 2001, en Lima (Perú) en ocasión del Vigésimo Octavo Período Extraordinario de Sesiones de la OEA.185 Grupo de Río y la cooperación política regional El Grupo de Río es el resultado de una iniciativa regional con el objetivo de encontrar una vía pacífica y negociada de solución a estos conflictos. Esta iniciativa se materializó en la creación del Grupo de Contadora (1983), integrado por Colombia, México, Panamá y Venezuela y del Grupo de Apoyo a Contadora (1985) integrado por Argentina, Brasil, Perú y Uruguay. Es importante señalar que estos dos Grupos en 1986 se fusionaron conformando un Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación conocido actualmente como Grupo Río. El proceso de concertación atravesó diversas etapas. Una vez finalizado el periodo de solución del conflicto centroamericano, el Grupo Río pasó a una etapa donde se diluyeron los objetivos originales y se comenzó a pensar en una instancia más 46 abarcadora, con metas más ambiciosas, entre las que se destacan el problema de la deuda, la consolidación democrática, y una participación más exitosa en la economía mundial. Al igual que en el caso de la OEA, la atención aquí estará puesta en el rol que éste ha desempeñado en la preservación y fortalecimiento de la democracia. En octubre de 1990 se llevó a cabo la reunión de los presidentes del Grupo de Río en Caracas de la que participaron los presidentes Carlos Menem (por Argentina); Luis Alberto Lacalle (Uruguay); Fernando Collor de Mello (Brasil); César Gaviria (Colombia); Patricio Aylwin (Chile); Rodrigo Borja (Ecuador); Carlos Salinas de Gortari (México); y el anfitrión, Carlos Andrés Pérez (Venezuela) más el canciller del Perú, Luis Marchand. La agenda de esta reunión tenía en cuenta: la consideración de los problemas latinoamericanos y la inserción de la región en el escenario internacional; debatir sobre la posición de la región frente a la Iniciativa de las Américas; evaluar el efecto que la crisis del Golfo Pérsico podría tener en América Latina; la pobreza crítica; la posibilidad de que Cuba se reintegre en la OEA; el problema del narcotráfico; entre otros. Entre los problemas relevantes, el tratamiento de la problemática del tráfico de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, ameritó una propuesta por parte del presidente argentino, Carlos Menem en el sentido conformar una junta cuya función consistiera en realizar una revisión general de las legislaciones -en los países latinoamericanos- contra el narcotráfico con el fin de tender hacia su unificación. Esta iniciativa se plasmó en el encargo a un grupo de juristas especializados para que elaborase un símil de código penal para combatir el narcotráfico, con posibilidades de ser aplicado a nivel supranacional y, a la vez, promoverlo en el marco de las Naciones Unidas y otros foros. Otra iniciativa surgida de la cumbre de Caracas fue el encargo, confiado al presidente brasileño Collor, de preparar una posición colectiva sobre los problemas del medio ambiente, destacando la responsabilidad de los países industrializados como principales contaminantes. Respecto de Cuba, el presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, manifestó su deseo de que pudiese ponerse fin al enfrentamiento de treinta años entre Cuba y los Estados Unidos” y que la isla “se reintegre al sistema interamericano”186. A fines de 1991 se llevó a cabo la quinta reunión del Grupo de Río en la localidad colombiana de Cartagena de Indias. Participaron los jefes de Estado de la Argentina, Carlos Menem; de Brasil, Fernando Collor de Mello; de Bolivia, Jaime Paz Zamora; de Colombia, César Gaviria; de Chile, Patricio Aylwin; de Ecuador, Rodrigo Borja; de Perú, Alberto Fujimori; de Paraguay, Andrés Rodríguez; de Uruguay, Luis Lacalle; de México, Carlos Salinas de Gortari; y de Venezuela, Carlos Andrés Pérez. El presidente de Costa Rica, Rafael Calderón, asistió en representación de América Central y el primer ministro de Jamaica, Michael Manley, en nombre de las islas del Caribe. Los temas prioritarios en la agenda del Grupo fueron: el regreso de Cuba a la comunidad de naciones latinoamericanos, advirtiendo la necesidad de que se lleve a cabo un proceso de cambios democráticos internos en la isla, la restauración de la democracia en Haití. 47 Respecto del tema de Cuba se hicieron visibles serias divergencias. Por un lado, Colombia, Venezuela y, sobre todo, México promovían una ofensiva para poner fin al aislamiento del régimen cubano sin otras condiciones que “mayores reformas democráticas y respeto de los derechos humanos”. Por otro lado, la Argentina se manifestaba a favor de la necesidad de una mayor democratización en el régimen político de la isla. En este sentido, es preciso señalar, que la posición argentina encontró numerosas resistencias, entre las que se cuenta la de su principal socio en el MERCOSUR. El canciller brasilero, sostuvo que era necesario integrar a Cuba sin aislarla, sin presionarla, es decir por la vía del diálogo.187 En cuanto al caso de Haití, el presidente argentino planteó la necesidad de que la comunidad latinoamericana actuara de manera ejemplar frente al golpismo, y en ese marco, promovió la imposición de un embargo económico a Haití más severo aún que el que estaba vigente. Esta posición despertó, nuevamente, sensibilidades por parte de Brasil ya que este país dudaba de la efectividad del mismo. Finalmente, en las conclusiones de la Cumbre prevalecieron las posiciones más moderadas tanto respecto de Cuba como de Haití, lo cual significo que se declarara la conveniencia del regreso de Cuba al sistema interamericano y se ratificó el accionar de la OEA en Haití pero no propuso ninguna iniciativa En marzo de 1992, se reunieron en Buenos Aires los Cancilleres del Grupo de Río. Participaron los cancilleres Guido Di Tella (Argentina); Ronald Mac Lean (Bolivia); Noemí Sanóin de Rubio (Colombia); Enrique Silva Cimma (Chile); Diego Cordovez (Ecuador); Mario Carias (Honduras); Fernando Solana (México); Alexis Frutos Vaesken (Paraguay); Augusto Balcker Miller (Perú); Héctor Gros Espiell (Uruguay); y Humberto Calderón (Venezuela). Por su parte, Brasil y Jamaica no enviaron cancilleres, sino a sus embajadores: Marcos Azambuja y Cherrie Orr, respectivamente. El tema de Haití fue tratado nuevamente y se incorporó la cuestión de Venezuela teniendo en cuenta los acontecimientos sucedidos ya que habían puesto en peligro la estabilidad y continuidad democrática. Los cancilleres hicieron conocer su preocupación por la preservación y la defensa de las instituciones como temas de importancia permanente en la agenda de la región. El Grupo de Río se pronunció, también, respecto del atentado en contra de la embajada de Israel en Argentina.188 En diciembre de 1992 tuvo lugar la VI Cumbre presidencial del Grupo de Río, reunida en Buenos Aires. Participaron los presidentes Carlos Saúl Menem (Argentina), Percival Noel Pattterson (Jamaica), Carlos Salinas de Gortari (México), Rafael Callejas (Hinduras), César Gaviria (Colombia), Sixto Durán Ballén (Ecuador), Patricio Aylwin (Chile), Jaime Paz Zamora (Bolivia), Itamar franco (Brasil), Andrés Rodríguez (Paraguay), y Luis Alberto lacalle (Uruguay). Alberto Fujimori (Perú) y Guillermo Endara (Panamá) no asistieron a al cumbre a causa de estar suspendidos por el grupo. Por su parte, Carlos Andrés Pérez (Venezuela) no concurrió debido a los conflictos internos que estaban ocurridos en su país. Los temas centrales debatidos fueron las condiciones de pobreza crítica en la región y las situaciones políticas de Cuba y Venezuela. Los principales temas de la declaración de la VI Reunión Cumbre fueron: 48 -el reconocimiento del “carácter positivo de la convocatoria a elecciones” en Perú, ya que esto conduciría al restablecimiento de sus sistema democrático y el pleno respeto de los derechos humanos, - respecto de la Ley Torricelli, se manifestó la preocupación frente a los intentos de dar carácter extraterritorial a la legislación de cualquier país, ya que esto atenta contra el derecho internacional y la soberanía de los países, -respecto del narcotráfico, se proponía la búsqueda de soluciones integrales que contemple tanto el problema de la producción, del consumo y del tráfico189. En octubre de 1994, los presidentes del Grupo de Río, por medio de una declaración reiteraron el reclamo relativo al levantamiento del embargo norteamericano que pesaba contra Cuba, al mismo tiempo que exhortaron al régimen militar de Haití a renunciar para evitar una invasión. Vale aclarar que en esta ocasión también se desató una disputa que entre los "duros" y los “blandos”. Los primeros, -Argentina, Chile, Venezuela, Uruguay, Paraguay, Ecuador, Panamá y la representación de América Central-, que reclamaban enérgicamente la democratización del régimen cubano; y los segundos Brasil y México-, que querían diluir el reclamo partiendo de la idea de que el Grupo no debía inmiscuirse en los asuntos internos de los Estados.190 En octubre de 1996 se desarrolló la X Cumbre del Grupo de Río en Cochabamba (Bolivia). El eje central de la "Declaración de Cochabamba" fue la identificación de la pobreza, el narcotráfico y la corrupción como peligrosos enemigos de la democracia en la región. Asimismo, en el documento se promocionaba la democracia representativa como forma de gobierno viable (recuérdese la resolución 1080 de OEA, Santiago de Chile, 1991) En esta reunión, el presidente Juan Carlos Wasmosy, de Paraguay, se refirió al aporte del Grupo de Río y ponderó el valor de la solidaridad en los difíciles momentos para la institucionalidad democrática 191. En el mes de agosto de 1997 se celebró la Cumbre de presidentes del Grupo de Río en Asunción. En esta ocasión, Chile bregó por la inclusión como tema de la agenda de la reunión, la cuestión de Argentina como aliado extra-OTAN. Pero no fue esta la única instancia que generó tensiones, también fueron explícitas las divergencias entre Argentina y Brasil por el tema del asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.192 En septiembre de 1998, a la XII reunión Cumbre del Grupo de Río en Panamá, no concurrieron los primeros mandatarios de varios países. No participaron de esta reunión ni el presidente argentino, Carlos Menem, ni el brasileño, Fernando Henrique Cardoso. Menem fue representado por el canciller Guido Di Tella, mientras que en nombre de Cardoso concurrieron el vicepresidente brasileño, Marco Maciel, y el titular de Itamaraty, Luiz Felipe Lampreia. De esta reunión emanó, la Declaración de Panamá, donde se manifestó con un tono más crítico que en otras oportunidades, la política norteamericana de mantener el embargo sobre la isla, así como también la implementación de la ley Helms-Burton y los mecanismos de certificación unilateral aplicados por Washington para calificar a los países latinoamericanos en su lucha contra la producción y el tráfico de drogas. Las delegaciones de Argentina, Brasil y Uruguay lograron instalar como temas prioritarios de agenda, las relaciones de la región con la Unión Europea, la 49 consolidación democrática ante el desafío del terrorismo y el narcotráfico y la crisis financiera global.193 El fin de la década quedó sellado a través de la firma del “Acta de Veracruz”194, el 18 de marzo de 1999. En ella se reconoció que preservación de los valores democráticos en la región, la promoción de la democracia como sistema de gobierno y la firme oposición a toda agresión que la pusiera en peligro, constituían lo que se definió como el “patrimonio histórico consolidado de los consensos básicos del Grupo de Río” REFLEXIONES FINALES El contexto democrático dentro del cual se manejaron las relaciones de Argentina con sus vecinos contiguos: Brasil y Chile durante los noventa, contribuyó de manera notoria al cambio cualitativo que éstas experimentaron y operó como facilitador para la superación tanto de antiguas fracturas y desentendimientos, como frente a los nuevos problemas que emergían debido a la “densidad e interdependencia creciente” en sus vinculaciones. La sintonía que pudo hallarse para coordinar los discursos y las acciones de Política Exterior en algunas temas sensibles de la agenda regional e internacional , fue una de las claves para que emergiera un espacio de “paz interdemocrática” y proyectar la construcción de una integración pragmática y dinámica, aún reconociendo la existencia matices diferenciadores en la elección de los modos de insertarse internacionalmente. El dinámico impulso que dio a este proceso la acción de los Ejecutivos, merece ser destacada entre las claves de esta nueva etapa. Esto pudo observarse tanto a la hora de conducir negociaciones bilaterales sobre conflictos territoriales pendientes ( en la relación con Chile) cuanto a las iniciativas de integración económica y la superación de rispideces de diferente magnitud, que se producían conforme el proceso se tornaba más intederdependiente y fusionado (en la relación con Brasil). A ello se sumó el protagonismo que comenzaron a adquirir las novedosas modalidades de cooperación transgubernamental desplegada entre agencias gubernamentales y los nuevos canales de vinculación entre actores subnacionales, como provincias, regiones y estados. En lo que respecta al área de seguridad y defensa, tanto en su perspectiva regional como bilateral , emergieron algunos puntos de aproximación y consensos importantes, sobre todo porque se cambiaron cuadros cognitivos que emplazaban siempre en “el otro” la potencial amenaza. Estas percepciones de “oposición” fueron progresivamente sustituidas, situación que favoreció la realización de actividades conjuntas y el establecimiento de mecanismos de consulta y concertación. 50 NOTAS * La autora agradece la colaboración prestada por las Licenciadas : Julieta Cortés y María Elena Lorenzini, que contribuyeron con la selección y búsqueda de información referidas a Brasil, en el primer caso, y a Chile en el segundo. 1 Recuérdese, por ejemplo, la convergencia sobre la crisis centroamericana, la desmilitarización del Atlántico Sur, posiciones frente a la crisis de la deuda externa y los temas de la agenda de la Ronda Uruguay del GATT, el Programa de Integración y Cooperación Económica (PICE) entre Argentina y Brasil, la reactivación del CAUCE entre Uruguay y Argentina y el PEC entre Brasil y Uruguay. También merece recordarse el impulso que dio a la resolución futura de otras cuestiones fronterizas con Chile , el Tratado de Paz y Amistad de 1984 entre Argentina y Chile que resolvía la larga y conflictiva cuestión en el Canal de Beagle. 2 El inicio de la Posguerra Fría y los importantes cambios en la estructuración del orden mundial impactaron de manera significativa sobre los asuntos internacionales de América Latina . Sus efectos, aunque de manera diferenciada, se hicieron sentir tanto en lo político como en la agenda económica en toda la región. Los constreñimientos como así también las oportunidades que ofrecía el nuevo escenario internacional no fueron percibidos de una manera unívoca por los países latinoamericanos, lo cual también ocasionó interpretaciones diversas con relación a los criterios que orientarían la inserción internacional de los respectivos países. A la vez los costos y beneficios ocasionados por la elección de un tipo de integración al mundo globalizado, tampoco tuvieron una perspectiva única. De todas maneras, el tránsito de la sociedad internacional hacia una etapa de “Paz democrática” se convirtió en un marco propicio para alentar la consolidación de relaciones pacíficas entre las naciones latinoamericanas. 3 Ver al respecto RUSSELL, Roberto, “Política Exterior y toma de decisiones en América Latina: aspectos comparativos y consideraciones teóricas”, en edición preparada por Roberto RUSSELL, Política Exterior y toma de decisiones en América Latina, GEL, Buenos Aires, 1990. 4 Según Escudé, las relaciones bilaterales entre los países pueden ser consideradas desde una perspectiva macro y/o micro. La macro-relación bilateral implica tener en cuenta la totalidad de los vínculos, lo que incluye también las micro-relaciones bilaterales. Debe señalarse que las micro-relaciones bilaterales se articulan en torno de una cantidad de problemas puntuales a cargo de múltiples actores públicos y/o privados. Para un desarrollo en profundidad, ver: ESCUDE, Carlos, Realismo periférico. Fundamentos para la nueva política exterior argentina, Editorial Planeta,Buenos Aires, 1992. También ESCUDE,Carlos. “La política exterior de Menem y su sustento teórico implícito”. Carta América Latina Internacional, vol.8, nº 27. Buenos Aires, enero-marzo de 1991. Págs 405-406. 5 Tomo aquí las ideas de “contexto contiguo” y “contexto regional” siguiendo a James Rosenau, en el desarrollo de su “teoría de la vinculación”, sobre todo teniendo en cuenta que los sistemas políticos son crecientemente dependientes de su contexto e interdependientes entre sí por lo que se producen procesos reactivos, emulativos y también es posible hallar vinculaciones fusionadas. El autor considera que estos contextos, entre otros, deben ser considerados cuando se analizan las políticas exteriores; el “contiguo” está referido a cualquier agrupamiento de sistemas políticos que limita geográficamente con un sistema político dado, y se presta a la consideración de fenómenos tales como disputas de límites, rivalidades históricas , amistades tradicionales y diferentes características propias de las relaciones entre vecinos inmediatos. Por su parte, el contexto regional ( aunque la definición de región es flexible) tiende a incluir toda la región o subregión donde está situado el sistema político que se estudia. Puede ser tomado a partir de variables geográficas, culturales, históricas y también comprende federaciones, confederaciones y mercados comunes. ( Puede profundizarse esta interesante propuesta metodológica en ROSENAU, James “Hacia el estudio de las vinculaciones nacionales-internacionales” en David Singer y James Rosenau, Sistema global, subsistemas y vinculaciones nacionales-internacionales, Ed, Nueva Visión, Colección fichas 18, Buenos Aires, 1973, pp.65-73 y 99-101. 6 Esta expresión empleada por Tulchin , aunque la utilizara específicamente para su análisis sobre la relación Argentina-Estados Unidos, constituye una herramienta útil para caracterizar las relaciones que abordaré. La “densidad de relaciones” es definida como la frecuencia y la variedad de las interacciones. Entonces, sostener que las relaciones entre dos naciones son más densas significa que son muy frecuentes y están compuestas por diferentes tipos de interacciones lo cual hace que puedan serlo tanto en los aspectos positivos como en los negativos. ( ver TULCHIN, Joseph, “La nueva política exterior argentina hacia los EEUU” en la obra de ABRA, El empleo en la nueva economía. Las relaciones de la Argentina con los Estados Unidos , Avellaneda, 1996) 7 DI TELLA, Guido “La República Argentina en el nuevo contexto internacional” en Revista del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, año 1, nº1, Buenos Aires, 1992, p.9. 51 8 Discurso pronunciado por el señor canciller Di Tella en el Consejo Argentino para las Relaciones Interna-cionales (CARI), Buenos Aires, 18 de abril de 1991, p.6 9 AZAMBUJA, Marcos Castrioto de. “O relacionamento Brasil-Argentina: de Rivais a Sócios.”. En FONSECA Junior, Gelson y CASTRO, Sergio Henrique Nabuco de (organizadores) Temas de Política Externa Brasileira II, Volume 2. IPRI, Paz e Terra. San Pablo, Brasil. 1994, Pág. 65. Tómese también en consideración que la obra de FERRER, Aldo y JAGUARIBE, Helio, Argentina y Brasil en la globalización ¿MERCOSUR o ALCA?, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, se desarrolla alrededor del supuesto fuerte referido a la necesidad de una irrenunciable asociación argentino brasileña. En el Prefacio de la misma los autores afirman. “Desde hace muchos años, tenemos el convencimiento profundo de que la convergencia de la Argentina y Brasil es un instrumento insustituible para alcanzar nuestros respectivos objetivos nacionales y mejorar la calidad de nuestras respuestas a los desafíos y oportunidades de la globalización” 10 RUSSELL, Roberto y TOKATLIAN, Juan Gabriel. El lugar de Brasil en la política exterior de la Argentina: La visión del otro. MIMEO 2002. p. 2..Es importante tener en cuenta que los autores realizan la distinción entre formas hobbesiana, lockeana y kantiana de vincularse y ver al “otro” en las relaciones interestatales, sobre la base de lo sostenido por WENDT, Alexander , Social Theory of International Politics , Cambridge University Press, Cambridge, 2000, pp.259-312 11 ESCUDE, Carlos. “ La Argentina y sus alianzas estratégicas.”, en Archivos del Presente. Buenos Aires, 1998. Interpreta, además, que la relación con Estados Unidos vendría a cumplir las siguientes funciones: 1- eliminar los escollos para el desarrollo argentino generados por décadas de innecesarias confrontaciones políticas;2- disuadir el potencial aventurerismo de algunos sectores militares chilenos sin gastar dinero en armas; 3- ponerle límites a las expectativas brasileñas, en tanto la alianza argentinonorteamericana es una clara señal de que no estamos dispuestos a confrontar con los Estados Unidos por utopías tercermundistas que no estén relacionadas con los intereses directos de los países del MERCOSUR 12 Como sostiene Perez Llana, “con la Declaración Conjunta sobre Política Nuclear y las visitas conjuntas de los presidentes Alfonsín y Sarney a los centros atómicos de Aramar y Pilcaniyeu, quedó atrás un pasado de contrastes , con sus buenos y malos momentos diplomáticos, y se abrieron las puertas a una etapa de integración y cooperación que indudablemente cambió la política regional. (ver al respecto PEREZ LLANA, Carlos, El regreso de la Historia. La política internacional durante la posguerra fría 1989-1997, Edit. Sudamericana, Universidad de San Andrés, Buenos Aires, 1998, Pág.277. También resulta interesante cómo caracteriza Grandi esta situación, a la cual llama “disuasión desarmada”, es decir, la realización de actividades conjuntas en materia nuclear que quitaran espacio a las especulaciones sobre fabricación de bombas en Argentina y Brasil (GRANDI,Jorge, “La integración, la cooperación argentino-brasileña y la disuasión nuclear desarmada”, América Latina / Internacional, volumen 3, Nº 10, octubre-diciembre de 1986, pp. 72-74. 13 VIZENTINI, Paulo G.F., Relaçoes internacionais do Brasil. De Vargas a Lula, Editora Fundaçao Perseu Abramo, Sao Paulo, 2003, p.95. 14 Ver al respecto los editoriales "Los aspectos que analizarán ambos mandatarios", La Nación 22 de agosto de 1989, p. 5 y "Los objetivos del Presidente al Brasil. Menem y Sarney propiciarán el desarrollo nuclear y espacial", La Nación, 23 de agosto de 1989, p. 8; "Acuerdo espacial y nuclear con Brasil", La Nación, 24 de agosto de 1989, p. 1; "Entre los anexos firmados se destacan los de cooperación en los campos nuclear y espacial y los acuerdos para reducir el déficit comercial. Los documentos para vigorizar la integración", La Nación, 24 de agosto de 1989, p. 5. Cabe recordar que, previamente a este acuerdo, el proyecto de construcción del CBA-123 había pasado por una etapa de parálisis provocada tanto por restricciones presupuestarias -especialmente del lado de la Fuerza Aérea Argentina-, como por la expectativa argentina en el convenio firmado con una empresa norteamericana para el proyecto IA-63 PAMPA que, además de permitir el acceso al mercado norteamericano era un emprendimiento de tipo militar y no para uso civil como el CBA-123. A pesar de estos obstáculos, el CBA-123 tuvo su vuelo inaugural en julio de 1990 con la presencia de los presidentes de Argentina y Brasil. Ver al respecto los trabajos de Mónica Hirst, "El Programa de Integración Argentina-Brasil: de la formulación a la implementación", FLACSO, Serie de Documentos e Informes de Investigación, Nº 67, Buenos Aires, julio de 1988, pp. 13-14 y 40; y "Continuidad y cambio del programa de integración Argentina-Brasil", FLACSO, Serie de Documentos e Informes de Investigación, Nº 108, Buenos Aires, diciembre de 1990, pp. 45-46. 15 Recuérdese la firma de los protocolos 14 y 23 (de transportes y regional fronterizo). Asimismo, ambos mandatarios inauguraron los comités de frontera Uruguayana-Paso de los Libres y Puerto Iguazú-Foz de Iguazú.."La visita del presidente Menem al Brasil. En procura de consolidar el proceso de integración", por Jorge Raúl Requena, La Nación, 23 de agosto de 1989, p. 4; y editorial de opinión "La visita 52 presidencial al Brasil", La Nación, 31 de agosto de 1989, p. 6. Ver también el trabajo de Mónica Hirst, "El programa de Integración Argentina-Brasil: balance y perspectivas", FLACSO, Serie de Documentos e Informes de Investigación, Nº 94, Buenos Aires, mayo de 1990, op.cit., p. 43. 16 El presidente electo de Brasil visitó la Argentina los días 20 y 21 de enero de 1990, invitado por el presidente Menem. Durante su visita, Collor de Mello aseguró que en marzo, fecha de su asunción en el gobierno, intensificaría las gestiones para "consolidar" la integración. Por su parte, Menem señaló, en tono coincidente con el visitante, que "Todas las cuestiones de la integración van a tener una respuesta en los hechos ( Ver "Llega hoy el presidente electo del Brasil, Fernando Collor de Mello", La Nación, 20 de enero de 1990, p. 3; "La integración con el Brasil. Menem y Collor de Mello ratificaron la voluntad común de agilizar el proceso", La Nación, 22 de enero de 1990, p. 1. 17 James Rosenau denomina de esta manera a la “vinculación” que se da entre Estados cuyas políticas se van encadenando de manera tal que las acciones de una de ella repercuten inmediatamente en la otra, dándose un grado de interconexión y de acciones y reacciones , lo cual hace que no se las pueda analizar significativamente por separado ( Ver ROSENAU, James, op.cit.,p.76) 18 "Por la visita de Collor de Mello llega hoy el canciller brasileño", La Nación, 14 de junio de 1990, p. 6; "Procuran acelerar los acuerdos con el Brasil", La Nación, 15 de junio de 1990, p. 1 19 "Llega hoy un jefe militar del Brasil", La Nación, 25 de junio de 1990, p. 4. 20 Asimismo, como señalan Bouzas y O' Connell, a través del Acta ambos gobiernos resolvieron reemplazar las negociaciones producto por producto por reducciones tarifarias lineales, generales y automáticas, que procuraban llegar a la eliminación total de los respectivos derechos a la importación hacia fines de 1994. Simultáneamente, existieron listas de excepciones de productos a las que no se aplica esta reducción lineal pero que deben irse reduciendo a una tasa del 20 % anual. Ver al respecto los trabajos de Roberto Bouzas, "Un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos / Mercosur: una evaluación preliminar", en Roberto Bouzas y Nora Lustig (eds.), Liberalización comercial e integración regional. De NAFTA a MERCOSUR, FLACSO / GEL,1992, p. 168 y Arturo O' Connell, "La Iniciativa para las Américas y el Cono Sur de América Latina: un punto de vista argentino", en Francisco Rojas Aravena y William C. Smith (editores), El Cono Sur y las transformaciones globales, FLACSO/ NORTH SOUTH CENTER / CLADDE, Santiago de Chile, 1994, p. 217. Según refiere Mónica Hirst, a partir del Acta de Buenos Aires, el diálogo argentino-brasileño se vio estimulado por las líneas de identificación entre las líneas de acción económica de los gobiernos de Collor de Mello y Menem, en el marco de la apertura y la liberalización, y por la necesidad mutua de desarrollar una estrategia conjunta frente a las tendencias de regionalización del comercio mundial. Mientras que durante la vigencia del PICE las negociaciones de Brasil con Argentina fueron motivadas por razones primariamente políticas, a partir de la asunción de Collor de Mello primaron los motivos económicos. Pero, también a diferencia del proceso de integración iniciado a mediados de la década del ochenta, esta segunda etapa de la integración argentino-brasileña no contó con el conjunto de convergencias en política exterior observados en la primer etapa: mientras que la diplomacia argentina se acercó más estrechamente a Estados Unidos, Brasil mantuvo un bajo perfil en sus relaciones políticas con Washington. Una prueba contundente de los diferentes rumbos adoptados fue precisamente las respectivas posiciones adoptadas por el Palacio San Martín e Itamaraty en la Guerra del Golfo. Mónica Hirst, "La participación de Brasil en el MERCOSUR: evaluando costos y beneficios", en Rojas Aravena y Smith (editores), Ibídem., pp. 319-320. 21 Sobre la importancia asignada asignada al encuentro entre los presidentes Menem y Collor de Mello, como así también las conversaciones entre sus Ministros, pueden consultarse los siguientes editoriales "Llega mañana en visita de dos días el presidente del Brasil", La Nación, 4 de julio de 1990, p. 5; "Teoría y práctica de la integración", por Fernando Lascano, La Nación, 4 de julio de 1990, p. 13; "Se firman hoy nuevos acuerdos con Brasil", La Nación, 6 de julio de 1990, p. 1; "Menem: Brasil es el socio natural de la Argentina", La Nación, 6 de julio de 1990, p. 4; "Mercado común con Brasil en 1994", La Nación, 7 de julio de 1990, pp. 1 y 4; "Collor exhortó a la integración ante la Asamblea Legislativa", La Nación, 7 de julio de 1990, p. 4; "Puntos salientes de los acuerdos firmados", La Nación, 7 de julio de 1990, p. 4; y "Apertura e integración con el Brasil", La Nación, 13 de julio de 1990, p. 6. 22 “Declaración sobre Política Nuclear Común Argentino-brasileña”, firmada en Foz de Iguazú, 28 de noviembre de 1990”. Documento completo consultado en Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto , Argentina. 23 Ver al respecto "Acuerdo de salvaguardias nucleares. Lo firman hoy Menem y Collor de Mello en Foz do Iguazú", La Nación, 28 de noviembre de 1990, p. 1; análisis del texto de la parte resolutiva del acuerdo en "Puntos comunes", La Nación, 29 de noviembre de 1990, p. 1; "Compromiso en materia nuclear con el Brasil. Se firmó un convenio para asegurar el uso pacífico de la energía atómica", por Diego Pérez Andrade, La Nación, 29 de noviembre de 1990, pp. 1 y 16; y el editorial de opinión "El acuerdo nuclear con Brasil", La Nación, 21 de diciembre de 1990, p. 6. 53 24 Ver al respecto La Nación, Buenos Aires, 23 de agosto de 1993. Para mayores detalles de la “Cuestión ambiental” en América Latina y en el MERCOSUR, me remito a un trabajo de mi autoría , “Medio Ambiente y Relaciones Internacionales”, Parte II, en Cuadernos de Política Exterior Argentina, CERIR, Rosario, octubre de 1995, pp.51 y ss. También puede consultarse COLACRAI, Miryam “La búsqueda de armonización ambiental en el MERCOSUR” en CERIR,obra de varios autores, La Política Exterior Argentina 1994-1997, ediciones CERIR, Rosario,1998, pp.303-318 26 “Brasil contragolpea: aplica a la Argentina sanciones comerciales”, en Clarin. Buenos Aires, 1º de diciembre de 1993. 27 El presidente Menem anunciaba : “en los próximos meses vamos a tener novedades en lo que hace a la posibilidad de que en forma conjunta, Chile y Argentina, se incorporen al NAFTA”, aunque aclaró que “ seguimos por otra parte, en el proceso de integración del MERCOSUR” ( ver al respecto: “Bloques comerciales. Menem: La Argentina ingresaría al NAFTA en 1993”, en Clarín. Buenos Aires, 11 de marzo de 1993) 28 PEÑA, Félix. “ Las relaciones argentino- brasileñas: desafíos y oportunidades ”, en As políticas Exteriores da Argentina e do Brasil frente a um mundo em transiçao: diversidade, convergencia e complementariedade. Documento sobre el Seminario realizado en el Palacio San Martin, Buenos Aires, Argentina, 3 a 5 de septiembre de 1993, editado por la Fundaçao Alexandre de Gusmao FUNAG, p.98. 29 Era vice-presidente de Collor y debió hacerse cargo de la presidencia luego de la renuncia de aquél (recuérdese las denuncias de corrupción y vínculos con el narcotráfico, que obligaron a su alejamiento para evitar la casación o impeachment): Itamar Franco asumió para finalizar el período presidencia, en el lapso que duró su gobierno tuvo como Ministro de Relaciones Exteriores a Fernando Henrique Cardoso. “Este gobierno propuso una Agenda de Desarrollo ligada a una Agenda de Paz, resolvió cuestiones pendientes económicos-comerciales que Collor habia dejado en impresionante desorden, y desarrolló “parcerias”con los países vecinos y también con los de lengua portuguesa En el plano regional, la integración platina y sudame-ricana fue prioridad del gobierno (Ver al respecto, VIZENTINI, Paulo G. F., op.cit., pp.85-86 30 Sintéticamente esta situación puede describirse de la siguiente manera: .la devaluación del real a principios de 1999 y el mantenimiento de la convertibilidad en Argentina trajo aparejado que el volumen de los negocios bilaterales sufriera una pérdida del 25 % en el primer semestre de 1999. La devaluación brasileña colocó en evidencia la cuestión de la competitividad relativa de algunos sectores de la economía argentina provocando la reducción del superávit comercial argentino por el aumento de la competitividad de la exportaciones brasileñas y un retraimiento del mercado doméstico amenazando la supervivencia de importantes sectores industriales argentinos, principalmente los sectores calzado, textil, automóviles y autopartes, papel y celulosa y la producción siderúrgica. 31 ”La devaluación del real. Crisis de confianza en Brasil. Menem prometió a los inversores que la Argentina no devaluará”, por Ana Gerschenson, Clarín, 14 de enero de 1999, pp. 3-4 y “Dudas en el mercado. Brasil devaluó 9 % y perdió divisas por 2000 millones”, por Eleonora Gosman, Clarín, 14 de enero de 1999, p. 4. A decir verdad, el ministro de Economía argentino, Roque Fernández, quedó descolocado cuando el gobierno de Brasil anunció el primer corrimiento de la banda cambiaria, dado que había recibido promesas de no devaluación por parte de las autoridades brasileñas. Incluso, poco antes de recibir la noticia de la devaluación brasileña, Fernández había destacado en una entrevista radial la firmeza del socio del bloque. Ver al respecto editorial “Guidotti arremete contra los que criticaron la convertibilidad. “arreglen lo suyo antes de opinar”, por David Cufré, Página / 12, 29 de enero de 1999, p. 5. Puede seguirse la cuestión de la devaluación del real y sus efectos en: Ver al respecto ”La devaluación del real. Fuerte baja en todos los mercados del mundo. Ayer, la Bolsa de Buenos Aires fue la que más sufrió la crisis” y “Todos quieren vender. Los bonos de la deuda bajaron 10 %”, Clarín, 14 de enero de 1999, p. 6. También “Se desplomaron las bolsas. Devaluó Brasil; alarma mundial”, La Nación, 14 de enero de 1999, p. 1. Vale acotar que ya durante ese mismo mes de enero, dos acontecimientos ocurridos antes del día 13 demuestran claramente el alto grado de sensibilidad -y de vulnerabilidad- de la Bolsa de Buenos Aires a lo que ocurre en Brasil. Así, el 6 de enero, el estado brasileño de Minas Gerais declaró la moratoria de la deuda de 15.000 millones de dólares que reclama el Banco Central de Brasil. Esta noticia impactó negativamente en la Bolsa argentina: el índice Merval -promedio de papeles líderes- abandonó la suba del 3 % -que había sido provocada por factores como la suba de papeles de YPF, el récord del mercado de Nueva York y la escalada de las bolsas europeas y asiáticas- para terminar sólo un 1,4 % arriba. Asimismo, como reflejo de lo ocurrido con Minas Gerais, los bonos argentinos perdieron 2 dólares en pocos minutos. El llamado “lunes negro” del día 11 de enero, la Bolsa de San Pablo cayó 5,6 % y arrastró a la de Buenos Aires, cuyos papeles perdieron un 3,7 %. En cuanto a los títulos de la deuda externa, los bonos brasileños cedieron 4 % y los argentinos (los Par y los FRB) cayeron casi 2 %, elevando la tasa de riesgo país, factor que encarece las fuentes de financiamiento para el Gobierno y las 25 54 empresas privadas argentinas. Ver al respecto “Las acciones subían 3 % y terminaron 1,4 % arriba. YPF empujaba a la Bolsa, pero al final Brasil aguó la fiesta” y “Brasil: un estado no pagará su deuda”, por Eleonora Gosman, Clarín, 7 de enero de 1999, p. 20; “Brasil peor: Itamar no paga deuda de u$s 15.000 millones”, Ambito Financiero, 7 de enero de 1999, p. 6; “Inquietud por Minas Gerais”, La Nación, Sección 2da.: Economía & Negocios, 11 de enero de 1999, p. 1; “El efecto Itamar rebotó en la Bolsa de Buenos Aires. Revolución financiera en Brasil”, por Claudio Zlotnik, Página / 12, 12 de enero de 1999, p. 11; “Complicaciones por la crisis de la deuda brasileña. Bolsas. Cae San Pablo y arrastra a Buenos Aires”, Clarín, 12 de enero de 1999, p. 16; “Franco hace peligrar los esfuerzos de Brasil por ordenar sus finanzas”, por Peter Fritsch (redactor de The Wall Street Journal), La Nación, Sección 2da.: Economía & Negocios, 13 de enero de 1999, p. 6; “Dieciocho gobernadores oficialistas reclamaron que cualquier refinanciación de deudas sea negociada. Estados critican a Itamar, pero exigen baja de tasas”, Ambito Financiero, 13 de enero de 1999, p. 8; y “El riesgo país ataca de nuevo”, por Gustavo Bazzan, Clarín, 15 de enero de 1999, p. 8. 32 El presidente Carlos Menem, el ministro de Economía Domingo Cavallo, el secretario de Industria Carlos Magariños y el secretario de Relaciones Económicas Internacionales Jorge Campbell fueron los encargados de calmar los ánimos, negando posibles efectos de la devaluación brasileña en las exportaciones argentinas. 33 Ver estas diferentes ópticas respecto de la devaluación del real y sus efectos en la relación entre Argentina y Brasil en los siguientes artículos: ”Brasil devaluó 4,5 %, baja el gasto público y sale a privatizar” y “Una luz amarilla para Argentina”, Clarín, 7 de marzo de 1995, pp. 10-11; “Opinión empresaria. No todas las exportaciones sufrirán igual”, por Georgina Gómez, El Cronista, 7 de marzo de 1995, p. 6; “Magariños relativiza el impacto. Caerán pedidos de autos”, El Cronista, 7 de marzo de 1995, p. 6; “Se resiente la entrada de dólares. Una salida menos para la Argentina”, por Walter Graziano, El Cronista, 7 de marzo de 1997, p. 6; “Una “Brasil devalúa y baja el gasto público”, por Claudia Safatle, Gazeta Mercantil exclusivo para El Cronista, El Cronista, 7 de marzo de 1995, pp. 6-7. 34 Ver al respecto declaraciones del titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Claudio Sebastiani, del vicepresidente de la UIA y titular de la COPAL, Alberto Alvarez Gaiani y del especialista en el sector automotriz argentino Jorge Todesca, citadas en el artículo ”Trabas a ventas argentinas”, Clarín, 22 de enero de 1998, p. 17. Ver también: "Brasil amplía la banda cambiaria para el dólar”; “El efecto en la Argentina”; e “Informe de la Embajada en Brasilia. Impacto en el comercio”, todos en Clarín, 21 de enero de 1998, p. 16. También “Calma en Brasil después de la movida cambiaria”, Clarín, 22 de enero de 1998, p. 16. 35 Ver ALMEIDA, Paulo Roberto de. “O Brasil e as crises financeiras internacionais. 1929-2001”, en Cena Internacional Ano 3, nº 2, Dezembro 2001, p. 16. 36 A partir de una revisión acerca de las posiciones que sustentan los Países- miembro con relación al tema de una mayor institucionalización , se pueden inferir algunas características salientes. Aunque no se deberían tomar estas posturas como “oficiales” sino como la conjunción de manifestaciones en foros tanto por parte de políticos y funcionarios- como así también en medios académicos , parece existir una relación directa entre mayor peso político y económico y mayor distancia respecto de la profundización del Mercosur y los compromisos supranacionales que cada país está dispuesto a asumir. Ha sido frecuente la demanda de instancias “más de tipo comunitario” por parte de Uruguay y Paraguay por entender que éstas los pondrían a resguardo de los peligros de políticas unilaterales que pueden adoptar los socios mayores y además porque permiten manejar mejor la interdependencia dentro del bloque y su calidad de “socios”. Sobre este tema , incursionando en la visión constructivista de las Relaciones Internacionales, he analizado la dimensión de la institucionalización del MERCOSUR. Ver al respecto COLACRAI, Miryam , “ El efecto de las Ideas sobre las Políticas. Su contribución para refundar el MERCOSUR” , paper presentado en el Seminario “Capital Social, Identidade e Integraçao na América do Sul” , organizado por CEPPAC , Universidade de Brasilia, Brasilia, 8 a 11 octubre de 2002. Para ampliar aspectos relativos a la gestación de instituciones que acompañen el proceso integrador ver : REDRADO, Martín, “De la institucionalidad a la convergencia” en Felipe De La Balze,( compil.) El futuro del Mercosur. Entre la retórica y el realismo. Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, Buenos Aires, 2001, pp.200-201. NOFAL, María Beatriz, “Las grandes asignaturas pendientes en MERCOSUR” en Boletín Informativo Techint nro.292, octubre-diciembre,1997 ,pp-78-79 y “Obstáculos institucionales y económicos para la consolidación y profundización del MERCOSUR: propuestas” en Boletín Informativo Techint, nro.294,abril-junio, 1998, p.48 37 El mensaje del presidente Menem buscaba demostrar la firmeza del compromiso del gobierno argentino con el plan económico adoptado y desterrar cualquier sospecha de medidas alternativas, como una devaluación. Declaraciones como la de Javier Murcio, del banco CS First Boston y de Fernando Lozada, del ING Baring, fueron coincidentes en interpretar el plan para dolarizar la economía como un mensaje de 55 certidumbre, que dejaba sentado que Argentina no seguiría el camino brasileño de dejar flotar la moneda ni modificaría el esquema de convertibilidad. Ver respecto del plan de dolarización los artículos ”Planteo a Roque Fernández en la reunión de gabinete. Menem pide que estudie cómo dolarizar la región”, Clarín, 15 de enero de 1999, p. 5; “Menem quiere dolarizar la economía para esquivar la corrida. Si vienen por el peso, digan que se fue”, por David Cufré, Página / 12, 16 de enero de 1999, p. 5; “La idea de dolarizar remarca el riesgo de la convertibilidad. Menem ya no sueña con un peso poderoso”, por Eduardo L. Curia, El Cronista, 19 de enero de 1999, p. 7; “Diferenciaciones con el real. Dolarización: para Wall Street es señal positiva”, por Marina Aizen, Clarín, 23 de enero de 1999, p. 4; “Una fuga hacia adelante”, por Julio Sevares, Clarín, 23 de enero de 1999, p. 4 y “Dolarización: de nuevo Menem se adelantó a todos”, por José Octavio Bordón (ex-gobernador de Mendoza (PJ)), Ambito Financiero, 3 de febrero de 1999, p. 14. 38 PEñA, Félix , “La construcción del MERCOSUR .Lecciones de una experiencia”, en Archivos del Presente , nro. 4, otoño austral, 1996,p.125 39 Los aspectos que se acuerdan en la “Declaración Presidencial sobre Compromiso Democrático en el MERCOSUR”, son los siguientes : 1. La plena vigencia de las instituciones democráticas es condición esencial para la cooperación en el ámbito del Tratado de Asunción , sus protocolos y demás actos subsidiarios 2. Toda alteración del orden democrático constituye un obstáculo inaceptable para la continuidad del proceso de integración en curso respecto al Estado miembro afectado. 3. Las Partes consultarán inmediatamente entre sí, en la forma que estimen apropiada, en caso de ruptura o amenaza de ruptura del orden democrático en un estado miembro las partes procederán igualmente, de forma coordinada, a efectuar consultas con el referido estado miembro. 4. En caso que las consultas previstas en el parágrafo anterior resulten infructuosas, las Partes considerarán la aplicación de las medidas pertinentes. Las medidas podrán abarcar desde la suspensión del derecho de participación en los foros del MERCOSUR hasta la suspensión de los derechos y obligaciones emergentes de las normas del MERCOSUR y de acuerdos celebrados entre cada una de las Partes y el estado donde haya ocurrido la ruptura del orden democrático. 5. Las Partes deberán incluir una cláusula de afirmación del compromiso con los principios democráticos en los acuerdos del MERCOSUR con otros países o grupos de países. 40 Ver RAPOPORT, Mario; CERVO, Amado L.(compil)., El Cono Sur. Una Historia común. Ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2002. pp.318-19. 41 CISNEROS, Andrés “Con Malvinas actuamos como bloque”, en Clarín, Buenos Aires, 3 de abril de 1996. Cabe recordar que en esa misma fecha, en el seno de las sesiones del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, Chile y Brasil manifestaron su apoyo al reclamo argentino. 42 “El presidente chileno gana el apoyo de MERCOSUR a la territorialidad de la justicia”, por Carmen Jiménez, Diario El Pais , Madrid, 11 de diciembre de 1998. 43 En este sentido, los protocolos procuraron neutralizar las históricas hipótesis de conflicto bilateral y, al incluir expresamente los acuerdos nucleares, dieron lugar a lo que Jorge Grandi llama “disuasión desarmada”, es decir, la realización de actividades conjuntas en materia nuclear que quitaran espacio a las especulaciones sobre fabricación de bombas en Argentina y Brasil ( GRANDI, Jorge, , “La integración, la cooperación argentino-brasileña y la disuasión nuclear desarmada”, América Latina / Internacional, volumen 3, Nº 10, octubre-diciembre de 1986, pp. 72-74). 44 Respecto de esta iniciativa, la motivación principal de las autoridades de Buenos Aires fue la de contrarrestar la militarización del área por parte del gobierno del Reino Unido, mientras que el gobierno brasileño impulsó esta iniciativa como un medio para fortalecer la credibilidad política de su política exterior de proyección africana. (Mónica Hirst y Miguel Lengyel, “Integración argentino-brasileña: un paso histórico”, Cono Sur, octubre-diciembre de 1986, p. 2) 45 "Llega hoy un jefe militar del Brasil", La Nación, 25 de junio de 1990, p. 4. 46 La Armada argentina estuvo representada por el destructor Heroína, las corbetas Rosales y Guerrico y el submarino Santa Cruz; por Brasil intervinieron las fragatas Constitución e Independencia; el contratorpedero Martín Barros y el submarino Riachuelo. Las tareas incluyeron la participación de helicópteros y aviones de reconocimiento y de combate y de escuadrillas antisubmarinas.( Ver al respecto: ”Maniobras navales con Brasil“, La Nación, 6 de noviembre de 1992, p. 10). 47 Este ejercicio combinado con Brasil fue realizado para satisfacer la necesidad de adiestramiento de la Aviación Naval Argentina."Operación aeronaval combinada con Brasil", por Alfredo Vega, La Nación, 18 de diciembre de 1994, p. 16. 48 Este tuvo lugar en el campo de adiestramiento General Avalos en Corrientes, a unos 15 km,de la localidad de Monte Caseros. Al mando de las tropas argentinas estuvo el coronel Hernán Olmos, y de las brasileñas, su par Da Rocha. Ver “Soldados argentinos y de Brasil, de nuevo juntos", La Nación, 28 de agosto de 1996, p. 9. 56 49 ESCUDÉ, Carlos; FONTANA, Andrés, “Las políticas de seguridad de Argentina: sus fundamentos y contexto regional”, en DOMÍNGUEZ, Jorge (Editor), Seguridad internacional, paz y democracia en el Cono Sur, Ed. FLACSO-Chile, Santiago, 1998, p.99. También los autores destacan otras operaciones realizadas por las Armadas en el Atlántico Sur (CAMAS), el operativo aeronaval (ATLASUR) y señalan que la cooperación ha sido menos intensa en el caso de las fuerzas aéreas que se han limitado a intercambiar oficiales y cursantes de la escuela de guerra. Respecto de los operativos Atlas del Sur, puede agregarse, que surgieron primeramente entre Argentina y Sudáfrica, e incorporaron en 1995 a Brasil y Uruguay. Con relación a la ZOPACAS, debe tenerse en cuenta que fue revitalizada por Brasil en 1992, situación que Argentina también acompañó como lo había hecho con el proyecto de su creación ( Ver LECHINI, Gladys, “Argentina y Africa durante la Segunda Administración Menem”, en CERIR, obra de varios autores, La Política Exterior Argentina 1994-1997, op.cit., pp.185-186) 50 "Di Tella y Lampreia, contra el rearme", por Oscar Balmaceda, La Nación, 14 de septiembre de 1996, p. 12. 51 Algunos interpretaron que esto fue una respuesta a la pretendida injerencia norteamericana en las decisiones de la región sobre la lucha contra el narcotráfico. Si bien todos coincidieron que el tráfico de drogas era una de las amenazas más importantes a la seguridad continental, no hubo coincidencias con Washington respecto de que todas las amenazas deban ser desactivadas desde una perspectiva necesariamente militar. La propuesta norteamericana que tuvo buena acogida en el resto de los representantes de los países de la región fue la de formar profesionales civiles expertos en temas de defensa, pero no hubo resolución sobre la iniciativa de Washington de crear un centro de estudios interamericano. Ver "El narcotráfico, prioridad regional", por Alfredo Vega, La Nación, 7 de octubre de 1996, p. 5; "Presión de EE.UU. por el narcotráfico", La Nación, 8 de octubre de 1996, p. 5; "Domínguez defendió la autodeterminación", por Alfredo Vega, La Nación, 8 de octubre de 1996, p. 5; "Nuevas estrategias contra el narcotráfico", por Alfredo Vega, La Nación, 9 de octubre de 1996, p. 5; "Los seis puntos del mensaje de Perry", La Nación, 9 de octubre de 1996, p. 5; y "Las amenazas a la seguridad", La Nación, 10 de octubre de 1996, p. 7. 52 "La Argentina y Brasil buscan la cooperación militar", por María O' Donnell, La Nación, 1º de agosto de 1997, p. 9. Puede agregarse que el Ministro Lampreia dijo “esto no va a ocurrir porque esa no es su función y este tipo de intervenciones no está contemplada por la legislación de ninguno de los dos países. Di Tella acotó “Eso ni siquiera se debate..... Las fuerzas Armadas sólo pueden prestar apoyo logístico (en la lucha contra el narcotráfico” Ver al respecto "Las FF.AA. no actuarán en conflictos sociales", por María O' Donnell, La Nación, 2 de agosto de 1997, pp. 1 y 6. 53 "Brasil, sin hipótesis de conflicto", La Nación, 8 de noviembre de 1996, p. 12. 54 HIRST, Mónica “Políticas de seguridad, democratización e integración regional en el Cono Sur.”, en Domínguez, Jorge (editor), Seguridad Internacional, Paz y Democracia en el Cono Sur. FLACSO/Chile. Santiago, 1998, p.182. Ver también GUEDES da COSTA, “Bases de la postura estratégica de los países sudamericanos en la década del noventa”, en Cambios globales y América Latina, Santiago, CLADDE/ FLACSO, 1993, p.81 55 Ver al respecto BUSSO, Anabella; BOLOGNA, Alfredo B., “La Política Exterior Argentina a partir del gobierno de Menem: una presentación” en CERIR, obra de varios autores, La Política Exterior del gobierno de Menem, Seguimiento y reflexiones al promediar su mandato, Ediciones CERIR, Rosario, 1994, p.36. 56 El canciler, Guido Di Tella, habló en Bruselas el 29 de setiembre de 1992, habló ante los embajadores de las 16 naciones que integran la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) siguiendo tres vertientes esenciales: a) la índole democrática institucional de la Argentina; b) la cooperación de la Argentina en el ámbito internacional (como por ejemplo la Guerra del Golfo; las coincidencias en materia de no proliferación nuclear, con la consecuente anulación del proyecto Cóndor; y la presencia de tropas argentinas en las fuerzas de paz de las Naciones Unidas); y c) la inexistencia de mecanismos de seguridad colectiva dentro de la OEA, especialmente en los casos de interrupción de los regímenes democráticos. Antes de la sesión, el titular del Palacio San Martín conversó con el secretario general de la NATO, Manfred Woerner. Se trató de un acercamiento previo al discurso que pronunció por primera vez un ministro latinoamericano de Relaciones Exteriores ante el Consejo Atlántico. Di Tella comentó que “Quedó en el aire (...) una eventual visita del secretario general de la NATO a nuestro país y un viaje, con la misma intención, del ministro de Defensa, Antonio Erman González, a Bruselas.” ( Ver al respecto “Primeros pasos informales de la Argentina en la NATO”, por Rolando Rivière, La Nación, 30 de setiembre de 1992, p.5 57 57 “Críticas del Brasil”, La Nación, 10 de julio de 1999, p. 5. El ex Presidente del Brasil, Sarney, escribía en una nota periodística: "Otra cosa inexplicable fue ese incidente de la OTAN. Somos el continente más pacífico de la Tierra. La rivalidad militar entre Brasil y la Argentina se acabó. Las hipótesis de conflicto se acabaron, creamos una mentalidad de "paz perpetua", para citar a Kant. Cuando el gobierno argentino pide quedar bajo el paraguas nuclear de los Estados Unidos e ingresar en la OTAN, como aliada militar del Reino Unido, que mató a centenas de jóvenes argentinos en la Guerra de las Malvinas, no es posible comprenderlo. ¿Para defenderse de quién? ¿Qué amenaza ronda a la Argentina? Eso fue grave, porque mostró que en la doctrina Di Tella, el Mercosur no es nada más que una aventura económica." (Ver “Tropiezos del MERCOSUR” . Por José Sarney, La Nación, 12 de noviembre de 1999). 59 La respuesta brasileña fue expresada por el portavoz de Itamaraty el 9 de julio en términos que, en la diplomacia, pueden ser considerados como "duros": si bien se preservan las prerrogativas de la soberanía argentina al respecto, se manifiestan las dudas sobre el apoyo por parte de la sociedad argentina a la propuesta y a la aceptación por parte de la OTAN de la solicitud argentina, así como la unilateralidad de la decisión, sin consulta previa con Brasil. En forma adicional, se manifestó que la propuesta de vinculación con la OTAN "introduciría elementos extraños en el contexto de seguridad regional latinoamericana" y "tendría consecuencias palpables para Brasil que estarán siendo analizadas en todos sus aspectos de naturaleza política y militar". ("Brasil y la Argentina, hoy" Por Jorge Hugo Herrera Vegas, La Nación, 30 de julio de 1999). 60 "Los intereses comunes." Por Oscar Camilión La Nación, 30 de julio de 1999. 61 Aparentemente la idea habría surgido del secretario de Planeamiento, Jorge Castro, quien no sólo no habría hecho las consultas previas y secretas con la OTAN (para cuidar que su presidente no quedara desairado, como finalmente quedó) si no que tampoco habría comunicado la decisión a Brasil. (Morales Solá, La Nación, 1 de agosto de 1999). 62 Tal sería el caso de Roberto Lavagna para quien la Argentina debiera acercarse más a Brasil en la definición de su política exterior.. "No digo que debe haber un alineamiento automático, pero sí tomar consciencia de que deberíamos compartir la política exterior" ( en "La opinión de los especialistas. El bloque regional se debate entre retroceder o avanzar. Ante los incumplimientos reiterados de los acuerdos, los países tienen pocas opciones" , La Nación 25 de julio de 1999). El periodista Morales Solá, también señaló: "El pedido de ingreso de la Argentina como miembro pleno de la OTAN fue, después, el error político y diplomático más inexplicable que haya germinado en la cabeza de los seguidores de Menem" ("La semana política II. El Mercosur y una gestión desesperada" Por Joaquín Morales Solá, La Nación, 1 de agosto de 1999) 63 “Menem optó por no insistir sobre la OTAN”, por Juan Castro Olivera, La Nación, 7 de octubre de 1999, p. 6. 64 En su exposición, el Canciller Amorín sostuvo que Brasil reunía las condiciones básicas para dar consistencia a la candidatura, basadas tanto en argumentos que relacionan al país con su presencia en la Organización como también por sus condiciones geográficas y económicas. En referencia al primer conjunto de argumentos, Amorin sostuvo que Brasil fue miembro fundador de Naciones Unidas, que reconoce los principios de la Carta y que diseña su política exterior en base a esos ejes, promoviendo la solución pacífica de las controversias y la cooperación internacional. A esto agregó que Brasil tuvo una importante tradición de participación en el Consejo de Seguridad como miembro no permanente, en los períodos 1946-47; 1951-52; 1954-55; 1963-64; 1967-68; 1988-89, ocupando nuevamente un asiento en el período 1993-94. En el marco de Naciones Unidas, el Canciller remarcó que Brasil participó activamente de todos los foros de la Organización y fue miembro organizador y sede de la ECO 92. A estas justificaciones sumó que, en ese momento, Brasil era el décimo primer contribuyente para el presupuesto regular da la Organización y el primero entre los países en desarrollo. Además de su vinculación con Naciones Unidas, agregó otros argumentos como que “Brasil es un ejemplo de convivencia armoniosa multiétnica, multicultural y multiconfesional. (...)...es uno de los países que menos gasta en defensa en todo el mundo. (...) la sociedad brasileña construyó un sistema de gobierno plenamente democrático y una economía de mercado de pujanza importante. Brasil contribuye por todo ello a un orden internacional mas pacífico y equilibrado.” También basó su candidatura en sus propias ventajas geográficas y económicas, haciendo referencia a su condición de quinto mayor país en el mundo tanto territorio como en población y en ser la novena economía mundial. En cuanto a su posición geográfica se enfatizó que Brasil mantiene una relación pacífica a lo largo de sus fronteras que incluye a 10 países y que firmó tratados de cooperación con los vecinos mas próximos (Tratado de la Cuenca del Plata, Tratado de Cooperación Amazónica, Mercosur). A ello agregó, que Brasil es un país que se proyectó hacia otros continentes afirmando los principios de paz y seguridad, estableciendo la Zona de Paz y Cooperación en el Atlántico Sur (ZOPCAS) y buscó 58 58 afianzar lazos culturales con otros países, por ejemplo concentrando esfuerzos en la conformación de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa. (Ver al respecto “ Discurso do Ministro Celso Amorin por ocasião da abertura da XLIX Sessão da Assembléia Geral das Nações Unidas” en Política Externa. Democracia Desenvolvimento. Gestão do Ministro Celso Amorin no Itamaraty. Agosto 93 a dezembro 94. FUNAG. Brasilia, 1995. Pág. 100; también AMORIN, Celso. “Brasil e o Conselho de Segurança da ONU”, en Política Externa, Vol.3, Nº 4. Paz e Terra. São Paulo, Março-Abril 1995. Pág. 11-12.) Sólo con un propósito comparativo, puede recordarse que la Argentina integró el Consejo de Seguridad como miembro no permanente, siete veces desde 1946: en los períodos 1948-49; 1959-60; 1966-67; 1971-72; 1987-88; 1994-95 y 1999-2000 ( ver ZAWELS, Estanislao “El protagonismo argentino en la diplomacia multilateral a partir de la década de los noventa” en CERIR, Obra de varios autores, La Política Exterior Argentina 1998-2001. El cambio de gobierno ¿Impacto o irrelevancia?, Ediciones CERIR, Rosario,2001, p.333). 65 El 18 de agosto, llegó la respuesta del gobierno brasileño a través del canciller Luiz Felipe Lampreia, quien sostuvo que "Las declaraciones de Menem son un verdadero reto a la candidatura brasileña y no son compatibles con la alianza estratégica que existe entre Argentina y Brasil." Por su parte, el vocero del presidente Fernando Henrique Cardoso, Sergio Amaral, declaró que el primer mandatario brasileño estaba "sorprendido" por la posición del presidente Menem. (ver al respecto "Malestar en Brasil y aclaración de Di Tella por la UN", La Nación, 19 de agosto de 1997, p. 1; también "Dura reacción del presidente de Brasil", por María O' Donnell, La Nación, 19 de agosto de 1997, p. 5, "El Gobierno minimizó la controversia", por Jorge Monti, La Nación, 19 de agosto de 1997, p. 5; "Di Tella: "No es un tema de vida o muerte"", La Nación, 19 de agosto de 1997, p. 5; y "El debate regional. Chile y Brasil esperan un gesto", por Germán Sopeña, La Nación, 20 de agosto de 1997, p. 1) 66 "Sigue el debate regional. Aumentó el tono de las críticas en Brasil y en Chile", La Nación, 21 de agosto de 1997, p. 1; y "La Alianza privilegiaría al Mercosur", La Nación, 21 de agosto de 1997, p. 8. 67 Ver al respecto el editorial de opinión "La Argentina y su posición por las candidaturas al Consejo de Seguridad", por el ex embajador argentino ante la ONU Carlos Ortiz de Rozas, La Nación, 21 de agosto de 1997, p. 8. 68 "El debate regional cambió la agenda del Grupo Río. Menem busca calmar a Frei y a Cardoso", La Nación, 22 de agosto de 1997, p. 1. 69 "Cardoso se distanció de Menem", por María O' Donnell, La Nación, 23 de agosto de 1997, p. 8. 70 En Asunción, Menem y Cardoso procuraron resolver la cuestión señalando que pedirán en la UN más lugares para América Latina, aunque ambos presidentes sabían que la propuesta tenía pocas oportunidades de prosperar, pues el embajador norteamericano ante el organismo, Bill Richardson, adelantó que como máximo podrían ingresar otros cinco miembros permanentes al Consejo (es decir: Japón, Alemania, uno por Africa, uno por Asia y otro por América Latina)"El debate con Brasil. En voz baja, sigue la pelea por el Consejo. Menem y Cardoso relativizaron la fricción, pero la divergencia continúa", por María O' Donnell; y "Un embajador que recibió tratao VIP", por Adriana La Rotta, ambos en La Nación, 28 de agosto de 1997, p. 8. 71 “Ratifica Brasil que está dispuesto a ceder una banca en la UN. Es para evitar conflictos con la Argentina; la rotación como alternativa”, por Luis Esnal, La Nación, 27 de mayo de 1998, p. 7. 72 “En la ONU, Menem volvió a desafiar a Brasil”, por María O’ Donnell, La Nación, 22 de septiembre de 1999, p. 7. 73 Cabe mencionar, al respecto: el Comunicado Conjunto sobre Seguridad Fronteriza Tripartita, firmado en San Carlos de Bariloche, el 16 de octubre de 1995, el Acuerdo Operativo de los Ministros del Interior de Argentina , Paraguay y de Justicia de Brasil sobre la Zona de la Triple Frontera y la Comisión de Estudios sobre Control de la Zona, firmado en Puerto Iguazú el 18 de marzo de 1996. ( Ver: "Preocupa la seguridad fronteriza", La Nación, 7 de febrero de 1996, p. 5; y "El riesgo de espiar en Ciudad del Este", por Alfredo Vega, La Nación, 7 de febrero de 1996, p. 5;."Acuerdo por la triple frontera", La Nación, 19 de marzo de 1996, p. 13) . También debe recordarse que el Presidente Menem, durante la Cumbre del MERCOSUR en Montevideo, el 16 de diciembre de 1997, admitía su preocupación por “ el contrabando, tráfico de armas, tráfico de drogas y eventual radicación de células terroristas” (ver: “Fronteras: presión de Clinton al Mercosur", por María O' Donnell, La Nación, 16 de diciembre de 1997, pp. 1 y 6; "Anunciaron medidas inmediatas para controlar la triple frontera", La Nación, 17 de diciembre de 1997, p. 9; "Nuevos controles en la triple frontera", por César S. Bonifato, La Nación, 18 de diciembre de 1997, p. 15. 74 Aquí conviene recordar, aunque sin detallar específicamente su contenido, importantes avances en las áreas de ciencia, tecnología, educación y cultura que completan un cuadro significativo de acuerdos bilaterales entre la Argentina y Brasil. Entre ellos se puede mencionar: Convenio de Cooperación Académica, Científica y Cultural entre el Ministerio de Cultura y Educación de la República Argentina y 59 la Universidad Estadual de Campinas, firmado el 20 de agosto de 1991; el Protocolo de Intenciones entre el Estado do Rio Grande do Sul y el Ministerio de Cultura y Educación de la República Argentina , firmado el 10 de agosto de 1995; la aprobación por Ley nº24507 del 14 de junio de 1995 el Acuerdo de Coproducción Cinematográfica que había sido firmado en 1998; Acuerdo sobre cooperación en materia ambiental, firmado el 9 de abril de 1996; Convenio de Integración Cultural ,firmado el 10 de noviembre de 1997, Convenio sobre Cooperación Educativa, firmado el 10 de noviembre de 1997. Pueden citarse también algunos significativos acuerdos establecidos a nivel interinstitucional , entre ellos: el Acuerdo Complementario del Acuerdo de Cooperación Científica y Tecnológica sobre Actividades de Cooperación entre la Secretaría de Ciencia y Tecnología de Presidencia de la Nación y el Estado do Río Grande do Sul firmado el 9 de abril de 1996 y el Acta de Coordinación entre Cancillerías sobre el proceso de Integración Cultural del MERCOSUR firmado el 6 de junio de 1996. En el ámbito del MERCOSUR los Rectores de las Universidades Públicas firmaron el 9 de agosto de 1991 el Acta de Intención Fundacional de la Asociación de Universidades del Grupo Montevideo (AUGM) que comenzó a funcionar al año siguiente y cuenta actualmente con 16 Universidades de la región , incluido Chile ( 13 totalizan entre Argentina y Brasil)– Ha generado Núcleos Disciplinarios y Comités Académicos para fortalecer el intercambio, la circulación de profesores y alumnos, realización de proyectos de investigación . Desde 1999 se estableció un Programa Piloto de Movilidad de Estudiantes de grado entre sus Universidades Miembros, conocido bajo la denominación Programa Escala de Intercambio Estudiantil, el cual propicia que los alumnos cursen, con reconocimiento de créditos, un semestre en otra Universidad con la que se ha combinado el acuerdo. Este contó con el apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura y comenzó a hacerse efectivo en el año 2001. Con referencia a relaciones interprovinciales y regionales sobresalen las reuniones de gobernadores y contactos empresariales en el marco de CRECENEA-CODESUL, aunque también deben tenerse en cuenta que algunos “regímenes de promoción especiales” ocasionaron divergencias y reclamos en el marco de la relación bilateral .Recuérdese, por ejemplo, las tensiones creadas a fines de 1996 cuando el gobierno brasileño anunció su decisión de ofrecer incentivos fiscales y franquicias arancelarias a terminales automotrices e industrias conexas que tramitasen su radicación en las regiones norte, nordeste y centro oeste antes del 31 de marzo de 1997. Aunque durante su visita a Buenos Aires en marzo de 1997, el ministro de Hacienda del Brasil, Pedro Malán, se comprometió en nombre del gobierno de su país a poner límites a la política de otorgamiento de subsidios , remarcó que la autonomía que la Constitución brasileña otorga a sus Estados federados, les permite hacer alguna competencia predatoria de busca de inversiones directas para sus territorios. Esas situaciones también eran rechazadas, en el propio país, por otros gobernadores contrarios a la "guerra fiscal" . Los efectos que esto tenía en algunas provincias argentinas provocó una crisis hacia fines de 1999 en el ámbito industrial y en el gobierno de Córdoba donde crecían los temores por un éxodo masivo de autopartistas cordobesas a Brasil, y en Santa Fe surgieron algunos reclamos similares desde el sector de los productores de maquinaria agrícola. 75 Se refieren a ello : GOMES SARAIVA, Mirian “Brasil e Argentina nos Anos 90: dez anos de política externa” en CERIR, La Política Exterior Argentina 1998-2001. El cambio de gobierno¿impacto o irrelevancia? ,Ediciones CERIR, Rosario, 2001, p.94. También PARADISO, José , “Brasil-Argentina: las complejas vías de la convergencia”, paper presentado en Seminario Brasil-Argentina, organizado por IPRI/Funag de Rio de Janeiro, 1997 (mimeo) . En un sentido similar se ha manifestado Roberto Lavagna para quien la Argentina debiera acercarse más a Brasil en la definición de su política exterior. "No digo que debe haber un alineamiento automático, pero sí tomar conciencia de que deberíamos compartir la política exterior" ( en "La opinión de los especialistas. El bloque regional se debate entre retroceder o avanzar.”, La Nación, 25 de julio de 1999). 76 Al asumir la presidencia Patricio Aylwin , el 11 de marzo de 1990, señaló las orientaciones generales de su gobierno en materia de Política Exterior, dándole primordial importancia al estrechamiento y perfeccionamiento de las relaciones con los países vecinos. Se mencionaban, prioritariamente Argentina, Bolivia y Perú ( pueden verse más detalladamente estos lineamientos en MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE, “Política Exterior Vecinal del gobierno del presidente Aylwin” 1990-1994) 77 Estos conceptos fueron vertidos en el Seminario realizado en conmemoración de los 10 años del Acuerdo de Complementación Económica (ACE), organizado por el INTAL, el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y el Centro Latinoamericano para las Relaciones con Europa (CELARE, Chile), Buenos Aires los días 6 y 7 de diciembre de 2001. 78 Ibídem 79 Ver al respecto, LUZZANI, Telma, “El nuevo gobierno hace pensar en América Latina” en Clarín, Buenos Aires, 1º de junio de 2003. Suplemento Zona, pp.4-5. 60 80 Según un interesante artículo de Fernando Bustamente, “ dentro de los partidos de la Concertación (Chile) existe mucho interés en incrementar la integración con Argentina. Este autor marca algunas diferencias con la “oposición” particularmente en cuestiones como la “Soberanía Nacional” ya que mientras para la “derecha” ésta es irrestricta y absoluta, para la Concertación es “condicionada y relativa”. Con relación a las respectivas visiones sobre la Cuestión de la Antártida agrega: “Mientras la oposición subraya la necesidad de defender la soberanía territorial del país en dicho continente , la Concertación enfatiza la necesidad de una gestión multilateral y prefiere una visión funcional de dicho tema y no centrada en el “concepto de la soberanía territorial” ( Ver al respecto BUSTAMANTE, Fernando, “La Política Exterior Chilena y los Partidos Políticos” , en Cono Sur, Vol.X,nª1, 1991, pp. 36) 81 Como señala el entonces Vicecanciller Andrés Cisneros “ la voluntad política de Menem implicó que se cerraran definitivamente cuestiones limítrofes para que se ingresara en una etapa intensa de cooperación, integración física y crecientes vínculos económicos para que nuestros países no fueran “sólo vecinos” sino para ser “aliados con Chile.” Además reconoció que la piedra basal fue el Tratado de 1984, bajo la presidencia del doctor Raúl Alfonsín, y “este gobierno dio continuidad a ese notable instrumento de cooperación” (Ver al respecto, CISNEROS, Andrés,“La lógica jurídica y la lógica de la integración” en Archivos del Presente, nº6, octubre-diciembre de 1996, p.143. 82 CARI-.Comité de Estudios de Asuntos Latinoamericanos, Las relaciones argentino-chilenas. Política Económica, Exterior y de Defensa ( trabajo de investigación, Informe de base), Ed. Fraterna, Buenos Aires, 1995, p.73 83 El texto completo de la “Declaración Conjunta sobre la Antártida” del 29 de agosto de 1990, puede consultarse en , CARI- Comité de Estudios de Asuntos Latinoamericanos, Las relaciones argentinochilenas... op.cit., pp.218-219. 84 Los textos completos pueden consultarse en CARI- Comité de Estudios de Asuntos Latinoamericanos, Las relaciones argentino-chilenas...op.cit. , pp.210-217. 85 Además del canciller Guido Di Tella y del vicecanciller Juan Carlos Olima, un defensor del trazado de la poligonal fue el ex embajador y académico Enrique Peltzer, quien en un artículo de La Nación del 19 de diciembre de 1991 titulado “Defensa de la poligonal”, p. 9, procuró refutar cada una de las objeciones a la poligonal con los siguientes argumentos: 1) la sustitución, en el acuerdo Menem-Aylwin de 1991, del criterio de altas cumbres que dividen aguas establecida por el tratado de 1881 por una línea geométrica (la llamada poligonal) apoyada en puntos bien determinados no es objetable, pues las líneas artificiales son más convenientes que las definidas por accidentes naturales (estas últimas se prestan a diferentes inerpretaciones y pueden sufrir cambios geológicos); además, el abandono del concepto altas cumbres que dividen aguas no necesariamente conmueve la solidez del tratado de 1881: ya en él se adoptaron criterios diferentes según eran distintas las condiciones geográficas de algunas partes de la frontera. La delimitación natural, utilizada “de Norte a Sur, hasta el paralelo 52” fue seguida por líneas artificiales desde allí hasta Punta Dungeness y en la Isla Grande de Tierra del Fuego. El tratado de 1881 aplicó otro límite natural en la zona del Beagle, y de ello se derivaron graves inconvenientes; 2) la línea poligonal corta las hipotéticas nacientes del río Santa Cruz y lo convertiría, de concretarse el deshielo de la masa helada, en un río binacional. Peltzer se pregunta eneste punto “si es lógico y prudente que la Argentina sostenga ahora el derecho al dominio integral de laas cuencas de los ríos que desembocan en el Atlántico cuando gracias al arbitraje británico de 1902 se benefició con la adjudicación de muchos valles cordilleranos cuyas aguas desembocan en el Pacifico. (…) No se ve cuál pueda ser el perjuicio de compartir con Chile, en grado mínimo, una cuenca fluvial, cuando compartimos la cuenca del Plata con Bolivia, Paraguay, Uruguay y Brasil, en cuyos territorios nacen y corren por centenares de kilómetros ríos mucho más importantes que el Santa Cruz”; y 3) De acuerdo con Peltzer, el argumento de los opositores a la poligonal de que el conflicto era jurídicamente inexistente se basaba en las actas suscriptas por el perito Moreno y Barros Arana el 29 de agosto, el 3 de septiembre y el 1° de octubre de 1898: En ellas, ambos peritos expusieron los criterios para la delimitación de la zona de los Hielos y constataron que eran coincidentes, razón por la cual resolvieron aceptar la que así resultaría única línea. Pero no la volcaron en ningún mapa. Peltzer agrega y concluye que “Este argumento se debilita sustancialmente y se puede volver en contra de los intereses argentinos debido a un mapa presentado por la Argentina en la Réplica a la Memoria Chilena elevada al tribunal arbitral de 1902. Ese mapa señala las dos líneas pretendidas por las partes entre los paralelos 41 y 52. Ambas líneas se hacen una sola en la región de los Hielos, pero ésta se acerca más a la pretensión chilena que a la poligonal. Si se insiste en la no existencia del conflicto habría que hacer la demarcación sobre bases discutible y se iría a un arbitraje en cuyo fallo podría pesar el mapa mencionado, no obstante el relativo valor de mapas hechos cuando eran desconocidos los territorios representados. La poligonal es un menoscabo respecto de 61 los últimos mapas hechos por la Argentina, pero implica una mejora respecto de los mapas argentinos en los que se registró lo que en 1902 el gobierno de Buenos Aires consideraba la línea resultante del acuerdo de peritos de 1898.” 86 Ver al respecto: ”El presidente de Chile llega hoy. Aylwin y Menem firmarán nueve convenios económicos y anunciarán el arbitraje”, La Nación, 1º de agosto de 1991, p. 1; “Los nueve acuerdos”, La Nación, 1º de agosto de 1991, p. 1; “La vinculación con Chile. Olima: la demarcación y el arbitraje (reportaje al vicecanciller Juan Carlos Olima), por Ovidio Bellando, La Nación, 1º de agosto de 1991, p. 6; “Aylwin: las fronteras no deben separarnos”, La Nación, 2 de agosto de 1991, p. 1; “La vinculación con Chile. Aylwin habló ante la Asamblea Legislativa reunida en su honor”, La Nación, 2 de agosto de 1991, p. 3; “Acuerdo de Menem y Aylwin”, La Nación, 3 de agosto de 1991, p. 1; “La vinculación con Chile. Beneficios de los acuerdos”, La Nación, 3 de agosto de 1991, p.5; “Alywin: superar las diferencias limítrofes de manera definitiva”, La Nación, 3 de agosto de 1991, p. 5; “Dijo que los acuerdos eliminaron eliminaron motivos de conflicto y desconfianza. Patricio Aylwin finalizó ayer su visita a nuestro país”, La Nación, 4 de agosto de 1991, p. 4; y editoriales de opinión “La semana internacional. Apostando a Chile”, por Mariano Grondona, La Nación, 4 de agosto de 1991, p. 10 y “La visita del presidente de Chile”, La Nación, 8 de agosto de 1991, p. 6. 87 “Diputados chilenos avalaron los acuerdos”, La Nación, 15 de agosto de 1991, p. 5. 88 Lago o Laguna del Desierto han sido las denominaciones que, según distintas variantes, se han empleado históricamente. Pero, sobre todo la segunda, ha sido la más popularmente utilizada. Para el diputado santacruceño Barnard Kraemer la forma de denominación es indistinta y en la cartografía oficial ha aparecido como “Laguna del Desierto” . La otra variante, es la que utilizan quines sostienen que esas aguas mantienen las características de los lagos con salida a los océanos o a ríos-afluentes , como es este caso , en que el río de Las Vueltas, que recibe masa líquida del “Lago del Desierto”, desemboca en el río Santa Cruz, el cual a su vez, concluye su curso en el Atlántico Sur ( Ver “¿ Laguna o Lago del Desierto?” en La Prensa, Buenos Aires, 1 de agosto de 1991.) 89 Puede verse: “Firman el compromiso arbitral sobre Laguna del Desierto”, La Nación, 31 de octubre de 1991, p. 12; y “Acuerdo con Chile para el arbitraje”, La Nación, 1º de noviembre de 1991, p. 6. ”El último diferendo limítrofe con Chile” y “Los jueces del tribunal arbitral”, La Nación, 14 de diciembre de 1991, p. 7; y “Se constituyó ayer en Río de Janeiro. Delibera el tribunal de límites con Chile”, La Nación, 17 de diciembre de 1991, p. 7. 90 Ver Página 12, 13 de febrero de 1994, p.11 91 Al respecto Francisco Rojas Aravena recuerda : “ La decisión del tribunal había causado gran “debate y revuelo” en la opinión pública chilena. Las reacciones abarcaron todo el espectro desde la aceptación al rechazo. La oposición al gobierno señaló que debía ser denunciado y rechazado. La política adoptada por el gobierno fue la aceptación de la sentencia, pero a la vez hizo uso de los recursos legales para obtener un fallo distinto. Fue así como se solicitó la revisión y la aclaración. ( ver ROJAS ARAVENA, Francisco. “Transición y relaciones civil-militares en Chile: aportes en un nuevo marco internacional”, en DOMÍNGUEZ, Jorge (Editor), Seguridad Internacional... op.cit., p.140) 92 Ver al respecto: "Rechazo del reclamo chileno por Laguna del Desierto", La Nación, 14 de octubre de 1995, p. 1; "Laguna del Desierto: alegría por varias razones", por Germán Sopeña, La Nación, 14 de octubre de 1995, p. 14; y "Laguna del Desierto: fin del litigio", La Nación, 15 de octubre de 1995, p. 8. 93 En el caso de Laguna del Desierto muchos recuerdan que en noviembre de 1965, al tiempo que se reunían los entonces presidentes de Argentina Arturo Illia y de Chile Eduardo Frei (padre) se producía el incidente en esa zona limítrofe , en el cual patrullas de gendarmes argentinos y carabineros chilenos intercambiaron disparos y que culminó con la muerte del Carabinero Hernán Merino Correa. La relación personal entre los mandatarios, permitió minimizar el incidente aunque este hecho era una evidencia de que había puntos difusos en la demarcación fronteriza. Luego se anunció que se reuniría la XXIV Comisión Mixta de Límites en Balmaceda para encontrar alternativas de solución ante la situación planteada ( Ver al respecto FRAGA, Rosendo, “Argentina y Chile: un siglo de encuentros presidenciales” en La Nación, 22 de abril de 1996,p.9) 94 Establecida en virtud del trazado de líneas rectas que vinculan puntos, afloraciones rocosas y otros accidentes y diseñada por el entonces Secretario de Relaciones Exteriores de la Argentina Embajador Juan Carlos Olima , seguía una línea media entre la máxima pretendida por la Argentina y la máxima pretendida por Chile. De ello resultaba que se otorgaban 1057 km2 a Chile y 1238 km2. a la Argentina. 95 CISNEROS, Andrés, “La lógica jurídica y la lógica política” en Archivos del Presente, octubrediciembre de 1996, nº 6, p.144 y ss. En ese artículo, se recorrían antecedentes de la cuestión y, entre otros temas, se recordaba que había sido la iniciativa de argentina de incorporar en Parque Nacional los Glaciares al patrimonio mundial cultural y natural de la UNESCO, lo que mereció la presentación de una reserva por parte de Chile (1981). Que había sido como consecuencia de los desacuerdos preexistentes 62 respecto de la demarcación , que las partes decidieron adoptar el método de demarcación por líneas rectas apoyadas en los accidentes geográficos o afloraciones rocosas que sobresalen del hielo o bien el uso de las coordenadas geográficas. A ese respecto los gobiernos acordaron el trazado de una línea poligonal que une los 19 puntos comprendidos entre el monte Fitz Roy y el Cerro Daudet, lo cual se había inspirado en precedentes internacionales regionales de similares características. Sobre un área de 2295km2, se reconoce como territorio argentino 1238km2 y 1057km2 como territorio chileno”. 96 STORANI, Federico , “Hielos continentales y la línea poligonal”, en Archivos del Presente, octubrediciembre de 1996, nº 6,pp.157 y sigs.. Dicha línea, en su opinión, y” después de haber consultado especialistas en geografía, glaciares y en DI, no reconoce relación alguna con los antecedentes jurídicos, históricos y geográficos del límite fijado en 1881 a perpetuidad.” Agregaba que “ la zona del Monte Fitz Roy y Stokes nunca estuvo en discusión con Chile”. Sostiene que “las partes se habían puesto de acuerdo que el criterio era el de las más altas cumbres y el de la divisoria de aguas, que en esa región coincidían, y que dicha zona no fue sometida al laudo británico”. Además, e “ independientemente de la posible voluntad de Chile de abrir una discusión novedosa, en un tema ya superado, seguimos creyendo en nuestro derecho y en la contundencia de los antecedentes que permiten alcanzar una delimitación precisa de acuerdo con el tratado de 1881”. Evaluaba dicha decisión gubernamental como apresurada, equivocada e improvisada y por lo tanto, deberá ser rectificada por el Poder Ejecutivo., retirando el Acuerdo del Congreso o rechazándolo el propio Congreso en ejercicio de sus facultades indelegables. Además sostiene que el trazado de la poligonal genera a futuro una enorme confusión que podría ser fuente de problemas. Habría que evitar entonces: fijar un nuevo límite, abrir una discusión que nunca existió, internacionalizar cuencas que son exclusivamente argentinas. Por lo tanto, sería necesario encara una nueva negociación directa y construir medidas de confianza mutua. Además propone que por la vía legislativa, ambos países introdujeran una especie de reserva Ecológica dentro de nuestros respectivos territorios (libre de armamentos, de presencia militar, impedir la alteración física y química del agua líquida y sólida). Dicha reserva no crea un territorio compartido ni bajo una administración común, se trataría de un territorio exclusivamente nacional”. 97 Ver al respecto “El PJ postergaría la votación en la Comisión de Relaciones Exteriores”, Clarín, 20 de agosto de 1992; “Intensa gestión del Canciller Di Tella ante los diputados”, La Nación, 5 de agosto de 1992,p.12; “La votación viene peleada”, en La Nación , 6 de agosto de 1992, p.14 98 En el documento de 10 páginas del 23 de julio de 1992 ( como respuesta a la consulta), Eduardo Jiménez de Aréchaga, hace sus consideraciones tomando en cuenta : En primer lugar, el Art. 1 del tratado de 1881 que dice “El límite entre la Argentina y Chile es, de norte a sur, hasta el paralelo 52º de latitud, la Cordillera de los Andes. La línea fronteriza correrá por las Cumbres más elevadas de dichas cordilleras que dividen las aguas y pasará por entre las vertientes que se desprenden a un lado y a otro.” -El artículo 1, también contempla que en caso de suscitarse dificultades cuando no sea clara la línea divisoria de aguas, dichos inconvenientes serán resueltos amistosamente por dos peritos, uno por cada parte. En la zona comprendida entre el Monte Fitz Roy y el Cerro Stokes se suscitaron dificultades del orden de las previstas en la segunda cláusula del Art. 1 del tratado de 1881, dada la existencia de hielos permanentes y glaciares que impedían el acceso, en la época en que se efectuó la demarcación. - También manifiesta que “Surge de los antecedentes, que en la zona los dos peritos designados –Moreno por Argentina y Barros Arana, por Chile-, coincidieron en el trazado de una línea determinada, entre los Cerros Fitz Roy y Stokes. Esa línea fue trazada por el perito Moreno en los mapas 10 y 11 presentados por Argentina al árbitro inglés en 1902, mencionándose en dicha Memoria las más altas Cumbres y las respectivas alturas de los cerros donde correría la línea: Cerros Campana, Agassiz, Mayo, Heim y Stokes. De lo anterior, Jiménez de Aréchaga sostiene que en caso de recurrir a un arbitraje, resulta indudable que el árbitro fijaría el límite corriendo por los Cerros Fitz Roy, Campana, Agassiz, Heim, Mayo y Stokes como hitos naturales tal como lo presentó el perito Moreno en la memoria de 1902. Es así que lo hecho por el perito Moreno obliga a la Argentina ya que el país hizo suyo la descripción y el trazado del mapa al presentarlos en su Memoria. Es en esta forma y con esta trayectoria que el acta de 1º de octubre de 1898, suscrita por Moreno y barros Arana, ha de producir “pleno efecto” y será considerada “firme y valedera sin necesidad de otras formalidades y trámites.” El jurisconsulto acude también a la Jurisprudencia Internacional , con varios ejemplos,y manifiesta que “ si se recurriera” a un arbitraje entre Argentina y Chile sobre este segmento de la frontera, el tribunal consideraría como concluyente y definitivo el acuerdo entre los peritos Moreno y Barros Arana. Consideraba también que “ Si bien las Partes pueden modificarlo por acuerdo mutuo. como es el caso del Acuerdo de 1991, esto no podría hacerlo un tribunal arbitral”. 99 Ver SANTORO, Daniel “ Un as en la manga” El argumento secreto del gobierno sobre los Hielos, en Clarín, 5 de agosto de 1992; “El dictamen secreto”, en Clarín, 20 de agosto de 1992. 63 100 “ Ningún árbitro dirá algo distinto”, Reportaje al Vicecanciller de Chile, Página 12, 4 de agosto de 1992. 101 Puede verse:"Hielos: Menem y Frei confían en los Congresos", La Nación, 27 de abril de 1996, p. 11 y editorial de opinión "Frei en la Argentina", La Nación, 29 de abril de 1996, p. 8. 102 Ver al respecto."Hielos. El Gobierno propone algo más", por Germán Sopeña, La Nación, 11 de mayo de 1996, p. 1; "Hielos: una propuesta adicional", por Germán Sopeña, La Nación, 11 de mayo de 1996, p. 10. 103 "Buscan consenso sobre los hielos", La Nación, 7 de julio de 1996, p. 5. 104 Puede verse: "Hielos: se reúnen legisladores argentinos y chilenos", La Nación, 26 de noviembre de 1996, p. 9; "Estrategia del PJ por los hielos", La Nación, 27 de noviembre de 1996, p. 7; y "Hielos: hubo diferencias con los parlamentarios chilenos", por Graciela Guadalupe, La Nación, 28 de noviembre de 1996, p. 6. 105 "Acuerdo por el protocolo adicional sobre los hielos", La Nación, 7 de diciembre de 1996, p. 12. 106 Una visión comparativa de las principales divergencias sostenidas por los opositores, tanto del lado argentino como chileno, puede consultarse en : FUENTES, Claudio, “Chile-Argentina: el proceso de construir confianza”, Nueva Serie FLACSO, 1997. 107 Ver al respecto: "Menem y Frei firman el protocolo de los Hielos", La Nación, 10 de diciembre de 1996, p. 1; "Menem presionó al Congreso por el protocolo", La Nación, 10 de diciembre de 1996, p. 11; "Moderado optimismo", por Federico Quilodrán, La Nación, 10 de diciembre de 1996, p. 11; "El análisis de la noticia. Buen propósito, mala solución", por Germán Sopeña, La Nación, 10 de diciembre de 1996, p. 11; "Día amargo para los patagónicos", por Alfredo Tresguerres, La Nación, 10 de diciembre de 1996, p. 12. "Protestas en Santa Cruz, La Nación, 10 de diciembre de 1996, p. 12; "Hielos: presión de Menem y de Frei a sus legisladores", por Martín Di Natale, La Nación, 11 de diciembre de 1996, p. 1; "Los nueve puntos que se suman al acuerdo", La Nación, 11 de diciembre de 1996, p. 10; "El epílogo de largas disputas", por Federico Quilodrán, La Nación, 11 de diciembre de 1996, p. 11; "Duro debate interno en el PJ por los hielos", La Nación, 12 de diciembre de 1996, p. 1; "El arbitraje, un fantasma que sobrevuela los Hielos", La Nación, 12 de diciembre de 1996, p. 6; "Rechazo de técnicos y abogados", La Nación, 12 de diciembre de 1996, p. 6; editorial de opinión "Los hielos continentales", La Nación, 12 de diciembre de 1996, p. 8; "Hielos: Menem no descartó un arbitraje", La Nación, 14 de diciembre de 1996, p. 6; "La Academia de la Historia, en contra de la poligonal", La Nación, 14 de diciembre de 1996, p. 6; "En la calle hay opiniones dispares sobre el protocolo", La Nación, 14 de diciembre de 1996, p. 6; "De pronto irrumpió la opinión pública", por Germán Sopeña, La Nación, 15 de diciembre de 1996, p. 7; "La ausencia de un consenso", por Atilio Cadorín, La Nación, 17 de diciembre de 1996, p. 7; "Veteranos de guerra, con fervor patriótico", por Santiago O' Donnell, La Nación, 18 de diciembre de 1996, p. 7; "Nuevas repercusiones negativas", La Nación, 18 de diciembre de 1996, p. 7; "Protestas por el acuerdo con Chile" y "UCR: Del Beagle a los hielos del Sur", por Hugo Caligaris, La Nación, 21 de diciembre de 1996, p. 14. 108 "Impulsan en el Congreso un plebiscito por los Hielos", La Nación, 13 de diciembre de 1996, p. 1; "Kirchner apuesta al plebiscito como instancia decisiva", La Nación, 13 de diciembre de 1996, p. 7; y "La oposición pide consulta popular", La Nación, 13 de diciembre de 1996, p. 7. 109 Puede verse: "Hielos: día clave en Diputados. El oficialismo intentará producir el dictamen favorable al acuerdo con Chile", La Nación, 17 de diciembre de 1996, p. 1; "Hielos. Hubo dictamen, pero el PJ postergará el debate", La Nación, 18 de diciembre de 1996, p. 1; "El PJ tuvo su dictamen, aunque no puede avanzar en el recinto", La Nación, 18 de diciembre de 1996, p. 6; "La ilógica poligonal", La Nación, 18 de diciembre de 1996, p. 6. 110 Merecen ser tenidos en cuenta, dos exámenes muy medulosos sobre la cuestión de referencia: Uno de ellos, que tomó en cuenta opiniones jurídicas, políticas, argentinas y chilenas, fue producido por los Senadores Antonio Cafiero, Carlos L. De la Rosa, José Luis Gioja y Osvaldo Salade , titulado “Hielos Continentales. ¿Aprobación , rechazo o superación? (mimeo) , l997, 48 págs. El otro, corresponde al Dr.Raúl Luis Cardón “ Contribución al estudio del problema de los Hielos Continentales Patagónicos desde un punto de vista jurídico.(mimeo), Salta, 15 de marzo de 1997 , 32 págs. . De este último, conviene tener en cuenta las palabras preliminares con las que el autor enmarca su trabajo: “Antes de abordar específicamente nuestro tema nos parece oportuno señalar que algunos de los participantes en la polémica sobre los Hielos Continentales Patagónicos y la actitud de asumir por nuestro país en dicha cuestión, han intentado disminuir la importancia del Derecho y la relevancia de los tratados vigentes entre la Argentina y Chile como bases para el logro de una resolución correcta y duradera, privilegiando, en cambio, los factores políticos, económicos y, en cierta forma, sociológicos.” 111 PEREZ LLANA, Carlos, El regreso .... op.cit., 274. Al dar su posición sobre la cuestión de los Hielos Continentales – que ya había hecho pública en 1996 a través de los medios- sostiene que pretendió ser 64 solucionada por un acuerdo presidencial que mediante una caprichosa línea poligonal buscó marcar los límites sin aplicar el criterio de las más latas cumbres que dividen aguas, que es el previsto en estos casos. Agravó esta situación el argumento esgrimido por la Cancillería argentina para no apelar al mencionado criterio: imposibilidad técnica de encontrar la línea divisoria tratándose de hielos eternos, más tarde también se dijo que los métodos a los que se podía apelar eran muy costosos. Sin duda, al demostrarse que la técnica permite arribar a la divisoria de aguas y que los costos son bajísimos, la legitimidad precaria que sustentaba el acuerdo alcanzado se licuó y condujo al actual impasse : un Tratado que no se aprueba , entre otras razones porque en el seno del justicialismo no alcanza total consenso”. Y continúa su argumentación diciendo “Hubiera correspondido enviar la cuestión de los Hielos a arbitraje como se hizo con el Lago del Desierto”. 112 "Hielos: existe un tratado secreto entre Menem y Frei", por Sergio Levit, La Nación, 9 de enero de 1997, pp. 1 y 4; e "Hielos continentales: por la demora del Congreso. La conciliación con Chile sería en marzo. Menem no quiere que la controversia sea usada en la campaña electoral. Chile se resiste a poner un tribunal especial", La Nación, 9 de enero de 1997, p. 4. 113 "Hielos: Chile dice que habrá tensión si se llega al arbitraje", por Martín Dinatale, La Nación, 16 de enero de 1997, pp. 1 y 6. 114 "Hielos: voto favorable a Chile", por Federico Quilodrán, La Nación, 13 de marzo de 1997, p. 10. 115 "Presión de Di Tella por los hielos", La Nación, 18 de marzo de 1997, p. 7. 116 "La UCR rechaza el acuerdo con Chile", La Nación, 22 de marzo de 1997, p. 10. 117 "Hielos: postergaron la ratificación hasta 1998", por María O' Donnell, La Nación, 17 de abril de 1997, pp. 1 y 11; y "En 1998, un escenario distinto", La Nación, 17 de abril de 1997, p. 11. 118 "Gestiones para descongelar los Hielos", La Nación, 1 de julio de 1997, p. 9. 119 "Di Tella busca que los Hielos no se estanquen", por María O' Donnell, La Nación, 17 de julio de 1997, p. 9 y "Tras una definición por los Hielos", La Nación, 18 de julio de 1997, p. 8. 120 "Hielos: Di Tella busca acordar con la Alianza", La Nación, 31 de octubre de 1997, p. 9. 121 La nueva propuesta tenía la ventaja de contar con la coincidencia de sectores del PJ y de la Alianza, de un experto como el ingeniero Bruno Ferrari Bono –uno de los diseñadores de la nueva traza- e incluso con el aval del propio presidente Carlos Menem. Las gestiones legislativas para la aprobación del nuevo dibujo de la línea estuvieron protagonizadas por tres legisladores: el radical Marcelo Stubrin, el peronista Fernando Maurette y el frepasista Guillermo Estévez Boero. De acuerdo con la información suministrada por artículos en el diario La Nación, el nuevo dibujo de la línea era menos grosero que el de la poligonal porque tenía en cuenta la geografía del lugar (corregía las mutilaciones del glaciar Perito Moreno y del fondo del glaciar Viedma, haciendo pasar la frontera por el cordón cordillerano Mariano Moreno –como siempre lo estableció el mapa argentino, que coincide con la geografía). No obstante esta diferencia, el nuevo trazado no representaba un gran cambio respecto de la vieja poligonal en lo referente a la distribución de kilómetros cuadrados para cada parte, razón que motivó los reparos de los legisladores de Santa Cruz Cristina Fernández de Kirchner (PJ) y Rafael Flores (FREPASO). Los dos diputados, que en su momento criticaron a la poligonal, manifestaron su rechazo a la nueva propuesta con idénticos argumentos, señalando que “se negocia en secreto y se reparte el territorio de la provincia con irresponsabilidad”. Ver al respecto los siguientes editoriales: “Niegan avances en el acuerdo sobre los Hielos. Las cancillerías admiten que hay negociaciones sólo entre legisladores”, La Nación, 23 de junio de 1998, p. 6; “Hielos: pedirán hoy el retiro de la poligonal”, por Germán Sopeña, La Nación, 24 de junio de 1998, p. 6; “Hielos: pidieron el retiro de la poligonal”, La Nación, 25 de junio de 1998, p. 1; “Di Tella tiene un optimismo moderado”, por María Elena Polack, La Nación, 25 de junio de 1998, p. 7; “Un paso adelante hacia la discusión técnica real. Se trata de demarcar la frontera según la geografía”, por Germán Sopeña, La Nación, 26 de junio de 1998, p. 7; “Hielos: el Gobierno apoya la nueva línea”, por Germán Sopeña, La Nación, 4 de julio de 1998, pp. 1 y 10. 122 Ver al respecto: “Hielos: Chile está dispuesto a negociar”, La Nación, 26 de junio de 1998, p. 1; “Insulza: el arbitraje está muy lejos. El canciller chileno niega que se haya congelado el acuerdo de 1991, aunque espera la nueva propuesta argentina”, por Federico Quilodrán, La Nación, 26 de junio de 1998, p. 6. 123 Puede verse: “Hielos: proponen una alternativa a la línea poligonal”, por María O’ Donnell, La Nación, 15 de julio de 1998, p. 9; e “Hielos: en el Congreso piden un nuevo acuerdo”, La Nación, 16 de julio de 1998, p. 8. 124 Ver: “Frei busca aclarar dudas con Menem”, por Federico Quilodrán, La Nación, 14 de agosto de 1998, p. 8; “Diálogo clave con Frei por los Hielos”, por Federico Quilodrán, La Nación, 15 de agosto de 1998, pp. 1 y 6; y “Diálogo en la asunción de Cubas en Paraguay. Hielos: Chile acepta estudiar una alternativa”, por María O’ Donnell, La Nación, 16 de agosto de 1998, pp. 1 y 9. 65 125 En realidad, en relación con el retiro del acuerdo Menem-Aylwin no existían diferencias de criterio entre los miembros de la bancada justicialista. La controversia se planteaba a la hora de discutir el proyecto que preveía tres lineamientos básicos para el nuevo acuerdo de límites entre los 200 kilómetros que separan a los cerros Fitz Roy y Daudet: a) el establecimiento de la línea fronteriza por las cumbres más elevadas de la cordillera que dividan aguas; b) la garantía de que la cuenca del río Santa Cruz fuese considerada como recurso hídrico de la Argentina; c) el establecimiento de una cláusula que asegurara que la Argentina no pretendía acercamiento alguno a los fiordos ubicados en el Océano Pacífico. La inclusión de los puntos b) y c) como temas de discusión suscitó la oposición de los diputados Cristina de Kirchner, Sergio Acevedo y Lidia Mondelo ( del PJ-Santa Cruz), y de sus colegas de Chubut José Manuel Corchuelo Blasco y Mario Das Neves, quienes argumentaban que 1) la soberanía del río Santa Cruz estaba fuera de discusión; y 2) los límites de la zona sur del glaciar cercana a los fiordos no debían ser modificados. Ver “Di Tella buscó apoyo por los Hielos entre los diputados del PJ”, La Nación, 4 de noviembre de 1998, p. 9. 126 “Hielos: sigue sin fecha la firma del acuerdo”, La Nación, 25 de noviembre de 1998, p. 12. 127 “Hielos: se firmará en Buenos Aires”, por Andrea Centeno, La Nación, 5 de diciembre de 1998, p. 6. 128 Ver al respecto “El acuerdo por los Hielos: “Un gran triunfo”, por Guido Di Tella, La Nación, 15 de diciembre de 1998, p. 7; “Hielos: se suscribe hoy el acuerdo”, La Nación, 16 de diciembre de 1998, p. 10; “Cinco negociadores por una frontera sin conflictos”, La Nación, 16 de diciembre de 1998, p. 10 (allí se identificaba como negociadores que lograron el nuevo acuerdo del lado argentino a los legisladores Fernando Maurette –PJ, presidente de la Comisión de RREE de la Cámara Baja- y el diputado radical Marcelo Stubrin, quienes negociaron el nuevo acuerdo en el ámbito parlamentario. Por su parte, el diplomático Carlos Foradori fue el portavoz del Palacio San Martín. Del lado chileno, los dos negociadores claves mencionados por el editorial fueron el presidente de la Comisión de RREE del Senado y dirigente del Partido Socialista Jaime Gazmuri y la directora de Fronteras de la Cancillería de Chile María Teresa Infante) ; “Solución al último conflicto con Chile”, por La Nación, 17 de diciembre de 1998, p. 10; “El análisis de la noticia. Nuevo clima de confianza”, por Germán Sopeña, La Nación, 17 de diciembre de 1998, p. 10. 129 Votaron en contra del acuerdo los diputados Ramón Torres Molina (FREPASO- Buenos Aires); Nancy Avelin (Cruzada Renovadora de San Juan); Juan Zacarías (PJ, Entre Ríos); Orlando Aguirre (PJ, Formosa); Lidia Montelo, Sergio Acevedo, Rita Drisaldi y Cristina Kirchner (del PJ, Santa Cruz). Ver al respecto “Hielos Continentales. Diputados ratificó el acuerdo”, por Martín Dinatale, La Nación, 30 de diciembre de 1998, p. 9. 130 Se abstuvieron Eduardo Mondino (PJ, Córdoba); Catalina Méndez de Medina (FRENAPU, Corrientes); Carmen Draguicevic y Erminda Gudiño (PJ, Tierra del Fuego); Mariano Viaña y Ernesto Loffler (Mo.Po.Fu, Tierra del Fuego) y Carlos Balter (Demócrata de Mendoza). Ver Idem nota anterior. 131 “Diputados ratificó el acuerdo de los Hielos”, La Nación, 30 de diciembre de 1998, p. 1; “Hielos Continentales. Diputados ratificó el acuerdo”, por Martín Dinatale, La Nación, 30 de diciembre de 1998, p. 9; y “El análisis de la noticia. Un símbolo de confianza política, aunque falte el mapa definitivo”, por Germán Sopeña, La Nación, 30 de diciembre de 1998, p. 9. 132 “Ultimo momento. Hielos: el Senado de Chile aprobó el acuerdo”, La Nación, 11 de marzo de 1999, p. 1. 133 Los votos en contra en el Senado argentino fueron los de Alfredo Avelín (Cruzada Renovadora-San Juan); José Antonio Romero Feris (Autonomista-Corrientes); Luis León (UCR-Chaco); y los peronistas santa-cruceños Daniel Varizat y Eduardo Arnold. 134 Los votos en contra en la Cámara de Diputados chilena fueron los de los legisladores de la derecha chilena, Renovación Nacional (RN) y Unión Democrática Independiente (UDI). No obstante, cinco diputados de RN y uno de la UDI, Cristina Leay, acompañaron el voto favorable de la Concertación (oficialismo) 135 Puede verse: “Era el último litigio fronterizo entre ambos países. Hielos: ratificaron el tratado aquí y en Chile”, La Nación, 3 de junio de 1999, p. 1; “El acuerdo por los hielos continentales: prevaleció una posición mayoritaria. Punto final al conflicto limítrofe”, por María Fernanda Villosio, La Nación, 3 de junio de 1999, p. 8; “En Chile, con el voto de la Concertación”, por Alejandra Conti, La Nación, 3 de junio de 1999, p. 8; y “Un enfrentamiento que ya es historia”, por Andrea Centeno, , La Nación, 3 de junio de 1999, p. 9. 136 “Hielos: ratifican el tratado”, La Nación, 26 de junio de 1999, p. 8. 137 “Menem y Aylwin constituyeron los comités de frontera” y “Punto de partida de acciones concretas”, por Ovidio Bellando, La Nación, 24 de agosto de 1991, p. 5. 138 El canciller argentino, Guido Di Tella, y el embajador de Chile en la Argentina, Carlos Figueroa Serrano, dejaron oficialmente inaugurado el tránsito operativo por el paso de Jama, durante una 66 ceremonia que se desarrolló en el histórico pueblo jujeño de Purmamarca. Se ha citado que para que esto pudiera concretarse, tuvieron un papel protagónico los empresarios privados argentinos y chilenos, quienes aportaron un millón de dólares en maquinarias, materiales, combustibles y gastos de personal así como para mejorar el camino hacia éste y además poner en condiciones un tramo de 30 km. dentro de Chile. Ver al respecto “Inauguran el tránsito por Jama”, La Nación, 7 de diciembre de 1991, p. 1 y “Habilitaron el paso de Jama”, La Nación, 7 de diciembre de 1991, p. 14. 139 Los textos completos pueden consultarse en : CARI- Comité de Estudios de Asuntos Latinoamericanos, Las relaciones argentino-chilenas... op.cit., pp.351-355. 140 Se han dado algunos pasos concretos al respecto, véase por ejemplo “Seminario de difusión y discusión de resultados” Documento de Trabajo. Proyecto Visión Argentino-Chilena en el Sistema Educativo, dirigido por Luis Alberto Romero. Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 23 de octubre de 1998. (Estos informes han sido ingresados a la Dirección General de Asuntos Culturales y la Dirección de América del Sur del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, en junio de 1999) 141 VARAS, Augusto y FUENTES, Claudio, Defensa Nacional, Chile 1990-1994, FLACSO, Santiago, Chile, 1994; VARAS, Augusto, “Las relaciones cívico-militares en la democracia” en América Latina, militares y sociedad, FLACSO, San José de Costa Rica,1991; ROJAS ARAVENA, Francisco, “Transición y relaciones civil- militares en Chile: aportes en un nuevo marco internacional” en DOMÍNGUEZ, Jorge (Editor), Seguridad internacional ...,op.cit. pp.143-146. 142 Ver al respecto ESCUDE, Carlos; FONTANA, Andrés , “Las políticas de seguridad ... op.cit., p.99 143 "Domínguez se reunió con Pérez Yoma", La Nación, 27 de noviembre de 1996, p. 7. 144 "Cumbre militar argentino-chilena", por Francisco J. Papini, La Nación, 2 de junio de 1997, p. 7; "Comienza la cumbre militar con Chile", La Nación, 10 de junio de 1997, p. 8; y "Se busca una alianza militar con Chile", La Nación, 12 de junio de 1997, p. 10. 145 “Avances en la integración militar”, La Nación, 30 de junio de 1999, p. 6. 146 "Inéditas maniobras militares con Chile. Anunciaron que se harán en el primer semestre de 1998", por María O' Donnell, La Nación, 18 de julio de 1997, p. 8. 147 "El Ejército no quiere ejercicios con Chile", La Nación, 28 de julio de 1997, p.1 ; y "Cuestionan los ejercicios con Chile", por Alfredo Vega, La Nación, 28 de julio de 1997, p. 5. 148 "Controversia por los ejercicios militares conjuntos. Ratifican las maniobras con Chile", La Nación, 29 de julio de 1997, p. 6; y "Según la defensa chilena, existe un compromiso político", por Federico Quilodrán, La Nación, 29 de julio de 1997, p. 6. 149 "Nuevo avance en la relación con Chile", por María O' Donnell, La Nación, 9 de agosto de 1997, pp. 1 y 10; y "El único conflicto es con el narcotráfico", La Nación, 9 de agosto de 1997, p. 10. 150 "Insulza baja el tono por la alianza extra-NATO", por Federico Quilodrán, La Nación, 28 de agosto de 1997, p. 8. 151 "Preparan los ejercicios militares con Chile. En Santiago, se reunieron ayer altos mandos del Ejército", por Federico Quilodrán, La Nación, 4 de septiembre de 1997, p. 11. 152 Asimismo, las FFAA de ambos países habían planificado, para la segunda semana de septiembre de 1998, ejercicios aeronáuticos conjuntos, que se centraron en la búsqueda y rescate de un avión de pasajeros caído en una zona montañosa de difícil acceso, en una zona del sur cordillerano, del lado chileno y cerca de la ciudad de Puerto Montt; y, en una fecha que en ese momento no estaba todavía definida, maniobras conjuntas de los Ejércitos argentino y chileno. Ver al respecto “Iniciarán la Argentina y Chile ejercicios conjuntos” y “Los operativos”, La Nación, 4 de agosto de 1998, p. 10; “Comenzaron los ejercicios con Chile”, por María Elena Polack, La Nación, 11 de agosto de 1998, p. 9; “En un hecho histórico y en la zona que estuvo en litigio. Ejercicio naval con Chile en el Sur”, por Silvia Pisani, La Nación, 12 de agosto de 1998, pp. 1 y 8; y “Marinos argentinos y chilenos unidos en el Sur”, por Silvia Pisani, La Nación, 14 de agosto de 1998, p. 8. “Histórico paso entre Chile y la Argentina. Comienza hoy una práctica naval conjunta en el Mar Austral”, por Silvia Pisani, La Nación, 17 de agosto de 1998, p. 8; “Desmienten diferencias en los ejercicios navales con Chile”, La Nación, 19 de agosto de 1998, p. 8; y “Se hundió un buque argentino”, por Silvia Pisani, La Nación, 20 de agosto de 1998, pp. 1 y 10. 153 “Cien años después del encuentro Roca-Errázuriz. Otro gesto simbólico entre Menem y Frei”, por Juan Castro Olivera, La Nación, 16 de febrero de 1999, pp. 1 y 6. 154 Además, los gobiernos de Argentina y Chile se comprometían , luego que la CEPAL finalizara el estudio indicado, realizar una publicación internacional con los resultados del examen. (Ver al respecto,“Acuerdan con Chile un equilibrio militar”, La Nación, 17 de febrero de 1999, p. 1; “se afianza la relación argentino-chilena. Menem y Frei, tras el equilibrio militar”, por Juan Castro Olivera, La 67 Nación, 17 de febrero de 1999, p. 4; y “Estudio comparativo para reforzar la confianza mutua”, por María Elena Polack, La Nación, 17 de febrero de 1999, p.4) 155 “Militares argentinos y chilenos preparan los futuros ejercicios”, La Nación, 22 de febrero de 1999, p. 5. 156 “Avances en la integración militar”, La Nación, 30 de junio de 1999, p. 6. 157 “Avances en la relación bilateral argentino-chilena. Construirán buques las dos armadas”, por María Elena Polack, La Nación, 2 de abril de 1999, p. 6; y “La relación militar bilateral con Chile. Confirman el proyecto para construir naves”, La Nación, 6 de abril de 1999, p. 9. 158 De manera muy somera, pueden citarse los siguientes antecedentes: Declaración Conjunta entre el Presidente Patricio Aylwin y el Presidente Carlos Menem del 29 de agosto de 1990 que reafirma las anteriores declaraciones conjuntas de 1941, 1947,1948, 1971 y 1974. Tratado sobre Medio Ambiente firmado el 22 de agosto de 1991 que incluye entre sus protocolos adicionales una particular referencia a cuestiones antárticas. Declaración Conjunta del 28 de agosto de 1992 donde se acuerda el apoyo a la candidatura argentina por la Sede del Tratado Antártico. Declaración Conjunta Presidentes Menem y Frei, del 26 de agosto de 1994, que incluye nuevamente el apoyo de Chile a la candidatura argentina para la Sede del Tratado Antártico y la necesidad de fortalecer las negociaciones en el “marco”de la CCRVMA. Declaración Conjunta del 15 de diciembre de 1998 donde se manifiesta la complacencia de ambos gobiernos por la entrada en vigor del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección el Medio Ambiente y se reafirma el compromiso de contribuir con la concreción de sus principios. 159 Declaración Presidencial Conjunta sobre Fomento de la Confianza y la Seguridad, suscripta en Ushuaia, 16 de febrero de 1999; Declaración Presidencial Antártica, Ushuaia, 16 de febrero de 1999. 160 Ambos mandatarios suscribieron en ese momento diversos instrumentos bilaterales. Entre ellos, el “Acuerdo de Cooperación en Ciencia y Tecnología”, ofrece un marco propicio dentro del cual insertar la cooperación científica en la Antártida. Aunque en un escenario diferente pero como otro ejemplo de estas inmejorables relaciones, puede señalarse que por tercer año consecutivo, se concretó en enero de 2001 la patrulla naval conjunta de verano en la Antártida, durante la cual se cumplieron ejercicios de búsqueda, rescate y salvamentos marítimos, combate contra la contaminación y control de derrames de hidrocarburos. (“Patrullaje conjunto de las armadas argentina y chilena” en Diario La Nación, Buenos Aires, 29 de enero de 2001). 161 Para mayores detalles me remito a un trabajo de mi autoría donde se detalla la complicada cuestión pesquera en aguas comprendidas por la Convergencia Antártica y de aplicación de la Convención para la Ccnservación de los Recuros Vivos Marinos Antárticos. ( Ver COLACRAI, Miryam, “Consensos multilaterales y Disensos Bilaterales en el Régimen Antártico”, en CERIR, Obra de Varios autores, La Política Exterior Argentina 1994-1997, ediciones CERIR, Rosario,1998, pp. 209-214. 162 “Caso Pinochet: la Argentina respalda a Frei”, La Nación, 23 de octubre de 1998, p. 1 y “Rotundo respaldo de la Argentina a Chile”, La Nación, 23 de octubre de 1998, p. 3. 163 “Agradeció Frei el apoyo argentino”, La Nación, 24 de octubre de 1998, p. 1; “Agradeció Frei el apoyo de Menem”, La Nación, 24 de octubre de 1998, p. 4. 164 “Menem se juega por Chile en el Mercosur”, por Andrea Centeno, La Nación, 9 de diciembre de 1998, pp. 1 y 12; “Respaldo del Mercosur a Chile, por Andrea Centeno, La Nación, 10 de diciembre de 1998, pp. 1 y 4) 165 Estas cifras aparecen consignadas en la “Declaración Conjunta Presidencial Chile-Argentina, firmada el 28 de agosto de 1992, cuyo texto completo puede consultarse en CARI- Comité de Estudios de Asuntos Latinoamericanos, Las relaciones argentino-chilenas...op.cit ,pp.330. 166 El ACE Nº16 tenía como objetivo la creación de un mercado ampliado entre ambos países. Luego, es reemplazado con la firma del ACE Nº35 en 1996, entre Chile y el MERCOSUR con el propósito de conformar una zona de libre comercio , dado que Chile había firmado su acuerdo de asociación con el bloque. 167 En ocasión del viaje del presidente Menem a Santiago, donde se entrevistó con su par chileno, Eduardo Frei, el 25 de agosto, reafirmaron el plan maestro para reacondicionar o reconstruir 12 pasos fronterizos, con la consecuente aceleración de los proyectos, y la posibilidad de cerrar un acuerdo complementario sobre el gasoducto Neuquén-Concepción. (Ver "Menem llegó a Chile con un nuevo juguete", por Mauricio Carini, La Nación, 26 de agosto de 1994, p. 14) Además, el 26 de abril de 1996, durante la visita del presidente chileno Eduardo Frei a la Argentina, éste y su colega argentino Carlos Menem emitieron un comunicado conjunto en el que se destacaba el compromiso chileno de invertir en el mercado argentino "a partir de un umbral de 300 millones en los próximos 5 años para optimizar los 13 pasos fronterizos considerados prioritarios (Jama, Sico, San Francisco, Agua Negra, Cristo Redentor, Pehuenche, Pino Hachado, Cardenal Samoré, Coihique, Huemula, Integración Austral, Pircas Negros y 68 San Sebastián). Asimismo, el documento también mencionaba como objetivo común el de la unificación de los sistemas aduaneros de ambos países. 168 Este proyecto fue concretado por un consorcio encabezado por la empresa canadiense Nova Gas Internacional, que tenía un 56,5 % de participación; la argentina Compañía General de Combustibles contaba con un 13, 5 %; Metrogas de Chile participaba con un 15 % y Chilgener, de Chile, otro 15 %. La inversión fue de 350 millones de dólares. Ver al respecto los editoriales "Comenzó el envío de gas a Chile", La Nación, 8 de agosto de 1997, p. 1; "Menem y Frei inauguran el gasoducto binacional", por Romina D' Eramo, La Nación, 8 de agosto de 1997, Sección 2ª: Economía & Negocios, p. 2; y "Comenzó a fluir el gas entre Mendoza y Santiago de Chile" ambos en La Nación, 8 de agosto de 1997, Sección 2ª: Economía & Negocios, p. 2. 169 "Se firma el acuerdo de minería con Chile", La Nación, 29 de diciembre de 1997, p. 1; "A la búsqueda de atraer inversiones extranjeras. Integración minera con Chile", por Romina D'Eramo, La Nación, 29 de diciembre de 1997, Sección 2ª: Economía & Negocios, p. 1; "Un avance difícil en el Congreso trasandino", por Federico Quilodrán, La Nación, 29 de diciembre de 1997, Sección 2ª: Economía & Negocios, p. 1; "Sistemas eléctricos conectados", La Nación, 29 de diciembre de 1997, Sección 2ª: Economía & Negocios, p. 1; y editorial de opinión "El acuerdo minero con Chile", La Nación, 2 de enero de 1998, p. 14. 170 “Avances en la relación bilateral argentino-chilena. Construirán buques las dos armadas”, por María Elena Polack, La Nación, 2 de abril de 1999, p. 6; y “La relación militar bilateral con Chile. Confirman el proyecto para construir naves”, La Nación, 6 de abril de 1999, p. 9. 171 Recuérdese que la idea de crear la Fundación Argentina Chilena Andes Australes ya había sido planteada en el Primer Encuentro Binacional del Cono Sur, que tuvo lugar en 1988 en San Martín de los Andes (Argentina), por el empresario argentino Hernando Campos Menéndez, miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y con familiares en Chile. Entre los iniciadores de la fundación se encontraban Francisco Orrego Vicuña, María Teresa Infante y Raymundo Barros Charlin, de Chile, y Hernando Campos Menéndez, Elvio Baldinelli, José Luis de Imaz y Ana Zaefferrer de la Argentina. Sobre este encuentro ver los editoriales “Esfuerzos para la integración de la Argentina y Chile”, por Carlos Reymundo Roberts, La Nación, 23 de noviembre de 1989, p. 7; y “Tras la integración con Chile”, La Nación, 25 de noviembre de 1989, p. 8. 172 Se indican nómina de entidades y eventos desarrollados ( Ver al respecto CARI- Comité de Estudios de Asuntos Latinoamericanos, Las relaciones argentino-chilenas...op.cit , pp.107-172) 173 ROJAS ARAVENA, Francisco, “El diálogo argentino-chileno en temas de seguridad y defensa” en Fuerzas Armadas y Sociedad, nº12,abril-junio de 1997, pp.5-6. 174 "Hielos: piden por la paz obispos de Chile y de la Argentina", por José Ignacio López, La Nación, 13 de diciembre de 1997, p. 13. 175 El 14 de agosto de 1991: Once estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad del Salvador, junto con pobladores de la localidad de El Chaltén, izaron la bandera argentina en Laguna del Desierto, Santa Cruz, reivindicando la soberanía argentina en esa región. ”Diputados chilenos avalaron los acuerdos”; “Laguna del Desierto”, La Nación, 15 de agosto de 1991, p. 5. Pobladores de caleta Olivia (ciudad santacruceña) cortaron la ruta 3 en señal de protesta por el tratamiento en el Congreso Nacional del tema de los Hielos continentales (ver “Más opositores”, La Nación, 23 de enero de 1997, p. 5) 176 En la esquina de Corientes y Florida en la Capital Federal, un denominado “Grupo Cóndor” solicitaba a los transeúntes adhesión contra el acuerdo sobre los hielos continentales "Más opositores", La Nación, 23 de enero de 1997, p. 5. 177 “Seis presidentes llaman a la integración continental” y “Consolidar la paz”, La Nación, 5 de junio de 1990, p. 3. 178 “Compromiso de Santiago con la democracia y la renovación del sistema interamericano”, Santiago de Chile, 1991 (mimeo). “OEA: apoyo al plan continental de Bush. El organismo también recomendó negociar el caso Malvinas hasta resolverlo”, La Nación, 7 de junio de 1991, p. 3. 179 “Una misión de cancilleres de la OEA viajará a Haití”, La Nación, 3 de octubre de 1991, p. 2; “La OEA exigió que Aristide sea repuesto”, La Nación, 4 de octubre de 1991, p. 1; “Di Tella viajó a EE.UU. La Argentina podría intervenir militarmente”, La Nación, 4 de octubre de 1991, p. 3; “Bush congeló los bienes de Haití”, La Nación, 5 de octubre de 1991, p. 1; y “Aumenta la presión sobre Haití”, La Nación, 5 de octubre de 1991, p. 3. 180 “Habría consenso en la OEA para no sancionar al gobierno de Fujimori”, La Nación, 11 de abril de 1992, p. 3; “OEA: trata hoy el caso del Perú”, La Nación, 13 de abril de 1992, p. 1; “La OEA deploró el golpe en Perú”, La Nación, 14 de abril de 1992, p. 1; y las editoriales de opinión “De entre dos propuestas, la más atenuada”, por Julio Crespo, La Nación, 14 de abril de 1992, p. 2 y “Fujimori volvió la hoja”, por Roberto Solans, La Nación, 15 de abril de 1992, p. 2, que señalan, entre otros, dos puntos 69 relevantes: 1) que triunfó la posición más moderada dentro de la OEA respecto del autogolpe en Perú; y 2) que Fujimori pasó el temido examen de la OEA “sin un ultimátum perentorio, sin sanciones concertadas y con un veredicto que “deplora profundamente” la violación constitucional pero no la “rechaza” ni la “condena”; “Los enviados de la OEA viajarían a Lima mañana”, La Nación, 15 de abril de 1992, p. 2. 181 “La OEA podría suspender a los países donde triunfe un golpe” y “Quedó aprobada la Declaración de Nassau”, La Nación, 21 de mayo de 1992, p. 2. 182 Ibídem 183 Documento OEA, “Declaración de Nassau”, ver http://www.oas,org/charter/doc_es También http://www.nacion.co/cr/In_ee/ESPECIALES/Informes/OEA/asamblea/html. 184 "Concluyó la asamblea en Panamá. La OEA llamó a luchar contra la corrupción" y "Di Tella y la ley Helms", por Flavia Alemann, La Nación, 8 de junio de 1996, p. 5. 185 Texto completo de la Carta Democrática Interamericana , puede consultarse en http;//www.comunidad.derecho.org/pantin/cdemocratica.html ; ver también http://www.rree.gob.pe/cdioca/ 186 “El Grupo de Río analizará la Iniciativa para las Américas y el reingreso de Cuba a la OEA. Menem viaja mañana a Venezuela”, La Nación, 10 de octubre de 1990, p. 5; “Positiva, pero insuficiente, la proposición de Bush. Declaración del Grupo de Río en la cumbre de Caracas”, La Nación, 13 de octubre de 1990, p.1; “Cuatro países fueron invitados a incorporarse al concluir ayer la reunión en Caracas. El Grupo de Río resolvió intensificar la concertación política y económica”, La Nación, 13 de octubre de 1990, p. 3; y “Regreso de Cuba a la OEA”, La Nación, 13 de octubre de 1990, p. 3. 187 Ver al respecto “Grupo de Río: sin consenso para la posición argentina sobre Cuba y Haití”, por Roberto Solans, La Nación, 3 de diciembre de 1991, p. 6; y “Menem, satisfecho sólo a medias por la reunión del Grupo de Río”, por Roberto Solans, La Nación, 4 de diciembre de 1991, p. 10. 188 “Los cancilleres del Grupo de Río en búsqueda del consenso regional”, por Ovidio Bellando, La Nación, 24 de marzo de 1992, p. 10; “Menem inaugura la reunión de cancilleres del Grupo de Río”, La Nación, 26 de marzo de 1992, p. 5; “La reunión de cancilleres”, La Nación, 27 de marzo de 1992, p. 6; “Acción conjunta antiterrorista”, La Nación, 28 de marzo de 1992, p. 1; “Los cancilleres del Grupo de Río en Buenos Aires. Bolivia quiere formar un bloque exportador junto con la Argentina”, por Germán Sopeña y “Acuerdo con Colombia para combatir el terrorismo y el narcotráfico”, por Patricio Bernabé, La Nación, 28 de marzo de 1992, p. 4. 189 “La VII Cumbre del Grupo de Río con dos ausencias: Argentina y Jamaica”, por Amílcar Antognoni, La Nación, 15 de octubre de 1993, p. 15. 190 "Pidió el Grupo de Río que se levante el embargo a Cuba", La Nación, 11 de septiembre de 1994, p. 1; y "La clausura de la cumbre del Grupo de Río. Mucho más que la foto de celebridades", por Carlos Reymundo Roberts, La Nación, 11 de septiembre de 1994, p. 3. 191 Recuérdese el intento de golpe de Estrada del general Lino Oviedo, en abril de 1996 . (Ver al respecto, BOLOGNA, Alfredo Bruno, “ La Agenda de América Latina” en Cuadernos de Política Exterior, CERIR. Serie Docencia, nº35, octubre de 1996,p.65. 192 "El Grupo de Río condenará la ley Helms-Burton", por Florencia Carbone, La Nación, 2 de septiembre de 1996, p. 10; "Leve actitud crítica del Grupo de Río a EE.UU.", por Florencia Carbone, La Nación, 5 de septiembre de 1996, p. 10. 193 “Terrorismo y crisis financiera, temas del Grupo de Río”, por Henry Raymont, La Nación, 5 de septiembre de 1998, p. 10; y “El Grupo de Río criticó medidas de los EE.UU.”, La Nación, 6 de septiembre de 1998, p. 11. 194 Ver al respecto VAN KLAVEREN, Alberto, “EL Grupo de Río. Quince años de Cooperación Política Regional” en Seminario “El papel de las organizaciones regionales y las multilaterales en la defensa y promoción de las democracias” , organizado por Unidad para la Promoción de la Democracia de la OEA, WashingtonD.C., 20 de febrero de 2001, p.3 (mimeo). 70