"Nuevas tendencias y herramientas para el análisis de conflictos" 2003 Artículo elaborado dentro del Proyecto de Investigación N° 12-02/6-2, "Prevención, Manejo y Resolución de Conflictos Internacionales Contemporáneos: de la Teoría a la Práctica", Departamento de Investigación y Desarrollo, Universidad de Chile, 2003-2004, por la Srta. Pía Lombardo, Cientista Político, Pontificia Universidad Católica de Chile. MA en Ciencia Política, mención Relaciones Internacionales, Pontificia Universidad Católica de Chile. MSc en Seguridad Global, Royal Military College of Science, Cranfield University. Profesora Investigadora del Instituto de Estudios Internacionales, Universidad de Chile. INTRODUCCIÓN Diversos estudios en materia de relaciones internacionales dejarían entrever un sugerente cambio en el patrón predominante de conflicto en el sistema internacional del período posterior a la Guerra Fría. Si bien los conflictos entre Estados siguen manifestándose, a partir de mediados de la década del '80 las guerras locales, las guerras civiles, las crisis humanitarias y los conflictos internos en general evidencian efectos y consecuencias que trascienden los límites de los mismos, transformándose así en temas prominentes en el estudio de las relaciones internacionales y en la contingencia de la política internacional. Las emergencias complejas tratadas como desastres causados por el hombre representan una fuente importante de diversas problemáticas adyacentes como flujos masivos de refugiados dentro y fuera de las fronteras de los Estados, hambrunas, pobreza, genocidios, violaciones a los derechos humanos y profundización de las causas que generan los obstáculos para el desarrollo. Estas emergencias complejas son causadas y agravadas a la vez por fenómenos como la desarticulación del eje bipolar, las desigualdades de derecho y económicas, el empeoramiento de las condiciones de vida de la población civil, los desastres naturales y la predación ambiental, el tráfico de armamento mediano, los riesgos debido al mayor acceso y mejor precio de armas de destrucción masiva (nucleares, químicas, biológicas), la relación entre terrorismo/ crimen organizado/ narcotráfico, las consolidaciones étnicas en naciones que buscan Estados, y el bajo grado de consolidación de la democracia o de valores e instituciones democráticas en países recientemente independizados o de tradición autoritaria. A la vez, la globalización impone nuevos desafíos a los distintos actores que deben desenvolverse en el escenario internacional, no tan sólo a través de estímulos como las nuevas tecnologías de comunicación, la vertiginosa ampliación en el acceso a la información, sino también por la formación de una embrionaria moralidad internacional capitalizada en normas de derecho internacional que presuponen un set de obligaciones a nivel de Estados y de individuos ciudadanos. Las emergencias complejas pueden ser fuente y producto a la vez de conflictos internos o internacionales. En este sentido, es necesario establecer una salvedad respecto al momento actual. En casos donde existen conflictos internos que escalan a un grado de desarticulación y deslegitimación del Estado, los efectos del mismo pueden trascender las fronteras nacionales hasta generar conflictos bilaterales o intervención de terceras partes. A la vez, luego de un conflicto de carácter internacional (entre dos o más Estados) y en la dinámica de resolución vencedor-vencido, si las condiciones en la situación posterior al conflicto no logran establecer bases sólidas para la reconstrucción del Estado o de un gobierno legítimo (en caso de que exista un derrocamiento producto del conflicto), las condiciones pueden ser propicias para la generación de nuevas causas que, en un corto, mediano o largo plazo, generen un medioambiente favorable a la explosión de nuevas emergencias complejas, repitiéndose de esta forma el ciclo antes descrito. Sin duda, este escenario general lleva a la necesidad de comenzar a explorar sistemáticamente las nociones, supuestos, conceptos y paradigmas emergentes respecto a la seguridad internacional, la soberanía de los Estados y el rol de las Fuerzas Armadas, como un intento académico serio de aprehender los nuevos desafíos que plantean los conflictos contemporáneos. Asumiendo que es posible aceptar como supuestos válidos que la seguridad nacional y la internacional son inseparables, y están relacionadas necesariamente; que el proceso de globalización afecta tres conceptos relacionados con el orden internacional: el concepto de soberanía, el concepto de seguridad y el rol del Estado en esta nueva situación; que la soberanía ya no es un concepto absoluto y el derecho de intervención en los asuntos internos de un Estado es parte de un debate sin respuesta donde el rol del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas está siendo cuestionado, pero a la vez legitimado en cuanto su consenso y aprobación se exige hoy más que antes; que el cambio en el paradigma de la seguridad internacional plantea un nuevo rol para las Fuerzas Armadas como instrumentos de política exterior que producen y garantizan seguridad nacional y regional, o que contribuyen a la generación de seguridad global; y que lo anterior supone necesariamente una consolidación democrática y Fuerzas Armadas altamente profesionalizadas y eficientes. Al respecto, la actualidad ofrece un debate acerca de la importancia de conceptos tales como la soberanía de los Estados, el derecho a la no intervención, la intervención humanitaria, el rol de las Fuerzas Armadas, el mandato de organizaciones multilaterales, y el derecho internacional como dinámica entre derechos y obligaciones. Sumado a lo anterior, la creciente participación de organizaciones nogubernamentales en el escenario de los conflictos internos e internacionales sugiere una incorporación y refuerzo del rol del individuo ciudadano en el escenario de los conflictos armados que afectan primeramente a la población civil. Es en este debate donde concurren los hechos y la academia, en un intento de sistematizar el conocimiento de tal forma que permita dar cuenta de esta realidad en constante cambio. NUEVAS TENDENCIAS EN EL ANÁLISIS DE CONFLICTOS En el análisis de los conflictos contemporáneos es posible identificar dos tendencias innovadoras: la primera se relaciona con la complejización del estudio del conflicto. Esta complejización tiene dos dimensiones: por un lado, el reconocimiento de la mayor complejidad en el fenómeno de estudio, donde se evidencia un creciente énfasis por comprender por qué se conforman los actores como grupos reclamatorios y de qué manera articulan sus intereses y sus estrategias para alcanzarlos, considerando el contexto temporal como dinámico, donde no sólo se matizan las relaciones entre actores, sino también el cambio y las complejidades que se dan en el tiempo. A la vez, también se considera el análisis de las complejidades en cuanto a los niveles, tanto dentro de los grupos en contraposición, como también en relación a los niveles de alcance, es decir, local, nacional, internacional o global. La segunda dimensión en cuanto a la complejización se relaciona con la mayor complejidad del proceso y su resolución. Esto ofrece una innovación en cuanto se refiere a la inclusión en el estudio de las complejidades de los procesos de paz, donde la evidencia demuestra que la generalidad de este tipo de conflictos no termina abruptamente; por el contrario, muchos de ellos no logran consolidar las etapas de negociación, por lo que el conflicto se torna "ritualizado" o "prolongado". Incluyendo lo anterior, una segunda tendencia innovadora identificable hace referencia a lo que puede denominarse como la ampliación del espectro de análisis del conflicto. Dado que el diagnóstico de las causas del conflicto determina la aplicación de estrategias para la construcción de una paz sustentable, en cuanto éstas contengan propuestas orientadas a la eliminación de las causas profundas que generan la contraposición. Así, el análisis del espectro del conflicto se amplía en dos sentidos: hacia las circunstancias que generan el conflicto, políticas, económicas, sociales o culturales, y hacia la inclusión de las etapas de negociación y propuestas de paz. Este escenario plantea la necesidad de iniciar estrategias para la elaboración de pautas de análisis que requieren del concurso de diversos enfoques y de una perspectiva multidisciplinaria, buscando no sólo comprender las dinámicas que generen proyecciones para la resolución, sino eventualmente prospectar líneas para conseguir una transformación del conflicto estudiado. La inclusión de estos nuevos factores se traduce en el análisis de los conflictos desde una perspectiva multidisciplinaria, donde concurren diversos enfoques que buscan dar explicación del fenómeno a través de conceptos políticoeconómicos (Collier, 2000), como la avaricia y la carencia, como situaciones en las cuales la asimetría de recursos entre los actores genera una dinámica en la cual un actor percibe ventajas en el uso del conflicto para alcanzar sus propios intereses, buscando en consecuencia perpetuar y manejar la guerra con el objeto de obtener beneficio propio (ejemplo de este análisis es el caso de Somalia y Uganda). En otro enfoque, representado en la teoría de los conflictos sociales prolongados (Azar, 1986, 1991), prima el rol de factores sociales, por ejemplo, la concientización de derechos políticos tales como los de igualdad, acceso a oportunidades, libertad religiosa, reconocimiento étnico o racial, etc., en donde los actores se articulan en demandantes (grupos) y demandados (el Estado), y donde tanto la espiral de conflicto como el dilema de seguridad culminarían en la deslegitimación del Estado y la incapacidad por parte de éste de otorgar bienes básicos como la seguridad (ejemplos de este análisis serían el caso de Irlanda del Norte y la etapa temprana del conflicto en Colombia). En ambos enfoques, las características propias del conflicto los transforman en conflictos prolongados, con alta probabilidad de internacionalización. A raíz de la aplicación de estos nuevos elementos en el análisis de los conflictos, el diagnóstico de las causas de los mismos ha cambiado. Así, las organizaciones internacionales y las políticas de desarrollo que promueven algunos países desarrollados focalizan hoy sus esfuerzos en detectar cuáles son las causas de la avaricia (greed) y la carencia (grievance) en su dimensión social, política y económica, para intervenir, a través de un mapeo de riesgos, en los países que presentan potencialidad de crisis, conflicto e internacionalización de los mismos. Esta visión proactiva de la seguridad abre un espacio de injerencia e intervención en las dinámicas que generan los conflictos, minimizando las probabilidades de ocurrencia/ re-ocurrencia o simplemente manteniendo las condiciones bajo el umbral de la violencia mientras estrategias más complejas son aplicadas para resolver las causas profundas de la avaricia y la carencia. A la vez, en el diagnóstico oportuno de las causas que provocan el gatillamiento de un conflicto se puede intervenir más certeramente en las etapas de consolidación y construcción de la paz, articulando ordenadamente las demandas de los contendores y buscando establecer compromisos entre los mismos para solucionar estas causas profundas, minimizando o, a lo menos, buscando minimizar la probabilidad de re-ocurrencia. Complementado a lo anterior, y tomando en cuenta la necesidad de incluir los procesos de negociación y construcción de una paz sustentable, diversos modelos han sido elaborados para ofrecer un análisis de las circunstancias que ayudan u obstaculizan los procesos de negociación y acuerdo. Empezando con el trabajo de John Burton, quien comienza a mediados del siglo XX a revolucionar el paradigma reinante en los estudios internacionales planteando el enfoque de resolución de problemas y los estudios de paz. Burton y otros autores promovieron la existencia de una capacidad proactiva en las sociedades para predecir y evitar conflictos a través de la difusión hacia instituciones relevantes, discursos y prácticas, de métodos y filosofía de resolución de problemas (Miall, Ransbotham, Woodhouse, 1999). Subyacente a este cambio de paradigma, en un ejercicio del dilema del prisionero para la evolución de la cooperación, está la premisa de que la cooperación para un acuerdo (voluntario o coaccionado por un tercero) da como resultado suma positiva, versus los resultados de suma cero o suma de los conflictos donde hay dinámica gana-pierde o conflictos ritualizados. Más aún, en la cooperación para un acuerdo promovido por un tercero el resultado es gana-pierde, versus el resultado gana-gana del acuerdo voluntario entre las partes. Así, la disciplina de resolución de conflictos manifiesta un auge entre las décadas de los '70 y '80, a través de las contribuciones de la escuela de Harvard en solución de problemas y principios de negociación, las contribuciones respecto a la teoría y práctica de la mediación de Adam Curle, y los aportes de Elise Boulding en cuanto a la idea de abrir el análisis a la consideración respecto a la participación e intereses de la sociedad civil en un contexto global de relaciones internacionales donde primaba tradicionalmente la visión estado céntrica (Miall, Ransbotham, Woodhouse, 1999). Precisamente, al llegar a la década de los '90, la disciplina de la resolución de conflictos vive una revitalización en el espacio que las Naciones Unidas y diversas organizaciones regionales han abierto para la implementación práctica de la teoría. En consecuencia, el vertiginoso desarrollo de diferentes modelos de análisis que logren dar cuenta y ofrezcan propuestas para las estrategias de paz se encuentran actualmente en la etapa de la operacionalización teórica en estrategias concretas -políticas- a nivel nacional e internacional. Al observar el panorama internacional contemporáneo en relación a los conflictos es posible afirmar que existe un predominio de conflictos internos con consecuencias internacionales. En este sentido, el análisis de los conflictos permite asumir como premisas: - que éstos tienen como escenario principal el teatro interno; - que los actores en confrontación se plantean en una relación asimétrica respecto al recurso poder; - que existe una presunción de que efectivamente es posible hacer un mapeo de conflictos en estado latente y manifiesto; - y que habría una correlación entre avaricia/carencia, concientización de asimetría y gatillamiento de conflicto en países que no logran o no intentan solucionar estas disparidades. En conclusión, y desde el punto de vista de los enfoques analíticos, la recomendación es utilizar un enfoque comprehensivo que combine tanto el análisis de las estructuras como el de los actores, centrando el estudio en las relaciones entre ambos como unidad de análisis, antes, durante y después de la confrontación violenta. HERRAMIENTAS PARA ABORDAR LAS NUEVAS TENDENCIAS EN EL ANÁLISIS DE LOS CONFLICTOS Los conflictos son procesos complejos; sin embargo es posible identificar elementos básicos, como estructuras y procesos que los conflictos tienen en común. Una forma es conceptuar las relaciones entre estos elementos en el triángulo, entre actitudes, comportamientos y estructuras. Las actitudes se refieren a las percepciones, positivas y negativas, tanto como las percepciones erradas entre los actores al igual como de sí mismos. En casos de conflictos violentos las partes tienden a generar estereotipos deformados y negativos en relación a la contraparte. Las actitudes son generalmente influenciadas por emociones tales como miedo, rabia, amargura u odio. Los comportamientos se refieren a los rangos, desde la cooperación a la coerción, y gestos que revelen la conciliación u hostilidad. El comportamiento en conflictos violentos está caracterizado por amenazas, coerción o ataques destructivos. Las estructuras son aquellos mecanismos, procesos o instituciones que influyen en la distribución y satisfacción respecto a la seguridad, reconocimiento y necesidades identitarias. El conflicto es un proceso dinámico donde actitudes, comportamientos y estructuras se interrelacionan. El conflicto surge cuando los intereses de las partes entran en conflicto o las relaciones entre ellas se tornan opresivas. Así, las partes en conflicto comienzan a desarrollar actitudes hostiles y comportamientos conflictuales. La formación del conflicto, entonces, comienza a gestarse, crecer y desarrollarse en una espiral donde las desconfianzas y mitificaciones mutuas aumentan la distancia entre las partes. Mientras esto sucede, el conflicto se expande, puede involucrar a otras partes, profundizarse, esparcirse y generar conflictos secundarios derivados del principal al interior de los mismos grupos o entre terceros no partes del primer conflicto. En general, este proceso complica aún más la identificación del problema central que da inicio y es causa del conflicto. Eventualmente, sin embargo, y una vez identificadas las partes, procesos y relaciones del conflicto es posible desarrollar una estrategia que involucre un set de cambios dinámicos e interdependientes tendientes a generar desescalamiento del comportamiento conflictual, cambio en las actitudes y transformación de las relaciones o estructuras. El análisis estructural se enfoca al estudio de las instituciones (políticas, económicas, sociales y militares) que pueden predisponer un conflicto a ser violento. El análisis orientado al estudio de los actores implica el observar los detalles de los incentivos individuales y las motivaciones. Sumadas las conclusiones permiten establecer diagnósticos acordes a las complejas circunstancias que generan, agravan o perpetúan los conflictos contemporáneos. Al analizar el conflicto en relación a las fuentes que lo originan, los análisis pueden destacar ciertos aspectos por sobre otros, buscando dar una explicación de las causas. Al respecto: CONFLICTO (Respecto a las Fuentes del Conflicto) {Elementos Objetivos (Enfoque Instrumental) Competencia por el poder, territorio, recursos escasos, estructuras o instituciones históricamente determinadas. {Elementos Subjetivos (Enfoque Expresivo) Implica aquellos aspectos del comportamiento, actitudes o entendimiento entre las partes. La principal recomendación es ponderar equilibradamente entre los elementos objetivos y aquellos subjetivos, buscando un equilibrio entre los enfoques instrumental y expresivo. El enfoque instrumental da cuenta de los elementos que tradicionalmente son considerados como causas de conflicto, mientras que el enfoque expresivo puede considerarse relativamente más complejo de medir, dadas sus características subjetivas. Otro aspecto útil al análisis lo representa una de las ideas clásicas en resolución de conflictos, al proponer comenzar distinguiendo entre las posiciones (demandas concretas) sostenidas por las partes y los intereses y necesidades que sustentan dichas posiciones. Los intereses generalmente son más fáciles de conciliar que las posiciones, ya que con frecuencia existe más de una vía (posición) para satisfacer dichos intereses. El asunto se hace más complejo cuando el conflicto es acerca de valores (que por lo general son no negociables) o acerca de relaciones que deben ser cambiadas para resolver el conflicto. Aquí se aplica el mismo principio de buscar llegar a una base de motivos compatibles. Algunos analistas incluso sostienen que al llegar a identificar las necesidades humanas básicas (ej. identidad, seguridad y supervivencia) es posible llegar a la base de los motivos que se articulan desde dichas necesidades. Algunos conflictos se originan en la carencia o negación de dichas necesidades básicas, y el argumento indica que los intereses articulados para la satisfacción de dichas demandas pueden ser conciliados (por ejemplo, la obtención de seguridad de una parte puede reforzarse por la obtención de seguridad por parte de la otra). En este sentido, si el conflicto logra llevarse al lenguaje de las necesidades, y desde ahí lograr definir intereses conciliables, ambas partes pueden llegar a un acuerdo de satisfacción. En cuanto a la resolución y los resultados de cooperar, es posible decir que en general las partes en conflicto tienden a ver sus intereses como diametralmente opuestos. En conflictos internacionales, el interés frente a ellos se ve en términos del interés nacional que sólo podría verse alcanzado a través de la victoria sobre la contraparte, y sobre su interés. Las posibles salidas de este dilema son: gana-pierde (uno gana y el otro pierde) o comprometerse (resolución de sus diferencias). Sin embargo, y desde un punto de vista más amplio, el resultado más común en los conflictos es pierde-pierde, es decir, ambos países tienen un cierto grado de pérdida que amortizan de diferentes formas de acuerdo al valor asignado a los recursos perdidos, y en la búsqueda de la consecución del objetivo, ambos están dispuestos a inflingir mayores costos a la contraparte hasta lograr traspasar los límites de la pérdida aceptable. Resultados Suma Cero y No-Suma Cero. GANA/PIERDE 1 GANA/GANA 4 Satisfacción PIERDE/PIERDE 0 PIERDE/GANA 2 Satisfacción de Abel En general, la explicación del dilema anterior se refleja en que ambos, tanto Abel como Caín, quieren obtener el favor de Dios. Con la muerte de Abel, tanto él como Caín pierden el favor de Dios, al igual que si muere Caín asesinado por Abel (valores 0, 1 y 2). Si se consigue el compromiso (valor 3), se puede dar el primer paso al favor de Dios para ambos (valor 4) con resultado gana-gana. En el análisis de las dinámicas de resolución del conflicto se debe buscar que las partes perciban que el compromiso para un acuerdo las lleva a una situación de ganancia. En este sentido es importante lograr que las partes identifiquen que la dinámica gana-pierde o pierde-gana implica una victoria unilateral que se puede transformar además en una potencialidad de resurgimiento del conflicto, especialmente cuando se trata de un conflicto entre partes que conviven recurrentemente frente al núcleo del conflicto (ej. países vecinos). En cuanto al análisis del conflicto en términos de la simetría/asimetría respecto al poder, es necesario establecer una salvedad. Desde la resolución de conflictos se hace necesario distinguir que, específicamente de acuerdo a las fuentes del conflicto en términos de asimetría, se hace referencia al hecho de que el núcleo del conflicto se encuentra en la asimetría de poder, puesto que un grupo lo tiene y el otro desea obtenerlo. CONFLICTO (Respecto al Poder) SIMÉTRICOS La relación de poder es similar, es decir, ambas partes tienen cuotas similares de poder. ASIMÉTRICOS La relación entre las partes implica una considerable diferencia respecto a las fuerzas en pugna. Ej.: mayoría v/s minoría, gobierno v/s jefe v/s empleados, amo v/s siervo, etc. En los conflictos asimétricos, la raíz del conflicto no se ubica necesariamente en un particular interés que pueda estar generando contraposición de entre las partes, sino que indica que el problema se encuentra localizado precisamente en las características de cada uno y la relación que establecen. Esto se traduce en una estructura de roles y relaciones que no pueden ser cambiados a través del conflicto. La resolución de conflictos en su enfoque tradicional está principalmente circunscrita a los conflictos simétricos. En aquellos de tipo asimétrico, la estructura está determinada de tal forma que el top-dog siempre gana y el under-dog siempre pierde. Por esto, la única forma de resolver este tipo de conflicto es cambiando las estructuras, lo que no representa obviamente el interés de quienes son top-dog. En consecuencia, no puede existir un resultado gana-gana por compromiso bilateral, lo que indica la necesaria intervención de una tercera parte que aúna esfuerzos con los under-dog para llegar a un acuerdo. Desde otro punto de vista, sin embargo, incluso los conflictos asimétricos representan un alto costo para ambas partes (es opresivo ser opresor aunque no tanto como ser oprimido). También hay costos para los top-dogs que deben mantener un standard de opresión constante para impedir subversión. En conflictos asimétricos severos llega un momento en que el costo se hace insostenible para ambas partes. Aquí, la dinámica para resolver el conflicto pasa por un cambio de la actual estructura de relaciones a otra. Es aquí donde entra en juego el rol de la tercera parte, que debe colaborar para la transformación, confrontando incluso al top-dog y su estructura de dominación. El reto es grande: debe transformar relaciones no pacíficas y no equilibradas en pacíficas y dinámicas. En el pasaje entre el dinamismo no pacífico al dinamismo pacífico en las relaciones entre las partes puede existir un período en el cual el conflicto manifiesto se expresa con mayor intensidad, luego de que los under-dog toman conciencia (luego de un proceso de concientización o educación) de la relación de desigualdad y de la situación opresiva en la que se pueden encontrar. Los under-dog se organizan y articulan sus carencias frente a los top-dog (confrontación). En este momento puede comenzar una negociación en la que ambos se encuentran en un estado relativo de equilibrio (negociación), para generar finalmente un estado de donde sea posible reestructurar la relación en forma más equitativa. Sin embargo, durante la negociación, los top-dog pueden negarse a entrar en un plano de igualdad con los underdog, por lo que el conflicto se tornará cada vez más violento, prolongando y serán agravadas las causas del conflicto. En este sentido, existen diversas tácticas para acercarse al conflicto sin usar la coerción violenta: a. Táctica gandhiana: 'speaking truth to power', buscando influenciar y persuadir a quienes ostentan la condición de poder. b. Otras: movilización popular, aumento de la solidaridad, haciendo demostraciones resueltas, establecer demandas de cambio. c. Buscar aumentar la preocupación respecto a un futuro conflicto a terceras partes que apoyan a los top-dog, disminuyendo así su apoyo y, por ende, la posición de poder de los top-dog (ej. Sudáfrica y el apartheid). Una estructura de poder desequilibrada se sostiene sobre ciertos pilares fundamentales, por eso la opción puede ser cortar algunos de ellos para hacerla colapsar o bajar a una situación de negociación. d. Otra alternativa es fomentar o aumentar el poder de los under-dog (empoderarlos). En este caso, los under-dog pueden retirarse de este tipo de estructura desequilibrada y gestar una nueva alternativa, llamado este enfoque el de 'instituciones paralelas'. La no violencia usa el 'soft-power' para moverse hacia una relación más equilibrada. LOS MODELOS Los modelos nos ofrecen una particular herramienta analítica para enfrentar el estudio de un fenómeno. Son líneas de referencia, y ofrecen variables y conceptos relevantes. I. Modelo de Nivel de Conciencia de Adam Curle Tal como el propio Adam Curle lo planteara, el modelo es una herramienta para que el analista esté mejor equipado para entender las dinámicas del conflicto y, a la vez, mejor preparado para sugerir las correspondientes líneas de operación e implementación de procesos de paz. En la utilización del modelo propuesto por Adam Curle se asumen como supuestos que el caso de estudio constituye un conflicto: i. primariamente interno, ii. de naturaleza asimétrica, iii. y es, además, aplicable a conflicto en regímenes democráticos. Su énfasis primordial es en el nivel de conciencia del conflicto, es decir cuán conscientes son los actores de la naturaleza de las desigualdades y cómo articulan sus demandas. Este modelo permite explicar las motivaciones de los actores, tanto como las estructuras y dinámicas del conflicto. La gran ventaja que otorga es la inclusión del espectro de la resolución del conflicto como el paso del estatismo no pacífico al dinamismo pacífico. Curle plantea que la construcción de sociedades pacíficas es distinta al apaciguamiento de las sociedades. En este sentido, Salamanca enfatiza la posición de Harris y Reilly en cuanto a que "... la gobernabilidad democrática fortalecida 'es en sí misma un pilar fundamental para construir cualquier arreglo sostenible y pacífico para un conflicto violento'". Por lo tanto, "(...)para sociedades en las que la gobernabilidad democrática se presenta como débil, tal vez en las que, por ejemplo, hay desequilibrios profundos de poder político entre gobernantes y gobernados, el orden de la realidad se puede ver como estático. El conflicto se mantiene latente en cuanto las reivindicaciones de las personas permanecen opacadas por algún tipo de represión o inequidad política. (...) Tanto la confrontación -el conflicto manifiesto- como la negociación pertenecen a la etapa de la inestabilidad en el ciclo de vida del conflicto. Pero entre una y otra ocurren una definición y una redefinición de los equilibrios políticos de las partes involucradas en una disputa. La correlación de fuerzas, un cálculo posible gracias a la determinación de la base potencial de las partes mencionadas (...) conlleva a una conciencia sobre el poder de cada participante en la contienda. Se debe, además, reconocer que: 'cuando un actor involucrado en un conflicto violento confronta el dilema de abandonar la lucha armada calculará los costos, los beneficios y las probabilidades de triunfar mediante la continuación de la contienda y los comparará con los resultados de los posibles acuerdos negociados'". Así, y a partir del modelo en cuestión, es posible intentar una serie de preguntas desde donde pueden ser prospectadas algunas líneas de análisis en relación a los actores, las estructuras del conflicto, la temporización del conflicto, la confrontación y las oportunidades o dificultades para la negociación. En primer lugar, y en relación a los actores involucrados en los conflictos, resulta interesante buscar reconocer cuál es la conformación de los actores y cuáles son sus intereses: en particular los intereses de cada actor, las relaciones entre ellos, sus capacidades, las agendas de paz y los incentivos para capitalizar dichas agendas. Al respecto, las preguntas elaboradas se orientan a esclarecer elementos específicamente relacionados con: - Intereses: Qué intereses tienen los actores en relación al conflicto y cómo éstos influyen en él. - Relaciones: Cuáles son las relaciones entre los diversos actores, y si no las hay, por qué. - Capacidades: Qué capacidades (actitudes y recursos) específicas tienen los actores para influenciar el conflicto, ya sea positiva o negativamente (¿están interesados en terminar el conflicto o en prolongarlo?). - Agendas de Paz: Tienen los actores algún interés en alcanzar la paz, y qué tipo de paz definen como la deseada. - Incentivos: qué tipo de incentivos pueden ser ofrecidos por ellos para que se alcance una paz, o desincentivos para perpetuar el conflicto. En cuanto a la identificación de una estructura del conflicto destaca la prospección de un análisis que logre dar cuenta a grandes a rasgos de los factores de largo plazo que generan el conflicto. Específicamente en relación a cuatro variables o factores: Seguridad, Políticos, Económicos y Sociales. Buscando realizar una contextualización temporal sobre la base de la utilización de los criterios propuestos por el autor, y que dan cuenta de las fases de un conflicto, es posible identificar los años en los cuales se daría la transición de un estado a otro: ej. de conflicto latente a conflicto manifiesto, y dentro del conflicto manifiesto, de la confrontación a la negociación dentro del espectro inestable (es decir, cuántas veces se ha negociado y no respetado la negociación), etc. Referente a la confrontación, es posible definir preguntas que permitan esclarecer líneas de análisis en cuanto a las dinámicas del conflicto relacionadas con los factores de largo plazo, el gatillamiento de la violencia, las capacidades de las partes para manejar el conflicto en cuanto a la confrontación, y los posibles escenarios futuros en el conflicto. Finalmente, al buscar identificar las dificultades/oportunidades para la negociación, las preguntas pueden orientarse a prospectar a grandes rasgos si ésta es alcanzable o no. Si lo es, en qué términos se daría: ¿Es la negociación un medio indicado para solucionar el conflicto si éste es aún latente? Otro elemento importante para iniciar un análisis de las fases o procesos de negociación es considerar el tipo de negociación que se busca, se propone o se apoya: ¿bilateral voluntaria o con intervención de un tercero vía coacción? II. Modelo de Wehr, respecto a las formas de Resolución de Conflictos: Este modelo comprende tres elementos principales. Es posible considerar ciertos lineamientos útiles a la creación de un marco de análisis: i. modalidad de resolución del conflicto, ii. los resultados, y iii. la participación o no de agentes externos al conflicto. Formas de Resolución de Conflictos: Intervención de Terceras Partes. Resultado de Suma Positiva Las partes llegan a un acuerdo coaccionadas por un tercero Las partes llegan voluntariamente a un acuerdo Resultado de Suma Cero o Suma Negativa Conflictos gana pierde Conflictos ritualizados Al respecto, el modelo explica en un contexto del dilema del prisionero lo siguiente: a. En el cuadrante A, los conflictos se resuelven a través de la confrontación u otros procesos coercitivos que obligan a una parte a acceder a las condiciones impuestas por la otra. b. En el cuadrante B, los conflictos caracterizados por relaciones de dominación-dependencia se regulan sin modificar la condición de opresión de una de las partes. c. En el cuadrante C, un tercero "obliga" a los antagonistas a resolver su disputa. d. En el cuadrante D, el tercero "ayuda" a las partes a llegar a un acuerdo. CONSIDERACIONES FINALES En la descripción de las diversas herramientas aquí presentadas se abre un espectro amplio y, por supuesto, debatible, respecto de la utilización de ciertas teorías y conceptos que generan marcos de análisis. Dado que el objetivo del presente artículo no ha sido otro que mostrar ciertas herramientas provenientes desde el desarrollo de la disciplina de Resolución de Conflictos y que sean útiles a considerar en el acercamiento a un caso de conflicto, el camino queda abierto para un desarrollo más acabado en este sentido. No obstante, se destaca la necesidad de iniciar vías exploratorias en términos académicos, que ofrezcan nuevas visiones y explicaciones respecto de las causas que originan los conflictos, tanto violentos como no violentos. En este sentido, el presente artículo pretende orientar al lector y dotarlo de herramientas prácticas para lograr organizar la gran cantidad de información que a veces contribuye más a la desorientación que a la comprensión del fenómeno. Finalmente, y a considerar, la consolidación de la democracia como el régimen que permite elaborar consensos a través de la vía institucional y no por la vía de la violencia (ambos elementos no son precisamente una condición sine qua non en democracias, valga la salvedad) es una condición proclive a la prevención y al buen manejo de conflictos, como además el medio que es más proclive a la creación de un escenario de compromisos para la negociación sustentable, la aceptación de una mediación voluntaria en manos de una tercera parte, y el respeto por el Estado de Derecho donde se asienten los cambios para la construcción de una paz perdurable. Esta democratización de la seguridad, en el sentido de la apuesta por democracias más seguras en términos de conflictos internacionales. «« Volver