Pedagogía del Cuerpo Tercera Producción Tutor: Fredy González Estudiante: Sandra M Nieves Anzola Lic. en Humanidades con énfasis en Lengua Castellana Regional Llanos Orientales Pontificia Universidad Javeriana ¿Cómo abordar la conciencia de sí de tal manera que haya una apuesta pedagógica para la vida? He construido una apuesta pedagógica para niños de 2º de primaria, grado en el que actualmente oriento el trabajo escolar. Esta población es conocida como vulnerable, puesto que un 90% de sus habitantes son desplazados, víctimas de la ola de violencia que se vive en el oriente colombiano. Estos niños son reprimidos, tímidos, inseguros, agresivos, ensimismados, sus cuerpos lacerados, maltratados y hasta abusados. Ha sido un reto profesional convivir con ellos, conocerlos, apoyarlos, guiarlos y sobre todo construir conocimiento a partir de mentes y cuerpos que deben ser reedificados, reelaborados. Como parte del trabajo socio-afectivo, psicomotor y cognoscitivo que se realiza en el aula durante un año, presentaré un recuento breve del recorrido previsto que muy seguramente continuaré implementando el próximo año, en búsqueda de un mejor panorama de vida que reestructure su existencia y dinamice su corporeidad, desde el “hacer” un ambiente escolar más justo y humano. “Resignificar la vida” La propuesta esta inspirada en el fortalecimiento de la realización del ser, partiendo de la búsqueda de su bienestar, luego su desarrollo personal y social, para llegar a propiciar el conocimiento y habilidades necesarias para la vida. Las temáticas que son el eje fundamental de esta visión son: Conocimiento Confianza en si mismos y Conciencia de lo que somos – queremos ser. Estos contenidos se implementarán de manera trasversal en todas las áreas del conocimiento. “Nuestro cuerpo lo percibimos por la mirada de los otros”: “no percibimos nuestro cuerpo tal como es, sólo captamos una representación material adulterada por la mirada de los demás”. (González, 2011,p - 44) Es necesario que la escuela promueva la iniciativa de auto-aceptación como vector clave en el restablecimiento de la imagen corporal, que determina el grado de confianza en sí mismo. Inicialmente y por un tiempo indeterminado, conducir a los niños y niñas a la confianza y apoderamiento del sentimiento de seguridad a cerca del propio cuerpo, independiente de la apariencia, que logre facilitar el afecto personal por la imagen corporal y la expresión sana e integrada. Para tal fin, se ubicará un espejo de manera permanente en el aula, que permitirá a los niños y las niñas reflejar su imagen, reconociéndose como seres maravillosos y auténticos. Es tarea creativa, cimentadora y continua del maestro, reafirmar la imagen de cada estudiante resaltando las particularidades físicas que los hacen únicos y especiales. Del mismo modo este espejo será el encargado de procesos subjetivos con respecto al cuidado y presentación del cuerpo en relación con lo que se es y lo que se desea ser. Se espera que con el tiempo cada estudiante forje su imagen corporal positiva. Alterna a esta actividad, crear un personaje real o ficticio, animado (Elaborado por cada niño o niña) que identifique a cada individuo por algunas de sus habilidades físicas, tales como destreza para la natación, para la resistencia en las carreras, para hablar en público, etc. Adherido a este personaje representativo, escribir en un plieguito los cuidados que se le tienen al cuerpo y en otro la utilidad que nos presta. Después ubicar a cada personaje en un lugar estratégico del aula, sin ningún nombre, puesto que esta imagen personificada ya esta provista de suficiente información personal. Se proyecta que con este ejercicio personal se fomenten hábitos de higiene, la auto-aceptación y el reconocimiento de la imagen corporal como una parte de la identidad del ser. Además el docente deberá aprovechar la información que allí se encuentra para la posterior realización de actividades escolares, que permitan la valoración de la persona. “Foucault introduce un nuevo elemento: la relación del sujeto con los otros y con el mundo; o sea, el principio de alteridad1. Esto determina que el ocuparse de sí mismo tiene que ver también con acciones, comportamientos, relaciones y actitudes”. (González, 2011,p- 43) En una segunda etapa progresiva del trabajo, el docente deberá promover la narración, escritura y representación de experiencias cotidianas de sus estudiantes, como oportunidad vivencial para encontrarse consigo mismo y con los demás desde la realidad inmediata y particular. Reafirmando la identidad en cuanto a expresión, necesidades, gustos, destrezas, sentimientos, percepciones, entre otras. En este espacio el docente debe hacer énfasis en la importancia de las características internas de cada individuo, como parte exclusiva del ser que enriquece su corporeidad, motivando a los niños a reconocerse no solo por su imagen corporal, sino por sus talentos, dones, cualidades artísticas, habilidades motrices etc. Matizando y reconfigurando el carácter lineal de las clases, estimulando la expresión corporal, verbal y subjetiva (escritura), mediante el converger en autonomía, pero también en familiaridad y en confianza, derrumbando algunas de las posibles huellas que el pasado ha escrito en sus cuerpos. “En consecuencia, aquello que tiene que ver con constitución de sujeto, está referido a las acciones que se ejercen sobre sí mismo, acciones sobre las cuales se hace cargo de sí mismo, se modifica, se purifica, se transforma, incluso se transfigura”. (González, 2011,p- 42) La tercera etapa, que a la vez debe ser simultánea e integrada con las demás, es un espacio personal, reflexivo, crítico y productivo, que se le permitirá a los estudiantes una vez por semana, que podrá tener una duración de 10 minutos, para hacer algo que les agrade, que los identifique, que los caracterice, sin restricciones, sin coartar su creatividad, dejándolo explorar y crecer en su personalidad. Será este un momento interesante de encuentro subjetivo, donde el maestro perderá el control del estudiante, pero ganará su conocimiento, seguramente se manifestarán miedos, rechazos, dolores, situaciones, deseos, anhelos, sentimientos, etc. Esta atmósfera además de ser un espacio de crecimiento interior, de renovación, de complacencia, de diversión, ofrece un lapso de libertad en el aula que oxigena el ambiente pesado, rígido y monótono de las clases. Importante que el maestro se involucre en este trance intimo, motivando a los estudiantes a encontrarse con su identidad interior, reconocerla y apropiarse de ella. Estos minutos pueden ser tan fructíferos para forjar una verdadera conciencia de sí en los estudiantes y en nosotros mismos como arquitectos de niños espontáneos, seguros y libres. “La imagen que veo reflejada en el ojo de la persona que está al frente y que de manera franca me delata la imagen que tiene de mi. Allí, reflejado encontramos el ¿quiénes somos?, ¿cómo somos?, tal vez ¿para dónde vamos?, ¿cómo nos percibimos?, ¿cómo nos constituimos como sujetos?: barro, sangre, huesos, vísceras, aliento, sensorialidades, sensibilidad, halo”. (González, 2011,p- 47) Y una cuarta etapa es concientizarnos de la trascendencia de nuestro quehacer diario, en la formación de la expresión, percepción y concepción de corporeidad en nuestros niños. No imponiendo, sino concertando, no 1 Félix Guatari propone pensar la alteridad como proyecto. Como posibilidad de heterogénesis de la subjetividad. exigiendo, sino motivando, creando un espacio de movilidad, de flexibilidad no solo de cuerpo, sino de mente, de espíritu, siendo coherentes con nuestra función de facilitar la realización del ser.