Crónicas Capitalistas

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K
Crónicas Capitalistas
impresiones de una proletaria desde la cuna del capitalismo occidental
Nº 4
September 13th, 2000
Sumario:
1-
La Crónica
2-
Preguntas abiertas
3-
Cartas de los Lectores
1- La Crónica:
CAP.(IV): LA MOMIA
Como dice mi madre, si fuera normal buscaría tiendas
de moda o de música, o discotecas y restaurantes, ahora
que estoy en Londres, y no llamaría un sábado por la noche
pidiendo con urgencia la ubicación de la tumba de Marx y la
momia de Bentham.
Hoy domingo por la mañana 1 , el Dr. Costa 2 (uno de
nuestros lectores), mientras hacía el sofrito, me ha pasado
información detallada al respecto, que posteriormente ha
ampliado telefónicamente, mientras yo ya descendía por la
lúgubre pendiente que conduce al cementerio de Highgate,
sito en un pequeño pueblo del mismo nombre en las
afueras de la capital, un pueblo sin metro, con algún pub y
mucha niebla. Yo bajaba y los coches subían. Ellos (sus
ocupantes, para no volver a personificar) irían a pasar el día
en el Támesis con la familia, a comer fuera o a reunirse con
los amigos a tomar el té. Yo no había comido, pero no me
importaba. Tampoco me importaba ser la única transeúnte
con pantalones cortos en aquel nebuloso camino 3 . Yo iba a
ver a Marx. Que tendría más o menos razón, cuyas
enseñanzas se interpretarían mejor o peor, cuya filosofía
daría resultados diversos... pero al menos movió las aguas.
Articuló una palanca donde todo estaba en vergonzoso
inmovilismo, y cambió el rumbo de la Historia. Sólo por eso
ya le iba a ver.
He estado con él un rato, junto a su impresionante
busto que preside el panteón. Me pregunto si alguien algún
día lo vio afeitado. Porque lo más característico de este
señor, físicamente, es (era), sin duda, la impresionante
masa de pelo, que imprime a su imagen, junto con la
anchura de su frente, ese toque de terrorífica solemnidad.
En el fondo, sólo era un hombre. Un hombre que luchó por
salvar a su familia de la miseria, y que sucumbió ante ella a
los 70 años, muriendo poco después que su esposa y poco
1
Esta Crónica fue redactada hace varias semanas.
2 Que no es doctor por ningún papel, pero lo es por sus conocimientos y
sus obras.
3
Me fié demasiado; el día anterior había hecho calor.
antes que su nieto y su hija (todos enterrados en el mismo
panteón). No dejaban hacer fotos en el cementerio, con lo que
me he tenido que conformar con comprar, al pagar la entrada
del cementerio (2 libras esterlinas), una postal con la imagen de
su panteón. Con ella me he ido otra vez cuesta arriba; ahora
hacía sol, el único momento del día en que ha salido.
Para hallar a Bentham he tenido que volver al centro – ojo,
esta vez sin connotaciones: al centro de Londres. Domingo,
mediados de agosto, a las cinco de la tarde, ante los solitarios
edificios del University College. Uno de los edificios viene
precedido por un jardín y tiene un gran pórtico con columnas
Con la sensación de resultar poco académica y
más bien sensacionalista, le he dicho que sólo
venía a ver la momia de Bentham
blancas que se elevan, junto con diversas figuras de mármol,
hasta formar varios pisos, culminando en una cúpula como si de
una iglesia se tratara. El otro edificio que he visto es el que está
en frente; un estilo totalmente distinto, a base de ladrillos de tipo
granadino. Como el único ser humano que se divisaba entre la
niebla (porque hoy ha sido un día nebuloso en toda Inglaterra,
lo que se conciliaba muy bien con los destinos de mi excursión)
era el portero o guarda del edificio del pórtico blanco, ha sido a
él a quien he preguntado, primero, para ir tanteando la
situación, por los horarios de la universidad. Claro, de lunes a
viernes (9 mañana a 5 tarde). Sin acabarme de sentir guiri pero
con la sensación de resultar poco académica y más bien
sensacionalista, le he dicho que sólo venía a ver la momia de
Bentham. Me ha señalado el gran edificio y me ha dicho que
podía pasar. Sólo eso; se le veía de pocas palabras. Y yo,
haciéndome la entendida, he cruzado la valla con la cabeza alta
y tratando de hacer cara de decisión - en parte, para
autoconvencerme de que no sería todo lo lúgubre que
aparentaba el encontrarme sola en ese inmenso edificio oscuro
buscando una momia.
Pero ha sido peor que eso. Realmente ya me lo podía
imaginar, porque cuanto más me acercaba al pórtico más
tomaba consciencia de las dimensiones del edificio. Tampoco
estaba abierta (o yo no la he sabido encontrar) la entrada
principal, por lo que, tras dar unas cuantas vueltas, esperando
que la niebla ocultara al guardia mis indecisos movimientos, me
he metido por una lateral, de madera (como casi todas), y con
las bisagras que clamaban por aceite. Al entrar, he advertido
que el corto pasillo tenía información colgando de ambos lados.
A la derecha, el tablón de anuncios de defunciones.
2
Empezamos bien. A la izquierda, por suerte, un mapa de
los edificios.
Me he mirado el mapa por todas las esquinas, he leído
todas las leyendas, pero os aseguro que en ninguna parte
indicaba nada parecido a la ubicación de una momia. Por
un momento he pensado que no se hallase nuestro amigo
en el otro edificio, pero he preferido dar un voto de
confianza a la escueta indicación del guardia, que me había
invitado a entrar en el edificio blanco. Lo único
esperanzador que he hallado en el mapa era la referencia al
“Project Bentham” y me he dicho que, ya que tienen una
momia, seguramente habrán situado las aulas a él
dedicadas cerca del filósofo. El mapa, por cierto, mostraba
unas ubicaciones indescifrables. A duras penas he logrado
averiguar en qué ala del edificio me encontraba pero, dentro
de ella, no sabía hacia dónde tirar.
Así que he seguido el pasillo que desembocaba en una
sala grande y ancha y alta, con grandes ventanales,
algunas estatuas de mármol y, como toda la universidad,
solitaria. Un panel indicaba lugares de interés en ambas
direcciones (el bar, el departamento de matemáticas, el de
geología 4 y otros destinos extraños), y yo me he ido hacia
el Bentham Project, que era hacia la izquierda. Los pasillos
se han empezado a oscurecer más, han aparecido cada
vez más estatuas y las puertas, las que estaban abiertas,
chirriaban traicioneramente. He llegado a tener la sensación
de ser una intrusa, o de estar haciendo algo ilegítimo. He
pasado por bancos de madera, tablones de anuncios que
vendían un violín y he llegado a unas escaleras que
bajaban, unas escaleras de madera que crujían en cada
escalón y que daban a un rellano sin salida (una reja
cerrada daba a un callejón con varios cubos de basura,
pero he imaginado que Bentham no estaría por allí). Yo
quería a mi momia y sólo daba con puertas cerradas y
oscuras. He vuelto hacia atrás. Por el camino, a la puerta
de la cafetería (cerrada, por supuesto), me he encontrado
con Locke. Aprovechando, le he hecho una foto. Y he
proseguido en la oscuridad, hasta volver a llegar a la sala
de los ventanales y el techo alto. He vuelto atrás a estudiar
Una opción era que fuese itinerante, como un
fantasma más de los que aseguran que
quedan en Inglaterra
el plano, pero no me ha revelado nada nuevo. Lo que hasta
ese momento más me había sorprendido –tanto, que
consideraba probable estar en el edificio equivocado- era la
nula señalización del paradero de ese señor. Una opción
era que fuese itinerante, como un fantasma más de los que
aseguran que quedan en Inglaterra. Pero, así y todo, podría
haberse incluido una mención en uno de los tantos carteles.
Aunque con pocas esperanzas de encontrarla abierta,
me he dirigido hacia la puerta de la derecha de la sala
Por cierto, que en una vitrina de ese departamento, una vitrina didáctica
que pretendía introducir al transeúnte en el apasionante mundo de los
materiales, contenía un lápiz de la Universitat de Barcelona.
4
grande, ancha y con altos ventanales, y mis pasos resonaban
con eco sobre el parqué. La puerta estaba abierta, así que,
como Alicia en su día, he seguido adelante. Ella buscaba a un
conejo blanco, y yo a una momia. Soy algo más sarcástica que
ella, como veis. Distancia generacional.
En ese lado el laberinto de puertas y escaleras era aún
peor, quizá porque había más que estaban abiertas. Cuanto
más me iba adentrando en el edificio, más empezaba a temer
que de repente me pudiera aparecer Jeremy detrás de una de
las puertas (...o ventanas). Después de algunos pasillos, he
divisado una gran sala, más grande que la primera, con un ser
humano –vivo, joven y con chandal- en su interior. Era un
estudiante en la sala de estudio: o muy aplicado o muy
rezagado, porque estaba solo en toda su universidad. He
entrado en la sala, me he acercado a él y le he indicado que
Cuanto más me iba adentrando en el edificio,
más empezaba a temer que de repente me
pudiera aparecer Jeremy detrás de una de las
puertas (...o ventanas)
estaba buscando a Jeremy, si sabía dónde lo podía encontrar.
Sin inmutarse por la pregunta, pero con simpatía, me ha
señalado a su izquierda, pero añadiendo que “ahora mismo
está durmiendo”. Se refería el chico a que los fines de semana
la urna estaba con las puertas cerradas, o sea que la momia no
se podía ver. De todas formas, he querido ver el “dormitorio” de
Jeremy. Para ello, tenía que cruzar la sala de estudio y girar a
la derecha al pasillo perpendicular a la sala.
La verdad es que de entrada ya me había extrañado la falta
de señalización. Vaya, digo yo, una momia no es un
extraterrestre, pero tampoco es un objeto de decoración
doméstica que se vaya encontrando por las casas, ni por los
pasillos de las universidades. Bueno, pues he girado a la
derecha. Lo que he visto es lo siguiente: una especie de
confesionario en medio del pasillo, al lado de una puerta que da
a las escaleras, de forma rectangular, cerrado con candado y,
cual una casita de perro, una inscripción en letras doradas:
JEREMY BENTHAM. Allí, en la mitad del pasillo, sin guardias
de seguridad, vallas, ni pedestales. Una caja arrimada a la
pared. Medianamente buena, eso sí, claro.
No he podido evitar preguntarme enseguida cuánto y en
qué estado duraría una urna de momia en estas condiciones en
una universidad española. Vosotros imaginaos, los que
conocéis ESADE, y si no cualquier otra universidad, entrar y
tener al lado de los ascensores, o donde la máquina de cocacolas, un tabernáculo con Ortega y Gasset allí sentado
mirándoos. Y vosotros, pasar diariamente a por los bocadillos
del desayuno o a la biblioteca, y Ortega impasible con la mirada
clavada en un punto. Realmente es meritorio pensar que esa
momia se está allí, como uno más, como la cosa más normal –
por eso no se señaliza, ¿acaso se señalizan los despachos de
cada profesor en la entrada?- en el pasillo, con sólo un cristal
delante (será muy fuerte, claro) mientras está abierta, y que
nadie se la haya llevado ni le haya pintado bigotes, ni haya
hecho graffittis ni haya rayado la caja. Bentham está allí y
basta; esto parece ser absolutamente normal.
3
Una vez allí, sin embargo, he leído interesantes
informaciones sobre la cabeza (la cabeza de la momia). Se
ve que durante un tiempo la cabeza que llevaba la momia
era la auténtica, la genuina como los Marlboro, porque así
lo había dispuesto Jeremy en su última voluntad (quería
que lo momificasen entero, no a medias). Pero resulta que
no se
En las actas de las sesiones se hace constar:
“Jeremy Bentham, presente pero sin votar”
acababa de aguantar, o que hubo algún fallo en la
momificación (no recuerdo bien), total que pronto se
sustituyó la cabeza del busto por una cabeza de cera y -ojo,
ahora lo bueno- la cabeza auténtica siguió depositada entre
sus piernas, allá en la urna. A mí no me diréis que los
ingleses no son un poco morbosos 5 . Pero resulta que
entonces (entonces sí) los estudiantes o quien fuere se
sintieron atraídos por tal exciting cuadro y la cabeza
empezó a desaparecer. Dicen (quiere decir que ni los que lo
dicen están seguros de lo que dicen, pero lo dicen) que una
vez se halló la cabeza en una mochila en una estación de
metro; e incluso que en otra ocasión fue interceptada
cuando alguien jugaba a fútbol con ella (como pelota, se
entiende). Así que, en vista del éxito, se eliminó la cabeza
real de la urna (lo que no dice, creo, es dónde está ahora) y
ya no lo toca nadie. Otras anécdotas que se cuentan dicen
que la casita de Jeremy se lleva a las reuniones del
claustro, y que en los protocolos o actas de las sesiones se
hace constar, entre la enumeración de los presentes:
“Jeremy Bentham, presente pero sin votar”.
Timothy, que así se llamaba el chico estudioso (en
adelante, “Tim”, que es poco original, pero es su alias), me
ha venido a ver
después de un rato,
interesándose por si
había estudiado a
Bentham. Hemos
empezado a hablar
allí, delante de
Jeremy, nosotros
tres solos en toda la
universidad. Jeremy
ha callado, nos ha
dejado hablar a
nosotros (¿para qué
usar la voz si no se
tiene voto, no?).
Tim, curiosamente,
estudia
Derecho,
hace un master en
Foto de la Momia (Internet)
propiedad intelectual.
Le he preguntado, respaldada por la autoridad que me
5 Claro que Jeremy también se lo buscó. Podría haber hecho como
Churchill que, para evitar sensacionalismos pero pasar a la historia, ideó
un modelo más práctico: está enterrado en su pueblo pero hay en la
entrada a la Abadía de Westminster (donde reposan muchas celebridades)
una placa que simplemente indica: “Remember Winston Churchill”.
infundía la presencia de Bentham, si es que no le interesaba la
parte de filosofía o historia, o jurisprudence que le llaman ellos,
y me ha revelado que lo primero que hizo, hasta el
“undergraduate”, o como se llame, era precisamente filosofía.
Entonces vino la pregunta clave: Jeremy, la oscuridad, el eco y
los ventanales escuchando. Todos ellos sin voto. “And why did
you change?” Ha puesto cara de sinceridad: “To get a job”. Así
de cruda la realidad. Y esto, delante de Jeremy, así, en su
cara. Tim y yo hablando de cosas materialistas, de cómo
ganarse la vida, y de cómo ahogar la vocación para poder
comer, y Jeremy escuchando. Y Jeremy pensando
seguramente que esto es no tener vocación o no tener
entusiasmo o no tener talento; o Jeremy pensado
Entre quedarse sin pan y comer manjares hay
tantas situaciones intermedias como las hay
entre ganarse la vida sólo con el propio hobby y
trabajar completamente a disgusto
que si no eres como él es preciso bajarse de las nubes antes de
quedarse sin pan; o Jeremy pensando que entre quedarse sin
pan y comer manjares hay tantas situaciones intermedias como
las hay entre ganarse la vida sólo con el propio hobby y trabajar
completamente a disgusto.
Sea como sea, dejo aquí la narración, aunque tengo la
intención de escaparme algún día en horarios de oficina para
visionar a mi amigo y que me conozca también él a mí.
2- Preguntas abiertas:
La básica: ¿Le veré?
Y otras, también importantes:
¿Volveré a ver partidos de fútbol?
¿Aprobará Tim sus exámenes de septiembre?
¿Seguirán siempre tan genuinos los Marlboro?
¿Habré tenido tiempo asimismo de visitar la Marx
Memorial Library?
3- Cartas de los lectores:
(…) No et pensis pas que ets l’única a qui li passen coses.
Veuràs el que està passant avui a casa teva.
La porta del garatge esconyada. No tanca i així no es pot
deixar. Ja tens a l’heroi de causes desesperades 6 montant
guàrdia tota la nit abaix al carrer perquè no pogués
entrar cap indesitjable (apart dels veïns) 7 .
6
Se refiere a mi padre.
7 Mi padre es Presidente de la Comunidad de Vecinos. Nótese que es éste el
único cargo que le hacía estar allí, porque nosotros no tenemos coche.
4
8
La Sise s’ho ha passat bomba de neutrons, corrent
amunt i avall de la rampa del pàrking com una boja.
Allà a les 5 del matí l’ha pujada a casa i llavors ha
sigut Troya. Els brams m’han despertat esglaiada, he
tardat uns moments angoixosos en adonar-me’n que
aquells alarits espeluznants era la gossa de casa. La
Mana 9 també estava tiessa, asseguda al llit, amb una
cara innarrable. El que m’ha costat explicar-li de què
anaba la pel·lícula, seria un altra pel·lícula de terror
sec.
In comparison, Les Misérables in the Palace
demigods. (…)
Crónicas Capitalistas sólo cuenta con
edición electrónica, a la que en este
momento están suscritas 26 personas. Lista
de destinatarios incluida como BCC (Copia
Ciega), por razones de privacidad y, por
qué negarlo, intriga.
[Continuación, 12h] (…) Tota la nit. Trucades amunt i
avall. Gosses aullant com sirenes de vaixell. Manes en
peu a les 5 del matí. Termos de café. Hores i hores
d’heroïsme vetllero... guarda acèrrima a la porta del
Pàrking. Esvalotament general. A les 10 del matí
arriva per fi el tècnic de la sofisticada porta. Ningú no
respira.
Está abierta a la colaboración, la opinión o
la crítica de sus suscriptores. De todos
modos, se declara abiertamente partidista y
contraria al pluralismo, por más que todavía
no ha definido su orientación.
L’home s’ho mira un moment, posa la mà al damunt
d’un senzill interruptor i la meravellosa porta,
dotada d’un mecanisme electrònic d’última
tecnologia, comença a pujar i baixar amb tota
normalitat... No mes calia endollar-la. (…)
(Trini Tinturé)
El presente formato está optimizado para
ser leído por un programa Word 97 o
superior, y con las fuentes Arial Narrow,
Century Gothic y Lucida Handwriting. La
falta de alguna de estas características
puede ofrecer un formato algo distinto del
diseñado.
[Versión del afectado]
(…) Meanwhile Hein 10 , at the instance of Mr. Cano 11 ,
who advised me to go down urgently ("this is not my
problem and my work"), was making his practicum as
a degraded porter opening and shutting the door of
the car- park (86 cars), but always from inside! The
electronic system did not operate and the door had to
be moved manually from inside (somewhat
complicated).
Podéis hallar una recopilación de todos los
ejemplares en http://www.xdrive.com
(username: cronicas; password:
capitalistas)
Süsse 12 helped me from 1 am to 3 am. From 5 am
Hein was again at his working place (without Süsse)
until 10 am, when finally the technical came.
Dirección de contacto: Maris@mail.cinet.es
Maria Isabel Köpcke
He settled the problem in 1 minute. Once opened the
installation he observed that the "corriente" was
desconnected, and the connector is in a room where
only Mr. Cano has a key. I have applied for a double
key.
Mi perra, por si aún queda alguien que no lo sabe.
9
Es mi abuela.
10
Una fórmula prusiana para referirse a sí mismo.
11
El portero.
El nombre de mi perra en alemán, el genuino, asimismo como los
Marlboro.
may be
(Rolf Köpcke)
Avui per ton pare ha estat una nit gloriosa.
Ara, quan he anat a portar-li al guardiant vitualles de
resistència i l’altre mòvil carregat (el seu estava bén
esgotat) havia arrivat ja l’arreglaportes. Ara veurem
com anirà. Jo, per si de cas, me n’he tornat a casa.
Segur que això no acabarà aquí. Seguiré informant.
8
13
12
13
La única obra que he ido a ver durante mi estancia.
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