RECOLECCIÓN MECANIZADA DE ACEITUNA GRUPO DE INVESTIGACIÓN TAPC Porras Soriano, A.; Marcilla Goldaracena, I.; González S. de la Nieta, J. A.; Redondo García, A.; Porras Piedra, A. UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA 1.- CONCEPTOS PREVIOS. La mecanización de la recolección de aceituna es un trabajo que implica fundamentalmente a los Ingenieros Agrónomos. Inicialmente para mecanizar la recolección de aceituna se cambiaron muy poco las técnicas de cultivo que se usaban para la recolección manual, pero, rápidamente, se hizo patente la necesidad de buscar un sistema biomecánico integrado que permitiese una razonable conjunción entre agronomía y mecanización. Esto significa que se tienen que considerar, además de los principios de funcionamiento de las máquinas, las condiciones que se le han de imponer al cultivo del olivar para adaptarlo a la mecanización de la recolección. En este sentido hay que adelantar que ha sido necesario cambiar las técnicas de cultivo y desarrollar nuevos métodos de formación y conducción de plantaciones de olivar y, aunque en la recolección de aceituna se han realizado notables progresos en el diseño y desarrollo de máquinas, todavía se siguen buscando nuevos sistemas y nuevas soluciones. En particular para las aceitunas que se recolectan para su elaboración en verde al estilo sevillano, debido al excesivo daño que produce en los frutos la recolección mecanizada, todavía no hay soluciones definitivas, pero el problema se mantiene como uno de los máximos desafíos que tenemos por delante los Ingenieros Agrónomos. La recolección manual, durante un período de tiempo relativamente corto, necesita abundante mano de obra que, además de costosa, de ella suele haber poca disponibilidad y escasa especialización. La recolección mecanizada puede ser causa de reducción de la demanda de mano de obra temporal, lo que puede suponer, como de hecho ha sucedido en otros cultivos en los que se ha logrado mecanizar la recolección, graves problemas sociales. Ha habido periodos en los que se justificaba la recolección mecanizada por la escasez de mano de obra. Con la crisis económica de estos años, los olivareros no tienen este problema. En todo caso es preciso resolver los trastornos laborales que puede crear mediante la oferta de nuevas oportunidades de empleo, lo que significa un claro desafío para los gobiernos, ya que tienen que aplicar modelos económicos que tengan en cuenta que, la reducción de los costes de producción que normalmente origina la mecanización de la recolección, además de beneficiar a los consumidores porque permite una alimentación relativamente más barata, necesita de mano de obra cualificada para el manejo y mantenimiento de los equipos de recolección. Los factores de mayor incidencia en la mecanización de la recolección son genéticos y culturales. Genéticamente el olivar no ha experimentado cambios tan 1 espectaculares como los ocurridos en otros cultivos en los que la recolección mecanizada ha estado asociada al desarrollo de nuevas variedades. Así ha sido en el caso del manzano, del peral o del melocotonero. En estos cultivos se han utilizado portainjertos enanizantes. Pero, en el olivo, al no disponer de dichos patrones, se ha optado por la selección de variedades de reducido tamaño que ya se han empezado a comercializarse. En el caso del olivar, el desarrollo de la mecanización de la recolección de aceituna ha pasado desde implementos para ayuda a la recolección manual, a máquinas que realizan alguna de las faenas en las que se puede dividir la recolección y, actualmente, se trabaja en máquinas que recogen la cosecha “a hecho”, o sea, de una sola pasada Para ayudar a la recolección manual se han utilizado instrumentos cuyo objetivo no era otro que reducir el tiempo y el esfuerzo de los obreros. Además se desarrollaron los denominados “posicionadores”, tanto para reemplazar las escaleras como para ayudar a los operarios a moverse por las parcelas de cultivo. Se ha realizado un gran esfuerzo, y ha habido grandes logros, en el desarrollo de máquinas capaces de realizar alguna de las distintas operaciones en las que se puede dividir la recolección. Estas máquinas constituyen, por ahora, la mejor forma de reducir costes de producción. Un aspecto de gran importancia a la hora de practicar la recolección mecanizada es la duración de la temporada de recolección. Una temporada larga favorece la rentabilidad del capital invertido. En ciertas plantaciones de frutales es práctica común mezclar variedades para prolongar el periodo de recolección, ya que, el hecho de ofrecer más horas de uso a la maquinaria, puede reducir costes de utilización y mejorar la rentabilidad de los agricultores, pero, en el caso del olivo, aunque existe una cierta variabilidad en la maduración de la aceituna, tanto si se recoge para aceite como para mesa, esta técnica no se practica. En el caso de la aceituna de verdeo, porque se recoge cuando la aceituna, como dicen los olivareros, está en tamaño. En el caso de la aceituna para aceite es la caída natural el factor que más condiciona la recolección, aunque cada vez van teniendo menor importancia, debido a que los consumidores prefieren aceites verdosos y de aromas afrutados, la recolección se hace más tempranamente. A pesar de ello, en años climatológicamente adversos puede ocurrir que la caída natural represente un notable incremento de los costes de recolección y, por tanto, de los costes de producción. Con respecto a la formación de árboles, hay que considerar que, al podar, el principal objetivo que se persigue es interceptar el máximo de radiación solar y conseguir que el árbol pueda realizar la función clorofílica o fotosíntesis utilizando la energía con la máxima eficiencia. En términos generales hay que tener en cuenta que la intensidad de la luz debe ser suficiente como para que las hojas funcionen a pleno rendimiento y que no sea tan excesiva como para que la temperatura no produzca daños en las ramas muy expuestas al sol. En olivar se han estudiado diferentes sistemas de plantación, algunos de los cuales han guardado poca semejanza con los sistemas tradicionales. No hace muchos 2 años 80 árboles de dos o tres pies cada uno por hectárea se consideraba una densidad normal de plantación. Eran las denominadas plantaciones tradicionales de olivar. Esta densidad se aumentó a 200-300 árboles de un solo pie. Son las denominadas plantaciones intensivas que, si se observa, su densidad de olivos por hectárea corresponde con el mismo número de olivos de las plantaciones tradicionales, pero racionalmente distribuidos, evitando la competencia por suelo, por luz y por agua. En la actualidad, se llegan a superar densidades de plantación de más de 1500 olivos/hectárea. Son las denominadas plantaciones superintensivas, también conocidas como plantaciones en seto. En dichas plantaciones, por la elevada proximidad entre las plantas, ocurre que al crecer las situadas en la misma línea de cultivo se produce entrelazado de ramas, generándose un seto que, aunque, por su espesor y su altura, permite una buena penetración de la luz, ya que las líneas de árboles tienen que estar lo suficientemente separadas como para permitir la evolución de la maquinaria, se originan limitaciones en la capacidad de captación de energía solar. Evidentemente, cuanto mayor sea la altura del seto, más separadas deben estar las líneas para permitir una exposición suficiente a la luz, si bien, como para la recolección se usan cosechadoras de uva que trabajan a horcajadas sobre el seto de olivos, su altura máxima está condicionada por la del túnel de vareo de la máquina. También hay que tener en cuenta que en las plantaciones en seto de olivar se utiliza un alambrado con soportes metálicos que incrementa el coste de implantación y de mantenimiento del cultivo. Además durante los primeros años el coste de formación de los olivos es sustancial pero, y esto es importante, la máxima producción se obtiene mucho antes que con las plantaciones intensivas. En las plantaciones superintensivas es importante considerar que la evaluación final del cultivo del olivo utilizando tanto clones seleccionados como plantas enanas no estará plenamente fundamentada hasta que no se disponga de más experiencia, es por lo que la importancia que se está dando a las plantaciones en seto de olivar no debería restar valor a las plantaciones intensivas con olivos formados a todo viento. La formación de árboles a todo viento aptos para la recolección mecanizada con vibrador debe buscar troncos bastante altos, ya que los cortos hacen difícil el agarre del tronco e incrementan los potenciales daños a la corteza. Además los olivos deben tener pocas ramas primarias, erguidas e insertadas en el tronco como mínimo a un metro del suelo. También se deben eliminar las ramas bajeras y las fructíferas largas, las cuales, aunque se consideran importantes para aumentar la cosecha, las primeras hacen incómodo el acceso del vibrador para agarrar el tronco y, en las segundas, la transmisión de energía de vibración es tan pobre que, al vibrar, apenas se mueven los frutos. Los árboles grandes y viejos no están generalmente adaptados al vibrado de troncos ya que la energía de los vibradores de troncos corrientes no es suficiente para un desprendimiento aceptable de frutos. 3 Fig 1.- Plantaciones de olivar de tipos intensiva y en seto. La madurez de los frutos y los daños que aparecen en ellos producidos por la recolección mecanizada son dos factores que hay que considerar en toda su dimensión por ser primordiales para la aplicación de la recolección mecanizada. Hay que distinguir entre "madurez comercial" y "madurez fisiológica". Cuando la aceituna para verdeo está comercialmente madura, necesita que pase un cierto período de tiempo hasta que alcance su madurez fisiológica, que será cuando haya producido todo el aceite. Los daños a los frutos recolectados causados por la recolección mecanizada se manifiestan normalmente en forma de daños superficiales que paulatinamente penetran en la pulpa. Cuando van destinados a la producción de aceite los daños producidos por la recolección mecanizada no suponen ningún problema, en cambio, si la aceituna se destina a su elaboración en verde al estilo sevillano, la importancia del daño es tal que, si no se evita, hace inviable el sistema. Los productos químicos que inducen la abscisión reducen la fuerza necesaria para el desprendimiento de los frutos, pero, dado que el mecanismo de la abscisión todavía no se conoce totalmente, el progreso en el desarrollo de estos productos está siendo lento. Además, la seguridad para la salud pública y para el medio ambiente debe ser comprobada. Es importante destacar que la recolección mecanizada de aceituna puede tener un impacto importante sobre el número y el tamaño de las explotaciones. La experiencia indica que, a medida que aumenta la mecanización, el número de explotaciones disminuye y su tamaño crece. Con respecto al precio de los alimentos hay que señalar que en los países tecnológicamente avanzados la alimentación es relativamente más barata, a pesar de que hasta llegar al consumidor, los productos pasan por unos cuantos intermediarios que realizan funciones tan importantes como la transformación, el almacenamiento, el transporte, la distribución y la venta, que, lógicamente, influyen en el precio que finalmente paga el consumidor. Lo que resulta alarmante es la notable diferencia entre el dinero que recibe el agricultor y el precio que paga el consumidor. Los costes de recolección representan un alto porcentaje de los costes de producción y tienen además un gran impacto sobre el precio de producción. El cálculo de costes e ingresos que supone la adopción de la recolección mecanizada es considerablemente difícil, ya que hay que tener en cuenta, además de las inversiones en 4 maquinaria y sus costes de utilización, los de implantación de nuevos cultivos o los de su adaptación, los precios de la aceituna y las diferencias de producciones por unidad de superficie. También hay que tener en cuenta el tiempo que debe transcurrir hasta que la nueva plantación alcanza la plena producción. En no pocas ocasiones el cambio no es asumible por los agricultores debido al tiempo que han de vivir con elevados gastos y sin ingresos. En ocasiones optan por adaptar las plantaciones tradicionales de forma progresiva. De esta forma, a la larga, aunque el resultado no es el mejor, los agricultores logran la mecanización de la recolección de forma menos traumática para su economía. Ni que decir tiene que los créditos y las ayudas pueden suponer un incentivo para que el agricultor se decida por la recolección mecanizada. En cualquier caso hay que dejar claro que sólo las explotaciones con una dimensión adecuada, pueden optar por la recolección mecanizada. La gran inversión en maquinaria, en la que, como es sabido, un alto porcentaje de los costes son fijos, hace que cuando las plantaciones son de reducida dimensión se puede recolectar más económicamente haciendo la recolección manualmente. Una solución que puede evitar los costes de inversión para los pequeños agricultores es la de recurrir a la contratación de empresas especializadas. Una alternativa para disminuir los costes de recolección es utilizar máquinas polivalentes, pero, en este caso, es preciso considerar que la adaptación de la máquina a la recolección de diferentes cultivos no siempre es posible. Una consideración que no se puede pasar por alto para tomar la decisión de aplicar la recolección mecanizada es la repercusión que puede tener la vida útil de la plantación. 2.- PERIODO ÓPTIMO DE RECOLECCIÓN. En la recolección de aceituna es preciso establecer de forma racional el período óptimo para llevar a cabo la recolección de aceituna. Para ello se hace necesario, en primer lugar, conocer la evolución del fruto hasta llegar a su maduración. La aceituna, desde el cuajado, aumenta paulatinamente de tamaño y, simultáneamente, pasa por la fase de endurecimiento del hueso y de un acusado aumento de peso. A principios de otoño, el color verde intenso se transforma en verde claro, después en verde amarillento, brillante, fruto enverado que llama el olivarero. A continuación empiezan a aparecer pequeñas manchas violáceas, principalmente en el ápice, que luego se extienden y terminan por ocupar todo el epicarpio, penetrando finalmente hasta el hueso. Mientras tanto, el epicarpio ha ido cambiando del color violáceo hasta el violeta oscuro brillante, recubriéndose de una capa blanquecina de pruina. Los colores finales, tanto en la pulpa o mesocarpio, como en la piel del fruto o epicarpio, adquieren las tonalidades características de cada variedad. Se considera como período de maduración el tiempo transcurrido desde la aparición de las manchas violáceas hasta la coloración definitiva de la piel y de la pulpa. En la mayoría de las variedades, estas últimas transformaciones no tienen lugar en todos los frutos de una planta al mismo tiempo, alcanzándose la maduración de forma escalonada. También se hace necesario estudiar las variables que tienen incidencia en el éxito de la operación de recolección. Estas variables son: la resistencia mecánica del 5 pedúnculo de la aceituna, el contenido del fruto en aceite, la evolución de la calidad del aceite en el fruto, la caída natural de la aceituna y la influencia de la fecha de recolección tanto en la calidad del aceite como de la cosecha del año siguiente. • La resistencia al desprendimiento de la aceituna se define como la fuerza necesaria para separar el fruto de los brotes portadores de la cosecha. Dicha fuerza disminuye considerablemente a lo largo de la maduración. En los frutos aún verdes, alcanza valores próximos a los 8-10 newtons, bajando de manera acusada durante el período de maduración para, a partir de ella disminuir más lentamente. Si el fruto permanece aún en el árbol en el momento de reactivarse la vegetación, se observa un ligero aumento de la resistencia al desprendimiento. Aún cuando en la recolección manual la fuerza de desprendimiento incide de manera apreciable en el rendimiento de los operarios, en la recolección mecanizada con vibradores la relación a tener en cuenta sería la fuerza de desprendimiento y el peso de los frutos. Está claro que, a medida que disminuye esta relación la eficacia de la vibración es mayor. Se desprende que, considerando el factor resistencia a desprendimiento, retrasar la recogida del fruto del olivo podría ser interesante. • En cuanto al contenido de aceite de la aceituna hay que tener claro que aumenta a medida que avanza la maduración, alcanzando su máximo en el momento en que desaparecen los frutos verdes en el árbol. A partir de este momento el aceite en el fruto permanece prácticamente constante, o lo que es lo mismo, la producción de aceite por hectárea. Es importante aclarar que esta afirmación hace referencia al aceite total contenido en el fruto, y no al porcentaje sobre el peso del fruto. El porcentaje varía como consecuencia de la pérdida de humedad de la aceituna. Por tanto, atendiendo a esta variable, se puede interpretar que se puede realizar la recogida del fruto en el momento que desaparecen los frutos verdes del olivo. • En la calidad del aceite, en lo que se refiere a los índices físico-químicos que la determinan, se puede considerar que se mantiene constante en un largo período de tiempo después de la maduración, en tanto los frutos permanecen en el árbol. Por el contrario, es bien conocido que las características organolépticas del fruto desmejoran a medida que la recolección se retrasa, obteniéndose los aceites más afrutados y aromáticos al comienzo del período de maduración, incluso con un apreciable porcentaje de frutos verdes. Cuando la aceituna se cae la calidad del aceite disminuye. En general, durante el período de maduración la caída natural es pequeña, pudiendo alcanzar después importantes porcentajes en la cosecha. La caída natural de frutos depende fundamentalmente de la variedad, aunque también se puede modificar por las condiciones climáticas o el estado sanitario. • Hay que llamar la atención, finalmente, sobre la influencia de la época de recolección en la cosecha del año siguiente. Parece que, cuando el fruto permanece largo tiempo en el árbol, se produce una inhibición en la inducción floral de las yemas. Esto ocasiona que, cuando los frutos se recogen en verde o en la primera época de maduración, como ocurre con la aceituna de mesa, la cosecha del año siguiente es superior a la de aquellos árboles cuyos frutos se recogen en época más tardía. Se puede considerar que, a medida que se retrasa la fecha de recolección, al año siguiente el porcentaje de flor es menor, lo que se puede traducir en significativas pérdidas de cosecha. Si la recolección se realiza más tarde del momento en que se ha producido la 6 inducción floral, los árboles casi no llegan a florecer, con una consiguiente pérdida de la cosecha del año siguiente y, si la recolección se hace en fechas anteriores a dicha inducción floral, las diferencias no son tan sensibles, aunque desde luego existen diferencias de producción. De cuanto ha sido expuesto se puede concluir diciendo que la recolección debe coincidir con el momento en que han desaparecido los frutos verdes del árbol, que es cuando prácticamente se ha alcanzado la máxima producción de aceite, aunque para obtener aceites afrutados y aromáticos se adelanta la cosecha cada vez más a pesar de se pierda una cierta cantidad de aceite. El final de la recolección debería coincidir con el momento en que la caída natural de aceituna empiece a alcanzar un porcentaje apreciable. 3.- SISTEMAS DE RECOLECCIÓN MANUAL. Antes de pasar a exponer el estado actual de la mecanización, es interesante comenzar dando una breve reseña de los sistemas manuales de recolección que, ni mucho menos, todavía han desaparecido. Hacerlo permitirá una mejor comprensión de las motivaciones que han llevado a las soluciones que hoy pueden ser utilizadas en la Olivicultura. En la recolección manual de aceituna destacan tres métodos fundamentales: recogida del suelo, ordeño y vareo. • La recogida de suelo consiste en esperar a que los frutos, a medida que maduran, caigan de una manera natural, para, posteriormente, en una o varias pasadas, recogerlos del suelo. Es evidente que este método representa grandes inconvenientes en cuanto a la calidad del aceite (excesiva acidez), y tiene además una incidencia demasiado alta en el precio del producto, ya que un trabajo de características ergonómicas tan negativas, tiene rendimientos muy bajos que constituyen un obstáculo insalvable para la rentabilidad. El empleo de este método sólo estaría justificado en árboles de gran tamaño o en zonas de muy difícil acceso. • El ordeño es el único sistema empleado en la recolección de aceituna de mesa. El operario, desde el suelo o con escaleras, toma los frutos deslizando la mano entreabierta por los ramos cargados de fruto y los deposita en un recipiente que lleva colgado sobre el pecho, el cual, una vez lleno, lo vacía en un depósito o caja de unos 2030 Kg. de capacidad, común para varios operarios. • El vareo es el método más extendido. El obrero, provisto de una vara, antes de madera y hoy de fibra de vidrio, mucho más ligera, cuya longitud llega hasta tres e incluso cuatro metros, golpea los ramones del árbol procurando, cuando lo hace correctamente que la vara incida tangencialmente a los brotes portadores de la cosecha con el fin de no causar daño en ellas. A veces, cuando no se varea adecuadamente, lo cual es demasiado frecuente, la cantidad de brotes del año, que deberían ser los portadores de frutos de la cosecha del año siguiente, queda tan reducida que ésta se puede ver seriamente afectada y se puede decir que, aunque el vareo no es causa fundamental, puede asegurarse que aumenta la tendencia a la vecería o alternancia de producción. El fruto derribado se recoge en lienzos o mallas extendidos bajo los olivos y 7 que ocupan una superficie superior a la zona de goteo del árbol. Estas mallas, hay lugares en las que se arrastran de un olivo al siguiente y, cuando sobre ellas hay una cierta cantidad de aceituna se pliegan convenientemente y se vierte su contenido en cajas, sacos o espuertas. Hay zonas en los que el plegado y vaciado de las lonas se hace una vez derribada la aceituna de cada olivo. Fig 2.- Vareo tradicional 4.- RECOLECCIÓN MECANIZADA. El 80% del total de mano de obra necesaria en el cultivo tradicional del olivar corresponde a las faenas de recolección, siendo además esta operación, junto con la poda, las únicas donde el desarrollo tecnológico era muy bajo. El desarrollo de la recolección mecanizada de aceituna ha tropezado con una serie de factores que lo han condicionado. Entre otros, además de la elevada longevidad de los olivos, las características inadecuadas del cultivo en lo referente a su bajo índice de conjunción agronomía-mecanización, las reducidas dimensiones de las explotaciones olivareras, la tendencia a considerar el olivar como un cultivo de interés social, la reducida atención económica a la investigación de la mecanización de la recogida de aceituna, el bajo nivel de desarrollo tecnológico de los países tradicionalmente olivareros, el excesivo coste de utilización de la maquinaria debido al relativamente corto período de tiempo disponible para la recolección, la alta potencia motriz y los elevados porcentajes de tiempos muertos. La evidente necesidad de incrementar la rentabilidad de un cultivo de tanta raigambre como es el olivar y los avances en la conjunción agronomía-mecanización han permitido lograr notables avances. Hasta llegar a la situación actual los intentos de mecanizar la recogida de aceituna han sido numerosos, aunque el hecho de encontrar una olivicultura con árboles de varios troncos, de uno solo, afrailados, en montaña o excesivamente grandes, ha impedido, hasta el momento, la consecución de una cosechadora integral de aceituna capaz de recoger a hecho, es decir, capaz de recoger el fruto de una sola pasada. Se procedió, lógicamente, a realizar un análisis de los tiempos necesarios en las diferentes faenas en que normalmente se divide la recolección, para determinar sin equívocos las prioridades de mecanización que se debían establecer. Se determinaron las faenas en las que se puede separar el proceso de recolección y fueron las siguientes: 8 preparación de suelos, recogida del fruto caído naturalmente, del fruto del árbol, recepción del fruto derribado, limpieza, envasado y transporte. • Para hacer la preparación de suelos, las labores que se realizan son muy variables. Dependen de las características del suelo, de su profundidad y de su relieve. Varían según los hábitos de la comarca y, en ocasiones, están condicionadas por la presencia de otros cultivos. En general, las labores de preparación de suelos se realizan en invierno y primavera mediante labores cruzadas con cultivador seguidas de labores cruzadas de vibrocultivador. Cuando llega el verano se dan dos pases de grada de púas, muy superficiales y espaciadas unos 20-30 días, a los que sigue un pase de rulo para compactar el suelo. Entre la variedad de modelos comerciales de rulos, los de gran peso por unidad de longitud, de superficie lisa y provistos en su parte delantera de cuchilla niveladora, arrastrados lateralmente por un tractor, permiten preparar el ruedo de los olivos dejándolo apto para realizar un barrido manual o para el empleo de maquinaria de recolección. El rulado debe ejecutarse con terreno suelto y antes de que lleguen las primeras lluvias para que, cuando aparezcan, se produzca un apelmazamiento del suelo que facilite el movimiento tanto de obreros como de mallas y de máquinas, lo que, lógicamente, redunda en un mayor rendimiento y, por tanto, en una reducción de los costes de recolección. Todavía hay agricultores que para preparar el terreno para la recolección siguen empleando en verano la grada de discos. Su utilización es desaconsejable, no sólo por el exceso de rotura de raíces que provoca, también lo es porque favorece la erosión. En octubre, para dejar limpios los ruedos de los olivos se suele realizar una aplicación de herbicida. • Antes de dar comienzo la recolección se recoge manualmente la aceituna caída naturalmente sobre el ruedo de los olivos, que aunque normalmente se trata de poca cantidad, por el bajo rendimiento de la mano de obra, tiene una notable incidencia en el coste total de la recolección. La recolección del fruto caído sobre el terreno representa del 27-28% del tiempo total necesario en la cosecha manual. Este dato se ha calculado para una caída natural del 8% en árboles de 35 Kg. de cosecha. Evidentemente, en variedades con porcentaje de aceituna desprendida más elevado, el tiempo dedicado a esta faena es, en ciertos casos, mayor incluso que el necesario para el derribo. Para reducirlo se ha llegado a intentar el “enmoquetado” del ruedo de los olivos colocando redes de plástico bajo los árboles antes del comienzo de la caída. Pero, por numerosas razones, entre otras la desaparición de las mallas, no ha tenido aceptación. Las máquinas hasta ahora desarrolladas para recoger la aceituna caída y/o derribada sobre el terreno natural no resuelven el problema satisfactoriamente. Cuando se trata de recoger la aceituna caída naturalmente ni las máquinas de tipo neumático ni las de tipo mecánico logran suficientes rendimientos a causa, no sólo de problemas de diseño, sino de la poca densidad de frutos por unidad de superficie. Derribar la aceituna sobre el terreno ni que decir tiene que es negativo para la calidad del aceite de oliva. Todos los modelos hasta ahora desarrollados tienen como denominador común la exigencia de un suelo preparado; liso, compacto y libre de restos vegetales. Las máquinas que se han desarrollado para recoger el fruto del suelo se pueden clasificar en cuatro modalidades diferentes: pinchadoras, barredoras, aspiradoras y sopladoras. De todas ellas, las más aceptadas han sido las que usan el principio de 9 barrido, pues las neumáticas, además de tener bajos rendimientos requieren una elevada potencia y las pinchadoras dañan el fruto, lo que es incompatible con la obtención de un zumo de calidad. Las barredoras forman sobre el terreno una andana de aceitunas que puede recogerse bien manualmente o bien mecánicamente. Se han desarrollado barredoras que recogen, limpian y cargan la aceituna, pero no han pasado de prototipo. Cuando el suelo está mojado y hay barro, condiciones normales durante la época de recolección de aceituna, los sistemas de barrido no pueden trabajar o lo hacen mal, teniendo que realizarse numerosas detenciones para la limpieza o desatasco de la tierra que queda adherida al sistema de barrido. • El derribo de los frutos del árbol es la operación a la que más atención se ha prestado ya que el tiempo que requiere en la recolección manual, aún en el caso de utilizar vareo, representa alrededor del 40% del total. Son muchos los útiles e ingenios que han aparecido para realizar esta faena, si bien, la mayoría de los útiles manuales ensayados han pretendido mejorar la operación de ordeño. Con algunos de ellos se ha conseguido hacerlo más cómodo y, en algunos casos, mejorar sensiblemente el rendimiento. En otros su aportación no ha pasado de anécdota. Se puede decir que cuando se ha intentado mecanizar el derribo de aceitunas con máquinas concebidas para imitar la labor manual de ordeño o vareo, el fracaso ha sido absoluto, hasta tal punto que se puede considerar prácticamente inviable cualquier máquina que, para conseguir el derribo de los frutos, pretenda atacar directamente a éstos en el lugar donde se encuentren en el olivo. El gran volumen de copa a explorar, el reducido tamaño de las aceitunas y el elevado número de frutos por árbol hacen inviable su principio de trabajo. Tampoco las máquinas de tipo neumático ensayadas, aún cuando han sido numerosas y de concepciones muy variadas, han proporcionado los resultados deseados. Por su espectacularidad se cita la pretendida utilización de helicópteros para el derribo de aceitunas. Primero pretendió el piloto pasar sobrevolando las líneas de olivos. Se imaginaba que la aceituna caería de forma inmediata. Luego el piloto disminuyó la velocidad de desplazamiento sobre las líneas de olivos, a continuación, como las aceitunas no se caían, detuvo el helicóptero sobre cada olivo y, por último, como el vendaval que provocaban las hélices del aparato tampoco derribaba las aceitunas, con los esquíes del helicóptero “vareaba” las ramas. Se ha ensayado pulverizar los árboles con una amplia gama de productos favorecedores de la abscisión, con el fin de disminuir la resistencia al desprendimiento de los frutos y facilitar la recolección. Hasta ahora los resultados obtenidos no han sido definitivos. Además, para aplicar dichos productos de forma extensiva debería hacerse un estudio previo y cuidadoso del proceso fisiológico de la maduración y del mecanismo de la abscisión de las aceitunas, así como de análisis de restos en la aceituna y en el aceite y de posible daño medioambiental. Sólo los potentes vibradores multidireccionales de troncos y ramas se han mostrado eficaces. Con ellos, en parcelas de árboles homogéneos y con óptimas condiciones para la vibración, se han conseguido eficacias de derribo superiores al 95%. 10 Estas máquinas tienen un rendimiento de 50-60 de pies vibrados por hora de trabajo. En condiciones adecuadas consiguen eficacias de derribo próximas al 90%. La calidad de la operación es óptima, pues el desprendimiento de ramas y metidas es insignificante. Solamente se desprende hoja vieja y algunos brotes dañados por el barrenillo. Como la eficacia del derribo no es del 100%, debido a la costumbre de no dejar aceitunas sobre el árbol, se practica un vareo complementario. Esta operación se ve favorecida por el hecho de que los frutos quedan agrupados en zonas localizadas de la copa a las que no llega la vibración o lo hace mal. El tamaño de los árboles influye considerablemente en la eficacia de la vibración. Con árboles pequeños o medianos formados y podados adecuadamente se obtienen altos porcentajes de derribo, pero, a medida que el tamaño de los árboles aumenta, la eficacia de la vibración disminuye. Es decisivo el factor estructura de la planta. En árboles de porte erguido se consiguen mejores eficacias que en los de forma redondeada y péndula, ya que la vibración llega con mayor eficacia a las ramas erguidas que a las horizontales, a las péndulas y a las que, para llegar a ellas, hay que pasar por cambios bruscos de dirección. Hay que tener claro que los árboles de un solo tronco presentan ventajas sobre aquéllos formados en varios pies por su mayor facilidad para las maniobras de aproximación y agarre de los troncos. Es por lo que en árboles de varios pies se hace necesario reducir el número de ellos. Para conseguir volúmenes de copa aceptables y de porte erguido se recurre a la poda. Los árboles se deben formar con un solo tronco, con las primeras ramificaciones a una altura que facilite la maniobra de agarre de la pinza vibradora. El número de ramas principales no deberá ser alto, pues con ello se ocasionaría una inclinación excesiva de las mismas. Las ramas de órdenes inferiores lo más rectas posible, sin cambios bruscos de dirección y cuya inserción en las ramas de orden inferior no formen ángulos muy abiertos. Se eliminarán las ramas péndulas y las horizontales de longitud excesiva deberán acortarse. Con ello se consigue mejorar la visión del tronco, lo que, además de facilitar el agarre del tronco con la pinza de la cabeza vibradora, aumentará tanto la eficacia de la vibración como el número de olivos vibrados por jornada de trabajo. En cuanto a la densidad de las plantaciones y el tamaño de los árboles, se ha de tener presente que los potentes vibradores de tronco actuales necesitan amplios espacios de maniobra, y que su rendimiento horario en pies vibrados no estará prácticamente afectado por pequeñas diferencias de distancia entre árboles. En cualquier caso se obtendrá una recolección más económica con árboles de mayor tamaño y producción, con la lógica relación inversa entre el tamaño del árbol y la eficacia de derribo, dado que por cada actuación de la máquina se recogerá mayor cantidad de fruto. En este sentido serán aconsejables, dentro del elevado número de árboles de las nuevas plantaciones intensivas, densidades no muy altas, para que, sin pérdida apreciable de la producción por unidad de superficie, se disponga del tamaño de árboles y espacios de maniobra apropiados a una económica mecanización de la recogida. Hoy se cree que 200-300 plantas por hectárea pueden proporcionar las condiciones adecuadas. Ello supondría unas distancias entre plantas de 6-7 m. y un volumen de árbol de 40 a 50 m³. Hace pocos años que se viene dedicando especial atención a las plantaciones superintensivas de olivar recogiendo en ellas la aceituna con cosechadoras de uva. 11 Relatan los impulsores de las plantaciones superintensivas que, a muy corto plazo, se pueden lograr producciones abundantes, que se puede conseguir la mecanización integral de la recolección de aceituna, que permiten reducir el empleo de mano de obra, que minimizan costes de cultivo, que hay clones especialmente adaptados para este tipo de plantaciones y que hay incluso variedades enanas. Hay que tener en cuenta que llegar a muy corto plazo a conseguir producciones abundantes no es algo característico de las plantaciones superintensivas de olivar. Esto ocurre siempre que los olivos se plantan con gran densidad. También hay que tener en cuenta que la cosechadora de uva es una máquina concebida, proyectada y construida para viñedo, que derriba el fruto mediante un vareo ciego, que, como tal, puede romper los brotes portadores de la cosecha del año siguiente, producir daños en las ramas y provocar heridas que pueden ser la vía de entrada de patógenos. Además hay que considerar que la cosechadora de uva tiene un elevado coste horario de funcionamiento, que para poder aplicar dicha máquina a olivos adultos es necesario aplicarles una poda tan severa que les impide su normal vegetación, que no permite realizar la recolección integral, ya que ni derriba toda la fruta que está en el árbol, ni puede recoger la aceituna que se cae al suelo, que las plantaciones superintensivas exigen una mano de obra especializada, lo que hace incómodo cultivar esos olivos, ya que si el agricultor tiene dificultades para encontrar personas para la recolección, más difícil será que encuentre una mano de obra suficientemente especializada como para ser capaz de realizar una poda con los requerimientos específicos de estas plantaciones y que, al poco tiempo de haber sido plantados los olivos tienen troncos con diámetros tan grandes que pueden dañar o al menos reducir la estanqueidad del sistema de recepción y parte de las aceitunas caen al terreno. Con respecto a que hay clones especialmente adaptados a las plantaciones superintensivas, hay que dejar claro que en España la propagación de olivo es, y ha sido siempre, clonal, ya que, los españoles, para propagar olivos utilizamos propagación vegetativa, con lo que se conservan los caracteres de la planta madre. Se puede tratar de olivos propagados a partir de una planta madre de calidad extraordinaria pero eso no significa que se trate de plantas especialmente adaptadas a las plantaciones superintensivas. Por último, el hecho de que los investigadores hayan obtenido plantas enanas de olivos sin duda representa un avance, pero, para que merezca la pena utilizar plantas enanas en las plantaciones superintensivas deberían, además de ofrecer elevadas producciones por metro cuadrado de superficie que recibe radiación solar, no superar el tamaño del túnel de vareo de la cosechadora de uvas. Como estos detalles aún no están claros, hay que ser prudentes en su utilización porque las plantaciones superintensivas tienen unos elevadísimos costes de implantación, una vida efímera y, lo que es peor, de los factores limitantes fundamentales para cualquier planta, agua, suelo y luz, al cabo de algunos años, muy pocos si los olivos se riegan aportándoles sus necesidades hídricas y el medio de cultivo es adecuado, la luz y el suelo se convierten en especialmente limitantes. Además, condicionado por las dimensiones del túnel de vareo de la cosechadora, se hace necesario limitar el tamaño de los olivos, lo que hace que el potencial productivo se vea afectado negativamente. Hay que tener muy claro que, salvo modificaciones, una cosechadora de uva permite varear olivos cuya anchura no supere 1,25-1,35 m, cuya altura máxima no sobrepase 2,5 m y cuyo tronco, además de diáfano, 12 debe tener, como mínimo, 0,5 m de altura. La anchura de calles necesaria para la maniobrabilidad de la máquina debe ser de 3,5 a 4 m. Los autores de este trabajo hemos desarrollado un modelo matemático que tiene en cuenta las características del desarrollo y permite comparar el potencial de producción de las plantaciones intensivas y en seto de olivar. Según se desprende del mismo podemos indicar que, efectivamente es cierto que, las plantaciones superintensivas de olivar, al cabo de muy pocos años, alcanzan su máximo potencial productivo, lo cual es a todas luces positivo, pero el hecho de tener que limitar su tamaño al volumen que permite a la cosechadora de uva cabalgar sobre las hileras de olivos, hace que, transcurridos unos cuatro años después de realizar la plantación, se alcance el máximo potencial productivo, mientras que en las plantaciones intensivas sigue aumentando hasta sobrepasar sus producciones a las de las superintensivas de forma que, al cabo de unos 12-14 años, la cantidad total de aceituna recogida se iguala. En el modelo matemático desarrollado solamente se ha considerado la capacidad productiva de los olivos, sin considerar la reducción de cosecha que produce la poda que requieren las plantaciones superintensivas. Si se hubiese tenido el tiempo necesario para que se produzca el hecho referido sería mucho más reducido. En el modelo desarrollado se ha considerado que los olivos tienen tendencia natural a crecer con forma esférica, que cuando los olivos no compiten por la luz y el número de olivos/ha es grande la superficie de captación de la radiación solar es muy elevada (son pequeños, pero son muchos), lo que explica que las plantaciones superintensivas alcancen rápidamente altas producciones/ha. Se ha tenido en cuenta que cuando el radio de la copa supera la distancia entre los troncos, las ramas de los árboles empiezan a invadir el espacio natural de desarrollo de los olivos vecinos, lo que hace que disminuya su superficie de captación de la radiación solar y, por tanto, que se reduzca su potencial productivo. También se ha tenido en cuenta que, cuando el diámetro de la copa se hace más grande que la anchura del túnel de la cosechadora, hay que podar los árboles para no condicionar el desplazamiento de la máquina. Igual que ocurre con la altura de los árboles, ya que cuando los olivos superan la máxima altura que permite a la cosechadora de uva cabalgar sobre ellos hay que limitarla. La aplicación del modelo matemático desarrollado para plantaciones de olivos que naturalmente pueden llegar a alcanzar un volumen de copa 50 m3, ofrece la evolución en el tiempo del potencial productivo que se presenta en la siguiente tabla: AÑOS TRANSCURRIDOS 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 TOTAL PRODUCCIONES (Kg) INTENSIVA SUPERINTENSIVA 0,0 0,0 294 1,959 829 4,478 1,712 5,939 3,809 7,500 7,287 7,500 8,283 7,500 9,221 7,500 9,221 7,500 9,221 7,500 9,221 7,500 9,221 7,500 9,221 7,500 9,221 7,500 9,221 7,500 95,983 94,876 Tabla 1.- Comparación del potencial productivo de las plantaciones intensivas y superintensivas. 13 De la observación de la tabla anterior se desprende que, en las plantaciones superintensivas se pueden lograr a muy corto plazo producciones mucho más altas que las que se alcanzan con las plantaciones intensivas, pero, en el caso que se ha presentado, a partir del cuarto año, las plantaciones superintensivas alcanzan su máximo potencial productivo, en cambio el de las plantaciones intensivas sigue aumentando. También se desprende que, sumando las producciones a lo largo del tiempo, transcurridos 14 años la integral de las producciones se iguala en ambos sistemas de cultivo. A partir de ese tiempo hay que considerar además las dificultades que aparecen en la utilización de las cosechadoras de uva, producidas, entre otras cosas por el excesivo diámetro de los troncos y la lignificación de las ramas. Recientemente ha aparecido una máquina autopropulsada con un nombre comercial tan atractivo como su extraordinario tamaño, denominada Colosus. Dicha máquina, con estructura portificada, que cabalga sobre los olivos, realiza un vareo ciego mediante un sistema que recuerda a los túneles de lavado de automóviles, pero que, en vez de cerdas flexibles, utiliza cilindros dotados de finas varillas de fibra de vidrio, de mucha mayor rigidez que, al girar, golpean las ramas de los olivos y realizan un vareo ciego que hace caer la aceituna. Por su gran tamaño no exige, como las cosechadoras de uva, árboles formados en seto, y puede aplicarse a árboles formados a todo viento lo que es compatible con la vegetación natural del olivo. La experiencia acumulada en la utilización de esta máquina no nos permite, al menos por ahora, aconsejar su utilización. • Para la recepción del fruto derribado, la técnica tradicionalmente utilizada ha consistido en extender lienzos o mallas cubriendo la zona de goteo del olivo. Lógicamente la superficie cubierta por las lonas debe ser mayor que la de dicha zona de goteo para evitar que el fruto caiga fuera de las redes al ser derribado, lo que llevaría consigo una pérdida del mismo por abandono sobre el terreno, o un encarecimiento de la recolección en el caso de que no se deje perder la aceituna. Existe un ingenioso modelo que permite recoger las mallas y que la aceituna se deposite en una tolva, consiste en dos ruedas con neumáticos que, situadas a una cierta altura giran presionando una sobre otra, y cuando entre las ruedas se introducen los extremos de las mallas, tiran de ellas elevándolas y haciendo que depositen las aceitunas en la base de la tolva. Para mejorar la operación de extendido y recogida de mallas, aparecieron en el mercado, largos remolques de un solo eje, lo que facilita la conducción, con las mallas, recogidas en sendos ejes colocados longitudinalmente en el remolque, las cuales eran extendidas manualmente debajo del olivo. Una vez derribada la aceituna sobre ellas el tractorista acciona un embrague o un motor hidráulico que hace girar los ejes soporte de las lonas, recogiendo éstas y ayudándolas se eleva el fruto para que caiga al interior del remolque. Con este sistema es necesaria la actuación en cada malla de dos operarios que tienen que ayudar a la elevación final del fruto. Una sencilla modificación sirvió para perfeccionar estos remolques haciéndolos autocargadores. Sobre las mallas se colocaron barras transversales de material plástico forradas de lona y con dimensiones tales que, deslizando sobre un plano inclinado montado en los laterales de un remolque de muy baja altura, pueden subir sin ayuda hasta 120 Kg. de aceituna. 14 Esta modificación hizo más cómoda y eficiente la labor de los obreros, ya que evita el esfuerzo final que exigían los primeros remolques para cargar el fruto. Ordenado adecuadamente el trabajo un vibrador puede abastecer dos remolques. Fig 3.- Remolque con mallas de extensión manual. Posteriormente los remolques monoeje descritos se convirtieron en máquinas semisuspendidas al tractor que llevaban una cinta transportadora en toda su longitud. En dicha cinta, situada paralela y muy próxima al terreno natural, descargaban la fruta, al enrollarse sobre su eje las lonas que, previamente se habían situado bajo el árbol. Al final de la cinta transportadora una tolva recibía la cosecha que, antes de caer en ella, era sometida a una limpieza somera arrastrando las hojas y restos vegetales livianos con un ventilador. Con este nuevo sistema se fabricaron, y se siguen fabricando, incluso modelos que, mecánicamente y sin la ayuda de obreros logran extender y recoger las lonas bajo el árbol. Fig 4.- Remolque utocargador con cintra transportadora. Un gran avance en la recepción de la fruta derribada mecánicamente del árbol se consiguió utilizando dos máquinas que, circulando en las calles contiguas de una línea de árboles, forman una superficie cerrada sobre la que cae la aceituna que rueda y va a parar a una cinta transportadora que la lleva hasta un contenedor. Al caer desde la cinta un ventilador hace una primera limpieza de hojas y material ligero que, inevitablemente, cae durante el derribo. Una de las máquinas transporta un plano inclinado de forma rectangular y grandes dimensiones y un vibrador. El plano inclinado, en el lateral más bajo y próximo a la línea de frutales, lleva en toda su longitud una superficie, que articulada sobre el y movida hidráulicamente, se eleva y desciende para permitir el desplazamiento de un árbol al siguiente y que la aceituna caiga sobre la cinta 15 transportadora que lleva la otra máquina que forma el conjunto. El vibrador, que no necesita los típicos movimientos que acompañan a los vibradores de serie (elevación general y descenso, volteo lateral e inclinación longitudinal), sólo tiene un movimiento de avance y retroceso que le permite recogerse debajo del plano inclinado durante el transporte y salir de él para agarrar el tronco una vez que la máquina se sitúa en la posición adecuada. La otra máquina lleva la referida cinta transportadora y un plano inclinado que vierte en ella la fruta que rueda sobre el. Al final de la cinta transportadora un contenedor recibe el fruto que, antes de entrar en ella, se somete al aire que produce un ventilador que arrastra las hojas y elementos livianos que acompañan a la cosecha. Ni que decir tiene que, para que estas máquinas funcionen correctamente, la plantación tiene que haberse planteado con árboles de un solo píe, con pocas y erguidas ramas principales. Fig 5.- Receptor de aceitunas con sistema de planos inclinados. El avance más notable en la recepción del fruto derribado y que más aceptación ha tenido entre los olivareros ha sido el denominado paraguas invertido. Este sistema consiste en el montaje en los laterales del vehículo que soporta el vibrador una estructura, que recuerda a las varillas de un paraguas, cuyas barras, movidas hidráulicamente pivotan sobre un punto de apoyo y arrastran una lona que termina cerrándose alrededor del olivo. Un vibrador montado bajo la referida estructura hace caer la aceituna que rueda sobre la lona y cae en una tolva, la cual, cuando alcanza el nivel de llenado aconsejable el tractorista se encarga de vaciar. Hay modelos diseñados con tolvas de las que salen sendas cintas transportadoras que llevan el fruto a dos contenedores situados en los laterales del vehículo soporte. Fig 6.- Vibrador con sistema de recepción de tipo paraguas invertido 16 • Después de la recolección es necesario proceder a la limpieza de la aceituna. Tradicionalmente la limpieza se hacía en el propio lugar de trabajo mediante cribado con ayuda manual. Esta forma ha sido abandonada, ya que su costo resulta prohibitivo. Lo más conveniente es el centralizado de la limpia en la propia finca o en la almazara. Se debe hacer una limpieza muy grosera a la aceituna antes de pasarla a los remolques para su traslado hasta la limpiadora. Según el sistema de recolección de aceituna, se utilizan dos formas de limpieza: el cribado con aventado y el cribado, con aventado y lavado posterior. El primero se usa cuando la aceituna recogida sólo lleva impurezas de hojas y brotes. El segundo se utiliza cuando la aceituna además de hojas y brotes lleva otras impurezas tales como barro, piedra, etc., es decir, la suciedad que acompaña a la aceituna recogida del suelo que, en algunos casos, llega a tener hasta el 75% en peso de impurezas. Las aventadoras someten la aceituna a una corriente de aire regulable a la vez que se le hace rodar sobre una primera criba construida de redondos calibrados de acero, con una separación entre ellos que permiten el paso de pequeñas impurezas y retiene la aceituna. Dicha criba, montada formando un pequeño ángulo con la horizontal, está dotada de un sistema que la hace vibrar, lo que, además de ayudar a mejorar la calidad de la limpieza, obliga a desplazarse más rápidamente sobre ella las aceitunas y las impurezas que ni pueden ser arrastradas por la corriente de aire ni caben entre los redondos. Una segunda criba se instala a continuación de la primera, construida también de redondos calibrados de acero, pero con una separación tal que permiten el paso entre ellos de las aceitunas y de las impurezas de tamaño semejante a ellas, pero que impiden el paso de objetos de mayor tamaño tales como ramas, piedras, barro, etc., que caen fuera de la máquina. Algunas de las aventadoras comerciales están dotadas de un mecanismo alternativo de limpieza de cribas, lo que es muy deseable porque evita atascos, detenciones y aumentan la calidad de la limpieza obtenida. Estas máquinas tienen un funcionamiento continuado sin problemas y se pueden adquirir en el mercado fabricadas por un gran número de casas constructoras, existiendo versiones accionadas por motor alternativo auxiliar, por motor eléctrico y por la toma de fuerza del tractor, si bien, este último modelo, aunque es de menor precio, retiene un tractor, por lo que es desaconsejable económicamente. Si después del cribado y aventado en la masa de aceitunas sigue habiendo impurezas, se realiza un lavado previo a su elaboración. Las lavadoras, según su principio de funcionamiento, se pueden agrupar en dos tipos: las que actúan por densidad y las que lo hacen por arrastre. El principio que utilizan las primeras consiste en disolver en el agua sal común, en cantidad suficiente como para conseguir que sobre ella flote el fruto y no las impurezas. En las segundas, la aceituna y las impurezas son sometidas a una corriente de agua de velocidad regulable, con lo que se consigue arrastrar la aceituna y no las impurezas que terminan decantándose. El derrame del líquido transporta el fruto ya limpio, y las impurezas se depositan en una tolva de la que, o bien alternativamente o bien de forma continua, son evacuadas. En cualquier caso la faena de la limpieza de aceituna es una operación que con el actual estado de desarrollo de las máquinas existentes se puede considerar satisfactoriamente resuelta. 17 5.- VIBRADORES. El derribo mediante vibración es, de todos los métodos presentados, la forma más extendida de recolección de derribo de aceituna. En la actualidad son muchos los agricultores que utilizan este sistema de recolección de fruta, aunque, a pesar de la positiva experiencia que se tiene de su utilización, todavía hay agricultores y técnicos que dudan e incluso niegan sus posibilidades. Hasta llegar a los actuales vibradores de troncos y ramas de tipo multidireccional, ha habido una evolución técnica basada en estudios y experimentos realizados durante más de medio siglo. Uno de los primeros métodos utilizados en el derribo de aceituna fue el de equipar un tractor con una excéntrica y un cable. Primero un garfio y luego una correa plana montadas en su extremo libre, se colocaban en las ramas de los árboles. A continuación el conductor del tractor lo desplazaba hasta tensar el cable y, activando la excéntrica, conseguía un movimiento de gran amplitud y baja frecuencia que provocaba la caída del fruto. Debido a que el cable sólo puede ejercer fuerza de tracción, la velocidad a la que las ramas volvían a su posición de equilibro esta determinada por su frecuencia natural, lo que limita la eficacia de la vibración. Además, hay que tener gran cuidado con la tensión inicial del cable para evitar provocar roturas de ramas. Fig 7.- Vibrador unidireccional de excéntrica y cable. Basándose en que si con un mazo de grandes dimensiones, con una almohadilla de goma colocada en la parte de la cabeza que se utilizada para golpear, con lo que se evitarían daños en la corteza, al impactar sobre las ramas se puede conseguir, en algunas especies de árboles frutales, transmitir la energía necesaria para provocar el derribo de la fruta. La vibración que puede generar este sistema, sobre todo en árboles grandes, además de no ser eficaz, exige mucho esfuerzo a los trabajadores y les hace, para lograr mayor eficacia de derribo, tener que subirse a los árboles para golpear a las ramas pequeñas. Basándose en esta idea apareció un segundo tipo de vibrador, que, con un resorte comprimido, dejado súbitamente en libertad, por un cilindro metálico, lanzaba una maza que, al chocar sobre una almohadilla apoyada en el árbol, producía un choque que provocaba el derribo de la fruta. Se han ensayado modelos que, en vez de resorte, utilizaban aire comprimido. 18 Fig 8.- Vibrador unidireccional de impacto. Más tarde, y no sólo por la reducción de costes que produce la eliminación del obrero que colocaba el garfio o la correa en las ramas del árbol, sino también para mejorar las características de la vibración producida, algunos constructores desarrollaron máquinas que sustituían el cable por un brazo rígido en cuyo extremo libre se colocaba una pinza de agarre del árbol provista de un sistema hidráulico de apertura y cierre. Gracias a este avance se podía aplicar una vibración con frecuencia y amplitud variables a voluntad del usuario. Fig 9.- Vibrador unidireccional de excéntrica y brazo rígido. A pesar de tener el nuevo sistema la ventaja de eliminar un operario y de provocar una vibración regulable en frecuencia y amplitud, su aceptación por los agricultores fue limitada, provocado fundamentalmente porque el vehículo de soporte recibía la reacción de la acción generada sobre el árbol lo que le causaba notables desperfectos. Para evitar este problema surgieron a continuación los denominados vibradores de inercia unidireccionales. El principio de funcionamiento de los vibradores de inercia consiste en un mecanismo biela-manivela situado en el interior de una carcasa de peso variable, que acciona un brazo deslizante, el cual, mediante una pinza accionada hidráulicamente se fija al árbol y origina la necesaria vibración para derribar la aceituna. Por el principio de acción y reacción, al poner en marcha el giro de la manivela se 19 produce el desplazamiento del árbol en sentido contrario a la de la carcasa, la cual, suspendida mediante cadenas o bloque de caucho de un brazo soporte, no transmite la vibración al tractor. Lógicamente el peso de la carcasa determina la amplitud de la vibración y la velocidad de giro de la manivela la frecuencia. Fig 10.- Vibrador unidireccional de inercia. Basándose en el principio de los vibradores de inercia se han desarrollado modelos manuales que se utilizan para sacudir las ramas. Los más extendidos son los que utilizan motores de dos tiempos de pequeña cilindra que hacen a su vez el mismo efecto que la carcasa en los vibradores unidireccionales de inercia. La mayor limitación que han tenido estas máquinas la produce el hecho de que son más lentos al poder vibrar sólo ramas y también en que, hasta cierto punto, son incómodos de manejar. No obstante, cuando las circunstancias no permiten el uso de los potentes vibradores multidireccionales de troncos y ramas, cada vez es más frecuente su utilización. Se observó que cuando el vibrador de inercia unidireccional se aplicaba sobre el tronco en distintas direcciones mejoraba la eficacia de derribo. Esto dio lugar al desarrollo de máquinas que vibraban en varias direcciones. Fueron los llamados vibradores multidireccionales. El principio de funcionamiento de éstas máquinas consiste en que, en el interior de una carcasa, se hacen girar dos masas excéntricas con sentidos contrarios y con velocidades angulares diferentes en valor absoluto, aunque próximas, lo que hace que, de las fuerzas centrífugas que generan ambas masas al girar, surja una fuerza resultante variable en módulo, dirección y sentido que origina la vibración multidireccional deseada. Fig 11.- Vibrador multidireccional de inercia. Mecánicamente el accionamiento de los dos contrapesos de los vibradores multidireccionales para lograr que giren sincronizadamente con velocidades angulares opuestas y próximas en valor absoluto, ofrece problemas de difícil solución. Para 20 evitarlos se ha desarrollado una solución que, por su simplicidad constructiva, ofrece a los usuarios menos problemas mecánicos que los vibradores multidireccionales que funcionan con la idea original y tiene tienen además una buena eficacia de derribo, lo que ha hecho que los agricultores, a sabiendas de la importancia de los costes de oportunidad que originan las averías en cualquier máquina agrícola, vienen, cada vez más, invirtiendo en estas máquinas. Son los denominados vibradores orbitales y utilizan una sólo masa excéntrica de gran tamaño que, al girar, produce una elevada fuerza centrífuga que, aplicada al tronco o a las ramas, origina un movimiento que recuerda las orbitas de los planetas, que hace caer el fruto. Un elemento de gran importancia en los vibradores, tanto en la transmisión de la vibración desde la cabeza vibradora hasta el árbol, como desde el punto de vista de daños provocados en la corteza, es la pinza de agarre. Aunque en casi todos los modelos comerciales son muy parecidas, algunas firmas han utilizado un cilindro hueco relleno de material plástico (antiguamente era de hueso de aceituna). Este cilindro, además de adaptarse perfectamente al tronco, ya que las partículas de relleno fluyen y hacen que la superficie de contacto con el tronco o la rama sea más grande. De esta forma se reduce la presión específica ejercida por el vibrador, disminuye la amortiguación que producen los bloques de caucho que normalmente se utilizan, mejora la transmisión de la vibración y, consecuentemente, mejora la eficacia de derribo. El inconveniente de este tipo de almohadillas es su elevado precio y su reducida vida útil. 6.- COSECHADORAS DE UVA La recolección mecanizada de aceituna con cosechadora de uva es un claro ejemplo en el que todo se le ha pedido al olivo y poco o casi nada a la máquina y, esta forma de proceder, la experiencia enseña que nos es la más adecuada. Las plantaciones, con una densidad de más de 1500 olivos de un pie/hectárea, forman setos ya que se hacen con una distancia entre las líneas de olivos del orden de 3 a 4 m, suficiente como para permitir la cómoda circulación de la cosechadora, la separación de las plantas en la línea debe ser de 1,5 a 2 m y la altura de los troncos debe estar situada, como mínimo, entre 50 y 75 cm. La altura del mecanismo de vareo es de aproximadamente 1 m., si bien se puede aumentar así como el número de varas. Las cosechadoras de uva son máquinas que se sustentan en una estructura de tipo pórtico, que, como cabalgan por encima de las líneas de plantas, todo olivo que esté fuera de la alineación puede ser dañado. También debe evitarse cualquier obstrucción bajo el túnel de la cosechadora. La altura de dicho túnel oscila entre 1,85 y 2,25 m. La máquina, de gran peso, si la superficie de suelo está muy húmeda, si es que puede hacerlo, evoluciona con dificultad. En invierno, en condiciones de suelo húmedo, el daño que pueden provocar a la estructura del suelo puede ser importante. Por último, hay que indicar que la topografía desigual hace la conducción difícil e incrementa la probabilidad de dañar la estructura de la espaldera o las cepas. Antes de comenzar la recolección, se deben limpiar las líneas de cualquier clase de residuo y se debe arreglar cualquier parte de la espaldera que pueda obstruir el funcionamiento de la cosechadora y, por último, se deben tomar precauciones para 21 evitar daños a los sistemas de riego, siendo a veces preciso quitarlos antes de la recolección. Las cosechadoras de uva son máquinas dotadas de los más modernos sistemas hidrostáticos de transmisión de potencia que, en la mayoría de los modelos, se comercializan como máquinas autopropulsadas, aunque también se fabrican modelos semisuspendidos a un tractor. Se construyen con potencias que superan los 100 C.V. y tienen una velocidad de desplazamiento de 0,6 a 0,7 m/s. Fig 12.- Adaptación de los olivos para la recolección de aceituna con cosechadora de uva. En una cosechadora de uva se pueden distinguir las siguientes partes: sistema de derribo, sistema de recepción, sistema de transporte y sistema de limpieza. • El sistema de derribo de las cosechadoras de uva es el de un vareo ciego mediante filas pareadas de varas de fibra de vidrio que agitan el follaje con un movimiento sincronizado con una frecuencia de 300-500 ciclos por minuto. Las varas golpean horizontalmente los sarmientos a la vez que la cosechadora se desplaza cabalgando sobre las líneas de cultivo. • El sistema de recepción recoge los racimos, uvas, hojas, etc., que caen por gravedad una vez desprendidos por las sacudidas. Este tiene que actuar de manera que, pese a los obstáculos que suponen los troncos y los soportes, formen un sistema estanco que impida la pérdida de cosecha sobre el terreno. La forma clásica del sistema de recepción ha sido la de escamas que se retraen al chocar con los troncos o soportes, apareciendo una vez superada la situación debido al avance de la máquina. El papel que juega el sistema de recepción es fundamental para evitar pérdidas de cosecha. • El sistema de transporte hace que, una vez derribada y recepcionada la cosecha, sea conducida hacia las tolvas en las que se va acumulando para su descarga posterior. El más utilizado para sacar la cosecha de la zona de recepción es el de cinta transportadora y, para elevarla hasta las tolvas, se usan cintas con barras transversales o con cangilones. En algunas cosechadoras el fruto se evacúa de forma continua con una cinta de descarga que deja caer la cosecha en un remolque que circula paralelo a la cosechadora, pero como este sistema no es compatible con plantaciones de alta densidad, la mayoría 22 de las máquinas llevan una o dos tolvas de capacidad variable con la envergadura de la máquina. Estos depósitos van accionados hidrostáticamente para su descarga. Es de destacar el sistema de recepción y transporte a base de cadenas de cangilones de plástico deformable que utiliza la firma New Holland. Estas cadenas se desplazan con velocidad igual y opuesta a la de desplazamiento de la cosechadora sobre las cepas, con lo cual, la velocidad relativa de los cangilones respecto a los troncos es nula. Gracias a ello se consigue que el cierre del receptor alrededor de los troncos sea perfecto y prácticamente nula la pérdida de cosecha. Además, la forma de realizar el transporte de la cosecha hasta la tolva dentro de los cangilones, hace que el ataque a la integridad de la uva desaparezca por completo y, por la forma de estos, la succión que realiza el ventilador para la limpieza puede ser más enérgica, con lo que la eliminación de impurezas puede ser aún mayor. • El vareo de sarmientos desprende hojas, zarcillos, pecíolos, trozos de sarmientos y otros materiales. Es por lo que las cosechadoras de uva llevan incorporado un sistema de limpieza a base de ventiladores del tipo centrífugo o helicoidal, que se colocan en el sistema de transporte y succionan las impurezas de la cosecha. • Las regulaciones de la cosechadora mecánica de uva son importantes. El cabezal de vibrado debe ser ajustado para que sea todo lo estrecho que el sistema de conducción de las cepas permita. Demasiado a menudo, el contacto deficiente del sistema de derribo de la cosechadora con la planta y la frecuencia de la vibración, incrementan notablemente los daños a la planta y a la espaldera, además del contenido de impurezas de la cosecha. Las regulaciones de las cosechadoras de uvas incluyen la frecuencia de vibración, la distancia entre las varas de una misma línea y entre las líneas de varas, la velocidad de desplazamiento, el centrado de la máquina en la línea y la velocidad de los ventiladores de separación de impurezas y deben ser controladas constantemente por el operario. 7.- RECOLECCIÓN MECANIZADA DE ACEITUNA DE VERDEO. La mecanización de la recolección de aceituna de mesa para su aderezo en verde al estilo sevillano ha presentado desde su inicio tres problemas fundamentales: baja eficacia de derribo de fruto del árbol con los vibradores, alto porcentaje de aceituna dañada en comparación con la recogida manualmente y bajo rendimiento en árboles vibrados por jornada de trabajo. Ante estos hechos y basándose en los trabajos realizados en aceituna de molino, se pensó en la utilización de productos favorecedores de la abscisión del fruto, de cuya utilización se esperaba un aumento de la eficacia de los vibradores y una disminución del tiempo de vibración necesario. Se han utilizado diferentes productos comerciales y, aunque con algunos de ellos se llegó a obtener aumentos de eficacia del 10 al 15%, un acortamiento notable del tiempo de vibración y se redujeron los daños en el fruto, cuando la dosis aplicada era suficientemente alta como para lograr las mejoras descritas, aparecía un 23 desprendimiento tan elevado de hojas que llegaba en algunos casos a una defoliación casi total de los árboles. Por todo ello, aunque en algunos casos la utilización de productos mejora la eficacia de los vibradores, para su empleo sería necesario el estudio de la presencia de restos de producto en frutos. El molestado del fruto recogido mecánicamente, si se deja reposar la aceituna después de derribarla del olivo, produce un oscurecimiento por intensificación del color verde superficial que, pasado un cierto tiempo, que depende de la intensidad y características del golpe, se extiende profundizando en la pulpa hasta llegar al endocarpio y un gran número de frutos que, en un principio, no se veían afectados, al pasar 24 horas del momento de recogida mecanizada, aparecen porcentajes de frutos molestados próximos al 90%. Para evitar la evolución del daño se efectuó el cocido de la aceituna transcurrido un breve tiempo desde la recolección, dejando al fruto seguir una fermentación normal. De esta forma, no sólo se obtiene una aceituna fermentada de calidad equiparable en cuanto a porcentaje de fruto molestado y de características organolépticas semejantes a las de la aceituna fermentada y recogida manualmente. Siempre con la condición de que el intervalo recolección-cocido no supere las seis horas. Si dicho tiempo no supera una hora, el resultado obtenido es a veces incluso mejor en la recolección mecanizada que en la aceituna recogida manualmente y procesada con el reposo tradicional. El cocido inmediato a la recolección tendría que ser efectuado en campo, lo cual es prácticamente imposible porque sería precisa una profunda modificación en los sistemas de elaboración del aderezo. Se buscó una segunda solución consistente en utilizar un líquido de transporte en el que, inmediatamente después del derribo, se introdujo la aceituna, para que en él se evitase el progreso del molestado del fruto y a la vez hiciera posible el transporte a fábrica y, a continuación realizar un cocido y una fermentación de características muy semejantes a las que se realizan tradicionalmente. El líquido de transporte usado fue una lejía de baja concentración (0,8-1º Beaume), que impide el progreso del molestado y penetra tan poco en la pulpa, incluso teniendo en él la aceituna largos períodos de tiempo, que una vez en fábrica, se puede realizar un cocido prácticamente normal. 8.-EPÍLOGO La experiencia indica que mecanizar un cultivo, en este caso la recolección de aceituna, exige una perfecta coordinación entre agronomía y mecanización y esto sólo pueden lograrlo profesionales con la suficiente formación agronómica y mecánica, como son los Ingenieros Agrónomos. A pesar de los avances logrados, la recolección mecanizada de aceituna todavía no ha alcanzado el nivel de desarrollo que sería deseable. La importancia social y económica del cultivo del olivar y de sus derivados, invita a pensar que, en un tiempo que no debería ser muy prolongado, se debería alcanzar. Para ello sería necesario potenciar, además de la investigación, la formación de los estudiantes de las Escuelas de Ingenieros Agrónomos en las materias dedicadas al estudio de la Agronomía, de los 24 Motores y de la Maquinaria Agrícola y evitar lo que de hecho está ocurriendo, que dichas disciplinas estén siendo desplazadas por otras que, al no ser específicas de un profesional de características tan determinadas, impiden que los estudiantes, que llegan a las Escuelas buscando una formación específica, salgan de ellas sin encontrar lo que buscaban. Ni que decir tiene que haciéndolo se lograría, además, que la sociedad reciba lo que de los Ingenieros Agrónomos espera. Nota: En la web www.uclm.es/profesorado/porrasysoriano puede el lector encontrar una serie de animaciones, fotografías y películas que le amenizarán la lectura de este capítulo. 25