49-2009/50-2009/111-2009 Ac. Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las doce horas y cuarenta y un minutos del día veintiséis de noviembre de dos mil diez. Los presentes procesos constitucionales acumulados de hábeas corpus fueron iniciados, el primero por el licenciado José Ángel Gómez Guillén y el tercero por el licenciado José Antonio Prado, ambos a favor de la señora Karla Lisbeth Torres Guidos; y el segundo por el señor Héctor Manuel Argueta Saravia a favor del señor Ever Omar Mejía Argueta, quienes han sido condenados por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque por el delito de extorsión agravada imperfecta, contra actuaciones de la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia. Leído el proceso y considerando: I.- Los impetrantes señalan en sus solicitudes – en idénticos términos – que los favorecidos se encuentran privados ilegalmente de su derecho de libertad personal y se les vulneran además sus derechos a la seguridad jurídica y presunción de inocencia, por los motivos que a continuación se señalan: Afirman que los beneficiados fueron detenidos en flagrancia el día tres de noviembre de dos mil seis; y en audiencia inicial celebrada en el Juzgado Primero de Paz de Cojutepeque, el día nueve del referido mes y año, se les impuso la medida cautelar de detención provisional. También indicaron que el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque dictó sentencia condenatoria contra Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía Argueta, el día diez de octubre de dos mil siete, en el proceso penal registrado con la referencia 143-C3-2007, pronunciamiento contra el cual se interpuso recurso de casación por parte de sus respectivos defensores, encontrándose el expediente penal en la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia desde el mes de diciembre del año dos mil siete sin que a la fecha – de la presentación de las mencionadas solicitudes de hábeas corpus, el día dos de marzo de dos mil nueve, la primera y la segunda, y el veintinueve de mayo de ese mismo año, la última – se haya resuelto el mencionado recurso. Asimismo, los solicitantes consignaron en sus correspondientes escritos – con las mismas argumentaciones – consideraciones doctrinales respecto de la duración máxima de la detención provisional, su naturaleza jurídica, finalidad y características. Así manifestaron – entre otros argumentos – que, “[l]a necesidad de que la prisión tenga una duración limitada constituye la última exigencia a la que se sujeta la aplicación de esta medida coercitiva. De acuerdo con ello, el precepto comentado [el artículo 6 del Código Procesal Penal] establece que la detención provisional debe guardar la debida proporción a la pena que se espera, sin que pueda sobrepasar la pena máxima prevista en la 1 ley, ni exceder del plazo (…) de veinticuatro meses si se trata de un delito grave. Superados estos límites temporales, el sacrificio de los derechos individuales no puede ceder ante el interés estatal representado por la eficaz represión de los delitos. En conclusión (…) en el presente caso se está violentando uno de los principios generales de las medidas cautelares, siendo este el que prohíbe que estas se prolonguen más allá del tiempo absolutamente imprescindible para cubrir la necesidad de su aplicación, es decir que en el aspecto temporal debe durar solamente lo imprescindible, pues cuando se excede dejara de ser cautelar para convertirse en punitiva (…). Consecuentemente (…) al haber transcurrido más de dos años, desde que se impuso la medida cautelar de Detención Provisional (…) esta se vuelve arbitraria e ilegal, ello en virtud que hasta este momento la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia, no ha resuelto el Recurso de Casación, de la Sentencia impugnada, y por ende la Medida Cautelar de la Detención Provisional aún esta vigente…”(itálicas agregadas). II.- De conformidad con la Ley de Procedimientos Constitucionales se nombró Jueza Ejecutora, en el primer proceso de hábeas corpus a la licenciada Sandra Esperanza Morán González y en el segundo, a la licenciada Josefa Elizabeth Carrillos Oliva, quienes manifestaron en sus respectivos informes lo siguiente: 1. Que no ha existido restricción ilegal al derecho de libertad personal de la favorecida Karla Lisbeth Torres Guidos por cuanto el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque resolvió conforme a las leyes y por tanto considera pertinente que se desestime la pretensión del solicitante. 2. Respecto del proceso iniciado a favor de Ever Omar Mejía Argueta se señaló que no existe violación respecto de la detención y las causas que la motivaron, por ello considera que no se han vulnerado los derechos constitucionales del favorecido. Además se acotó que a consecuencia de encontrarse el proceso penal en casación la sentencia emitida por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque aún no es firme, lo que a su parecer garantiza el derecho a recurrir que le asiste al acusado. III.- 1) Se hace constar que la Sala de lo Penal de esta Corte remitió, a solicitud de este tribunal, la certificación del expediente penal instruido en contra de los beneficiados, por medio del escrito de fecha once de mayo de dos mil nueve; en la que se tiene – en lo pertinente – lo siguiente: A. Acta policial realizada a las diecisiete horas con treinta minutos del día tres de noviembre de dos mil seis, en la que se deja constancia de la detención de los favorecidos y otros imputados. B. Acta de audiencia inicial celebrada en el Juzgado Primero de Paz de Cojutepeque, a las trece horas y cuarenta minutos del día nueve de noviembre de dos mil 2 seis, en la cual se decreta instrucción formal con medida cautelar de detención provisional en contra de los procesados Mejía Argueta y Torres Guidos. C. Auto de instrucción dictado por el Juzgado Primero de Instrucción de Cojutepeque a las quince horas del día quince noviembre de dos mil seis, en el que se resuelve – entre otros aspectos – ratificar la medida cautelar impuesta en sede de paz. D. Acta de audiencia preliminar realizada en el Juzgado Primero de Instrucción de Cojutepeque a las diez horas con cuarenta minutos del once de julio de dos mil siete, en el cual se ordena la apertura a juicio en contra de los procesados y se confirma la medida cautelar de detención provisional. E. Sentencia condenatoria emitida por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque, a las dieciocho horas con quince minutos del día diez de octubre de dos mil siete, en cuya resolución se condena a los favorecidos a cumplir la pena de diez años de prisión por la comisión del delito de extorsión agravada imperfecta y se establece que “…Continúen con las medidas cautelares de detención provisional EVER OMAR MEJÍA ARGUETA Y KARLA LISBETH TORRES GUIDOS mientras no se encuentre firme el presente fallo…”. F. Escritos firmados por los abogados defensores de los señores Ever Omar Mejía Argueta y Karla Lisbeth Torres Guidos, respectivamente, mediante los cuales interpusieron recurso de casación contra la sentencia condenatoria dictada en contra de los referidos procesados, los cuales fueron presentados el día veintisiete y veintiocho de noviembre de dos mil siete. G. Escrito suscrito por la representante fiscal, de fecha veintiocho de noviembre de dos mil siete, en el que interpone recurso de casación contra la sentencia en cuestión por haber sido declarados absueltos de responsabilidad penal otros imputados. H. Resolución emitida por el mencionado tribunal de sentencia, a las diez horas del día diecisiete de diciembre de dos mil siete, en el cual ordenan la remisión de las actuaciones a la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia. 2) Por otra parte, se hace constar que la autoridad demandada remitió, mediante escrito de fecha catorce de octubre de dos mil nueve – agregado al folio 20 de las presentes diligencias –, certificación de la resolución emitida por dicha sede judicial a las once horas con treinta y nueve minutos del diecinueve de mayo de dos mil nueve, en la cual declaró –en lo pertinente– inadmisible el reproche inicial de los recursos en referencia interpuestos a favor de los imputados Ever Omar Mejía Argueta y Karla Lisbeth Torres Guidos, a la vez se previno a los recurrentes para que dentro del plazo de tres días hábiles subsanaran las deficiencias que se advirtieron en dicho proveído. 3) De igual forma, se deja constancia que este tribunal solicitó informe de defensa a la autoridad demandada –por resolución del veinte de octubre del corriente año –; sin embargo, la Sala de lo Penal de esta Corte, por medio de su Secretario, se limitó a informar, 3 en el escrito de fecha cuatro de noviembre de dos mil diez, que “… esta Sala pronunció sentencia a las once horas con cuarenta y cinco minutos del día quince de febrero de dos mil diez, habiendo declarado no ha lugar a casar la sentencia impugnada, por lo que el expediente ya fue devuelto al tribunal de origen…”. Asimismo, remitió certificación del proveído en cuestión. IV.- Antes de analizar las pretensiones de los solicitantes, esta Sala estima necesario realizar consideraciones doctrinarias y jurisprudenciales respecto a: 1) la medida cautelar de detención provisional y sus características; 2) “el plazo de caducidad”; y 3) la situación jurídica de la persona condenada cuando la sentencia aún no está firme. 1. La detención provisional es la medida cautelar con mayor grado de incidencia en el derecho de libertad personal reconocida por nuestro ordenamiento jurídico, pues lo restringe de forma severa mediante la reclusión de una persona en un establecimiento penitenciario. Esta intromisión rigurosa en el referido derecho de una persona está dispuesta en la Constitución, específicamente en el artículo 13, sobre la base del cual, y atendiendo además a lo dispuesto en los tratados internacionales y en la propia ley, podemos decir se requiere para su imposición y mantenimiento que presente las siguientes características: A. Jurisdiccional. Esta debe ser decretada exclusivamente por una autoridad judicial, que además debe estar predeterminada por la ley y ser competente para ello. B. Excepcional. Ello alude a la necesidad de su aplicación solamente en aquellos casos donde no existe otro mecanismo menos gravoso para lograr los mismos fines que se persiguen con la detención provisional. En otras palabras, la detención provisional no debe constituir la regla general en la determinación de la forma en que el imputado deberá enfrentar el proceso, pues, de conformidad con el principio de presunción de inocencia, la regla general debe ser el juzgamiento de las personas en libertad y sólo excepcionalmente detenidas. C. Provisional. La detención provisional, como cualquier medida cautelar, no tiene vocación de perdurar indefinidamente en el tiempo, sino que es provisional en su naturaleza y no aspira jamás a convertirse en definitiva. Esta característica puede ser abordada desde dos aspectos: (i) mutabilidad (variabilidad y revocabilidad) de la detención provisional, derivada de la aplicación de la regla “rebus sic stantibus”, que consiste en el mantenimiento de la medida cautelar en tanto subsistan los presupuestos que justificaron su imposición; y (ii) temporalidad, referida a que su duración tiene un límite en el tiempo, de ahí, que sin necesidad de que exista un suceso posterior tiene un término que no puede sobrepasarse. 4 D. Instrumental. Es decir que ella no es un fin en sí misma sino un mecanismo del que se sirve el proceso penal para garantizar la vinculación del imputado al mismo y asegurar la eficacia de la decisión definitiva que ponga fin a este. 2. El artículo 13 inciso 1º de la Constitución señala que “[n]ingún órgano gubernamental, autoridad o funcionario podrá dictar órdenes de detención o de prisión si no es de conformidad con la ley, y estas órdenes deberán ser siempre escritas…”, de manera que dicha disposición establece reserva legal para la configuración de las condiciones en que podrá decretarse una orden de detención. Es al legislador a quien, dentro de los límites de la Constitución, se le atribuye la facultad para fijar tales aspectos. En atención a la citada disposición, el Código Procesal Penal vigente establece en los primeros dos apartados del artículo 6 que: “En materia penal no podrá restringirse la libertad personal sino en los casos y con los requisitos establecidos en este Código. La detención provisional debe guardar la debida proporción a la pena que se espera. En ningún caso puede sobrepasar la pena máxima prevista en la ley, ni exceder el plazo de doce meses para los delitos menos graves o veinticuatro meses para los graves. So pena de incurrir en responsabilidad penal”. Referente a ello, el legislador no señala plazos específicos de duración de la detención provisional, pues en cada caso la autoridad jurisdiccional a cargo del proceso estimará su procedencia y, por tanto, su continuidad o cesación. Tal señalamiento, además, no sería viable a partir de la naturaleza de la medida cautelar, pues la temporalidad y revocabilidad que la caracterizan suponen la constante evaluación de las condiciones en que aquella fue decretada, de manera que si estas varían sustancialmente disminuyendo o desvaneciendo la apariencia de buen derecho o el peligro en la demora, podría sufrir modificaciones en cualquier estado del proceso penal e independientemente del cumplimiento de algún plazo procesal. Sin embargo, el legislador sí establece límites máximos que no pueden excederse en cumplimiento de tal medida cautelar. Este tribunal se ha referido a esta restricción temporal como “plazo de caducidad” y ha indicado que una vez llegado a su término debe ponerse en libertad a la persona procesada. Tal “plazo de caducidad” ha sido establecido por el legislador considerando las características y finalidades de la medida cautelar de detención provisional, tomando en cuenta además la posible duración del proceso penal hasta su finalización mediante la emisión de una sentencia firme. El término referido vincula a todos los jueces y magistrados encargados de dirimir el proceso penal, quienes son los principales responsables de procurar la tramitación ágil de este y controlar el estricto cumplimiento de los plazos procesales, para no exceder el 5 término señalado en el artículo 6 del Código Procesal Penal, al que ya se ha hecho alusión, en garantía del derecho de libertad personal. Su fundamento también se encuentra en el principio de presunción de inocencia pues al señalar un límite máximo que no puede superarse impide que la libertad personal sea restringida más allá de lo estrictamente necesario para lograr los fines ya mencionados, y evita desnaturalizar la medida, que es cautelar y no punitiva. 3. Respecto a la situación jurídica de la persona condenada cuya sentencia no ha adquirido firmeza, esta Sala debe reiterar que el proceso penal no finaliza al dictar sentencia condenatoria en contra del imputado, pues a partir de tal resolución este puede hacer uso de los mecanismos de impugnación establecidos en la ley y únicamente cuando aquella deviene firme – por haber transcurrido el tiempo señalado para la utilización de los mecanismos referidos sin que se haya hecho uso de ellos, por no haber sido admitidos o por haberse dictado resolución denegándolos – da comienzo la ejecución de la pena impuesta. Mientras el pronunciamiento no tiene firmeza, la privación de libertad decretada en contra de un imputado tendrá naturaleza cautelar y por lo tanto su imposición deberá cumplir con todos los requisitos constitucionales y legales de la detención provisional. Al dictar una sentencia condenatoria, entonces, el tribunal sentenciador tiene la obligación de determinar cómo el acusado deberá enfrentar el proceso, en tanto la ejecución de la pena únicamente comenzará en el momento en que la resolución adquiera firmeza, de manera que hasta que no suceda esa circunstancia, si el acusado permanece detenido, lo hará en virtud de la medida cautelar de detención provisional, ya que no puede sostenerse que el proceso penal haya finalizado y tampoco que se esté cumpliendo una pena (v. gr., sentencias HC 259-2009 del 17/09/2010 y HC 100-2007 del 15/10/2010). Lo anterior tiene fundamento en el artículo 12 de nuestra Constitución, que reconoce el principio de presunción de inocencia. Por ello, para determinar el plazo en que una persona ha permanecido detenida provisionalmente deberá partirse del momento en que la misma ha sido impuesta y ello coincida con su cumplimiento material, hasta que se defina su conclusión o modificación previo a la finalización del proceso penal o cuando tal restricción cesa por la terminación de este y deja de surtir efectos para dar paso – según sea el caso – a la ejecución de la correspondiente pena. Lo anterior parte de lo dispuesto en el artículo 12 de la Constitución y de la propia naturaleza de la presunción de inocencia, los cuales permiten aseverar que el tratamiento otorgado al imputado, en cuanto a la duración de medidas privativas de libertad, no puede ser disímil en razón de las etapas del proceso penal que se van superando. Es así, que el mismo legislador establece una disposición legal – el artículo 6 Código Procesal Penal – que no hace diferenciación alguna y determina de forma general 6 que la detención provisional no podrá exceder de doce meses en delitos menos graves y de veinticuatro meses en el caso de ilícitos graves. Y es que, la inocencia, que se presume hasta que no se establezca lo contrario por medio de sentencia condenatoria firme, no admite graduaciones, pues no se puede ser en parte inocente y en parte culpable, ya que de lo contrario se desnaturalizaría tal garantía constitucional. En otras palabras, el estado de presunción de inocencia, solamente puede desvirtuarse con una sentencia condenatoria firme, de tal manera que no se debilita o disminuye al momento de dictar la sentencia definitiva − v. gr., sentencia HC 1842008/132-2009 del 27/10/2010 −. En razón de ello, los límites máximos de la detención provisional deben de calcularse dentro de todo el proceso penal, que finaliza con la emisión de una sentencia definitiva firme, según los limites establecidos en el artículo 6 del Código Procesal Penal – ya relacionado – y con fundamento en el artículo 13 de la Constitución. Lo anterior sin perjuicio que, de conformidad con la posible pena a imponer y tomando en cuenta las reglas relativas a la suspensión de la pena o a la libertad condicional, la duración de la detención provisional no tenga la aptitud para llegar a los límites máximos establecidos en el artículo 6 del Código Procesal Penal, pues en los delitos cuyas penas poco elevadas no lo permitan, se deberá respetar la regla de cesación de la detención provisional contenida en el artículo 297 número 2 del Código mencionado, la cual reduce los límites referidos para los delitos de baja penalidad. V. Ahora bien, aplicando las consideraciones doctrinarias y jurisprudenciales al caso planteado se tiene lo siguiente: 1. Los reclamos de los solicitantes consisten en que los señores Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía Argueta han permanecido detenidos provisionalmente por más de dos años sin que su situación jurídica se haya determinado por parte de la Sala de lo Penal de esta Corte, por no haber resuelto – a la fecha de inicio de los procesos de hábeas corpus ahora acumulados – el recurso de casación interpuesto contra la sentencia dictada por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque el día diez de octubre de dos mil siete, en la cual se condenó a los favorecidos a cumplir la pena de diez años de prisión por la comisión del delito de extorsión agravada imperfecta, y se ordenó además que continuaran en la detención en que se encontraban hasta la firmeza de dicha decisión. Es preciso señalar que el delito antes mencionado está previsto en el artículo 214 del Código Penal en relación con el artículo 68 del mismo cuerpo legal, el cual tiene una pena en abstracto que oscila entre cinco a diez años de prisión. Ello significa que, de conformidad con lo establecido en el artículo 18 del Código Penal, es un delito calificado como grave, pues el límite máximo de la pena en abstracto supera los tres años de prisión y 7 por tanto el límite máximo de detención provisional –según el artículo 6 del Código Procesal Penal – es de veinticuatro meses. En el caso particular, se ha verificado con la certificación del expediente penal que los favorecidos estuvieron privados de su libertad personal en las etapas previas del proceso penal, desde la imposición de la detención provisional en audiencia inicial celebrada el día nueve de noviembre de dos mil seis, por lo que, a la fecha de presentación de los primeros procesos de hábeas corpus − el dos de marzo de dos mil nueve −, los imputados estuvieron detenidos de manera provisional aproximadamente veintisiete meses. También, esta Sala ha corroborado que dentro del plazo para impugnar la referida sentencia condenatoria, los defensores de los favorecidos presentaron – tal como ya se indicó– recursos de casación los días veintisiete y veintiocho de noviembre de dos mil siete, del cual se ordenó su remisión a la Sala de lo Penal por el tribunal sentenciador mediante resolución de las diez horas del día diecisiete de diciembre de ese año. A ese respecto, debe decirse que si bien no consta en la certificación del respectivo proceso penal la fecha exacta en que se hizo efectiva dicha orden, así como tampoco fue comunicado por la autoridad demandada en el informe de defensa requerido por este tribunal, existen datos periféricos que permiten determinar que la Sala de lo Penal de esta Corte recibió el proceso en el año dos mil siete. En primer lugar, el número de expediente asignado al recurso de casación que registra su pertenencia al año dos mil siete (727-CAS2007); y por otra parte, el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque ordenó la remisión de las actuaciones a la autoridad demandada el día diecisiete de diciembre de ese mismo año. Por tanto, es dable afirmar que la Sala de lo Penal tuvo a su cargo el respectivo proceso y a los imputados desde los últimos días hábiles del mes de diciembre del año dos mil siete. Es así que a partir del momento en que la Sala de lo Penal de esta Corte recibió el proceso penal hasta la presentación de los primeros dos hábeas corpus que nos ocupan habían transcurrido aproximadamente quince meses, lapso en el cual los favorecidos estuvieron cumpliendo la medida cautelar de detención provisional durante el trámite del recurso de casación interpuesto contra la sentencia dictada por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque. Por tanto, según se señaló, de acuerdo con el artículo 6 del Código Procesal Penal se tiene que el límite máximo de detención provisional para el caso en concreto es de veinticuatro meses. De forma que, cuando se promovieron los procesos constitucionales a favor de ambos beneficiados, estos permanecían detenidos provisionalmente aún superado el límite máximo al que se ha hecho alusión mientras la Sala de lo Penal de esta Corte resolvía el recurso de casación antes referido. Así, al haberse establecido el cumplimiento en exceso de la medida cautelar sujeta a control constitucional más allá del límite temporal máximo, a partir de los criterios fijados 8 por esta Sala en atención a la norma que los regula, se colige que esta se desnaturalizó y devino irrazonable, habiendo transgredido en consecuencia el derecho fundamental de libertad personal de los señores Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía Argueta. De igual forma, esta Sala advierte que la medida cautelar de detención provisional que cumplían los favorecidos se prolongó hasta el quince de febrero de dos mil diez, fecha en la cual la Sala de lo Penal de esta Corte resolvió no ha lugar el recurso de casación interpuesto por los defensores de los beneficiados. Lo anterior significa que los favorecidos, en total, estuvieron privados de su libertad física aproximadamente treinta y nueve meses. Vale decir que son irrelevantes, para efectos de determinar la existencia de una violación constitucional como la alegada, las razones del exceso referido. Y es que si, como arriba se dijo, el legislador tiene reserva para configurar las condiciones en que podrá decretarse una orden de detención y este ha señalado como límites perentorios improrrogables los contenidos en el artículo 6 – reforzado con lo establecido en el artículo 297, ambos del Código Procesal Penal –, tales límites son coherentes con la propia configuración y alcances del principio de presunción de inocencia e impiden que la medida cautelar de detención provisional se convierta en una pena anticipada. Aceptar la posibilidad para el juzgador de transgredir el término señalado por el legislador, significaría desnaturalizar la medida cautelar, pues implicaría reconocer la inexistencia de límites objetivamente determinables que permitirían la prolongación de una medida de coerción personal, que se caracteriza por su excepcionalidad y necesidad. Lo anterior, significa que no se puede trasladar al imputado las consecuencias del incumplimiento de los términos perentorios que señala el legislador en cuanto a la detención provisional, cuando es la propia actividad – o inactividad – de las instituciones del Estado la que provoca el exceso. VI.- Con relación a los efectos de la presente decisión, es preciso reiterar que la Sala de lo Penal de esta Corte informó que había pronunciado sentencia a las once horas con cuarenta y cinco minutos del día quince de febrero de dos mil diez – tal como consta al folio 70 de las presentes diligencias –, en la cual declaró no ha lugar a casar la sentencia condenatoria dictada en contra de Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía Argueta. De modo que la condición jurídica de los ahora favorecidos ha variado en relación con el momento en que se promovieron los tres procesos de hábeas corpus ahora acumulados, pues actualmente ya no se encuentran en cumplimiento de la medida cautelar de detención provisional – acto de restricción sometido a control por medio de este hábeas corpus – sino de la pena impuesta en su contra, por haber adquirido firmeza la sentencia condenatoria emitida por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque. 9 Por lo anterior, el efecto de la presente resolución no puede constituir la orden de libertad de los señores Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía Argueta, pues su restricción ahora depende de un acto posterior al reclamado en este proceso, cuya constitucionalidad no ha sido cuestionada ante esta Sala. En virtud de las razones expuestas y de conformidad con los artículos 2, 12 y 13 de la Constitución, esta Sala RESUELVE: 1) Ha lugar a los hábeas corpus acumulados y solicitados a favor de los señores Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía Argueta, por haberse vulnerado sus derechos a la presunción de inocencia y seguridad jurídica con incidencia en su libertad personal por parte de la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia, continúen los favorecidos en la situación jurídica en que se encuentren por los motivos expuestos en el considerando VI de esta resolución. 2) Remítase a la Sala de lo Penal de esta Corte la certificación del proceso penal con referencia 143-C3-07, la cual consta de cuatro piezas. 3) Notifíquese el presente pronunciamiento y oportunamente archívense las correspondientes diligencias. ---J. B. JAIME---F. MELÉNDEZ--- E. S. BLANCO R.---R. E. GONZÁLEZ B.--PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---E. SOCORRO C.---RUBRICADAS. 10