25-11-1996 LA LEY DEL TALION El ojo por ojo de las autodefensas contra los familiares de los jefes guerrilleros puede ser la antesala de una guerra civil. Lunes 25 Noviembre 1996 A mediados de junio pasado los habitantes de Córdoba y Urabá conocieron un boletín de los grupos paramilitares que comenzó a circular por esas tierras. En tres párrafos los 'paras' anunciaban una guerra frontal contra la subversión. Entre los pobladores este tipo de informaciones no eran extrañas. Pero uno de los párrafos, con su peculiar lenguaje, llamó la atención: "Vamos a sentarle un precedente a la guerrilla. Mostrarles que si ellos secuestran, hay otro que puede retener a una persona, como ellos lo llaman. Y, oigan señores, no lo hagan para que no te lo hagan a ti y no creas que no funciona. Funciona".Tres días después, el 24 de julio, fue secuestrado el ingeniero geógrafo y licenciado en ciencias sociales Ricardo Sáenz Vargas, hermano de Guillermo León Sáenz Vargas, más conocido como Alfonso Cano, miembro del secretariado de las Farc. Era la primera vez que un familiar de uno de los principales cabecillas de los grupos subversivos corría la misma suerte de cientos de colombianos que se encuentran en manos de la guerrilla privados de su libertad.A los pocos días de conocerse la noticia los autores de la operación se identificaron. Por medio de un comunicado las autodefensas campesinas de Urabá y Córdoba se adjudicaron el secuestro. En el mensaje los 'paras' justificaban el hecho con el argumento de que Sáenz Vargas estaba dedicado a reclutar jóvenes para los diferentes frentes de las Farc y acusaban a su hermano Alfonso Cano de ordenar nuevas matanzas en Urabá. Las autodefensas afirmaban que si esa orden de Cano se llegaba a cumplir la "vida de Sáenz correría grave peligro". Este plagio no fue el único. El 31 de julio, seis desconocidos secuestraron en Cali a Janeth Torres Victoria, hermana de Hernando Torres Victoria, alias Pablo Catatumbo, uno de los máximos cabecillas de las Farc. Casi un mes después, el 26 de agosto, cuatro hombres llegaron a la residencia de Leonor Palmera de Castro y sin mediar palabra se la llevaron. Esta mujer de 47 años, subdirectora del Instituto de Cultura y Turismo del Cesar, es hermana de Ricardo Palmera Pineda, conocido como Simón Trinidad, comandante del frente XIX de las Farc, que ha azotado a ese departamento a punta de extorsión y secuestro.La cadena se extendió. El 16 de octubre fueron secuestradas Carmen Arango y Maritza Marín, la madre y una de las hermanas de Luciano Arango Marín, más conocido como Iván Márquez, jefe del denominado bloque José María Córdoba de las Farc en la zona sur de Urabá. Pero la semana pasada la ofensiva dio un salto cualitativo: de los plagios se pasó al asesinato. El miércoles 23 un sicario entró a una peluquería ubicada en pleno centro de Cúcuta y dio muerte a Beatriz Rodríguez Bayona, hermana del jefe del Ejército de Liberación Nacional, Nicolás Rodríguez Bautista, alias Gabino. El asesinato de Beatriz Rodríguez es el primero de un familiar de los cabecillas guerrilleros desde que las autodefensas emprendieron su plan de secuestros.Con estos episodios ha quedado en claro que la guerra entre los paramilitares y la guerrilla se trasladó de las selvas y las montañas a las casas de los familiares. Es una nueva versión de la ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente. Es posible, sin embargo, que la liberación de secuestrados no sea el verdadero objetivo que buscan las autodefensas, pues sus líderes de seguro son conscientes de que la guerrilla no va a dar fácilmente su brazo a torcer. Y entonces, si ese no es el objetivo, ¿qué persiguen los paras? Es muy probable que quieran despertar solidaridad entre los miles de familiares de secuestrados de la guerrilla y en algunos sectores de opinión que, indudablemente, ven con simpatía que las autodefensas le pasen a la guerrilla la cuenta que las fuerzas regulares del Estado no le han podido cobrar. Se trataría entonces de un golpe publicitario más que de una medida destinada a alcanzar un concreto objetivo de guerra.El problema es lo que este juego pueda desatar. El consejero para los Derechos Humanos, Carlos Vicente de Roux, condenó el "contrasecuestro" y señaló que este tipo de violencia "es el salvajismo de la guerra sucia". Amnistía Internacional también se ha pronunciado sobre el tema y por intermedio de Jaime Prieto, miembro del comité de presos políticos, manifestó que "esta es una escalada, en términos de degradación, de una guerra muy complicada". Las Farc optaron, por su parte, por acusar directamente al gobierno de estar detrás de esta ofensiva, que ya obligó a cerca de 20 familias de los principales jefes de la subversión a abandonar el país, en un nuevo capítulo de la tragedia colombiana, sobre cuyo desenlace es difícil hacer predicciones distintas a que será sangriento.