SIGNOS DEL TIEMPO Anglicanos en Roma El 23 de marzo último,' y despulís de 569 años de ausencia, la gran basílica de San Pedro en Roma abrió sus puertas para recibir al Primado de la Iglesia Anglicana, Dr. Michael Ramsey, el 100? arzobispo de Canterbury. "Quisiéramos que vuestra primera impresión al traspasar el umbral de nuestra casa —dijo Paulo VI al encontrarlo— no sea que llegáis a un hogar extraño, sino n una casa que, por razones siempre válidas, podéis llamar ¡a vueslra. Nos sumos felices de abriros sus puertas y con ellas nuestro corazón... Nos damos perfectamente cuenta de los diversos aspectos de este acontecimiento y desde luego, no dudamos en señalar la importancia histórica de eslc momento. Nos parece grande, casi dramático y feliz si pensamos en la larga y penosa historia a la que quiero poner fin y en el nuevo desarrollo del que puede ser preludio, en ¡as relaciones entre Roma y Canlerhury; desde ahora, la amistad debe inspirarnos y guiamos . . ." [istas últimas palabras del Papa parecen contener una humilde confesión de que no fue siempre el calor de la amistad el clima imperante en las anteriores relaciones entre ambas Iglesias. Una vieja historia En efecto, esa "larija y penosa historia" a que aíude el Papa, se remonta hasta cf año 1534, cuando el rey Enrique VIII de Inglaterra, mediante el "Acta de Supremacía", rompió lo? lazos con el Papado, separó a su pueitos v cvkTcncias utiliz-iitlo* hurí ucta extraídos dt-: Rccle.... "•: 1285: Itiformatím» Catholiqucs iMcmationales. N.ns 260 \ 261: U Anglicanismo, A. D. Toledano te Monde, P. Is 22 J r .il 2fi d e m a r r o ; nacional. Time PCucv^i York, I? J e a b i i t . / >-.' bla de la Iglesia Católica y declaró que el monarca inglés sería en adelante el Jefe Supremo de In Iglesia en Inglaterra.2 F.l Acia prescribía además que los habilanlea del reino de Inglaterra va no estarían sometidos a las leyes de "ningún principe, potentado o prelado extranjero". En adelante los arzobispos de York y Canterbury. los obispos y diáconos serían nombrados por t-1 rey. El Papa es simplemente el "obispo de Roma", cuya autoridad "no es mayor que la de cualquier uiro ubispo extranjero..." Si recordamos estos hechos —olvidando muchos ctros— es sólo para comprender la tremenda distancia salvada por las autoridades supremas de las dos Iglesias en su afán de "reconstruir ese puente de amistad liun* dido" durante tantos siglos. En efecto, fuera do la informal "visila de cortesía" a Juan XXIII de Godofredo Fisher. í'l predecesor del Dr. Ramsey. ningún otro arzobispo de Canlerbury había visitado a un papa desdj los tiempos en que el arzobispo Arundd llegara en 1.397 hasta los pies de Bonifaciu IX, 137 años antes de que Enrique MU rompiera con Roma. Un camino difícil Así calificó la ruta que conduce a la unidad el propio arzobispo de Canterbury en su respuesta al saludo del Papa. La desconfianza recíproca nn sólo ha hecho fracasar anteriores tentativas de acercamiento, sino que ha El Acta dt?l ParlamiTUo decía: "Aunque su rcitl majestad « a y d^*\i s^r Jefe Sur-it-'imí óe l.i tglesi.T en Tn¿.'l:iL<:rra • '.es ¿] clcru de este romu, reunido tu Convocaciones, para curruburar y afirmar r.il decisiAn . . . la a m o r U b d d d prüsrnre Parlamento" prumu!|i;i qm- d rey. señur ^ soberano nucs- tn>. sus herederos y sucesores en el Lrorvj. ^cr.in aceptadus v considerados corno Jcfuy Supivinos L'M I:Í tierra di- \í Iglesia L'ÍI Inglaterra, llamada Angiwaaa Ecctesia". 169 despertado siempre, en cienos circuios, reacciones hostiles y vigorosas. Hn 1880 una violenta oleada antipapista sacudid a Inglaterra cuando Pío IX restableció allí la jerarquía u tólica. Esta, a su vez por largo tiempo, miró con malos ojos el entusiasmo —a menudo ingenuo— manifestado por ciertos católicos del continente hacia el anglicanisrao. Tales suspicacias retardaron el il¡álo¡ra v motivaron, entre otras cosas, la desaprobación final de las Conversaciones de Ma!in:is hajo Pío XI. t'na cortesía glacial para!i/.i! las relaciones oficiales posteriores de atnhns Iglesias. El deshielo comenzó a producirse al calor de la bondad v simpatía de Juan XXIII y gracias a la brisa ecuménica del Concilio Vaticano II. Desde entonces, y fuego de la visita del Dr. Fisher, reside en Roma un representantes oficial permanente (el canónigo Powley) de Ion arzobispos Uc York y Canterbury. Una delegación anglicana, especialmente invitada, "observó" el transcurso histórico de las cuatro sesiones conciliares. El propio Concilio, en su decreto sobre ecumenismo, reconoce que "entro las Comuniones que guardan las tradiciones y las estructuras católicas. la anglicana ocupa un lugar especial". Hay, por consiguiente, una base de comprensión y buena voluntad indispensable para entablar un diálogo. "Sentir el dolor de su división" Estas palabras del Dr. Ramsey refiriéndose a la falta de unidad entre los grupos cristianos, reflejan el nuevo espíritu y el renovado contorno ecuménico que encuadra su visita al Papa. ..."Quiera la gracia de Dios hacernos capaces de sen-ir su divino propósito con este encuentro y hacer que todos los cristianos de cada lugar lleguen a sentir el dolor de su división y busquen la unidad en la verdad y en la santidad" El llega a Roma no como peregrino particular. Lo hace en cuanto Primado de los 45 millones de fieles de toda la Comunión Anglicana5, autorizado por toda su jerarquía 1 , acompañado por algunos de sus miembros nía- representativos, en particular por el Rev. Ralph Dean, obispo de Caribou (Canadá). Secretaria General Ejecutivo de la Comunión anglicana. Es importante recalcar también que su visita se debe en gran parte a las gestiones realizadas por el cardenal Hcenan. primado de la Iglesia Católica en Inglaterra. A este respecto, son inexactas ¡as recientes aseveraciones formuladas por Desmond Fisher al periódico inlerconfcsional New Christian, según las cuates, el Dr. Rarn.sev voló hasta Roma "pasando pur encima de la jerarquía católica inglesa", pues esta —salvo tres o cuatro 1 La Cumunum Anglicana corrmnrnde nu súlu la-. Iglesias di.-l Ryr,,¡ Llnidu; 1 iglaterra, fiak-i. Iglesias episcopales Je Escocia. sm<> hi-, de tlM;i.',is Unidos \ las antiguas culuiíias > duminios * El ar7r>bi^T>'j L1(Í Canterbury no tieiu: autoridad jurídica sobns [udav kis J^kMa-* q<¡L- cumpunen la Comunión. B^ias son LfulcpemUcnlc?, furtiiLin el feutJW-ships, ÍLIL-IIÜ di: federación que agrupa .i:,*.tM^ ,¡: r : sus ritos y origen bístócicu. 170 DECLARACIÓN" CONJUNTA DÍ.I. PAPA Y DEL PRIMADO ANGLICANO Fu Roma, í<¡ ciudad de la í/ne salió hacia In- glaterra, enviado por el ¡'apa San Gregorio el íírunde, San Agustín, ¡andador de la sede ¡le Canterbury, considerada hoy por rodos ¡os angticanos centro de su comunidad cristiana. Su Santidad el Papa lju:tlo VI j MI trocía Mictiael Ramsey, arz<ihispo de Canterbury, se han encontrada para intercambiarse un saludo fraterno, AI final de su encuentro dan gracia* a D dopoderoso, t¡ite ha creado, por medio del Espíritu Simio, durante estos últimos uiios, ¡<n nuevo clima de fraternidad cristiana entre la IKICSIU católica romana y las Iglesias de la comunión anglicana. Este encuentro dei día 23 de mar-o de 1966 señala lina nueva etapa del desarrollo de relaciones fraternas fundadas sobre la caridad cristiana v sobre un sincero esfuerzo para eliminar las causas de conflicto v pura reítablecer la unidad. Queriendo obedecer a Crislu, que mátala a sus discípulos t¡ue se amen tmus ¡; otros, declaran que, con su ayuda, punen en manos del Dios de misericordia todo tu </¡4f ha podido ser en el pasado contrario a esle mandato de amor, conformándose a la actitud del Apiislnl, que declaraba: "Olvidando h que uueda atrás, me lanzo da lleno a la consecución de lo Í¡UC está adelante; corro hacia la niC' la, hacia el premio, al cual Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús". (FU., i.li-14). Expresan el deseo de que ¡os cristianos pertenecientes u ambas comunidades estén animados por las mismos sentimientos de respeto, estima y amor fraterno. Y para favorecer esta actitud mutua piensan entablar entra la Iglesia católica romana y la comunión angficana un diálogo serio, fundado sobre el Evangelio y l,is antiguas tradiciones poseídas en común, que sea capaz de conducir a ¡<i unidad en la verdad por la atte Cristo ka orado. Conviene que este diálogo incline lemas no sitio de orden teológico, como la Sagrada Escritura, la tradición y la liturgia, sino también los que contienen dificultades prácticas para unos y otros. Su Suiiiidtid el Pupa v Su <¡racia el arzobispo de. Canterbury tienen conciencia, es verdad, de las grandes dificultades que obstaculizan tu restauración de una completa comunión de fe y de vida sacramental, pera están unánimemente determinados a promover contactos responsables entre las dos grandes comuniones en todos los campos du la vida de ¡a Iglesia en los que la colaboración puede ¡levar a conseguir una mejor comprensión y una caridad más profunda. Están también determinados a realizar el esfuerzo necesario para enamtrar solución, de común acuerdo a los grandes problemas que encuentran hoy día los que creen en Cristo. Que esta colaboración, con la gracia de Dios Padre y cu la luz del Espíritu Simio, acelere lu realización de Iti oración de Jesucristo Nuestro Señor por h¡ unidad <le sus discípulos, y que el progreso huíiu la unidad refuerce la paz en el mundo, la paz que sólo Aquel que da la paz "<;:*e sobrepasa trxla inteligencia' puede dar. Que esta paz bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, permanezca siempre con los hombres todos. Dudo en San Pablo Extramuros (Roma) el día 24 de marzo del Año de Cruda 1966", excepciones poco represen la ti vas— nunca ha lomado en serio c! ecumenismo debido al pensamiento teológico anlicuado de !a mayoría ile MIS miembros" Oificultades doctrinales y prácticas N i " l o existen: Paulo VI reconoce que "por el momento debe ser así. por respeto de la variedad y de la libertad, hasta que podamos merecer la gracia suprema de la verdadera v perfecta unidad en la fe y en la comu iiinri.' A MI \c/ y ;il mismo respecto, el Dr. Kamsc\ : "mayor motivo este (las dificultades pendientes) pura que los argumentos sean discutidos conjuntamente con paciencia v eíiridad". Ninguno de los dos pretende disimular las diferencias para borrar cuatro ligios de tragedia. Sean éstas superficiales o fundamentales, ambos las reconocen plearnentc y están dispuestos a superarías en la común i(jníian/a de poder despejar el camino hasia lugrar finalmente soluciones aceptables. En Forma escueta y esquemática señalaré algunos • principales nhiláculos doctrinales y prácticos que ii a las dos Iglesias. —La supremacía jurisdiccional del Romano Pontífice sobre la Iglesia universal y el dogma de su infabllidad doctrinal en el ámbito de la fe y de la moral. —El dogma de la Asunción corpórea de la Virgen a los cielos. —El problema de los matrimonios mixtos (cónyuges de distinta religión). Las facilidades otorgadas por el Concilio Vaticano I I al respecto "no satisfacen la conciencia de los cristianos anglicanos". —La insistencia de parle de algunos sacerdotes ca- trtlicos en "rebauiizar" a los conversos provenientes de la Iglesia AngÜcana. —Del mismo modo, la negativa por parle de la Iglesia Romana para reconocer la validez de las sagradas órdenes anglicanas I de obispos, presbíteros y diáconos). Se sabe que, bajo León XII f. Ruma influenciada en parle piir la oposición de la jerarquía católica inglesa, rehusó reconocerlas como legítimas. A lu más las aceptó como "dudosas", es decir, sujetas a re-ordenación, pero bajo condición. —En el periódico l.c Monde de París del 24 de marzo, el P. R. Rouquetle ve otro obstáculo para la unión en la complejidad de ¡a estructura misma de fa Iglesia Angücana. F.n efecto, por su origen, proviene de un cruzamiento del catolicismo con el protestantismo. Ella misma se gloria de su "comprehenstveness" " flexibilidad para retener en su mismo cuerpo tendencias opuestas, ralla lu .suficiente cohesión y unidad en las ttvx corrientes actuales que se mezclan y hasta se contraponen. Por una parle, los angtocaláiicos, ritualistas con una noción de los sacramentos v ministerios muy próxima a !a de los católicos romanos. Los evangeticals, netamente antiromanos que insisten en su herencia calvinista. Por último los neomodermsías, animados por los teólogos de Cambridge y bajo la influencia de Butlrnaim y Bonhoefier, que objetan las formulaciones tradicionales de la fe cristiana. Entre estos tres polos, una masa muy incierta e indiferente. Como es lúcil de advertir, no se nata —como vulgarmente se cree— de meras dificultades históricas o seniimentales. El comunicado conjunto, emitido al concluir los tres dias de conversaciones, no señala en concreto los obstáculos arriba enumerados, pero muestra explícitamente fa plataforma común sobre la cual deberá enlabiarse rl diálogo para alcanzar la unidad: "Ul Evangelio y las anliguas tradiciones poseídas t-n común", ¿Resultados? Por el momento, nadie lia soñado con obtenerlos en fi'rma inmediata. Frases seleccionadas de los diversos discursos y declaraciones de ambos representantes concretan las actuales perspectivas. Se avanza "por un camino en construcción". Se ha resuelto establecer un dialogo teológico permanente. Se ha firmado un compromiso serio de aunar los esfuerzos para alcanzar la unión "eliminando las causas de! conflicto". Se ha iniciado "una nueva etapa" en las relaciones de estos dos hermanos separados. Se ha creado "un nuevo clima de fraternidad crisiiana". Es cierto que no hay todavía resultados tangibles, pero la caridad ha comenzado "a inspirar y guiar" la búsqueda común de la verdad, l'or eso. amanecerá el día en que podamos paipai "su luerza misteriosa v prodigiosa . . . " I . J. C. 171