FACULTAD DE HUMANIDADES Av. Belgrano -- -300- -4700 - Catamarca R E P U B L I C A A R G E N T I N A ISSN en trámite 2 CONTENIDO Prólogo María Ana Verna 3 La Educación en la posibilidad de un nuevo humanismo. Francisco G. Reynoso 5 Pautas griegas para la Formación Docente en el inicio de la Paideia. María Cristina Ponce Ruiz 8 Los orígenes del racionalismo respecto a la minoría de edad en el ámbito de la ilustración (el sueño del hombre educado) Daniel R. Monti Los componentes de las decisiones pedagógicas: el caso de sociología de la educación 11 Mario Arnoldo Alaníz El acto pedagógico ... una cuestión vincular 19 Susana Cambursano Profesión y Ethos del Docente 23 Eduardo Román Gordillo La mision formativa de la Facultad de Humanidades. 27 Stella Maris Tolosa La Formación docente en el Siglo XXI 29 Silvia del Dago de Cantarell 32 A modo de cierre. R E V I S T A DE FORMACION D O C E N T E Año 0 - Nº 1 - Publicación del Departamento de Filosofia y Ciencias de la Educación de la Facultad de Humanidades Universidad Nacional de Catamarca AUTORIDADES Mgter. Julio Luis Salerno Rector Lic. Luis E. Segura Decano Facultad de Humanidades Lic. Mercedes Diaz Vice Decana Facultad de Humanidades Lic. Leticia Vargas Secretario Académico Mgter. Maria Bulla de Molina Secretario de Investigación y Posgrado Lic. Ana Maria Lascano Directora Académica Mgter. Ana Maria Verna Directora de Departamento de F. y C.E. Lic. Alfredo Maluf Vice Director de Departamento de F. y C.E. Directora de Publicación: Magíster María Ana Verna Comité Ejecutivo Mag. Catalina Lobo Lic. Alfredo Maluf Comité Evaluador Lic. Ana María Lascano Prof. Gustavo Reynoso Colaboran en este número: Prof. Francisco G. Reynoso Mag. Mario Alaníz Mag. Susana Cambursano Lic. Stella Maris Tolosa Lic. Silvia del Dago de Cantarell Lic. Cristina Ponce Ruiz Lic. Daniel Monti Prof. Román Gordillo El Departamento de Filosofía y Ciencias de la Educación no se hace responsable de las notas que llevan la firma de su autor. Todos los derechos reservados. Registro de Propiedad Intelectual en trámite. Se permite reproducir el material con la condición de citar esta fuente. Fotos: extraídas del Banco de Imágenes de la Sec. de Relaciones Institucionales e Internacionales de la UNCa. Diagramación, Armado e Impresión: Editorial Científica Universitaria, Secretaría de Ciencia y Tecnología www.editorial.unca.edu.ar editorial@unca.edu.ar 2 PROLOGO María Ana Verna Directora del Dpto. de Filosofía y Cs. de la Educación La propuesta de una Revista del Departamento de Filosofía y Ciencias de la Educación para toda la comunidad universitaria es un nuevo logro del colectivo docente que tienen la misión de formar a las nuevas generaciones para el ejercicio de la docencia. No es casual que luego de haber concluido las Primeras Jornadas de Reflexión sobre la Formación Docente desde las perspectivas filosóficas, psicológicas, sociológicas y pedagógicas haya surgido la idea de realizar esta producción como otra forma de socializar los aportes que realizan los docentes. La Facultad de Humanidades hoy cuenta con una importante actividad en el orden de la producción intelectual y nosotros, como parte de ella, nos sentimos comprometidos y partícipes de esa dinámica, por lo que aspiramos concretar la publicación de esta Revista. Si bien los primeros pasos siempre resultan imperfectos, trabajamos para perseverar y perfeccionar este medio de comunicación de nuestras actividades. En este primer número se presentan los aportes de aquellos docentes que fueron expositores en las Primeras Jornadas de Reflexión/ 2004 y que en dicha oportunidad pusieron a consideración de colegas y estudiantes de Filosofía y Ciencias de la Educación, como así también de otros campos disciplinares. El objetivo de dichas Jornadas y que dieron origen a los trabajos que presentamos en esta oportunidad es el siguiente: -Ofrecer a los estudiantes y profesores la posibilidad de compartir actividades de extensión de cátedra que permitan reflexionar críticamente desde diferentes perspectivas sobre la Formación Docente como una alternativa para enriquecer el proceso formativo. Dejamos sentada con esta actividad concreta, nuestra permanente preocupación de búsqueda de diferentes vías para acceder al conocimiento que permita al estudiante universitario realizar los trayectos formativos acorde a las exigencias que demanda el campo de desempeño docente. En tal sentido la tarea de reflexión compartida durante las jornadas mencionadas, constituyó una posibilidad más para experimentar el valor de otras formas de encuentro en otros espacios no convencionales, y que a igual que la cátedra, favorecen el enriquecimiento de los aprendizajes. Utilizar todos los medios posibles para que los estudiantes accedan al conocimiento según expresiones de Juan Carlos Gottifredi es “el desafío más grande que tiene la docencia... pero para poder cumplir, para poder llegar a todos lados con el mismo conocimiento, con la misma calidad, tenemos que reconocer que la enseñanza es todavía uno de los mayores actos de amor que puede hacer el hombre. Es amor porque uno está dando todo lo que tiene, todo lo que sabe a los demás y esto se llama ser solidario, es decir, dar lo más que uno tiene al prójimo”. Este es nuestro propósito, dar lo que mejor tenemos, para alimentar desde los espacios educativos de la universidad, los proyectos de cientos de jóvenes que esperan graduarse para sumarse a la misión de educar. Francisco G. Reynoso El comienzo de una reflexión exige siempre superar las dificultades entre el saber y el pensar. Entre el mero recibir y memorizar o, por otra parte enlazar lo que se muestre positiva o negativamente respecto de lo que se hace presente y se integra en una dialéctica que descarga los efectos superficiales que tienden a mostrar la mera recepción de lo ya dicho o escrito. Tiene razón Heidegger cuando afirma que lo gravísimo de nuestro pensar es que no pensamos sobre lo grave. Entonces nos preguntamos sobre lo grave. Entonces nos preguntaremos con razón ¿qué es lo grave? El sentido de las gravitaciones de lo grave, del peso de su resonancia en la articulación de las significaciones es desechado. ¿Por qué circunstancia? Simplemente porque la rapidez operativa a que se ha trasladado al pensar hace que este se convierta en un mero discurrir, en un saber que no interesa en cuanto a su resonancia significativa sino en el inmediatismo de lo que muchas veces se integra al reinado de lo efímero de lo que sirve para el momento, pero que puede ser desechado en tanto no se corresponde con la utilización de una realidad que aparece como meramente utilitaria. Se podrá preguntar ¿pero acaso no es este el sentido del saber que se hace evidente en el proceso de un aprendizaje que encuentra su pragmatismo evidente en el servir para hacer? Creo que nadie podría negar que la educación sirve para ejecutar los contenidos en la realidad en tanto y en cuanto técnicamente se capacite para ello. De lo mismo podría surgir otra pregunta lógica que exigirá una respuesta abarcativa. ¿El saber que no sirve para hacer, sirve de algo? La respuesta rescataría inmediatamente si ese saber se entiende como una mera experiencia del manipular, hacer funcional al interés personal o técnico o científico, el objeto que debe manejarse o si se inscribe también en el basamento de una conformación que encuentra su entramado en el aspecto de una humanización de lo que aparece como meramente funcional y que solamente encuentra su sentido en cuanto sirve al hombre y al sentido de la vida. Es difícil en la cultura en que vivimos, instalar en los aspectos de la estructura educativa los fundamentos de un nuevo humanismo que aparece como un fracaso en el transcurrir histórico del pensar filosófico. Aquí aparece como esencial elaborar la trama de una realidad a la cual no puedo convertir ni en una mera objetividad ni en una mera subjetividad. El equilibrio entre ambos aspectos de la realidad conforma en gran parte el sentido de la verdad. Afirmar lo puramente objetivo como instrumento del verdadero pensar es caer en lo fáctico en lo que aparece de hecho y que puede encontrar su resonancia fundante en un mero positivismo que trasladado a la praxis social deja de lado, en las interrelaciones de los sujetos lo que se corresponde con la “intentio” es decir con lo que guía la conducta de acuerdo a valores y proporciona por tanto el verdadero sentido de la relación. Puedo disimular mi relación con el otro, puedo tratar de utilizarlo, pero si me aferro a lo meramente mostrativo como hecho, nada de eso tiene importancia. La importancia de la relación social está en fundar en esa relación una significación que hace evidente el reconocimiento del otro como persona, como alguien 3 que a través de su presencia me revela mi propia presencia. De la misma manera tampoco podemos caer en un mero subjetivismo que si bien es cierto, hace posible el descubrimiento de si mismo, intenta en sus extremos convertir el sentido relacional con los valores fundamentales en un mero aprovecharlos en cuanto sirvan o no a los eventos puramente individuales. Ello confiere a toda la estructura axiológica un desmembramiento que se anhela en cada individuo. Por ejemplo: los derechos humanos son producto del deseo, la verdad entendida como evidencia de lo real - no fenoménicamente solamente sino esencialmente - aparece como una mera doxa (opinión) que adquiere su valor práctico en cuanto me sirve para apremiar a los demás con argumentos que son meros medios de aprovecharme de ellos direccionando su saber y su conducta de acuerdo a mis necesidades individuales. Cuando hablamos del sentido de una humanización de los rasgos que constituyen el saber en el plano educativo y nos instalamos en la tesis del pensar sobre lo grave, estamos admitiendo la carencia de fundamentos de lo que debe constituir la fuente de interpretación y de connotación de lo verdaderamente significativo. De aquí surge una pregunta que se muestra muy clara en gran parte del pensamiento contemporáneo y que resulta abarcativa de una cultura que intentando superar el fundamentalismo en la cual coincidimos - no alcanza sin embargo a dar pautas que marquen un nivel del persistir de lo que constituye verdaderamente la señalización del camino de la verdad. Esta evidencia es constitutiva de la fragilidad y lo efímero de lo que se intenta capturar como lo que presta sentido. La sucesión de las significaciones, su rapidez, el 4 aparecer y el desaparecer cuando se ha creído hacer descansar el corazón y la vida en ellas, propician el vacío y el desencanto. Todo resulta efímero, nada se prolonga y de esta manera se rompe el vínculo entre el pasado, el presente y la esperanza del porvenir: “Vivir rápidamente y morir pronto”-; La señalización de la muerte como término del absurdo que construye cada uno en cuanto reniega de lo cualitativo para centrarse en lo puramente cuantitativo no son instancias superadoras que deban incorporarse a una cultura que necesita, a través de la religión, la ciencia, la filosofía, la educación, el arte, etc. volver a los fundamentos. Volver a ello - cuando queremos su superación - no confiere un carácter esencial a un nuevo humanismo. La pretensión está en la asunción de la libertad. Son los caminos que aporten de ella, los que conducen a encontrar lo verdaderamente significativo en el ánimo de volver a un sentido de la vida. Los faros luminosos que iluminan el pensar y donde se manifiesta el espíritu en su libertad, no encuentran obstáculos cuando señalan el camino. Muchos van, muchos vuelven, pero todos conscientes que los caminos a trazar son estimulados por la fuerza del espíritu. Un nuevo humanismo, luego de pasar la cultura por la catarsis de la deconstrucción fuerza la exigencia de que como decía Hegel - de los escombros surja un nuevo pensamiento y también una nueva praxis social que integre lo que hemos sido y lo que seguimos siendo. El hombre nuevo espera... una pequeña luz aparece al final del túnel. María Cristina Ponce Ruiz La convocatoria a estas Jornadas tiene por objeto poner en común la reflexión en torno a la FORMACIÓN DOCENTE, por lo que Filosofía, Psicología, Sociología y Ciencias de la Educación, en tanto áreas disciplinares, resultan sólo perspectivas desde las cuales examinar el tema convocante. Sirva de aclaración para centrar la temática y de localización de la filosofía como una de las posibles ópticas de análisis. La determinación indicada guía nuestro trabajo, que está articulado en dos grandes momentos: por un lado nos interesa lo que conocemos como “paideia griega” que no sólo signa la totalidad de la cultura griega sino que representa el momento inicial de la educación en la historia de occidente. De esta recurrencia a las fuente, obtenemos las pautas para la hoy llamada Formación Docente. Por otro lado, nos interesa el estado actual de la cuestión, es decir, el modo cómo los desarrollos del pensamiento contemporáneo han asumido estas pautas, incluso, conscientes o no de su origen griego, ya que en alguna manera consumarían el sentido histórico (y no historiográfico) de aquel pensar. Desde esta perspectiva, nos ocuparemos de las pautas éticas aplicadas al trabajo de campo de carácter antropológico, cuyo ejercicio implica sin duda el despliegue de su propia dimensión paudética, en la tarea de ejecutar el comprender en el marco de un diálogo intercultural. En el proceso de formación del ideal educativo en la cultura griega, creemos legítimo distinguir dos instancias: la Educación como ARETÉ, cuyo paradigma lo constituye Homero, el poeta educador y la educación como PAIDEIA, cuyo paradigma es Sócrates educador. Si bien la palabra paideia es la que históricamente ha permanecido para indicar la instancia fundacional de la educación en la cultura de occidente, sin embargo tanto su origen tardío. Jaeger (1957) la sitúa en el Siglo V a.c. Esquiló, Los siete, 18, como la propia evolución interna de su semántica que comienza significando crianza de los niños, no nos conduce al origen de la educación griega. Hay pues un origen todavía más prístino, más arcaico (más cercano a la arjé), y es el que se devela a partir del concepto de areté. Aún en este inicio tan arcaico, aún en instancia de absoluto primado de la oralidad conviene mantener la distinción entre educación y cultura o formación. Los contenidos de la educación, transmitido por tradición oral, están referidos a cuestiones de orden ético que atañe a la recta conducta. Esta suerte de preceptiva alcanza posteriormente su fijación a través de la escritura, y con ello se vuelve pública, o más precisamente adquiere otro tipo de publicidad; estas normas éticas que habían guiado la vida de la comunidad “fueron incorporadas a las leyes escritas de los estados” adquiriendo así un status jurídico. Pero también los contenidos de la educación conciernen a asuntos de orden práctico, a habilidades profesionales, a oficios, y pertenecen al orden de la tejné porque pueden ser enseñados. Tan natural y universal como la educación es la cultura, la formación. “La educación no es posible sin que ofrezca al espíritu una imagen del hombre tal como deber ser”. Lo fundamental en ella no es la utilidad sino la belleza, pero “en el sentido normativo de la imagen”. “Es un hecho fundamental de la historia de la cultura que toda altas surge de la diferenciación de las clases sociales, la cual se origina, a su vez en la diferencia de valor espiritual y corporal de los individuos”. (Jaeger, 1957). Esta diferenciación está ordenada a la búsqueda de lo mejor, precisamente porque se trata de la elaboración de un ideal, de un paradigma rector, y de su plasmación en el grupo social que se va a definir por él. Es en este contexto donde empieza a tallar el concepto de areté, que expresa el ideal caballeresco reuniendo bravura y sagacidad en la figura del héroe. Es en este contexto donde cobra sentido la relación por compartir la raíz entre ereté y aristos, que indica lo “selecto en grado superlativo”, esto es, lo noble. Del plexo de ideas que concurren a configurar el sentido de la areté, en el relato homérico, es ésta tal vez la más decisiva. La ética de esta cultura aristocrática de la Grecia arcaica, deja su impronta en el pensamiento posterior, esto es en las formulaciones éticas de Platón y Aristóteles, es así como “el kalon como un apropiarse de la belleza implica la conquista del trofeo de la más alta areté”. Digno de destacar es la subordinación de lo físico a una más alta belleza, como en un momento posterior, lo podemos observar en el Banquete de Platón. 5 Hemos elegido para exponer el momento en que la Educación es concebida como paideia un breve diálogo de Platón; el Criptón, por entender que aquí están expuestos de modo simple y profundo a la vez, no sólo cuestiones pedagógicas, sino los fundamentos de toda pedagogía; por entender que la recurrencia al texto es el mejor modo de ilustrar que significa educación para los griegos de este período y la importancia qué para ellos cobra la dimensión ética de la formación. La argumentación de Criptón centrada en la súplica “sálvate” dirigida a Sócrates que ya ha pasado por todos los momentos procesales del juicio y está a la espera de la ejecución de la sentencia, es ocasión para la refutación de un Sócrates vigoroso que con claridad y firmeza establece dos cuestiones capitales para la formación docente: a) las condiciones éticas que operan como posibilidad del razonamiento recto, b) un concluyente análisis referido a la verdad en el sentido que ella no se define por votación ni se resuelve por mayoría. De aquí concluimos que previo a cualquier investigación “pedagógica”, “metodológica”, etc. la formación docente debe incluir un examen en torno a la Ética. No obstante, y anterior a éste, es preciso definir la concepción antropológica que signará la construcción pedagógica, porque acorde a ella será la paideia a aplicar. Otro elemento decisivo en la formación de los docentes es una definición en torno a la verdad, que como queda claro en el diálogo elegido no es posesión indiscutida de los fuertes, ni de las mayorías, sino que encierra una invitación a investigar. La paideia no se reduce como hoy diríamos, al momento áulico, sino que implica vivir en la filosofía. La muerte de Sócrates es así la consumación de su camino paudético, representa el último acto de una suprema enseñanza. Cuando él muere, recién sus discípulos comprenden. Es que 6 antes, ¿no habían comprendido? Sin duda que habían comprendido, no sólo la paideia de su maestro, sino la concepción de hombre que alienta esta paideia, (preexistencia del alma, etc.) es manifiesto que lo hicieron, pero ocurre que se devela con la muerte de Sócrates una nueva dimensión de paideia, naturalmente, imposible de experimentar con anterioridad, y es aquella que se imparte con el testimonio, que se enseña con la sangre y con vida, y con la conducta cotidiana. Pero estas varias conclusiones nos llevan a otra más radical aún, en esto se juegan cuestiones relativas al poder, tanto en su dimensión institucional (áulica), como a las que atañen a sistemas de imposición a nivel, tal planetario. En el primer sentido nos referimos a: si el “maestro”, el que enseña, es poseedor de una verdad valiosa que escondida, entonces el lugar del maestro es un lugar de dominio. Tiene algo que los otros no tienen y es algo valioso. La concepción de hombre sustentada por Sócrates no da margen para tal actitud, el maestro no tiene nada que enseñar, su tarea es sólo mayéutica. Por eso frente a las acusaciones que se le formulan, escuchamos decir a Sócrates que él no enseñónada, simplemente conversó con todo aquel que quiso conversar con él. En el segundo sentido nos referimos a ese “pensar por una sola vía”, a ese pensar unidireccional, acerca del que con tanto énfasis nos alertara Heidegger (en particular en Qué significa pensar), como un modo nada inocente que sirviéndose de los medios de comunicación se conduce la opinión de la mayoría, sin permitir que el hombre despliegue su condición humana de ser un itinerante y en el camino entre nacimiento y muerte, busca el camino que le es propio en cada caso. Conclusión: conciencia instintiva vs. Conciencia cívica. Para criptón “salvarse” significa mantener la vida a cualquier precio. La vida se alza como el máximo valor. Criptón afirma los valores que corresponde a la vida, a los instintos de conservación, procreación, cuidado de la prole. Para Sócrates, “salvarse” significa otra cosa, la vida no es el valor supremo. Sócrates afirma valores que hacen más bien al alma, a la cultura, a la paideia, a la polis, tales como la verdad, la justicia, la ley. Finalmente (47 a- 49 b) analiza la oposición entre la Opinión de la mayoría y la opinión de los más capaces. Como sabemos, el análisis que preside a todo los otros, incluso a los de carácter ÉTICO, está referido al HOMBRE. No podemos hablar de una antropología en sentido moderno, no obstante, según tal concepción será la paideia a aplicar. Este vivir EN la filosofía, es “Teoría” y ella es un sagrado preguntar cum- templum. Testimonio paudético (o paidético) sólo posible mediante la muerte de Sócrates, como el último acto de un camino paudético. Lo cual despliega dimensiones distintas del inteligir (con la simple razón y con la sangre y la vida). Cuando Sócrates bebe la cicuta, recién sus discípulos Comprendieron (=contemplaron) sólo ahí se hizo luz verdadera sobre sus enseñanzas y ellos fueron por ella iluminados (iniciados). Con la muerte de Sócrates su doctrina alcanza inmortalidad, tanto como la memoria gloriosa del héroe en el contexto de la ética heroica de la Grecia arcaica. Cifford Geertz, antropólogo de la Escuela de Princenton quien ha realizado importantes trabajos de campo sobre todo en las colonias liberadas, nos habla del Pensar en cuanto acto moral, en un artículo publicado bajo el título general de Los usos de la diversidad. Allí analiza las “dimensiones éticas del trabajo antropológico de campo en los nuevos estados”, y para ello recurre a Dewey para quien “el pensamiento es conducta y debe ser juzgado moralmente como tal”. Geertz centra su estudio general en las Ciencias Sociales en tanto abarcantes de su tarea antropológica, y en el desfasaje que las ciencias sociales tienen entre su desarrollo técnico y su estatus ético. El aspecto ético del trabajo de campo genera lo que él llama “ironía antropológica”, que consiste en la radical asimetría entre el investigador y el nativo y es el ámbito de la educación donde se da con mayor evidencia. La donación de sí mismo resulta el único bien que puede brindar el investigador, no obstante las condiciones son tales que la conclusión deviene irónica, por lo que resulta difícil saber qué cosa se ha aprendido en la experiencia educativa y cuál su enseñanza. Este resultado, tal vez desalentador, conduce a una interesante conclusión, y donde creemos se juega aquella pauta ética y que justifica la inclusión de este texto en la presente propuesta. Tal conclusión esta referida la vacuidad e ineficacia de cubrirse con “más y más capas de blindaje metodológico” , porque de lo que se trata es de comprender al otro, y por ello “juzgar sin comprender constituye una ofensa contra la moralidad” (Geertz, C. 1996: 63). 7 Daniel R. Monti Entendemos por racionalismo en un sentido moderno a todo conocimiento proveniente de las ideas innatas, distinto a todo argumento construido con una relación adecuada a través de la experiencia, propio del empirismo clásico. René Descartes, Meditaciones sobre la Filosofía Primera (1641); en ella la idea fundamental de la unidad del saber humano es aquella que funda todos los principios en un gran sistema de verdades enlazadas. Nuestro punto de partida será la diferencia que plantea en la 20 Med., es decir, entre que soy yo y qué soy yo, esta diferencia consiste en la distinción entre esencia y existencia. La intuitus mentis (Cfr. 30 de las regulae) intuye en su infalibilidad a la mens como res, esto es, a la res cogitans, es decir a la mente como substancia; pero, distinto es conocer su esencia, me refiero a las preguntas acerca de quién es él. Respecto a qué cosa es, se responde afirmando con conocimiento certero, es decir, sin suspensión del juicio, que es una res pensante que “. . .duda, entiende, afirma, niega, quiere, no quiere, imagina y siente”, por consiguiente la mens viene a ser una substancia pura, subsistente e independiente y ocupa el rasgo primordial de la indivisibilidad, por lo tanto, es una e individual cuyo atributo es el Pensamiento, a través del cual accede intuitivamente al conocimiento de la substancia. No obstante, habida cuenta que la mente es una substancia privilegiada, no es la única substancia, también lo es aquella substancia que es sujeto inmediato de la extensión, es decir, el Cuerpo. 8 Esto, obviamente, lo soluciona en la sexta Med. Y, es ahí recién, cuando puede responderse a la pregunta de quién es él. Recordemos que al concepto de substancia, Descartes lo recibe según la tradición filosófica que venia desde Aristóteles; éste lo definía ontológicamente de la siguiente manera: “se llama ente, uno por accidente, y otro, por Si”, evidentemente la substancia corresponde al “ente por si”; en cambio, Descartes lleva esta concepción ontológica al plano gnoseológico, pero manteniendo el significado de la tradición, esto es, la de sujeto inmediato y sostén de los demás atributos. La define como sigue: Se llama substancia toda cosa en la que reside como en su sujeto o por lo que existe cualquier cosa que concibamos, es decir, cualquier propiedad, cualidad a atributo del que tengamos verdadera idea”. Lo importante de esta definición, por eso la estamos reproduciendo, es lo siguiente, Descartes a todas las características del concepto le añade una más, la de arché, de principio, es decir, lo demás existe por ella. Esto es lo que filosóficamente, hoy en día, para hablar de postmodernidad siguiendo los estudios principalmente heideggerianos, designamos como conversión del hombre en sujeto, por eso Descartes define: “La substancia en la que está inmediatamente el pensamiento se llama Mente”. La pregunta es: cómo es que la mente viene a ser el principio de la realidad cuando ésta no puede crearse a si misma? Para averiguar esto debemos transitar de la 20 Med. hacia la tercera, en donde encontramos la clave de bóveda y, con lo cual, también podrá justificar al Cuerpo como otra substancia. Para ella Descartes se remite al axioma de la causalidad: La realidad formal de la causa exterior, no debe ser menor que el efecto que a ella corresponde, par consiguiente qué causa formal a eminente corresponde al modo de la representación de la realidad objetiva de la idea de Infinito? sigue Cassirer: “a cada contenido y a cada acto de la representación debe buscársele ahora una causa y una correspondencia real, toda ‘realidad objetiva’ de la conciencia debe referirse -como reza la fórmula escolástica que Descartes hace suya, sin modificarla- a una ‘realidad formal’ del ser”. De esta manera demuestra Descartes la existencia de Dios que, por otra parte, le garantiza el primer principio encontrado, es decir, la mente como substancia ; pues, lo que se trata de probar aquí, en última instancia, no es el ser del sujeto pensante, sino el ser del pensamiento; no es tampoco la demostración de la existencia de Dios sino la existencia indubitable de la naturaleza; es decir, lo que se trata de probar en último término, es la existencia del “yo”, la realidad del mundo corpóreo y, como resulta obvio, todas sus leyes que son de carácter enteramente inmanentes. Hasta aquí el racionalismo de Descartes. Ahora vamos a transitar a David Hume. Entre sus obras más ilustres contamos con el Tratado sobre la naturaleza humana, cuyo manuscrito fue documentado mientras se hallaba en Francia pero publicado en 1738. Hume, como es notoriamente reconocido por la historia, es uno de los principales representantes de lo que conocemos como ilustración ( Aufklarung), cuya revolución cultural nació en el Reino Unido y se expandió en Francia, culminando posteriormente en Alemania, en donde surge, a mi entender, el más grande coloso del proceso de la Aufklarung, el filósofo lnmanuel Kant. No obstante, Hume, diez años después de haber desarrollado el Tratado, reelabora más madura y sencillamente su primera parte, la cual la denomina investigación sobre el entendimiento humano, la cual data del año 1748. La urdimbre de la obra se halla establecida para los dos más considerables principios del empirismo clásico, esto es, no solo que todas nuestras representaciones se fundamentan en la experiencia, sino también que las cuestiones de hecho (= pro posiciones fácticas) no son reductibles a relaciones de ideas. En la parte IV (Dudas escépticas acerca de las operaciones del entendimiento) aplica sus reflexiones al principio de causalidad, cuya tesis es la siguiente: “Ningún objeto revela por las cualidades que aparecen a los sentidos, ni las causas que lo han producido ni los efectos que surgen de él, ni puede nuestra razón, sin la asistencia de nuestra experiencia, sacar inferencia de la existencia real y de las cuestiones de hecho” (Sección IV, parte 1, párrafo 3). Qué se sigue de ella?, pues, que es el hombre quien ensambla las vinculaciones causales en virtud del hábito, es decir, en razón de la costumbre que adviene del pasado y, asimismo, que el racionalismo no es superior al conocimiento empírico (Jaime de Salas Ortueta, 1990). Dicho en otros términos: no hay fundamentos intelectuales para obtener racionalmente la conexión entre las cualidades sensibles y la potestad encubierta que poseen las entidades naturales y, de las cuales, el “yo” no tiene impresiones, en consecuencia, si solo a partir de las relaciones de ideas podemos deducir únicamente las proposiciones lógicas y matemáticas, cuyas ciencias intuitivas y demostrativamente ciertas, sólo pueden inferirse de unos pocos casos particulares una norma universal, por consiguiente, afirmar el principio de causalidad racionalmente no resulta de ningún modo justificable, la cual, por consecuencia lógica arrastra para así decir, al concepto de substancia, pues, éste solo resulta ser una agrupación de ideas aunadas por la imaginación, obviamente, porque no cae en cuenta en el interior del ámbito de las experiencias sensibles, por eso el “yo” no existe como sustancia distinta de las impresiones establecidas por los sentidos. Posteriormente, en Kant, encontramos dos bases fundamentales, primero que existen conocimientos verdaderos, segundo que existen obligaciones morales; ambas se imponen por sí mismos a toda conciencia racional, en consecuencia resulta estéril la pregunta acerca son posibles la ciencia y la moral, la pregunta, en cambio, debe ser formulada cómo son posibles, o sea, qué principios o condiciones lo hacen posible. Aquí sólo nos acotaremos al ámbito de la naturaleza y no al reino de la libertad, es decir, oiremos qué piensa Kant acerca de la substancia y de la causalidad desde un estudio gnoseológico. Critica de la Razón Pura (1781 y 1787 Ed. A y B); siguiendo a Hume otorga el hecho de que no hay impresiones sensibles conectadas entre Si, incluso indica en el párrafo 14 que, justamente, Hume para coincidir con Locke en el sentido que existen conceptos puros en el entendimiento, seria preciso que estos no derivaran de la experiencia sino que fueran a priori, o sea, habría que elucidar la eventualidad de que el entendimiento engendra conceptos que se unen necesariamente en los objetos, pero como el entendimiento no puede ser el fundador de la experiencia, es decir, que estos conceptos, habida cuenta que debieran enlazar, necesariamente a los objetos, no podrían, sin embargo, estar en el entendimiento; por consiguiente, esa repetida asociación en la experiencia tenia que proceder del hábito, de ahí que para Kant, Hume cayó obligatoriamente en el escepticismo, en el instante en que creyó descubrir que lo estimado generalmente como Razón no era más que una ilusión de nuestra facultad de conocer. Kant, no obstante, observa un principio de prioridad para esa unión (verbindung), es decir, a la capacidad de reunir las 9 representaciones unas con otras y conocer toda su diversidad en un solo conocimiento. A esa operación del Entendimiento la llama síntesis y su correlato necesario no puede ser sino su objetividad, la cual nos permite hacer enunciados sobre objetos, por eso, el objeto, entonces, en su más alta significación, es aquello que está conceptualmente determinado en un cúmulo de impresiones que yo he unido y, por lo tanto, a éste objeto puedo enunciarlo como sujeto del juicio de un modo objetivo. Esto quiere decir que el objeto no se identifica en su modo general con ninguna experiencia en particular. Por eso Kant llama quid juris a Deducción Trascendental trata a la condición que determina la experiencia en general (= concepto objeto), sin la cual no habría identidad de conciencia y, a través de la cual, se refleja la unidad de la conciencia (Autoconciencia pura y objetiva), esto quiere decir que el yo no como substancia sino como forma pura no tiene un concepto de si, sino que se revela reflexiva y no intuitivamente en su propia actividad e identidad como principio supremo de todo uso del Entendimiento. En otras palabras el yo tiene un conocimiento de sí en el sentido de una revelación reflexiva para referencia de su unidad objetiva a un contenido de la sensibilidad, al cabo de practicar su unidad sintética. Pero no podemos comprender cómo Kant justifica la “realidad” de la Autoconciencia, sin que ésta sea substante y por consiguiente la “realidad externa” substancial, si no vemos escuetamente su doctrina del Esquematismo. Es aquí cuando el Tiempo como forma del sentido íntimo determina una vez determinado por la que llama la imaginación productora a los Conceptos Puros del Entendimiento, quedando de últimas subordinadas a éstas. Éste es el verdadero sentido de la palabra trascendental, 10 es decir, no sólo la posibilidad del conocimiento a priori, sino, también, la forma a que Conceptos Puros se refieren a priori a objetos. Por eso el fundamento último de la teoría del conocimiento no es la Auto Objetividad de la Apercepción Trascendental, pues de ese modo sería un acto de conciencia remisible a otro acto de conciencia y, así, hasta llegar al “yo substante”; por eso, de la misma manera que el Espacio y el Tiempo son únicos (= Estética Trascendental); así tampoco, el yo trascendental no es remisible a ningún acto de conciencia y, en consecuencia, a ningún otro yo que obré dé substante. La interpretación trascendental nos dice que debe ser comprendida como una contínua interacción entre la forma y la materia, dependiendo persistentemente una de la otra. El fundamento aquí es el conocimiento de un Tiempo Único lo cual resuelve la Auto Identidad y, por tanto, la conciencia de objetos temporales y espacio temporales, sea, tanto psicofísicos en relación al sujeto como objetivos en relación al objeto. Finalizamos indicando que a diferencia de Descartes, la médula del conocimiento no se encuentra en el privilegio de la experiencia interna ante la experiencia externa (Cfr. Refutación del idealismo), sino que tenemos representaciones (Vorstellung) porque hay un mundo de apariencias que recibimos (Erscheinung). Y, también, a diferencia Hume, la Autoconciencia Pura es activa e idéntica (no una ilusión) en tanto idealidad Trascendental de la Realidad Empírica. Por eso el yo es uno y solo, idéntica precisamente porque no es estático, porque puede reconocerse siendo el mismo a través de la persistente sucesividad del Tiempo. De ahí que la Autoconciencia no substante, únicamente puede ser comprendida como un principio que se evidencia por si mismo. Hasta aquí hemos podido resumir el Gran Proyecto de la modernidad, esto es, el de la ilustración. No obstante, como diría Kant, “ésta aún no es una época ilustrada, sino que estamos de camino hacia la Ilustración”; también dice Kant que la Ilustración lleva consigo una máxima: Sapere Aude (= Ten el valor de hacer uso de tu propia Razón). La importante de esta máxima que, sin duda, navega en toda esta exposición, es que1 el Hombre haga uso de su Libertad pública, a sea, de poder criticar (= enjuiciar) todo aquello que encuentre como una suerte de fallas en el sistema, todo esto sin ser, a su vez, amenazado de ser cercenado dentro del mismo sistema público. La pregunta por consiguiente torna en: ¿hemos llegado hoy en día a una época ilustrada?, si sí, entonces la critica nos lleva a una mejor relación entre el Hombre y la Cultura; si no, entonces la represión cultural sigue vigente tal como lo fuera desde siempre; y, entonces, otra vez Kant, el Hombre necesita que el Hombre no sea otra cosa sino un mero pupilo, esto es, evidentemente, a los efectos que la población mundial sea gobernada como mejor plazca a los tutores de turno. Finalizamos abriendo esta exposición con la siguiente pregunta: ¿es ésta nuestra Educación? Mario Arnoldo Alaníz S iempre que se designa o establece un conjunto de contenidos a impartir desde un programa de asignatura las preguntas son recurrentes, las mismas: ¿qué temas o contenidos se propone?, ¿con qué autores?, ¿cómo se definen los contenidos, ejes o módulos?. Debería ser “natural” decidir todo ello sin preguntarse ¿con qué derecho la institución, en este caso, la universidad, o sus agentes deciden que se propone o no?. Como rito permanente e incluso de un modo estandarizado la Universidad a través de sus cátedras realiza de manera simbólica un acto de reafirmación de su “potestad” a partir de la cual sus docentes hablan con autoridad, instituyen su palabra como discurso y señalan lo decidido, como práctica legítima, por alguien que tiene “derecho” a hacerlo. Este acto y el de toda decisión, esconde no obstante algunas cuestiones: la eficacia formal del rito se legitima en el intercambio silencioso con el recién llegado o con el que es alumno ya, el respaldo del prestigio académico de la “casa” en nombre de la cual se habla y a la cual se representa, los conocimientos están fundados en prácticas científicas que no sólo respaldan lo propuesto sino señalan, y excluyen a la vez, todo lo contrario a ello, lo “pagano”, lo “sacrílego”, lo que se funda en el sentido común. Esta situación construye una relación, que es la relación de la institución con todo lo demás, estableciéndose una distancia infranqueable con lo que puedan limitar las expectativas de la institución. Esto es tan así, que hablar de lo que académicamente se propone en cada acto pedagógico es, en nuestro caso, reflexionar sobre nosotros mismos, recordando algunas de las propiedades de toda actividad científica, toda las proposiciones que se enuncian deben aplicarse al sujeto que la practica, es decir nosotros. Nos proponemos en ese sentido dar cuenta en este trabajo de algunas de los significantes más importantes que referencían algunas de las decisiones tomadas o por tomar y el significado que las mismas tienen. Por lo mismo no es un ejercicio de justificación, sino por el contrario, de reflexión acerca de los alcances que aquellas perspectivas tienen en la práctica docente, en el impacto que tiene en el conocimiento de alumnos. También, de manera central esta reflexión supone un breve ejercicio de toma de conciencia y de reconocimiento intelectual del por qué de determinadas propuestas, de su no neutralidad y de sus vertientes ideológicas y políticas. La importancia de la educación Siempre es una situación dilemática decidir que se incluye que se excluye en todo espacio que tenga como fin conocer, estudiar, analizar, reproducir contenidos que refieren a una determinada ciencia. Por lo general se piensa en la utilidad que los mismos tienen para quienes se inician en un determinado proceso formativo y esta utilidad se la concibe de determinadas maneras: en relación a la formación a “alcanzar”, en relación al marco o interés general de la propuesta, cuestiones éstas que se agregan a otro aspecto al cual se le otorga un alto nivel de importancia: las “carencias” formativas de quienes forman parte de la experiencia o las necesidades curriculares del/los plan/es de estudio/s, que en todos 11 los casos asume la importancia del “deber ser” académico. Se supone que toda experiencia formativa debe explicitar parte de sus premisas (no se deja de reconocer y otorgarle importancia a lo oculto, lo no explícito), los objetivos y esto incluye las contribuciones y alcances del proceso formativo mismo. También en si misma la experiencia de formar alumnos alude o expresa las posibilidades de la crítica a las propias prácticas y a las concepciones teóricas que las respaldan, cuestionando o validando los supuestos sobre los que éstas, se respaldan. Desde la perspectiva de cada ciencia existe un relativo nivel de autonomía respecto a lo que a cada cual le compete, ese conocimiento se nutre del aporte de numerosos campos. A través de ello, lo que se propone u ofrece en el marco de las propuestas académicas, busca proveer, otorgar a las personas, en este caso a los alumnos la capacidad de interpretar el mundo, interpretarse a si mismo y hacer inteligible lo que está a su alcance. Se trata, por lo dicho, de orientar un proceso mediante el cual la persona se constituye ella misma como sujeto a partir del empleo del conocimiento como el factor que hace trascendentes las experiencias que se le presentan en el mundo. Así, la búsqueda de la “realización” estará orientada por la perspectiva de lo que va constituyéndose en la persona y como ésta se va localizando en un proceso que contribuye a definir sus futuros actos. Esto es así debido a que el conocimiento no solo se postula como recurso para entender el mundo, también contribuye a la organización de la sociedad y en la distribución de bienes simbólicos que en ella se producen, factores de referencia todos ellos para la acción. Nada dice esto de los sesgos en las formas de acceso y las oportunidades que los individuos, 12 grupos o clases tienen a su alcance, ni las consecuencias que esto tiene en la “asignación de lugares”, posiciones o “privilegios” en la sociedad. No obstante lo mismo, el conocimiento y su recurso más importante que es la educación, reclaman para si el reconocimiento de ser el factor de integración más importante en tanto que instalan o generan intereses sociales y dentro de ello los más individuales. Se comprende en esta apreciación las expectativas de los individuos que se canalizan socialmente y los mecanismos que emplea la sociedad a fin de integrar a quienes son sus miembros. Se debe aclarar, no obstante, que esta apreciación resulta de un posicionamiento ideológico: se lo piensa al conocimiento fundado en el principio de distribución, también personifica y representa un valor, capacidades y fundamentos para su reproducción. El conocimiento manifiesta en torno a sí un recurso que viabiliza su existencia en el tiempo, que favorece su empleo desde múltiples perspectivas y se constituye como un reaseguro en la reproducción social. Debe generar marcos de referencia y de “cobertura”, también líneas de reciprocidad entre las obligaciones sociales y los derechos de las personas1. Desde este mismo principio se explican nociones “identitarias” que vinculan a los sujetos con lo que es la institución básica en lo pedagógico, quien construye prácticas, rituales, celebraciones y emblemas de identificación, dando lugar a la emergencia de un estado de conciencia colectivo que busca conservar las relaciones “estructurantes” entre los grupos sociales. Son estas cualidades las que le dan al conocimiento la posibilidad de generar la conciencia del derecho a ser incluido, no solo en términos sociales, también intelectuales y culturales y de este modo se participa en lo que es el modo de construir y reproducir el orden social. Se debe señalar en esa línea que en el caso de la sociología el interés por lo educativo no es nuevo, por el contrario está en el foco del pensamiento de autores como Durkheim, más adelante en el tiempo podemos citar a autores de la talla de Bourdieu, Bernstein, sólo por nombrar algunos. Aspectos básicos de la relación educación-sociología Creemos que la sociología desde sus inicios aportó elementos para estudiar algunos de los más importantes aspectos de los sistemas simbólicos, las formas como se manifiestan los procesos de socialización según grupos o clases, las estrategias de acceso al conocimiento, todas éstas cuestiones que se reproducen en los ámbitos educativos. En el caso particular de la socialización su importancia radica, creemos, en el “cómo” se instala en el individuo la subjetividad. Es decir cómo se manifiesta la impronta de la sociedad, cuya presencia en la vida de las personas se inicia al momento de la llegada al mundo y mediante los agentes socializadores. Esa presencia se ajusta a caracteres sociales específicos, los componen la sociedad en la que el individuo vive. De este modo la socialización se da de lo colectivo a lo individual, lo social sería lo “constituido”, el sujeto lo “constituyente”. En esta relación cobra importancia el rol de la instituciones educativas y su factor de incidencia más importante: el conocimiento. Son las instituciones educativas quienes contribuyen, no de una única manera pero sí en un alto grado de importancia, a dotar a los individuos del dominio de la lengua, las pautas sociales de segundo orden 2, las buenas formas, los procedimientos intelectuales que siguen a la construcción o reproducción del conocimiento, etc. En el marco de las instituciones educativas o en otros, los individuos constituyen su subjetividad y también una conciencia reflexiva que permite construir relaciones sociales activas con el mundo social o por lo menos con el contexto. No debemos dejar pasar el hecho del severo cuestionamiento al que están sometidas las instituciones educativas en la actualidad, básicamente por las profundas transformaciones operadas en la sociedad, lo que obliga y obligó a pensar los aportes que en esa línea puede hacer la sociología, especialmente lo relacionado con lo complejo e imprevisible de la construcción de subjetividades. Este se pone de manifiesto de un modo claro sólo si se entiende que el individuo y su subjetividad no son solo el resultado de la interiorización de la exterioridad. Teniendo en cuenta ello, el rol de las instituciones educativas, incluso las de más alto de nivel como la universidad, debería estar orientada a contribuir o lograr que la sociedad sea, en términos reales, una totalidad integrada, superando sus contradicciones y diferencias entre clases. En la actualidad enfoques relativamente recientes pusieron fuertemente en cuestión los paradigmas “deterministas” al considerar que la socialización es un proceso mucho más que unidireccional, en parte es vista como resultado de la complejidad de la relación entre individuo y sociedad, en parte también como consecuencia de la participación activa que el individuo tiene en el proceso de construcción de aquella. Esta nueva perspectiva funda el planteo de que si el sujeto sería o es lo que la sociedad determina ( en términos de necesidades, actitudes, intereses) entonces ajustando y adecuando los componentes institucionales se obtendría lo “buscado”. En esa misma línea, perspectivas actuales sostienen que la socialización es no sólo la internalización de valores sino que todo es parte de un proceso de construcción social. Algunos autores3 sostienen que la base biológica del sujeto se encuentra en el cuerpo, pero sus gestos, sus mímicas, sus movimientos no tienen nada de natural, delata por lo mismo experiencias, posiciones y trayectorias; a su vez el aprendizaje reside tanto en la memoria como en el cuerpo debido a que en este último se inscriben predisposiciones, modos de actuar y también valores. Por lo mismo pensar no solo es ejecución de la mente, sino también acciones impregnadas en el cuerpo socializado. Las preguntas al conjunto de nuevos planteos que ponen severamente en cuestión las concepciones tradicionales de socialización serían: ¿qué se socializa?, ¿qué sucede con el ideario de estadonación?, ¿qué sucede en aquellos espacios o instancias donde el estado tiene por lo menos una presencia débil?. Creemos que parte de las respuestas a todas las inquietudes que se generan a las instituciones de formación intelectual y de conocimiento están en las formas actuales de la sociedad, que en su variedad de formas y complejidades ponen en duda la idea de que la socialización es solamente la interiorización de la exterioridad. No es por ello que se esté pensando en la sociedad sin sujetos, se trata en todo caso de pensar las transformaciones de las instituciones en el marco de las sociedades que “caminan”, que se autotransforman, que se “redefinen” en un sentido de complejidad e integración creciente tal como podemos percibirlo4. Las instituciones educativas en general con sus cualidades, sus contradicciones están lejos de parecerse a sus predecesoras, de las que en su evolución son resultado. Su significatividad social es otra, también lo son sus d i m e n s i o n e s institucionales, sus 13 desafíos, sus metas a cumplir. Bajo estas premisas y como institución universitaria nos preguntamos:¿además de los conocimientos específicos qué tipo de sujeto pretendemos formar?, ¿cuáles son las subjetividades que se busca “instalar”?. Se debe aclarar que lejos se está de concebir a las instituciones formadoras como “fábricas”, también es importante destacar la importancia que tienen los aprendizajes “abiertos” y esto constituye un importante factor a la hora de pensar las experiencias vitales de los sujetos, por lo mismo resulta importante tener en cuenta y debatir acerca del significado de las experiencias de formación y también tener en claro esto a la hora de decidir que propone en una asignatura, en un seminario, en una cátedra. Educación e Ideología Desde perspectivas reproductivistas se considera que la educación es la base o el ámbito de reproducción del conjunto de las ideas dominantes. Esta posición se funda en el vínculo existente entre ideas y dominios de clase, algunos de cuyos productos circulan en las instituciones educativas. Visto así la educación sería el medio por el cual se reproducen contenidos específicos de dominación y de reproducción. Estos contendidos, por definición, son sociales, porque es en el seno de la sociedad donde se materializan y encuentran su “forma”. La conciencia, en este sentido, se presenta como algo complejo, que resulta del vínculo entre un elemento de carácter social, que define relaciones entre hombres y que opera en el campo del lenguaje y como unidades complejas de sentido. Ambas son resultado de relaciones a partir de las cuales los hombres construyen su vida en común. La conciencia, por lo mismo, es resultado de la producción social 14 de sentido, orientada por marcos legalizados de dominación de una clase sobre otra y del conjunto de relaciones que los hombres construyen entre sí o con el medio natural. La primera forma de producción conocida alude a la relación entre hombre y naturaleza de donde el primero satisface sus necesidades primarias. De esta perspectiva se desprende el recurso que permite darle al concepto de ideología carácter y significatividad material, es decir de reificación de las relaciones sociales. Perspectivas más modernas sostienen que las relaciones de poder y de dominación se manifiestan incluso hasta en actos de habla, factores o recursos propios de los procesos de interacción social. Habermas 5 sostiene que esto desvirtúa sistemáticamente la comunicación y contribuye a la prevalencia de los sistemas respecto del mundo de la experiencia social vívida en la cual, los hombres se asocian a partir de normas que comparten. Teniendo en cuenta lo dicho, la educación en todo los niveles debería contribuir a proveer los recursos intelectuales que eliminen los elementos distorsivos en los procesos de entendimiento en los que se involucran alumnos, docentes y todos aquellos que participan de relaciones pedagógicas. No se debe dejar de tener en cuenta el hecho de que en todo proceso mental y de reflexión participa el inconsciente, que se sabe que es algo que no se puede controlar, especialmente en los intercambios lingüísticos También desde Habermas se puede apreciar que el registro intelectual permite la traducción de la experiencia social a un registro reflexivo que bien orientado puede tener connotaciones emancipatorias. El requisito a cumplir, según esta posición, se manifestaría en los contenidos de verdad propios de los procesos de formación y es ahí donde juegan su importancia los procesos educativos que abonan los recursos de racionalidad y controlan las distorsiones ideológicas. La educación desde esta perspectiva debería fundar una nueva manera de encarar la ideología, basada en esquemas de interpretación y que estén reforzados por procesos formativos. Luego ésto debería imponerse como recurso para la distribución de poder al interior de una sociedad. Esta perspectiva pondría en cuestión el concepto de ideología, como instrumento puesto a disposición de grupos o clases o como recurso socialmente “dirigido” en esa línea. Asimismo su existencia no dependería de intereses que la preexisten, por el contrario desde la práctica educativa se generarían perspectivas y posiciones que permitan mayor participación de los intelectuales, en este caso los docentes, como responsables de los procesos formativos. Esto de ninguna manera cuestiona el hecho de que la ideología, en su nueva o vieja interpretación sigue siendo social y por lo tanto es producto de la dinámica y del control que sobre ella ejercen quienes dominan la sociedad, lo cual define un marco de interpretación en los sujetos partícipes. Educación y Cultura Durante muchos años se pensó o se creía que la cultura era un sistema de creencias, formas de clasificación, símbolos, recursos lingüísticos, etc., que tenían el papel de reforzar o reproducir los componentes básicos de la vida en sociedad. En la actualidad esta perspectiva está en franco desuso debido a concepciones de cultura que abarcan la totalidad de los intercambios y las prácticas. Así esta noción se manifiesta como “...un repertorio históricamente estructurado, un conjunto de estilos, habilidades y esquemas que, incorporados en los sujetos son utilizados, de manera más o menos conciente, para organizar sus prácticas, tanto individuales como colectivas’”6. La concepción dominante del término cultura estuvo asociada a los principios dominantes en el campo de la sociología o antropología, en el caso de la primera disciplina, Durkheim fue quien estableció que la sociedad se constituía a partir de sentimientos, formas de pensar, normas, etc, que se comparten ortodoxamente. Desde esa perspectiva las instituciones educativas tenían asignada la tarea de reforzar, desde una perspectiva pedagógica, los lazos morales de una sociedad. La agencia socializadora se establecía a partir de articulaciones funcionales entre lo que debía realizar con ese fin la familia, la escuela, la iglesia, etc., en la reproducción de un vínculo nomaterial que constituye la conciencia colectiva. Durkheim en “La división social del trabajo”, intenta establecer los pilares de una ciencia cuyo objetivo era estudiar los fenómenos morales con el fin de poder acceder al conocimiento de cómo los valores, las normas, las pautas dan sustancia a las distintas formas de sociedad. Este planteo es correspondido por la creciente evolución que se observa en los distintos tipos de sociedad como consecuencia de la transformación de los distintos tipos de solidaridades, vínculo inmaterial éste, que es reforzado o establecido por las agencias mediatizadoras entre sociedad e individuo. De este modo es que la transformación que se observa es en esencia cultural por cuanto lo que se va transformando son los lazos o las concepciones del vínculo que une a las personas. Así surge la correspondencia que hay entre formas de clasificación, creencias colectivas y tipos de organización social. Los esquemas clasificatorios, desde esta perspectiva, se constituyen como la instancia básica para que los grupos puedan existir, esto es así debido a que la sociedad como instancia organizada, implica además un orden que se reproduce en tanto mantiene los vínculos y los límites simbólicos de lo que representa. Desde la perspectiva interaccionista de Goffman, por ejemplo, se propone pensar que las interacciones cara a cara son actuaciones ritualizadas que presuponen el dominio y el control de habilidades construidas socialmente. Así la noción de máscara representa un conjunto de repertorios, resultado de construcciones culturales que son empleadas para “señalar” a otros mediante el control de la impresión que causa en ellos. En la “Ideología Alemana” Marx reflexiona sobre las mistificaciones que ocultan los significados más evidentes de la dominación social. Esto se evidencia en los procesos de conformación de las ideas y así la cultura es la representación de la vida social y que se reproduce al compás de las condiciones materiales y las relaciones sociales de las cuales son productos. Con Max Weber en cambio la noción de cultura surge casi “espontáneamente” en su producción pues como bien se sabe, no son componentes materiales los que orientan las acciones de las personas, por el contrario las personas están motivadas por ideales e intereses orientados por la búsqueda de un fin. Para otros autores como Bourdieu la idea de cultura se manifiesta en los lazos y las estructuras de dominación legitimadas por la tarea social que llevan cabo instituciones tales como la escuela. Es por lo mismo que se constituyen como instrumentos de dominación y el soporte a partir del cual los individuos “ordenan” su comprensión del mundo y de la lógica del orden social. En la vida de todos los días eso se manifiesta como un habitus generador de prácticas, como repertorio estructurado y estructurante de gestos, actitudes y acciones individuales. También debe señalarse en esa línea al conjunto de disposiciones internas 15 que los agentes personifican y objetivan a partir de su durabilidad. También, por supuesto, la cultura se manifiesta en habitus y en formas que la escuela y otras instituciones contribuyen a establecer como algo objetivado en: libros, arte, ciencia, etc., “aptitudes” institucionalizadas en certificados de conocimientos adquiridos e incorporados en esquemas de percepción, evaluación y acción. El componente “práctico” del habitus se expresa en campos donde circula un elemento específico y que contribuye a definir el espacio de competencia. Las prácticas, por lo mismo, se articulan con la sociedad y el principio de organización se manifiesta en la distinción7 . Así surge, asociada a ella, la posibilidad de pensar la cultura como una forma de producción diferenciada (por diversas instituciones) y que se manifiesta en un tipo particular de productor y agente. Los condicionantes que se manifiestan en la producción cultural están asociados a la autonomía relativa que se dispone a la hora de la producción de bienes, pues se ve la misma como producto histórico y ligado al desarrollo particular de cada sociedad. Recordemos que el campo de la producción de bienes se expresa como un sistema de relaciones entre posiciones e incluye obras, instituciones y a un conjunto de agentes intelectuales. Cada uno de estos agentes pertenece al campo y debe su posición al conjunto de propiedades irreductibles que se posee. La cultura, vista así, no es un producto exterior al individuo, es decir como una determinación exterior al campo intelectual, ninguna obra, libro o producción científica, se conectan con la sociedad global, ni siquiera con su clase de origen, por el contrario la relación se da a partir y a través de la estructura del campo en que está inscripta. 16 Como compensación el campo opera devolviéndole a cada agente lo que representa públicamente su obra (sea del tipo que fuera) y con la cual se identifica. La producción de bienes está sometida a la vez a la lucha por la legitimación entre quienes se encuentran ubicados en distintas posiciones o rangos, que aunque diferenciados están en conexión con las estructuras del conjunto del mundo social y por lo tanto es refractario a sus conflictos. Las instituciones educativas desde esta perspectiva aparecen como las grandes forjadoras de recursos intelectuales, culturales y profesionales acumulados por los integrantes individuales, los grupos y los núcleos asociativos jerárquicamente constituidos en una formación históricamente determinada. Este capital también se manifiesta en otras formas de posesiones tales como la propiedad económica, el poder político o la red de relaciones sociales. Este tipo particular de capital es propio de las sociedades modernas, es decir en todas aquellas donde el proceso educativo se organiza en ciclos cada vez más extensos de educación formal, el último de los cuales le compete a la universidad. Los estudios de postgrado, la lucha por la adquisición de títulos académicos, el complejo sistema de acreditación para el mercado de trabajo, son sólo algunos de los ejemplos que se pueden señalar en relación a lo dicho. Resultado de ello, es la expansión de grupos y categorías profesionales especializadas en sectores y rubros tal como que se manifiesta en la compleja división social del trabajo que se observa en la actualidad. Como expresión de lo dicho antes, se puede señalar el hecho de que los cuadros dirigentes mejor posicionados en el mundo del trabajo son en su mayoría portadores de instrucción superior, dominan lenguas extranjeras, procesos tecnológicos altamente calificados como algunos de los componentes básicos de la cultura moderna, a diferencia de lo que sucedía en sociedades no desarrolladas donde el manejo de todas las formas de poder se restringía a sectores de élite. Esto constituye uno de los desafíos que deben afrontar las instituciones educativas, el de distribuir bienes culturales y conocimiento entre quienes no tienen asegurada su existencias material. En ese sentido al capital escolar lo concebimos como la forma más institucionalizada de capital cultural y facilita a sus poseedores el acceso preferencial a ocupaciones y posiciones de importancia. Educación y Conocimiento Se sabe y se ha sostenido hasta el cansancio que el conocimiento es un producto social y que su estudio implica el estudio de las condiciones sociales bajo las cuales este se produce, se utiliza y se transmite. Se debe aclarar que desde perspectivas sociológicas clásicas y contemporáneas el conocimiento se manifiesta de dos maneras diferentes: el universal que para algunos especialistas se trata del conocimiento que resulta del sentido común, el segundo constituye el conocimiento científico y cuyo desarrollo está vinculado indefectiblemente a la actividad académica y profesional. Otros autores como Mannheim sostienen que el conocimiento puede ser enunciado en términos de determinaciones sociales y no solamente a partir de la naturaleza de las cosas. Así el conocimiento no resulta de iniciativas individuales, sino por el contrario, es el producto de las determinaciones o propósitos de grupos. Resta conocer, a partir de esta perspectiva, el grado de influencia que tienen las dimensiones sociales en el tipo de conocimiento que se obtendrá. Más adelante en el tiempo con Merton, se estableció lo que él denominó “estructura normativa de la ciencia” que es un conjunto de orientaciones de carácter normativo que regula la actividad de los científicos y se constituye como el deber ser de quienes se dedican a la producción de conocimiento. Así el conocimiento y su desarrollo está tutelado por marcos prescriptivos que determinan como se produce. Nada dice ello acerca de la influencia de los marcos normativos en la calidad de la producción en sí, ni de las condiciones que facilitan su producción, es por ello que la ciencia se puede pensar también como un espacio autónomo de producción y de relaciones. Otro aspecto a considerar tiene que ver con el establecimiento de la división entre factores internos y externos en la producción de conocimiento científico, esto último permite fijar la atención en las relaciones entre sujetos y las instituciones facilitadoras o promotoras de la producción de conocimiento, con la salvedad que se deja de lado el mecanismo mediante el cual el conocimiento se elabora, se comprueba se valida o directamente se rechaza. Para finalizar, otro aspecto importante que se pone en evidencia son las relaciones que regulan la producción de conocimiento y cómo la distribución de poder y los principios de control se traducen en códigos pedagógicos concretos con sus modalidades. Así se establece el vínculo entre las macroestructuras de poder y control por un lado y los microprocesos de la formación pedagógica. Esto hace posible la descripción, el entendimiento y la inteligibilidad de los resultados de aprendizaje. Así los sistemas de transmisión y adquisición ponen de manifiesto, pero sobre todo “... legitiman las funciones habilitadoras e inhabilitadoras de las relaciones de poder que trasmiten y en las que éstas se fundan” (Bernstein;1998;222). Esto es así porque las instituciones educativas seleccionan e integran los significados que definen (arbitrariamente) como relevantes, 17 además establecen y diseñan las formas más viables de realización a partir de la importancia que se le asigna a los contextos evocadores o legitimantes. BIBLIOGRAFÍA Auyero, J. – Benzecry,C. (2002). Cultura. En: Términos críticos de sociología de la cultura. Edit. Piados. Bs Aires. Bernstein, B. (1998). Pedagogía, control simbólico e identidad. Edit. Morata. Madrid Bourdieu, P. (1990). Sociología y cultura: Edit. Grijalbo. México ————————(1998). La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Edit Taurus. Madrid. ————————-(2000). Poder, derecho y clases sociales. Edit Desclée de Brower. Bilbao. Dubet, F, - Martuccelli, D. (1996). En la escuela. Edit. Losada. Madrid Durkheim, E. (1985). La división del trabajo social I y II. Edit. Planeta- De Agostini. Barcelona. Elías, N. (1994). El proceso de la civilización. Edit. Fondo de cultura Económica. México. Giddens, A. (1993). Durkheim. Escritos selectos. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires. Goffman, E. (1994). La presentación de la persona en la vida cotidiana. Amorrortu Editores. Buenos Aires. ———————— (1995). Estigma. Amorrortu Editores. Buenos Aires. Habermas, J. (1991). Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. Amorrortu Editores. Bs Aires. ———————— (1994). Teoría de la acción comunicativa: complementos y estudios previos. Edit. Cátedra. Madrid. Houssaye, J. (comp.) (2003). Educación y Filosofía. Edit. Eudeba. Buenos Aires Larrosa, J. (comp.) (1995). Escuela, poder y subjetivación. Edit. La Piqueta. Madrid. Marx, K. (1985). La ideología alemana. Ediciones Pueblos Unidos. Buenos Aires. Weber, M. (1993). Ensayos sobre metodología sociológica. Amorrortu Editores. Buenos Aires. ———————(1994). Economía y sociedad. Edit. Fondo de Cultura Económica. México. (Footnotes) 1 Durkheim demostró en la División social del Trabajo que la emergencia 18 del individuo solo se da en el marco de una sociedad complejamente articulada, teóricos de la sociología más actuales le otorgan a los marcos sociales el carácter de recursos de los cuales son apropiados los sujetos y fundan su práctica. 2 Son aquellas que empiezan a establecer en el individuo nociones de pertenencia y a otorgarle recursos que permiten definir y construir relaciones, con pares y con cosas. 3 En su libro Antropología del cuerpo y modernidad David Le Breton sostiene (2002; 08) “...el cuerpo es el lugar de la cesura, el recinto objetivo de la soberanía del ego. Es la parte indivisible del sujeto, el factor de individuación en colectividades en las que la división social es la regla” . 4 Tal demostración la llevó a cabo Norbert Elías en su obra El proceso de la Civilización. 5 Teoría de la Acción Comunicativa: complementos y estudios previos 6 Auyero y Benzecry en su artículo “cultura” del libro Términos críticos de sociología de la cultura sostienen que la cultura además es un patrón de consumo y estilo, reforzado por prácticas culturales, prácticas intermedias entre la utilidad y lo estético. En definitiva se trata de una nueva economía, la de bienes culturales, simbólicos y de concepciones. 7 Bourdieu sostiene en la Distinción: criterios y bases sociales del gusto que “...las competencias culturales, por el hecho de ser adquiridas en campos sociales que inseparablemente son mercados en los que reciben sus precios son solidarias de estos mercados, y todas las luchas relacionadas con la cultura tienen como apuesta la creación del mercado más favorable para los productos que llevan en las maneras la marca de una clase particular de condiciones de adquisición, es decir de un determinado mercado. Susana Cambursano A modo de inicio ... R esulta imperativo señalar la relevancia de estas Jornadas de Formación Docente, que tienen como sublema la perspectiva psicológica y sociológica, en tanto abordan una temática central desde la teoría, la técnica y la reflexión sobre la propia práctica que es lo que se impone, sobre todo en momentos en que la palabra formadores se encuentra tan vapuleada y sospechada. En este sentido recuperamos la importancia de este ámbito para revisar, desnudados de nuestra omnipotencia, nuestro hacer con la pretensión de mejorar, optimizar, recrear, resignificar generar efectos de cambio, promover instituyentes. Los espacios compartidos tienen una riqueza y una pluralidad en sus funciones en tanto actúan como tramas de sostén, generadores de conflicto, lugares para exponer y exponerse, ámbitos para discutir, confrontar , intercambiar , acordar o no . La posibilidad de reflexionar y poner en análisis nuestros espacios comunes potencian el valor formativo de los mismos. Parafraseando a Fernando Ulloa expresamos que “ no es cuestión de reunirse para entenderse, es cuestión de reunirse para que todos entiendan “1 y en el “ que todos entiendan” está presente la diversidad, la alteridad, que tanto cuesta admitir a pesar de los discursos enunciativos . “ La manía de la unidad nos ha impedido aceptar, de buen grado, lo diverso pese a que vivimos en tiempos de exaltación de las diferencias: éstas en la práctica y especialmente en la práctica cotidiana se toleran mal. La diferencia es buena cuando es la propia, pero deja de serla cuando es del otro. “ 2 En esta línea de pensamiento precisar el posicionamiento devela, revela y da soporte al modo de operar. El tema seleccionado para esta presentación se proyecta desde la práctica docente y desde la Psicología en tanto disciplina que conjuga la dimensión subjetiva individual y su variante lo intersubjetivo social que se escenifican en las conductas de los sujetos La identidad profesional, docente y psicóloga, dibuja líneas, perspectivas, miradas, supuestos, modos de intervención, que resultan convergentes, se anudan e impregnan el abordaje de la realidad de los sujetos, en lo singular y colectivo, en lo conciente e inconsciente. Responde a una lógica de trabajo pedagógico apuntalada por la libertad de expresión, el ejercicio de la postura crítica, la participación, el debate, la búsqueda de un aprendizaje pleno e integrador y la humilde pretensión de recrear algunos “caminos en el aprendizaje “. Propone y sostiene una noción del conocimiento como construcción compleja, dialéctica, atravesada por las contradicciones, los cuestionamientos, las coincidencias, el disenso, la creatividad, lo vincular. . Algunos de los supuestos... · Se parte de una concepción totalizante del sujeto aprendiente, donde las funciones cognitivas, afectivas, volitivas y relacionales interactúan para optimizar el aprendizaje y los contenidos subjetivos, ligados a significaciones personales y sociales, concientes e 19 · · inconscientes, potencian lo cognitivo. El vínculo pedagógico se edifica desde una relación permanente, sostenida y comprometida donde los ejes principales son la comunicación, la contención y el respeto. Este ejercicio, sin lugar a dudas, imprime, fortalece el aprendizaje y actúa preventivamente frente a la patología vincular Se concibe al aprendizaje como “ un acontecer doloroso, unido a procesos dramáticos, de desgarramiento, atado al cambio, al cuestionamiento del orden y a la generación de instituyentes “ 3 El proceso de aprendizaje genera ansiedades en la medida que nos confronta con lo desconocido e insólito y uno de los “ secretos de enseñar “ consiste en provocar niveles óptimos de confusión que resulten movilizadores, no paralizadores. Los anudamientos teóricos ... Los aspectos conceptuales se hilvanan a través del recupero de las palabras que componen la titulación de esta exposición. El acto pedagógico “es la unidad que contiene las relaciones y elementos esenciales del acto educativo “ 4. Básicamente si pretendemos develar su misterio y caracterizarlo, siguiendo el pensamiento de Marta Souto, diremos que es un encuentro, una relación, un proceso interactivo, una realidad concreta, un hecho simbólico y un acto imaginario. Pero además cumple la función de ligar o articular aspectos disímiles pero dialécticos como presente pasado, individual - social, real simbólico e imaginario, conocidopor conocer, y en definitiva pensado, sentido y actuado. El acto pedagógico es un entrecruzamiento de componentes subjetivos e Intersubjetivos; es un acto 20 psíquico en cuanto compromete al sujeto y es un acto social en tanto dramatiza una forma vincular. En ese contexto no puede ser pensado desprendido de la asimetría, como un personaje que encarna el juego del poder. Según Ardoino el poder es la influencia de uno sobre otro o sobre sí mismo.” Poder hacer “ o “ poder hacer hacer “, poder sobre el acto ajeno , poder sobre el propio acto, poder represor, poder productor, potencia de dominio, potencia creativa . Definitivamente afirmamos que el acto pedagógico es asimétrico, en tanto supone el ejercicio de las relaciones de poder. Frente a esto nuestra salida es analizar nuestra implicación, “ desenmascarar la supuesta neutralidad de lo pedagógico, legitimar el poder en lo pedagógico” 5, poder erigirse en modelo identificatorio, pensándose y asumiéndose desde los propios aspectos autoritarios. En lo referente a la cuestión vincular nos aproximamos a la noción de vínculo siguiendo la postura de P.Riviere que afirma que es “ una estructura compleja que incluye un sujeto, un objeto, su mutua interrelación con procesos de comunicación y aprendizaje. Esto sobre la base de las necesidades, fundamento motivacional del vincular, en toda estructura vincular el sujeto y el objeto interactúan, realimentándose mutuamente. En ese interactuar se da la internalización de la estructura relacional, que adquiere una dimensión intrasubjetiva. El pasaje o internalizacion tendrá características determinadas por el sentimiento de gratificación o frustración que acompaña a la configuración inicial del vínculo, que será entonces un vínculo bueno o un vínculo malo ... las estructuras vinculares articuladas en el mundo interno, condicionan las características del aprendizaje de la realidad ...” 6. El conjunto de estrategias vinculares se van internalizando y en ese proceso generan matrices que se van uniendo estrechamente a la salud o a la enfermedad, a la plasticidad o al estereotipo , como modelos de aprendizaje . El vínculo pedagógico si bien se construye de a dos, entre dos, en realidad supone autenticas redes, tramas, un entretejido, donde se despliega un abanico de posibilidades. Así podemos identificar la relación docente - alumno, docente docente, alumno - alumno, alumno – conocimiento, docente – conocimiento y en definitiva la triangularidad docente – alumno – conocimiento y la cuadrangularidad docente – alumno – conocimientodeseo. El deseo del formador no puede ser tangencial, ni debe enajenarse de la práctica formativa, supone el vértice subjetivo y deseante que potenciará o no el proceso, en las intrincadas relaciones poder, saber, deseo . Esto da cuenta de la cuestión vincular o complejidad del vínculo pedagógico (“complexus, lo que está tejido junto “ al decir de Morin) que remite a “ un entre dos que constituye un entre tres para un entre todos ...” 7 A modo de síntesis parcial, el acto pedagógico es ...una cuestión vincular, en tanto dramatiza en el escenario educativo el interjuego entre lo subjetivo e intersubjetivo, el saber el poder y el deseo, condicionando la calidad del aprendizaje. Lo que diferencia calidad de nivel, en los aprendizajes, está relacionado con la categoría de la que se desprenden ; la calidad es un rasgo cualitativo definido por la percepción de un bienestar subjetivo en el proceso de apropiación; el nivel, en cambio, se refiere una categoría economicista relacionada a lo cuantitativo. En algún sentido el acto pedagógico es una aventura en tanto evoca lo nuevo, desconocido, por venir, pero además en ella se ponen en juego lo intelectual, emocional, corporal y social, como componentes de la condición de integralidad y potencialidad, de los sujetos. Algunas reflexiones... “En la actual definición de educación, tanto en la versión espontánea como en la enciclopédica está siempre presente la idea de que hay que cubrir una falta. Pero no cabe hacerse ilusiones. Ningún programa pedagógico seria capaz de suplir una carencia, de llenar este agujero. También para la relación educadoreducado vale la formula de Lacan sobre el amor: “dar lo que no se tiene a alguien que no lo es ...” 8 La educación en un sentido amplio y el aprendizaje en un sentido estricto se sustentan en una aporía entre el deseo de enseñar y la intencionalidad de aprender, un pasaje de lo pulsional a lo simbólico, un camino que se abre a la curiosidad, a la aventura de indagar y posibilita la puesta en juego del deseo de saber . “Apropiación instrumental de la realidad para transformarla “, es lo que expresa P.Riviere cuando al aprendizaje se refiere y esto lo define claramente desde los procesos activos productores y no reproductores, de adaptación y no de acomodación , posicionándolo en relación a la subjetividad y a la salud Aprendizaje, afectividad y vincularidad, son procesos interdependientes, su ligazón no es coyuntural, externa, ni accidental, es esencial. Quien aprende adecuadamente construye un lazo autónomo, transformador y sobre todo activo, con la realidad. Es en este punto donde surgirán la estereotipia o el aprendizaje. Los sujetos se mueven en una intrincada trama vincular, cada vez mas sujetos o cada vez mas objetos, constante contradicción condicionante – condicionado, productor – producido. 21 El vínculo que se instala entre el docente y el alumno, es la base de aprendizajes exitosos, firmes y gratificantes, pero además previene situaciones de desajustes o patología vincular entre las que se identifica la violencia que también se presentifica en los ámbitos universitarios. Aunque con un matiz diferente que no se aproxima a la violencia física sino a la relación existente entre el sistema de confianza que la sociedad tiene depositado en ella. Es muy significativa la perdida de credibilidad social que se relaciona con las magras garantías que una formación universitaria aporta a un proyecto de vida, salida laboral etc Por todo lo expuesto mi intencionalidad en el desarrollo de esta exposición esta ligada a: · Compartir algunas reflexiones en el marco del quehacer docente y del ejercicio del rol · Recuperar la expresión formadores en toda la dimensión y profundidad que su sentido encierra y hacernos cargo de la responsabilidad, compromiso, profesionalidad y equidad que nuestro quehacer implica o supone. · Priorizar la relación docente – alumno, en la búsqueda de un aprendizaje pleno que jerarquice la importancia del vínculo y contemple al sujeto en su condición de ser integral desde una perspectiva cognitiva, afectiva, volitiva y relacional. · Atender a la recuperación de los diferentes objetivos planteados en los espacios curriculares, no desde la mera enunciación sino desde su aplicación, dando, en ese marco, prelación a los aspectos actitudinales que constituyen el terreno sobre el cual se afirman y sostienen los restantes, esto es conceptuales y procedimentales. Al cierre ... Al llegar al final apelo a la fuerza del discurso de Paulo Freire como una forma de anudamiento del pensamiento y la actitud que 22 deberían impregnar nuestro quehacer profesional “ La educación es un acto de amor y por lo tanto un acto de valor ... no puede temer al debate, al análisis de la realidad ...no puede huir de la discusión creadora, bajo la pena de ser una farsa ...” Para cerrar quiero citar una frase que forma parte de mi acervo y que se incorpora, confirma y reafirma cotidianamente en mi hacer docente “ No enseña quien quiere sino ...quien puede ...” Freud señalaba ya la presencia de “ profesiones imposibles ...la educación , la terapia y el gobierno “9 Bibliografía consultada · Camps, Victoria Los valores de la educación. Editorial Anaya. · Frigerio, G. y Poggi, M. El análisis de la Institución Educativa. Hilos para tejer proyecto. 1996. Editorial Santillana . Buenos Aires. · Guattari , Félix y otro. La Intervención Institucional. 1987. Editorial Plaza y Valdez. México · Quiroga, Ana: Enfoques y Perspectivas en Psicologia Social. Desarrollos a partir del pensamiento de Pichón Riviere. 1990. Ediciones Cinco. Buenos Aires. · Schlemenson, Aldo y otros: Organizar y conducir la escuela. Reflexiones de cinco directores y un asesor. 1996. Editorial Paidós. Buenos Aires. · Sorín, Mónica: Creatividad. ¿ Como, por que y para quien?. 1992. Editorial Labor. Buenos Aires. · Souto, Marta: Grupos y Dispositivos de Formación. 1993. Edición Novedades Educativas. Buenos Aires. · Souto , Marta: Hacia una didáctica de lo grupal. 1996. Ediciones Miña y Dávila. Buenos Aires. (Footnotes) 1 Fernando Ulloa: Primer encuentro en el Espacio institucional. 1991 2 Victoria Camps: Los valores de la educación. Editorial Anaya. Pag. 92 3 Mónica Sorín. Creatividad. ¿Como, por que y para quien ? . 1992 . Editorial Labor . Pagina 34 4 Marta Souto . Hacia una didáctica de lo grupal. 1996. Ediciones Miña y Dávila Pagina 41. 5 Marta Souto. Ob. Cit. Página 45 . 6 Ana Quiroga. Enfoques y Perspectivas en Psicologia Social. Desarrollos a partir del pensamiento de Pichón Riviere. 1990. Ediciones Cinco. Pagina 21. 7 Frigerio y Poggi : El análisis de la Institución Educativa . Hilos para tejer proyectos . Editorial Santillana . 1996 . Buenos Aires . 8 Aldo Schlemenson y otros. Organizar y conducir la escuela. Reflexiones de cinco directores y un asesor. 1996. Editorial Paidós. Pagina 139. 9 Frase citada por Mannoni. La Educación Imposible. 1879. Siglo XXI. México. Eduardo Román Gordillo La propuesta de reflexionar acerca de la práctica docente desde los aportes que puede sugerir la ética es una empresa muy vasta. Por ello quiero concentrar la atención en la relación que se puede establecer entre la profesión docente y ethos del docente. Profesar la docencia es hacerse cargo de la educación. Tomarla como un hecho, como un proceso, como una realidad que constituye el propio proyecto de vida. Más aún en el caso de nuestra especialidad que además se hace cargo de la educación como objeto de estudio. Esta peculiaridad agrega un plus al abordaje de la complejidad de la práctica docente. Somos docentes y somos especialistas en docencia (o, por lo menos, así debiera ser). Aquí entra a jugar el concepto de ethos, que originalmente es un término griego, y cuyo significado hace referencia al conjunto de actividades, convicciones, creencias morales y formas de conducta, ya sea de una persona individual o de un grupo social o étnico. Por ende, se trata de un concepto que expresa una realidad dinámica y compleja: la vida humana. La ética y las ciencias sociales la han tornado coma herramienta conceptual, pues consideran al ethos coma fenómeno cultural, coma la facticidad normativa que acompaña a la vida humana. Es decir, que el concepto ethos intenta comprender el entramado de sentidos que ordena y sostiene el obrar humano. El ethos es el marco y el contenido de las obras que cada persona hace en el seno de su comunidad, así como del conjunto de esas obras considerado como una unidad sistemática. Ahora bien: ¿Qué relación tiene el ethos con la profesión docente? Porque, en sentido antes expresado, el ethos es un atributo de cualquier persona. ¿Entonces cuál es la peculiaridad que este tiene para aquellas personas que profesan la docencia? El ethos del docente seria el conjunto de actividades, convicciones, creencias morales y formas de conductas que desarrollan los docentes tanto individual como colectivamente en tanto que docentes, ya sea en tanto- que profesantes de la educación. Tenemos, entonces, que el conjunto de actividades, convicciones, creencias morales y formas de conductas del docente (que, además conforman su ethos) deben ser aquellas que convienen a su profesión y rol social de educador. El ethos del docente, así entendido, fundamentalmente se realiza en dos sentidos que mutuamente se necesitan y se complementan. El primer sentido tiene que ver con el perfeccionamiento propio de la persona que ejerce la docencia, pues debe alcanzar la satisfacción de su proyecto de vida por medio de la profesión. Y el otro sentido tiene que ver con el servicio social que está implícito en dicha profesión, porque no se ejercita la docencia para mérito propio únicamente (o, por lo menos ello no debería ocurrir), sino para satisfacer una necesidad cultural y social —la pervivencia del modo de ser de un pueblo— en las necesidades y vicisitudes particulares de cada alumna y alumno. Aquí cabe introducir la cuestión de la deontología. Porque justamente es la disciplina ética que se encarga, según nos la revela su etimología, de aquello que - es menester, de 23 aquello que es necesario, de aquello que conviene al recto ejercicio de la profesión. Y es una disciplina ética porque, como ella, consiste fundamentalmente en un determinado modo de reflexionar sobre el ethos, un encontrarse con el ethos no como meramente un hecho, un fenómeno cultural, sino como una manifestación del misterio del hombre desplegándose en el espacio y el tiempo. La deontología y la ética, además de ser formas de reflexión propias de la práctica docente, y que componen en gran medida aquello que se denomina “curriculum oculto”, son también parte del curriculum explícito, sobre todo para los especialistas en filosofía y ciencias de la educación. Pues justamente debemos abordarlas como contenidos actitudinales y conceptuales a enseñar. Y ella es de por sí solo un problema bastante complejo. Pero, bueno, ese no es el tema que habíamos propuesto. ¿Qué implica una reflexión deontológica en y para la práctica docente? Primeramente, supone reconsiderar los requisitos y las cualidades morales necesarios para el ejercicio de la docencia; luego, revisar las obligaciones del docente y las consecuentes virtudes que debe cultivar; y, finalmente, ponderar la propia reflexión deontológica a la luz del contexto en el que le toca vivir y de las nuevas aportaciones teóricas de los pensadores actuales. Tradicionalmente se postulaban tres requisitos para el ejercicio de la docencia que, a mi modesto entender no han perdido vigencia. El primero es la ciencia, es decir, el conocimiento propio y apropiado para el ejercicio de la profesión; el segundo es la idoneidad, o sea la aptitud física y psíquica de la persona para afrontar las acciones y responsabilidades inherentes a la profesión; y el tercero es la vocación, vale decir, la vivencia del llamado a ejercer ese rol social como forma de planificación personal. 24 Claro, la ciencia en su vertiginoso avance alcanza una progresión y complejización en proporciones geométricas que no permite que una persona pueda dar cuenta del estado actual de un determinado saber, y menos todavía de los límites entre saberes. Eso es un problema importante a tener en cuenta a la hora de precisar el alcance de éste primer requisito. Por otro lado, la idoneidad física y psíquica se torna cada vez más compleja de definir, pues los criterios para determinar la salud han dejado de ser rígidos y los riesgos son cada vez más frecuentes. La práctica docente se hace cada vez más exigente para el cuerpo y para el espíritu del profesional docente, porque la relación con el alumno y con la institución educativa implican variables tanto de orden sociopolítico-cultural, como las de orden afectivo, emocional, espiritual y cognitivo. A su vez, la vocación es una cuestión que solo es referida como atributo de generaciones pasadas de docentes y no es abordada o, por lo menos, es eludida cuando se trata de las nuevas generaciones de docentes. La cierto es que la preeminencia del criterio economicista a la hora de elegir el futuro hace que los jóvenes pierdan la oportunidad de reflexionar acerca de su vocación. Este es otro tema que exige ser considerado a la hora de reflexionar sobre la práctica docente. En correspondencia a estos requisitos para el recto ejercicio de la docencia, se encuentran las cualidades morales propias del profesional docente. La primera de estas cualidades es la autoridad, pues la pericia en el ejercicio de la profesión permite que una se erija en autoridad, no por el abuso del poder, sino por el justo conocimiento y ejercicio de dicho poder. El conocimiento es poder y la autoridad es fruto del ejercicio adecuado de dicho poder. La segunda cualidad moral se desprende de la primera, porque el ejercicio del poder, es decir la autoridad, es regulada por la responsabilidad. No es suficiente saber qué hacer y conocer el mejor modo de llevarla a cabo, sino saber cuáles son las consecuencias de esas acciones y responder por ellas. Quien profesa la docencia debe saber prever, según sus posibilidades, y dar cuenta de las posibles resoluciones de los procesos que inicia. La tercera cualidad moral también se encadena con las anteriores, pues la forma eminente de la responsabilidad es la honestidad intelectual. Conocer los límites de uno mismo es el principio del propio perfeccionamiento. Se trata de aceptar cuando uno es interpelado por situaciones a cuestiones que se escapan a las propios saberes. Pero también de reconocer cuando uno es tributario del pensamiento de otro para la construcción de las propias propuestas; situación ésta que es común a todo ser humano, pues siempre que aprendemos, aprendemos de otro. Se trata de no mentirse y de perseverar en la formación contínua. Estas cualidades morales y los requisitos para el ejercicio de la profesión que aquí he aplicado para la docencia, de hecho corresponden, mutatis mutandi, a cualquier tipo de profesión. Lo que si es formulado de modo específico para cada profesión son las obligaciones y las virtudes cuyos ejercitantes deben atender. Así como señalaba más arriba que el ethos del docente tiene que ver con el perfeccionamiento individual, por una parte, y con un servicio social, por otro, las obligaciones morales del docente también se ordenan según estos aspectos. Primero el docente tiene una obligación consigo mismo que es la de velar por sí mismo en tanto que profesional. Ella redunda en atender el equilibrio psicofísico de su persona; el profesional docente no puede darse el lujo de omitir atender su salud y su bienestar, por ello es bueno cultivar el cuerpo y el espíritu, prevenir cualquier tipo de enfermedad y obedecer a los tratamientos médicos en caso de haber contraído alguna. También el profesional de la docencia debe observar el decoro con que se presenta, tanto en su figura como en sus trabajos. Debe ser perseverante en sus empresas de modo que alcance una cosmovisión lo suficientemente amplia y completa como para servir de guía a sus discípulos y colegas. Ella, a su vez, implica no descuidar la actualización y el perfeccionamiento constante en su área. El docente tiene también una obligación para con los otros que componen la relación en la que desarrolla su trabajo. Se debe a sus alumnos y a sus colegas en primer término, y luego se debe a las familias de sus educandos, a la institución educativa y al estado. Respecto a estas instituciones sociales, el docente se debe como agente corresponsable de las políticas educativas del estado y de la institución en los que se encuentra. Respecto a las familias de los educandos, se debe como mediador entre la educación primera, producto de la cultura familiar, y la educación formal que la cultura social propone para la integración de sus nuevos miembros. El docente colabora con la familia en la tarea formativa de las jóvenes generaciones. Respecto a sus colegas el docente se debe como colaborador solidario en la compleja tarea de formar a los alumnos. Para ello debe poner en juego su creatividad y espíritu solidario, propiciando el intercambio y el trabajo en equipos. La educación no es una empresa de héroes individuales, sino corazones mancomunados. Respecto a sus alumnos, el docente se debe como referente y guía. Ellos son la razón de su ser profesional, pues sin ellos no tendría sentido que hubiera docentes. Pero, sin embargo, no debe olvidar que los debe estimular para que adquieran madurez y autonomía. En el contexto de ésta responsabilidad para con los 25 educandos es adecuado hablar de las virtudes que el docente debe cultivar. Suelen mencionarse muchas, como la justicia, la sagacidad, la paciencia, la integridad, la perseverancia, la benevolencia, la veracidad, etc. Pero quiero detenerme en dos de ellas: el amor hacia los alumnos y la estudiosidad. El amor a los educandos debe ser el parámetro para el ejercicio de la profesión. Pues sin ella la educación es imposible, tal vez se pueda informar, pero no formar. En la raíz del vínculo educativo se encuentra el Eros pedagógico. El vehículo que permite la trasmisión valorativa de los contenidos de la cultura — actitudinales, procedimentales y conceptuales— es el Amor. El Amor entendido como madurez y plenitud del ser humano. No como sensiblería mojigata y hedonismo asfixiante-, sino como obligación desde la riqueza interior para la promoción del otro. El amor que nos lleva a tomar al otro de la mano para acompañarlo en el camino de la vida, a mirarlo a los ojos y dejarnos mirar, a escucharlo, a dialogar de existencia a existencia. Obviamente, ese tipo de amor aparece como impracticable en el contexto actual. Mucho más fácil y más cómodo es el imperio de la indiferencia. Pero no creo que sea imposible.Y aquí entra a jugar la misma virtud que mencioné: la estudiosidad. ¿Qué es eso? Es el disciplinamiento de nuestro apetito de saber. Es todo la contrario de nuestra cultura del chisme. Es leer en el contexto cuáles son las demandas hacia nuestra profesión y buscar los medios de obtener las respuestas que nuestros alumnos necesitan. Se trata de la maduración de nuestra ciencia- en sabiduría. Pero hay que comenzar por el principio: no dejar de estudiar. Las ciencias están en constante avance. Nosotros, como 26 profesionales de la educación, debemos seguirles los pasos. De la aplicación en nuestro estudio dependen las concretas oportunidades de hacer realidad el amor por nuestras alumnos. Entonces: ¡A estudiar! Así pues, el ethos y la profesión del docente son dos caras de una misma moneda que hay que pulir constantemente. Se trata de un círculo virtuoso en el cual la cualiflcación del ejercicio de la profesión depende de la profundidad con que cada profesional realice su reflexión deontológica; y las posibilidades de dicha reflexión deontológica dependen del carácter amoroso y estudioso con el que se ejerza la profesión. La profesión y el ethos del docente son cuestiones que siguen abiertas y exigen nuestra perseverancia en la reflexión y meditación de sus dimensiones. Que estos pensamientos contribuyan a tal tarea. Stella Maris Tolosa En un texto de Chuang Tsé, se hace hablar a personajes simbólicos, y uno de ellos, a quién llama Dios del Mar del Norte, dice: “Cómo podré hablar del mar con la rana si no ha salido de su charca? ¿Cómo podré hablar del hielo con el pájaro de estío si está retenido en su estación? ¿Cómo podré hablar con el sabio acerca de la Vida si es prisionero de su doctrina? Abordar la temática señalada o propuesta como título de ésta ponencia, es una tarea que además de invitarnos a un proceso de escucha, nos exige una acción reflexiva y critica. Acción que evidentemente llama a trascender el plano del pensamiento para involucrarnos en los procesos de intervención. En primer lugar quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones acerca de la Misión de la Universidad y específicamente de la Facultad de Humanidades, en segundo término, creí conveniente poner en común aspectos inherentes al proceso de construcción de la Profesionalidad docente. Siguiendo a Ortega y Gasset en su texto “El Libro de las Misiones” se señala que la Universidad es la institución donde se recibe enseñanza superior. Seria cuestión dilucidar en qué consiste la Enseñanza Superior y en este sentido podríamos decir que: La Enseñanza Superior se orienta a: a. - La enseñanza de las profesiones intelectuales. (Ingenieros, Médicos, Docentes, etc) b.- La preparación científica y la formación de los futuros investigadores. Este hecho puede ser analizado desde diferentes sentidos. Uno de ellos está ligado a los medios o recursos con que se cuentan a nivel institucional básicamente para llevar a cabo los procesos de investigación, también podríamos decir que al no tener en nuestro país una tradición de investigación simultánea a otro tipos de prácticas, las aulas universitarias no promueven la práctica sistemática de la investigación y de este modo no se despiertan vocaciones científicas. Esto implica que la Universidad, la enseñanza superior, debe avocarse al profesionalismo y la investigación. Siguiendo con el mismo pensamiento, Ortega y Gasset nos señala la necesidad de ver juntas dos tareas o actividades dispares y nos marca un posicionamiento discutible pero cierto en este sentido. La Universidad como institución responde o debe responder a los mandatos de una época y por lo tanto sus acciones deben orientarse a cumplir ese mandato , “ya que es forzoso vivir a la altura de los tiempos y muy especialmente a la altura de las ideas de los tiempos...” Este pensamiento de Ortega y Gasset nos llama a repensar el concepto de cultura al que define como “ el sistema vital de las ideas de cada tiempo” y más aún cuando aclara que la universidad en cierto sentido está desplazando la enseñanza o la transmisión de la cultura para dar lugar a otras tareas o actividades. Evidentemente, desde el hoy, desde nuestra circunstancia, podríamos 27 plantear desde el campo de la didáctica, el debate acerca de que si el proceso de transmisión de la cultura debe abordarse desde la perspectiva generalista ,o sea con un claro posicionamiento desde el racionalismo académico o debe ser tratado desde la especialización en cada parcela de conocimiento. No es esta la discusión que nos ocupa en este momento, pero es conveniente asumirla como un interrogante a dilucidar o responder a través de nuestros pensamientos e intervenciones. Veamos entonces la Misión de la Universidad ligada a tres funciones básicas: 1. Transmisión de la cultura 2. Enseñanza de las profesiones 3. Investigación científica y educación de los nuevos hombres de Ciencia. Siguiendo un análisis desde campos transdisciplinares, podríamos llegar a plantear otras cuestiones. • ¿Es demasiado arrogante la pretensión de la Universidad al plantearse las funciones aludidas? • ¿Será conveniente repensar las mismas desde el posicionamiento ético del Ser y el Deber Ser? • ¿Será acaso necesario vislumbrar otros ámbitos sobre los cuales la Universidad debe repensar su misión? Por ahora, estos interrogantes quedarán abiertos para tratarlos en otros encuentros o para ser repensados por cada uno de nosotros desde el lugar que ocupamos en esta institución y el compromiso que hayamos asumido como miembros partícipes y comprometidos con la función social que asume esta institución. Desde la perspectiva particular de nuestra Facultad, es conveniente pensar en el legado histórico que a ella le cabe al ser continuadora del mandato otorgado con fuerza de Ley N 0 12.765 en el año 1942 cuando se crea el instituto Nacional del Profesorado Secundario que luego se convertiría en Instituto 28 Superior del Profesorado y posteriormente con la creación de la Universidad Nacional de Catamarca en Departamento de Educación y desde 1977 en Facultad de Humanidades. Hablar del legado histórico, implica hacer referencia a la necesidad de dar continuidad a una tradición en formación de docentes altamente reconocidos por sus capacidades y su compromiso social, a ser centro convocante de las actividades y expresiones culturales diversas en el marco del respeto al pluralismo ideológico y a la dignidad de la persona. En Marzo del año 2001, se dio a conocer a la comunidad educativa de la Facultad de Humanidades el Proyecto Institucional pensado y elaborado desde diferentes ámbitos de participación para el periodo de gestión 1999-2003. De la lectura del mismo quisiera rescatar algunas ideas que considero básicas para nuestra reflexión: • Considerar que el proceso de construcción de nuestra identidad como institución es deber y derecho de todos sus miembros. • Reconocer que el proyecto al que se aspira recupera la historia de la institución y de sus miembros, no con un simple sentido nostálgico, sino con la convicción de que se debe conocer las mismas para hacer proyecciones futuras que sean coherentes. • Ser concientes de la necesidad de concertar que queremos que sea la Facultad de Humanidades hoy y en los tiempos que vendrán. • Dar cuenta con acciones concretas de la necesidad de insertar la tarea de la Facultad en la sociedad del conocimiento. • Reconocer la singularidad de la Facultad de Humanidades como institución formadora de formadores y por lo tanto reivindicar el compromiso social y ético con nuestros alumnos , con nosotros mismos y con la sociedad. • Dar cuenta con nuestras acciones que la Facultad es el lugar del encuentro, donde docentes y alumnos convocados por el saber participan con el resto de la comunidad de los procesos de creación, transformación y transferencia de conocimientos. • El compromiso de la Facultad de asumir un rol social que tienda a mejorar las condiciones de vida, lo cual implica reconocer que uno de los retos de la educación superior es el logro de la pertinencia social de sus acciones. • La Facultad recupera la misión de la Universidad toda al reconocer que a ella como institución y a sus miembros le caben las funciones de docencia, investigación y exención a la cultura. Por último quisiera compartir aspectos constitutivos de un debate que particularmente lo considero fuerte desde lo ético, lo social y lo epistemológico que es el relacionado a la Profesión Docente y para ello voy a adoptar una perspectiva humanista. En Octubre del año 1998, se realizó la Conferencia Mundial sobre Educación Superior en París, la misma fue convocada por la UNESCO .Allí se señaló que la misión de la Educación Superior es formar profesionales altamente capacitados que actúen como ciudadanos responsables, competentes y comprometidos con el desarrollo social. Esta afirmación vuelve a movilizar el debate acerca del tipo de competencias exigibles para el profesional de hoy y especialmente para el profesional de la docencia. No vamos a discutir ahora acerca de sí la docencia es o no es una profesión. Vamos a asumir categóricamente que lo es. Esta afirmación tiene fuertes implicancias, ya que nuestro deber ser se orienta a la formación integral de la persona que además debe poseer un alto dominio del conocimiento en un campo especifico del saber. La Profesión docente se logra a partir de un proceso de construcción permanente y constante que tiene coma reales protagonistas a los sujetos de formación que en esta cultura no son ni pueden ser concebido objetos de formación profesional. ¿Qué es lo que intento decir? Es que la Profesionalidad no es un conjunto de atributos externos al sujeto en formación. Es un conjunto de atributos que sumados a los ya existentes en la persona se conjugan para dar lugar al proceso de construcción de la profesionalidad, donde intervienen valores, sentimientos, aptitudes, actitudes, concepciones, pautas y normativas que regulan y de alguna manera controlan el accionar docente Trabajar profesionalmente implica entender que nuestra práctica no está aislada de la institución que además de avalarla, la legitima y que nuestro accionar conforma un entramado de prácticas que le dan sentido al obrar institucional, la orienta y lo confirma como obrar intencionado y par lo tanto cargado de implicancias. La perspectiva Humanística de la Profesión docente, pone énfasis en la reflexión sobre las potencialidades de los alumnos y de los docentes fomentando el desarrollo individual y colectivo de los protagonistas del proceso de Enseñanza y Aprendizaje en el marco del respeto a la persona humana, a las instituciones y al compromiso social que asume cada uno de las actores. Para concluir quisiera traer un pensamiento que es recuperado por Jaime Barylko en uno de sus últimos textos y que pertenece a Jaeger, quién en su texto Paideia, los ideales de la Cultura griega señala: “...el maestro frena, demora el estallido del talento del alumno, pero que no caiga en la autodivinización que mata y anula, para que luego pueda, en plena madurez, alzar vuelo..” BIBLIOGRAFIA CONSULTADA • BARYLKO, Jaime La Revolución Educativa. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. Julio do 2002 • CARR, Wilfred Calidad de la Enseñanza e investigación Serie Fundamentos. Diada Editora. 1989 • EDELSTEIN, Gloria; CORIA, Adela Imágenes e imaginación iniciación a la Docencia” Kapeluz. Colección Triángulos Pedagógicos. • GIMENO SACRISTAN, J Conciencia y acción sobre la Práctica como Liberación Profesional de los Profesores. Jornadas sobre Modelos y Estrategias en la formación Permanente del Profesorado en los países de la GEE. Universidad de Barcelona. Marzo de 1990. • ORTEGA V GASSET, José El Libro de las Misiones 80 edic. Colección Austral. España. 1965 • PEREZ GOMEZ, José. La reflexión y experimentación como ejes de la Formación de Profesores. Conferencia. Universidad de Málaga Silvia del Dago de Cantarell Para reflexionar sobre la formación docente en el siglo XXI, podemos tomar como punto de partida el siguiente interrogante. ¿Cuál es la formación adecuada que debe tener el docente para atender las necesidades cambiantes de la sociedad actual? En los últimos años, se han producido modificaciones en los sistemas educativos sustentadas en concepciones dinámicas de la enseñanza. La complejidad de saberes, la formación disciplinaria y didáctica y la necesidad de perfeccionamiento permanente, imponen el replanteo del tradicional rol docente. Los profesores tienen que integrar equipos de trabajo, efectuar tutorías, mantener contacto con los padres y la comunidad, tener una capacitación continua, abocarse a las tareas de investigación, participar de la planificación institucional, todas estas tareas, exigen, sin duda, la formación de nuevas competencias. Los ambientes áulicos universitarios hoy, en el siglo XXI, en nuestra sociedad, no difieren de los de inicios del siglo pasado. Estamos hablando de aulas con incómodos asientos y tradicionales pizarrones, donde lo que ha mejorado respecto a aquella época son solo las luces. 29 Este es el contexto profesional en el que los docentes de hoy preparan a los lideres de la próxima generación. Si tuviéramos que auto-definirnos diríamos que somos personas del milenio pasado tratando de comprender el universo tecnológico comunicacional que hoy está instalado en la sociedad y sobre todo en la llamada cibercultura. La falta de comprensión del valor que tiene el conocimiento tecnológico en el campo de la educación, es lo que ha llevado a algunos funcionarios a creer que comprando computadoras se soluciona el problema educativo. No se trata de incorporar computadoras como meros artefactos, se necesita crear, a partir de las demandas de la sociedad del conocimiento, nuevos modelos de enseñar y aprender, que incluyen de manera natural las tecnologías de la información y de la comunicación. Ya Perkins en 1995 decía que necesitamos escuelas diferentes, escuelas inteligentes capaces de procesar las demandas de su entorno y de dar respuestas adecuadas. Las escuelas inteligentes tienen que ser lugares de aprendizaje reflexivo no sólo para los alumnos sino también para los docentes. Toda institución en proceso de cambio es un lugar de aprendizaje. Enseñar, es ofrecer al estudiante oportunidades de aprendizaje para que por si mismo construya el conocimiento desde sus necesidades e intereses, a su ritmo, en interacción permanente con los problemas y desafíos que le plantea el medio. Quien no tiene un rol activo en su proceso de aprendizaje, sencillamente no aprende, pues aprender implica, descubrir, construir y crear. Dice Perkins, los docentes necesitan un modelo de organización flexible que es permita disponer de tiempo para pensar y para hacer. El docente está sometido a un ritmo vertiginoso y 30 no dispone de un tiempo institucional. Un sistema escolar es democrático sólo si el conocimiento que circula a través de él y que difunde hacia la sociedad tienen características que lo validen para la participación plena de la ciudadanía. La profesión docente es algo que se logra con esfuerzo. No se nace docente, el docente se hace gracias al compromiso y a la organización de su tiempo, los docentes aprenden a enseñar mucho mejor de lo que su capacidad innata es hubiera permitido. En estos tiempos en que se reclaman aprendizajes contínuos, contrastados con la práctica, es fundamental que los docentes estén entrenados en el uso de las nuevas tecnologías. Resulta difícil mantener al alumno motivado cuando el entorno de la clase está muy lejos del entorno familiar y del ambiente social. Hace falta redefinir escenarios, actores, expectativas, necesidades, formas de participación, de interacción y de comunicación. Es imperioso generar respuestas inéditas reclamadas por un devenir transformador de la sociedad y de la cultura en su conjunto. El rol que la tecnología ha de jugar en la Universidad, debe abarcar todo, el aula, el currículo, la administración, el planeamiento, lo financiero y el impacto en la comunidad. En la era de la información, el trabajo pedagógico tiene cierto grado de complejidad, el docente debe estar dispuesto a utilizar cualquier herramienta que apoye el proceso de enseñanza siendo crítico al seleccionar el mejor medio y el más apropiado para determinada situación. Un buen profesor tiene que ser un estudiante permanente con actitud positiva, abierto a nuevas ideas y herramientas detectando aquello que efectivamente funciona en la práctica educativa. Una buena clase constituye un acto de enseñanza bien organizado, con un docente motivado a experimentar con nuevas tecnologías, con contenidos actualizados, cognitivamente fácil de seguir, haciendo uso de buenas técnicas de comunicación. Todos los docentes tenemos más que ofrecer a los alumnos que lo que ellos normalmente quieren oír, por ello, es importante recordar algunas verdades sencillas si aspiramos tener éxito. Como profesores debemos concentrarnos en los estudiantes, en sus intereses, en la necesidad de desarrollar la capacidad socio cognitiva, el talento creativo y limitarnos a los temas claves para que entiendan las ideas principales. Es indudable que la aceleración tecnológica modificó notablemente las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales y que la cibercultura está fragmentando más a la sociedad que las economías de las distintas clases sociales. Es evidente que la cibercultura se desarrolla más rápidamente que la reflexión y las propuestas concretas a nivel educativo que deben acompañarla. Sentimos que es tiempo de reunir propuestas innovativas para que la totalidad de los alumnos participen de ellas y no sean fuente de marginación. Pero el docente también debe reconocer con claridad que la tecnología no es un fin en sí mismo sino un medio. Es una herramienta para ayudar a aprender y a enseñar e incluso una herramienta para ayudar a los estudiantes a explorar eficientemente la información, ser atraídos y motivados para dedicar tiempo a la tarea fundamental de aprender. Necesitamos aplicar apropiadamente la tecnología para involucrar a los estudiantes en experiencias de enseñanza y aprendizaje que ayuden a concretar buenas experiencias curriculares. No hay que enamorarse de la tecnología, hay que aprender a elegir la herramienta que mejor corresponda a los objetivos. Millones de dólares se han invertido en tecnología en el campo de la educación, y aún no hemos visto los resultados que esperamos. No ocurre lo mismo con la tecnología que se ha aplicado en el campo del comercio, de la economía y en el ámbito empresarial. La razón es bastante sencilla. La tecnología informática es meramente una herramienta como lo es la rueda o el arado. Sirven a la humanidad para hacer mejor y en menor tiempo sus tareas esenciales. Por lo tanto la tecnología no es un profesor, es tan solo una herramienta que no puede sustituir el proceso de enseñanza y aprendizaje. El mejoramiento de la calidad de la enseñanza en nuestra universidad en cuanto a la Formación del Profesorado debe estar apuntalado por el uso de las comunicaciones modernas, particularmente de Internet y de Correo Electrónico. Internet provee de una gran información nueva, mientras que el Correo electrónico ofrece nuevas formas de comunicación tanto en el claustro docente como en el país o internacionalmente. Educar a través de medios informáticos es la tendencia educativa del futuro, casi todos los estudios de Postgrado se están llevando a cabo con esta modalidad. Es importante que en la formación del profesorado se comience a tomar medidas para aprovechar esta tendencia. El dominio de las computadoras es un factor de gran importancia en el mundo del trabajo y lo será aún más en el futuro. Un programa de formación docente debe adecuarse rápidamente para insertarse plena y eficazmente en el mundo de la informática y de las comunicaciones electrónicas. Porque no usar el correo electrónico como medio de envío y recepción de los trabajos de los estudiantes? ¿Por qué no utilizarlo como medio para consulta al profesor? Por qué no orientar al alumno para que pueda efectuar consultas bibliográficas, para que tenga acceso a una información variada? Es necesario valorar en su justa medida el rol que juega la tecnología como parte de las herramientas culturales y cuántas posibilidades brinda para la interactividad pedagógica, fundamentalmente para la interacción social humana. Cabe aclarar que no es lo mismo la conectividad, que es lo que generalmente realizan los jóvenes con fines recreativos, que la interactividad pedagógica. No es posible confundir el paso de información con orientar a construir el conocimiento. Para lograr esto hay que recurrir a estrategias didácticas para que el contenido de la disciplina sea “aprendible”, hay que situarse en un contexto mediatizado y diseñar el contenido con fuerza epistemológica y así posibilitar la construcción personal del saber. Las redes electrónicas nos desafían a nuevas prácticas socioeducativas que crean cada vez más espacios cognitivos. Debemos preguntarnos porqué no diseñamos un programa informático para estimular el interés del alumno que llega a la Universidad, con respuestas a sus interrogantes más frecuentes, con imágenes atractivas de la institución, con un amplio panorama de los servicios que brinda y de la carrera, de tal modo que cuando en él surja alguna duda, ese alumno desde el ciber que generalmente frecuenta para su recreación, pueda efectuar una consulta. Toda la información puede y debe ser transformada en un soporte informático, en un sofware diseñado para trabajar on line y facilitar la entrada de informaciones referidas a identificación de necesidades, planteamiento de la naturaleza de la institución, la comunicación eficaz de los objetivos. más clara de asegurar que se insertarán en el mundo del trabajo y la institución comienza a hacer aportes concretos a la sociedad. Un sistema de formación universitaria, requiere de una docencia innovadora y congruentemente relacionada con el proyecto educativo. Cuando la institución establece como meta crear un espacio diferente y creativo, se requiere una docencia nueva. Bibliografía Fainholc, Beatriz y colaboradores: Formación del Profesorado para el nuevo Siglo. Ed. Humanitas. Bs. As. 2000Perkins, David: La Escuela Inteligente. Editorial Gedisa. España. 1999 Levis, Diego, Gutiérrez, Maria Luisa: ¿Hacia una herramienta educativa universal? Enseñar y aprender en tiempos de Internet. Ediciones Ciccus. Bs.As. 2000 Litwin, Edith. Enseñanza e innovaciones en las aulas para el Nuevo Siglo. Ed. El Ateneo. Bs.As. 1997Rexach Vera- Asinsten, Juan Carlos: Yendo de la Tiza al Mouse. Ediciones Novedades Educativas. Bs.As. 1998- La universidad debe tener claro cuáles son sus propósitos, buscar los medios para aumentar la eficacia de los alumnos para que puedan terminar en el tiempo previsto sus carreras, reducir las deserciones y las repitencias, aumentar la equidad en el proceso de formación de sus alumnos. La calidad de la docencia es el punto más importante y crucial en el programa de formación del profesorado. Asegurar que el número máximo de alumnos alcanza dominio de su profesión es la forma 31 Actividades desarrolladas en jornadas de reflexión docente sobre la práctica docente en el Profesorado de Filosofía y Ciencias de la Educación. A MODO Editorial Científica Universitaria Secretaría de Ciencia y Tecnología Av. Belgrano 300 Pab. Variante I - Planta Alta www.editorial.unca.edu.ar editorial@unca.edu.ar Catamarca República Argentina 32 DE CIERRE Las Jornadas de reflexión sobre la formación docente, organizadas por el Departamento de Filosofía y Ciencias de la Educación el año pasado, pueden ser entendidas no sólo como la concreción de una idea, sino también como un proceso continuo de construcción de instancias de formación. Es en esta dirección donde pretendemos que confluyan las voluntades de colegas y alumnos, porque la eficacia de una tarea docente pasa por el hecho de involucrar a toda la comunidad educativa, comprometida en un proyecto común, depositario de las expectativas de mejora y perfeccionamiento. Fruto de este primer encuentro es la Revista del Departamento destinada a recoger los aportes de las Jornadas. Las Jornadas, como la Revista, pueden significar un aporte a la calidad educativa, porque la formación docente requiere ser mirada desde múltiples dimensiones que permitan un diálogo desde las líneas formativas involucradas: la sociología, la educación, la filosofía y la psicología. Justamente, un encuentro de reflexión implica compartir un espacio articulado dinámicamente y pensado institucionalmente, en una trama de tareas y relaciones sociales, concebidas como una espiral ascendente cuyo centro es el enseñar y su correlato, el aprender. Estamos ante el desafío de enriquecer la formación de nuestros estudiantes en tanto futuros educadores; eso es un proceso que no debe darse por concluido. Es nuestro anhelo que, el compromiso de todos, estas primeras Jornadas de reflexión sobre la formación docente, con su correspondiente órgano de expresión escrita, adquieran continuidad y crezcan como un espacio de encuentro que redunde en bien de nuestra comunidad educativa, en particular, de nuestros alumnos. Lic. Alfredo Maluf Mgter. Catalina Lobo