El derecho a la tierra El derecho a la tierra

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ISSN 0001-4605
Revista de reflexión y diálogo de los Jesuitas del Paraguay
Abril 2012 - Nº 323 - G. 20.000.-
El derecho
a la tierra
© Piero Tesei
Nº 323 - Abril 2012
Nº 323 - Abril 2012
Índice
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Tercera Época
Año XLIII. Fundada en mayo de 1923 por
Monseñor Aníbal Mena Porta
La Revista Acción es editada por el CEPAG (Centro de
Estudios Paraguayos Antonio Guasch) de los Jesuitas
del Paraguay. El CEPAG es un centro de investigación
y acción social inspirado en la misión de los Jesuitas:
proponer, en medio de la cultura y la sociedad en la
que vivimos, la fe cristiana y la lucha por la justicia en un
diálogo abierto a todos y todas
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Gloria Scappini, Milda Rivarola, Luis Rojas Villagra,
Estela Ruiz Díaz, Luís E. Ughelli
Editorial
Incertidumbre electoral
2
Tema del mes: El derecho a la tierra
Concentración de tierras: Títulos con vicios legales 4
y el Estado ausente
Ramón Fogel
Recuento de una comunidad con tierra bien habida y mal robada
Gregorio Gómez Centurión y Juan Antonio León
7
El empantanamiento de los procesos judiciales para la recuperación de las tierras mal habidas
Digno Efigenio Brítez Pérez
11
Los desplazados
Bartomeu Melià, sj
14
Discurso mediático y justificación de la desigualdad social
Arístides Ortiz
19
¿Será que el llanto se vuelva canto?
Deuda histórica de la Itaipú Binacional
con los avá guaraní paranaenses
Enrique Gaska, SVD
22
Dos pivotes de la Historia: propiedad y esclavitud 26
José L. Caravias, sj
Hobbes y el problema de la tierra
Gabriel Insaurralde, sj
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Pensar y creer
Contra la desnaturalización de la humanidad
Contra la deshumanización de la naturaleza
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Arte y letras
“Mundo Guaraní” de Bartomeu Melià
José Carlos Rodríguez
30
34
38
Incertidumbre electoral
A menos de un año de las elecciones nacionales de abril del 2013, el panorama político expresa las contradicciones de la crisis,
ese momento en que “lo viejo no termina de
morir, y lo nuevo no acaba de nacer”. Sólo
en las elecciones nacionales del 1998 –poco
merecedoras de recuerdo– la incertidumbre
electoral marcó tan fuertemente una campaña
presidencial en todo el post- stronismo.
Si se observa el panorama de los partidos
(tanto los que tienen como aquellos que carecen de representación parlamentaria) sus
tempranas “internas” se debaten en una curiosa falta de políticos ofertables al electorado.
El mayor partido paraguayo, la ANR-Partido
Colorado, parecía haber zanjado la cuestión
hace dos años, aceptando muy prematuramente un “outsider” que compensó su falta de
oficio político con una –nada desinteresada–
liberalidad financiera. Pero a inicios del 2012
todo lo que parecía sólido se desvaneció en el
aire, y resurgieron los verdaderos candidatos
para enfrentar al otrora imbatible cartismo.
Pero las internas coloradas se desarrollan
por primera vez “a la intemperie”, sin la sombrilla cálida y protectora del aparato de Estado. Y con el peso de otra amenaza latente: si
2
algo aprendieron en cuatro años de “llanura”
es que su partido, dividido, pierde irremediablemente las elecciones. Con heridas internas mal cerradas antes del próximo abril, se
aseguran al menos una larga década lejos del
poder.
Lejos de forzar una entusiasta unión, esa
certeza está promoviendo exigencias y escisiones. Cada jefe –y hay muchos en ese partido– se sabe hoy imprescindible y negocia
lugares en listas parlamentarias usando la espada de Damocles. Después de la aleccionadora experiencia de abril del 2008, sin ellos,
sigue siendo la llanura. O el diluvio.
La reconciliación republicana deberá
salvar otros escollos: un empresario que ya
controla cómodamente la Junta de Gobierno,
poco abierto –desde su tradición patronal– a
cesiones redistributivas, versus una “hija pródiga” tampoco dispuesta a reconocer la hegemonía de su ex sponsor. Ella ni nadie quieren recordar ese curioso afiche donde Cartes
cubría con paternal abrazo los hombros de la
hoy presidenciable. Quien, por su parte, aún
debe arreglar una interna previa con un jefe
esteño, por el primer puesto de la fórmula.
editorial
El futuro es igualmente imprevisible en el
Partido Liberal, el mayor partido del gobierno actual. Tratando de ganar tiempo electoral
y asegurar puestos senatoriales a los “perdidosos”, los liberales realizaron un curiosísimo experimento “delivery”, con resultados
desastrosos. Tras desdeñar cualquier método
estadístico serio, hicieron trizas el partido. La
credibilidad ciudadana resultó también seriamente dañada por un conteo que recordó en
demasía otra interna partidaria, colorada ésta,
de diciembre del 2007. Para negociar la difícil
ingeniería de una nueva alianza, les quedan
ahora dos precandidatos, uno con estigma de
trucho y otro con aura de víctima.
Como es comprensible, la izquierda –o las
izquierdas, que cubren un amplio espectro–
querría mantener en el 2013-2018 una cuota
del poder público superior a su peso electoral,
como la que beneficiaron durante este gobierno. Su inexplicable balcanización ya les jugó
una mala pasada en las municipales del 2010:
habiendo logrado en total un 13% de votos a
concejales, apenas obtuvieron un 3% de concejalías por la dispersión de sus listas. Como
reza el viejo dicho, todos prefieren ser cabeza
de ratón a cola de león.
Nº 323 - Abril 2012
A la interna del Frente Guasu se sumaron
ya seis candidatos (hombres y mujeres), y todavía quedan dos del espectro progresista a
la espera: una ex ministra de Función Pública y otro ex ministro del Interior. Dentro del
Frente la cuestión consiste menos en rivalizar
nominaciones por consenso o por votos –en
sus internas la participación es residual– que
en obtener la bendición presidencial. Se pelea
por el “delfinato”, por la nominación del Gran
Elector, olvidando que todos los anteriores
presidentes sobrevivieron, ya sin poder alguno, al último año de sus respectivos mandatos.
En medio de esta incertidumbre, están
desatándose mecanismos de “fuga hacia adelante”. El Poder Judicial ocupó brevemente
el centro de la tormenta, y allí también todo
proyecto sólido se desvaneció en el aire.
Ahora surge el debate de una nueva Constituyente, que salvaría los errores de la de 1992.
Son indudablemente cuestiones irresueltas
y urgentes, que afectan nuestra endeble gobernabilidad democrática. Para encararlos
se requiere la legitimidad de autoridades y
representantes surgidos nuevamente de la soberanía popular.
3
tema del mes
4
Concentración de
tierras: Títulos con
vicios legales y el
Estado ausente
Ramón Fogel*
El derecho
a la tierra
La expansión de grandes propiedades y
de la pobreza extrema
En el año 2010 la economía en su conjunto
creció a una tasa insólita superior al 15% pero,
paradoja de paradojas, ese año también creció la
pobreza extrema rural; lo que para unos pocos
significa desarrollo para otros, los más, esa economía produce miseria; esa situación es el resultado de la concentración de la tierra que produce
concentración de ingresos. Ya en el penúltimo
censo agropecuario, el de 1991, la concentración era alta, pero en el último, realizado en el
2008, todavía esa concentración fue mayor, aumentó más, aunque la superficie total de las explotaciones censadas fue de solo 32,5 millones
de hectáreas, substancialmente menor a la de las
fincas registradas. La expansión de las grandes
fincas produce una alta expulsión de población
campesina.
En un país con pocas oportunidades de trabajo productivo fuera de la agricultura, la expulsión de la población campesina tiene divcersas
consecuencias negativas para la sociedad y la
economía. Por mencionar un solo ejemplo, en
la medida que se achica el sector que produce
alimentos para nuestra población dependeremos
crecientemente de alimentos importados. En ese
contexto los vicios en el sistema de registro del
*Doctor en Sociología y en Derecho. Investigador. Especialista en estructura social y la cuestión agraria. Fue asesor del
Congreso Nacional y consultor internacional en esta temática.
Fundador y director del Centro de Estudios Rurales Interdisciplinarios (CERI).
tema del mes
estatus legal y catastral de la propiedad de tierras públicas y privadas pasan a constituirse en
un cuello de botella de primera magnitud que
impide el diseño y la implementación de políticas nacionales de administración de tierras y de
acceso a ella para la población paraguaya que
la demanda; de hecho el impuesto inmobiliario
recaudado representa no más del 2% de lo que
debiera recaudarse.
En este sentido debe considerarse que las
leyes agrarias establecen que estas tierras pueden transferirse solo diez años después de su
titulación, lo cual ocurre cuando los colonos
han pagado por la totalidad de las parcelas. Las
mismas informaciones oficiales dan cuenta que
hasta hace 13 años solo el 10% de los colonos
paraguayos habían adquirido el título de propiedad de sus parcelas.
Las fallas en el sistema de registro de propiedad que hemos mencionado se proyecta en
un escandaloso sobrerregistro, a tal punto que
tenemos registradas fincas cuya superficie total excede los 528.000 km2, extensión mucho
mayor de la que corresponde a la superficie del
país. Lo notable es que todos los potencialmente
afectados por la recuperación de tierras afirman
que tienen títulos legales, olvidando principios
jurídicos básicos como el que establece que no
se pueden vender cosas ajenas, o que los bienes
públicos son imprescriptibles. Diversos son los
tipos de fraude utilizados, aunque en este artículo solo mencionaremos algunos.
Por otra parte, la compra por productores sojeros de estas parcelas viola otras disposiciones,
tales como las que establecen la obligatoriedad
de residir en la parcela, la de tener la ciudadanía
paraguaya natural y contar con una sola parcela. Esta situación genera conflictos cuando los
campesinos quieren recuperar las fincas ocupadas ilegalmente por los sojeros básicamente
brasileños y, de no alterarse la tendencia, la soja
desplazará aún más a los campesinos asentados
en colonias con buenos suelos, que se concentrarán en colonias superpobladas con suelos de
muy baja productividad.
La reconcentración de tierras en las
colonias y su titulación ilegal
En el período entre los dos censos (1991 y
2008) la superficie agrícola y ganadera aumentó
en un 30% pero la cantidad de fincas disminuyó en un 5%. La cantidad de fincas menores a
20 hectáreas llegó a 241.956 explotaciones; se
trata de otras tantas familias con 4,4 miembros
por hogar. Estas explotaciones tenían 1.890.000
hectáreas, de modo que teniendo en cuenta las
superficies de las parcelas asignadas en el proceso de colonización desde 1963 hasta el 2007,
que llegaron a 3.833.493 hectáreas, puede derivarse que 1.933.497 hectáreas se reconvirtieron
en su mayor parte en fincas sojeras, con títulos
de dudosa validez, teniendo en cuenta que los
sojeros, básicamente brasileños y paraguayos de
origen brasileño (“brasiguayos”), pueden conseguir escrituras públicas, de compromisos de
transferir la propiedad o simplemente de transferencia de derechos y acciones de los ligados
a la ocupación de estas parcelas. A esto llaman
“títulos legales”.
Nº 323 - Abril 2012
Las tierras mal habidas
Además de los ya referidos “títulos” que
pueden calificarse como fraudulentos, existen
otras formas de titulación irregular: son los casos de las tierras que fueron de origen público,
que también presentan vicios insanables y tienen que ver con las llamadas tierras mal habidas, que se trata de grandes fincas mayores a las
permitidas por la ley, transferidas a particulares.
En este sentido deben tenerse en cuenta los objetivos de las adjudicaciones de tierras en el marco
de la reforma agraria y el bienestar rural; las leyes aplicables definen como población beneficiaria a los campesinos que no tienen tierra o la
tienen en cantidad insuficiente, estableciendo el
tamaño máximo de las parcelas.
En lo referido a la venta a personas no beneficiarias del Estatuto Agrario de lotes no coloniales y de fracciones mayores, la Ley 854/63
establece que el Poder Ejecutivo podrá autorizar
solo en casos especiales la venta de fracciones
de su patrimonio a personas que no sean beneficiarias de esa ley, cuya superficie sobrepase a
5
la establecida para lotes coloniales. Esta transferencia debe realizarse mediante un decreto que
fundamente la medida. Los títulos de estas tierras
están afectados de nulidad insanable dado que,
en la legislación paraguaya, un acto jurídico está
afectado por nulidad cuando, en virtud de causas
que existen desde su origen y en virtud de la ley,
deja de producir sus efectos. Una de sus causas
es la existencia de una prohibición de celebrar el
acto. Se trata de una prohibición de la ley expresa y que, al faltar en ella una condición que la
ley exige, el acto se considera como si nunca hubiese existido. La magnitud de estas tierras mal
habidas es tal que, conforme al informe final de
la Comisión de Verdad y Justicia, entre 1963 y
2003, el IBR y el Indert transfirieron en forma
irregular 7.851.295 hectáreas, tierras difíciles de
recuperar ya que parte del empresariado rural
fraudulento no tiene interés en sanear la situación porque detenta tierras en forma irregular,
argumentando que con las mensuras judiciales
se busca desestabilizar y utilizan jueces venales.
Judicializan los casos y estigmatizan a los
campesinos pobres, criminalizándolos.
Otros vicios legales en los títulos
Otra forma viciada de titulación y formalización consiste en la falsificación o sobreposición de títulos cuando de forma intencionada se
produce un título inventado, sin base jurídica.
Estos títulos falsos son de distinta datación y,
en algunos casos, es posible observar las falsificaciones groseras de los títulos originales, pero
su producción y uso se han intensificado en las
últimas décadas, para cobrar indemnización en
el caso de las grandes represas o para obtener
créditos. Diversas son las modalidades de falsificación de títulos: algunas están atadas a “fincas
con rueditas” que se desplazan de una región a
otra y, si bien esa tipología es necesaria a la hora
de definir estrategias para encarar el problema,
no es posible elaborarla en este artículo.
Consecuencias de la situación
La existencia de centenares de miles de familias campesinas sin tierras, la concentración
6
escandalosa de tierras con marcada extranjerización y el control de territorios enteros por el
dominio sobre propiedades de origen espurio
tienen como una de sus consecuencias los conflictos potenciales y actuales que pueden seguir
escalando. En estas condiciones la paz social en
el campo es simplemente inviable y mientras los
mismos empresarios, inspirados en su propio interés, no pongan lo suyo en la búsqueda de soluciones, el conflicto se intensificará.
Las alternativas abiertas
Si los problemas son complejos –los que se
acumulan desde el siglo antepasado–, la solución solo puede pasar por un proceso que involucre a todos los actores: Estado, empresarios,
campesinos e indígenas. Todos deberían estar
orientados a una concertación social que devuelva la paz social al campo, renunciando un
poco a sus propios intereses. El problema principal es sanear los títulos y no solo catastrar; se
precisa de un trabajo conjunto entre catastro y
registro público. Los problemas de títulos superpuestos o de fincas con títulos viciados podrían sanearse por diversas vías, siendo una de
ellas la creación de un fuero agrario, aunque
tuviese una duración temporal. La mensura judicial en la que se presentan los títulos y se los
discuta judicialmente es una de las alternativas. Si definitivamente el Poder Judicial actual
no pone lo suyo para sanear los vicios que ha
engendrado, habrá que pensar en una constituyente que lo reconstituya totalmente, desde
abajo hasta arriba.
tema del mes
EL CASO JEJUÍ
Recuento de una
comunidad con
tierra bien habida y
mal robada
Gregorio Gómez Centurión y
Juan Antonio León*
© Vida Campesina en Paraguay - J. M. Blanch
La colonia agrícola Jejuí fue fundada en el
distrito de Lima, San Pedro, por las Ligas
Agrarias Cristianas en mayo de 1969 y
desmantelada por las fuerzas militares por
orden del dictador Alfredo Stroessner en
febrero de 1975. A su caída en el 89, se integra
la Asociación Campesina San Isidro del
Jejuí, iniciando de inmediato la demanda de
recuperación de sus tierras. Luego de 23 años
de trámites oficiales, logra ganar judicialmente
unas 182 hectáreas de su tierra, aun así el Indert
se resiste a entregar los títulos de propiedad.
Nº 323 - Abril 2012
Origen de la Colonia Jejuí
El 15 de mayo de 1969 llegaron al distrito de
Lima, Dpto. de San Pedro de Ycuamandyyú, las
primeras 15 familias para fundar la Colonia San
Isidro del Jejuí.
*Gregorio Gómez Centurión: Poeta e investigador de la lengua
y la cultura guaraní, antiguo militante de las Ligas Agrarias
Cristianas, actual secretario de la Asociación San Isidro del
Jejuí. Asesor en Interculturalidad de Alter Vida y el PNCT.
Juan Antonio León: Abogado, coordinador adjunto del Centro
de Estudios e Investigaciones de Derecho Rural y Reforma
Agraria (Ceidra-UC), asesor jurídico del caso Jejuí.
7
A fines del mismo año las familias asentadas
en el lugar denominado Ybypé ya sumaban 33 y
para mediados de 1970 la Colonia Jejuí estaba
conformada por cerca de 60 familias. De esta
población, 29 familias decidieron conformar un
asentamiento nuclear que adoptó como forma de
vida social el sistema comunitario, sustentando
su economía en la tenencia y producción asociativa de la tierra.
Desde su asentamiento, los campesinos de
Jejuí comenzaron a pagar por los lotes que iban
ocupando. Como se trataba de una colonia privada, el pago se realizaba a su administradora,
la Sra. Emilia Trappani. La suma pagada entre
1969 y 1974 correspondía al precio de al menos
230 hectáreas de tierra.
Posterior a la brutal represión a Jejuí, el entonces IBR se subrogó en los derechos de la
colonización privada convirtiéndola en oficial,
pagando por el inmueble a los sucesores de
Domingo Trappani. En la escritura pública de
transferencia Nº 274 y por exigencias de la señora Emilia Trappani, el IBR reconoció el pago
hecho por los campesinos de Jejuí por sus respectivos lotes. La citada escritura pública sirvió
de base a la demanda judicial de Nulidad de Títulos y Obligación de Hacer Escritura Pública,
promovida por la Asociación San Isidro, con
patrocinio del Ceidra.
Una peligrosa experiencia de vida
comunitaria
Con el apoyo de la Pastoral Social, la Misión
de Amistad y los amigos franceses que se solidarizaban con los Hermanitos de Jesús1 se pudo
instalar en la comunidad un almacén de consumo, la cría de unas 15 lecheras y un criadero
de cerdos. Una huerta de dos hectáreas surtía
permanentemente a las familias una importante
cantidad de verduras, legumbres y frutas.
Para cada actividad se organizaba un grupo
de trabajo conformado por todos los hombres,
las mujeres, los jóvenes, chicas y muchachos.
Los niños y las niñas como parte de sus actividades escolares participaban de las tareas de
recolección.
8
Entre los años 1971 y 1975 la comunidad Jejuí se constituyó en el centro de coordinación y
extensión de las organizaciones campesinas del
Departamento, incluyendo a una parte de la Diócesis de Concepción.
La comunidad, igualmente, fue asiento permanente de reunión de los sacerdotes que en
aquel tiempo promovían la pastoral campesina, impulsada decididamente por el monseñor
Aníbal Maricevich Fleitas, destacado obispo de
Concepción durante los difíciles años de la dictadura militar.
Represión, dispersión y despojo
El sábado 8 de febrero de 1975, a las 04:00,
con batallones de asalto bajo el mando del entonces jefe de la Policía stronista, Pastor Coronel, acompañados del Tte. Cnel. José Félix
Grau, se inicia la represión a la comunidad de
San Isidro del Jejuí. Varios de sus miembros2 –
mujeres y varones– fueron torturados y tomados
presos por más de cuatro meses en el Departamento de Investigaciones.
En aquel momento, al menos unos 600 campesinos de los distritos aledaños3 llenaban las
comisarías de la zona o eran mantenidos presos
por semanas en la ribera del río Jejuí, donde
Pastor Coronel disfrutaba de su amplia casa de
verano y de su afición por la tortura y el dolor
humano.
Los bienes y la infraestructura de la comunidad fueron arrasados en su totalidad por las
fuerzas represivas. El despojo sufrido y los daños sufridos se encuentran documentados en el
semanario Sendero, vocero de la Conferencia
Episcopal Paraguaya (CEP), en sus ediciones de
1975.
Gran parte de los lotes de 20 hectáreas cuyos
dueños fueron desalojados y otros que debían
ser ocupados por las familias pertenecientes a
las Ligas Agrarias quedaron en poder de Ramón
Matiauda, sobrino de Alfredo Stroessner.
En ocasión del atraco, igualmente fueron
tomados presos el monseñor Roland Bordelon,
entonces director de Cáritas para América La-
tema del mes
tina; el Sr. Kevin Kahalan, director de Cáritas
Paraguay. Por su parte, el padre Braulio Maciel
recibió un balazo en la pierna, entonces era responsable de la Pastoral Rural y miembro de la
Comunidad Jejuí.
Cuestión que luego fue transformada en una
solicitud de recuperación de las 230 hectáreas
pagadas al IBR entre los años de 1969 y 1975,
no así los cuantiosos daños sufridos durante la
represión y el desalojo. Varios lotes del lugar
eran todavía fiscales, propiedad del IBR.
Informe de Hugo Halley Merlo “al Sr.
Presidente”
En informe de fecha 19 de febrero de 1975
elevado a su jefe Juan Manuel Frutos –en esa
época presidente del Instituto de Bienestar Rural (IBR)–, el ingeniero Hugo Halley Merlo y
Gustavo Edgar Carlés, citando como fuente al
Tte. Cnel. Grau, expresa textualmente: “Existen
aproximadamente 200 núcleos similares al intervenido en Ybypé, en distintas etapas de desarrollo y en distintos puntos de II Dpto. De los 200,
164 se encuentran en etapa de consolidación”.4
Una vez más, el Ing. Hugo Halley Merlo, entonces presidente del IBR, en el año 1994, ignorando los seis años de intensas gestiones ante su
propia administración, adjudica irregularmente
las tierras fiscales reclamadas a Mario Pablo Velilla y Flora Teresa Rivarola de Velilla, empresarios de una conocida financiera, declarándolos
como sujetos de la reforma agraria en un acto de
demostración de poder y desprecio a los legítimos derechos conculcados por la dictadura. La dictadura temía al sistema comunitario
planteado por las Ligas Agrarias, quizá porque
veían que el mismo podría resquebrajar el método de control y opresión de las masas, instalado
en todo el país, a través de la trilogía Partido Colorado, Gobierno y Fuerzas Armadas.
El miedo a la reflexión, a la práctica de la
reciprocidad, a la fraternidad y al simple cumplimiento de la ley se evidencia precisamente en
ese segundo5 informe de fecha 19 de febrero del
75 escrito por Hugo Halley Merlo y su compañero para justificar el atropello a Jejuí y su zona
de influencia, una semana antes.
En realidad San Isidro del Jejuí no sólo fue
escuela de formación de líderes al interior de su
propia comunidad, fue igualmente la base desde
la cual se impulsó la extensión de la organización campesina en gran parte de San Pedro y
Concepción.
Reorganización, reclamo, reocupación y
dos violentos desalojos
En abril de 1989 los sobrevivientes y herederos de Jejuí, en el antiguo asiento de la comunidad fundaron la Asociación Campesina San
Isidro del Jejuí e iniciaron trámites administrativos, reclamando daños y perjuicios al Estado.
Nº 323 - Abril 2012
Recién en el año 1999 la Asociación Campesina Jejuí se entera de la maniobra realizada
por el pyrague Halley Merlo, y asesorada desde su creación por el Ceidra, dependiente de la
Universidad Católica, recurre a la justicia promoviendo demanda de nulidad de títulos y obligación de hacer escritura pública contra el ex
IBR hoy Indert y contra los nuevos titulares, los
esposos Rivarola-Velilla.
Ante la rastrera actitud de Halley Merlo, en
fecha 24 de junio de 1999, los indignados pobladores de Jejuí reocupan parte de su antiguo lugar
con cinco familias miembros de la inicial colonia desmantelada en 1975. Lo hace a 10 años
de intensas e infructuosas gestiones ante el IBR,
comunicándole con anticipación la vía de hecho
asumido.
Entre julio y agosto del año 1999 los esposos Rivarola-Velilla logran el violento desalojo
de las cinco familias, por la vía de la demanda
de invasión de propiedad privada, rápidamente
atendida por fiscales de San Pedro. Estos actos
brutales en tiempos de la “transición democrática” devolvieron a la memoria de los Jejuigua las
tristes escenas vividas en 1975. Las casas fueron desmanteladas a mazazos y fue quemado un
rústico altar levantado frente al galpón principal.
Esto no amilanó el espíritu de las cinco familias,
volviendo a reocupar el inmueble. Para evitar
otro atropello fiscal-policial, los abogados del
9
Ceidra ya habían solicitado medidas cautelares
de prohibición de innovar de hecho y derecho
sobre el inmueble, acción que desactivó la intención de desalojo, hasta la fecha.
Sentencia definitiva incumplida por
sucesivos titulares del Indert
En junio de 2005, después de 11 años de gestiones el Juzgado de 1ra Instancia en lo Civil y
Comercial del Segundo turno, a cargo del juez
Dr. Silvino Delvalle, dicta la Sentencia Definitiva Nº 285/05, reconociendo los legítimos derechos de la Asociación Jejuí. Esta resolución fue
apelada por los Rivarola-Velilla y el Indert. Ya
en segunda instancia, y debido a la excesiva dilación de los apelantes, los abogados del Ceidra
demandan caducidad de instancia, cuestión que
fue rechazada por el Tribunal de Apelación, Segunda Sala, a través del A.I. Nº 653 de fecha 15
de septiembre de 2006.
Ante este revés se recurrió a la Corte Suprema de Justicia solicitando que la resolución
recaída en Segunda Instancia sea revisada. La
Corte Suprema finalmente dicta el A.I. Nº 270
de marzo de 2009, dando razón a los argumentos esgrimidos por los abogados del Ceidra y de
esta manera la Sentencia Definitiva de Primera
Instancia se convierte en autoridad de cosa juzgada, vale decir, sin posibilidad de ser revisada.
De inmediato se solicita la ejecución de la S.D.
y el Juzgado, por providencia de fecha 16 de junio del 2010, ordena el desalojo de los RivarolaVelilla del inmueble y otras personas vinculadas
a ellos.
Asimismo, intima al presidente del Indert po
el plazo perentorio de diez días, a realizar la titulación de los lotes ganados a nombre de la Asociación Jejuí. Sus sucesivos administradores de
turno no pueden dar cumplimiento a la sentencia
debido a la mafia que domina las decisiones en
la entidad desde tiempos inmemoriales.
Temeroso de ir preso, el ex presidente de la
entidad estatal, Ing. Eugenio Alonso, logra adjudicar 131 hectáreas a la Asociación, a pesar de
los operadores mafiosos que actúan en las luces
y sombras del Indert. Esta resolución fue recha10
zada por la Asociación por no cumplir a cabalidad la orden judicial.
Finalmente y con el actual presidente del
Indert, Marciano Barreto, se logra aumentar la
primera adjudicación a unas 182 hectáreas, por
Resolución Nº 1472/11. Este administrador tampoco cumple la orden judicial, aunque las presiones lo tambalean de vez en cuando.
Como una forma de enfrentar a esa mafia
del Indert, se tuvo que organizar varias acciones
entre las que se cuentan: a) Manifestación bajo
carpas y pasacalles frente a la propiedad reclamada en septiembre de 2010; b) Sentata acompañada de canto y poesía durante cuatro días en
el patio del Indert, también en septiembre de
2010; c) En julio de 2011 se solicita al juez de la
causa, Dr. Silvino Delvalle, reitere intimación al
presidente del Indert, bajo apercibimiento de ser
imputado por obstrucción a la justicia.
La última acción que tuvo impacto nacional e
internacional a través de los medios de comunicación fue la denominada “Manifestación entre
uno”, realizada frente al Palacio de Los López el
27de diciembre de 2011.
Al día siguiente, presurosamente, Marciano Barreto convoca a los Directivos de Jejuí y
pomposamente firma el Título Definitivo N°
213.924. Sin embargo, no se ha entregado el
título y no se sabe cuándo se hará. ¿Habrá de
convertirse el mismo en un “Título Definitivamente” mentiroso?
¡¡Algo aparecerá como forma de seguir presionando!! Dado que el Indert funciona a leña,
se mantiene viva la esperanza.
1 Un sacerdote y dos hermanos pertenecientes a la Congregación Católica “Hermanitos de Jesús” hacían parte de la experiencia comunitaria.
2 Cleto Benítez, Carlos Fretes, Cristina Olazar, Francisco Melgarejo, Modesta Ferreira, Adoración Ferreira, padre Braulio
Maciel y Antonio Vera (de 15 años) fueron traídos a Investigaciones.
3 Distrito de 25 de Diciembre, San Estanislao, Liberación, Lima,
Mbutuy, zona de Korõrõ, entre otros. Según informe de Halley Merlo y Carlés de fecha 19 de febrero de 1975.
4 Archivo del Terror.
5 El primer informe fue escrito por los mismos Halley Merlo y
Carlés en fecha 17 de febrero de 1975.
tema del mes
El
empantanamiento
de los procesos
judiciales
para la recuperación
de las tierras mal
habidas
Digno Efigenio Brítez Pérez*
El empantanamiento de los procesos judiciales para la recuperación de las tierras irregularmente adjudicadas o mal habidas o ilícitamente
tituladas tiene sobrada explicación de tipo tanto
jurídico-legal como político, pero no nos vamos
a explayar sobre la última.
La falta de cambio estructural, de un profundo cambio en la sociedad que implique una
transformación también profunda y adecuada de
la estructura agraria mediante política estatal en
relación al régimen de tenencia de la tierra agraria, desde luego, del régimen de tenencia de la
propiedad inmobiliaria, el mercadeo, el sistema
crediticio e inclusive de todos aquellos servicios
que el Estado debe prestar al agricultor, a las infraestructuras vinculadas a las áreas rurales, de
cambios fundamentales en las instituciones jurídicas agrarias relativas al régimen legal de la
tenencia, el derecho al acceso a la tierra y en la
división de la misma, es la causa esencial, tengo
entendido, de cualquier problema de la tierra y
las soluciones del caso en nuestro país, pues se
trata de un país agrícola-ganadero y mediterrá-
*Abogado, con especialidad en derecho agrario.
Nº 323 - Abril 2012
11
neo. Somos un país del interior, del continente,
y, como tal, deberíamos proyectar y promulgar
nuestras leyes que las deberíamos cumplir todos
sin excepción.
y quien tiene más dinero es quien siempre sale
ganando, tal como ocurre por la corruptela generalizada y la impunidad reinantes en todos los
estratos de la sociedad.
Bien, volviendo al punto del estancamiento
del trámite en el ámbito judicial de los juicios
para recuperar las tierras irregularmente adjudicadas se debe, según entiendo, al principal obstáculo que es el de carácter jurídico, que sirve de
fundamento a la actual estructura y organización
de la propiedad rural, y estriba no sólo en la ley
misma que mantiene este estado de cosas, como
por ejemplo el procedimiento, el proceso, el juicio, mejor dicho, la demanda que se rige por el
procedimiento civil (Código Procesal Civil y
por el Código Civil), leyes de fondo y de forma,
que es la jurisdicción civil y comercial del sistema jurídico positivo del país.
Todo este problema de empantanamiento,
o como se lo quiera llamar, es consecuencia o
efecto de una causa que ya señalamos, la falta o
inexistencia del fuero agrario en nuestro sistema
jurídico positivo y su condicionamiento absurdo
a la jurisdicción civil, dado que el derecho agrario es un derecho especial porque sus normas se
refieren a un sector importante de la sociedad, a
las personas que se dedican como actividad específica a la agropecuaria.
¿Por qué? Sencillo. Porque el derecho agrario está anclado en el Derecho Civil. No constituye un derecho autónomo. En nuestro país no
existe el fuero agrario como existe, por ejemplo,
la jurisdicción del trabajo con el Código del Trabajo, Código Procesal del Trabajo, amén de los
juzgados, tribunales y Corte, donde se llevan a
cabo todo lo relacionado al trabajador, la patronal, etc.
Y como no tenemos un fuero agrario donde
reclamar y resolver estos tipos de problemas de
carácter agrario, nos vemos forzados a recurrir a
la jurisdicción civil, donde las demandas tienen
los plazos largos que son para el derecho civil
de la gente y no para el derecho agrario del campesino agricultor, etc. Para comenzar nomás, en
nuestro caso, se tiene que buscar anular el título
de propiedad de los propietarios adjudicados por
la institución agraria, estamos hablando de las
tierras irregularmente adjudicadas, y la cancelación de la inscripción de la finca a ser anulada en
la Dirección General de los Registros Públicos
por vía judicial, vía demanda civil y comercial,
que consiste en un juicio ordinario largo, hay
que agotar tres instancias, con plazos largos, engorroso, dilatorio (dilatante) y lleno de argucias
legaloides que insumen largos años de duración,
implicando un estado de cosas de nunca acabar, de donde no se sale más, amén de costoso,
12
En ese sentido el derecho agrario busca la
transformación de la sociedad y promueve el
cambio de estructuras fundamentales que la
conforman. Es un derecho transformador donde
la tierra no es un factor pasivo sino activo, dinámico, de cambio, de trabajo, de producción, de
alimentación, de cultura, económico etc. Es un
derecho social, en que debe destacarse el interés
social que inspira sus normas y sus principios.
Es un derecho tuitivo o de protección porque
busca la protección de un importante sector de
la sociedad que habrá de revertir el fruto a la
sociedad entera dado que somos un país de agricultura y ganadería. Dicho carácter adquiere singular relevancia e importancia en un país como
el nuestro, el Paraguay. No hay vuelta que dar.
Somos un pueblo campesino culto y trabajador
pero con muy poca cultura de proyección urbana, y a la prueba me remito, ejemplo, nuestra
tan querida capital de la República del Paraguay,
Asunción, la tienen abandonada, hedionda por
la suciedad de las basuras en sus calles, producto
de la dejadez de los intendentes de turno, uno
peor que otro.
Es un derecho que debe tener una autonomía
si bien no absoluta, hubiera sido importante por
su carácter especial, legislativo, consistente en
la creación de leyes o cuerpo de leyes que reglen
orgánicamente la materia agraria.
Si bien no estamos en el estudio del derecho agrario sino en el porqué no se recuperan
las tierras mal habidas a muchos años de haber-
tema del mes
se iniciado las demandas correspondientes por
la Procuraduría General del Estado, señalamos
nada más la importancia del derecho agrario y
el poco interés que presta el Poder Judicial a las
demandas judiciales civiles.
La Constitución de la República, Parte I, De
las Declaraciones Fundamentales, De los Derechos, De los Deberes y de las Garantías, Título
De las Declaraciones Fundamentales (Art. 1. De
la forma del Estado y de Gobierno), textualmente, señala entre otras cosas: “La República del
Paraguay...//...Se constituye en Estado social de
derecho,..//..)”, no entraremos a analizar si la
forma adoptada fue acertada o no pero sí debemos dejar bien claro que el precepto constitucional está vigente, que se está obligado a conducirse dentro de ese marco jurídico, legal y social
como lo exigen las disposiciones de la máxima
ley (Arts. 1, 109, 114, 115, 116, 176, 177, 178,
181, 257 y demás concordantes y leyes positivas reguladoras), que la propiedad de la tierra
rural está garantizada siempre y cuando cumpla
su función económica y social, pero en el mismo Estatuto Agrario (Ley 1863/02 y modificatorias) define como un punto netamente técnico
lo que se entiende como social. En efecto, los
Arts. 3, 4, 5, 6 y 7 de la mencionada ley ni hacen
mención de la disposición, para mi, importantísima, dado que el Estatuto Agrario y todas sus
modificatorias son las que reglamentan el tópico
pero que, ante este hecho inexplicable, el Art.
116 de la Constitución de la República define la
función social de la tierra cuando trata “De los
latifundios improductivos” (Capítulo IX, De los
Derechos Económicos y de la Reforma Agraria,
Sección I, De los Derechos Económicos, Sección II, De la Reforma Agraria).
Igualmente, como este caso, todo lo social
que acompaña a la función de la tierra para su
garantía en el marco de la ley queda colgado sin
entenderse o, mejor dicho, sin tenerse en cuenta,
y, por otro lado, la institución de la reversión de
la tierra, que si bien está señalada en el Estatuto
Agrario (Arts. 54, 93 y 111), no surte el efecto legal esperado por lo relativo que resulta tan
importante figura en el ámbito rural y sus beneficiarios directos, los campesinos agricultores.
Nº 323 - Abril 2012
Correspondería, tengo entendido, al Congreso el tratamiento de esta importante institución
agraria para la recuperación de las tierras mal
habidas de manos de no beneficiarios y convertirla en ley de manera que, constatada la situación, sentencia judicial de por medio, sumariamente, declare extinguido el dominio de las
propiedades rurales y de los bienes adquiridos
en perjuicio del tesoro público que conlleven
grave deterioro de la moral social, cancelando
la inscripción de todos, deviniendo en forma
inmediata la reversión de las tierras a favor del
Estado.
Por último, reiterando, para todos y cada uno
de los problemas del derecho agrario es necesaria la creación del fuero agrario, y su autonomía
jurídica, como bien lo señala Pérez Llana, “es
aquella que se reconoce doctrinariamente y que
se encuentra en una rama del derecho y que tiene personería propia en virtud de esta circunstancia: a) un hecho técnico, propio y singular;
b) transcendencia y generalidad de ese hecho;
c) existencia de normas jurídicas y orgánicas
reguladora del hecho técnico”.
Se empantanan por esto y por otras causas
más.
Consultas
Constitución de la República del Paraguay. Sancionada y promulgada el 20 de junio de 1992, Índice analítico. Dr. Antonio
Tellechea Solís, Concordancias. Dr. Luis Lezcano Claude. La Ley
Paraguaya, Edit. Diciembre de 1992, Imprenta Salesiana, Tte. Fariña 1295 c/Cap. Figari, Tel.: 222-303.
Manual de Programa Derecho Rural, Facultad de Ciencias Jurídicas, Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción”.
Estatuto Agrario, comentado (Ley Nº 1863/02 y modificatoriasDigno Efigenio Brítez Pérez)
La Propiedad, Ensayos, Editorial Juricentro. 1983.
13
Los desplazados
Bartomeu Melià, sj
Dos órdenes de factores, que dibujan con
rasgos duros y sombríos el cuadro del Paraguay, son los que se refieren a la concentración
de la tenencia de tierra y los pobres desplazados. Esas dos categorías se presentan por separado, pero no son independientes entre sí. Una
vez puestas en relación dan lugar a una imagen
nueva de la migración interna paraguaya. El Paraguay se puede definir como una sociedad de
desplazados.
Concentración en la tenencia de la tierra
Este corto ensayo se basa fundamentalmente
en los datos que ofrecía la STP como aportes al
diálogo nacional a principios de este año 2012,
bajo el título de Situación económica, social y
ambiental en Paraguay.
Para la FAO el Paraguay es el país del mundo
donde se da la mayor concentración de tierra en
manos de pocos. Esto ha sido posible debido a
una infortunada y torpe venta de tierras después
de la Guerra de 1870, por la cual el futuro del
Paraguay quedaba hipotecado en muchos aspectos, pero sobre todo por la entrega de sus mejores tierras en manos extranjeras no residentes en
este país. La posesión de esos enormes latifundios se prolongó hasta apenas un pasado no lejano: La Industrial Paraguaya, la firma Casado,
Barthe, etc.
Pero en tiempos más recientes, el régimen
dictatorial de Alfredo Stroessner adjudicó entre
1954 y 2003 nada menos que 7.851.295 ha (el
19% del territorio nacional) a quienes no podían
ni debían ser beneficiarios del Estatuto Agrario,
lo cual dio como resultado una Reforma Agraria
al revés que facilitó la concentración de tierras
para los allegados del régimen y mayor empobrecimiento para los pobres.
Entre 1991 y 2008 la superficie cultivable
aumentó en cerca de 35% (8.709.338 ha más),
14
siendo que la expansión se dio sobre todo en
Chaco. Naturalmente a costa de territorios indígenas, cuyas áreas ya les habían sido usurpadas
por medidas anteriores en contra de su voluntad
y sin la menor consulta. En este periodo, el total
de las fincas rurales se redujo en un 5, 7%. La
reducción afectó sobre todo a las fincas de menos de 20 ha, donde se da la agricultura familiar
campesina. Esas pequeñas fincas en 2008 habían tenido una reducción de 17,3% , pero también las medianas habían disminuido en 36,7%.
Pero he aquí que las fincas de 500 ha y más aumentaron en 5,9% y las de 100 a 500 ha todavía
mucho más en un 34,8%.
La oposición latifundio-minifundio queda
cada día más pronunciada. El 83% de las fincas
(unas 242.000) posee menos de 20 ha, ocupando
solamente el 4,1% de la superficie agropecuaria;
y peor aún, las fincas con menos de 5 ha representan el 41% del total (unas 118.000) y ocupan el 0,7%. Por su parte, las fincas de 500 ha y
más representan el 2,5% (unas 7.500) ocupando
el 85% de la tierra agropecuaria del país. Los
censos más recientes ofrecerían cifras semejantes, si bien la concentración ha aumentado. Es
decir que un reducido número de personas, que
cabrían en un pequeño barrio asunceño, son los
dueños absolutos del Paraguay.
Con respecto a la distribución de la superficie por estratos, las fincas de 500 ha y más
pasaron a disponer en 2008 de un 43,6% más
tema del mes
agrava la situación. En la Región Oriental y precisamente en las áreas que contaban hasta principios del siglo XXI con una superficie boscosa
considerable aumentó la deforestación, que se
intensificó a partir del Tratado de Itaipú en 1973
y en los últimos años ha llegado a extremos escandalosos e inmorales. El Paraguay ha dejado
de ser un país verde; en pocos años nadie puede
reconocer ya la cara de su madre tierra.
de territorio que en 1991 (8.428.002 ha más);
las propiedades de 100 ha a menos de 500 ha
dispusieron de un 42,1% más de superficie total
(680.990 ha más). Por el contrario, las propiedades de entre 5 y menos de 20 ha vieron reducida su superficie total en un 18,2% (135.377
ha menos); mientras la superficie total ocupada
por las fincas medianas disminuyó en un 36,3%
(280.986 ha menos).
Téngase presente que para mayor confusión
no existe un registro unificado de la propiedad
rural; es decir no se tiene un catastro definido.
Este hecho dificulta una Reforma Agraria razonable.
Si en los años 1950 se hablaba del Paraguay
como “tierra sin hombres y hombres sin tierra”,
ahora hay que decir “mucha tierra para pocos,
poca tierra para muchos”.
La degradación ambiental
La concentración en la tenencia de tierra es
en la actualidad condición y causa de la degradación ambiental, que a su vez produce expulsión
y rechazo de amplios estratos poblacionales. La
concentración de por sí no tiene necesariamente
ese efecto, pero el uso de la tierra centrado en
cultivos, como la soja y el maíz, que por añadidura, en el caso de Paraguay, son de tipo transgénico en su casi totalidad, con todo lo que ello
supone de toxicidad en su origen y en su manejo
Nº
15 323 - Abril 2012
Si la deforestación es la causa, la degradación de los suelos es su efecto más inmediato.
El 73% de la superficie del país está seriamente
degradada –nivel alto de degradación 15%; nivel medio 58%–. La desertificación de amplias
áreas avanza. Los beneficios monetarios de la
producción están lejos de resarcir los daños de la
deforestación y consecuente degradación de los
suelos. Hacen parte del mismo cuadro la contaminación ambiental y la amenaza contra las
especies animales y vegetales y su misma extinción. Si esto sigue así, se volverá cada vez más
difícil que usted escuche el pájaro campana y el
picaflor usted lo podrá ver solamente en parques
naturales protegidos y en barrios urbanos ricos,
con plazas y jardines bien cuidados.
No se puede olvidar que la vanagloria de los
“grandes productores rurales” que proclaman
que el Paraguay es el cuarto país con mayor
producción de soja, ocultan que su tributación
al Estado es prácticamente nula y éste tiene que
valerse y sustentarse de los impuestos que gravan el consumo: esa misma población que compra y consume, y a la que ni las políticas públicas ni privadas le brindan el acceso a la tierra
para producir.
Estos breves datos, que en realidad son apenas parte de un conjunto mayor –que la brevedad de estas líneas no permite transcribir extensamente– tienen lúgubres consecuencias sobre
la población, inconsciente ella misma a veces de
que su situación de pobreza provenga de esas
causas.
Los desplazados
Según la Encuesta Permanente de Hogares
de 2010 (Dirección General de Encuestas, Es15
Distribución de bosques en la Región Oriental del Paraguay
Fuente: STP (2011) Plan Marco de Desarrollo y Ordenamiento Territorial en Paraguay, p. 53.
tadísticas y Censos DGEEC) el Paraguay cuenta
con una población total de 6.381.940 personas.
La población indígena se estimaba en 2008 en
108.600 personas, repartidas en 572 comunida16
des. La densidad de la población es de apenas
14,5% por km2.
Un país que era eminentemente rural muestra
ahora, sin embargo, un acentuado éxodo hacia
16
tema del mes
los centros urbanos, que acogen ya un 59% de la
población. ¿A qué se debe esta migración interna? Una explicación psicosocial podría ser que
el ambiente rural no satisface ya las necesidades
de la población en cuanto a acceso a puestos de
trabajo y a educación escolar; a comunicación y
transporte; a atención sanitaria y administrativa;
a oportunidades culturales o incluso a lugares de
diversión.
La “campaña”, sudamericanismo por ambiente rural, es conceptuada, por quienes la
abandonan, como desierto de oportunidades. La
desertificación cultural del país es un hecho.
Pero después de lo que se ha escrito arriba
sobre la concentración de tierras y la trasformación ambiental hay que incluir como factor de
migración la degradación de la calidad de vida.
Elementos que podían mantener a la población
en un sano equilibrio de vida han desaparecido.
Con la presión los campesinos han vendido sus
tierras, las aguas de que se servían ya no son
potables; en la cercanía de los campos donde
se usan agrotóxicos y pesticidas en cantidad,
el medio ambiente se vuelve hostil y las oportunidades de trabajo quedan anuladas, pues el
agronegocio necesita escasa mano de obra. La
migración poco depende de la propia voluntad:
se convierte en un desplazamiento obligado.
Hay diferencia entre migrantes y desplazados. En el migrante hay una cierta libertad de
elección, en el desplazado hay coersión.
En calidad de desplazada, la persona o la
familia es expulsada de un tekoha, del “lugar
donde se es lo que se es”, un lugar que sostenía su modo de ser, ligado a una memoria social
y cultural, a un paisaje y a una convivencia de
vecinos, a un trabajo habitual, a formas de vida
que le hacen sentir bien. El desplazado tendrá
mucha dificultad en rehacer su teko, su modo de
ser, su costumbre.
Esta categoría de desplazados es una nueva realidad a nivel mundial como lo hace ver
Oriol Solà Pardell en su estudio Desplazados
medioambientales (Bilbao: Universidad de
Deusto, 2012) que se está aplicando cada vez
Nº 323 - Abril 2012
más a determinados tipos de migrantes y se adecua bien a la realidad paraguaya.
“La nueva figura del desplazado socioambiental es la persona o grupo de personas que
a causa de los repentinos o progresivos cambios
en el medio ambiente, que afectan de forma negativa sus condiciones de vida, se ven obligadas
a dejar sus hogares” (p.106).
Las transformaciones negativas e injustas
de un atrasado modelo productivo que necesita
destruir a las personas y a las sociedades para
funcionar no puede llamarse progreso. Un desplazado no es pobre sin más, sino un pobre empobrecido, producto defectuoso de las fábricas
de pobreza. La superación de la pobreza, un desafío para el Estado paraguayo, debe enfrentar
de manera seria esa forma particular de la pobreza de los desplazados, que no es una cuestión
sólo económica sino de derechos humanos.
La cuestión de los desplazados no es nueva
en Paraguay y se origina al mismo tiempo que
se instaló aquí el sistema colonial. Domingo
Martínez de Irala ya percibió muy claramente
que redundaba en disminución de productividad la usurpación del tekohá cuando decía que
a los guaraníes “nadie puede estorbarles ni en
sus tierras, campos, pastos, cazas, pesquerías,
asientos de pueblos y términos que ellos tienen
y han tenido por uso y costumbre [...]” (Ordenanzas de Irala 1556).
Pocos años después hay voces de alerta contra una ganadería abusiva y agresiva: “Las vacas hacen daño a las rozas y labranzas de los
indios comarcanos de esta ciudad, que es causa padezcan grandes necesidades y hambres, y
desamparen sus asientos y se vayan a partes remotas…” (Ordenanza de Juan de Garay del 17
de octubre de 1578).
Sin embargo, la sustitución de espacios físicos y culturales se sigue practicando hasta hoy,
con los mismos nefastos efectos de personas
desplazadas y empobrecidas.
17
El proceso de deforestación en Paraguay
Fuente: STP (2011) Plan Marco de Desarrollo y Ordenamiento Territorial en Paraguay, p. 87.
18
tema del mes
Discurso mediático
y justificación de la
desigualdad social
Arístides Ortiz*
La desigualdad social es hija de una estructura
de poder que excluye a las mayorías sociales
de los recursos materiales y simbólicos de una
sociedad. Los grandes medios de comunicación,
pilares de aquella estructura, justifican con su
discurso la base de la desigualdad: la tenencia y
el uso de la tierra en pocas manos.
Los medios de comunicación suelen llegar a
consensos respecto del tratamiento informativo
sobre determinados temas del país. Uno de esos
consensos se desata cuando la estructura de propiedad y uso de la tierra genera conflictos sociales protagonizados por los que son excluidos:
los campesinos sin tierra.
Los casos en los que los grandes medios empresariales desarrollaron campañas mediáticas
sobre ocupaciones de tierras o proyectos de expropiación de latifundios son incontables. Aquí
narraré solamentedos casos simbólicos que ilustrarán los hechos, para luego analizar el discurso
mediático con los que fueron tratados. Son casos
en los que los medios derramaron miles de litros
de tinta, de imágenes y de sonido hacia una sola
dirección.
*
Periodista. Coordinador del área de Comunicación de la Televisión Pública de Paraguay. Socio fundador de la Cooperativa
AtyCom de comunicación social y del Periódico E’a. Miembro
del Sindicato de Periodistas del Paraguay.
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Las tierras para Moon
Tal vez la memoria de este país no recuerde
una campaña informativa más larga que la desatada por el diario ABC Color, principalmente, y
los demás medios escritos, radiales y televisivos
contra la reivindicación de los pobladores del
municipio de Puerto Casado por la expropiación
de 52.000 hectáreas de tierras pertenecientes a
la secta del reverendo coreano Moon. Éste había comprado 585.000 hectáreas de la empresa
Carlos Casado SA. La venta incluyó, aunque
parezca mentira, la ciudad y los habitantes del
municipio de Puerto Casado, de alrededor de
5.000 personas. Como respuesta a esta venta, los
pobladores de Casado se organizaron y reclamaron, con marchas y manifestaciones, la expropiación de las tierras sobre las que está asentada
la ciudad. El Congreso expropió las tierras el 4
de agosto de 2005. La campaña mediática contra
la expropiación, sin embargo, se desarrolló en
todo el 2005 y el 2006. Las publicaciones están
en los archivos.
Las tierras para Tranquilo Favero
En agosto del 2011 emergió un antiguo reclamo de los campesinos sin tierra del distrito
de Ñacunday, Departamento de Alto Paraná:
que las 67.000 hectáreas de esta zona sobre
las que presenta título de propiedad el agroexportador brasileño Tranquilo Favero serían tierras fiscales. Basados en esta presunción, los
campesinos aglutinados en la Liga Nacional
de Carperos ocuparon las tierras reclamadas.
Desde aquella ocupación de agosto los grandes medios de comunicación comerciales, con
uniformidad, iniciaron una campaña mediática
contra los campesinos ocupantes. La campaña
continúa hasta hoy.
La presentación informativa
Los protagonistas de ambos hechos generados por la problemática de la tierra fueron interpretados y presentados informativamente por
los medios de la siguiente forma: los campesinos de Ñacunday y los habitantes del municipio
chaqueño de Puerto Casado “violan” la propie-
20
dad privada, son “violentos” y sus dirigentes son
“delincuentes”. Son campesinos “haraganes”
que tenían tierras pero que las vendieron. En
contrapartida, los que fungen de propietarios de
las tierras en disputa son empresarios “trabajadores” que “invierten” y“generan fuentes de trabajo” en el país e “ingresan recursos” al Estado
pagando sus impuestos. Ambos son sujetos binarios, polarizados: uno es un buen ciudadano,
el otro es malo.
El hecho en sí, la disputa por las tierras, es
un acto ilegal, ilegítimo, de una de las partes,
puesto que viola un principio constitucional, el
de la propiedad privada. Por eso se califica el
acto de “invasión”.
La des-contextualización
Tanto los hechos como sus protagonistas son
presentados fuera de la estructura social vigente
en el país. Son tomados como individuos aislados, tratados solamente en base a sus supuestas
cualidades morales. Así, el campesino que ocupa una propiedad no es resultado lógico de la
concentración de la propiedad de la tierra, que
señala que el 2,6% de los propietarios de fincas
agrícolas es dueña del 85,6% de las tierras cultivables; no es producto de un modelo agroexportador que expulsa campesinos del campo a
la ciudad y de un Estado que lo abandona a su
suerte. En contrapartida, el propietario de las tierras no vive en un país, como el Paraguay, donde
la presión tributaria apenas alcanza el 12% y el
régimen oligárquico de décadas ha construido
un Estado cuyo sistema impositivo exonera de
impuestos al agroexportador y al latifundista.
Pero aunque los medios publiquen datos e
informaciones que contextualicen el país en el
que vivimos, como las causas profundas de la
pobreza, estas son unas gotas en el mar que son
naturalizados como una realidad inamovible, inmanentes.
Los hechos en sí, la disputa por las tierras, no
son considerados un conflicto social que emerge
de una estructura social desigual expresada en
millones de pobres; son considerados como violaciones, o no, de la propiedad privada, un hecho protagonizado por delincuentes e inocentes.
tema del mes
Estructura de poder, medios y
legitimación
Los medios de comunicación, con su discurso, sacan a los protagonistas del conflicto por la
tierra de la estructura social vigente en la que
viven; una estructura donde la desigualdad se
expresa en extremos pobres y ricos, informados y desinformados, educados y no educados,
alimentados y hambrientos, latifundistas y sin
tierras. Una estructura social cuya base de bienestar o malestar es el acceso o no a la economía
agraria.
Una vez que saca a los sujetos de los que
informa de su contexto social, los medios toman una posición a favor de una de las partes
(el agroexportador, latifundista, empresario
agrícola) en disputa criminalizando a la otra
(el campesino sin tierra, el ocupante). Un posicionamiento discursivo natural, puesto que los
propietarios de los grandes medios forman parte de la estructura de poder que se sostiene en el
modelo colonial-agroexportador, causa profunda de la histórica desigualdad social del Paraguay. Un discurso, el de los medios, que legitima la concentración de poder en los miembros
de una clase social y justifica la desigualdad que
ella genera y que padece la gran mayoría de los
paraguayos y paraguayas.
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¿Será que el llanto
se vuelva canto? Deuda histórica de
la Itaipú Binacional
con los avá guaraní
paranaenses
Enrique Gaska, SVD*
En 1995, escribí en la revista Acción, Nº 157,
con el título “Del canto al llanto”, sobre la situación de las comunidades indígenas afectadas
por la represa de Itaipú. Han pasado casi dos décadas y algunos cuantos gobiernos de turno, sin
embargo la “piedra que canta” – Itaipú – sigue
siendo la “piedra que llora” por la deuda histórica de la Itaipú Binacional con los Avá Guaraní
Paranaenses. Han pasado más que tres décadas desde que
los miembros de las treinta y seis comunidades
indígenas Avá Guaraní fueron sacados de sus
territorios tradicionales y nunca adecuadamente
reasentados ni indemnizados, como establecen
las leyes nacionales y los tratados internacionales. Algunos de los afectados tuvieron que
ubicarse en pequeñas comunidades como las de
Kirito o Jukyry; otros fueron absorbidos por las
comunidades indígenas vecinas de la zona; sin
embargo, la mayoría de los afectados todavía no
fue adjudicada con las nuevas tierras por el despojo de su territorio tradicional que legalmente
les pertenecen hasta el día de hoy. Hasta la fecha
los Avá Guaraní Paranaenses confirman la tragedia que han vivido y están decididos a exigir
resarcimiento y recuperar parte de sus territorios
*Coordinador adjunto de la Coordinación de Pastoral Indígena
(CONAPI), órgano de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP).
22
tema del mes
tradicionales. Esperan que el gobierno del presidente Fernando Lugo apoye sus justas reivindicaciones territoriales.
Existen numerosos estudios antropológicos
sobre la milenaria existencia de los pueblos indígenas en la margen derecha del río Paraná, en
la zona de influencia de Itaipú, que demuestran
que la zona fue habitada no solamente desde
tiempos remotos antes de la llegada de los españoles sino también antes del embalse. El hábitat
tradicional de los Avá Guaraní era un extenso
territorio que se extendía desde la cordillera de
Mbaracayú hasta Hernandarias, Alto Paraná,
formando un triángulo que al este limita con el
río Acaray hasta su confluencia con el río Paraná. El despojo de su territorio tradicional y consecuentemente su genocidio comenzaron ya en
la época colonial. Según Melià, en los tiempos
de los primeros contactos con los europeos tenía
fundamento serio la hipótesis de que en América
había 1.500.000 y hasta 2.000.000 de guaraníes
(Melià, 1991:16).
El despojo en tiempos modernos de los indígenas Avá Guaraní se dio con el Tratado de
Itaipú Binacional del 26 de abril de 1973, que
fue aprobado y ratificado en nuestro país por
la Ley Nº 389/73. El 20 de julio del año 1979
fue promulgada la Ley Nº 752 que expropió
165.000 hectáreas de tierras por razones de utilidad pública. Con dicha ley las comunidades
Avá Guaraní que habitaban a lo largo de la ribera del río Paraná debían abandonar sus tierras
a ser inundadas. La Ley 752 no tuvo en cuenta
el Convenio 107 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual fue ratificado por
nuestro país en el año 1968 por la Ley N° 63.
Esta ley establece en su Art. 12, parte II: “No
deberá trasladarse a las poblaciones en cuestión de sus territorios habituales sin su libre
consentimiento, salvo por razones previstas por
la Legislación Nacional relativa a la seguridad
nacional, el desarrollo económico del país,…
las comunidades trasladadas deberán recibir
tierras de calidad por lo menos igual a la de las
que ocupaban anteriormente y que les permitan
subvenir a sus necesidades y garantizar su desarrollo futuro”, Art. 12.2.
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El Estado paraguayo a través de sus representantes, Ing. Enzo Debernardi, director general adjunto de la Itaipú, y Dr. Antonio Colmán
Rodríguez, director jurídico de dicha institución, hizo caso omiso de los reclamos de las
organizaciones indígenas e indigenistas como
Asociación de Parcialidades Indígenas (API),
Asociación Indigenista del Paraguay (AIP) y
Equipo Nacional de Misiones de la Conferencia
Episcopal Paraguaya (ENM). Representantes
de dichas organizaciones en sus cartas indicaban al Estado paraguayo las violaciones de los
derechos de los pueblos indígenas que el Estado se comprometió cumplir con la Ley 63/68,
que ratifica el Convenio 107 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) (ENM, 1981:
189-209).
El número de las comunidades afectadas por
la Itaipú oscila entre 7 comunidades con 234
familias, según la Secretaría Técnica de Planificación, a 36 comunidades con 543 familias,
según recientes estudios realizados por Mariblanca Barón. Las comunidades afectadas por la
Itaipú tendrían que haber sido relocalizadas en
cuatro asentamientos: 1) Kirito, con una superficie de 1.012 has para 40 familias, tierras adquiridas por la CEP; 2) Jukyry, con una extensión
de 2.000 has para 61 familias, tierras asignadas
por el IBR; 3) Colonia Itabó, con 1.300 has para
62 familias, tierras adquiridas por la Itaipú; y 4)
Colonia Limoy, con 1.000 has para 50 familias,
tierras adquiridas por la Itaipú (ENM, 1981:196205; Gaska, 1995, 16-19). El mismo proyecto de
reasentamiento no contemplaba ni siquiera todas
las familias afectadas por la empresa según los
datos de la Itaipú, es decir, 234 familias, y estaba muy lejos de los datos reales proporcionados
por los mismos afectados. Para la ejecución del
proyecto se requería de la Itaipú Binacional el
apoyo financiero para traslado a nuevos asentamientos y asistencia por el tiempo que será
necesario. En realidad la Itaipú se limitó en adquirir dos fracciones: una de mil hectáreas en
Ko´êyú y otra de mil hectáreas en Itabó. Estos
hechos demuestran que la Itaipú trasladó a los
nativos en forma compulsiva, mal indemnizados
algunos y, sobre todo, no compensados con tie-
23
rras suficientes por sus territorios perdidos. Por
eso la Itaipú sigue violando los derechos de las
comunidades indígenas y sigue ocupando ilegalmente sus territorios.
Las comunidades Avá Guaraní desalojadas
por la Itaipú claman su reasentamiento e indemnización adecuada conforme con las leyes
nacionales y los tratados internacionales, sin
embargo, sus reclamos siguen siendo ignorados.
Los desalojados por la Itaipú Binacional a
través de sus organizaciones mandan periódicamente las cartas a los directivos de la Itaipú sin
efecto alguno. Como ejemplo, el 29 de abril de
1997 la Asociación de Comunidades Indígenas
Avá Guaraní ha solicitado la devolución de la
tierra equivalente al territorio tradicional a orillas del río Paraná. Los afectados son conscientes de que no se va a poder devolver las mismas
tierras que tenían, pues quedaron muchos kilómetros bajo agua, en las Reservas o Refugios
Biológicos. Por eso pidieron solamente 15.000
hectáreas que limiten con el lago Itaipú, margen
derecha, que tengan por lo menos 70 a 80% de
bosque. El 26 de junio de 1998 se creó la “Comisión Yvy Paraná Rembe’ýpe”, y en el 2010
la Asociación Yvy Paraná Rembe’ýpe, cuya finalidad es reivindicar la tierra de las comunidades desalojadas por la Itaipú Binacional. En las
motivaciones se recuerda nuevamente que los
Avá Guaraní fueron obligados a abandonar la
inmensa y rica orilla del río Paraná, perdiendo
no sólo el histórico lugar o su hábitat tradicional
sino corren riesgo de perder su propia identidad
como Avá Guaraní Paranaenses. Todos los pedidos hasta la fecha terminan sin ninguna respuesta.
¿Será que la Itaipú seguirá siendo responsable del “genocidio de los Avá Guaraní Paranaenses?”.
Los efectos del desplazamiento de los Avá
Guaraní fueron desastrosos no solamente para
las comunidades que sucumbieron bajo las
aguas del lago de Itaipú sino también para las
comunidades que absorbieron a los desalojados.
Como ejemplos se pueden citar las comunidades
que no serían reubicadas, como sucedió con la
24
tema del mes
del Arroyo Guazú o Acaraymí. Arroyo Guazú en
el año 1976 debía tener 52 familias según los
informes de Itaipú, pero en la práctica, según el
censo hecho por el Proyecto Guaraní en el año
1977, tenía solamente 33 familias. Sin embargo,
en el año 1980 tenía ya 86 familias y en el año
1982 contaba con 150 familias, casi el doble en
sólo dos años, justamente cuando los paranaenses se dispersaron (Barón, 2006). También la comunidad Acaraymí que según el censo de 1975
tenía 59 familias, en año el 1992 contaba con
163 familias, 605 personas. El mismo Kiritó que
tiene previsto para 40 familias, ya en 1986 tenía
97 familias y en el 1992 superaba 112 familias.
Los efectos de la reubicación forzada eran negativos en todos los aspectos: religioso, social,
económico y político. La comunidad de Kiritó,
solamente durante tres años cambió cinco veces
sus líderes con consecuencias muy negativas
(Gaska, 1995:18).
A modo de conclusión, al indemnizar a algunos pocos indígenas, la Itaipú Binacional no
queda exonerada de la obligación de reasentar a
los indígenas en tierras aptas y de igual calidad
de las que perdieron por causa del complejo hidroeléctrico y los gastos deben correr por cuenta del ente. La Itaipú Binacional es la que debe
buscar una fórmula especial para devolver a los
Avá Paranaenses sus tierras. Vale mencionar los
siguientes aspectos que deben ser cubiertos por
la Itaipú: el reasentamiento y las indemnizaciones por daños y perjuicios durante tres décadas
de despojo ilegal, de lo contrario, podría ser acusada ante instancias competentes de genocidio
de los Avá Guaraní Paranaenses. ¿Será que la
piedra del canto (Itaipú) seguirá siendo piedra
de llanto de los Avá Guaraní y se convertirá en
piedra del escándalo cuando las comunidades y
asociaciones Avá Guaraní demandarán al Estado
paraguayo y la Itaipú Binacional en las Cortes
Internacionales de Derechos Humanos? ¿Será
que un día el llanto se vuelva canto para los Avá
Guaraní Paranaenses?
ASOCIACIÓN PARANÁ YVY REMBE’ÝPE Aty guasu en Kumanda Kái 19/05/2011
Testimonio del líder religioso Claudio López
de la Comunidad Kirito
Yo soy de Tatijupi, mi papá fue Chamoi (líder religioso) allí, tenía su Jeroky Aty hasta su muerte. En el
año 1979 vinieron a decirnos que se cerraría el agua del Paraná. Nos dijeron que teníamos que salir, si
no moriríamos, rezamos y les dijo mi papá: “¿Dónde vamos a ir?, ¿Cómo vamos a dejar nuestras chacras,
nuestro maíz?”. Nos dijeron “hay lugar donde vivir, habrá camión para llevarlos”. Nuevamente papá les
dijo: “¿Cómo vamos a dejar nuestras tierras?, nuestra agua, nosotros cuidamos de esta agua”, y nos dijeron que la próxima vez que vengan será para llevarnos. Mi papá se enfermó y murió en cuatro días. En
quince días volvieron para sacarnos y les dije que nos sacaran hasta un ka’aty, que por allí yo buscaría
trabajo, nos sacaron, dormimos dos noches en la calle, tuvimos hambre, tenía siete hijos. Después trabajé quince días en un ka’aty. Después me enfermé, no podía caminar más, en carretilla me llevaron y me
fui con mi familia a Kirito donde estaba uno de mis hermanos, en 1980 llegamos allí.
En el año 1981 nos sacaron nuevamente de allí, nos dijeron que había otro lugar más lindo, fuimos y
todas las familias pasamos hambre otra vez ahí, juguete nomas ya éramos. Esta es nuestra historia que
les cuento. Nuestra cultura “teko” no tenemos que dejar, allá en mi comunidad la gente ya se olvidaron de
eso, a mí eso me duele. Yo siempre recuerdo el lugar donde vivía y lloro. Hace 30 años que vivimos en Kirito, cuando llegamos era todo monte, pero no había nada para comer, sufrimos mucho, pasamos hambre
y ahora poco a poco vamos recuperando eso.
Ahora ya echaron todos los montes, “el monte es nuestro cuerpo, si tocamos, echamos montes, hacemos por nosotros mismos”. Por plata muchas cosas suceden en nuestro mundo. Esto les cuento, esto fue
lo que nos sucedió. (Traducción: Hna. Elizabeth Coronel González, CIC).
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Dos pivotes de la
Historia: propiedad
y esclavitud
José L. Caravias, sj
En el largo proceso de dignificación de todo
ser humano pienso que una de las fuerzas básicas que han movido la Historia es la tensión entre aprecio o desprecio, compartir o acaparar, libertad o esclavitud.… Demos un breve recorrido.
Los acaparadores
En los procesos de formación de los países, por lo general una minoría se apropia de
la mayoría de las riquezas de su zona. Y para
poder mantener, hacer producir y aun expandir
sus “propiedades”, paulatinamente se crean dos
grandes entidades, cada vez más sagradas e intocables: la propiedad privada sin límites y la
esclavitud sin derechos. Y se inventan y acomodan religiones que sacralizan estos dos “divinos
mandatos”.…
Los más fuertes se llenan de bienes, según
ellos por bendición de los dioses… Y a los esclavos se les obliga a respetarles y servirles en
todo, precisamente “por voluntad de los dioses”.
Los acaparadores-esclavistas apoyan su
prosperidad en las manos encallecidas de sus
esclavos-obreros. Por eso exigen con absoluta
crueldad su sumisión servil. Y los casos de rebeldía los castigan, como escarmiento, muy severamente… Desgraciadamente ésta es la esencia
de la historia de los grandes imperios. Sus grandes monumentos hieden a sangre de esclavos…
Ya en los albores de la sociedad, Aristóteles
defendía la prosperidad de sus “ciudadanos”,
que eran minoría, apoyada en la mano de obra
de las mayorías que, según él, nacían para servirles. El Derecho Romano, en el que todavía
se apoyan cantidad de legislaturas, justificaba
26
tema del mes
como intocable la propiedad privada. Propiedad
privada ilimitada y esclavos para poder hacer
fructificar esas propiedades son los dos pilares
de nuestras historias.
que nunca y más fácil que nunca. Transacciones
bancarias virtuales y paraísos fiscales ayudan a
ocultar inmensas riquezas lejos de los ojos del
pueblo.…
En la Edad Media millones de “siervos” servían a sus “señores” como única forma de sobrevivir. Despilfarro ostentoso de los señores y
miseria humillante del pueblo… Morir o trabajando las tierras del amo o luchando por defender
sus “posesiones”.…
El mundo está gobernado hoy por unos pocos inmensos entes económicos. Ellos ponen y
quitan gobiernos, ellos dictan leyes que les favorezcan, ellos digitan los contenidos educacionales, ellos dominan los medios de comunicación,
ellos imponen las modas.
La esclavitud de los indígenas del Nuevo
Continente fue la base para la prosperidad de
colonos españoles, portugueses e ingleses. Y, no
contentos aun con masacrar y esclavizar a los
nativos, como fieras cazaron a negros africanos
para venderlos como mano de obra en los latifundios.
Han aprendido que ya no les conviene la cara
fea del negro capitalismo salvaje. Ahora se trata
de un “monstruo amable”, que vestido de colores, al son de hermosos bailes, promete felicidades fáciles. Con sus encantos ha seducido a
la mayoría de la juventud, que vibra al son de
sus compases. De nuevo, o bailas con ellos o te
mueres de aburrimiento. O entras en su consumismo o no tienes qué comer… No se puede comprar o vender si no se tiene su sello.
El comienzo del capitalismo engendró nuevos tipos de esclavos. Jornadas larguísimas de
trabajo, muy mal remuneradas. Mujeres y niños
amarrados 12 horas a sus telares… Y para los rebeldes, el estigma de perder el trabajo y la consiguiente hambre familiar.
La esclavitud sigue aun, maquillada, en nuestros días. En este mundo globalizado los nuevos
vómitos de la banca mundial aplastan con hambre a millones de habitantes de este rico planeta.
Matar de hambre es una nueva cruel esclavitud.
Los truck financieros internacionales dan a África más armas que alimentos. 37.000 personas
mueren de hambre cada día en este mundo de
prosperidad.
Hoy día, dados los adelantos de la tecnología, ya no hace falta mano de obra esclava. El
gran comercio internacional apoya que los muy
pobretones se maten entre ellos o se mueran de
hambre… ¡Este plan macabro está en marcha!
Inmensos truck económicos financieros internacionales están comprando las tierras cultivables del hemisferio sur y están acaparando sus
semillas alimenticias…
El gran monstruo cambia de cara y de tentáculos en cada época. Lo importante es poder
engullirlo todo. Sus tragaderas no tienen fin.
Nunca se sacia. Acaparar es su lema, hoy más
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Para asegurar su gordura extrema, remachan
más que nunca su ley sagrada: el derecho de
propiedad ilimitada. El derecho de acaparar y el
derecho a engañar-esclavizar son los dos pilares básicos sobre los que se sigue sosteniendo
la sociedad “¿suciedad?” actual. Los cimientos
de estos dos pilares están amalgamados con un
durísimo cemento llamado “desprecio a la dignidad de los demás”. Y la fuerza terrible que los
impulsa se llama “codicia”.
Pero el Monstruo Amable está cegado por
su codicia y su orgullo. Es incapaz de cambiar
su conducta. Presiones externas le pueden hacer
cambiar en algo. Pero su esencia es perversa, y
sólo con su muerte dejará de engullir…
Los sublevados
Multitud de pueblos se han alzado a lo largo
de la historia para desembarazarse de las garras
sangrientas de sus opresores. Debajo de todas
estas rebeldías y sublevaciones anida el fuego
de la conciencia de la dignidad humana. Detrás
quedan raudales de sangre. Pero esta larguísima
lucha contra la esclavitud ha producido algunos
frutos. Cada vez más personas aceptan la dig-
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nidad de todo ser humano. Va aumentando la
conciencia cívica de que nadie debe ser esclavo.
Y en muchos países oficialmente se ha abolido
la esclavitud, como fruto de muy largas y sangrientas luchas.
En todas las sociedades esclavistas ha habido
sublevaciones, como expresión de su conciencia
de dignidad humana.
La religión bíblica comenzó con una sublevación de esclavos. Sintieron que en su dura
opresión en Egipto un dios no imperial descendió entre ellos para liberarlos. Y comenzó
un éxodo en busca de nuevas tierras de leche y
miel. Siempre se han dado éxodos de esclavos
en búsqueda de nuevas tierras fraternas, tierras
sin mal, sin acaparamientos ni esclavitudes.
El pueblo bíblico se esforzó en legislar para
que a nadie le faltara “una tierra donde vivir”, y,
por consiguiente, para que nadie acaparara tierras. Y los profetas bíblicos clamaron duramente
contra los terratenientes como traidores al proyecto divino.
Espartaco, durante el imperio romano, representa uno de los reventones más importantes de
la historia. Cuanto más fuerte es la presión, más
violenta puede ser la explosión.…
La Edad Media europea está llena de sublevaciones, como siempre, cruelmente reprimidas.
La historia de este continente rebosa sublevaciones, reprimidas todas cruelísimamente. Y
luego enterradas en el olvido. En Estados Unidos el problema fue tan serio que suscitó una
terrible guerra civil.
El mundo obrero del siglo XIX fue tomando
conciencia de su dignidad y, tras largas y costosísimas huelgas, se llegó a la jornada de 8 horas,
y aun consiguieron legalizar el derecho de huelga. Vencer el apartheid fue fruto de muchísimas
acciones no-violentas.…
Napoleón y Hitler lo quisieron conquistar
todo, y millones murieron luchando contra sus
orgullosos principios racistas, altamente despreciadores de multitud de seres humanos...
Hoy empieza a correr el reguero de los “indignados”. La desfachatez y la caradura de los
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dueños del mundo llegan a grados insostenibles.
Dada la realidad mundial, cada vez habrá más
indignados...
Siempre ha habido y habrá defensores de la
dignidad de toda persona humana y, por consiguiente, del derecho de propiedad para todos.
Van unidas las banderas de dignidad y propiedad para todos… Pero en la mayoría de las veces
ha faltado un conocimiento serio de la realidad
que se combate y la realidad que se busca.…
Las religiones han militado y militan en ambos campos de batalla. La cola del Monstruo
entra hasta en lo más sagrado. Pero la luz auténtica de la divinidad también. Cada persona,
cada grupo, más o menos conscientemente, decidimos bajo qué bandera militar.
A lo largo de la historia, las religiones bíblicas muchas veces han traicionado su esencia:
creencia de un Dios único que por amor lo ha
hecho todo para todos sus hijos. Dios que quiere
la felicidad para todos, sin esclavitudes ni miserias. Asquerosamente muchas veces cristianos y
judíos se han aliado con los acaparadores, y les
han ayudado a masacrar al pueblo…
Cuestionamientos
Pienso que la sinceridad en este discernimiento es vital. ¿Acepto de veras que todas las
personas humanas somos dignas de respeto?
¿Trato a todas las personas con dignidad? ¿Viven aun en mí actitudes machistas, racistas, elitistas…? ¿Acepto que toda persona tiene derecho
a luchar por conseguir una vida digna? ¿Colaboro para que toda familia tenga una propiedad
privada digna? ¿Qué estoy dispuesto a sacrificar? ¿Qué estoy dispuesto a dejar para que los
otros puedan gozar de lo necesario? ¿Mi ideal es
acaparar o compartir?
Es necesario clarificar también hasta qué
grado me dejo engañar por las propagandas del
Monstruo. ¿Me creo todo lo que dicen las grandes cadenas de comunicación? ¿Qué tipo de publicaciones leo con más gusto? ¿Qué programas
televisivos me agradan más? ¿Qué películas me
gusta ver? Pues si me dejo llevar por sus pro-
tema del mes
pagandas es muy posible que me trasladen muy
lejos de la dignidad humana, la mía y la de los
demás. Y probablemente me conviertan en tonto
útil al servicio de sus acaparamientos.
Detrás de la clarificación de actitudes sociales se esconden también actitudes religiosas.
La pregunta clave es: ¿En qué Dios creemos?
¿Hasta dónde vivimos la fe en el Dios que lo ha
hecho todo para todos sus hijos porque quiere la
felicidad de todos?
Jesús no se enredó en disquisiciones teóricas.
Respetó y ayudó a todo necesitado, a todo marginado, a todo despreciado. Vivió siempre en
actitud de servicio. Lo compartió todo. Criticó
duramente a los acaparadores. Atendió a todo
el que se acercó con sinceridad a él. Ésta es su
revolución.
¿Fue ineficaz Jesús? Ciertamente, pocos le
siguen de veras. Pero su testimonio es genial. La
raíz de la crisis de nuestro mundo no es tanto
económica como moral. Lo que hay que cambiar son las actitudes. Mientras unos se crean
superiores a los otros y suban a base de pisotear
a los demás; y mientras las mayorías vivan pasivamente en complejo de inferioridad, ningún
cambio serio será posible. Ya Jeremías había
anunciado que lo básico es cambiar los corazones de piedra por corazones de carne.
Todo egoísta que suba al poder seguirá siendo aun más egoísta cuando tenga las riendas en
sus manos… Y todo corazón de carne que suba
al poder será perseguido por el monstruo de la
codicia. Quizás el nuevo mundo posible sólo se
construye a base de mártires, al estilo de Jesús:
Amor a los hermanos, realista, heroico, hasta la
muerte.…
Las claves son la toma de conciencia de la
dignidad de todo ser humano y el consecuente
cambio de actitudes. Y también la toma de conciencia de cómo actúan los monstruos que viven
del desprecio a la dignidad de todo ser humano.
No dejarnos ni engañar ni aplastar. Conversión
personal y cambio de estructuras… Dios de todos;
libertad digna para todos; propiedad suficiente
para todos… ¡Fraternidad universal!
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Hobbes y
el problema
de la tierra
Gabriel Insaurralde, sj
Thomas Hobbes, filósofo inglés del siglo
XVII, saltó a la fama con su obra Leviatán, donde el autor presenta una teoría sobre la formación de las sociedades. Fue clasificado como defensor del absolutismo político, poniendo como
base una antropología pesimista.
Si bien se trata de dos contextos históricopolíticos, el de Hobbes y el del Paraguay actual,
pienso que las reflexiones y la teoría pueden
ayudarnos para pensar nuestra realidad y tal vez
encontrar alguna luz que nos ayude a entender
nuestra situación y nos ayude a trazar un norte,
una salida; especialmente para el problema de
la tierra.
El autor subraya insistentemente que en el
estado de naturaleza todos los seres humanos
somos iguales: “la naturaleza ha hecho a los
hombres tan iguales en sus facultades corporales y mentales...”. De la igualdad de las capacidades surge la igualdad en la esperanza de
alcanzar los fines, pero, debido al principio de
escasez, se producen la enemistad y la competencia, lo que da lugar a la inseguridad mutua, lo
que hace que se tienda al incremento del poder.
30
© Piero Tesei
Leviatán es un tratado sobre la naturaleza
humana y pretende dar una explicación sobre
cómo se organiza la sociedad. Partiendo de la
definición del ser humano y de sus características, el autor explica la aparición del derecho y
de los distintos tipos de gobierno que son necesarios para la convivencia en la sociedad. Hobbes parte de una concepción del estado de naturaleza humana fundamentado en lo pulsional.
El ser humano es primariamente de naturaleza
pulsional, sometido a la realización constante de
una pulsión de autoconservación, de deseo, de
seguridad, de paz y de miedo a la muerte.
tema del mes
Hobbes va en contra de la desigualdad natural sostenida en su época. Él afirma que ningún
hombre tiene una capacidad tan diferente de otro
que justifique una diferencia de derechos. Hobbes acepta que existen diferencias de grado: por
ejemplo, alguien pudo haber ejercitado más su
cuerpo y llegar a ser más fuerte que otros. Pero
eso no justifica que se establezca una diferencia
de derechos: que alguien sea más fuerte o más
inteligente no le otorga derecho a mandar sobre
los demás, ni a tener privilegios que otro (menos fuerte o menos inteligente) no tenga. Incluso
pone ejemplos donde la fortaleza física de uno
puede ser vencida por la inteligencia del otro.
Sentada la tesis de la igualdad natural de todos los hombres, parece allanado el camino para
explicar la sociabilidad y la vida en común, ya
que eran las diferencias naturales las que se percibían como un escollo al orden social estable.
Sin embargo, Hobbes demuestra, paradójicamente, que la igualdad natural entre los hombres
no conduce a la sociabilidad sino que hace de los
humanos seres antisociales, inmersos fatalmente
en el conflicto. De ahí surge la necesidad de un
pacto convencional, no natural, que garantice la
convivencia humana.
La filosofía política de Hobbes responde a los
problemas de su siglo: la inseguridad y el temor
(derivados de la guerra, del desorden social, de
la miseria y la corrupción). Estos hechos mencionados son traumáticos que requieren alguna
explicación por parte de las ciencias y la filosofía. Hobbes se plantea si tales hechos responden
a circunstancias transitorias y contingentes o si
están arraigados en la naturaleza, si son necesarios y permanentes.
raleza, como la libertad de utilizar el poder que
cada uno tiene para garantizar la autoconservación. Cuando el hombre se da cuenta de que no
puede seguir viviendo en un estado de guerra
civil continua, surge la ley de naturaleza, que
limita al hombre a no realizar ningún acto que
atente contra su vida o la de los otros. De esto
se deriva la segunda ley de naturaleza, en la cual
cada hombre renuncia o transfiere su derecho a
un poder absoluto que le garantice el estado de
paz. Así surge el contrato social en Hobbes.
La conformación del Estado o Leviatán tiene
un origen convencional y necesario para la convivencia y supervivencia humana. Y para que
pueda cumplir con su cometido, el poder del Leviatán debe ser absoluto y soberano. Todos lo
deben respetar. Nadie, ningún particular puede
estar por encima de él, porque justamente la misión del Leviatán es garantizar el cumplimiento
del pacto. En este sentido, la represión está justificada para quienes lo incumplan.
Claro que Hobbes prevé que puede un Estado o Leviatán corromperse, para lo cual postula
la destrucción del pacto social y la vuelta al estado de naturaleza.
Esta teoría sociopolítica de Hobbes tal vez
pueda ayudarnos a encontrar una salida al problema de la tierra en nuestro país. Veamos.
El origen del Estado es el pacto que realizan
todos los hombres entre sí, subordinándose desde ese momento a un gobernante o asamblea, los
cuales procurarán por el bien de todos los súbditos. De esa forma se conforma la organización
social.
Un pacto social mal hecho
Desde el principio de la creación moderna
de la nación paraguaya hasta nuestros días se
han excluido del pacto social ciertos sectores de
campesinos, algunos extranjeros y toda la población indígena. Ellos no fueron reconocidos
como miembros plenos de la nación paraguaya,
por lo tanto, fueron excluidos de los derechos
que en esos momentos la Constitución de la nación les garantizaba. En este hecho encontramos
ya el germen de un problema: no están todos los
que tienen que estar.
Su visión del estado de naturaleza anterior
a la organización social es la “guerra de todos
contra todos”, la vida en ese estado es solitaria,
pobre, brutal y breve. Habla del derecho de natu-
En la época de Stroessner, para no remontarnos muy lejos, nos topamos con la repartida
arbitraria de tierras. El Dictador repartía grandes cantidades de inmuebles a sus seguidores
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incondicionales o simplemente regalaba tierras
para agasajar a ciertas personas clave para su
gobierno. Actualmente algunos mantienen sus
tierras, otros las han vendido y se han marchado
del país.
La paulatina llegada de colonos extranjeros
generó un negociado con las tierras. Los menonitas se instalaron en las tierras del Chaco y en la
Región Oriental; rusos, ucranianos, belgas y de
otros países europeos se han ubicado en Itapúa
y Alto Paraná, en una de las zonas con tierras
más ricas de nuestro país; luego llegaron los
coreanos, japoneses y chinos, que, según convenio, venían para trabajar la tierra. Algunos de
ellos se dedicaron al comercio convirtiéndose,
en poco tiempo, en dueños y patrones de centros
comerciales. Y ahora, en los últimos 20 años,
se destaca la llegada de los brasileños que se
han instalado en las tierras donde todavía había
bosque virgen. Fueron comprando tierras, principalmente, de la zona fronteriza con el Brasil,
donde instalaron sus colonias. Este hecho llama
la atención porque según nuestras leyes, en los
50 kilómetros junto a la frontera no puede permitirse la formación de colonias de extranjeros.
Es por cuestión de soberanía nacional.
La llegada de las empresas agroexportadoras
significó un hecho importante que agravó el problema de la tierra. Si bien el proceso de adquisición de las tierras se hizo de manera legal, la
compra de grandes extensiones, el poderío económico y la utilización de agrotóxicos desplazaron a los campesinos, quienes se vieron obligados a vender sus tierras y emigrar a las ciudades
en búsqueda de sustento o supervivencia.
Los intentos de una reforma agraria han fracasado por diversos motivos: reparto irracional
y descontrolado, adjudicación a terratenientes,
renegociado de las tierras adjudicadas a campesinos, renegociado de las tierras adjudicadas a
los indígenas, renegociado de las tierras reservadas para parques nacionales, renegociado con
las tierras fronterizas, venta de tierras con población incluida, etc. Todo esto ha generado, por
un lado, un número considerable de tierras mal
habidas y, por otro, la superación del número de
tierras vendidas, según catastro nacional, con
32
relación a la extensión real de nuestro territorio.
De esto, salta a la vista, la necesidad urgente de una actualización del catastro nacional, de
confrontar los diversos títulos y registros nacionales, de modo a tener claridad de lo que hay.
Este primer paso es fundamental para luego
pensar cómo resolver los casos de superposición de títulos de propiedad; es decir, los casos
en que figuren dos o tres dueños de una misma
extensión.
Un “Leviatán” debilitado
Nuestro gobierno actual ha tenido como bandera o consigna gubernamental su interés por el
campesinado y los pueblos indígenas, lo cual ha
sido objeto de elogios y críticas. Obviamente los
que lo han elogiado son los sectores destinatarios de los servicios, y los que lo criticaron han
sido los que ven amenazados sus intereses económico-políticos, que correspondería a la clase
dirigente, políticos, empresarios agroexportadores y ganaderos.
Querer gobernar sin el apoyo de los poderosos y corruptos de este país ha traído no pocos
dolores de cabeza. El desacuerdo ideológico
sustentado, simplemente, en un problema económico, trajo como consecuencia el abandono
del pacto social y la renuncia al respeto y sometimiento al Estado. Estos sectores no respetan
la soberanía absoluta del Estado. Parecería que
sólo acatarían si el Estado defendiese sus intereses particulares, de lucrar a costa de desgastar
los recursos naturales, olvidando los intereses
generales de la Nación. No se fijan en los intereses que velan la voluntad general de la Nación,
sino que sólo persiguen el lucro económico.
La bandera de favorecer el campesinado
enarbolada por el gobierno, el cual parece que
hacía la vista gorda ante las invasiones de tierras, generó el uso de esta misma estrategia justamente para desacreditar al gobierno, como,
por ejemplo, algún terrateniente pagó a campesinos para que invadieran las tierras de otro terrateniente con el objetivo, tal vez, de adueñarse
de ellas posteriormente.
tema del mes
Grupos armados de campesinos, grupos armados de particulares, de contratados, la proliferación de asaltantes y la expansión de la
violencia ponen en jaque continuamente la seguridad y la estabilidad de la población, poniendo en evidencia la debilidad del gobierno. Ante
un Estado debilitado, porque no cuenta con el
apoyo y el respeto de todos los sectores, crea
una sensación de inestabilidad que obliga a que
policías, campesinos, pobres en general, se vendan al mejor postor para conseguir algo de dinero. Nadie les puede asegurar el cumplimiento de
sus derechos.
Necesidad de un nuevo pacto social
Como nos recuerda Hobbes, el pacto social
debe representar a todos los sectores o miembros
de la sociedad, no reconocer privilegio a priori
alguno sino el de haber nacido en esta tierra. Todos los que forman parte del pacto deberán estar
dispuestos a renunciar a su propio poder para
depositarlo en el Leviatán o Estado. Éste debe
tener el poder absoluto y soberano. Nadie puede
estar por encima de él y todos deben respetarlo, porque justamente su función es asegurar los
intereses de todos, que se hallan escritos en la
Constitución Nacional.
tes del pacto, que reprima a los corruptos y a los
que quieran imponer sus intereses particulares.
Se necesita un Poder Legislativo que legisle
en función de la sostenibilidad del pacto, mirando la voluntad general. Es importante que
los parlamentarios sean controlados, evaluados
periódicamente y puedan ser fácilmente removibles en caso de que se demuestre una acción
corrupta.
Finalmente, aunque nos suene a retrógrado,
solamente con un gobierno fuerte, absoluto y soberano, y sobre todo celoso de cumplir la Constitución Nacional; conjuntamente con un Parlamento exigido y controlado por una Contraloría
que cumpla con su deber, podremos soñar con
un país en serio.
Del nuevo pacto deben formar parte, en primer lugar, los indígenas, por representar a los
primeros pobladores de estas tierras; en segundo
lugar, los campesinos, por representar a la clase sustentadora de este país; en tercer lugar, los
empresarios agroexportadores y ganaderos; luego los pobladores urbanos, los extranjeros radicados y los representantes de las instituciones.
No puede aceptarse que extranjeros vengan a
aprovecharse de nuestras tierras, las exploten, se
enriquezcan, envíen sus ganancias a otros países y luego abandonen nuestro país. Estos tienen
que asumir como propias las costumbres y cultura paraguaya.
Un Estado fortalecido por el consenso, respeto y apoyo de todos sus miembros generará
confianza, seguridad y estabilidad económica.
Un cuerpo policial que vele por el cumplimiento
de los derechos y obligaciones de los participanNº 323 - Abril 2012
33
Contra la
desnaturalización
de la humanidad
- Contra la
deshumanización
de la naturaleza
Margot Bremer, rscj
“No podemos vivir sin la tierra, y la tierra
no puede vivir sin nuestro pueblo: formamos un
único cuerpo. La falta de tierra nos impide vivir
nuestra cultura. Sin la tierra, el agua, el río y todos los seres que los habitan, no podemos vivir.
Durante miles de años hemos vivido en esta naturaleza, respetándola y viviendo con ella. Hoy
vemos con profunda tristeza que queda poca
tierra verdadera, que los ríos están contaminados y que muchas especies ya se han extinguido. Además de lo poco que queda de la tierra
verdadera, ha sido transformada en reservas y
parques nacionales. Para nosotros son lugares
sagrados, pero los no-indígenas impiden ocuparlos”. (Documento final del Encuentro Continental Sepé Tiarajú y el Pueblo Guaraní, Porto
Alegre, abril 2007).
Últimamente hemos sido informados con
frecuencia sobre la situación de los carperos
asentados por el gobierno en el Parque Nacional
Ñacunday. La cuestión aquí son las Áreas Protegidas, que los gobiernos habían impulsado para
recuperar estas áreas y protegerlas. Al descubrir
que los carperos estén cerca del parque protegido Ñacunday se preveía un gran peligro para el
mismo: “Obviamente que la presencia de asentamientos humanos, en la hipótesis de que sea
dentro del Parque Natural, está prohibida por
34
pensar y creer
la ley y es algo en lo que nosotros no podemos
dar el brazo a torcer. Si está al lado del parque, es un riesgo para nosotros, porque implica
la necesidad de un monitoreo permanente y el
refuerzo de guardaparques, porque la realidad
es de mucha necesidad de esa gente…” razonaba el asesor jurídico de la Seam, Ricardo Lugo,
comprensible al saber que la deforestación de
la Región Oriental había llegado ya, en pocos
últimos años, a 90%. Por esa razón el Gobierno tenía que disponer de “un refuerzo militar y
policial en las inmediaciones de la reserva natural, para evitar que los carperos ingresen”,
concluyó Ricardo Lugo. (UH, 20-03-2012, p.3).
¿Qué hay detrás de estos argumentos que nos
parecen tan sensatos y lógicos? Se trata de una
realidad, confirmada por la experiencia de las
últimas décadas de deforestación y devastación
de la naturaleza por el hombre: el hombre ha
sido destructor de la naturaleza y por tanto hay
que protegerla, separándola del “salvajismo”
humano. Y sin embargo el hombre, apartado de
la naturaleza, se convierte cada vez más violento
y “salvaje”: se deshumaniza sin ella.
Frente a la devastación: Áreas Protegidas
Paraguay, junto con los demás países latinoamericanos, está recurriendo hoy desesperadamente a la conversión de parques y áreas
naturales. Sin embargo no está permitido que
los habitantes del propio país residan dentro de
los mismos y convivan con la naturaleza que
les ofrece su patria, porque la experiencia demuestra que no son capaces de cuidarla, son
destructores por naturaleza. ¿De dónde proviene esa toma de medida? Pues el modelo de las
áreas naturales protegidas es originario de los
EE.UU., creados a mitad del siglo XIX. Frente
a la acelerada expansión urbana-industrial, ésta
había sido una de las políticas conservacionistas, partiendo del concepto ideológico de que el
ser humano en sí es destructor de la naturaleza.
La propuesta era mantener “islas” de naturaleza
salvaje al servicio de “recreación” de la civilización urbana (lejana). Aquí subyace la idea de dejar algunos pedacitos de la “naturaleza salvaje”
en su estado original, una especie de naturalis-
Nº 323 - Abril 2012
mo. De este modo se consiguió apartar al hombre “destructor” de la naturaleza, para salvarla
como “paraíso perdido”.
Este modelo fue exportado de EE.UU. al Tercer Mundo, sin tener en cuenta la situación distinta. Aquí, las inmensas selvas (hoy ya inexistentes) fueron habitadas, por pueblos indígenas
desde miles y miles de años. El bosque les hizo
desarrollar una cultura muy distinta a la de la
civilización occidental. Sus habitantes llevaron
otra visión de la naturaleza y se relacionaron de
otra manera con ella. La tierra con su vida fue
considerada sagrada.
En la década de 80 se habían creado en el
mundo 781 nuevos áreas protegidas por causa
de la depredación del bosque y su consecuente pérdida de la biodiversidad. Otra motivación
para la creación de parques protegidos fue la posibilidad de obtener nuevos ingresos mediante
el turismo. En aquellos años las áreas protegidas
se convirtieron en una importante fuente económico-política para las élites dominantes en
América Latina. No es de extrañar que con este
invento las áreas protegidas, con su gran riqueza
de recursos naturales, fueran objetos de ventas
ilegales a personajes con peso político y/o económico. La fundamentación pragmática de la
existencia de parques nacionales siguió siendo
que el hombre es por naturaleza destructor y la
única manera de hacerle frente a este mal es el
establecimiento de “zonas de naturaleza salvaje
intocables para el hombre”.
¿Cuál sería la verdadera solución?
Si sabemos que no podemos vivir sin la naturaleza: ¿no sería posible re-educarnos a que volvamos a amar la Tierra con su vida, respetar y
cuidarla como fuente de vida para todos, entrar
en relaciones armónicas con ella y aprender a
discernir lo que da más vida: entrar en reciprocidad con la naturaleza o sacarle toda su riqueza?
Se trata de una cuestión de vida y muerte, sabiendo que si se muere la naturaleza, nos morimos con ella.
¿Qué nos puede dar la Tierra con su naturaleza? Pues la Tierra nos manifiesta que tiene vida,
35
ya que es capaz de articular todos los elementos
entre sí para garantizar las condiciones de vida.
Ella –como afirma Leonardo Boff– a través de
nosotros siente, piensa, crea, ama. Está buscando permanentemente el equilibrio y nosotros podemos aprender, de su armónica biodiversidad,
a vivir unidos en la diversidad cultural, religiosa
e ideológica.
Tenemos Maestros
Tenemos unos maestros que nos pueden ayudar a volver a relacionarnos con la naturaleza:
son los pueblos originarios. Un ejemplo a este
respeto son las seis naciones iroqueses del Norte
de América que habían ido a la sede de las Naciones Unidas en Ginebra a exponer su disconformidad con nuestro trato a la tierra que afecta
a todos y a declarar que no somos dueños de la
tierra. Textualmente dicen:
“Nos han enseñado que nuestra vida solamente existe con la vida de los árboles, que
nuestro bienestar depende del bienestar de la
vida de las plantas y animales, que nosotros
somos los parientes más cercanos de todos los
seres vivientes. Según nuestras costumbres, esta
conciencia espiritual es la forma más elevada
de la política”2.
Es nuestra propia incapacidad de la civilización occidental la que nos obliga a separar la naturaleza intocable por un lado y la convivencia
humana hacinada en ciudades por otro, en vez
de convivir juntos en armonía. En realidad no
demuestra ningún avance o progreso, sino más
bien un retroceso. Es una división artificial que
nos desnaturaliza a nosotros, los humanos, y deshumaniza a la tierra con su naturaleza. Así estuvimos quitándonos la espiritualidad de la vida o,
como dicen los iroqueses, nos hemos “desespiritualizado”. Desde este enfoque espiritual, ellos
nos califican con las siguientes palabras:
“Estamos observando que no todos los pueblos de la tierra muestran el mismo respeto por
la vida, presente en todos los seres vivientes. Los
europeos que llegaron a nuestra tierra manifiestan muy poco respeto a la tierra, la que crea y
desarrolla la vida.
36
Sin embargo, hace miles de años, todos los
pueblos creían que deberían convivir en armonía con el cosmos, siguiendo los principios
y leyes de la naturaleza… Los europeos de entonces, habitantes de bosques, creían también
en los espíritus de los árboles, de las aguas,
de las montañas y de la tierra. La cristiandad
atacó esta creencia y desespiritualizó al mundo europeo... Comenzaron a talar árboles y la
deforestada tierra fue surcada... El surgimiento
de nuevas ciudades y el crecimiento del comercio anunciaron el comienzo del fin del bosque
europeo y la búsqueda de expansión de nuevos
mercados les llevó a América…”3.
Búsqueda de una verdadera Solución
Nuestra lógica nos dice que si la humanidad
constitutivamente depende de la naturaleza (más
que la naturaleza de la humanidad) y por tanto
la humanidad está hecha para con-vivir en reciprocidad respetuosa con la misma, entonces
la solución definitiva nunca podrá ser separar a
ambos. La creación de áreas protegidas nos confirma una mentalidad que considera a la naturaleza como objeto de dominación, explotación y
manipulación que debe ser protegida del hombre, quien se considera su dueño. Los hechos
lo confirman de sobra. Pero sabemos también
que siempre había y habrá personas que piensan nada más que en sí mismos: “Yo, Yo y nadie
más que Yo” (Sof 2,15), a pesar de que el ser
humano es constitutivamente un ser comunitario. Este hecho, sin embargo, no quita la verdad
de que los seres humanos somos comunitarios.
Aquella tendencia egoísta y hasta egolátrica hoy
es sostenida y fomentada lastimosamente por
pensar y creer
la ideología neoliberal. Una de las tareas más
urgentes es des-colonizarnos de esta ideología
descarrilada que pone al hombre en el centro del
mundo como su legislador y juez.
Ya existen pequeños ensayos que manifiestan que un cambio de mentalidad es posible. Un
ejemplo es el Encuentro ecuménico en Cochabamba/Bolivia en 2010 Día de la Madre Tierra,
en que se comprometieron los participantes desde el enfoque de una espiritualidad eco-céntrica
a realizar proyectos de concientización y de
cambio de mentalidad, invocando al Espíritu vivificante y fortificante para que les guíe y fortalezca en el compromiso de “encaminar nuestras
vidas en sintonía con la Naturaleza, el cosmos y
el gran misterio de vida”4.
tierra, es ella que nos alimenta con sus productos. Ella puede continuar sin nosotros, pero nosotros no sin ella. Los que destruyen la naturaleza, son en realidad los verdaderos “salvajes”, sin
embargo, nosotros solemos llamar “salvajes” a
los que son expertos en cuidarla, los pueblos
originarios. Los iroqueses nos recuerdan que
hace miles de años los europeos nórdicos también fueron tildados “salvajes” y “bárbaros” por
considerarse –igual que los iroqueses– “parte de
un cosmos vivo y lleno de sentido, y como hijos
de la Tierra”5 ahora transformada por nosotros
en un “almacén de recursos” (L. Boff). El corte
en nuestra relación con la tierra nos ha quitado
el sentimiento de pertenecer a un Todo Mayor,
y por tanto estamos ahora descentrados, desarraigados y –como dicen los iroqueses– desespiritualizados. La verdadera solución de fondo
es reconectarnos con la naturaleza6 y reaprender
de ella a convivir con ella. Nuestra falta de conciencia y práctica de justicia, equilibrio y respeto nos bloquea, pero el sistema de convivencia
inherente a la naturaleza y a la humanidad nos
impulsa a esta meta.
Otro ejemplo es el Movimiento Sin Tierra
(MST) en Brasil que consiguió desarrollar una
nueva pedagogía para la escuelita de su asentamiento. Los principales transmisores de valores
son para ellos, entre otros, el amor a la tierra, el
trabajo colectivo, la solidaridad, la disciplina, la
creatividad. Esta educación quiere formar parte
de un proceso de cambio de mentalidad para una
transformación social.5
Conclusión
El establecimiento de áreas de protección
realmente no puede ser una solución definitiva,
sino solamente provisoria. La naturaleza deshabitada de hombres en “áreas protegidas” y los
hombres sin convivencia con la naturaleza, hacinados en las ciudades, es absurdo y anticonstitutivo a la ley de la vida de esta Tierra, tanto
para la naturaleza como para los hombres. Es la
naturaleza la que nos da un lugar para habitar la
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2 Manifiesto de los indios iroqueses al mundo occidental, documento oficial de seis naciones iroquesas, expuesto en la
conferencia de Naciones Unidas en Ginebra/Suiza, octubre
de 1977.
3 Ibíd.
4 Declaración ecuménica de instituciones, organizaciones y
personas que desde su opción de fe se unen al “clamor de
la Madre Tierra”. Para la Conferencia Mundial de los Pueblos
sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra,
19 a 22 de abril de 2010, Cochabamba/Bolivia, art. 5
5 Manifiesto de los indios iroqueses.
6 Einstein, Heisenberg/Bohr, Prigogine y de Hawking nos han
mostrado que todas las cosas se encuentran interconectadas
unas con las otras de tal forma que forman un Todo.
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“Mundo Guaraní”
de Bartomeu Meliá*
José Carlos Rodríguez
La mayor parte de los presentes conocemos a
Bartomeu Melià.
Lo conocemos como el mayor especialista del mundo guaraní paraguayo. Lo conocemos como sacerdote. Lo conocemos como un
pensador que sufrió el destierro durante veinte
años por ser más libre de lo estaba permitido.
Lo conocemos como un académico de estatura
mundial, como premio Bartolomé de las Casas.
Lo conocemos como ciudadano del reino de España. Lo conocemos como ciudadano de la República del Paraguay, como catedrático, como
autor una obra extraordinaria. Lo conocemos
como maestro, que suscitó el trabajo intelectual
de mucha gente que nos iniciamos en el pensamiento a través de su ayuda y su labor…
Pero a menudo omitimos una seña de identidad suya que es fundamental. El doctor Bartomeu Melià es un guaraní.
No es un guaraní de nacimiento. El proceso
de hacerse indígena fue largo aunque muy simple. León Cadogan, otro guaraní blanco, lo presentó. La colectividad guaraní lo aceptó e integró a Melià. Este guaraní español y paraguayo,
Karaí Melià, pueden suponerlo, no es cualquier
guaraní.
Meliá no es un guaraní que responda a los
prejuicios que tenemos sobre los integrantes de
ese pueblo. Pero eso es banal. Las identidades
puedan ser múltiples e incluyentes. Él es guaraní
por opción y por adopción, por identidad y por
lealtad; por su pertenencia y por su proyecto. Lo
*Transcripción de la presentación del libro. Museo del Barro, 4
de noviembre 2011.
38
es desde su juventud en que entró a formar parte
de esa comunidad que lo reconoce como uno de
ellos. Y se comporta en relación a los guaraníes
como uno más.
Melià es un guaraní Karaí, o Paí, en el sentido precolombino. Un profeta que anuncia el
advenimiento mesiánico, aunque en un sentido
transcultural: el advenimiento de un mundo mejor, de una tierra sin mal. Desde esa mirada –que
no forma parte del texto sino que está supuesta–
es que devela el sufrimiento de la sociedad, contabiliza sus pérdidas culturales, revela que otro
mundo es posible y deseable, demuestra el valor
del Teko, del antes y del de ahora.
No señalo esta situación por curiosidad, elogio o cualquier otro detalle. Hay que recalcarlo
porque eso es pertinente para entender la obra
que estamos presentando. Se trata de una identidad que instala un punto de vista, que diseña
las coordenadas desde las cuales Melià aborda
su trabajo. Acá no se mira a los guaraníes desde el mundo paraguayo. Se mira a los paraguayos desde el punto de vista guaraní. El mundo
guaraní no es para él un objeto de análisis, es
la mirada, es el sujeto. No es otro mundo, es su
mundo.
(Desde ahí nos recuerda que ese es también
en buena parte el mundo paraguayo, aunque en
un grado mucho mayor del que reconocemos, y
en un grado mucho menor de lo que sería desea-
arte y letras
del último vuelo del pájaro campana. No es la
elegía de una cultura condenada. Es lo contrario: Melià nos dice que los guaraníes no son el
pasado, sino el futuro. Que el mundo guaraní no
está del lado del problema sino de la solución.
ble. Melià nos recomienda ser más guaraníes).
Mundo Guaraní es una obra de síntesis y de
madurez. No voy a decir de cierre, hay más trabajos de Melià en puerta. Pero es una obra de
confluencia. No pionera ni iniciática. Para hacerla, Melià debió haber trabajado el tema durante medio siglo. (No es que tardara 50 años en
escribirlo, pero debió haber trabajado en el tema
50 años para ser capaz de escribir este libro).
La fuerza de la escritura de Melià tiene que
ver con su originalidad, con su erudición, con su
entendimiento y con su laboriosidad. Hay que
esperar muchos años antes que crezca y florezca
un lapacho. Y así como la imponente estampa
del Tajy incluye el esplendor de sus flores, asimismo, la fuerza de la escritura de Melià incluye la belleza. Melià hace poesía cuando escribe
poemas. Pero también hace poesía cuando no
hace poemas. Es su estilo, es su mirada, es su
aura. La fuerza de su palabra ilumina este libro,
que es una obra conceptual, de historia y también de revelación o de insurgencia interpretativa, en contra de los esquematismos que ocultan
o que maquillan los males que nos aquejan, o
que, simplemente, no apuestan al advenimiento
de un futuro mejor.
Una clave interpretativa que ya figura en el
prólogo del Ministro de Hacienda es muy oportuna y queremos subrayar: el trabajo de Melià
no es la visión de los vencidos. No es el rescate
Nº 323 - Abril 2012
Melià nos dice que el proyecto de sociedad
guaraní está vigente, que siempre lo estuvo, que
resiste, que persiste, que insiste y es más: que
constituye el único gran proyecto propio de civilización y de cultura que tenemos en esta tierra. Acá no se habla de modernidad, ni de premodernidad ni de posmodernidad. Se habla de
la larga duración, de la ‘longue durée’ –como se
dice en Estrasburgo, cuna de la llamada Escuela
de los Annales, en donde Melià hizo sus estudios–. Aquello que tienen en común las sucesivas generaciones cuando hacen la historia, recorriendo el itinerario de sus diferentes épocas.
Para decirlo en términos contemporáneos –
no voy a repetir lo dicho en el prólogo, y menos
en el libro de Melià–: el mundo guaraní constituye un Teko (una cultura, un modo de ser) que
incluye la justicia, la sustentabilidad, la abundancia y la cohesión social que eran y son guaraníes. Y que todavía no son, pero que pueden
volverse ser paraguayas, a condición de romper
con el proyecto colonial que es el proyecto de la
segregación social, de la depredación económica y de la diáspora o dispersión.
La pobreza y la exclusión, no son guaraníes.
La práctica de una tierra despoblada donde la
población está desterrada, no es guaraní. Hace
siglos, desde sus aldeas y su economía, desde su
Teko, los guaraníes adoptaron, la ciudad, la escritura, el ganado, el arado y el hierro. El exilio,
el analfabetismo, la pobreza, el derrumbe tecnológico, el ecológico, el latifundio, esas cosas no
son guaraníes.
Melià muestra que la colonia ha sido y sigue
siendo la destrucción de nuestro mundo. Que la
colonización no ha terminado. Que se sigue destruyendo a la sociedad y a su territorio, que se
destruye la cultura y las instituciones en forma
depredatoria. Que se desmonta la lengua, que
se desmonta la tierra, que se envenenan las relaciones sociales como se envenenan las aguas
superficiales y las profundas, que se desmonta
39
la solidaridad y que se desmonta la sociedad con
un colonialismo que hoy está más vigente que
nunca. El colonialismo puede hoy conseguir
aquello que no pudieron hacer los conquistadores durante 300 años y sus descendientes en los
siguientes 200 años: destruir aquello que resiste,
disolver los vínculos que nos conforman y sostienen como la colectividad que somos.
A alguien podrá sonar esto algo apocalíptico.
Bueno. La vida cotidiana es la empresa de lo posible. Acá se trata de otra cosa: de hacer posible
aquello que no lo es, haciendo pensable aquello
que no lo era.
En este propósito Melià coincide –por ejemplo– con Theodor Adorno, alemán, de la escuela de Frankfurt, que no es religioso ni creyente,
pero si conocedor del destierro, de la dictadura
y ferviente practicante de la esperanza. Adorno
enuncia en su libro Mínima Moralia, cuanto sigue, escrito ante el infortunio del nazismo:
“Es preciso fijar perspectivas en las que el
mundo aparezca trastrocado, enajenado, mostrando sus grietas y desgarros, menesteroso y
deforme en el grado en que aparece bajo la luz
mesiánica. Situarse en tales perspectivas sin arbitrariedad ni violencia, desde el contacto con
los objetos…”
Al comprometerse con la verdad y con el
devenir, al mismo tiempo, esta etnohistoria
es también ética y política: La espera activa o
mesiánica transforma al presente en la víspera
y pródromo de un futuro mejor. En un combate
por la colectividad con la cual comparte su destino y una forma de vida.
La etnohistoria –disciplina en que encuadra
este libro– por ser realmente particular, o sea,
auténtica, resulta tan universal. La universalidad
no es uniformarse con los demás, sino decir lo
propio a aquellos que nos enseñaron lo otro, las
cosas diferentes a las nuestras.
Branislava Susnik, nos recuerda que el mesianismo guaraní –esto es aplicable a Melià–no
consiste tanto en un esfuerzo propiciatorio, lograr el mundo mejor, o sea, el esfuerzo utópico;
sino el esfuerzo admonitorio: impedir el colap-
40
so, detener al apocalipsis. Evitar que el Jaguareté Hovy –el gran Jaguar Azul, que es el emblema de las tinieblas guaraníes– se coma al Sol, a
Kuarahy y a la Luna, a Jasy. Esa es la apelación
de Melià. Y, entendamos la metáfora y a su referente: el colonialismo es real.
Y ahora, ¿qué tiene que ver el Ministerio
de Hacienda y antes el Banco Interamericano
de Desarrollo con un pensamiento radical que
nada tiene que ver, por ejemplo, con la oferta y
la demanda, o con el Producto Interno Bruto per
cápita a precios constantes del 2000?
Tengo una hipótesis. Los buenos economistas, además de economía, saben dos cosas. En
primer lugar, que la economía es la búsqueda
del bienestar, antes que la mera producción de
riquezas. Y, en segundo lugar, los buenos economistas saben que hay más cosas que solo economía entre el cielo y la tierra. Está la gente,
la cultura, la ética y las instituciones. Sin ellas,
la competencia puede ser sólo piratería; la producción, mera codicia; y la acumulación, pura
avaricia. Sin esas cosas que no son economía,
estos impulsos económicos pueden actuar como
el Jaguareté Hovy.
Por eso, la edición y reedición de este libro
fue una excelente idea. Gracias por ello a quienes participaron y a quienes autorizaron la iniciativa. Gracias a los que se empeñaron y empecinaron en llevarla a término.
Este no es un libro para leerlo no más. Una
dilucidación sobre aquello en lo cual se juega la
calidad, la plenitud, la integridad y la originalidad de la sociedad en el Paraguay. Y es una interpelación sobre aquello que somos. Un llamado
hacia la reconciliación con aquello que fuimos y
aquello que podemos llegar a ser, superando al
colonialismo; esa discordia que desencadena y
encadena a nuestra historia.
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